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Didáctica crítica. Allí donde se encuentran


la necesidad y el deseo

Raimundo Cuesta, Juan Mainer, Julio Mateos, Javier Merchán y Marisa Vicente1

Nam et ipsa scientia potestas est Feliz tú que tica crítica porque ésta se sitúa precisa e
huyes, a velas desplegadas, de la cultura inevitablemente en ese lugar donde concu-
(Epicuro) rren necesidades y deseos. En efecto, una
didáctica crítica, en tanto que actividad teó-
El lugar del que se parte y al que rico-práctica, ha de comprender las razones
siempre se regresa: necesidad y de la necesidad sin ignorar los no menos
deseo poderosos resortes del deseo, al punto de
poder ejercitar, en circunstancias siempre
En una apasionada expansión poética constrictivas como las de la escuela, una
de juventud, en 1950, E. P. Thompson se si- cierta educabilidad del deseo. Una educa-
tuaba frente a las “fauces de un viento hos- ción que, parafraseando de nuevo al poeta-
til” y proclamaba la facultad de transfigu- historiador “enseñe al deseo a desear me-
rar, en el “sitio de la acción humana en el jor, a desear más, y sobre todo a desear de
que la necesidad y el deseo se encuentran”, modo diferente” (Thompson, 1988, 727).
los elementos de la naturaleza en fuego hu- No obstante, esta cálida pretensión de-
manizado capaz de elevar a la plenitud el siderativa lanzada hacia la utopía ha de
ideal de un mundo ordenado y regido con- convivir, en conflicto permanente y nunca
forme a los deseos de sus pobladores2. resuelto, en tensión dialéctica que no admi-
Pero la necesidad y el deseo distan mu- te síntesis superadora, con la fría conside-
cho de gozar de la armoniosa convivencia ración de la economía de la necesidad es-
que parece vislumbrarse en el texto, como, tructurante del comportamiento humano.
por otra parte, supo captar magistralmente Además, el pensamiento social de progenie
Thompson en su excelente obra historio- crítica tiene que huir como de la peste de
gráfica. En realidad, este poema, si bien nos esas filosofías de la conciencia y de la con-
fijamos, evoca la vieja y nunca acabada siguiente hueste de prejuicios ahistóricos
controversia del pensamiento social acerca que constituyen la sustancia nutricia de las
de los mecanismos determinantes de la teorías de la acción racional (tan nutritivas,
acción humana, acerca de los factores exter- por cierto, para la defensa y sostenimiento
nos e internos que mueven la voluntad de del capitalismo), en virtud de las cuales se
los agentes sociales. Tal asunto no resulta convierte al sujeto en un permanente opti-
irrelevante para quienes pretendemos sos- mizador de su intereses y a la sociedad en
tener, con pensamientos y actos, una didác- una noria donde rotan incansablemente in-

1 Componentes del Proyecto Nebraska, una de las agrupaciones de trabajo e investigación que formamos
parte de Fedicaria, cuya historia y proyectos de trabajo pueden consultarse en http://www.
fedicaria.org Véase especialmente Cuesta, Mainer, Mateos, Merchán y Vicente (2005).
2 Los versos citados pertenecen al poema The Place Called Choice, recogido por Bryan D. Palmer (2004, 24).
Este cántico del historiador británico a lo que de incierta tiene la acción humana, como bien percibe su
biógrafo, dibuja un horizonte de futuro marcado por “la posibilidad de la posibilidad, no por promesas
o seguridades de triunfo ni por leyes del movimiento histórico” (Palmer, 2004, 23).

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dividuos competitivos. Frente a tal simplis- que la pervivencia de la personalidad auto-


mo economicista y positivista, contra la ritaria demuestra que, en parte, el efecto de
conversión del sujeto en sustancia estática dominación reside en nosotros mismos y
(en naturaleza humana), conviene a la di- que el miedo a la libertad ha conducido a la
dáctica crítica dotarse de una perspectiva humanidad reiteradamente a “un estado de
explicativa muy distinta que nos acerque a permanente necesidad de recibir órdenes”
comprender la complejidad y opacidad de (Adorno, 1998, 83). Tal como si el ejercicio
las estructuras estructurantes del compor- de la dominación hubiera precisado de una
tamiento de los agentes sociales (en el caso complicidad inconsciente: “El efecto de la
que nos ocupa de profesores y alumnos). Y dominación simbólica (trátese de etnia, de
ahí es donde cabe recuperar la idea de que sexo, de cultura, de lengua, etc.) no se pro-
la dominación en las sociedades del capita- duce en la lógica pura de la conciencia co-
lismo tardío y más aún en el actual estadio nocedora, sino a través de esquemas de
de sociedades de control adquiere una faz percepción, apreciación y acción que cons-
cada vez más sutil (la violencia es más sim- tituyen los hábitos y que sustentan, antes
bólica que física) y paradójica (el dominado que las decisiones de la conciencia y de los
es cómplice de su propio sometimiento), de controles de la voluntad, una relación de
suerte que los efectos de un poder quedan conocimiento profundamente oscura para
inscritos de manera duradera y no cons- ella misma” (Bourdieu, 2000, 53-54).
ciente en el cuerpo de los dominados bajo Más allá de que gustemos del aire de
la forma de esquemas de percepción y dis- psicoanálisis social practicado por algunos
posiciones afectivas de diverso tipo. Ya P. de los más célebres miembros de la Escuela
Bourdieu3 supo compendiar certeramente de Frankfurt, o bien prefiramos el estilo es-
en su concepto de habitus (interiorización e tructural-genético de Bourdieu (u otros
inscripción en los cuerpos de los sujetos de muchos modos de pensar que se han ocu-
comportamientos socialmente pautados) su pado de la cuestión), lo cierto es que nos
teoría de la práctica, su explicación de las vendría bien, a la hora de discurrir a propó-
“razones prácticas” que guían las conduc- sito del significado y el alcance de una di-
tas de los individuos que actúan en cual- dáctica crítica, despojarnos de una vez por
quier campo del espacio social. todas del fantoche trágico y mítico del suje-
Antes también la Escuela de Frankfurt to individual como permanente calculador
indagó en los oscuros sótanos de esa “se- racional y operador consciente. Y de otro ti-
gunda naturaleza humana” que había en- po de simplificaciones como la que supone
sombrecido el siglo XX con un despliegue imaginar a los seres humanos como super-
de barbarie difícilmente imaginable, y que ficies planas e inmaculadas sobre las que es
coexiste y facilita en las sociedades del ca- posible grabar e inscribir en su cerebro un
pitalismo tardío la explotación de clase, gé- repertorio de conductas predeterminado.
nero y otras. Diríase que al lado de las Qué duda cabe que ello nos ayudaría a en-
constricciones externas existiera una estruc- tender la complejidad de las relaciones so-
tura interna de necesidades que condujera ciales y nos facilitaría no incurrir más en
nuestros deseos y disposiciones prácticas determinadas formas de ingeniería social
como si de una segunda naturaleza se tra- que al menos desde La República de Platón
tara4. Esa “segunda naturaleza”, infracons- han tentado insistentemente a las principa-
ciente, explicaría lo inexplicable. De modo les utopías educativas y a sus mentores

3 Sería prolijo citar la larga literatura científica de este autor, clave para entender algunas de las ideas que
guían el proyecto Nebraska. Un ejemplo de cómo lo utilizamos puede verse en R. Cuesta (2003a). Véase
también una reciente obra L. E. Alonso y otros (2004), que toca los grandes ámbitos de investigación del
sociólogo francés.
4 Asunto especialmente tomado en consideración en la obras de T. W. Adorno y H. Marcuse. Un rápido y
buen resumen puede verse en H. Giroux (1992, pp. 188-189).

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más insignes. Muchas, en efecto, y de muy una educación histórica del deseo. Asume
triste recuerdo, han sido las búsquedas y que ha de estar atenta y afectar a esas tur-
experimentos de la eudaimonía (la felicidad) bulentas profundidades de la segunda na-
a través del Estado educador, que alcanzan turaleza en donde nadan sin orientación fi-
precisamente su versión paroxística en al- ja los deseos. La dos caras de esta didáctica
gunos de los abundantes proyectos de re- se presentan como la indagación y el
forma educativa de la Revolución fran- aprendizaje de la relación dialéctica entre
cesa5. Desde entonces el emparejamiento las condiciones sociohistóricas (las necesi-
dichoso entre escuela y Estado alcanza la dades) y las cambiantes formas de subjeti-
categoría de mito central del llamado pen- vidad volitiva (los deseos) de los agentes
samiento progresista de estirpe liberal-so- educativos.
cialista. Pero en la actualidad, tras la barba- Pero esta delicada y compleja tarea de
rie totalitaria del siglo XX, esta concepción exploración, intra e intersubjetiva, acerca
del Estado, la escuela y el sujeto educable, de las necesidades y deseos, nada tiene que
ha perdido todo su potencial emancipador ver con un proceso predeterminado y de fi-
y su recuerdo nos remite a la multitud de nal conocido, mediante el cual, ¡al fin!, en-
sueños monstruosos de la razón moderna. contráramos nuestra verdadera naturaleza
Estas consideraciones y otras que aquí o esencia humana (esa esencia que dan por
no caben sobre el triángulo sujeto-escuela- supuesta las didácticas convencionales o
Estado en nuestra etapa actual del capita- no críticas). Nada más lejos que la reco-
lismo no deben echarse en el olvido, por- mendación agustiniana: “Noli foras ire, te
que están en la raíz de la génesis de la cir- ipsum redi, in interiore homine habitat ve-
culación y corporeización de las necesida- ritas (no vayas fuera, vuelve a ti mismo; en
des en deseos. Pero ahora nos interesa sólo el interior del hombre habita la verdad”); y
destacar y subrayar el componente no quizás mejor sería acudir a la formulación
consciente, no racional y práctico de las clásica de Marx en la Tesis de Feuerbach: “la
conductas, aspecto muy a menudo soslaya- naturaleza humana no es algo abstracto e
do en las didácticas declarativas (la didácti- inherente a cada individuo. Es, en realidad,
ca como objetivos formativos) e instrumen- el conjunto de las relaciones sociales”. No
talistas (la didáctica como tecnología de hay, pues, fondo humano que desenmasca-
transposición del conocimiento) al uso, en rar, ni siquiera el “hombre genérico” en
las que suele subyacer, como encriptada, contraposición con el ser humano alienado;
una imagen de niño-alumno-normal sus- existe, eso sí, un proyecto de construcción y
ceptible y capaz de hacerse virtuoso al conocimiento que inventa nuevas subjetivi-
comprender la ciencia que se le ofrece en dades conforme a fines y valores nacidos
los procesos de enseñanza-aprendizaje pro- de la confrontación cultural en el desarrollo
porcionados por la escuela. de las sociedades. En cierto modo lo huma-
Por el contrario, la didáctica crítica que no se define como una huida hacia el por-
aquí se propone se aparta de esta conside- venir, como la inestabilidad esencial de yo-
ración simplista de la cuestión y aboga por es, de manera que el ‹‹conócete a ti mis-

5 Especialmente el proyecto de Plan de Educación Nacional de Le Pelletier, presentado por Robespierre y


debatido, aunque no aprobado, por la Convención en 1793, del que se ha dicho que era “una utopía edu-
cativa con ribetes de pesadilla, una auténtico sueño monstruoso de la razón, en el que el régimen de in-
ternado se presenta como metáfora de una sociedad perfecta a través de un sistema de clausura, que, co-
mo ya viera Foucault, es la forma más acabada, como derivación del modelo conventual, de la escuela.
Más que eso. La suprema encarnación escolar de las ‹‹casas de la igualdad››, auténticos baluartes inex-
pugnables de la república, instalados en los edificios del antiguo poder privilegiado estamental (casti-
llos, conventos, etc.) representaban auténticas factorías humanas dedicadas a difundir la nueva religión
laica, basada en dos amores: la patria y el trabajo. Amores muy, que muy necesarios, para el definitivo
triunfo del capitalismo” (Cuesta, 2005a, 44).

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mo›› es tarea menos que imposible6. Y ello de sentir y vivir los valores de los sujetos,
a pesar de que la crítica, entendida en senti- no pretende tender en el diván psicoanalis-
do gramsciano, radique en la toma de con- ta a los agentes educativos individualizan-
ciencia de lo que uno es en tanto que resul- do cómo en cada caso las necesidades se
tado de un proceso histórico-social que ha trasmutan en deseos. La actividad didácti-
dejado huellas en nosotros. Esas huellas de ca, en tanto que se postule crítica, resulta
la historia en nosotros convierten la intros- ajena a cualquier imitación médico-tera-
pección en genealogía de nosotros mismos péutica que estudia “casos” (imagen en la
y hace de ese inventario tarea central de la que hoy recae ad nauseam toda la educación
indagación histórico-cultural7. de masas), y por tanto abomina de la admi-
Por tanto, la educación histórica del de- nistración de fármacos individuales o fór-
seo, dimensión cardinal, de la didáctica cri- mulas magistrales para la orientación de la
tica, precisa “rechazar una determinada acción. Por el contrario, la práctica pedagó-
teoría a priori del sujeto para poder realizar gica es un tipo de relación social inscrita en
este análisis de la relación que pueda existir las relaciones de poder operantes en la es-
entre la construcción del sujeto o de las di- cuela, y la didáctica crítica que defendemos
ferentes formas de sujeto, y los juegos de es una actividad teórico-práctica que, te-
verdad, las prácticas de poder, etc. (Fou- niendo por objeto la explicación y reorien-
cault, 1994, 123). Ha de situarse, en cambio, tación de tales prácticas, se funda en torno
en medio de las relaciones de poder (eso a tres vectores: la crítica de la cultura, el
son, claro, las prácticas pedagógicas inspi- análisis genealógico y una forma alternati-
radas en regímenes de verdad), soportando va de política de la cultura. Cultura, histo-
la inclemencia de tales relaciones y sabien- ria y política forman parte y dibujan, pues,
do que toda modalidad de poder y domi- el trípode sobre el que levantamos y cons-
nación genera su contrario (como se ha de- truimos los postulados del discurso crítico9.
mostrado incluso en las situaciones más al Pero empecemos por el principio de los
límite)8, y que, si queremos ser algo más principios: “cultura”.
que sacerdotes laicos, la educación no se
nos presenta como salvación, porque no
existe un sujeto que emancipar para siem- Cultura: nada es lo que parece
pre haciendo saltar los cerrojos que aprisio-
nan su verdadero ser. La educación del de- En el principio, en verdad, fue la pala-
seo no consiste tanto en la liberación total bra y allí se encarnó la mentira. De palabra
como en la modesta labor teórico-práctica en palabra, a golpes de saber y poder, se
de impugnación y debilitamiento de los forjaron los valores que son, a modo de es-
efectos de dominación más perniciosos pro- trellas, el brillo que emite el oscuro, inmen-
vocando cortes intermitentes, ejemplares y so y ambiguo universo de la cultura. La
demostrativos en el circuito lógico e institu- cultura y los valores funcionan como una
cional en el que las relaciones pedagógicas poderosa herramienta de producción y re-
están institucionalizadas aquí y ahora. producción de la vida social, y la escuela es
Ahora bien, la didáctica crítica que pro- uno de los principales lugares donde toma
ponemos, aunque enraizada en las formas cuerpo y se difunde el ethos cultural que

6 A propósito del mismo R. Sánchez Ferlosio (2002, 138), de agudeza sin par, en su Antisócrates, añade,
con irónica sabiduría: “¡Sí, hombre, como si no tuviera otra cosa en qué pensar!”.
7 Como reivindica E. Said en su ya clásica obra Orientalismo (2003, 50-51).
8 Primo Levi (2003). Si esto es un hombre. Y a pesar de todo había resistencia en el inframundo que el autor
describe, aunque sólo fuera como esfuerzo ciego de supervivencia.
9 Ya en esta misma revista señalábamos cinco postulados, a modo de enunciados-guía de la práctica, a sa-
ber: problematizar el presente, pensar históricamente, educar el deseo, aprender dialogando, impugnar
los códigos pedagógicos y profesionales (Cuesta, 1999, 80-91).

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

conviene a los valores dominantes. Frente a tanto que síntoma de los problemas del
ellos, la didáctica crítica sostiene como ver- presente.
dad la mentira de la cultura y de sus criatu- Para el atento escuchante del ruido de
ras morales hegemónicas. La educación po- la historia, resulta sin duda paradójico có-
see una especial relación con la esfera cul- mo a menudo los conceptos más emplea-
tural de la vida social y de ahí que una crí- mos en el lenguaje de las ciencias sociales
tica de la educación conlleve ineluctable- son aquellos cuyo significado más se nos
mente una crítica particular de la cultura y, escurre, como si de un masa amorfa y gela-
por extensión, de su plasmación en los va- tinosa se tratara. Ahí, en parte, reside lo
lores morales. El pensamiento de esta pro- que podría denominarse el misterio de la
genie nos pone en guardia sobre lo que re- cultura (en realidad, el escollo de percibir
almente existe tras la cultura, lo que se vela lo que se agazapa, tras las palabras, en su
a la conciencia, advirtiendo que, como en trastienda). En su tiempo R. Williams ad-
las películas de trama policíaca, nada es lo mitía lo problemático de erigir una socio-
que parece, que las huellas a menudo son logía de la cultura teniendo en cuenta la
falsas, que las pistas están amañadas y que, anfibología del mismo término (“una de
como siempre solía sugerir W. Benjamin, las dos o tres palabras más complicadas de
detrás de todo monumento de la cultura la lengua inglesa”, decía a propósito de
universal se agazapa un documento de la “cultura”) sólo aparentemente difinitorio y
barbarie humana. cuya historia y uso habían sido excepcio-
Esta acerba posición gnoseológica nos nalmente complejos y tardíos (Williams,
invita a practicar y sugerir los procedi- 1994, 10)10.
mientos nietzcheanos de la escucha y la sos- El vocablo, en efecto, sólo aparece sus-
pecha (Lizcano, 1998), como tentativa heu- tantivizado a partir del siglo XVIII y dentro
rística de desvelamiento de la verdad y las de un itinerario semántico que no por ca-
causas que participan de la sociogénesis de sualidad confluye, en cierta manera, con el
la realidad. Mediante el primer instrumen- de la separación de la voz “arte” de su prís-
to nos es dado descifrar el etymos, la genea- tina procedencia (artesanía), y que se flan-
logía, de las palabras que otorgan nombre a quea de otros fenómenos más de fondo en
las cosas reales y que, en cierto modo, les virtud de los cuales se redefinen los conoci-
dan vida y existencia simbólica. Pero lejos mientos y la vieja división entre arts liberum
de preconizar cualquier omnipotencia del y arts pauperum, entre saberes de los hom-
discurso, pecado atribuible a las versiones bres libres y los del vulgo, alcanza una mor-
postmodernas del giro lingüístico y cultu- fología clasificatoria más compleja, refinada
ralista en las ciencias sociales, la “escucha” y estricta, al tiempo que las funciones disci-
es actitud propia del genealogista que bus- plinarias del saber se amplían definiendo
ca el origen y significado de las palabras en un nuevo sujeto de conocimiento11. Ocurre

10 Ya el propio R. Williams había tratado en 1958 ampliamente la historia del concepto (Culture and So-
ciety). Ahora nos basamos en su Sociología de la cultura (Paidós, 1994), que en su versión inglesa (y en la
primera impresión española) llevaba por título Culture. Sin duda, el hilo de complicidades teóricas que
unen a la historiografía marxista británica y a los estudios culturales del mismo origen geográfico tienen
la complacencia del Proyecto Nebraska y, como el lector o lectora curiosos podrán ya haber percibido,
no se cita en vano a ambos. Aquí las citas se emplean sintomáticamente; no por afán erudito. No obstan-
te, es de justicia añadir que algunas de las ideas e informaciones sobre la etimología del concepto pue-
den verse en G. Bueno (1996), que realiza un excelente estudio de la cuestión, aunque nosotros prescin-
dimos de un marco categorial que nos parece más pesado que llevar una cruz a cuestas. También nos
hemos valido del libro de T. Eagleton (2001), del que hemos aprovechado su crítica de la deriva cultura-
lista del pensamiento postmoderno. Para una mirada rápida y enciclopédica a un tiempo a temas simila-
res, recomendamos M. Payne (comp.) (2002) y también U. Daniel (2005).
11 Además de consultar con provecho la obra de L. Shiner (2004) conviene hacer otro tanto con la de G.
Bueno (1997, 29).

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como si las nuevas designaciones se espiri- que voluntariamente se rodea el pensador


tualizaran, se recubrieran de un aura extra- recogido sobre sí mismo) y como desinterés
ña al mundo del trabajo manual y tomaran (en tanto en cuanto el saber queda alejado
distancia y desapego respecto a un origen de toda preocupación mundana y adquiere
más cotidiano, modesto y material. En efec- la propiedad de una circulación autorrefe-
to, la expresión que hoy empleamos para rencial y autofecundadora de ideas sobre
denominar a las operaciones humanas más ideas). El conocimiento como propiedad,
refinadas procede de cultus y collere, del la- como distancia inefable y como acto desin-
boreo en la agricultura, y sólo desde el siglo teresado e inútil se adhiere e inserta en una
XVIII acaba alcanzando su amplísimo y afirmación de la cultura como depósito his-
omnicomprensivo territorio semántico ac- tórico de bienes espirituales generados por
tual que oscila entre la idea de “bienes cul- el discurrir individual. De esta forma la pri-
turales” y “modos de vida”. Ya antes el te- vatización de la cultura, su individualiza-
rritorio de lo “cultivado” quedaba reserva- ción, viene a esconder sistemáticamente la
do y adherido, como segunda piel, al ideal dimensión social (de clase, género y etnia)
formativo, a la vieja paideia o al nuevo Bil- de los procesos de generación de conoci-
dung burgués de la renacida educación de miento, inscribiendo los lamentos de los
elites. poetas, las sesudas reflexiones de los filóso-
Claro que ya en el mundo clásico las fos, las agudas observaciones de los natura-
disciplinas legítimas y más nobles (las siete listas, los elegantes razonamientos de los
artes liberales, el core currículum de la matemáticos, etc., en los nuevos encadena-
paidea) poseían una fuerte connotación de mientos y vínculos establecidos por la mo-
uso ostentoso del tiempo libre, un derroche dernidad entre el saber, el poder y las for-
de ociosidad en el que la producción y el mas de subjetivación. Así, en el retirado si-
consumo de determinados bienes cultura- lencio del desván de la conciencia indivi-
les evocaban en sus propietarios una lujosa dual se forja la orla, a modo de aura, que
adquisición y un símbolo de superioridad. envuelve a las hermosas criaturas de la cul-
La recepción bajomedieval del pensamien- tura “culta”.
to aristotélico insufló nueva vida y actuali- Hoy el concepto de “cultura” (la con-
dad a la divisoria y contraposición entre, cepción acrítica, afirmativa y complaciente
por un lado, lo mecánico, servil, manual y del mismo) tiende a quedar cosificado, es
utilitario frente, por otro, a lo abstracto y decir, desvinculado de su condición terre-
carente de utilidad propio del hombre (más na e histórica, en cierto modo, “naturaliza-
que de la mujer) honesto. En esa dicotomía do” gracias a la casi universal y ciega fe en
se han movido los modelos de subjetiva- la existencia de un depósito y legado esen-
ción y relación con el conocimiento de las cial de bienes espirituales fruto del incon-
clases altas de la modernidad y los tipos mensurable progreso de la razón humana.
ideales reinventados en la Europa del Anti- Esta metanarrativa implícita, que aparen-
guo Régimen. En efecto, superada la radi- temente pudiera sorprender en tiempos
cal y grosera especialización estamental en- inestables y postmodernos, está perfecta-
tre guerreros (bellatores) y clérigos (oratores), mente arraigada en el mundo de la educa-
entre la espada y la pluma, los renacidos ción y la cultura. El discurso pedagógico
prototipos de hônnete homme, gentleman, o progresista respira, a poco que se abran
caballero, apelan todos ellos, bajo distintas sus poros, por ahí:
denominaciones y variedades nacionales
de hombre (que no de mujeres), a una de- “La perspectiva de hacer de la educación, de la prácti-
terminada relación con el conocimiento, ca de la enseñanza, del currículum y de la institución es-
que podría ser comprendida y compendia- colar un programa favorable a la subjetivación, donde cada
cual pueda ser él mismo, expresarse con libertad y autono-
da como posesión (de bienes espirituales e mía todo él, nutriéndose de la cultura y comprometido con
intangibles de incalculable valor), como causas sociales emancipadoras de todos los demás sujetos,
distancia (respecto a los demás, ya que el constituye toda la parte del programa moderno que queda
sujeto moderno se forja en la soledad de la por alumbrar” (Gimeno, 1998, 211).

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

Quede este fragmento como muestra de cuerpo. Educarlo era, pues, aceptarlo; reco-
ese pertinaz idealismo (kantismo) cultural nocer que en él reside toda posibilidad de
y pedagógico. O sea, la promesa de la Ilus- sentido en la vida y toda esperanza de ha-
tración está por cumplir. El inmenso valor cer una cultura que no sea ya una cultura
nutricio de la cultura, al parecer, es por sí de logos, sino de cuerpos”. De ahí sus pala-
mismo performativo de la emancipación. bras: ‹‹Feliz tú que huyes, a velas desplega-
Así, a más cultura, más emancipación. Ni das, de toda clase de cultura›› (Lledó, 1999,
falta que hace, dado su intrínseca bondad, 144). La negación radical del filósofo grie-
poner adjetivo alguno al término “cultura”; go, que nada tenía que ver con el irraciona-
es como un pasto fresco y siempre alimen- lismo ni con un hedonismo desprovisto de
ticio para todos los elegidos que de él quie- valores, podría ser ejemplo de crítica de la
ran gozar. En una palabra, la cultura, cual- cultura y de invitación a una nueva educa-
quiera que ella sea, nos hace benéficos y, ción del deseo. Sus palabras nos ayudan a
como también suele pensarse con notable ponernos en posición de “escucha”, a ima-
pereza mental, cualquier lectura nos hace ginar una contracultura de raíz materialista
sabios12. Ésta es la recurrente faz discursiva más allá de los subterfugios de las ideolo-
de lo que Lerena (1983), haciendo uso de gías dominantes.
Hegel, daba en llamar “las clases de la cul- Ciertamente, el entendimiento de la cul-
tura”, es decir, el batallón cada vez más re- tura como razón universal realizada y co-
crecido de sectores de la pequeña burgue- mo producto de un sujeto racional y tras-
sía o clases medias (los especialistas en el cendental incontaminado oculta celosa-
campo simbólico) encargados de propor- mente la idea de que, como no se cansaba
cionar el arsenal de actitudes y argumentos de repetir Foucault, toda verdad tiene su
justificativos de la inherente nobleza de la historia y que, por ello mismo, todo conoci-
cultura y sus obras, de la platónica conside- miento se inserta en conexiones extralógi-
ración de los lazos de necesidad que unen cas, socio-lógicas, donde aflora cómo la
el saber, la belleza y la virtud. Y esta obra producción, apropiación y distribución del
histórica de espiritualización de la cultura, mismo se inscribe en relaciones de poder
como emanación luminosa de la divinidad, (de clase, de género y otras) no siempre vi-
se acompaña de una progresiva descorpo- sibles, no siempre inmediatamente legibles.
reización del acto de pensar, convirtiendo La compleja legibilidad de tales relacio-
el camino de la verdad a través del conoci- nes nos conduce, como sin quererlo, hacia
miento en una dolorosa ascética, en una el que dimos en considerar segundo postu-
pavorosa negación del placer, merced a la lado heurístico nietzscheano de nuestra so-
cual, el alma separada del cuerpo, alcanza mera indagación de la cultura: la sospecha.
un bien supremo desprovisto de vida. Este Para decirlo al modo poético, pues este gé-
camino de perfección, acentuado por tintes nero nos conviene, en el fondo y en la for-
religiosos pero perfectamente compatibles ma, al razonamiento crítico en el que nos
con el pensamiento laico ilustrado, contie- situamos, iremos al soberbio poema hispa-
ne la promesa de la negación del deseo me- nomusulmán del siglo XI, El collar de la pa-
diante la razón. Frente a ello, ya en su tiem- loma, donde se declara la necesidad de to-
po, Epicuro reclamaba (y hoy nosotros con mar “la sospecha como certidumbre y la
él) un orden de pensamiento fundado en certidumbre como sospecha”. Valga, pues,
“una teoría del más acá, cuyo centro fuera el como lema.

12 Ya en su tiempo A. Schopenhauer en Paralipomena (véase El arte de insultar, Edaf, Madrid, 2000, pp. 62 y
172), distinguía entre tres clases de autores: los que escriben sin pensar (como de memoria); los que
piensan mientras escriben, y los que ya han pensado antes de ponerse a escribir. Estos últimos son los
más infrecuentes y los primeros los más numerosos. Éstos pertenecen al género de los “hacelibros” ‹‹que
toman el contenido directamente de otros libros; de éstos pasa a los dedos, sin haber pagado derechos
de aduana ni haber sido sometido a un registro en la cabeza, y, menos aún, sin haber experimentado re-
elaboración de ninguna clase››”

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Y para dar razón de este dialéctico em- vida social de su tiempo, lo real se presenta
parejamiento entre certidumbre y sospecha oscurecido por las relaciones de explota-
nos viene que ni pintado traer al recuerdo, ción económica, por las determinaciones
por más que sea de forma breve y como de de poder y por los mecanismos de autorre-
pasada, a ilustres predecesores del pensa- presión del sujeto. Las razones que mue-
miento que piensa contracorriente. Se trata, ven la realidad son otras muy distintas que
como no podía ser menos, de los tres auto- las razones con las que se justifica la exis-
res a los que reiteradamente se remonta la tencia de la vida social. Así, el pensamien-
crítica de la cultura en la era del capitalis- to crítico invierte el dictum hegeliano y afir-
mo, los llamados maestros de la sospecha: ma: lo real no es racional. Las raíces del
Marx, Nietzsche y Freud. Por más que la pensamiento crítico actual se remontan,
invocación a la muerte del sujeto y del au- pues, a esta trinidad de hombres (su condi-
tor sean temáticas recurrentes en nuestro ción de género no es ajena, como se puede
tiempos, lo cierto es que esos tres nombres suponer, a su acentuado androcentrismo),
y sus obras gozan de una excelente salud y que supieron enjuiciar aceradamente la so-
una merecida fama, pese a rondar o supe- ciedad de su tiempo, embrión y promesa
rar los cien años de vida. Su trabajo ha sido de la nuestra13.
como el referente obligado, bien para ser El malestar en la cultura, texto escrito en
negado, bien para ser reafirmado. En cierto 1930, todavía guarda hoy en su seno una
modo, la historia intelectual del siglo XX se alegoría firme y brillantemente ilustrativa
ha hecho a favor o en contra de la tríada de de los mecanismos psíquicos ocultos gene-
pensadores de la sospecha. radores de la cultura, mediante la negación
La razón de tan larga pervivencia, la del sí mismo, la introyección del sacrificio
causa de la vigencia de algunas de sus y, en suma, el coste que el individuo debe
ideas, más allá de los que acrítica e idolá- soportar, la factura que necesariamente pa-
tricamente reclaman su genio irrepetible, sa a sus deseos la necesidad de incorporar-
estriba en que los tres supieron poner la se a la vida social. Parte Freud de la consi-
cultura en su sitio. Es decir, supieron ver deración de un hilo conductor de la acción
detrás de los valores dominantes y correr humana: evitar el dolor y buscar el placer.
la cortina que deja al descubierto el patio En cierto modo, ese sujeto, transmutado en
trasero, nada agradable, de la vida social. optimizador de sensaciones placenteras, es
Marx percibió tras el discurso científico po- la versión psicoanalítica del homo oeconomi-
sitivista la ideología burguesa y las liberta- cus de la economía política burguesa. Pero
des de Estado liberal la explotación capita- siendo tal configuración de la naturaleza
lista de las clases trabajadoras; Nietzsche del sujeto más que discutible, aún así resul-
supo impugnar la moral miserable y culti- ta intelectualmente estimulante acercarse a
filistea de su tiempo como una plasmación los mecanismos psíquicos donde se forja la
histórica de las relaciones de poder; Freud cultura. Así el sujeto deseante se manifiesta
alcanzó a vislumbrar un regulador oculto como un celoso guardián de sí mismo (“co-
de la conducta (el inconsciente) y a encon- mo una guarnición militar en una ciudad
trar tras la cultura establecida los mecanis- conquistada”), dispuesto en cualquier mo-
mos de represión instintiva del individuo. mento a poner en funcionamiento el auto-
En todos, por distintos motivos y desde castigo producto del sentimiento de culpa:
muy variadas actitudes personales ante la “el precio pagado por el progreso de la cul-

13 Por nuestra parte, se recomendaría leer o releer tres obras breves pero enjundiosas y claves en el pensa-
miento contemporáneo, a las que regresamos, con provecho y renovadas energías, más de una vez: El
Manifiesto del partido comunista, de C. Marx y F. Engels; La genealogía de la moral, de F. Nietzsche, y El ma-
lestar en la cultura, de S. Freud. Son lecturas de base, de cimientos que forjan un fondo común sólido.
Ninguna de ellas habla de la escuela y sólo lejanamente de la educación, pero sí de los mecanismos que
explican ese malestar cultural sobre el que se alza la mirada disconforme de todo pensamiento crítico.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

tura reside en la pérdida de la felicidad por hubiera que elegir una de sus obras, acudi-
el aumento del sentimiento de culpabili- ríamos a Dialéctica de la Ilustración, libro ex-
dad” (Freud, 1973, 75). Esto es lo realmente traño donde los haya, inquietante y bellísi-
interesante en el modelo freudiano de mo, casi musical (sin la música la vida sería
aproximación a la evolución cultural, por- un error, afirmaba Nietzsche, el más corro-
que además el sentimiento de culpa engen- sivo de los pensadores de la sospecha), in-
drado por la cultura no se acaba de percibir terpretado a cuatro manos por M. Horkhei-
como tal, permanece inconsciente, es como mer y Th. W. Adorno en medio del fragor
un vago descontento, un impreciso “males- de la segunda guerra mundial. Allí, bajo la
tar”, que se suele atribuir a otras motiva- mirada implacable de la razón histórico-
ciones (Freud, 1973, 77). Para el maestro de crítica, se ataca el “infortunio triunfal” de
Viena podría ocurrir un día, cosa que él es- la razón moderna. Allí “la historia de la ci-
taba lejos de desear, que tal sentimiento se vilización es la historia de la introyección
vuelva insufrible y se ponga en peligro el del sacrificio”, la historia de la negación del
conjunto de la vida social. Para evitarlo es- deseo y la renuncia a la dimensión dionisí-
taba la cura psicoanalítica. Muy lejos que- aca del ser humano. En la idea de cómo la
daban, más en el tiempo ideológico que en razón moderna se convierte en instrumento
el tiempo real, la crítica radical al senti- de dominación se condensa todo el primer
miento de culpa en Nietzsche o las apela- fundamento crítico de la educación escolar
ciones revolucionarias de Marx. en la era del capitalismo. La crítica dialécti-
Pero el desafío de bajar a los sótanos de ca de la escuela como institución versa a
la conciencia para apreciar la mentira de la propósito de cómo una promesa de libera-
cultura, pese a unos y otros quedó en pie. ción devino en su contrario, en instrumen-
Es el trabajo que retomó y tocó hacer a la to disciplinario de sometimiento. De ahí
Escuela de Frankfurt. En cierto modo, atra- que nuestra desconfianza respecto a las
vesar el río de la crítica necesariamente bondades de la escolarización se acoja a es-
obliga mojarse las espaldas con el agua que ta tradición impugnadora de la saga heroi-
fluye de la Escuela de Frankfurt. La aproxi- ca del progreso, y que reivindica, en cam-
mación de T. W. Adorno a la teoría de bio, la imagen frankfurtiana del terrible sa-
Freud representa el intento más brillante y crificio que se repite en cada infancia hasta
pionero de casar psicología con sociología, el logro de una identidad que niega el de-
de dar un tinte sociológico a las tesis freu- seo y ahonda en los valores meramente ins-
dianas, que, como bien dice uno de sus bió- trumentales y represivos de la cultura y el
grafos más excelentes, aprovecha el psicoa- saber.
nálisis como arma afilada de exploración En la Escuela de Frankfurt ya se exhibe
de la realidad y como epistemología despo- la paradoja de las paradojas inherente a to-
jándola de su lado terapéutico” (Müller- da crítica de la modernidad: cómo poner
Doohm, 2003, 158)14. bajo sospecha la razón desde la razón, có-
En efecto, quizás sean los pensadores mo traspasar los valores dominantes desde
de la Escuela de Frankfurt (a pesar de sus un lugar valorativo nuevo o un no lugar
innegables diferencias) quienes en el trans- amoral. Este peligroso filo de la navaja es
curso del siglo XX mejor recojan y traten de en el que se instala la reflexión teórica de
fundir esa triple herencia de la sospecha M. Foucault, quien recoge el desafío nietzs-
dentro de una nueva sistemática de crítica cheano de trasvalorar todos los valores me-
de la cultura en la sociedad de masas. Si diante el empleo de la genealogía como

14 Recomendamos la excelente reseña de la obra de Adorno a cargo de J. Gurpegui (2004) publicada en


nuestra revista; con la monumental biografía de Müller-Doohm (2003) el ágil ensayo de M. Tafalla
(2003) forman un tríptico de lecturas y guías para encontrarse con el pensador alemán, del que por cier-
to la editorial Akal está sacando su producción intelectual en formato de bolsillo.

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

método de crítica del conocimiento. De mo- 2003, 23) ha derivado en una proteica des-
do que el pensador francés sitúa la verdad centración del sujeto de conocimiento en
en el campo de fuerzas (saberes-poderes) virtud de la cual la antigua transparencia
que históricamente formulan enunciados y cristalina de lo real contemplada por la ra-
proposiciones con pretensión de validez. zón ha devenido en las mil figuras, como
Toda verdad, como la razón misma, tiene en un laberinto de espejos deformantes, de
su historia (interna y externa) y la forma de un acontecer virtual y carente de significa-
acceder a aquélla (a la verdad) es pasando do más allá de la rotación innúmera de sig-
por ésta (la historia). En Vigilar y castigar, nos y textos dentro de la sociedad del es-
texto inesquivable para comprender la gé- pectáculo.
nesis de la escuela capitalista, se dice que Pero, frente a ello, es posible mantener
‹‹las Luces que han encubierto las liberta- otra crítica de la cultura que no recaiga en el
des han inventado también las disciplinas›› culturalismo y en la absolutización de lo re-
(Foucault, 1984, 225). Esta oscura historia lativo. Es factible impugnar el sistema de
de la otra cara (la disciplinaria) de las confi- producción, distribución y apropiación del
guraciones jurídicas demoliberales consti- conocimiento (y las propias falacias de la fa-
tuye afán y objeto de todo pensamiento crí- lazmente llamada “sociedad del conoci-
tico15. miento”). Para ello se precisa entender la
En una palabra, las representaciones cultura no como una verdad cosificada (tal
más genuinamente críticas de las que so- como hace la razón moderna) ni como un
mos herederos han realizado un efecto de permanente flujo de discursos carentes de
demolición sobre el viejo edificio de la cul- sentido (tal como hace la razón postmoder-
tura. En cierto modo, en la actualidad el na); es aconsejable, siguiendo la huella de
llamado postestructuralismo (que se enraí- Benjamin y Adorno concebir las cultura co-
za en determinadas lecturas de Foucault y mo campo de fuerzas, como constelación, co-
otros autores) viene a ser la versión prolife- mo espacio dialéctico compuesto de ele-
rante de un acentuado relativismo cultural, mentos cambiantes, que no siguen un desti-
que, no obstante, reclama un nuevo espiri- no preconcebido y que carecen de esencia
tualismo culturalista, una renovada omni- pero no de sentido social o dirección políti-
potencia del discurso, un nuevo idealismo ca16. El término sugiere un espacio de prác-
con el que lamerse las heridas que deja el ticas de saber y poder, que se interrelacio-
abandono del análisis político de la reali- nan sin un guión previo que desarrollar,
dad. De modo que la crítica a la perspecti- que, por tanto se construyen en la vida so-
va epistemológica cartesiana (el sujeto, ojo cial. Esa concepción dinámica, dialéctica y
monocular que observa la realidad desde conflictiva de la cultura es la que se vincula
la cúspide de una pirámide, proyectando al concepto de hegemonía de Gramsci y la
una mirada trascendental y universal (Jay, que ha intentado practicar con singular

15 Foucault es, pues, una cita inevitable, por más que contradictoria, en el alimento de la llama crítica que
persiste débilmente en nuestro tiempo. Algunas de las aporías foucaultianas fueron puestas de relieve
por el epígono más famoso de la Escuela de Frankfurt, excelente cazador de paradojas ajenas. Me refiero
al texto de J. Habermas (1989), El discurso filosófico de la modernidad, donde se contiene otra fórmula de
crítica de la razón desde la razón (crítica de la filosofía del sujeto y defensa de una nueva racionalidad
basada en la acción comunicativa). Este estilo de pensar ha tenido mucho eco en las pedagogías que se
dicen críticas. No obstante, el fiscal perseguidor de las paradojas ajenas no deja de quedar aprisionado
en las propias cuando reivindica una nueva modernidad recuperada a partir de una racionalidad comu-
nicativa libre de dominio.
16 Es la denominación del sugerente libro de M. Jay (2003, 13), Campos de fuerza…. Aunque no acabamos de
alcanzar a ver por qué evita el concepto de “campo” de Bourdieu, que para nosotros es perfectamente
compatible y complementario con el de campo de fuerzas. Véase, por ejemplo, P. Bourdieu (2003), El ofi-
cio de científico….

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

acierto E. Said17 y en general la tradición de control social que se ejercen en un momen-


estudios culturales. En ella misma se inscri- to dado.
be la aportación de R. Williams al conside- Y es que el conocimiento escolar no es
rar a las formaciones culturales como tradi- una realidad dada, es siempre el resultado
ciones sociales encarnadas en “estructuras de la pugna que acontece necesariamente
de sentimiento”, es decir, en objetivaciones en el campo de la cultura18. Aunque en la
(estructuras) encarnadas en la subjetividad interacción social, en la vida cotidiana, el
(sentimiento). De modo que tal aproxima- conocimiento se nos presenta como algo
ción rompe con la vieja problemática mar- natural, se olvida su origen, hasta tal punto
xista de la determinación económica del que la crítica consiste precisamente en des-
mundo de las superestructuras y nos pre- tejer la trama naturalizadora, en “revelar el
senta a la cultura como algo más que un proceso de naturalización” (Da Silva, 2001,
mero reflejo del mundo material, porque es 67). Ello implica pensar históricamente, y
la cultura constitutiva de la realidad misma; éste es postulado, contenido y método de
no es algo que esté “ahí” a disposición. Co- una didáctica crítica, porque hacer verdad
nocer es interpretar la realidad y, en cierto la idea de E. Morin del fin de la tarea edu-
modo, construirla. La cultura se realiza en cativa como “un conocimiento capaz de cri-
un juego siempre “productivo” (porque re- ticar al propio conocimiento”, requiere de
produce la vida social) en una interacción la mirada histórica y el oficio de la perspec-
de estructuras y de experiencias vitales. tiva genealógica. Ahora bien, esa mirada
Pero además la cultura nos interesa por- no tiene que hacer incompatible, como pa-
que siempre nos remite al aprendizaje y es recía sugerir P. Vilar (1988, 74) la “crítica de
condición propia de la cultura la transmi- la razón histórica” practicada por la Escue-
sión de conocimientos de generación en ge- la de Frankfurt con una “crítica histórica de
neración. Esto supone que una educación la razón”19. Ambas críticas se necesitan le-
crítica y los usos didácticos de tal estirpe jos de excluirse, de suerte que la didáctica
signifiquen la crítica tanto de lo que se que preconizamos es histórica y crítico-ge-
transmite como de la forma de transmisión. nealógica, porque establece que el desarro-
Ello implica, como premisa, pronunciarse llo de las sociedades humanas no está suje-
sobre qué tipo de conocimiento y por qué to a un plan preconcebido por la astucia de
es legítimo. En el campo de fuerzas de la la razón; y precisamente esa negación re-
cultura el conocimiento convertido en cu- sulta sólo explicable realizando una crítica
rrículo es, como dice Bernstein (1988, 77), histórica de la razón. O lo que es lo mismo:
una batalla moral que explica tanto la dis- la actualidad no es una necesidad racional
tribución del poder como las formas de incontenible e incontestable, pese a las ra-

17
La obra de E. Said implica un fructífero cruce de caminos entre la historia social, los estudios culturales
y la tradición discursiva de M. Foucault. Su aportación a la mirada histórica puede verse de forma muy
sencilla en S. Walia (2004).
18
Una parte muy significativa del pensamiento que circula por Fedicaria se ha inspirado o ha tenido mu-
cho que ver con lo que llamamos historia social del currículo. Quizás esta manera sociogenética de mirar
el conocimiento escolar, unida a la sociología crítica de la educación, constituyen el zócalo intelectual
más sólido del Proyecto Nebraska. Véase Cuesta y otros (2005). La relación entre historia del currículo y
didáctica crítica también es muy visible en el fedicariano grupo Asklepios (Luis-Romero, 2004). Por lo
demás, citaremos dos obras-clave de historia del currículum: Goodson (2005) y Chervel (1991). Para un
resumen muy útil de esa corriente historiográfica, véase Viñao (2005b). Para una aplicación sistemática
de esos supuestos, consultar Cuesta (1997 y 1998). De la Geografía se ha encargado otro fedicariano
(Luis, 2004).
19 “Obsesionados [la Escuela de Frankfurt] por el deseo de oponer al historicismo hegeliano una crítica de
la razón histórica. Nos permitimos atribuir al historiador una tarea más positiva: edificar una crítica histó-
rica de la razón, actualizando en cada episodio del desarrollo humano el papel de la razón y las sinrazo-
nes” (Pensar históricamente, Fundación C. Sánchez Albornoz, Ávila, 1988, p. 74 (57-83).

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

zones que pretenden justificarla. El pensar conciencia de los vivos, en suma, como una
históricamente lleva a una didáctica que suerte de contramemoria o contrahistoria
problematiza el presente como contingente, que convierte el socioanálisis del presente
como no necesario. Ese es el lugar que atri- en una tarea de anamnesis20. Esa historia es
buimos en todo ello a la historia: método y la que figura como estrategia de pensamien-
contenido de la didáctica crítica. to y procedimiento metodológico de acceso
a la didáctica crítica al tiempo que como
contenido central de ella misma.
Historia: la genealogía y la crítica Como se dijo poco más arriba la crítica
como fundamento de la didáctica de la razón histórica (la que convierte en ra-
cional todo lo realmente existente sepultan-
Naturalmente, no hablamos de cual- do en el olvido lo que quedó desdeñado en
quier clase de historia. En poco o nada coin- su márgenes) pide y requiere una crítica
cide nuestra mirada genealógica con la aca- histórica de la razón (de los discursos e ins-
demicista y complaciente petrificación del tituciones específicos que otorgaron el
pasado como depósito monumental, recrea- triunfo a los vencedores). En resumidas
tivo y fetichista de gestas gloriosas de los cuentas, el horizonte crítico al que nos refe-
estados nacionales u otros poderes indivi- rimos está atravesado por la impugnación
duales o colectivos. Por el contrario, lo his- de la idea de progreso que sacraliza el pre-
tórico se concibe como aquella especulación sente como el producto más perfecto del
que señala una clase especial de vínculo en- pasado, y por la deslegitimación de los dis-
tre presente y pasado, como aquella pers- cursos, prácticas e instituciones en los que a
pectiva que, siguiendo la filosofía de la his- lo largo del tiempo se ha sustentado esa
toria de W. Benjamin o T. W. Adorno, une idea. Así pues, “pensar históricamente”,
al ayer y al hoy a un destino trágico en tan- equivale a poner en cuestión el espacio so-
to que son materializaciones del fracaso de cial e institucional, el conocimiento y el
las esperanzas y posibilidades frustradas en mismo presente desde donde se realiza y se
el curso de la vida humana (Tafalla, 2003). piensa la actividad didáctica. Lo que equi-
La historia como contramemoria, como mé- vale a suponer que “la historia de la ense-
todo de ajustar cuentas con el pasado desde ñanza [...] es la primera de las propedéuti-
el presente, como manera de librarnos del cas para una cultura pedagógica” (Durk-
pesado fardo del pretérito que pesa sobre la heim, 1996, 89)21. Y es que, en realidad, “lo

20 El método genealógico es una forma de pensar históricamente la realidad, y en la versión foucaultiana


se emparenta con el proyecto de transvaloración de todos los valores de Nietzsche (véase, por ejemplo,
su contundente Genealogía de la moral). Se trataría, en cierto modo, de hacer la historia del presente, como
desarrolla excelentemente Robert Castel (2001). Entre los muchos textos de M. Foucault que tocan este
asunto, hacemos mención a su brillantísimo trabajo acerca de “La verdad y las formas jurídicas”, una de
cuyas versiones en castellano se encuentra en M. Foucault: Obras esenciales. Estrategias de poder, vol. II,
Paidós, Barcelona, 1999, p. 170. Ni que decir tiene que su ‹‹Nietzsche, la genealogía, la historia››, en M.
Foucault 1991) representa la más concisa y certera definición del método genealógico. Y, en términos
más generales, se debe acudir al ya amplio catálogo de títulos de editorial La Piqueta en su colección La
genealogía del poder, dirigida por Julia Varela y Fernando Álvarez-Uría, afortunados prologuistas e intro-
ductores de textos clave sobre este tema. Recientemente ambos han dado a la imprenta una obra de sín-
tesis de sus posiciones históricos-sociológicas en Sociología, democracia y capitalismo (Madrid: Morata,
2005), en la que se atisba un cierto reblandecimiento de sus tesis más tempranas. Por nuestra parte, R.
Cuesta (2000) hizo en su día, al hilo de la lectura de Nietzsche, un pequeño ensayo sobre las relaciones
entre genealogía y didáctica crítica.
21 Esta idea está presente en la magnífica obra de E. Dukheim (1996), Educación y sociología…, Aspecto en el
que también han insistido, entre otros, dentro de Fedicaria, los miembros del Proyecto Nebraska y los
del grupo Asklepios, y especialmente A. Luis (2004). También parece que los historiadores más brillan-
tes de la educación, como Viñao (2005b), están reclamando esa mirada crítico- genealógica.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

social es, de principio a fin, historia. La his- be como un triunfo de la razón histórica
toria está inscrita en las instituciones así co- (del progreso humano) y ello se argumenta
mo en los cuerpos” (Bourdieu, 2000 b). con razonamientos históricos, económicos
Así pues, también hemos de pensar his- y sociopolíticos de distinto calado. Estos ar-
tóricamente la escuela de la era del capita- gumentos, unificados bajo el manto protec-
lismo, los códigos disciplinares que en ella tor del dogma de la continuidad histórica
se alojan en forma de materias de enseñan- (Citron, 1982), podrían agruparse en dos
za, y la actualidad en tanto que problema categorías ideológicas: el economicismo y
de nuestro presente. En suma, ello lleva a el ideal-progresismo.
ejercer una previa tarea de clarificación crí- El paradigma economicista de la histo-
tica, a realizar una crítica de las condicio- ria de la razón historiográfica se nutre de
nes y contenidos de la didáctica real y la las diversas teorías de la modernización
soñada dentro de la escuela del capitalis- tan caras a los economistas de la educación.
mo. Por lo tanto, el género de historia que Este paradigma, verdadera doxa académica
propugnamos, como método y contenido, de los intelectuales que ocupan el campo
conlleva un triple análisis sociogenético: de de la educación, se ha convertido también
la escuela, del conocimiento y de la actuali- en la razón económica de las ideologías
dad. Poco, pues, tiene que ver esa historia prácticas y de sentido común, que repre-
con un saber asignaturizado y encorsetado, sentan la educación como un capital perso-
dado que “ningún conocimiento es rele- nal y social, una inversión rentable y un
vante en sí, y menos porque así lo reputen medio de ascenso social, de igualdad de
las burocracias que hacen los planes de es- oportunidades y de otros supuestos benefi-
tudio” (Sotelo, 2005). cios de una felicidad social e individual sin
cuento. Así, aplicando este molde retros-
pectivamente, los especialistas en el campo
Genealogía de la escuela de la educación más comprometidos en di-
fundir las teorías economicistas de la mo-
Decía Nietzsche en Aurora que “todas dernización y de capital humano están
las cosas que duran largo tiempo se embe- ayudando a edificar un entramado de ver-
ben precisamente de razón hasta el punto dades incompletas, acríticas, y mistificado-
que no se hace creíble que hayan tenido su ras de la escuela del capitalismo y de los
origen en la sinrazón” (Cruz, 2005, 93). Una procesos de escolarización, que se presen-
de esas “cosas” es la escuela. El mito de la tan casi exclusivamente bajo el único signo
continuidad histórica, verdadero sueño de la riqueza, la prosperidad y la felicidad.
monstruoso de la razón historiográfica, se El análisis de la escuela del capitalismo
expresa de muchas y diferentes maneras, y del proceso de escolarización queda así
pero resulta paradigmático cómo se verifi- apresado bajo la racionalidad de un discur-
ca en la historia de la escuela capitalista, es- so historiográfico quimérico, que ha puesto
cenario principal de la enseñanza escolari- a la razón economicista y su correspondien-
zada. En efecto, la institución escolar puede te encarnación en el homo oeconomicus al ser-
ser estudiada (habitualmente así se hace) vicio de un discurso evolucionista cargado
como realización de un trayecto histórico de retórica teleológica grandilocuente. Allí
en el que han ido madurando las ideas y se encuentra, al final del camino de la mo-
prácticas pedagógicas hasta alcanzar la dernización, fruto de la acumulación de
perfección gracias, entre otras razones, al elecciones racionales de individuos compi-
desarrollo de un Estado democrático que tiendo en el mercado, una escuela y una
finalmente ha conseguido una distribución educación que colaboran al triunfo de la fe-
masiva de los bienes culturales de la comu- licidad individual y colectiva.
nidad. De este modo la escolarización de El otro paradigma podríamos calificarlo
masas de hoy, el derecho a la educación pa- de ideal-progresista. Esta segunda cara,
ra todos, como valor y sobreentendido ciertamente, del discurso feliz sobre la es-
transcultural de nuestro tiempo, se descri- colarización está fabricada merced a un

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

conjunto de supuestos ilusorios acerca de la escuela de la era del capitalismo no se limi-


entidad y funciones de la escuela y el Esta- tan a transmitir conocimientos y a formar la
do en la era del capitalismo. Esta otra ilu- dotación de la mano de obra productiva-
sión comparte con la primera los sobreen- mente utilizable; por el contrario, las finali-
tendidos del pensamiento teleológico y re- dades de la educación se componen de un
presenta en la actualidad una copiosa fuen- amplio abanico de utilidades de inculca-
te de abastecimiento de la doxa progresista. ción, reproducción y legitimación de las es-
Ésta y los razonamientos políticos e histo- tructuras clasistas y de las formas de poder
riográficos envolventes comparten tres no- dominantes. Diríase que la complejidad del
tas de carácter general, a saber: la compla- fenómeno escolar no puede ser desentraña-
ciente aceptación de la idea de progreso, la da fijándonos en las apariencias de lo que
consideración de la escuela como un espa- ocurre y sí, en cambio, ensayando el uso de
cio vacío distinto de la sociedad y la con- imágenes dialécticas, como las empleadas
cepción cosificada (ahistórica y naturaliza- en algunas excelentes obras (por ejemplo,
da) del Estado como un ente institucional Reprimir y liberar, de C. Lerena, o Entre la
de poder arbitral y neutro. utopía y la burocracia, de E. Terrén) para cap-
El molde discursivo de la continuidad tar la naturaleza profundamente contradic-
histórica inscrito en la idea de progreso, es toria y dicotómica de la escuela de la era
el que sigue dominando en la razón histo- del capitalismo22. En ese delicado espacio
riográfica que gobierna las narrativas sobre intersticial de la ambivalencia funcional y
el pasado, el presente y el futuro de la edu- ambigüedad discursiva es en el que hay
cación. Este optimismo histórico, de vieja que situar los análisis históricos sobre la es-
raigambre, prevalece aún hoy como mito colarización y donde ha de emplazarse to-
movilizador de la ciudadanía democrática. do afán de practicar una didáctica crítica.
Pero, en los países donde reina el capitalis- Esa perspectiva dialéctica es la que nos per-
mo tardío, tras la horrible experiencia del mite entender y no ignorar, como habitual-
siglo XX, la supuesta epopeya heroica ha mente se hace, el alcance de las resistencias
quedado en miserable glorificación del pre- a la escuela del capitalismo y, por ende, el
sente. horizonte de posibilidad de una didáctica
El error estriba en considerar que la es- crítica. Eso nos ayuda a no metamorfosear
cuela sea principalmente, como afirman los el estudio histórico de la escolarización en
defensores del capital humano, fuente de una narrativa historicista, inevitable y le-
riqueza, o, como sostienen los seguidores gendaria sobre lo que nos ha costado llegar
del paradigma idealprogresista, instrumen- al presente.
to neutro para la formación integral de sus
usuarios. La escuela de la modernidad no
es una creación transhistórica; es una reali- Genealogía del conocimiento escolar
dad vinculada a los orígenes y desarrollo
del capitalismo, esto es, de un tipo de socie- El mito de la continuidad histórica y la
dad y de Estado. Es una parte de esa socie- idea de progreso impregna también, como
dad y de ese Estado y, por lo tanto, cumple a toda la cultura, al conocimiento que es
las funciones que le son propias en la re- engendrado en las instituciones escolares,
producción de la vida social y en la distri- el cual queda naturalizado en forma de dis-
bución del poder. Las funciones reales de la ciplinas escolares, eso que Chervel denomi-

22 Nadie mejor que C. Lerena (1976 y 1983) supo desentrañar las claves de esa ambivalencia del sistema de
enseñanza. La huella de su pensamiento está muy presente en los miembros del Proyecto Nebraska y en
sus planteamientos de didáctica crítica, que, sin embargo, no beben sólo ni principalmente de esa fuente.
Uno de nosotros ha ensayado proporcionar una dimensión histórica a alguna de las categorías lerenia-
nas en un trabajo (Cuesta 2005a), que pretende volver a poner en el centro de la profesión docente y de
la sociedad la crítica de la escuela en la era del capitalismo.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

naba “el precio que la sociedad debe pagar glas de una violencia simbólica, recrean la
a su cultura para poder transmitirla en el figura de esas acuciantes criaturas mons-
marco del colegio o la escuela” (1991, 111). truosas que pueblan todos los sueños de la
La operación genealógica de desentrañar razón. En las acepciones actuales del verbo
las claves y el significado del código disci- disciplinar se resume perfectamente la na-
plinar que se aloja en ese tipo de conoci- turaleza bifronte de la escuela de la moder-
miento es otra de las obligaciones que nidad: “instruir, enseñar a alguien dándole
acompañan y preceden a cualquier pro- lecciones”, o “imponer, hacer guardar la
puesta de didáctica crítica. De donde se in- disciplina”, o “azotar, dar disciplinazos por
fiere que la historia social del currículum fi- mortificación y por castigo” (RAE, 1992).
gura para nosotros como ocupación central En efecto, a poco que nos ocupemos en
de nuestro esfuerzo investigador y como la exploración de las características del co-
saber de apoyo y auxiliar de la didáctica nocimiento escolar comprobaremos que
críticamente fundamentada. junto a la dimensión disciplinaria e imposi-
Por tanto, parece conveniente interro- tiva figura, como inseparable compañera,
garse, con mirada sociogenética acerca de el incontestable desapego de la vida, tal co-
la clase de conocimiento que, dentro de la mo muestran una y otra vez las experien-
esfera cultural de nuestras sociedades, se cias y recuerdos de los aprendices y la
aloja en las aulas, tanto el que se imparte prospección histórica de la literatura del
como el que se oculta. La sociología crítica yo, desde la que llegan los ecos de esas
y la historia social del currículo confluyen “pálida luz de la ciencia” a la que aludía
en la común tarea de explorar los códigos Unamuno en sus recuerdos de mocedad, o
disciplinares que rigen la gestación y re- esa radical negación de la vida que Nietzs-
producción del tipo especial de conoci- che (1932) atribuía al prototipo de cultifilis-
miento que alberga la escuela y que, como teo que formaba la escuela alemana de su
decíamos, se presentan bajo la figura mo- tiempo. Y “es que la escuela es el lugar por
délica de materias de enseñanza. Áquel y excelencia del ejercicio gratuito, y donde se
éstas representan, dentro de los mecanis- adquiere una disposición distante y neutra-
mos civilizadores de la modernidad, autén- lizante respecto al mundo, precisamente la
ticos sueños de la razón, que, a modo de ca- misma que implica la relación burguesa
prichosos aguafuertes goyescos, producen con el arte, el lenguaje y el cuerpo” (Bour-
monstruos, siendo así que la sociogénesis dieu, 2000b, 177-178). Ese distanciamiento
de las disciplinas escolares encierra uno de de lo real, ethos y horizonte de las elites
los más esclarecedores ejemplos de los con- burguesas, tan unido a la cultura “culta”,
tradictorios alcances de la razón moderna y se verifica en el tipo de saber asignaturiza-
de las insuficiencias de la escolarización en do, abstracto, libresco, etc.
la era del capitalismo. En efecto, al contem- Ciertamente, como ha puesto de mani-
plar los usos del conocimiento que residen fiesto la mejor historia del currículum, el co-
en las disciplinas escolares, el rostro racio- nocimiento escolar nada o poco tiene que
nal-emancipador contenido en todo saber ver con una miniaturización del saber cien-
que libera de la ignorancia, muestra, a su tífico de referencia. Las claves y la razón de
vez, su otra cara, la que vanamente se ocul- su ser no obedecen, tal como habitualmen-
ta bajo la ominosa servidumbre de las ruti- te se cree, tanto a pretensiones psicopeda-
nas disciplinarias que regulan su adquisi- gógicas de adaptación a supuestos sujetos
ción. individuales como a las relaciones de sa-
La genealogía de las palabras ya alude a ber-poder y subjetivación que se hacen pre-
esa faz poco grata del saber generado en la sentes en el espacio escolar. La función so-
institución escolar. La etimología de los cial de la escuela del capitalismo (inculcar y
significados asociados al vocablo disciplina legitimar el orden social jerarquizado de
exhibe perfectamente la esencial ambiva- clases, géneros y otras divisiones) compor-
lencia de los saberes-poderes que, al nor- ta una determina distribución del conoci-
malizar a los sujetos, al sujetarlos a las re- miento y un “conocimiento determinado”,

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

es decir, supone poner el conocimiento al sa lógica subyacente opera una necesaria


servicio de su función social implícita. “distanciación de lo real”, de modo que el
De lo que se infiere que las disciplinas conocimiento adquiere la forma de un saber
escolares distan mucho de ser un capricho descontextualizado, poco o nada útil y esca-
premeditado o intencional. Por el contrario, samente placentero.
se trata de entidades complejas y origina- Pero la asignaturización del conoci-
les, cuya esencialidad es sociohistórica, es miento escolar también tiene que ver con
decir, su ser particular materializa el decur- su carácter examinatorio24. Sin esta seña de
so social e histórico de su creación dentro identidad, que ha forjado históricamente,
de los contextos escolares23 . en el curso de los modos de educación de la
Lo que significa que el conocimiento era del capitalismo, el ser de las disciplinas,
académico socialmente disponible sufre difícilmente podremos captar su significa-
una profunda metamorfosis hasta llegar a do. Todo ello convierte a la historia de las
las aulas y mutarse en el abanico de disci- disciplinas escolares en una doble opera-
plinas curriculares; y una vez allí, prosigue ción de codificación y disciplinamiento.
su transformación al punto de que las mate- Precisamente el código disciplinar de las ma-
rias de enseñanza alcanzan a ser, como se- terias de enseñanza representa y contiene
ñala Chervel (1991), y contra lo que es una un conjunto de ideas, discursos y prácticas
creencia muy extendida, creaciones origina- dominantes que rigen la producción y dis-
les y no subproductos, en versión reducida, tribución del conocimiento escolar en la
de una cultura superior. Su originalidad re- educación formal. Se trata de una tradición
side no sólo ni principalmente en sus conte- social selectiva, de una invención cultural
nidos expresos, sino en los mecanismos que construida históricamente.
operan en su elaboración dentro del espacio Por tanto, un pensamiento crítico y una
social de la escuela, que alguien ha compa- didáctica congruente con él requieren una
rado con una trasmutación alquimística revisión de nuestras relaciones con el pasa-
(Popkewitz, 1994). Afortunada analogía do, un nuevo pensar históricamente, que
porque la alquimia, en este caso, equivale a nos permita desarmar la coraza de los códi-
una especie de adaptación del conocimiento gos disciplinares de las materias de ense-
a las leyes explícitas e implícitas, pero siem- ñanza, enfrentarnos, con arte de genealo-
pre sui generis, que rigen la vida cotidiana gista, al conocimiento que, en tanto que te-
de la cultura escolar. Ello explica, por ejem- óricos de la didáctica y (o) profesores de
plo, el que las materias de enseñanza guar- una materia, manejamos diariamente. No
den más de un misterio sobre su propio ser, sólo vale descubrir, gracias al análisis so-
al punto de que se manifiesten, en expre- ciogenético de cada asignatura, que las for-
sión de Bernstein, como “materias imagina- mas disciplinares plasman indeseables sue-
rias”, muy alejadas de las características po- ños de la razón moderna, sino que hay que
seídas en su originario lugar social de pro- proponer, a partir de las ruinas de su legiti-
ducción, porque cualquier conocimiento su- midad, senderos por donde dar curso al
fre una esencial transformación al entrar en deseo de otra escuela y otra enseñanza.
contacto con el medio escolar. Una podero- Ello lleva a unir, gracias a la historia, la ge-

23 Es lo que dentro de Nebraska ha estudiado R. Cuesta (1997 y 1998), o más recientemente J. Mateos (2001
y 2002) y J. Merchán (2002 y 2005), asuntos que han sido motivo de los seminarios de Fedicaria, en for-
ma de atención a los códigos disciplinares del conocimiento escolar (en Fedicaria de Salamanca) o más
recientemente a las prácticas escolares (en los seminarios de Zaragoza y Sevilla). Como muestra, véase J.
Mainer (2004), y también en nuestra página web se pueden encontrar interesantes antologías de textos y
documentos sobre éste y otros temas. Para el caso de la historia de la Geografía, véase A. Luis (2004)
24 La dimensión examinatoria del conocimiento escolar es parte inseparable del código disciplinar de las
materias de enseñanza. Este aspecto ha sido estudiado con singular acierto por J. Mainer (2002) y J. Mer-
chán (2001 y 2005). En su día Viñao (2001) expuso ideas muy sugerentes.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

nealogía y la crítica. Y ambas no son nada al y deliberadamente jerárquicos y segrega-


fuera de un ejercicio atento y continuado dores. Frente al esquema calculado de dis-
de una reflexión dialéctica negativa que tancia que impone el currículum colección,
ocasiona una insoslayable problematiza- centrado en la fragmentación y miniaturi-
ción del presente. zación del saber es preciso reivindicar un
enseñanza de las ciencias sociales atenta a
los asuntos que impiden a los seres huma-
Pensar históricamente la actualidad: el nos gozar de una vida mejor.
presente como problema Para ello se requiere, como se ha ensa-
yado reiteradamente en los grupos fedica-
La problematización del presente, en rianos, establecer nuevos criterios de selec-
realidad, aparece como postulado central y ción, organización y secuencia de los conte-
como contenido sustancial de una didáctica nidos escolares, poniendo el énfasis en la
crítico-genealógica. Con este nombre, a relevancia social de los temas de estudio.
partir de ahora, denominaremos a la didác- Por más que podamos discutir qué son y
tica crítica, que para nosotros, por defini- cómo podemos seleccionar los problemas
ción, es actividad al mismo tiempo crítica y relevantes de nuestro presente25, lo cierto
genealógica. es que la orientación hacia el estudio de
Admitir los atributos de crítica y genea- problemas actuales y la organización del
lógica como propios de una didáctica de currículo de ciencias sociales en esa misma
las ciencias sociales supone, en primer tér- dirección no constituye, desde luego, una
mino, quebrar el primado de las disciplinas garantía de didáctica crítica, pero sí es una
académicas en beneficio de la relevancia proposición de partida más coherente con
social de los asuntos elegidos como objetos ese tipo de dialéctica negativa de la que nos
de aprendizaje. De modo que se propugna reclamamos herederos26. Por añadidura, la
la ruptura con la fosilizada herencia del có- organización y secuencia de contenidos de
digo disciplinar construido en el modo de enseñanza en un iter presente-pasado-pre-
educación tradicional elitista y reinventado sente-futuro, que enlaza con tradiciones
en la educación de masas. En suma, una di- pedagógicas enfrentadas al clásico diseño
dáctica genealógica requiere una interven- historicista, evolucionista, occidentalizante
ción comprometida y consciente frente a y pacatamente cronológico del código dis-
las fuerzas dominantes que gobiernan las ciplinar fundado en el modo de educación
regulaciones curriculares que embuten el tradicional elitista del siglo XIX.
conocimiento en moldes culturales y disci- En fin, la perspectiva genealógica resul-
plinares academicistas ajenos al mundo re- ta ser “interesada, crítica e intempestiva”;

25 Asunto de reiterada y no concorde meditación en el seno de Fedicaria. Desde el número 1 de nuestra re-
vista Con-Ciencia Social se pueden rastrear disentimientos profundos. La cuestión que divide más es si
los problemas sociales deben referirse a cuestiones de una preocupación inmediata y formulación con-
creta (por ejemplo, la búsqueda de vivienda hoy) o si, por el contrario, han de ocuparse de temas de más
amplio contenido (por ejemplo, la desigualdad económica). Más recientemente, desde Asklepios (Martín
2003) se ha intentado volver a traer a colación el debate.
26 No siempre se ha reconocido la labor pionera de A. Luis en estos planteamientos que ahora parecen te-
ner alguna aceptación entre cierta minoría de los didactas. Su mérito además estribó en la capacidad de
dirigir una serie de tesis doctorales asklepianas que abordaron las potencialidades de la didáctica basa-
da en problemas sociales relevantes. Por su parte, J. Romero, ahora se está encargando de exhumar cier-
ta tradición crítica en el mundo anglosajón, que esperamos conocer cuando se haga público su trabajo.
Una parte de esa tradición ya se mencionaba en Cuesta (1999); Luis (2000), y también en E. Gómez
(1997). Por otro lado, en J.A. Beane (2005) el lector o lectora interesados pueden seguir los pasos de las
tendencias no disciplinares del currículo en EE. UU. Por su parte, el grupo IRES, aunque con matices di-
ferentes, ya en 1991 planteaba los “problemas socioambientales” como elementos estructurantes de sus
unidades didácticas. Para esto último, véase García Pérez (2001) y García Pérez y Porlán (2000).

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

esta “historia efectiva”, que da primacía al caultianos, “una ontología de nosotros mis-
presente (pero que no confunde el presente mos”. Es decir, una historia que interpela a
con lo contemporáneo) es, al decir de Fou- los propios procesos de subjetivación, en-
cault (1991), un saber que “toma partido”, tendiendo el presente como el laboratorio
que indaga sobre la contingencia del pre- donde toma cuerpo (y en él se inscribe) la
sente y que defiende un “sentido históri- dimensión formativa (inter e intraconstitu-
co”. No se sustenta en la reconstrucción de yente) del sujeto a través del conocimiento.
la memoria evolutiva del pasado (tal como Ello remite de nuevo al comienzo y al título
hace la “historia continuista” que siempre de este artículo: la dialéctica entre necesi-
atiende al pasado como prefiguración del dad y deseo. Y nos lleva también, como de
presente), sino que opta por una problema- la mano, a preguntarnos acerca de cómo
tización de la actualidad a través de la his- puede postularse una didáctica crítica aquí
torización del presente27. y ahora. Sin duda, una primera respuesta
De esta suerte, se propone, en primer nos lleva a adentrarnos y postular otra polí-
término, una enseñanza capaz de “deseter- tica de la cultura.
nizar lo dado” (Bourdieu, 2000 a, 43), po-
niendo en cuestión las identidades y repre-
sentaciones subjetivas e ideológicas de la Política: “cultura pública”,
realidad vivida a través del estudio de los estrategias y experiencias de
problemas sociales que, dentro de las socie-
dades del capitalismo tardío, impiden a los
subjetivación entre la necesidad
seres humanos la realización de una vida y el deseo
mejor. Y esa problematización incluye el ás-
pero cuestionamiento del conocimiento ofi-
cial y sus trasuntos escolares. La negación Política de la cultura, cultura pública
del presente en el pasado se aleja muchas común y didáctica crítico-genealógica
leguas del vulgar pensamiento histórico
que presenta el hoy como una consecuencia La política, en tanto que relaciones de
racional del ayer y el proceso histórico co- poder en el espacio público, constituye el
mo una mera concatenación causal necesa- marco dentro del que es indispensable pen-
ria orientada hacia el presente. Teniendo en sar otra cultura y otra didáctica. Poner en
cuenta que el pasado pudo ser distinto y el su sitio a la cultura, parafraseando a Eagle-
presente también, una vez reconocida la ton (2001), requiere, en primer término, si-
mutabilidad de todo lo social, es posible y tuar la cuestión en el terreno de la hegemo-
deseable la eventual (que no segura ni defi- nía y de las alianzas de clases y grupos su-
nitiva) apertura del deseo del alumnado balternos, en el camino hacia la edificación
hacia el cambio y la transformación de la de un bloque histórico capaz de tejer ideas
sociedad. alternativas sobre la vida social que im-
Pero no basta con imaginar otra ense- pregnen y remuevan los impulsos emanci-
ñanza que derribe los ídolos del conoci- padores de la sociedad civil. Y, en segundo
miento disciplinar y ponga el acento en el término, significa, siendo conscientes de la
cambio de los contenidos que se imparten “mentira de la cultura” (esa trastienda de
en la escuela. Es importante, sin duda, que otras fuerzas que actúan tras el mundo de
este pensar históricamente, al interrogarnos lo simbólico), comprender la oportunidad
sobre la actualidad de nuestros problemas, de usar, como decía Gurpegui (2004, 118-
contenga ya, para decirlo en términos fou- 124) comentando la obra de Adorno, la

27 Es lo que defiende con contundencia y brillantez R. Castel (2001), pero haciendo hincapié en que los
problemas del presente no deben confundirse con lo contemporáneo. La didáctica crítica-genealógica no
propone estudiar historia contemporánea frente a medieval, antigua… Por el contrario, promueve estu-
diar otra historia y de otra manera.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

“cultura contra la cultura” descubriendo presuponen un ciudadano receptor pasivo


esa especie de “momento de esperanza de de un legado eterno, sagrado y sublime
la cultura” que nos permite atisbar e imagi- proporcionado en modestas dosis, median-
nar, desde el miserable ras de tierra en el te la escuela y otros aparatos instituciona-
que nos movemos, el cambio social como les, por las gentes de la cultura. “Cultura
permanente aspiración hacia un mundo común”, al decir de R. Williams, resulta de
mejor. En ese instante es cuando la cultura una práctica continuamente reformulada y
se revuelve contra la cultura y la crítica de construida colectivamente, siempre provi-
la razón se hace desde la razón, a pesar de sional y no definida previamente (Eagle-
ser concientes de los límites de la razón ton, 2001, 17). Consiste, pues, en un proyec-
misma y de las deficiencias del deseo que to digno de ser pensado y realizado según
la sustenta. Pues bien, ahí se instala una las diferentes coyunturas histórico-políti-
nueva política de la cultura dentro de la cas. Es, pues, un camino no predetermina-
que la didáctica comparece como actividad do y siempre por trillar. A esa aspiración
teórico-práctica que opera dentro de un hacia un conocimiento distinto tanto en su
campo de fuerzas. contenido como en su uso y apropiación es
La política de la cultura implica, en cier- a lo que nosotros llamaremos cultura públi-
to modo, repolitizar el campo de fuerzas ca o cultura civil.
donde se relacionan, en sucesivos círculos La aceptación de una política de la cul-
envolventes, la cultura, el currículum y la tura y la consiguiente defensa de la cultura
didáctica. Se trata, como habitualmente re- pública o civil comporta niveles muy dife-
cuerda Apple (2002), de reordenar las es- rentes de intervención y especificación, tal
trategias de poder y saber dentro de una como si se avanzara progresivamente en
nueva alianza de fuerzas capaz de impo- círculos concéntricos de mayor a menor ra-
nerse a los supuestos teóricos y de valor dio (de la cultura al currículo regulado y de
neoconservadores que dominan actual- éste a la didáctica). Una parte sustancial de
mente los contenidos de las mayoritarias la política de la cultura, especialmente im-
ideologías del sentido común. Por eso la portante además por lo que toca a la didác-
política de la cultura acontece como con- tica, reside en la política curricular. ¿Es po-
frontación ideológica y como constitución sible y deseable un currículo básico y co-
de instancias y contrapoderes susceptibles mún?
de garantizar nuevas posiciones de saber- Partiendo de la realidad actualmente
poder en la vida social. Todos ellos dan existente, donde se da una sociedad hetero-
fundamento y armazón a un entramado de génea y socialmente muy jerarquizada, en
vectores alternativos, que, dentro del cam- nuestra opinión, debe existir un currículo
po de fuerzas propio de la esfera cultural, básico y común (el que permite expresar
debieran confluir hacia la formulación de ideas y actuar con arreglo a una racionali-
una cultura pública y cívica, en cierto mo- dad crítica) del que no deben ser privadas
do, “común” muy diferente al canon ahora las clases trabajadoras y los grupos subal-
reinante. ternos y marginados mediante la creación
El término “cultura común”, entendido de “ghettos curriculares” o separaciones
como cultura pública y civil, nada tiene que entre la educación de las manos y de los ce-
ver con lo que vulgarmente se entiende por rebros. Ello no quiere decir que deba ser un
tal. Esto es, no guarda semejanza alguna currículo fundamentado en la pretendida
con la morfología hegemónica de una cul- reproducción mimética de las disciplinas
tura elitista y distante, impuesta desde arri- científico-académicas. Ha de ser suficiente-
ba y legitimada por una alianza permanen- mente abierto como para poder ejercitar
te entre los poderes económicos, políticos y una didáctica de las ciencias sociales orien-
académicos. Tampoco guarda ninguna se- tada hacia la comprensión de los proble-
mejanza con la representación simbólica de mas sociales relevantes del mundo actual.
carácter nacionalista, clasista y sexista, o En cierto modo, este currículo general cu-
con otras figuraciones y significados que briría las exigencias cognitivas y afectivas

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

imprescindibles para poder interrogarse y ración metodológica de transposición del


dar respuesta a un conjunto de problemas saber científico-erudito (savoir savant) al sa-
relevantes para la sociedad28. ber enseñado30. En general, las posiciones
Pero este currículo regulado no quiere más instaladas en el espacio académico de
decir uniforme ni en su contenido ni en los las universidades españolas han ido institu-
métodos de enseñanza. No es tampoco el yendo un régimen de verdad sustentado so-
que corresponde a una sola clase, género o bre un objeto de conocimiento emanado de
etnia; el currículum debe recoger la plurali- una simple percepción de sentido común (el
dad de las distintas voces que se confron- niño no puede aprender lo mismo ni de la
tan en la vida social. Ello, no obstante, su- misma manera que el adulto). Esta obvie-
pone huir de cualquier esencialismo tanto dad otorgaría consistencia y pertinencia al
del que absolutiza el valor de una sola estudio de los métodos a través de los cua-
identidad cultural como del que, bajo el les es posible transmitir un saber ya hecho a
pretexto de tolerancia y la corrección políti- un sujeto que se define por sus característi-
ca, hace lo mismo con las identidades cul- cas psicoevolutivas. En todo caso, la mayo-
turales no dominantes. Ese currículo que ría de los que viven de este saber no suelen
propugnamos debe ser el resultado de una cultivar sus presupuestos epistemológicos,
nueva hegemonía dentro de una nueva po- nadería a la que se muestra remiso el orbe
lítica de la cultura, muy distante de la ac- funcionarial, más allá del limitado horizon-
tualmente en vigor29. te de proyectos y otros documentos de ne-
Llegados a este punto es hora de definir, cesaria exhibición en oposiciones y otros ga-
dentro de la política de la cultura y del cam- jes de la carrera profesional.
po de fuerzas que la otorga sentido, lo que Este sesgo metodologista de la didáctica
hemos denominado didáctica crítico-genea- no ha sido, en general, compartido por las
lógica. Como es sabido, a propósito de la di- gentes de Fedicaria menos acuciadas por
dáctica de las ciencias sociales persiste un las exigencias administrativas. A pesar de
perpetuo estado de duda y sospecha acerca ello, se han presentado distintas posiciones
de su objeto de conocimiento, su existencia acerca de la didáctica, polarizadas entre los
como cuerpo doctrinal autónomo e incluso que la definen como una actividad reflexi-
sobre la latitud de sus bordes. En una con- va de carácter práctico y político, no otor-
cepción tradicional, tecnicista e ingenieril de gándole el rango de disciplina (Rozada,
la misma se tiende a asimilar a una mera 1997), y los que la conciben como “una dis-
ciencia aplicada (Prats, 1997), y en una ver- ciplina posible” (Luis, 1997). A pesar de
sión más sutil y encubridora como una ope- que este debate31 no nos ha quitado el sue-

28 En parte recogería la tradición progresista de las escuelas democráticas y de otros movientos innovado-
ras que tiene fuerte presencia en EE. UU. y otros países desde la primera década del siglo XX. Véase al
respecto, por lo que hace al país citado, J. A. Beane (2005).
29 En Editorial (2001) de nuestra revista explicamos con algún detalle el significado de la revolución neo-
conservadora y del retorno de la historia escolar a ninguna parte.
30 A. Luis (1999) vio tempranamente las limitaciones de la transposición y de su acomodación a lo que él
llamó el grupo de referencia de Bellaterra, uno de los principales nichos en que anidó el campo de la di-
dáctica de las ciencias sociales. Su crítica recurrente a la trasposición ha continuado y mejorado gracias
al auxilio de A. Chervel; un excelente ejemplo pude consultarse en Luis y Romero (2005). También en la
obra de F. F. García Pérez (1997 y 1999) se muestra una profunda crítica al metodologismo didáctico y
las variantes de la transposición didáctica. Los fedicarianos mencionados en esta nota destacan, dentro
de la actual comunidad universitaria de didactas, por su separación de la mayoritaria proclividad
“transpositiva” de la corporación.
31 El debate entre J. Mª Rozada y A. Luis en los años noventa vino precedido por un provocativo artículo
de Rozada (1992). Además de los argumentos, este debate pone de relieve los distintos intereses que
mueven a los protagonistas del mismo (a ellos dos y a los demás). En general, dentro de Fedicaria el
apego a los gremios académicos es débil, dada la condición de sus miembros.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

ño (y didáctica hemos seguido pensando y bién fuera de nuestras cabezas. Como exis-
haciendo con o sin adscripción precisa a ten las tesis, las cátedras, los cientos de artí-
una de estas dos posiciones), pudiera ser culos y los dos centenares de sujetos que
que nos ocurriera, Dios no lo quiera, como merodean por sus alrededores. En cierto
al “hombre listo” del que hablaba Marx en modo, como a menudo se dice, lo que es la
la Ideología alemana, el cual dio en pensar economía o la historia es lo que economis-
que las personas se hundían en el agua y se tas o historiadores hacen. Que este hacer,
ahogaban simplemente porque se dejaban en el caso de la didáctica, repugne al impo-
llevar por la idea de gravedad. luto círculo categorial de Bueno, o a la tupi-
¿Dejaría de existir un campo de conoci- da red conceptual toulminiana, o incluso a
mientos y una comunidad discursiva por- nuestros a menudo rigurosos criterios de
que no cumpla tal o cual condición legali- valoración del trabajo intelectual ajeno, nos
forme previamente establecida? Nos teme- parece asunto de menor cuantía. Porque to-
mos que no. La distinción del eximio S. da verdad tiene su historia y la verdadera
Toulmin entre disciplinas compactas, difusas, verdad de la didáctica de las ciencias socia-
posibles y empresas racionales no disciplinables les en España, todavía por escribir, no pue-
no va más allá de un meritorio afán taxonó- de desprenderse de las relaciones de poder
mico que además permite varias lecturas. imperante, frecuentemente circunscritas a
La de J. Mª Rozada, tempranamente formu- una charca insignificante, que pueblan ese
lada en 1992, lleva muy bien el agua a su saber ya institucionalizado33.
molino, o sea, que le permite, al tildar a la Mas para nosotros, valga la licencia ex-
didáctica de no-disciplina, conducir la di- presiva, lo sustantivo de una didáctica crí-
dáctica al campo de la política apartándola tico-genealógica es el adjetivo. La didáctica
de lo académico y del veredicto de los ex- interesa en cuanto permite el desarrollo de
pertos, lo que enfrenta su discurso con las un pensamiento y una acción críticos frente
tesis de A. Luis más partidario de recondu- a la realidad educativa y los discursos que
cir esas aguas por los vericuetos de la “dis- la justifican (incluidos, claro, está los pro-
ciplina posible”. Ahora bien, con perdón del venientes de la didáctica instalada en el po-
exabrupto, desde una perspectiva crítica, der académico dominante). En cualquier
maldita la falta que hace que la didáctica caso, las relaciones de proximidad entre di-
sea una disciplina o no ¡Qué lo averigüen dáctica y política nos acercan al plantea-
quienes viven de ello! A los demás lo que miento de Rozada, aunque no del todo.
nos interesa es, más allá y más acá de la aca- Nos acercan porque concebimos la didácti-
demia, la actividad reflexiva y práctica que ca crítico-genealógica como una actividad
conlleva la didáctica crítico-genealógica. teórico-práctica que se ejercita en un espa-
Para ello sería más aconsejable conside- cio público al servicio de postulados e
rar la didáctica de las ciencias sociales real- ideas que anticipan una sociedad distinta a
mente existente32, como una invención so- la regida por los principios operantes en el
cial, como una tradición que posee una so- capitalismo. Pero a diferencia de lo defen-
ciogénesis en cada escenario escolar e insti- dido por nuestro amigo, para nosotros esta
tucional acotado por el Estado. Se trata, en actividad no tiene un carácter inmediata-
efecto, de un régimen de verdad inscrito en mente político, ni es una práctica derivada
un campo que no ha de demostrar su vali- directamente, como consecuencia lógica y
dez formal, porque la gravedad existe tam- moral, de una teoría previa.

32 Eso es lo que hace y busca comprobar J. Mainer (2005) en su tesis con la que se pretende poner al descu-
bierto las claves constitutivas de un cuerpo doctrinal y un campo profesional.
33 La historia de las oposiciones al cuerpo de catedráticos del área es todo un síntoma de cómo funciona lo
que, sin ánimo de ofender (ni, por supuesto, de elogiar) hemos dado en llamar charca -más apropiado
que la bourdieusiana denominación de campo-. Nombre que merece por su tamaño como por el más que
evidente carácter endorreico de sus aguas.

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

Desde luego, por añadidura, no toda ac- Pero pensar la institución escolar crítica-
tividad crítica posee valor y sentido por su mente y ser profesor, dar clase todos los dí-
utilidad práctica inmediata. El pensamiento as, puede o no coincidir. Lo que es inconce-
crítico se caracteriza por guiarse conforme a bible, si bien se mira (si se mira sin prejui-
criterios de utilidad no inmediata; por otro cios y honestamente), es que un profesor
lado, la crítica teórica y la crítica práctica no “siempre” sea crítico tanto en su magín co-
tienen razón de vivir separadas dentro del mo en su actuación. Y menos aún puede
mundo de la educación. Tanto teorizar so- darse el caso que en todo momento uno ha-
bre la escuela como dar clase son activida- ga en clase lo que piensa fuera de ella (muy
des sociales, prácticas individuales inescin- a menudo ocurre, como demuestran las in-
dibles de su dimensión colectiva, de su na- vestigaciones más solventes, todo lo contra-
turaleza contradictoria y de su horizonte rio). Esto que pudiera parecer cuestión ob-
antihegemónico. Pero tales actividades, que via no lo es tanto y enlaza con las relacio-
constituyen parte muy relevante de la di- nes de necesidad, de oportunidad entre lo
dáctica crítica, se ubican, como ya dijimos, teórico-práctico. El guión interpuesto entre
en el terreno de fuerzas que pugnan por la ambas palabras señala nuestra idea de la
hegemonía cultural más que en el restringi- didáctica como una oscura y ambivalente
do espacio de las luchas políticas inmedia- relación entre ambas (Mateos, 2004)34.
tas. De modo que el hecho de que en Fedi- Dejando a un lado a los que han descu-
caria algunos defendamos principalmente bierto en el cinismo y el oportunismo una
la didáctica como actividad más que como nueva moral avalada por los giros, retornos
cuerpo doctrinal fuertemente estructurado y volteretas del pensamiento autocalificado
o gremio profesional bien definido, encierra de postmoderno, conviene no ignorar algu-
una apuesta estratégica que permite: nos de los fantasmas que pueblan nuestra
- Efectuar una crítica de la didáctica domi- propia formación. Ciertamente una de las
nante (en su faceta teórica, práctica y corpora- herencias de nuestro itinerario intelectual,
tiva) como premisa de una didáctica crítica. en cuyos orígenes se suelen mezclar dosis
- Movernos libremente en los espacios variables de cristianismo y marxismo, de
intersticiales de saberes sin respetar fronte- sentimiento de culpa cristiana y filosofía de
ras ni campos de conocimiento. la praxis marxista, estriba en una particular
- Aglutinar en nuestro entorno a personas manera de comprender los lazos entre teoría
y colectivos (de profesores, padres y madres, y práctica, que se relegan al espacio de la
alumnado, etc.) no implicados directamente conciencia, de la autenticidad, de la militan-
en la enseñanza de las ciencias sociales. cia, del compromiso, del testimonio y otras
- Formular los problemas de la escuela tanta figuraciones por el estilo con las que se
en una frecuencia de onda capaz de traspa- oculta de hecho la realidad más prosaica de
sar el registro técnico instrumental y susti- cómo el sujeto, siempre condicionado por la
tuirlo por otro orientado axiológicamente. estructura estructurante que es el habitus, in-
Esa radiofrecuencia fedicariana es la terviene en el espacio social. La didáctica crí-
que pone a la didáctica crítica principal- tica ha de huir, como de un mal sueño, de la
mente en el ámbito de la crítica de la cultu- visión angelical del sujeto docente progresis-
ra y la problematización genealógica del ta movido por los resortes de una vocación
presente, haciendo verdad el trípode de irreprimible de redención de los demás35. El
fuerzas que actúan en su existencia: cultu- mensaje de salvación se aferra como elemen-
ra, historia y política. to consustancial a la institución escolar y se

34 J. Mateos (2004), “Actuar bajo...pensar y desear bien alto…”, texto inédito en el que se defienden las suti-
les y extramorales relaciones entre teoría y práctica. Ahí intervino también Mainer (2004), con otro docu-
mento intrafedicariano, subrayando las ideas del colega salmantino.
35 A esto se ha referido J. Mateos (2004) en el ya mencionado texto inédito, que dio lugar a una cierto inter-
cambio y polémica epistolar en Fedicaria.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

aviene malamente con la consideración ra- asociaciones voluntarias y contrahegemóni-


cional de sus funciones reales. Ello no debe cas. Esta concepción ha ido permeabilizan-
ser obstáculo (todo lo contrario) para que el do, orientando y deslizando progresiva-
conocimiento crítico que se encarna en el su- mente el discurso de algunos fedicarianos,
jeto tenga un efecto desmovilizador sobre el muy especialmente de los que se dan cita
mismo. Saber, por ejemplo como demuestra en el Proyecto Nebraska, desde la conside-
J. Merchán (2002), que el aula es un espacio ración de la didáctica como un abanico de
donde producimos el currículo dentro de postulados doctrinales (Cuesta, 1999) o de
unas férreas constricciones cronoespaciales, hipótesis teóricas (Mainer, 2001, 53), hacia
no impide la acción. Sitúa a ésta entre la ne- la idea de la didáctica como “programa” o
cesidad (las servidumbres del campo profe- “agenda” de eventuales acciones teórico-
sional) y el deseo (de otra escuela y otra so- prácticas (Editorial, 2003), que se sustentan
ciedad). Pero el sujeto que encarna los sabe- sobre una mirada genealógica de la escuela
res de una didáctica crítica no hace estructu- capitalista y las prácticas pedagógicas pre-
ralmente hablando algo distinto a los de- suntamente liberadoras. Así pues, esta es-
más. La diferencia radica precisamente en pecie de replanteamiento de la propia di-
su capacidad de pensar lejos y alto, de refle- dáctica (que tanto tiene que ver con la mira-
xionar por encima de la prosaica y limitada da sociogenética de la escuela y el conoci-
circunstancia que rodea a su práctica coti- miento disciplinar que en ella se imparte),
diana. De manera que el sujeto de la didácti- se entiende como plan de trabajo dentro de
ca crítica es docente que piensa, en cierto la política de la cultura. Y ello conduce a su
modo, contra sí mismo y contra su misma redefinición como actividad teórico-prácti-
práctica, contra su pensamiento y contra su ca referida a la formación de ciudadanos en
posición en el juego de las relaciones de po- contextos formales o semiformales de edu-
der dentro y fuera del aula. Y, quieras que cación escolar36. Se diría que hemos abierto
no, también él se comporta como guardián una perspectiva más holística (Editorial,
de la tradición y esclavo de la rutina. Por lo 2003, 11), dentro de la política de la cultura
que hace al profesorado, por consiguiente, al comprenderla como una forma de acción
la didáctica crítica no representa un espacio social colectiva donde la teoría y la práctica
teórico-práctico para la redención y salva- gozan de la misma preeminencia y quedan
ción de uno mismo y los demás; por el con- liberadas de toda hipoteca de culpabilidad
trario, la didáctica crítica postula un lugar por el hecho de que cada cual destine más
donde se dan cita ideas y actos para la nega- tiempo a pensar o hacer. Pero esta orienta-
ción de uno mismo y los otros. ción tiende a tomar distancias de la com-
De esta suerte las relaciones de saber, prensión idealista, tan al uso, de las prácti-
poder y subjetivación propias de la didácti- cas pedagógicas. En cierto modo, como dice
ca crítico-genealógica actúan como el tras- J. Mainer (Fediaria, 2004), es precio reivin-
fondo de una manera de pensar alto y ha- dicar una formación antipedagógica, aun-
cer bajo dentro y fuera de la institución es- que según, claro, lo que entendamos por
colar. Así esa clase de didáctica brota prin- “pedagogía”. Sin género de dudas es ver-
cipalmente de un no lugar institucional, co- dad que las tradiciones frankfurtianas de
mo pueden ser las plataformas al estilo de “Pedagogía Crítica” y “Ciencia de la educa-
Fedicaria sin forma definida, donde se res- ción crítica”37 resultan muy interesantes y
pira el aire de los colegios invisibles y de dignas de consideración.

36 Habitualmente los fedicarianos han insistido en esa función educativa. Alguno de ellos con especial én-
fasis, como es el caso de A. Martín (2003), quien señala la importancia no sólo de formar democrática-
mente a los alumnos en el aula, sino también en el uso crítico y democrático del conocimiento.
37 Especialmente importante resulta, en esta dirección, las aportaciones de nuestra más ilustre habermasia-
na Paz Gimeno (1995, 1999 y 2005). La influencia de Habermas es poco visible en las gentes del Proyecto
Nebraska, y sí resulta, en cambio, muy notable en la obra de J. Mª Rozada o en los trabajos de A. Martín.

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

Es más, la versión habermasiana del conocimiento, en las relaciones de poder y


pensamiento crítico frankfurtiano ha conci- en los procesos de fabricación de las subje-
tado una gran aceptación en Fedicaria. In- tividades. Ahí, en ese momento de esperan-
cluso algunos de sus miembros, siguiendo za desesperanzada, subyace y subsiste una
ese rastro intelectual, han postulado la rela- moral resistente que siempre cree percibir
ción de necesidad entre didáctica crítica y detrás de toda dominación su contrario. Y
metodología dialógica, hasta el punto de en esa dialéctica, donde acuden siempre
que su posición podría calificarse como di- necesidad y deseo, es donde emplazamos
dáctica crítico-comunicativa, cuyo conteni- las experiencias y estrategias de la didáctica
do convierte al procedimiento deliberativo crítica a las que ahora nos referiremos.
en su argumento más sustancial. Siendo
ello muy coherente con esa suerte de razón
procedimental empleada por Habermas, en Estrategias y experiencias entre la
nuestro caso, el procedimiento no es más necesidad y el deseo
que el procedimiento. La didáctica crítica
es, para nosotros, por encima de otra consi- No ha mucho tiempo (Cuesta, 1999) for-
deración, genealógica. Problematiza nues- mulábamos cinco postulados para imaginar
tro presente y a nosotros mismos pensando un programa de trabajo de otra didáctica:
históricamente la realidad. Y el acceso a ese problematizar el presente, pensar histórica-
conocimiento crítico puede realizarse por mente, educar el deseo, aprender dialogan-
diversos medios y métodos, dentro de los do e impugnar los códigos pedagógicos y
que el diálogo sería el preferido (uno de profesionales. Estas proposiciones han faci-
nuestros comunes postulados es “aprender litado unas líneas orientativas para afrontar
dialogando”), pero no el único. La dimen- el debate sobre el significado de la didáctica
sión crítica del conocimiento y del aprendi- crítica y la intervención en el marco escolar,
zaje no queda asegurada por la superposi- otorgando un cierto sentido al diseño de
ción de una práctica de diálogo sobre una materiales curriculares y a la propia práctica
realidad de poder en el aula muy sutilmen- docente. Pero más allá de esto, esos enun-
te marcada, ni por la búsqueda del consen- ciados podrían ahora, desbordando el es-
so en torno al mejor argumento. tricto campo de la enseñanza de las ciencias
En suma, nuestra concepción de la di- sociales, generalizarse como ideas aplicables
dáctica se aparta punto por punto del dis- a la transformación del conocimiento esco-
curso dominante, pero también se siente un lar, porque en ellas se contiene todo un pro-
tanto alejada de las modalidades crítico-co- grama de innovación y cambio profundos
municativas y de cualquier otra que ponga de las reglas ordenadoras del sistema de en-
el acento o trasmute el instrumental psico- señanza en la escuela. En cierto modo, allí
pedagógico en fin en sí mismo. De donde se conciertan el deseo de otro conocimiento
se infiere una renuncia a todo asomo de en otra escuela y en otra sociedad. Así, el
idealismo y a cualquier clase de optimismo deseo, la crítica y el cambio se solicitan co-
histórico, prefiriendo refugiarnos en una mo líneas para anticipar un uso público de
mirada ambivalente, desesperanzada y es- la escuela diferente en una sociedad más de-
céptica sobre el marco institucional ofreci- mocrática, donde la búsqueda de una recon-
do por la escuela. Pero esta especie de espe- ciliación entre el conocimiento y la vida em-
ranza desesperanzada, en tanto que crítica, pezara a vislumbrase tímidamente.
no elude una permanente reflexión sobre la Pero pensar y vivir la didáctica de otra
práctica y la formulación de estrategias de manera implica también imaginar lo que se
intervención en el ámbito escolar, que den- puede y debe de hacer, aquí y ahora, si-
tro de esa política de la cultura, colaboren a guiendo la inspiración de los postulados
ocasionar saltos lógicos y cortocircuitos, más generales. Para dar cuenta de esa aspi-
con los que desvelar e impugnar los códi- ración de actuación inmediata podríamos
gos pedagógicos y profesionales imperan- reseñar tres orientaciones estratégicas y
tes en los mecanismos de transmisión del complementarias de nuestros postulados:

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

- Reconsiderar la función, la elaboración entorno profesional, el conocimiento oficial


y el uso de materiales didácticos. santificado por el Estado es reelaborado
- Desescolarizar, desprivatizar y deslo- por la empresas del gremio de editores de
calizar los aprendizajes. libros de texto, auténticos agentes recontex-
- Buscar nuevas formas de subjetivación tualizadores del currículum, que lo trasmu-
a través del conocimiento y la problemati- tan en mercancías útiles y de consumo pe-
zación de las raíces de nuestras identidades recedero de poderosa influencia en los lu-
culturales. gares pedagógicos donde se toman las de-
cisiones sobre los materiales que han de
emplearse en la enseñanza. En la didáctica
Reconsiderar la función, la elaboración y el crítica que postulamos va de suyo no desa-
uso de materiales didácticos tender esa particular faceta de la economía
política del libro de texto.
La política de la cultura en la que se ins- En efecto, el volumen económico del
cribe la didáctica crítico-genealógica obliga asunto es digno de consideración. Los tex-
a reconsiderar y resituar nuestra interven- tos escolares representan más de la quinta
ción en el ámbito de producción, circula- parte de toda la facturación del sector del
ción y consumo de materiales de enseñan- libro en España. Los manuales no universi-
za. No vale a tal fin sostener un didactismo tarios vendidos ascendieron a más de 40
de cortos vuelos según el cual el cambio en millones de ejemplares y su valor en el cur-
la enseñanza radicaría principalmente en la so 2003-2004 se elevó a la nada desprecia-
generación de proyectos curriculares alter- ble suma de 615 millones de euros (algo
nativos, craso error en el que, a nuestro más de cien mil millones de las antiguas
modo de ver, incurrimos parcialmente al- pesetas)38. En el año 2003 de los 14.651 títu-
gunos de los grupos fundadores de Fedica- los inscritos en el ISBN, correspondientes a
ria. Es preciso, en cambio, afrontar y situar- la materia “Enseñanza. Educación”, 12.558
se con determinación y sin espejismos fren- fueron libros de texto. A lo que se ve la
te a la economía política que, en expresión ciencia pedagógica ha volcado sus esfuer-
de Apple (1989), gobierna la producción y zos en estos modestos auxilios de la memo-
distribución de libros de texto y otros mate- ria. Diez años antes, en 1993, los títulos ins-
riales curriculares. Así, una “pedagogía de critos fueron 4.101 (Martínez Bonafé-Adell,
lo posible” requiere una crítica profunda 2003, 163), lo que implica que, más allá y
de los textos visibles (las normas del Esta- por encima de las contingencias del refor-
do y los manuales sacados al mercado) e mismo LOGSE o del subsiguiente discurso
invisibles (las rutinas del aula) que real- contrarreformista de la LOCE, el sector ha
mente generan, reinventan y determinan el triplicado sus resultados y se ha comporta-
currículo programado, el enseñado y el re- do como si oyera llover ante las alternan-
tenido. Sólo así podremos atisbar los ver- cias de las políticas educativas.
daderos alcances de nuestro propio trabajo En realidad, el conglomerado de empre-
en cuantos profesores que ocasionalmente sas del libro de texto constituye un impor-
elaboramos material didáctico con intencio- tante poder dentro de la industria cultural
nes críticas frente a las pautas estandariza- española y se organiza como un auténtico
das de las empresas editoriales. En nuestro lobby a través de la Asociación Nacional de

38 Esta información está tomada de las páginas web de la Federación de Gremios de Editores
(http://www.federacioneditores.org) y la Asociación Nacional de Editores de Libros y Material de En-
señanza (ANELE) (http:// www.anele.org ). Resulta también muy ilustrativa la compilación de trabajos
y ponencias que aparece en la citada página de ANELE bajo el título de Los libros escolares y la lectura ante
la LOCE (2003). Lo que aquí decimos lo expresamos más ampliamente en Cuesta (2005b) dentro del cur-
so de invierno celebrado en la Universidad de Valladolid bajo la coordinación de A. Escolano, cuyas po-
nencias van a ser objeto de publicación.

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

Editores de Libros Escolares (ANELE), que vantes, sorteando y eludiendo con habili-
ora patrocina grandes escenarios culturales dad el convencional, retrohumanista e
con el gobierno de turno, ora presiona a los identitario currículo oficial de todas la ad-
agentes educativos para ejercer un control ministraciones públicas y de sus terminales
remoto pero efectivo del currículum. en la empresas editoriales, deviene en afán
A la pujanza del grupo de presión hay ineludible de toda pretensión crítica.
que añadir su homogeneidad cultural y el Ahora bien, no es fácil romper o dese-
carácter oligopolista de la oferta, que se en- quilibrar los circuitos en donde campan a
cubre bajo pantallas y formas variadas. El sus anchas los agentes recontextualizadores
género libro de texto ha ocasionado un sis- estatales (actores políticos y asesores técni-
tema de producción cultural en cadena y cos) y mercantiles (empresas editoriales),
estandarizada al servicio de productos cló- con la frecuente colaboración, en alianzas
nicos a los que se añaden variedades regio- no santas, de los gremios académicos. Des-
nacionales. Este es el mundo donde se de luego, vista la experiencia de renovación
apresta y comparece el radiante triunfo de pedagógica en las últimas décadas, no pa-
la mercancía, porque, hoy más que nunca, rece que fuere el camino más idóneo y
el dinero es la seul chose que compte. El dine- aconsejable depositar una fe desmedida en
ro y las identidades regionacionales (lo que la magia transformadora de los buenos ma-
a menudo es también lo mismo). teriales y las iniciativas creativas. En efecto,
Por otra parte, no deja de ser sintomáti- a veces se piensa ingenuamente que cam-
co que en los últimos 25 años, hayan desa- biando los viejos materiales tradicionales
parecido la mitad de las empresas. Y tam- por otros nuevos e innovadores se garanti-
poco resulta baladí que los grupos Anaya y za el éxito del cambio escolar, como si la
Santillana controlen casi el 50% de las ven- cultura escolar (la resistente “gramática de
tas (Bonafé-Adell, 2003, 163), lo que no deja la escuela”) y la economía política que rige
de ser expresivo de la cautividad oligopo- la producción de materiales consistiera en
lística del mercado y de las alianzas que se una especie de concurso libre y abierto de
han ido tejiendo entre el sector y otros po- buenas ideas. Lejos de ello las implacables
derosos consorcios especializados en el leyes del mercado y de los códigos discipli-
control ideológico y la fabricación de las nares y profesionales marcan a fuego la
conciencias. realidad escolar. Y frente a ello es preciso
En este campo de juego los libros de pensar la cuestión del material didáctico de
texto no son más que la punta del iceberg, otra manera. Descartados los proyectos cu-
esto es, un producto cultural estandarizado rriculares al viejo estilo, ahora se requiere
al máximo en cuya base se alojan podero- imaginar una nueva generación de materia-
sos intereses económicos e ideológicos. De les y de proyectos didácticos capaces de
esta suerte la modesta mercancía que casi empujar los impulsos críticos de parte del
obligatoriamente han de comprar nuestros profesorado en su escenario de trabajo coti-
alumnos oculta en su interior el signo de diano, sorteando y aceptando a un tiempo
las relaciones de cambio y de poder exis- la “gramática de la escuela”, y situándonos
tentes en las sociedades del capitalismo tar- bien al lado o bien al margen incluso de la
dío, donde la sumisión se hace más a base dinámica de cada claustro, departamento o
de instrumental simbólico que de fuerzas unidad más cercana de planificación curri-
más físicamente coactivas. Los textos esco- cular del centro. Haciendo en suma, una
lares en la educación de masas son, pues, suerte de contragramática inteligente e in-
una parte de los artefactos culturales que formada de lo que es el terreno en el que
contribuyen a la difusión de una violencia pisamos.
simbólica legitimadora de las relaciones de Porque no hay razón alguna para en-
poder-saber imperantes en cada momento. frentarse, en su mismo terreno, a un enemi-
Ante tan apabullante situación, la bús- go imbatible cual es la ley implacable que
queda de utensilios eficaces que hagan fac- rige la economía política del libro de texto,
tible el estudio de problemas sociales rele- lo que hace falta es buscar fórmulas obli-

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

cuas y creativas para hacer frente al “cono- cuestiones sociales de actualidad. Tendrían
cimiento oficial” bendecido por los poderes un formato ágil y versátil, lejano al de uni-
académicos, y a las constricciones curricu- dad didáctica (por tanto, carecerían de una
lares impuestas, en feliz concertación, por secuencia de actividades predeterminada)
las leyes del mercado y los designios del y poseerían, en cambio, el aspecto de una
Estado en los diferentes niveles territoria- “carpeta” o “mochila” que reuniera un
les. De donde se sigue la sugerencia de elenco de textos, imágenes y cualquier otro
confeccionar, frente a los manuales y pro- artefacto cultural capaz de dar cuenta y ex-
yectos al uso, materiales dúctiles y ágiles a plicar el problema de estudio previamente
modo de herramientas para tratar proble- seleccionado 39 . Estos proyectos manten-
mas que puedan ponerse en circulación por drían, pues, un estilo abierto, como de invi-
Internet (por ejemplo, colgados de páginas tación al profesorado a plantear un proble-
web como la de Fedicaria, las de centros ma de estudio, a manejar libremente la ga-
educativos, etc.) y por otros medios, que ma de documentos seleccionado, a añadir
habiliten flujos no jerárquicos y no mercan- otros de su cosecha y a trasladar la refle-
tiles de información, carentes además de xión sobre su experiencia al resto de sus co-
las servidumbres inherentes a la propiedad legas a través de las páginas web de Fedi-
privada de las ideas. Esas redes de materia- caria y de los centros educativos. Siempre
les alternativos, en régimen de copyleft, de- bajo la premisa de que las experiencias di-
ben tener sus nudos en instituciones como dácticas son difícilmente transmisibles y
Fedicaria y en toda clase de grupos autóno- que la circulación de estos materiales ha de
mos de profesionales críticos que buscan hacerse bajo el signo de la horizontalidad y
renovados espacios de formación y un nue- del diálogo, superando la reiterada divi-
vo aparejo instrumental de trabajo en el au- sión del trabajo entre el experto que hace y
la. De esta suerte, tendría que irse generan- el práctico que aplica, y huyendo asimismo
do un fondo disponible al instante y una de cualquier proclividad hacia tecnicismo
oferta gratuita y cooperativa de materiales en la forma o en el fondo (Editorial, 2004,
para tratar, desde una perspectiva inequí- 10-11). Por el contrario, se trata de despri-
vocamente crítica, problemas de muy dis- vatizar, de socializar nuestro trabajo docen-
tinta naturaleza. te, de compartirlo situándonos fuera de las
En la propia página web de Fedicaria leyes mercantiles que rigen la distribución
(http://www. fedicaria. org) hemos dise- del conocimiento dentro de las sociedades
ñado un apartado titulado materiales para del capitalismo tardío.
una didáctica crítica, que se organiza en tres Esta nueva generación de materiales
de tipos de utensilios: a) fuentes y recursos podría manifestarse, como hemos dicho, de
disponibles para el estudio de problemas forma muy diversa. Serían apropiados para
sociales, b) experiencias didácticas fedica- alimentar una práctica pedagógica necesa-
rianas estructuradas y de libre uso e inter- riamente escindida entre la necesidad y el
cambio entre centros, y c) materiales prácti- deseo, y entre las obligaciones perentorias
cos de ayuda inmediata (guiones, presenta- de la función docente y las aspiraciones de
ciones en power point, temas elaborados, enseñar y aprender de otra manera. A esta
etc.). En general, dentro de estos materiales suerte de navegación entre dos aguas, esa
los más estructurados y organizados serían clase de frecuente esquizofrenia pedagógi-
una especie de Proyectos para el estudio de ca vivida por el profesorado crítico, se res-
problemas sociales relevantes, porque, en con- pondería con la confección y circulación
sonancia con el tipo de didáctica que defen- gratuita de paquetes de materiales de muy
demos, irían articulados en torno a temas y diferente naturaleza y objetivos. Unos po-

39 Algunas ideas a propósito de los materiales didácticos pueden consultare en una página web coinciden-
te con la orientación de Fedicaria: www.rethinkingschools.org; véase también al respecto Lledó y Cañal
(1993); Cuesta (2003a), y Merchán (2003).

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

drían facilitar las tareas cotidianas más one- cambia es mucho menos (y menos impor-
rosas (imaginemos, por ejemplo, unidades tante), de lo que se planifica y espera y, so-
didácticas del programa oficial de bachille- bre todo, ocurre que, en su mayor parte, los
rato presentadas en power point, o resúme- cambios no obedecen directamente a la ló-
nes de temas para memorizar con vistas a gica de las reformas o de la pedagogía, sino
la prueba de selectividad); otros, por ejem- que responden a criterios de otra naturale-
plo, los ya citados proyectos para el estudio de za (Merchán, 2005). Ahí, en esa caja negra
problemas, podrán convertirse en auténticos que son el espacio y el tiempo escolares (y
instrumentos de formación para el profesor especialmente en el aula como contenedor
y el alumno planteando una inversión críti- central cronoespacial), en esas anfractuosi-
ca del programa oficial mediante el estudio dades de la “pedagogía silenciosa” (Escola-
documentado y sistemático de problemas no, 2000) es donde se han frustrado y difu-
sociales relevantes. La distribución, circula- minado miles de esperanzas innovadoras.
ción e intercambio de todo este tipo de ma- Ahí residen, en compañía de los códigos
teriales podrá albergar, dentro y fuera de disciplinares y profesionales, las ocultas ra-
Internet, un espacio insólito de ideas y zones que explican el porqué actos con sen-
prácticas contrahegemónicas en el seno de tido educativo afirmativo y potencialmente
una red didáctica alternativa. transformadores han devenido en activida-
En cualquier caso, estas nuevas e inme- des de dominación y sujeción en sí mismas
diatas fórmulas de producción y circula- al establecer contacto con la organización
ción de materiales irían acompañadas de escolar. De ahí que sostengamos, pese a to-
una actuación dentro de los centros dirigida a do, que desescolarizar las prácticas escolares,
promover una segunda estrategia consis- arrancar de ellas el sello escolar que las po-
tente en la desescolarización de los apren- see, constituye el reto que ante sí tiene una
dizajes. didáctica crítica que pugne por otra escuela
para otra sociedad más libre e igualitaria.
La desescolarización de las prácticas escolares
Desescolarizar, desprivatizar y deslocalizar sería una posible estrategia de la didáctica
los aprendizajes crítica orientada a ir rompiendo con todas
las trabas estructurales y no estructurales
La didáctica crítica se levanta sobre una que convierten al acto de educar en una
negación de la escuela capitalista y las prác- operación, crecientemente tecnificada, de
ticas pedagógicas que en ella se han dado o control, clasificación y selección del sistema
puedan darse en el futuro. La dialéctica ne- sobre los individuos; en suma, sería como
gativa, como bien señala Gurpegui (2005), una estrategia orientada a potenciar prácti-
no permite ciertas alegrías y, en cambio, ha cas alternativas y experiencias radicales
de atemperar todo ardor pedagogista, toda que, a partir de una deliberada intenciona-
confianza desmedida en el poder transfor- lidad por fracturar y triturar la ominosa
mador de nuestras propias acciones inten- tradición pedagógica sobre la que se asien-
cionales dentro del contexto institucional ta nuestra profesión docente, pugnen por
donde nos movemos. En cierto modo, el es- disolver la opresiva densidad de muros,
tudio sociogenético de las prácticas escola- horarios, espacios y disciplinas… Es mucho
res conduce a una suerte de formación anti- más que nada.
pedagógica, es decir, a una consideración La escuela del capitalismo en el actual
peyorativa de las ilusiones idealistas here- modo de educación tecnocrático de masas
dadas de la mitología escolar ideal-progre- es una fábrica de privatización, de familia-
sista (el mito de la escuela como palanca re- rismo y de aprendizaje de un ethos consu-
dentora y panacea en el camino hacia el mista y sumiso (sumisión, por lo demás,
progreso). La verdad es que al analizar ge- compatible con la más absoluta insolencia
nealógica y críticamente las prácticas esco- del niño-adolescente feliz y escolarizado).
lares del modo de educación tecnocrático Una contraorientación crítica, una práctica
de masas en el que nos encontramos, lo que de momentos antihegemónicos, requiere

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

poner a prueba la posibilidad, siempre li- rente naturaleza a los habitualmente mane-
mitada, de convertir la escuela de hoy en jados en las aulas. Esta recontextualización
una porción de la esfera pública de una vital del aprendizaje sin duda afecta a las
ciudadanía democrática. Ése sería precisa- estructuras del sentir y puede realmente al-
mente un aspecto capital del uso público canzar a los estratos profundos de la perso-
que esperamos de los centros. En esta di- nalidad. De ahí que sea oportuno buscar
rección, es posible avanzar en la senda de espacios y tiempos en los que el alumnado
desprivatización de lo público a través de y el profesorado puedan expresarse de otra
la introducción, siguiendo algunos de los manera, en escenarios que rompan las cla-
postulados crítico-genealógicos, en la ense- ves espaciotemporales y lingüísticas dentro
ñanza de los problemas sociales relevantes de las que ordinariamente se verifican los
dentro y fuera de las aulas. Para que el es- intercambios del aprendizaje escolar. En
tudio de los problemas sociales de nuestro eso estriba la desescolarización que propo-
tiempo no se asignaturice y pierda su di- nemos, porque para romper la magia y en-
mensión fecundadora, para que se encarne cantamiento del saber escolarizado es nece-
en nuestras necesidades y deseos, es preci- sario deslocalizar y multiplicar los escena-
so imaginar situaciones y contextos alterna- rios cronoespaciales alternativos, facilitan-
tivos a los que proporcionan las aulas nor- do el flujo de nuevos discursos y prácticas
males, superadores de las rígidas reglas de renovadas.
esa “pedagogía silenciosa” inherente al uso Para ello se precisa imaginar otros espa-
habitual del tiempo y el espacio, porque la cios, otros tiempos y otra gestión colectiva
interpelación y cuestionamiento de las con- de lo que hoy llamamos escuela. Desde lue-
diciones cronoespaciales de la escuela de- go son deseables otros soportes arquitectó-
ben formar parte del elenco de asuntos pro- nicos más en consonancia con la idea de un
pios de una didáctica crítico-genealógica. espacio público donde proceder a la re-
De esa manera podremos quitar o limar de construcción colectiva de los conocimientos
las actividades educativas el sello indele- socialmente acumulados. Son, pues necesa-
blemente descontextualizado y ajeno a la rios, otros centros de dimensiones más ade-
vida que posee la lógica de producción del cuadas alejados del modelo celular y carce-
conocimiento escolar. Para ello se requiere lario imperante en las sociedades discipli-
indagar en procedimientos y fórmulas de narias (una herencia del modo de educa-
deslocalización y recontextualización del ción tradicional-elitista), y desde luego se
conocimiento dentro de un uso público del ha de proponer otro tipo de ambientes y
saber y de la escuela, con vistas a una pre- distribución espacial más flexible y poliva-
meditada tarea de erosión del zócalo de lente que faculte el trabajo alternativo indi-
ideas y prácticas sobre el que se levanta el vidual y en grupos. Ahora bien, no se trata
código disciplinar del saber escolarizado. sólo de trasmutar el actual aulario (heren-
Ahora bien, para ello no basta con ape- cia de sociedades disciplinarias arcaicas) en
lar al diálogo y a una metodología de ense- una suerte de carpa traslúcida (propia de
ñanza deliberativa, fundada en una preten- las sociedades de control) donde correteen
dida comunicación entre iguales. Nuestro los escolares bajo el señuelo de un aprendi-
postulado “aprender dialogando” resulta zaje libre y sin barreras. El espacio público,
inseparable de la impugnación de los códi- por el contrario, se compone de una dimen-
gos pedagógicos y profesionales, pues sólo sión material y otra finalista, que poco tie-
mediante ello las relaciones de poder ins- ne que ver con los planteamientos teóricos
critas en el aprendizaje escolar se debilitan y las experiencias de las escuelas desnudas
facilitando un tipo de comunicación distin- de efectos de poder, tal como comparecen
ta, menos asimétrica en la medida en que en las figuraciones de las bucólicas utopías
las funciones y poderes atribuidos a profe- de una educación no directiva.
sores y alumnos se evaporan al tener que La impugnación del espacio lleva tam-
dar respuestas a roles profesionales, con- bién a la de los tiempos escolares, pues am-
textos cronoespaciales y simbólicos de dife- bas son las dos caras de la organización es-

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

colar. La flexibilidad de los tiempos escola- mar las experiencias como ejemplos que
res (los horarios, las asignaturas y todo lo deban ser seguidos, comentaremos algunos
que ello comporta) no responde a una mera de ellos. El que se nos viene a la memoria,
adaptación postfordista de la organización de inmediato, es el abanico de nuevas acti-
ni siquiera constituye un fin en sí mismo; vidades de intervención dentro y fuera del
constituye la evidencia de que el aprendi- aula que fueron propiciadas por el movi-
zaje encapsulado en formatos de tiempo ce- miento ciudadano contra la guerra de Irak,
rrados propicia las rutinas más engorrosas y en las que los grupos fedicarianos partici-
de la vida institucional y obstaculiza la cir- pamos de forma variada bajo el nombre de
culación de iniciativas positivas. Lecciones contra la guerra (VV.AA., 2003;
Naturalmente, un nuevo espacio y un Cuesta, 2004). Alrededor de ese tema Fedi-
nuevo tiempo no son categorías aisladas de caria de Salamanca organizó un conjunto
la práctica social, son la práctica social insti- de actuaciones muy significativas de lo que
tucionalizada. Por ello esa misma praxis de- entendemos por didáctica crítica. En efecto,
be estar orientada a otros fines diferentes de en el mes de abril del 2003, se organizaron
modo que los proyectos de trabajo y gestión en el IES Fray Luis de León una jornada de
constituyan una entidad conjunta dotada de presentación de actividades y trabajos del
sentido hacia una finalidad emancipatoria alumnado de varios institutos de la ciudad
común. Y bien cierto es también que esa ru- con el indicado nombre. Aunque por aquel
ta no ha de plantearse en términos de todo entonces ya eran declinantes las moviliza-
o nada; el itinerario hacia prácticas que con- ciones contra la guerra, la experiencia re-
viertan la escuela en espacio público de esa sultó sumamente sugerente, pues sirvió co-
cultura civil que reivindicamos es la base mo modesta ilustración de algunas de las
para acabar con la privatización consumista posibilidades de la didáctica crítica cuando
y familiarista de los actuales centros escola- el centro educativo se convierte en espacio
res. Ahí la didáctica crítica interpela a la fa- de deliberación pública, en foro donde se
milia y al entorno social implicando a sus expresan los aprendizajes de los alumnos y
agentes colectivos y rechazando el modelo las ideas de todos los participantes (padres
asistencial-escolar que se ha ido imponien- y madres, profesorado, alumnado, personal
do a medida que las formas de trabajo y de de servicios). La idea de convertir un pro-
familia en el actual capitalismo exigen una blema educativo en eje monográfico de las
socialización casi al margen del núcleo fa- actividades culturales (y “extraescolares”)
miliar. En una palabra, se trata de reinven- de un centro o varios relacionados entre sí
tar la escuela como espacio público para la de forma que empape la programación di-
adquisición del conocimiento, la incorpora- dáctica de aula, la semana cultural del cen-
ción de conductas cívicas y el ejercicio efec- tro, las excursiones, etc. responde a esa ne-
tivo de la democracia. cesidad de desescolarizar, deslocalizar y re-
Sin duda algunas de estas ideas se re- contextualizar los aprendizajes. Y es cami-
montan ya a una vieja tradición que puso el no que algunos, siguiendo los viejos pro-
acento en la formación cívica de los escola- yectos de los grupos fedicarianos, basados
res. Eso ocurre parcialmente en el movi- en problemas relevantes invitamos a prose-
miento de las actuales escuelas democráti- guir esa idea pero cambiando los escena-
cas y en otras tradiciones radicales de la es- rios: del aula al resto de los espacios del
cuela. Quizás conviniera insistir en que no- centro (exposiciones en los pasillos, inter-
sotros tenemos poca confianza en la fun- venciones en el salón de actos, sesiones de
ción redentora de estas experiencias (y en biblioteca, salidas del centro, etc.).
las nuestras), o al menos en las posibilida- Una oportunidad muy conveniente para
des de propagación y del cambio social a llegar a estos fines es reapropiarse de las
partir de la escuela (la escuela nada es al efemérides buscando fórmulas contraofi-
margen de la sociedad, es la sociedad). ciales de rememorar el pasado, trasmutan-
No obstante, algo de lo que postulamos do el interés conmemorativo y monumen-
vamos haciendo. Sin ningún ánimo de to- talista de la historia desde arriba en para-

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

dójico ejercicio de confrontación con el pública frente a la privatización consumis-


ayer. Ello implica profundizar en el signifi- ta, familiarista y psicologizante que carac-
cado del pasado inmediato vivido por las teriza a las sociedades capitalistas de nues-
generaciones adultas (por ejemplo, la tran- tro tiempo. Tal propósito es solidario con la
sición a la democracia) a través del descu- oportunidad de abrir y descubrir nuevos
brimiento y reconstrucción del mismo des- procesos de subjetivación.
de y por la experiencia de aprendizaje de
las jóvenes generaciones de estudiantes; y
ello muy especialmente recurriendo a la in- Promover nuevas formas de subjetivación a
terpelación a sus mayores. La interpelación través del conocimiento y la problematización
y el diálogo se erigen en parte insoslayable de las raíces de nuestras identidades
de una educación ciudadana que mira ha- culturales
cia atrás tomando como punto de partida
lo que nos preocupa de la actualidad. Como ya se vio en los comienzos de es-
Pero la actual escuela de la era del capi- te artículo, la crítica de la cultura resulta in-
talismo, en el modo de educación tecnocrá- separable de una crítica de la construcción
tico de masas, no es un espacio público en de la identidad cultural y de los mecanis-
el que pueda, sin resistencias, ser educada mos de subjetivación que fabrican los yoes
críticamente la mirada frente a los proble- de los individuos. Se diría, siguiendo a
mas de nuestro tiempo. Es preciso, sin em- Castilla del Pino (2000, 257), que el sujeto
bargo, demandar que lo sea y hacer todo lo se configura como un sistema de posibili-
posible para que en nuestro quehacer pro- dades, de yoes, tantos como situaciones y
fesional se halle el tiempo y el lugar para contextos susceptibles de ser vividos. De
educar y educarnos estudiando la genealo- modo que no puede definirse al sujeto por
gía de los problemas de nuestro tiempo. A uno o varios de sus ocasionales yoes, por-
tal fin se requiere multiplicar las iniciativas que el aprendiz no es una realidad defini-
y plataformas que defiendan otra escuela y ble a priori ni una arcilla fresca dispuesta a
unos nuevos usos públicos de la misma. ser moldeada por las hábiles manos del do-
Esa otra escuela que perseguimos no posee cente. Al no existir tampoco un ego preexis-
un plano ya dado, ni siquiera ha de ser fiel tente que salvar, la didáctica crítico-genea-
a un programa preestablecido ni debe tam- lógica tiene por cometido más destacable y
poco aspirar a encontrar en cualquier rece- procedimiento de principio más habitual la
tario psicopedagógico el remedio para sus generación de situaciones de aprendizaje
problemas, pues ello es totalmente incom- que interroguen e interpelen a los sujetos
patible con una crítica hecha desde la dia- (al profesorado y al alumnado) sobre sus
léctica negativa. La crítica de la escuela, ideas poniendo en cuestión el propio pen-
siempre negativa, no puede tornarse afir- samiento. En cierto modo, los dispositivos
mativa mediante la formulación de una al- pedagógicos promovidos por la didáctica
ternativa superadora de las contradicciones crítica pueden entenderse como un conjun-
inherentes al sistema escolar. to de operaciones en virtud de las cuales el
Por consiguiente, la construcción de la sujeto se observa, se descifra, se interpela,
escuela como espacio público necesita se narra, se domina, etc. (Larrosa, 1995,
prácticas sociales convergentes hacia la am- 291). Y ello, como se dijo en la primera par-
pliación de los lugares sociales donde se te de este texto, como consecuencia de la la-
configura una ciudadanía de distinto tipo a boriosa observación de las huellas que el
la que aspira la actual democracia de mer- proceso histórico social ha impreso en no-
cado. En eso consiste desescolarizar y des- sotros mismos y nuestras maneras de pen-
privatizar el conocimiento y recontextuali- sar y sentir. De modo que, a diferencia de
zarlo dentro de los asuntos que nos preocu- lo que habitualmente se cree, no se trata de
pan. Consiste precisamente en promover practicar el célebre mandato socrático de
un conjunto de prácticas pedagógicas gene- “conócete a ti mismo”, sino más bien hallar
radoras de momentos de con-ciencia social ese desconocido que hay en nosotros me-

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C O N -C I E N C I A S O C I A L

diante el acceso al conocimiento, lo que nos del conocimiento posee inocultables e im-
lleva indefectiblemente a la propuesta fou- prescindibles componentes finalistas de na-
caultiana de “desprenderse de sí mismo” y turaleza ético-políticos insoslayables a la
“exteriorizarse”40. En verdad, el proceso de hora de pensar e imaginar un vida buena y
conocimiento (y la relación de éste con los un mundo mejor. Que la virtud pueda y de-
sujetos) se verifica como exterioridad en la ba ser enseñada es pretensión inevitable de
medida en que implica salir de uno mismo, cualquier proyecto dirigido hacia la emanci-
desencontrarse y transformarse. Podríamos pación; pero, claro está, tal propósito ha de
afirmar que, hasta cierto punto, y frente a la ser sometido a la bridas de la prudencia y
superchería de la identidad fija y estable, el contar con el sano escepticismo que propor-
ejercicio de una didáctica crítico-genealógi- ciona una mirada histórica acerca de cómo
ca comporta un ensayo de tejer y destejer la educación hecha en nombre de esquema
yoes alternativos, de fabricación contradic- ideales de virtud ha generado a menudo su
toria de identidades en el mismo proceso contrario, y no pocas veces se ha hundido
de conocimiento y dentro de las coordena- en los atardeceres más terribles de nuestra
das de poder existentes en los marcos insti- historia del siglo XX. Ello supone un enten-
tucionales donde se vive la educación41. En dimiento complejo de los procesos de subje-
ellos se produce y reproduce el sujeto de tivación, a años luz de cualquier brote de in-
conocimiento en la medida que las relacio- geniería de las conciencias o adoctrinamien-
nes de poder son inseparables del saber y to, porque una y otro precisamente se apo-
de los procedimientos en que éste se trans- yan, como todo pensamiento de estirpe au-
mite e incorpora al individuo transformán- toritaria, en el supuesto de la identidad sus-
dole. Esta metamorfosis ocasionada por la tancial e inflexible del sujeto, en el sujeto
práctica pedagógica se efectúa siempre bajo identitario. Por el contrario, el modelo de
determinadas circunstancias de simetría y subjetivación que proponemos, siguiendo la
asimetría entre los agentes educativos. En ideas de Paz Gimeno (2005) bien podría ser
ese juego de distancias, poderes y saberes el de la dialéctica negativa, esto es, aquel
se forja un repertorio de procesos de desi- que erige la contradicción y lo antidogmáti-
dentificación e identificación, que buscan co en el fondo y la forma del aprendizaje, de
educar el deseo del alumnado hacia la pro- manera que el alumnado –y por supuesto el
blematización del presente y el uso de un profesorado– aprenda a vivir en la ambi-
pensamiento genealógico-crítico. Y ello te- güedad de un conocimiento sobre la reali-
niendo siempre en cuenta el carácter siem- dad social e histórica, que no implique la
pre inconcluso de la identidad (Mèlich, solución para una de las dos perspectivas
2004, 61-62) y, por tanto, de todo acto cons- de la visión dialéctica. Si queremos que
ciente de ser, estar y conocer. nuestros futuros alumnos desarrollen un
Es ya un viejo tema la pregunta a propó- pensamiento crítico y antidogmático, es ne-
sito de si la virtud es enseñable. Un tema, cesario enseñarles a pensar en forma ambi-
como puede comprobarse en los diálogos valente, y a no reducir sus análisis y la com-
de Platón42 aporético y dilemático, que es prensión de los problemas sociales a una
para nosotros, además, ético. En efecto, única perspectiva tomada como verdadera
nuestra propuesta de subjetivación a través (Gimeno, 2005, 5 y 6).

40 Véase especialmente Foucault (1994) y en general todos los trabajos de su última etapa intelectual, en la
que se asiste a un recogimiento sobre el cuidado de sí mismo, una nueva moral que convierte la lucha
resistente frente al poder como una dura ascética del hacerse a sí mismo como si de una obra de arte se
tratara.
41 Poco vínculo posee este procedimiento con la defensa de un sujeto sin ideas ni principios de actuación,
ese individuo flexible creado por el constructivismo. Eso que R. Sennet (2000) llama “hombre irónico”.
42 Platón aborda el dilema de la enseñabilidad de la virtud y las aporías del aprender en el Menón, el Protá-
goras y el Gorgias.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

Ahora bien, la pretendida educabilidad bién cuestionar las raíces de las identidades
del deseo, esa enseñanza dirigida a desear culturales, denunciando la “mística devo-
más y mejor, que venimos propugnando, ción onfaloscópica” (Sánchez Ferlosio,
nada o muy poco tiene que ver con las 2002, 36) que anida tras la cultura domi-
identidades estáticas, con “los traperos de nante. De esta suerte la desidentificación
las identidades vacantes” (Foucault, 1991, como aspiración de la didáctica crítica enla-
26) y por eso tiene algo de desidentificación za con la impugnación de los mitos cultu-
entendiendo por tal la necesidad de “pen- rales43, haciendo, una vez más, a la didácti-
sar contra uno mismo”, de poner en cues- ca parte de la política de la cultura. Entre
tión las raíces de lo dado comprendiendo ellos los que reposan en el currículo bajo el
su realidad histórico-construida y huyendo género de historias nacionales e identida-
de cualquier esencialismo ahistórico. Desi- des culturales. La hipóstasis de ambos (na-
dentificar equivale a problematizar, a pen- ciones y culturas) comparece como uno de
sar contra las verdades asentadas, contra los principales asuntos que cabe abordar en
las raíces de lo establecido. un didáctica crítico-genealógica44 a fin de
Existe, pues, un sujeto deseable de la di- efectuar esa imprescindible tarea de desi-
dáctica crítica. No es, desde luego, el sujeto dentificación de los alumnos respecto a las
trascendental al estilo kantiano, capaz de la figuraciones ancestrales y fantasmagóricas
autodeterminación y del juicio moral pro- que pesan sobre sus cabezas, combatiendo
pio; más bien el sujeto de un aprendizaje a un tiempo las modalidades más dañinas
crítico-genealógico es el que se experimenta de relativismo cultural, que se presentan a
a sí mismo y se gobierna a sí dentro del haz menudo bajo la petición del principio de
de espacios de poder y saber en los que se tolerancia. No obstante, una cosa es la con-
hace. Como no se cansaba de repetir Fou- dición “inventada” y la debilidad ontológi-
cault, precisamente la genealogía, esto es, el ca de enunciados como “pueblo vasco”, o
pensar históricamente los problemas que “nación española”, o “cultura del vino”, y
nos afectan, constituye, en realidad, una otra muy distinta es la indiscutible fuerza
ontología de nosotros mismos. De ese mo- perfomativa de la acción de las tales creen-
do los postulados de la didáctica crítica (y cias. Pues bien, ahí mismo, en la génesis de
de todo conocimiento que reivindique tal esas creencias, de esas identidades ha de si-
naturaleza) nos devuelven siempre al terre- tuarse la tarea desidentificadora de la di-
no de la gestación de las subjetividades. dáctica crítico-genealógica.
Por tanto, en cierto modo, desidentificar Bien es cierto que el vaciado crítico de
al sujeto de conocimiento es tarea propia las identidades culturales que poseen al su-
de la didáctica crítica. Y ello significa tam- jeto de conocimiento, lo que llamamos de-

43 “El mito de la identidad cultural, distinta e irreductible, postulada para cada pueblo, nación o etnia, la
común condición de los hombres que forman parte de esas etnias, naciones o pueblos, no ya en cuanto
son hombres, sino en cuanto son copartícipes o herederos de tradiciones culturales comunes, quedará
encubierta o eclipsada por el postulado de la irreductible identidad con sus culturas. Cada cultura como
sustancia con la cual se identifica un pueblo, o una nación, o una etnia, pasará de este modo a desempe-
ñar el papel que el tótem desempeñaba entre los pueblos salvajes. Desde este punto de vista, el mito de
la culturas revelaría, y paradójicamente, entre otras cosas, el salvajismo sui generis, refluyente, de la hu-
manidad contemporánea. No es de extrañar, según esto, que la reivindicación de la dignidad cultural
del salvajismo (por ejemplo, la recuperación de las etnias amazónicas) constituya uno de los objetivos de
la Antropología cultural del presente cuando se guía por el siguiente lema de Lévi-Strauss: ‹‹salvaje es el
que llama a otro salvaje››” (Bueno, 1997, 28).
44 En Fedicaria es asunto ya tocado en todos los proyectos curriculares de los grupos fundadores, y es ob-
jeto monográfico de uno de los números de Con-Ciencia Social y de los trabajos y proyecto de tesis de A.
Martín. También de P. Gimeno (2005) que viene a defender la posición de Habermas acerca del célebre
patriotismo constitucional.

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sidentificación (en sentido figurado), des- ma cultural y como necesidad de tolerancia


pierta en él deseos de reidentificación, da- es ocultar cuál equivale a esconder real-
do que sin lazos de pertenencia no es posi- mente el problema; para evitarlo es preciso
ble imaginar el devenir humano, y este im- poner la cultura en su sitio y al capitalismo
pulso suele ser más cierto y acuciante aún en el suyo.
en las edades escolares. De ahí que la di-
dáctica crítica, a fin de asegurar una cierta
seguridad ontológica y evitar los efectos in- Colofón
deseables de las personalidades vacías, fle-
xibles, inconsistentes y postmodernas, De todo lo anterior se desprende que
constructivistas, ha de generar procesos de una didáctica crítico-genealógica (que pre-
reidentificación y de nuevas subjetividades supone una determinada impugnación de
mediante una conducción del deseo hacia la cultura, el empleo de la historia como ge-
un aprendizaje de desear más y mejor en el nealogía de los problemas del presente, y la
camino en el que las nuevas identidades se inserción de lo didáctico como faceta de la
soportan en nuevas ideas y valores. Nuevas política de la cultura) apunta al centro de
ideas, nuevos valores y nuevos sujetos fa- una tarea que, como se vio, resulta ardua:
cultados para cuestionar su propio pensa- la educación histórica del deseo. En ese te-
miento y comprender que, en algún grado, rritorio teórico-práctico se dan cita reflexio-
todos somos, respecto a nosotros mismos, nes contracorriente en torno a la sociedad
extranjeros. actual, dudas más que razonables a propó-
Todos somos extranjeros45 era el título de sito de las virtudes de la escuela del capita-
una de las unidades didácticas de uno de lismo y experiencias ocasionales de nuevos
nuestros proyectos alternativos para la en- materiales, nuevos escenarios de desescola-
señanza de las Ciencias Sociales, y bien pu- rización, y nuevas experiencias de subjeti-
diera convertirse hoy en un programa o vación, que actuarían como alimentación
proyecto de didáctica crítica, que tomara la acumulativa, sin orden de preferencia, de
percepción de la inmigración y las identi- teoría y práctica, de pensamiento y acción.
dades territoriales como base de procesos Precisamente la didáctica que propugna-
críticos de “desidentificación”, de construc- mos se emplaza en un lugar suprainstitu-
ción de nuevas subjetividades críticas por cional, extraoficial y no predefinido episte-
encima del esencialismo cultural y territo- mológicamente, donde se cruzan el pensar
rial, por encima de las respuesta racistas, y el hacer, la necesidad y el deseo. Ahí, en
xenófobas o nacionalistas excluyentes que los espacios públicos escolares, nos forja-
tan extendidas se encuentren en nuestra vi- mos, nos experimentamos, como sujetos de
da cotidiana. Y también, por qué no decirlo, un conocimiento y de una práctica; es allí
por encima y más allá del umbral del pen- donde proponemos generar elementos ra-
samiento políticamente correcto, que con- cionales y afectivos susceptibles de dispo-
funde la crítica con un canon simplista, ur- ner reflexiones y experiencias anticipato-
dido de tópicos y retórica para quedar bien rias, siempre parciales y provisionales, ins-
en público y en las encuestas46. Insistir una piradoras de momentos de con-ciencia (y
y otra vez en la inmigración como proble- práctica) social crítica.

45 Título, a su vez, de una de las unidades didácticas del Proyecto Cronos, uno de los proyectos de enseñan-
za de las ciencias sociales que se gestó y aplicó durante la década de los años noventa, y que con otros
grupos de parecido tenor dio origen a Fedicaria en 1995.
46 El asunto es grave y se trasparenta en las encuestas del CIS sobre la percepción de la inmigración. En
ellas hay un racismo “oculto”, pues se contesta lo que conviene, pero luego en otras respuestas compa-
rece lo que realmente se piensa. Las mismas encuestas son en realidad una trampa, pues predeterminan
qué respuesta es la correcta o no. Las encuestas, pues, “ponen” y “enuncian” el “problema”.

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TEMA DEL AÑO Didáctica crítica. Allí donde se encuentran la necesidad y el deseo

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