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DANTE ALIGHIERI Y LA IGLESIA CATÓLICA.

LA DIVINA COMEDIA Y LA ENCÍCLICA “IN PRAECLARA”


DE BENEDICTO XV

María Lorena Burlot


Universidad Nacional de Cuyo

Introducción

La hipótesis de partida del trabajo es comprobar si la Iglesia


respondió, y de qué manera, a esta obra suprema de la Literatura y
qué tanto aportó también a la religión.
Para ello consideramos el texto de la Encíclica In Praeclara del
Papa Benedicto XV escrita en 1921 en conmemoración del sexto
centenario de la muerte de Dante.
La metodología seguida consiste en el cotejo de lo declarado
en la Encíclica por el Papa, con el texto literario, específicamente el
Canto I del Infierno de la Divina Comedia.
Para comenzar, las palabras de Benedicto XV:

Nos pareció bien que instruyáis a todos en el significado


de lo que hacemos, en las estrechas relaciones de
Alighieri con esta Cátedra de Pedro, en la gran necesidad
que hay de unir con la fe católica las alabanzas tributadas
a tan gran nombre. Ante todo, ya que éste durante toda
su vida confesó la religión católica en forma ejemplar 1.
En una breve presentación de la Encíclica podemos decir que
consta de cinco páginas a doble columna y es de fácil lectura.
Comienza con la dedicatoria y la bendición apostólica para luego
dividirse en nueve partes: 1) Introducción. La Iglesia católica y Dante
Alighieri, 2) Formación escolástica de Dante, 3) La Divina Comedia,
4) Enseñanzas preciosas dejadas en sus escritos, 5) La autoridad de
la Iglesia y del Pontífice, 6) Razón de sus quejas contra los Sumos
Pontífices, 7) Tesoro doctrinario y artístico de su obra, 8) El poeta
cristiano, 9) Conclusión. Y por último, nuevamente la bendición
apostólica.

Simbología numérica

Como anticipamos, la Encíclica trata de la “Formación


escolástica de Dante”. En ella el Sumo Pontífice nos dice que Dante,
"ante todo sabio en la sabiduría cristiana”, tomó de la religión ese
“asunto inmenso y sublime” y podríamos pensar que “ha obtenido
gran parte de esa fortaleza por inspiración de la fe divina, y que ha
obrado de modo que distinga a su obra máxima con el gran
esplendor de la verdad revelada, no menos que con los resplandores
del arte” (“Formación escolástica de Dante”, 979). De esta manera se convierte
en “modelo para el conocimiento del arte y para la práctica de la
virtud; siempre que quien a él se llegue esté libre de prejuicios y
deseoso de la verdad” (“Tesoro doctrinal y artístico de su obra”, 981) 2.
Inspirado, recordemos, en la religión, toda la obra tiene una
estructura tan sólida como la de una catedral medieval. En este
primer canto del Infierno, que es el Proemio de toda la obra (la
fachada), nos presenta todos los temas que después desarrollará
con detenimiento. Esto también está corroborado por la estructura de
las tres Cánticas (las tres naves de igual dimensión de la catedral),
cada una tiene treinta y tres cantos, excepto la primera que tiene
treinta y cuatro. Y la Rosa que forman los beatos en el Empíreo es el
Rosetón.
Brevemente podemos decir que el 3 simboliza a la Santísima
Trinidad; tres son las caras de Lucifer (la impotencia, como
contrapartida de la Omnipotencia Paterna, la ignorancia, en
contraposición de la Suprema Sabiduría del Hijo, y el odio, por el
Primer Amor del Espíritu Santo); tres también son las fieras, tres los
papas a los que critica (Celestino V, Bonifacio VIII y Clemente V);
tres las Cánticas escritas en tercetos que en total suman 14.200
versos, que dividido por tres da 3 infinitamente; tres los gigantes, tres
los personajes principales (Dante, Virgilio y Beatriz) y tres las santas
mujeres (María es la clemencia divina, Lucía la gracia y Beatriz la
sabiduría).
El 7 es número místico. Siete son los pecados capitales, los
dones del Espíritu Santo, los planetas, las artes liberales, la suma de
las virtudes teologales y cardinales3.
El 9 es el símbolo del milagro, su raíz es tres y la raíz del
milagro es la Trinidad. A esa edad Dante conoció a Beatriz. Nueve
son las cavidades del Infierno, nueve las escabrosidades del
Purgatorio y nueve los círculos del Paraíso, nueve también son las
jerarquías angélicas.
El 10 simboliza la perfección, igual que su cuadrado el 100, la
suma de los cantos de las tres Cánticas.
El 33, la edad de Cristo.

La fe y la política

La Encíclica dice en la parte “Tesoro doctrinal y artístico de su


obra”:

Atrae y excita al amor de la sabiduría cristiana: nadie en


verdad ignora que confesó abiertamente haber
compuesto este poema con la intención de facilitar a
todos un poco de sustento vital. No sólo causa
admiración en él la maravillosa facultad de su ingenio,
sino también esa inmensa grandeza del argumento, que
la santa religión le inspiró en su canto; y lo que de artista
tenía por naturaleza, lo perfeccionaba sin cesar con el
estudio de los modelos de la antigüedad, y aún más, [...]
con las obras de los Doctores y Padres de la Iglesia
(“Tesoro doctrinario y artístico de su obra”, 981, 2° columna).

En Dante, lo simbólico está siempre relacionado con la vida y


hasta personajes como Virgilio y Beatriz, tan cargados de
simbolismo, tienen actitudes profundamente humanas. Por ello los
personajes son altamente dramáticos y tienen gran fuerza de
expresión.
Dante ve la fe como necesaria, la moral como inflexible y la
razón como guía, por eso a lo largo de su viaje será estimado por
filósofos, poetas, teólogos, inclusive por los políticos.
Veamos algunos versos del Canto I del “Infierno” en relación
con estos aspectos.
En el verso 2: “yo me encontré en una selva oscura”: metáfora y
representación del pecado de extravío espiritual. La puerta al Infierno
estaría en Italia, en esta selva. Dante, según los intérpretes morales,
es la personificación de la humanidad entera; la selva oscura es la
ignorancia que en ella producen las pasiones.
Benedicto XV dice:

Se afligía por los males de la Iglesia como si fuesen


propios, y al deplorar y condenar el total alejamiento de la
jerarquía por parte de los cristianos, habla de esta
manera a los Cardenales italianos, después del traslado
de Roma de la Apostólica Sede: “Oh Roma, que ahora
lloramos con Jeremías lamentando después de él verla
abandonada y desierta! ¡ay! ¡da pena, no menos que una
plaga lamentable de herejes!” 4 (“La autoridad de la Iglesia y del
Pontífice”, 980).

Verso 3: “porque la recta vía había perdido”: el camino de la virtud,


que él y sus coetáneos (inclusive la Iglesia) habían perdido. En las
dos primeras estrofas entonces, Dante toma conciencia de la vida
pecaminosa que ha llevado hasta ese momento.

Siguió en todo a Tomás de Aquino [...]; y de este maestro,


cuya mente angelical es famosa, aprendió casi todo su
saber filosófico y también teológico 5, ya que no descuidó
ninguna clase de conocimientos y ciencias, ya que fue
muy versado en las Sagradas Escrituras y en los libros de
los Santos Padres (“Formación escolástica de Dante”, 978) 6.
Verso 11: “Tanto sueño tenía en el momento”: la modorra espiritual
que supone el vicio y la actitud desordenada, la indiferencia que
oscurece la razón. Este símil procede de las Sagradas Escrituras.
Verso 12: “en que dejé la vía verdadera”: el camino de la virtud.
Verso 13: “Una colina”: monte de la vida virtuosa, simboliza la
regeneración moral y política de Dante a través de este viaje que
inicia para la salvación de su alma. Este monte iluminado por el Sol
es el alto conocimiento de la clara verdad. Vale la aclaración de que
Dante no quiere decir que él se salva por ser un elegido, sino que
pretende que recapacitemos para poder participar en el plan divino
de salvación. Recordemos que la obra tiene finalidad esencialmente
didáctica.
Verso 17: “rayos del planeta”: el Sol, metafóricamente, Dios. Ambos
animan, orientan y confortan. La gracia, luz de Dios (Beatriz), ilumina
la senda del justo
Versos 32-33 y 42: “una onza liviana y muy ligera / que de piel
maculada iba cubierta”, “fiera de pelambre alegre”: designa la
sensualidad, la rabia y la lujuria. Éstos son algunos de los pecados
capitales. La onza es un animal grato a la vista, con llamativas
manchas, lo que implica que la sensualidad sea atractiva.
Verso 37: “era el tiempo ”: el viaje lo realiza durante la Semana
Santa del año Jubilar.
Versos 38-40: “las estrellas [...] / cuando el Amor Divino / movió al
principio esas creaciones bellas”: alusión a la creación del mundo por
Dios.
Verso 45: “la imagen aparecida de un león”: la soberbia, el orgullo,
el atropello, la prepotencia. Según unos críticos la Casa Real de
Francia con sus pretensiones políticas en Italia.

Dante y el pontificado
La Encíclica dice:

No obstante lanzó acerbas invectivas contra los Sumos


Pontífices de su tiempo. Esto es, contra aquellos con
quienes estaba en desacuerdo en asuntos políticos, y
que estaban en el bando de los causantes de su destierro
7
(“Razón de sus quejas contra los Sumos Pontífices”, 980) .

Verso 49: “Y una loba...”: la avaricia, la rapiña y la incontinencia.


Para unos es la Curia Romana, maleada por la simonía. Es la fiera
que más estorba el camino de Dante porque detiene al hombre en su
ascensión.
Verso 62: “ante los ojos se me mostró alguien”: es Virgilio, quien
simboliza la razón rectamente conducida y el ingenio reducido al
alcance humano.
Verso 63: “que en su largo silencio creí mudo”: la voz de Virgilio
parece silenciosa, o por lo menos no oída, mientras el hombre cede a
la solicitación de las pasiones que le oscurecen la mente. Sólo al
volver del sueño recupera el buen sentido de la sabiduría natural.
Verso 72: “cuando los dioses falsos y mendaces” (“y culto y dioses
conocí bastardos” según la traducción de Juan de la Pezuela):
Virgilio declara que es pagano. Verso 102: “El Lebrel”: puede ser
Jesucristo, o un papa, un emperador, un paladín. Sea quien fuere es
alguien providencialmente apto y virtuoso, capaz de afianzar la
justicia, la unidad y pacificación cristianas en este mundo corrompido
y de ahuyentar a los que fomentan el vicio.
Versos 113-114: “yo seré tu guía, / y llevarte he de aquí a lugar
eterno”: el arte es uno de los caminos hacia Dios. Dante crea en una
especie de entendimiento metafísico con Dios, por eso hasta el poeta
pagano lo reverencia y exalta y evidencia nostalgia de Dios en todo
lo que dice o realiza. El infierno es eterno, según se lee en su puerta.
Dice la Encíclica:

Pues en toda esta Comedia, justamente llamada divina,


las mismas cosas que narra como fingidas o inventadas,
o las referidas a la vida mortal, las relata para mostrar la
justicia y providencia de Dios, que gobierna el mundo en
el curso del tiempo y en la eternidad, que premia y
castiga a todos y a cada uno de los hombres según sus
méritos. [...]
En consecuencia, explicó los tres estados del alma, que
en su mente había concebido, de un modo tal que, para
describir antes del día postrero del juicio divino, ya la
condenación de los réprobos, ya la purificación de las
piadosas almas del purgatorio, ya la felicidad de los
bienaventurados, parecía auxiliarse con la luminosa
claridad que dan las profundas enseñanzas de la fe (”La
Divina Comedia”, 979 ).

Verso 115: “desesperados gritos”: gritos sin esperanza de salvación


ni de ver a Dios. El verdadero castigo del Infierno no son los
tormentos corporales, sino la incapacidad de amar. Los condenados
son los que han perdido el bien del intelecto 8 y que por tanto no han
podido ni pueden comprender la grandeza de la misericordia divina.
Sufren su condena con odio.
Verso 117: “la segunda muerte todas lloran”: lloran por la condenación
eterna del alma los réprobos condenados en el infierno 9.
Verso 118-119: “los que están contentos en el fuego”: (“y verás las
que en medio están llorosas del fuego” según la traducción de Juan
de la Pezuela): son las almas del Purgatorio que sí tienen
esperanzas de salvación. La mayor pena de estas almas es la
conciencia de la demora en alcanzar la beatitud por culpa de los
propios pecados. La culpa es aceptada voluntariamente y el castigo
se transforma en penitencia porque es necesaria la expiación de las
faltas para alcanzar el perdón eterno. Las almas sufren
resignadamente y con amor, mientras son reeducadas.
Verso 120: “los beatos”: son las almas de los bienaventurados,
situadas en los distintos cielos del Paraíso, en donde reciben el
premio infinito por sus méritos.
Verso 122: “un alma harto más digna”: Beatriz, la mujer amada por
Dante en sus días terrenales, gloriosamente transfigurada en el
Paraíso, es la ciencia divina, la verdad perfecta, la virtud suma, hija
de la revelación moradora del cielo.
Verso 124: “el Emperador que arriba reina”: es Dios.
Versos 125-126: “como a su ley hube de ser rebelde, / no quiere
que hasta Él por mí se llegue”.
La Encíclica continúa:
Ahora bien, lo que justa o injustamente reprendió y
vituperó en los clérigos, de ningún modo quiso extenderlo
y aplicarlo al honor debido a la Iglesia, o a la veneración
debida a las Llaves de Pedro (“Razón de sus quejas contra los
Sumos Pontífices”, 981).

Verso 134: “que vea la puerta de San Pedro”.

Leemos en la Encíclica:

Consiguientemente, y en perfecta concordancia con las


creencias de la fe católica, brillan en este poema la
augusta Trinidad de un solo Dios, la Redención del
género humano realizada por el Verbo Encarnado de
Dios, y la excelsa benignidad y liberalidad de la Virgen
María10, Madre de Dios, y Reina de los cielos, y la
celestial beatitud de los ángeles, de los santos y de los
hombres. A esto se opone en los infiernos los suplicios
establecidos para los impíos, y en un lugar intermedio la
residencia de las almas que, una vez expiadas sus
culpas, pueden entrar en los cielos. Una sapientísima
arquitectura de estos y demás dogmas católicos se ve en
todo el poema (“La Divina Comedia”, 979)11.

Dante cree, y lo demuestra con su ejemplo, que la Virgen es la


intercesora máxima entre Dios y los hombres; cree en la gran
misericordia divina y en el papel de la Providencia en la historia. Por
eso llama a los hombres a colaborar con Ella. Nos exhorta vivamente
a la acción: los más viles serán los indolentes (“a los tibios los
vomitaré”).
Es indudable que la razón, las doctrinas científicas y los
conocimientos teológicos de Dante, y su misma experiencia en el
mundo, eran insuficientes para delinear el Purgatorio y el Paraíso y
más que bastantes para fantasear y describir el Infierno. Se basa en
tres pilares: el primero y principal, como vemos, es el dogma y la
teología, que le aportaban noticias sobre el pecado original, la
eternidad del castigo y la diferencia entre pena de daño y de sentido.
El segundo, de las ciencias tal como se hallaban en ese momento. El
tercero es la mitología acomodada a lo que la razón y el dogma no se
oponen.
El Papa nos recuerda que es grande la importancia que Dante
atribuye a la autoridad de la Iglesia Católica, lo mismo que a la del
Pontífice, ya que por ella tienen fuerza todas las leyes y mandatos de
la misma Iglesia. En asuntos políticos defendió su propia opinión
"apoyado en el respeto que debe un hijo piadoso por el triunfo de la
verdad” (“Razón de sus quejas contra los Sumos Pontífices”, 981). Según Benedicto
XV la más noble alabanza que se le puede hacer es llamarlo “poeta
cristiano ya que cantó con versos casi divinos las instituciones
cristianas, cuyo contenido y forma profundizó, y tan admirablemente
sintió y vivió” (“El poeta cristiano”, 982). Así pues, quien niega esto, niega la
esencia de su poesía.

Conclusión
Para concluir nos pareció valiosa la observación sobre la
educación de la juventud en relación con la despreocupación que hay
en el medio educativo por todo lo que sea religión.

Pues da lástima ver que la enseñanza que se da


públicamente a la juventud estudiosa suele ser tal, como
si el hombre no tuviera ninguna noticia de su Dios, ni de
aquellas máximas verdades que están por encima de la
naturaleza (“El poeta cristiano”, 982).

Reconoce que el “poema sagrado” no es extraño en las


escuelas públicas y está entre los libros que deben ser estudiados,
pero no se lo aprovecha plenamente para la educación de la fe.
Porque para Benedicto XV, el propósito de Dante al componer el
poema no fue otro que el de "elevar a los seres vivientes de esta vida
por sobre el estado de miseria", es decir, del pecado, "y llevarlos al
estado de la felicidad", que es el de la gracia divina” (“Conclusión”, 982)
palabras que el Papa toma de la Epist. 10, parr. 15
Parafraseando al Sumo Pontífice y desde una postura
absolutamente personal, creo que como educadores, sobre todo en
Literatura, tenemos la responsabilidad de hacer conocer y valorar
este “poema sacro” en todo su esplendor, cumpliendo con la voluntad
del poeta. Y si por determinadas causas esto no nos es posible, al
menos debemos hacerlo en cuanto a que es una obra literaria con
mayúscula, y valorando en toda su riqueza el contenido altamente
moralizante.
NOTAS
1 1
Benedicto PP. XV (1959): “Introducción. La Iglesia Católica y Dante Alighieri”, Encíclica "In Præclara", Encíclicas
Pontificas. Guadalupe, Buenos Aires. T.I.

2
Véase también “Infierno” XXIII: 142-144; XXIV: 46-52.
3
Lujuria, pereza, avaricia, ira, soberbia, gula, negligencia. Fe, esperanza y caridad; prudencia, justicia, fortaleza y
templanza.

4
Epístola 7 “Cartas”, “La Condesa de Battifolle a la emperatriz Margarita”, Dante Alighieri (1965): Obras
Completas. Biblioteca de escritores cristianos, Madrid. Trad. Nicolás González Ruiz sobre la interpretación
literal de Giovanni M. Bertini, 809.
5
En toda la obra se evidencia la justicia divina: “el contrapaso”, y que Dante debe haber tomado también de Santo
Tomás (comentado en la Suma Teológica II, 11, 61, 4) y del Evangelio de San Mateo “Porque con el juicio que juzguéis
seréis juzgados, y con la medida con que midáis seréis medidos.” (Mt, VII, 2). Como se entiende, implica una relación
de oposición – semejanza con el pecado y el mérito, que no siempre es fácil de interpretar.

6
Véase también: en El Infierno los cantos: IV: 34-36, 59-60; VI: 109-111(San Agustín); VII: 12, 86; XI: 94-107; XIX: 103-
105, XXXI: 70-75; XXXIV: 112-114. Aristóteles: XI: 79-90; XXVIII: 140-142.
7
Y continúa diciendo: “Se comprende, en un varón tan golpeado de la fortuna, si con ánimo exacerbado traspasó los
límites de la moderación: y más, porque, para inflamar su ira sin duda que influyeron los rumores de hombres que,
-como sucede en estos casos, interpretan mal todo lo que del adversario proviene. Por otra parte, ya que "es preciso"
-tal es la flaqueza de los mortales- "que hasta los corazones religiosos se manchen con el polvo del mundo"( San León
Magno, Serm. 4 de Quadrag.), ¿quién negará que muchas cosas había en aquel tiempo que no podían aprobarse en
hombres consagrados; todo lo cual llenó de aflicción y malestar su ánimo enteramente consagrado a la Iglesia, y hasta
hizo que varones de gran santidad de vida dejaran sentir graves quejas?” (“ Razón de sus quejas contra los Sumos
Pontífices”, 980).
Véase también: “Infierno” III: 60; VII: 46-48; X: 121; XI: 7-9; XV: 112-114; XIX: 31-117; XX: 81-87; XXIII: 103-108; XXVII: 67-111; XXVIII:
55-57; XXXII: 94-96; XXXIII: 13-15, 100-102.

8
“Infierno” III: 18. De todas maneras es válido aclarar que Dante no se aparta, para castigar, del sistema legal vigente ni
de los castigos descriptos por la tradición.
9
Dice en “Apocalipsis” 20, 14-15: “La Muerte y el Hades fueron arrojados al estanque de fuego –el estanque de fuego
es la segunda muerte- y el que no fue encontrado escrito en el libro de la vida fue arrojado al estanque de fuego”.
10
Véase también: “Infierno” III: 4-6; IV: 52-63; VII: 9-12, 73-96; IX: 85-88; XIII: 103-108; XIV: 6, 16-21; XIX: 10-12; XX:
28-30; XXXIV: 38.
11
Y continúa la Encíclica: “Si, empero, la progresiva investigación de la ciencia acerca de las cosas celestiales
demostró después que aquella estructura del mundo, que aquellas esferas, que enseñaban los antiguos, no son tales, y
que la naturaleza, el número y curso de las estrellas y astros son absolutamente distintos de lo que aquellos creían, sin
embargo sigue siendo cierto el que esta estructura universal, sea cual sea el orden que rige en sus partes, está
gobernada por la misma voluntad que la ha creado, que es la de Dios” (979).

4
BIBLIOGRAFIA

Alighieri, Dante (1984): La Divina Comedia. Asociación Dante Alighieri, Buenos Aires. Introducción, notas y traducción
Ángel Battistessa.
- (1983): La Divina Comedia. Centro Editor de América Latina, Buenos Aires. Trad. Aranda Sanjuan, Estudio
preliminar Jorge Alberto Piris.
- (s/f): La Divina Comedia. Luis Tasso, Barcelona. Trad. Juan de la Pezuela, prólogo Mariano Marqués de Molins.
Benedicto PP. XV (1959): Encíclica "In Præclara", Encíclicas Pontificas. Guadalupe, Buenos Aires. T.I.

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