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Universidad Pedagógica de El Salvador

Facultad de Educación
Sociología General
Maestro Joaquín Ernesto Aparicio P. MPE

Nace la Sociología
Puga, M., Peschard, J., Castro, T. (2007). Hacia la sociología, cuarta edición. Pearson educación: México.

La industrialización, la aparición de los grandes núcleos urbanos, el surgimiento de la clase


obrera y las penosas condiciones de vida de esta última influyeron en la vida colectiva de los
seres humanos y llevaron a los intelectuales a iniciar un estudio sistemático y razonado de la
vida social. Éstos percibían que aun cuando el mundo se había transformado, las personas no
eran por ello más felices. Las expectativas surgidas de la Revolución Francesa e, incluso, del
imperio napoleónico se enfrentaban a la dura realidad de la desigualdad, la pobreza y la
inestabilidad política.

Muchos pensadores respondieron a ello con propuestas en torno a la sociedad, ya considerada


como un ente colectivo con reglas propias. Aunque la preocupación se centró por un lado en
el restablecimiento del orden, trastornado desde la revolución, la tendencia predominante se
orientó hacia la reorganización social y la solución a los problemas de la clase trabajadora.

Surgieron así las utopías socialistas, producto de la imaginación de una generación de


intelectuales que, como dijo Federico Engels, intentaron “descubrir un sistema nuevo y más
perfecto de orden social para implantarlo en la sociedad desde fuera, por medio de la
propaganda y, de ser posible, con el ejemplo, mediante experimentos que sirvieran de
modelo”.

William Godwin, Charles Fourier, Robert Owen y el conde Henri de Saint-Simon pertenecen
a este grupo de autores conocidos como los socialistas utópicos, en cuyos proyectos de
reorganización social latía el germen de lo que sería el estudio moderno de la sociedad.

Fue Henri de Saint-Simon (1760-1825) quien trazó el camino al anunciar el advenimiento de


una nueva etapa en las sociedades, en la cual la racionalidad de la empresa industrial y la
lógica de la producción ocuparían el lugar central. Comenzaría así la etapa “positiva”,
caracterizada por la utilización de la ciencia en la comprensión de la realidad.

La psicopolítica, como la denominó Saint-Simon inicialmente para luego utilizar también los
nombres de “ciencia del hombre”, “fisiología social” y “fisiología positiva”, se aplicaría a la
política y a la sociedad usando “el método de las ciencias de la observación”, cuyos
elementos, según Saint-Simon, eran “el razonamiento y la experiencia”. Fundó así, de hecho,
la ciencia social, aunque bautizarla correspondería a su discípulo: Auguste Comte.

Por su parte, Augusto Comte (1798-1857), quien fuera secretario de Saint-Simon durante
algunos años, se separó de él en 1823 y continuó desarrollando el sistema de pensamiento de
su maestro, la llamada “filosofía positiva”, que Comte hizo culminar con la fundación de la
ciencia de la sociedad, la sociología, disciplina totalizadora que, según él, conduciría al
verdadero progreso de la humanidad.

Para muchos autores, el mayor mérito de Comte fue haber inventado el neologismo
“sociología” que en adelante designaría a la nueva ciencia (combinación de la raíz latina
societas, sociedad, y la griega logos, tratado). No obstante, es preciso reconocer su
entusiasmo científico y su esfuerzo sistematizador, que lo llevaron a sintetizar y enunciar,
como componentes imprescindibles de la sociedad, los dos temas que han sido fundamentales
en la investigación social hasta nuestros días. Comte los llamó orden y progreso, que el hacía
corresponder con la estática y la dinámica sociales.

Después de Comte, el desarrollo de las diversas corrientes sociológicas hasta la presente


muestra, por una parte, esta inquietud por desentrañar las razones profundas que mantienen
a las personas unidas dentro de una sociedad, les permiten vivir ordenadamente y los
conducen a cohesionarse de nuevo después de aun los peores cataclismos.

Por otra parte, la sociología se interroga acerca de las leyes que rigen el cambio social y
acerca del conflicto, la desigualdad y la transformación constante de la sociedad en tanto
tendencias que de pronto pueden asumir las proporciones de una nueva revolución.

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