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BOLIVIA
DOSSIER
DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 2
ÍNDICE
I. INTRODUCCION.............................................................................................................5
1.2 OBJETIVOs DEL DOSSIER.....................................................................................5
1.3 ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN.........................................................................6
1.4 IMPORTANCIA Y UTILIDAD....................................................................................6
II. CONTENIDO O CUERPO DEL DOSSIER....................................................................8
UNIDAD DIDÁCTICA I ASPECTOS GENERALES DE
LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA..........................................................................8
1. Definición de Doctrina Social de la Iglesia (DSI).....................................................8
2. Documentos principales que contiene la DSI.......................................................11
3. División de la DSI..................................................................................................12
4. Naturaleza de la DSI.............................................................................................12
5. Fuentes de la DSI..................................................................................................13
6. La legitimidad de la DSI.........................................................................................17
UNIDAD DIDÁCTICA II LA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA DSI..................................21
1. La DSI anterior al siglo XIX...................................................................................21
2. La formación de la DSI en la época contemporánea............................................24
UNIDAD DIDÁCTICA III PRINCIPIOS, CRITERIOS Y ORIENTACIONES DE LA DSI. .31
1. Los principios generales de la DSI...........................................................................31
2. los criterios de juicio para enjuiciar las realidades sociales..................................33
3. Las directrices para la acción social......................................................................34
UNIDAD DIDÁCTICA IV LA PERSONA HUMANA..........................................................36
1. La antropología cristiana.......................................................................................36
2. Los derechos humanos y la Doctrina Social de la Iglesia.....................................41
3. Cuadro de derechos del hombre...........................................................................41
4. Los deberes del hombre........................................................................................41
5. Los derechos y deberes del gobernante...............................................................42
6. Derechos y deberes de los pueblos......................................................................42
UNIDAD DIDÁCTICA V EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD HUMANA..........................44
1. Dos datos de situación..........................................................................................44
2. Definición de la solidaridad...................................................................................45
3. La solidaridad como principio de la DSI. Sus grados...........................................46
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 3
I. INTRODUCCION
1.1 PRESENTACIÓN
La Iglesia defiende al hombre, colabora para su liberación, actúa en favor de la
fraternidad, de la justicia, de la paz, y en contra de las dominaciones y violaciones,
de los atentados a la libertad, de las agresiones de todo tipo.
A los cristianos nos toca contribuir a crear un mundo más justo, más humano, más
cristiano; éste es el objetivo principal del presente Dossier de Doctrina Social de la
Iglesia, cuyos autores han querido desarrollar como aporte para consolidar la
formación de los alumnos de las distintas carreras de la Universidad Salesiana de
Bolivia en una visión cristiana que se comprometa con la mejora de condiciones de
nuestra sociedad que reflejen la justicia y la paz.
El Dossier parte de la persona humana, mostrándola como lo esencial de la obra
creada y de la sociedad; no existe por tanto un valor que sea tan preciado como el
hombre. A la luz de la dignidad de la persona, se desarrollan distintos aspectos tales
como los derechos humanos, la familia, la sociedad y el Estado. Apoyada en estos
pilares, se desarrolla la doctrina de la Iglesia —a través de los documentos
pontificios y episcopales— en todo cuanto atañe a los problemas sociales. En un
mundo ganado por las ideologías, éstas son objeto de un minucioso análisis, a los
fines de rescatar de ellas lo que tengan de positivo y realizar la crítica exhaustiva de
sus elementos negativos.
El presente trabajo tiene mucha importancia por su presentación reflexiva, analítica,
y vivencia social; a medida de que el tiempo vaya trascurriendo, orientada a luz
divina para nuestro milenio, engrandecida por personas comprometidos con la
sociedad actual, buscando mejores días y de mucha solidaridad y felicidad.
Fundamentalmente, la materia de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) se presentará
en los aspectos generales: su dimensión histórica, sus principios criterios y
orientaciones, para comprender la importancia profunda del hombre como ser
humano, ser para el otro en relación con los demás, con Dios y con el mundo.
Comprendiendo la realidad de la persona humana, con todos sus derechos y
deberes de los que emanan la solidaridad de todos los hombres.
1.2.3 COMPETENCIAS
Conoce, analiza, interpreta y aplica la Doctrina social de la Iglesia, que en su función
evangelizadora busca humanizar la sociedad, ofreciendo respuestas a los problemas
sociales actuales desde una concepción cristiana del hombre, de la vida social.
UNIDAD DIDÁCTICA I
ASPECTOS GENERALES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
COMPETENCIA
Analiza, describe y fundamenta los aspectos generales de la Doctrina Social de la
Iglesia, su división, fuentes y legitimidad.
IGLESIA
REFLEXION
Reflexión moral y filosófica – búsqueda científica (ciencias humanas y
sociales) – Experiencias de la comunidad cristiana
DOCTRINA SOCIAL
PRINCIPIOS ORIENTACIONES
(Siempre válidos) PRACTICAS
ACCION CRISTIANA
La Doctrina Social de la Iglesia es un cuerpo doctrinal que entra en diálogo con las
diversas disciplinas que se ocupan de la realidad del hombre; estas son: lo religioso,
lo económico, lo político, cultural, etc. Consiste primordialmente en todas las
enseñanzas de la Iglesia Católica relacionadas con el tema de la justicia social,
llevar a cabo cambios que sirvan al verdadero bien del hombre. Introducir a las
personas en un nuevo modo de conocer y leer la realidad les ayuda a abrirse a
horizontes más amplios, al servicio de cada persona: el pobre, el anciano, el
extranjero, la viuda… Impone la facultad moral de ejercer el derecho para llegar a la
justicia, la cual es el fundamento principal de esta doctrina.
“Hoy la doctrina social de la Iglesia se centra especialmente en los hombres y las
mujeres puesto que ellos están comprometidos en una red compleja de relaciones
dentro de las sociedades modernas. Las ciencias humanas y la filosofía son útiles
para interpretar el lugar central de la persona humana dentro de la sociedad y para
proveer un mejor entendimiento de lo que significa ser un ser social. Sin embargo, la
verdadera identidad de una persona es revelada completamente a través de la fe, y
precisamente es de la fe de donde comienza la doctrina social de la Iglesia. Si bien
se sirve de todas las contribuciones hechas por las ciencias y la filosofía, la doctrina
social de la Iglesia está apuntada a ayudar a la humanidad en el camino de la
salvación” (Centesimus Annus, 53-54).
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 11
PARTE GENERAL
La parte general de la DSI está constituida por todos y sólo aquellos elementos
genéricos, que por su misma universalidad tienen una proyección necesaria y son de
aplicación obligada en los diferentes sectores o cuestiones que se tratan en la parte
especial. La parte general contiene y explica lo común a todos ellos.
PARTE ESPECIAL
Estudia las grandes áreas temáticas de la vida social, la socio-política, la socio-
económica, la socio-cultural.
4. NATURALEZA DE LA DSI
Elaboración sucesiva: la DSI no se ha formado instantáneamente, sino que se ha
ido elaborando con el paso del tiempo.
La DSI nace y se desarrolla a partir del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas sociales del momento. El Evangelio, la Tradición y la razón proporcionan
el deposito de las verdades permanentes que van a utilizar en su desarrollo la DSI.
Continuidad y cambio. Este binomio, que es sinónimo de identidad y evolución o
desarrollo, y que expresa un a de las grandes características esenciales de la DSI,
reitera la combinación, que hemos dicho antes, de permanencia y mutación:
continuidad e identidad significan que la DSI es siempre la misma en su
inspiración de fondo, en sus elementos constantes.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 13
LA RAZÓN
El pensamiento católico, y por consiguiente la DSI, es racional y realista. Defiende y
cultiva la capacidad objetiva del conocimiento humano y afirma, al mismo tiempo, la
trascendencia del ser en su realidad toda física y metafísica.
La DSI, como parte esencial de la evangelización, al tener su fuente en la Sagrada
Escritura, pertenece desde el principio a la enseñanza de la Iglesia, a su concepción
del hombre y de la vida social, a la moral social singularmente. Como patrimonio, ha
sido heredada y desarrollada después por las enseñanzas de los Pontífices, a partir
de la Rerum Novarum de León XIII hasta la Centesimus Annus de Juan Pablo II (cf
LE 3).
La Conferencia de Puebla (1979) se refirió a la DSI con los siguientes términos:
“Conjunto de orientaciones, doctrinas y criterios de acción que tienen su fuente en la
Sagrada Escritura, en la enseñanza de los Padres y grandes teólogos de la Iglesia y
en el magisterio, especialmente de los últimos papas” (n. 472)
Uno de los mejores tratadistas españoles de las cuestiones sociales, Luis González-
Carvajal, la define así: “La DSI es la explicitación de las consecuencias sociales de
la fe cristiana llevada a cabo en los tiempos modernos por el magisterio eclesiástico”
(1992: 655)
Marciano Vidal, teólogo moralista español de prestigio internacional, da un paso más
buscando una definición de DSI “menos reductiva”, y hablando de “la potencialidad
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 15
que tiene la fe cristiana para iluminar y transformar la realidad social de cada época
y de cada situación”.
Para el Magisterio de la Iglesia, la DSI tiene una gran importancia. A través del
magisterio social, la Iglesia “hace oír su voz ante determinadas situaciones
humanas, individuales y comunitarios, naciones e internacionales, para las cuales
formula una verdadera doctrina, un cuerpo, que le permite analizar las realidades
sociales, pronunciarse sobre ellas y dar orientaciones para la justa solución social de
los problemas derivados de las mismas” (CA, 5). Este magisterio se da en el
contexto general de la doctrina del Papa y de la Iglesia, que también incluyen
aplicaciones concretas según los distintos tiempos y lugares.
A la Iglesia le ha sido confiado el don de la fe y la transmisión del mismo: “Cuando el
Romano Pontífice o con él el cuerpo episcopal definen una doctrina, lo hacen
siempre de acuerdo con la REVELACIÓN, a la cual deben sujetarse y conformarse
todos; se nos transmite íntegra, se expone con fidelidad, gracias a la luz del Espíritu
de la verdad”. (LG 25)
UNIDAD DIDÁCTICA II
LA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA DSI
COMPETENCIA
Describe el desarrollo histórico de la Doctrina Social de la Iglesia, partiendo de su
fundamentación bíblica, de cuya fuente beben la teología y preparan el campo para
las encíclicas papales que denuncian los sistemas político-económicos que atentan
contra la dignidad del hombre y proponen una visión cristiana para la solución de
los distintos problemas sociales.
LEÓN XIII
La temática, que los documentos sociales de León XIII abordan, no se limita a lo
económico, sino que se extiende también a la familia, la política y la cultura. Sus
enseñanzas se alzan durante el último tercio del siglo XIX:
en el escenario en que se mueven la revolución industrial, el liberalismo político,
el capitalismo económico, y el socialismo revolucionario;
el telón de fondo está ocupado casi exclusivamente por la presencia de Europa,
sacudida por los seísmos que siguieron a la Revolución francesa y la Ilustración; y
la presencia de América, en trance de previsible y agitada independencia.
De larga duración en el tiempo, de temática variada y amplia, y de honda intensidad
en cuanto a contenidos docentes, el magisterio del sucesor de Pío IX indica el punto
de partida decisivo en el giro nuevo del diálogo de la Iglesia con el mundo
contemporáneo. Con fidelidad exquisita a las más puras esencias evangélicas, supo
oír e interpretar la voz de la época y decir su palabra de Maestro universal también
en lo social.
PÍO XI
Pío XI abarcó con sus enseñanzas sociales todo el panorama de la convivencia,
definido por la problemática de la época. Cambios profundos se habían operado en
relación con el contexto histórico al que atendió León XIII. El sentido del cambio era
de seria agravación de los problemas.
Los datos que configuraban una situación nueva, que requería respuesta nueva por
parte de la Iglesia, eran:
la concentración de fuerza y de poder económicos,
la lucha de clases exacerbada,
la primera guerra mundial y sus efectos,
la revolución bolchevique de 1917,
la crisis económica de 1929,
la aparición de los totalitarismos de diferente signo,
los avances del laicismo y el odio a lo divino, promovido por el comunismo.
A montar esta respuesta atendió el magisterio de Pío XI. Cuatro sectores destacan
en la documentación social del Papa Ratti: El familiar, el económico, el cultural y el
análisis de la información.
QUADRAGESIMO ANNO
La Quadragesimo Anno (QA) aparece a los cuarenta años de la RN. Más que un
hito, es un gran obelisco en el camino histórico y doctrinal que recorre este tema. La
encíclica QA aportó al acervo de la DSI tres elementos en el orden de los principios
generales derivados:
la definición completa y la explicación definitiva del principio de la función
subsidiaria de la autoridad y, por consiguiente, del Estado. Con ello se reiteraba y
esclarecía el principio de la participación de los gobernados.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 26
PÍO XII
La contribución de Pío XII a la DSI fue gigantesca, por la altura y densidad de sus
enseñanzas, y significativa, porque marcó el tránsito de León XIII y Pío XI hacia las
enseñanzas de Juan XXIII y el Vaticano II.
El magisterio de Pío XII se orientó no sólo a los hijos de la Iglesia, sino a toda la
humanidad. Fue la gran voz del humanismo en las décadas de los cuarenta y
cincuenta del presente siglo.
Los radiomensajes
Debe subrayarse el inmenso, asombroso y sugestivo bloque de los diecinueve
radiomensajes navideños (1939-1957), en el que, como indica el propio Pío XII, se
distinguen tres momentos:
la segunda guerra mundial,
la guerra fría,
la que él denominó la paz fría o distensión relativa entre el Este y el Oeste.
Este conjunto de documentos sociales ofrece una cantera de materiales para el
estudio, fijación y vivencia de la DSI. Nada de lo social quedó fuera de sus análisis:
dio nuevo desarrollo a la doctrina sobre el matrimonio la familia, la política y la
economía.
amplió extraordinariamente el tratado de la cultura.
expuso con renovado acento el tema de la información, ya iniciado por Pío XI,
dando entrada en la DSI a los nuevos medios de comunicación social.
abrió un nuevo campo, el del derecho, hasta entonces sólo tangencialmente
tocado por sus predecesores;
proporcionó, en innumerables ocasiones, múltiples datos sobre las profesiones
temporales, atendiendo no sólo sus aspectos técnicos, sino también el trasfondo
ascético de la tarea profesional, como medio de santificación.
Los cuatro principios originarios de la DSI
Pío XII ha dado un tratamiento externo e intenso a todos y a cada uno de los cuatro
principios originarios de la DSI, que cobran relieve de objeto singular y tratamiento
específico:
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 27
JUAN XXIII
Tanto en la Pacem in Terris como en la Mater et Magistra reiteró claramente los
sumos principios originarios:
particularmente el principio de “ordo naturae” (orden natural), al cantar la armonía
maravillosa del cosmos y recoger las disonancias que en esa espléndida armonía
introducen los desórdenes humanos. Es este principio, unido al antropológico, el
que fundamenta la cuidadosa atención que Pacem in Terris de los derechos
fundamentales del hombre.
El principio de convergencia reaparece en el extenso pasaje dedicado al bien
común.
Análoga insistencia se observa respecto del principio de la subsidiariedad, cuya
ubicación se traslada al plano mundial, y de principio de solidaridad universal. La
socialización es el dato de época, que Juan XXIII utiliza para reforzar el concepto
de organicidad de la vida social.
Pero Juan XXIII no atendió solamente a los principios generales. Cuidó sobremanera
de explanar, con amplitud inédita hasta entonces en la documentación del
Magisterio, los criterios de juicio y las pautas generales para la acción social. Y lo
hizo para adaptar la DSI y la acción social de los católicos a las exigencias del
tiempo.
EL CONCILIO VATICANO II
En términos generales, el Concilio ofreció una síntesis autorizada, de interpretación
auténtica, y estilísticamente nueva, de la Parte General de la DSI. Y, además,
proporcionó una serie de apuntes certeros sobre los principales tratados de la Parte
Especial, apuntes en los que se combina la presencia de los principios con los datos
de coyuntura, circunstancial y pasajera, propios del momento. El documento capital
es la Gaudium et Spes.
La Congregación para la Educación Católica afirma a este propósito dos cosas:
primera, entre la Mater et Magistra (1961) y la Gaudium et Spes (1965), “el
camino recorrido por la doctrina social fue considerable”;
segunda, la Gaudium et Spes, en el campo de la economía y, en general, en todo
el amplio territorio de la convivencia, “supuso un giro fundamental en el proceso
evolutivo de la DSI”, particularmente en lo tocante al desarrollo, que ha de
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 28
PABLO VI
Las enseñanzas de Pablo VI forman otro de los caudalosos ríos que mantienen y
han incrementado notoriamente la DSI. Su magisterio en lo social abarcó todos los
campos. Dos son sus documentos capitales: la encíclica Populorum Progressio, de
tema económico predominante, y la carta Octogesima Adveniens, de carácter
político y social. Pero además sus intervenciones doctrinales fueron innumerables.
El pontificado de Pablo VI se desarrolló en la situación mundial que ya esbozamos a
propósito de Juan XXIII, con la creciente tensión entre el Este y el Oeste y el abismo,
cada día mayor, entre el Norte y el Sur. Continuó avanzando el secularismo. Y tras
el Concilio, y no a causa del Concilio, se acentuó la crisis de la DSI promovida por
ciertos sectores internos de la Iglesia de la llamada teología de la liberación, ante la
cual tuvo que hacer serias advertencias el Magisterio.
Populorum Progressio y Octogesima Adveniens
La encíclica Populorum Progressio (PP) se dirige a todos los hombres. Es
documento interno y externo a la vez. La carta Octogesima Adveniens (OA), que
conmemoró el octogésimo aniversario de la Rerum Novarum, es documento
doméstico, interno.
Ambos escritos, a los que debe añadirse la encíclica Ecclesiam Suam como
precedente, se sitúan en el contexto y en la perspectiva de la Gaudium et Spes, pero
con un matiz diferenciador: el de actualizar la Parte segunda de la constitución
conciliar y reforzar con energía significativa la Parte primera de dicho texto.
La encíclica Populorum Progressio (1967), que propugna el retorno al concepto
completo del desarrollo, reitera también la doctrina de los grandes principios
generales, particularmente el antropológico y el naturalista.
La definición cabal del desarrollo, nombre nuevo de la paz, no puede desentenderse
de su necesario enlace con el humanismo trascendente. Todos los principios están
presentes en la PP, aunque con diferente amplitud explicativa: la solidaridad, la
participación, “campo en el que queda mucho por hacer”, la subsidiariedad, y la
organicidad.
En la Octogesima Adveniens (1971) Pablo VI atiende, más que a los principios
generales de la DSI, a los criterios de juicio que deben servir para el correcto
discernimiento cristiano, y también a las normas de acción del cristiano en la vida
social. No consagra fácil e indiscriminadamente el pluralismo, sino que delimita el
ámbito de una correcta pluralidad de los cristianos en el orden temporal.
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JUAN PABLO II
Sintetizar la aportación de Juan Pablo II a la DSI no es tarea fácil. Por un lado, tal
aportación se halla in fieri, no está concluida. Por otra parte, el número de los
documentos es inmenso. No tiene precedente igual en el Magisterio de los Papas
contemporáneos.
Se puede afirmar, sin embargo, que uno de los datos fundamentales de esa
aportación viene dado por la insistencia, claridad y energía, con que Juan Pablo II ha
reiterado la actualidad urgencia y necesidad de DSI. Ha resuelto dudas, ha
deshecho objeciones tanto externas como domesticas y ha recorrido todo el campo
de la temática social presente. Y ello desde el primer momento de su pontificado.
En sus tres grandes encíclicas sociales —Laborem Exercens (1981), Sollicitudo Rei
SociaIis (1987) y Centesimus Annus (1991)— ha recogido y actualizado el entero
cuadro de la doctrina. Todos los grandes principios, originarios y derivados, están
incorporados y desarrollados. Lo mismo debe decirse de los criterios de
discernimiento y de las normas para la acción.
Defensa del hombre
La defensa del hombre constituye hoy y ha constituido siempre el punto central de la
DSI. La Iglesia posee, por entrega divina, la verdad completa sobre el hombre, frente
“a la paradoja inexorable del humanismo ateo, el drama del hombre amputado de
una dimensión esencial de su ser —el Absoluto— y situado así frente a la mera
reducción del mismo ser”, dijo en Puebla (28 enero 1979).
Es la fe revelada la que manifiesta plenamente al hombre su identidad verdadera:
Y precisamente de la fe arranca la DSI, la cual, valiéndose de todas las aportaciones
de las ciencias y de la filosofía, se propone ayudar al hombre en el camino de la
salvación. (CA 54)
Naturaleza de la DSI
La capacidad de la DSI, de ser siempre la misma y de sintonizar certeramente con
los retos de cada época, es la que explica la línea de continuidad —‘conexión
orgánica”— y el dinamismo evolutivo —”nuevas significaciones y nuevos
cometidos”— que aquélla posee. La cuestión social ha pasado de ser “el problema
de la clase” a convertirse en el “problema del mundo”. La DSI se ha mundializado
(LE, 2).
Con relación a la naturaleza de la DSI, Juan Pablo II reitera lo afirmado por los
Papas contemporáneos y el Vaticano II:
“La DSI no es “una tercera vía” entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista, y
ni siquiera es una posible alternativa a otras soluciones menos contrapuestas
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 30
radicalmente, sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una ideología, sino
la cuidadosa formulación del resultado de una atenta reflexión sobre las complejas
realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz
de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realidades,
examinando su conformidad o diferencia con lo que el Evangelio enseña acerca del
hombre y de su vocación terrena y a la vez trascendente, para orientar en
consecuencia la conducta cristiana. Por tanto no pertenece al ámbito de la ideología,
sino de la teología.”(SRS, 41)
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 31
1.
COMPETENCIA
Examina y compara los principios, criterios y orientaciones de la Doctrina Social de
la Iglesia y los aplica a situaciones de su realidad social, regional, nacional e
internacional.
EL RESPETO AL HOMBRE
A todo hombre, sin discriminaciones, y a todo el hombre, sin reduccionismos
deformadores y unilaterales. En cualquier medio y situación, porque el hombre es el
prójimo, el sujeto activo y pasivo del segundo mandamiento.
Este respeto, como directriz de la acción social, no se limita a adoptar una actitud
meramente pasiva e inoperante sino que incluye un esfuerzo personal y diario para
promover la total dignidad del prójimo, individuo o colectividad. Las parábolas del
buen samaritano (Lc 10,30-37) y del rico epulón (Lc 16,19-31) mantienen el valor de
arquetipo exigente —en la acción y en la omisión— de esta norma.
LA EXPERIENCIA DE LA VIDA
Apunta esta orientación principalmente a los laicos, aunque abarque también a los
pastores en su radio de acción. La experiencia es, en todo orden de cosas,
producto de la vida diaria conscientemente llevada.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 35
UNIDAD DIDÁCTICA IV
LA PERSONA HUMANA
COMPETENCIA
Examina y reflexiona sobre las implicancias sociales que reviste la definición de la
persona humana de la que proceden todos los derechos y deberes y propone
casos de la vida real.
1. LA ANTROPOLOGÍA CRISTIANA
EL HOMBRE PECADOR
El hombre fue creado como un ser libre, pero no para que las cosas le resultaran
más difíciles sino para que espontáneamente buscara su propia perfección,
uniéndose libremente al Creador.
“A causa de su dignidad personal, el ser
Desde el primer hombre, el pecado es una humano es siempre un valor en sí
realidad a la que no escapa ningún ser mismo y por sí mismo y como tal exige
humano —salvo Jesucristo, Dios y ser considerado y tratado. Y al contrario,
hombre, y María, su Madre—. Es algo que jamás puede ser tratado y considerado
todos experimentamos, al comprobar en como un objeto utilizable, un
nuestro interior una inclinación al mal, que instrumento, una cosa.” (Christifideles
muchas veces nos domina y nos impide laici, 37).
ser como quisiéramos ser y actuar como
sería nuestro deseo.
¿Qué es el pecado? Es la actitud del Pero el hombre pecó. “En vez de
hombre que rompe con Dios, lo niega, lo adorar al Dios verdadero, adoró ídolos,
desprecia. Al pecar, el hombre quiere las obras de sus manos, las cosas del
librarse de su Creador, y ser él mismo un mundo; se adoró a sí mismo. Por eso,
el hombre se desgarró interiormente.
Entraron en el mundo el mal, la muerte
y la violencia, el odio y el miedo. Se
destruyó la convivencia fraterna”
(Puebla, 185).
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 39
LA LIBERTAD
De su condición de ser libre nace la dignidad del hombre, elevado aún más porque
Jesucristo, al redimirnos, nos liberó del peor de los males —el pecado— y del poder
de la muerte. El Catecismo de la Iglesia Católica define a la Libertad como “el poder,
radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o
aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 40
CARACTERÍSTICAS DE DERECHOS
Los derechos humanos son:
Naturales
Universales
Inviolables
Inalienables
Objetivos
de derechos tenga que acompañar siempre la psicología paralela del servicio, que
se alza como vía de cumplimiento de los deberes.
Los deberes de toda persona, según la encíclica Pacem in Terris, son:
Respetar la vida propia y la ajena.
Buscar personalmente a Dios y venerarlo.
Trabajar, realizando bien la tarea.
Respetar los derechos ajenos, tanto los individuales como los familiares.
Respetar y colaborar en la obtención del bien común.
Servir a los demás; no servirse abusivamente de los demás.
Vivir con sentido de responsabilidad y libertad.
UNIDAD DIDÁCTICA V
EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD HUMANA
COMPETENCIA
Considera el principio de solidaridad humana, comparándolo con las situaciones de
insolidaridad que perviven en el mundo y las soluciones que aportan los
documentos del Magisterio.
2. DEFINICIÓN DE LA SOLIDARIDAD
Tras la comprobación de esta situación, interesa dibujar con exactitud el significado
del término solidaridad. Para ello damos cuatro aportaciones semánticas
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 45
LATÍN CLÁSICO
El latín clásico y el léxico jurídico romano no conocieron el sustantivo abstracto
“solidaritas”, el cual aparece posteriormente, primero en el ámbito teológico y se
generaliza, después, en la sociología y en la filosofía actuales.
El adjetivo latino clásico “solidus’ y el sustantivo derivado “soliditas”, denotan la
realidad homogénea de algo físicamente entero, compacto, genuino, con expresa
apelación a la igualdad de la naturaleza de todas las partes que lo integran.
También se emplea el adjetivo para designar el entero período de tiempo, sin
solución de continuidad, que una actividad o situación o viaje dura.
TERMINOLOGÍA JURÍDICA
La terminología jurídica, tanto del derecho sucesorio como del derecho de
obligaciones, e incluso en el derecho penal, mencionan la responsabilidad solidaria y
la aceptación solidaria. Como adjetivo designa aquí un conjunto jurídicamente
homogéneo de bienes o de personas que integran un todo unitario en el que resultan
iguales las partes desde el punto de vista de la consideración civil o penal.
a este ámbito de la aldea global que es el mundo y de cuya situación todos somos
responsables (SRS, 38).
ÉPOCAS DE MEMORIA
Las épocas de memoria refuerzan el coeficiente primario de la solidaridad; integran,
unifican, y corroboran.
Reafirman los logros históricamente alcanzados, por la vía de la renovación
evolutiva, homogénea. Acentúan las semejanzas, los valores comunes, el patrimonio
que une. Respetan el cuadro de la herencia viva recibida, de los elementos que han
configurado la identidad colectiva del pueblo.
No viven de represiones, sino de promociones creadoras y alertas. Las épocas de
memoria son, por ello, épocas de capacidad creadora, de energía resolutiva, de
salud social para responder con acierto a los nuevos desafíos. Reverencian el
pasado sin idolatrías y sienten el momento presente con solidaridad activa ante el
futuro inmediato.
ÉPOCAS DE OLVIDO.
Las épocas de olvido tienden a reducir, e incluso eliminar, las solidaridades totales.
Exasperan las diferencias. Acentúan patológicamente lo tribal. Cultivan las
solidaridades partidistas o de gueto, desconectadas de las solidaridades globales
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 51
UNIDAD DIDÁCTICA VI
EL PRINCIPIO DEL BIEN COMUN
(O DE CONVERGENCIA EN EL BIEN COMUN)
COMPETENCIA
Conoce y debate las consecuencias de la aplicación el principio del bien común en
el desarrollo de las sociedades y la lucha contra la pobreza en el mundo.
FUNDAMENTO
Esta primacía finalista de la persona humana en la vida social se funda en la
singular dignidad, natural y sobrenatural, que el hombre posee en virtud de su
propia naturaleza redimida.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 54
NECESIDAD DE LA AUTORIDAD
El Magisterio reconoce que toda forma de agrupación social requiere un elemento
rector, necesita una instancia dirigente, un gobierno legítimo. Por ello, la autoridad
es elemento indispensable, sujeto capital, también protagonista del correcto
desarrollo de la convivencia.
Más aún el magisterio declara que esa autoridad y la comunidad por ella presidida,
pertenecen en sus formas fundamentales al orden establecido por Dios. La
autoridad, sin cuya función no es posible el logro de los niveles de perfección a los
que el hombre aspira con razón, constituye una de “las leyes que regulan la vida
social y hombre” (GS, 23 y 25; Cf. Orientaciones, 37).
La razón de ser de la autoridad es única y exclusivamente el bien común, a cuyo
logro debe consagrarse por entero y con limpieza moral. Para realizar el bien común,
la autoridad posee la facultad y los poderes necesarios para gobernar: mandar,
dirigir y exigir obediencia, orquestando sin abusos y con sacrificio la colaboración de
todos los socios.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 56
ORIGEN DE LA AUTORIDAD
El origen inmediato, concreto o inmanente de la autoridad son las decisiones
electoras de los asociados, de los miembros del cuerpo social, los cuales designan,
eligen y confieren el poder jurídico que la autoridad necesita, en orden al bien común
que aquéllos se proponen conseguir, y de acuerdo con el marco asimismo jurídico
por ellos constituido y al que la autoridad debe en todo momento someterse.
Debe precisarse que la causa de este origen inmediato de la autoridad es la propia
naturaleza humana, que establece, como he indicado, la primacía finalista del
hombre sobre el orden social.
Pero el origen último, también inmediato y supremo, es Dios. La facultad moral de
mandar, con derecho a exigir obediencia de los miembros del cuerpo social no la
tiene ningún hombre por sí mismo. La tiene recibida de Dios, la suprema instancia
rectora del hombre y del mundo. No hay otra razón que justifique la obediencia,
fuera de Dios. Conviene insistir: toda autoridad social tiene ante sí una realidad
anterior condicionante. No es por sí sola la instancia creadora de algo posterior.
En su misma esencia el elemento rector de todo grupo social alberga un núcleo
ineludible de subordinación a la instancia divina. Esta conexión es esencial. Viene
impuesta por el orden absoluto del ser y de los fines. Si se rompe esta conexión
intrínseca e indisoluble, la autoridad se autoderriba de su pedestal moral, y se
reduce a un puro poder fáctico coactivo, revestido de una apariencia puramente
formal de autoridad moralmente desasistida.
PUNTO DE CONVERGENCIA
En la época actual se considera que el bien
El bien común es, como queda común consiste principalmente en la defensa de
dicho, el punto de convergencia de los derechos y deberes de la persona humana.
los dos sujetos capitales de toda De aquí que la misión principal de los hombres
vida asociada. Es un término y un de gobierno deba tender a dos cosas:
concepto que han estado siempre - de un lado, reconocer, respetar; armonizar,
tutelar y promover tales derechos;
presentes en los documentos
- de otro, facilitar a cada ciudadano el
sociales del Magisterio moderno de cumplimiento de sus respectivos deberes.
la Iglesia. Y, a partir de Pío Xl y Tutelar el campo intangible de los derechos de
sobre todo de Pío XII, ha sido la persona humana hacerle llevadero el
objeto de reiterados desarrollos en cumplimiento de sus deberes debe ser oficio
cuanto a su contenido y su esencial de todo poder público. (PT 50)
primacía operativa.
El planteamiento del tema se hace preferentemente en el campo de la comunidad
política nacional, internacional y mundial. Pero aquí, en la explicación del principio
genérico de la convergencia, el tema del bien común debe situarse y exponerse en
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 57
Como advierte el Concilio Vaticano II, “la plena perfección humana del hombre”
exige “facilitar a éste todo lo que necesita para vivir una vida verdaderamente
humana el sentido completo de este adjetivo (GS, 26,2. 86).
Con anterioridad a estas tres definiciones sumarias, Pío XII había dado una
definición más amplia del bien común, en la que aparece una explicación más
detallada de sus contenidos. El bien común está constituido por:
“aquellas condiciones externas que son necesarias al conjunto de los ciudadanos,
para el desarrollo de sus cualidades y de sus oficios, de su vida material, intelectual
y religiosa, en cuanto, por una parte, las fuerzas y las energías de la familia y de
otros organismos, a los cuales corresponde una natural precedencia, no bastan; y,
por otra, la voluntad salvífica de Dios no haya determinado en la Iglesia otra
sociedad universal al servicio de la persona humana y de la realización de sus fines
religiosos”. (Pío XlI, Con sempre, 13)
En este texto se advierte con claridad que en el concepto básico de bien común se
encuentran también los principios de subsidiariedad y de participación.
ALGUNAS OBSERVACIONES
El bien común:
es una realidad elástica, con capacidad de ajuste a la naturaleza y dimensiones
propias de todo grupo social. La amplísima gama de fines sociales, que va desde
lo más elemental hasta lo más complejo, queda albergada bajo el arco de
posibilidades que esa amplitud, universalizada, del bien común ofrece.
es una realidad subordinada. Actúa como causa final estimulante y orientadora
del dinamismo colectivo. El esfuerzo común que este dinamismo supone ha de
someterse siempre al hombre y a los intereses del cuerpo social, según el orden
establecido por la naturaleza y, en definitiva, por Dios.
en sus exigencias concretas y en la fijación de sus contenidos es cambiante,
móvil. Permanece idéntico siempre en su núcleo esencial, pero en el despliegue
histórico de este núcleo se halla sometido el bien común a la ley del cambio.
Continuidad y cambio pertenecen a las notas características del mismo.
corno idea y como realidad, obliga a los dos sujetos capitales de la vida social.
Dirigentes y dirigidos deben centrar todas sus actividades como radios que
reúnen en torno al centro de una circunferencia.
El que gobierna, sometido al bien común
Por ello, en todo grupo social, quien gobierna “está sometido a la realización
permanente del bien común” (Pío XlI, Con sempre, 13). Esta es su tarea diaria. Debe
tener una idea clara, completa, sensata, realista, cordial de lo que el grupo pretende.
Y debe arbitrar los medios más conducentes para alcanzar ese objetivo, respetado
en todo momento la capacidad de iniciativa de los asociados en cuanto éstos
pueden realizar por sí mismos.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 59
COMPETENCIA
Analiza y critica el papel de la autoridad en la sociedad civil y lo ilumina con el
principio de la acción subsidiaria propuesta por el Magisterio de la Iglesia.
COMPETENCIA
Reconoce la importancia del principio de participación de todo individuo en el
desarrollo de la sociedad y elabora propuestas de solución a problemas locales.
Sin la participación de la base social falta uno de los dos pilares que sostiene el arco
de la convergencia hacia el bien común, y por tanto, falla el fin o fines a que tiende la
dimensión social de la persona humana en virtud de la radical solidaridad del
hombre.
Con el principio de participación se apunta de manera directa a otros dos principios
permanentes derivados de la DSI, que después estudiaremos:
el de la concepción orgánica de la vida social
y el de la llamada modernamente justicia social.
EL SUJETO ACTIVO.
Aparece, pues, en primer lugar, un sujeto activo: el hombre. Todo hombre, todos y
cada uno de los miembros del grupo social. Nadie queda excluido de este nivel
genérico de la participación. El hombre no puede quedar reducido a simple sujeto
inerte de la acción de gobierno. No puede quedar convertido en simple recepcionista
o beneficiario de los bienes sociales.
Tiene que aportar su cuota personal de esfuerzo en el resultado conjunto del que
luego participará como destinatario.
EL OBJETO O TAREA
La participación atiende a un objeto o tarea: la obra común en que se colabora. Esta
tarea se halla ordenada al bien común que los socios se han fijado, y cuya dirección
operativa han encomendado al elemento rector del grupo.
Este objeto puede considerarse en dos momentos:
durante el proceso continuado de elaboración o producción del mismo.
en cuanto el objeto ha sido ya realizado y está a disposición del grupo.
EL MODO O PROCEDIMIENTO.
Un tercer factor de participación: el modo, vía o procedimiento, por medio de los
cuales puede y debe intervenir todo asociado tanto en la fijación y producción del
objeto como en la participación sujetiva posterior del mismo.
Este concepto genérico de la participación y sus tres elementos constitutivos
(proceso, acto y procedimiento) operan en todo grupo o formación social.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 68
LA EMPRESA
Frente a la disociación que los sistemas originan en las relaciones entre capital y
trabajo, la participación los vincula, en cuanto que los asocia mediante la
participación en la vida y beneficios de las empresas. Las aspiraciones
humanizadotas y participativas se conseguirán si este principio se pone en
funcionamiento real (LE, 14; CA, 43…).
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
La actividad económica, ante el excesivo protagonismo del Estado, demanda que
participen los ciudadanos desde su esfera en las inversiones, en las decisiones…
incluyendo a los más débiles mediante cauces adecuados de participación.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 70
LA VIDA POLÍTICA
La democracia ha de dotarse de estructuras que favorezcan la participación de todos
los ciudadanos (CA, 47) hasta llegar a corregir el déficit de nuestras democracias,
(lucha entre partidos, las decisiones exclusivas tomadas por sus cúpulas; etc.), la
despersonalización, la desinformación…
LA CULTURA Y LA EDUCACIÓN
La cultura y la educación (CA, 51), como lugares estratégicos para humanizar,
buscando los medios para que esta participación sea real, de todos los hombres, no
sólo de las élites. Aquí entra educar para la participación como objetivo de toda la
sociedad, en su tarea educadora, desde la igualdad, la libertad y la solidaridad, para
avanzar en madurez ciudadana, en la calidad de la convivencia y la paz.
LOS PUEBLOS
Los pueblos, en legítima igualdad, tienen derecho a participar en la política mundial,
en los procesos internacionales de paz… especialmente hoy, en un mundo
globalizado, donde todos los ámbitos están en relación, se impone la práctica de tal
participación.
El principio de participación, que es el derecho-deber, y cuyos sujetos activos son
los individuos, y los pueblos, a escala continental y mundial, se presenta pues como
el cauce, como la gran vía común para fomentar, garantizar y llevar a cabo en
cuadro total de los derechos y obligaciones naturales de la persona humana y de las
naciones.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 71
UNIDAD DIDÁCTICA IX
EL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN ORGÁNICA DE LA VIDA SOCIAL I
COMPETENCIA
Identifica las características del Principio concepción orgánica de la vida social y
planifica formas de organización y asociación que pueden aportar elementos
positivos a la sociedad.
EL HECHO ASOCIATIVO
Como constante histórica, el hecho asociativo responde a la solidaridad y, por tanto,
a la dimensión social de la naturaleza del hombre. Busca satisfacer la permanente
indigencia, la reconocida insuficiencia que el hombre padece y puede remediar
asociándose con los demás.
No hay vida digna del hombre sin recurso al hecho asociativo, que atiende tanto al
nivel primario de las necesidades perentorias —vivir y sobrevivir— cuanto al nivel
secundario de las conveniencias complementarias asequibles —vivir bien y mejor—.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 72
NOTAS CARACTERÍSTICAS
Vamos a señalar las cinco notas características del complejo, cambiante, abigarrado
y, sin embargo, fundamentalmente unitario mundo de las asociaciones: es una
exigencia radical del hombre, tiene un sentido personalizador, potencia la libertad
humana, se adapta a las condiciones del medio social y debe ajustarse al bien
común.
Es una exigencia radical del hombre.
La primera nota afecta a la esencia del hecho asociativo: es una exigencia radical
del hombre y por lo mismo un derecho y un deber fundamentales. Pertenece al
cuadro de las notas esenciales de la definición completa de la persona humana. Es
una constante histórica, al brotar de la esencia permanente y universal del hombre.
Tiene un sentido personalizador
Conectada con la nota anterior, está la segunda: el radical y primario sentido
personalizador del hecho asociativo. Todo el entramado de las formaciones sociales,
sin excepción, debe estar puesto al servicio del hombre. También aquí, y muy
especialmente, se deja sentir la primacía temporal y finalista del hombre:
por su origen, las asociaciones son un efecto de la riqueza e inteligencia del
hombre.
por su destino, ofrecen la posibilidad realizable de lograr objetivos que el individuo
aislado no puede conseguir. La unión de esfuerzos o inventiva es parte del
coeficiente enriquecedor de la persona humana.
Potencia la libertad humana.
La tercera nota surge como desarrollo explicativo de las dos anteriores. La
asociación confirma y potencia la libertad del hombre, la debida autonomía de éste y
de los entes sociales en el ámbito de la dinámica propia de cada asociación.
El hombre crea asociaciones, porque es libre, y las funda, para asegurar el
desarrollo de su libertad, son como plataformas o espacios que la base social
levanta o prepara, por iniciativa propia ascendente, para garantizar y facilitar el
ejercicio normal de la libertad.
El hecho asociativo tiene, por ello, un valor de fomento impulsor de la iniciativa
privada. Y posee además un valor simultáneo y complementario para prevenir, y en
su caso limitar, los posibles, o probables, o reales abusos de la autoridad en el seno
del grupo social.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 73
3. EL DERECHO DE ASOCIACIÓN
Pasamos ya al orden jurídico, al campo de la regulación positiva del hecho
asociativo, de la norma reguladora de este derecho natural del hombre. No se trata
de una capacidad de asociarse, graciosamente concedida al hombre. No se trata de
una capacidad de asociarse, graciosamente concedida al hombre por una autoridad
meramente humana. La doctrina sobre este punto quedó establecida en la DSI,
como se dijo antes, en sus líneas fundamentales, por León XIII en la Rerum
Novarum (35-39): el de la asociación es un derecho “concedido al hombre por la ley
natural” (RN, 35).
La autoridad está gravemente obligada a reconocer, favorecer y proteger el ejercicio
de ese derecho. Sólo puede regular su funcionamiento desde fuera.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 74
ANÁLISIS SEMÁNTICO
La asociación por su propia estructura morfológica designa la voluntad y el
movimiento unificadores de los socios en orden a un objetivo común. La significación
completa del término posee:
un elemento centrípeto para la convergencia unificadora de una pluralidad de
sujetos;
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 75
ANÁLISIS HISTÓRICO
El análisis histórico confirma la conclusión del análisis semántico. El desarrollo
dictatorial del capitalismo liberal, la grave crisis económica iniciada en 1929, la
desaparición definitiva de los antiguos gremios, la irrupción de diversos tipos de
totalitarismo político, el predominio de los sindicatos clasistas dependientes de
partidos jurídicos hacia presupuestos del positivismo, contribuyeron, como causas
concurrentes, al aislamiento progresivo del hombre en la vida social.
DEFINICIÓN
¿Qué notas caracterizan a las entidades intermedias? ¿Son todas las asociaciones
por el solo hecho de ser asociaciones, entidades intermedias? ¿O sólo son
entidades intermedias determinadas asociaciones?
Para fijas el deslinde exacto del término, hay que tener en cuenta cuatro datos:
por su origen y procedencia las entidades intermedias son cuerpos sociales
surgidos desde la base social, no son entes creados por la autoridad;
por la finalidad o razón de ser de las entidades intermedias: se crean para llevar a
cabo ciertos fines que son distintos de los que propiamente corresponden a la
autoridad;
por su régimen jurídico: las entidades intermedias viven con normativa propia, los
estatutos, y bajo la normativa legal común del hecho asociativo, con la salvedad
que más adelante se verá al estudiar la socialización;
por su utilidad: constituyen en su conjunto una especie de puente compacto,
dinámico y eficiente, o enlace entre el individuo y la autoridad. Garantizan la
participación ciudadana y la acción subsidiaria de quien manda.
En un primer momento, la consideración conjunta de estas cuatro notas lleva a la
conclusión de que todas las asociaciones son entidades intermedias. Sin embargo,
la observación comparativa de los textos del Magisterio y el propio análisis de la
realidad social, indican que el concepto de entidades intermedias se limita solamente
a aquellas asociaciones o cuerpos sociales que poseen un volumen y significación
superior no común.
CORPORACIONES Y CORPORATIVISMO
Pío XI y el corporativismo
Es absolutamente necesario distinguir entre el criterio que Pío XI expuso sobre las
corporaciones o cuerpos sociales, y las realizaciones concretas que el
denominado corporativismo tuvo en la década de los años treinta. Se impone romper
tópicos que pretenden identificar el criterio pontificio con tales realidades
sociopolíticas.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 76
UNIDAD DIDÁCTICA X
EL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN ORGÁNICA DE LA VIDA SOCIAL II
COMPETENCIA
Analiza y debate sobre el concepto de la “socialización”, los logros alcanzados en
la actualidad en este aspecto y las tareas pendientes, proponiendo alternativas de
solución.
LEÓN XIII
La encíclica Rerum Novarum (1-3) trató de la socialización, entendida según la
doctrina socialista-comunista de entonces. Socializar significa, para el marxismo
decimonónico, suprimir violenta y totalmente el derecho de propiedad privada en
todo el campo de la convivencia: en la economía, en el derecho y en la cultura.
El rechazo de tal concepto por León XIII era consecuencia lógica obligada del no
rotundo de la DSI al intento de transferir, totalmente y por la fuerza, la titularidad
jurídica de los bienes de los particulares a la comunidad política, como única
instancia legitimada para el ejercicio de la propiedad.
PÍO XI
En la Quadragesimo Anno (55), habló de la socialización, referida ahora a la doctrina
y a la praxis del socialismo no comunista, el cual defendía entonces con energía la
transferencia al Estado de la propiedad, pero únicamente de todos y sólo los medios
de producción.
También ahora la DSI rechazaba el verbo, ya explícito, socializar. Pero subsistía la
razón de fondo de la negativa de León XIII. La base social tiene derecho a la
titularidad jurídica de esa propiedad. La coherencia y la continuidad de la doctrina
eran plenas, aunque la realidad no fuese del todo la decimonónica. La socialización
seguía extramuros de la DSI.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 79
PÍO XII
Pío XII, en sus documentos sociales, da un cambio significativo, que se traduce en
una impotante decisión doctrinal; preludia ya la enseñanza posterior.
Recoge y acepta la identidad de los verbos socializar y nacionalizar, que en los años
cuarenta se había establecido en la teoría y en la práctica.
Ante esta nueva concepción, se adoptan dos posturas:
Postura negativa: si la nacionalización se concibe y se realiza como instrumento
de la lucha de clases o de la pugna de los partidos, con la consiguiente
desatención de los genuinos intereses de toda la sociedad y menosprecio o
violación de los derechos fundamentales del hombre, la actitud del Magisterio
sigue siendo, como antes, negativa.
Postura positiva: pero si la nacionalización o socialización está objetivamente
requerida por el bien común, en razón de situaciones de coyuntura yt se lleva a
cabo de forma justa y con vistas a los intereses generales, la actitud del
Magisterio será positiva. Se acepta la socialización, a la vez que advierte que el
proceso de las nacionalizaciones no era en sí mismo y en sus consecuencias el
más adecuado para resolver de forma duradera y justa los problemas de la
convivencia en general, y, en particular, de la economía.
JUAN XXIII
Juan XIII, en 1961, en la encíclica Mater et Magistra (59-60), desligó el contenido de
la socialización de toda referencia directa a la propiedad, a los medios de
producciones y a las nacionalizaciones, y lo vinculó con el poderoso incremento
generalizado del fenómeno asociativo, es decir, con el tema de la organicidad de la
vida social.
Juan XXIII analiza el hecho dela socialización así entendida, subraya sus aspectos
postivos, y lo acepta. La socialización entraba así, como término positivo, en el
vocabulario de la DSI.
Para precisar más, señalar que el término “socialización” no aparece de forma explícita
en el texto original latino de la Mater et Magistra (59), si bien está consignado
expresamente en algunas traducciones autorizadas de las misma.
EL CONCILIO VATICANO II
El Concilio Vaticano II incorporó definitiva y explícitamente, y en varias ocasiones, la
palabra, como puede verse en los textos de Gaudium et Spes 5, 25, 42 y 75.
3. DEFINICIÓN DE SOCIALIZACIÓN
Disponemos de tres definiciones de un mismo contenido:
La primera, muy breve. Dice que la socialización es “el incremento de las
relaciones sociales” (MM, 59), de las formaciones sociales.
La segunda definición, como desarrollo de la precedente, dice: la socialización es
“la multiplicación progresiva de las relaciones de convivencia, con la formación
consiguiente de muchas formas de vida y de actividad asociada, que han sido
recogidas, la mayoría de las veces, por el derecho público o por el derecho
privado” (MM, 59).
La descripción es reiterada por el Vaticano II: una multiplicación incesante de las
convexiones mutuas y de las interdependencias, de las que nacen “diversas
asociaciones e instituciones, tanto de derecho público como de derecho privado”
(GS,25).
La tercera definición, sectorial, afirma que la socialización está constituida por
“organismos o cuerpos” y por “múltiples asociaciones privadas” (MM, 65). Parece
que responde a la distinción anterior entre el derecho público o privado, regulador
de las agrupaciones. Pero añade a continuación, con enumeración descriptiva de
tipo, toda una “serie numerosa de grupos, de asociaciones y de instituciones para
fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y
políticos, tanto dentro de cada una de las naciones, como en el plano mundial”
(MM, 60)
El Vaticano II insiste, como un eco: “las asociaciones familiares, sociales o culturales,
los cuerpos o las instituciones intermedias” (GS, 75).
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 81
EN CONCLUSIÓN
La DSI tiene un juicio general claramente positivo sobre la socialización.
El juego de los principios rectores de la convivencia genera una determinada
concepción y expresión de la vida social. De ese juego, correcto o incorrecto,
depende el juicio crítico concreto sobre los aspectos particulares del fenómeno
socializador. Si el funcionamiento de los principios es correcto, el resultado positivo.
Y también el juicio sobre la socialización. Pero si es incorrecto, el juicio será
claramente negativo. Porque el juicio general sobre la socialización en la DSI es
claramente positivo.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 84
UNIDAD DIDÁCTICA XI
PRINCIPIO DE LA JUSTICIA SOCIAL
COMPETENCIA
Identifica y explica el desarrollo del término “justicia social” en los documentos del
Magisterio y valora su importancia como aporte de la Iglesia a la lucha por un
mundo que respete y promueva la dignidad del hombre en todos sus aspectos.
EL SUSTATIVO “JUSTICIA”
Sentido subjetivo
En sentido subjetivo, como virtud personal, la justicia es la voluntad decidida,
constante y perpetua de dar a cada uno lo que le corresponde, lo suyo.
Presupone el reconocimiento granco de lo que al prójimo se debe y el propósito
firme actualizado de respetar y hacer lo que al otro se debe. “Constante” significa
perseverancia probada en el propósito y “perpetua” designa la intención de guardar
siempre ese propósito. A esta voluntad decidida y a su práctica consiguiente está
obligado todo el cuerpo social, tanto los miembros como la autoridad.
Sentido objetivo
En sentido objetivo, la justicia es la propiedad, atributo, o cualidad de la norma
jurídica, por la que dicha norma, cualquiera que sea su nivel jerárquico en el
ordenamiento jurídico, ha de ajustarse, en cuanto a su contenido y procedimiento, al
orden moral, que ea anterior y superior al derecho positivo. Moral y derecho están
úntima y necesariamente vinculados.
Todos los principios originarios y todos principios derivados de a DSI están gravitando
directamente, y no sólo externamente, sobre una exigencia interna de la justicia, de la
norma jurídica.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 85
Complementariedad
Los dos sentidos del sustantivo “justicia” se complementan como las dos caras de
una moneda: como virtud moral cardinal, en sentido subjetivo, personal, ascético; y
como atributo o cualidad de norma jurídica, en sentido objetivo, real.
EL ADJETIVO “SOCIAL”
Se refiere a todo cuanto es vida del hombre en convivencia. Abarca todas las formas
y grados de ésta. Su sentido integrador ha de tenerse muy presente al intentar
definir la justicia, cualificada por lo social hoy. El uso creciente del adjetivo en la
doctrina, en la legislación, en la literatura y aun en el lenguaje comúnb, ha penetrado
también en el léxico de la DSI (LE, 2 y 9; RP, 16).
Conviene advertir que este adjetivo, como tantos otros términos de la vida social
actual, forma parte de un vocabulario común que se ve afectado por una confusión
que, desde la Ilustración, han creado algunas corrientes filosóficas y sistemas
sociales con su carácter inmanentista, cerrados ala trascendencia de los divino (Cf.
MM, 206).
CLASIFICACIÓN TRADICIONAL
Para la clasificación tradicional, son tres las forma de justicia:
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 86
Bien Común
Justicia Social
Justicia legal:
Transparencia y
seguridad legal en el
sistema judicial
Creemos que puede admitirse como definición, a la luz de lo dicho, que:
La justicia social es la forma moderna plenaria de la justicia, entendida en sentido
objetivo, que como priencipio rector, inspira y delimita el ocnjuento de normas
jurídicas positivas que regulan todas la formas de convivencia, para garantizar el
logro fácil del bien común completo nacional, internacional y mundial, reconociendo
teórica y prácticamente los derechos fundamentales del hombre y de los pueblos.
La justicia social se levanta así como el sumo rpincipio general del ordenamiento
jurídico positivo. Al proclamar esta importancia fundante de la justicia social,
estamos afirmando la necesaria obediencia, el leal sometimiento del ordenamiento
positivo a todos y a cada uno de los principios rectore de la convivencia humana,
tanto los originarios como los derivados.
ANÁLISIS DE CONTENIDO
En cuanto a su contenido, la justicia social es presentada expresamente como forma
o especie de justicia, distinta de la conmutativa. Y como forma necesariamente
vinculada al bien común en el contexto moderno de la cuestión social. La justicia
social tiene con el bien común cierta conexión
identificadora en ser y cierta diferencia en el A cada cual, por consiguiente, debe
nivel operativo (DR, 52; QA, 58). dársele lo suyo en la distribución de
los bienes, siendo necesario que la
El bien común depende de la justicia social en partición de los bienes creados se
cuanto que es el resultado y el norte de la vida revoque y se ajuste a las normas del
en sociedad. Esa es la conexión identificadora. bien común o de la justicia social,
La diferencia operativa reside en que la justicia pues cualquier persona sensata ve
social canaliza, preordena y potencia el cuán gravísimo trastorno acarrea
ordenamiento jurídico necesario para asegurar consigo esta enorme diferencia
actual entre unos pocos cargados de
el logro del bien común y para garantizar la
fabulosas riquezas y la incontable
justa distribución, después, de los bienes que multitud de los necesitados. (QA 58)
lo integran.
En un pasaje se identifica la justicia social, que es la inspiradora, con el
ordenamiento jurídico, que es la estructura inspirada por la justicia social. La justicia
social se opone a toda forma de dictadura, manifiesta o encubierta (QA, 88; DR, 31).
Pío XII la calificó posteriormente de punto programático de la DSI. Toda forma de
vida social requiere estar informada por la justicia social, que actúa como principio
inspirador del dinamismo regido por su respectivo estatuto jurídico.
ANÁLISIS HISTÓRICO
Aparece vinculado de forma particular a determinados sectores concretos, parciales,
de la vida económica. En esta proyección sectorial del principio se habla de la
distribución justa de las riquezas, de la renta nacional y de los beneficios de las
empresas. Y también se menciona el tema del salario justo, incluido el familiar, y de
su necesario complemento, la seguridad social (QA, 57-58. 110).
Se extiende el campo de aplicación a todo el orden económico, ya que la gran
función de la justicia social es ordenar en entero conjunto socioeconómico del -
desarrollo de un pueblo (MM, 40).
Amplía el significado funcional de la justicia social, que debe abarcar, con su
dinamismo regulador impulsor, todo cuanto pertenece a la vida de la comunidad
política en todos los órdenes, no sólo en el económico. Debe aquélla, en efecto,
“imbuir toda la actividad de Estado y toda la vida de la sociedad” (QA, 110; DR, 31).
El Concilio Vaticano II (GS, 29. 63. 90) y las encíclicas sociales de Juan Pablo II (Cf.
LE, 8. 20) cierran el proceso de generalización, ya que la justicia social debe
reordenar todo el entramado de la vida social, también a nivel continental y mundial
(Cf. GS, 29; 63; 90; LE, 2; 8; SRS, 39; CA, 19).
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 89
FUNCIÓN DE DENUNCIA
Posee, además, la justicia social una segunda fase, derivada de la anterior. Función
que, aunque parezca negativa, es muy positiva en sí misma. Se trata del “no” que la
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 90
justicia social debe pronunciar frente a las injusticias sociales de todo signo y
procedencia.
La justicia social se yergue como instancia denunciadora, siempre que se dé una
deficiencia social injusta, un abuso generalizado. Es la voz que clama frente a las
situaciones de injusticia consolidada, que crean las denominadas estructuras de
pecado.
La justicia social actúa como radar de injusticias y detector de deficiencias sociales
provocadas con daño de los derechos del hombre o de los pueblos. Esta segunda
función de la justicia social presenta una característica permanente y plantea una
exigencia severa:
Característica: la justicia social prohíbe hacer acepción de situaciones o de
personas. Denuncia la injusticia siempre. No practica la norma de las dos
medidas: denunciar las injusticias de un sistema o situación, mientras silencia las
que otros sistemas o situaciones provocan. Nunca se pliega al juego interesado
de las denuncias sociales partidistas, que se mueven no por afán de justicia, sino
por claros motivos de contienda de intereses.
Exigencia: en toda formación social han de existir personas y grupos de personas
capaces de aceptar el sacrificio de ser portadores de la voz de la justicia social, y
de clamar pública y eficazmente contra las injusticias sociales consolidadas.
Cuando faltan esos hombres, se produce inexorablemente el fracaso del
dinamismo reformador de la justicia social, que constituye su tercera función.
FUNCIÓN DE REFORMA
La justicia social no se limita a la labor de denuncia sino que es radical y
primariamente fuente de iniciativas creadoras de orden y desarrollo. No puede
quedar convertida solamente en palestra de reivindicaciones desconectadas de los
deberes sociales que pesan sobre todos los miembros del cuerpo social.
La justicia social tiene, ante todo, que aportar soluciones. Es la voz portadora del
“deber ser” frente al “es” social degradado. En su voz se deja oír el clamor profundo,
insobornable, de cuantos padece injusticia, voz majestuosa desatendida, que es eco
auténtico de la voz divina (Cf. SRS, 41; CA, 18. 36. 61)
Son las personas capacitadas, con espíritu de sacrificio y sentido del servicio al
prójimo necesitado, los que pueden dar viabilidad acertada a las soluciones que la
justicia social aconseja o impone.
La revolución no es camino, pero cuando la evolución no se hace viable, sólo queda
la disyuntiva:
del estancamiento, que provoca formas nuevas de esclavitud tecnológicamente
enmascaradas;
o el camino de las revoluciones que resultan, en última instancia,
desestructuradoras y retroactivas.
Aparece el enfrentamiento lamentable entre las propuestas reformadoras que la
justicia social emite, y los intereses creados del que manda, persona o grupo, o del
poderoso que se opone a la realización de las ineludibles reformas.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 91
PERMISIVISMO JURÍDICO
Esta necesaria proyección del principio de la justicia social sobre el conjunto global
del ordenamiento jurídico sufre hoy día un riesgo sobrevenido: el rechazo de valores
éticos objetivos, promovido por el permisivismo moral que la legislación, a veces,
acoge y promueve, con deterioro gravísimo del bien común y el sensible desprestigio
del valor y de la obligatoriedad de la norma jurídica.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 93
propios medios de defensa, mientras que ella, la baja, desde su precariedad, tiene
específico derecho a ser ayudada de modo preferente por la autoridad de la
comunidad política.
¿En qué se traduce concretamente lo dicho?
En tres tipos simultáneos de acción de los poderes públicos. El primero se centra en
la protección de la propiedad privada y la evitación, ya en sus mismas fuentes, de la
huelga. El segundo brinda la garantía eficaz de unas condiciones humanas de
trabajo que afectan a las dimensiones espiritual y corporal del obrero, en cuanto a
edad, sexo, salud, horario, descanso y posibilidad de cumplimiento religioso. El
tercero se flecha, por un lado, hacia la justicia del contrato laboral, justicia que exige
una remuneración que sea suficiente para el sustento del obrero; y, por otro, hacia
una concreta intervención de las leyes: aquella que viabiliza de hecho una universal
obtención de la propiedad. Este último objetivo sólo puede realizarse por medio de
un salario que posibilite el sustento familiar y un ahorro suficiente.
Finalmente, y en tercer lugar, la acción de los mismos Interesados, patronos y
obreros. Después de enumerar fácticamente diversas instituciones de ayuda y
cooperación (mutualidades, entidades de previsión, patronatos, asociaciones
obreras) y de mostrar su gozo por la extensión creciente de éstas últimas, sean de
solos obreros, sean mixtas; León XIII enuncia su conveniencia, pleno derecho y
cometido.
a) La conveniencia de estas instituciones radica en la misma estructura
comunitaria de los seres humanos: por un lado, necesitados de mutua ayuda y,
por otro, tendentes a una recíproca promoción (la encíclica subraya sobre todo el
primer aspecto).
b) La plena facultad de formar estas asociaciones es reivindicada a continuación:
constituir sociedades privadas ha sido concedido al hombre por derecho de
naturaleza. El Estado debe, por consiguiente, garantizar este derecho y sólo
puede intervenir en el ámbito asociacional en función del bien común. Ante los
ojos del Papa se hacen presentes, en ese momento, tres tipos de uniones: las
congregaciones religiosas, que elogia y defiende; las asociaciones dirigidas por
agitadores, que obviamente rechaza; y las agrupaciones católicas, cuyos
incremento augura y cuya protección, sin intromisión, por parte de la autoridad,
reclama.
c) Pasando al cometido, después de dar unas pistas prudentes sobre la
reglamentación de las asociaciones, León XIII acentúa ante todo la dimensión
religiosa de éstas (búsqueda prioritaria del Reino de Dios, instrucción religiosa,
costumbres cristianas), para pasar luego al tema de su funcionamiento con vistas
al bienestar institucional y personal. Evidentemente, uno de los objetivos que
requiere mayor atención es el de procurar abundancia de trabajo a todos los
miembros.
La anterior trilogía pone en evidencia la importancia de la acción de los seglares a la
que se aludió más arriba. Es preciso refererirse al sentido alegato en pro de una
gran efusión de la caridad cristiana con que el Papa clausura su decisiva enseñanza.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 96
Aboga por la ayuda a los países menos desarrollados sin pensar en dominación;
Hace de la doctrina social cristiana parte integral de la vida cristiana: llama a los
cristianos a trabajar por un mundo más justo.
La citada ampliación inicia su etapa culminante en la Mater et Magistra de Juan
XXIII, publicada con motivo del septuagésimo aniversario de Rerum Novarum. En
efecto, la nueva situación histórica obliga a captar y a afirmar —lo veremos en
seguida— que el problema mayor de la época es, quizá, el del desequilibrio, en el
plano mundial, entre los países desarrollados y los subdesarrollados. La cuestión
social tiene ya como principales protagonistas a los pueblos — unos ricos, otros
pobres— de la tierra. De ahora en adelante, éste será el marco primordial de
referencia de los sucesivos textos magisteriales, marco cuyo plural contenido se irá
explicitando a medida que lo reclamen las diversas exigencias de la realidad.
Habida cuenta del esquema bipolar que nos guía, podemos constatar que las dos
primeras partes de Mater et Magistra se centran en la dimensión de continuidad y,
las dos siguientes, en la de renovación.
Respecto al momento de continuidad, con su aspecto predominante de constancia,
la encíclica traza, en el primer capítulo, una síntesis histórica que abarca Rerum
Novarum (características, principios, eficacia, importancia decisiva como “carta
magna” dentro de la Doctrina social de la Iglesia); Quadragesimo Anno (que reafirma
el derecho y el deber de intervención, corrobora y aclara Rerum Novarum, aplica la
Doctrina social a una nueva época, y se fundamenta, por una parte, en el binomio
justicia-caridad y, por otra, en la postulación de una sociedad renovada jurídica,
nacional e internacionalmente); y La Solennità (que reafirma el derecho de
intervención y profundiza en la trilogía bienes, familia, propiedad).
Esta misma continuidad, en su aspecto de profundización, da pie, en el segundo
capítulo, a una acentuación y aclaramiento de las enseñanzas de los predecesores.
Veámoslo en los cinco puntos siguientes. Primero: iniciativa privada y poder público
deben equilibrarse, desde su mutuo requerimiento, en beneficio de una creciente
realización de la persona humana. Segundo: la socialización a la que se asiste en
aquellos años, caracterizada por una incesante multiplicación de las relaciones de
convivencia, puede y debe repercutir en bien del hombre y del ciudadano, a
condición de que sea rectamente conducida. Tercero: progreso social y desarrollo
económico han de avanzar, juntas las manos, en bien, por un lado, del mundo del
trabajo y, por otro, de la empresa, que tiene derecho a sus justos beneficios. Cuarto:
los trabajadores, a su vez, tienen derecho a una eficaz presencia en las estructuras
económicas y en los niveles políticos donde se deciden las grandes líneas de la vida
económico-social. Quinto: la propiedad privada, si bien múltiplemente modulada con
el correr de los tiempos, conserva su profundo valor de humanización, teniendo
siempre en cuenta, por supuesto, la constitutiva dimensión social que la caracteriza.
Pasemos al otro polo, el de la innovación. Mater et Magistra expone el pensamiento
de la Iglesia sobre los nuevos y más importantes problemas del momento en dos
secciones. La inicial describe un triple desequilibrio. a) Empieza por el que se da
intrasectorialmente dentro del ámbito de la Economía (entre agricultura industria y
servicios); Juan XXIII redacta, al respecto, un vigoroso alegato en favor del sector
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 99
más deprimido: la agricultura. b) Sigue con el que tiene lugar entre las diversas
zonas o regiones de un mismo Estado; la encíclica postula las consiguientes
reformas equitativas. c) Culmina con el que se sufre a nivel planetario y que atañe a
una doble desproporción, la existente, por una parte, entre países, y la que surge,
por otra, entre incremento demográfico y desarrollo económico.
Es al hablar de la primera desproporción cuando Juan XXIII afirma que el
desequilibrio entre países desarrollados y en vías de desarrollo constituye, tal vez, el
problema mayor de nuestros días. Una vez detectada esta gigantesca tensión, el
Papa propone unas pistas de solución-remedio sobre el quíntuple fundamento de la
solidaridad, la cooperación, la experiencia, el respeto y la salvaguardia del sentido
moral de los pueblos.
El otro problema, que atañe al desnivel entre población y medios de subsistencia,
exige objetividad (no hipertrofiar indebidamente la cuestión) y reclama
simultáneamente un desarrollo económico-social justo al par que el debido respeto
no sólo a la dignidad humana, sino también a las leyes por las que se transmite y
consolida la vida. Únicamente una colaboración mundial que, partiendo de la
interdependencia de los Estados, establezca un buen entendimiento entre ellos,
posibilitará —añade Mater et Magistra— la superación del vigente clima de
desconfianza, que conduce al mutuo terror y a la consiguiente carrera de
armamentos.
La segunda sección aboga de manera global por una profunda reconstrucción de las
relaciones de convivencia que se base en la perenne eficacia de la Doctrina social
de la Iglesia, cuyo primer principio es el hombre (sociable por naturaleza y elevado a
la condición divina), fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales. Sólo
de este modo se pueden superar las intrínsecas deficiencias de tantas ideologías, a
saber, la parcialidad, el naturalismo y la arreligiosidad. Esta Doctrina social de la
Iglesia comporta un doble momento de instrucción y educación que pasa a
coronarse con la acción, un acción plasmada en la caridad (que intraune) y en la
pluralidad (que heteroenriquece); una acción de la que los seglares —competentes y
comprometidos— son principalmente responsables y que, bajo determinadas
condiciones, deben ejercer en colaboración con otros hombres que poseen un
distinta concepción de la vida. Así Juan XXIII profundiza ulteriormente en la línea de
la presencia y acción de los laicos dentro de la Doctrina social de la Iglesia.
Reconoce una autoridad pública de nivel mundial para promover el bien común
universal: la Organización de las Naciones Unidas.
Integra la fe y la acción.
El planteamiento de la cuestión social a nivel planetario, efectuado por Juan XXIII, se
completa con su otra encíclica sobre la paz en la tierra, dada a luz en 1963. En un
principio, la Pacem in Terris no se vio como encíclica social, sino política; pero Juan
Pablo II, en la Laborem Exercens, la insertó conscientemente dentro del cuerpo de la
Doctrina social de la Iglesia, razonando su decisión a partir del binomio conciliar
Justicia y Paz. El genio de la Iglesia, vino a decir, consiste en luchar por la justicia
con las armas de la paz y con la pretensión de una victoria cuyo contenido es
asimismo la paz. Entremos, pues, también en la captación sintética de este nuevo
documento, que tuvo no sólo una vasta resonancia mundial, sino también una fuerte
repercusión política.
El problema-mal que aborda Pacem in Terris consiste en el desorden de las
relaciones humanas de convivencia. Estas emergen extrañamente aberrantes en un
mundo cuyo ordenamiento sub-racional, sincrónicamente considerado, sigue unas
leyes concretas. La encíclica se subdivide en cinco partes, reductibles a tres
secciones. La primera sección (y primera parte) aborda las relaciones sociales. Su
principio fundamental es: todo hombre es persona. ¿Y qué es ser persona? Es ser
una naturaleza inteligente y libre, sujeto de derechos y de deberes que son, a la vez,
universales, inviolables e inalienables; naturaleza que ha sido elevada al orden
sobrenatural: en y por Cristo el hombre es hijo de Dios Padre. La encíclica enumera
con sobria abundancia una serie de derechos que fluyen de la persona, los cuales
implican a su vez un recíproco conjunto de deberes. La convivencia humana es
genuina y estable cuando estriba al mismo tiempo en la exigencia constante y
coherente de los derechos y en la práctica permanente y consecuente de los
respectivos deberes. Cuando el ser humano se comporta de este modo, se abre a la
verdad, la justicia, el amor y la libertad y, por consiguiente, a Dios, fundamento tanto
de los valores que enriquecen a la persona como de la persona que origina los
valores.
La segunda sección realiza el paso del ámbito social al político, del orden a la
ordenación, en tres momentos –intraestatal, interestatal y planetario— que se
corresponden con las partes segunda, tercera y cuarta de la encíclica.
Intraestatalmente, son objeto de exposición: a) la autoridad, que vertebra
vincularmente un ordenamiento concreto, entre varios posibles, del polivalente orden
convivencial humano; lo hace con vistas a que la sociedad sea ordenada y fecunda
en bienes; b) el bien común, fin primordial de la autoridad, que facilita positivamente
la realización de la persona y de los grupos intermedios, en función del
reconocimiento, promoción y armonización de los derechos humanos; c) y la
ordenación jurídico-política de la sociedad, cristalizada en una triple división de
funciones, facilitadora de la participación y sujeta a periódica renovación.
Interestatalmente, el texto urge unas relaciones entre las comunidades políticas de
tal temple que: a) al estribar en la verdad, evitan la discriminación racial y se
construyen sobre la plataforma de la igualdad en dignidad, el derecho a la buena
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 101
Después de un proemio que precisa los conceptos básicos de Iglesia, por un lado, y
de Mundo, por otro, el capítulo introductorio describe la situación del hombre en el
mundo actual a la luz de cuatro categorías: cambios (científico-técnicos, sociales,
sociológicos, morales y religiosos); tensiones (personales, familiares, raciales,
sociales, internacionales); aspiraciones (de dominio del cosmos; de un nuevo orden
político, económico y social; y, sobre todo, de vida plena, de dignidad, de comunión);
e interrogantes (nacidos de la condición creatural y pecaminosa del hombre y
centrados en las preguntas decisivas de la existencia: ¿qué es el hombre? ¿Cuál es
su origen y destino?).
La primera parte de la Constitución, preferentemente doctrinal, se construye sobre la
tríada Persona-Sociedad-Actividad humana, vista desde un alto nivel de reflexión —
trinitaria, cristológica y eclesiológica—, sin descuidar el enfoque antropológico-
filosófico. Me centraré sólo en el segundo componente. Al tratar de la sociedad o
comunidad, Gaudium et Spes se circunscribe voluntariamente a recordar algunas
verdades fundamentales y a subrayar coherentemente ciertas consecuencias que de
ellas derivan.
Son verdades básicas las concernientes a: a) la índole comunitaria de la vocación
humana según el Plan de Dios, índole que se explicita a través de las realidades de
familia universal (con Dios como Padre); mandamiento del amor (a Dios y el
prójimo); y referencia trinitaria (unión de las tres divinas personas). b) La
interdependencia existente entre la persona y la sociedad, a tenor de la cual toma
relieve la absoluta necesidad de vida social que tiene el ser humano, necesidad que
cristaliza en la familia y en la comunidad política y que se explicita, además,
libremente, en las muchas asociaciones en que se trenza la existencia de los
hombres (hoy, por cierto, con tal intensidad, que vivimos —recuerda el Concilio,
siguiendo las huellas de la Mater et Magistra— en una época de intensa
socialización). c) La promoción del bien común, en función de los derechos y del
bien de la persona, íntegramente reconocida y servida. El orden real debe
someterse al orden personal.
Respecto a las consecuencias, Gaudium et Spes da lógicamente un realce
significativo al total respeto a la persona humana, incluidos los adversarios (sin que
ello suponga indiferencia ante la verdad y el bien); a la igualdad esencial entre los
hombres (que comporta el ejercicio de la justicia social y de la equidad); a la
superación de la ética individualista (concretando pistas para su logro); y finalmente,
al fomento eficaz de la responsabilidad y la participación.
Cristo, el Verbo encarnado, es el modelo y el agente fundamental de la genuina
solidaridad humana. La Iglesia, sacramento de la unión de los hombres con Dios y
entre sí, al ejercer su cometido propio, que es constitutivamente religioso, origina
funciones, luces y energías que pueden servir, y sirven decisivamente, para
establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina (cfr. nº 42).
Respecto a la familia, el texto, después de enumerar una serie de aspectos positivos
y negativos que hoy presenta y de afirmar la voluntad conciliar de iluminar y
fortalecer a los cristianos y a los hombres de buena voluntad que promueven la
dignidad y el valor del estado matrimonial, subraya, por un lado, el carácter sagrado
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 103
que fue cosa propia de Pablo VI, en la Populorum Progressio: a) “afirmar con
claridad que la cuestión social, ahora, afectaba decisivamente a la universal unión
de los hombres entre sí”; b) “haber hecho de dicha afirmación y de su análisis, al que
estimula, una ‘orientación’”. Más adelante, Juan Pablo II concreta su interpretación
de la Populorum Progressio al escribir: “(…) la novedad de la Carta Encíclica
Populorum Progressio no consiste en que se afirma de manera histórica la índole
universal de la cuestión social, sino más bien en que se añade la valoración moral
de la citada condición”.
De hecho, esta valoración moral se encuentra ya también, a su manera, en la Mater
et Magistra por vía de una doble aproximación. La primera subraya: la obligación de
la naciones con abundancia de ayudar a las más pobres por razón de solidaridad y
de interdependencia; el hecho de que todos somos responsables de las naciones
subalimentadas; la urgencia de despertar la conciencia de la grave obligación citada,
especialmente en los económicamente poderosos; el deber singularmente grave de
los católicos en esta materia, debido a su condición de miembros del Cuerpo del
Cristo y dado el hecho de que la Iglesia pertenece por derecho divino a todas las
naciones. La segunda, tiene lugar en torno al tema: “hacia el futuro entendimiento y
la mutua ayuda entre los pueblos” y a sus correspondientes vías de realización, que
exigen avanzar por los caminos de la verdad y de la justicia.
¿Qué decir, pues? Que, según la hermenéutica de Sollicitudo Rei Socialis, Pablo VI
reformuló con decisivo vigor y condujo a ulteriores consecuencias, en lo
concerniente a universalidad y a la consiguiente instancia ética de la cuestión social,
lo que ya Juan XXIII había afirmado sin lugar a dudas y había urgido con evangélica
firmeza.
necesidad de poner en juego una recta concepción del desarrollo, esto es, un
desarrollo integral (ángulo ético-jurídico).
Uno de los mensajes resultantes de esta primera sección de la encíclica viene a
decir: desprendámonos definitivamente de las negatividades ideológicas del
socialismo y del liberalismo, si queremos construir verdaderamente un mundo de
libertad y solidaridad.
La segunda sección abarca los tres restantes capítulos, dedicados a la propiedad
privada y al destino universal de los bienes; al Estado y la cultura; a la Doctrina
Social de la Iglesia. ¿Cuál es su enseñanza?
El primero (capítulo IV) trata dos grandes temas: el trabajo moderno como nuevo
tipo de propiedad y el mercado libre.
a) En síntesis, sobre el trabajo moderno se nos dice lo siguiente: el modo de relación
trabajo-tierra como factor de propiedad ha cambiado con el paso de los tiempos; hoy
el factor trabajo tiene prioridad sobre el factor fecundidad de la tierra. Ahora bien,
dentro del factor trabajo como elemento determinante de la propiedad, emergen el
conocimiento, la técnica y el saber, los cuales pasan a ser las fuentes principales de
riqueza. Históricamente, pues, la tierra ha cedido su papel de factor decisivo de la
producción al capital y éste, posteriormente, lo ha cedido al hombre.
Este dato nuevo presenta aspectos positivos junto a otros negativos. Entre los
primeros cabe subrayar la valoración del propio hombre, el ejercicio de determinadas
virtudes y el derecho a la libertad. Entre los segundos, hay que destacar el doble
hecho de la marginación (respecto a los sistemas de empresa en los que el trabajo
moderno ocupa un lugar central) y de la miseria y explotación (en los lugares donde
continúa vigente un capitalismo salvaje) de enormes masas humanas. Se impone,
pues, la conclusión de que hay que conseguir un acceso equitativo al mercado
internacional —por parte de los marginados y explotados: personas y pueblos—,
basado no en el principio unilateral de la explotación de los recursos naturales, sino
sobre la universal valoración de los recursos humanos.
b) Pasando al tema del mercado libre, después de mostrar cómo éste debe ser
“etizado” (cumpliendo los deberos de justicia y equidad; otorgando, más allá de ellos,
lo que es debido al hombre por el simple hecho de ser hombre; y percibiendo que,
en el contexto del Tercer mundo, los objetivos de Rerum Novarum conservan su
validez), nuestro texto se detiene sobre cuatro puntos de particular relevancia:
sindicatos, empresa, capitalismo y deuda exterior.
Los sindicatos, en el contexto tanto del Tercero como del Cuarto mundo, deben
proseguir su lucha contra el capitalismo liberal proponiendo como alternativa no el
sistema socialista, sino una sociedad que se funda en el trabajo libre, la empresa y
la participación y que requiere un oportuno control del mercado. La empresa
capitalista tiene derecho a sus beneficios en la medida en que se constituye no en
una sociedad cuyo único fin es maximizar el lucro, sino en una comunidad de
personas con vistas a resolver sus necesidades y ofrecer bienes y servicios en
provecho de la sociedad. El capitalismo real, una vez fracasado el socialismo
homónimo, no es ni puede ser el único modelo de organización económica, dado
que, por sí solo, no asegura a todos —individuos y pueblos— las condiciones
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 117
Con respecto a las personas inocentes dice: “Confirmo que la eliminación directa y
voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (57).
Con respecto al aborto dice: “Ninguna palabra puede cambiar la realidad de las
cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que
se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la
concepción al nacimiento” (58).
Todos están llamados a una mayor responsabilidad en la protección de la vida
humana:
Las madres y los padres.
La familia y las amistades.
Los doctores y las enfermeras.
Los legisladores.
Las instituciones internacionales.
Dice el Santo Padre: “Declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o
como medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada
de un ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la
Palabra de Dios”. Con respecto a los embriones humanos dice: “El uso de
embriones o fetos humanos como objeto de experimentación constituye un delito en
consideración a su dignidad de seres humanos, que tienen derecho al mismo
respeto debido al niño ya nacido y a toda persona” (63). Con respecto a la eutanasia
dice: Por eutanasia se “debe entender una acción o una omisión que por su
naturaleza y en la intención causa la muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor”
(65). “Confirmo que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto
eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana” (65). En
respecto al suicidio: “El suicidio es siempre moralmente inaceptable, al igual que el
homicidio” (66). “El suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente
inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los
deberes de justicia y de caridad para con el prójimo, para con las distintas
comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en general” (66).
La ley de Dios está por encima de las leyes de los hombres:
“Es cierto que en la historia se han cometido crímenes en nombre de la verdad. Pero
crímenes no menos graves y radicales se han cometido y se siguen cometiendo
también en nombre del relativismo ético. Cuando una mayoría parlamentaria o social
decreta la legitimidad de la eliminación de la vida aún no nacida, inclusive con
ciertas condiciones, ¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano
más débil e indefenso”? (70) “¿Acaso los crímenes dejarán de serlo si, en vez de
haber sido cometidos por tiranos sin escrúpulos, hubieran estado legitimados por el
consenso popular?” (70) “En la base de estos valores no pueden estar las
provisionales o volubles mayorías de opinión, sino sólo el reconocimiento de una ley
moral objetiva” (70). “Las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se
oponen radicalmente no sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por
consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica” (72). “El aborto
y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 121
Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por
el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante
la objeción de conciencia” (73). Este Evangelio (buena noticia) no es sólo la
enseñanza personal del Papa o de la Iglesia. Es de origen divino. La Iglesia desde el
principio lo ha anunciado. Dios nos ordena: “No matarás”.
La Encíclica defiende la auténtica libertad del hombre:
“El hombre, a diferencia de los animales y de las cosas, no puede ser sometido al
dominio de nadie” (19).
“Nuestras ciudades corren el riesgo de pasar de ser sociedades de convivientes a
sociedades de excluidos, marginados, rechazados y eliminados” (18).
Hay signos esperanzadores de amor a la vida en el mundo:
Amor a los niños.
Grupos que defienden la vida.
Familias que se abren a la adopción.
Oposición a la pena de muerte.
Atención a la ecología.
Nos ofrece esperanza:
“El Evangelio de la Vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el
anuncio de la persona misma de Jesús” (29). “También hoy, dirigiendo la mirada a
Aquel que traspasaron, todo hombre amenazado en su existencia encuentra
esperanza segura de liberación y redención” (50). María es la mujer que nos da el
mejor ejemplo de cómo acoger la vida. A las mujeres que se han practicado un
aborto, el Santo Padre les dice que él comprende su dolor y su corazón herido. Las
invita al arrepentimiento, a la reconciliación, y a la esperanza. Las invita también a
ser las más elocuentes defensoras del derecho a la vida (99). Nos invita a todos a
celebrar la vida y a defenderla. Nos llama a la oración y el ayuno como medios
eficaces para ayudar a realizar los designios de Dios.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 122
IV. BIBLIOGRAFÍA
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www.churchforum.org
www.paracatequistas.com
www.mercaba.org
www.es.catholic.net
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www.eglesia.org
www.devociones.org
www.vatican.va
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 124
V. GLOSARIO TERMINOLÓGICO
Bien común 1. Es el fin al que debe tender toda autoridad y consiste en defender
los derechos y deberes de la persona humana. Es “el conjunto de aquellas
condiciones sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo
integral de su persona” (Mater et magistra, No. 65; Pacem in terris, No. 58; Gaudium
et spes, No. 74; Centesimus annus, No. 48). 2. Es la finalidad de la comunidad
política y tiene tres elementos esenciales que la conforman: “el respeto y la
promoción de la dignidad y de los derechos fundamentales de la persona humana”,
“la promoción y desarrollo de los bienes espirituales y materiales”, “la paz y la
seguridad del grupo y de sus miembros”.
Capital humano: Es la fuerza de trabajo capacitada y bien adiestrada que
incrementa su capacidad productiva y genera mayor riqueza.
Capital social es el capital de las relaciones humanas, es decir el conjunto de
normas, costumbres, mentalidades y actitudes que promueven la cooperación y
coordinación en la sociedad. Por ejemplo: la puntualidad como costumbre general en
un país aumenta el capital social, o la cohesión familiar, de un barrio o una
comunidad que aumenta la corresponsabilidad. La migración destruye
sistemáticamente el capital social.
Ciudadanía Condición jurídica del nacional de un país que determina, por una parte,
su obediencia a la autoridad del Estado al que pertenece y, por otra, el libre ejercicio
de los derechos y privilegios que éste le otorga, fundamentalmente de carácter
político. La ciudadanía se otorga a los nacionales al llegar a la mayoría de edad para
poder elegir y ser elegidos en los cargos de autoridad y mando. Los deberes del
ciudadano entrañan el cumplimiento de las leyes vigentes.
Compromiso político 1. Comportamiento activo, consciente y responsable del
ciudadano en la vida de la comunidad y en la construcción de su historia. Es servicio
responsable de la persona frente a la comunidad. 2. En sentido amplio es acción
destinada a promover la vida social en el nivel, sobre todo, de los valores y de las
costumbres civiles. En sentido restringido, es acción destinada a utilizar los valores
culturales a manera de opciones concretas de práctica política.
Conmutativo significa mutuo, la justicia conmutativa reglamenta las relaciones entre
personas, obliga a cada uno a dar a los otros lo que es debido.
Contributivo se refiere al aporte y la participación de todos los miembros de una
sociedad. La contribución de todos al bien común es un derecho y un deber.
Control Social es el derecho que tiene la sociedad civil para conocer las políticas
públicas, planes y programas y para hacer seguimiento y evaluación, tanto de la
implementación como de los resultados e impactos, asimismo de velar porque los
procesos participativos en la definición de esas políticas se cumplan. Acceder a
información y documentación sobre la administración de entidades estatales.
Cultura política 1. Más que un concepto, es una forma o categoría de análisis que
permite comprender la manera como la población percibe, organiza y procesa su
entorno político a través del tiempo y el contexto específico donde se construye y
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 125
Emisión de moneda son los billetes y monedas que el Banco Central (Autoridad
Monetaria), pone en manos del público.
Estado 1. Es la unidad orgánica y organizadora de un pueblo. Es la comunidad
política organizada. Es la organización política de la autoridad civil. Es la
institucionalización del poder. Es la manera como se organiza y administra
políticamente una comunidad. Presenta cuatro elementos básicos: una comunidad,
compuesta por las personas nacidas en al comunidad política (nacionales) y por los
extranjeros residentes en ese territorio, un territorio en el cual vive su comunidad, un
gobierno que tiene poder, autoridad y mando sobre los habitantes de la comunidad
política y un orden jurídico que contiene todas las normas que rigen la vida de la
sociedad y que limitan las facultades de la autoridad política. 2. “Estado es la
asociación política organizada que en un determinado territorio ejerce el monopolio
de la coacción legítima de la fuerza y los medios racionales de administración” (Max
Weber, Economía y sociedad). Según esta concepción, es la misma sociedad la que
se organiza alrededor de una serie de instituciones para garantizar a los individuos
la vida, bienes, honra, creencias y demás derechos, y libertades fundamentales y el
monopolio de la coerción recae exclusivamente en el aparato estatal. Estas
instituciones conforman un solo cuerpo, aunque con diferentes funciones y órganos,
posee identidad propia
Estado de derecho El término “estado de derecho” fue acuñado por Von Mohl en
1832 y aquella forma de Estado caracterizada por la subordinación de todos los
órganos y poderes del mismo a la Constitución, como ley suprema, en cuanto que
reconocedora y garante de los principios y valores democráticos y de los derechos
humanos como derechos fundamentales. Estado en el que el derecho regula, no
sólo las actividades de los particulares, sino también las de los órganos públicos del
poder.
Estado Social de Derecho 1. El Estado social de derecho es la forma jurídico
institucional que corresponde al estado de la democracia social, entendiendo a esta
como forma y como sustancia política de un régimen basado en la concepción
personalista de la dignidad del hombre, con pleno rechazo de toda teoría o
interpretación transpersonalista que anteponga otros fines que el hombre mismo. 2.
Es un tipo de Estado inspirado en la justicia social y en una más justa distribución de
los bienes económicos y culturales lo cual está en una correspondencia histórica con
el sistema neocapitalista que necesita del aumento del poder adquisitivo de las
masas y de cuadros y trabajadores con las clasificaciones exigidas por el desarrollo
tecnológico. Ontológicamente, el Estado Social de Derecho tiene una doble
naturaleza: por una aparte asegura los derechos fundamentales de los individuos, en
términos de la dignidad humana, y por otra, el Estado se convierte en garante de
unas mínimas condiciones materiales para que el ser humano pueda vivir con
dignidad. Es así como confluyen dos vertientes de la filosofía política: el liberalismo y
el socialismo
Flujo de Capitales es el constante movimiento de capitales que se da en el mundo
y que llega a los países más alejados del planeta.
Dossier de Doctrina Social de la Iglesia 127
Participación política 1. Derecho que un ciudadano tiene a llevar a cabo una serie
de actos libres mediante los cuales interviene en las actividades políticas (el acto del
voto, la participación en un partido político y movimientos, entre otros). 2. La
participación política es aquel conjunto de actos, actitudes y posibilidades dirigidos a
influir de manera más o menos directa y más o menos legal sobre las decisiones de
los detentadores del poder en el sistema político o en cada una de las
organizaciones políticas, así como en su misma selección, con vistas a conservar o
modificar la estructura (y por lo tanto los valores) del sistema de intereses
dominantes. 3. Es la intervención de los ciudadanos a través de ciertos instrumentos
(mecanismos de participación, por ejemplo) para lograr la materialización de los
intereses compartidos de una comunidad política. El contexto en el que se da esta
participación es el de relaciones entre la sociedad civil y el Estado. 4. Es también,
cualquier tipo de acción realizada por un individuo o grupo con el fin de incidir en una
u otra medida en los asuntos públicos. La participación política es un modelo
compuesto por cuatro factores: actividades en campañas políticas, actividades
comunitarias, contactos con la administración y el voto. Los tipos de participación
política son convencionales (instancias animadas por el poder constituido) y no
convencionales (unas veces se mueve dentro de la legalidad y, otras veces, se
enfrenta abiertamente a ella de forma violenta o no violenta).
Producto Interno Bruto. Es la medida más importante de la producción de una
economía, que cuantifica todos los bienes y servicios producidos en un país dentro
de un determinado periodo, generalmente un año.
Solidaridad. Es la condición concreta y el principio que dos o más personas, de las
cuales cada una se realiza precisamente en la medida en que se compromete con
todo su ser en la promoción del otro.
Subempleo Acceder a una fuente de empleo o trabajo que por su remuneración o
por su cantidad de horas es insuficiente para vivir en condiciones adecuadas
Subsidiariedad es el principio que el Estado debe ayudar a los miembros del
cuerpo social, sean personas o entidades, pero sin impedirles que haga lo que
pueden realizar por sí mismos.
Valor agregado es el valor adicional que se incluye a un bien o servicio cuando se
lo procesa, se lo transforma y se constituye en un bien o servicio de uso final.
Vulnerabilidad externa es el nivel de dependencia que tiene un país
subdesarrollado respecto de otros países y que se refleja en la influencia casi
inmediata que recibe, los shocks externos no le son indiferentes, por el contrario le
afectan profundamente.