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El sotobosque que acompaña al encinar de gran variedad y riqueza, está formado por coscoja, jara,
lentisco, madroño… La mano del hombre con las roturaciones, el aprovechamiento tradicional de su
madera y el sistema de dehesas han dado lugar a formaciones degradadas con un estrato arbóreo
pobre.
La dehesa es un bosque aclarado que combina el uso forestal (fruto, leña, madera) con un
aprovechamiento agrícola y pastoril. El sistema de dehesa permite conservar estos bosques y mantener
un cierto equilibrio con el medio ambiente, en el que conviven una variada flora y una gran variedad de
especies animales. En la actualidad, se mantiene en las penillanuras salmantinas y extremeñas y en Sierra
Morena.
● El alcornoque. Es una especie más exigente en humedad que la encina (umbral superior a los
500-600 mm anuales) y que no soporta bien los inviernos fríos. Por eso, su principal área de
desarrollo corresponde al suroeste peninsular (Extremadura, oeste andaluz y Ciudad Real) y
también Girona. Su madera dura es utilizada en la construcción de barcos y de su corteza se
obtiene el corcho.
● El algarrobo y el acebuche u olivo silvestre son dos especies que complementan el bosque
mediterráneo.
● Entre las formaciones secundarias destaca el pino, adaptado a casi cualquier clima y suelo. Ocupa
muchos espacios que sin intervención humana estarían cubiertos por bosques esclerófilos
frondosos. Se utiliza en repoblaciones por su aprovechamiento económico, siendo los principales
tipos el pino piñonero, el pino carrasco, el resinero…
EL MATORRAL MEDITERRÁNEO aparece producto de la degradación del bosque mediterráneo por la
actuación humana. Tipos:
● La maquia. Formación de matorral esclerófila, densa y cerrada, compuesta por especies que
superan los 2 m de altura y en la que incluso aparece algún árbol disperso. Está compuesta por
madroños, brezos, jara, lentisco y retama.
● La garriga. Formada por arbustos de poca altura. Es menos densa, apareciendo zonas de roca
descubierta de vegetación: coscoja, jara y plantas aromáticas como el romero, el tomillo y la
lavanda.
● La estepa. Hierbas bajas mezcladas con arbustos espinosos, que dejan al descubierto suelos
pobres. Son propias de zonas semiáridas (SE peninsular y Valle del Ebro) y también de zonas de
garriga degradada. Abundan el palmito, el tomillo, el esparto y el espárrago silvestre.
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3.4.-Paisaje vegetal de montaña
En la montaña, la vegetación se dispone en pisos (cliserie vegetal) en función de la altura y la
orientación (barlovento/sotavento, solana/umbría). Podemos distinguir:
La montaña alpina o pirenaica (representada por los Pirineos). Tiene cuatro pisos de vegetación: ●
Piso basal (hasta 1200 m). Encinas y robles. Sotobosque rico porque la luz llega al suelo sin
dificultad.
● Piso subalpino (1200-2400 m). Coníferas (abetos y pinos), pueden aparecer el haya. ● Piso
alpino (2400-3000 m). Dominio del prado y las rocas desnudas. Siete u ocho meses está cubierto
por la nieve, por lo que no se pueden desarrollar plantas de mayor tamaño. ● Piso nival (más de
3000 ms). Si hay poca pendiente la nieve se mantiene todo el año y no hay vegetación. En zonas
de fuertes pendientes la nieve desaparece un tiempo y puede haber plantas rupícolas (que viven
entre las rocas).
El resto de las montañas peninsulares (no tienen piso subalpino)
● Piso basal, ocupado por el bosque propio de su clima: en la zona atlántica, caducifolio, y en la
mediterránea, perennifolio en la parte baja y caducifolio o de pinares a mayor altitud. ● Piso
supraforestal. Pequeños arbustos: en la zona atlántica, brezo y genista, y en la zona
mediterránea, arbustos y matorrales espinosos.
● Cima. Prados en la zona atlántica y matorral en la mediterránea.