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Si la tarea que nos proponemos es escribir un relato, el primer y quizá más importante
criterio sea el más corriente: leer relatos, muchos relatos y comenzar a escribir algunos.
Entre otras porque es imposible ganar un estilo, firmar con nuestro nombre una obra, sin
haber atendido cómo, los demás, han adquirido el suyo para suscribir lo que han hecho;
también, porque los relatos tratan de la experiencia y la experiencia es lo que nos pasa y lo
Comparto unas ideas que de algún modo he venido asimilando a partir de los relatos
Podríamos aventurar una noción: el relato trata de una escritura o de una historia,
relación, se la cuenta a otros. Parece que el humano es el ser que quiere compartir sus
aventura que sucedió en carne propia; como si fuera una gracia (y parece que lo es) que los
Se puede considerar, además, que esta escritura o narración del relato “deja ver” no
solo aquel suceso, episodio, etc. Tampoco cuida, únicamente, la posible seducción a un
potencial lector, pues no se puede varar en la construcción de efectos y nada más. El relato
ha de decir sutilmente o no, aquello que piensa quien lo re - lata, lo re-hace, en una palabra,
lo narra. Es dable, entonces que, con ello, diga su punto de vista acerca de, por ejemplo, la
sociedad, la cultura, incluso la educación: aquellos asuntos que aún sin que traten de una
autoimposición de quien cuenta su experiencia, deja en evidencia, pues salvo contadas
excepciones, en el mundo del Siglo XXI, estas tres categorías (sociedad, cultura y
educación) corresponden a ámbitos vividos por todos desde niños. Claro, también es
posible, se podrá argumentar, que se impongan otros temas a quien narra, dado que ¡Somos
Quien relata una historia, ha de considerar, también, que su relato exige una textura
sobre aquello que es narrado; tal invitación se brinda para ser degustada, en cada detalle y
en su apariencia general.
El relato, como toda narración ha de tener, en el sentido que lo vamos estudiando, una
como tampoco podrá ser tan breve que deje solo iniciada una narración. Vale aclarar, que la
completar la narración; de hecho, hay relatos escritos con muy pocas palabras que son
páginas y no por ello pierden el atractivo que lleva al lector o al escucha a continuar
atendiendo con felicidad la narración que con cada palabra va descubriendo. La medida
justa, es justa con la historia que es narrada y con el lector que asume la bondad de su
lectura.