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Salud Opciones y Paradigmas. Devora Ferrandini
Salud Opciones y Paradigmas. Devora Ferrandini
El enemigo puede ser un microbio, un gen, una sustancia: el paco, por ejemplo. La
epidemiología argumentará su condición de tal relacionando su frecuencia con la de una
enfermedad, aislando la visión del resto de los fenómenos de la realidad. Y esto se da al
punto tal que si tal agente no se identifica, la tal enfermedad no existe.
Durante años, a partir del brillante desempeño del CDC de Atlanta, se conocieron las
manifestaciones clínicas y los modos de transmisión y las consecuentes estrategias de
prevención del SIDA, pero no fue hasta el aislamiento del retrovirus que el problema
entró en la agenda del mundo, ya pandemia que en algún momento muy previo hubiera
sido evitable. Curioso en un mundo que en el siglo XVIII pudo comprobar como John
Snow logró frenar la epidemia de cólera en Londres sin tener idea de qué cosa fuera un
vibrión, pero estudiando en detalle la vida cotidiana de los londinenses.
Así se “entrena” para la clínica, entendiendo por tal la sucesión de intervenciones sobre
un objeto asumido como suma de partes, sobre las que se actúa para eliminar al
enemigo. Si en la tarea sufre o se pierde el hospedero, el prisionero del enemigo, su
rehén: el enfermo, Se trata de un daño colateral. Legítimo, necesario de asumir: es una
guerra, dudar es inadmisible (una jactancia intelectual, diría Aldo Rico) para el soldado:
sobre todas las cosas debe actuar y eliminar.
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2.
La salud como completo bienestar
/Arriba
Tal vez haya sido el concreto real de la segunda guerra mundial lo que haya empezado a
hacer la precedente metáfora bélica algo insoportable de enunciar. Lo cierto es que la
OMS, surgida en el seno de la ONU, la organización surgida con el objetivo de sostener
la paz en el mundo, elaborará otra definición de salud, que se repite como una letanía
entre los trabajadores del sector. La OMS se referirá a la salud como el estado de
completo bienestar físico, psíquico y social.
El profesor de psiquiatría con quien cursé la materia en el grado, el Dr. Oubiñas, solía
decir que conocía una persona que vivía en ese estado: se trataba de un paciente con una
esquizofrenia paranoide que estaba alojado en el hospital psiquiátrico de Rosario.
Cierta vez, ante la pregunta con la que yo solía provocar a mis alumnos de grado en
términos de si alguno de ellos se sentía así, una jovencita levantó la mano, con absoluta
inconciencia del abrumador desconcierto que provocó entre el resto de sus compañeros.
Me apuré a explicar la situación: “Está enamorada, ya se le va a pasar, no se preocupen:
se trata de un estado de alienación transitoria, autolimitado, que genera inmunidad mas
o menos permanente”. Sólo alienado puede uno vivir en ese estado, y aún una condición
agradable, como la del enamoramiento, puede hacerse incompatible con la vida si uno
persiste en ese estado en que no come, no duerme, y los problemas de la vida no lo
convocan a la acción.
De hecho, creo que fue a José Carlos Escudero a quien le escuché decir que más que
una definición de salud, la de la OMS se parece a una de orgasmo. Situación que
prolongada en el tiempo se convierte en priapismo, entidad dolorosa si las hay. Es que
creo que a esta altura los lectores merecen reírse un poco. Los franceses se refieren al
orgasmo como pequeña muerte, y a veces el término bienestar se sustituye en la
definición por el de equilibrio. Recuerdo de mis iniciales estudios de biología que el
equilibrio se alcanzaba cuando a uno y otro lado de una membrana plasmática la
concentración de iones era la misma, es decir, cuando en la membrana dejaba de
funcionar la bomba de sodio potasio que al desequilibrar la concentración de iones
definía la existencia de vida. ¿Por qué una definición de salud se parece tanto a la
locura y la muerte?
No sé cómo definen la paz las Naciones Unidas, pero si intentamos saberlo por lo que se
ve en la realidad internacional desde su creación, se trata de algo que seguramente no
existe. La Mafalda de Quino se habría referido a las Naciones Unidas como “esos
simpáticos inoperantes”. Así suena la definición de salud de la OMS: simpática e
incapaz de convocar a la acción. La salud como un estado que no existe, un ideal
inalcanzable. El texto completo dice “la salud es el estado de completo bienestar físico,
psíquico y social, y no solo la ausencia de enfermedad”, con lo que no niega la primer
definición y sigue incólume, aunque maquillado, el primer paradigma. Veamos cómo
este maquillaje opera en los distintos campos.
A esta altura mis cautivos lectores estarán pensando algo así como “a ésta no le viene
nada bien”, algo que no voy a ocuparme en negar en relación a otros órdenes de la vida,
no así en el que nos ocupa.
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3.
La salud como capacidad de lucha
/Arriba
La salud como capacidad de lucha por cambiar el estado de las cosas. Una tarea que
requiere de sujetos. Aún el problema epidemiológico existe si hay un actor que lo
produce al identificarlo en la distancia entre lo que vive y lo que desea. No hay modo
entonces de construir un problema sin el deseo, el interés transformador de un actor
sobre su propia realidad. La categoría poder, implícitamente unidireccional en los
modelos hasta aquí descriptos, asume un rol central en la explicación del problema de
salud.
Al respecto los remito en este momento a la lectura del texto “Análisis de la situación de
salud” de Pedro Luis Castellanos. Castellanos desarrolla así la construcción estratégica
del análisis de situación de salud como un momento de la planificación estratégica.
Explicado el problema en sus dimensiones generales, particulares y singulares, la
pregunta del sujeto de la práctica es ¿quién soy yo y qué puedo hacer en relación con
este problema? ¿Qué puedo llegar a poder, es decir cuál es mi/nuestra potencia, en la
medida que mi interés pueda sumarse al de otros actores?
La gestión que conciba de este modo la salud tiene como propósito la constitución de
sujetos: sujetos de los verbos que dirigen sus deseos sujetados en proyectos de
compromisos con otros, para construir la potencia capaz de defender la vida
transformando el mundo, desequilibrándolo en la búsqueda de crecientes grados de
libertad.
Las metodologías que construyen autonomía no son las mismas que las que la sujetan.
Existe una gestión para transformar y existe una gestión para reproducir. Cada una con
sus herramientas y sus modos de explicar la realidad. Cada una útil a distintos actores.
Cada una surgida en su historia en función de una peculiar ideología. Es necesario optar,
y no confundirse.