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¿Qué es la Microgravedad?

La microgravedad es un estado en el cual la única fuerza que actúa sobre un cuerpo es la


gravedad, una especie de caída perpetua, sin límites. Es precisamente el estado en el que
se encuentran las naves que orbitan alrededor de la Tierra.

Es contraria la creencia popular que describe a la microgravedad como un estado de


ingravidez (sin gravedad). Este estado puede provocar desorientación, porque el sentido
de arriba o abajo no existe en el espacio. La ingravidez es el estado en el que un cuerpo
tiene peso nulo. El motivo por el que el peso se hace nulo es que la fuerza gravitatoria
sea contrarrestada por la fuerza centrífuga (en un sistema de referencia solidario con el
cuerpo) o por alguna fuerza de igual intensidad que el peso, pero que actúe en la
dirección opuesta.

¿Por qué es útil?

Como la mayor parte de lo que sucede en la Tierra se ve influenciado por la gravedad de


una manera u otra, investigar qué sucede en condiciones de microgravedad nos permite
entender cómo funciona el mundo que nos rodea.

Gracias a la presencia de relojes atómicos en el espacio, aquí en la Tierra somos capaces


de medir el tiempo con mucha más precisión. Los aparatos que se desarrollaron para
medir la presión en los cráneos de los astronautas ahora se utilizan para monitorizar a
los pacientes hospitalizados que han sufrido traumas craneales. 

Así que, cuando oigas hablar de microgravedad, recuerda que no se está hablando de
la ausencia de la gravedad, si no de un entorno en el que su efecto es casi cero, y que la
investigación en ese tipo de lugares no sólo nos sirve para poder avanzar en los campos
relacionados con la astronomía, si no que también contribuyen a mejorar diversos
aspectos de las vidas de los que estamos aquí, en la superficie de la Tierra.

La distancia que separa la EEI de la Tierra no es ni mucho menos suficiente para


que no se vea sometida a su campo gravitatorio, que es solo ligeramente menos
intenso que en la superficie terrestre

De una forma intuitiva aceptamos que el hecho de estar pegados a la superficie de la


Tierra, o, al menos, muy cerca de ella, explica la fuerza de atracción que nos mantiene
unidos a esta gran masa.

Sin embargo, esa misma intuición nos invita a aceptar que en el espacio en general, y en
la Estación Espacial Internacional (EEI) en particular, aparentemente no hay
gravedad.

Y esto parece justificar que los astronautas y los demás objetos siempre aparezcan
flotando como si la gravedad no fuese con ellos. Como si no hubiese un ápice de
gravedad cuando, en realidad, sí la hay. Hay microgravedad.

La clave de todo es la caída libre perpetua


Si echamos por un momento la vista atrás y recordamos lo que nos dice
Newton, la fuerza de la gravedad decrece con la distancia. Esto podría
explicar aparentemente por qué los astronautas flotan en la EEI: están lo
suficientemente lejos de la Tierra para que su gravedad no les afecte. Sin
embargo, esto no es así en absoluto.

La EEI orbita aproximadamente a 400 km sobre la superficie terrestre, y su


distancia al centro de masas de nuestro planeta no es ni mucho menos
suficiente para ser indemne al campo gravitatorio que genera.

De hecho, la gravedad a la distancia a la que se encuentra la EEI es solo


ligeramente menos intensa que en la superficie del planeta. Entonces ¿por
qué flotan tanto los astronautas como los demás objetos de la estación?

La explicación más razonable, y la más certera, es que debe de haber alguna


otra fuerza capaz de neutralizar la gravedad. O, al menos, de compensarla
en gran medida. Y sí, realmente esto es lo que sucede.

La EEI orbita en torno a la Tierra a una velocidad de 7,66 km/s, y tanto sus
instalaciones como todo lo que contiene, incluidos los astronautas, están
expuestos no solo al campo gravitatorio de la Tierra, sino también al de otros
objetos masivos, como la Luna, el Sol y los demás planetas que nos rodean,
aunque su influencia es mucho menor que la ejercida por nuestro planeta.

La razón por la que en la EEI parece no haber gravedad es que la velocidad a


la que orbita en torno a la Tierra es lo suficientemente alta para provocar la
aparición de una fuerza lateral, así como de una aceleración centrípeta, que,
como hemos pronosticado unas líneas más arriba, compensa el tirón
gravitacional del planeta.

Si la EEI no se estuviese moviendo, o no lo hiciese a la velocidad necesaria,


no tendría otra opción que caer hacia el centro de masas de la Tierra, pero la
velocidad a la que se desplaza es suficiente para mantenerla en caída libre. De
hecho, cuando un objeto orbita alrededor de otro lo que hace en realidad
es caer libremente de forma perpetua debido a que nunca llega a
precipitarse sobre este último.

Esto es lo que sucede con la EEI en relación a la Tierra. Y también con la


Luna en relación a nuestro planeta. Y, cómo no, con la Tierra en relación al
Sol. Todos estos objetos se encuentran orbitando otros más masivos, y, por
tanto, están sumidos en una caída libre perpetua en torno a ellos. Mientras
la velocidad a la que se desplazan sea la adecuada la fuerza lateral a la que
están sometidos conseguirá neutralizar o compensar el tirón gravitacional del
objeto masivo en torno al que orbitan.

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