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"Que me pongan multa, mi viejo la paga": Sujeto

se negó a utilizar mascarilla e insultó a serenos


El incidente se registró en el  malecón Miguel Grau, cuando serenos
de Magdalena advirtieron que el hombre paseaba a su mascota sin utilizar  la mascarilla
obligatoria. Al pedirle que se coloque este implemento, el infractor respondió con insultos
racistas contra los trabajadores municipales.

28 de agosto del 2020 9:13 PM


Redacción RPP

Serenos del distrito de Magdalena


del Mar fueron agredidos
verbalmente y discriminados por un
hombre que paseaba a su mascota
por un parque de esa
jurisdicción, sin usar la mascarilla
obligatoria, exponiendo la vida de
los vecinos a un contagio del nuevo
coronavirus.

El incidente fue registrado en video


por uno de los serenos en | Fuente: Municipalidad de Magdalena del Mar
el malecón Miguel Grau, donde Arón José Cotrina Gómez se negó en reiteradas oportunidades a
ponerse la mascarilla obligatoria, pese al pedido de los representantes de la autoridad municipal.

“No es obligatorio (usar mascarilla), yo sé mis derechos. Que me pongan multa, mi viejo


la paga. No me voy a ir a mi casa porque mi perro está paseando, no me molesten. Son
unos serranos igualados”, se le escucha gritar al individuo.

Ofuscado y molesto, prosigue con su resistencia, está vez con insultos discriminatorios y
racistas.

—Si no se quiere ponerse su mascarilla, retírese, señor, por favor.


—¡No me jodas! Serrano de mierda, indio asqueroso, eso es lo que eres.
—Ya señor, no hay problema, todo lo que usted quiera insultar, pero retírese por favor.
—Vienen a joder acá, Cállate serrano de mierda.
—Ya retírese por favor,
—Cállate serrano de mierda, no me jodan, yo voy a seguir paseando con mi perro, me
siguen y me importa un pepino si me siguen y me graban. Porque es la verdad.
—Nadie le está insultando, señor. Usted no tiene derecho a insultar a otras personas.
—No me jodan huevones, a mí no me jodan.
—Póngase su mascarilla, nada más señor.

Cotrina Gómez continuó insultando a los serenos, quienes no tuvieron más opción que llamar a
la Policía Nacional del Perú, quienes lo trasladaron hacia la comisaría de Magdalena del Mar. Allí
continuó agrediendo verbalmente a los trabajadores municipales e incluso a los efectivos de la
Policía.

El intervenido dijo que padecía una enfermedad que le impedía utilizar la mascarilla, aunque no
mostró ninguna prueba al respecto, por lo que los efectivos policiales le impusieron una multa de
344 soles por no utilizar la mascarilla y lo dejaron en libertad.
Ante esta situación, la Municipalidad de Magdalena del Mar expresó su rechazo a los calificativos
racistas proferidos por el intervenido y respaldó el trabajo de los serenos. Agregaron que la comuna
está evaluando iniciar acciones legales a través de su Procuraduría Pública Municipal.

El pasado 3 de abril, el presidente Martín Vizcarra anunció que el uso de mascarillas sería


obligatorio para todos los ciudadanos que necesiten salir por necesidades básicas a la calle , esta
normativa no ha sido variada y continúa vigente, pues el país aún continúa en estado de emergencia
por la COVID-19.

El sujeto fue intervenido por la Policía y se le impuso una multa de 344 soles, además podría
afrontar una denuncia por parte de la comuna de Magdalena.

Me gritaron negra
(Testimonio)
Por Victoria Santa Cruz
Voy a contar una cosa que está
ligada a mi poema Me gritaron
negra. Está ligado a algo que
me sucedió cuando, como digo
en mi poema tenía siete años,
cinco años apenas. Nací en La
Victoria, donde vivía, en
Sebastián Barranca. Las chicas
eran todas mestizas, yo era la
única negra y, me acuerdo que
en una oportunidad se muda,
viene a vivir al barrio una
familia muy blanca, la chiquita era gringuita y cuando salgo yo a jugar, la gringuita me
mira y dice: “Si esa negrita juega, yo me voy”. Bueno digo yo está acaba de llegar y ya
está poniendo reglas. Cuál sería mi sorpresa cuando mis amigas me dicen: “Vete
victoria”. ¡Ah! una puñalada es una caricia comparada con aquello que me pasó. Yo no
sabía que era ser negra. Y cuando digo no sabía que era ser negra no estoy hablando del
color sino lo que eso implicaba. Y me retiraron y fue muy doloroso y nació en mí una
cosa de revancha terrible, porque a partir de ese momento empecé a odiar, que si
alguien me ponía una ametralladora iba a matar blancos. Felizmente nadie me la puso.
Pero ¿qué pasó? ¿qué pasó? Y por eso, repito y por eso, mi mensaje. Por momentos yo
decía mientras seguía viviendo y seguía creciendo “que fuerte soy porque odio” y lo
grave del caso es que había algo dentro de mí que no decía nada y yo sabía que estaba
mintiendo. Entonces hoy se quién soy, hoy nadie me puede insultar. Y hoy sé qué cosa
es compartir y hoy sé que tenemos un compromiso. El que no es leal consigo mismo no
puede ser leal con nadie.
Alienación
(cuento, fragmento)

A pesar de ser zambo y de


llamarse López, quería parecerse
cada vez menos a un zaguero de
Alianza Lima y cada vez más a un
rubio de Filadelfia. La vida se
encargó de enseñarle que si quería
triunfar en una ciudad colonial
más valía saltar las etapas
intermediarias y ser antes que un
blanquito de acá un gringo de allá.
Toda su tarea en los años que lo
conocí consistió en deslopizarse y
deszambarse lo más pronto
posible y en americanizarse antes
de que le cayera el huaico y lo convirtiera para siempre, digamos, en un portero de
banco o en un chofer de colectivo. Tuvo que empezar por matar al peruano que había en
él y por coger algo de cada gringo que conoció. Con el botín se compuso una nueva
persona, un ser hecho de retazos, que no era ni zambo ni gringo, el resultado de un cruce
contranatura, algo que su vehemencia hizo derivar, para su desgracia, de sueño rosado a
pesadilla infernal.
Pero no anticipemos. Precisemos que se llamaba Roberto, que años después se le
conoció por Boby, pero que en los últimos documentos oficiales figura con el nombre
de Bob. En su ascensión vertiginosa hacia la nada fue perdiendo en cada etapa una
sílaba de su nombre.
Todo empezó la tarde en que un grupo de blanquiñosos jugábamos con una pelota
en la plaza Bolognesi. Era la época de las vacaciones escolares y los muchachos que
vivíamos en los chalets vecinos, hombres y mujeres, nos reuníamos allí para hacer algo
con esas interminables tardes de verano. Roberto iba también a la plaza, a pesar de
estudiar en un colegio fiscal y de no vivir en chalet sino en el último callejón que
quedaba en el barrio. Iba a ver jugar a las muchachas y a ser saludado por algún
blanquito que lo había visto crecer en esas calles y sabía que era hijo de la lavandera.
Pero en realidad, como todos nosotros, iba para ver a Queca. Todos estábamos
enamorados de Queca, que ya llevaba dos años siendo elegida reina en las
representaciones de fin de curso. Queca no estudiaba con las monjas alemanas del Santa
Úrsula, ni con las norteamericanas del Villa María, sino con las españolas de la
Reparación, pero eso nos tenía sin cuidado, así como que su padre fuera un empleadito
que iba a trabajar en ómnibus o que su casa tuviera un solo piso y geranios en lugar de
rosas. Lo que contaba entonces era su tez capulí, sus ojos verdes, su melena castaña, su
manera de correr, de reír, de saltar y sus invencibles piernas, siempre descubiertas y
doradas y que con el tiempo serían legendarias.
Roberto iba sólo a verla jugar, pues ni los mozos que venían de otros barrios de
Miraflores y más tarde de San Isidro y de Barranco lograban atraer su atención. Peluca
Rodríguez se lanzó una vez de la rama más alta de un ficus, Lucas de Tramontana vino
en una reluciente moto que tenía ocho faros, el chancho Gómez le rompió la nariz a un
heladero que se atrevió a silbarnos, Armando Wolff estrenó varios ternos de lanilla y
hasta se puso corbata de mariposa. Pero no obtuvieron el menor favor de Queca. Queca
no le hacía caso a nadie, le gustaba conversar con todos, correr, brincar, reír, jugar al
vóleibol y dejar al anochecer a esa banda de adolescentes sumidos en profundas
tristezas sexuales que sólo la mano caritativa, entre las sábanas blancas, consolaba.
Fue una fatídica bola la que alguien arrojó esa tarde y que Queca no llegó a
alcanzar y que rodó hacia la banca donde Roberto, solitario, observaba. ¡Era la ocasión
que esperaba desde hacía tanto tiempo! De un salto aterrizó en el césped, gateó entre los
macizos de flores, saltó el seto de granadilla, metió los pies en una acequia y atrapó la
pelota que estaba a punto de terminar en las ruedas de un auto. Pero cuando se la
alcanzaba, Queca, que estiraba ya las manos, pareció cambiar de lente, observar algo
que nunca había mirado, un ser retaco, oscuro, bembudo y de pelo ensortijado, algo que
tampoco le era desconocido, que había tal vez visto como veía todos los días las bancas
o los ficus, y entonces se apartó aterrorizada.
Roberto no olvidó nunca la frase que pronunció Queca al alejarse a la carrera: “Yo
no juego con zambos”. Estas cinco palabras decidieron su vida.
Todo hombre que sufre se vuelve observador y Roberto siguió yendo a la plaza en los
años siguientes, pero su mirada había perdido toda inocencia. Ya no era el reflejo del
mundo sino el órgano vigilante que cala, elige, califica.
Julio Ramón Ribeyro
Martha Chávez, Aron Cotrina y por qué
sancionar el racismo es tan difícil en el Perú
Recientes denuncias de discriminación han vuelto a poner en evidencia lo arraigado del
problema en el país. Proyecto de ley busca aumentar las penas por este delito.

Por Gladys Pereyra Colchado


gladys.pereyra@comercio.com.pe
Lima, 3 de septiembre de 2020
A la congresista Martha Chávez le
pareció sospechoso que, por sus
“rasgos andinos”, el ex primer
ministro Vicente Zeballos no haya
sido designado a trabajar en
Bolivia. Arón José Cotrina
Gómez, sin mascarilla y con la Martha Chávez y Aron Cotrina han protagonizado hechos
considerados racistas en los últimos días. (GEC /
seguridad de que con el dinero de su Facebook)
padre puede pagar cualquier infracción, usó frases racistas para insultar a los
serenos de Magdalena que le pedían cumplir las normas. Vania Torres, una
medallista de Lima 2019, hizo una cuestionada caracterización de una mujer
andina para sus más de 59 mil seguidores en Instagram. Una legisladora, una
deportista y un transeúnte que en menos de dos semanas fueron denunciados por
racismo.

Los tres ya se han disculpado – previa avalancha de críticas – “si alguien se sintió
ofendido”. Chávez incluso agregó que retira sus palabras para que no sean una cortina
de humo. A su manera, los involucrados han intentado zanjar el tema. Pero, claro, no lo
está. En los tres casos se han iniciado investigaciones a nivel penal, administrativo o en
la Comisión de Ética del parlamento.
La discriminación es un delito en el Perú desde hace veinte años, pero todos los días se
manifiesta en comentarios, burlas o agresiones por causas raciales, religiosas, sexuales,
culturales y otras nueve motivaciones para menoscabar los derechos de las personas.
Solo en el 2019, el Ministerio Público registró 526 denuncias por el delito de
discriminación en el país. Es decir, más de un caso por día. Aunque fue un incremento
del 59% de denuncias respecto al año anterior (hubo 331 en el 2018), hay una amplia
brecha entre los actos racistas que se perpetran y los que llegan a un tribunal. De hecho,
según la II Encuesta Nacional de Derechos Humanos de Ipsos, elaborada a solicitud del
Ministerio de Justicia y publicada en diciembre pasado, 1 de cada 3 peruanos fue
víctima de discriminación en el último año, principalmente en la calle, hospitales o
centros de labores. Del total, apenas el 12% de agraviados hizo un reclamo o denuncia
formal.

EN MANOS DE LA VÍCTIMA
Para Percy Castillo, adjunto para los Derechos Humanos y Personas con Discapacidad
de la Defensoría del Pueblo, esta brecha responde a que las normas vigentes cargan a la
víctima toda la responsabilidad para interponer la denuncia y presentar pruebas en
procesos largos y agotadores. Eso sin considerar la interiorización y normalización del
racismo en el país.
“Ir a la vía penal es engorroso. Los tipos penales exigen que sea el agraviado
directamente el que denuncie y eso involucra la decisión personal de llevar a cabo el
caso, con el desgaste de tiempo, dinero e incluso revictimización. A eso se suma que
hay problemas por las pruebas, no siempre se va a contar con un video a la
mano”, dijo a El Comercio.

Tampoco se garantiza una sanción. Por ejemplo,


en la agresión a Elena Viza, vigía que fue
humillada y por una Zuleika Alatrista en
Arequipa en el año 2019, la fiscalía archivó el
extremo de racismo en la denuncia, quedando
solo el proceso por manejo en estado de ebriedad
y agresión física. La decisión, tomada en febrero
pasado, fue apelada y el caso pasó a una fiscalía
superior, pero aún está lejos de concluir.
Zuleika del Rosario Alatrista Andía seguirá
siendo investigada por el presunto delito de
discriminación en agravio de la obrera Elena
Viza
Gustavo Oré, director de Diversidad Cultural y Eliminación de la Discriminación Racial
del Ministerio de Cultura (Mincul), señala que otra de las limitaciones del Artículo 323
Código Penal [contra la discirminación] es que “tiene un vacío” porque no sanciona
específicamente los discursos, agravios o actitudes que promuevan ideas basadas en
la superioridad o que inciten al odio étnico-racial. El otro mecanismo para denunciar
insultos racistas es el delito de injuria, pero, agrega Oré, tampoco atiende el problema
de fondo.

“En el delito de injuria, la persona presenta una querella por el insulto recibido, pero
es un tema genérico. La injuria racista genera un discurso tan potente que puede
terminar en el asesinato de personas como ha ocurrido este año en Estados con el caso
del ciudadano George Floyd. El genocidio en Ruanda [ocurrido en 1995] empezó con
insultos entre hutus y tutsis y terminó en una masacre de más de un millón de
personas”, dijo.
La importancia de tomar en cuenta los insultos o agravios por motivos étnicos raciales
es que son solo la punta del iceberg de un problema social arraigado en el país que
derivan en desigualdades sociales, educativas y laborales. “No es un tema de humor,
una frase política o interpersonal. Detrás se esconde que aún hay grupos que se ven
jerárquicamente superiores o otros peruanos. Eso nos retrasa como país”, sostiene.
Por otro lado, Castillo recuerda que el Código de Ética de la Función Pública, de
cumplimiento obligatorio para trabajadores del Estado, prohíbe expresamente la
discriminación. Por lo que, si la vía penal es lenta, el proceso administrativo puede
permitir una sanción efectiva contra los funcionarios que hayan cometido
discriminación o racismo.

CAMBIO DE LÓGICA
El último 4 de junio, el Ejecutivo presentó el Proyecto de Ley 5442, Ley de promoción
de la diversidad cultural para la prevención y sanción del racismo y la discriminación
étnico racial que propone penas efectivas de hasta 4 años de cárcel por la incitación
al odio racista.
De acuerdo con Oré, la propuesta cambia la lógica de que todo el peso de la denuncia
recaiga sobre la víctima. Según dijo a este Diario, el proyecto se enmarca en la
recomendación del Comité de las Naciones Unidas para la Erradicación de la
Discriminación Racial que, en el 2018, aconsejó al Perú incorporar en su legislación un
delito específico sobre incitación al odio racial, como conceptúa la normativa
internacional.
La iniciativa propone incorporar el artículo 323-A al Código penal para elevar la pena
privativa de la liberta de 2 a 4 años para “el que, por sí o mediante terceros, por
cualquier medio, difunde o promueve ideas basadas en superioridad o en el odio étnico-
racial”. En caso de que el agente haga referencia directa o indirectamente a la violencia
física o mental, utilice tecnologías o medios de comunicación o sea un funcionario
público, la sanción sería de hasta 5 años de cárcel e inhabilitación.

Proyecto de Ley 5442, Ley de promoción de la diversidad cultural para la prevención y


sanción del racismo y la discriminación étnico racial
Castillo considera que de aprobarse esta ley se abriría la posibilidad para que testigos o
instituciones denuncien cualquier acto o discurso racista, aun cuando el agraviado
decida no seguir el caso. “Esto permitiría que el Ministerio Público, que a veces
denuncia de oficio, actúe sin el riesgo de que durante el proceso el caso se caiga”,
agregó.
El proyecto también incorpora en la Ley de Radio y Televisión la infracción grave por
emisión de mensajes o contenidos basados en motivos étnico-raciales, religiosos,
nacionalidad, edad, sexo, orientación sexual, identidad de género, idioma, entre otros.
Pero el tema va más allá de las sanciones, asegura Oré. Se proponen protocolos
específicos y programas para promover la diversidad y el respeto de los pueblos
indígenas y originarios, población afroperuana, personas de origen o ascendencia
andina, amazónica o afrodescendiente, así como prevenir actos de racismo en
instituciones públicas y privadas. “Se busca que el sector empresarial tenga protocolos
para evitar, por ejemplo, ofertas laborales que soliciten buena presencia y tez clara”,
indica. Asimismo, se busca integrar a todas las entidades públicas o privadas que tienen
potestad en la prevención e investigación de casos.
El proyecto del Ejecutivo, que se encuentra la Comisión de Cultura del Congreso, no es
el único de este tipo. El 11 de junio, la congresista Arlette Contreras presentó
el Proyecto de Ley 5493 para eliminar y sancionar los actos racistas. Su propuesta
considera una pena de hasta 6 años de prisión para quienes, por su función, no
denuncien estos casos ante las autoridades competentes. “En el Perú el color de piel y
el origen étnico continúan todavía marcando las experiencias de vida de millones de
peruanos y peruanas. El racismo es un problema público que no hemos superado como
sociedad”, dijo la parlamentaria durante la sustentación de su iniciativa.
El director de Diversidad Cultural del Mincul considera que ambas iniciativas pueden
debatirse en conjunto e integrarse para alcanzar una ley antes de que termine el año.

CASO MARTHA CHAVEZ


El presidente de la Comisión de Ética, César Gonzales (Somos Perú), aseguró que
abrirán una investigación sobre las declaraciones que dio la legisladora Chávez sobre
Zevallos a raíz de su nombramiento como embajador en la OEA. El tema será propuesto
en la sesión de este sábado.

Martha Chávez retira sus palabras


Al respecto, el funcionario de la cartera de Cultura dijo que el ministerio es respetuoso
de los procedimientos de investigación debido a la inmunidad parlamentaria. No
obstante, calificó de lamentables las frases de la legisladora.
“Sería importantísimo que, si ya ha retirado sus expresiones, la congresista Martha
Chávez lo demuestre con hechos y apoye ella y su bancada la aprobación de este
proyecto de ley”, dijo.

Tomado de: https://elcomercio.pe/lima/sucesos/martha-chavez-aron-cotrina-y-por-que-


sancionar-el-racismo-es-tan-dificil-en-el-peru-discriminacion-noticia/?ref=ecr

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