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ARTE Apunte Uno Profesor: Fernando R.

Castelao 1
Estética:
Es una disciplina reciente cuya aparición está ligada al fenómeno de la belleza.
La primera "Estética" aparece solamente en 1750 y se da como consecuencia de una doble transformación que se produjo en el ámbito
del arte y que afecto por una parte al autor y, por otra, al espectador. Por lo que se refiere al autor, en el pasado las obras de arte
cumplían una función sagrada. En la Antigüedad griega tenían aun como misión reflejar un orden cósmico radicalmente exterior a los
hombres. Esa exterioridad les confería una dimensión casi religiosa, pues es cierto que esencialmente, lo divino es lo que escapa a los
hombres y los supera. Eran un "microcosmos", que representaba a escala reducida, las propiedades armoniosas de todo lo que los
antiguos llamaban cosmos. La obra tenía una "objetividad"; que no se vinculaba con el genio del arquitecto o del escultor, si no que era la
realidad divina captada por un modesto artesano. Por ejemplo, jamás se nos ocurriría buscar el nombre de un artista detrás de los gatos
egipcios del Museo Británico; lo esencial es que se trata de un animal sagrado, transfigurado como tal en el espacio del arte.

La ruptura:
Nuestra situación respecto de las obras de arte ha cambiado. En ciertos aspectos se ha invertido, hasta el punto de que
podemos conocer el nombre de un "creador", incluso algunos aspectos de su vida ignorando todo de su producción. Se admira la
inteligencia y la cultura del autor aunque se desconozca su obra. Podemos asegurar que la creación ya no es el reflejo del mundo, es la
expresión de la personalidad del autor. Esta revolución del autor lleva en sí el germen de la ideología de vanguardia que marcara tan
profundamente el arte contemporáneo. Indudablemente hay "autores" en las civilizaciones predemocráticas; Pero no son "genios",
capaces de encontrar en si mismos todas las fuentes de su inspiración El artista antiguo es más un intermediario entre los hombres y los
dioses que un verdadero creador. Lo bello no debe ser descubierto, como si ya existiera en el mundo objetivo, sino inventado, puesto que
cada momento de la renovación se sitúa en el seno de una historia del arte cuya encarnación institucional es el museo La crisis que
afecta hoy en día a las vanguardias reside en la contradicción interna de la innovación absoluta.

El triunfo de la sensibilidad:
A esta transformación del autor, responde el espectador vinculado a la noción de gusto. Existe una
capacidad totalmente subjetiva que poseen los hombres para distinguir lo bello de lo feo. Es decir que, a diferencia de lo que sucedía
entre los antiguos, la belleza ya no designa una calidad o un conjunto de propiedades que pertenecen a ciertos objetos. Por el contrario,
como lo subrayan los primeros tratados de estética, lo bello es subjetivo: reside esencialmente en lo que place a nuestro gusto, a nuestra
sensibilidad. De allí procede el problema central de la estética moderna -la cuestión de los criterios: si lo bello es subjetivo, si es, como se
dice, cuestión de gusto y de sensibilidad, ¿como explicar la existencia de un consenso respecto de aquello que se califica de "grandes
obras"? ¿Cómo entender que ciertos autores se conviertan en "clásicos" y atraviesen los siglos y las civilizaciones?

El fin de lo trascendente:
La erosión de lo "teológico-cultural" merece una reflexión en profundidad. En las polémicas a las que se asiste
desde la desaparición del marxismo se enfrentan a menudo dos posiciones, la de los "optimistas", que ven en la modernidad un lento
pero ineluctable proceso de emancipación con respecto a las tradiciones, y la de los "pesimistas" que están dispuestos, por decirlo así, a
detectar en ella una lógica de la "decadencia".
Sería absurdo, no obstante, hablar de decadencia. Los juicios de valor no son admisibles cuando se trata, ante todo, de comprender lo
que es. Pero sería igualmente ineficaz ignorar una transformación radical, cuyo origen se remonta a la invención de la estética moderna,
con su corolario obligado: la primacía del autor sobre el mundo.
La cuestión consiste en saber si, en el espacio así abierto por su propia muerte, será posible recrear un mundo común sobre la base de
un rechazo radical de toda trascendencia.

Responder: 1) Caracteriza el arte antes del Renacimiento/ 2) ¿Qué es arte de autor?/ 3)¿A cual posición suscribís (la de los optimistas
o la de los pesimistas)¿por qué?

Estética y Matemáticas-Las medidas de la Belleza:


La belleza de una obra de arte o de un rostro no tiene aparentemente nada que ver
con números y formulas. Sin embargo, los teóricos de la Información y del caos han investigado para encontrar una auténtica Matemática
del Arte. ¿Se puede medir la belleza? Esta es la pregunta que se plantea hoy los llamados científicos del arte. Pero si ni siquiera
sabemos qué es la belleza, como vamos a caracterizarla con un número. Sin embargo, este deseo de medir lo bello no es nuevo. Ya los
antiguos griegos relacionaban la estética con las matemáticas. Pitágoras descubrió la relación entre la armonía musical y simples
relaciones numéricas. Platón, por su parte decía » que la auténtica realidad la constituyen las formas o las ideas, y Aristóteles deducía de
ello que el artista debe representar sus ideas en la forma de un objeto concreto. En consecuencia, una obra de arte no seria el reflejo de
la realidad sino un ejemplo de una forma universal. Los antiguos griegos también encontraron en las artes descriptivas una relación entre
la forma y la cifra Alcanzaron lo que hoy llamaríamos una medida estética, descubriendo la belleza de la proporción áurea. Se llama así a
una simple relación entre los lados de un rectángulo. Cuyo lado mayor seria de 1 y el menor de 0.618. Si a una persona se le muestra una
serie de rectángulos de distintas proporciones y se le pide que indique cuál le parece más agradable, casi siempre elegirá el de la
proporción áurea. Lo que parece una extraña casualidad aparece, sin embargo, numerosas veces en las formas de los seres vivos. La
cifra de la proporción áurea, que en matemáticas se representa con la letra griega  (phi). se obtiene también como el limite de una
simple sucesión numérica. Los llamados números de Fibonacci se obtienen empezando con las cifras O y 1, sumando cada vez los dos
números anteriores. Así: 0+1=1, 1+1=2, 1+2=3, 2+3=5, 3+5=8, 5+8=13, etcétera. Dividiendo cada numero por el anterior,se obtienen
valores que se acercan cada vez más al valor. Pero los números de Fibonacci se encuentran a menudo en la naturaleza. Aparecen en la
ordenación de las hojas en las ramas, en las espirales de los caracoles o incluso en la reproducción de los conejos. Las hojas de una
planta deben estar dispuestas de modo que reciban la mayor cantidad posible de luz. Y si se analiza esta condición matemáticamente, se
llega de nuevo a la serie de Fibonacci: no existen secretos metafísicos ocultos. Lo que ya es más sorprendente es que una relación
numérica biológicamente condicionada nos parezca hermosa. Como veremos más tarde, lo simple, funcional, práctico, imprescindible no
es necesariamente bello, para eso se necesitan otros criterios. Los griegos encontraron también la proporción áurea en el cuerpo
humano Por ejemplo, se obtiene estableciendo la" relación entre la altura total de una persona y la distancia que exista entre el suelo y su
ombligo. Pero también se puede encontrar en la cara, en las manos y en otras partes del cuerpo. En el Renacimiento se redescubrieron
los conocimientos de los griegos. Leonardo da Vinci y Alberto Durero intentaron ajustar el cuerpo humano a unas medidas armónicas,
pero acabaron renunciando. Pronto, los teóricos de la belleza intentaron, con términos como armonía, equilibrio, simetría y otros
conceptos abstractos, encontrar una me
dida para la belleza de una obra de arte.
Teoría de la información:
Los científicos del arte presentan sus ideas y medidas basándose también en la percepción. Su punto de
partida es la información que una persona puede recibir y procesar. El filósofo Jorge Santayana defiende en su obra "El sentido de la
Belleza", la tesis de que los valores estéticos son incompatibles con los valores prácticos.
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La belleza y la utilidad se excluyen mutuamente en mayor o menor medida.


La moderna ciencia del arte confirma esta idea y la formula dentro de la Teoría de la Información: la información útil se opone a la
información estética. Ambas aparecen en muy distintos contextos. Los seguidores de Santayana afirmaban que una obra de arte debe
consistir en un tema con variaciones. En otras palabras: una obra de arte debe mantener un difícil equilibrio entre gran cantidad de
información conocida y pocos datos nuevos. Tiene que despertar el interés (tema) y evitar el tedio (variaciones). O sea, la persona que
disfruta de una obra artística tiene que hacer un pequeño esfuerzo para recibir la información. Si sólo percibe cosas conocidas, como en
une novela rosa o en una canción de moda, entonces se aburre. Pero si todo es nuevo para él, como en un tema música sin estructuras
reconocibles, o una novela en un idioma extranjero, entonces no puede disfrutar de la obra, y pierde el estimulo estético, al igual que
cuando se aburre. Ya los antiguos chinos tenían una norma para la composición de obras del arte: la regla del cinco. Se basa en el hecho
de que el ser humano, de forma inconsciente, es lo es capaz de contar hasta cinco. Más elementos son ya demasiados. Los teóricos del
arte de la actualidad también han descubierto este hecho y lo han confirmado matemáticamente. La capacidad de recepción de los
canales humanos de información es limitada, y cualquier obra de arte, tanto una novela como un cuadro o una pieza musical debe tenerlo
en cuenta. Durante largo tiempo, especialmente en el Barroco, la estética estaba relacionada con conceptos como simetría, armonía o
equilibrio. Hoy, la asimetría, la parodia y lo feo forman parte del arte moderno.
Si hay alguien que presenta simetrías en primer plano, ya no son los artistas, sino los científicos en busca de la formula universal. Los
científicos del arte encuentran una explicación: a lo largo del tiempo nos hemos acostumbrado a la simetría y a la armonía, hasta tal punto
que la información de esos elementos estilísticos resulta demasiado escasa como para poder despertar en nosotros un estimulo estético.
La simetría es muy conocida; la asimetría, sin embargo, nos produce ese pequeño cosquilleo que necesitamos para que algo nos guste.
Los filósofos de la belleza de la época clásica consideraban la confluencia de las líneas hacia un punto central como un importante
elemento estético, especialmente en la escultura. La moderna ciencia del arte, que asume términos de la investigación del caos, califica
una obra de Arte según qué y cuántos atractores contenga.
¿Pero cuáles son los descubrimientos de aquellos que han buscado, y aparentemente encontrado, una medida para la belleza? ¿Y qué
sentido tiene medir la hermosura de una obra de arte? El punto de partida de la moderna ciencia del arte es el concepto de información.
Esta así se puede medir. Su unidad mínima es el BIT, la medida más importante dentro de la informática. La cantidad de información que
contiene una letra se puede comprobar mediante un sencillo test. Este se basa en intentar adivinar una serie de letras. Suponiendo que la
primera es la p, ¿cuál será la segunda? Existen miles de palabras que empiezan con p. No podemos predecir, por tanto, la siguiente letra
ni por casualidad. Podría tratarse de una vocal, o bien una r o una 1. Si ahora sabemos que la segunda letra es la e, ¿cuál será la
tercera? Ahora ya podríamos intentar adivinar. Tal vez la palabra sea pelo, peseta o perdón... Si ahora sabemos que la tercera letra es
una r, la siguiente podría ser do a. Se trata de la palabra pera, y se puede ver como la posibilidad de elección se ha ido reduciendo a
medida que aparecía cada nueva letra. Con ella disminuye también la información, pues ésta es tanto más grande cuanto mayor sea la
posibilidad de elección, cuanto más difícil sea predecir qué letra viene después. La alta información se relaciona entonces con conceptos
como improbabilidad, desorden, asimetría. Los objetos con mucha información nos parecen fascinantes y originales, pero también
desconcertantes. Los relacionamos con el esfuerzo que tenemos que hacer para reconocerlos.
La baja información está en relación con lo probable, ordenado, simétrico. Los objetos con poca información nos parecen familiares y
tranquilizadores, pero también banales y aburridos. Los relacionamos con el esparcimiento. En los casos más sencillos se puede medir la
información de una creación contando su número de elementos.
Pero casi siempre hay que estimarla. Esto no es nada sencillo, ya que, la información siempre tiene un carácter subjetivo. Por ejemplo,
para alguien que no dominara el castellano, en el juego de adivinanzas propuesto anteriormente, todas las letras contendrán la misma
cantidad de información: la máxima. Pero con el aprendizaje, en el más amplio sentido de la palabra, es decir, con la familiarización,
disminuye el contenido en información de un objeto, al principio nuevo y extraño. Sin embargo, el contenido de información no es el único
aspecto que influye en la determinación de una medida estética Un segundo concepto se refiere a la complejidad de una obra. Es la
diferencia que encontramos entre mirar un triangulo y un polígono de 48 lados. A pesar de tener ambos las mismas relaciones simétricas,
el polígono nos parece de alguna manera más bonito. Simplemente porque necesitamos más tiempo para explorarlo y hartarnos de verlo.
Las obras complejas se componen de muchos elementos. Por el contrario, las obras simples de pocos. Los estetas de la información,
como se denomina a los que pretenden encontrar las medidas de la belleza, han construido una regla muy sencilla: la Belleza (B) de una
obra se obtiene del cociente del Orden (O) dividido entre la Información
Como fórmula: B = O/i. Aunque en la práctica no sirva de mucho — ¿quién puede calcular con esta formula la belleza de la Novena
Sinfonía de Beethoven? , esta expresión nos permite deducir interesantes conclusiones, que ilustramos en el esquema de estas páginas.

Esquema de información :
El físico chino-americano A. Zee ha dado una bonita definición de la diferencia entre la ciencia y el arte: en la
ciencia se dicen cosas que nadie ha dicho jamás; en el arte se dicen cosas que ya ha dicho todo el mundo, pero mejor expresadas.
La Teoría de la Información confírma esta diferencia. Un artículo es objetivo-científico, cuando con palabras conocidas trata de temas
desconocidos. Una obra literaria es artística-estética, cuando con nuevas palabras o construcciones gramaticales relata temas conocidos.
La moderna ciencia del arte también estudia las técnicas que se utilizan para destacar el elemento principal de una obra. Según la
formula de la información, se obtiene el punto máximo cuando el elemento protagonista ocupa el 37 por ciento de toda ella. Helmar Frank,
el fundador de la Estética de la Información, ha estudiado diversas obras de arte en este sentido y ha encontrado interesantes
coincidencias; por ejemplo, la regla del 37 por ciento en los conciertos de Brandenburgo de Bach. En ellos el músico alemán utiliza por
primera vez las sincopas, y lo hace en esta proporción. En el poema The Bells de Edgar Alan Poe descubrió que emplea la sonora e llana
en cuatro de cada diez silabas; y en el cuadro de Ansehn Feuerbach Iphigenie, que su túnica blanca cubre el lienzo en un 37 por ciento.
La teoría del caos descubre otro efecto de acentuación en los atractores, que son puntos que atraen a otros. La atracción puede ser
fuerte o débil, pero es fácil reconocerla gráficamente. Estos atractores se pueden encontrar en numerosas pinturas y esculturas. En la
Madonna de Breste, del año 1400, la manzana es un, atractor, hacia el que confluyen todas las líneas. Es una especie de punto de
referencia de toda la escultura. El famoso grupo Laoconte contiene dos atractores Uno es el brazo derecho del padre, el otro sus órganos
genitales. El artista seguramente forma esta relación a propósito. ¿Que querría decirnos con tan meditado cálculo? ¿Se puede medir la
belleza? La pregunta queda abierta. Al menos, los esfuerzos por tener la respuesta exacta nos han aportado asombrosos
descubrimientos.

Trabajo Práctico // Responder las siguientes preguntas:


1) Elige una obra que para vos sea arte (algo concreto, hecho por el hombre y que te halla permitido disfrutar de su belleza) y trata de
explicar utilizando la teoría de la información por que para otra persona no lo es. // 2) ¿Qué es un atractor? Da 2 ejemplos. // 3) ¿Se
puede medir la belleza // 4) Ver: Suburbano” de Fernando Castelao a) Describir brevemente la historia. // b) ¿Cuál les parece que es
la historia real? // c) Qué pueden decir de las siguientes palabras en relación a la película: velocidad, casualidad, recursividad, causalidad,
color, estética, simetría, simbología. // d) ¿Qué cosa los sorprendió a nivel narrativo y a nivel técnico? // e) ¿Qué relación existe entre las
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decisiones que toman los protagonistas y la cantidad de información que manejan?// f) Relatar una historia que se desarrolle en un lugar
cerrado.

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