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Regiones biogeográficas de España

TEMA 7
REGIONES BIOGEOGRÁFICAS DE ESPAÑA

La Biogeografía es una rama de la Geografía que describe y explica la distribución de los


seres vivos a partir de las características del clima y el relieve. Se ocupa de las
relaciones de los seres vivos con el medio ambiente.

En la vegetación incide, pues, el relieve, la litología y el clima con todas sus variantes.
Todos estos condicionantes generan un contraste espacial que se manifiesta en una
división zonal con modificaciones locales que constituyen las regiones biogeográficas:
eurosiberiana, mediterránea y macaronésica.

I Factores de la diversidad biogeográfica


La Península Ibérica se caracteriza por una extraordinaria diversidad en lo que a flora y
fauna se refiere. La riqueza de especies existentes, a la que hay que añadir la propia
del archipiélago canario, es consecuencia de su condición de encrucijada y lugar de
convergencia de las influencias atlántica y mediterránea, sahariana y europea.

Todo ello, está realzado a su vez por factores como:

 Los climas de la Península Ibérica, pertenecientes a los dominios


atlántico y mediterráneo, bien diferenciados por el régimen climático y por el
distinto valor de sus elementos. El clima mediterráneo es el más
extendido y un importantísimo factor de diversidad biogeográfica, tanto por
los contrastes estacionales como por las gradaciones espaciales, que permiten la
aparición de biotopos diversos.

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Regiones biogeográficas de España

 La configuración de la Península, que contrapone el interior y el litoral, y crea una


diferenciación climática de claras repercusiones en la vegetación y en la fauna.
En la zona interior continentalizada, donde no penetra la influencia marina, sólo
es posible el desarrollo de especies que pueden resistir las frías temperaturas de su
invierno.

 El relieve propicia la aparición de una amplísima variedad de hábitats. La


altitud genera una estratificación vegetal en pisos (cliserie), ya que a mayor
altitud aumentan las precipitaciones y disminuyen las temperaturas, con lo que la
vegetación de cada montaña está condicionada por el lugar donde se encuentra.
Por su parte, la orientación de las vertientes al sol también condiciona el
desigual desarrollo de la vegetación. Las laderas orientadas al sur (solanas) tienen
unas temperaturas más altas, mientras que las orientadas al norte (umbría) tienen
más humedad. Igualmente es importante su orientación al viento, ya que las
orientadas a barlovento (a favor del viento) reciben más precipitaciones que las
que están a sotavento (en contra del viento).

 El roquedo y los suelos (silíceos, arcillosos y calizos) también influyen en la


vegetación ya que cada especie es más proclive a desarrollarse sobre un
determinado tipo de suelo. Por ejemplo, los suelos silíceos son muy apropiados
para el alcornoque, mientras que los calizos los son para la encina.

En consecuencia, la vegetación y la fauna ofrecen una considerable diversidad, y, si bien


representan en mayor medida a los ecosistemas mediterráneos, también se hallan
presentes en nuestras tierras las comunidades de la Europa atlántica. Lo mismo puede
decirse de Canarias, cuya situación geográfica ha propiciado la existencia de un elevado
número de endemismos.

II Características de las regiones biogeográficas


En Biogeografía, los rasgos o jerarquías que se establecen son los siguientes: reino,
provincia y sector. España forma parte del reino holártico boreal, que se extiende sobre
los continentes al norte del trópico de Cáncer. Éste comprende once regiones, de las
cuales tres están presentes en España: la eurosiberiana, la mediterránea y la
macaronésica.

1. Región eurosiberiana
Se corresponde con la cornisa Cantábrica y Pirineos, excepto la parte oriental de los
mismos. Se caracteriza por una vegetación exuberante, como corresponde a un clima de
temperaturas suaves y humedad abundante y bien distribuida a lo largo del año. Estas
condiciones, unidas a las características de un suelo pobre, permiten el desarrollo de un
bosque caducifolio que alcanza de 25 a 30 metros de altura y cuya frondosidad reduce
considerablemente el acceso de la luz solar hasta el suelo, dificultando el desarrollo de
los estratos arbustivo y herbáceo.

Se encuentra dividida en dos provincias: provincia atlántica, que comprende el


norte y el noroeste peninsular, y provincia submediterránea, que se extiende desde la
provincia anterior hacia el este, ocupando la vertiente meridional del Pirineo.

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2. Región mediterránea
Comprende el resto de la Península y las islas Baleares. El principal rasgo de la
vegetación es su carácter perennifolio, que deriva de las exigencias de adaptación al
medio que impone el clima. El clima mediterráneo presenta una sequía estival muy acusada
a la que se han adaptado las plantas desarrollando mecanismos para reducir la
evapotranspiración y alcanzar la humedad del suelo. Por ello, la vegetación mediterránea
tiene hojas pequeñas y duras, y una raíz extensa y profunda que se hunde vigorosamente
en el sustrato

3. Región macaronésica
Se corresponde con el archipiélago canario. Entre sus características destacan la
insularidad, la variedad litológica y la antigüedad de la flora. Esto hace que entre sus
principales rasgos encontremos la variedad florística y la elevada proporción de
endemismos. Esta diversidad procede de la unión en el archipiélago de las influencias
del mundo mediterráneo con las africanas, mientras que la insularidad ha fortalecido
los caracteres autóctonos.

III Formaciones vegetales de la España peninsular e insular


La vegetación es el conjunto de especies vegetales existentes en un territorio. Los
geógrafos suelen asociarlas en formaciones vegetales, agrupaciones de plantas que
tienen el mismo porte y aspecto: bosques, matorrales, praderas.

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El bosque es una formación natural de árboles, al que se le une un sotobosque


específico de matorral y plantas herbáceas. Los bosques naturales se consideran
vegetación clímax o climácica, es decir, la que es propia de un determinado lugar de
acuerdo con sus características de clima y relieve, la que existiría si no hubiera
intervenido el ser humano.

1. El bosque caducifolio
Ocupa la fachada atlántica, el macizo pirenaico y las cumbres de los sistemas Central e
Ibérico. Pueden distinguirse, dentro de la región eurosiberiana, dos provincias:

 La provincia atlántica, que comprende el norte y el noroeste peninsular, está


representada por los hayedos y los robledales. El haya es el árbol por excelencia de
las montañas fresco-húmedas. Se adapta a los suelos silíceos y calizos y se
extiende desde Galicia hasta el Pirineo. Su madera, de excelente calidad, se
utilizaba antiguamente para la obtención de carbón; hoy se dedica a la
fabricación de muebles, para lo cual se corta en turnos madereros de 80 a 100
años. A menor altitud que el haya, por lo general a menos de 1.000 metros, se
sitúa el roble, que manifiesta cierta predilección por los suelos silíceos. La
destrucción parcial de los bosques de hayas y de robles dio paso a la introducción
del castaño, y, después, a su sustitución por el pino, en un claro intento de
orientar el bosque hacia la explotación maderera.

 La provincia submediterránea, que se extiende desde la provincia


anterior hacia el este, ocupa la vertiente meridional del Pirineo. Su orientación
solana y su situación a resguardo de los vientos modifican las condiciones
atlánticas propiamente dichas y permiten la aparición de unas especies
vegetales que son propias tanto de la región eurosiberiana como de la
mediterránea, aunque predominan las pertenecientes a la primera, entre las
que destacan el roble, el pino y el quejigo.

La degradación de los bosques caducifolios atlánticos origina la aparición de un


matorral muy tupido, compuesto por una amplia familia de brezos y otras especies
arbustivas, denominado landa. La eliminación de bosques y landas ha dado lugar a
los prados en las zonas mejor dotadas de suelos. Actualmente, el bosque
atlántico está reducido a una extensión equivalente al 10% de la superficie potencial.

Roble Haya Landa

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2. Bosque esclerófilo
Propio de la zona mediterránea. Ocupa el resto de la Península y el archipiélago balear.
Debido a las difíciles condiciones ambientales en las que se desenvuelve la vegetación
mediterránea, su crecimiento es muy lento, alcanzando su techo al cabo de siglos. Los
árboles son de mediana altura, perennifolios y de hojas pequeñas y duras.

En su fase climácica, el bosque mediterráneo tiene como especie más representativa


la encina. La gran extensión ocupada por la encina obedece a su carácter
acomodaticio, que le permite ocupar suelos y climas diversos, y alcanzar altitudes
de hasta 1.000 metros en la meseta septentrional y de 2.000 metros en Sierra
Nevada, gracias a su capacidad para resistir las frías temperaturas invernales.

Pese a que la encina es la especie más extendida y adaptable, en ocasiones es


desplazada por otras especies. Así, en suelos silíceos tiende a ser sustituida por el
alcornoque, cuya singular corteza, el corcho, es objeto de explotación industrial . Al
abrigo de la encina, aprovechando el microclima creado por ella, surgen multitud de
especies arbustivas, como el madroño, la coscoja, el romero, el lentisco o la jara.

Encina Alcornoque

Madroño Jaral
El matorral meditarráneo no es climácico, sino el resultado de la degradación del
bosque por el ser humano. Presenta distintos tipos de formaciones:

 El maquis, rico en especies, denso y alto. Se encuentra en el área del


alcornoque, con especies como la jara, la retama, el madroño y el tojo.

 La garriga, más baja y menos densa, considerada una etapa inferior al


maquis. Se encuentra en el área de la encina, cuyas especies más
representativas son el romero, el tomillo o el espliego.
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 En las zonas más secas del sureste peninsular y el valle del Ebro, se desarrolla
la estepa, una formación herbácea en la que predominna el esparto,
espárrago, o el palmito...

El bosque mediterráneo es el que más ha retrocedido en la Península. El encinar y gran


parte de los alcornocales han sido convertidos en dehesa, un bosque aclarado para su
aprovechamiento forestal, ganadero o cinegético.

3. Vegetación de ribera
A lo largo de los ríos el suelo se impregna de humedad, de modo que este espacio queda
al margen de la sequedad que pueda caracterizar el entorno. En él predominan especies
hidrófilas (alisos, sauces, chopos, olmos), que se disponen en franjas paralelas al río.

La vegetación de ribera también se ha visto reducida como consecuencia de la acción


antrópica, debido a la potencialidad de estas tierras para el cultivo y la construcción
de infraestructuras como canales o embalses.

4. Vegetación de montaña
El descenso de las temperaturas y aumento de las precipitaciones que caracterizan al
clima de montaña generan la estratificación de la vegetación en pisos. La
distribución de las especies también se ve condicionada por la orientación de las
vertientes: el barlovento recibe más precipitación, por lo que su vegetación será más
abundante. Las vertientes orientadas al sur (solana), reciben más luz solar y son más
secas que las umbrías, orientadas al norte, que retienen mejor la humedad.

 La montaña alpina está representada en España por los Pirineos. En su parte alta,
sobre el bosque de encinas o robles, pueden distinguirse tres pisos: el piso
subalpino, entre los 1.200 y los 2.400 metros, que reúne coníferas (abeto, pino
negro), formando en ocasiones bosque mixtos con el haya; el piso alpino, entre los
2.400 y los 3.000 metros, que es dominio del prado, ya que pasa siete u ocho
meses cubierto por la onieve y no pueden desarrollarse plantas de mayor tamaña; y
el piso nival, por encima de los 3.000 metros, donde la nieve se mantiene todo el

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año y la vegetación es inexistente.

 El resto de las montañas peninsulares carece del piso subalpino de coníferas. Se


pasa directamente del bosque climácico característico de la zona (caducifolio en la
zona atlántica y perennifolio en la mediterránea) al piso supraforestal, formado
por pequeños arbustos. Por encima de este piso se encuentran los prados.

4. Laurisilva canaria
Su pertenencia a una región biogeográfica distinta, la macaronésica, y el aislamiento,
ha favorecido la existencia de numerosos endemismos, como el drago o el pino
canario. Teniendo en cuenta la constitución volcánica de las islas y la presencia de la
montaña, particularmente el Teide, que es la montaña más elevada de España, la
vegetación tiene una clara tendencia a estratificarse por pisos altitudinales.

 El piso basal, hasta los 500 metros, tiene muy poca humedad y, por ello, carece de
vegetación arbórea; su lugar lo ocupa el matorral, cuyas especies más
representativas son el cardón y la tabaiba.

 Le sigue un piso intermedio (500-800 metros), condicionado por el descenso


térmico y el aumento de la humedad, donde predominan la palmera, el drago y la
sabina.

 El bosque de laurisilva, muy denso y en el que predominan las lauráceas,


aparece entre los 800-1.200 metros de altitud en las laderas de barlovento,
coincidiendo con el mar de nubes donde se condensa la humedad que
transportan los vientos alisios. A la misma altitud, pero en la ladera de
sotavento, encontramos bosque de pino canario.

 El piso canario, entre los 1.200 y los 2.200 metros, presenta una vegetación donde
predomina el bosque de coníferas; su especie principal es el pino canario, que al
quedar fuera del mar de nubes, ha tenido que adaptarse a la aridez y el frío.

 El piso supracanario, por encima de los 2.200 metros, sólo está presente en
Tenerife y La Palma. Se caracteriza por una acusada desnudez, un desierto rocoso
en el cual todavía perviven matillas dispersas de especies florísticas endémicas
(violeta del Teide).

Drago Cardonal Tabaibal

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IV La intervención humana y sus consecuencias geográficas


España es un país con gran diversidad biológica, tanto marina como continental. Cuenta
con unas 10.000 especies de plantas diferentes, lo que supone el 80% de las existentes en
la U.E. y casi el 60% de las que hay en todo el continente. De ellas, 6.500 son
autóctonas y unas 1.500 endémicas, únicas en el mundo. Sin embargo, la actividad
humana ha generado una enorme pérdida de biodiversidad, destruyendo una cubierta
vegetal climácica que sólo sobrevive en las zonas montañosas y otros espacios
protegidos:

 La agricultura y la ganadería, desde un pasado remoto, ha roturado miles de


km2 de bosques, convirtiéndolos en pastos y campos de cultivo. Asimismo, el
arbolado autóctono ha sido sustituido por especies de mayor rentabilidad
económica, como el pino o el eucalipto.

 La ocupación urbana e industrial y las grandes infraestructuras de transporte


también se han levantado a costa de los espacios naturales.

 Los incendios forestales afectan a extensas superficies arboladas. Se producen


con mayor frecuencia en verano, favorecidos por las altas temperaturas, si bien
más del 90% de ellos son provocados.

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Para preservar los espacios naturales, el territorio español está amparado bajo la figura
jurídica de la Red Natura 2000, una red europea de áreas de conservación de la
biodiversidad, que incluye aquellos espacios que deben ser protegidos según la
normativa de la Unión Europea. Su finalidad es asegurar la supervivencia a largo plazo
de las especies y los tipos de hábitat en Europa, contribuyendo a detener la pérdida de
biodiversidad. Es el principal instrumento para la conservación de la naturaleza en la U.E.,
y en ella existen dos tipos de áreas: las ZEPA (zonas de especial protección para las aves)
y los LIC (lugares de importancia comunitaria).

España cuenta con más de 12 millones de hectáreas protegidas, el 27% del territorio
nacional. La mayor parte de los espacios españoles integrados en la Red Natura 2000
coinciden, en líneas generales, con las áreas de montaña, las zonas húmedas, algunos
sectores del litoral, y con amplias zonas de los dos archipiélagos: Baleares y Canarias. Es
decir, ámbitos territoriales donde las transformaciones humanas han sido menos intensas
y, por ello, se ha conservado una mayor proporción de sus ecosistemas.

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