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¿Por qué una Jornada de vida consagrada? San Juan Pablo II, en la 1ª Jornada de
1997, expuso los motivos de la iniciativa:
Existe realmente una gran necesidad de que la vida consagrada se muestre cada vez
más «llena de alegría y de Espíritu Santo», se lance con brío por los caminos de la
misión, se acredite por la fuerza del testimonio vivido, ya que «el hombre
contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los maestros, o si escucha a
los maestros lo hace porque son testigos» (EN, 41). (Cf. Juan Pablo II, Mensaje para
la 1ª Jornada de la vida consagrada, 1997).
La vida consagrada en México vive una coyuntura providencial que la impulsa, aún
más, a servir a la Iglesia, desde el don que ha recibido. En efecto, el Proyecto Global
de Pastoral 2031-2033 de la Conferencia del Episcopado Mexicano ha contemplado la
realidad que estamos viviendo y la ha interpretado desde el acontecimiento de la
Redención de Nuestro Señor Jesucristo y desde el Acontecimiento Guadalupano. Como
conclusión, el Proyecto nos impulsa a asumir las siguientes opciones pastorales: Por
una Iglesia que anuncia y construye la dignidad humana; por una Iglesia comprometida
con la paz y las causas sociales; por una Iglesia pueblo; por una Iglesia misionera y
evangelizadora; por una Iglesia compasiva y testigo de la Redención. ¿Acaso no son
éstas las que están en el corazón de la vida consagrada, desde los diferentes carismas
que el Espíritu Santo ha suscitado en el corazón de los fundadores?
«El sueño de la Iglesia que deseamos llegar a ser y construir, para celebrar los 2000
años de la redención y los 500 del acontecimiento guadalupano, no pueden terminar
en sólo un documento (…), sino que, como proyecto inspirador y desde sus cinco
opciones y compromisos pastorales, ha de ser asumido con fe, creatividad, comunión
y sinodalidad, y ser aterrizado en las provincias eclesiásticas, las diócesis, en la vida
consagrada, grupos y movimientos apostólicos, así como por todo el Pueblo de Dios»
(CEM, Proyecto Global de Pastoral 2031-2033, nº 190).
Gracias a la vida consagrada en México que nos llena de alegría, da sabor al mundo y
es una presencia viva del amor de Dios.