Está en la página 1de 3

Una Metáfora Errada: el COVID-19 como Enemigo

Autor: Rodolfo A. Escalada


Doctor en Psicología - UNR
Magister en Ciencias Políticas y Sociología - FLACSO

Todos sabemos que reflexionar sobre lo que uno transita siempre es complejo, difícil. Puesto que al
estar atravesado por el aquí y ahora de una situación, la obtención de la información, la
comprensión de la misma, la ansiedad o angustia que me genera la propia situación, dificulta
cualquier análisis. Más al mismo tiempo, la reflexión se transforma, es de alguna manera, un intento
por dar explicación, de construir ese sentido perdido, por ejemplo, por una crisis. Puesto que el
sentido, es una de las primeras cosas que cae ante el poder desestructurante de una crisis.

La humanidad atraviesa por una crisis sin parangón en su historia. Pues ante el avance de la
pandemia, aquellos elementos que han ocupado el lugar de recursos simbólicamente generalizados,
y por tanto organizadores de sentido, vacilan. Y esto es así, porque ésta pandemia aporta dos tipos
muy claros de daños. La muerte en sí misma, motivadora de dolor y espanto, y la desarticulación
social.

Como toda crisis, ésta demanda acción. Una sociedad no puede quedarse quieta demasiado tiempo
esperando ver cómo las cosas ocurren. Por lo tanto comienzan toda una serie de análisis, diseños
de estrategias, tácticas, definición de métodos y búsqueda de técnicas, que permitan hacer frente
a la situación. Éste es el punto en que quiero contribuir con una reflexión (la cual no la planteo como
surgida solo de mi propio pensamiento, puesto que este mes he leído mucho y a distintos autores,
con lo cual lo que surge es inevitablemente el uso de conceptos que en el seno de la pandemia se
van construyendo). Todo ese afronte de la crisis, debe hacerse en un momento histórico donde el
sentido, o bien ha vacilado o se ha perdido. Por tanto, cualquier reflexión para el pasaje a la acción,
requiere la construcción, aunque sea de forma provisoria, de un sentido en el que se pueda hacer
pie. Un sistema de ideas que construya un mundo de representaciones con el cual producir un
anclaje en la relación pasado - presente - futuro. Y dado que el tiempo para el nuevo ordenamiento,
para el restablecimiento o generación de nuevos recursos simbólicamente generalizados, es exiguo,
nos vemos en la necesidad de apelar a metáforas. Ellas nos permiten hacer pie, dar sentido a las
prácticas que llevaremos adelante.

El título de este breve documento, lo que para mí es un equívoco, la construcción de sentido en la


actual crisis apelando a una metáfora, el COVID-19 como enemigo. Si el COVID-19 es un enemigo,
entonces estamos en guerra, puesto que el virus tiene la capacidad de enfermarnos y
eventualmente matarnos. Se genera así un imaginario en que surgen dos grandes bandos, por un
lado el COVID-19 poseedor de un armamento biológico nuevo y desconocido (el enemigo invisible
como se escucha), y del otro lado la humanidad, que batalla en inferioridad de condiciones, toda
vez que no poseemos los conocimientos suficientes para contrarrestas el armamento biológico del
nuevo enemigo (al menos por ahora). Así, esta metáfora, sus estrategias y sus tácticas despliegan
un teatro de operaciones semejante a lo bélico. En síntesis se instituye al virus como un otro, distinto
de mí que no solo es un asesino, sino que además hace que nuestras economías se desplomen,

22/04/20
aumentando el drama del desempleo, la pobreza, y a su vez la factibilidad de más muertes
vinculadas a tales daños.

Ahora bien, ¿el COVID-19 nos puede matar? Sí. ¿Necesitamos llevar adelante cuarentenas para
reducir el contagio, disminuir los contagios, prolongar la curva de contagios, preparar así con más
tiempo los sistemas de salud y finalmente reducir las muertes? Sí. ¿Tenemos que trabajar para
producir medicamentos con los cuales se pueda tratar a los enfermos y producir vacunas? Sí. A todo
se puede responder que sí.

Luego, analicemos algo. Todo enemigo busca a su enemigo para dañarlo o matarlo. El virus, ¿nos
busca? ¿El virus se desplaza de país en país para contagiar a las poblaciones? ¿Acaso cruzó volando
o nadando por recursos propios el Océano Atlántico? Por ridículas que parezcan las preguntas, todas
deben responderse con un, “no”. El virus no tiene voluntad propia. Es algo que en términos
biológicos, tal como nosotros existe. En rigor somos nosotros quienes los hemos propagado. Y los
medios de propagación son muchos y muy variados. Comienzo por las decisiones políticas. Si bien
la considero como falsa dicotomía, el análisis sobre si se privilegia la salud o la economía, es uno de
los principales “propagadores de los contagios”. Los datos están a la vista sobre lo que ha ocurrido
en los países que demoraron en disponer estrategias de distanciamiento social. El comportamiento
(cuasi patológicos) de algunos líderes políticos frente al virus, negando la relevancia del problema,
descalificando a quienes llevaban el mensaje de lo que estaba por ocurrir (y que sistemáticamente
ocurrió), son “propagadores de los contagios”. La falta de inversión en los sistemas de salud de las
naciones y a nivel mundial, es otra de las razones. La lógica de mercado que estructura a la salud
como un negocio, es contraria a las necesidades de las poblaciones. La lógica del encierro y no
cooperación entre países, que fue tomando sus versiones más pequeñas y vernáculas en las que
algunos pueblos han bloqueado el acceso por las rutas a fin de que no se pueda acceder. Tales
modelos mentales son la materialización de una lógica amigo / enemigo. En la que como gran
enemigo, es un enemigo invisible. Lo que sí puedo visibilizar son las personas que se infectan. Creo
que la falla de la metáfora del COVID-19 como enemigo, se cifra en el punto que le da al virus una
otredad que nos permite descansar en la lógica que sabemos con quién tenemos que pelear. Pero
este enemigo, no solo es invisible, el ciego, sordo, mudo, no piensa, carece de voluntad, no formula
un plan de aniquilación planetaria. ¿El virus tiene la capacidad de enfermarnos y matarnos? Sí, pero
siempre sobre la base de acciones humanas. Muchas de las cuales, tal como la toma de decisión
política, son definitorias. En este sentido uno podría decir, que las decisiones tomadas en algunos
países, han producido muertes.

La metáfora del enemigo permite de una u otra manera sentirnos más tranquilos, ya que la
responsabilidad (culpa en realidad), la tiene otro. Modelo ampliamente extendido en una sociedad
ultra individualista como la de hoy. Un colega decía el otro día que algunas cuestiones que se están
dando, en verdad ya estaban allí, solo que la pandemia actúa como un catalizador. Acelera los
procesos. Tanto los constructivos como los destructivos. Si nos seguimos guiando en la lógica del
enemigo, exigiremos Gobiernos fuertes que sepan qué hacer ante el surgimiento del próximo nuevo
enemigo. Lógica ya existente, particularmente si se observa los componentes fuertemente
autoritarios que están surgiendo en países de tradiciones democráticas.

Hago finalmente, una apelación al “Nosotros”. El COVID-19 no es un enemigo, al igual que no lo han
sido otros virus que tuvieron dimensiones y consecuencias catastróficas para la humanidad. Es parte

22/04/20
de la naturaleza. Una parte que está allí y depende de nosotros, sobre qué tipo de representaciones
tenemos de la naturaleza y nuestra relación con ella, que podremos desplegar estrategias
superadoras. No tenemos que hacer cuarentena porque alguien nos la impone para defendernos
de un enemigo. La tenemos que hacer bajo un principio de cuidado personal y solidaridad con el
otro, pues somos nosotros quien portaremos, trasladaremos y contagiaremos a las demás personas.
Somos nosotros quienes debemos asumir que nuestros comportamientos nos dañan a nosotros
mismos. Que en el infectado no hay un enemigo, hay otro. Que un/a médico/a no hay un enemigo/a
porque puede contagiarnos, hay alguien que está tratando de ayudarnos… a nosotros.

La recuperación de un Nosotros, del paso a una nueva versión de construcciones colectivas, es una
representación de base posible, que no solo nos permitirá atravesar esta crisis, sino comenzar a
visualizar donde nosotros hemos construidos nuestras propias trampas en tanto sociedad. Una
cuarentena desde la lógica del enemigo, reproduce las lógicas que precisamente han dado paso a
las formas de construcción política, con las cuales luego se toman decisiones que pueden matar. Si
hacemos una cuarentena porque nos responsabilizamos que los modelos y prácticas sociales que
nosotros hemos construido son el principal problema, a futuro podremos dar paso a modos más
colaborativos y le estaremos exigiendo a nuestros Gobiernos que nos escuchen… a nosotros!!!

22/04/20

También podría gustarte