Está en la página 1de 6

Sin periodistas no hay periodismo

Redacción vacía de la BBC en Londres. SUZANNE PLUNKETT / REUTERS


La crisis económica y la revolución digital a la que se enfrenta el propio sector
periodístico dejan un panorama desolador en la profesión cuando más
información, rigor y defensa de los valores democráticos necesita esta sociedad.

COMPARTIR share
La Marea
04 abril 2019
Una lectura de 12 minutos
Artículo incluido en #LaMarea69: ¡Se necesitan periodistas! Puedes
comprar la revista en nuestra tienda online. Y puedes suscribirte aquí.

Cuenta la periodista Imma Muñoz, que ha trabajado durante buena parte de su


vida en El Periódico de Catalunya, que ya no quiere ser periodista. La afirmación,
por dura que parezca, no es aislada en la profesión. Ni tampoco reciente. Uno
de los primeros reporteros a los que llamamos para participar en #LaMarea69:
¡Se necesitan periodistas!, realizado por profesionales afectados por
Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) en los últimos años o,
simplemente, en situación de precariedad, rechazó la propuesta porque estaba
estudiando. “No tengo tiempo. Quiero centrarme en las oposiciones cuanto
antes, que creo que es la única manera de recuperar la dignidad en el trabajo”,
respondió. Tiene unos 50 años y, hasta hace solo unos meses, no ha hecho otra
cosa que periodismo. Profesionales como él y como Imma Muñoz están
cursando actualmente un máster para ser profesor o profesora de
Secundaria. Luego vendrán las oposiciones, con las que, si hay suerte, pasarán
de trabajar en un periódico, en una radio o en una tele a trabajar en un colegio.

Es uno de los caminos de reconversión de una profesión noqueada por la


crisis y la revolución digital, desprestigiada e incluso, a veces,
insuficientemente valorada por los propios y las propias profesionales debido al
hartazgo y la impotencia ante un panorama desolador. “Si yo no sé hacer otra
cosa, ¿dónde voy?”, “Si al menos supiera hacer algo…”, “No sé curar a la gente,
ni hacer casas, médicos siempre vamos a necesitar, ¿pero qué hacemos los
periodistas?”… Si tenéis o habéis tenido a alguno cerca, es probable que le
hayáis escuchado pronunciar frases como las anteriores. ¿Pero acaso hacer
periodismo no es saber hacer algo? ¿Acaso el periodismo no es una profesión
imprescindible para la calidad democrática de una sociedad? ¿Por qué se está
prescindiendo del periodismo cuando más lo necesitamos?

Claro que los periodistas y las periodistas no saben hacer casas, ni pleitear en
un juicio, ni curar a la gente –aunque habrá excepciones, por si alguien se
ofende–, pero sí saben hacer periodismo. Y no todo el mundo, al igual que ocurre
con otras profesiones, sabe hacerlo. Basta echar un vistazo a las tertulias
televisivas, pero también a los periódicos, donde, cada vez más, los clicks y la
rapidez se imponen a la reflexión y la veracidad. Y claro que salvar a alguien
que se debate entre la vida y la muerte tras intentar cruzar el Mediterráneo no se
puede comparar con escribir un reportaje sobre ello. Pero sin ese reportaje, sin
ese periodista, sin esa fotoperiodista, es probable que nadie se entere de que
hay gente que se está muriendo en mitad del mar y que, en consecuencia, no
cambien las cosas.

Este número de La Marea en papel, por tanto, no es una recopilación de


reportajes y artículos de periodistas en paro. Este número es una
reivindicación del oficio. Porque sin periodistas, no hay periodismo. Y sin
periodismo no hay democracia. Así tituló recientemente un artículo el abogado
Valentín Aguilar, miembro de la Subcomisión de Derecho Penitenciario del
Consejo General de la Abogacía Española, sobre la inexistencia de entrevistas
autorizadas a personas en prisión. Por cierto, acaba de salir el libro Tres días en
la cárcel (Plaza & Janés), un diálogo entre el presidente de Òmnium Cultural,
Jordi Cuixart, y la periodista Gemma Nierga. “Como no nos han dejado entrar
ningún sistema de grabación, hemos tenido que anotar en directo sus palabras.
Es así como he conocido a Jordi Cuixart, en una sala llena de cabinas
transparentes, siempre con un cristal de por medio”, escribe la periodista.

Lo dicen todos los informes: la crisis económica, unida a la crisis en sí del sector,
han desembocado en el cierre de cientos de medios de comunicación y han
dejado en la calle a miles de periodistas. Un reflejo inequívoco del nefasto estado
de la profesión es que lo que parecía un sacrilegio imposible hace solo dos
décadas, ¡cerrar un periódico!, se ha convertido en algo habitual. “Parece que es
nuevo, pero esta situación lleva gestándose desde finales de los 90 y principios
de los 2000. Pero el oficio como tal no puede desaparecer”, reflexiona un
veterano periodista ya jubilado que ha enseñado también en facultades de
comunicación. Se han desmantelado medios locales históricos como el
decano de la prensa de Sevilla, El Correo de Andalucía; se han cerrado
delegaciones míticas de periódicos nacionales como El País; se han cerrado
revistas legendarias como Interviú y Tiempo… Incluso, se acaba de cerrar el
telediario de Cuatro, que es como decir que se ha cerrado la información en
una televisión. Que es como decir también que ya no se necesitan periodistas.
Periodistas en un canutazo de Susana Díaz en el Parlamento de
Andalucía. ÁLVARO MINGUITO

Según el Informe Anual de la Profesión Periodística de 2018, elaborado por la


Asociación de la Prensa de Madrid, la precariedad y el paro son los dos
principales problemas a los que se enfrenta la profesión. En segundo lugar,
la mala retribución; y, en tercer lugar, la falta de independencia política y
económica de los medios. Todo ello hace que la calidad, a su vez, se debilite:
se utilizan más fuentes de información poco fiables pero baratas –como las redes
sociales–, existe una mayor falta de rigor, menor control y una mayor facilidad,
por tanto, para que se extienda la desinformación o las denominadas fake news.

“Tras la primera oleada de despidos, como consecuencia de la crisis económica,


se ha producido otra más recientemente, quizás debido a la reforma laboral, que
ha incrementado notablemente la precariedad en los puestos de trabajo”, dice el
informe de la APM. Entre quienes están en paro –prosigue–, la mayor parte
considera que o bien no tiene ninguna oportunidad de encontrar empleo (12%),
o que va a ser muy difícil (49%). Según este grupo, la razón principal de la
dificultad para reengancharse en el mercado laboral es la escasez objetiva de
puestos de trabajo para los periodistas, seguida del hecho de que los medios
demandan cada vez menos periodistas y más otros profesionales con perfiles y
especialidades diferentes”.

El informe también hace referencia a las nuevas fuentes de ingresos con las que
algunos medios pretenden asegurar su sostenibilidad y sus niveles de empleo:
“Fuentes de ingresos como los contenidos patrocinados o las estrategias
publicitarias a partir de los datos de la audiencia que, con frecuencia, implican
un acercamiento a los intereses de las empresas anunciantes. Y esto suscita
problemas íntimamente relacionados con la independencia editorial y la
deontología de los periodistas”. La “radicalización política”, añade, deja sentir su
influencia y enrarece sobremanera el ámbito de la información y el periodismo e
interfiere en la vida de los profesionales. La opinión está sustituyendo a la
información cuando, en un contexto de crispación e irrupción de la extrema
derecha, se necesita más rigor que nunca.

A vuelta con los ERE

Plantilla afectada por el ERE de PlayGround. COMITÉ DE HUELGA DE


PLAYGROUND

Los casos más recientes de Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) se


han dado o se están dando en este momento en digitales enfocados a un público
juvenil. Playground, la revista presente en ocho lenguas y con más de 30
millones de seguidores y seguidoras en redes sociales, afronta un ERE en sus
oficinas de España. El comité de empresa ha pactado que sean 60 las personas
despedidas con una indemnización de 25 días por año trabajado. “¡Quiero
seguir escribiendo a cambio de dinero! ¡Dejadme espacio es nuestros
medios! ¡Soy maja y aporreo el teclado!”, publicó en Twitter días atrás Anna
Pacheco, que también participa en este especial. Buzzfeed se encuentra
inmersa en el recorte de un 15% de la plantilla a nivel global con el objetivo de
ajustar costes.

Y hay más ejemplos. Eslang, la web de contenidos virales del grupo Vocento
(encargada del periódico ABC), decidió, tras unos días de valoración, cerrar. No
obstante, sus cuatro empleados han sido reubicados dentro de la empresa,
según han explicado desde la propia compañía. La Mirada Común, medio
surgido con gran expectación en octubre del año pasado, tenía como objetivo
informar a través de los nuevos formatos y narrativas. El proyecto, que empezó
con siete periodistas en plantilla más una red de colaboraciones, actualmente
solo cuenta con tres periodistas y unas pocas firmas externas.

Al igual que El Correo de Andalucía, el histórico Diari de Vilanova, periódico con


167 años de historia, se ha visto abocado a un desenlace fatal. Uno de los
últimos cierres ha sido el del diario cooperativista catalán Jornada, que el pasado
octubre aprobó en asamblea dejar de publicar tanto en web como papel. El ERE,
que dejó en la calle a 23 personas, se produjo apenas cinco meses después de
que naciera el proyecto. Este es un ejemplo de cómo medios pequeños surgidos
como alternativa a los grandes imperios de comunicación se las ven y se las
desean para resistir. La Marea, siempre lo decimos –y nos quejamos–, es otro
caso. Ahí están también peleando las compañeras de Píkara Magazine.

“Durante unos años el periodismo en España vivió una etapa convulsa como
consecuencia de la profunda crisis económica que impactó de lleno en el sector
de los medios de comunicación a partir de 2008. La principal consecuencia fue
el deterioro de las condiciones laborales y profesionales de una buena parte del
colectivo periodístico. A estas alturas, 2018, y según muestran las cifras
macroeconómicas, la situación del país, aun con ciertos desequilibrios, ha
comenzado a enderezarse, pero no así la de la profesión”, concluye el citado
informe de la APM. Muchos periodistas que hoy se han quedado fuera de la
Junta de Andalucía tras el cambio de gobierno llegaron a la Administración
porque o fueron despedidos de medios o estaban hartos de la precariedad y la
inexistente conciliación laboral y familiar, sobre todo en el caso de las mujeres.

“El deterioro se mantiene, a la vista de parámetros como el empleo, los niveles


salariales, la evolución de las contrataciones o, como refleja el recurso, cada vez
más habitual, al trabajo de profesionales autónomos”. Lola Rodríguez, que
también escribe en estas páginas, terminó trabajando en una zapatería tras
varios años como autónoma. No se puede trabajar cobrando una miseria por una
pieza [puedes ver las tarifas y facturación por medios en el número en papel], no
se puede afrontar múltiples trabajos para poder llegar a final de mes, y no se
puede, por supuesto, trabajar gratis. O lo que es peor, que trabajar te cueste
dinero, como le ha ocurrido al fotoperiodista Alejandro Martínez Vélez, premiado
por un trabajo sobre personas refugiadas en Belgrado que nunca ha sido
publicado en España hasta ahora, unas páginas más adelante. Es otro ejemplo
del maltrato que recibe el trabajo fotográfico por parte de las empresas
periodísticas, que han prescindido de la imagen –o no la han pagado– a la
primera de cambio. En algunos periódicos –si han tenido la suerte de tener un
contrato– los fotoperiodistas han sido los primeros despedidos. En otros casos,
cuando han trabajado por colaboraciones y se ha producido un ERE, se han
quedado en la calle y con una ristra de facturas por cobrar.

Los futuros periodistas

Con este escenario, las facultades de comunicación continúan formando a miles


de jóvenes. En el curso 2017-2018, la oferta de las distintas universidades
españolas, públicas y privadas, era de 66 grados y 83 títulos de máster en
Periodismo e Información, según detalla la presidenta de la APM, Victoria Prego,
en el informe. “Y aunque el número de licenciados va bajando poco a poco, baste
decir que en el curso pasado 2016-2017 salieron casi 3.500 graduados en
Periodismo y 2.800 en Técnicas Audiovisuales. Si tenemos en cuenta que el
número de periodistas que están contratados por los principales medios de
comunicación del país ronda los 10.000, es fácil concluir que a razón de 3.000 +
2.000 recién licenciados cada año, en números redondos, la mayor parte de
estos jóvenes no podrá encontrar trabajo en un medio de comunicación y tendrá
que buscarlo en otro sector. Y quien les diga otra cosa les estará mintiendo”,
escribe Prego.

En el otro extremo se sitúan quienes se han quedado sin trabajo con más de 50
años. Uno de los periodistas despedidos del diario Público en 2012, cuando la
empresa de Jaumes Roures decidió echar el cierre, ha pasado desde entonces
por varios proyectos. Del cierre de ese periodico, de hecho, nacieron, entre otros
medios, eldiario.es, Infolibre, Mongolia, Materia y esta misma revista. A este
periodista en concreto le quedan pocos años para jubilarse y cuenta los días
para ello con el agobio de no llegar a una pensión digna.

También escribe en estas páginas Carlos Fonseca, que acaba de publicar un


libro sobre Yolanda González, asesinada en la Transición. Un muerto social fue
el título de una columna que publicó en El País el pasado octubre: “Soy
periodista desde hace 37 años y llevo un año y medio en el paro, que, como lo
define un compañero de profesión, es la muerte social. Pasas de estar muy
ocupado todo el día, de ir de aquí para allá, de llamar a este y aquel, y de que te
llame aquel y el de más allá, a no tener nada que hacer, y créanme que es una
situación muy desagradable […] Pasan los días, las semanas y los meses, y
como no te sale nada empiezas a dudar de ti y de tu valía, y la autoestima se
viene abajo. A ver si va a resultar que no soy tan bueno como me decían y me
había creído. Repasas lo hecho en tantos años en busca de algo a lo que
aferrarte, y terminas pidiendo ayuda a un psicólogo para salir del pozo en el que
tú solo te metes”. La angustia de no encontrar trabajo llevó a otra periodista
contactada también para este especial a desistir en el último momento. “El
problema es que yo quiero seguir siendo periodista y de las colaboraciones no
se vive”, arguyó.

Quizá tengan razón los estudiantes entrevistados en este mismo número, quizá
estemos a tiempo de reconvertir no la esencia del periodismo, sino las dinámicas
de los propios medios de comunicación y el público. Una muestra de que es
posible, a gran escala, es el nuevo modelo de negocio de The New York Times,
que obtiene por primera vez en su historia más ingresos procedentes de los
lectores y lectoras, en forma de suscripciones, que de la publicidad. Está claro
que ya no escribimos con máquinas de escribir, ni fumamos compulsivamente
en las (pocas) redacciones. Necesitamos nuevos formatos y también nuevos
perfiles profesionales. Pero lo que nunca deberían olvidar las empresas es que
lo que necesita el periodismo son periodistas.

https://www.lamarea.com/2019/04/04/sin-periodistas-no-hay-periodismo/

También podría gustarte