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Ofuscado y molesto, prosigue con su resistencia, está vez con insultos discriminatorios y
racistas.
Cotrina Gómez continuó insultando a los serenos, quienes no tuvieron más opción que llamar a
la Policía Nacional del Perú, quienes lo trasladaron hacia la comisaría de Magdalena del Mar. Allí
continuó agrediendo verbalmente a los trabajadores municipales e incluso a los efectivos de la
Policía.
El intervenido dijo que padecía una enfermedad que le impedía utilizar la mascarilla, aunque no
mostró ninguna prueba al respecto, por lo que los efectivos policiales le impusieron una multa de
344 soles por no utilizar la mascarilla y lo dejaron en libertad.
Ante esta situación, la Municipalidad de Magdalena del Mar expresó su rechazo a los calificativos
racistas proferidos por el intervenido y respaldó el trabajo de los serenos. Agregaron que la comuna
está evaluando iniciar acciones legales a través de su Procuraduría Pública Municipal.
El sujeto fue intervenido por la Policía y se le impuso una multa de 344 soles, además podría
afrontar una denuncia por parte de la comuna de Magdalena.
Me gritaron negra
(Testimonio)
Por Victoria Santa Cruz
Voy a contar una cosa que está
ligada a mi poema Me gritaron
negra. Está ligado a algo que
me sucedió cuando, como digo
en mi poema tenía siete años,
cinco años apenas. Nací en La
Victoria, donde vivía, en
Sebastián Barranca. Las chicas
eran todas mestizas, yo era la
única negra y, me acuerdo que
en una oportunidad se muda,
viene a vivir al barrio una
familia muy blanca, la chiquita era gringuita y cuando salgo yo a jugar, la gringuita me
mira y dice: “Si esa negrita juega, yo me voy”. Bueno digo yo está acaba de llegar y ya
está poniendo reglas. Cuál sería mi sorpresa cuando mis amigas me dicen: “Vete
victoria”. ¡Ah! una puñalada es una caricia comparada con aquello que me pasó. Yo no
sabía que era ser negra. Y cuando digo no sabía que era ser negra no estoy hablando del
color sino lo que eso implicaba. Y me retiraron y fue muy doloroso y nació en mí una
cosa de revancha terrible, porque a partir de ese momento empecé a odiar, que si
alguien me ponía una ametralladora iba a matar blancos. Felizmente nadie me la puso.
Pero ¿qué pasó? ¿qué pasó? Y por eso, repito y por eso, mi mensaje. Por momentos yo
decía mientras seguía viviendo y seguía creciendo “que fuerte soy porque odio” y lo
grave del caso es que había algo dentro de mí que no decía nada y yo sabía que estaba
mintiendo. Entonces hoy se quién soy, hoy nadie me puede insultar. Y hoy sé qué cosa
es compartir y hoy sé que tenemos un compromiso. El que no es leal consigo mismo no
puede ser leal con nadie.
Alienación
(cuento, fragmento)
Los tres ya se han disculpado – previa avalancha de críticas – “si alguien se sintió
ofendido”. Chávez incluso agregó que retira sus palabras para que no sean una cortina
de humo. A su manera, los involucrados han intentado zanjar el tema. Pero, claro, no lo
está. En los tres casos se han iniciado investigaciones a nivel penal, administrativo o en
la Comisión de Ética del parlamento.
La discriminación es un delito en el Perú desde hace veinte años, pero todos los días se
manifiesta en comentarios, burlas o agresiones por causas raciales, religiosas, sexuales,
culturales y otras nueve motivaciones para menoscabar los derechos de las personas.
Solo en el 2019, el Ministerio Público registró 526 denuncias por el delito de
discriminación en el país. Es decir, más de un caso por día. Aunque fue un incremento
del 59% de denuncias respecto al año anterior (hubo 331 en el 2018), hay una amplia
brecha entre los actos racistas que se perpetran y los que llegan a un tribunal. De hecho,
según la II Encuesta Nacional de Derechos Humanos de Ipsos, elaborada a solicitud del
Ministerio de Justicia y publicada en diciembre pasado, 1 de cada 3 peruanos fue
víctima de discriminación en el último año, principalmente en la calle, hospitales o
centros de labores. Del total, apenas el 12% de agraviados hizo un reclamo o denuncia
formal.
EN MANOS DE LA VÍCTIMA
Para Percy Castillo, adjunto para los Derechos Humanos y Personas con Discapacidad
de la Defensoría del Pueblo, esta brecha responde a que las normas vigentes cargan a la
víctima toda la responsabilidad para interponer la denuncia y presentar pruebas en
procesos largos y agotadores. Eso sin considerar la interiorización y normalización del
racismo en el país.
“Ir a la vía penal es engorroso. Los tipos penales exigen que sea el agraviado
directamente el que denuncie y eso involucra la decisión personal de llevar a cabo el
caso, con el desgaste de tiempo, dinero e incluso revictimización. A eso se suma que
hay problemas por las pruebas, no siempre se va a contar con un video a la
mano”, dijo a El Comercio.
“En el delito de injuria, la persona presenta una querella por el insulto recibido, pero
es un tema genérico. La injuria racista genera un discurso tan potente que puede
terminar en el asesinato de personas como ha ocurrido este año en Estados con el caso
del ciudadano George Floyd. El genocidio en Ruanda [ocurrido en 1995] empezó con
insultos entre hutus y tutsis y terminó en una masacre de más de un millón de
personas”, dijo.
La importancia de tomar en cuenta los insultos o agravios por motivos étnicos raciales
es que son solo la punta del iceberg de un problema social arraigado en el país que
derivan en desigualdades sociales, educativas y laborales. “No es un tema de humor,
una frase política o interpersonal. Detrás se esconde que aún hay grupos que se ven
jerárquicamente superiores o otros peruanos. Eso nos retrasa como país”, sostiene.
Por otro lado, Castillo recuerda que el Código de Ética de la Función Pública, de
cumplimiento obligatorio para trabajadores del Estado, prohíbe expresamente la
discriminación. Por lo que, si la vía penal es lenta, el proceso administrativo puede
permitir una sanción efectiva contra los funcionarios que hayan cometido
discriminación o racismo.
CAMBIO DE LÓGICA
El último 4 de junio, el Ejecutivo presentó el Proyecto de Ley 5442, Ley de promoción
de la diversidad cultural para la prevención y sanción del racismo y la discriminación
étnico racial que propone penas efectivas de hasta 4 años de cárcel por la incitación
al odio racista.
De acuerdo con Oré, la propuesta cambia la lógica de que todo el peso de la denuncia
recaiga sobre la víctima. Según dijo a este Diario, el proyecto se enmarca en la
recomendación del Comité de las Naciones Unidas para la Erradicación de la
Discriminación Racial que, en el 2018, aconsejó al Perú incorporar en su legislación un
delito específico sobre incitación al odio racial, como conceptúa la normativa
internacional.
La iniciativa propone incorporar el artículo 323-A al Código penal para elevar la pena
privativa de la liberta de 2 a 4 años para “el que, por sí o mediante terceros, por
cualquier medio, difunde o promueve ideas basadas en superioridad o en el odio étnico-
racial”. En caso de que el agente haga referencia directa o indirectamente a la violencia
física o mental, utilice tecnologías o medios de comunicación o sea un funcionario
público, la sanción sería de hasta 5 años de cárcel e inhabilitación.