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República de Colombia
CAPÍTULO 1
Este ordenamiento legal prohíbe de manera tajante los delitos de lesa humanidad
–aquellos que afectan a todos los seres humanos al atacar directamente nuestra condición
de humanidad, entre los que se cuentan la tortura, el genocidio, la desaparición forzada-.
Tomemos el ejemplo de la prohibición de la tortura: está prohibida en toda circunstancia, no
se valida ni siquiera ante la posibilidad de evitar de actos terroristas o asesinatos colectivos,
ni en los motines de prisiones ni en la persona del culpable de delitos gravísimos.
Una prohibición tan categórica encuentra su objetivo más alto en proteger a toda la
humanidad de los graves traumas causados por estos delitos y de su impacto a largo plazo.
Aplica este factor preventivo no sólo a las víctimas, sino también a los posibles ejecutores
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del delito, a ellos cuando apenas se encuentran en potencia. Aunque es llamativo que no
se haga explícito este hecho en la normatividad, es fácil observar el grave impacto que han
causado a largo plazo estos hechos en los pueblos que históricamente han sobrevivido
a circunstancias marcadas por tales violaciones: ya es significativo aplicar a los agresores
los castigos de ley pero resulta casi tan importante, y tanto más difícil, obtener de ellos
la comprensión del alcance de sus actos y el consiguiente arrepentimiento y solicitud de
perdón.
Nacemos, tanto ontogénica como filogenéticamente, como seres biológicos y toma mucho
tiempo y esfuerzo llegar a esa categoría a menudo tan pobremente definida de humano
o humanizado. Merecer este calificativo implica la posibilidad de convivir como especie,
respetando la alteridad y, por lo tanto aceptar las interdicciones que estructuran una cultura,
la prohibición del incesto y la del asesinato, más aún si se presenta agravado por actos
que además de matar física o psíquicamente a una persona o a su comunidad, conllevan
también, como consecuencia obligada, la destrucción de la condición humana del agresor.
Las prohibiciones que fundan la cultura tienen un correlato en la estructura psíquica de los
miembros de una comunidad y violarlas conlleva diversos cambios y adaptaciones cuya
discusión excede este texto. Bástenos saber que son tan graves sus efectos que si bien
destruyen a la víctima resultan no menos nefastos para el agresor, que queda convertido en
un ser para los que la humanidad a falta de palabras para definirlos, aplica denominativos
que los asimilan a figuras mitológicas destructoras: monstruos, hombres lobos.
También avalado por consenso internacional, se cuenta con el Proyecto “The Missing”1 que
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aboca el problema de las personas “desaparicidas” en conflictos armados o situaciones
de violencia interna y la necesidad de promover acciones tendientes a resolverlo. Ofrece
importantes recomendaciones, entre otras, las relacionadas con los procedimientos para
la asistencia a víctimas y familiares, el manejo de restos oseos y la atención al duelo. En
Colombia estas han sido acogidas como marco para el Plan Nacional de Búsqueda debido
a la especificidad del abordaje, que aplica el Derecho Internacional Humanitario a los retos
de los conflictos armados contemporáneos. Es en este contexto que surge el concepto
de “persona desaparecida” en sentido amplio: “Desaparecida” es toda aquella persona de
quien la familia no tiene noticias, o toda aquella persona cuyo paradero se desconoce por
motivos varios: traslado, muerte en acción durante un conflicto armado, o desaparición
forzosa o involuntaria, entre otros.
Este Manual, pretende aplicar para uso de los peritos forenses, la conceptualización ofrecida
por los documentos citados: es la identificación de los cadáveres la que desencadena la
investigación apropiada en casos de desaparición forzada. Junto con la documentación de
la tortura, la identificación permite la aplicación eficiente de la moderna y vasta legislación
que el Estado Colombiano ha desarrollado en su esfuerzo para prevenir y controlar los
crímenes de lesa humanidad y la impunidad en general. Tal desarrollo, surgido de la
conciencia adquirida en diversas instancias acerca de la necesidad del ser humano de ser
protegido en su vida, física y psíquica, apunta a lograr, algún día, un tejido social próspero
y pacífico. Veamos el impacto de la identificación en estos dos campos.
1 CICR, Conferencia Internacional sobre Personas Desaparecidas en relación con un conflicto armado o una situación de violencia interna,
2003
CAPÍTULO 1
El Rol de la Identificación en la protección de los DDHH y el DIH
Identificación de Cadáveres en la Práctica Forense
En los ámbitos judicial y policial se requiere identificar con certeza a las personas, vivas o
muertas, víctima o agresor. Buena parte de la investigación del delito está dedicada a la
identificación certera de los agresores, a quienes se aplicarán los castigos determinados
por la Ley, con miras a evitar la impunidad y reparar el tejido social.
Esto es bien conocido por el criminal que logra eludir la justicia, a veces indefinidamente,
16 cuando el cadáver es ocultado de manera intencional, arrojado al agua, quemado o
descuartizado y sepultado en fosas clandestinas en lugares poco transitados e inasequibles.
En la práctica forense, el ritual funerario cobra un valor que trasciende el mero ámbito
familiar alcanzando amplias implicaciones: sobrepasar un duelo producido por una
muerte signada por la violencia no solo requiere alcanzar una nueva adaptación a la vida
laboral y social, es menester acceder al perdón, para lo cual debe existir la percepción de
que la justicia ha cumplido su papel, no solo con relación a la sanción sino también a la
reparación, ingredientes indispensables para menguar el desgarro social, que bien puede
alcanzar varias generaciones.
Aunque el funeral es solo una pequeña parte del ritual, ubicada al comienzo del duelo,
es primordial debido a su naturaleza pública: es en él que la experiencia del duelo y sus
emociones son aceptadas, reconocidas y atendidas por la sociedad. La estabilidad de los
rituales públicos alrededor de la muerte, que cambian solo muy lentamente a través del
tiempo, crean la impresión de que la muerte está culturalmente controlada y regulada y
refuerzan los lazos sociales en la esperanza de la supervivencia compartida.
Los ritos funerarios sirven para redistribuir los roles del difunto entre los sobrevivientes,
ajustando los roles sociales de aquellos que permanecen, para asegurar la continuidad
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del grupo. El ritual funerario actúa en la fase inicial del duelo como forma de control social
al establecer un patrón de conducta que facilita a los afectados mantener sus emociones
bajo control, reducir su ansiedad para manejar la nueva situación y, a más largo plazo,
recibir como recompensa un nuevo status reconocido públicamente. Como todo rito de
pasaje, permite reafirmar al doliente que el aislamiento originado en los hechos no es
permanente y que será de nuevo aceptado en el mundo de los vivos.
Aunque los funerales son usualmente valorados en sus funciones personales, religiosas y
sociales, también soportan un potencial de cohesión o de ruptura política. La reafirmación
simbólica y la reconstrucción de la jerarquía social después de la muerte de un gobernante
o líder político es el ejemplo más común de estos aspectos políticos. Pero aún los rituales
alrededor de muertes de individuos del común, han constituido la génesis de profundos
cambios sociales, como la rebelión de los esclavos a quienes se limitó el ejercicio de sus
rituales ancestrales para honrar la memoria de sus muertos. Si el respeto a los muertos
ayuda a definir el respeto debido y otorgado a los vivos en una comunidad dada, las
formas del ritual son expresión de esa sociedad y sus valores.
Efectuar el funeral tiene como condición indispensable para su ejecución la presencia del cuerpo
muerto del individuo, debidamente identificado. Esto se debe a la investidura simbólica del
cadáver, que luego tendrá también la tumba. La sepultura, además de suplir la necesidad
de trascendencia y perpetuación del difunto, posee también importancia antropológica
innegable: el ser humano soporta más fácilmente la muerte cuando tiene la certeza de
que el cadáver de la persona que le concierne de manera substancial reposa para siempre
CAPÍTULO 1
El Rol de la Identificación en la protección de los DDHH y el DIH
Identificación de Cadáveres en la Práctica Forense
en un sitio conocido.
Esperamos que el presente texto sea útil como guía y consulta para quienes merecen
nuestra estima y respeto por su esfuerzo en desarrollo una excelente labor pericial con
miras a aliviar el sufrimiento de nuestro pueblo, tal como lo presenciamos en la morgue.
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2 Cifuentes, Eduardo Fallo de la Corte Constitucional Colombiana por Acción de Tutela (24-III-94) ¿Quién Tiene Derecho A Exhumar Un
Cadáver? El Derecho A La Inhumación en Casos Forenses en Medicina Legal Vol. 7 pág. 5-17.
CAPÍTULO 2
2.1.1. Identidad
En la práctica, los Estados de Derecho reconocen la “existencia” de una persona a partir del
momento en el que ésta tiene un nombre avalado legalmente mediante trámites que se 19
deben cumplir a lo largo de la vida: inscripción en registros, obtención de documentos de
identidad como cédula, pasaporte, registro de huellas, etc.
1 La primera edición llamada Manual para la Identificación de Cadáveres fue preparada y revisada por la doctora Gloria Mercedes
Jiménez, quien fuera patóloga forense del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses durante más de 20 años y constituye
uno de sus legados a la sociedad y al quehacer forense colombianos.
Los métodos de identificación tienen un auge en el Siglo XIX, cuando se destaca el llamado
“Bertillonaje”, creado hacia 1879 por Alfonso Bertillón, reconocido por los especialistas
como el padre de la Policía Científica por su método, considerado por muchos como el
primer intento de abordar la problemática de la identificación desde una óptica técnico -
científica. Para la individualización de los delincuentes aplicó el “Sistema Antropométrico”
que incluía mediciones de diversas estructuras óseas y se basaba en el conocimiento
de la estabilidad del sistema óseo humano después de los 20 años de edad, concepto
que mantiene su validez y se aplica por la Antropología física como criterio para la
identificación.
La descripción personal o morfológica que registra con palabras los rasgos físicos más
destacados de una persona es una práctica usual en las reseñas civiles y policiales y se
emplea por los morfólogos para elaborar “retratos hablados”; una descripción similar se
hace durante la necropsia medicolegal.
En la segunda mitad del siglo XIX surge la Dactiloscopia, disciplina que comenzó a
emplearse con éxito en los albores del siglo XX, de manera muy significativa para la
identificación ya que reúne las condiciones ideales para individualizar a una persona:
exclusividad, inmutabilidad y facilidad para la clasificación.
En nuestro país, en épocas recientes, durante mucho tiempo la normativa legal en casos
de muerte violenta reconocía la importancia de identificar al fallecido apelando a la
“identificación de visu” o reconocimiento visual del cadáver por testigos confiables.
Por las razones expuestas y debido a las vastas implicaciones que tiene establecer con
certeza la identidad de la persona cuando su muerte es objeto de investigación judicial,
en la actualidad la identificación del cadáver va habitualmente más allá del simple
reconocimiento visual para convertirse en un proceso que involucra actividades de
carácter legal, investigativo y técnico científico. La identificación visual se usa aún, pero se
confirma usualmente con una o más de las herramientas técnico científicas mencionadas,
disponibles en la actualidad, altamente confiables y que permiten la identificación precisa
de víctimas y sospechosos en casos de investigación judicial.
CAPÍTULO 2
IDENTIFICACIÓN EN PATOLOGÍA FORENSE
Identificación de Cadáveres en la Práctica Forense
que permita hacer un cotejo fehaciente, pero sí una descripción referida por
el entrevistado con particularidades como cambios de coloración en incisivos
anteriores, malposiciones o diastemas, ausencias, entre otros)
t Descripción de prendas de vestir y pertenencias.
La identificación indiciaria puede ser adecuada y suficiente para los fines legales cuando
se trata de cadáveres frescos con rasgos preservados y se dispone de información y
documentos confiables. Está apoyada en la concordancia de características físicas, prendas
y pertenencias y circunstancias de la muerte entre el cuerpo sometido a necropsia
medicolegal y la persona cuya identidad se presume y, en muchos lugares del país,
especialmente en pequeñas poblaciones, es avalada por la autoridad y por la comunidad
que conoce a todos sus integrantes.
CAPÍTULO 2
IDENTIFICACIÓN EN PATOLOGÍA FORENSE
Identificación de Cadáveres en la Práctica Forense
En este último caso el grado de certeza aumenta en la medida que se conjuguen varios
elementos.
Las conclusiones ofrecidas por los diversos métodos utilizados se sustentan en un Informe
Pericial de Identificación y deben ser emitidas, tanto para los métodos fehacientes
como para los indiciarios ponderando y analizando todos los resultados disponibles
y evaluándolos en el contexto de cada caso en particular, muy especialmente en los
aspectos investigativos criminalísticos y judiciales en relación con la posibilidad de un
fraude o suplantación para tratar de obtener una falsa identificación o de la ejecución
de operaciones destinadas a impedirla. Cuando se trata de establecer la identidad de un
grupo de personas –muertes colectivas o desastres masivos- se requiere el análisis integral
del hecho y del conjunto de cuerpos, para lo cual también debe tenerse en cuenta el tipo
de población.
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No hay datos precisos y completos sobre quiénes pueden ser las personas desaparecidas
en un hecho.
Cuando se conocen con un grado aceptable de exactitud los datos de identidad de una
población afectada que ha fallecido en un siniestro o en un homicidio, p.e. una aeronave,
Mary Luz Morales
Patóloga Forense
INSTITUTO NACIONAL DE MEDICINA LEGAL Y CIENCIAS FORENSES
República de Colombia
Cuando los datos antemortem cotejan con suficiente detalle para establecer que ellos son
del mismo individuo. Además, no hay discrepancias irreconciliables. Luego del análisis
integrador de todos los estudios realizados podrá emitirse una conclusión así: “Los datos
técnicos antemortem cotejan con suficiente detalle para establecer que ellos son del
mismo individuo. Además, no hay discrepancias irreconciliables”.
5 Bowers, Michael; Bell, Gary MANUAL OF FORENSIC ODONTOLOGY, Capítulo 2 Comparison Of Antemortem And Postmortem Fin-
dings Publication of the American Society of Forensic Odontology, Third edition, 1995 AAFS, pg. 34 .
CAPÍTULO 2
IDENTIFICACIÓN EN PATOLOGÍA FORENSE
Identificación de Cadáveres en la Práctica Forense
No hay suficiente información, elementos o material para realizar cotejos. Luego del
análisis integrador de todos los estudios realizados podrá emitirse una conclusión así: “La
información disponible es insuficiente para dar una conclusión”.
El resultado positivo de una prueba debe interpretarse en el contexto, sin olvidar que no
son sinónimos cotejo positivo de una muestra e identificación de un cuerpo. Por ejemplo,
hay casos en los que las pruebas técnicas pueden resultar inadecuadas para lograr una
identificación (el ADN en gemelos o cuando está degradado, o un cotejo dactiloscópico
en un dedo amputado).
Esta es una de las razones por las cuales, con frecuencia, no se concluye un caso hasta no
realizar todas las pruebas, incluyendo ADN: se estima que sin él no es posible lograr una
identificación fehaciente –lo que ha llevado a la creencia creciente de que este análisis
es imprescindible para toda identificación- con las consiguientes dilaciones que pueden
llegar a hacer irresoluble un caso que, por lo demás, resultaría de fácil identificación. La
otra razón quizá tiene que ver con nuestra condición de hombres modernos que, además
de tener en gran estima el dinero, concedemos una veneración sin límites a otra gran
potencia: la ciencia, muchas veces olvidando nuestra condición de humanidad. Vale la
pena detenerse a pensar en el costo de las pruebas frente a una población afectada por
severas carencias, hasta en aspectos básicos para su supervivencia y en la paradójica
apuesta a una ciencia costosa y tantas veces ciega ante lo elemental para el ser vivo.