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ÍNDICE

Introducción............................................................................................................ p. 4

La Barcelona Medieval: “La catedral del Mar”…………..………………...…………. p. 5


 Siglo XIV, Barcelona ................................................................................... p. 6
 La Barcelona medieval ……………………………………………....……….. p. 10
- Islote de Maians ………………………………………….………..…... p. 10
- La muralla y sus portales …………………..…………….…….….…. p. 11
 Muralla ..………………………………………….…….….... p. 11
 Portal de Framenors ..…………...………………….……... p. 12
 Portal de Trentaclaus .……………………………….…….. p. 12
 Portal de la Boquería .……………………………………... p. 13
 Portal de Santa Anna…………………………………….... p. 14
 Portal Nou ..…………………………………………….…… p. 14
 Portal de Sant Daniel .………………………………...…... p. 15
- Los barrios y sus calles ………………..………..…………………..... p. 15
 Las Ramblas ..…………………………………………….... p. 15
 El barrio judío ..……………………………………………... p. 16
 La Ribera ..………………………………………………….. p. 17
 El Born ..…………………………………………………….. p. 18
 La calle Montcada ..……………………………….……….. p. 19
 La calle Bòria ..………………………………….………….. p. 20
- Plazas y edificios destacados ..………………………….…………... p. 21
 Plaza Sant Jaume ..…………………………….………….. p. 21
 Plaza del Blat ..…………………………………….……….. p. 21
 Plaza dels canvis ..…………………………………….…... p. 23
 La Llotja ..……………………………………………….…... p. 24
 La Roca ..……………………………………………….…... p. 25
 Plaza de la Llana ..…………………………………….….... p. 25
- Santa María del Mar ..………………………………………………..... p. 26

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La Barcelona de la posguerra: “Nada”………………………………………………. p.33
 1945, Barcelona …………………………………………..………….............. p.34
 Barcelona de posguerra ……………………………………………..……….. p.38
- Barrios y calles ……………………………………………………..….. p.38
 Calle Aribau ………………………………………………… p.38
 Catedral de Barcelona …………………………………….. p.39
 Plaza de Cataluña …………………………………………. p.40
 Calle Montcada …………………………………………….. p.40
 El Born ………………………………………………...…….. p.41
- Santa María del Mar ………………………………………..………..... p.43
Conclusión …………………………………………...………………………..………... p.44
Bibliografía ………………………………………………………………….....………... p.45

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AGRADECIMIENTOS

Este trabajo no ha requerido la colaboración de otras personas pero si quería


agradecer a mi tutora, Margarita Rodon, su dedicación y toda la disponibilidad de
tiempo siempre que la he necesitado a lo largo del proceso, estando siempre
dispuesta a ayudarme y a aconsejarme en todo lo conveniente.

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INTRODUCCIÓN

Mi trabajo se llama “Barcelona como escenario literario” y lo escogí porque me


parecía una propuesta diferente, algo que no me había planteado nunca hacer.
Además, mediante este trabajo tenía la oportunidad de descubrir la Barcelona de la
Edad Media y la de la posguerra.

Probablemente, al pasear por las calles de Barcelona no nos paremos a pensar en


la historia de sus calles, de sus edificios y es por esto que, a través de mi trabajo,
quería mostrar cómo era la Barcelona del siglo XIV y cómo la Guerra Civil repercutió
en esta ciudad.

El trabajo está divido en dos partes: una dedicada a “La catedral del Mar”, de
Ildefonso Falcones, y otra a “Nada” de Carmen Laforet, que a su vez se encuentran
divididos por espacio y tiempo.

En la primera he querido describir la ciudad condal de finales de la Edad Media,


cómo era su muralla, de la que actualmente no queda prácticamente nada, sus
calles, el puerto… Y la he comparado con la Barcelona de hoy en día.
También he querido recoger las batallas que tuvieron lugar en aquella época, las
conquistas por parte del rey Pedro III, y cómo éstas afectaron a la ciudad.

En la segunda parte la Barcelona que se describe es más cercana a la de nuestros


días, pero esto no quiere decir que no haya cambiado. Por esto he querido mostrar
cómo estaban los barrios en aquella época y la repercusión de la guerra en la
ciudad.

Para poder mostrar la ciudad como escenario literario, he utilizado fragmentos de los
libros mencionados anteriormente en los que se hablaba de ésta y en los que
aparecían las descripciones de los distintos edificios, calles, etc.

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LA BARCELONA
MEDIEVAL:

“LA CATEDRAL DEL MAR”

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SIGLO XIV, BARCELONA

“La Catedral del Mar” es una novela que transcurre desde el año 1320 hasta el 1384.
Durante dicho periodo tienen lugar el reinado de Alfonso el Benigno y de Pedro el
Ceremonioso, éste último obsesionado con la conquista de todos los pueblos
catalanes. La coronación del rey Pedro no fue de mucho agrado entre los nobles de
Barcelona ya que primero debía acudir a Barcelona a jurar lealtad a los fueros y
constituciones de Cataluña.

―Aquel segundo domingo de julio del año 1339 era una fecha transcendental
para Barcelona. En enero de 1336 había fallecido en la ciudad condal el rey
Alfonso el Benigno y tras la pascua de ese mismo año fue coronado en
Zaragoza su hijo Pedro, quien reinaba bajo el título de Pedro III de Cataluña,
IV de Aragón y II de Valencia. (p.248)

Pedro III el Ceremonioso no visitó la ciudad hasta 4 años después de la muerte de


Alfonso y, tanto la nobleza catalana cómo los comerciantes se sentían muy
ofendidos ya que Barcelona era la ciudad más importante de todo el reino. El motivo
es que desde muy pequeño, Pedro III, se vio obligado a trasladarse Zaragoza para
evitar ser asesinado por su madrastra y su coronación, al contrario de lo que dictaba
la tradición, se celebró primero en el reino de Aragón para, después, jurar en
Barcelona.
Los fueros y constituciones de Cataluña los firmó en Lérida, sólo acudió a Barcelona
en julio de 1339 para acudir a tres acontecimientos.

Aquel segundo domingo de julio de 1339, Pedro visitaba por primera vez
Barcelona, la ciudad que había humillado. Tres eran los acontecimientos que
llevaban al rey a Barcelona: el juramento que como vasallo de la corona de
Aragón debía prestarle su cuñado Jaime III, rey de Mallorca, conde del
Rosellón y de la Cerdeña y señor de Montpellier; el concilio general de los
prelados de la provincia tarraconense – en la que a efectos eclesiásticos se

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hallaban incluida Barcelona- y el traslado de los restos de la mártir santa
Eulalia desde la iglesia de Santa María a la catedral.‖ (p.249, 250)

En 1341, en su afán por conquistar los antiguos reinos catalanes, el rey Pedro III
aprovechó un altercado con el rey de Mallorca para declararle la guerra:

―En cuanto Jaime de Mallorca partió con sus cuatro galeras, el rey ordenó a
Arnau d’Erill que acelerase el proceso abierto contra su cuñado y, al poco, el
veguer de Barcelona dictó sentencia por las que las tierras del vasallo infiel,
juzgado en rebeldía, pasaban a poder del rey Pedro, el Ceremonioso ya tenía
la excusa que legitimaba que declarara la guerra al rey de Mallorca.‖ (p.283)

Pero el rey no se conformaba con Mallorca, quería hacerse con todos los antiguos
reinos catalanes y en el verano de 1343 empezó la conquista del Rosellón y la
Cerdaña:

―Cuando el 29 de junio de 1343 toda la ciudad de Barcelona acudió a recibir a


toda la ciudad de Barcelona acudió a recibir a la armada real, congregada en
la desembocadura del río Llobregat, Arnau ya había tomado una decisión. El
rey tenía que partir a la conquista del Rosellón y la Cerdeña, sólo así
cumpliría su promesa, y él, Arnau Estanyol, estaría con aquel ejército (…)‖
(p.292)

A final de marzo del 1348 la peste bubónica empezó a afectar a Europa y Barcelona
no se libró de ella. En el libro podemos ver como afectó a la ciudad de Barcelona,
arrasando con gran parte de su población:

―(…) y, tras un mes de agonía, la peste llegó a Barcelona.(…) Aquel mismo


día aparecieron nuevos casos. Al día siguiente, más, y más al siguiente. Los
barceloneses se encerraron en sus casas, donde algunos morían entre
terribles sufrimientos; otros, por miedo al contagio, eran dejados en las calles,
donde agonizaban hasta que llegaban a la muerte. Las autoridades ordenaron

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marcar con una cruz de cal las puertas de las casas en las que se había
producido algún caso de peste. Insistieron en la higiene corporal, en que se
evitara el contacto con los apestados, y ordenaron que los cadáveres se
quemaran en grandes piras. Los ciudadanos se restregaron la piel hasta
arrancársela y, quienes pudieron, permanecieron alejados de los enfermos.
Sin embargo, nadie intentó hacer lo propio con las pulgas, y para extrañeza
de médicos y autoridades, la enfermedad siguió transmitiéndose.‖(p.342, 342)

También, en el siglo XIV, tuvo lugar una gran exterminación del pueblo judío por
parte de los reinos de Europa:

―(…)La judería de Barcelona ha tenido suerte. Desde Oriente hasta Castilla,


los judíos han sido asesinados sin piedad. Más de trescientas comunidades
han quedado totalmente destruidas. En Alemania, el mismo emperador Carlos
IV prometió convencer al perdón a todo delincuente que asesinase a un judío
o destruyese una judería.(…) En Mainz, han quemado en la hoguera a seis
mil judíos, y en Estrasburgo, han inmolado en masa a dos mil, en una
inmensa pira en el cementerio judío, mujeres y niños incluidos. Dos mil a la
vez…‖ (p.360)

En el 1355 el rey Pedro III, después de tres años de guerra con los genoveses por
haberse adueñado de Cerdeña, ya que esta debería ser fuero catalán, consiguió
vencerlos y se hacerse con ella:

―Hace exactamente tres años los catalanes firmamos un tratado con Venecia
y Bizancio para hacer la guerra a Génova. Nuestro objetivo era conquistar
Córcega y Cerdeña, que por el tratado de Agnani debían ser feudos catalanes
y sin embargo se encontraban en poder de los genoveses.(…) - Al año
siguiente el rey armó una flota de cincuenta galeras capitaneada por Bernat
de Cabrera y venció a los genoveses en Cerdeña. Nuestro almirante apresó
treinta y tres galeras y hundió otras cinco. Ocho mil genoveses murieron y tres

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mil doscientos más fueron capturados, ¡y sólo cuarenta catalanes perdieron la
vida!
Los bizantinos –continuó, con la mirada puesta en los ojos de Mar, brillantes
de curiosidad – rectificaron y volvieron a abrir sus puertos a nuestro
comercio.‖ (p.394, 395)

―El rey Pedro III, al mando de su flota, arribó victorioso a Barcelona tras la
conquista de Cerdeña. Toda Barcelona acudió a recibirlo. Desembarcó, entre
el fervor popular, por un puente de madera alzado sobre el mar frente al
convento de Framenors. Tras él, nobles y soldados desembarcaron en una
Barcelona vestida de fiesta para celebrar la victoria sobre los sardos. (p.400,
401)

En el 1356, Pedro III y Pedro el Cruel empezaron una guerra que finalizaría con la
victoria de los catalanes sobre los castellanos. Estos últimos habían engañado al rey
Pedro el Ceremonioso para hacerse con los territorios catalanes:

―El de Castilla había logrado engañarlos. Desde que empezó la guerra, hacía
ya tres años, las batallas y las treguas se habían ido alternando. Pedro el
Cruel atacó primero el reino de Valencia y después el de Aragón, donde tomó
Tarazona, con lo que amenazó directamente a Zaragoza. La Iglesia intervino
y Tarazona se entregó al cardenal Pedro de la Jugie, quien debía arbitrar a
cuál de los dos reyes correspondía la ciudad. También se firmo una tregua de
un año, que no incluía, empero, las fronteras de los reinos de Murcio y
Valencia.
Durante la tregua, el Ceremonioso logró convencer a su hermanastro Ferrán,
aliado entonces del de Catilla, para que lo traicionase y, tras hacerlo, el
infante atacó y saqueó el reino de Murcia hasta llegar a Cartagena.‖ (p.420,
421)

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Después de eso, el rey de Castilla decidió atacar a los catalanes entrando por el
puerto de Barcelona con la intención de que la batalla tuviera lugar en dicha ciudad.
Lo que no esperaba es que, finalmente, fuera una batalla naval y acabó retirándose:

―El rey ordenó que cargasen la bombarda de nuevo. La sorpresa y la caída


del mástil impidieron que los castellanos contestaran al fuego con sus
trabucos. El siguiente disparo acertó de lleno en el castillo de la nave y la
destrozó.
Los castellanos empezaron a apartarse de las tasques.
El constante escarnio y la bombarda de la galera real hicieron recapacitar al
castellano y al cabo de un par de horas ordenó a su flota que abandonara el
asedio y se dirigiese hacia Ibiza.‖ (p.428)

Como hemos visto, durante la novela tienen lugar grandes batallas para Barcelona
que han influenciado en el transcurso de la historia de la ciudad. El siglo XIV fue
uno de los de máximo esplendor de la ciudad condal. Prácticamente todos los reinos
catalanes estaban unidos y, además, era una de las principales paradas en las rutas
comerciales del Mediterráneo.

LA BARCELONA MEDIEVAL

ISLOTE DE MAIANS

Una de las principales zonas a destacar de la Barcelona medieval es el islote de


Maians. Esta isla estaba situada a un centenar de metros de Barcelona y
actualmente no existe ya que se utilizó aquella zona para construir el puerto:

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―dirigió la vista hacia donde el mar se fundía con la tierra. Cinco barcos
destacaban junto al islote de Maians.‖ (p.45)

Esto pasó en 1477 bajo el reinado de Juan II de Aragón a causa de que Barcelona
había perdido su puerto natural y los barcos tenían que atracar en la playa.

LA MURALLA Y SUS PORTALES

MURALLA

La Barcelona del siglo XIV era una ciudad rodeada de murallas en las cuales había
diferentes portales por donde acceder a ella:

―(…) de repente Barcelona terminaba. Era como una colmena rodeada de


murallas, salvo por el lado del mar, y más allá de las murallas sólo campos.‖
(p.46)

Dicha muralla, construida durante los siglos XIII y XV, fue impulsada por el rey Pedro
el Ceremonioso y el Consejo de Ciento y se incluyó el barrio del Raval, zona de
campos de cultivo, solares, etcétera que había surgido extramuros de la antigua
muralla romana. En 1854, durante el bienio progresista y con Pascual Madoz como
gobernador civil de Barcelona, se impulsó el derribo de la muralla. Varias veces se
había denegado la petición de derribo pero, bajo el clamor popular, la necesidad de
trabajo debido al cierre de numerosas fábricas a causa de la fuerte epidemia de
cólera y el argumento de Madoz el cual justificaba su destrucción con la ganancia de
tierras edificables, las cuales acabaron perteneciendo a la Corona, el gobierno
acabó aceptando.

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PORTAL DE FRAMENORS

Entre las principales puertas de acceso a la ciudad se encontraba la de Framenors.


Este portal estaba situado en la línea marítima de la ciudad y recibía su nombre del
convento que allí se encontraba, al cual le venía de los frailes menores o
franciscanos que se establecieron durante el siglo XIII. Este pasó a ser el centro del
barrio de Framenors, que ocupa el espacio situado entre la playa, la calle del Mar, la
calle de la Boquería y la muralla de la Rambla. El convento fue demolido en el año
1837 y actualmente se encuentra la plaza de Medinaceli:

―Corrieron hasta Framenors, el convento franciscano que se alzaba en el


extremo oriental de la muralla de la ciudad, junto al mar.‖ (p. 72)

―Dejaron atrás los pórticos del astillero y llegaron al convento de Framenors,


en el límite occidental de la cuidad, allí donde finalizaban las murallas de la
cuidad condal, cuyos muros empezaban a levantarse, y después campos y
huertas(…).‖ (p.215)

Del portal tampoco quedan restos.

PORTAL DE TRENTACLAUS

Después se encontraba el Portal de Trentaclaus en el cual, debido a la acumulación


de arenas y para aprovecharlas, se situaban los artesanos que hacían ollas,
platos…De ahí el nombre de las calles circundantes como la de Ollers y la de Ollers
Blancs, actualmente llamada Escudellers:

―Camina junto a la muralla en dirección al mar hasta el siguiente portal, el de


Trentaclaus. Allí está el barrio de los alfareros.(…) Bernat rodeó el mercado y
bajo hacía Trentaclaus. Las calles eran más anchas y, a medida que se
acercaba al portal, observó que delante de las casas, se secaban al sol

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docenas de objetos de cerámica: platos, escudillas, ollas, jarras o ladrillos.‖
(p.48)

La calle Ollers Blancs era la calle en la que se encontraba el horno en que Arnau,
junto con la esclava Estranya, horneaban las hogazas de pan de los Puig:

―(…) la esclava, sin dirigirle la palabra, le daba los primeros bultos: dos cestos
de hogazas de pan que debía llevar al horno de la calle Ollers Blancs para
que las horneasen.‖(p.121)

El portal, junto con el resto de la muralla fue destruido durante el siglo XIX.

PORTAL DE LA BOQUERÍA

A este portal le seguía el de la Boquería en el cual se agrupaban vendedores


ambulantes, payeses de otros pueblos y masías de los alrededores para vender sus
productos. Había mesas de carne i de ahí le viene el nombre de Boquería ya que
boc significa macho cabrío y Boquería hace referencia a carnicería:

―(…) dobla a la derecha y continua hasta que llegues a la muralla nueva, el


portal de la Boquería. (…) En el portal de la Boquería, Bernat se topó con un
nutrido grupo de mujeres que compraban carne: menudillos y macho cabrío.‖
(p.48, 49)

Poco a poco empezó a trasladarse allí todo lo relacionado con la compra y venta,
como el peso y la venta de la vendimia (en un principio realizado en la plaza de
Santa Anna) o el peso de la paja (anteriormente ubicado en la plaza Nova). Con el
paso del tiempo iba desagradando más a la gente el hecho de que hubiera un
mercado en mitad de la calle y se hizo un recinto extramuros. Del portal no queda
nada pero el mercado de la Boquería es, actualmente, uno de los más importantes
de Europa.

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PORTAL DE SANTA ANNA

Un poco más adelante se encontraba el Portal de Santa Anna:

―Inició el descenso en dirección al portal de Santa Anna, en la parte más


septentrional de la muralla occidental‖ (p.46)

A través de este portal se llegaba a una pequeña plaza de mismo nombre:

―Dejó la colegiata de Santa Anna a la izquierda y siguió andando tras la gente


que se adentraba en la ciudad. Girando a la derecha, llegó hasta la plaza de
Santa Anna.‖ (p.47)

Este portal recibía tal nombre del convento de Santa Anna, que allí se encontraba
desde antes de la construcción de la muralla. Actualmente no se conservan restos
del portal pero sí del convento. Se trataba de una iglesia de planta románica que en
el siglo XV fue reconstruida pero, esta vez, utilizando planta de cruz griega. Lo que
más destaca de esta iglesia totalmente gótica es su claustro con doble galería y con
gran cantidad de vegetación. El siguiente portal es el del Ángel o de Orbs,
actualmente una de las calles principales de Barcelona en la que se encuentran
numerosos establecimientos dedicados a la moda.

PORTAL NOU

En la zona este de la ciudad se encontraba el Portal Nou del cual ahora solo queda
una calle en memoria de lo que fue en el siglo XIII. Durante seis siglos tenía a sus
alrededores agrupaciones de albergues, hostales… Estaban situados, la mayoría, en
la calle Bòria ya que era uno de los ejes que llevaba al centro de la ciudad desde el
Portal Nou. El portal quedaba situado donde está, actualmente, el Paseo de Sant
Joan:

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―Corrió por la calle Bòria hacia el portal Nou con los gritos de los soldados tras él.
(…) No podía seguir corriendo hasta el portal Nou, donde con seguridad habría más
soldados apostados. (p.189)

PORTAL DE SANT DANIEL

Por último está el Portal de Sant Daniel situado donde ahora se encuentra el parque
de la Ciutadella. Dicho portal permitía acceder a la ciudad desde el puerto y era la
zona en la que se encontraba el barrio de la Ribera. En 2005 se encontraron restos
de lo que un día fue una de las principales puertas de acceso a la ciudad Barcelona:

―A la altura del portal de Sant Daniel giraron hacia la izquierda en dirección el portal
Nou y al monasterio de Sant Pere de les Puelles (…)‖ (p.343)

LOS BARRIOS Y SUS CALLES

LAS RAMBLAS

A extramuros se encontraban las Ramblas. Era una zona en la que situaba la riera
(de donde procede el nombre de rambla) y los campos de conreo. Poco a poco y, en
parte, por la epidemia de la peste negra que tuvo lugar en el 1347 y que provocó que
mucha gente se fuera de la zona amurallada, en este territorio, antes ocupado por
payeses, se iban incorporando nuevos habitantes procedentes de la ciudad creando
un nuevo barrio, el Raval. Por este barrio pasaban a menudo los bastaixos cuando
tenían que ir a La Roca a por piedras para Santa María del Mar:

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―(…) después campos y huertas (…) donde comenzaba el camino de subida a
la cantera. Pero antes de llegar hasta ella, los bastaixos tenían que cruzar el
Cagalell. (…) El Cagalell era un estanque que se formaba en la
desembocadura de la rambla, junto a las murallas, y en el que se acumulaban
los desechos y las aguas pútridas de la ciudad.‖ (p.215)

Era una zona de huertos hasta que en el siglo XIX, con la industrialización, se
comenzó a llenar de máquinas y de inmigrantes procedentes de diversas partes del
país. Se convirtió en un gueto en el que nadie se atrevía a entrar ya que la droga, la
prostitución y los bajos fondos se habían adueñado de toda la zona. Empezó a
conocerse como el “barrio chino” por su similitud con Chinatown, San Francisco. Con
los juegos olímpicos de 1992 se edificaron nuevas viviendas, se destruyeron los
focos de droga y mejoraron los servicios sociales con tal de dar una nueva imagen
del barrio que tan mala fama tenía.
Con el paso del tiempo este barrio ha ido mejorando y hoy en día podemos
encontrar allí el Museu d’Art Contemporani de Barcelona y el Centre de Cultura
Contemporània de Catalunya (uno de los espacios culturales más activos de la
ciudad). A de más, han ido surgiendo bares de diseño y tiendas de las mejores
firmas.
Aún y así la densidad de población y el índice de inmigrantes del Raval sigue siendo
uno de los más altos de la ciudad pero, lo que antes planteaba un problema de
convivencia, ahora se ve como un reto multicultural.

EL BARRIO JUDÍO

Entre las calles del Bisbe, Baixada de Santa Eulàlia, Call y Banys Nous se
encontraba el Barrio Judío o Call, el cual, actualmente, pertenece al Barrio Gótico de
Barcelona, pero en el que antiguamente estaban situados lo judíos, siempre
apartados del resto de la sociedad. En el siglo XIV se fue extendiendo más allá de
los límites y apareció el Call Menor (o d’en Sallahuja). La vida de los judíos giraba en
torno a las sinagogas y muchos eran artesanos, médicos...Entre los maestros,

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intelectuales y científicos destacaron miembros de la familia Cresques. En la judería
pasa bastante tiempo Arnau, protagonista de la novela, ya que Hasdai de Crescas lo
acoge en su casa después de que éste salvará la vida de sus hijos:

―Vestido de gala se encaminó a la judería; los gritos de la muchedumbre crecían a


medida que recorría la calle de la Mar, la plaza del Blat la bajada de la Presó, para
llegar hasta la iglesia de Sant Jaume.‖ (p.506)

Durante el siglo XIV muchos fueron obligados a convertirse al cristianismo. Otros se


marcharon a diferentes zonas del país y el resto fueron asesinados, disolviendo una
de las comunidades más culta y próspera.

En la calle Marlet aún se puede encontrar una antigua sinagoga recientemente


restaurada y abierta al público.

LA RIBERA

Otro de los barrios destacados de la ciudad es el de la Ribera en el que se


agrupaban los pescadores ya que era una zona muy próxima a la playa. Era el más
densamente poblado de toda Barcelona y en el que también había gran dinamismo
social y económico. A sus habitantes no se les consideraba ciudadanos de
Barcelona, excepto si tenían una propiedad privada, cosa que solo se podían
permitir unos pocos y otros no lo hacían, en parte, porque la mayoría del tiempo
estaban en el mar. En este barrio se pueden distinguir dos sectores: el Born y la
Ribera. El primero ha ido adquiriendo más importancia con los años y por eso se
conoce más a todo el conjunto por el Born. En esta zona era el eje de toda la
actividad del barrio. Allí se encontraban las tabernas, las casas de juego, un
mercado muy importante destruido en el 1714 para poder construir la Ciutadella y
alrededores… Además, tenían lugar las fiestas religiosas y procesiones, las justas y
torneos y los recitales trovadorescos. Las últimas casas, construidas en la playa,
eran pequeñas y sencillas. En ellas vivían los trabajadores del Puerto de Barcelona,

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pescadores, marineros, bastaixos… La mayoría de las casas seguían la misma
estructura: casa de dos pisos con una habitación en la planta baja que hacía de
cocina y de sala, y una planta superior con uno o dos dormitorios que muchas veces
eran realquilados a otras familias:

―El barrio de la Ribera de Mar de Barcelona (…) había crecido como un


suburbio de la Barcelona carolingia, cercada y fortificada por las antiguas
murallas romanas. En sus inicios fue en simple barrio de pescadores,
descargadores de barcos y todo tipo de gente humilde. (…) El transcurso del
tiempo (…) obligó también a la ciudad a buscar nuevos terrenos extramuros
en los que dar cabida a la incipiente burguesía de Barcelona que ya no podía
establecerse en el recinto romano. Y de los tres lindes de Barcelona, la
burguesía optó por el oriental, aquel por el que transcurría el tráfico del puerto
hasta la ciudad. Allí, en la misma calle de la Mar, se instalaron plateros; las
demás calles recibieron su nombre de los cambistas, algodoneros, carniceros
y panaderos, vinateros y queseros, sombrereros, espaderos y multitud de
otros artesanos. También se levantó allí una alhóndiga donde se alojaban los
mercaderes extranjeros que visitaban la ciudad. (p.102, 103)

EL BORN

Con la industrialización de Barcelona, el Born fue adquiriendo más importancia.


Tenía una especie de división y en cada fragmento se situaban: la parte comercial,
la industrial y la portuaria. La artería que alimentaba la industria estaba situada en la
calle Rec Comtal mientras que la actividad comercial se había instalado alrededor
del Bonet y la calle Bonaire, donde se encontraba la droguería más importante de
Europa. En la zona de la Ribera quedaba situado el sector marinero y portuario:

―Después, como todos, se perdían en las calles de la ciudad y disfrutaban de


las justas y torneos en el Born, donde los nobles y caballeros demostraban
sus habilidades guerreras, a pie, armados con grandes espadas, o a caballo,

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lanzándose uno contra otro a galope tendido con las lanzas apuntando al
oponente. Los dos muchachos se quedaban embelesados contemplando los
simulacros de combates navales.‖ (p.254)

Actualmente es una zona llena de tiendas y bares modernos, con mucha vida
nocturna, pero, a la vez, con muchos centros de cultura como el Museo Picasso y el
Museo Textil.

LA CALLE MONTCADA

La calle Montcada pertenecía a la zona lujosa y elegante de Barcelorna del siglo


XIV. Era una calle llena de casa palacio en la que habitaban ricos mercaderes y los
nobles de la ciudad:

―Pero no solo los ricos artesanos se sintieron atraídos por el nuevo barrio de
la Ribera; también muchos nobles se trasladaron allí, de la mano del senescal
Guillem Ramón de Montcada, a quien el conde de Barcelona, Ramón
Berenguer IV, cedió los terrenos a la calle que llevaba su nombre, que
desembocaba en la plaza del Born, junto a Santa María de la Mar, y en la que
se alzaron grandes y lujosos palacios.‖ (p.103)

La estructura de estas casas era prácticamente la misma en todas. Las habitaciones


se disponían alrededor de un patio central y se accedía a ellas mediante una
escalera situada a la derecha de la entrada. La puerta que daba a la calle era muy
amplia ya que tenía que ser de fácil acceso para los caballos y carruajes. En la
planta baja estaban las caballerizas, junto a la cocina y la caseta del guarda:

―Grau, de la mano del padre de Isabel, adquirió un costoso palacete en la


calle Montcada , donde vivían las familias nobles de Barcelona. (…) Tras los
portalones que daban a la calle Montcada se abría un patio empedrado;
enfrente, las cuadras, que ocupaban la mayor parte de la planta baja, junto a

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las cocinas y los dormitorios de los esclavos. A la derecha, una gran
escalinata de piedra, el aire libre, subía a la primera planta noble, donde
estaban los salones y demás estancias; encima, en el segundo piso, los
dormitorios. Todo el palacete era de piedra; los dos pisos nobles con
ventanas corridas, ojivales, miraban al patio.‖ (p.136, 137)

Hoy en día la calle Montcada sigue perteneciendo al barrio del Born y aún se pueden
ver todas las casas palacio construidas durante la Edad Media.

LA CALLE BÒRIA

Otra calle importante de este barrio es la de la Bòria. Era un camino de acceso


desde el Portal Nou y por eso se instalaron allí posadas y albergues. Los más
destacados eran el hostal de Pere ça Cort, el albergue d’En Pila, el hostal de los
Judíos y el de los Degollados. Cerca de esta calle había una prisión y de ahí el dicho
popular de “ir Bòira abajo” (“anar Bòria avall” en catalán) que describía la bajada de
los reos hacia la cárcel. Hoy en día aun se puede ver alguno de los muchos hostales
que tuvo la calle:

―Se dejó arrastrar a lo largo de toda la plaza hasta la calle Bòria. Tras
recorrerla, llegaron al barrio de los calderos, en cuyas pequeñas callejuelas
resonaban los golpes de los martillos sobre el cobre y el hierro.‖ (p.88)

―Por lo menos nadie reparaba en ella mientras andaba por la calle Bòria, en
dirección a la plaza del Blat.‖ (p.561)

Actualmente, el barrio de la Ribera o del Born es una zona llena de tiendas y bares
modernos, con mucha vida nocturna, pero, a la vez, con muchos centros de cultura
como el Museo Picasso i el Museo Textil.

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PLAZAS Y EDIFICIOS DESTACADOS

PLAZA SANT JAUME

La “Plaça de Sant Jaume” se encuentra en el centro de la ciudad y hoy en día es


una de las más importantes ya que allí se encuentra el palacio de la Generalitat y el
Ayuntamiento de Barcelona. Recibe este nombre porque durante la Edad Media
había allí una iglesia, la de Sant Jaume, la cual fue derribada en el año 1823
coincidiendo con la construcción de la nueva fachada del Ayuntamiento:

―Sigue por esta misma calle (…) hasta que llegues a la próxima plaza, la de
Sant Jaume. Allí verás una fuente (…)‖ (p.48)

En diversos momentos históricos ha pasado a llamarse plaza de la Constitución y


hoy en día aún podemos ver este nombre en la fachada del Ayuntamiento.

PLAZA DEL BLAT

La “Plaça del Blat” estaba situada en el centro de la ciudad y era una de las zonas
más importantes de la ciudad de Barcelona. En ella tenía lugar un gran tráfico de
mercancías, tanto que en el siglo XIV llegó a llamarse la “Plaça del Mercandal” y
todo el conjunto de edificios que la rodean, Villa del Mercandal. Al poco tiempo,
debido a la especialización de los productos que allí se vendían (harina y cereales)
pasó a llamarse “Plaça del Blat” (plaza del trigo):

―Conocía aquella plaza. Estuvo allí una vez con su padre. << Ésta es la plaza
del Blat -dijo-, el centro de Barcelona. ¿Ves aquella piedra en el centro de la
plaza? >> Arnau miró hacia donde señalaba su padre. << Pues esa piedra
significa que a partir de ahí la ciudad se divide en cuartos: el de la Mar, el de
Framenors, el del Pi y el de la Salada o de Sant Pere. >>‖ (p.87)

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En esta plaza tuvieron lugar diferentes revueltas causadas por el hambre en las que
se levantaban contra las autoridades pidiendo pan. Como en la revuelta del 15 de
abril de 1334 en la que el pueblo, a falta de trigo para abastecer a la población, se
rebeló contra las autoridades:

―Ese viernes había trigo en la plaza del Blat. (…) La plaza se convirtió en un
hervidero de rumores. La gente abandonó las colas, comenzaron las
discusiones y las razones degeneraron en insultos. Alguien exigió a gritos que
las autoridades pusieran a la venta el trigo que tenían escondido y el pueblo,
furioso, se sumó al requerimiento. Los medidores oficiales se vieron
superados por la masa, que se amontonó atropelladamente frente a las
mesas de venta; los alguaciles del rey empezaron a enfrentarse a la gente
hambrienta (…).‖ (p.173)

El castigo por esto era público y consistía en pasear a los reos sobre un burro
mientras se les azotaba. Los castigados con pena de muerte eran ahorcados a
extramuros. El caso de Bernat fue diferente. El rey no quería que se volviera a
repetir la revuelta mencionada anteriormente y por eso hizo que los cadáveres de los
instigadores fueran colgados en la plaza, a la vista de todos, para evitar que se
volviera a repetir aquella situación:

―(…) –lo han ahorcado en la plaza del Blat junto a nueve alborotadores más.
(…) Arnau interrumpió bruscamente su carrera al entrar en la plaza del Blat.
Jadeaba. La plaza estaba llena de gente, en silencio, todos de espaldas a él,
quietos, con la mirada en… por encima de la gente, junto al palacio, se
alzaban una decena de cuerpos inertes. (…) El muchacho volvió a mirar aquel
rostro desfigurado, morado hasta la negrura, caído a un lado, con los rasgos
contraídos, los ojos abiertos en una lucha que ya sería eterna por salir de sus
órbitas y con la larga lengua colgando inerte entre la comisura de los labios.‖
(p.181)

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Actualmente esta plaza recibe el nombre de Plaza del Ángel ya que allí se encuentra
la estatua en recuerdo a la aparición del ángel San Miguel.

PLAZA DELS CANVIS

La “Plaça dels Canvis” era una zona que se encontraba cerca de la Llotja en la que
se establecieron los cambistas de moneda ya que Barcelona era una ciudad
frecuentada por viajeros y mercaderes y los cambistas les cambiaban las divisas que
traían. Especulaban con los cambios y participaban con los comerciantes en
negocios que les permitían burlar la Prohibición de los Préstamos con interés:

―En primer lugar deberás asegurar tu mesa de cambio ante los magistrados de
Barcelona constituyendo una fianza por importe de mil marcos de plata;
después deberás comprar una casa o los derechos de una casa en el barrio
de los cambistas, ya sea la calle de Canvis Vells o de Canvis Nous, y
acomodarla para ejercer tu profesión; por ultimo tendrás que reunir más
dinero para empezar a trabajar‖. (p.370)

―Guillem le entregó un paño que Arnau desenrolló con cuidado. Se trataba de


un tapete de carísima seda roja, con flecos dorados en sus extremos.(…) Es
lo que faltaba sobre la mesa. Es la señal pública de que has cumplido con
todos los requisitos que exigen las autoridades y de que tienes tu mesa
convenientemente asegurada ante el magistrado municipal por valor de mil
marcos de plata. Nadie, bajo severas penas, puede poner el tapete sobre una
mesa de cambio o esteras ante ella si no posee la autorización municipal. Por
eso, si no la pones, nadie entrará ni depositará aquí sus dineros.‖ (p.377)

Todas las casas de aquella zona eran más o menos iguales y, como decían las
normas, Arnau debía comprarse una casa allí para poder ejercer la profesión de
cambista.

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―La planta superior tenía tres pequeñas habitaciones de las que amueblaron
dos, una para cada uno. La inferior estaba compuesta por la cocina, con
salida a lo que debía haber sido un pequeño huerto y, separada de ella por un
tabique, con vistas a la calle, una habitación diáfana en la que, durante los
días siguientes, Guillem instaló un armario, varias lámparas de aceite y una
mesa de madera noble larga con dos silla tras ella y cuatro enfrente.‖ (p.215)

La evolución del cambio de la moneda provocó que, en el 1401, se creara la Taula


de Canvi de Barcelona.

LA LLOTJA

La Llotja era un tribunal independiente formado por comerciantes y marineros que se


ocupaban de los pleitos de la gente del mar. En un principio se llamaba “El Consulat
del Mar” y se regían por las ordenaciones y reglas del tráfico marítimo que estaban
recogidas en el Libro del Consulado del Mar:

―Arnau y el segundo cónsul, los consejeros y los prohombres de la cuidad


recorrieron Barcelona hasta llegar a la lonja, la sededel Consulado de la Mar,
un edificio en reconstrucción en la misma playa, a pocos metros de la iglesia
de Santa María y de la mesa de cambio de Arnau.‖ (p.468)

Más tarde se construyó la Llotja de Mar que aún conserva en su interior el salón de
concentraciones gótico. Además, aparecieron otros servicios ligados a la actividad
mercantil como el pórtico de los Encantes, el de Forment, albergues y almacenes
para los comerciantes, y las Ataranzas Nuevas.

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LA ROCA

La cantera real de La Roca era la zona de la montaña de Montjuïc de la que los


bastaixos sacaban la piedra para construir la catedral de Santa María del Mar. De
allí procedía, también, la piedra utilizada en la catedral de Barcelona:

―Salieron desde Santa Clara, en el extremo oriental, para recorrer toda la


cuidad, cruzar las murallas y subir hasta la cantera real de La Roca, en
Montjuïc.(…) ¡Era como la plaza del Blat o cualquier otro mercado, pero sin
mujeres! En una gran explanada, los funcionarios del rey trataban con la
gente que había acudido en busca de piedra. Carros y reatas de mulas se
acumulaban en uno de los lados de la explanada, allí donde las paredes de la
montaña aún no se habían empezado a explotar; el resto aparecía cortado a
pico, refulgente la piedra. Un sinfín de picapedreros desprendían
peligrosamente grandes bloques de roca; luego reducían su tamaño en la
explanada.‖ (p.216)

PLAZA DE LA LLANA

La “Plaça de la Llana” era una plaza en la que había un mercado en el que se


vendían ollas y platos y en el que, más tarde, se especializó en la venta de lana, de
ahí el nombre. La mayoría de las personas que trabajaban la lana eran mujeres.
Estas vendían cada sábado sus productos en el mercado. En un lado de la plaza se
situaban las hilanderas y el otro las revendedoras para que se pudiera distinguir si
se compraba el producto a la persona que lo producía directamente o si era
mediante un intermediario.
Esta plaza ha sido uno de los lugares emblemáticos para la literatura costumbrista
barcelonesa e, incluso, de las poesías satíricas- sentimentales, como las de Josep
Carner.

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SANTA MARÍA DE LA MAR

La iglesia de Santa María del Mar se encontraba en el barrio de la Ribera. La que


Arnau la vio no tiene nada que ver con la que existe actualmente. Era una iglesia de
barrio no muy grande que estaban empezando a restaurar:

―Delante de ellos se alzaba una iglesia, fuerte y resistente, seria, adusta


chata, sin ventanales y con unos muros de un grosor excepcional. Alrededor
del templo habían limpiado y allanado el terreno. Un sinfín de estacas
clavadas en el suelo y unidas por cuerdas, formando figuras geométricas, la
rodeaba. Circundando el ábside de la iglesia pequeña, se alzaban diez
esbeltas columnas de dieciséis metros de altura, cuya piedra blanca resaltaba
a través del andamiaje que las envolvía. Los andamios de madera apoyados
en la parte posterior de la iglesia subían como inmensos escalone. Aun a la
distancia a la que se encontraba, Arnau tuvo que levantar la vista para divisar
el final de los andamios, muy por encima de las columnas.‖ (p.100)

―La antigua iglesia se asemejaba a una pequeña caja rodeada por la


magnificencia de otra más grande, una caja llamada a desparecer a medida
que creciera la segunda, una caja más pequeña en cuyo final se abría el
altísimo ábside ya cubierto.‖ (p.120)

Era una iglesia construida por el pueblo. Ellos eran los que la construían y los que
colaboraban, en todo lo que podían. No era una iglesia como las otras, pagada por y
para los ricos:

―Santa María de la Mar se empezó a construir, pues, por y para el pueblo, de


lo cual dio fe la primera piedra del edificio que se colocó en el lugar exacto
donde iría el altar mayor y en la que, a diferencia de lo que ocurría con las
construcciones que contaban con el apoyo de las autoridades, tan sólo se

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esculpió el escudo de la parroquia en señal de que la fábrica, con todos sus
derechos, pertenecía única y exclusivamente a los parroquianos que la
habían construido.” (p.103)

En un principio, la capilla en la que se encuentra la Virgen de Arnau y de todos los


bastaixos no existía. Apareció con la restauración de la iglesia.

―- Ves aquellos contrafuertes?- le contestó el sacerdote señalando dos de los


que se estaban construyendo para cerrar el deambulatorio, tras el altar mayor
-. Pues allí, entre ellos se construirá la primera capilla, la del Santísimo, en la
que provisionalmente y junto al cuerpo de Cristo y al sepulcro que contiene
los restos de Santa Eulália, se guardará a la Virgen para que no sufra ningún
se desperfecto.(…) La capilla del Santísimo pertenece a la cofradía de los
bastaixos; ellos tendrán la llave de sus rejas y se ocuparán de vigilar a tu
Virgen.‖ (p.112)

Para el protagonista también fue muy importante el hecho de haber presenciado


cómo se izó la clave de la catedral de Santa María:

-Como veréis – gritó -, en lo alto del andamio se han montado varios


polipastos que nos servirán para izar la clave. Las trócolas, tanto las de arriba
como las que están atando a la clave, están compuestas por tres órdenes de
poleas compuestos a su vez por tres poleas cada uno. Como ya sabéis, no
utilizaremos tornos ni ruedas puesto que en todo momento deberemos dirigir
la clave lateralmente. Hay tres maromas que pasan por las poleas, suben
hasta arriba y vuelven a bajar hasta el suelo. (…) – Quiero que os dividáis en
tres grupos, a mi alrededor. Los maestros albañiles empezaron a dividir a la
gente. Arnau y Joanet se escabulleron hasta la fachada posterior de la iglesia
y allí, con la espalda pegada al muro, siguieron los preparativos. Cuando
Berenguer comprobó que se habían formado los tres grupos en su derredor,
continuó hablando: - Cada uno de los tres grupos halará una de las maromas.
Vosotros- añadió dirigiéndose a uno de los grupos- seréis Santa María.

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Repetid conmigo: ¡Santa María! – Los hombres gritaron Santa María-.
Vosotros Santa Clara-. Y vosotros, Santa Eulalia. Me dirigiré a vosotros por
esos nombres. Cuando diga ¡todos!, me estaré refiriendo a los tres grupos.
Debéis tirar en línea recta según se os coloque, sin perder la espalda de
vuestro compañero y atendiendo a las órdenes del maestro que dirigirá cada
fila. Recordad: ¡siempre tenéis que estar rectos! Colocaos en fila. (…) – Un
poco más, Santa María. No. Santa Clara, tirad, ahora aguantad. ¡Santa
Eulalia!, ¡Santa Clara!, ¡Santa María…! ¡Abajo! Poco a poco, poco a poco.
¡Despacio!
De repente las maromas dejaron de pesar. En silencio, todos los hombres
miraron al cielo, donde Berenguer de Montagunt se había acuclillado para
comprobar la situación de la clave. Rodeó la piedra, de dos metros de
diámetro, se irguió y saludó a los de abajo alzando los brazos.(…) Arnau
sintió cómo se le hacía un nudo en la garganta y se le erizaba todo el bello del
cuerpo. (p.116)

―Con la clave en el cielo, los niños pudieron comprobar cómo de cada una de
las diez columnas que la rodeaban empezaban a nacer los nervios de los
arcos; los albañiles construyeron unas cerchas sobre las que engarzaban una
piedra tras otra y que se alzaban en curva, hacia la clave. Por detrás de las
columnas, rodeando las ocho primeras, ya se habían erigido los muros del
deambulatorio, con los contrafuertes hacia dentro, metidos en el interior de la
iglesia. Entre estos contrafuertes, les dijo el padre Albert señalándoles dos de
estos, estaría la capilla del Santísimo, la de los bastaixos, donde descansaría
la Virgen.‖ (p.119)

En el momento en el que se izó la clave ya poco quedaba de lo que antes había sido
aquella iglesia:

―Porque a la vez que nacían los muros del deambulatorio, a la vez que se
empezaban a construir las nueve bóvedas apoyadas en las nervaduras que
partían de las columnas, se empezó a derruir la vieja iglesia.‖ (p.119)

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Y en el 1343, aquella pequeña iglesia románica había desparecido totalmente para
dejar paso a una gran catedral:

―Sus ilusiones, su vida entera había ido desmoronándose como la vieja iglesia
románica que dio vida al nuevo templo. Ya no existía. Ningún vestigio
quedaba de la pequeña iglesia, y desde donde se encontraba podía observar
la inmensa y ancha nave central, delimitada por las columnas ochavadas
sobre las que se sustentarían las bóvedas. Más allá de las columnas, por el
exterior, los muros de la iglesia seguían levantándose e izándose hacia el
cielo, piedra a piedra, pacientemente.
Arnau miró hacia arriba. La clave de la segunda bóveda de la nave central ya
se había colocado y se trabajaba en la de las naves laterales. El nacimiento
de Nuestro Señor: aquél había sido el motivo elegido para aquella segunda
piedra de la clave. La bóveda del presbítero estaba totalmente cubierta. La
siguiente, la primera de la inmensa nave central rectangular, todavía no
cubierta, parecía una tela de araña: las cuatro nervaduras de los arcos
estaban a cielo abierto, con la piedra de la clave en su centro, como una
araña dispuesta a desplazarse por finos hilos en busca de su presa. La
mirada de Arnau se perdió entre aquellos nervios delgados. (…) Cubierta ya
en parte y alzados los contrafuertes que sostenían los arcos de las naves
laterales de la segunda bóveda, la nobleza y los ricos mercaderes de la
ciudad habían empezado a trabajar en las capillas laterales, decididos a dejar
su impronta en forma de escudos heráldicos, imágenes, sarcófagos y todo
tipo de relieves cincelados en la piedra. (…) y se detenían con orgullo en las
once capillas, de las treinta y cuatro previstas, que ya se habían construido a
lo largo del deambulatorio.‖ (p.286)

En 1367 ya se podía percibir como sería el templo una vez finalizado:

―Joan se detuvo y lo contempló. Todavía rodeada de andamios de madera,


por los que los albañiles se movían sin descanso, Santa María ya mostraba lo

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que sería su orgullosa fábrica. Todos los muros exteriores, con sus
contrafuertes, estaban terminados, al igual que el ábside y dos de las cuatro
bóvedas de la nave central; las nervaduras de la tercera bóveda, cuya piedra
de clave había sido pagada por el rey para que se cincelase en ella la figura
ecuestre de su padre, el rey Alfonso, se empezaban a elevar en un arco
perfecto, soportadas por complicados andamiajes, a la espera de que la
piedra de la clave equilibrase los esfuerzos y el arco se mantuviese por sí
solo. Únicamente faltaban las dos últimas bóvedas principales y Santa María
estaría cubierta del todo.(…) Observó a los maestros de obras de los
diferentes oficios que se afanaban en las jambas y arquivoltas de la fachada
principal, en su estatuaria, en sus puertas remachadas en la tracería, distinta
en cada una de las puertas, en las verjas de hierro forjado y en las gárgolas
con todo tipo de figuras alegóricas, en los capiteles de las columnas y en las
vidrieras, sobre todo en las vidrieras, esas obras de arte llamadas a filtrar la
mágica luz del Mediterráneo para juguetear, hora a hora, casi minuto a
minuto, con las formas y los colores del interior del templo.
En el imponente rosetón de la fachada principal ya podía vislumbrarse su
futura composición: en su centro, un pequeño rosetón polibulado desde cuyo
diámetro partían, como flechas caprichosas, como un sol de piedra
concienzudamente labrado, los maineles destinados a dividir el rosetón
principal; tras éstos, las narices de tracería daban paso a una fila de trilóbulos
en forma ojival y, después de ello, otra fila de cuatrilóbulos, éstos
redondeados, que cerraban definitivamente el gran rosetón. Entre toda esa
tracería, igual a la que decoraba los estrechos ventanales de la fachada, se
irían incrustando las vidrieras emplomadas; de momento, sin embargo, el
rosetón aparecía como una inmensa tela de araña, de piedra finamente
labrada, a la espera de que los maestros vidrieros acudieran a rellenar los
huecos.‖(p.541, 542)

El 15 de agosto de 1384, la iglesia de Santa María de la Mar ya estaba totalmente


acabada y tuvo lugar su inauguración:

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―Desde la plaza de Santa Anna, Arnau levantó la mirada al cielo. El repicar de
las campanas de la iglesia llenaba toda Barcelona. El vello de sus brazos
respondió a la música y se erizó; un escalofrío recorrió su cuerpo al son de las
cuatro campanas. Había visto como alzaban las cuatro, mientras deseaba
acercarse para tirar de las sogas junto a los jóvenes: la Assumpta, la más
grande, de ochocientos setenta y cinco kilos, la Conventual, la mediana, de
seiscientos cincuenta, la Andrea, de doscientos, y la Vedada, la más
pequeña, de cien, en lo alto de la torre.
Aquel día se inauguraba Santa María, su iglesia, y las campanas parecían
sonar de modo distinto a como lo hacían desde que las instalaron…¿o sería
que él las oía de otra forma? Miró hacia las torres ochavadas que cerraban la
fachada principal por sus dos lados: altas, esbeltas y ligeras, de tres cuerpos,
cada uno más estrecho que a medida que se alzaban hacia el cielo; abiertas a
los cuatro vientos mediante ventanas ojivales; rodeadas de barandas en cada
uno de sus niveles y acabadas con terrados a nivel. Durante su construcción
le dijeron a Arnau que serían sencillas, naturales, sin agujas ni chapiteles,
naturales como el mar, a cuya patrona protegían, pero imponentes y
fantásticas, pensó Arnau al contemplarlas, como también lo era el mar.‖
(p.658) No estava en cursiva

A los pocos meses la iglesia sufrió un incendio que destruyó gran parte del interior
del templo:

―Aquella noche, la del 26 de diciembre de 1379, un terrible incendio devastó


Santa María. El fuego redujo a cenizas la sacristía, el coro, los órganos, los
altares y todo lo que hasta entonces se había construido en su interior que no
fuera de piedra. Pero también la piedra sufrió los efectos del incendio, siquiera
fuese en su cincelado, y la piedra de la clave en la que estaba representado
Alfonso el Benigno, padre del Ceremonioso, que pagó aquella parte de la
obra, quedó totalmente destruida. ―(p.660)

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Tras el incendio, el interior de la iglesia fue restaurado y, actualmente, aún podemos
contemplar en Barcelona la gran catedral de Santa María de la Mar convertida, junto
con la Sagrada Familia, en una de las dos basílicas de Barcelona.

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LA BARCELONA
DE LA
POSGUERRA:

“NADA”

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1945, BARCELONA

“Nada” es una novela situada en la Barcelona de la posguerra. La protagonista se


establece en la ciudad para estudiar una carrera de letras, pero sólo pasa un año en
la ciudad condal. Al año se muda a Madrid:

―Yo tenía hambre, pero no había nada comestible que no estuviera pintado en
los abundantes bodegones que llenaban las paredes, y los estaba mirando,
cuando me llamó tía Angustias.‖

Además, se había convertido en un lugar peligroso, lleno de delincuencia por las


calles y en el que la gente desconfiaba de todo el mundo:

―La ciudad, hija mía, es un infierno. Y en toda España no hay una ciudad que
se parezca más al infierno que Barcelona... Estoy preocupada con que
anoche vinieras sola desde la estación. Te podía haber pasado algo. Aquí
vive la gente aglomerada, en acecho unos contra otros. Toda prudencia en la
conducta es poca, pues el diablo reviste tentadoras formas...‖

La novela no muestra directamente como la guerra ha afectado a la ciudad, pero lo


podemos ver a través de la casa en la que vive la protagonista ya que es un retrato
de la Barcelona de posguerra:

―Pensé que allí, el cuarto de baño no se debía utilizar nunca. En el manchado


espejo del lavabo — ¡qué luces macilentas, verdosas, había en toda la
casa!— se reflejaba el bajo techo cargado de telas de arañas, y mi propio
cuerpo entre los hilos brillantes del agua, procurando no tocar aquellas
paredes sucias, de puntillas sobre la roñosa bañera de porcelana.
Parecía una casa de brujas aquel cuarto de baño. Las paredes tiznadas
conservaban la huella de manos ganchudas, de gritos de desesperanza. Por
todas partes los desconchados abrían sus bocas desdentadas rezumantes de
humedad. Sobre el espejo, porque no cabía en otro sitio, habían colocado un

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bodegón macabro de besugos pálidos y cebollas sobre fondo negro. La locura
sonreía en los grifos torcidos.
(…) En la habitación que me habían destinado se veía un gran piano con las
teclas al descubierto. Numerosas cornucopias —algunas de gran valor— en
las paredes. Un escritorio chino, cuadros, muebles abigarrados. Parecía la
buhardilla de un palacio abandonado, y era, según supe, el salón de la casa.
En el centro, como un túmulo funerario rodeado por dolientes seres —aquella
doble fila de sillones destripados—, una cama turca, cubierta por una manta
negra, donde yo debía dormir. Sobre el piano habían colocado una vela,
porque la gran lámpara del techo no tenía bombillas.(…) . El hedor que se
advertía en toda la casa llegó en una ráfaga más fuerte. Era un olor a
porquería de gato. (…) Pude lograr mi intento en la medida que los muebles lo
permitían y vi que comunicaba con una de esas galerías abiertas que dan
tanta luz a las casas barcelonesas. (…) Tres años hacía que, al morir el
abuelo, la familia había decidido quedarse sólo con la mitad del piso. Las
viejas chucherías y los muebles sobrantes fueron una verdadera avalancha,
que los trabajadores encargados de tapiar la puerta de comunicación
amontonaron sin método unos sobre otros. Y ya se quedó la casa en el
desorden provisional que ellos dejaron.(…) Al abrir la puerta de mi cuarto me
encontré en el sombrío y cargado recibidor hacia el que convergían casi todas
las habitaciones de la casa. Enfrente aparecía el comedor, con un balcón
abierto al sol. (p.19)

También podemos ver como los tíos de la protagonista habían participado en la


guerra, en el bando de los rojos, como espías. En aquellos años muchas personas
tenían que huir de un pueblo a otro para evitar los bombardeos y era una época de
hambre y miseria en la que mucha gente:

―Román había cambiado antes. En el momento mismo que entramos en


Barcelona en aquel coche oficial. ¿Tú sabes que Román tenía un cargo
importante con los rojos? Pero era un espía, una persona baja y ruin que
vendía a los que le favorecieron. Sea por lo que sea, el espionaje es de

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cobardes... (…) Te voy a contar una historia, mi historia, Andrea, para que
veas que es como una novela de verdad... Ya sabes tú que yo estaba en un
pueblo de Tarragona, evacuada... Entonces, en la guerra, siempre estábamos
fuera de nuestras casas. Cogíamos los colchones, los trastos, y huíamos.
Había quien lloraba. ¡A mí me parecía tan divertido!... Era por enero o febrero
cuando conocí a Juan, tú ya lo sabes. Juan se enamoró de mí en seguida y
nos casamos a los dos días... Le seguí a todos los sitios a donde iba... Era
una vida maravillosa, Andrea. Juan era completamente feliz conmigo, te lo
juro, y entonces estaba guapo, no como ahora, que parece un loco... Había
muchas chicas que seguían a sus maridos y a sus novios a todos lados.
Siempre teníamos amigos divertidos... Yo nunca tuve miedo a los
bombardeos, ni a los tiros... Pero no nos acercábamos mucho a los sitios de
peligro. Yo no sé bien cuál era el cargo que tenía Juan, pero también era
importante. Te digo que yo era feliz. La primavera iba llegando y pasábamos
por sitios muy bonitos. Un día me dijo Juan: «Te voy a presentar a mi
hermano». Así mismo, Andrea. Román al principio me pareció simpático...
¿Tú lo encuentras más guapo que Juan? Pasamos algún tiempo con él, en
aquel pueblo. Un pueblo que llegaba al mar. Todas las noches Juan y Román
se encerraban, para hablar, en un cuarto junto al que yo dormía. Yo quería
saber lo que decían. ¿No te hubiera pasado a ti lo mismo? Y además había
una puerta entre las dos habitaciones. Creía que hablaban de mí. Estaba
segura de que hablaban de mí. Una noche me puse a escuchar. Miré por la
cerradura: estaban los dos inclinados sobre un plano y Román era el que
decía: «Yo tengo que volver aún a Barcelona. Pero tú puedes pasarte. Es
sencillísimo...». Poco a poco empecé a comprender que Román estaba
instando a Juan para que se pasara a los nacionales...

Tras la guerra los “grises” comenzaron a perseguir a todos los “rojos” y esto provocó
que muchos vecinos, amigos, conocidos e incluso familiares, se acusaran entre sí.

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―Por aquellos días vinieron a buscar a Román y se lo llevaron a una checa;
querían que hablara y por eso no le fusilaron. Antonia, la criada, que está
enamorada de él, se puso hecha una fiera. Declaró a su favor.‖

―—Sólo piensas en esas mezquindades... ¿Te has olvidado de nuestro viaje a


Barcelona en plena guerra, Gloria? Ni siquiera te acuerdas de los lirios
morados que crecían en el parque del castillo... Tu cuerpo parecía
blanquísimo y tu cabellera roja como el fuego entre aquellos lirios morados.
Muchas veces he pensado en ti tal como eras aquellos días, aunque
aparentemente te haya maltratado. Si subes a mi cuarto podrás ver el lienzo
donde te pinté. Allí lo tengo aún...
(…) — ¡No levantes la voz!... Mucho tienes tú por qué callar, de modo que
habla quedo... Sabes que puedo presentar a tu marido testigos que vieron
cómo fuiste una noche a ofrecérteme a mi cuarto y de cómo te despedí a
patadas... Podría haberlo hecho ya, si hubiera querido tomarme la molestia.
No te olvides de que había muchos soldados en el castillo, Gloria, y algunos
viven en Barcelona...
(…) Te odio desde la noche en que te burlaste de mí, cuando yo me había
olvidado de todo por tu culpa... Y ¿quieres saber quién te denunció para que
te fusilaran?, pues ¡yo!, ¡yo!, ¡yo!... ¿Quieres saber por culpa de quién
estuviste en la checa?, pues por mi culpa. Y ¿quieres saber quién te
denunciaría otra vez si pudiera?, ¡yo también! Ahora soy yo quien te puede
escupir a la cara y te escupo.‖ (p.209)

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BARCELONA DE POSGUERRA

BARRIOS Y CALLES

CALLE ARIBAU

En esta calle se encuentra la casa en la que vive la protagonista de la novela,


Andrea. Esta calle ha sido, claramente, una de las más afectadas por la Guerra Civil
y en ella podíamos encontrar a varias personas pidiendo limosna por la calle.
Además, la protagonista no quería que sus amigos de la universidad conocieran el
mundo en el que vivía ya que se avergonzaba de él:

―Filas de balcones se sucedían iguales con su hierro oscuro, guardando el


secreto de las viviendas. Los miré y no pude adivinar cuáles serían aquellos a
los que en adelante yo me asomaría.‖ (p.15)

En esta casa podemos ver las consecuencias de la guerra en el país. Un hogar que
años atrás había sido feliz ahora estaba reducido a la mitad, dejando todos los
muebles amontonados en una sola zona. Algo parecido era la España de posguerra,
un país que había quedado reducido como consecuencia de los bombardeos y en el
que sus ruinas habían ido quedando amontonadas.

(…) Tres años hacía que, al morir el abuelo, la familia había decidido
quedarse sólo con la mitad del piso. Las viejas chucherías y los muebles
sobrantes fueron una verdadera avalancha, que los trabajadores encargados
de tapiar la puerta de comunicación amontonaron sin método unos sobre
otros. Y ya se quedó la casa en el desorden provisional que ellos dejaron. (…)
(p.24)

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CATEDRAL DE BARCELONA

En la novela la protagonista va a pasear por la ciudad y decide entrar a visitar la


catedral del Barcelona. Ésta es una catedral gótica construida entre el siglo XIII y el
siglo XV, dedicada a Santa Eulalia, patrona de la ciudad de Barcelona:

―Al llegar al ábside de la catedral me fijé en el baile de luces que hacían los
faroles contra sus mil rincones, volviéndose románticos y tenebrosos. Oí un
áspero carraspeo, como si a alguien se le desgarrara el pecho entre la maraña
de callejuelas. Era un sonido siniestro, cortejado por los ecos, que se iba
acercando. (…) Sin embargo, apreté el paso hasta llegar a la fachada principal
de la catedral, y al levantar mis ojos hacia ella encontré al fin el cumplimiento
de lo que deseaba.
Una fuerza más grande que la que el vino y la música habían puesto en mí me
vino al mirar el gran corro de sombras de piedra fervorosa. La catedral se
levantaba en una armonía severa, estilizada en formas casi vegetales, hasta la
altura del limpio cielo mediterráneo. Una paz, una imponente claridad, se
derramaba de la arquitectura maravillosa. En derredor de sus trazos oscuros
resaltaba la noche brillante, rodando lentamente al compás de las horas. Dejé
que aquel profundo hechizo de las formas me penetrara durante unos minutos.
Luego di la vuelta para marcharme.(…)
Yo vi, al pie de la escalinata, apretándose contra ella, un conjunto de casas
viejas que la guerra había convertido en ruinas, iluminadas por faroles.
—Todo eso desaparecerá. Por aquí pasará una gran avenida y habrá espacio y
amplitud para ver la catedral.‖ (p. 117, 118, 119)

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PLAZA CATALUÑA

Otro lugar de Barcelona elegido por la autora es la plaza Cataluña, lugar en el que la
protagonista pasa muchos mediodías de invierno:

―No importaba que aquel mes hubiera gastado demasiado y apenas me


alcanzara el presupuesto de una peseta diaria para comer: la hora del
mediodía es la más hermosa en invierno. Una hora buena para pasarla al sol
en un parque o en la plaza de Cataluña. A veces se me ocurría pensar, con
delicia, en lo que sucedería en casa. Los oídos se me llenaban con los
chillidos del loro y las palabrotas de Juan. Prefería mi vagabundeo libre.‖ (p.
125, 126)

CALLE MONTCADA

La calle Montcada es una de las zonas más ricas de Barcelona. Allí pasa muchas
horas Andrea, en casa de unos amigos que se creen bohemios y que están en
contra de todo pero que en realidad sólo son los hijos mimados de la burguesía
barcelonesa.

―Entramos por un portalón ancho donde campeaba un escudo de piedra. En el


patio, un caballo comía tranquilamente, uncido a un carro, y picoteaban
gallinas produciendo una impresión de paz. De allí partía la señorial y ruinosa
escalera de piedra, que subimos. En el último piso, Pons llamó tirando de una
cuerdecita que colgaba en la puerta. Se oyó una campanilla muy lejos. Nos
abrió un muchacho a quien Pons llegaba más abajo del hombro. Creí que
sería Guíxols. Pons y él se abrazaron con efusión.
(…) Le seguimos, atravesando un largo dédalo de habitaciones destartaladas
y completamente vacías, hasta el cuarto donde Guíxols tenía su estudio. Un
cuarto grande, lleno de luz, con varios muebles enfundados —sillas y

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sillones—, un gran canapé y una mesita donde, en un vaso —como un ramo
de flores—, habían colocado un manojo de pinceles.
Por todos lados se veían las obras de Guíxols: en los caballetes, en la pared,
arrimadas a los muebles o en el suelo...(…) Pons observaba continuamente el
efecto que me producían sus amigos y buscaba mis ojos para sonreírme. Hice
café y lo tomamos en tazas de diferentes tamaños y formas, pero todas de
porcelana fina y antigua, que Guíxols guardaba en una vitrina. Pons me
informó que Guíxols las adquiría en los Encantes.
(…) A mí aquel ambiente bohemio me pareció muy confortable. El único mal
vestido y con las orejas sucias era Pujol, que comía con gran apetito y gran
silencio. A pesar de esto, me enteré de que era rico. Guíxols mismo era hijo
de un fabricante riquísimo. Iturdiaga y Pons pertenecían también a familias
conocidas en la industria catalana. Pons, además, era hijo único, y muy
mimado, según me enteré mientras él enrojecía hasta las orejas.
—A mí, mi padre no me comprende —gritó Iturdiaga—. ¿Cómo me va a
comprender si sólo sabe almacenar millones? De ninguna manera ha querido
costearme la edición de la novela. ¡Dice que es negocio perdido!...‖ (`p.156,
157, 158, 159)

EL BORN

El barrio del Born, conocido popularmente como el “barrio chino”, es una de las
zonas más peligrosas de Barcelona en plena posguerra ya que allí es donde se
concentran las clases marginales, los inmigrantes, las prostitutas, donde tenían lugar
apuestas y juegos para conseguir dinero…

―Me acuerdo que íbamos por una calleja negra, completamente silenciosa,
cuando se abrió una puerta por la que salió despedido un hombre
borracho(…)
Yo estaba llena de terror y procuraba permanecer invisible. No tenía idea de
lo que podría pasar unos minutos después. Encima de aquel infierno —como

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si sobre el cielo de la calle cabalgaran brujas— oíamos voces ásperas, como
desgarradas. Voces de mujeres animando a los luchadores con sus pullas y
sus risas. Alucinada, me pareció que caras gordas flotaban en el aire, como
los globos que a veces dejan escapar los niños.(…)
Antes de torcer la segunda esquina oímos pasos. Juan había reaccionado
bastante, pero se dejaba guiar por mí. Me apreté contra su hombro y él me
abrazó. Pasó un grupo. Eran individuos que pisaban fuertemente y charlaban
haciendo bromas. No nos dijeron nada. Un rato después estábamos
separados. Mi tío apoyado en la pared, con las manos en los bolsillos, y
cayéndonos a los dos la luz de un farol.
Me miró dándose cuenta de quién era yo. Pero no me dijo nada porque, sin
duda, encontraba natural que yo estuviese aquella noche en el corazón del
barrio chino. Le saqué un pañuelo del bolsillo para que se limpiara la sangre
que le goteaba sobre el ojo.‖ (p. 179,180, 181)

Allí tenia la casa la hermana de Gloria, mujer del tío de Andrea, donde, a
escondidas, acudía muchas noches para jugar a las cartas y ganar algo de dinero.

―A pesar de todo, hubo algo cómico en aquello, chica... Un poquitín cómico. Ya


sabes tú... Yo le decía a Juan que vendía sus cuadros en las casas que se
dedican a objetos de arte. Los vendía en realidad a los traperos, y con los cinco
o seis duros que ellos me daban, podía jugar por la noche en casa de mi
hermana... Allí van los amigos y amigas de ella, de tertulia, por las noches. A
mi hermana le gusta mucho eso porque le hacen gasto de aguardiente y ella
gana con eso. A veces se quedan hasta el amanecer. Son gente que juega
bien y les gusta apostar. Yo gano casi siempre... Casi siempre, chica... Si
pierdo, mi hermana me presta cuando tengo déficit y luego se lo voy
devolviendo con un pequeño interés cuando gano otras veces... Es la única
manera de tener un poco de dinero honradamente. Te digo a ti que algunas
veces he llegado a traer a casa cuarenta o cincuenta duros de una vez. Es muy
emocionante jugar, chica... Aquella noche yo había ganado, tenía treinta duros
delante de mí... Y lo que son las casualidades, figúrate que vino bien el que

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apareciera Juan, porque yo tenía por contrario a un hombre muy bruto y había
hecho un poquitín de trampa... Algunas veces hay que hacerlo así.‖ (p.247)

SANTA MARÍA DEL MAR

Junto con su amigo Pons, Andrea entra a visitar la Catedral del Mar. Éste también es
uno de los grandes escenarios de la ciudad condal elegidos para protagonizar
novelas como “La Catedral del Mar”. Ésta es una iglesia barroca del siglo XIV
construida por y para el pueblo barcelonés ya que fue construida gracias a su
inversión, tanto económica como en horas de trabajo:

―Fuimos andando, dando un largo paseo, por las calles antiguas. Pons parecía
muy feliz. A mí me había sido siempre extraordinariamente simpático.
—¿Conoces la iglesia de Santa María del Mar? —me dijo Pons.
—No.
—Vamos a entrar un momento si quieres. La ponen como ejemplo del puro
gótico catalán. A mí me parece una maravilla. Cuando la guerra la quemaron...
Santa María del Mar apareció a mis ojos adornada de un singular encanto, con
sus peculiares torres y su pequeña plaza, amazacotada de casas viejas
enfrente.
Pons me dejó su sombrero, sonriendo al ver que lo torcía para ponérmelo.
Luego entramos. La nave resultaba grande y fresca y rezaban en ella unas
cuantas beatas. Levanté los ojos y vi los vitrales rotos de las ventanas, entre
las piedras que habían ennegrecido las llamas. Esta desolación colmaba de
poesía y espiritualizaba aún más el recinto. Estuvimos allí un rato y luego
salimos por una puerta lateral junto a la que había vendedoras de claveles y de
retama. Pons compró para mí pequeños manojos de claveles bien olientes,
rojos y blancos. Veía mi entusiasmo con ojos cargados de alegría.‖ (p.156)

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CONCLUSIÓN

En este trabajo me marqué una serie de propósitos, cómo mostrar la Barcelona de


otras épocas y compararla con la actual, que a medida que fui leyendo los libros,
pude ir asimilando.

El primer propósito era el de, a través de la lectura de “La catedral del Mar”,
comparar la Barcelona de la Edad Media con la actual. Esto no ha sido fácil porque
muchas de las plazas y portales mencionados en el libro actualmente no existen y
esto ha dificultado mucho la búsqueda de información acerca de ellos.

Mediante la lectura de “La catedral del Mar” he podido comprobar que hay grandes
diferencias entre la ciudad que hoy conocemos con la de antaño. Como grandes
plazas de gran importancia en aquellos años como la del Blat han desaparecido con
el paso de los años y como, en cambio, grandes edificios como Santa Maria del Mar
aún se siguen conservando con la misma relevancia que antes.

Otro de los propósitos era el de mostrar la Barcelona gris de plena posguerra


mediante “Nada”, de Carmen Laforet. A través de este libro se puede ver como
barrios que en aquellos años eran marginales y se juntaban prostitutas y toda clase
de personas de distintas nacionalidades han ido resurgiendo con el paso de los años
hasta convertirse en grandes puntos culturales.

Como el propio nombre del trabajo indica, lo que he querido hacer es mostrar como
las novelas utilizan la ciudad de Barcelona como escenario literario.

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BIBLIOGRAFÍA

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http://www.portvellbcn.com/es/historia

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http://www.barceloneta.com.es/es_historia.html

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Libros:

LAFORET, Carmen: ―Nada‖, Barcelona, Colección Booket, ISBN: 978-84-233-4062-0

FALCONES, Ildefonso: “La catedral del Mar”, Barcelona, Debolsillo, ISBN: 978-84-
8346-619-3

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