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5/8/2018 TU CEREBRO INMORTAL | biblioterapeuta

TU CEREBRO INMORTAL
10 ABRIL, 2017 / BIBLIOTERAPEUTA

En los últimos años el Dr. Joe Dispenza se ha interesado mucho


en la remisión espontánea de enfermedades, en casos de
personas diagnosticadas de afecciones como cáncer, diabetes o
raros trastornos genéticos para los cuales la medicina no tenía
cura.

Estudió a gente con trastornos cardiovasculares como taquicardia,


arritmia, hipertensión; a gente que tenía elevados niveles de
colesterol, enfisema, problemas endocrinos como trastornos
tiroideos… Le interesaba saber si existían factores en común entre
estas personas. Descubrió que todas las personas que
experimentaban una remisión espontánea tenían cuatro cosas en
común…

1. INTELIGENCIA ESPIRITUAL.

La primera era que cada persona aceptaba y creía que había una
inteligencia divina que controlaba su cuerpo. Puede que algunos lo llamen inteligencia espiritual y
otros digan que es una mente superior o una mente más profunda pero todos aceptaban que había
una mente mucho más grande que ellos, que realmente sabía más que ellos, y que si conseguían
conectarse con esta inteligencia, quizás se encargaría de curarlos…

Aunque a esta inteligencia mística la llamamos inteligencia espiritual, en realidad no tiene nada de
mística. Es la misma inteligencia que hace que tu corazón lata en este momento. Tu corazón bombea
siete litros y medio de sangre por minuto, más de trescientos setenta y ocho litros de sangre por hora,
late cien mil veces al día, cuarenta millones de veces al año y más de tres mil millones de veces en
una vida. Bombea constantemente sin que tengas que pensar en ello conscientemente. Si consideras
esto, hay un orden, una inteligencia que te da vida…

Lo interesante de esta inteligencia es que tiene una voluntad independiente de tu voluntad. Te da vida
constante y sistemáticamente. Su voluntad trasciende tu voluntad. Su mente trasciende tu mente y
mantienen un orden en el cuerpo físico.

2. TU PENSAMIENTO CONTRIBUYE A TU ENFERMEDAD.

Todos creían que sus pensamientos, su modo de pensar, su mentalidad, a la larga contribuía de
hecho a su enfermedad: si mis pensamientos contribuyen a mi enfermedad, tal vez deba cambiar el
modo de pensar que tuve estos últimos años.

Cada vez que piensas, fabricas una sustancia química. Si tus pensamientos son buenos, elevados o
felices, fabricas sustancias químicas que te hacen sentir bien o feliz. Si tus pensamientos son
negativos o malos, o de inseguridad, fabricas sustancias químicas que te hacen sentir exactamente

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como piensas. Cada sustancia que se libera en el cerebro es literalmente un mensaje que alimenta al
cuerpo físico.

Entonces, tu cuerpo empieza a sentir como piensas. Y cuando empiezas a sentir como piensas
sucede algo asombroso: el cerebro que está en constante comunicación con el cuerpo, consulta con
éste y empieza a pensar de la manera en que sientes; lo que a su vez produce más sustancias
químicas que te permite sentir como piensas y pensar como sientes. Así quedas atrapado en el ciclo
de pensar y sentir entre el cerebro y el cuerpo. La consecuencia indirecta final de esto es que creas
un estado de ser. Y este estado de ser se convierte en tu modo de pensar. En otras palabras, los
sentimientos se han convertido en tu modo de pensar. Y cuando los sentimientos se convierten en tu
modo de pensar, estás atrapado en un ciclo donde el cuerpo literalmente piensa por ti.

Estas personas razonaron: mis pensamientos han creado esta enfermedad y mis pensamientos crean
estas sustancias químicas que me hacen sentir y comportarme de cierta manera, tendré que cambiar
mi modo de pensar. Entonces se propusieron interrumpir el proceso.

3. REINVÉNTATE A TI MISMO.

Estas personas decidieron que para interrumpir su proceso de pensamiento tenían que reinventarse a
sí mismos, tenían que convertirse en otra persona. Y cuando comenzaron a pensar en quiénes
querían ser, pararon el ciclo continuo de reacciones entre pensar y sentir y se hicieron algunas
presuntas importantes: ¿Cómo sería ser una persona feliz? ¿A quién conozco en mi vida que sea
feliz? ¿Qué tendría que cambiar en mí para ser una persona diferente? ¿A quién de la antigüedad
admiro que haya sido magnífico, cuyas cualidades y virtudes pudiera aplicar para empezar a formular
un nuevo ideal de mí mismo?

Estas personas se pusieron a contemplar los supuestos, las posibilidades, los potenciales de quiénes
querían llegar a ser. Y a medida que lo hacían, su cerebro empezó a cambiar. Empezaron a pensar
de otro modo, y el proceso de pensamiento empezó a formar conexiones en su cerebro que se
convirtieron en una plataforma para su modo de ser. De modo que empezaron a acumular
información, empezaron a examinar opciones diferentes al modo de ser que habían sostenido durante
los últimos años de su vida.

4. ESTADO DE FLUJO.

Lo último que tenían en común, el cuarto punto, es que cuando las personas se reinventaron a sí
mismas, pasaban largos ratos sin tener noción del tiempo y del espacio. Se hallaban tan absortos en
lo que estaban pensando, tan sumidas en su metamorfosis que cuando abrían los ojos o encendían la
luz de la habitación o se destapaban los ojos, les había parecido cinco minutos pero, en realidad,
había pasado una hora y media o dos horas. Se habían sumido tanto en lo que pensaban que
perdieron la noción del tiempo y del espacio; perdieron la noción de las reacciones continuas que se
dan entre el cuerpo y el cerebro, perdieron la noción de la respuesta que el cerebro recibe siempre
del entorno, y perdieron la noción del tiempo.

Tu cerebro procesa unos cuatrocientos mil millones de bits de información por segundo pero solo eres
consciente de unos dos mil de estos cuatrocientos mil millones. Esos dos mil bits de información
donde está presente tu conciencia solo tienen que ver con tres cosas: con la respuesta que recibes
del cuerpo (me duele la espalda, tengo hambre…), la respuesta del entorno (hace demasiado frío, me
agrada el olor del ambiente…)y la respuesta en relación con el tiempo (cuánto tiempo pasará hasta
que suceda…). Tu cerebro está inmerso en estas cosas en particular y aunque procese cuatrocientos
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mil millones de bits de información, tu conciencia está puesta solo en esos dos mil. Estas personas
que tuvieron remisiones espontáneas trasladaron su conciencia desde esas cosas en particular a
esos otros bits de información; y al hacerlo, el cerebro empieza a diseñar circuitos nuevos y nuevas
conexiones.

A partir de estos cuatro factores, ¿Qué sucede en el cerebro de estas personas que determinaba lo
que sucedía en su cuerpo físico? ¿Sería posible que hubiese cambiado su mentalidad y que ésta
tuviera un efecto fisiológico en el cuerpo físico?

Algunas de estas personas no eran vegetarianas, no usaban cristales, no ayunaban, no acudían a


terapias alternativas… lo único que hicieron fue cambiar su mentalidad. Y al cambiar su mentalidad,
se produjeron resultados tangibles en sus vidas.

Independientemente de su cultura, de su credo, de su nivel de educación o de su religión, o sexo,


básicamente dijeron: voy a observar un resultado diferente y voy a aferrarme a esta observación
independientemente de la reacción de mi cuerpo, independientemente de la reacción de mi entorno e
independientemente del tiempo.

El lóbulo frontal, la corona de la evolución del ser humano, nos permite hacer esto. El lóbulo frontal te
da permiso para que el pensamiento sea más real que todo lo demás. Te permite aferrarte bien a un
concepto, a una idea, un sueño, independientemente de las circunstancias presentes en el mundo, en
tu cuerpo y las circunstancias relacionadas con el tiempo. Si te das cuenta, estos son los rasgos que
secretamente admiras en los grandes personajes como Martin Luther King o William Wallas; alguien
que tuvo una visión, una idea, y aunque su entorno no estuvo de acuerdo con su pensamiento, éste
era más importante que su entorno.

En la mayoría de las especies de la naturaleza, lo que las hace cambiar son las exposiciones a
ciertos estímulos desfavorables del medio ambiente, ante los cuales tienen que adaptarse para
sobrevivir. Una vez que la especie consigue adaptarse a un entorno específico tras varias
generaciones, esa especie modifica su comportamiento y cambia su genética: esto se llama
evolución. Pero los seres humanos no necesitamos hacer esto. Debido al tamaño del lóbulo frontal y
a nuestra capacidad de especular sobre las posibilidades, preguntarnos sobre los potenciales y
contemplar las eventualidades, podemos inventar nuevas ideas y nuevos modos de ser. Nos da el
privilegio de modificar una conducta en una misma vida, incluso en una semana o un día. Lo único
que necesitas dominar es este arte que se llama observación. Esto permite que ocurra algo
asombroso en tu cerebro: el lóbulo frontal baja el volumen de los estímulos externos, baja el volumen
del cuerpo y baja el volumen del tiempo, y lo único que se vuelve real es tu pensamiento; tu cerebro
se convierte en el amplificador de tu pensamiento. Mientras estés enfocados en algo, todo lo demás
desaparece. Esto hace que se establezcan nuevas conexiones en tu cerebro produciéndose un
cambio físico en el mismo; lo que te permitirá percibir la realidad de otra manera. Empezarás a ver
cosas que ya estaban allí pero que antes no percibías.

Todas las conexiones de tu cerebro es la suma total de lo que eres como individuo. La mayoría de las
personas, en un determinado punto de sus vida, dependen de esos circuitos establecidos y no
aprenden nada nuevo, dejan que los sentimientos se conviertan en su forma de pensar. Y es en este
punto en el que dejas de aprender y empiezas a sentir, cuando vives tus propensiones genéticas; es
entonces cuando vives el futuro predeterminado genéticamente que existe para ti como individuo.

Cuando adquieres un nuevo conocimiento, el cerebro empieza a reestructurarse, empieza a adquirir


nuevos conexiones y nuevos patrones. Si puedes mantener estas conexiones durante un largo

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periodo de tiempo, puedes modificar y cambiar tu comportamiento.

Lo que ocurrió con las personas con remisiones espontáneas es que adquirieron conocimiento y
aplicaron ese conocimiento al plantearse posibilidades, y comprendieron que si podían conectarse
con esa inteligencia, si conseguían igualar su amor por la vida al de esa inteligencia (ya que eso es
continuamente lo que esa inteligencia hace), el hecho de cambiar sus pensamientos causaría un
efecto a nivel fisiológico en su cuerpo. El proceso de reinventarse significaba reorganizar esos
circuitos hacia un nivel más extraordinario de sí mismos. Y así, continuaron repitiéndolo hasta que
ese sistema quedó instalado en su cuerpo, hasta que realmente fueron capaces de SER eso.

Porque una vez que ERES algo, eso se ha fijado permanentemente de modo que ya no tienes que
pensar en ello, produciendo cambios físicos en tu cerebro. Convirtiéndote en un nuevo patrón de ser y
abandonando y renunciando a esa vieja forma de pensar y sentir que estaba muy ligada a tu entorno
y una forma de interpretar el mundo basada en tu viejo “yo”.

Tal vez lo que les sucedió a aquellas personas es que aquellos viejos sentimientos estaban ligados a
viejas experiencias que fueron la verdadera causa de la enfermedad, y tal vez al reinventarse a sí
mismos, las personas se liberaron y dejaron que sus pensamientos fueran más reales que todo lo
demás, creando un nuevo individuo.

Las remisiones espontáneas tal vez no son milagros, en absoluto. Tal vez esas personas se
convirtieron en alguien diferente y tal vez creyeron que esta inteligencia los respaldaría y les daría
vida. Y su vida cambió, y su salud cambió, y su futuro cambio.

La mente pura tiene un efecto directo sobre tu cuerpo físico y sobre la naturaleza de la realidad; y
afecta directamente a la materia. Cuando llevas a cabo estas ideas y las aplicas a tu vida te
conviertes en el científico que evalúa su propia observación. Y tal vez este sea el entendimiento
inicial, el primer entendimiento de lo que significa tener un cerebro inmortal.

Dr. Joe Dispenza, estudió bioquímica en la Universidad de Rutgers en New Brunswick, tiene una
licenciatura en Neurociencias de Evergreen State College en Olympia. También recibió doctorado en
Quiropráctica y postgrado en Life University en Atlanta, (Georgia), donde se graduó magna cum
laude. La formación del Dr. Dispenza de postgrado y educación continua ha sido en neurología; la
función del cerebro y la química, y neurociencia; biología celular, formación de la memoria, el
envejecimiento y la longevidad.

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