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Bernini

Roma y
la Monarquía
Hispánica
Bernini
Roma y
la Monarquía
Hispánica

EDICIÓN A CARGO DE

Delfín Rodríguez Ruiz

Madrid, Museo Nacional del Prado, 2014


Este libro ha sido editado con motivo de la exposición
Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española,
celebrada en el Museo Nacional del Prado, Madrid,
del 6 de noviembre de 2014 al 8 de febrero de 2015
MINISTERIO DE EDUCACIÓN, CULTURA REAL PATRONATO DEL MUSEO NACIONAL
Y DEPORTE DEL PRADO

MINISTRO PRESIDENCIA DE HONOR PAT R O N O S D E H O N O R

José Ignacio Wert Ortega SS. MM. los Reyes Plácido Arango Arias
Helena Cambó de Guardans
S E C R E TA R I O D E E S TA D O D E C U LT U R A PRESIDENTE
José María Castañé Ortega
José María Lassalle Ruiz José Pedro Pérez-Llorca
Philippe de Montebello
S U B S E C R E TA R I O V I C E P R E S I D E N TA José Ángel Sánchez Asiaín
Fernando Benzo Sainz Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós María Milagros Várez Benegas
VOCALES S E C R E TA R I A

César Alierta Izuel María Dolores Muruzábal


Fernando Benzo Sainz
Antonio Beteta Barreda
MUSEO NACIONAL DEL PRADO
Antonio Bonet Correa
DIRECTOR
Ana Botella Serrano
Miguel Zugaza Miranda Pilar del Castillo Vera
Hernán Cortés Moreno
D I R E C T O R A D J U N T O D E C O N S E R VA C I Ó N
Luis Alberto de Cuenca y Prado
E INVESTIGACIÓN
Guillermo de la Dehesa Romero
Gabriele Finaldi
José Manuel Entrecanales Domecq
D I R E C T O R A A D J U N TA D E A D M I N I S T R A C I Ó N Isidro Fainé Casas
Marina Chinchilla Gómez Marta Fernández Currás
Tomás Ramón Fernández Rodríguez
Víctor García de la Concha
Carmen Giménez Martín
Ignacio González González
Francisco González Rodríguez
Jean-Laurent Granier
Carmen Iglesias Cano
María Dolores Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz
Alicia Koplowitz y Romero de Juseu
José María Lassalle Ruiz
Emilio Lledó Íñigo
Juan Antonio Martínez Menéndez
Faustino Menéndez Pidal de Navascués
Rafael Moneo Vallés
Francisco Javier Morales Hervás
Miguel Ángel Recio Crespo
José Rodríguez-Spiteri Palazuelo
Ana María Ruiz Tagle
Enrique Saiz Martín
José Ignacio Sánchez Galán
Eduardo Serra Rexach
Javier Solana de Madariaga
Miguel Zugaza Miranda
Carlos Zurita, duque de Soria
PRESTADORES El Museo del Prado y el editor de este libro desean
expresar su agradecimiento a las siguientes personas:

Brentwood, Tennessee Juan María Alzina, Sergey Androsov, Ebe Antetomaso,


Colección particular Amelia Aranda, Ana María Arias de Cossío, Anna
Bartolozzi, Marina Bon Valsassina, Antonio Bonet
Ciudad del Vaticano Correa, Orsola Bonifati, José Antonio Bordallo, Isabel
Biblioteca Apostolica Vaticana Bordes, Juan Bordes, Monseñor Jean-Louis Bruguès,
Carmen Cabeza, Andrea Cernicchi, Cyril Chazal, Angela
Cipriani, Ascensión Ciruelos, Michael Clarke, Martin
Edimburgo
Clayton, Anna Coliva, Fabio Colonnese, Pilar Corchado,
Scottish National Gallery
Amalia D’Alascio, Gaia Lucilla Danese, Dario Del
Bufalo, Andreina Draghi, James Draper, Leticia de
Londres
Frutos, Maria Antonella Fusco, David García Cueto,
Her Majesty Queen Elizabeth II, The Royal Collection
Marco Guardo, Sergio Guarino, Maria Haltunen, Miguel
Hermoso, Concha Herrero, María Jesús Herrero, Olga
Madrid Ilmenkova, Francisco Jarauta, Amalia Jiménez, Mattie
Biblioteca Nacional de España Kelley, Elisabeth Kieven, Irving Lavin, Isabelle Le Masne
Colección Juan Bordes de Chermont, John Leighton, Giorgio Leone, María
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Luisa López Vidriero, Jose María Luzón Nogué, Maria
Luisa Madonna, Carolina Marconi, Tod A. Marder,
Roma Jonathan Marsden, Sergio Martínez, Juan Carlos de la
Biblioteca dell’Accademia Nazionale dei Lincei e Corsiniana Mata, Vladimir Matveev, Pedro Medina, Rafael Mendívil
Bibliotheca Hertziana, Max-Planck-Institut für Kunstgeschichte Peydró, Michele di Monte, Víctor Nieto Alcaide, Martin
Colección Dario Del Bufalo Olin, Isabel Ortega, Antonio Paolucci, Monseñor Cesare
Embajada de España ante la Santa Sede Pasini, Kelly Pask, Helena Pérez Gallardo, Ana Pernia,
Galleria Borghese Francesco Petrucci, Irene Pintado Casas, Mikhail
Galleria Nazionale d’Arte Antica in Palazzo Barberini Piotrovsky, Daniela Porro, Lauren Porter, Bruno Racine,
Richard Rand, Sebastiano Roberto, H. Rodes Hart,
San Petersburgo José Luis Rodríguez, Alfonso Rodríguez G. de Ceballos,
Museo Estatal del Hermitage Leticia Rodríguez Magni, Carlos Sambricio,
José Sánchez Sánchez, Ana Santos Aramburo,
Tarragona Dolors Saumell, Antonio Scigliuzzo, Janice Slater,
Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, Diego Suárez Quevedo, Luke Syson, Andreas
Biblioteca Pública Thielemann, Aurelio Urciuoli, Donna Weeks
GIAN LORENZO BERNINI FUE UNO DE LOS ARTISTAS MÁS INFLUYENTES DEL SIGLO XVII Y SIN DUDA UNO DE LOS MÁS
grandes de la historia, un artista versátil y polifacético, capaz de trabajar en todas las disciplinas del arte y
de hacerlo siempre maravillando.

Tradicionalmente se ha hablado de la casi nula relación de Bernini con España, de la escasa presencia de
obras suyas en nuestro país, de su parca influencia en el arte y la arquitectura españoles y de su carácter
filofrancés. Esta exposición demuestra que nunca se había mirado con suficiente objetividad y detenimien-
to la relación de Bernini con personajes y mecenas españoles y, desde luego, con Felipe IV y Carlos II. Así,
se pone en valor el papel representado por la Monarquía Hispánica y sus embajadores en Roma en la
producción del artista.

El Museo del Prado ha hecho en esta ocasión un esfuerzo muy meritorio al acometer la exposición como
un proyecto propio. El resultado es una muestra de altísima calidad, con un planteamiento científico
impecable, que ofrece novedades inéditas en la actividad de Gian Lorenzo Bernini, en particular la que
revela uno de los dibujos de la colección Daza-Madrazo recientemente adquirida por el Prado. La exposi-
ción se ha hecho coincidir, además, con la presidencia del Consejo de la Unión Europea que Italia osten-
ta desde el 1 de julio al 31 de diciembre de 2014.

La selección, estudio y nuevas propuestas en relación con las obras de Bernini ha sido llevada a cabo por
su comisario, el catedrático Delfín Rodríguez Ruiz, que ha desarrollado un ambicioso plan para desgranar
y visualizar un tema tan poco tratado, y que se ha beneficiado asimismo de la ayuda y la probada profesio-
nalidad de los diversos equipos del Museo Nacional del Prado.

Para acometer este proyecto la institución no sólo ha contado con la amplia colaboración de la comunidad
científica, sino también, y muy especialmente, con la del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Coopera-
ción a través del apoyo del embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga,
así como del respaldo de la Embajada de Italia en España a través de su embajador, Pietro Sebastiani.

Sólo me resta felicitar al Museo del Prado por haber hecho posible esta exposición, que permite ampliar
y puntualizar la vinculación con España de un capítulo fundamental de la historia del arte barroco, y
difundirla internacionalmente.

José Ignacio Wert Ortega


ministro de educación, cultura y deporte
EL PROGRAMA DE EXPOSICIONES MONOGRÁFICAS QUE EL MUSEO DEL PRADO VIENE DESARROLLANDO EN LOS
últimos años pretende no sólo revalorizar la obra de artistas de primera categoría, sino, sobre todo, anali-
zarla con detenimiento para conocer, redescubrir y difundir los aspectos más velados de su producción. Si
en la primavera de 2014 el Museo proponía una nueva lectura de la obra del Greco, desde el prisma de la
modernidad, en otoño de este año presenta a uno de los más brillantes artistas de la Roma del Barroco,
Gian Lorenzo Bernini, analizando desde una nueva perspectiva su relación con España.

La exposición Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española, y el libro que se publica con este
motivo, Bernini. Roma y la Monarquía Hispánica, permitirán apreciar algunas de las mejores obras del
maestro, pero también aspectos fundamentales de su creación artística junto con otros inéditos o menos
conocidos, y todo ello en el marco de los elaborados programas iconográficos en los que trabajó para diver-
sos comitentes y en diferentes disciplinas artísticas, cuando no uniéndolas todas en un bel composto.

Bernini, tras situarse durante el pontificado de Urbano VIII, entre 1623 y 1644, en sintonía con su protec-
tor, junto a Francia y frente a España —llegando incluso a ridiculizar al embajador español Gaspar de
Borja en dos representaciones de obras teatrales—, dio un significativo giro a su carrera durante los siguien-
tes pontificados, especialmente en el de Inocencio X, pero también en los de Alejandro VII y Clemente IX.
En esos años, entre 1644 y 1669, las relaciones de Roma con España cambiaron notablemente, y este hecho
se vio reflejado en los encargos que Bernini recibió tanto por parte de mecenas españoles en Roma como
de la propia Monarquía Hispánica. Estos incluyeron proyectos arquitectónicos y escultóricos, junto a otros
para ceremonias con arquitecturas efímeras, y hay que vincularlos, muy especialmente, con la actitud que
tomó Felipe IV ante Roma, buscando una mayor presencia simbólica, diplomática y política en la ciudad,
y financiando obras en algunas de las basílicas más representativas, como San Pedro o Santa Maria Mag-
giore. En definitiva, un momento histórico apasionante en el que, gracias a esta muestra, descubriremos
una mayor presencia española en la trayectoria de Bernini, a través de obras nuevas o poco estudiadas.

Este proyecto nos ha permitido mostrar por primera vez un grupo excepcional de originales del artista en
España, entre los que se incluyen las dos Ánimas que se conservan en la Embajada de España ante la
Santa Sede. Quiero agradecer al embajador Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga su generosa disposición
con nuestro Museo, así como a todas las instituciones internacionales y españolas que nos han facilitado
sus valiosas obras.

Sólo me queda felicitar al equipo del Museo que, con su profesionalidad y empeño, ha hecho posible esta
muestra sabiamente conducida por su comisario, el catedrático de Historia del Arte Delfín Rodríguez Ruiz,
y que plantea al espectador una nueva lectura de la producción berniniana, al tiempo que arroja nueva luz
sobre sus elaborados proyectos en el ámbito de la escultura y el dibujo.

José Pedro Pérez-Llorca


presidente del real patronato del museo nacional del prado
LA EXPOSICIÓN LAS ÁNIMAS DE BERNINI. ARTE EN ROMA PARA LA CORTE ESPAÑOLA ES A LA VEZ UN RETO
y la respuesta a una deuda, ya que hasta ahora no se había realizado en nuestro país una muestra dedicada
a un personaje tan esencial para la historia del arte, el más grande artista de la Roma barroca, que desarrolló
facetas como escultor, arquitecto, pintor, escenógrafo, autor teatral y diseñador de fiestas y ceremonias, de
fuentes y otros repertorios ornamentales. La exposición que ahora presentamos y el libro que la acompaña
proponen repensar las relaciones de Gian Lorenzo Bernini (1598-1680) con España, tanto artísticas como
diplomáticas y políticas, y ofrecer una renovada visión en la que Felipe IV, Carlos II y sus embajadores apa-
recen como protagonistas de diferentes encargos a Bernini, ya sea en Roma, ya en El Escorial o el Real
Alcázar de Madrid.

Nuestro primer propósito al poner en marcha el proyecto fue presentar en el Prado dos extraordinarias
esculturas conservadas en la Embajada de España ante la Santa Sede en Roma. Se trata del Anima beata
y el Anima dannata, realizadas hacia 1619, cuando Bernini era todavía un joven escultor. De estas obras de
expresiones contrapuestas resulta especialmente dramática la que representa el alma condenada, que
transmite con profundo sentido religioso un estado del alma, la expresión del terror ante la contemplación
del Infierno, y en la que se ha querido ver un autorretrato oculto del propio Bernini, que cuenta en la
exposición con otros autorretratos pictóricos de tipo alegórico.

Entre las obras que pertenecen al Prado se encuentra un Autorretrato de hacia 1635 y, como interesante novedad,
un dibujo inédito adquirido recientemente por el Museo: un estudio para la colosal escultura de Constantino a
caballo destinada a la Scala Regia de San Pedro del Vaticano, atribuido ahora a Bernini. Relacionado con el
proyecto de hacia 1660-61 para la colocación de esa escultura, presenta sustanciales diferencias respecto a su
disposición final en 1670 y se podrá confrontar en la exposición con otras dos piezas vinculadas a la misma
estatua: el dibujo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de 1654, y la terracota del Hermitage,
de 1661. Esta misma tipología simbólica y heroica de grandes personajes a caballo se puede apreciar en las
variaciones del proyecto para la estatua ecuestre de Luis XIV que Bernini se comprometió a hacer en 1665,
transformada después del fracaso real y simbólico de ese retrato en la tardía figura a caballo de Carlos II de 1680,
que debió de pertenecer al marqués del Carpio y está hoy en colección privada. También del Prado se expone
un bello dibujo tradicionalmente atribuido a Gaulli, y aquí a Bernini, La Verdad desvelada por el Tiempo, con su
composición invertida respecto a la escultura finalmente realizada, posiblemente destinado a ser grabado. La
obra reflejaría la preocupación de Bernini por su propio prestigio, al defenderse de la que consideraba una
infamia vertida sobre su incapacidad como arquitecto en relación con el proyecto fracasado del campanario de
San Pedro. Otra pieza inédita, de la colección particular de Dario Del Bufalo, es un león de bronce, una de las
obras hasta ahora dadas por perdidas que conformaban la parte escultórica del modelo berniniano de la Fonta-
na dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona que se conserva en el Palacio Real de Madrid.

El visitante también encontrará referencias precisas a los diseños para la capilla Cornaro en la iglesia de
Santa Maria della Vittoria y para su escultura más importante, El éxtasis de santa Teresa, así como al pro-
yecto de su casi desconocida capilla Poli en San Crisogono, en Roma, contenido en un inédito álbum de
dibujos de la colección Juan Bordes.

Una iniciativa de esta naturaleza ha requerido del generoso apoyo de los responsables de distintas colec-
ciones españolas, europeas y americanas, así como de un elaborado proyecto planteado por el comisario
de la muestra, Delfín Rodríguez Ruiz, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de
Madrid y reconocido especialista en la materia, que ha contado a su vez en el catálogo con la valiosa cola-
boración del profesor Marcello Fagiolo, prestigioso historiador del Barroco y director del Centro di Studi
sulla Cultura e l’Immagine de Roma.

Es justo reconocer finalmente el trabajo de todas las áreas del Museo que una vez más han aunado esfuer-
zos para llevar a buen puerto este proyecto pilotado por Gabriele Finaldi, Director Adjunto de Conservación
e Investigación, y que ha contado con la coordinación científica de la responsable de las colecciones de
Escultura y Artes Decorativas, Leticia Azcue Brea, y del esmerado trabajo de restauración de Elena Arias.

Miguel Zugaza
director del museo nacional del prado
SUMARIO

GIAN LORENZO BERNINI, ROMA 12


Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA
Delfín Rodríguez Ruiz

LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: 44


DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS
Marcello Fagiolo
Fabio Colonnese [encarte sobre la reconstrucción
del monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore]

CATÁLOGO 74
Delfín Rodríguez Ruiz
Anthea Brook [cat. 41]

BIBLIOGRAFÍA 172

ÍNDICE ONOMÁSTICO 184


Fig. 1 Gian Lorenzo
„

Bernini, Monumento a
Felipe IV, 1666. Roma,
Santa Maria Maggiore.
Ubicación actual según
proyecto de Ferdinando
Fuga de 1743

GIAN LORENZO BERNINI, ROMA


Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA
Delfín Rodríguez Ruiz

Escultor y arquitecto que proyectaba transformando la capilla Cornaro en Santa Maria della Vittoria (fig. 2), con
ciudad o incorporándola a sus espacios construidos; autor El éxtasis de santa Teresa (véase cat. 16)13, la Fontana dei
de artefactos, arquitecturas efímeras1 y fuegos artificiales Quattro Fiumi en la Piazza Navona (véase cat. 19) o su
que convertían los lugares cotidianos en espectáculos de Constantino en la Scala Regia del Vaticano (fig. 21; véanse
maravilla y excepción; amigo de las fuentes y de las aguas cat. 31-33), variaciones todas sobre el mismo concepto,
—como dijera en París a Chantelou en 16652— que debían sobre el mismo tema, aunque de dimensiones distintas, y
hacer pensar3 al contemplar su forma de surgir hacia los no sólo por el tamaño, sino también por las consecuencias
aires o caer en cascada; sutil hasta el extremo en su trato que implican: teatro en el teatro, templo en el templo,
con el mármol, con el travertino convertido en roca origina- milagro eternamente representado en un espacio sagrado,
ria, metáfora de la tierra y de la naturaleza en fuentes y en el caso de la primera; elogio del agua y de la tierra, del
edificios4, o con la arcilla, modelada con fuego creativo, pero fuego y el sol, del aire, metáfora y símbolo del mundo y su
también hábil en la pintura5 y, sobre todo, en el dibujo6, dominio pacífico, construido como centro de una espina
Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598-Roma, 1680)7, o Giovan de circo antiguo y plaza palatina, en honor de los Pamphi-
Lorenzo Bernini —como quería Maurizio Fagiolo que nos li, en el de la segunda, y, por fin, la escultura de Constan-
acostumbráramos a nombrarlo, ya que así solía firmar—, fue tino y la Scala Regia, entendidos como bisagra entre la
algunas veces autor de obras de teatro y de escenografías ciudad, el palacio y el templo vaticanos, escenario de un
sorprendentes, en las que con frecuencia él mismo actuaba, acontecimiento fundacional, de un milagro puesto en esce-
acompañado, en ocasiones, de colaboradores y ayudantes8. na, con luz dirigida y sobrenatural: el del triunfo del cris-
tianismo14, con la nota de color de un paño estucado como
Así, no son infrecuentes las descripciones contemporáneas fondo o bastidor, posiblemente lo único que hace histórica
que lo convierten —como ya señalaran con extraordinaria la representación, como un testimonio verosímil.
fortuna, en 1966, Maurizio y Marcello Fagiolo— en un ver-
dadero «regista»9, no sólo de la escena, sino de Roma mis- Pasar, saltar las reglas, sin violarlas, como comedidamente
ma —entendida como escena de un teatro que es el mun- describía en 1713 su hijo Domenico, se convirtió en una
do10—, así como de sus proyectos aislados, sobre todo de clave que fijaba la imagen de Bernini no sólo como un
aquéllos en los que su concepción del «bel composto», consumado y virtuoso artista que cultivaba con la misma
según Baldinucci11, o del «maraviglioso composto», según habilidad la escultura, la pintura y la arquitectura —como
su hijo Domenico Bernini12, confirmaban que, como él ya en 1674 Charles-Jean-François Chéron, en una medalla
mismo decía, quien «no sale de la Regla no la salta nunca». (cat. 9), y Pierre Cureau de La Chambre (cat. 6), en la
Valgan como escueto recordatorio, y entre otras muchas, la primera biografía escrita tras su muerte, en 1681 y 1685,
habían establecido desde Francia: Singularis in singulis, in escultura una obra de Fidias o Praxíteles, comparable al
omnibus unicum15—, sino que lo hacía como si surgieran Laocoonte o El torso del Belvedere.
unas de las otras, en contaminación cómplice de las tres y
de la luz, la natural o la por él decidida, guiada o tamizada. Fue amigo y protegido de papas y príncipes, de reyes, reli-
Ocurrió así en muchas de sus obras, entendidas como una giosos poderosos e intelectuales; tuvo estrechas relaciones,
representación teatral en la que Bernini se cuidaba del a veces complejas, con artistas y arquitectos, de Nicolas
texto, de la escena, del escenario, de los secretos que lo Poussin o Andrea Sacchi a Pietro da Cortona o Carlo Fon-
inesperado podía esconder, de la forma de decir y de los tana, muchos de ellos colaboradores y ayudantes en su
gestos, del espectador, de lo representado y sus metáforas, taller y en sus proyectos, como el eficaz y teatral Giovanni
del lugar como momento irrepetible, maraviglioso y bella- Paolo Schor (1609-1675)20 o escultores como Matteo Bona-
mente composto. relli o Bonuccelli, Ercole Ferrata, Lazzaro Morelli, Nicolas
Sale, Antonio Raggi o Melchior Cafà, aunque también
Se trata de obras, las de teatro16, en las que el lenguaje, en estuvo rodeado de importantes y significados enemigos21,
dicción y tono popular y coloquial casi siempre, solía ser de Salvatore Rosa o Alessandro Algardi 22 a François
usado para comedias de situación y divertimento, ironía, Duquesnoy o Francesco Borromini23, incluso escritores de
pasatiempo lleno de implicaciones morales, políticas y arte y de vidas de artistas no escatimaron las críticas a
religiosas, disfrazadas de chanzas, agudezas y equívocos Bernini, de Giovanni Pietro Bellori24 u Orfeo Boselli25 (véa-
intencionados. Los diálogos, tantas veces casi improvisa- se cat. 34) a Giovanni Battista Passeri26, tanto en lo relativo
dos, solían esconder, tras la provocación primera o la sor- a su comportamiento con otros artistas, especialmente
presa de lo inesperado, tras el engaño de los ojos, serias y escultores, como en referencia a su supuesta incompeten-
complejas reflexiones sobre la actualidad o la vida, incluso cia como arquitecto, que obligó a Baldinucci a hacer una
sobre la disciplina misma del arte, de las artes, incluido el intencionada y larga defensa de Bernini y de su interven-
teatro, argumento éste de La Fontana di Trevi (ca. 1644). ción en el crucero de San Pedro del Vaticano27, usando
Lo mismo ocurría con sus caricaturas, ágiles y con «fran- para ello el informe del arquitecto de confianza de aquél,
chezza di tocco»17, retratos satíricos no sólo de los perso- Mattia de’Rossi (1637-1695).
najes representados, siempre muy próximos al artista por
algún motivo, del más noble al más cotidiano, sino tam- Bernini era brillante, desenvuelto, osado, extrovertido,
bién del mismo arte de dibujar18. Ironías, agudezas, res- seductor, irascible, orgulloso, fascinante, irónico, inteligente,
puestas ingeniosas, atrevidas, insólitas, propias de su ágil, culto y erudito a su manera, es decir, instrumentalmen-
carácter y que, con naturalidad, traspasaba a las artes y a te, según lo necesitaba e iba acumulando experiencias, y
sus opiniones sobre ellas, de las que nos quedan numero- con independencia de su extraordinaria capacidad de
sos testimonios, en especial los de sus primeros biógrafos, invención, de variar sobre lo ya dicho o maravillar con lo
de Cureau de La Chambre a Baldinucci (cat. 8) o Dome- conocido, invirtiéndolo, poniéndolo alla rovescia, en justa
nico Bernini, pero sobre todo el del excepcional diario que correspondencia con la retórica jesuítica, que tan conna-
de su estancia en la Francia de Luis XIV, entre junio y tural parece a sus ideas. En este sentido, el diario de
octubre de 1665, escribiera y dejara manuscrito Paul Fréart Chantelou es fuente preciosa de sus juegos retóricos, lle-
de Chantelou (1609-1694) 19. En este sentido, el que nos de paradojas sorprendentes y metáforas inesperadas,
habría de ser considerado, ya desde muy joven y nada que ocultan las ideas más profundas e íntimas tomando la
menos que por Pablo V Borghese y Maffeo Barberini, apariencia de una catástrofe, incluso ridícula o satírica. No
antes de convertirse en Urbano VIII (1623-44), el Miguel sólo algunas de sus obras de teatro, como la ya menciona-
Ángel de su siglo, tuvo el ingenio y la agudeza, según cuen- da La Fontana di Trevi28, o L’impresario29, como ahora se la
ta Chantelou en su diario (lunes, 8 de junio de 1665), de conoce, confirman su idea de que «el mundo no es otra
responder, ante la pregunta de un cardenal sobre qué cosa que una comedia», sino que toda su obra podría meta-
escultura de la Antigüedad prefería, que la de Pasquino, fóricamente entenderse como un ordine scomposto, formulado
porque «mutilado y arruinado como está, el resto de belle-
za que posee en sí es perceptible sólo por quien entienda
de diseño». El cardenal se irritó pensando que se burlaba,
pero, según Baldinucci y Domenico Bernini, parece que Fig. 2 Gian Lorenzo Bernini, capilla Cornaro,
„

su admiración era real, y que consideraba la popular 1647-53. Roma, Santa Maria della Vittoria

14 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 3 Diego Velázquez (atribuido),
„

Retrato de hombre joven (¿Autorretrato?),


ca. 1630. Óleo sobre lienzo, 67 x 50 cm.
Roma, Musei Capitolini, inv. n.º 62

retratos del artista de la roma


barroca

Con independencia de los retratos, más o


menos agrios, que sus contemporáneos hicie-
ron de él, o los más elogiosos, de los que pro-
liferaron innumerables durante su vida32, Ber-
nini procuró, desde joven, cultivar su imagen,
cuidarla en su representación plástica y litera-
ria, incluso programando, si así puede afirmar-
se33, a partir de 1673, una verdadera oficina
para construir su biografía oficial, tanto en
Roma como en París —ciudades cuyo carácter
cosmopolita podían garantizar la difusión de
su fama y el elogio de su figura—, en cuya
gestión cumplió un papel fundamental su
hijo, monseñor Pier Filippo Bernini, miembro
del capítulo de Santa Maria Maggiore, basílica
protegida especialmente por la Monarquía
Hispánica, a la que estuvo vinculada toda la
familia Bernini y donde está enterrado el pro-
pio Gian Lorenzo 34. Entre los numerosos
retratos y autorretratos de Bernini, el Museo
del Prado conserva uno, cuya autoría es discu-
tida (cat. 4)35 —algunos lo consideran un tra-
bajo escolar de un alumno de la academia de
pintura que él mismo dirigió, por encargo
de Francesco Barberini, en el Palazzo della
Cancelleria de Roma, entre 1630 y 1642—, así
como también las fechas, que podrían hacer del cuadro, si
se ha de convenir en que debió de pintarse en torno a 1635,
no ya como una imagen literalmente catastrófica del mun- un testimonio de su posible relación con Velázquez. Y es
do, sino que éste, en su caos y descomposición, sólo puede éste un asunto debatido intensamente por la crítica, que
hacerse maravilla divina en su opuesto, en su metafórica supone que el pintor de Felipe IV habría podido establecer
reconstrucción, como acertara a escribir el jesuita Daniello algún tipo de contacto con Bernini ya durante su primer
Bartoli en su La ricreatione del savio in discorso con la viaje a Italia, en 1629-30. Próximo el del Prado a sus auto-
Natura e con Dio (1640)30. Su voracidad de conocimientos, rretratos considerados autógrafos —el Autorretrato maduro
tanto en un sentido disciplinar —y fueron muchas las dis- de la Galleria Borghese (ca. 1635) y el Autorretrato de la
ciplinas artísticas y literarias que cultivó— como cultural, Galleria degli Uffizi (1630), sobre todo al primero—, su
era proverbial y deslumbrante, como testimonian sus con- vinculación con Velázquez procede, posiblemente, de un
temporáneos, del cardenal Sforza Pallavicino o Giovanni común interés de ambos, en esos años, por la pintura vene-
Paolo Oliva a Francesco Bracciolini o Lelio Guidiccioni31. ciana, sobre todo por Tiziano y Tintoretto.

16 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


Coincide, además, ese retrato de Bernini y su posible rela- Durante los dos viajes a Roma de Velázquez debieron, sin
ción con Velázquez, con el Retrato de hombre joven o Auto- duda, de conocerse —Palomino, fuente siempre fiable, así
rretrato de este último —cuya autoría e identidad del perso- lo afirma con respecto al segundo en 1649-5139, señalando
naje representado son polémicas y aún ocupan a los que el pintor español fue favorecido por artistas como Pie-
especialistas—, conservado en los Musei Capitolini de tro da Cortona, Alessandro Algardi y «del caballero Juan
Roma, fechado en torno a 1630, durante su primer viaje a Lorenzo Bernini, ambos estatuarios famosos»—, ya que era
Italia (fig. 3). Este enigmático y magnífico retrato puede inevitable que trataran a los mismos mecenas, intelectuales
representar metafóricamente el eslabón perdido de la posi- y artistas. Velázquez, además, durante su segunda estancia
ble cadena de relaciones que tantos historiadores han en Roma, encargó réplicas en bronce de esculturas clásicas
supuesto que pudieron o debieron de mantener Gian a discípulos y colaboradores de Bernini40. Estas relaciones,
Lorenzo Bernini y Diego Velázquez durante los dos viajes parece que indudables, aunque no documentadas por aho-
italianos de este último, el primero en 1629-30 y el segundo ra, permitieron a diferentes historiadores41 pensar en que el
en 1649-5136. Por otra parte, no ha sido infrecuente que algu- retratado en el cuadro de los Musei Capitolini era Bernini,
nos autorretratos de Bernini hayan sido atribuidos al pintor incluso alguno proponía que la autoría fuera del propio
de Felipe IV, tan próximas parecen sus maneras en algunos artista italiano. Sin embargo, de Justi a Beruete42 y otros
momentos, precisamente a comienzos de los años treinta y muchos, lo consideran obra de Velázquez, aunque no todos
también en la década de los cincuenta. Tampoco puede sor- como un autorretrato. Durante un tiempo se pensó que su
prender que, en ese sentido y ante la falta de documenta- procedencia debía de tener su origen en la colección Sac-
ción adecuada, alguna pintura de Velázquez haya podido ser chetti, base fundamental de la de los Musei Capitolini. Sin
atribuida a Bernini, como ha ocurrido en este caso. embargo, Carlo Pietrangeli consideraba que la pintura pro-
cedía de la colección Pio di Savoia, adquirida, en 1750, por
Pintura de reconocida calidad, aún presenta problemas com- el papa Benedicto XIV para el Capitolio.
plejos en relación a la identidad del retratado, para unos
Velázquez, para otros Bernini, aunque los más cautos piensan No ha sido infrecuente que los especialistas en la pintura
que se trata de un desconocido hombre joven, al que Gállego de Bernini y en la de Velázquez hayan tomado en conside-
identificaba con un clérigo «dado el cuello blanco que lle- ración este cuadro, a veces para situarlo en una misma
va»37. Que sus maneras de afrontar el retrato y el autorretra- coincidencia y complicidad de ideas y soluciones, otras para
to, en pintura, conozcan tantos puntos de contacto es obser- matizar cuestiones de autoría o de la identidad del retrata-
vación antigua y reiterada hasta nuestros días. En unas do, incluso algunos para retirarlo43 de la mano del pintor
ocasiones para plantear la influencia del español en Bernini, de Felipe IV, identificándolo con una copia o una réplica.
en otras, como hacen Grassi38 y otros, con el fin de apuntar La historiografía italiana más reciente44 parece coincidir
la posibilidad de una influencia al revés, del regista de la en la autoría velazqueña, incluso confirmando el carácter
Roma barroca en Velázquez. No parece probable que esta de autorretrato, mientras que otros especialistas, mante-
última suposición sea verosímil, tal vez al contrario y, en todo niendo la autoría con reservas, no consideran que pueda
caso, el común interés de ambos por la pintura veneciana tratarse de un autorretrato del pintor sevillano, sino de un
parece coincidir en el tiempo. Velázquez era, sobre todo para gentilhombre o de un eclesiástico, como, según hemos
la cultura artística italiana de los años treinta del siglo xvii, comentado, propuso Gállego.
un pintor de retratos, excepcional, sin duda, pero un pintor
de retratos, mientras que Bernini, cuando los pintaba o dibu- Entre los numerosos retratos y autorretratos45 de Bernini
jaba, lo hacía con intención casi privada, como regalos calcu- que son conocidos, los hay convencionales, pero también
lados —aunque se tratase de papas o príncipes, familiares, ocultos o criptorretratos, en los que el artista se identifica
amigos o autorretratos—, o también para agilizar la mano del con un personaje histórico o religioso46, cuya identidad
escultor, como le confesara a Chantelou durante su citado supone un reto artístico o moral, incluso un pulso con-
viaje a París en 1665. A pesar de todo, lo cierto es que com- ceptual y biográfico para confirmar la similitud de las
partieron posiciones semejantes en cuanto a la libertad de las tareas y logros entre el personaje representado y el rostro
manchas y la pincelada, a la primacía del color frente al dibu- del autor de la pintura, unidos en un destino aparente-
jo. Tenían también en común su pasión, no sólo por Tiziano mente común, aunque sea entendido en sentido metafó-
o Tintoretto, como se ha comentado, sino también por Guido rico. Ocurrió con su escultura de David (1623-24), de la
Reni y Guercino, por Rafael y Miguel Ángel. Galleria Borghese, o con su Autorretrato como David con

17 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 4 Gian Lorenzo Bernini,
„

Autorretrato dibujando, ca. 1635.


Óleo sobre lienzo, 47 x 38,7 cm.
Milán, Colección Koelliker, lk0584

tan lejos de sus otros autorretratos, casi siempre


altivos, en acción, muy expresivos de su carácter y
ambiciones, de su ironía y distancia. Me refiero,
por ejemplo, al Autorretrato dibujando de la colec-
ción Koelliker de Milán (fig. 4). La pintura, poco
conocida, es extraordinaria por diferentes motivos.
En primer lugar, por el casi insólito encuadre del
artista sentado, ensimismado y dibujando, casi de
espaldas, como desmintiendo las reglas propias
de un retrato o de un autorretrato48.

En cualquier caso, los autorretratos casi siempre


entran en la esfera de lo privado, como el que le
unía en el mismo lienzo —posiblemente el Auto-
rretrato maduro de la Galleria Borghese— a su
amante Costanza Piccolomini-Bonarelli49. Se trata
de imágenes que representan una forma de propa-
ganda o de indagación del artista sobre sí mismo,
unas pensadas para el recuerdo, otras como forma
de afirmación o, simplemente, como metáforas
poéticas del retratado, pendiente de su condición
de artista, de su idea, de su imaginación, de su
disciplina, absorto, casi sin rostro, en sus queha-
ceres, como es el caso del artista sentado y dibu-
jando de la colección Koelliker.

la cabeza de Goliat (1623-25), lienzo del Palazzo Barberini Es verdad que la iconografía de Bernini es riquísima, no
(cat. 5). Así, para la primera, como narran Baldinucci y sólo en forma de autorretratos, sino también de retratos
Domenico Bernini, el propio Maffeo Barberini, luego realizados por otros, de Ottavio Leoni o Guido Ubaldo
papa Urbano VIII, sujetó en varias ocasiones el espejo en Abbatini a Chéron o Giovanni Battista Gaulli. Sin embar-
el que se reflejaba el rostro tenso y lleno de ira de Berni- go, no son muchos los que lo representan enfrascado en su
ni. Pero también se retrató como Alejandro o como Mar- trabajo o con sus atributos de artista. En este caso, la auto-
te, lo que se adecuaba bien a su misma personalidad, ría de Bernini —aceptada por diferentes estudiosos de su
carácter y forma de comportamiento, a su manera de obra, de Wittkower a Strinati o Petrucci, aunque discutida
estar en el mundo, casi como construyéndose su propia por Montanari— parece indudable y obra de altísima cali-
leyenda de artista47. Pero lo más fascinante es que tam- dad, con independencia de que sea un autorretrato, lo que
bién su Anima dannata (ca. 1619; cat. 1) ha sido entendida no sería inverosímil, o que represente a alguno de sus
como un autorretrato intencionado, pendiente esta vez no alumnos o discípulos en la academia barberiniana del
sólo de la visión terrible del infierno, sino, posiblemente, Palazzo della Cancelleria que él mismo dirigió, como se ha
de la teoría artística de la expresión de los affetti. visto, durante los años treinta50. Fuertemente contrastada
y empastada, con una luz dirigida desde la izquierda, casi
En otras ocasiones, fue capaz de realizar representaciones alla bernina, como usara en algunas de sus capillas más
de sí mismo inesperadas por su intimismo y melancolía, célebres, de la Raymondi (fig. 5) a la Cornaro, entre otras

18 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 5 Gian Lorenzo Bernini, capilla Raymondi,
„

1669. Roma, San Pietro in Montorio


autoría. Percibe en el retrato, por otra parte, un evidente
neovenecianismo, la memoria de Tiziano, describiéndolo
como propio de algunos ambientes romanos de los años
treinta, de Cortona a Sacchi o el mismo Bernini, sin olvi-
dar la inevitable sombra de Velázquez, aún no explicada
documentalmente, y su posible relación con ese entorno
durante su primer viaje a Italia.

Por otra parte, es cierto que Bernini cultivó la autorrepre-


sentación desde muy temprana edad, ya fuera mediante
dibujos, estampas, pinturas, medallas e incluso esculturas
o relieves. Estos dos últimos géneros en menor medida,
aunque existe algún ejemplo como el retrato en busto que
poseyó La Chambre en París, y que posiblemente fuera
muy parecido al que aparece en la viñeta de Sébastien Le
Clerc incluida en su Préface de 1685 (véase cat. 6), o el que
figuró en la colosal versión de la Fontana dei Quattro Fiu-
mi que le encargara en Roma Gaspar de Haro y Guzmán
(1629-1687), VII marqués del Carpio, al final de su vida53.

Fig. 6 Anónimo romano, Retrato de Gian


„
Precisamente a Carpio, cuenta Domenico Bernini —y es
Lorenzo Bernini, ca. 1665. Pluma y tinta parda, fuente de primera mano—, le regaló un autorretrato que
149 mm. Madrid, Museo Nacional del Prado,
su padre hizo al final de sus días:
d-1461

Il suo Ritratto in lapis, che fece poco avanti la sua morte


muchas, el personaje aparece absorto en su condición de di propria mano, mandato in dono a Carlo Sedondo Rè
artista, pendiente de atrapar la idea con el dibujo, como en delle Spagne dal Marchese del Carpio suo Ambasciadore
un retrato dal vero y no siguiendo un modelo, como su hijo in Roma, che vedutolo in Casa de’ Figliuoli del Cavaliere
Domenico Bernini, en su biografía de 1713, afirmaba que se ne invaghì in modo, che richieselo, & ottennelo per le
solía hacer y como ya había señalado el propio artista a mani di questi stesso, che escrive queste cose54.
Chantelou en 1665. Pintura característicamente berninia-
na, entre neoveneciana, libre en la pincelada y las manchas La noticia es preciosa por muchos motivos. En primer
de color —a la manera de Velázquez—, posee rescoldos de lugar, por la personalidad del embajador, el marqués del
cierto caravaggismo, no siempre compartidos en esos años Carpio, que lo fue en Roma entre 1677 y 1682, coleccionis-
en los círculos romanos. ta apasionado55 y amigo de Bernini al final de su vida, a
quien encargó algunas obras muy significativas en relación
Montanari51, aun considerándolo fascinante y misterioso con España, tanto su versión, a escala enorme, de la Fon-
—lo que viene dado por la intriga poética de la ausencia tana dei Quattro Fiumi, hoy en los jardines de Blenheim
del rostro del retratado, su ensimismamiento, así como por Palace (fig. 26)56, como la escultura ecuestre, en bronce
las luces y sombras, asuntos insólitos, pero no infrecuentes dorado, de Carlos II (cat. 39), réplica intencionada, aun-
en el género del retrato de artista, sin rostro o de espaldas, que no monumental y con el rostro cambiado, de la de
e incluso velazqueño en la técnica—, observa imprecisio- Luis XIV (véanse cat. 35 y 36), cuando todavía estaba en su
nes no propias de Bernini. Aceptando cierto parecido con taller la del monarca francés57, antes de viajar, en 1684, a
el artista, cree, sin embargo, como ya afirmara en relación París. En segundo lugar, por el hecho de que Domenico
al Autorretrato de Bernini del Museo del Prado (cat. 4), Bernini confirma la estrecha relación que debieron de
que se trata de otro ejercicio académico salido de la acade- mantener su padre y él mismo y sus hermanos con el mar-
mia de los Barberini en el Palazzo della Cancelleria. qués del Carpio, atestiguada por la dedicatoria que su her-
Petrucci52, sin embargo, no duda de la identidad del perso- mano Pier Filippo le escribió manuscrita al regalarle la
naje retratado, Bernini, aunque sí lo hace en relación a la biografía de Baldinucci, publicada en 1682 (cat. 8). Del

20 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


autorretrato a lápiz de Bernini regalado por Domenico a una observación que será reiterada por Maffeo Barberini, y
don Gaspar de Haro no hay rastro, ni siquiera en los tantos otros durante su vida, contribuyendo así a fijar el tópi-
inventarios de las colecciones del marqués58, en los de co de un Bernini que era visto como el Buonarroti de su
Carlos II59 o en los del Alcázar de Madrid. Sin embargo, época y de la Roma triunfante de los papas. Y se trata de una
no es improbable que ese autorretrato a lápiz pueda poner- cuestión que él mismo, en sus conversaciones con Chan-
se en relación con el magnífico, y ciertamente impresio- telou, se encargaría de ratificar en numerosas ocasiones
nante, conservado en Windsor Castle (The Royal Collec- mostrando su admiración por el artista florentino y, sobre
tion, inv. 5539)60. todo, poniéndola en evidencia en algunas de sus obras, espe-
cialmente en la escultura y en la arquitectura64, además de
Por otro lado, aunque no posea la misma potencia expresi- haberse medido, en un tour de force titánico, directamente
va y calidad gráfica que el de Windsor Castle, el Museo del con el colosal y poderoso espacio interior de San Pedro del
Prado conserva un interesante dibujo, posiblemente copia Vaticano y de su cúpula y con sus volúmenes exteriores,
de un discípulo o ayudante, de un autorretrato perdido de del Baldaquino al frustrado campanario de la fachada o por
Bernini61, tal vez preparatorio para una medalla (fig. 6). medio de la mismísima plaza con sus pórticos de columnas
arquitrabadas, verdadero teatro sagrado, simbólico y arqui-
tectónico a la vez (véase cat. 28)65.
roma, teatro de las naciones
Fue, por su parte, Urbano VIII el que hizo de Bernini un
Se ha señalado con frecuencia, desde sus primeros biógra- verdadero regista de Roma, pero también de la Roma de los
fos y sus propios contemporáneos, especialmente sus Barberini, en un calculado juego de relaciones entre artis-
mecenas más importantes, de Pablo V y Urbano VIII a ta y comitente. Así, el cardenal Maffeo Barberini, recién
Alejandro VII, que la compleja personalidad y el arte de elegido papa, podía afirmar elocuente y legendariamente,
Bernini parecían haber sido hechos para Roma, aun cuan- según Baldinucci, que había sido una gran fortuna la de
do en sentido estricto no puede hablarse de una Roma de Bernini el verle convertido en el papa Urbano VIII, «ma
Bernini62, si bien intervino en la ciudad cualificándola con assai maggiore è la nostra che il cavaliere Bernini viva nel
extraordinarios episodios urbanísticos, arquitectónicos o nostro pontificato»66. Urbano VIII, culto, agudo y refinado
efímeros, que ayudaron a ordenarla y percibirla en un sen- como era, ayudó así a fijar el retrato intelectual y artístico
tido moderno, en confrontación y emulación con la Roma de Bernini, a configurar su leyenda, el mito de su destino
antigua, como escenario metafórico de la política europea vinculado a Roma, y lo hizo además en diferentes ocasio-
contemporánea, sobre todo de los enfrentamientos entre nes. Una de ellas, según Domenico Bernini, fue a propó-
España y Francia y su complejo equilibrio con la autoridad sito de las tormentosas relaciones del artista con Costanza
de la Iglesia. Piccolomini-Bonarelli67, escribiendo, en un breve de abso-
lución, que aquél era «huomo raro, ingegno sublime, e nato
Por otra parte, no cabe duda de que tanto los papas y per disposizione divina e per gloria di Roma a portar luce a
mecenas a los que sirvió, en Roma y desde Roma, como su quel secolo»68. Otra, muy conocida, fue cuando, ante las
propia fortuna e infortunios críticos, contribuyeron a con- insistencias del cardenal Mazzarino para que viajase a la
solidar en vida de Gian Lorenzo el mito de que su obra y Francia de Luis XIII, el papa respondía invariablemente
la ciudad parecían abocadas a compartir un mismo desti- que Bernini había nacido para Roma y Roma para él69.
no. Las palabras proféticas que se atribuyen a Pablo V y las
rendidas, ante su genio, de Urbano VIII, repetidas después En realidad, y al margen de la admiración del pontífice por
por sus primeros biógrafos y amigos más cercanos, de el artista —admiración que era recíproca, como recuerda
Cureau de La Chambre, Baldinucci o Domenico Bernini Chantelou en su diario de 1665—, Urbano VIII, con esas
a Giovanni Paolo Oliva o Sforza Pallavicino, no hicieron afirmaciones, estaba proclamando su propia grandeza como
sino consolidar aquel mito. príncipe que tenía un proyecto para Roma y a mayor gloria
de su familia, lo que vendría a acentuarse durante el ponti-
De ese modo, Bernini, muy joven, a la edad de diez años, ya ficado de Alejandro VII Chigi (1655-67), que, como afirmara
fue admirado por Pablo V, que, ante su habilidad y destreza, Krautheimer, quiso conscientemente una nueva Roma, pero
no pudo sino mostrarle su admiración, añadiendo: «Questo una Roma Alessandrina que llevase la impronta de su perso-
fanciullo sarà il Michel’ Angelo del suo tempo»63. Se trata de nalidad70, aunque también entendida como capital de la

21 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Iglesia y centro de su autoridad. Bernini, con estos dos si hubiese asumido como propias las observaciones de
papas, se convirtió, sin duda, en una especie de director Pablo V y Urbano VIII, ya recordadas.
artístico de Roma y de las iniciativas de los dos pontífices
—ejerciendo una verdadera «dictadura artística», como la Sí cabe mencionar, en este punto, que durante su viaje a
denominara elocuentemente Haskell71—, pero muy posible- París, a la corte de Luis XIV, Bernini fue más «romano» que
mente no en un artista de corte o cortesano, en términos nunca —lo que también explicaría, en parte, su fracaso en
convencionales para la época72. De hecho, sus relaciones Francia79—, a pesar de su conocida simpatía por la monar-
con los papas en Roma no siempre fueron tan intensas y quía francesa y por su rey. Sin embargo, su relación con
programadas —también en términos de política europea— España estuvo sometida a vaivenes contingentes, unas veces
como durante los pontificados de Urbano VIII y Alejan- en función de sus relaciones personales, otras, obligado por
dro VII73. Incluso con los Borghese, Pablo V, papa entre 1605 su condición de regista de la Roma de los pontífices y sus
y 1621, y el cardenal Scipione Borghese (1577-1633)74 (véase intereses más inmediatos. Así, si, por un lado, la historiogra-
cat. 3), tan fundamentales en su trayectoria como escultor fía española80, hasta tiempos recientes81, no ha considerado
al comienzo de su carrera, su relación fue más convencional, afortunada, sino más bien lo contrario, la relación de Berni-
más propia de la establecida tradicionalmente entre un artis- ni con la Monarquía Hispánica, por otro, tampoco han ayu-
ta y sus comitentes privados, dando lugar, sin embargo, a dado sus opiniones conocidas y tan calculadas sobre «los
obras extraordinarias. Como también fue desigual, incluso españoles» y el gusto de sus nobles, prelados o artistas.
difícil, su relación con otros pontífices, como Inocencio X Incluso un extraño silencio documental, que no artístico,
Pamphili (1644-55)75, que lo apartó de su condición de artis- sobrevuela su relación con Velázquez82, que, según Palomi-
ta y arquitecto predilecto de Roma y de la Iglesia, cuando no, como se ha visto, sí debió de tratarle en sus dos viajes a
precisamente las relaciones del papa con España fueron más Italia, además de otros testimonios indirectos que ya han
estrechas, o simplemente, en otras ocasiones, fueron menos aparecido al comienzo de este breve ensayo.
ambiciosas, como con Clemente IX Rospigliosi (1667-69)76,
también filoespañol y que había sido nuncio en Madrid Napolitano de nacimiento y, por tanto, como recordaba
entre 1644 y 1655. una anónima traducción al castellano (cat. 7), de la prime-
ra biografía en francés sobre Bernini, publicada por Cureau
Es decir, que es desde Roma, en su legendaria relación con de La Chambre en 1681 (cat. 6), no podía entenderse que
la ciudad, como nuevo Miguel Ángel, considerado en tér- a un artista como él, que había nacido «vasallo de el Mayor
minos artísticos (véase cat. 34), y en sus relaciones cam- Monarca del Orbe, no le ayudase la suerte o su propia
biantes con la política y los programas de los papas, como elección a señalarse en servicio de su Rey». La retórica
cabe entender los complejos y contradictorios vínculos que pregunta tiene, sin duda, respuestas históricas, pero el pro-
Bernini pudo establecer con otros mecenas y monarcas, de pio Bernini también las dio, de la manera peculiar y habi-
Francia a España, de Luis XIV o Cristina de Suecia77 a tual que solía usar en sus caricaturas y obras de teatro, con
Felipe IV o Carlos II. Si además se añade su condición de ironía y sarcasmo, en sus conversaciones con Chantelou
regista o «dictador artístico» de la Roma de su tiempo, la en París, a pesar de sus previas y posteriores relaciones con
Roma barroca, podría afirmarse que, según los momentos la Monarquía Hispánica y sus representantes en Roma.
y su mayor o menor cercanía a los pontífices y sus progra-
mas políticos y religiosos, Bernini ponía su arte a disposi- Ya el 7 de junio de 1665, Bernini y Chantelou habían hablado
ción de otros príncipes y mecenas, ya fuera como regalo de España y de la peculiar relación que habían establecido
diplomático78 o, en otras ocasiones, por una relación priva- sus reyes con sus validos, tanto Felipe III con el duque de
da o simbólica, de Cristina de Suecia al marqués del Car- Lerma, como Felipe IV con el conde-duque de Olivares. Al
pio. Pero también es cierto que, en función de las estrate- día siguiente83, Bernini, con desenvoltura, criticó el gusto de
gias y programas políticos y religiosos de papas y reyes, los napolitanos y de los españoles, contando algunas anéc-
Bernini estuvo en condiciones de usar Roma como esce- dotas muy expresivas de su propio carácter y convicciones.
nario tanto de sus cualidades como artista y arquitecto, Respecto a los primeros, recordó la decepción de un pintor
como de su disponibilidad para interpretar, a la vez, las napolitano que, habiendo oído hablar de la belleza del Coli-
ambiciones opuestas de sus mecenas en el mismo teatro. seo, viajó expresamente para verlo y, al contemplarlo desde
Sólo Roma, antigua y moderna, parecía dar la escala sim- San Gregorio al Celio, quedó tan decepcionado por su esta-
bólica adecuada para sus propuestas y realizaciones, como do ruinoso y horrendo que dio media vuelta y regresó a

22 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


Nápoles sin entrar en Roma; sobre los segundos añadió, a ñol, robado y casi asesinado al anochecer, quiso, al haber
continuación, que los «españoles no tienen gusto alguno, ni salido con vida de esa situación, que le pintasen un cuadro
conocimiento de las artes», opinión que ilustró con diferen- también a manera de exvoto. Pintada la escena, el español
tes anécdotas. La primera, referida al embajador español en reclamó a su autor que cuando sucedieron los hechos era
Roma, al que invitó, recién acabado su grupo escultórico del noche oscura y no como la había representado el artista,
Rapto de Proserpina (1621-22, Roma, Galleria Borghese), en así que le obligó a mostrar la escena toda de negro, sin que
compañía de otros cardenales, a contemplarlo. Por las se viese nada de nada. Afán de extremo realismo, que el
fechas debía de tratarse de Francisco Fernández de la Cue- sarcasmo y la sátira berninianos pretendía hacer pasar por
va, duque de Alburquerque, embajador en Roma entre 1619 divertido, ridículo y real entre los españoles, incluidos los
y 1623, que, según relata Bernini a Chantelou, después de nobles. Posiblemente el contexto francés y cortesano de la
haber observado durante un largo rato la escultura y «haber conversación, además de convicciones personales que pro-
tocado la figura de Proserpina», había dicho: «Es muy linda, cedían, sin duda, de los tiempos de Urbano VIII, marcada-
es muy linda». Y continuaba recordando que el embajador mente antiespañoles y filofranceses, habían animado a
añadió: «Por mayor belleza seria menester que tenesse de Bernini a expresarse de manera tan desenvuelta e hiriente,
aquellos ojos neros que las monjas dan a ciertos perros realizando, verbalmente, una de sus conocidas caricaturas
pequeños que hacen». Bernini describió cómo, ante esa afir- sarcásticas, no sólo sobre el gusto de los españoles, sino
mación, tuvo que contener la risa. sobre su misma capacidad de juicio artístico. Pero, como
le reconvino Chantelou, lo que en otras circunstancias
Ese día, Bernini debía de estar particularmente deslengua- habría divertido en semejante escenario, ahora —en 1665,
do con los españoles y relató otras dos anécdotas que tam- después de la Paz de los Pirineos (1659) y con ambas nacio-
bién tienen que ver con lo que consideraba, en ese contex- nes en aparente amistad— no lo hacía, y no era pues per-
to francés, el gusto habitual de la nación española, aunque tinente el pronunciarse en términos tan poco oportunos.
es cierto que antes y después había recibido importantes
encargos de representantes de la Monarquía Hispánica y No era la primera vez que Bernini se refería a miembros de
del propio rey Felipe IV, a los que habría que sumar las la nobleza hispánica en términos tan peyorativos. Cabe recor-
obras que, como regalos diplomáticos, tuvieron como des- dar, en este sentido, que durante el carnaval de 1634, el mis-
tino España o personajes españoles, incluidos los reyes y mo Urbano VIII animó, lo que solía hacer con frecuencia, a
los embajadores. En la primera anécdota, un «señor espa- Bernini, en la representación de una comedia, a ridiculizar al
ñol», en viaje de Macerata a Nápoles, había caído con su embajador español, Gaspar de Borja (1580-1645), presente
mula por un precipicio, pero, encomendándose a la Virgen, como espectador. La escena fue acompañada por carcajadas,
mientras caía, había creído ver una luz deslumbrante, ante la ira del cardenal85, cuyas diferencias con el papa eran
saliendo, al final, sano y salvo de aquella circunstancia. En notorias en esa época, a pesar de haber contribuido de mane-
agradecimiento, quiso que le pintasen un cuadro, a modo ra decisiva a su elección como pontífice en 1623 (véase cat.
de exvoto, que representase lo sucedido, encargándoselo al 10). Es más, la importancia de Gaspar de Borja en Roma no
pintor Filippo Napoletano (1587/91-1629). Realizada la fue nada menor en esos años y en los anteriores y debía de
obra, el español la rechazó porque no correspondía a la ver- conocer bien tanto a los Barberini como a los Borghese y, por
dad de lo ocurrido, ya que él había caído al otro lado de la tanto, al propio Bernini. Es más, una de las primeras men-
montaña pintada, no delante, como había dispuesto el pin- ciones en una obra impresa en castellano al escultor y arqui-
tor. Así que, aunque no se lo viera, el artista tuvo que eli- tecto fue el elogio que Diego Saavedra Fajardo (1584-1648)
minarlo de la representación, pintando solo la montaña, hiciera en su Juicio de artes y ciencias, publicado en Madrid
quedando el español satisfecho y el pintor bien pagado. en 165586. Saavedra Fajardo, escritor, diplomático y figura
intelectual y política de primer orden en toda Europa, era
El mismo tono, que apunta a la supuesta pasión por el desde 1612, secretario de cifra del cardenal Borja en Roma,
naturalismo, por el realismo más extremo y descarnado84, con el que mantuvo una estrecha relación, llegando a ser él
por la casi supersticiosa consideración de lo religioso, mismo embajador en 1631, y escribía así de Bernini, al que
entendido el arte de la pintura exclusivamente como exvo- sin duda conoció: «De los primeros en Arte estuvo el caba-
to, propio del gusto de los españoles —tópico que dura llero Vernino acabando la estatua de Daphne medio transfor-
hasta nuestros días, aunque parezca increíble—, posee la mada en laurel, en quien engañada la vista se detenía espe-
segunda anécdota narrada por Bernini, en la que otro espa- rando a que las corteças acabassen de cubrir el cuerpo y que

23 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 7 Gian Lorenzo Bernini, La Verdad, 1646-52.
„
la Piazza Navona (1648-51) (fig. 10), cuyo modelo en bron-
Mármol de Carrara, 280 cm (alt.). Roma, Galleria
ce, posible regalo diplomático a Felipe IV, se conserva en
Borghese, inv. n.º cclxxviii
el Palacio Real de Madrid (fig. 9), con las inscripciones
previas a su inauguración en 1651 (cat. 19), y del cual ahora
se expone el león que figuraba en el mismo (cat. 20), desa-
el viento moviesse las ojas, en que poco a poco se convertían parecido en el siglo xix junto con el resto de sus figuras
los cabellos». Se refiere Saavedra Fajardo, obviamente, al —como confirma un dibujo inédito de la Real Biblioteca
grupo escultórico de Bernini de Apolo y Dafne (1622-25), para (fig. 8) — y ahora localizado; el Cristo crucificado del Esco-
Scipione Borghese, mecenas y amigo fundamental en la for- rial (1654) (cat. 17), encargo del rey para el Panteón del
tuna del, por entonces, joven escultor y cuyas simpatías y Escorial, del que existe una bellísima versión inmediata-
relaciones con la Monarquía Hispánica son conocidas (véase mente posterior en Toronto (fig. 11), o las fiestas que dise-
cat. 3). No es casualidad, por tanto, que la irónica mención ñó, por encargo del duque del Infantado, embajador en
de Bernini a Chantelou sobre los comentarios del embajador Roma entre 1649 y 1651, con motivo del nacimiento de la
español en relación al Rapto de Proserpina y éste, elogioso, de infanta de España, Ana Margarita Teresa, y celebradas en
Saavedra Fajardo al Apolo y Dafne tuvieran que ver con la la Piazza di Spagna en Roma (véase cat. 21).
colección de Scipione Borghese87.
Estas apuradas menciones sobre algunas obras de Bernini,
Sin embargo, todavía en 1644, en su obra de teatro La Fonta- durante su relativo ostracismo en el pontificado de Inocen-
na di Trevi o L’impresario, volvía, en un contexto muy distinto cio X —desde luego ya no fue el «dictador artístico» de
por el contenido mismo de la obra, una reflexión teatral, casi Roma en esos años— expresan cabalmente su grandeza
una comedia de enredo, sobre el teatro mismo y la puesta en como artista, su capacidad creativa y su disponibilidad polí-
escena, a arremeter contra la altanería de los españoles y sus tica y artística para conseguir nuevos apoyos en su trayecto-
cortes88. Aunque es cierto, en este caso, que aquéllos eran ria y recuperar, en el escenario de Roma, su papel director,
mencionados junto a franceses y alemanes. Además, se tra- lo que conseguiría durante el pontificado de Alejandro VII
taba de una obra en la que, como en otras de sus casi impro- (1655-67). Es más, durante el papado Pamphili, en el que
visadas comedias de esa época, andaban detrás los Barberini, contempló el brillar de otras estrellas, francos enemigos,
y así lo afirma Domenico en su biografía, refiriéndose al car- como Algardi o Borromini, Bernini finalizó su tumba para
denal Antonio Barberini (1607-1671), sobrino del papa, que Urbano VIII90 en San Pedro, comenzada en 1628 y finalizada
solía insistir a Gian Lorenzo para que escribiese comedias sólo en 1647. De esa tumba, el Museo del Prado conserva,
intencionadas, a lo que Bernini solía acceder, como escribe inédito, un precioso dibujo del escudo de armas del papa
su hijo, «o persuadido, o violentado»89. Barberini (fig. 12), situado sobre la misma y obra de Lazzaro
Morelli91, autor de los los putti y de Nicolas Sale, autor del
Las fechas de La Fontana di Trevi coinciden con la elección escudo. La pieza fue terminada en 1646, un año crítico en la
de Inocencio X como pontífice (1644-55), lo que conllevó la vida de Bernini, después de la catástrofe de su campanario
caída en desgracia no sólo de Bernini, sino del mismo Antonio para San Pedro (cat. 12), y, sin duda, el dibujo, muy posible-
Barberini, que se refugió en París entre 1645 y 1653. Fue el mente de su mano y de extraordinaria factura, debe fechar-
comienzo de un pontificado favorable a los intereses de la se un poco antes, entre 1645 y comienzos del año siguiente92.
Monarquía Hispánica, de la marginación de Bernini como Se trata de un pequeño boceto, para un asunto aparente-
regista de Roma y arquitecto de San Pedro del Vaticano, pero mente menor en el contexto de la tumba y, sin embargo,
también fueron los años en los que el artista realizó obras representa bien la brillante madurez del maestro en un
memorables, unas veces para comitentes privados, incluido él momento difícil de su vida, motivada, obviamente, por su
mismo, otras para el propio papa y para Felipe IV y la Monar- admiración y exaltación del papa Barberini93.
quía Hispánica. Entre esas obras, cabe recordar su extraordi-
nario e inacabado grupo de La Verdad (1646-52) (fig. 7), en el Algunas de las obras mencionadas, de mediados de los años
que el artista, comitente de sí mismo (véase cat. 13), se defen- cincuenta, coincidieron, como se ha visto, con la embajada
día de las acusaciones y el fracaso de su campanario para San en Roma entre 1649 y 1651, del VII duque del Infantado94,
Pedro (véase cat. 12); la capilla Cornaro, con El éxtasis de don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, de La Verdad a la
santa Teresa (1647-53), de tema hispánico y comitente vene- capilla Cornaro o la Fontana dei Quattro Fiumi, sin olvidar
ciano (fig. 2; véase cat. 16); la Fontana dei Quattro Fiumi, en las fiestas que él mismo encargó, en 1651, a Bernini para

25 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 8 Anónimo, «Modelo de bronce de
„

la Fontana dei Quattro Fiumi, de Bernini,


sobre pedestal, en la Biblioteca Particular
de S. M.», dibujo que acompaña el
manuscrito Noticia de una fuente de
Roma cuyo modelo de bronce se halla en
la Biblioteca Particular de S. M., 1849.
Patrimonio Nacional, Palacio Real de
Madrid, Real Biblioteca, ii/4039 (32)

Fig. 9 Gian Lorenzo Bernini, Modelo


„

de la Fontana dei Quattro Fiumi, 1651-65


(véase cat. 19)

Fig. 10 Fontana dei Quattro Fiumi


„

en la Piazza Navona de Roma


Fig. 11 Gian Lorenzo Bernini, Cristo crucificado, ca.1655.
„

Bronce, 174 cm (alt.). Toronto (Ontario), Art Gallery


of Ontario, Gift of Murray Frum Family, 2006

sonales, al menos no incómodas, como debió de ocu-


rrir con el duque del Infantado, aunque ya antes
había pasado con Pedro de Foix Montoya (1559-1630)
y, después, entre otros, con el marqués del Carpio.
Del primero hizo un célebre retrato, en 1622, para su
tumba en San Giacomo degli Spagnoli, verdadera-
mente excepcional, y el propio Foix Montoya, antes,
debió de encargarle el Anima beata y el Anima dan-
nata (ca. 1619), protagonistas de esta exposición (figs.
15 y 16 y cat. 1-2), no sólo porque encierran, in nuce,
la compleja personalidad religiosa y artística del
joven Bernini, sino porque, además, constituyen el
primer testimonio conocido de su relación con Espa-
ña y sus representantes en Roma.

La actividad de Bernini como autor de caricaturas


ya fue valorada y elogiada por sus primeros biógra-
fos, de Filippo Baldinucci96 a su hijo, Domenico
Bernini97. El primero, que publicó su relato dos años
después de la muerte del artista, escribía al respecto
que las caricaturas de Bernini deformaban la verdad
aparente o mimética de otros y, con esa deforma-
ción, aunque se tratase de personajes de primera
importancia, incluidos los papas y príncipes, se
divertían y entretenían todos, incluso los mismos
deformados en su rostro o ademanes.

Distintas del retrato convencional, ya fuera en for-


ma de dibujo, escultura o pintura, las caricaturas
adquieren con Bernini un carácter distintivo,
celebrar el nacimiento de la infanta Margarita, además de incluso gráficamente —dibujos simples, ágiles e incisivos,
haber recibido a Velázquez en su segundo viaje a Roma. Que con líneas de contorno siempre a pluma y tinta—, convir-
entre Bernini y el duque hubo una buena relación lo confir- tiéndose en obras de arte autónomas, en un género a
man no sólo las fiestas mencionadas, sino también el hecho medio camino entre el arte culto y el popular, con un claro
de que aquél hiciera una caricatura de su primer cochero: contenido irónico y crítico, enfatizando los aspectos satíri-
«Primo cucchiere del Duca d’ell infantado amb: di spagna in cos que podían derivarse de un rostro o de un cuerpo,
Roma» (fig. 13)95. Es sabido que este tipo de caricaturas, retrato también de la condición social y pública del perso-
como se ha visto, aunque cargadas de ironía y sátira, Bernini naje representado. Figuras o rostros, de frente o de perfil,
las solía hacer para divertimento de amigos y personas cono- siempre aislados, descontextualizados, deformados sus
cidas. Da la impresión de que el artista, en relación con rasgos, acrecentados los más expresivos o característicos,
España, mantuvo una peculiar y hasta convencional relación, frecuentemente sin atributos, más allá de los que podían
según los intereses políticos del momento, los personales o hacer más evidente la excusa de la caricatura. Parodias del
las demandas y compromisos de los papas, moviéndose entre dibujo de artista, los de Bernini, como señalara Lavin98,
antipatías profundas, cargadas de intención, o simpatías per- hacen coincidir esa peculiar e intencionada versión popu-

28 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


lar y vulgar del dibujar con su visión satírica de los
personajes representados, en una especie de pas-
quinata visual, de grafitto verbal.

Bernini no sólo hizo caricaturas de papas, como la


fantástica de Inocencio XI, y cardenales, como
la muy conocida de Scipione Borghese, sino también
de cortesanos, príncipes, nobles extranjeros y perso-
najes de oficios más cotidianos, como ocurre con la
del cochero del embajador español en Roma. Y fue-
ron unas fechas, como se ha visto, claves, en las que
se inauguraba, en 1651, la Fontana dei Quattro Fiu-
mi, de la que se imprimió una descripción dedicada
al duque del Infantado (véase cat. 21) en la que se
incluían un grabado xilográfico y versos hechos a
medida del embajador. Estrechas relaciones, casi
insólitas, durante un pontificado que se anunciaba
adverso para el artista. Lo que explicaría la caricatu-
ra del cochero del duque del Infantado, sólo posible
con una relación cordial y próxima por medio.

arte, religión y política. bernini,


ANIMA BEATA y ANIMA DANNATA en su
relación con la monarquía hispánica

Muy joven, Bernini no sólo se vinculó tempranamen-


te, gracias al apoyo de su padre Pietro Bernini (1562-
1629), con el que se formó, a las grandes familias
romanas y a las iniciativas de los grandes comitentes
eclesiásticos, sino que, sorprendidos todos por su
extraordinaria habilidad como escultor, pronto recibió
la atención del mismo papa Pablo V Borghese y de
Scipione Borghese (vease cat. 3), así como el entu-
siasmo de Maffeo Barberini. De este modo, su proxi-
midad a mecenas y familias tan poderosas en Roma
le permitió acceder a los círculos de poder de la corte
pontificia y a otros personajes influyentes, incluidos,
en esos años del pontificado Borghese, a prelados y
representantes diplomáticos españoles.

Fig. 12 Gian Lorenzo Bernini (?), Boceto del escudo sostenido por
„

ángeles de la tumba del papa Urbano VIII en San Pedro del Vaticano,
ca. 1645-46. Lápiz y sanguina, 222 x 169 mm. Madrid, Museo
Nacional del Prado, d-7722

Fig. 13 Gian Lorenzo Bernini, Caricatura del cochero del duque


„

del Infantado, ca. 1649. Pluma y tinta parda (detalle). Roma, Gabinetto
Nazionale delle Stampe, Fondo Corsini 127515

29 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Es el caso de Pedro de Foix Montoya, sevillano de origen y durante los años treinta, habría de tener tantos problemas con
presente en Roma desde 1595 hasta su muerte. Ocupó cargos el propio artista y con Urbano VIII (véase cat. 10). Por otra
importantes durante el pontificado de Pablo V y en la impor- parte, el retrato de la tumba coincide con la embajada del
tantísima Archicofradía de la Santísima Resurrección en la duque de Alburquerque, que ya se ha visto que también cono-
iglesia de la nación española en Roma, San Giacomo degli cía la obra de Bernini y su figura y cuyos comentarios ante el
Spagnoli en la Piazza Navona99. Para su tumba, situada origi- Rapto de Proserpina habían servido al artista para pronunciarse
nariamente en la entrada a la sacristía de San Giacomo, sarcásticamente, con Chantelou como testigo, sobre la falta de
encargó Foix Montoya su retrato a Bernini, en 1622. La arqui- gusto y aprecio del arte por parte de los aristócratas españoles.
tectura fue realizada por Orazio Torriani (1601-1657), arquitec-
to tardomanierista100 que había colaborado, denominándose En este contexto, a falta de una documentación clara, se ha
«architetto della sua Maestà Catholica in Roma», en otros pro- querido que fuera un clérigo, Fernando Botinete, amigo de
yectos para la monarquía en Roma. El retrato, obra extraordi- Montoya y también vinculado a la Archicofradía de la Resu-
naria (fig. 14), ya fue elogiado por Baldinucci y Domenico rrección, aunque con un papel menos importante en Roma
Bernini que recordaban las palabras de Maffeo Barberini en y en la propia cofradía y, por tanto, con relaciones menos
1623, un poco antes de ser elegido papa como Urbano VIII, significativas que las del prelado sevillano, el poseedor pri-
ante el busto, acompañado de cardenales y prelados, señalan- mero de la Ánimas, ya fuera mediante compra a Bernini, lo
do: «¡Este es Montoya petrificado! —y, añadiendo, ante la que resultaría sorprendente, o mediante un encargo, siendo
aparición en persona del retratado—: Este es el retrato de ambas posibilidades remotas. Es cierto, sin embargo, que
Monseñor Montoya —y, dirigiéndose a la escultura, dijo—: fue Botinete quien depositó las esculturas en San Giacomo,
Y este es Monseñor Montoya». La anécdota, tan expresiva de tal vez como legatario de Montoya (véanse cat. 1-2).
las cualidades de Bernini como escultor y prodigioso autor
de retratos, fue recordada, más de cuarenta años después, por El significado religioso de las esculturas del Anima beata, arre-
el propio artista a Chantelou, el 17 de agosto de 1665, durante batada por la contemplación del paraíso, y del Anima dannata,
su estancia parisina101. Lo hizo en términos muy similares a horrorizada y sufriente ante la presencia del infierno, siguiendo
los que escribieron Baldinucci y Domenico Bernini, y recordó la doctrina de los Quattro Novissimi (véanse cat. 1-2), encerraba,
que «el español le había pagado muy bien» y que había deja- como ocurrirá después en numerosas ocasiones con las obras
do el retrato mucho tiempo en su casa sin ir a recogerlo. El de Bernini, otros significados paralelos que tienen que ver con
hecho le extrañó a Bernini y preguntó a algunos conocidos al la teoría artística de la expresión de los affetti y con cuestiones
respecto de ese comportamiento, respondiéndole esos amigos autobiográficas. No por casualidad se ha querido ver en el Ani-
que, ya que muchos cardenales y prelados veían el retrato en ma dannata un autorretrato del propio artista. Así, en este sen-
su taller, eso le hacía honor a Montoya, porque de este modo tido, y de manera biográfica y metafórica a la vez, podría afir-
embajadores, aristócratas e importantes representantes de la marse que estas dos bellísimas e impresionantes obras, que
Iglesia, al verlo por las calles, paraban sus carrozas para ahora se exponen por vez primera en el Museo del Prado102,
hablarle de su retrato, lo que le gustaba y halagaba, ya que procedentes de la embajada de España ante la Santa Sede,
«antes no se había distinguido en nada.» De este modo, el representan bien la actitud cambiante de Bernini en relación
magnífico retrato le sirvió al propio Bernini en Francia no sólo con la Monarquía Hispánica y sus representantes en Roma,
para hacer un elogio de sí mismo y de la escultura como arte, unas veces pendiente de compromisos y estrategias políticas
sino, como no era infrecuente en él, criticar el desdén de los —agrias y satíricas en ocasiones— que se resolvían simbólica-
españoles por el arte, incluso por su propia representación. mente en el teatro de la Roma moderna y, en otras ocasiones,
Su habilidad, como confirma el extraordinario retrato de atenta a afectos personales o compromisos diplomáticos.
Montoya, estaba muy por encima del retratado y no sólo
metafóricamente, como expresara Maffeo Barberini al elo- En este sentido, cabe recordar que una de las primeras obras
giarlo delante del mismo prelado sevillano. para la monarquía, después de las Ánimas y del retrato de Mon-
toya, fue la arquitectura efímera y los decorados que diseñó con
El encargo de Montoya a Bernini implica, sin duda, una rela- motivo de la canonización de santa Isabel de Portugal, en 1625
ción próxima entre ambos, probablemente a través de los Bor- (fig. 17). Ceremonias siempre deslumbrantes, en esta ocasión,
ghese y de Maffeo Barberini, lo que explicaría que muy posi- gracias a Urbano VIII y a Felipe IV, que financió generosamen-
blemente le encargara las Ánimas (cat. 1-2) unos años antes, te la celebración y sus ornatos, esta arquitectura efímera signi-
en 1619, siendo embajador el cardenal Borja, quien luego, ficó, además, una de las primeras intevenciones de Bernini en

30 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 14 Orazio Torriani (arquitectura) y
„

Gian Lorenzo Bernini (busto), Tumba del


cardenal Pedro de Foix Montoya, 1623-30
(arquitectura) / 1622 (busto). Mármoles
de diversos colores. Roma, Colegio
Español de Santa Maria di Monserrato

PÁGINAS SIGUIENTES

Figs. 15 y 16 Gian Lorenzo Bernini,


„

Anima beata y Anima dannata, ca. 1619


(véanse cat. 1-2)
Fig. 17 Anónimo, Teatro y aparato solemne realizado en la basílica de
„ Fig. 18 Gian Lorenzo Bernini, Proyecto para la
„

San Pedro del Vaticano por la canonización de santa Isabel de Portugal tumba del cardenal Domingo Pimentel en Santa
celebrada por el papa Urbano VIII el 22 de mayo de 1625, estampa Maria sopra Minerva, 1653-54. Lápiz y aguada
calcográfica, 330 x 245 mm, en Francesco Speroni, Diarium vaticanum sepia, 376 x 286 mm. Nueva York, The Morgan
anni iubilaei MDCXXV, 1626. Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Library and Museum. Purchased as the Gift of
Vaticana, Ms d 14 the Fellows, inv. 1958.18

un diseño arquitectónico absolutamente renovador, confron- Así, entre las primeras, ya se han recordado el Cristo crucifi-
tándose además con el espacio interior de San Pedro, como cado del Escorial (1654), la fundición del modelo de bronce de
anunciando buena parte de su actividad posterior como arqui- la Fontana dei Quattro Fiumi (1651) o El éxtasis de santa Teresa
tecto de la basílica. Su columnata efímera, arquitrabada, fina- (1647-53), así como la tumba del cardenal Pimentel, en Santa
lizaba en el ábside con una prolongación pintada, engaño de los Maria sopra Minerva, comenzada en 1654 con diseño de Ber-
ojos, de otra columnata, como si de un bastidor de teatro se nini (fig. 18) y participación destacada de los colaboradores de
tratase, abriendo así, casi de forma transparente, el interior de su taller, habitualmente presentes en las obras de estos mismos
la basílica103. Anunciaba de este modo, como en un ensayo, no años, de Ferrata a Raggi (fig. 19). La tumba de Pimentel es
sólo el concepto del bel composto, de la unidad de las artes enormemente significativa en este contexto de las relaciones de
visuales, sino también su concepción del espacio, tanto interior Bernini con la Monarquía Hispánica y con sus representantes
como urbano, de las capillas a la plaza de San Pedro. Por otra en Roma y en su propia obra, especialmente en la secuencia de
parte, en el segundo estado de la estampa —fechada el 22 di sus impresionantes monumentos funerarios104.
maggio de 1625—, que reproduce la arquitectura efímera de la
ceremonia, descrita en Theatro et Apparato solenne per la Cano- Domingo Pimentel (1585-1653), de la familia de los condes
nizazione di Sta. Elisabetta di Portugallo, aparece una represen- de Benavente, entró joven en la orden dominicana de Predi-
tación del proyecto del Baldaquino, con columnas salomónicas, cadores y llegó a ser arzobispo de Sevilla en 1649, habiendo
que había comenzado en 1624 y terminaría en 1633. pasado en Roma los años entre 1633 y 1637105 como embaja-
dor extraordinario de Felipe IV, periodo durante el cual resi-
Con posterioridad, Bernini volvería, durante el pontificado de dió en el convento de la Minerva. Fue nombrado cardenal
Inocencio X, como se ha visto, a realizar encargos, regalos diplo- por Inocencio X en 1652 y regresó a Roma el mismo año de
máticos y obras para mecenas españoles o de argumento hispá- su muerte, fecha en la que encargó a Bernini su tumba,
nico, incluido el mismo Felipe IV, gracias a los nuevos compro- aunque las obras no comenzarían hasta 1655, ya en el ponti-
misos y estrategias políticas filoespañolas del papa Pamphili y a ficado de Alejandro VII. Su embajada extraordinaria en
las gestiones de sus embajadores, lo que continuaría, no sin Roma, junto con Juan Chumacera, tuvo como fin el intento
tensiones con Francia, durante el papado de Alejandro VII. de recomponer las relaciones de Felipe IV con Urbano VIII

34 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


Fig. 19 Gian Lorenzo Bernini y colaboradores,
„
En Roma sus relaciones con personajes como Cristina de
Tumba del cardenal Domingo Pimentel, 1655.
Roma, Santa Maria sopra Minerva
Suecia y antes con el cardenal Gian Carlo de Médicis fue-
ron estrechas. Encargó su tumba a Bernini, que realizó una
interesantísima propuesta, un tanto particular en la tradi-
y su política filofrancesa, además de intentar mediar en sus ción romana, comenzada en 1655 y que remite a modelos
conflictos con el cardenal Borja. Los resultados fueron par- hispánicos y napolitanos. El proyecto fue un ensayo previo
cos y aun así dejó en Roma un especial recuerdo. del propio escultor para obras posteriores, como la tumba, no

35 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 20 Gian Lorenzo Bernini, Estudio para la
„

escultura ecuestre de Constantino en la Scala Regia,


1662. Lápiz, 355 x 233 mm. Leipzig, Museum der
bildenden Künste, inv. ni. 7916

Fig. 21 Gian Lorenzo Bernini, Escultura ecuestre


„

de Constantino, 1663-66

realidad no existe. La combinación de


mármoles negros, blancos y grises contri-
buye, sin duda, al efecto de volumen
exento de la tumba de pared. Las figuras
alegóricas que decoran la tumba, a ambos
lados de sarcófago y bajo la escultura
orante del cardenal, aluden a virtudes que
a éste se le atribuían. Así, la Caridad y la
Sabiduría se sitúan a la izquierda, mien-
tras que a la derecha se representan la Fe
y la Justicia. Realizada enteramente por el
taller de Bernini, las esculturas de Pimen-
tel, la Fe y la Sabiduría se atribuyen a
Ercole Ferrata, mientras que la Caridad
se atribuye a Antonio Raggi y la Justicia a
Giovanni Antonio Mari.

Durante el pontificado de Alejandro VII


Chigi (1655-67), contando también con
algunas aportaciones fundamentales de los
embajadores españoles, como el cardenal
Pascual de Aragón, al que dedicara Borboni
su tratado Delle statue, publicado en 1661
(cat. 34), y Pedro Antonio de Aragón, Berni-
ni proyectó la arquitectura y decoración
efímeras para la ceremonia de canonización
de santo Tomás de Villanueva (1658) en San
Pedro del Vaticano (cat. 23-24), que habría
de tener consecuencias decisivas en la igle-
realizada, de Alejandro VII para Santa Maria Maggiore106 sia de San Tommaso da Villanova construida inmediatamente
(1655-56). La situación difícil en la pared del crucero próxi- después en Castel Gandolfo107. Fueron los años de las obras,
mo al ábside de Santa Maria sopra Minerva le obligó a adap- en buena medida financiadas mediante la Obra Pía, genero-
tar su primera idea de un monumento exento que queda samente promovida por Felipe IV108, en el pórtico de San
recogida en el dibujo de la Morgan Library de Nueva York Pedro y en la Scala Regia, con disposición nueva de la escul-
(fig. 18), rematado por la figura del cardenal en actitud oran- tura ecuestre de Constantino, como que queda recogida en
te, por una tumba mural. Para solucionar el problema, Ber- el dibujo de Leipzig (fig. 20), que tantas lecturas religiosas y
nini jugó con la perspectiva y el engaño de los ojos, como si políticas encierra, incluidas algunas críticas y libelos109 a la
su disposición casi de altorrelieve en realidad anunciase una escultura misma, en los que se ponen como modelos ejem-
disposición exenta. A ello contribuyen el distinto volumen plares las de Felipe III y la de Felipe IV en Madrid, ridiculi-
de las figuras alegóricas y su disposición, unas frente al zando la ausencia de proporción y lo inverosímil del Constan-
espectador, otras remitiendo a una parte posterior que en tino de Bernini (fig. 21).

36 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Coinciden estos proyectos de inicios de los años sesenta con y entendiendo el pórtico de la basílica como un espacio de
una iniciativa, de 1664, fundamental en este contexto, que tránsito, semipúblico, entre lo profano y lo sagrado, y lugar
había sido idea largamente acariciada y defendida por el car- apropiado, aunque no sin polémicas, para representar a los
denal Giulio Rospigliosi —posterior papa Clemente IX (1667- defensores del cristianismo y de la Iglesia, como en San
69)— desde finales de los años cincuenta, para construir un Pedro proyectaba Alejandro VII con Constantino y Carlo-
monumento a Felipe IV en el pórtico de Santa Maria Mag- magno (véanse cat. 31, 32 y 33), aunque, en este caso, se
giore (véanse cat. 38 y ensayo y restitución del proyecto ori- trataba de un monarca todavía reinante cuando se proyec-
ginal de Fagiolo y Colonnese en pp. 60 y 61 de este mismo tó el monumento.
catálogo), aunque no fuera colocado, y no según el proyecto
de Bernini, hasta 1692 y, definitivamente, en 1743, en el lugar Fueron los de Alejandro VII también los años que vieron
que ocupa actualmente en el pórtico de la basílica. La fun- aparecer por Roma a dos figuras como Juan Caramuel (véa-
dición de la escultura, obra de Girolamo Lucenti (ca. 1627- se cat. 29) y Juan Andrés Ricci (véase cat. 30), que debatie-
1698), se inscribía en una polémica discusión sobre la pre- ron y criticaron, con desenvoltura, ideas y proyectos de
sencia de monarcas reinantes o no en la Roma de los papas Bernini, así como, en esa época, Roma pudo servir de esce-
y en sus basílicas, obedeciendo a estrategias políticas que nario, desde 1660, de una verdadera «guerra de estatuas»,
enfrentaban a España, Francia y el Imperio. La escultura de en afortunada expresión de Bodart, entre la Monarquía
Lucenti, ya anunciada en el proyecto de Bernini, despertó Francesa y la Hispánica, con el proyecto de una escultura
enormes suspicacias, e incluso su insólita iconografía y ves- ecuestre monumental de Luis XIV (fig. 22), prevista como
timenta en un rey como Felipe IV, como emperador romano, centro simbólico de la escalera de la Trinità dei Monti,
fue inmediatamente advertida por la monarquía de Luis XIV. diseño de Elpidio Benedetti112, agente romano del cardenal
Más propia de la galería del Palazzo dei Conservatori en el Mazzarino, con el indudable asesoramiento de Bernini
Capitolio (véase cat. 34), su presencia en el pórtico de la (fig. 23) —a la que se opuso radicalmente Alejandro VII—,
basílica de Santa Maria Maggiore despertó enormes críticas y el entusiasmo por realizar la de Felipe IV ya mencionada
en la corte francesa y sus representantes en Roma110. Lucen- (fig. 24), también de Bernini, disponible así para responder
ti debió de usar para el rostro, como ha sido propuesto, un a los requerimientos más opuestos.
retrato salido del taller de Velázquez. Ya en 1666, Antonio
Pérez de Rúa, en su extraordinaria relación de la exequias por Es al final de su vida, después del fracaso de su experiencia
Felipe IV en San Giacomo degli Spagnoli, afirmaba que, a la parisina, cuando Bernini, al que las críticas, sobre todo por
ceremonia del 18 de diciembre del año anterior, no sólo sus obras en San Pedro, no le cesaban de llegar, cuando
habían asistido destacados miembros del capítulo de Santa decide organizar la oficina para fijar su biografía (La Cham-
Maria Maggiore, sino que «al Quarto Filipo su Real Protec- bre, Baldinucci, Domenico Bernini, etcétera) y establece
tor, y Bienhechor le à erigido una Estatua de finísimo bronce, también una distinta relación con otros mecenas, como con
de mucha maior estatura que la humana, adornada de las la reina Cristina de Suecia, con Carlos II, para el que diseñó
insignias Reales, Corona, Cetro, Manto, y Estoque, maravi- una carroza en 1674 —de la que se conservan varias copias
llosa por la rara perfección del diseño, y labor, la qual a juicio de Nicodemus Tessin el Joven en el Nationalmuseum de
de los peritos del arte excede a todas las modernas, y puede Estocolmo113 (fig. 25)—, en tiempo del embajador Fernando
competir con las más famosas antiguas; y para colocarla se le Joaquín Fajardo, marqués de los Vélez, o el propio marqués
previene un nicho en el pórtico del Templo […] sacro y del Carpio, extraordinario coleccionista, que le encargaría
augusto Capitolio de la Emperatriz del Cielo»111. no sólo el bronce ecuestre de Carlos II (cat. 39), verdadera
provocación y respuesta a la fracasada escultura de Luis XIV
Esta expresiva descripción de la escultura de Felipe IV, ya para París, sino también una réplica de la Fontana dei Qua-
terminada en 1666 y a la espera del proyecto del nicho para ttro Fiumi, hoy en los jardines de Blenheim Palace (fig. 26)
situarla en el pórtico de la basílica (véase cat. 38), confirma (véase cat. 19)114.
también el significado que a la misma ya se le otorgaba en
el mismo momento de su proyecto, durante la embajada de Acabó así sus últimos años Bernini, el gran regista de la
Pedro Antonio de Aragón, prevista su colocación en el pór- Roma barroca, el Miguel Ángel de su siglo, como anima
tico de la iglesia, «Capitolio de la Emperatriz del Cielo». beata en relación con España, a la que tantas veces observó,
Es decir, usando de una arquitectura laica como metáfora obligado o no, según el momento político o los intereses de
de la entrada a la casa de la Virgen, Santa Maria Maggiore, los diferentes pontífices, con el rostro del anima dannata.

38 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 22 Gian Lorenzo
„

Bernini, Boceto para la


estatua ecuestre de Luis XIV,
1669-70. Terracota,
76 x 92 x 36 cm.
Roma, Galleria Borghese,
inv. n.º cclxix

Fig. 23 Elpidio Benedetti,


„

Proyecto para la escalera de


la Piazza di Spagna en Roma,
con la estatua ecuestre de
Luis XIV, ca. 1660. Pluma,
tinta y aguada parda y lápiz.
Ciudad del Vaticano,
Biblioteca Apostolica
Vaticana, Chig. p.vii.10,
fols. 30v-31
Fig. 24 Gian Lorenzo Bernini,
„

Felipe IV, 1666. Bronce.


Roma, Santa Maria Maggiore

40 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ | GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 25 Nicodemus Tessin el Joven,
„

Copia de un proyecto original de


Bernini para una carroza para el rey
de España, 1676. Pluma, tinta parda,
aguada gris y lápiz, 259 x 407 mm.
Estocolmo, Nationalmuseum, nmh
thc 2086

Fig. 26 Réplica de la Fontana dei


„

Quattro Fiumi encargada por


el marqués del Carpio, hoy en
los jardines de Blenheim Palace,
Woodstock, Oxfordshire (Inglaterra)
N O TA S

1 Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78; Fagio- 31 Sobre las relaciones de Bernini con poetas y 60 Sutherland Harris 2007, pp. 194-95.
lo dell’Arco 1997 y Fagiolo 1997. escritores y otros intelectuales pueden verse, 61 Mena 1983, p. 203, fig. 489. El dibujo procede
2 Chantelou (1665) 2001, p. 100; Del Pesco entre otros, Fraschetti 1900; D’Onofrio 1967; de la Colección Fernández Durán.
2007, p. 262. Montanari 1997 y 1998; Ferrari 2004.
62 Fagiolo 1984, pp. 713-18; Krautheimer 1987;
3 Assunto 1982, pp. 58-61. 32 Delbeke, Levy y Ostrow 2006. Fagiolo 2013.
4 Fagiolo 2013, pp. 173-91, 329-59. 33 Montanari 1998 y 1999 y Bandera 1999. Un 63 Bernini 1713, p. 9.
testimonio riquísimo de información sobre la
5 Grassi 1945; Martinelli 1950; Martinelli 1981; 64 Sobre este asunto pueden verse Wittkower
oficina organizada por Bernini y sus hijos,
Petrucci 2001 y 2006; Gallavotti Cavallero 1979a; Thoenes 1983, pp. 105-34. Sobre las
especialmente Pier Filippo y Domenico, se
2003; Montanari 2007. relaciones con la arquitectura de Palladio,
encuentra en los tres volúmenes manuscri-
6 Brauer y Wittkower 1931; Sutherland Harris véanse Wittkower 1979b, pp. 13-28; Fagiolo
tos conservados en la Bibliothèque nationale
1977; Lavin 1981; Kieven 1993. dell’Arco y Fagiolo 1966; Marder 1981, pp.
de France, Ms. Italien 2082, 2083 y 2084.
7 Fraschetti 1900, que sigue siendo una mono- 17-26.
34 Borsi, Acidini Luchinat y Quinterio 1981.
grafía de referencia, junto a las de Wittkower 65 Fagiolo 1982a, pp. 117-32.
35 La bibliografía sobre este asunto se menciona
(1966) 1990; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; 66 Baldinucci 1682, p. 10.
en la ficha correspondiente de este catálogo.
Hibbard 1982; Marder 1998 o Fagiolo dell’Ar-
36 Salort 2002, con la bibliografía anterior. 67 McPhee 2012.
co 2001a.
37 Gállego 1990, pp. 392-95. 68 Bernini 1713, p. 27.
8 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; D’Onofrio
1963; Tamburini 2012. 38 Grassi 1945. 69 Ibidem, p. 71.
9 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; Fagiolo 39 Palomino (1724) 1947, p. 912. 70 Krautheimer 1987, p. 25. Sobre las relaciones
1999; Fagiolo y Portoghesi 2006. cotidianas de Bernini con Alejandro VII,
40 Con la bibliografía anterior, véanse, ahora,
véanse las noticias recogidas en el diario del
10 Argan 1965; Portoghesi 1978; Krautheimer Montagu 1989; Salort 2002; García Cueto
papa en Krautheimer y Jones 1975, pp. 199-
1987; Fagiolo 2013. 2005 y 2011; Luzón 2007.
236.
11 Baldinucci (1682) 1948, p. 140. 41 Norton 1914; Allende-Salazar 1925; Riccobo-
71 Haskell (1963) 1985, p. 53; véase además
12 Bernini 1713, pp. 32-33. ni 1960.
Sutherland Harris 1987, pp. 43-58.
13 Lavin 1980; Fagiolo 1987. 42 Justi 1903; Beruete (1898) 1991.
72 Montanari 2003, pp. 53-62.
14 Lavin 2000. 43 López Rey 1963 y 1996.
73 Angelini 1998; Angelini et al. 2000.
15 Sobre esta cuestión véanse los estudios de 44 Marini 1990; Coliva 1998b; Guarino 1999;
Guarino y Masini 2001; Petrucci 2006; Mon- 74 Coliva y Schütze 1998; Bonfait y Coliva
Montanari citados en las fichas correspon-
tanari 2007. 2004.
dientes del catálogo, con la bibliografía ante-
rior; Lavin 2005. 45 Sobre retratos y autorretratos de artista y sus 75 Zuccari y Macioce 1990; Leone 2011.
16 Salvi 2001. significados, puede verse Rodríguez Ruiz 76 Roberto 2004.
17 Baldinucci (1682) 1948, p. 140. 2009. 77 Platen 1966; Montanari 1998; Magnusson
18 Lavin 1982, pp. 93-116. 46 Strinati 2003; Petrucci 2005 y 2006; Monta- 1999.
nari 2007. 78 Aguiló 2008.
19 Chantelou (1665) 1985 y (1665) 2001; Del
Pesco 2007. 47 Kris y Kurz 1982. 79 Gould 1982; Lavin 1994 y 1998; Grell y Sta-
20 Gallavotti Cavallero 2003; Strunck 2008. 48 Rodríguez Ruiz 2009. nic̀ 2002; Del Pesco 2007.

21 Sutherland Harris 1987, pp. 43-58. 49 Herrmann-Fiore 1998; McPhee 2012. 80 Tormo 1925; Niño 1945; Rodríguez G. de
50 Aronberg Lavin 1975. Ceballos 1982 y 1999; Bonet Correa 1984 y
22 Montagu 1985 y 1999.
2002.
23 Portoghesi 2001, pp. 33-44. 51 Montanari 2007.
81 La nueva orientación y aportaciones de los
24 Bellori (1672) 1976. 52 Petrucci 2005.
estudiosos sobre las relaciones entre Bernini
Boselli (1650-57) 1978; Di Stefano 2002. 53 Fernández-Santos 2005a.
25 y España se cita con frecuencia en los ensa-
26 Passeri (1770) 1934. 54 Bernini 1713, p. 28. yos y fichas de este catálogo, de Mena,
55 Frutos 2009. Rodríguez Ruiz, Anselmi o Frutos a Fernán-
27 Baldinucci 1682, pp. 82-102.
dez-Santos, de Chenel a Montanari, Pom-
28 D’Onofrio 1963; Lavin 1980. 56 Estella 2002 y 2008; Avery 2003; Fernández-
mier o Carrió-Invernizzi y tantos otros.
Santos 2005a; Frutos 2009.
29 Ciavolella 1992; Tamburini 2012.
57 Sobre la guerra de las estatuas entre Francia 82 Salort 2002; Garín y Salort 2001.
30 Cito por la edición de Bartoli 1660, p. 115. Y
y España mantenida en la Roma del siglo xvii 83 El relato de estos dos días, 7 y 8 de junio de
se trata de un autor y de una obra que, sin
y el papel de Bernini en ella, véase Bodart 1665, se encuentra en Chantelou (1665)
duda, Bernini debía de conocer. El término,
2007. 2001, pp. 49-53 y Del Pesco 2007, pp. 209-12.
retórico, de ordine scomposto lo ideó el jesui-
ta a propósito de la Sala de los Gigantes, de 58 Cacciotti 1994; Frutos 2009. 84 Pommier 2003, pp. 429-31.
Giulio Romano, en el Palazzo Te de Mantua. 59 Fernández Bayton 1975-85. 85 Fraschetti 1900, p. 261, n. 4; Lavin 1982, p. 103.

42 DELFÍN RODRÍGUEZ RUIZ


86 Calvo Serraller 1981, p. 454. 93 Quiero agradecer al profesor Irving Lavin sus 102 Poco conocida es la historia, un tanto pecu-
87 Coliva y Schütze 1998; Bonfait y Coliva 2004. comentarios al respecto de este dibujo y, tam- liar, de las Ánimas de Bernini depositadas
bién, al inédito de Constanino, asimismo del en el Museo del Prado entre 1906 y 1910,
88 Cito por la edición de Ciavolella 1992, p. 27.
Museo Prado (cat. 32). Debo el conocimiento fruto de un rocambolesco error. Al respecto,
El manuscrito original se conserva en la
de estos dibujos, de reciente adquisición por puede verse Fernández Alonso 1979-80 y la
Bibliothèque nationale de France, Ms. Ita-
el Museo, a Gabriele Finaldi y Leticia Azcue, prensa de la época, tanto en Roma como en
lien 2084, fols. 19-39.
a los que estoy sumamente agradecido. Madrid.
89 Bernini 1713, p. 73.
94 García Cueto 2010a. 103 Lavin 1968b; Fagiolo dell’Arco y Carandini
90 La bibliografía sobre la tumba del papa 1977-78; Noehles 1985.
95 Fraschetti 1900, pp. 249-50; Fagiolo dell’Arco
Urbano VIII es inmensa, pero véanse los
y Fagiolo 1966, fig. 102; Fagiolo 1999, p. 436. 104 Brauer y Wittkower 1931, ils. 39-40; Panofsky
estudios de Wittkower (1966) 1990; Panofsky
(1964) 1995 , p. 94; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo
(1964) 1995; Bacchi y Tumidei 1998, entre 96 Baldinucci 1682, p. 140.
1966, n. 147; Wittkower (1966) 1990, pp. 264;
otros muchos. Bernini 1713, p. 13.
97 Preimesberger 1978, Pamela Gordon 1981,
91 Pollak 1931, pp. 590-611; Wittkower (1966) 98 Lavin 1981. pp. 126-35; Bernstock 1987, pp. 1-15.
1990, pp. 230-31; Bacchi y Tumidei 1998, 105 Giordano 2006, pp. lxxix-lxxi.
p. 118. A Lazzaro Morelli se han atribuido el 99 Fernández Alonso 1960 y 1979-80; Lavin
1968b y 1993; Schütze 1998; García Cueto 106 Wittkower (1966) 1990, p. 264; Bernstock
león y el caballo de la Fontana dei Quattro
2011; Anselmi 2012. 1987, pp. 7-10.
Fiumi, aunque las fuentes reunidas en los
manuscritos de la Bibliothèque nationale de 100 Proyectos semejantes para altares y tumbas 107 Fagiolo dell’Arco 2001b, pp. 9-29.
France (Ms. Italien 2084, fol. 116) y sus pri- de pared de Torriani se conservan en la 108 Carrió-Invernizzi 2008.
meros biógrafos (Baldinucci y Domenico Kunstbibliothek de Berlín. Véase Jacob 1975. 109 Fraschetti 1900, p. 321 n. 1; Previtali 1962.
Bernini) lo hagan a Bernini mismo (cat. 19 y Torriani había proyectado varios catafalcos
110 Ostrow 1991; Bodart 2007; Carrió-Invernizzi
20). Morelli también estuvo en relación con para los monarcas españoles en Roma. En
2007.
Velázquez y su encargo de vaciados y bron- estas fechas había levantado el que diseñó
en honor de Felipe III en San Giacomo degli 111 Pérez de Rúa 1666, p. 31.
ces de esculturas para Felipe IV durante su
segundo viaje a Roma, en 1649-51. Véase, Spagnoli, en 1622. Fagiolo dell’Arco y Caran- 112 Lotz 1969; Marder 1980, 1984 y 1999; Cardilli
con la bibliografía anterior, Salort 2002. dini 1977-78, vol. i, pp. 44-45. 1996; Kieven 2006.
92 El dibujo, a lápiz y sanguina, es bellísimo y 101 Wittkower (1966) 1990, pp. 209-10; Chante- 113 Montanari 1999, pp. 405-7.
puede ponerse en relación con otros de Ber- lou (1665) 2001, pp. 123-24; Del Pesco 2007, 114 Avery 2003; Fernández-Santos 2005b; Frutos
nini (Brauer y Wittkower 1931; Lavin 1981). pp. 294-95. 2009.

43 GIAN LORENZO BERNINI, ROMA Y LA MONARQUÍA HISPÁNICA


Fig. 27 Monumento
„

con la Escultura ecuestre


de Constantino de Gian
Lorenzo Bernini en la
Scala Regia, 1663-66

LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI:


DEBATE POLÍTICO, FIESTAS
Y APOTEOSIS
Marcello Fagiolo

En un discurso que trate sobre la relación entre el Barroco de la nación española en el gran teatro del mundo presidido
romano y España desde el punto de vista de la historia de la por la Fontana dei Quattro Fiumi. Ilustraremos, además, la
arquitectura y del urbanismo han de citarse, evidentemente, dialéctica establecida entre España y Francia, tal y como se
las plazas de Roma más relacionadas con la Monarquía His- manifiesta en las grandes fiestas romanas, especialmente en
pánica, todas ellas de una u otra forma caracterizadas por la la Piazza Navona y en la Piazza di Spagna. Prestaremos tam-
actividad y el genio de Bernini1. En primer lugar la Piazza di bién especial atención a la disposición ideada por Bernini
Spagna, enclave del poder español y de su representación para el Felipe IV en Santa Maria Maggiore, relacionada
diplomática. Pero si el Palazzo di Spagna se limita a custo- directamente con las vicisitudes de la colocación del Cons-
diar desde 1892 el Anima beata y el Anima dannata (cat. 1-2), tantino en la Scala Regia. Veremos, finalmente, la presencia
la plaza lleva la firma de Bernini como arquitecto al servi- de la mano de Bernini, más o menos directa, en algunas
cio de los pontífices (Palazzo di Propaganda Fide y Fontana intervenciones vinculadas con tres santos hispanos: santo
della Barcaccia) y de Francia, la otra gran potencia europea: Domingo, santo Tomás de Villanueva y santa Rosa de Lima.
desde las ceremonias festivas, como el extraordinario espec-
táculo organizado en 1662 con ocasión del nacimiento del
Delfín, hasta los grandes proyectos urbanísticos, como la piazza navona y la fontana
el realizado para la escalinata de Trinità dei Monti. En el dei quattro fiumi
lado opuesto a la colina «francesa», el Pincio, el otro mon-
te-mirador, el Gianicolo, aparece dominado por la iglesia La Fontana dei Quattro Fiumi3 ha de ser entendida como un
«española» de San Pietro in Montorio, con una serie de monumento triunfal, si consideramos su estructura de arco
intervenciones arquitectónicas, y también urbanísticas rocoso cuadriforme y si pensamos en las reconstrucciones
(ordenación de la plaza por encargo del embajador Villena)2, anticuarias de los antiguos arcos de cuatro frentes con rema-
realizadas en diversos momentos «dorados» del Renacimien- tes piramidales o cónicos. No hay que olvidar el desarrollo
to y del Barroco, que comprenden, entre otras, obras maes- del tema triunfal en arcos efímeros, sobre todo en territorio
tras como la berniniana capilla Raymondi. Sin embargo transalpino4, influidos por monumentos antiguos como la
nuestra atención se centrará sobre todo en la Piazza Navona, Pirámide de Vienne (Francia), que entonces se consideraba
que, en mayor medida que las demás plazas de la ciudad, perteneciente a la tipología triunfal y que ahora sabemos que
constituye la quintaesencia de la historia romana antigua y se trata de la meta del circo del que formó parte.
moderna, espacio interclasista de aristocracia y pueblo,
escenario de eventos civiles y religiosos y, sobre todo, en El obelisco agonal que aquí corona la Fontana dei Quattro
relación con esta exposición, de las grandes celebraciones Fiumi es un monumento político que refleja el primado del
Fig. 28 Vista aérea de la Piazza Navona, Roma
„

inició en 1574 con las dos fuentes gemelas de Giacomo


della Porta, que recomponen por vez primera la antigua
spina. Quince años después, el proyecto auspiciado por
Sixto V preveía la colocación de dos obeliscos en la plaza,
quizá en correspondencia con las dos fuentes y una vez más
a imitación del circo Máximo, sobre cuya spina se elevaban
precisamente dos obeliscos6.

Para que tanto la spina como las metas adquirieran un nuevo


significado, hubo que esperar al pontificado de Inocencio X
(1644-55), quien desde un primer momento pensó en la
recuperación de la zona circense, interpretando el circo en
su triple valor clásico de foro, de corte y de complejo palati-
papa Inocencio X victorioso y triunfante sobre Roma y sobre no. El papa, retomando la idea de Giuliano da Sangallo para
el mundo cuatripartito: «Los ríos, que representan las cuatro una Piazza Navona integrada en el nuevo gran palacio medi-
partes del mundo, no podían reunirse sino en Roma y bajo ceo construido para León X, pretendía recuperar el antiguo
la divisa de un papa romano [...]. La Fuente simboliza el nexo imperial entre palatium, circo palatino (o estadio o
dominio sobre el mundo [...]. Cada río está subordinado al hipódromo) y basílica palatina. Este nexo, que tenía su ori-
obelisco, de manera análoga a los prisioneros que en los gen en el Palatium por excelencia del Palatino (al que se
monumentos conmemorativos se someten al vencedor [...]. unían los templos, el estadio y el circo Máximo), se había
El mundo se cohesiona bajo el dominio Pamphili»5. repetido en primer lugar en Constantinopla y se replicó o
emuló con frecuencia durante los siglos sucesivos7.
Desde una interpretación geopolítica más general, los ríos y
los continentes aparecen en gran medida, desde la perspec- Centrándonos en el proyecto berniniano, hay que señalar
tiva de la política filoespañola del papa, dominados por Espa- que la combinación obelisco-fuente constituye a su vez un
ña. Por lo tanto, esta visión continental no permitía referen- tipo de «meta» completamente original que hay que relacio-
cias concretas a otras potencias europeas sino a Europa, nar con la Meta Sudans8, el enigmático monumento —fuen-
caracterizada por su río más importante, el Danubio, que te y encrucijada viaria a un tiempo— que se levantaba junto
parece simbolizar la alianza anti turca entre el Imperio y la al Coliseo, situado en uno de los cuatro vértices de la «Roma
Iglesia (no es casual que el río rinda homenaje al escudo quadrata» en el Palatino, en el cruce de las cuatro «regiones»
papal). El Nilo representa la continuidad ideal entre el anti- de la ciudad regia y en la intersección de cinco de las cator-
guo Egipto y Roma, tanto la de los emperadores que llevaron ce «regiones» augusteas (fig. 30). Dispuesta como cierre
los obeliscos a la Urbe como la de los papas que los consa- visual de algunos importantes ejes viarios, especialmente del
graron. Los otros dos ríos parecen señalar la hegemonía de camino procedente del Foro Romano (la Via Sacra y tam-
España sobre América (el Río de la Plata), y sobre Asia, des- bién de un tramo de la Via Papalis), la Meta Sudans consti-
de Filipinas a las misiones italoespañolas (el Ganges). tuía además un modelo indudable para la concepción en
perspectiva de los obeliscos sixtinos, entendidos al mismo
Es sabido que la historia de la moderna ordenación urbanís- tiempo como telón de fondo y como cerramiento urbano9.
tica de la Piazza Navona (fig. 28) estuvo dirigida a la recupe-
ración, tanto física como conceptual, del antiguo estadio de El elemento más significativo de la fuente de la Piazza
Domiciano, entonces llamado circo Agonal, circo Flaminio o Navona es su base rocosa, síntesis de tierra y agua, montaña
circo de Alejandro Severo (fig. 29). Hay que destacar que a y caverna, masculino y femenino. Por su propia naturaleza,
lo largo de las varias décadas que duró este proyecto de esta escollera es el resultado de la inmersión de la tierra
recuperación anticuaria, la atención se centró en el dualis- en el agua; es más, se muestra como tierra modelada por el
mo de elementos, concebidos como metas circenses. Se mar, con sus extraordinarias concavidades, que parecen no

46 MARCELLO FAGIOLO
sólo excavadas por las olas sino sensualmente talladas por oblicua «en falso», o, como se decía entonces, «en barro-
el cincel de Bernini (no es casualidad que Gian Lorenzo se co», la alternancia de la voluntad de construcción con un
reservase la realización de las rocas, dejando a sus discípulos sorprendente principio de deconstrucción, de destrucción
el modelado de los ríos, aparentemente más importantes). Se del equilibrio prefijado, de desacralizador furor naturalis.
trata de una operación escultórica fascinante, que corrobora Al final del proceso, la fulgurante roca adquiere vitalidad
ulteriormente, y en un sentido inesperado, el testimonio del en las peonías, en las higueras de indias, en los cedros y en
propio Bernini, que se definía en conversación con Paul la palmera azotada por el viento: la geometría queda casi
Fréart de Chantelou como «muy amigo de las aguas»10. Ade- exorcizada definitivamente por la desbordada vitalidad de
más, la propia piedra, el travertino, estaba considerado como los tres reinos de la naturaleza.
un material casi vivo, tallado por la acción del río Aniene.
Los animales berninianos parecen encarnar la clasificación
En su génesis, el proyecto de la fuente evoluciona desde pliniana en animales terrestres, acuáticos y aéreos. El cuarto
una geometría de bloques ordenados hasta el caos natura- elemento, el fuego, queda sugerido, según el testimonio de
lista. Es lo que refleja el abigarrado dibujo de Leipzig, que Michelangelo Lualdi11, por el ardor de la sed que guía a algu-
puede considerarse como el ejemplo perfecto de tal proce- nos animales (casi comparable a la ardiente sed de misterio
der (fig. 31). En este dibujo se despliegan las distintas eta- encerrada en los jeroglíficos del obelisco de la fuente). Apare-
pas de un pensamiento en evolución que progresa desde ce así el león que «sacia la ardientísima sed en el agua. Exhala
la linealidad más absoluta (basamento monolítico articu- su hocico el ardor. Y si bien están petrificadas sus vísceras, y
lado mediante ensanchamientos y estrechamientos del por ello heladas, el sentimiento del rostro muestra que le arde
bloque de piedra) a una estructura tectó-
nica más compleja (de una disposición de
los bloques a manera de trilito a una
estructura de pseudoarcos) y, finalmente,
a la progresiva naturalización de la pieza en
cuatro contrafuertes sobre la que se colo-
can las representaciones de los ríos. En
este dibujo, el punto de ruptura entre la
abstracción y la representación naturalista
viene dado por la grieta oblicua que se
abre como un inesperado fulgor en la pro-
puesta del trilito del ángulo superior dere-
cho. Al primer reto, el del obelisco apoya-
do en el vacío, en falso, se añade, a través
de este golpe de efecto, el segundo desafío
del corte en diagonal, que desequilibra y
hace que parezca precaria la solidez del
basamento. El sutil razonamiento per absur-
dum se complica en esta elocuente hoja al
introducir, con esa artificiosa especulación

Fig. 29 Giacomo Lauro, Circus Agonalis, grabado,


„

en Antiquae urbis splendor, Roma, Vitale Mascardi,


1613, fol. 81

Fig. 30 Giacomo Lauro, Meta Sudans, grabado,


„

en Antiquae urbis splendor, Roma, Vitale Mascardi,


1613, fol. 91

47 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


(a) (a)
(b)

(c)

(a)

(d)

(b) (d)

(a)

(a)
(d)
(d)

Fig. 31 Gian Lorenzo Bernini, Estudios para la Fontana dei Quattro Fiumi, ca. 1648. Pluma, tinta marrón y lápiz,
„

329 x 350 mm. Leipzig, Museum der bildenden Künste, inv. ni. 7907. Las letras señalan la evolución del diseño
de la base de la fuente: (a) con basamento simple; (b) por superposición de bloques cuadrangulares; (c) en arco
cuadrifronte a contrafuerte; (d) diversas propuestas para la escollera final con apertura diagonal a manera de «rayo»

el corazón». Y del mismo modo el dragón del Ganges «corre los ritos de la India y es la encarnación del dios Visnú, el
dentro de las aguas a saciar de la sed sus ardores»12. Río de la Plata es vía de comunicación y fuente de vida14. Y,
sobre todo, el Danubio, cuyas aguas navegaron los argonau-
De manera más general, el emblema papal triunfa sobre los tas, se había convertido en la Edad Moderna en la vía del
elementos desplegados a sus pies: el fuego (al que alude el avance a contracorriente de los turcos y, posteriormente, en
obelisco como símbolo del rayo incendiado del sol)13, el agua el canal de la reconquista cristiana, así como en el símbolo
(representada materialmente por la mansa extensión de la del imperio de los Habsburgo15.
pila y por el fluir de los caños), el aire (simulado por el vien-
to que agita la palmera) y la tierra (la roca viviente). En la descripción de Lualdi, resulta además evidente que
la idea del «lago» de la Piazza Navona estuvo presente des-
Los ríos están relacionados con el culto religioso: el Nilo es de el inicio del proyecto de la instalación hidráulica (a car-
sagrado por sus benéficas inundaciones, el Ganges acoge go de Luigi Bernini, ayudante de Gian Lorenzo). En efec-

48 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 32 Giovanni Domenico Campiglia (dib.)
„

y Vincenzo Franceschini (grab.), «Oceani patris


horti, & Nympharum antrum», en Antonio
Francesco Gori, Mvsevm Florentinvm…, vol. ii,
lám. li, n.º i, Florencia, Nestenus & Moücke, 1732

Fig. 33 Gian Lorenzo Bernini, Modelo en madera


„

de la Fontana dei Quattro Fiumi, 1648. Madera con


figuras en terracota. Roma, colección particular

to, en relación con el esturión-delfín, se dice


que «con las abiertas fauces engulle todas las
aguas que desde muchos manantiales se reco-
gen dentro de ese recinto: y las transmite fue-
ra a través de un oculto sendero para inundar
el gran Foro, en la parte más baja»16.

La correcta interpretación del «lago» en el


proyecto de ennoblecimiento de la plaza
contribuye a esclarecer el significado de la
Fontana dei Quattro Fiumi. El «lago», a veces
denominado «diluvio», confirma la conexión
ideológica entre la fuente de Bernini y el diluvio universal. Más interesante resulta el tercer aparato, erigido en la Piazza
Desde su elección, Inocencio X fue considerado un nuevo Navona para esa misma ceremonia de toma de posesión:
Noé («Huius saeculi Noe» puede leerse en una inscripción «Se hizo muy parecido el Monte, y por abajo a modo de
alegórica de 1645) y Roma como arca de salvación, mientras antros, donde se colocaron los mismos Tritones de mármol
se consolidaba la esperanza en la paz que pondría fin a la de la Fuente, en la cima del monte estaba el Arca descubier-
Guerra de los Treinta Años. A este respecto resultan elo- ta por arriba, y Noé asomado medio fuera, con los brazos
cuentes los asuntos escogidos en tres aparatos efímeros abiertos para recibir a la Paloma, la cual estaba cerca del
celebrados en honor del papa17. El primero, erigido ante el techo del Eminentísimo y tenía que bajar por una cuerda y
palacio del embajador de España el 4 de octubre de 1644 prender fuego al Arca»20. Al margen de la evidente relación
con ocasión de la coronación papal, consistía en un monte de estas montañas con la roca de la fuente de Bernini, se
Ararat sobre el que apoyaba el Arca con la paloma en lo puede considerar otra interpretación para esta base pétrea:
alto18; quizá esta máquina se reutilizase en la misma Piazza que la propia roca constituya de alguna manera un Arca, con
di Spagna con ocasión de la cabalgata de toma de posesión la selección de los animales que pueblan las rocas y las
el 23 de noviembre19. cavernas de manera análoga tanto al aparato-isla superpuesto

49 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


en la Piazza Navona a la actual Fontana del Moro (con los
tritones de Della Porta dentro de las grutas), como al segun-
do aparato levantado en la Piazza di Spagna («en la parte
baja se habían formado algunas cuevas cada una de las cua-
les tenía un dragón como guardián»)21.

El obelisco en el centro de la gran «nave» de la plaza (hay


que tener presente la etimología popular de Navona como
«gran nave») podría encontrar su confirmación arqueológi-
ca en el obelisco que según las fuentes históricas se alzaba
en el centro de la isla-nave Tiberina22.

Por último, el simbolismo hermético-egipcio que represen-


ta el obelisco hay que encuadrarlo en el especial clima de
calma y de regeneración que tuvo lugar entre la paz de 1648
y la indulgencia jubilar de 165023.

el modelo broncíneo de madrid para


la fontana dei quattro fiumi

Pasemos ahora al extraordinario modelo de bronce redes-


cubierto por Delfín Rodríguez en el Palacio Real de Madrid
(cat. 19)24. La pieza, que ha llegado hasta nosotros sin las esta-
tuillas alegóricas de los cuatro ríos y sin el resto de elementos
decorativos (aparte del león, recientemente localizado y
expuesto ahora por primera vez [véase cat. 20]), refleja un esta-
dio casi definitivo del proyecto berniniano, fechable hacia
1650-5125. En él se introduce el interesante motivo de las aguas
tumultuosas, agitadas en un movimiento vibrante, un efecto
provocado por la caída del agua correspondiente a cada uno de
los ríos26. Mucho más dramática resulta la representación
de la fuerza de las aguas en el modelo de madera propiedad de
los herederos de Bernini, fechable sin duda en 1648 (fig. 33).
Fig. 34 Anónimo romano, Monumento
„
Considerado acertadamente autógrafo por Francesco Petruc-
funerario del general augusteo M. Valerius ci y definido como «modelo oficial para la presentación al
Messalla Corvinus, llamado «Apoteosis
de Claudio», en su estado anterior a 1998,
papa»27, muestra un acabado de gran perfección, con el agua
con la copia de Valeriano Salvatierra de color azul verdoso que cae en cascada hacia el vaso y con
de hacia 1830 del busto de Claudio las estatuas realzadas en oro. Este efecto de rocas en medio de
añadido por Orfeo Boselli en 1657 y
perdido en el siglo xviii
un mar agitado tiene quizá un origen iconográfico antiguo: me
refiero a una gema de los Uffizi en la que, en medio de un mar
revuelto y surcado por delfines, se representa una roca en la
que se abre una gruta y sobre la que se asientan dos divinida-
des marinas que flanquean una palmera (fig. 32)28.
Fig. 35 Montaje fotográfico del busto
„

de Luis XIV de Bernini (Château de Donado a Felipe IV, el modelo del Palacio Real parece
Versailles) con la restitución, según la haber llegado a Madrid tras la muerte del monarca en 1665.
idea original, de alzarlo sobre un globo
terráqueo y un basamento con un trofeo
Cosme III de Médicis lo vio en 1668 en la estancia que había
de armas sido despacho del rey en la Torre Dorada del Alcázar, donde se
Fig. 36 Anónimo romano con adiciones
„

de Orfeo Boselli, Monumento funerario


del general augusteo M. Valerius Messalla
Corvinus, llamado «Apoteosis de Claudio»,
ca. 20 d.C., mármol blanco,
100,5 x 92,4 x 73,5 cm;
y Andrea Calamecca (atrib.), Pedestal con
emblemas de la familia Cybo, ca. 1560-65,
mármol blanco, 84,7 x 124 x 127 cm.
Madrid, Museo Nacional del Prado, e-225

ubicaba un apartamento real, que


incluía también una alcoba y la biblio-
teca privada, y desde el que se disfruta-
ba de una magnífica vista de la vega del
Manzanares y, al otro lado del río, de la
Casa de Campo. El monarca pasaba
en el despacho al menos seis horas dia-
rias, que dedicaba a resolver los asun-
tos del gobierno y a dirigir las operacio-
nes militares. «Aquí, sobre un pedestal
de madera —escribe Cosme III—, hay
un modelo de la fuente de plaza Navo-
na de plata dorada y sobre una base de
mármol la Apoteosis de Trajano cuyo
rostro engalanado de luz está colocado
sobre el dorso de un águila que apoya
una garra sobre un rayo y la otra
sobre una esfera que simboliza el mun-
do, todo ello sobre un cúmulo de tro-
feos»29. Tengo motivos para creer que
la elección de estas dos obras excepcio-
nales para el despacho del rey está rela-
cionada con el hecho de que ambas
tienen un evidente significado de exal-
tación monárquica: el imperio sobre el
mundo —la fuente como símbolo del dominio sobre los cuatro relación con el rey le valió la púrpura cardenalicia y, más
continentes— y la divinización del soberano —precisamente la adelante, su nombramiento como integrante del Consejo
iconografía de la consecratio de Claudio ascendido a los cielos Supremo. Se trataba de la obra más valiosa de su colección,
por el águila de Júpiter—. Para Cosme III se trataba del empe- encontrada en el feudo familiar de Marino y expuesta en el
rador Trajano (¿fue quizá donado como tal?), seguramente Palazzo Colonna tras una hábil restauración en la que se
como homenaje al Optimus Princeps que por su origen hispano añadió, hacia 1657, el busto de Claudio (fig. 34), obra del
podía ser considerado un modelo fundamental para el rey de escultor y tratadista Orfeo Boselli (1597-1667), activo en
España, quien, además, como «Rey Planeta», podía vincularse Roma, primero en el círculo de Bernini y posteriormente
idealmente con el gran césar que llevó a su máxima extensión en el de François Duquesnoy (1597-1643), y que llegó a ser
territorial el Imperio romano y a quien Dante incluyó entre los «Principe» de la Accademia di San Luca en 1667. El grupo
espíritus justos del Paraíso. escultórico comprendía originalmente sólo el águila, de tama-
ño natural, que aferra con sus garras el rayo de Júpiter y el
Como es sabido, la Apoteosis de Claudio fue donada a Felipe IV globo terrestre (fig. 36). Recientemente ha sido interpretado
en 1664 por el cardenal Girolamo Colonna (1604-1666), cuya como un monumento-tropaeum de Marco Valerio Messalla

51 MARCELLO FAGIOLO | LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Corvino, general de Augusto muerto en el año 13 d.C., dedi- A lo que Bernini, tal y como recuerda su hijo Domenico,
cado a las victorias terrestres y marinas del Imperio, como respondió improvisando a su vez «con admiración y elogio
testimonia el riquísimo trofeo de armas a los pies del águi- del Rey y de la Corte»:
la30. En 1664 el cardenal decidió llevar la obra personalmen-
te a Madrid, dotándola de un magnífico pedestal marmóreo Jamás me sobrevino aquel pensamiento profundo
a modo de urna sepulcral antigua, esculpido en el siglo xvi de hacer para tan gran Rey digno pedestal:
en honor de Alberico Cybo Malaspina (1553-1623), príncipe vano sería el pensamiento, ya que de tal
de Massa y marqués de Carrara, con cuatro vistas de ciuda- no tiene necesidad quien sostiene el mundo.37
des y cuatro águilas en los ángulos31.
Conviene recordar algunos casos semejantes de simbolismo
Ya en 1658 la Apoteosis fue reinterpretada en Roma en un conmemorativo. En una medalla del cardenal Richelieu de
grupo escultórico en honor del emperador Leopoldo I, que 1631 se representa en el reverso un globo terrestre rodeado
se colocó frente al palacio de los comitentes, la familia por los símbolos del zodiaco y por un águila alada con la
Colonna: «Sobre un cúmulo de Tambores, Banderas y Armas inscripción «MENS SIDERA VOLVIT» [su inteligencia hace
Turcas se erigía un Águila volante sobre la que había una girar las estrellas]. De nuevo, el mundo aparece representa-
estatua de Su Majestad Cesárea coronada de laurel con el do en una medalla de Cristina de Suecia con la inscripción
cetro en la derecha [...]. Y este artificio fue un ejemplar de un «NE MI BISOGNA NE MI BASTA» [ni lo necesito ni me basta];
bello y antiquísimo relieve de mármol que representa la en otra medalla de la reina aparece en su reverso la Tierra
Deificación de Claudio»32. («NON SVFFICIT») y en otra, la esfera celeste («SVFFICIT»)38.

La Apoteosis de Claudio fue sin duda un modelo relevante no Sin adentrarnos en la casuística de las diversas representacio-
sólo para la interpretación de la consecratio imperial, sino tam- nes berninianas del globo terrestre, quisiera recordar al menos
bién para la creación de otros grupos escultóricos. En 1665 dos de ellas. La primera se encuentra en el frontispicio para la
Bernini parece inspirarse en esta compleja obra para su idea obra Optica philosophia de Niccolò Zucchi, publicada
del busto de Luis XIV, que debía colocarse sobre el globo en 165239, con el simbolismo análogo del águila con el rayo de
terrestre y sobre «una especie de alfombra del mismo material Júpiter en sus garras suspendida entre el la Tierra y el Sol40. La
que el globo, esmaltada y ornamentada con trofeos militares y segunda es el dibujo para un proyecto de tabernáculo, con el
virtudes» (fig. 35)33. La composición debía rendir homenaje al globo solar cristológico («Sol Iustitiae») sostenido por dos ánge-
joven soberano guerrero y a sus ambiciones de supremacía les y dominado por la representación del Espíritu Santo41.
continental. Pero, además, creo que el globo, pintado con el
«azul del mar sobre el fondo de cobre dorado»34, era también Por otro lado, en lo que se refiere a la representación ber-
una especie de retrato heráldico-simbólico del monarca, dado niniana del trofeo de armas, hay que recordar el catafalco
que en el escudo borbónico aparece la flor de lis dorada sobre erigido en 1669 en Santa Maria in Aracoeli para las exe-
fondo azul. Es más, el Rey Sol aparecería de manera explícita quias del duque de Beaufort, en el que una pirámide his-
como astro sobre la Tierra que él mismo iluminaba, y se trata toriada aparece sostenida por cuatro esqueletos sobre un
de un tema análogo al de la Fontana dei Quattro Fiumi, con la cúmulo de armaduras y cañones.
caverna terrenal coronada por el obelisco solar. Toda la domi-
nante potencia del busto de Luis XIV se refleja en el «manto Volviendo al modelo de bronce de la Fontana dei Quattro
arrastrado como un paño por el viento, viento contra el que Fiumi, sabemos que la relación artística entre Bernini y Feli-
precisamente el rey se vuelve, inmutable, con la decidida arro- pe IV fue bastante estrecha, pero desconocemos aún en qué
gancia del desafío (con un significado también político: el Rey circunstancias se llevó a cabo el envío del modelo. Es posi-
Sol superior a cualquier viento de insurrección)»35. Según el ble que se trate de un regalo del papa Alejandro VII o, con
diario de Paul Fréart de Chantelou, el abad Francesco Butti mayor probabilidad, del cardenal Giulio Rospigliosi, futuro
improvisó estos versos para describir el proyecto del escultor: papa Clemente IX, quien había sido nuncio apostólico en
España y encargará más tarde, como veremos, el proyecto
Cayó Bernini en un pensamiento profundo de un monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore42.
para hacer al real busto un bello sostén
y dijo (no encontrando ninguno digno de él): Una original reinterpretación del tema de la base rocosa de la
poco pedestal es para tal Monarca el mundo.36 fuente de la Piazza Navona la encontramos en el catafalco

52 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 37 Francesco Antonio Picchiatti (dib.) y Federico Pesche (grab.),
„

Catafalco para el rey Felipe IV en Santa Chiara en Nápoles, en Marcello


Marciano, Pompe funebri dell’universo nella morte di Filippo Quarto:
il grande re delle Spagne, monarca cattolico, celebrate in Napoli alli XVIII
di febraro MDCLXVI, Nápoles, Egidio Longo, 1666

ro de los tres pisos que conforman el catafalco, rodeado por


las dieciséis provincias del vasto universo hispánico que se
extendía por los cuatro continentes.

Hay que recordar también el Triunfo de san Rafael junto a la


Puerta del Puente de Córdoba, obra que desde un principio
se quiso vincular con Roma y para la que se solicitó a esa ciu-
dad un primer proyecto en 1736, sustituido en 1738 por el del
pintor Domingo Esgroijs y el escultor Simón Martínez. La obra
se realizó entre 1765 y 1781, según un proyecto modificado
levemente por Miguel Verdiguier45. En el Triunfo cordobés, a
las rocas de inspiración berniniana se superponen una torre
—emblema de santa Bárbara y de la propia Córdoba como
ciudad fortaleza— y una columna coronada por la escultura
del arcángel, que repite el esquema de las columnas honora-
rias romanas. También están inspirados en la fuente berninia-
na el león, el caballo y la palmera, mientras que del obelisco
de la plaza de San Pedro se toma la inscripción exorcizadora
«FUGITE PARTES ADVERSAE. VICIT LEO DE TRIBU JUDA».
Finalmente, la dedicatoria del epígrafe muestra la fidelidad a
la iglesia romana: «CORDUBA [...] IN PETRI PETRA FIRMITER
FUNDATA»46.

celebraciones españolas en la piazza


navona y en la piazza di spagna

La extraordinaria fiesta de Resurrección celebrada en la Piazza


Navona con ocasión del Jubileo de 1650, que contó con un
levantado en 1666 en honor de Felipe IV por Francesco Anto- aparato efímero ideado por Carlo Rainaldi (fig. 38), precede en
nio Picchiatti (1617-1694) en la iglesia napolitana de Santa pocos meses a la inauguración de la Fontana dei Quattro Fiu-
Chiara (fig. 37)43. Las exequias funerarias tenían un significa- mi, que significaría la consagración de la plaza como «circo»
do cósmico-político, al igual que la fuente romana, y así lo cristiano sucesor del supuesto circo Agonal, en realidad el esta-
dictaba su «libreto»: «Tuvo la obra el título de Pompas fúnebres dio de Domiciano. En el aparato, la fuente quedaba encerrada
del Universo, porque el mundo entero debía acudir a las exe- en un recinto amurallado, en alusión a Castilla. Se trata de un
quias de un monarca tan grande, y como el Mundo se divide tema sorprendentemente similar al ideado para la fiesta cele-
en sus partes Elemental, Celeste y Política, se representó la brada en 1637 en la Piazza di Spagna para conmemorar la coro-
Elemental en el atrio, la Celeste en los ornamentos del tem- nación de Fernando III de Habsburgo, Rey de Romanos: en
plo y la Política en la pirámide del mausoleo»44. El «mundo» ambos casos se colocaron estatuas de los cuatro continentes
político de la Monarquía se asienta precisamente sobre una en las cuatro torres angulares; en 1650 pudo verse de nuevo el
superficie rocosa desde la que esculturas alegóricas de ríos motivo del castillo, en este caso sobre una montaña, en la
vierten sus aguas en los mares; el féretro aparece en el prime- máquina pirotécnica realizada para la fiesta de la Chinea47.

53 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


En el aparato ideado por Rainaldi, la espina circense, evoca- rable altura que se erigían a ambos lados de la fachada sobre
da por las tres fuentes de Bernini y Giacomo della Porta, se la cornisa, simbolizando la Vieja y la Nueva Castilla»51.
adornó con dos solemnes arcos triunfales cuadriformes,
erigidos sobre las fuentes de Della Porta a modo de bal- El aparato ideado por Rainaldi en 1650 se replicará para la
daquinos para sendas estatuas de Cristo resucitado y de la fiesta de la Resurrección del Jubileo de 1675, en la que se
Inmaculada Concepción. El motivo del obelisco fue amplia- colocará de nuevo un castillo con cuatro torres con «coros
mente reiterado en este aparato, que comprendía un total de armoniosa música» y «jeroglíficos alusivos al triunfo del
de dieciocho de ellos; los dos más grandes lanzaban fuegos Redentor» sobre la Fontana dei Quattro Fiumi, y dos «mau-
artificiales y se colocaron a ambos lados de la fuente de soleos» de tres órdenes arquitectónicos con las estatuas del
Bernini, mientras que cada uno de los arcos triunfales esta- Redentor y la Virgen sobre las otras dos fuentes de la plaza.
ba decorado con otros ocho de menores dimensiones.
Volviendo a la fiesta de 1651, hay que mencionar que ya
La escenografía se presentaba como una obra de arte total, en 1632 Bernini había ideado un elefante como base para un
en la que a la arquitectura, la escultura y la pintura se añadía obelisco (proyecto que después realizó para la plaza situada
la música compuesta por el propio Rainaldi, en un articula- ante la iglesia de Santa Maria sopra Minerva en 1667) inspi-
do conjunto coral que comprendía ocho tribunas para músi- rado en la célebre imagen de la Hypnerotomachia Polifili;
cos y cantores, dos en cada uno de los arcos y cuatro en las pero este paquidermo bélico se vincula más con los elefan-
torres del castillo48. tes de Aníbal o de Extremo Oriente, mientras que la verosi-
militud del castillo en miniatura se relaciona con el elefante
En octubre de 1651, para celebrar el nacimiento de la infan- del jardín de Bomarzo. Por otro lado, los escudos que pen-
ta Margarita, el embajador de España encargó a Bernini la dían del exterior de las torres hacen pensar en la mujer del
realización de dos máquinas pirotécnicas que debían ilumi- Cantar de los cantares: «Tu cuello, la torre de David, mues-
nar en dos días sucesivos la plaza del Palazzo di Spagna. La trario de trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses
primera de estas máquinas era un elefante de más de ocho de valientes». Más adelante, el Cantar exalta el cuello como
metros de alto que portaba una torre, emblema de Castilla, «torre de marfil»52, otra metáfora que llegará a las letanías
con capacidad para ocho trompeteros (véase cat. 21). Para marianas, a veces asociada explícitamente a la imagen del
ésta, Bernini concibió una elegante planta con una torre elefante y que constituye el fundamento iconográfico para
cilíndrica central rodeada por otras cuatro de un diámetro el proyecto berniniano del elefante en la plaza mariana ante
poco mayor, colocadas en cruz, en una disposición análoga Santa Maria sopra Minerva53.
al ya mencionado castillo realizado en 1637 para festejar la
coronación de Fernando III. Se trataba de una especie de La fortaleza sobre el elefante se encendió de noche entre el
ciudadela cristiana de la Armonía o, al menos, de un sonoro resonar de las trompetas y el retumbar de los fuegos artifi-
palacio de la Fama, como aquel descrito por Ovidio. La torre ciales, expresando así, con cierta dosis de ironía, la idea de
se constituye así en una sofisticada arquitectura «heráldica», una realeza que se manifiesta con relámpagos y truenos
comparable por ejemplo al proyecto de Pietro da Cortona como el Dios bíblico54. El elefante se asocia a menudo con
para una iglesia cuya planta adapta la figura del monte de la idea del poder absoluto; por ejemplo, Cesare Ripa, en su
seis colinas coronado por una estrella de ocho puntas que Iconologia, representa la Benignidad mediante una figura
aparece en el escudo de la familia Chigi49. En 1662 volvió a coronada, en pie junto a un trono y con un sol sobre su
levantarse en la Piazza di Spagna un gran castillo pirotécni- cabeza, tras la que se encuentra un elefante. En una alego-
co, en esta ocasión para celebrar el nacimiento del infante ría de la Ecclesia triumphans de 1655, Alejandro VII aparece
don Carlos. Sobre una especie de pirámide troncocónica se como un nuevo Alejandro Magno, triunfante sobre un carro
situaba el león, símbolo heráldico de Castilla y del embaja- tirado por dos elefantes55.
dor Luis de Guzmán Ponce de León y, en los vértices, otras
cuatro torres cilíndricas servían cada una de base a un La segunda máquina diseñada en 1651 por Bernini con moti-
león50. En esa misma celebración, en la Piazza Navona, la vo de la celebración del nacimiento de la infanta Margarita
fachada de la iglesia de San Giacomo degli Spagnoli se ponía en escena «un falso diablo en un cañizal, obra curio-
decoró con una colosal composición heráldica en honor de sísima y bella, junto al que había una serpiente terrible que
su patrón y de los soberanos españoles: «Ornamento prodi- se comportaba de forma horrible, y el diablo la cogía por el
gioso y majestuoso hacían dos grandes castillos de conside- cuello con la mano izquierda mientras caminaba entre las

54 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 38 Carlo Rainaldi (dib.) y Dominique Barriére (grab.),
„
efectos teatrales de inundación y de incendio (comedias de
Fiesta de la Resurrección en la Piazza Navona con motivo del
año jubilar de 1650, 1650. Aguafuerte, 376 x 694 mm. Roma,
L’inondazione del Tevere, de 1638, y La Fiera, de 1639), exis-
Istituto Nazionale per la Grafica te una intención de presentarla como mero divertissement
más o menos irónico o si, por el contrario, el jocoso exor-
cismo sobre las diabólicas partes adversae contiene alusio-
cañas. Y súbitamente por la boca de la serpiente prendió nes al triunfo de la Monarquía sobre las fuerzas del mal.
fuego el cañizal, y se veía al diablo correr de aquí para allá Se aludiría en definitiva a «polémicas más concretas y
por las cañas mientras lanzaba distintos fuegos y duró más conocidas por todos en 1651: los detractores y los murmu-
de una hora, y quien veía a aquel demonio y a aquella ser- radores (el cañizal), alimentados por el veneno diabólico
piente con los efectos de aquellos fuegos tan logrados, que- (la serpiente), quedan sometidos y destruidos por las lla-
daba sorprendido y aterrorizado»56 (véase cat. 21). El espec- mas purificadoras; y al ser precisamente la boca de la ser-
táculo tragicómico era un evento teatral que conjugaba el piente el origen del fuego, ellos mismos son la causa de su
teatro manierista de los autómatas con las escenografías propia ruina»57.
infernales (como en la obra Sant’Alessio), las entradas triun-
fales con las mascaradas carnavalescas, en sintonía con los Y llegamos, por último, al epílogo perfecto: las fiestas cele-
gigantes que posteriormente entrarán en escena en la Euro- bradas bajo el pontificado de Inocencio XI (1676-89). El
pa tardobarroca, desde las fiestas de Mesina a las Fallas de escenario se trasladó desde la Piazza Navona a la Piazza di
Valencia, concebidas con semejante intención satírica. Spagna y Trinità dei Monti, donde la primera celebración de
cierta relevancia tuvo lugar en 1681 con motivo del cumplea-
Queda por esclarecer si en la aparición del diablo, que se ños de la reina María Luisa, primera esposa de Carlos II58.
relaciona con otros coups de théatre berninianos, como los Giovanni Filippo Schor remodeló significativamente la

55 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Fig. 39 Giovanni Filippo
„

Schor (dib.) y Tiburzio


Vergelli (grab.), Aparato
efímero en la Piazza di
Spagna con motivo del
cumpleaños de María Luisa
de Orleans, reina de España,
1681. Aguafuerte,
348 x 874 mm. Roma,
Museo di Roma, Gabinetto
Comunale delle Stampe,
inv. gs 138

Piazza di Spagna a semejanza del «circo» de la Piazza linata (fig. 23), nueve años después fuentes autorizadas
Navona (como si se decretase el paso del testigo entre las referían que «debe comenzarse cuanto antes la Escalinata
dos plazas), con una spina central en la que se alineaban de Trinità dei Monti, con la colocación en su principio de
los emblemas monárquicos del león y el castillo, mientras la estatua del Rey de Francia, que era la razón por la que
que la Fontana della Barcaccia adquirió mayor relevancia Alejandro VII no quiso nunca permitirlo»60. Por otra parte,
por la colocación de un obelisco que recordaba al mismo el proyecto parecía demasiado ambicioso, además de poco
tiempo a la Fontana dei Quattro Fiumi y a la isla Tiberina diplomático con respecto a España, razón por la que no se
como nave pétrea. Delante del Palazzo di Spagna se levan- empezó a trabajar en él, pero sí se concretó la idea del
tó un pronaos que servía de palco para la música (fig. 39). monumento ecuestre, que fue encargado a Gian Lorenzo
Bernini. En efecto, un Avviso del 27 de julio de 1669 revela
que «desde esta orilla se ha llevado una gran piedra a casa
el diálogo entre francia y españa: fiestas, del Caballero Bernini para que fabrique la estatua a caba-
símbolos e imágenes de poder llo del Rey de Francia, la cual se deberá colocar delante
de la iglesia de la Trinità dei Monti»61. La participación de
En un panorama sometido a una sucesión frenética de Bernini, obligada por lo demás en esta fase, podría ser un
acontecimientos, las dos grandes monarquías del momento, argumento a favor de su intervención en el proyecto de
la francesa y la española, no dudaron en proclamar en diver- 1660, que podía retomarse colocando el monumento
sas ocasiones su grandeza política y cultural, expresada en ecuestre en un punto más alto o, lo que es lo mismo, ale-
la sorprendente reconciliación de la Paz de Aquisgrán, fir- jándolo «diplomáticamente» de la plaza consagrada al
mada en 1668 gracias al genio diplomático de Clemente IX poder español (fig. 40). En los últimos meses de su ponti-
(1667-69), elegido papa con el apoyo tanto de la facción ficado, el papa accedió a «la colocación de la estatua del
filoespañola como de la filofrancesa59. Rey de Francia en la plaza de la Trinità dei Monti»62. La
misma fuente afirmaba que también se daría mayor impor-
En agosto de 1667 se colocó en la fachada de Trinità dei tancia a la columna conmemorativa de la abjuración de
Monti un gran escudo con las armas de Luis XIV, preludio Enrique IV, transportándola desde Santa Maria Maggiore
de una operación que sólo pocos meses antes hubiese a la plaza de San Giovanni in Laterano donde se emparejaría
parecido imposible. Si el proyecto presentado por Elpidio con la estatua de Enrique IV de Nicolas Cordier, realizada
Benedetti en 1660 para una escalinata en la Piazza di Spa- en 1609 como clamoroso homenaje al nuevo Carlomagno,
gna fue rechazado, debido principalmente a la presencia protector de la Iglesia y del territorio Laterano, y con una
del monumento ecuestre de Luis XIV en la mitad de la esca- clara connotación antiespañola63.

56 MARCELLO FAGIOLO
En este contexto, el regalo de dos modelos de fuente a los La composición recordaba tanto a la Fontana dei Quattro
dos monarcas más importantes es un hecho muy elocuen- Fiumi, por la idea del primado pontificio, como a la Cátedra
te. Además del mencionado modelo de bronce donado a de San Pedro, suspendida en el aire entre nubes y rayos de
Felipe IV, sabemos que en agosto de 1668 el papa tenía ardiente luz, al igual que el mundo pirotécnico de la Piazza
preparado el envío de tres regalos para Luis XIV: «Una Farnese. En un dibujo berniniano67 la Religión aparece
fuente de plata soberbia, un reloj cuajado de diamantes y representada como una Roma-Minerva que ilumina el mun-
una linterna mágica»64: en cuanto al primer regalo, se do, con yelmo, escudo pontifical, y un lábaro con el chrismon
puede suponer que se tratara del famoso modelo en plata constantiniano, motivo que aparecía también representado
de la Fontana dei Quattro Fiumi donado años antes por en el yelmo.
Bernini a Olimpia Maidalchini.
En otro dibujo de Bernini para la conmemoración de la Paz
Para la celebración de la Paz de Aquisgrán, firmada el 2 de de Aquisgrán, conservado en Windsor (cat. 37), en lugar de
mayo de 1668 gracias a la mediación papal, los franceses la Victoria y la Guerra aparecen representadas Francia y
instalaron el 27 de junio una máquina pirotécnica en la España en actitud de ofrecer sus coronas al papado; puedo
Piazza Farnese, donde había tenido lugar el incidente avanzar la hipótesis de que la inclusión de la alegoría de
diplomático entre el papado y la monarquía francesa (ya a España pudo resultar excesiva al embajador francés, que
finales de mayo se había decidido la demolición de la prefirió decantarse por representaciones más abstractas.
humillante pirámide erigida en 1664)65. Este aparato piro-
técnico, comisionado por el embajador, duque de Chaul- El 2 de septiembre, poco más de dos meses después de la
nes, fue concebido por Bernini como triunfo cósmico del celebración en la Piazza Farnese, el embajador de España
papa sobre las naciones y sobre los cuatro elementos: la respondió con un nuevo espectáculo pirotécnico en la Piazza
Majestad pontificia aparecía sentada en un trono sobre el di Spagna, con análoga escenografía pero distinta arquitec-
globo terrestre suspendido entre el aire (nubes), el fuego tura: «Se vio prender fuego a una máquina que representaba
(las llamas bajo el globo aludían a la guerra) y el agua (las el templo de Jano hecho a modo de arco triunfal, bajo el que
dos fuentes farnesianas), entre las figuras de la Victoria estaba sentada la Religión, bajo cuyos pies se contemplaban
ofreciendo una palma y de la Guerra envainando su espa- postradas la Guerra y la Paz»68.
da. «Ardían de bella manera las llamas y tras
un acertado juego de fuegos se apaciguaron,
dejando indemnes al Mundo y a la Iglesia»66.
La máquina significaba por lo tanto el incen-
dio de la guerra, extinguido por obra del pon-
tífice: en el espectáculo pirotécnico, el globo
terrestre llegaba incluso a desaparecer duran-
te un cuarto de hora, envuelto en llamas,
para reaparecer después íntegro como expre-
sión del milagro de la mediación papal. La
Victoria y la Guerra expresaban el deseo de
una reconciliación encaminada a la recons-
trucción de la Liga Católica contra la inmi-
nente amenaza turca.

Fig. 40 Montaje fotográfico con la escultura de


„

Luis XIV, según la idea original de Bernini en 1665,


sobre el grabado de Santa Trinità dei Monti de
Giambattista Faldi (dib.) y Giovanni Giacomo de Rossi
(grab.) publicado en Il nuovo teatro delle fabriche,
et edificii, in prospettiva di Roma moderna, Roma,
Giovanni Giacomo De Rossi, 1665-69

57 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Fig. 41 Francesco Panini (dib.) y Giovanni Ottaviani (imp.),
„

Vista de la Scala Regia, 1765. Aguafuerte, 495 x 607 mm.


Roma, Istituto Nazionale per la Grafica, Calcografia,
inv. cl2182/423

Fig. 42 Carlo Fontana (dib.) y Alessandro Specchi (grab.),


„

Planta y sección longitudinal de la Scala Regia de San Pedro


del Vaticano, 1694. Estampa, en Il tempio vaticano e sua
origine, Roma, Giovanni Francesco Buagni, Libro iv,
cap. xiv, p. 239. Madrid, Biblioteca del Museo Nacional
del Prado, Cerv/719

Su encuadramiento en una embocadura define la


Scala como un espacio basilical de tres naves, que
celebra tanto el poder espiritual como el poder
temporal de los papas, cimentado este último en
la «Donación de Constantino» (fig. 41).

En una estampa de Carlo Fontana el vestíbulo apa-


rece definido como «rellano real», y puede afirmar-
se que la espectacular grandilocuencia de la obra
se inspira en la idea de una «escalera del rey», des-
tinada en efecto para permitir el paso de reyes y
embajadores de todas las naciones del mundo a la
Sala Regia (fig. 42). Bernini se inspiró en el atrio
de ingreso del Palazzo Farnese, concebido por
Antonio da Sangallo para Pablo III propiamente
como palacio pontificio.

La presencia de Constantino —el primer emperador


cristiano, con el que se identifican los pontífices,
herederos de la «Donación»— permite interpretar la
Scala como una escalera imperial, a la manera de
la tipología de triple rampa (un tramo inicial seguido
por otros dos paralelos) tan difundida en la España
de los Austrias. Pero quizá podemos sencillamente
pensar en una reinterpretación de la tipología de la
strada regia teatral, el epicentro de la scaenae frons
según el tratado de Vitruvio y otros tratadistas como
la scala regia y la estatua ecuestre Serlio. Bernini, por lo demás, utilizó en varias ocasiones la
de constantino69 tipología de embocadura, por ejemplo en el presbiterio de
Sant’Andrea al Quirinale70. De este modo se teatraliza el reco-
Antes de analizar el proyecto de Bernini para el monumen- rrido de entrada de los soberanos, evocando algunos aparatos
to de Felipe IV en Santa Maria Maggiore, del que hablare- efímeros que se hacían para las entradas triunfales, especial-
mos en el epígrafe siguiente, es necesario referirse a la mente en el área nórdica.
Scala Regia berniniana (1663-66), que une la basílica vati-
cana con el piso noble del palacio pontificio, como conclu- En el «rellano real» se incluye la milagrosa visión de
sión imaginaria de la via Triumphalis procedente del puen- Constantino, que supuso el tránsito de la primera a la segun-
te de Sant’Angelo. La Scala puede verse, como a través de da Roma. El emperador aparece sobre un pedestal-palco
un telescopio, al final del largo «corredor» berniniano ani- ante un paño-telón. Mirando desde el vestíbulo de San
mado por una sucesión de parástades y exedras. Pedro se tiene la impresión de estar entre las bambalinas de

58 MARCELLO FAGIOLO
una función mientras el telón se abre lentamente. Siguiendo del recorrido se consigue mediante la alternancia de plastici-
la dirección del movimiento trazado por el caballo en corveta, dad y expresividad en la sucesión de los órdenes: primero se
descubrimos que Constantino mira hacia arriba en dirección utiliza el toscano exento en la Columnata, después las sutiles
a la cruz colocada bajo la ventana que alla bernina inunda el dobles pilastras adosadas que ritman el corredor, luego las
espacio de luz. Sobre la embocadura, las figuras de las Famas columnas exentas de la primera rampa de la Scala y, para
tocando sus trompetas exaltan a Alejandro VII y a todo el finalizar, las pilastras pareadas, estriadas y encrespadas de
papado, y parecen anunciar la victoria de Constantino. luz, en la segunda rampa.

Bernini reconstruyó la Scala en un complicado y angosto


emplazamiento en ángulo, salvando la altura mediante dos el monumento a felipe iv en santa maria
rampas; la primera más amplia y dividida por columnas y la maggiore
segunda más estrecha y con simples pilastras adosadas. La
perspectiva de la primera rampa, de altura decreciente y con- El atrio de San Pedro está consagrado a la idea imperial perso-
vergente (se pasa de un ancho inicial de 4,80 metros a otro de nificada por la estatua ecuestre de Constantino, a la que se
3,40 metros en la parte final), se corrige mediante una dismi- añadirá, en la parte opuesta del pórtico, la de Carlomagno,
nución progresiva de la altura de las columnas y con el estre- realizada en 1730-35 por Agostino Cornacchini en recuerdo de
chamiento de las «naves» laterales. Las dos filas de columnas, su coronación en el Vaticano que validaba el Sacro Imperio
que imprimen dinamismo a la caja espacial, marcan los inter- Romano carolingio (ya en un apunte autógrafo de Alejandro VII
valos de un recorrido ascendente que posee la solidez de un se pensaba en incluir la figura de Carlomagno en contraposi-
artículo de fe y la pompa de un triunfo antiguo. Los dos pisos ción a la de Constantino)72. Las otras dos basílicas patriarcales
sucesivos, iluminados por fuentes de luz invisibles desde aba- intramuros (prescindiendo por lo tanto de San Paolo fuori le
jo, parecen abrirse en «transeptos». De este modo, las dimen- Mura), la catedral de San Giovanni in Laterano y Santa Maria
siones parecen ampliarse tanto en sentido transversal como Maggiore, estaban desde principios del siglo xvii bajo la protec-
longitudinal. Bernini se vale de recursos escenográficos con ción de Francia y de España respectivamente, pero en 1658
el fin de dotar de dignidad y credibilidad al deforme espacio Felipe IV se convirtió en el supremo benefactor del Estado
original. Si se compara la columnata berniniana con la colum- Pontificio a través de una generosa donación en favor de San
nata perspectiva de Borromini en el Palazzo Spada, se deberá Pedro y de San Giovanni in Laterano73.
aceptar la sugestiva lectura de Panofsky71, quien señaló la
contraposición entre la «ilusión diabólica» de la obra borromi- El monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore se sitúa
niana y el «engaño devoto» de la Scala Regia. en este marco político-religioso, y no es casualidad que su plan-
teamiento e iconografía se relacionen con la escultura de
La solución tripartita de la Scala conseguida con las colum- Constantino del Vaticano y con la de Enrique IV en el Latera-
nas permite expresar tanto la idea de recorrido ascendente no, la estatua del rey de Francia como emperador antiguo que
como la de pórtico solemne, evocado por la repetición del inspiró la idea de Bernini para la de Felipe IV. La ejecución de
motivo del atrio de Sangallo para el Palazzo Farnese antes esta última se encargó al escultor y fundidor Girolamo Lucenti
mencionado. La Scala Regia, punto concreto de llegada para (ca. 1627-1698) puesto que, según la hipótesis de Ostrow, Ber-
quien recorre la vía cubierta de la Columnata de la plaza y nini prefirió no figurar oficialmente dada su relación con el rey
del corredor de la derecha, puede ser considerada a su vez francés, precisamente en los años en que Alejandro VII busca-
como una continuación de la propia Columnata: una colum- ba la equidistancia entre Francia y España tras la Paz de los
nata de subida al término de un dinámico recorrido, primero Pirineos (1659) y la humillación del tratado de Pisa (1664). Se
en curva (la exedra de la derecha) y después en leve subida trata de un periodo de ásperos enfrentamientos entre las dos
(el corredor). Literalmente, la Scala Regia es a la Columnata potencias por el primado representativo en la Roma pontificia74.
lo que el piso principal de un palacio es al piso bajo; por lo
demás, el desarrollo vertical se manifiesta por la sucesión de Según el proyecto berniniano, el soberano español tenía que
los órdenes según los cánones tradicionales: en el piso bajo ser representado «armado como los emperadores romanos,
(Columnata), el orden toscano; en el primer piso (columnas con manto real y cetro»75, pero el aspecto guerrero quedaba
del primer tramo de la Scala), el jónico, y, finalmente, el disimulado mediante el recurso plástico del manto que ocul-
orden compuesto en el segundo piso (segunda rampa de la ta la espada, de la que sólo es visible la empuñadura que el
Scala). Otro interesante elemento de dinamización a lo largo rey sujeta con la mano izquierda (fig. 1).

59 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


reconstrucción gráfica del templete proyectado por bernini para
la escultura de felipe iv en el pórtico de santa maria maggiore
por Fabio Colonnese

La embocadura formada por parejas de columnas exen- es posible establecer aproximadamente la distancia
tas y sus correspondientes pilastras adosadas al muro, principal del dispositivo en perspectiva, situar el punto
que suponen la continuación imaginaria de las dobles de vista ideal y medir la profundidad del vano. La com-
columnas del pórtico de Santa Maria Maggiore, confi- probación de esta hipótesis de trabajo se establece en
gura el proyecto del que parte el templete ideado por la reconstrucción aquí propuesta mediante la deforma-
Bernini en «perspectiva acelerada», objeto de esta re- ción con Photoshop de la planta del templete, partiendo
construcción. precisamente de la correspondencia homológica entre
el rectángulo y el trapecio que confirma cómo un obser-
Aparte de la propuesta alternativa dibujada por Mattia vador, colocado en el límite del vano, junto al primer
de’Rossi, contamos para esta reconstrucción con un dise- escalón, percibiría un templete exactamente igual de
ño del proyecto, quizá de mano de Carlo Fontana (cat. profundo que el tramo del pórtico, mientras que la esta-
28), y con un dibujo de presentación conservado en los tua, que en el dibujo mide cerca de catorce palmos,
Uffizi (fig. 43). Ambos muestran el alzado en perspectiva parecería tener una altura de casi veinte.
del templete en relación con su planta, en la que se
incluye parte de los espacios adyacentes. El segundo Naturalmente, el estrechamiento servía para enmasca-
dibujo es consecuencia del primero, como lo demuestran rar las reducidas dimensiones del espacio posterior y
la mayor riqueza de detalles, la correspondencia geomé- para esconder la fuente de luz natural constituida por la
trica y de proporciones de casi todos los elementos dibu- pequeña ventana; del mismo modo que los escalones
jados o la propia ubicación de la escala gráfica en palmos, servían para disimular el paso del suelo horizontal al
que permite además calcular con precisión las dimensio- inclinado.
nes del espacio. Sin embargo, hay que señalar que los
dibujos presentan algunas incongruencias —no sólo Las dos plantas concuerdan en la posición del punto de
entre uno y otro, sino también de forma individual, fuga trasero, que enmarca todo el artificio perspectivo
entre los elementos de planta y alzado dibujados— que en un ángulo de 30°. Sin embargo, la lectura de los
nos obligan a tomar decisiones interpretativas para poder alzados, que muestra los elementos que han sido defor-
realizar esta reconstrucción. Por ejemplo, los tres escalo- mados para «dirigirlos» hacia el punto de fuga, revela la
nes que aparecen en el alzado del dibujo atribuido a Fon- existencia de dos puntos de fuga distintos: uno superior
tana, y que se confirman detalladamente en el dibujo de hacia el que se dirigen los elementos relativos a enta-
presentación, se convierten en cuatro en la planta dibu- blamentos y techumbres, y otro inferior hacia el que
jada: la cuestión de su correcta colocación se convierte fugan los elementos relativos al pavimento.
por lo tanto en un aspecto estrictamente funcional moti-
vado por la elevación del pavimento que asciende hacia A través de la comparación de los dos dibujos, podemos
el ábside de la pared del fondo, cuya posición sin embar- plantear una hipótesis de sección longitudinal que satis-
go es exacta. Podría decirse lo mismo de la colocación del faga el mayor número de condicionantes, advirtiendo que
pedestal de la estatua, que parece retroceder en el paso los dos puntos de fuga, que resultan de la prolongación
desde el alzado del proyecto al del dibujo de presentación en el alzado de las diagonales de las basas y capiteles de
y que en nuestra propuesta hemos decidido mantener en las pilastras, no se corresponden exactamente con los
el centro tal y como aparece en la primera idea. que, a la distancia fijada por el vértice en la planta, se
reconocen en la sección. En ésta los puntos de fuga, vir-
Si comparamos el rectángulo formado por el último tra- tualmente veintisiete palmos por detrás del muro de fon-
mo del pórtico con el trapecio del tramo del templete, do, quedan de manera bastante regular a una altura de

60 MARCELLO FAGIOLO
ocho palmos (correspondiente más o menos al punto de de las pilastras adosadas que refuerzan las columnas exen-
vista del espectador) y de dieciséis palmos. tas, son correctamente «obliquas», tanto en el plano hori-
zontal como en el vertical. Y aquí surge el problema de
Observando la perspectiva fingida realizada en el rellano intentar establecer cómo están realizados los capiteles
intermedio de la contemporánea Scala Regia para refle- de las columnas exentas: mientras que las basas se estre-
jar la gran ventana del lado opuesto (que por otro lado chan sólo en el plano horizontal, gracias a la mediación de
también está «colocada en perspectiva») percibimos los escalones, los capiteles tienen que adecuarse obliga-
cómo de nuevo la bóveda de cañón se dirige hacia un toriamente al intradós inclinado de los dos arquitrabes.
punto de fuga superior y los capiteles hacia uno inferior, Esto puede realizarse de dos maneras: manteniendo el
y puede incluso que exista un tercero más bajo para las capitel inalterado —como parece preferir Bernini en
basas. Se trata por lo tanto de un dispositivo concebido todas sus obras— conectando las dos superficies con-
para salvar los cambios de inclinación del cono óptico vergentes a través de un disimulado salmer cuneiforme
de un visitante en movimiento que puede observar el —pero no hay rastro de esta unión, que obligaría a utilizar
espacio incluso desde muy cerca. capiteles más bajos—; o bien deformando el capitel,
como se ve en la reconstrucción y como sugiere la ligera
No se advierten elementos de continuidad entre el pri- curvatura de los capiteles que se aprecia en el alzado del
mer plano, formado por la embocadura y la pared del proyecto. Esta elección propone una solución híbrida
fondo, y el nicho que alberga la estatua: el arquitrabe pero eficaz, ya que la considerable altura de las columnas
podría ser quizá el único elemento de continuidad, como no permitiría la visión general de capiteles y basas a no ser
hemos sugerido en la reconstrucción de la sección. desde un punto de vista muy lejano. La confrontación de
columnas y pilastras deformadas siguiendo dos principios
El tímpano curvo sobre la embocadura sigue una de las distintos hubiese resultado quizá más estridente. La cali-
construcciones ovales de Serlio, mientras que el perfil dad y la cantidad de luz y de sombra sugieren, finalmente,
del óvalo superior, que en el proyecto atribuido a Carlo que Bernini proyectó ensanchar las dos pequeñas venta-
Fontana puede interpretarse como la sección de una nas escondidas, cuya colocación en esta reconstrucción
bóveda de cañón rebajada, se basa en una construcción es fruto de la confrontación con vistas antiguas de la
de cinco centros muy próxima a la elipse. fachada de Santa Maria Maggiore.

Plantas y alzados presentan algu-


nas incongruencias en relación
con las columnas centrales, que
son los elementos más críticos
del proyecto. Estas columnas
presentan un estrechamiento del
diámetro del fuste pero, al igual
que en la Scala Regia o en el pór-
tico de Sant’Andrea al Quirinale,
sólo la basa parece estar sometida
a los principios de deformación
de la perspectiva, mientras que la
sección sigue siendo circular en
lugar de convertirse en elíptica
según lo prescrito en la arquitec-
tura obliqua de Caramuel. Por el
contrario, las basas y los capiteles

61 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Puerta Santa, según el dibujo de la Biblioteca Apostolica
Vaticana (véase cat. 38) realizado entre junio de 1664 y abril
de 1665, fecha en la que el escultor viajó a Francia. La esta-
tua quedó terminada en junio de 1666, casi un año después
de la muerte de Felipe IV, acaecida en septiembre de 1665.

Bernini pensó en una colocación análoga a la proyectada para


la estatua de Constantino en 1662-63, situada en el cierre
visual del pórtico vaticano al final de una rampa de nueve
escalones. Tras renunciar a ser el artífice del monumento,
debido también a los numerosos encargos que tuvo que aco-
meter para Alejandro VII y, más adelante, para Luis XIV, Ber-
nini se ofreció a supervisar la obra, reservándose, en todo
caso, la decisión última sobre su colocación. Ésta no se llevó
a cabo durante el papado de Alejandro VII con el fin de no
generar susceptibilidades en la corona francesa, de manera
análoga, aunque en sentido contrario, a cuanto había suce-
dido cuando se descartó el proyecto del monumento ecuestre
de Luis XIV en la escalinata de Trinità dei Monti.

El folio vaticano (al que siguió un dibujo de taller más deta-


llado conservado en los Uffizi77 [fig. 43]) es un dibujo de
«presentación», en el que el esencial boceto autógrafo de la
estatua aparece enmarcado por la estructura arquitectónica
realizada por un colaborador que quizá pueda identificarse
con Carlo Fontana78.

La imagen del soberano se sitúa en una especie de temple-


te «regio» delante de una hornacina (casi un ábside de
consagración análogo al propuesto con anterioridad por
Bernini para la de Constantino) y sobre un basamento que
recuerda al de los Dióscuros del Campidoglio, relacionado
con el utilizado por Miguel Ángel para la estatua ecuestre
de Marco Aurelio79.

El templete queda enmarcado por un edículo en embocadu-


ra sustentado por parejas de columnas compuestas —sobre
Fig. 43 Taller de Gian Lorenzo Bernini, Versión del proyecto de Gian
„ las que apoya el arquitrabe, coronado por un frontón curvi-
Lorenzo Bernini para la instalación de la escultura de Felipe IV en Santa líneo con semitímpanos que encuadra el escudo de España—
Maria Maggiore, ca. 1664-65. Pluma, aguada y lápiz negro, 431 x 213 mm.
Florencia, Gabinetto Disegni e Stampe degli Uffizi, inv. 3657 a y dispuestas en un efecto ilusionista de convergencia en
profundidad. Si el motivo de las dobles columnas que sopor-
tan el entablamento es análogo al del pórtico de fines del
La exhaustiva reconstrucción documental de la historia del siglo xvi de Santa Maria Maggiore (fig. 44) —por entonces
monumento registra el año 1659 como fecha de la elección todavía en pie—, el templete parece inspirado en las «capi-
de Lucenti a propuesta del cardenal Giulio Rospigliosi, segu- llas» del Panteón, en las que Bernini se había basado ante-
ramente por consejo de Bernini, que en septiembre de 1663 riormente para el presbiterio de Sant’Andrea al Quirinale
eligió el lugar en el que se había de colocar la estatua76, (con edículo-embocadura análogo al proyectado para Santa
proponiendo también su organización en perspectiva en el Maria Maggiore). Las dobles columnas en profundidad
lado izquierdo del pórtico, en significativa proximidad a la están presentes también en ambos extremos del pórtico de

62 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 44 Giovanni Giacomo de Rossi
„

(ed.) según Nicolas van Aelst (ed.),


Santa Maria Maggiore, estampa
publicada en 1650 según original
de 1600

Carlo Maderno para San Pedro,


mientras que las columnas en
perspectiva ilusionista recuer-
dan, como se ha mencionado, a
la Scala Regia (que precisamente
se relaciona con el pórtico de
San Pedro). Hay que recordar
que en un primer proyecto,
documentado en un dibujo de
Múnich80, la Scala estaba com-
puesta por una sucesión de
«arcos triunfales» a la manera
serliana sostenidos precisamente
por dobles columnas compuestas
y alternados por paredes retran-
queadas ritmadas con pilastras compuestas (Carlo Rainaldi de la escultura, realizada por Ferdinando Fuga en 1743 en el
había realizado un significativo precedente de este modelo lado opuesto del nuevo pórtico, lo que hace que el soberano
en el aparato para la fiesta de las Cuarenta Horas en la igle- mire hacia el interior de la basílica (fig. 1). Una solución
sia del Gesù de Roma, con grandes arcos sostenidos por intermedia aparece propuesta en un proyecto de 1691 atribui-
parejas de dobles columnas)81. Al igual que en la Scala do a Mattia de’Rossi (dibujo conservado en el Archivio Capi-
Regia, las dobles columnas de Santa Maria Maggiore se apo- tolare de Santa Maria Maggiore): tras una embocadura en
yaban en escalones, de modo que iban disminuyendo en forma de serliana, en la estancia elegida por Bernini se colo-
altura en la parte inferior mientras que en la superior se ca una especie de baldaquino con cuatro columnas jónicas
acortaban mediante el efecto óptico. Por esos mismos años que sacraliza la estatua del rey, colocada a su vez ante un
se proyectó también un encuadramiento similar para una teatral paño. Este proyecto fue descartado por su elevado
estatua en el transepto izquierdo de Sant’Agnese in Agone, coste y la estatua se colocó junto al actual baptisterio hasta
con la imagen de la santa titular, realizada por Ercole Ferrata, su ubicación definitiva en el pórtico de Fuga.
situada en una perspectiva ilusionista a stiacciato que quizá
pueda atribuirse a Carlo Rainaldi, a quien se deben muchas
de las perspectivas escenográficas de los aparatos efímeros santos españoles
tanto civiles como religiosos.
Dejando a un lado El éxtasis de santa Teresa en la capilla
La representación «teatral» se dinamizaba a través de la luz Cornaro, trataremos aquí de la participación más o menos
alla bernina que iluminaba la estatua desde la ventana de la directa de Bernini en la celebración de tres santos españo-
izquierda82, invisible para el espectador, con un efecto similar les: santo Tomás de Villanueva, santo Domingo de Guzmán
al de la capilla Raymondi de San Pietro in Montorio, en el y santa Rosa de Lima.
que el san Francisco del relieve de Francesco Baratta es atraí-
do y estigmatizado por la fuente luminosa (fig. 5). No es Santo Tomás de Villanueva
casualidad que el soberano dirija coherentemente la cabeza
en esa dirección, y en un dibujo preparatorio conservado en La canonización de santo Tomás en noviembre de 1658
Leipzig (véase fig. 61)83 se muestra una variante en la que el supuso el máximo punto de encuentro entre la Iglesia y la mo-
cetro señala precisamente hacia la ventana. Desafortunada- narquía española, que de este modo celebraba la consagra-
mente este discurso desaparecerá en la colocación definitiva ción de quien había sido el consejero espiritual de Carlos V.

63 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Fig. 45 Escena de un ensayo teatral de un coro satírico
„

(detalle), Casa del Poeta Trágico (Pompeya), 110-80 a.C.


Mosaico, 54 x 54 cm. Nápoles, Museo Archeologico
Nazionale, inv. 9986

Fig. 46 Arriba: Sarcófago con retrato dentro de un


„

clípeo sostenido por dos genios alados sobre Océano y


Tellus y con la representación de Aquiles y Chirone en
los extremos, s. iii d.C. Mármol blanco, 47 x 210 x 50 cm.
Roma, Museo Nazionale Romano, Terme di Dioclezia-
no, inv. 124735. Abajo: Sarcófago con retrato dentro de un
clípeo y figuras mitológicas, s. iii d.C. Mármol blanco.
Pisa, Camposanto Monumentale

Holste, estaban inspirados en dos modelos distintos de la


Antigüedad. El primer modelo es el oscillum, el disco voti-
vo oscilante que se colgaba de los árboles y de los arquitra-
bes de casas y jardines en las fiestas en honor de Baco o de
los Lares en los ritos funerarios, como aparecen en los
mosaicos del iii y iv estilo pompeyano en la casa del Poeta
Trágico (fig. 45). El segundo modelo, más congruente en
una ceremonia de canonización, es la imago clipeata, el
retrato dentro de un escudo circular (clipeus) que se usaba
tanto en los ritos funerarios para la representación de los
rostros de los antepasados —ha quedado memoria de ello
en los sarcófagos con el retrato de los difuntos (fig. 46)—,
como para la celebración de las virtudes de los hombres
ilustres, como es el caso del clípeo áureo que el Senado
concedió a Augusto como símbolo de «virtutis clementiae-
que iustitiae et pietatis»85. Bernini, además, conjugó en el
monumento fúnebre de sor Maria Raggi en Santa Maria
sopra Minerva la imago clipeata con la teatralidad, presen-
tando la imagen de la monja ante un paño honorífico toma-
do del antiguo motivo funerario del parapetasma.
El interior de San Pedro se decoró con un programa reali-
zado por Giovanni Paolo Schor bajo la dirección de Berni- No en vano la decoración de San Pedro se retomará en la
ni «con la mayor solemnidad de cuantas celebraciones se de la cúpula de la iglesia de San Tommaso da Villanova en
recuerdan en este siglo»84. Más de mil candelabros traza- Castel Gandolfo, iniciada en abril de 1658 por Bernini
ban una línea luminosa sobre los arquitrabes de la basílica como iglesia palatina unida al palacio papal (en un primer
y alrededor del tambor de la cúpula; entre las dobles pilas- momento dedicada a san Nicolás)86. En mayo de 1659 los
tras adosadas se alternaban los escudos del papa y de la catorce medallones de la canonización se enviaron a Castel
monarquía española. Bajo las arquerías se colocaron cator- Gandolfo87, aunque no sabemos si fue para reutilizarlos en
ce medallones colosales, de más de seis metros de diáme- la iglesia o para que sirvieran de modelo para los ocho
tro, con las representaciones de los milagros del santo «en medallones de estuco con bajorrelieves que se encuentran
claroscuro realzados en oro», con sus cartelas explicativas entre los nervios de la cúpula (sostenidos por ángeles y
debajo, realizados por importantes pintores al servicio de unidos por festones de flores), en los que Antonio Raggi
Schor (véanse cat. 23-24). Estos medallones, amarrados representó algunas historias de la vida del santo que acaba-
con paños a los pilares, evocaban los grandes tondos de ba de ser canonizado (fig. 58) y cuyos bordes dorados
mosaico de las pechinas de la cúpula, y quizá por sugeren- recuerdan las molduras de los medallones de la canoniza-
cia de los arqueólogos al servicio de la curia, como Luca ción. Bernini ya había utilizado anteriormente el motivo de

64 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 47 Gian Lorenzo Bernini,
„

detalle de los medallones situados


entre los nervios de la bóveda del
ábside de la capilla Raymondi, 1669.
Roma, iglesia de San Pietro in
Montorio

los medallones sostenidos por án-


geles en el ábside de San Lorenzo
in Damaso (1638-40) y en la capi-
lla Raymondi de San Pietro in
Montorio (1638-48), donde fue-
ron colocados tanto en la bóveda
como entre los nervios del casca-
rón del ábside (fig. 47).

La tipología de los medallones


como clipea-oscilla se retomó en
1661 en la decoración de la igle-
sia de Santi Vincenzo e Anasta-
sio para las exequias del carde-
nal Mazzarino, diseñada por
Elpidio Benedetti, quien pudo
contar con el asesoramiento de
Bernini, como ya sucedió en su
proyecto para la escalinata de
Trinità dei Monti. En las arque-
rías entre las capillas se colgaron seis medallones con gloriosas acciones papales, se pone de manifiesto la hege-
emblemas, mientras que en el catafalco, rodeado por el monía española: en efecto, además de a santo Tomás, se
olivo de la Paz y por la palma de la Guerra y de la Victoria evoca también la beatificación del mártir aragonés Pedro
(agitada por el viento de manera berniniana), destacan las de Arbués (1664) y sobre todo la festividad de la Inmacula-
representaciones en bajorrelieve de Roma doliente, de da Concepción, reconocida por bula papal de 1661 y cuyo
Francia y de España. Resulta evidente la referencia a Maz- culto era de gran importancia para la Monarquía Hispánica
zarino como gran mediador en la Paz de los Pirineos, que (un siglo más tarde, por bula de 1760, la Inmaculada Con-
había sido celebrada simbólicamente el año anterior en cepción será proclamada patrona de España)91.
Santa Maria della Pace88.

Por último, hay que recordar que el motivo del medallón La capilla de San Domenico en Santa Sabina
decorativo utilizado en la canonización de 1658 se retomó
en las exequias de Felipe IV celebradas el 2 de diciembre La capilla de San Domenico en el convento romano de
de 1665 en la iglesia florentina de San Lorenzo: en las Santa Sabina —que atribuí a Bernini en el ensayo de 1990
arquerías de la basílica de Brunelleschi se colocaron dieci- escrito en colaboración con Sebastiano Roberto92— es una
séis grandes medallones «bañados de oro» que representa- obra bella y armoniosa, donde el tema de la meditación
ban hechos virtuosos del monarca español89. prevalece sobre las tentaciones de espectacularidad.

La importancia de la canonización de santo Tomás se con- Las dos estancias que había ocupado el fundador de la orden
firma en el catafalco de Alejandro VII, colocado en 1664 dominica en Santa Sabina se remodelaron en 1669 dando
por Bernini en la basílica vaticana90. En tres de los cuatro lugar a una iglesia en miniatura. La celda penitencial en la
lados del basamento del catafalco, que representan las más que santo Domingo se reunió con san Francisco se convirtió

65 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


Fig. 48 Gian Lorenzo Bernini,
„

vista del oratorio y la celda


del santo en la capilla de
San Domenico, 1669. Roma,
convento de Santa Sabina

En la Roma del siglo xvii fueron muy comunes estas


intervenciones, pero con resultados de «sacraliza-
ción» o «musealización» completamente distintos.
Otra remodelación dominicana se realizó en la
Camera di Santa Caterina en la retro-sacristía de
Santa Maria sopra Minerva, decorada en 1637 por
Paolo Maruscelli, quizá con sugerencias de Borro-
mini para los bajorrelieves de estuco; la pequeña
fábrica, que en el exterior recuerda a la Santa Casa
de Loreto, presenta algunas analogías con el vestí-
bulo-oratorio de Santa Sabina, concebido como un
lujoso relicario.

En 1634-35 Paolo Maruscelli intervino en la remo-


delación de las estancias de san Felipe Neri en la
iglesia romana de Santa Maria in Vallicella, articu-
ladas en dos pisos y reestructuradas por Borromini
en 1638. Sin entrar en detalles acerca de las nume-
rosas soluciones decorativas, quiero resaltar sola-
mente que el autor del oratorio de la capilla de San
Domenico pudo inspirarse ya en la capilla interior
del apartamento de san Felipe (para las incrusta-
ciones marmóreas de las paredes), ya en la organi-
zación en dos ambientes de la capilla dedicada a san
Felipe en el transepto de Santa Maria in Vallicella
(proyectada por Onorio Longhi con una capilla
precedida por un vestíbulo).

Al margen de otras habitaciones de santos conver-


tidas en santuario93, hay que recordar sobre todo las
cuatro estancias de san Ignacio que quedaron en-
globadas entre 1602 y 1605 en el edificio de la Casa
Professa de los jesuitas en Roma, junto al Gesù, des-
tinadas respectivamente a vestíbulo, capillas dedica-
das al santo y a la Virgen y sacristía (a finales del
siglo xvii se ennoblecerá el pasillo de ingreso con
frescos de Andrea Pozzo con «quadraturas» y esce-
nas de la vida del san Ignacio).

Pero veamos los elementos que nos han llevado a la


en coro con altar, quedando casi inalterada con su techumbre atribución a Bernini de la capilla de San Domenico. La bóve-
de vigas de madera; se demolió sin embargo la pared media- da de cañón del oratorio (fig. 49) recuerda la nave central de
nera con la estancia adyacente, que acabó transformándose la Scala Regia y las arquitecturas en perspectiva de los palcos
completamente para convertirse en oratorio (fig. 48). de la capilla Cornaro, que derivan del arquetipo del atrio de

66 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 49 Gian Lorenzo Bernini, bóveda
„

del oratorio de la capilla de San Domenico


con la Aparición de la Virgen a santo
Domingo de Ludovico Gimignani. Roma,
convento de Santa Sabina, 1669

Sangallo para el Palazzo Farnese


(en Santa Sabina y también en la
Scala Regia la elección está motiva-
da por la función de «atrio» de
estos espacios). También es casi
idéntica a la de la Scala Regia la
división con fajas de casetones
decorados con rosas que están flan-
queadas por guirnaldas de roble
con tres pequeñas rosas en el cen-
tro y dos lazadas a ambos lados de
éstas, que son además motivos
similares a los que pueden verse en
la ventana interior de Sant’Andrea
al Quirinale y también en la cúpula
de la capilla Fonseca de San Loren-
zo in Lucina, semejante, a su vez,
al proyecto para la decoración de la
cúpula del Panteón.

También las dos filacterias del ora-


torio tienen impronta berniniana y
se relacionan con la inscripción
celebrativa de Urbano VIII en la
fachada interior de Santa Maria in
Aracoeli y con la cartela pamphi-
liana de Sant’Andrea; la primera,
situada por encima del vano de
acceso al altar, es el típico recurso
utilizado por Bernini para disimu-
lar la distinta altura de dos ambien-
tes contiguos (fig. 48), como puede
verse en la introducción de ele-
mentos decorativos análogos en las
naves laterales de San Pedro y de
la Sala Ducal en el Vaticano. Es
también berniniano el mecanismo
de iluminación, invisible para quien
atraviesa el umbral de la capilla,
con el luneto sobre la entrada que
baña de luz rasante —procedente de una «cámara de luz» Es característica de Bernini la elección del orden jónico, si
sobre el vestíbulo— la bóveda y las paredes laterales, un bien en una versión más clásica y lineal respecto al prototipo
«reflector» similar al que ilumina el vestíbulo de la Scala miguelangelesco de los Palazzi Capitolini, retomado por
Regia en el Vaticano. Bernini en diversas ocasiones, como en la capilla Raymondi

67 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


o en la Scala Regia. Berniniano es, finalmente, el gusto com- La elección del orden jónico prevalece en la obra que en
positivo de la combinación de mármoles polícromos. mayor medida se relaciona con la capilla, la Scala Regia,
en la que, como ya se ha dicho, rige la lógica de la superpo-
Es probable que se deba también a Bernini el diseño de la sición de órdenes. También la capilla de San Domenico
escalinata de acceso a la capilla; nótese sobre todo el carac- debe ser considerada en cuanto a su relación funcional con
terístico frente de estructura serliana del pórtico de Santa el resto de los espacios conventuales. En efecto, según la
Sabina en el que se simplifica enormemente el motivo del reconstrucción de Sebastiano Roberto, la celda penitencial
arco abocinado tantas veces usado por Bernini (por ejemplo señala el punto de llegada de un nuevo itinerario realizado
en el Palazzo Barberini, en el monumento a Matilde de quizá también sobre un proyecto de Bernini: se construye
Canossa, en el rellano de la Scala Regia y en la capilla de la una nueva escalinata destinada a la «devoción de los fieles»,
beata Ludovica Albertoni). como reza la inscripción, pero pensada principalmente
como escalera papal e incluso como escalera secreta (un
Aclarada por lo tanto la cuestión de la autoría de la capilla, documento de 1669 testimonia que la escalera debía «servir
pasemos a exponer algunas reflexiones de tipo iconológico para la Santidad de Nuestro Señor al efecto de poder bajar
en el ámbito de la poética berniniana. al jardín sin ser visto»). En este contexto y de manera análo-
ga a cuanto sucede en la Scala Regia, el jónico es el momen-
En primer lugar podemos preguntarnos por las razones de to intermedio de una superposición ideal de órdenes. Quizá
la elección del orden jónico, caracterizado según la tratadís- se exprese así la idea de la ascensión a un espacio superior,
tica por una elegancia virginal y por lo tanto preferentemen- en correspondencia física con el «piso noble» del convento
te empleado en la Antigüedad en los templos de divinida- y, a nivel simbólico, con la visión del cielo mariano94.
des femeninas o, modernamente, en edificios consagrados
a santas o a la Virgen. En honor del príncipe de los predi- Pese a ser completamente distinta al «teatro total» de
cadores hubiese sido de esperar la utilización del orden Sant’Andrea al Quirinale, también aquí existe una conexión
dórico o toscano, es decir, del orden heroico por excelen- entre los elementos iconográficos: el santo Domingo de la
cia; en realidad, la hagiografía dominica hacía especial pala del altar, el Encuentro de santo Domingo con san Francisco
énfasis en la «virginidad» del santo, asignándole como atri- y san Ángel en el luneto superior y la Aparición de la Virgen
buto un lirio (una cruz flordelisada es el emblema de la a santo Domingo en el centro de la bóveda (análogamente,
orden). No en vano aquí se insertan dos bandas de lirios en el altar de Sant’Andrea se encuentra la Ascensión de san
en los lunetos centrales de la bóveda. Por otro lado, pode- Andrés encima de la pala con el martirio del santo). El habi-
mos pensar que las dos cartelas hacen alusión al segundo tual pathos berniniano se reduce aquí a los elementos esen-
símbolo dominico, el libro, mientras que el tercer símbolo, ciales, luz y sombra, como en un cuadro de Caravaggio. La
la estrella, aparece representado en el pavimento de la cel- luz alla bernina que ilumina la bóveda no es un recurso efec-
da realizado en 1731. Pertenecen sin embargo a la simbolo- tista sino más bien una señal de «iluminación» que aclara
gía mariana las rosas de los festones de la bóveda, que las escenas pintadas al fresco. La visión de luz es más inten-
aluden al culto del Rosario. sa cuanto más densas son las tinieblas de la celda en la que,
como recuerda la inscripción dirigida al forastero, «pernoc-
La elección del orden jónico se justifica por la presencia taron velando en divinos coloquios» santo Domingo, san
emergente de la Virgen, que en el fresco de la bóveda pro- Francisco y san Ángel.
tege con su manto a los dominicos (fig. 49). La antecáma-
ra ha de entenderse por tanto como una especie de capilla Resulta tentador pensar en la ascensión mística descrita en
mariana, mientras que la celda, gracias a la pala del altar sus cinco grados por san Juan de la Cruz. La «oración»
(eliminada posteriormente), está explícitamente dedicada tiene lugar en la antecámara reservada a los fieles. A la
a santo Domingo. Piénsese en la similar doble dedicación «noche del alma» se corresponde la oscura celda (cuya
de las dos capillas en las estancias de san Ignacio en Il Gesù, ventana, desde la que se asomaba el santo al claustro, se
y piénsese también en la especial devoción mariana de cubrió con un cuadro), y el altar consagraba a su vez el
santo Domingo, a quien se debe la institución o la conso- lugar donde «pernoctaron velando en divinos coloquios».
lidación del culto de la Virgen del Rosario (recuérdese ade- Los otros tres grados de la meditación trascendental —el
más que en el lecho de muerte de los hermanos predica- éxtasis, las «gracias místicas» y el «estado teopático»— se
dores se canta varias veces el Salve Regina). corresponden con la visión mariana y la epifanía luminosa.

68 MARCELLO FAGIOLO
Figs. 50 y 51 Ercole Ferrata
„

(según Gian Lorenzo Bernini),


Santa Rosa de Lima con el Niño,
1668-69, yeso, enmarcada por la
serliana que da paso a la escalera
de acceso a la capilla de San
Domenico en el convento de
Santa Sabina; y planta de la
escalera de acesso (d) a la capilla
de San Domenico (e, f), según
Sebastiano Roberto (2004)

Y más allá de la belleza del programa decorativo, resulta tada en la fachada de Santa Maria sopra Minerva en la
sobre todo elocuente la sagrada representación de la som- decoración creada con motivo de la ceremonia de beatifi-
bra y de la claridad, en el diálogo entre la noche mística y cación de santa Rosa.
la luz «teopática».
La estatua, de inspiración berniniana (que puede comparar-
se, por ejemplo, con el dibujo a sanguina de Ariccia de San
Santa Rosa de Lima José con el Niño, fechado en 1663, y también con el Ángel
con el sudario y los dados, de la misma fecha, esculpido por
En el lado izquierdo del pórtico de Santa Sabina, junto a Paolo Naldini para el puente de Sant’Angelo), podría consi-
la escalera que conduce a la capilla de San Domenico, se derarse obra de Ercole Ferrata, autor de la similar Caridad
colocó en 1669 la estatua en yeso de Santa Rosa de Lima para la tumba de Clemente IX en Santa Maria Maggiore.
con el Niño Jesús, como recuerdo del breve de beatifica- No sabemos si Santa Rosa fue realizada para las ceremonias
ción emanado por el papa en febrero de 1668 en el trans- de la beatificación96 o si se hizo especialmente para este
curso de su estancia cuaresmal en el convento95. La santa, lugar; por otra parte, su colocación presenta significativas
definida como «nueva expansión del Paraíso desde el coincidencias con el proyecto para la ubicación de la estatua
Nuevo Mundo», está representada en idílico diálogo con de Felipe IV. Enmarcada por una serliana con un arco abo-
el Niño Jesús, que la acaricia mientras se acuna entre las cinado (comparable, como se ha dicho, con varias obras de
rosas recogidas en el manto que la santa sostiene delica- Bernini), la estatua se sitúa sobre un alto basamento dentro
damente entre las manos. Este mismo tema iconográfico de una pequeña exedra sagrada (fig. 50), contrapuesta a una
del amor de Cristo aparece también en la escena con la Virgen del Rosario con santo Domingo y santa Catalina, colo-
beata bebiendo la sangre del costado de Cristo, represen- cada en un nicho similar en el otro extremo del pórtico hoy

69 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


desaparecido (las tres esculturas de este grupo, en escayola da al monumento fúnebre de la religiosa dominica para la
y atribuibles al taller de Ferrata, se conservan actualmente iglesia limeña de Santo Domingo, que se expuso en ambas
en el convento). La correspondencia simbólica de la beata ceremonias de beatificación y se envió a Perú en 1670, tres
con la Virgen, ensalzada repetidamente en las ceremonias años después de la muerte del escultor100 (fig. 52). El admira-
de 1668, tiene lugar bajo el signo de la rosa-rosario en una ble grupo escultórico parece estar claramente inspirado en
ideal aura paradisíaca: el epigrama bajo la estatua propone obras berninianas como la Santa Teresa de la capilla Cornaro
la hendíadis «Empíreo-Paraíso», coherentemente con la y parece a su vez haber sido fuente de inspiración para la
figura de la santa, que era definida en las ceremonias como Beata Ludovica Albertoni de San Francesco a Ripa (1671-74).
«Rosa fragrante y elegida en el jardín de la Santa Iglesia»97. La santa, coronada de espinas, está representada en el
Téngase en cuenta que a pocos metros de distancia, al otro momento de su muerte mística sobre una alegórica roca con
lado del muro del pórtico, se venera el naranjo que según la elementos alusivos a la «Rosa de Lima»: el rosario (símbolo
tradición plantó santo Domingo como árbol fundacional de de la Virgen del Rosario) y las rosas que nacen de las rocas
un sagrado jardín de las Hespérides98. evocan la flora berniniana de la Fontana dei Quattro Fiumi.
El ángel levanta el velo de la monja (al igual que el Tiempo
Pese a que probablemente quedó simplificada por la restau- ideado por Bernini desvela la Verdad [véase cat. 13]) y descu-
ración llevada a cabo en el siglo xix por Antonio Muñoz99, bre la corona de espinas revelando el significado secreto de
la colocación de la Santa Rosa parece estar inspirada por esta imitatio Christi: Rosa, como las rosas que florecen en las
Bernini, quien pudo haber participado como consejero en rocas, surge milagrosamente de la tierra baldía y árida del
las ceremonias de beatificación de 1668, que constituyeron continente americano, que se convierte así en una suerte de
un evento de extremada importancia para la monarquía jardín místico101. El grupo escultórico tiene cierta semejanza
española y fueron preparadas con gran dedicación por Cle- con un dibujo de Bernini grabado por Jean Baron († 1660),
mente IX a instancia de los dominicos y puede que tam- en el que la Virgen sostiene entre las manos un paño con el
bién de la propia Monarquía. que protege al Niño de la fría aspereza del bloque rocoso102.

En 1665 Melchior Cafà (1636-1667) se encontraba ya traba- La obra de Cafà podría considerarse también como una
jando en la estatua yacente de Santa Rosa y el ángel, destina- metáfora de la creación escultórica si reflexionamos acerca

Fig. 52 Melchior
„

Cafà, Santa Rosa


y el ángel, 1665-67.
Mármol. Lima,
iglesia de Santo
Domingo

70 MARCELLO FAGIOLO
del significado del evento tal y como aparece representado Un evento completamente excepcional pone de manifiesto
en uno de los cuadros de la beatificación: «En el primero la importancia de la beatificación: en marzo de 1669, apro-
de los cuadros veíase el momento en el que en una visión piándose de un breve pontificio, la reina madre Mariana de
misteriosa el Señor se le apareció en calidad de cantero y Austria declaró a la beata Rosa «Patrona de todo el Reino
la eligió junto con otras doncellas nobles para trabajar la del Perú», contraviniendo la norma por la que tal patrona-
piedra y hacerla así digna de su matrimonio». De este to podía concederse únicamente a los santos. Sólo dos
modo el matrimonio místico se conjuga con la idea esoté- años más tarde, en 1671, Rosa se convirtió en la primera
rica de la escultura como ennoblecimiento de la materia y santa de América Latina y fue proclamada patrona del
también como sublimación espiritual y de auto-edificación. Nuevo Mundo y de Filipinas.

N O TA S

1 Cito solamente unas pocas referencias den- Preimesberger (1974, pp. 95-100), quien 17 De estos aparatos (ya citados por Preimesber-
tro de la vastísima bibliografía existente identificó en un proyecto para el concurso ger) publicó grabados y dibujos preparatorios
sobre la Roma de los pontífices y de las de la fuente pamphiliana (Biblioteca Apos- Maurizio Fagiolo dell’Arco (Fagiolo dell’Arco
«naciones»: Wittkower 1958, Portoghesi tolica Vaticana, cod. Vat. Lat. 11258, f. 197) y Carandini 1977-78, vol. i, pp. 134-37, Fagiolo
1966, Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, Con- una réplica de la Meta Sudans (aunque no dell’Arco 1982 y Fagiolo dell’Arco 1997).
nors 2005, Fagiolo y Portoghesi 2006 y Fagiolo resulta convincente el dibujo que la recons- 18 Para este aparato véase Preimesberger 1974,
2013. truye). Preimesberger (1974, pp. 99-100) p. 82.
2 Véase mi aportación en Fagiolo y Bonaccor- relaciona también con la Meta Sudans un
19 «Un monte como el de Armenia en el que
so 2008. dibujo de F. Casoni para una fuente rústica
paró la barca, y en la parte baja se habían
coronada por un obelisco y un proyecto para
3 Para la fuente véanse, sobre todo, D’Onofrio formado algunas cavernas que tenían cada
el obelisco pamphiliano, ambos con agua
1986 y Preimesberger 1974. Sin profundizar una de ellas un dragón como guardián, parte
que brota desde la cima. Se pueden relacio-
en el tema de los consejeros de Bernini, es de las armas de dicho embajador, y en la
nar también con esa tipología las dos
plausible el asesoramiento del dominico cima de dicho monte dos leones [...] y la
Columnae Sudantes del Teatro delle Acque
Michelangelo Lualdi y del jesuita Athanasius Fama con una gran tromba», en Bonelli de’
de la Villa Aldobrandini en Frascati, en las que
Kircher (véanse Preimesberger 1974, Rivosecchi Rasori 1644, citado en Fagiolo dell’Arco 1997,
el agua mana de la cima y baja por las espirales
1982 y Fagiolo dell’Arco 1997). p. 335.
de los fustes.
4 Recuérdese por ejemplo el arco erigido por 20 Ibidem.
9 La Meta Sudans debe ser considerada tam-
los genoveses en Amberes en 1599, coronado
bién en relación con el «lago» neroniano de 21 Ibidem. Ya en la monografía de 1966 llamé la
por un obelisco y con cuatro ríos lígures a los
la Domus Aurea y con el Coliseo: esta corre- atención sobre la presencia de una nave fan-
pies (en Preimesberger 1974, p. 113). Las ins-
lación será evidente en el proyecto de Carlo tasma en la Fontana dei Quattro Fiumi,
cripciones en la base del obelisco son distin-
Fontana de erigir una nueva fuente a imita- sugerida por los ademanes de sus habitan-
tas a las que luego se realizaron y reprodu-
ción de la Meta Sudans en el interior del tes: «El Ganges está remando en una barca
cen las publicadas por Athanasius Kircher
anfiteatro, reconsagrado por él como «Tem- imaginaria encallada en las rocas, el Río de
en su obra Obeliscus Pamphilius (1650).
plo de los mártires». Remito a Fagiolo 1999. la Plata parece rebelarse ante una inexisten-
5 Huse 1970, p. 10. El obelisco es de por sí la te amenaza, el Nilo es casi un Hércules que
10 Crónica del 31 de julio de 1665, en Del Pesco
imagen de la cuádruple partición cósmica, se arranca la camisa envenenada de Neso»
2007, p. 262.
con sus cuatro fachadas dirigidas hacia los (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 121).
puntos cardinales y por lo tanto hacia las cua- 11 Véase Lualdi 1651.
22 Véase la recreación plástica de la isla Tiberi-
tro partes del mundo (véase, además de Prei- 12 Ibidem.
na ideada por Pirro Ligorio en la «Rometta»
mesberger 1974, la interpretación en clave 13 Piénsese en la forma simbólica de la cúspide
de Tívoli, con el obelisco como el mástil prin-
esotérica de Rivosecchi 1982). del obelisco o pyramidion (y en la referencia
cipal de una barca colocado entre dos chorros
6 «Parece que nuestro señor quiere ordenar que etimológica de la raíz pyr-, «fuego»). Prei-
de agua (de manera análoga a los tres hitos de
se erijan otras dos bellísimas agujas en la mesberger (1974, pp. 110, 134) hace referen-
la spina de la Piazza Navona). Para la «Rometta»
Piazza di Agone, que se encuentran en ciertas cia tanto a san Isidoro de Sevilla (corona-
como imagen filológica de la Roma antigua
ruinas subterráneas en las afueras de Roma», miento dorado a modo de llama, «quoniam
véase Madonna 1991.
se lee en un Avviso di Roma de 1589 (véanse sol plurimum in se caloris atque ignis habet»)
como a Michele Mercati, quien alude a la 23 Fagiolo dell’Arco 1997, p. 154: «Hay que añadir
D’Onofrio 1986 y Preimesberger 1974, p. 90).
mezcla de los cuatro elementos gracias a la vis que se está aproximando el Jubileo de 1650.
7 Para la influencia del prototipo palaciego En este sentido, la alegoría del final del Dilu-
generativa del Sol.
imperial del Palatino sobre los Palatia de épo- vio, en concomitancia con la crecida del Nilo
ca barroca véanse Fagiolo 1981 y Corboz 1985. 14 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 90.
(un equivalente de fertilidad y de riqueza),
8 Propuse esta hipótesis en Fagiolo dell’Arco y 15 Véase Preimesberger 1974, p. 124. simboliza la calma que el reinado pamphiliano
Fagiolo 1966. Retomó y desarrolló esta idea 16 Lualdi 1651. desea asegurar al mundo (en este sentido mi

71 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


contribución complementa la de Marcello la última restauración realizada en 1998 (véa- la Madonna delle Grazie en Gravina, Puglia
Fagiolo acerca de la simbología de la fábrica se Bertolin y Gómez García 2002). (1602), que amplía el escudo Giustiniani del
borrominiana en el Laterano)». A esta calma 31 Las vicisitudes del grupo escultórico están águila y el castillo (véase Fagiolo 1996).
alude un proyecto de inscripción dedicatoria reconstruidas de manera exhaustiva en García 47 Celebración anual en la que se representaba
recogido por Kircher («INNOCENTIUS X / CUM López 2002. la entrega de un caballo blanco (chinea) como
ANNO INSTAURANDAE IUSTITIAE SACRO / EX tributo que los reyes de Nápoles ofrecían al
32 Aparato efímero encargado por Marcantonio
UNO VIRGINIS AQUAE FONTE / QUATUOR pontífice en reconocimiento de vasallaje,
Colonna el 21 de septiembre de 1658 para la
EFFUDIT FLUVIOS / ANTIQUI PARADISI / HOC según una usanza introducida por Carlos de
Piazza di Santi Apostoli; véase la crónica de
EST / IUSTITIAE SPECIMEN EXHIBET / ET SAE- Anjou en el siglo xiii y que perduró hasta
Elmi 1658 recogida por Fagiolo dell’Arco
CULUM RENOVAT») en el que las esperanzas el xviii. Para la Chinea de 1650 véase Moli
1997, p. 393.
del jubileo se saldan con la espera del retorno Frigola 1992, p. 736.
de Astrea y la nueva edad de oro con el paraíso 33 Crónica del 13 de septiembre de 1665, en
48 Para las composiciones musicales de Carlo
terrestre. Fagiolo dell’Arco 1997, p. 350.
Rainaldi y para el estilo policoral de la músi-
24 Rodríguez Ruiz 2003. 34 Crónica del 10 de septiembre de 1665, en ca religiosa en la Roma del siglo xvii véase
25 La pila es ovalada (91 x 80 cm en sus dos ejes Del Pesco 2007, p. 344. Morelli 2006, pp. 294-301.
mayores) en lugar de circular como en el 35 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 151. 49 Dibujo conservado en Milán, Castello
modelo precedente de la Accademia di Belle 36 Crónica del 19 de septiembre de 1665, en Sforzesco, Civiche raccolte d’arte, Disegni di
Arti de Bolonia (fechado en 1648-49) y, por Del Pesco 2007, p. 359. Roma, n.º 37. Para la arquitectura «heráldi-
lo tanto, cercana a la pila realizada. ca» en honor de la familia Chigi, véase
37 Bernini 1713, p. 136.
26 La documentación sobre la Villa de Este en Fagiolo 2013, pp. 469-76.
38 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 287.
Tívoli recoge ensayos para reproducir el 50 El castillo aparece reproducido en una bam-
movimiento ondulante del agua (véase, por 39 Zucchi 1652. bochada de autor anónimo de la Akademie
último, Barisi, Fagiolo y Madonna 2003). 40 Véase, especialmente, Lavin 1994. der bildenden Kunst de Viena; véase Fagiolo
27 Petrucci 2004, pp. 73-75. 41 El dibujo se encontraba en la colección dell’Arco 1997, pp. 414-17.
28 La gema, con el nombre de «Oceani patris Hor- Richardson (publicado en Fagiolo dell’Arco 51 Crónica de Bartolomeo Lupardi de 1662,
ti», fue publicada por Antonio Francesco Gori y Fagiolo 1966, p. 229). recogida en Fagiolo dell’Arco 1997, p. 416.
en 1732 con esta explicación: «OCEANI PATRIS 42 Hay que añadir, como recuerda Delfín Rodrí- 52 Cantar de los cantares, 4,4 y 7,5.
HORTI in hac Gemma, ni fallor, designatur.
guez Ruiz (2003, p. 33), que el marqués del 53 Véase Fagiolo 1990.
Femina in scopulo sedens vas tenet, in quo plan- Carpio, embajador en Roma desde 1676 y 54 Véase Fagiolo dell’Arco 1997, p. 358.
ta mihi ignota consita est. Vir nudus e regione después virrey de Nápoles, encargó a Bernini
palmam amplexatur [...]. Horti Oceani patris 55 Frontispicio del libro Primo trofeo della Croce
una réplica de tamaño colosal de la fuente,
describuntur ab Aristophane in Nubibus, in qui- de Fioravante Martinelli (Roma, 1655). Véa-
que se embarcó en 1683 hacia España y que
bus Nymphas ducere choreas fingit» (Gori 1732, se Fagiolo 2013, pp. 397-409.
terminaría en Inglaterra decorando los jardi-
p. 99). Sobre la roca, dos árboles flanquean nes de Blenheim Palace (véanse los estudios 56 En Relatione per le feste e allegrezze fatte
una palmera, y de la cueva asoma una ballena. de Avery 2003, Fernández-Santos 2005a y Fru- dall’illustris. et eccellentis. Sig. D. Rodrigo de
29 Sánchez Rivero y Mariutti 1933, p. 123. No tos 2009). Mendoza… per la nascita della serenissima
queda clara la razón por la que estas dos obras Infanta D. Anna Margarita Teresia d’Austria,
43 El grabado aquí reproducido fue publicado
maestras de la escultura no aparecen en el nata últimamente alla maestà cattolica di
en distintas ocasiones por Maurizio Fagiolo
inventario real de 1666, en el que se menciona Filippo IV il Re delle Spagne, Roma, 1651;
dell’Arco; el catafalco ha sido estudiado en
solamente una medalla de plata «del empera- citado en Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-
Berendsen 1961, pp. 229-31.
dor Claudio sobre un águila». Dada la impor- 78, vol. i, p. 416.
tancia excepcional que en la descripción de 44 Marciano 1666.
57 Povoledo 1975.
Cosme III se da a la presencia de las dos obras 45 Véanse Gant Fernández 1978, Rodríguez 58 Fagiolo dell’Arco 1997, p. 512.
en el despacho de Felipe IV, se puede pensar G. de Ceballos 1999, p. 71 y Novero Plaza
59 Para el pontificado de Clemente IX véanse
en un traslado temporal por razones descono- 2001, pp. 119-31.
Roberto 2004 y Fagiolo 2013, pp. 478-84.
cidas, quizá para su restauración (los escudos 46 Señalo finalmente la inscripción que se lee
de los Habsburgo de la fuente, hoy perdidos, 60 Avviso di Roma del 12 de enero de 1669.
en un escudo de la verja perimetral: «episco-
podrían haber sido añadidos tras la llegada de pus cordubensis sicut aquila provocans ad 61 Biblioteca Apostolica Vaticana, Barb. Lat. 6403.
la pieza a España) o para acometer una reorde- volandum pullos suos». La metáfora está 62 Módena, Archivio di Stato, Corrispondenza
nación «museográfica» del despacho. tomada del Deuteronomio, 32, 11 (en el cán- estense del 8 de septiembre de 1669.
30 Schröder 2002, pp. 13-27. Después de 1668 el tico de Moisés se invoca a Dios custodio de 63 Véase Ostrow 1991.
busto se trasladó a las llamadas «bóvedas de Israel como el águila que vela por su nido) y
64 Avviso di Roma del 4 de agosto de 1668.
Tiziano» del Alcázar; el busto de Claudio que- se debe relacionar con el águila que en el
dó dañado en el incendio del palacio en 1734 vano creado por las rocas-gruta, sostiene la 65 Para el aparato celebrativo véase Fagiolo
y se sustituyó, antes de 1837, por una réplica cartela en la que se exalta al ángel como dell’Arco 1997, pp. 458-60.
esculpida por Valeriano Salvatierra para la «guarda de esta ciudad». Curiosamente se 66 Florencia, Archivio di Stato, Mediceo, f. 4027
exposición de la pieza en el Museo del Prado. trata de la misma metáfora empleada con la A, Avviso del 25 de febrero de 1662, citado en
Esta réplica ha sido finalmente eliminada tras colosal águila de la fachada de la iglesia de Fagiolo y Madonna 1985, p. 115, n. 24.

72 MARCELLO FAGIOLO
67 El dibujo, de colección privada romana, está 84 Relación del florentino Torquato Montauto, FEBRUARII». Para la escultura véase Roberto
publicado en Fagiolo dell’Arco 1997, p. 458. residente en Roma, en Zangheri 1985, p. 110. 2004, pp. 204-5; fue publicada como obra anó-
La iconografía está tomada de la «Roma Para la ceremonia de canonización véanse nima por Ferrari y Papaldo 1999, p. 390.
Santa» de Cesare Ripa (Iconologia, ed. de especialmente Preimesberger y Weil 1975,
96 Las ceremonias se desarrollaron en la basílica
1630; véase Fagiolo 1971). pp. 183-98, Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-
vaticana (15 de abril), en la iglesia dominicana
68 Para la crónica de esta descripción véase 78, vol. i, pp. 176-80, Contardi 1978, pp. 83-90
de Santa Maria sopra Minerva (12 de mayo) y
Fagiolo dell’Arco 1997, p. 461. y Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 394-99.
en la iglesia española de San Giacomo; véase
69 Este epígrafe retoma mi escrito en Fagiolo 85 Res gestae, 34, 2. Una copia de esta condeco- Von Pastor (1930) 1961, vol. xiv, parte i, p. 559
dell’Arco y Fagiolo 1966. Los estudios más ración, colocada en la Curia de Roma, es el y Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 455-56.
exhaustivos sobre la Scala Regia son los de clípeo marmóreo procedente del santuario
97 De la Relazione (1668) citada en Fagiolo
Birindelli 1982 y Marder 1997. de Augusto en Arles (hoy en el museo
dell’Arco 1997, p. 456.
arqueológico de Arles): «CLUPEUM VIRTUTIS
70 Para el motivo de la embocadura véase Fagiolo 98 Se sabe que, en la tarde del Miércoles de
CLEMENTIAE IUSTITIAE PIETATIS ERGA
2013, pp. 104-13. Ceniza de 1668, los últimos actos de Clemen-
DEOS PATRIAMQUE».
71 Panofsky 1919. te IX durante su estancia en el convento fue-
86 Para la iglesia véanse Ticconi 1999, Fagiolo
72 En el dibujo del papa (Biblioteca Apostolica ron la visita «al huertecito donde está el árbol
dell’Arco 2002, pp. 89-107 y Apa y Pierangeli
Vaticana, Chig. a.I.17, f. 40v) aparece trazada plantado por el Padre Santo Domingo» y la
2005.
una composición piramidal con la «Meta- oración ante el altar del Sacramento; crónica
87 Documento del 29 de mayo de 1659, publi- de 1668, citada en Roberto 2010, p. 101. Desde
morfosis Petri» sobre «C. Magni» y «Const».
cado en Ozzola 1908. el pórtico de Santa Sabina se accedía a una
Hay que recordar que a principios del
siglo xvi se pensó colocar ante el pórtico los 88 «Veíase sobre el pórtico de la iglesia un meda- capilla dedicada al santo, visible todavía en el
monumentos ecuestres de Carlos V y Fran- llón dorado rodeado por un festón de verdes relieve de Carlo Fontana de 1700 y demolida
cisco I (Marder 1997, p. 193). olivos, y dentro de él esculpidas en bajorrelie- después; Roberto 2010, p. 83.
ve dos estatuas, una de la Religión y otra de 99 La geometría de la serliana acompaña la cur-
73 La donación de veinte mil ducados anuales
la Paz» (la Relazione se cita en Fagiolo dell’Ar- vatura de las arquerías transversales del pór-
se hizo efectiva desde 1660 a 1683; véase
co y Carandini 1977-78, p. 400). tico. Muñoz no menciona ninguna interven-
Carrió-Invernizzi 2007, pp. 256-57.
89 Véase Borgherini 1665. ción sobre la serliana en la relación que hace
74 Véase ibidem, p. 258. La estudiosa sugiere
de las restauraciones, y sin embargo modifi-
que la colocación del Constantino en la Sca- 90 Véase Fagiolo dell’Arco 2002, p. 165.
có en el lado opuesto del pórtico el recorrido
la Regia se concibió como homenaje al rey 91 A partir de 1636, en Roma tuvieron especial de acceso a la basílica, eliminando una hor-
español, gran benefactor de San Pedro. importancia las fiestas en honor de la Inma- nacina especular a la que cobija la escultura
75 Roma, Archivio Capitolare di Santa Maria Mag- culada promovidas por la «nación» española; de santa Rosa y que contenía la imagen de la
giore, Atti Capitolari, 1652-82, fol. 99v, 3 de junio véase Moli Frigola 1992, p. 742. Virgen del Rosario también de yeso, llevada
de 1664; citado por Ostrow 1991, p. 96. 92 Fagiolo y Roberto 1990. tras la restauración de Muñoz a la iglesia y
76 Roma, Archivio Capitolare di Santa Maria Mag- 93 Hay que recordar principalmente las estancias que hoy está, como se ha mencionado, en el
giore, Atti Capitolari, 1652-82, fol. 95, 16 de sep- de san Luis Gonzaga en Sant’Ignazio, las de convento. Agradezco a Sebastiano Roberto la
tiembre de 1663; citado por Ostrow 1991, p. 95. san Camilo de Lelis en la Maddalena y las información que me ha proporcionado sobre
77 Florencia, Gabinetto Disegni e Stampe degli de san José de Calasanz en San Pantaleo. este particular.
Uffizi, inv. 3657; publicado, sin comentarios, 94 La solemnidad de la ascensión fue objeto de 100 Según las investigaciones recogidas en
en Borsi 1980, p. 160. mofa en un sarcástico Avviso del 3 de noviem- Roberto 2004, la estatua se expuso el 15 de
78 La atribución de la arquitectura a Carlo Fon- bre de 1668: «Los frailes de Santa Sabina, feli- abril en San Pedro sobre el altar de la Cáte-
tana en Ostrow 1991, p. 89. ces por la hospitalidad que pudieron dar a dra (Avviso del 21 de abril) y después en San-
Nuestro Señor durante el pasado Carnaval, ta Maria sopra Minerva el 12 de mayo sobre
79 El motivo del entablamento arquitrabado sos-
han fabricado una amplia escalera con la espe- el altar mayor: «Se veía allí esculpida en la
tenido por columnas combinadas con las pilas-
ranza de que Su Santidad se establezca allí y, parte superior la Gloriosa Madre de Dios
tras laterales, tema que Bernini ya había expe-
pese a que se ha corrido la voz, al papa, sin con su hijo en brazos rodeada por algunos
rimentado en los campanarios de San Pedro,
embargo, no se le ha pasado por la cabeza, por ángeles, a uno de los cuales la Virgen María
recuerda a otro motivo miguelangelesco utili-
lo que esa misma escalera por la que han subi- indicaba con el dedo que despertase a la
zado en el pórtico del Palazzo dei Conservatori.
do a tan altas ambiciones, servirá para que beata Rosa, esculpida debajo de ella en acto
80 Múnich, Staatliche Graphische Sammlung, de dormir» (Relazione de 1668, citada en
bajen al refectorio a tomar la sopa».
inv. n.º 34864. Fagiolo dell’Arco 1997, p. 456). El estandarte
95 Así se lee en la inscripción del pedestal de la
81 Véase Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 344-46. pintado por Lazzaro Baldi para la beatifica-
estatua: «TIBI, ROSA, O EMPYREI PARADISI
82 La citada acta capitular de 1663 (véase nota ción, junto a dos cuadros del mismo artista
NOVUM EX ORBE NOVO INCREMENTUM TIBI
76) relata que Bernini eligió ese lugar por su (Visión de Cristo como cantero y Aparición de
PERENNET HOC PEGMA HONORIS, AD POSTE-
capacidad y por la iluminación («non solum la Virgen a la santa, se conservan en la capi-
RITATIS MEMORIAM QUOD CLEMENS IX
ob maiorem capacitatem, sed etiam ob lumen»; lla de Santa Rosa en Santa Maria sopra
PONT. MAX DUM ANNO MDCLXVIII SUB HIS
véase Ostrow 1991, p. 95). Minerva.
TECTIS PER DIES ALIQUOT MORARI DIGNATUS
83 Leipzig, Museum der bildenden Künste, inv. EST, BEATARUM COELITUM ALBO TE SOLEM- 101 Según interpretación de Preimesberger 2011.
ni. 7852v. NITER ADSCRIBENDAM SANXERIT PRID. ID. 102 Véase Fagiolo dell’Arco 2002, p. 180 y fig. 179.

73 LA ESPAÑA SECRETA DE BERNINI: DEBATE POLÍTICO, FIESTAS Y APOTEOSIS


CATÁLOGO

I
ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA [76-97]

II
ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES [98-127]

III
ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA.
BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS
DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX [128-161]

IV
UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES
DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA [162-171]

* Las obras marcadas con asterisco no están presentes en la exposición


1/2 Gian Lorenzo Bernini y 1979-80; Schütze 1998; García Cueto 2011), la historia y el signifi-
NÁPOLES, 1598 / ROMA, 1680 cado de sus Anima beata y Anima dannata las convierten en escul-
turas que encierran numerosas claves sobre la formación y aspira-
1 Anima dannata (Ánima condenada) ciones de Bernini y su fortuna posterior, incluida su relación con la
ca. 1619 Monarquía Hispánica y sus comitentes españoles en Roma.

Mármol, 40 x 29 x 25 cm (base de giallo antico, 19 cm)


En efecto, pensadas como pendant en fecha próxima a los años
Roma, Embajada de España ante la Santa Sede,
que corren entre 1619 y 1621, son previas a algunas de las obras
Depósito de la Obra Pía, 173 r 316250
maestras que hizo para Pablo V y, especialmente, para Scipione
Borghese, aunque debieron ser realizadas durante el pontificado
2 Anima beata (Ánima bienaventurada) del primero (1605-21). Si el Anima beata representa una cabeza
ca. 1619 idealizada de mujer casi en éxtasis, con los cabellos recogidos y
adornados por una guirnalda de flores, con la boca entreabierta
Mármol, 41,5 x 29 x 24 cm (base de giallo antico, 19 cm)
Roma, Embajada de España ante la Santa Sede, como lanzando un suspiro motivado por la contemplación de lo
Depósito de la Obra Pía, 173 r 316252 celestial, de lo divino, del paraíso, con la mirada pendiente de
algo que sucede en lo alto, el Anima dannata mira hacia abajo,
PROCEDENCIA
hacia los infiernos, aterrorizada, angustiada, y la contemplación y
Roma, Pedro de Foix Montoya; Fernando Botinete; posiblemente la experiencia imaginaria de tanto dolor y sufri-
Archicofradía de la Santísima Resurrección, Sacristía de la miento eternos afecta vivamente a la expresión de todo el rostro
iglesia de San Giacomo degli Spagnoli; Sacristía de la iglesia de y sus arrugas, del desorden de los cabellos, como airados y enma-
Santa Maria di Monserrato (1820-1892); Palacio de la Embajada rañados ante lo inevitable, de los ojos, que parecen extraviarse
de España ante la Santa Sede (1892-1910); Seminario Español
ante tanto horror, a la boca abierta, de una forma realista hasta la
en Santa Maria di Monserrato (1910-1943); Palacio de la
deformación expresiva, tanto que parece estar lanzando un grito
Embajada de España ante la Santa Sede, desde 1943
infinito que exaspera lo dramático hasta casi rozar lo grotesco,
BIBLIOGRAFÍA
como no era infrecuente en su admirado Annibale Carracci
Baldinucci 1682, p. 178; Titi 1763, p. 82; Fraschetti 1900,
(Benati y Riccòmini 2006). Retratos del alma, son, además de una
pp. 11-16; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, pp. 50-51, n.º 12;
representación figurativa de lo irrepresentable, expresiones pro-
Wittkower (1966) 1990, pp. 202-4; D’Onofrio 1967, p. 172;
Fernández Alonso 1968, p. 106; Lavin 1968a, p. 240; Kauffmann fundas de la interioridad de las emociones y de los sentimientos,
1970; Fernández Alonso 1979-80, pp. 657-87; Lavin 1980, p. 72; puesta en escena también de la expresión de las pasiones, de los
Hibbard 1982, pp. 16-23; Preimesberger 1985, pp. 1-24; Lavin affetti, que tantas oportunidades ofrecían a los artistas y teóricos
1989, pp. 30-33; Preimesbeger 1989, pp. 415-23; Lavin 1993, del arte para medir su habilidad y virtuosismo —de Leonardo a
pp. 101-36; Avery 1997, pp. 83-84; Schütze 1998, pp. 148-69; Lomazzo, de Miguel Ángel a Caravaggio, de Ribera a Salvatore
García Cueto 2011, pp. 323-29 Rosa— con independencia, o además, del prioritario significado
religioso o político de aquéllas en la Edad Moderna.

Las dos esculturas, con la representación de las almas condenada y Inscritas con particular propiedad en los usos de la retórica, de la
bienaventurada, son obras maestras realizadas por Bernini en su clásica a la jesuítica (Argan 1955 y 1965; Fumaroli [1994] 1995), las
juventud, ahora expuestas por vez primera en España. Extraordina- Ánimas de Bernini buscaban persuadir a quien ya estaba dispuesto
rias por el tema, el virtuoso tratamiento del mármol, la expresión de a ser persuadido, pero poniéndolas en escena, como si el teatro que
los afectos y las emociones del alma y el contenido religioso y teó- era el mundo lo fuera también de las artes y de las convicciones
rico que implican, estas dos cabezas constituyen una prueba mayor religiosas: escenas terribles o maravillosas compendiadas en rostros
de la legendaria habilidad y cultura artística del artista desde muy pensados para conmover, entendidos también como un reto artístico
joven. Algo en lo que insistían las fuentes y sus primeros biógrafos, como era el de la representación de la expresión de las pasiones y de
de Cureau de La Chambre (1681) y Baldinucci (1682) a Domenico los affetti. Ya el propio Wittkower ([1966] 1990) advirtió —aunque ha
Bernini (1713) y tantos otros testimonios de sus contemporáneos sido poco recordado después—, en su magistral estudio sobre la
(Chantelou, durante el viaje a París en 1665 [Chantelou (1665) 2001; escultura de Bernini, que el Anima dannata y el Anima beata tenían
Del Pesco 2007]), confirmado también por las obras de esa época a «un enfoque experimental», «debiendo ser consideradas principal-
él atribuidas y por la documentación. Así, entre lo propio de la mente como estudios fisionómicos», semejantes al tour de force que
leyenda de artista, construida por sus amigos y mecenas más un poco antes ya había planteado con San Lorenzo (1617; Florencia,
próximos (Montanari 1998, 1999 y 2006; Ferrari 2004), incluidos los Palazzo Pitti, Collezione Contini Bonacossi), con San Sebastián
primeros autores de su biografía, y la evidencia de la documenta- (1617; Madrid, Colección Thyssen-Bornemisza) o con el grupo de
ción y nuevas atribuciones y cronología de sus primeras obras Eneas y Anquises (1618-19; Roma, Galleria Borghese), sobre todo en
(Wittkower [1966] 1990; Lavin 1968a y 2004; Fernández Alonso 1960 relación a la escultura de Miguel Ángel y a la tradición helenística.

76 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


Estas dos extraordinarias esculturas plantean tantas certezas mir 2014), como para proponer soluciones a las teorías estéticas
como cuestiones sin resolver que son y han sido un verdadero y fisionómicas que sobre la representación de la pasiones eran
laberinto para los historiadores, abriendo, al tiempo, tantas fasci- habitual preocupación de los artistas y de los teóricos del arte, de
nantes lecturas que las convierten, sin duda, en dos obras maes- Miguel Ángel a Charles Le Brun y su Méthode pour apprendre à
tras de un Bernini que aún estaba por dar lo mejor de sí mismo. dessiner les Passions (1668), en cuyas representaciones del éxtasis
Contemplando su obra posterior, cabría afirmar que las dos áni- y el terror tuvo en cuenta, sin duda, las dos Ánimas de Bernini.
mas encierran in nuce esculturas y preocupaciones más tardías
que dieron ocasión al artista para resolver y proponer toda una Por otro lado, esa condición de autorretrato oculto en el rostro de
concepción del arte que respondía, maravillando y sorprendiendo una figura, que fundamentalmente buscaba representar en lo
siempre, a las demandas de sus comitentes, a las expectativas de individual un dolor y una desesperación sagrados y universales,
los espectadores y de los aficionados, a las preocupaciones de los encierra la condición teatral que Bernini siempre otorgó a sus
artistas, a la teoría misma del arte, entendido como una figuración obras. Es decir, como si las Ánimas fuesen actores que ponen en
teatral del mundo. Así, cabría decir que el Anima beata anuncia escena sentimientos y expresiones con el fin de lograr su inequí-
obras como Santa Bibiana, La Verdad (fig. 7) o el El éxtasis de voca representación figurativa. Él mismo le contó a Chantelou,
santa Teresa (véase cat. 16). Si bien, en este último caso, el pro- en 1665, el procedimiento que solía seguir al respecto, relatándo-
fundo e intenso sentimiento no es fruto de una contemplación, le cómo imitaba mímicamente, o hacía imitar a sus ayudantes, un
sino recibido, vivido en su más profunda interioridad, en sus rostro que representara una idea o una emoción (Fagiolo dell’Ar-
entrañas. Otro tanto ocurre con el Anima dannata, muchas veces co y Fagiolo 1966). Lo narrado a Chantelou (14 de julio de 1665)
puesta en relación con su David (1623-24), de la Galleria Borghe- insiste en esa escenificación con el fin de que alguno de sus
se, entendidos ambos como autorretratos crípticos, lo que tam- colaboradores, que supiera dibujar bien, lo copiase, con el obje-
bién ocurre con su Autorretrato como David, pintado en 1623-25 tivo de hacer expresivo su rostro para representar otros (sagrados
(Roma, Palazzo Barberini) (cat. 5). Pero, mientras que esos auto- o profanos), aunque sabemos que también solía invitar a sus ayu-
rretratos como David eran una metáfora de la identidad buscada dantes a realizar representaciones semejantes, dibujándolos él
por el artista con los retos que el rey bíblico tuvo que afrontar mismo.
para obtener sus triunfos, el Anima dannata es, a la vez, estudian-
do también su rostro ante el espejo, autorretrato de su alma y, por Precisamente un poco antes de las Ánimas, cuando realizó su San
otra parte, expresión de la dificultad vencida para representar, Lorenzo (1617), cuenta su hijo Domenico en su biografía (1713)
con los medios del arte, la deformación de su fisonomía hasta el que, por devoción al santo del que llevaba su nombre y para repre-
dolor, mímesis de la representación de la interioridad más íntima. sentar con realismo su dolor y sufrimiento al ser quemado, el pro-
Es decir, como la imagen del artista extraviado y horrorizado refle- pio Bernini puso una pierna en el fuego y dibujó la imagen que su
jada en un espejo y ventana abierta a su alma, entendidos como rostro sufriente reflejaba en un espejo, así como los efectos que
retos artísticos y estéticos (Preimesberger 1989). las llamas producían en su cuerpo. Todo con el fin de «non errare»
en la representación del doloroso martirio del santo. Pero además
En efecto, Wittkower ([1966] 1990) ya señaló, en su estudio canó- de estas cuestiones, de legendaria tradición entre artistas clási-
nico sobre la escultura de Bernini, que el Anima dannata «tal vez cos, de Parrasio a Estacio (Lomazzo 1584), se ha llamado la aten-
fuera ejecutada delante del espejo», con el rostro del artista gritan- ción sobre el evidente uso que de una obra de su admirado Miguel
do para atrapar el dolor y el sufrimiento imaginados en un infierno, Ángel (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; Preimesberger 1989;
de momento sólo pensado y, sin duda, el historiador tenía presente Lavin 1993; Schütze 1998) hizo sin duda Bernini. Se trata de un
lo afirmado por los primeros biógrafos del artista (Baldinucci 1682; dibujo que representa el Anima dannata (ca. 1525; Florencia,
Bernini 1713) al respecto de la escultura de David de la Galleria Galleria degli Uffizi) y que ha sido interpretado de manera muy
Borghese. Es decir, que el mismísimo cardenal Maffeo Barberini, diferente: o como ilustración del Infierno de Dante («Lasciate ogni
futuro Urbano VIII (1623-44), sujetaba el espejo en el que se speranza, o voi che entrate») o como alegoría de una pasión extre-
reflejaba el rostro lleno de ira contenida de Bernini para ayudarlo ma del artista florentino por Gherardo Perini, al que regaló el
a realizar su escultura. De este modo, el Anima dannata no sólo dibujo (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966). Ambigüedad que el pro-
es expresión del terror ante la contemplación del infierno, con pio Bernini debió asumir, al tratar su Anima dannata como auto-
profundo sentido religioso, sino también autorretrato del artista, rretrato, como ejercicio artístico y como emulación de aquél al
al menos de la necesidad que sentía de experimentar, de repre- que todos decían, desde muy joven, que estaba llamado a sustituir
sentar, vívidamente ese estado del alma, su propia interioridad, lo y superar en su siglo. El dibujo de Miguel Ángel debió de cono-
que concuerda bien con sus convicciones religiosas y con la cerlo a través de la expresiva simplificación de la estampa que
intención misma del encargo. Pero, además, la dificultad de realizara Antonio de Salamanca, reduciendo la complejidad
representar un sentimiento tan extremo era también una respues- del original y convirtiendo el primitivo dibujo no en un apunte del
ta para medirse como artista tanto frente al pasado, del Laocoon- natural, sino en representación de una cabeza, tan próximo a la
te a Miguel Ángel, Tiziano o Caravaggio (Schütze 1998; Falo- obra de Bernini que, sin duda, debió de usarla para su escultura

78 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


(Schütze 1998), lo que confirmaría la aspiración y convicciones plando y meditando sobre la muerte, el juicio final, el paraíso y el
del propio artista y de sus amigos, mecenas y primeros biógrafos infierno, entendidos como pasos previos al Ars moriendi, libro
por convertirse y convertirlo en un nuevo Buonarroti. devocional al que siempre se vinculó (Schütze 1998) el de los
Quattro Novissimi. El prepararse para el bien morir requería que,
Es verdad que ya desde Wittkower han sido numerosos los estu- con antelación, el fiel hubiese «visto» y «experimentado» en su
diosos que también han puesto en relación el Anima dannata con alma la muerte, el purgatorio, el paraíso y el infierno.
otras obras de la historia del arte que constituyen un particular
ejercicio de emulación y cultura artística para el artista, como Las imágenes de los Quattro Novissimi que ilustran el contenido
ocurre con la Medusa y otras pinturas de Caravaggio (ca. 1597; canónico de esos libros devocionales estaban casi siempre inscri-
Florencia, Galleria degli Uffizi), que Bernini debía conocer y que, tas en contextos narrativos, descriptivos, imaginarios y complejos,
conceptualmente, como imagen reflejada en un escudo cóncavo, que acompañaban, como escenarios fabulados, la muerte, el pur-
tantos puntos de contacto estéticos y artísticos tenía con su escul- gatorio, el paraíso y el infierno. Como ha señalado Schütze, espe-
tura. Y si esas referencias y emulaciones artísticas y conceptuales cial importancia para las Ánimas de Bernini debieron de tener,
pueden plantearse en relación al Anima dannata, otro tanto ocurre por su carácter despojado de relatos escenográficos, las estampas
con el Anima beata. En efecto, la crítica ha coincidido en la pre- editadas en 1605 por Alexander Mair (Lavin 1993). En este caso,
sencia en esa cabeza de modelos de Guido Reni, especialmente las cuatro imágenes aparecen aisladas, como alegorías y en forma
en su rostro beatífico y dulce, atravesado por la emoción, casi en de bustos, rodeadas de inscripciones alusivas y pequeñas escenas
éxtasis, ante la belleza del paraíso. La mirada ausente del mundo, entendidas como viñetas que glosan lo que un rostro, figurado
pendiente de una contemplación maravillosa, movido el cuerpo, como expresión del alma, representa. Las correspondientes al
que el rostro deja entrever, y con los labios entreabiertos, suspi- Infierno y al Paraíso guardan, en efecto, una relación de proximi-
rando ante tanta belleza y felicidad prometidas, como observadas dad muy elocuente con las dos Ánimas de Bernini.
en ese preciso momento, captando un instante en el que la gracia
divina muestra su extraordinaria dulzura, es de una idealizada Por otra parte, entender un rostro y sus caracteres fisionómicos,
plasmación y belleza tan irreal como verosímil. Un rostro del alma sus gestos y expresiones, como símbolo de otras cosas y valores o
que emociona por su absoluta ausencia de dolor o de inquietud. principios generales, de comportamientos o virtudes y vicios era
común en la cultura de la época y en la tradición histórica desde
Sorprendería la realización de estas dos cabezas, sufriente la una, la Antigüedad. El propio Cesare Ripa, en las sucesivas ediciones,
maravillada y en éxtasis la otra, si sólo fueran entendidas como desde 1593, de su célebre Iconologia, acentuó esta idea en la que
pendant en el que Bernini pone en juego sus cualidades como una imagen compendiaba conceptos y valores más complejos,
artista, como hombre de cultura, teórico del arte en sus obras, incluso la representación del alma y sus estados era asunto que
entendidas como parangón de la cultura barroca y sus relaciones podía ser representado mediante la figuración de un rostro, del
con la historia del arte y de la escultura. Así, en efecto, cabe teatro a la oratoria, del arte a la predicación o la meditación,
preguntarse sobre el claro significado iconográfico y religioso de como ocurre en este caso con el Anima beata y el Anima dannata.
ambas imágenes, así como sobre el encargo y finalidad del mis- El contenido profundamente religioso de los Quattro Novissimi,
mo. En este sentido, es aceptado, con evidencias sobradas, que su capacidad para representar, para poner en escena, mediante
las Ánimas de Bernini son expresión de un asunto iconográfico un rostro marcado por expresiones y gestos alegóricos y simbóli-
sagrado de profundo enraizamiento en la Europa cristiana desde cos, los sentimientos del alma, el alma misma, debía orientar la
finales de la Edad Media y, sobre todo, tras la Contrarreforma, meditación del creyente, ayudándolo a su salvación. En este sen-
especialmente en la cultura española y napolitana. Durante los tido, las imágenes realizadas con este intenso valor emocional y
últimos años, de Preimesberger (1989) a Lavin (1993) o Schütze religioso fueron muy frecuentes, tanto en la pintura como en la
(1998), han sido numerosos los estudiosos que han coincidido en escultura, incluso en las artes populares y de carácter devocional.
señalar que las Ánimas de Bernini son consecuencia y se inscri- Así, especialmente interesantes, como posible referencia para las
ben en la doctrina bajomedieval de los Quattro Novissimi, reafir- dos esculturas de Bernini, son las series de los Quattro Novissimi
mada después del Concilio de Trento y a la que prestaron espe- que realizara, en cera coloreada, el artista napolitano Giovan
cial atención los jesuitas, de san Ignacio de Loyola a Francisco de Bernardino Azzolino (1572-1645). Series célebres a comienzos del
Salazar o Francisco Escrivà, entre otros muchos, y con los cuales siglo xvii (Leone de Castris 1991; Lavin 1993), Bernini debió, sin
Bernini siempre mantuvo una especial relación, del padre Oliva duda, conocerlas (Schütze 1998).
a Daniello Bartoli. Formulada a finales del siglo xiv por Gerard
de Vliederhoven, su texto tuvo una enorme difusión, con frecuen- Las implicaciones que encierran estas dos obras juveniles de Bernini
cia ilustrada con xilografías y estampas, a veces publicadas como que, como afirmaba al comienzo, parecen encerrar in nuce tantas
repertorios aislados, con breves inscripciones. El texto y sus imá- obras maestras posteriores y tantas convicciones del artista —de
genes buscaban que el creyente meditase, para fortalecerlo en su las religiosas a las culturales, de las estéticas a las biográficas, así
fe y preparar su salvación, en cuatro estados del alma, contem- como su fascinante habilidad en el manejo del mármol y de las

80 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


emociones que puede transmitir, de la puesta en escena de su Monserrato entre 1910 y 1943, para finalmente ser devueltas, ese
universo de referencias artísticas y culturales, complejo y rico último año, a su actual sede (Fernández Alonso 1960 y 1979-80;
como pocos, y también su manera de estar y contemplar el mundo, Lavin 1968a y 1993; Schütze 1998 y García Cueto 2011).
sobre todo para un artista que se decía amigo de las aguas y que
diseñaba su fluir para expresar pensamientos—, tienen su correla- Ese deambular unidas de la tumba y las Ánimas hicieron pensar
to final en el encargo y su vinculación con la cultura española en que las segundas formaban parte de la sepultura de Montoya.
Roma. Fechadas en 1619, aunque cabe la posibilidad de que fueran Aunque es obvio que la arquitectura de esta última no dispone de
un poco posteriores, el Anima beata y el Anima dannata de Bernini espacio, ménsulas ni lugar alguno para situarlas, además, de que
fueron realizadas al final del pontificado de Pablo V Borghese y en sentido estricto, las Ánimas carecen de significación iconográ-
cuando comenzaba a hacer sus primeras grandes esculturas para fica en un contexto funerario. La documentación manejada por
el cardenal Scipione Borghese. Es decir, cuando sus mecenas Fernández Alonso y Lavin llevó a este último a fechar las dos cabe-
empezaban a construir el mito de Bernini como nuevo Miguel zas en 1619, con independencia de la evidencia estilística y formal
Ángel (véase cat. 3), en presencia, siempre entusiasta, del cardenal propia de ese momento en la escultura de Bernini. Si Lavin pudo
Maffeo Barberini, que acabaría siendo uno de sus protectores más leer erróneamente el inventario de Montoya, de 1619, en el que se
decisivos en los años de su pontificado como Urbano VIII. mencionaban «dos medios cuerpos de piedra de estatuas», lo cier-
to es que las Ánimas debieron de ser un encargo de Montoya al
Las Ánimas siempre han sido vinculadas al encargo de un prelado escultor, sabiendo de su fervor y responsabilidades en la importan-
español, Pedro de Foix Montoya (1559-1630), al que el propio tísima Archicofradía de la Santísima Resurrección y conociendo
Bernini retrató, en 1622, en un extraordinario busto de mármol que en su testamento (1630; García Cueto 2011) dejaba dotadas
en su tumba (fig. 14), situada originalmente en la nave lateral misas para las Ánimas del Purgatorio en San Giacomo degli Spa-
derecha, próxima a la entrada a la sacristía de la iglesia de San gnoli, además de que sus relaciones con Pablo V, que tanto lo
Giacomo degli Spagnoli en Roma, la iglesia nacional de la Monar- favoreció, con Scipione Borghese y con Maffeo Barberini debieron
quía Hispánica en la Piazza Navona. Sevillano de origen, residió de facilitarle su contacto con Bernini que, poco después, en 1622,
en Roma desde 1595 hasta su muerte. Formado en leyes en la haría el extraordinario retrato de su tumba.
Universidad de Salamanca, ocupó cargos importantes en la Roma
de Pablo V, desde el comienzo de su pontificado, nombrándolo Sin embargo, los estudios de Fernández Alonso (1979-80) intro-
referendarius utriusque signaturae, además de pertenecer a la dujeron en el estado de la cuestión sobre el encargo y el primer
Archicofradía de la Santísima Resurrección de Cristo Redentor, propietario de las Ánimas a otro español, vinculado a Montoya y
con sede en la iglesia de San Giacomo, cuya devoción por las a la Archicofradía de la iglesia de San Giacomo, como el sacerdo-
doctrina de los Quattro Novissimi y especialmente por las «Anime te Fernando Botinete y Acevedo que, muerto en 1632, parece que
del Purgatorio», es conocida (Fernández Alonso 1960 y 1979-80; legó a la iglesia las dos piezas. Un documento, de 1637, las des-
Lavin 1968a, 1989 y 1993; Schütze 1998; García Cueto 2011). En 1623, cribe con precisión en la sacristía de la iglesia y ya fue usado
una vez realizado su retrato funerario por Bernini, encargó la también por Lavin (1968a), aunque consideró que las entregaba
arquitectura de su tumba al arquitecto Orazio Torriani (1601- por voluntad de Foix Montoya. Sea como fuere, y ante la ausencia
1657), con la ayuda en la decoración de mármoles de Santi Ghet- de pruebas más rotundas, parece verosímil que quien encargase
ti. Si el retrato de Montoya mereció el recuerdo del propio Berni- las ánimas a Bernini fuese el mucho más importante prelado
ni en París, en 1665, y la descripción de los elogios de Maffeo español Foix Montoya, cuyas relaciones con el escultor y su
Barberini fueron mencionados por Baldinucci (1682) y Domenico entorno de mecenas y protectores ya se ha mencionado y que
Bernini (1713), no cabe duda de que la relación del clérigo sevilla- confirma el posterior y magnífico retrato que le encargó para su
no con los Borghese y con el cardenal Barberini fue próxima, lo propia tumba. En todo caso, estas dos bellísimas esculturas
que explicaría su temprana relación con Bernini, no sólo para expresan convincentemente la temprana relación de Bernini con
hacer su retrato, sino, posiblemente, antes, para el encargo del la Monarquía Hispánica y sus representantes en Roma durante
Anima beata y del Anima dannata. el pontificado de Pablo V.

Las dos esculturas se vincularon de antiguo a la tumba de Foix


Montoya, acompañándola en sus diferentes traslados, de la igle-
sia de San Giacomo degli Spagnoli, su primitiva ubicación, a la
iglesia de Santa Maria di Monserrato, en 1820, siendo colocadas
las Ánimas en la sacristía y la tumba en un espacio anexo del
Colegio Español de Santa Maria di Monserrato, donde todavía se
encuentra. Las Ánimas, sin embargo, fueron llevadas, en 1892, al
palacio de la Embajada de España ante la Santa Sede, retornan-
do momentáneamente al Colegio Español de Santa Maria di

81 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


3 Gian Lorenzo Bernini no tiene desperdicio ya que convertía a Bernini, y en sus propias
palabras, en un niño prodigio, cuando la verdad era que tenía
Scipione Borghese treinta y cuatro años al retratar a Scipione Borghese y ya había
1632 realizado obras asombrosas.

Mármol de Carrara, 110 x 90 x 60 cm Se trataba, sin embargo, de una leyenda sobre su tempranísima
Roma, Galleria Borghese, inv. cclxvi habilidad de la que el propio papa Pablo V parecía haber dado
testimonio, cuando Gian Lorenzo contaba tan sólo diez años,
PROCEDENCIA

Colección Borghese según Baldinucci (véase cat. 8). Así, al ver el pontífice una cabe-
za de mármol del jovencísimo artista, ayudante y aprendiz del
BIBLIOGRAFÍA
oficio con su padre Pietro Bernini (1562-1629), le pidió al pequeño
Manilli 1650, p. 73; Baldinucci 1682, pp. 7; Bernini 1713,
escultor que hiciera una cabeza, dibujándole una de san Pablo en
pp. 10-12; Fraschetti 1900, pp. 107-10; Faldi 1954, n.º 36; Hibbard
1961, pp. 101-5; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 69;
media hora, con tal maestría que, dirigiéndose a Maffeo Barberini
Wittkower (1966) 1990, n.º 31; Hibbard 1982, pp. 72-84; Avery (futuro Urbano VIII), le dijo: «Speriamo, che questo giovanetto
1997, pp. 86-88; Coliva 1998a, pp. 276-89 debba diventare il Michelagnolo del suo secolo», tópico que cruzó
su vida y su leyenda ya durante el siglo xvii.

El retrato del cardenal Scipione Borghese (1577-1633), mecenas y Su hijo, Domenico Bernini, en 1713, en su biografía revisada, aña-
protector de Bernini ya desde el pontificado de su tío Pablo V día, al respecto del retrato del cardenal Scipione Borghese, algu-
Borghese (1605-21), es, sin duda, uno de los más emocionantes y nas variantes al relato de Baldinucci que rozan la hagiografía
magníficos retratos que realizara el artista, incluso uno de los más (Montanari 1999). Así, según Domenico, el mismísimo cardenal
impresionantes de todo el siglo xvii, como ha venido mantenien- vio su retrato en el taller en el que trabajaba el jovencísimo Ber-
do la historiografía, de Faldi a Hibbard o Wittkower, de Avery a nini, para, emocionado, pedirle que llevase el busto a Villa Bor-
Coliva, entre otros muchos. Rodeada su realización de una fabu- ghese con el fin de que lo viera su tío Pablo V. Aparecida la veta
lación legendaria, propia de leyenda de artista (Kris y Kurz 1982), (el pelo) en la frente al pulir el mármol sus ayudantes, Bernini
que buscaba confirmar su extraordinaria habilidad, la rapidez decidió hacer una réplica, pidiendo un nuevo mármol, con el fin
genial en realizar sus obras e incluso su casi prematura facilidad de convertir en «su gloria los defectos mismos de la Naturaleza».
como escultor, lo cierto es que el retrato le fue encargado a Ber- Así, para asombro de todos, realizó el nuevo busto con el retrato
nini en 1632, en tiempos de Urbano VIII, y cuando ya había rea- del cardenal en «tres días». Este segundo busto (ambos se con-
lizado, entre 1618 y 1624, algunas de sus más célebres obras para servan en la Galleria Borghese) fue llevado, según Domenico
Scipione Borghese y su familia, del Apolo y Dafne al David, de Bernini, para que lo viera Pablo V en presencia de Scipione
Eneas y Anquises al Rapto de Proserpina, ya colocadas, en esa Borghese que, al contemplar el retrato, reconoció inmediatamen-
época, en Villa Borghese (Manilli 1650; Faldi 1954; Antinori 1995; te que no era el que había visto en el taller, viéndose obligado
Coliva y Schütze 1998), por decisión del propio cardenal. Bernini a contar la historia de lo sucedido y a llevar también el
primer retrato con la veta en la frente. Según este relato filial,
Baldinucci, en 1682, había descrito cómo, una vez terminado el todo sucedió en Villa Borghese y ante Maffeo Barberini, al cual
retrato, el escultor descubrió «un pelo nel marmo», una veta se dirigió a Pablo V diciéndole que el jovencísimo escultor habría
abierta que ocupaba toda la frente (que aún puede observarse en de ser el «Michel’ Angelo del suo tempo», poniéndolo bajo su pro-
ese extraordinario busto). Ante el desconcierto, sin decir nada a tección, lo que el futuro Urbano VIII, al decir del biógrafo, reci-
nadie, hizo una réplica casi idéntica, en quince noches, «di non bió como un regalo, apropiándoselo como suyo. Un Bernini que,
punto minor bellezza del primo», que es la que aquí se expone. crecido en edad, debía hacer, en palabras de Domenico, «celebre
Fueron presentados el primer y el segundo retrato al cardenal, il suo Pontificato con operazioni illustri, e gloriose».
por este orden, que mostró su turbación, sin demostrársela a Ber-
nini, al ver la veta abierta en el mármol; pero, al contemplar el Se trata de relatos contradictorios, aunque usasen de las mismas
segundo retrato, su alegría fue tan grande —escribe Baldinucci— fuentes y documentos (Montanari 1999 y 2006) y ambos insistiesen
que, desde entonces, le quiso siempre con «amor tenerissimo». en el mito y tópico del nuevo Miguel Ángel. Lo cierto, sin embar-
Recuerda su biógrafo florentino que, pasados cuarenta años y ya go, es que el magnífico retrato de Scipione Borghese le fue encar-
muerto Scipione Borghese en 1633, al año siguiente de haber gado al maduro Bernini, que no al jovencísimo y ya virtuoso escul-
realizado el retrato, visitó Bernini, con el cardenal Antonio Bar- tor de las biografías mencionadas, por el propio Urbano VIII
berini, Villa Borghese y, al verlo de nuevo, afirma que pronunció en 1632, a la vez que le encargaba su propio retrato (Coliva 1998b).
estas palabras: «Oh quanto poco profitto ho fatto nell’arte della El encargo debió de hacerse en el verano de ese año y le fue paga-
Scoltura in un sì lungo corso di anni, mentre io conosco, che da do ya en diciembre, mostrando no sólo los profundos cambios que
fanciullo maneggiava il marmo in questo modo!». La observación en el arte del retrato introduce Bernini en el de Scipione Borghese,

82 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


frente a los realizados durante la segunda década del seiscientos y tación, la verosimilitud del parecido, la vida y el ánimo mismo del
cuando llevaba varios años sin dedicarse a la escultura, pendiente retratado, introduce el movimiento en el gesto y ademán del rostro
de otras tareas al servicio del papa Barberini. Por otro lado, el y del torso, con una mirada que se fuga extraviada, que viaja ajena
gesto de Urbano VIII, papa entre 1623 y 1644, como comitente de a lo cercano, inscribiendo al espectador en el propio espacio del
ambos retratos confirmaba el aprecio del pontífice por su viejo retrato, haciéndole cómplice de su presencia. El retrato y su , ade-
amigo Scipione Borghese, desde los tiempos de Pablo V. más, representan la gentileza y carácter afable de Scipione, con los
labios entreabiertos, como quien se dispone a hablar o acaba de
Los relatos recogidos en las biografías de Baldinucci y de Dome- hacerlo. El tratamiento del mármol es casi pictórico, fluido, líquido,
nico Bernini, siendo divergentes, insistían en la precocidad del magnífico, transformando el género del retrato en un emocionado
retrato de Scipione Borghese, que parecían fechar durante el testimonio de la intensa relación que Scipione y Gian Lorenzo
pontificado de Pablo V, cuando Urbano VIII todavía era Maffeo mantuvieron durante tantos años (Lavin 1968a y 2006).
Barberini. En todo caso, ambas biografías abundan en el tono
fabuloso de las leyendas de artista, no sólo insistiendo en el Se ha afirmado, con razón, que la grandeza y maravilla del retrato, su
legendario virtuosismo de Bernini, al que proféticamente sus extraordinaria intensidad expresiva, recoge la feliz confluencia entre
futuros mecenas veían como un nuevo Miguel Ángel, sino inclu- el carácter mismo de Scipione Borghese, su vieja relación de comi-
so yendo a visitar su taller-casa de artista, en el que recibió no tente de obras fundamentales en la carrera de Bernini y la renovada
sólo al cardenal Borghese, sino, después, a otros muchos prínci- estrategia estilística del escultor en esos años. Encargo, sí, pero tam-
pes, incluso a la reina Cristina de Suecia. bién intercambio noble de regalos simbólicos entre el cardenal, al
final de su vida, y el artista más admirado de Roma y de las cortes
El retrato y su réplica son excepcionales y así fueron recibidos en europeas, unidos en el empeño por Urbano VIII, que lo había con-
su época (Ferrari 2004). Fulvio Testi, amigo del escultor, escribía, vertido en el más grande intérprete de sus aspiraciones y de su idea
en 1633, que el retrato del cardenal estaba hecho en mármol de tal de Roma, tan distintas de las de los Borghese. Intercambio metafóri-
forma «che veramente è vivo e respira» (Testi 1967; Coliva 1998b), co de regalos que cabe ser entendido como una especie de homena-
describiéndolo enfáticamente como el «Michelangelo del nostro je simbólico por parte del artista a aquel príncipe que le había hecho
secolo». De hecho, según Baldinucci, como hemos comentado, escultor y afortunado desde muy joven, cuando su padre y él mismo
muchos años después y en compañía de Antonio Barberini, el pro- comenzaron a trabajar para Pablo V y en Villa Borghese, restaurando
pio Bernini se admiraba, al contemplar el busto, de cómo manejaba también esculturas clásicas de la colección que el cardenal y el papa
el mármol en su juventud, aunque, cuando lo hizo, en realidad no Borghese habían ido reuniendo con el fin de reafirmar su prestigio
fuera tan joven. Un caso parecido le hizo recordar a Chantelou en político y el de la familia —frente, entre otros, a los Aldobrandini y a
París, en 1665 (Chantelou [1665] 2001; Del Pesco 2007), el extraor- los Ludovisi— en Roma, a la par que coleccionaban grandes riquezas
dinario realismo de su más temprano busto de Pedro de Foix y poder económico, apoyados decididamente por la Monarquía His-
Montoya (fig. 14), esté sí realizado en tiempos de Pablo V, en 1622. pánica, cuyos intereses defendieron de manera inequívoca en justa
Pero los cambios artísticos entre ambos retratos son extraordinarios. correspondencia, de los políticos a los religiosos, manteniendo buenas
Así, el de Scipione Borghese, afirmando el realismo de la represen- relaciones con el cardenal Borja (véase cat. 10) y los jesuitas.

85 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


4 Gian Lorenzo Bernini cialmente en relación con esta última. Inacabado, quedaban por
definir mil detalles, algunos de ellos propios de la preparación de
Autorretrato una pintura cuando aún está pendiente del color y de la forma,
ca. 1635-38 de la expresión definitiva. Los críticos a la autoría de Bernini han
señalado en el autorretrato del Prado la infeliz definición de los
Óleo sobre lienzo, 46 x 32 cm ojos, su mirada sorda. Aunque esta caracterización resulta añeja
Madrid, Museo Nacional del Prado, p-2476 y propia de un formalismo decimonónico, no deja de ser signifi-
cativa si pudiera considerase un boceto por definir.
PROCEDENCIA

Colección Otto Messinger; adquirido en 1929 por el Museo


del Prado Es más, esas críticas se ven obligadas a reconocer que el rostro
es el de Bernini —lo que es obvio—, que la técnica es muy simi-
BIBLIOGRAFÍA
lar a muchas de sus otras obras de esa época y que está próxima,
D’Achiardi 1908, p. 379; Muñoz 1920; Grassi 1945, pp. 28-30;
Martinelli 1950, pp. 28-31; Pérez Sánchez 1965, pp. 235-36;
en término cronológicos, a los otros dos autorretratos citados.
Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, cat. 103; Fagiolo dell’Arco 2002, Muy posiblemente sea más cercano al autorretrato de la Galleria
p. 52; Petrucci 2006, p. 316; Montanari 2007, pp. 96-97 Borghese que al de los Uffizi y, sin duda, está en las antípodas del
llamado Autorretrato melancólico (ca. 1630, colección particular),
al que se ha vinculado, así como a un autorretrato desaparecido
El Autorretrato de Bernini que conserva el Museo del Prado des- que debía de haber sido copiado por un alumno en la academia
de 1929, fecha en la que ingresó procedente de la colección del de pintura de Bernini (Montanari 2007), que tuvo sus clases,
barón Otto Messinger, podría haber formado parte de la colec- entre 1630 y 1642 (Aronberg Lavin 1975), en el Palazzo della Can-
ción Chigi, como supusieron, verosímilmente, Maurizio Fagiolo celleria, patrocinada por Francesco Barberini. Según esta lectura,
dell’Arco (2002) y Petrucci (2003). Desde que lo publicase en 1908 el Autorretrato del Prado sería importante como testimonio esco-
D’Achiardi, junto con el Autorretrato maduro de la Galleria Bor- lar de un autorretrato desconocido de Bernini.
ghese (1638-40), procedente de la misma colección Messinger, la
crítica no tuvo dudas de su atribución a Bernini y de su relación Si, por el contrario, se atiende a otros historiadores, la mano de
con el mencionado autorretrato de la Galleria Borghese y con el Bernini es indudable, entendiéndolo como un boceto previo a una
Autorretrato (1630) de la Galleria degli Uffizi, ambos considerados pintura más acabada, que creo que no puede ser otra que el Autro-
autógrafos. rretrato de la Galleria Borghese. Que la familia Chigi, según la
apreciación de Maurizio Fagiolo y de Francesco Petrucci, conser-
Tanto Montanari (2003 y 2007) como Ann Sutherland Harris vase esta pintura no puede ser sino indicio de que se trataba de una
(2007) han puesto en duda esa atribución, considerándolo obra obra del maestro, sin dejar de señalar que algún colaborador o
de un seguidor o de taller. El primero, siguiendo a Alpers (1990), discípulo hubiese intervenido en el boceto, aunque resulta muy
pensaba que se trataba de un «autorretrato no autógrafo», a la extraño un procedimiento semejante. Por otro lado, el carácter bos-
manera de los de Rembrandt. Es posible que los argumentos quejado y la agilidad plástica de la pincelada no sólo tienen que ver
esgrimidos por ambos estudiosos sean propios de juicios un tanto con su condición de estudio preparatorio —posiblemente para el
inasibles, como la supuesta ausencia de fuerza y de calidad, siem- retrato mencionado de la Galleria Borghese—, sino que confirman
pre «excelsa» en los autorretratos de Bernini, frente al del Prado. el neovenecianismo de la pintura romana en esos años. Esta carac-
También se añade, para retirarlo de la autoría de Bernini, que no terística ha hecho suponer a numerosos estudiosos una posible
existe correspondencia entre la veloz y enérgica ejecución y el relación de Bernini con Velázquez, presente en Roma entre 1629
rostro poco incisivo, «poco parlante», como propio de una copia y 1630 durante su primer viaje a Italia (Salort 2002). Sin embargo,
apresurada de un discípulo. Si bien cabría pensar que una copia la atención berniniana a la pintura veneciana es anterior y coincide
nunca es apresurada ni veloz y menos si es obra de un discípulo más bien con Annibale Carracci, Guercino o Andrea Sacchi (1599-
o, genéricamente, del taller, sino todo lo contrario. 1661), con el que mantuvo conocidos contactos. Un asunto a con-
siderar, sobre el que me ha llamado la atención Andrés Úbeda de
Tal vez pudiera pensarse, en este caso, en un boceto previo a las los Cobos, es el hecho de que, en el reverso del lienzo, está escrito
obras mencionadas de los Uffizi y de la Galleria Borghese, espe- con pincel el nombre de «Andrea» (¿Sacchi?).

86 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


5 Gian Lorenzo Bernini lar metamorfosis. Domenico Bernini (1713, p. 19) señalaba en su
biografía: «Nel lavorar egli la faccia del David sopra nominato,
Autorretrato como David ritrasse allo specchio la sua con una espressiva in tutto veramente
con la cabeza de Goliat maravigliosa, & il Cardinal Maffeo Barberino, che sovente nella di
ca. 1623-25 lui stanza si ritrovava, con le sue proprie mani gli tenne spesse volte
lo Specchio».
Óleo sobre lienzo, 73 x 65 cm
Roma, Galleria Nazionale d’Arte Antica in Palazzo Barberini, Se trata, por tanto, de un autorretrato que posiblemente ni sea
inv. 2606 previo ni posterior a la escultura, sino contemporáneo de su pro-
INSCRIPCIÓN
ceso de creación, como un ejercicio cambiante sobre lo que le
En el verso del lienzo: «29. Eques Laurentius Berninus pinsit» preocupaba prioritariamente en ese momento: la realización de
la escultura. Imagen legendaria, propia de las leyendas de artista
PROCEDENCIA
(Kris y Kurz 1982), no sólo es autorretrato oculto y a la vez eviden-
Colección de Agostino Chigi (doc. 1658); Casa Chigi; Giovanni
te del autor, sino metáfora de su lucha con el mármol, como la de
Incisa della Rocchetta; adquirido en 1982 por el Estado italiano
David contra Goliat (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 140; Prei-
BIBLIOGRAFÍA
mesberger 1998). Sobre el carácter casi autobiográfico y un tanto
Muñoz 1920, p. 149; Brauer y Wittkower 1931, p. 151; Incisa
narcisista del uso y apropiación por parte de Bernini de la figura
della Rocchetta 1932, p. 507; Grassi 1945, pp. 25-27; Martinelli
de David, de su pasión por la biografía de la figura bíblica, han
1950, p. 150; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, cat. 37; Montanari
1997, pp. 51-52; Angelini 1998, pp. 55-56; Petrucci 2001, p. 87; insistido varios estudiosos, especialmente Francesco Petrucci
Petrucci 2003, p. 141; Petrucci 2006, pp. 312-13; Montanari 2007, (2003), lo que, además, es confirmado por las varias obras que,
pp. 124-26 con la excusa de David, realizó (pinturas, dibujos para estampas
—las Poemata de Urbano VIII [Roma, 1631 y 1638]—, la escultu-
ra de la Galleria Borghese, etcétera).
Muy próximo, en el rostro, a la extraordinaria escultura de David
(1623-24) de la Galleria Borghese, Muñoz lo atribuyó a Bernini en Fueron Maurizio y Marcello Fagiolo, en 1966, los primeros en
1920. Con posterioridad, Brauer y Wittkower (1931) dudaron de identificar este David con la cabeza de Goliat como un autorretra-
su autoría, aunque Incisa della Rocchetta (1932) pudo documen- to de Bernini, poniéndolo en relación con la escultura menciona-
tar que ya en 1658 le era atribuido en un inventario de obras de da. Aceptada la propuesta por todos los historiadores posteriores,
Agostino Chigi y que permaneció en la familia hasta que pasó a de Martinelli a Strinati, sólo Montanari (2007) ha disentido,
la colección del propio Incisa della Rocchetta. Retrato o autorre- negándose a aceptarlo como un autorretrato, proponiendo, por
trato de Bernini, camuflado como criptorretrato con David como otra parte, su procedencia del cardenal Sforza Pallavicino, que se
excusa, a la manera de la magnífica escultura de la Galleria lo habría donado a Alejandro VII en 1662. Un origen que vendría,
Borghese, lo cierto es que su proximidad al rostro del escultor no sin embargo, a coincidir con otra pintura de Bernini, David como
ofrece dudas sobre la identidad, intencionadamente equívoca, del guerrero (ca. 1630), conservada en colección particular y a veces
personaje representado, en un juego de ingenio y agudeza propio atribuida a su colaborador Carlo Pellegrini (1605-1649). En todo
del primer Barroco y del mismo Bernini a lo largo de toda su obra, caso, es sabido que los autorretratos de artista conocen una varia-
de la pintura a la escultura, del dibujo al teatro. dísima tipología, de la verosimilitud del retratado a su exaltación,
de su idealización al juego de espejos y metáforas, de su aparecer
Es verdad que, de Miguel Ángel a Caravaggio, no son infrecuen- como «otro», más o menos legendario o intencionado, a presen-
tes los retratos «ocultos» o crípticos de los artistas tras la aparien- tarse de espaldas o sin rostro, incluso como meras sombras
cia de personajes históricos o bíblicos. En el caso de Bernini, los (Rodríguez Ruiz 2009), cargada la figura del artista de misterio y
ejemplos son numerosos, del Anima dannata (cat. 1) al David de ensimismamiento poético. También hay retratos imaginarios y
la Galleria Borghese, y otros posteriores; no en balde la actividad otros muchos en los que el artista se autorrepresenta atento a las
teatral del artista marcó de manera intencionada sus composicio- tareas propias de su disciplina, frente a sus obras, trabajando en
nes, incluso como actor de sus propias obras. Del David de la ellas, en su casa, taller o estudio.
Galleria Borghese es sabido que su rostro era autorretrato del
escultor, lleno de ira, según la teoría de los affetti. Narran Baldi- En este caso, la pintura de Bernini, no sólo contiene un induda-
nucci (1682) y Domenico Bernini (1713) que el mismo cardenal ble componente cultural e ideológico, apropiándose de la identi-
Maffeo Barberini, luego papa Urbano VIII, le habría sujetado el dad de otro, anhelando esa identificación, sino que, por las fechas
espejo en el que se reflejaba su rostro iracundo para hacer seguro de su realización, constituye una de las primeras y excepcionales
que un dibujo o un boceto, o varios, que no sólo debieron servir- muestras de su actividad como pintor, tan discutida a veces aun-
le para el rostro de la escultura, sino que no es improbable que el que en su tiempo no sólo fuera comparado con Miguel Ángel,
artista lo transformase en la pintura que me ocupa, en una singu- sino con el mismísimo Tiziano o con Correggio.

88 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


6 Pierre Cureau de La Chambre Si Baldinucci usó los documentos que pusieron a su disposición
PARÍS, 1640 / 1693 tanto Bernini como sus hijos, especialmente Pier Filippo y Dome-
nico (D’Onofrio 1962) —quien acabaría publicando en 1713 una
Éloge du cavalier Bernin, en Préface nueva biografía, casi una respuesta a la del escritor florentino—,
pour servir à l’histoire de la vie lo cierto es que ya en 1673 se habían puesto en contacto con Pierre
et des ouvrages du cavalier Bernin Cureau de La Chambre con el fin de que escribiese, en francés,
París, s.n., ¿1685? otra biografía paralela que consideraban fundamental para las rela-
ciones y proyectos que el artista mantenía con la corte de Luis XIV,
Roma, Bibliotheca Hertziana, Max-Planck-Institut incluida la escultura ecuestre del monarca terminada ese mismo
für Kunstgeschichte, Ca. Ber 1921-2810 año. La relación de Bernini con La Chambre —facilitada por Paul
Fréart de Chantelou, que dejara manuscrito el fundamental Jour-
BIBLIOGRAFÍA

Vanuxem 1965; Lavin 1973; Berger 1985; Montanari 1999; nal del viaje de Bernini a Francia en 1665— se remontaba a la
Montanari 2006 estancia parisina del primero, e incluso La Chambre lo acompañó
en su retorno a Roma en octubre de 1665, permaneciendo en la
ciudad y frecuentando al artista hasta finales del año siguiente. A
La importancia de la biografía de Pierre Cureau de La Chambre, su vuelta a París, mantuvo una intensa relación epistolar —que
la primera antes de las «oficiales» de Baldinucci (1682) (cat. 8) y desgraciadamente no se conserva— con el escultor y arquitecto,
de Domenico Bernini (1713), es muy significativa, aunque breve, lo que lo llevó a comprometerse con la idea de escribir la biografía
tanto en su primera versión del Éloge en el Journal des sçavans de Bernini (Vanuxem 1965; Montanari 1999), aunque al final sólo
(24 de febrero de 1681), como en la que reimprimió, con añadi- publicase el fascinante Éloge de 1681 y la ampliación del mismo y
dos, en esta de 1685 (fecha deducida de su intervención, el 2 de el Préface, impresos conjuntamente en 1685.
enero de 1685, en la Académie française), precedida del Préface
pour sevir à l’histoire de la vie et des ouvrages du cavalier Bernin, El Préface constituye una especie de declaración metodológica
que fue lo que leyó en la sesión de ese último año (Vanuxem sobre cómo hacer una historia objetiva, no hagiográfica, del artis-
1965; Montanari 1999). ta —frente a la actitud que adoptarían tanto Baldinucci como
Domenico Bernini—, enfatizando su relación con la grandeza de
Tanto el Préface como las dos versiones del Éloge (1681 y 1685), Luis XIV, incluso con el propio La Chambre, ya que parece que
con una intermedia en 1682 (Bassegoda 1986), constituyeron el le hizo a éste varios regalos, entre ellos un autorretrato en mármol
testimonio más ambicioso, fuera de Italia, de la construcción de del propio artista —posiblemente el que aparece, en posición
una biografía, diríase que europea, de la obra y la vida de Bernini, central, en el grabado alegórico que ilustra el Préface, obra de
algo que el propio artista había previsto y perseguido al menos Sébastien Le Clerc, junto a algunas de las obras más significati-
desde 1673, en un tiempo complicado desde el punto de vista de vas, según La Chambre, de Bernini (la Scala Regia, la plaza de
la fortuna final de sus proyectos y de su vida como artista (Mon- San Pedro, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona y
tanari 1999). Entendida esa biografía como un proyecto familiar la estatua ecuestre de Luis XIV que acababa de llegar a París en
y de sus amigos más próximos, Bernini orientó y ayudó a su hijo, 1685)—. Además del autorretrato de Bernini, La Chambre recibió
monseñor Pier Filippo, en la recopilación del material preciso otros regalos del artista, incluidos algunos bocetos de cera para
para dejar memoria, casi dictada, de la fama y fortuna de su obra esculturas y dibujos, sobre todo uno del Éxtasis de santa Teresa,
y de su vida como nuevo Miguel Ángel, tópico y mito que ya que debió de servir a Claude Mellan para hacer la estampa que
desde los tiempos de Pablo V y Urbano VIII corría entre sus ilustra otra obra importante de La Chambre, aunque poco citada,
mecenas y los primeros críticos de su obra, como ocurriera con su Panégyrique de Ste Thérèse, prononcé devant la reine en l’église
Giovanni Andrea Borboni en Delle statue (1661) (cat. 34), a la vez des Carmélites de la ruë du Boulloy (París, 1678).
que elegían, hacia 1678, a Filippo Baldinucci (1624-1697) como
prestigioso redactor de la Vita del cavaliere Gio. Lorenzo Bernino El Éloge, en sus dos versiones (1681 y la ampliada de 1685) es, por
(1682) (cat. 8), publicada dos años después de la muerte del artis- otro lado, un sutil ejercicio de crítica artística y biografía erudita
ta, cuando arreciaban las críticas sobre su obra, especialmente y próxima, lleno de apreciaciones riquísimas que se hacen eco de
algunas de las realizadas en San Pedro del Vaticano. los aciertos y maravillas de Bernini, así como de sus debilidades.

90 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


7 Anónimo

Elogio de el Cavallero
Juan Lorenzo Bernini
ca. 1682-85

Manuscrito, 4 fols.
Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura,
Biblioteca Pública de Tarragona, Mss. 177

PROCEDENCIA

Biblioteca de Ramon Foguet i Forester;


convento de San Francisco de Tarragona

BIBLIOGRAFÍA

Domínguez Bordona 1954, p. 17; Bassegoda 1986

Este breve y apurado documento manuscrito constituye,


sin duda, una de las más expresivas aportaciones literarias
de la cultura artística hispánica a la recepción y fortuna de
Bernini en España. Dado a conocer por Domínguez Bor-
dona (1954), fue reproducido, con un estudio introductorio
y notas, por Bassegoda (1986), señalando acertadamente
que el autor anónimo del texto tuvo delante para escribir
su Elogio la primera versión del Éloge publicada por Pierre
Cureau de La Chambre en 1681 en el Journal des sçavans.
Este manuscrito debió de escribirse entre 1682 y 1685,
fecha de la aparición de la segunda versión del texto de La
Chambre (cat. 6), y su autor debía de haber conocido
Roma, tal y como se desprende de sus añadidos a las noti-
cias del autor francés, amigo y biógrafo de Bernini.

Encuadernado junto con otros manuscritos en un volumen facticio tura. Se trata de la inesperada llamada de atención sobre su condi-
del siglo xviii, perteneció, hasta 1794, al canónigo de Tarragona, ción de pintor: «haviéndose inclinado desde la niñez a la Pintura,
erudito y arqueólogo don Ramon Foguet i Forester (1725-1794), sin embargo, por la hermandad, que tiene con la Escultura, y pro-
pasando después al convento de San Francisco de la misma ciudad fessar a esta, su Padre con no vulgar crédito, trocó fácilmente los
y de ahí a su Biblioteca Pública. El propio Foguet, su personalidad, pinceles por el cinzel, aunque no tan absolutamente, que con algu-
su biblioteca y su colección son citados elogiosamente por Antonio na interpolación, no se perfecionasse en ambas».
Ponz —al que conoció y con el que mantuvo correspondencia— en
su conocido y todavía fundamental Viaje de España, y no es impro- Descripciones como la de la intervención de Bernini en los pila-
bable, como señalara Bassegoda, que Ponz hubiera podido tener res del crucero de San Pedro demuestran su conocimiento direc-
acceso al presente Elogio para escribir sus noticias sobre el artista. to de Roma y de la cultura artística romana: «para la demostra-
ción que se haze ciertos días del Año de las originales Reliquias
Sea como fuere, el manuscrito representa una muy temprana evo- que allí se guardan, formando en el corazón de ellas, escalas
cación de Bernini y de sus obras en la cultura artística española competentes desde lo bajo asta aquella altura; en que mostró su
con motivo de su muerte, en 1680. Su autor, anónimo, no sólo grande resolución, e inteligencia, bienque no sin reprehensión de
estaba pendiente del Journal francés, sino que sintió la necesidad algunos que le condenaron de temerario [...] exponiéndola [la
de escribir una versión reducida y, por otro lado, ampliada del Élo- fábrica] a una lamentable ruina».
ge de La Chambre. En sus numerosos añadidos demuestra conocer
Roma y la obra de Bernini, pero no sólo como espectador o viajero A esa relación con Roma y Bernini del autor del manuscrito cabe
distante, ya que, al comienzo de su relato, insiste en algo poco añadir algunas reveladoras afirmaciones, que no estaban presen-
recordado por sus contemporáneos y primeros biógrafos, que siem- tes en el Éloge de La Chambre, como las relativas a la columnata
pre escribieron o hablaron de su asombrosa precocidad en la escul- de la plaza de San Pedro: «Es un Círculo, que deja en su centro

92 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


la Aguja, u Obelisco, que allí colocó Sixto V, y se compone de tres
calles cubiertas [...] y sustentado su techo de colunas altíssimas
de piedra [...] por casi todo el Círculo de la gran Plaza, bienque
al presente aún no perfecto, por no haverse puesto mano en el
tercer trozo de este círculo». Otras afirmaciones, como las relati-
vas a la Scala Regia o la ideal vinculación de ésta con el puente y
castillo de Sant’Angelo, confirman un conocimiento nada perifé-
rico de la obra de Bernini y de sus intenciones simbólicas, inclu-
so del alcance urbanístico de sus proyectos.

Al final de su Elogio, nuestro desconocido autor añade una cuestión


importante, vista después de la muerte del artista y en este contex-
to. Así, tras recordar su relación con Luis XIV y Cristina de Suecia
—que sí figura en el Éloge de La Chambre—, añade, expresivamen-
te: «Sin embargo quien mejor la considera [se refiere a su prosperi-
dad] no deja de conocer lo que se hechó [de] menos para el colmo
de su Gloria, y fue que haviendo nacido Vasallo de el Mayor Monar-
ca de el Orbe, no le ayudasse la suerte o su propia elección a seña-
larse en servicio de su Rey como en el de otros Potentados». Repro-
che que, sin duda, hay que tomar en consideración al haber sido
escrito en un tiempo muy próximo a su muerte y en castellano.

93 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


8 Filippo Baldinucci to clima cultural auspiciado a partir de 1676 por Inocencio XI
FLORENCIA, 1624 / 1697 —del que Bernini haría una fantástica caricatura—, así como las
derivadas de los problemas constructivos que presentaba la basí-
Vita del cavaliere Gio. Lorenzo Bernino, lica de San Pedro y su cúpula —de los que se responsabilizaba a
scultore, architetto e pittore Bernini, en una secuencia que ya había comenzado con su cam-
Florencia, Vincenzio Vangelisti, 1682 panario para San Pedro, desmontado en 1646 (véase cat. 12)—,
sin olvidar la situación de su escultura ecuestre de Luis XIV,
Madrid, Biblioteca Nacional de España, er/1035 hicieron que, por un lado, Pier Filippo comenzase a recoger
documentos, textos, cartas y otros testimonios (conservados
INSCRIPCIÓN

El ejemplar lleva una dedicatoria de Pier Filippo Bernini muchos de ellos en los conocidos códices manuscritos de la
al marqués del Carpio: «Monsigr. Bernino lo manda all eccmo. Bibliothèque nationale de France [Mss. Ital. 2082-2084]), inclui-
Sigre. Marchese del / Carpio Ambdre. Di Spagna in segno delle dos los de su padre, con el fin de preparar la biografía, ayudado
obligatni. / che gli professa per la memoria che conserva / dal en esta tarea por el erudito Carlo Cartari. Fue Domenico Bernini
Cavro suo Pre, quale era stimatore Della virtù d. S.E.» (1657-1723), su hermano menor, quien debió de dar forma a una
PROCEDENCIA
primera redacción —publicada posteriormente, con correcciones
Colección del marqués del Carpio y añadidos, en 1713: Vita del cavalier Gio. Lorenzo Bernino (Bernini
1713 y [1713] 2011)— que fue puesta en manos de Baldinucci, con
BIBLIOGRAFÍA

Rodríguez Ruiz 2004; Frutos 2009


la mediación y apoyo del cardenal Decio Azzolino y de la reina
Cristina de Suecia, a la que fue dedicada la obra final impresa.

Se trata, sin duda, de la más célebre y afortunada biografía de Ber- La intención era publicarla aún en vida de Bernini, pero su muerte,
nini, publicada en 1682, dos años después de la muerte de Gian en 1680, truncó el proyecto, editándose por fin en 1682, una vez
Lorenzo, y puesta bajo el patrocinio de la reina Cristina de Suecia ampliado el relato de Baldinucci con un apéndice (a partir de p. 82)
(1626-1689), uno de los últimos refugios de Bernini al final de su vida, sobre los pilares de la cúpula de San Pedro (con estampas expli-
posiblemente junto al trato especial y privilegiado que le brindó don cativas), obra del arquitecto Mattia de’ Rossi, discípulo y colabo-
Gaspar de Haro y Guzmán, VII marqués del Carpio (1629-1687), rador muy próximo de Bernini. La figura de Baldinucci se consi-
durante su embajada romana entre 1677-82. Ya se ha visto que, en deró la más apropiada por el artista y la familia para realizar la
realidad, la primera biografía la publicó La Chambre en París en 1681 empresa (Baldinucci [1966] 2006; Baldinucci [1682] 1948). Colec-
—edición que se amplió en 1685—, aunque no es improbable que cionista, escritor e historiador de temas artísticos, era persona
se tratase de dos iniciativas diferenciadas que debían obedecer a un acomodada y bien instalada en la corte de Leopoldo de Médicis.
mismo fin: el de construir, en un momento de fragilidad, críticas y Su tarea consistió, siguiendo el modelo de las Vite de Vasari y el
conflictos finales en su vida como artista, una especie de «autobio- parangón con Miguel Ángel, en construir una imagen casi hagio-
grafía» destinada a públicos diferentes. Por un lado el francés, por gráfica del artista en la consolidada tradición, desde Pablo V y
razones obvias, aprovechando también para ello su amistad con La Urbano VIII, de la obra de Bernini como imitatio Buonarroti.
Chambre (véase cat. 6), y, por otro, lógicamente, el italiano y roma- Como ilustración principal, antes del frontispicio, Pier Filippo
no, gracias al cual su repercusión internacional estaba garantizada. encargó a Arnold van Westerhout (1651-1725) que grabara el retra-
La fortuna de la obra de Baldinucci fue enorme, conociendo sucesi- to de su padre, siguiendo la pintura que había hecho su discípulo
vas reediciones y reestampaciones hasta tiempos recientes. Giovanni Battista Gaulli (Edimburgo, National Art Gallery of
Scotland). La estampa volvió a ser reproducida en la biografía de
La génesis, intenciones y elección del florentino Filippo Baldi- Domenico Bernini, así como en la de Fraschetti de 1900.
nucci con el fin de que escribiera la biografía de Bernini, casi una
autocelebración de sus cualidades como artista, conducida por el De las intenciones y nueva situación de Bernini, al final de su
propio protagonista y ayudado por algunos de sus amigos más vida, dan idea no sólo estos proyectos para fijar su fama y fortuna,
próximos y, fundamentalmente, por su hijo primogénito Pier su biografía ideal y legendaria, sino también los nuevos mecenas
Filippo Bernini, son cada vez mejor conocidas (D’Onofrio 1966; a los que podía dirigirse en esos años, desde la reina Cristina de
Montanari 1998 y 1999; Delbeke, Levy y Ostrow 2006). Fue en Suecia hasta el marqués del Carpio, al cual, según reconoce en
1673 cuando, para afrontar las críticas que el círculo clasicista de la dedicatoria Pier Filippo y como confirman algunos de los
Giovanni Pietro Bellori (1613-1696), acentuadas durante el distin- encargos que le hizo, le unió una estrecha relación.

94 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


* 9 Charles-Jean-François Chéron bólica y escrita— se encuentran en su relación con poetas e inte-
LUNÉVILLE, 1635 / PARÍS, 1698 lectuales, con papas y príncipes, con amigos y discípulos (Monta-
nari 1998; Delbeke 2012).
Medalla en honor de Gian Lorenzo Bernini
1674 Esta medalla fue grabada por Chéron, artista francés que resi-
dió en Roma entre 1655 y 1674, con frecuentes y estrechos con-
Bronce, 72,8 mm tactos con Bernini y otros artistas, y que recibió a su vuelta a
Patrimonio Nacional, Madrid, Palacio Real, inv. 3 v 3-54 París —recomendado, además, por nuestro artista a Colbert
INSCRIPCIÓN
(Wittkower 1961)— el encargo de hacerla posiblemente del mis-
En el anverso: «eqves · ioa · lavrent berninvs · etatis · mo Luis XIV. En el anverso de la medalla aparece Bernini, de
sve · · anno 76 1674 / f. cheron»; en el reverso: perfil, como era habitual en este género artístico, y a una edad
«singvlaris · in · singvlis · in · omnibvs vnicvs ·» de 76 años, como figura en la inscripción. En el reverso aparece
PROCEDENCIA
una rica y afortunada alegoría con la leyenda: «Singularis in sin-
Colección Real gulis, in omnibus unicus». En ella, las artes que dominó Bernini
de manera singular y única son representadas con sus atributos y
BIBLIOGRAFÍA
acciones. La Escultura, coronada de laurel, ante un busto; la
Checa 2003, p. 224; Ruiz Trapero 2012, p. 583
Pintura, a su izquierda, muda, con pinceles y paleta de colores;
la Arquitectura, a la derecha, con la planta de un edificio y los
Es cierto que Bernini, desde fechas tempranas, cuidó de manera instrumentos de su disciplina, conversando o dirigiéndose a la
especial sus retratos y autorretratos, incluso los criptorretratos, y Matemática, con el compás en la mano.
eso fue así desde los primeros conocidos, de 1616, algunos tantas
veces reproducidos en estampas, como el de Ottavio Leoni, de La medalla y su significado, en elogio de Bernini —tal vez una
hacia 1622. Más de sesenta años autorretratándose, haciéndose prueba del aprecio que el monarca francés sentía por Gian
retratar, incluso autorrepresentándose como si de otro personaje Lorenzo, aunque en esas fechas la relación comenzara a deterio-
se tratase (del Anima dannata [cat. 1] al autorretrato como Ale- rarse definitivamente, especialmente con el retrato ecuestre de
jandro Magno [1621, Londres, National Gallery], del autorretrato Luis XIV—, tuvo una fortuna enorme. Grabada en plata en pocos
como David [cat. 5] al ensimismado, sentado y dibujando de la ejemplares, lo fue, sobre todo, en bronce, y no es imposible que
colección Koelliker [fig. 4], o al raro retrato, tan expresivo, por Bernini y sus hijos dispusieran de algunos ejemplares para regalar
estar al lado de Vitruvio —ambos elocuentemente imaginarios y como signo de autorrepresentación y fortuna. En todo caso, lo
[Rodríguez Ruiz 1994]—, de finales del siglo xvii, en Wilanów más significativo es que La Chambre, en su biografía y elogio de
[Varsovia], Biblioteca del Palacio Real [Fagiolo 2013]). Bernini (cat. 6), hizo hacer a Le Clerc, como viñeta de su Préface
(1685), una versión histórica con ejemplos concretos de esas habi-
Esa autoconsciencia y reclamo legendario de representarse y ser lidades del artista, desde la Scala Regia, la plaza de San Pedro o la
representado —y son muchos los retratos y autorretratos de Ber- fuente de la Piazza Navona hasta la estatua ecuestre de Luis XIV;
nini, ya sean en forma de pinturas, dibujos, esculturas o meda- pero, sobre todo, en la que se representase a la Escultura, coro-
llas— son una prueba indudable de su necesidad, desde una tem- nada de laurel como en la medalla, esculpiendo un busto del
prana edad, de consolidar y construir una imagen de sí mismo y propio Bernini (se ha especulado con el hecho de que ese auto-
de su fortuna como artista que corre al lado de su voluntad de rretrato fuera el mismo que el escultor le había regalado a La
hacer construir, de organizar a su medida, una biografía escrita Chambre). La estampa de Le Clerc tiene, además, como leyenda
de su obra y de su vida, paralelas a sus casas (Borsi, Acidini Luchi- la misma del reverso de la medalla de Chéron.
nat y Quinterio 1981), autorretratos simbólicos de su estar en el
mundo, o a su tumba en Santa Maria Maggiore. Y trazas de esa De la medalla se hicieron eco tanto Baldinucci como Domenico
consciente ambición por perpetuar su biografía —figurativa, sim- Bernini, aunque, extrañamente, no lo hizo La Chambre.

96 CATÁLOGO | I. ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA


10 Diego Velázquez El cardenal era de carácter poco diplomático, a pesar de sus car-
SEVILLA, 1599 / MADRID, 1660 gos y funciones como embajador. Con su comportamiento, arro-
gante a veces y de genio poco dado a sutilezas, hacía valer, sin
Retrato del cardenal Borja duda, su condición de descendiente de reyes y papas, así como el
ca. 1645 ser nieto de san Francisco de Borja, a lo que debe unirse su paren-
tesco, casi desconocido en Roma, con el que habría de ser futuro
Lápiz negro, 188 x 116 mm papa Inocencio X. Un relativo secreto que pudo conocer, comuni-
Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes cándoselo reservadamente a Felipe IV, el cardenal Domingo
de San Fernando, d-2211 Pimentel, embajador extraordinario en Roma entre 1633-37 y cuya
INSCRIPCIÓN tumba diseñaría Bernini en 1653-54 para Santa Maria sopra Miner-
En la parte inferior, a tinta: «4 Rs. 4 Rs. Velazquez»; en otro va. La influencia de Borja como cardenal fue fundamental para la
papel, en el marco del dibujo, a lápiz, letra de Valentín elección del papa Urbano VIII, aunque luego su comportamiento
Carderera: «El Cardenal Borja Arzobispo de Toledo dibujado y actitudes no respondieran a las expectativas ni de Felipe IV ni
pr D. Diego Velázquez» del propio don Gaspar de Borja. En este contexto de confronta-
PROCEDENCIA ción entre las monarquías francesa y española, Urbano VIII solía
Desconocida animar a Bernini a ser punzante en sus comedias, sobre todo si los
BIBLIOGRAFÍA
ridiculizados en las representaciones estaban presentes. Así,
Tormo 1929, p. 72; López Rey 1963, pp. 278 y ss.; Pérez Sánchez durante el carnaval de 1634 y según descripción del corresponsal
1967, pp. 152-53; Brown 1986, p. 174; Pérez Sánchez 1986, pp. 211- del duque de Módena, en carta del 25 de febrero de ese año, aquél
12; Ciruelos Gonzalo 1995, pp. 153-54; Pérez Sánchez 1995, escribió de la comedia de Bernini: «Sta fuori di modo alterato Bor-
pp. 144-45; Mena 1999, p. 99; Pérez Sánchez 1999, pp. 96-97 gia perchè il Cavalier Bernino nella sua Comedia fece comparire un
bue che fu bastonato in palco con riso di tutti, perchè egli sa benis-
simo che fu rappresentato per lui, che fu un bue nelle armi, et che
El dibujo, a lápiz y magnífico, uno de los pocos atribuidos con viene chiamato con nome tale dal Papa. Si è doluto perchè conte-
seguridad a Velázquez, representa cabalmente su manera de nendo nella stessa Comedia uno Spagnolo con un facchino, questi
retratar dibujando. Un género, el del retrato dibujado, en el que fu chiaramente avvertito dal francese che non si lasciasse fare l’huo-
experimentó, por lo que se puede deducir de sus diseños, pocos mo addosso, dal che mosso il facchino bastonò lo Spagnolo con riso
cambios a lo largo de su vida: precisos, verosímiles y psicológica- di tutti. Onde Borgia che intende senza glosa i sensi recondeti
mente penetrantes hasta la exasperación o la frialdad del analista dell’azione, e delle parole tiene offeso il Re, e la natione tutta dal
(Mena 1999). Representa al cardenal don Gaspar de Borja y Papa medesimo, il quale sa molto bene tutte le scene della Comedia
Velasco (1580-1645) y parece preparatorio para el retrato pintado prima che sia recitata […] Dio voglia che il Bernini non ne faccia
al óleo que le hiciera, siendo arzobispo de Toledo, entre 1644 y una amara penitenza in altro tempo, mostrando Borgia di non dover-
1645. De la pintura se conocen varias versiones, aunque se des- si scordare facilmente delle ingiurie ricevute» (Fraschetti 1900;
conoce el lienzo original y todas siguen con cierta exactitud el D’Onofrio 1963; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; Lavin 1982).
dibujo de la Academia de San Fernando.
Bernini, animado por los Barberini, del propio papa a Antonio
Hijo del duque de Gandía y descendiente de la familia Borja Barberini, solía realizar en sus representaciones «caricaturas
(Borgia), el cardenal fue, con anterioridad a la época del retrato, vivientes», como las denominara Lavin, haciéndose eco de cues-
arzobispo de Sevilla, embajador en Roma y virrey de Nápoles, tiones de actualidad y criticando o ridiculizando el comportamien-
entre otros importantes cargos (Aldea 1999, quien propone que to de altos dignatarios en Roma, sobre todo si alguna diferencia o
tal vez el dibujo pudiera haberlo hecho Velázquez en Roma, en confrontación existía con sus mecenas y protectores. Y, precisa-
1630, durante su primer viaje a Italia). En este contexto, es su mente, el cardenal Borja había mantenido sonoros enfrentamien-
condición de embajador en Roma (1616-19 y también en 1631-35) tos con Urbano VIII, especialmente desde 1632, tanto por motivos
y su relación con Bernini la que resulta especialmente elocuente, políticos como religiosos o económicos. De hecho, el papa Barbe-
no sólo por haber coincidido con el momento más antihispánico rini pretendió expulsarlo de Roma en diciembre de 1634, lo que
del artista, en simétrica actitud con la de su protector, mecenas consiguió con la salida del embajador hacia Nápoles al año
y amigo, Urbano VIII, papa entre 1623 y 1644, sino por la mención siguiente. Estas circunstancias explican la irónica caricatura que
irónica y directa al cardenal español en una obra de teatro escrita del cardenal Borja y de los españoles hiciera Bernini en su come-
por Bernini, representada en 1634. dia de febrero de 1634 (Giordano 2006).

98 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


11 Viviano Codazzi el complejo de la basílica, la plaza, el obelisco y los palacios vati-
BÉRGAMO, ca. 1604 / ROMA, 1670 canos. Un encuadre, este último, frecuente en otras estampas y
pinturas de la época (McPhee 2002; Frings y Nesselrath 2005).
El exterior de San Pedro del Vaticano
1635-36 Sin embargo, por el diseño de los campanarios, muy distintos de
los previstos por Maderno y representados en diferentes ocasiones
Óleo sobre lienzo, 168 x 220 cm por Maggi, la estampa que debió de usar con mayor aprovecha-
Madrid, Museo Nacional del Prado, p-510 miento fue la que Martino Ferrabosco incluyó en el importantí-
PROCEDENCIA
simo y fascinante repertorio de grabados de su Libro de l’Archite-
Colección Real (citado en el inventario de 1666) ttura di San Pietro nel Vaticano, publicadas las estampas solas en
una primera edición de 1620 —que fue la que debió de usar
BIBLIOGRAFÍA
Codazzi—, que fue ampliada con comentarios, en 1684, al cuida-
Pérez Sánchez 1965, pp. 257-59; Pérez Sánchez 1970, p. 190,
n.º 55; Marshall 1993, pp. 65-67; Garms 1995, vol. i, p. 50, il. 44;
do del cardenal Giovanni Battista Costaguti y publicada con el
Borobia 2011, pp. 245-46 título de Architettura della basilica di S. Pietro in Vaticano (Bellini
2002; Martínez Mindeguía 2011). Entre los extraordinarios dibujos
en proyección ortogonal realizados por Ferrabosco para narrar,
Presente en las Colecciones Reales desde el siglo xvii y situada mediante estampas, la arquitectura de San Pedro del Vaticano
por entonces en el Alcázar de Madrid, esta magnífica vista de la sólo uno presenta forma de veduta en proyección perspectiva y es
plaza de San Pedro y los palacios vaticanos es obra de Viviano el que representa el alzado de la basílica con dos campanarios,
Codazzi, pintor de arquitecturas y perspectivas con enorme for- que son los que aparecen en la pintura de Codazzi. La estampa
tuna en Nápoles y Roma. Esta pintura es un documento inesti- la aprovechó Ferrabosco para incluir otro proyecto suyo como si
mable, de altísima calidad. Se trata de una vista topográfica, y se hubiese realizado, del mismo modo que ocurre con sus cam-
al tiempo ideal, del lugar y sus arquitecturas. Como era frecuen- panarios de dos cuerpos. Me refiero a la disposición, en el lado
te en este género pictórico (Borobia 2011), el lienzo se convierte sur de la fachada, de otra torre simétrica a la del reloj de la parte
en depositario, a la vez, de realidades precisas y de sueños y norte, que sí llegó a construir, como se ha visto. Se trata, por otro
proyectos. lado, de una estampa que debió de circular de manera indepen-
diente a la magnífica biografía arquitectónica de San Pedro traza-
El encargo debió de proceder de algún personaje erudito y familia- da por Ferrabosco.
rizado con Roma, muy posiblemente el conde de Monterrey,
Manuel de Zúñiga y Fonseca, virrey de Nápoles entre 1631 y 1636 Codazzi, sin embargo, no representó en su pintura ese último
(Marshall 1993; Úbeda de los Cobos 2005), años en los que Codazzi proyecto de Maggi. Es decir, que usando, sin duda, la estampa de
residió en la ciudad, hasta que, en 1647, coincidiendo con la revuel- Ferrabosco para componer su obra, se sirvió de otras vistas, como
ta de Masaniello, se desplazó definitivamente a Roma. La pintura las de Maggi, o posiblemente de alguna otra pintura, si es que no
representa San Pedro del Vaticano antes de las reformas de Bernini tuvo ocasión en esos años centrales de la década de los treinta de
iniciadas en 1637, con la Torre del Reloj —entrada a los palacios del haber viajado a Roma. En todo caso, de su altísima capacidad
Vaticano—, obra de Martino Ferrabosco (Frings y Nesselrath 2005), para recrear arquitecturas antiguas y modernas y para componer
construida en 1618, durante el pontificado de Pablo V (1605-21) y ejemplos imaginarios o fantásticos a partir de estampas y de
destruida en 1659 para levantar la Columnata de la plaza. modelos de diverso origen dan idea sus muchas pinturas de arqui-
tecturas e incluso la realización de algunas obras monumentales
La pintura de Codazzi ha sido fechada, con frecuencia y con y extraordinarias para Felipe IV y la decoración del palacio del
razón, en la década de los años treinta, antes de que, entre 1637 y Buen Retiro. Pinturas encargadas por el conde de Monterrey en
1638, Bernini iniciase su proyecto de los campanarios. No es inve- 1634 en Nápoles a Codazzi, realizadas en colaboración con
rosímil que la pintara en Nápoles, usando para ello algunas estam- Domenico Gargiulo (también llamado Mico Spadaro, 1609/10-
pas que podían estar a su disposición, no sólo las muy conocidas ca. 1675) (Daprà 2002), y de las que se conservan en el Prado
de Giovanni Maggi (1615, 1619 y 1625) que reproducían el estado algunas fechadas hacia 1638, como la Perspectiva de un anfiteatro
de la fachada con las torres proyectadas por Carlo Maderno romano (p-2632), Perspectiva de un gimnasio (p-6210) o el Circo
(Hibbard 1971), sino el repertorio de estampas para el Jubileo de Máximo de Roma (p-6209), entre otras. Un programa excepcional
1625 (Fagiolo y Madonna 1985), en el que el grabador representa sobre la historia antigua de Roma que fue completado con los

100 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


encargos que, al tiempo, el marqués de Castel-Rodrigo realizara ideal, que mezcla, como en un relato, asuntos del pasado, del
durante su estancia como embajador en esa ciudad (Úbeda de los presente y de lo que estaba por llegar, como si todo fuera vero-
Cobos 2005). símil y cierto en el momento de construir la imagen pictórica del
lugar. No es imposible, como he apuntado al comienzo, que el
Es posible, como se ha afirmado en ocasiones, que las figuras conde de Monterrey le encargara la obra y que incluso le hubie-
que ocupan la plaza sean obra de Gargiulo, habitual colaborador, ra proporcionado algunas de las estampas mencionadas, espe-
junto con Aniello Falcone de Codazzi en esos años y con esos cialmente las de Ferrabosco, ya que don Manuel Fonseca y
menesteres. En todo caso, tanto las figuras como todo el espacio Zúñiga había sido embajador en Roma entre 1628 y 1631, antes
arquitectónico parecen la escena de un teatro, a la vez real e de ocupar el cargo de virrey de Nápoles.

101 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


12 Gian Lorenzo Bernini de la construcción, que se vieron agravadas con el levantamiento de
ese primer campanario. Las obras avanzaron con mucha diligencia
Proyecto para el campanario de San Pedro entre 1638 y 1641, fecha en la que el propio papa Barberini ordenó
del Vaticano desmontar el tercer cuerpo y la pirámide que le servía de remate,
1645 quedando paralizadas las obras entre esa fecha (dibujos y estam-
pas de Israel Silvestre testimonian muy expresivamente la situa-
Pluma, pincel, tinta parda y aguada clara, 570 x 280 mm ción del campanario en 1641 [Millon 1962]) y 1646, año en el que
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/14/46/40 comenzó a ser desmantelado totalmente.
PROCEDENCIA

Colección Valentín Carderera, Madrid


La aparición de grietas y las acusaciones sobre la incompetencia de
Bernini como arquitecto obligaron, ya comenzado el papado de Ino-
BIBLIOGRAFÍA
cencio X Pamphili, a la Congregazione della fabbrica a abrir una
Barcia 1906, n.º 8.170; Rodríguez Ruiz 1991, pp. 121-22, n.º 158;
investigación sobre la situación, defectos y consecuencias de lo
Kieven 1993, p. 102; McPhee 2002, pp. 141-42
construido. Así, entre marzo de 1645 y febrero de 1646, ocho arqui-
tectos (entre los que se encontraban amigos y enemigos del escul-
La historia del proyecto (proyectos), construcción y destrucción tor, como Carlo Rainaldi, Martino Longhi, Francesco Borromini o
del campanario para San Pedro del Vaticano realizado por Bernini Pietro Ferrerio, entre otros) debatieron, criticaron y presentaron
es muy conocida, aunque también extraordinariamente compleja. alternativas a lo hecho por Bernini, incluido él mismo, con la inten-
La importancia y significado de estos acontecimientos en su pro- ción de salvar su proyecto, aunque fuera reduciendo los cuerpos de
pia biografía como artista y arquitecto ha sido tratada en innume- las torres, aislando los campanarios o aligerando su composición,
rables ocasiones (en Baldinucci 1682, Fontana 1694, Fraschetti como testimonian tantos dibujos conservados. Un proyecto para el
1900, Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, Marder 1998 o McPhee campanario sur, conservado en la Biblioteca Apostolica Vaticana
2002, entre otros) y el propio escultor, ante su fracaso con el des- (Chigi, Cart. c. 24923) y presentado por Bernini a Inocencio X en
mantelamiento en 1646 de lo construido y las críticas recibidas, 1645, debió de representar un importante empeño del artista por
así como por su separación durante el pontificado de Inocencio X salvar su proyecto en medio de las discusiones a las que estaba
(1644-55) de su responsabilidad como arquitecto de la basílica siendo sometido. Es con ese dibujo —con tres plantas, las dos infe-
—cometido que recuperó con Alejandro VII (1655-67)—, reaccio- riores arquitrabadas (en evidente homenaje a Miguel Ángel), orde-
nó con la creación de uno de los grupos escultóricos más fascinan- nada la tercera con arcos y rematada por una pirámide ornamental
tes de su época, aunque quedara incompleto, como es el de La con el escudo de Inocencio X—, con el que tiene relación directa
Verdad desvelada por el Tiempo (1646-52) (véanse fig. 7 y cat. 13). el diseño que aquí comento. Si bien, en este caso se trata de una
alternativa en la que Bernini ha suprimido el cuerpo intermedio,
El dibujo de la Biblioteca Nacional, que en 1991 pude estudiar y para aligerar el peso del campanario, siendo todos los detalles orna-
atribuir a Bernini, aunque posiblemente con la participación de mentales, las figuras de los doctores de la Iglesia y el escudo ponti-
algún colaborador, se inscribe entre las numerosas alternativas que ficio prácticamente idénticos, incluso en sus rasgos gráficos.
el propio artista, junto con otros arquitectos, preparó en 1645 para
solucionar las críticas y problemas constructivos que había origi- En todo caso, el 23 de febrero de 1646, Inocencio X ordenó la
nado su inacabado primer proyecto, iniciado en 1637-38. Comen- demolición del campanario, haciendo responsable de la catástro-
zado durante el pontificado de Urbano VIII (1623-44), el proyecto fe al propio Bernini, confiscándole sus bienes y apartándole de la
de Bernini pretendía culminar los trabajos de Carlo Maderno en fábrica de San Pedro. Su respuesta no pudo ser, a pesar de caer
la fachada con el diseño de dos torres campanarios situadas en gravemente enfermo, más brillante en los años inmediatamente
ambos extremos. Ya antes del comienzo del proyecto de Bernini sucesivos, con obras legendarias de desagravio como La Verdad o
para el campanario del lado sur de la fachada, Maderno había extraordinarias creaciones como la capilla Cornaro o la Fontana
reconocido las dificultades de cimentación y solidez de ese lado dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona.

102 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


13 Gian Lorenzo Bernini [AQUÍ ATRIBUIDO] fue su decepción ante el fracaso de su campanario para San Pedro
del Vaticano (véase cat. 12), destruido y desmontado en 1646 al
La Verdad desvelada por el Tiempo comienzo del pontificado de Inocencio X e instigada su demolición
ca. 1646-47 parece ser que por, entre otros, Francesco Borromini (1599-1667).

Pluma y aguada sepia, 257 x 206 mm El complejo proyecto, pensado como autodefensa ante las calum-
Madrid, Museo Nacional del Prado, d-2115 nias recibidas por su supuesta incompetencia como arquitecto
—en la mejor tradición de la leyenda de la calumnia de Apeles
INSCRIPCIÓN

«c. bernino.» (Winner 1998, Kauffmann 1970)—, anunciaba que el tiempo aca-
baría develando la verdad de las injusticias a las que se había
PROCEDENCIA
visto sometido. Pensado para su propio placer y gusto y como
Colección Real
testimonio de que la verdad resurgiría con el paso del tiempo,
BIBLIOGRAFÍA Bernini quiso que siempre estuviese en su casa y en propiedad
Pérez Sánchez 1977, n.º 42; Mena 1983, p. 90, fig. 138; de sus herederos (Borsi, Acidini Luchinat y Quinterio 1981). Por
V. Farina en Falomir y Úbeda 2014, pp. 178-79 otra parte, algunos de los temas mencionados que había pensado
representar y que figuraban en el boceto que pudo ver el duque
El dibujo, bellísimo y poco conocido en la historiografía berninia- de Bracciano en 1647 tienen relación directa y simbólica con
na, representa una insólita versión del célebre grupo ideado por otras obras contemporáneas de Bernini en ese momento, de la
el artista con el título de La Verdad desvelada por el Tiempo, Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona a la Santa Teresa
comenzado en 1646 y terminado, incompleto, en 1652, con la figu- de la capilla Cornaro (Winner 1998), así como con el frontispicio del
ra aislada de La Verdad, hoy en la Galleria Borghese de Roma. Obeliscus Pamphilius de Athanasius Kircher (1650).

En diferentes ocasiones, Pérez Sánchez describió no sólo la calidad Los dibujos conservados, de Leipzig al Vaticano y al Louvre (Fras-
del mismo, sino su estrecha proximidad a Bernini, confirmando su chetti 1900, Brauer y Wittkower 1931, Lavin 1981, Winner 1998 y
posible autoría. Por su parte Mena dudó de la misma, considerando Herrmann-Fiore 1999), explican en parte el proceso del proyecto,
que, por sus características gráficas y formales —incluida alguna así como la posibilidad de que hubiese sido pensado al comienzo
imprecisión figurativa en la postura de la pierna derecha de La como una pintura o una estampa, para acabar en su condición de
Verdad—, podría ser obra de Giovanni Battista Gaulli il Baciccia grupo escultórico, aunque inacabado. El dibujo del Prado presen-
(1639-1709) discípulo de aquél, fechándolo a finales de la década ta, en su proximidad al conservado en el Louvre —copia de un
de los años sesenta del siglo xvii. Para Mena, además, la inscrip- diseño perdido de Bernini—, una variante importantísima en la
ción que figura en el dibujo («C. Bernino.») es «indudablemente que no ha reparado la crítica que hasta ahora se ha ocupado del
española» por «la grafía del nombre», aunque tal denominación no mismo. Me refiero a la posición invertida del grupo, posiblemen-
sólo fue habitual en la Italia de su tiempo, sino incluso en el título te dibujado así para ser grabado, lo que no sólo vendría a confir-
mismo de la biografía de Baldinucci (véase cat. 8). mar algunas de las cuestiones expuestas, sino que el propio Bernini
debía de estar muy pendiente del dibujo para esa estampa que
La compleja historia del proyecto y sus significados ha sido tratada encajaba convincentemente en sus intenciones, posiblemente al
en innumerables ocasiones, aunque siguen abiertas numerosas margen del proyecto escultórico y pensada como imagen de pro-
incógnitas. Lo que parece claro, por diferentes testimonios, desde paganda sobre la injusticia cometida con su obra para el campa-
el de Paolo Giordano II Orsini, duque de Bracciano (1647), has- nario de San Pedro. El dibujo, ciertamente magnífico, presenta al
ta el de Domenico Bernini (1713), pasando por la descripción que Tiempo volando a la izquierda de la Verdad, que tiene sus manos
el propio Bernini hiciera en 1665 durante su estancia en París casi recogidas sobre sí misma, variante previa, sin duda, a la deci-
(Chantelou [1665] 2001), es que en origen el grupo escultórico, del sión final tomada para la escultura con una mano extendida con
que sólo realizó, al final, la ya recordada figura de la Verdad, la máscara de un sol radiante. Sólo conozco un dibujo, posterior
incluía también la del Tiempo, volando a su derecha y levantando a los años mencionados, pero copia de una versión desconocida
el paño que la cubría. Esa figura inverosímil y aérea debía apoyar- —con la Verdad con los brazos abiertos—, en el que el Tiempo
se en un bajorrelieve con obeliscos, columnas y mausoleos arrui- se sitúa a la izquierda de aquélla (Düsseldorf, Kunstmuseum;
nados por el paso del tiempo. El motivo de tan compleja alegoría Winner 1968).

104 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


14 Gian Lorenzo Bernini Este dibujo está en estrecha relación con otro apunte —conser-
vado también en la Biblioteca Nacional de España (cat. 15)—
Ventana de la capilla Cornaro en Santa Maria realizado para el arco de ingreso de la capilla Cornaro. Boceto
della Vittoria previo para la decoración de la bóveda y la ventana de la misma
ca. 1647-51 capilla en Santa Maria della Vittoria, en este caso se trata de una
primera idea para la pintura al fresco y estuco coloreado que
realizaría Guido Ubaldo Abbatini (1600-1656), estrecho colabora-
Pluma sobre trazos de sanguina, 172 x 237 mm
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/16/42/20 dor de Bernini y pintor que también trabajó con Pietro da Corto-
na, y que se había formado con el Cavalier d’Arpino. Cercano a
PROCEDENCIA los Barberini, fue ayudante de Bernini en diferentes proyectos,
Colección Valentín Carderera, Madrid del Palacio Vaticano a la capilla Raymondi en San Pietro in Mon-
torio, de la capilla Pio en Sant’Agostino (véase cat. 22) a la capilla
BIBLIOGRAFÍA

Barcia 1906, n.º 7.817; Cocke 1972, p. 553; Lavin 1980, fig. 250; Cornaro, que ahora interesa. De ésta realizó, además, para Fede-
Mena 1984, p. 36, cat. 6; Santiago Páez 1991, p. 123; Fagiolo rico Cornaro (1579-1653), promotor y mecenas de la misma, una
1999, pp. 348-49; Fagiolo dell’Arco 2002, il. 29 detallada y minuciosa pintura que la representa tal y como debió
de aparecer en el momento de su inauguración en 1651 (fig. 53).
Cornaro la colocó, como memoria de su capilla y
de su familia, en su residencia del Palazzo di San
Marco en Roma (Lavin 1980).

La pintura de Abbatini representa bien, como en


un retrato pintado, la extraordinaria complejidad
conceptual, artística y religiosa de la capilla Cor-
naro tal y como fue construida, atendiendo al bel
composto berniniano, a esa peculiar unidad de las
artes visuales puesta en escena en una sola obra y
capaz de saltar las reglas sin violarlas. O, como
decía Baldinucci que solía repetir Bernini: «Chi
non esce talvolta della regola non la passa mai»
(Baldinucci 1682, p. 67), lo que era confirmado por
su hijo Domenico Bernini, cuando afirmaba que
su padre «habbia saputo in modo unire assieme le
belle Arti della Scultura, Pittura & Architettura, che
di tutte ne habbia fatte in se un maraviglioso com-
posto» (Bernini 1713, p. 33). Si una obra de Bernini
encarna a la perfección esas observaciones y con-
vicciones es, sin duda, la capilla Cornaro con El
éxtasis de santa Teresa, en la que, desafiando las
reglas que gobernaban las tres artes, más que usar-
las al tiempo, las confunde, pasando de la una a la
otra con eficacia maravillosa.

En un momento de fragilidad institucional de Ber-


nini, después de su hegemonía durante el pontifi-
cado de Urbano VIII, esta capilla constituye, jun-
to con la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza

Fig. 53 Guido Ubaldo Abbatini, Vista de la capilla


„

Cornaro en Santa Maria della Vittoria, 1651-52.


Óleo sobre lienzo, 168,2 x 120 cm. Schwerin,
Staatliches Museum, inv. g 930

106 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


Navona —realizada una vez recuperado su prestigio ante Inocen- go divino que, en forma de dardo, portaba el bellísimo querubín
cio X—, una de sus obras maestras y representación simbólica y que describiera en su autobiografía.
excepcional de la cultura barroca. La estrecha relación de Fede-
rico Cornaro con los carmelitas descalzos, tanto en Venecia, su Así, como en un milagro, Bernini y, metafóricamente, Dios mismo
patria, como en Roma, permitió que santa Teresa de Jesús, cano- logran diseñar este maravilloso fragmento del cielo en la tierra, en
nizada en 1622, entrase con extraordinaria intensidad en la órbita el que la capilla es a la vez tumba del cardenal, celebración de su
de la espiritualidad del mundano Bernini y en sus relaciones con familia y exaltación de santa Teresa, cuya Transverberación tiene
la cultura hispánica; si bien lo fue, en este caso, a través de la lugar en un templo, de planta oval, dentro de otro templo, en el que
trascendencia universal de la religiosidad y misticismo de la san- la luz divina convertida en artificio de estuco dorado, o dirigida
ta de Ávila. De hecho usó (Lavin 1980) fuentes iconográficas y teatralmente, transforma todo el espacio en una simulación ilusoria
textos de autores españoles (Manzanedo 1647 y Tomás de Jesús y maravillosa de la secuencia que conduce de la muerte, y median-
1610 y 1652) o directamente inspirados en ellos (Alessio Maria te la santidad de Teresa de Ávila, a los cielos, los cuales parecen
della Passione 1647 y 1653), además de los propios escritos de perforar la arquitectura, sustituyendo la bóveda construida la ven-
santa Teresa, para poner en escena, con todas las artes a su ser- tana misma, ocupando las nubes de gloria incluso el marco de esta.
vicio, fundidas y confundidas entre sí, uno de los momentos más Y eso, que fue lo que pintó y metamorfoseó en estuco Abbatini, es
extraordinarios de unión mística entre la santa y Dios, el de la lo que aparece representado en el hermoso e importante dibujo de
Transverberación, penetrada, entre la dicha y el dolor, por el fue- Bernini aquí expuesto.

107 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


15 Gian Lorenzo Bernini confundir lo real y lo imaginario, engaño de los ojos y maravilla
de las emociones. De este modo, la luz se hace estuco, la pintura
Proyecto para la decoración del arco genera la ilusión del relieve, los cielos y nubes parecen atravesar
de ingreso a la capilla Cornaro los muros para hacerse presentes en el interior de un espacio en
en Santa Maria della Vittoria el que el milagro es contemplado por el promotor, el cardenal
ca. 1647-51 veneciano Federico Cornaro (1579-1653) y su familia, incluidos
sus antepasados, aunque su presencia en los palcos laterales
Pluma, lápiz negro y sanguina, 255 x 146 mm parece alejada del acontecimiento que se produce en el altar, en
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/20/50 el escenario, como distraídos de la representación principal, tea-
tro en el teatro, como ya acertara a escribir Marcello Fagiolo.
PROCEDENCIA

Colección Valentín Carderera, Madrid


Prácticamente contemporánea de la Fontana dei Quattro Fiumi
BIBLIOGRAFÍA
en la Piazza Navona, inaugurada en 1651, de La Verdad desvelada
Barcia 1906, n.º 8.516; Mena 1984, pp. 36-37, cat. 7;
por el Tiempo, en la que comenzó a trabajar en 1646 (véase cat. 13
Santiago Páez 1991, p. 125; Fagiolo dell’Arco 2002, il. 30
y fig. 7), o de la capilla Alaleona en Santi Domenico e Sisto, de
1649-50, la capilla Cornaro es una de las obras claves que mues-
De extraordinaria calidad y de mano de Bernini, este dibujo fue tran la extraordinaria madurez de Bernini y de su concepción de
identificado como tal por Manuela Mena (1984). Magnífico en su las artes, justo en unos años, los del pontificado de Inocencio X,
ejecución y técnica, el boceto tiene la agilidad de quien piensa en los que su fortuna parecía haberse oscurecido, después de la
también con las manos para atrapar ideas que tienden a desvane- muerte de Urbano VIII y del fracaso de su campanario para San
cerse o pueden fugarse, como los mismos querubines y ángeles Pedro del Vaticano. Del proceso proyectivo de la capilla, la Biblio-
que, entre guirnaldas o portando libros, decoran el arco de acceso teca Nacional de España conserva dos bellísimos dibujos. En este
a la capilla Cornaro en Santa Maria della Vittoria, con El éxtasis de caso, el abocetado y agilísimo apunte de Bernini da cuenta de
santa Teresa como excusa central también de la puesta en escena manera excepcional del minucioso trabajo realizado para estudiar
del bel composto de la unidad de las artes visuales que estudiara con mimo cada detalle de la capilla, realizada por el propio Ber-
Lavin (1980) y que ya describieran el propio Bernini y sus primeros nini y sus habituales colaboradores en esos años, de Giacomo
biógrafos, Filippo Baldinucci (1682) y su propio hijo Domenico Antonio Fancelli o Gabriele Renzi a Ercole Ferrata o Antonio Rag-
Bernini (1713). La capilla es una puesta en escena, a la vez, de la gi y, para la pintura, Guido Ubaldo Abbatini, entre otros entalla-
Transverberación de la santa y de las artes, de la vívida experiencia dores, doradores y marmolistas (Napoleone 1998).
del éxtasis divino, milagro en representación permanente de un
momento único, como si el tiempo se hubiera paralizado eterna- El apunte para la decoración del arco de ingreso de la capilla ha
mente, siempre sucediendo; y también de sus mecenas, la familia sido pocas veces tenido en consideración, ya que la mirada es
Cornaro, atentos al milagro y espectadores de lo divino y de lo conducida escenográficamente hacia el extraordinario grupo del
humano, de los cielos y de la tierra, de la luz trascendente y de la Éxtasis de santa Teresa, con sus luces dirigidas y fingidas, e inclu-
natural, de la vida eterna y de la muerte, del suelo a la bóveda, con so a la arquitectura del altar que lo cobija, tan próximo a los
todas las artes al servicio de una representación teatral (Fagiolo altares de Francesco Borromini en la nave mayor de San Giovanni
dell’Arco y Fagiolo 1966; Lavin 1980). in Laterano, diseñados para el Año Santo de 1650 (Portoghesi
1978; Fagiolo 2013). Sin embargo, tanto el dibujo como el arco
Proyectada y construida entre 1647 y 1653, Bernini puso toda su realizado constituyen, con sus ángeles y querubines que celebran
potencia creadora e ilusionista en este complejo escenario en el en forma de fiesta y danza (Fagiolo dell’Arco 2002), el anuncio
que la arquitectura, la escultura, la pintura, los mármoles, los triunfal de la entrada a una capilla en la que se representa la
bronces y los estucos, además de las luces doradas artificiales y maravilla de un milagro y se honra, al tiempo, a su promotor,
la natural, dirigida como en un teatro, entran en escena para Federico Cornaro.

108 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


16 Gian Lorenzo Bernini Museo del Hermitage, identificado como de Bernini por Gianneta
Matzulewitsch (1963), fue cuestionado durante mucho tiempo por
El éxtasis de santa Teresa los estudiosos de la escultura de Bernini, de Wittkower ([1966]
ca. 1647 1990) a Marcello y Maurizio Fagiolo dell’Arco (1966), y de Kauff-
mann (1970) a Lavin (1980) o Bacchi (en Bacchi y Zanuso 1996).
Terracota, 45 x 35 x 22 cm
San Petersburgo, Museo Estatal del Hermitage, h. ck. 619 La opinión generalizada, desde finales del siglo xix, era que se
trataba de un boceto copiado del original en mármol; tal era la
PROCEDENCIA

Colección Farsetti, Venecia; San Petersburgo, 1799 calidad del boceto de terracota, tan próximo a la escultura reali-
zada. La composición, el vuelo y los pliegues del vestido de santa
BIBLIOGRAFÍA
Teresa, su rostro, todo es muy similar a la obra final, pero no
Matzulewitsch 1963, p. 69; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966,
idéntico —existen diferencias muy reveladoras en algunos deta-
n.º 130; Wittkower (1966) 1990, n.º 48; Lavin 1980, p. 212;
Avery 1997, p. 149; Fagiolo 1999, pp. 351-52; Checa 2003, n.º 4.5;
lles—, lo que podría hacer pensar en un modelo de presentación
Finaldi y Savvateev 2011, n.º 99; Dickerson, Sigel y Wardropper para Federico Cornaro (1579-1653), comitente de la capilla, y no
2012, cat. 17, pp. 195-98 sólo en un bozzetto previo, de los muchos que se preparaban en
el estudio de Bernini en el proceso proyectivo de cualquier obra,
incluidos los dibujos preparatorios, como ocurre, en el caso de esta
El bellísimo boceto en terracota de San Petersburgo —que repre- escultura, con los conservados en Leipzig (Lavin 1981) (fig. 54) o,
senta el proyecto casi final para la escultura en mármol de Carra- para la decoración de la capilla, con los de la Biblioteca Nacional
ra del Éxtasis de santa Teresa, protagonista central de la capilla de España (cat. 14 y 15).
Cornaro— es uno de los pocos conservados para esta obra maes-
tra de Bernini, con excepción de una Cabeza de santa Teresa de Procedente de la colección veneciana del abate Filippo Farsetti
Ávila (Roma, Palazzo Venezia), atribuida con muchas dudas al (1703/4-1774), fue adquirido por el zar Pablo I de Rusia en 1799,
artista, y, ya preparatorio para el palco celebrativo de los Cornaro siendo finalmente depositado en el Hermitage en 1919. Los últi-
en el lado izquierdo de la capilla, del más conocido Cuatro miem- mos estudios y análisis de la terracota, bellísima en su ejecución,
bros de la familia Cornaro (Cambridge, Fogg Art Museum). El del permiten suponer que posiblemente fue retocada o restaurada
después de realizada la escultura en mármol y antes de 1760
(Dickerson, Sigel y Wardropper 2012, cat. 17). La vinculación de
Federico Cornaro con los carmelitas descalzos, tanto en Venecia
como en Roma, además de su devoción por santa Teresa, expli-
can que pensara en su tumba en la capilla de Santa Maria della
Vittoria, adyacente al convento de esta orden, como en un espa-
cio simbólico en honor de la mística santa española, así como
celebración de su familia, en tradición particularmente venecia-
na (Rodríguez Ruiz 2013). Tanto Bernini como, obviamente,
Federico Cornaro estaban familiarizados con los textos e imáge-
nes que sobre santa Teresa de Ávila circulaban en Roma, espe-
cialmente los de Alfonso Manzanedo de Quiñones y Tomás de
Jesús. Si con el primero debió de mantener una más que proba-
ble amistad y trato (Lavin 1980), del segundo debió de leer la
traducción que, con motivo de la terminación de la capilla Cor-
naro, se publicó en Roma en 1652, con el título de Compendio
dell’oratione mentale, síntesis y glosa de las ideas y textos de
santa Teresa, editado originalmente en Madrid en 1610. Si ya en
la dedicatoria de la edición romana al cardenal Cornaro se rea-
liza una intencionada comparación entre su capilla y el paraíso,

Fig. 54 Gian Lorenzo Bernini, Estudio de cabeza de santa Teresa,


„

ca. 1647. Sanguina, 280 x 207 mm. Leipzig, Museum der bildenden
Künste, inv. ni. 7882r

110 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


DETALLE CAT. 16

no cabe duda de que para el grupo de la santa y el querubín que ese repetido acontecimiento, sagrado e íntimo, en el que, para-
clava su dardo divino y ardiente, metáfora del matrimonio místi- fraseándola, un ángel querubín, bellísimo y desde su lado
co entre Dios y Teresa de Ávila, Bernini debió de tener presente izquierdo, con su lanza o dardo de oro y punta de hierro ardien-
la descripción que la santa hiciera en su Libro de la Vida (manus- te, penetró su corazón y sus entrañas, dejándola toda inflamada
crito original de 1562, incompleto, en la Biblioteca del Escorial, de amor divino, con un dulce dolor agudo, propio de la relación
con numerosas ediciones impresas en el siglo xvii y después) de entre el alma y Dios.

112 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


* 17 Gian Lorenzo Bernini el escultor fue recompensado, además, con una «gran collana di oro
per honorario» (p. 64). Wittkower ([1966] 1990) y otros historiadores
Cristo crucificado dieron, sin embargo, por ciertas las afirmaciones de sus primeros
1654 biógrafos, frente a la propuesta de Fraschetti, que después ha con-
firmado la documentación aparecida y estudiada en los últimos
Bronce dorado y madera, 140 x 120 x 34 cm años. En primer lugar, Petrucci (1998) y Fagiolo dell’Arco (2002)
Patrimonio Nacional, San Lorenzo del Escorial, estudiaron el diario del cardenal Fabio Chigi (futuro Alejan-
Real Monasterio, Sacristía del Colegio, inv. 10014979 dro VII), que confirma que el 8 de febrero de 1654 Bernini le ense-
PROCEDENCIA
ñó la «Croce» y que el cardenal, por entonces secretario de Estado
Panteón del Real Monasterio de San Lorenzo del Escorial, 1654 de Inocencio X, mantuvo conversaciones al respecto con el emba-
jador español, a la sazón don Diego de Aragón, IV duque de Terra-
BIBLIOGRAFÍA
nova, que lo fue entre febrero de 1654, cuando Fabio Chigi vio
Santos 1657, p. 134; Baldinucci 1682, pp. 37, 74, 148; Bernini
1713, p. 64; Fraschetti 1900, p. 216; Voss 1924-25, pp. 35-36; terminado el crucifijo, y junio de 1657 (García Cueto 2005).
Tormo 1925, pp. 117-45; Niño 1945, pp. 150-51; Martinelli 1956,
pp. 37-39; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 150; Wittkower Es decir, que, muy posiblemente, el encargo de Felipe IV fuera rea-
(1966) 1990, pp. 264-69; Rodríguez G. de Ceballos 1982, p. X; lizado en 1653, mediante gestiones del conde de Oñate (García
Santiago Páez 1985, pp. 273-74; Martín González 1991, pp. Cueto 2010b), y con destino al Panteón Real del Escorial, inaugura-
193-97; Martinelli 1996, pp. 186-87; Montanari 1997, pp. 50-51; do en marzo de 1654 y descrito el crucifijo, aunque sin mencionar a
Petrucci 1998, pp. 191-93; Fagiolo dell’Arco 2002a, pp. 112-19;
su autor, en la biografía del edificio publicada por Francisco de los
Checa 2003, pp. 206-7; García Cueto 2005, pp. 317-22;
Santos (Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real de El
Montanari 2009, pp. 2-25; García Cueto 2010b; López Conde
2011, pp. 211-36 Escorial, 1657): «Es este Crucifixo en bronce, de cinco pies de alto,
y tan excelente hechura que serán pocas, o ninguna, las que llegaren
a su primor, y valentía, hízose en Roma […] todo tan ajustado, grave,
El Cristo crucificado de Bernini fue considerado, durante mucho tiem- autorizado, y devoto, y tan conveniente a todo lo demás que se ha
po, casi la única obra importante del escultor conservada en España referido del Edificio […] moviendo al culto, reverencia, y rendimien-
(Wittkower [1966] 1990; Rodríguez G. de Ceballos 1982), a pesar de to de todos quantos entran allí». El crucifijo que describe el padre
conocerse, por fuentes impresas y manuscritas, la existencia de otras Santos es, sin duda, el de Bernini, ya que afirma «hízose en Roma»,
o de tener noticias de varios encargos realizados al artista en Roma por y los elogios que de él hace debían representar la convicción general
parte de mecenas y representantes de la Monarquía Hispánica. El de la corte de Felipe IV, aunque luego fuera sustituido, en 1659, por
crucifijo escurialense, encargo de Felipe IV con destino al Panteón el Crucificado más algardiano de Guidi (Montanari 2009) y no es
Real del Escorial, ha tenido sólo una relativa fortuna hasta tiempos imposible que la iconografía de sus cuatro clavos contribuyese al
recientes, tanto en relación con la propia escultura de Bernini (Rodrí- cambio, con Velázquez en la sombra (Bassegoda 2002).
guez G. de Ceballos 1982), como por las dudas sobre el encargo, las
fechas y la génesis del mismo que se han mantenido hasta hace poco. Es cierto que cuando la inauguración del Panteón en marzo de 1654
Por otra parte, el hecho de que ya en 1654 fuera destinado al Panteón (Bustamante 1992), el Cristo que presidía el altar era el del floren-
Real del Escorial hacía difícil su contemplación, a lo que contribuyó tino Pietro Tacca (1614-16), mientras llegaba el de Bernini. Como el
significativamente su traslado, en 1659, a la sacristía del colegio escu- altar con un crucifijo fue representado en una estampa del libro de
rialense, donde permanece, siendo sustituido por otro crucifijo debido Santos, grabada por Pedro de Villafranca ya en el mismo año de 1654
a Domenico Guidi (1625-1701) (Portela Sandoval 1994). (Santiago Páez 1985), lo que constituye la primera ocasión en la que
la imagen aparece representada (fig. 55), se ha pensado que pudiera
De este modo, a partir de Fraschetti (1900) y de su lectura de un tratarse del Cristo de Tacca (Montanari 2009) y no del de Bernini,
documento inédito por entonces, que interpretó de forma errónea, que es, sin embargo, el que describe, sin duda, Santos en su texto,
muchos historiadores, de Tormo (1925) a Rodríguez G. de Ceballos indicando expresamente su origen romano y no florentino. Es más,
(1982), pensaron que el crucifijo había sido un regalo, accidental, la estampa de Villafranca, aún en su reproducción aproximada, pre-
de Inocencio X a Mariana de Austria, en 1649, cuando se encon- senta un Crucificado más equilibrado y contenido, como el de Ber-
traba en Milán de viaje hacia España para desposarse con Feli- nini, que el contorsionado y llamativamente sinuoso de Tacca, aho-
pe IV, aunque en realidad el documento (Gigli 1994) no menciona ra en la Sacristía de la Sagrada Forma del Escorial. De aceptarse
un Cristo crucificado entre los regalos del papa a la reina, y menos esta hipótesis, se trataría de la primera vez que una obra de Bernini
que fuera de mano de Bernini: «Donò alla Regina […] un Corpo fue reproducida mediante el grabado en España.
Santo dentro una richissima cassa». Por otra parte, tanto Baldinucci
(1682) como Domenico Bernini (1713) se referían explícitamente a En consecuencia, el Cristo crucificado de Bernini, destinado al Pan-
un encargo de Felipe IV a Bernini de un crucifijo con destino al teón Real del Escorial, verdadero y nuevo santo sepulcro de la
Panteón Real del Escorial, añadiendo el último que por esta obra Monarquía Hispánica y de la casa de Austria, debió llegar de Roma

113 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


durante 1654 (Rodríguez Ruiz 2003, García Cueto 2010), siendo gra- 2009), de un Cristo crucificado semejante al realizado para Felipe IV.
bado por Pedro de Villafranca ese mismo año para la obra de Fran- La existencia de un segundo crucifijo de bronce ya había sido adver-
cisco de los Santos sobre el monasterio. Encargo regio, como afirma- tida por Wittkower, que lo situaba en París y para Luis XIV, presente
ban Baldinucci y Domenico Bernini, también debe ser considerado en los inventarios reales franceses hasta 1719 y luego desaparecido
un regalo diplomático, lo que explicaría no sólo la recompensa de la (Bandera 1999). Ciertamente no es imposible que el monarca francés
«collana di oro» al escultor, sino los pagos que realizó el duque de recibiese, mediante las gestiones de Fabio Chigi y Antonio Barberini,
Terranova, así como los gastos que ocasionó su transporte a España tan significativo regalo diplomático, en concurrencia con el de Feli-
en 1654, según la contabilidad de la embajada entre ese año y 1657, pe IV. Fagiolo creyó identificar el Cristo crucificado de Luis XIV con
conservada en el Archivo General de Simancas (García Cueto 2005): el hoy conservado en la Art Gallery of Ontario de Toronto (fig. 11),
«Mas di al Bernin por la obra del Santo Cristo de bronce que S. M. mientras que Montanari (2009) ha planteado que debe de tratarse del
me mandó hacer mil ducados» (García Cueto 2005 y 2010). que Bernini hizo para sí mismo (Baldinucci 1682), como defensa sim-
bólica, una más, ante el conocimiento del rechazo en España de su
Su tipología está muy próxima a la serie de crucifijos con «Cristo crucificado, sustituido por el de Guidi, en el Panteón del Escorial y
muerto» que realizaría el artista para los altares de San Pedro del regalado por él al cardenal y jesuita Sforza Pallavicino (1607-1667).
Vaticano (Wittkower [1966] 1990; Montanari 2009). La calidad de la Bellísimo, presenta medidas y variaciones muy significativas con res-
fundición —posiblemente realizada por Girolamo Lucenti (ca.1627- pecto al del Escorial, especialmente en el rostro, y otros significativos
1698), autor de la posterior escultura de Felipe IV en Santa Maria detalles, en el que Bernini ha fundido lo imposible, a «Cristo vivo»
Maggiore (fig. 24)—, la belleza y elegancia del cuerpo y los paños, del con «Cristo muerto», en «un sublime —como escribiera Fagiolo
cabello y la expresión del rostro del Crucificado con tres clavos, dell’Arco (2002a)— oxímoron: la vita morente».
debieron de impresionar tanto en España y al rey como al propio
Fabio Chigi, que unos meses después, en agosto de 1654, anota en su Sobre el segundo crucifijo mencionado, visto por Fabio Chigi en agos-
diario que fue a ver otro Cristo de Bernini (Petrucci 1998; Fagiolo to de 1654, cuyo destino podría haber sido para Luis XIV, o para sí
dell’Arco 2002; Montanari 2009). Se trataba, posiblemente, según mismo (Baldinucci 1682), y cuya posible identidad con el ahora con-
Fagiolo, de una réplica o versión en bronce que Bernini debía de estar servado en Toronto parece, como hemos visto, verosímil, hay que
haciendo, con motivo de otro encargo o para sí mismo (Montanari tener en cuenta una observación contenida en el diario de Fabio
Chigi, siendo ya papa Alejandro VII, comentada por Montanari
(2009). Así, en efecto, el papa Chigi anota, el 1 de octubre de 1656,
dos años después de la mención del anterior crucifijo, lo siguiente: «d.
Flavio se il Bernino fà per noi il crocefisso da quel del Re di Spagna»
(Krautheimer y Jones 1975). La indicación es tan expresiva que difícil-
mente pudiera referirse al supuestamente enviado a Luis XIV, ya que
se menciona un «crocefisso per noi», semejante al del rey de España.
Tal vez pudiera tratarse del de Toronto o de otro, más pequeño, al que
alude Montanari (2009), en colección particular. No debe olvidarse
que, para acabar de complicar las cosas, Baldinucci (1682) señaló que
estando en Francia, en 1665, Bernini escribió a sus hijos para que
regalasen a Sforza Pallavicino, su estrecho e íntimo amigo (Montanari
1997), un crucifijo que, «simile» al del «Re di Spagna», había hecho
para sí mismo. Este crucifijo ha sido objeto de polémica entre histo-
riadores, identificándolo unos con el de Algardi de la colección Palla-
vicino Rospigliosi de Roma, lo que con razones convincentes desmin-
tiera Montanari (1997), o con un supuesto Crucificado de «cartapesta»,
o modelo, que figura en el testamento del cardenal y legado a Stefano
Pignatelli (López Conde 2011), lo que tiene difícil encaje con los con-
vincentes argumentos planteados por Montanari (2009). De lo que no
cabe duda es de que el Cristo crucificado del Escorial constituye el
origen de una serie fascinante de réplicas y variaciones muy estimadas
por Bernini y su entorno de mecenas e intelectuales.

Fig. 55 Pedro de Villafranca, sección del Panteón Real del Monasterio


„

del Escorial, 1654. Estampa calcográfica en Descripción breve del


Monasterio de S. Lorenzo el Real de El Escorial, Madrid, Imprenta Real,
1657. Madrid, Biblioteca del Museo Nacional del Prado, Cerv/632

114 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


CAT. 17
18 Diego Velázquez también en Roma, especialmente durante su segundo viaje diplo-
SEVILLA, 1599 / MADRID, 1660 mático, artístico y vital a la ciudad. El rostro de Felipe IV, marca-
do por el paso de los años, lo que provocaba que el monarca
Felipe IV fuera incluso reacio a verse «ir envejeciendo» en los retratos,
ca. 1654 como confesaba en carta del 8 de julio de 1653 a la condesa de
Paredes de Nava, posee un grado de concentración y dignidad
Óleo sobre lienzo, 69 x 56 cm psicológica que sólo Velázquez podía hacer verosímil, casi una
Madrid, Museo Nacional del Prado, p-1185 imagen sagrada, intemporal, del monarca —como escribiera
PROCEDENCIA
Gállego (1990)—, despojada de cualquier atributo, en una mirada
Quinta del duque del Arco 1745 y 1794; Real Academia propia de un artista próximo a la personalidad del retratado. Se
de Bellas Artes de San Fernando 1817-27; Museo del Prado trata de una concentración expresiva, también elogio autorrepre-
sentativo de su cercanía al rey, algo que el propio Bernini había
BIBLIOGRAFÍA

Beruete (1898) 1991, p. 117; Mayer 1936, n.º 246; Brown 1986, elaborado y cultivado desde los años treinta, y aun antes, tanto
pp. 229 y ss.; Gállego 1990, pp. 446-48; López Rey 1996, p. 200; en sus retratos pintados como escultóricos, sobre todo en estos
Checa 2008, n.º 78; Cruz Valdovinos 2011, pp. 324-25; Portús últimos. No hay que olvidar que, en esos años, los retratos de
2013, pp. 102-6 pontífices y otros príncipes, de Inocencio X a Alejandro VII o
Francesco I d’Este, tienen una aire de introspección psicológica
muy semejante, además de un tratamiento de rostros, busto y
Pintado por Velázquez después de su segundo viaje a Italia, a ademanes muy próximos
mediados del siglo xvii, esta efigie de Felipe IV (1605-1665), al que
no había retratado desde hacía casi diez años —aunque realizó, Este maravilloso retrato coincide en fechas con uno de los momen-
entre 1644 y 1646, una copia rectificada y actualizada (Salort 2002, tos más estrechos de la relación entre el monarca hispánico y
pp. 374 y ss.) del retrato ecuestre de Rubens (1628-29) por encargo Roma, al final del pontificado de Inocencio X (1644-55), y que
del marqués del Carpio (Florencia, Galleria degli Uffizi)—, cons- perduraría a lo largo del de Alejandro VII (1655-67), años durante
tituye no sólo una obra maestra, replicada por su taller, como era los cuales los vínculos con Bernini también se intensificaron, des-
habitual, en numerosas ocasiones (Portús 2013), junto con la de el Crucificado para el Panteón del Escorial (cat. 17) a la cele-
variante de hacia 1656 conservada en la National Gallery de Lon- bración en 1658 de la canonización de santo Tomás de Villanueva
dres (reproducida en estampas célebres o en libros tan importantes en San Pedro del Vaticano (cat. 23 y 24) o el proyecto de 1664-65
para la Monarquía Hispánica como el de Francisco de los Santos, para su monumento en Santa Maria Maggiore (véase cat. 38),
Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real de El Esco- iniciativa promovida por el que acabaría siendo Clemente IX, papa
rial, publicado en 1657 y grabada por Pedro de Villafranca), sino entre 1667 y 1669, y que había sido nuncio en Madrid entre 1644
una de las imágenes más difundidas del monarca. y 1653, las fechas, aproximadamente, en las que, según el propio
monarca, Velázquez no lo había retratado. Por otra parte, no es
Sobria, pintada en negros y grises con el fin de dar volumen y imposible que Bernini y Girolamo Lucenti se hubiesen servido de
espacio al rostro del rey, Velázquez insiste y recupera tradiciones un retrato de Felipe IV, obra de Velázquez o salida de su taller,
propias que ya lo habían hecho célebre, no sólo en Madrid, sino para el rostro de la escultura en bronce de Santa Maria Maggiore.

116 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


* 19 Gian Lorenzo Bernini el modelo de bronce que se daba por desaparecido (Rodríguez
Ruiz 2003). De hecho, había estado presente, en 1966, en la expo-
Modelo de la Fontana dei Quattro Fiumi sición dedicada a Cristina de Suecia en Estocolmo, enviado por
en la Piazza Navona Patrimonio Nacional (Bjurström 1966), lo que había pasado desa-
1651-65 percibido, además de poderse constatar que se conservaban viejas
fotografías, de los años cuarenta, con la fuente sobre su pedestal
Bronce dorado, 156 x 91 x 80 cm (realizado posiblemente en el siglo xix). En todo caso, la fuente
Patrimonio Nacional, Madrid, Palacio Real, inv. 10086546 de bronce fue descrita, por primera vez, en un inventario del Alcá-
zar, en 1686, no habiéndolo sido, sin embargo, en el de 1666, des-
PROCEDENCIA

Colección de Felipe IV; Inventario del Alcázar de Madrid, 1686 pués de la muerte de Felipe IV. En ese inventario de 1686 (Niño
1945; Bottineau 1956 y 1958), se describe completa, con todas sus
BIBLIOGRAFÍA
figuras y nuevos escudos reales, señalándose que estaba hecha «a
Rodríguez Ruiz 2003, pp. 26-41; Fagiolo 2004a, pp. 188-89;
imitación de la que está en Roma, en la plaza Navona, de mano del
Fagiolo 2004b, p. 12; Fagiolo y Portoghesi 2006, p. 205; Coppel
y Herrero 2009, pp. 150-51; Fagiolo 2013, p. 334
cauallero Bernino», situándola en la Galería del Cierzo del Alcázar
de Madrid. Unos años antes, sin embargo, Cosme III de Médicis,
en su viaje por España (1668-69), pudo verla en el Alcázar, preci-
El magnífico modelo de bronce de la Fontana dei Quattro Fiumi samente en 1668, pero en el despacho de Felipe IV, en la Torre
en la Piazza Navona, conservado en el Palacio Real de Madrid, es Dorada, junto a otro grupo, de mármol, de enorme significación
una de las extraordinarias obras de Bernini que estaban en España, como es la llamada Apoteosis de Claudio (fig. 34) (García López
en las Colecciones Reales, desde el siglo xvii, y en lugares nada 2002), regalo, en 1664, del cardenal Girolamo Colonna al monarca.
menores, sino al contrario, ya que decoraban ámbitos enorme-
mente representativos, por la condición cortesana y simbólica de Según el relato oficial del viaje, escrito por Lorenzo Magalotti, con
los espacios, tanto de la casa del rey como de la Monarquía His- dibujos de Pier Maria Baldi (Sánchez Rivero y Mariutti 1933; Cauc-
pánica. En este caso, precisamente, el modelo de bronce de la ci von Saucken 2004) el modelo de la fuente se encontraba sobre un
fuente fue situado, al menos en 1668, en el que había sido despa- «piedistallo di legno», junto a la «apoteosi di Traiano» (Claudio) que
cho privado de Felipe IV, en la Torre Dorada del Real Alcázar de «fu dal Cardinal Colonna donata al Re Filippo Quarto pochi anni
Madrid, del mismo modo que el Cristo crucificado (1654), tam- sono». La pieza, por tanto, debió de llegar al Alcázar en una fecha
bién de Bernini, tuvo su primera ubicación, en 1654, nada menos indeterminada, posiblemente antes de la muerte de Felipe IV y antes
que en el Panteón Real del Escorial (cat. 17). del año de 1668, en el que es descrita en el viaje de Cosme de Médi-
cis. Lo importante es que debió de tratarse de un «regalo de Estado»
Encargados o entendidos como regalos diplomáticos, ambas para el rey, ya que en el modelo fueron cambiados los escudos origi-
obras implican una relación directa y simbólica de Roma y el nales de Inocencio X Pamphili por los de Felipe IV y las armas de
Vaticano —a través de Bernini, su artista más reconocido y céle- España. El testimonio, al respecto, es de Antonio Ponz que, en su
bre en esos años— con la Monarquía Hispánica y, especialmente, célebre y aún utilísimo Viaje de España, lo menciona situado en el
con Felipe IV que, como magnífico coleccionista, también sabía Palacio Real Nuevo de Madrid, en tiempos de Carlos III, describién-
apreciar sobradamente la calidad de los dos bronces mencionados dolo con precisión, con todas sus figuras, añadiendo: «Como este
de Bernini, tan distintos y tan semejantes —uno profano, alegoría modelo se destinó para el señor Felipe IV, se pusieron en él las armas
política e imperial, y el otro sagrado—, destinados, además, a dos de España». Sin embargo, como puede comprobarse, en la actuali-
ámbitos tan privados y potentes simbólicamente como su propio dad, y posiblemente desde mediados del siglo xix, la fuente carece
despacho y el panteón de la dinastía, nuevo Santo Sepulcro de la de las figuras y de los dos escudos de bronce, que eran desmonta-
Casa de Austria (Rodríguez Ruiz 2014). Espacios que, metafórica bles. Por fortuna, recientemente, se ha podido identificar (Marcello
o literalmente, pueden ser entendidos como retratos y autorretra- Fagiolo) la figura del león en la colección de Dario Del Bufalo,
tos del monarca en la vida secular y en su permanencia trascen- expuesta en esta ocasión (cat. 20).
dente en la memoria, aquélla que lo convertía en eslabón de una
cadena dinástica y de una monarquía cristiana y universal. La tardía fecha que los documentos conceden a la presencia en el
Alcázar de Madrid del modelo de bronce completo —con todas sus
Durante el siglo xx, en diferentes estudios de historiadores inte- figuras y escudos, muchas de ellas atornilladas a la roca y, los últi-
resados en Bernini, se había dado por desaparecido el modelo de mos, a la base del fuste del obelisco, bajo las inscripciones—, plan-
bronce de la Fontana dei Quattro Fiumi (Niño 1945; Rodríguez G. tea problemas cronológicos, políticos y artísticos, aún por resolver.
de Ceballos 1982; Martín González 1991), del que se conocían El primero, el de su llegada, posiblemente como regalo diplomáti-
distintos testimonios (inventarios reales de los siglos xvii y xviii, co y simbólico, antes de la muerte del monarca, entre 1664 y 1665,
descripciones de viajeros y eruditos de esas mismas centurias, aunque no puede descartarse una fecha anterior. El segundo, la
etcétera). Hace unos años, pude, sin embargo, estudiar y publicar excusa del regalo y su posible responsable, que Marcello Fagiolo

118 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


ha supuesto, con argumentos muy pertinentes, que hubiese sido precisa, sabiendo, por otra parte, la frecuencia e intenciones de
Giulio Rospigliosi, futuro papa Clemente IX (1667-69), figura fun- los regalos diplomáticos en esta época, en forma de obras de arte
damental en sus relaciones con el rey y con la Monarquía Hispá- cargadas de resonancias simbólicas y políticas. Pero más com-
nica, habiendo sido nuncio apostólico en Madrid, entre 1644 y plejo aún es el hecho de que el modelo de Madrid —todo de
1653, y promotor, a principios de los años sesenta, de la escultura bronce, incluidas las figuras, como ya indicaba y suponía en mi
monumental de Felipe IV en Santa Maria Maggiore (véanse fig. 1 estudio (Rodríguez Ruiz 2003), y no de terracota (Coppel y
y cat. 38), basílica con la que tantas relaciones históricas y perso- Herrero 2009), que ahora, desaparecidas a partir de 1849, no
nales tuvieron la Monarquía Hispánica, Felipe IV, Bernini y el papa están presentes (las de los cuatro ríos, el caballo, el león [cat. 20]
Rospigliosi y su familia (Roberto 2004). El momento fundamental y los dos escudos de armas)— es extraordinariamente próximo
del proyecto para la escultura del monarca coincidió, además, con a la fuente realmente realizada por Bernini y su taller, inaugu-
la embajada, entre 1664 y 1666, de Pedro Antonio de Aragón (1611- rada en 1651. Es más, de los modelos conocidos de la fuente
1690) en Roma y no es inverosímil que tanto el propio embajador (Brinckmann 1923-24; D’Onofrio 1967 y 1986), el del Palacio
(Carrió-Invernizzi 2007) como Giulio Rospigliosi hubieran estado Real es el más preciso y cercano a la obra inaugurada, incluso
próximos al regalo y envío a Madrid de la fuente de bronce, en un debió de ser fundido sobre un modelo muy próximo a lo reali-
contexto político en el que las imágenes y alegorías artísticas de zado a escala real, ya que las inscripciones latinas de la base del
monarcas y Estados jugaban un papel extraordinariamente expre- obelisco no reproducen las finalmente colocadas, sino las que
sivo. En el complejo equilibrio mantenido por Alejandro VII y el aparecen en dos obras previas, publicadas por Athanasius Kir-
propio Clemente IX en relación a las monarquías francesa e hispá- cher, Obeliscus Pamphilius (1650) y Michelangelo Lualdi, Storia
nica, Fagiolo ha recordado cómo, en 1668, el papa también envió Ecclesiastica (1650-51) (D’Onofrio 1967 y 1986; Huse 1970; Prei-
otra fuente, según parece de plata, a Luis XIV (véase p. 57 de este mesberger 1974; Fagiolo 2013).
mismo catálogo), tal vez en justa correspondencia con la enviada a
Felipe IV, aunque ésta debió de ser anterior y diferente. Es decir, que el modelo de bronce del Palacio Real de Madrid se
hizo sobre el proyecto inmediatamente anterior a la inauguración
En todo caso, si considerásemos una fecha un poco anterior, la de de la fuente, cuando aún no se habían modificado las inscripcio-
la embajada en Roma, entre 1662 y 1664, del cardenal Pascual nes que finalmente figuran, con notables variantes, en la base del
de Aragón (1626-1677), hermano del ya mencionado Pedro Antonio, obelisco, siendo los otros modelos conocidos (D’Onofrio 1967 y
en una coyuntura política importantísima como la reciente Paz de 1986; Zamboni 1968), hasta cinco, según D’Onofrio (1986, p. 418),
los Pirineos (1659) y las celebraciones de 1662, en Roma, por el unos preparatorios y anteriores al de Madrid, otros como regalos
nacimiento de Carlos II, hijo y sucesor de Felipe IV, no sería extra- posteriores a la inauguración de la Fontana dei Quattro Fiumi. Lo
ño que, del mismo modo que el cardenal encargó, en 1662, a Pietro que no hace sino acentuar la importancia simbólica y política del
del Po, para el palacio de la Embajada de España, una alegoría regalo a Felipe IV, cambiando significativamente las armas de los
pintada, también en el principal objetivo de la Monarquía Hispá- escudos y la coronación del obelisco (que carece de la paloma de
nica al respecto del dogma de la Inmaculada Concepción, con La los Pamphili), en una acepción disponible del significado univer-
Apoteosis de la Virgen con Felipe IV, Mariana de Austria, el príncipe sal de la obra de Bernini, recalcando el significado imperial y
Carlos y Pascual de Aragón (Toledo, Catedral), pudiera haber inter- universal del dominio de la Monarquía Hispánica sobre las cuatro
venido en el envío, en tiempos de Alejandro VII, de la fuente de partes del mundo, y no sólo el cristiano y pamphiliano de la fuen-
bronce del Palacio Real, otra alegoría política del dominio hispáni- te de la Piazza Navona. Se trata de cuestiones que permiten esta-
co sobre los cuatro continentes, que también aparecían en la pin- blecer una amplia fecha para la «entrega política» del regalo a
tura de Del Po, representados por América, Asia, Europa y África, Felipe IV, desde 1651 (Inocencio X) —siendo embajador el duque
con sus escudos de armas (Carrió-Invernizzi 2008). del Infantado— hasta 1668 (Clemente IX), con independencia de
la belleza de la obra y su cuidada fundición, su altísima calidad y
Se trata de problemas que pueden tener respuestas verosímiles, su importancia en el proceso proyectual de la fuente (Rodríguez
aunque pendientes aún de una confirmación documental más Ruiz 2003).

120 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


20 Gian Lorenzo Bernini y reproducidas en Athanasius Kircher, Obeliscus Pamphilius
(1650), y en Michelangelo Lualdi, Storia Ecclesiastica (1650-51), lue-
León de bronce perteneciente al modelo go modificadas, como puede comprobarse en las colocadas final-
de la Fontana dei Quattro Fiumi conservado mente en las cuatro caras de la base del obelisco. Es decir, que el
en el Palacio Real de Madrid modelo de bronce del Palacio Real debió fundirse entre 1650 y 1651,
1651-65 antes de la inauguración de la Fontana dei Quattro Fiumi, aunque
nada sepamos del encargo y sólo se tenga constancia de que debió
Bronce dorado, 12,5 x 22,5 cm llegar al Alcázar entre 1666 —fecha del inventario realizado después
Base de pórfido rojo, posiblemente del siglo xix de la muerte de Felipe IV— y 1668. De hecho, en 1668 fue descrito,
Medidas totales del león y la base de pórfido: 20 x 25 cm en el despacho y alcoba de Felipe IV, en el Viaje de Cosme III de
Roma, Colección Dario Del Bufalo, glb 003 Médicis por España (1668-69) (Sánchez Rivero y Mariutti 1933 y
PROCEDENCIA
Caucci von Saucken 2004), sin que hubiera figurado en el inventa-
Roma, Colección Doria Pamphili, hasta 1959; Venecia, rio citado de 1666, después de la muerte del rey (Niño 1945).
Casa d’Aste Franco Semenzato, 1989; Roma, Castello
della Cecchignola, Colección Dario Del Bufalo Por otro lado, el hecho de que el modelo de Madrid, según Antonio
BIBLIOGRAFÍA
Ponz en su fundamental Viaje de España (1782), presentase todas
Del Bufalo 2012, p. 227 sus figuras y los escudos de Felipe IV y la Casa de Austria, indica
que la pieza llegó completa, con todas sus esculturas desmontables
de bronce, y dedicada al rey, despojada de los escudos de Inocencio X
En 2012, Dario Del Bufalo hablaba, en su magnífico estudio sobre y de la familia Pamphili y de la paloma que corona el obelisco. La
pórfidos rojos imperiales, sobre uno, egipcio, de especial belleza intriga es saber qué ocurrió entre la fecha de su fundición, verosí-
que sirve de soporte a un león de bronce. Este león, y su base, milmente entre 1650 y 1651, y su llegada a Madrid después de 1666
parecen proceder de la colección Doria Pamphili conservada en y quién fue el autor del regalo. Marcello Fagiolo y yo mismo hemos
su antiguo palacio en la Piazza Navona (hoy embajada de Brasil). pensado, y plasmado en distintos textos, que el regalo pudo hacer-
Si el león de bronce ya había sido identificado, en el libro mencio- se durante el pontificado de Alejandro VII (1655-67), con el carde-
nado, con el de la Fontana dei Quattro Fiumi (fig. 56), fue Marce- nal Pascual de Aragón como embajador de España en Roma entre
llo Fagiolo quien nos comunicó a Dario Del Bufalo y a mí mismo 1662 y 1664, o durante el pontificado de Clemente IX (1667-69),
—que en 2003 había publicado un ensayo sobre el modelo de que había sido nuncio en Madrid entre 1644 y 1653. Pero la fecha
bronce de la fuente conservado en el Palacio Real de Madrid— la propuesta para la fundición deja abierta estas hipótesis.
posibilidad, cierta sin duda, de que se tratase del león que falta,
junto a otras figuras (ríos, caballo, etcétera), en el extraordinario Lo cierto es que la fuente del Palacio Real de Madrid se describe
modelo de bronce citado (véase cat. 19). completa, además de en el Viaje de Cosme III de Médicis, en
sucesivos inventarios reales como el de 1686 (Niño 1945 y Botti-
El bellísimo león de bronce, restaurado en su lado izquierdo, posi- neau 1956 y 1958), el de la testamentaría de Carlos II (1701-3;
blemente en el siglo xix, con el fin de completar la figura, presen- Fernández Bayton 1975-85), así como en 1734, después del incen-
ta en la parte inferior de sus cuatro extremidades, además, los dio del Alcázar de Madrid (Archivo General de Palacio, ag, caja
huecos que señalan que estuvo atornillado a una fuente de bronce, 768, exp. 10; Herrero Sanz 2009) y en otros inventarios posteriores
como la del Palacio Real de Madrid. Las medidas del mismo y de 1747, 1773 y 1794 (Herrero Sanz 2009), siempre descrita como
los detalles mencionados confirman que se trata del león que falta maltratada por el incendio, pero con todas sus figuras, incluido el
en la fuente. Aunque dedicado a Felipe IV, el modelo completo león que ahora se expone por primera vez. En los inventarios de
debió de llegar al Alcázar de Madrid después de la muerte del rey 1773 y 1794 (Fernández Miranda 1988-91) se afirma que los escul-
en 1665 y fue situado en su despacho de la Torre Dorada, junto a tores Felipe de Castro, en el primero, y Pedro Michel, en el
la llamada Apoteosis de Claudio (fig. 34), que le regaló y entregó en segundo, intentaron restaurar los daños. Es más, en 1849 se
mano el cardenal Girolamo Colonna al monarca en 1664 (sobre el encontraba en la «Biblioteca Particular» de Isabel II. Había veni-
significado de estos dos regalos diplomáticos veánse pp. 51-52 de do de Aranjuez, palacio al que la fuente debió de ser trasladada a
este mismo catálogo). comienzos del siglo xix y, antes, en 1842, se le hizo un pedestal
poligonal, con el que la fuente, completa, aparece representada
De todos modos, aún faltan datos documentales para confirmar la —con escala de pies castellanos— en un dibujo de 1849 (fig. 8),
fecha del encargo del modelo de bronce del Palacio Real y la de su tal como estaba en la biblioteca particular de la reina con todas
llegada a Madrid, lo que obliga a mantener algunas dudas en rela- sus figuras, incluido el león de bronce que ahora se expone.
ción a estas cuestiones; sobre todo porque sabemos, además, que
representa la fase más cercana a la fuente inaugurada en 1651 El dibujo mencionado representa la cara de la fuente que preci-
(Rodríguez Ruiz 2003), con las inscripciones originalmente previstas samente ocupa el león, lo que confirma que al menos hasta 1849

121 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


la fuente de bronce estaba con todas sus figuras en el Palacio ral de la fuente y sus figuras y detalles, reservó para sí mismo la
Real de Madrid. Además del pedestal, de 1842, el dibujo se acom- ejecución de la roca en forma de caverna y arco triunfal (Fagiolo
paña de un breve texto anónimo en el que son descritos los cua- 2013), aunque Baldinucci (1682) y Domenico Bernini (1713) le
tros ríos, cuyas aguas desembocan en el «mar» representado en atribuían también el caballo y el león, junto con la palmera
la forma ovalada de la fuente. Y, al final, añade: «Es la fuente del (D’Onofrio 1986; Sestieri 1970). La colaboración del taller en la
famoso arquitecto Bernino y las estatuas son obra de Claudio, obra implicó también al pintor Guido Ubaldo Abbattini, al dora-
Baratta, Franchelli y Ragge: el Leon y el caballo de Morelli». Así, dor Marco Antonio Inverni y al escultor Lazzaro Morelli (1619-
aunque breve, no cabe duda de que su autor estaba bien infor- 1690), del que los documentos hablan de su participación en los
mado ya que identifica correctamente a los autores de las figuras trabajos de la Fontana dei Quattro Fiumi, sobre todo en relación
de los cuatro ríos: Claudio Poussin (Ganges), Francesco Baratta con la paloma que corona el obelisco —atribuida, sin embargo, a
(Río de la Plata), Giacomo Antonio Fancelli (Nilo) y Antonio Rag- Nicola Sale—, pero resulta sorprendente la seguridad con la que
gi (Danubio), habituales colaboradores del taller de Bernini. Pero el anónimo redactor de la nota que acompaña al dibujo de la Real
más interesante aún es que identifique a Morelli como autor del Biblioteca le atribuye el león y el caballo. Morelli fue habitual
león y del caballo. Sabemos que Bernini, aparte del diseño gene- colaborador de Bernini a partir de 1643 y en sus principales obras
(Pascoli 1730-36), pero resulta enorme-
mente sugerente que pudiera ser el
autor del león, símbolo del fuego y
sediento de agua, como su gesto simbó-
lico confirma (Fagiolo 2013) y el peque-
ño bronce demuestra en su magnífica
fundición.

Por otra parte, cabe una última duda


sobre el león de la colección Del Bufalo,
y es la de su base de pórfido rojo, tan
barroca y que parece realizada expresa-
mente para acoger la disposición desi-
gual de sus extremidades. De hecho, el
pequeño bronce reposa, sin sujeción
alguna, sobre su base. Si los datos apor-
tados confirman, sin duda, que el león
perteneció al modelo de bronce conser-
vado en el Palacio Real de Madrid, y
que, al menos hasta 1849, estuvo en la
biblioteca particular de Isabel II, es muy
posible que el pórfido que hoy lo susten-
ta fuese realizado a propósito, en Roma,
durante la segunda mitad del siglo xix.
Cabe preguntarse, después de estas
consideraciones, sobre el destino de las
otras figuras desmontables del modelo
de Madrid (los cuatro ríos, los escudos y
el caballo), cuya localización nos es des-
conocida.

Fig. 56 Gian Lorenzo


„

Bernini, Fontana dei Quattro


Fiumi, detalle con el león

122 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


CAT. 20
21 François Collignon (grab.) años de la embajada de don Rodrigo lo vieron no sólo recuperar la
NANCY, ca. 1610 / ROMA, 1687 confianza de un papa filoespañol como Inocencio X Pamphili,
levantando la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona,
Fuegos artificiales para celebrar el nacimiento plaza palatina delante del palacio Pamphili, sino aproximarse direc-
de la infanta Margarita de Austria tamente a la cultura y a la monarquía hispánicas —son también los
1651 años en que está finalizando la capilla Cornaro con el El extasis de
santa Teresa (véase cat. 16)—, como confirman estas fiestas cele-
Aguafuerte, 250 x 350 mm bradas durante los días 21 y 22 de octubre de 1651. De sus aparatos
Roma, Biblioteca dell’Accademia Nazionale dei Lincei efímeros y fuegos artificiales se conservan una detallada Relatione
e Corsiniana, Sala Classici, inv. Cors. ccccd 2/31 per le feste e allegrezze fatte dall’illustris. et eccellentis. Sig. D. Rodri-
INSCRIPCIÓN
go de Mendoza…per la nascita della serenissima Infanta D. Anna
«fochi artificiati fatti in roma per l’allegrezza Margarita Teresia d’Austria, nata ultimamente alla maestà cattolica
della nascita della seren:ma / infanta anna di Filippo IV il Re delle Spagne (Roma, 1651) y una rara estampa de
margarita teresa, dal eccell.mo sig.r ambasciatore François Collignon, grabada en 1651 y expuesta muy pocas veces
di spagna, dvca / del infantado a di 21. é 22. del mese (Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78).
di 8bre. 1651. Dedica é presenta, fran.co Collignon sculp.»; y en
la parte inferior: «co[n]. licen.a // Si Vende nel Imperione»
La estampa representa las dos máquinas de fuegos artificiales,
BIBLIOGRAFÍA descritas minuciosamente en la Relatione mencionada, una de
Povoledo 1975, pp. 499-518; Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78, ellas con un diablo que sujeta una serpiente en un cañaveral y la
vol. i, pp. 146-49; Fagiolo 1997, vol. i, pp. 72 y 204-7; Fagiolo otra con un elefante que soporta un castillo fortificado rematado
dell’Arco 1997, pp. 355-58; Fagiolo 1999, pp. 423-24
con una bandera con las armas de Su Majestad Católica. La
primera en ser quemada fue la del elefante, símbolo de la forta-
Con motivo del nacimiento en 1651 de la infanta Margarita, hija leza, que prendió durante una hora, saliendo de las torres de su
de Felipe IV y de Mariana de Austria, el embajador de España en castillo una girándula de fuegos artificiales. La segunda en arder,
Roma, don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza (1614-1657), el 22 de octubre, fue la del diablo, que, al incendiar el cañaveral
VII duque del Infantado, que lo fue entre 1649 y 1651, encargó a con el fuego que surgía por la boca de la serpiente, salió corrien-
Bernini la realización de unas fiestas con arquitecturas efímeras do atropelladamente, de tal forma que las figuras del diablo y de
y fuegos de artificio en la Piazza di Spagna de Roma, frente a la la serpiente, quemándose y moviéndose, dejaron «aterrorizados
sede misma de la embajada. El duque debió de mantener buenas y sorprendidos» a quienes los contemplaron.
relaciones con el artista, no sólo porque este último llegó a reali-
zar una caricatura de su cochero (fig. 13), sino porque incluso una El elefante que soporta la arquitectura del castillo poseía antece-
poco conocida descripción de la Fontana dei Quattro Fiumi, dentes tan prestigiosos como la xilografía de la Hypnerotomachia
extraordinariamente significativa y con una estampa, le fue dedi- Poliphili (1499) de Francesco Colonna —en la que el animal tiene
cada en 1651 (Francesco Boncori Siciliano, Descrittione dell’Obe- sobre su espalda un obelisco—, el elefante del jardín de Bomarzo
lisco o Guglia di Navona... all’Illustriss. et Eccellentiss. Sig. D. o los que aparecen en la Iconologia (1630) de Cesare Ripa
Rodrigo de Mendoza, Roma, 1651). (D’Onofrio 1967; Povoledo 1975; Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-
78; Calvesi 1990). El valor iconográfico y simbólico de la máquina
La embajada del duque del Infantado es fundamental tanto en la efímera de 1651 se reflejaría en otras empresas del artista y, así, el
biografía de Bernini como en la del propio duque (García Cueto propio Bernini proyectaría en 1658 un elefante con obelisco para
2010a), que en esos años recibió a Velázquez, en su segundo viaje el jardín del Palazzo Barberini, del que se conserva un boceto en
a Italia (Salort 2002), y estableció relaciones cordiales con el italia- terracota (Florencia, colección Corsini), y, sobre todo, levantaría
no. No cabe duda de que Bernini, en esa época, no sólo recuperó entre 1665 y 1667 el que se alza delante de Santa Maria sopra
su prestigio ante el papa Inocencio X, después de haber caído en Minerva. Sobre el posible contenido irónico o crítico con la Monar-
desgracia tras la muerte de Urbano VIII, sino que también lo hizo, quía Hispánica, encriptado en la apariencia festiva de las alegorías
en cierta medida, ante la Monarquía Hispánica, mostrando así la del elefante y el diablo, un tanto ridículo en sus movimientos, aún
disponibilidad política y cultural de su actividad como artista y siguen siendo pertinentes las observaciones de Povoledo (1975),
arquitecto. Así, a pesar de su tradicional atracción por Francia, en especialmente en relación a la coyuntura política de esos años y a
la simbólica batalla que libraban en Roma ambas potencias, los la personal del propio artista, tan filofrancés y barberiniano.

124 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


22 Gian Lorenzo Bernini ni 1713, p. 33), de la unidad de las artes visuales, además de cons-
tituir un documento precioso para conocer el estado original de
Decoración para la capilla Pio la capilla Pio en Sant’Agostino de Roma (Montagu 1982).
en Sant’Agostino
ca. 1647 El boceto representa el arco de acceso a la capilla, con dos sibilas, tal
como fue descrito por Passeri (1610-1679) en sus Vite de’ pittori, scul-
Lápiz negro, pluma y tinta marrón, 176 x 215 mm tori ed architetti. A propósito de la de Guido Ubaldo Abbatini (1600-
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/18/35 1656), estrecho colaborador de Bernini, afirma que hizo las pinturas
de la capilla con estucos coloreados, usando —Bernini y Abbati-
PROCEDENCIA

Colección Valentín Carderera, Madrid


ni— de «un artificio nuovo, che inganna, e con certi riporti di rilievo ha
fatto parere vero effetivo quel falso, chè e finto. Negli due angoli al di
BIBLIOGRAFÍA
fuori della Cappella vi ha fatto due Sibile con l’arteficio medesimo
Barcia 1906, n.º 8.220; Montagu 1982, pp. 240-42; Mena 1984,
di ripieni, e di riporti, che fa riuscire il tutto ingegnoso et con arte di gran
pp. 34-35; Santiago Páez 1991, p. 123
curiosità» (Passeri [1770] 1934). Son precisamente esas dos sibilas, a
ambos lados de la ventana situada sobre el arco de acceso a la capilla
Este dibujo es de una importancia documental y artística de pri- Pio, las que aparecen en el dibujo de Bernini, ocupando las figuras y
mer orden, no sólo para conocer el método proyectivo usado por las nubes, mediante el recurso del estuco pintado, la arquitectura y el
Bernini en sus obras, sino también para entender el proceso de espacio reales, con ese artificio nuevo que engaña, haciendo parecer
elaboración del bel composto, del «maraviglioso composto» (Berni- verdadero lo fingido, como expresivamente escribiera Passeri.

Fig. 57 Capilla Pio


„

en Sant’Agostino, Roma

126 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


Construida la capilla Pio entre 1643-44 y 1649 (fig. 57), su diseño las artes visuales (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; Lavin 1980),
le fue encargado a Bernini por Angelo Pio, de Perugia, para su sin olvidar otros ensayos contemporáneos como los de las capi-
familia, especialmente, en origen, para su sobrino Baldassare llas de Santa Maria in Via Lata (1639-43) y Santa Francesca
Pio, muerto en 1643 y representado en la tumba de la izquierda, Romana (1644-49).
mientras que Angelo, fallecido en 1654, aparece en la de la
derecha. La pintura de la capilla, tanto las sibilas menciona- La ficción, el artificio de la pintura y los estucos forman parte de
das como la cúpula y la pintura del altar, que representaba la lo maravilloso y lo divino y, como tales, usan lo real, la arquitectu-
Asunción de la Virgen, fueron obra de Abbatini, pero la de ra misma, en el interior de la capilla y en su frente, con la ventana
la Asunción y la de las sibilas desaparecieron durante la refor- abierta a la nave, como espacios sobre el que se revelan, como
ma de la capilla que llevara a cabo, en 1760, Luigi Vanvitelli. El soportes inundados de luces, de engaños e ilusiones, de milagros
ilusionismo conseguido, el bel composto logrado por Bernini y celestiales, en los que los ángeles y el Espíritu Santo, representa-
Abbatini mediante el uso de estucos y pinturas que ocupan e do éste en el óculo de la bóveda, también metáfora del cielo,
invaden como en un milagro, como en una ficción artificiosa, esperan la ascensión de la Virgen. De este modo, nuestro dibujo
el espacio y la arquitectura real de la capilla, se sitúa en un constituye un precioso documento de una primera idea, hoy muy
proceso intermedio entre la capilla Raymondi (1638-48) —de la alterada —incluidos los dorados decimonónicos añadidos al már-
que es tan deudora la capilla Pio— y la capilla Cornaro (1647- mol de los elementos arquitectónicos—, de la extraordinaria pro-
53), en la que culminará su concepción genial de la unidad de puesta de Bernini, ayudado por Abbatini.

127 CATÁLOGO | II. ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES


23/24 Gian Lorenzo Bernini y a confirmar, por otra parte, las buenas relaciones entre la corte pon-
Giovanni Paolo Schor tificia y la Monarquía Hispánica en tiempos de Alejandro VII.
INNSBRUCK,1609 / ROMA, 1675
La decoración efímera del interior de la iglesia debió de ser espec-
23 Proyecto para la decoración de la nave tacular, tanto por la riqueza de estandartes, escudos de armas —del
y el crucero de San Pedro del Vaticano papa y de Felipe IV— y tapices como por la serie de catorce meda-
con motivo de la canonización de santo llones con los milagros atribuidos al santo que colgaban de los
Tomás de Villanueva arcos de la nave de San Pedro. Autor de los medallones, que tanta
fortuna habrán de tener, casi inmediatamente, fue el artista, arqui-
24 Proyecto para la decoración de la nave de tecto y decorador Giovanni Paolo Schor, «Gio. Paolo Tedesco»,
San Pedro del Vaticano con motivo de la como solía ser llamado en Roma, estrecho colaborador de Gian
canonización de santo Tomás de Villanueva Lorenzo Bernini en esos años finales de la década de 1650 y hasta
su muerte en 1675, aunque antes había trabajado con Pietro da
1658
Cortona. Con taller cercano al de Bernini, en la Piazza di Spagna,
Giovanni Paolo Schor y sus hijos, Filippo y Cristophoro, tuvieron
Lápiz, tinta y aguada sepia, 408 x 609 mm y 407 x 618 mm
Windsor Castle, The Royal Collection/HM Queen Elizabeth II, una intensa relación con los embajadores españoles ante la Santa
rcin 911595 y rcin 911594 Sede —los últimos especialmente con el marqués del Carpio a
partir de 1677 (Strunck 2008)—, aunque también, el primero, con
BIBLIOGRAFÍA
los Chigi, los Colonna o la reina Cristina de Suecia. La belleza
Brauer y Wittkower 1931, p. 125; Blunt y Cooke 1960, p. 111;
Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 265, fig. 33; Fagiolo de los catorce tondos dispuestos en la decoración efímera mereció
dell’Arco y Carandini 1977-78, vol. i, pp. 176-80; Fagiolo dell’Arco que fueran estampados, especialmente en una serie magnífica gra-
1997, pp. 394-99; Gigli 1999a, pp. 422-23; Fagiolo dell’Arco 2002, bada por Giovan Giacomo de Rossi en 1658. Pero, más importante
pp. 89-92; Francucci 2013, pp. 125-30; Majorana 2013, pp. 101-24 aún, es que fueran adquiridos, en 1659, por el propio Alejandro VII
(Fagiolo 2002) con el fin de que sirviesen de modelo para la deco-
ración de la cúpula de la nueva iglesia que, dedicada precisamente
La canonización de santo Tomás de Villanueva (1486-1555), agustino a santo Tomás de Villanueva y con proyecto de Bernini, se inició
y arzobispo de Valencia, constituyó un acontecimiento religioso de ese mismo año en Castel Gandolfo (1659-61). Finalmente fueron
primer orden en la Roma de Alejandro VII y, por supuesto, en su reelaborados en estuco por Antonio Raggi —también habitual cola-
repercusión hispánica (Iturbe Saíz y Tollo 2013). Las ceremonias para borador de Bernini (Fagiolo 2002)— ocho de los catorce tondos de
la canonización, celebradas en San Pedro del Vaticano el 1 de Schor, destinados a un edificio que, por decisión del papa Chigi,
noviembre de 1658, fueron preparadas cuidadosamente por iniciativa contó también con la participación de Pietro da Cortona, además
del papa, del rey Felipe IV y por la orden agustiniana, y fueron espe- de con la de otros colaboradores habituales de Bernini (fig. 58).
cialmente promovidas desde la iglesia de Sant’Agostino de Roma. El
repertorio de impresos, estampas y descripciones manuscritas (en Si bien es verdad que las descripciones de la canonización mencio-
italiano, latín y español) sobre la vida y milagros de santo Tomás y la nan a Schor, la participación de Bernini se ha deducido obviamente
celebración en la basílica de San Pedro fue importantísimo, viniendo por su estrecha vinculación con Alejandro VII, con la basílica de San
Pedro y con el propio Schor, su más próximo colaborador en esos
años. Además, Bernini debió de influir, sin duda, en la adquisición
por parte del papa Chigi de los tondos de la ceremonia vaticana.

Los dos dibujos de Windsor muestran la imagen que Schor y


Bernini quisieron dar al magno evento de la canonización. Tam-
bién interesante es el hecho de que los acontecimientos poste-
riores, incluida la versión de los tondos con los milagros del arzo-
bispo valenciano, sirvieran para confirmar cómo la arquitectura
efímera podía constituir un laboratorio de soluciones para la
estable, como ocurriera inmediatamente después al diseñar y
construir Bernini para Alejandro VII la iglesia de San Tommaso
da Villanova en Castel Gandolfo (Fagiolo dell’Arco 2002).

Fig. 58 Cúpula de San Tommaso da Villanova,


„

Castel Gandolfo

128 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
CAT. 23

CAT. 24
25 Gian Lorenzo Bernini bién debían ser diseñadas obedeciendo a una idea que encerra-
se profundos pensamientos o que invitase a tenerlos. En este caso se
Proyecto de marco decorativo con las trata de un riquísimo y ornamentado dibujo para un marco deco-
armas de la familia Chigi y un tímpano rativo, con angelitos que sujetan cornucopias, incluso parecen
ca. 1658-61 hacerlo con el mismo marco, en un juego de ingenio y agudeza
característico de la cultura barroca y de la obra de Bernini. En su
Pluma y tinta parda, 219 x 167 mm interior, las armas de los Chigi permiten fechar el dibujo en los
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/20/31 años centrales del pontificado de Alejandro VII. Su proximidad
gráfica a otros dibujos suyos para Sant’Andrea al Quirinale y para
PROCEDENCIA

Colección Valentín Carderera, Madrid la capilla familiar de los Chigi en la catedral de Siena, la capilla
del Voto, han hecho pensar a Mena (en Santiago Páez 1991) y a
BIBLIOGRAFÍA
Ferrari (1999) que pudiera tratarse de un proyecto relacionado con
Barcia 1906, n.º 8.499; Mena 1984, p. 38; Santiago Páez 1991,
sus trabajos para Siena y los Chigi en esos años.
p. 125; Petrucci 1999, p. 407

El apunte interior del marco, con las armas de los Chigi incom-
El dibujo fue identificado por Mena (1984) como autógrafo de pletas, es un tanto extraño, como si se hubiese dibujado después,
Bernini, poniéndolo en relación con algunos otros de su mano, y, desde luego, no parece que fuera el destino final de un marco
de la misma época, para Sant’Andrea al Quirinale (1658-74), con- tan exuberante, más propio para contener en su interior un espe-
servados en Leipzig (Brauer y Wittkower 1931, n.º 84; Lavin 1981, jo o una pintura. De ser cierto que su interior debía contener las
núms. 45-47), una obra contemporánea a otras realizadas durante armas de la familia Chigi, cabe pensar que se tratase de un pro-
el pontificado de Alejandro VII Chigi (1655-67), como la capilla yecto para una carroza o un mueble, como sugirió Ferrari. En
Chigi en la catedral de Siena, la iglesia de Castel Gandolfo, la de esos años, el ebanista («intagliatore di legno») más próximo a
la Assunta en Ariccia, la Columnata de San Pedro o la Scala Regia Bernini en las obras que realizó para Alejandro VII fue Antonio
en el Vaticano, entre otras muchas que se encuentran entre las más Chicari (Fagiolo dell’Arco 2002), posible ejecutor del diseño, si es
importantes de su actividad como artista y arquitecto (Krautheimer que se llevó a cabo. En cualquier caso, Chicari realizó carrozas,
y Jones 1975; Spagnesi y Fagiolo 1983-84; Krautheimer 1987; Mar- muebles y marcos decorativos para Alejandro VII tanto en Roma
der 1997 y 1998; Angelini 1998). como en Siena o en Ariccia, siguiendo diseños de Bernini, una
actividad poco estudiada por los historiadores.
Fueron años en los que Bernini también realizó diseños para
mesas, carrozas y otro mobiliario ornamental, además de para can- En este dibujo resulta extraña, sin embargo, la presencia, en su
delabros, tabernáculos, lámparas y otros ornatos litúrgicos y deco- parte inferior, de un tímpano que recuerda elementos ornamen-
rativos (González-Palacios 1999; Fagiolo dell’Arco 2002). Así, de lo tales presentes en el Palazzo Barberini de Roma, en el que Ber-
diminuto a las grandes decisiones urbanísticas, de la mesa de nini, a partir de 1629 y a comienzos de los años treinta, sustituyó
pared o el marco para un espejo o una pintura a la arquitectura o a Carlo Maderno, ayudado por Francesco Borromini en un pri-
la fiesta y sus arquitecturas efímeras, de la escultura al dibujo y la mer momento. Tal vez pudiera tratarse de un apunte para alguna
pintura, la obra del gran regista de la Roma barroca no parecía obra encargada, para el palacio de la familia en Roma, por Fran-
conocer límites, dibujando con tanta intensidad un pequeño orna- cesco Barberini (1597-1679), al que le seguían uniendo vínculos
to como la plaza de San Pedro. muy estrechos, tanto que, en 1658, le encargó el proyecto de
levantar un elefante con un obelisco sobre su espalda, al que se
En este sentido, el bellísimo dibujo de la Biblioteca Nacional es ha hecho referencia (véase cat. 21). La presencia de los Chigi y
una muestra evidente de esa poderosa habilidad gráfica de Bernini, de los Barberini en un mismo dibujo no deja de ser elocuente en
capaz de emocionar con un leve trazo, a veces apuntando hacia relación a la disponibilidad artística de Bernini y a su fidelidad a
ideas grandes y, otras, trayéndose el pensamiento a lo pequeño y algunos de sus mecenas y protectores más importantes, aquellos
decorativo, como cuando decía que las aguas de una fuente tam- que le permitieron pensar sólo en grande.

130 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
26 Gian Lorenzo Bernini nista Antonio Chicari, además de pintores cercanos al círculo
berniniano (Fagiolo dell’Arco y Petrucci 1998).
Proyecto para el tabernáculo de la iglesia
de Santa Maria dell’Assunzione en Ariccia El dibujo fue catalogado por Barcia (1906) como de autor anóni-
ca. 1664-65 mo español del siglo xvii, siendo atribuido, en 1984, al círculo de
Bernini por Mena, considerándolo una copia de un original per-
Pluma, pincel, tinta y aguada parda sobre trazos dido del maestro y poniéndolo en relación con sus proyectos para
de lápiz negro, 266 x 164 mm el tabernáculo de la capilla del Sacramento en San Pedro del
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/4/36 Vaticano, realizado en 1673-74, aunque la idea procedía del tiem-
PROCEDENCIA
po de Urbano VIII y fundamentalmente fue haciéndola más pre-
Colección Valentín Carderera, Madrid cisa durante el pontificado de Alejandro VII, cuando realizó un
dibujo con dos ángeles que sostenían el tabernáculo, ciertamen-
BIBLIOGRAFÍA
te inspirado en el templete de San Pietro in Montorio, de Bra-
Barcia 1906, n.º 743; Mena 1984, p. 39; Santiago Páez 1991,
mante (Brauer y Wittkower 1931; Lavin 1981). Unos años después,
p. 126; Ferrari 1999, p. 397; Pérez Sánchez 1999, p. 106
en 1991, la propia estudiosa (en Santiago Páez 1991) seguía con-
siderándolo obra de taller o de alguno de sus discípulos y mante-
El dibujo, de mano de Bernini, representa un proyecto para el nía su idea de que se trataba de una variante, tal vez por la pre-
tabernáculo de la Collegiata dell’Assunta en Ariccia, construida sencia de los ángeles que sostienen el tabernáculo, para el de la
por Bernini entre 1662 y 1665, por iniciativa de Alejandro VII capilla del Sacramento en San Pedro. Tabernáculo, por otra par-
(Marder 1983 y 1998), que adquirió el lugar a la familia Savelli te, que presenta notables diferencias con el del Vaticano, conte-
en 1661. En el proyecto, así como en la reforma del palacio niendo la peana que sustentan los ángeles un cáliz en llamas que
Chigi frente a la iglesia, participaron muchos de los habituales ascienden hasta la base del crucifijo.
colaboradores del taller de Bernini, desde su hermano Luigi
Bernini (1612-1681) a Carlo Fontana, de Mattia de’ Rossi al eba- Fue Oreste Ferrari, en 1999, en el catálogo de la exposición Gian
Lorenzo Bernini. Regista del Barocco (Bernardini y Fagiolo dell’Arco
1999) quien vinculó el dibujo de la Biblioteca Nacional al taber-
náculo de bronce del altar mayor de la Collegiata dell’Assunta de
Ariccia (fig. 59), si bien éste, en lugar de ángeles que lo soporten,
como en el mencionado dibujo, reposa sobre cabezas de querubi-
nes, como ocurre en un apunte de la Biblioteca Apostolica Vatica-
na (cod. Chigi g. ii 48, fol. 381).

Fue Luigi Bernini el responsable de la realización, entre 1665 y


1666, del tabernáculo y de los candelabros que lo acompañan
(Petrucci 1997; Ferrari 1999), según los diseños de Gian Lorenzo.
El dibujo de Madrid debió de ser la primera idea para aquél, y
sigue las indicaciones de Carlo Borromeo en sus Instructionum
fabricae et suppellectilis ecclesiasticae (1577), que incluían la pre-
sencia de ángeles arrodillados para sostener los tabernáculos. Idea
que Bernini habría de prolongar en el ya mencionado de la capilla
del Sacramento en San Pedro del Vaticano. En el tabernáculo de
Ariccia incluye además la novedad del cáliz flameante, que expre-
sa también la profunda y mística religiosidad de Bernini.

Fig. 59 Gian Lorenzo Bernini, Tabernáculo,


„

1666. Bronce, 129 x 40 x 25 cm. Ariccia, Santa


Maria dell’Assunzione

132 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
27 Gian Lorenzo Bernini y taller también sobre la tierra, picciola basa para la grandeza del Rey Sol
(fig. 35), o bajo el pie de La Verdad de la Galleria Borghese (fig. 7)
Peana decorativa o de la tumba de Alejandro VII en San Pedro. En otras ocasiones
ca. 1660 usó la esfera como emblema, tal es el caso del frontispicio que
diseñó —con un águila entre el sol y la tierra— para la obra del
Trazos de sanguina, pluma y aguada parda, 171 x 129 mm jesuita Niccolò Zucchi, Optica philosophia (1652), al que le unió
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/20/54 una estrecha amistad (Lavin 1985). La esfera como símbolo y
metáfora del mundo le dio la oportunidad de usarla incluso en
PROCEDENCIA

Colección Valentín Carderera, Madrid aparatos efímeros, como las fiestas celebradas, en 1668, con moti-
vo de la Paz de Aquisgrán, frente al Palazzo Farnese (cat. 37), o
BIBLIOGRAFÍA
en el poco conocido proyecto autógrafo para un tabernáculo en
Barcia 1906, n.º 8.523; Mena 1991, p. 126
el que dos ángeles sostienen un globo solar coronado por el Espí-
ritu Santo, recordado en este mismo catálogo (p. 52) por Fagiolo
El dibujo, inventariado por Barcia en su excepcional y todavía uti- (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966) y en paradero desconocido
lísimo catálogo de los dibujos de la Biblioteca Nacional (1906), fue (antes en la colección Richardson).
nuevamente publicado por Manuela Mena en 1991 (Santiago Páez
1991, p. 126). La estudiosa apreciaba las cualidades de Bernini en Bernini usó de globos o esferas, símbolos de la tierra y del univer-
el mismo, insistiendo en su intensidad y fuerza expresiva, así como so, en diferentes acepciones y contextos, ya fuera para servir de
en la posibilidad de que fuera obra decorativa tardía. Sin embargo, soporte a triunfos de la religión, a través de su remate mediante
creía descubrir en el diseño un aire un poco rudo y forzado, lo que crucifijos, alegorías de la Iglesia o del Espíritu Santo, o como
le hacía pensar si no se trataría de una obra de algún discípulo o apoyo de la Verdad triunfante en la tierra y en el tiempo, pero
miembro de su taller. A pesar de todo, dejaba abierta la posibilidad, también como símbolo del poder y dominio de monarcas y
por su fuerza plástica, de que fuera de autoría del artista. príncipes —representaciones de Alejandro VII y Cristina de Sue-
cia sobre esferas simbólicas fueron diseñadas en 1663 por fray Juan
No cabe duda de que las observaciones formalistas sobre el dibu- Andrés Ricci—, como en el conocido proyecto para el retrato de
jo realizadas por Mena siguen siendo pertinentes y cabe conside- Luis XIV ya mencionado. En este sentido, una composición triun-
rar este proyecto ornamental como una obra salida de la mano de fal sagrada tan importante como el Baldaquino de San Pedro del
Bernini, con la posible participación de algún colaborador. En Vaticano (1624-33) se remata con una esfera coronada por una cruz.
todo caso, es probable que la peana que soporta la esfera o globo
terrestre estuviera destinada a soportar un crucifijo o un retrato, El dibujo de la Biblioteca Nacional parece anunciar o un proyecto
o también alguna imagen alegórica. Si el crucifijo triunfante sobre de tabernáculo, en el que la esfera estaría rematada por un cruci-
la esfera del mundo o de los cielos era tema arquetípico en la fijo, o un proyecto para colocar un retrato o una alegoría. La des-
iconografía cristiana, y el propio Bernini lo usó en diferentes nudez de la esfera no parece que fuera su destino simbólico único,
obras, también es cierto que en otras ocasiones había previsto aunque sea tentador pensarlo, entendida la base cuadrangular de
una base semejante para retratos como el de Luis XIV (Chante- la peana como símbolo de estabilidad y la esfera como figura de lo
lou en Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 202; Del Pesco 2007 y cambiante e inestable, como hiciera Goethe mucho tiempo des-
Marcello Fagiolo en p. 52 de este mismo catálogo), triunfante pués, en Weimar, con su Altar de la Buena Fortuna (1777).

134 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
28 Carlo Fontana habilidad, aunque no exenta de contradicciones, el elogio de su
RANCATE, TICINO, 1638 / ROMA, 1714 memoria. A la postre, la grandeza de San Pedro, su vocación urba-
na y universal, su belleza, fueron obra de Bernini, el nuevo Miguel
Il tempio vaticano e sua origine Ángel de Roma, como quisieron sus primeros mecenas y biógra-
Roma, Giovanni Francesco Buagni, 1694 fos, de Pablo V o Urbano VIII a Alejandro VII o Baldinucci y
Domenico Bernini.
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional del Prado, Cerv/719

PROCEDENCIA Fontana, además de referirse a otras intervenciones de su maes-


Biblioteca de José María Cervelló, Madrid; ingresó en 2003 tro, de los campanarios (cat. 12) y su desmantelamiento (McPhee
en el Museo del Prado 2002) a la Scala Regia (Marder 1997), se detuvo especialmente,
BIBLIOGRAFÍA
con erudición y precisiones compositivas y constructivas, en la
Braham y Hager 1977; Fagiolo 1982a, pp. 117-32; Hager 1991, Columnata de San Pedro. Describió el proyecto, su génesis, los
pp. 155-203; Marder 1997, pp. 82-105; Marder 2003, pp. ccvi- modelos, las alternativas y las posibilidades de soluciones distin-
ccxv; Fagiolo y Bonaccorso 2008, pp. 29-37 y 141-47 tas, así como sus insuficiencias y deficiencias compositivas y en
el lenguaje arquitectónico, sobre todo las referidas a la disposi-
ción oval transversal de la Columnata, al diseño de las columnas
La obra de Carlo Fontana, discípulo y colaborador de Bernini, sobre y al raro y antivitruviano orden empleado, síntesis instrumental y
el templo vaticano constituyó, cuando fue publicada en 1694, no sólo casi escultórica de algunos de los canónicos (toscano, dórico
un ejemplar ejercicio de autopromoción personal, sino también de y jónico). En perfecta sintonía con los muchos frentes y objetivos
erudición anticuaria e histórica, así como de teoría arquitectónica y que pretendía afrontar con su Tempio vaticano, Fontana usó, por
reflexiones sobre técnicas de construcción, confirmando así su pro- otra parte, la disposición tipológica y compositiva de lo realizado
pio papel institucional y el de la arquitectura en la Roma de finales para proponer su propia ampliación, confirmando así su voluntad
del siglo xvii y en el ámbito pedagógico de la Accademia di San de convertirse en heredero simbólico de Bernini y también de los
Luca. El libro, en edición bilingüe en latín e italiano (Curcio 2003), grandes arquitectos que habían intervenido en la construcción de
con magníficas estampas, grabadas muchas de ellas por Alessandro San Pedro desde Bramante.
Specchi (1666-1729), como es el caso de la aquí reproducida con la
«Pianta del tempio vaticano. Piazze e portici» (Spagnesi 1997), fue El proyecto de Bernini y Alejandro VII para la plaza de San Pedro
iniciado por Fontana, por encargo de Inocencio XI, el mismo año de (1656-69), completada en tiempo de Clemente IX, tuvo una génesis
1680 en el que muriera Bernini y en un contexto en el que volvían a compleja, con diferentes proyectos, ya antes del pontificado del
aparecer las críticas al viejo escultor y a su actividad como arquitec- papa Chigi, e incluso contraproyectos (Norton 1914; Fagiolo dell’Ar-
to en San Pedro (Baldinucci 1682). De hecho, la publicación del co y Fagiolo 1966; Wittkower 1975; Portoghesi 1978; Fagiolo 1982a;
mismo ayudó sin duda al nombramiento en 1697 de Fontana como Marder 1997) en relación al definido por Bernini y el propio Alejan-
arquitecto de la Fábrica de San Pedro, sucediendo así en esas tareas dro VII. Y fue al teatro transversal oval, con la Columnata coronada
a su antiguo maestro y convirtiéndose, por lo tanto, en heredero del por santos y mártires, basado en fuentes clásicas, con el Coliseo
magisterio de Bramante y Miguel Ángel, entre otros. como metáfora recurrente, al que Fontana (Libro IV del Tempio
vaticano) hizo una de sus críticas más potentes, defendiendo las
De los dibujos preparatorios para la obra se conserva en la Real ventajas funcionales y simbólicas de un diseño oval longitudinal,
Biblioteca del Palacio Real de Madrid un extraordinario ejemplar como poco después propondría, a partir de 1696, para el propio Coli-
con 89 láminas, más de las que se estamparon finalmente (Marías seo, publicado, póstumamente, en 1725, con el título de L’Anfiteatro
1987; Rodríguez Ruiz 2000; Curcio 2003). El lujosísimo volumen Flavio (Hager 2002). En todo caso, Fontana, al criticar la disposición
impreso finalmente pretendía también guardar el respeto, valorar oval transversal del pórtico con columnas arquitrabadas, así como el
la memoria y responder a las críticas que se habían hecho a la obra distinto grosor de la sección de los fustes de las columnas dispuestas
de Bernini en San Pedro. En su respuesta a éstas, Fontana mantu- en cuatro filas concéntricas, motivado por puntos de vista en fuga
vo un difícil equilibrio, elogiando con interesada ambigüedad los desde los diferentes centros de la plaza e incluso el lenguaje de los
aciertos formales de Bernini y no ocultando su insuficiente forma- órdenes y otras deformaciones oblicuas, pretendía a la vez elogiar y
ción como arquitecto constructor. Carlo Fontana, por otra parte, no dejar de ser riguroso y normativo con el diseño del maestro, lo que
conocía cabalmente los proyectos y dibujos del maestro para el fue compartido con anterioridad por otros arquitectos y diletantes,
Vaticano, la plaza porticada incluida, y supo mantener con especial entre ellos el español Juan Caramuel (véase cat. 29).

136 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Libro IV, cap. IX, fol. 215
29 Juan Caramuel de Lobkowitz Borromini o Guarino Guarini) y, sobre todo, su crítica, casi desde
MADRID, 1606 / VIGEVANO, LOMBARDÍA, 1682 el comienzo mismo de las obras, a la Columnata de San Pedro, lo
que le supuso un singular alejamiento de la corte pontificia, en el
Architectura civil recta y obliqua, reino de Nápoles, y que culminaría en la reflexiones de su tratado
considerada y dibuxada en el Templo de 1678, corrigiendo las inexactitudes geométricas y de diseño en
de Ierusalen lo construido por Bernini. Sus críticas no fueron, como es sabido,
Vigevano, Camillo Corrado, 1678, 3 vols. nada insólitas en la Roma de la segunda mitad del siglo xvii, de
los contraproyectos contemporáneos al proyecto de Bernini y
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional Alejandro VII (Norton, 1914; Wittkower 1975; Marder 1997 y 1998)
del Prado, mad/254 a las de Carlo Fontana en su Tempio vaticano en 1694 (cat. 28).
BIBLIOGRAFÍA

Guidoni Marino 1973, pp. 81-120; Bonet Correa 1984, Es cierto que Bernini ya había tenido ocasión de enfrentarse a
vol. i, pp. vii-li; Ramírez 1994, pp. 109-14; arquitecturas y órdenes en superficies curvas, que no oblicuas,
Fernández-Santos 2005b, pp. 137-66; Camerota 2006, como ocurriera con su destruida Cappella dei Re Magi (1634) en
pp. 299-320; Pena 2008; Fernández-Santos 2014 el Palazzo di Propaganda Fide, y en algunos otros ejemplos como
en Sant’Andrea al Quirinale y en la Scala Regia, terminada en
1666 (Marder 1997), todas ellas citadas en la publicación del obis-
La figura del cisterciense Juan Caramuel ha conocido en los últi- po de Vigevano. La Scala Regia —que criticó en su tratado—
mos años un interés historiográfico cada vez mayor, y no sólo en pudo haberla conocido durante su estancia en Roma entre 1669 y
el ámbito disciplinar de la arquitectura. Políglota, viajero por toda 1671. Pero fue el diseño de la Columnata de San Pedro, en el que
Europa (de los Países Bajos a Alemania, de Viena y Praga a Roma, lo oblicuo, lo curvo y lo recto recibieron, por parte de Bernini, una
a la que se traslada en 1655), científico, político, teólogo, polígra- solución tan afortunada y escultórica, corrigiendo con los ojos y
fo, autor de decenas de libros impresos y manuscritos, amigo de engañando a la vista, el que motivó, por su maravilla y por saltar
príncipes y monarcas, de intelectuales, arquitectos y matemáti- las reglas canónicas de la arquitectura y de la perspectiva, inter-
cos, pero también de papas, como Alejandro VII Chigi —con el minables críticas, entre las que se encuentran las formuladas por
que mantuvo una estrecha relación incluso antes de llegar a Caramuel en su tratado de 1678.
Roma (Pena 2008; Fernández-Santos 2014)—, acabó sus días
como obispo, a partir de 1673, de Vigevano, ciudad en la que No parece comprobado que Bernini y Caramuel llegaran a cono-
publicó su extraño, polémico e influyente Architectura civil recta cerse, a pesar de frecuentar círculos próximos, pero tampoco cabe
y obliqua, y en donde pudo convertirse en arquitecto diletante duda de que las ideas de la arquitectura oblicua y curva estaban
con su diseño para la fachada de la catedral y su plaza (Pissavino en el ambiente, si bien el español la entendía de forma rigorista y
1982; Lotz 1985). el italiano lo hacía en términos visuales y plásticos. Luego, con
independencia de la relación de ambos con Alejandro VII, es difí-
El tratado, que recogía la tradición y las reflexiones de otros cil que hubiera influencias directas entre ellos, como, a la postre,
matemáticos y arquitectos anteriores, incluido el padre jesuita confirman las críticas de Caramuel a Bernini, corrigiendo no sólo
Jean-Charles de La Faille (1597-1652), profesor en el Colegio el diseño de un pórtico ideal oval, sino, sobre todo en la estampa
Imperial de Madrid (Rodríguez Ruiz 1996) y atento, ya en 1636, a que aquí se reproduce (Columnarum in tetrastylio per ordines dis-
la arquitectura sobre superficies curvas y oblicuas, tuvo una enor- tributio, magnitudo, figura et designatio, lámina XXIV del tomo III),
me influencia en ámbitos españoles e hispanoamericanos. Pero esta sí contraproyecto teórico, que no histórico (Norton, 1914;
lo que ahora interesa es su recepción en Italia (en la que Cara- Guidoni Marino 1973; Wittkower 1975; Fernández-Santos 2005b),
muel residió entre 1655 y 1682 y donde mantuvo relaciones, no la disposición de la Columnata y la sección de sus columnas. No
siempre fáciles, con los Chigi y los Barberini, además de con en balde, Caramuel llegaría a afirmar en su tratado, que la Colum-
otros eruditos y arquitectos, entre éstos tal vez con Francesco nata de Bernini tenía «tantos errores como piedras».

138 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Tomo III, lám. XXIV
30 Fray Juan Andrés Ricci de Guevara se pensaba que habían llegado —en número de doce y en distintos
MADRID, 1600 / MONTECASSINO, 1681 momentos— como reliquias a la mismísima basílica de San Pedro,
según legendaria tradición. Aunque ya incluido en tratados canó-
Epitome architecturae de ordine salomonico nicos de arquitectura del siglo xvi, especialmente en el de Vignola
integro per P. M. D. Ionnem Andream Riccium (1562), el orden salomónico gozaba de especial santidad desde el
praedicatorem maiorem et filium regii coenobii siglo xiv, cuando se creía que en una de las doce columnas men-
Sanctae Mariae de Monte Serrato almae cionadas, la «Colonna Santa», se había apoyado Jesús cuando
congr. benidictinae hispaniae atque angliae predicaba en el Templo. El mismo Bernini lo sistematizaría en la
1663 Loggia delle Reliquie (1633-44) y, sobre todo, lo consagraría en su
extraordinario Baldaquino de bronce, en tiempo de Urbano VIII.
Manuscrito con dibujos a pluma y tinta negra,
405 x 275 x 15 mm El entusiasmo de Ricci por el orden salomónico entero o íntegro
Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, conoció un tratamiento más ambicioso cuando, ya en Roma, en
Chig.e.viii.257 1663, regaló a Alejandro VII y a la reina Cristina de Suecia dos copias
BIBLIOGRAFÍA
manuscritas de su Epitome architecturae, del que se expone la cus-
Tormo, Gussi y Lafuente Ferrari 1930; Ramírez 1981, todiada en la Biblioteca Apostolica Vaticana, conservándose otra en
pp. 202-11; Salort 1999, pp. 1-24; Marías y Pereda 2002, pp. 246-51; la abadía de Montecassino (Cod. 590), en la que residió durante los
Rodríguez G. de Ceballos 2002, pp. 123-33; Tuzi 2002, últimos años de su vida, dedicado fundamentalmente a estudios
pp. 155-57; García López 2010, pp. 331-40 bíblicos y teológicos, de los que dejó numerosas obras manuscritas.
Si el orden salomónico entero o íntegro, aplicado incluso en enta-
blamentos y cornisas, es fácil rastrearlo en iglesias y capillas hispá-
Fray Juan Ricci, benedictino, teólogo, científico aficionado, pin- nicas y del sur de Italia, más difícil es poder comprobar hasta qué
tor y arquitecto diletante, antes de llegar a Roma en 1662 con el punto esas soluciones pudieron derivar de los manuscritos de Ricci.
fin de defender el dogma de la Inmaculada Concepción había Incluso, como ha señalado Rodríguez G. de Ceballos (2002), es muy
dejado, también manuscrito y con magníficos dibujos a pluma, improbable que Alejandro VII o Cristina de Suecia llegasen a tomar
un conocido Tratado de la pintura sabia (1659, Madrid, Fundación en consideración la extravagante y fantástica propuesta que contenía
Lázaro Galdiano), publicado en 1930 (Tormo, Gussi y Lafuente el Epitome, en el que planteaba, como se puede ver en el dibujo que
Ferrari 1930) y nuevamente en 2002 (Marías y Pereda 2002). aquí se reproduce, la aplicación de su orden nada menos que a todo
Dedicado a la duquesa de Béjar, incluía un peculiar tratado de el Baldaquino de San Pedro (pedestales con las armas del pontífice,
arquitectura y órdenes, entre los que proponía el quimérico y cornisas, cubierta...), terminado en 1633, y a la cancela que lo rodea,
simbólico «orden salomónico entero o íntegro», que tanta difu- que, en lectura simbólica, figura en planta la forma de una mariposa
sión habría de tener en la arquitectura española e hispanoameri- nocturna, queriendo significar el alma. Aunque también es cierto
cana (Fagiolo 1982b; Bérchez y Marías 2002). que ese diseño quería representar la grandeza divina y el conoci-
miento mismo de Dios por medio de una arquitectura y un orden
El peculiar orden buscaba ampliar del fuste a basas, pedestales, que era espejo del mismo Templo de Salomón.
capiteles, entablamentos, cornisas, frontones, etcétera, la ondu-
lación de los gálibos del orden salomónico, el más perfecto de los El eco de su propuesta debió de ser parco y, de hecho, no existe
órdenes como propio del Templo de Salomón (Fagiolo 1982b; testimonio alguno de la opinión o de la aceptación de Cristina de
Ramírez 1994; Tuzi 2002), arquitectura divina y perfecta. El extra- Suecia o de Alejandro VII, quien, en su minucioso diario, tampoco
vío disciplinar de Ricci no era ajeno, sin embargo, a la cultura dejó constancia alguna de haber conocido al benedictino ni siquie-
arquitectónica del Barroco, en la que la espiral, como afirmara sor ra de haber recibido su manuscrito (Krautheimer y Jones 1975).
Juana Inés de la Cruz, podía representar la armonía del mundo, Nada de esto pareció desanimar en su diletantismo a Ricci y, así,
y esas columnas imitar el flamear de la arquitectura, que escri- en el Codex 590 de la abadía de Montecassino se conserva también
biera Baltasar Gracián. Incluso en un ámbito propiamente arqui- un insólito proyecto suyo, posiblemente del mismo año de 1663,
tectónico, Guarino Guarini (Disegni d’architettura, 1686 y 1737) para completar y reformar la fuente de la plaza del Panteón, con
parece que debió conocer esas propuestas, como confirma en su una columna salomónica coronada por una imagen de la Inmacu-
tratado y en algunos proyectos (Ramírez 1981), incluso en su posi- lada, justo en los mismos años en los que el papa y Bernini acome-
ble viaje por España y Portugal entre 1658-59. tían la reforma de la plaza, de la fuente y del mismo pórtico del
Panteón (Rodríguez G. de Ceballos 2002). En cualquier caso, no
Ricci, del mismo modo que pensaba que «la pintura es la lengua cabe duda de que Ricci supo elegir muy bien los interlocutores
de los ángeles», imagen mítica de resonancias escolásticas, tam- simbólicos o reales para sus proyectos, de Alejandro VII a Cristina
bién estaba convencido de que la arquitectura y sus órdenes tenían de Suecia, de las obras de Bernini a la defensa del dogma de la
su origen en el divino Templo de Salomón, cuyas columnas torsas Inmaculada, tan querido por la Monarquía Hispánica.

140 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Fol. 9
31 Gian Lorenzo Bernini representado en el momento en el que presencia la aparición de la
cruz en los cielos, antes de la batalla contra Majencio en el Puente
Estudio para la escultura ecuestre de Milvio, con la frase luminosa «In hoc signo vinces». La victoria militar
Constantino en el interior de la basílica sería, al final, también la victoria del cristianismo en el Imperio
de San Pedro del Vaticano Romano. De hecho, el encargo lo realizó Inocencio X, simbólica-
1654 mente, el 29 de octubre de 1654, fecha conmemorativa de aquel
acontecimiento milagroso, del mismo modo que la inauguración
Lápiz negro y toques de clarión, 310 x 267 mm del monumento, después de cuatro pontífices, sería también un 29
Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de octubre, pero de 1670, en tiempos del papa Clemente X Altieri, y
de San Fernando, d2247 no en el interior de San Pedro, como había sido previsto originalmen-
INSCRIPCIÓN
te, sino al comienzo de la Scala Regia, en el extremo del pórtico de
«Del Bernini» la basílica (Fraschetti 1900; Wittkower [1966] 1990; Marder 1997).

PROCEDENCIA
Lo cierto, sin embargo, es que ya en septiembre de 1654 el por
Monasterio de Valparaíso, Zamora
entonces cardenal Fabio Chigi —futuro Alejandro VII a partir de
BIBLIOGRAFÍA 1655 y responsable del cambio de ubicación del grupo ecuestre al
Tormo 1929, p. 81; Wittkower (1966) 1990, p. 292; Pérez Sánchez comienzo de la Scala Regia— anotaba en su diario que Bernini le
1967, p. 26; Pérez Sánchez 1977, n.º 41; Courtright 1981, p. 137;
había enseñado el dibujo del proyecto (Rossi 1939). Aunque en un
Marder 1992, pp. 280-306; Marder 1997, pp. 166-70; Bacchi y
lapso tan largo de tiempo, entre las primeras ideas, la paralización
Tumidei 1998, p. 52; Pérez Sánchez 1999, n.º 52
del proyecto y la inauguración oficial de la escultura ecuestre, se
sucedieron, obviamente, numerosos dibujos (Brauer y Wittkower
El encargo a Bernini, en 1654, al final del pontificado de Inocen- 1931; Lavin 1981) y cambios en las figuras —unos de mano del
cio X Pamphili, de un monumento a Constantino para el interior maestro, otros de su taller—, el hecho es que este de la Academia
de la basílica de San Pedro no fue, sin duda, un encargo menor. Al cabe situarlo como el primero conocido y el más próximo a la idea
contrario, el potente significado de la figura del emperador y la originaria, en un nicho entre columnas, como refleja el diseño,
conciencia de Bernini al asumir tan importante compromiso han frente al cual se levantaba el colosal e intenso monumento, de una
sido comentados expresivamente por Lavin (2000a) de la siguiente energía contenida, dramática y constreñida por la escala misma del
forma: «Aquella que podría ser bien descrita como la clave de bóve- lugar: unos cinco metros y medio incluidas las columnas.
da en el arco entre forma y contenido que vincula el trabajo de una
vida desarrollado por Bernini en San Pedro, le fue ofrecida por el A la iconografía y modelos del caballo en corveta, deslumbrados
encargo de un monumento a Constantino el Grande, el mayor res- ambos, animal y jinete, por la poderosa luz celestial que procedía
ponsable de la institución del derecho de la cristiandad a la univer- del signo de la cruz, se han referido numerosos historiadores
salidad terrena. Se podría decir, en un cierto sentido, que el reino (Wittkower [1966] 1990; Fumaroli 1995; Marder 1997; Lavin
de Dios sobre la tierra fue iniciado por Constantino, que decretó el 2000), señalando referencias tan directas como Rafael o Giulio
reconocimiento del nuevo credo como religión de estado del Impe- Romano, en los propios palacios vaticanos, o fuentes manuscritas
rio y edificó la basílica papal dedicada al vicario de Cristo». como Nicéforo, Eusebio de Cesarea o Jacopo da Voragine, inclui-
dos dibujos y marfiles bizantinos (Fumaroli 1995) entre otras
Es decir, que Bernini, llamado a ser el intérprete de Roma y de San muchas, sin olvidar el magisterio de Rubens, Poussin, Velázquez
Pedro, desde Pablo V a Alejandro VII (Krautheimer 1987) y en ade- o Pietro Tacca (Lavin 2000), este último en su monumental
lante, recibió el encargo de la escultura por parte de Inocencio X, el escultura ecuestre de Felipe IV (Matilla 1999).
papa menos próximo a su trayectoria y personalidad, aunque duran-
te su pontificado realizara obras fundamentales como la capilla La importancia del dibujo de la Academia, además de su belleza
Cornaro, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona o el y calidad gráfica, es germinal para todo el proyecto posterior, ya
Cristo crucificado, precisamente en 1654, para Felipe IV (véanse que Bernini adquirió el bloque de mármol el mismo año de 1654
cat. 14, 15, 17 y 19). Así, ese mismo año, el pontífice le encarga el pensando en esa idea y en ese preciso lugar del interior de la
monumento ecuestre de Constantino para el interior de San Pedro basílica para su escultura. Sin embargo, habrá que esperar hasta
del Vaticano, posiblemente destinado al primer intercolumnio de la 1660 para que Alejandro VII, y con él Bernini, como es obvio,
nave derecha, próximo al de la condesa Matilda, realizado por el retomen de nuevo el proyecto, aunque alterando su destino, lo
artista en 1633-37 (Fraschetti 1900; Marder 1997). De ese primer que influiría, sin duda, en la serie de dibujos y bocetos posterio-
proyecto se conserva este bellísimo dibujo en el que Constantino es res y en la obra y escenografía final en la Scala Regia.

142 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
32 Gian Lorenzo Bernini Pedro, Constantino y Carlomagno, aunque esta última no sería
colocada hasta 1725, obra de Agostino Cornacchini, al que le fue
Estudio para la escultura ecuestre encargada cinco años antes. En un diagrama muy expresivo, Ale-
de Constantino en la Scala Regia del Vaticano jandro VII había dibujado una especie de triángulo en el que en
1660-61 los dos extremos de la base figuran los nombres de los dos empe-
radores cristianos, mientras que en el vértice figuraba San Pedro
Sanguina, 215 x 132 mm (Marder 1997), expresión del poder terrenal y religioso de la Igle-
Madrid, Museo Nacional del Prado, d-7750 sia. Ya en 1571, Tiberio Alfarano había previsto situar en el futuro
atrio de la basílica dos monumentos ecuestres dedicados a Car-
PROCEDENCIA

Colección José de Madrazo, Madrid; Colección Daza-Campos, los V y Francisco I, con claras intenciones políticas y simbólicas,
Madrid; adquirido por el Museo del Prado en 2006 entendidos como protectores de la cristiandad.

BIBLIOGRAFÍA
Al hacer coincidir la reforma de la Scala Regia, nuevo y triunfal
Inédito
acceso al palacio vaticano, con la nueva ubicación del grupo de
Constantino, éste se transformaba en bisagra figurativa y espacial
La colocación de la escultura de Constantino en el extremo del pór- para los visitantes, fieles o príncipes, que salían de la basílica y se
tico de San Pedro y al comienzo de la Scala Regia fue una decisión dirigían al palacio, y para los que lo hacían desde la plaza, a través
de Alejandro VII Chigi cargada de resonancias y significados simbó- de la Columnata y el corredor en construcción. Así, en un senti-
licos, con una riquísima tradición iconográfica que Bernini, sin duda, do histórico y religioso, la estatua ecuestre recordaba simbólica-
tuvo en cuenta (Fraschetti 1900; Wittkower [1966] 1990; Fumaroli mente el poder temporal y sagrado que la imagen del emperador
1995; Marder 1997; Herrmann-Fiore 1998; Lavin 2000) y, en este representaba antes de acceder a la presencia del pontífice, con-
sentido, Fumaroli, Herrmann-Fiore o Lavin han insistido en la repre- vertido de este modo no sólo en sucesor de san Pedro.
sentación de Constantino en el bizantino Marfil Barberini (s. vi d. C.,
París, Musée du Louvre), que el escultor conocía sin duda, ya que Las consecuencias del nuevo destino del grupo de Constantino
era propiedad entonces del cardenal Francesco Barberini. Todos los implicaron, qué duda cabe, cambios en el diseño mismo de la escul-
dibujos y modelos conocidos (Brauer y Wittkower 1931; Lavin 1981; tura que, ahora, debía ser vista, en toda su grandeza, tanto desde un
Androsov, Kosareva y Nepi-Scirè 1991; Herrmann-Fiore 1998) dispo- punto vista lateral, para quien lo contemplase desde el atrio de la
nen la escultura ecuestre de Constantino de la misma forma, tanto basílica —como un relieve que sobresaliese de la pared del nicho,
en el primer proyecto —que parecen representar el dibujo de la al que añadiría el escenográfico paño estucado, recuerdo también
Academia de Bellas Artes de San Fernando (cat. 31) y, posiblemente, de una tienda militar (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966)—, como
el modelo en terracota del Museo del Hermitage (cat. 33)—, pensa- desde un punto de vista frontal, como una escultura exenta, para
do para el interior de San Pedro, como en los sucesivos dibujos con- quien accediese desde el corredor y la plaza. Y se trata de observa-
servados a partir de que Alejandro VII decidiera, hacia 1660, su nue- ciones fundamentales para explicar el tratamiento de altorrelieve
vo y definitivo lugar de ubicación, en el extremo del pórtico de la que tiene la escultura y que permite la disposición en corveta del
basílica y al comienzo de la Scala Regia, cuyas obras inició Bernini caballo sin apoyo alguno y su apariencia de escultura exenta.
en 1663 y se terminaron en 1666. Ya entonces el grupo ecuestre esta-
ba destinado a ese lugar, aunque no fuera inaugurado, definitivamen- No cabe duda de que, para resolver la nueva ubicación de la escul-
te, hasta 1670 (Panofsky 1919; Voss 1922; Marder 1997) y, posiblemente, tura, Bernini debió de hacer bocetos y dibujos con el fin de ade-
obligando a Bernini a realizar alguna modificación en la ventana que cuar a un espacio preciso el monumento ecuestre que, al tiempo,
da luz al grupo de Constantino (Marder 1997). tenía que representar un momento único y fulgurante de un rela-
to, de una fábula, de una historia puesta en escena: la visión celes-
El cambio de la escultura ecuestre de Constantino del interior de tial del emperador contemplando, deslumbrado por una luz de
la basílica al extremo del atrio y en el comienzo de la nueva Scala origen divino, la cruz y las luminosas palabras «In hoc signo
Regia que conduce al palacio vaticano fue acompañado de una vinces». Y aquí, el eco de la conversión de san Pablo no debió de
intervención arquitectónica y simbólica de extraordinario alcance ser olvidado por el artista, como ha recordado Lavin (2000). Podría
y consecuencias. En ella, el papel de Alejandro VII fue fundamen- decirse que la nueva situación de la escultura, fuera de la basílica,
tal, como ya había ocurrido con la Columnata de la plaza. La tra- ocasionó el diseño de la Scala Regia y del espectacular rellano en
dición medieval había usado con frecuencia el motivo de las esta- el que se sitúa la estatua ecuestre. De hecho, el lugar se completó,
tuas ecuestres en las fachadas de iglesias y palacios, siempre con como si se tratara de una capilla laica y secular al tiempo —ya lo
carácter de celebración y, en el caso de las primeras, la presencia había hecho en la capilla Cornaro—, con un repertorio de famas
de Constantino a caballo no fue inusual (Lavin 2000). De hecho, y escudos con las armas del papa Chigi y con dos tondos en los
el papa Chigi había previsto que fueran dos las esculturas ecues- que se recuerdan dos hechos fundamentales en la vida de Cons-
tres que habrían de figurar en ambos extremos del atrio de San tantino, después del acontecimiento narrado en la escultura

144 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
ecuestre con la visión luminosa y triunfal de la cruz: su bautismo calidad y agilidad en el trazo sólo pueden proceder de Bernini. De
y la construcción de San Pedro. hecho, como Irving Lavin me ha comentado, con su generosidad y
sabiduría habituales, la disposición del Constantino en el interior
Lugar de tránsito, de ceremonial ritual, desde la ciudad y la plaza de San Pedro hubiera hecho casi imposible escenificar «la fuente
de San Pedro, con su abrazo simbólico, el rellano, en el que se de luz y la visión de la cruz», mientras que, situado en el rellano del
sitúa el relato de Constantino a caballo ante la visión celestial de comienzo de la Scala Regia y mirando al fondo de la misma, era
la cruz conduce a la vez a la basílica y al palacio vaticano. Una «mucho más coherente, ya que se necesitaba más espacio para
vez decidida la posición de la escultura, Bernini abrió la ventana mostrar la aparición de la cruz en la distancia, visión de lejos en el
(Marder 1997) que ilumina a Constantino y en cuya transparencia cielo, por lo que el monumento, en el dibujo, se vuelve hacia el sol
se inscribe la cruz, lo que no es visible por quien accede desde la naciente... ¡Muy Bernini!». De esta forma, el Constantino ecuestre,
plaza ni por quien lo hace desde el atrio de la iglesia: foco de luz delante de un nicho cubierto por un paño y coronado por la figu-
teatral y oculto, sagrado, que ya había usado otras veces, de la ra de la Fama, y dispuesto sobre un pedestal, que recuerda inevita-
capilla Raymondi a la capilla Cornaro (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo blemente al de Marco Aurelio en el Capitolio, con todas la implica-
1966). Sólo el papa, al final de la Scala Regia que daba acceso a ciones que entraña esta decisión, supondría que el emperador
su palacio, podía ser consciente del artificio y su significado. miraría no sólo a la Scala Regia del palacio vaticano y al foco de luz
proyectado por Bernini al final de la misma —además de los previs-
Bernini, que cuidaba con obsesión cada mínimo detalle de sus tos en su espectacular recorrido—, sino también hacia el altar
obras, debió plantearse diferentes soluciones al relato que el gru- mayor de la basílica, lo que encajaría más adecuadamente con lo
po de Constantino tenía que representar, en un espacio esceno- planteado en la transformación y funciones de ese lugar, el rellano
gráfico tan complejo y cargado de tantas resonancias, inexplicable del extremo del atrio de la basílica, y en la Scala Regia.
sin una fuente de luz maravillosa y sagrada que debía emanar de
una simbólica cruz. Cabe recordar, en este sentido, al considerar La dificultad de una fuente de luz directa y simbólica más próxi-
la inevitable e histórica comparación entre este Constantino y la ma pudo implicar el mantener la posición actual, ya formulada
escultura ecuestre de Luis XIV, la primera inscrita en un espacio en el primer proyecto de 1654 representado en el dibujo de la
fabuloso en el que Bernini ponía en escena, de nuevo, la unidad Academia de San Fernando (cat. 31), pero, como me indica
de las artes visuales, el bel composto, mientras que el Luis XIV era Marcello Fagiolo en comunicación extraordinariamente genero-
un grupo aislado, triunfal, con un relato ensimismado en la propia sa, en el dibujo del Prado Constantino sería iluminado a sus
escultura y el monarca representado (véanse cat. 35 y 36). El mis- espaldas, suspendido por la luz y por la visión de la cruz sosteni-
mo Bernini, en carta a Colbert, en diciembre de 1669, señalaba al da por ángeles en la embocadura de la Scala Regia, en gesto de
respecto: «Esta estatua —se refiere a la de Luis XIV— será del adoración y rendición cristianas, observando que en un dibujo
todo diferente a la de Constantino, porque Constantino está en de Leipzig (Museum der bildenden Künste, inv. ni. 7806r, Court-
actitud de admirar la Cruz que se le aparece, y esta del rey estará right 1981), la cabeza de Constantino parece mirar hacia la izquier-
en actitud de majestad, de mando» (Wittkower 1961). No cabe ser da, hacia el palacio vaticano, en una posición invertida como en el
más preciso en su concepción de ambos grupos ecuestres y sus dibujo del Prado.
implicaciones y consecuencias simbólicas y artísticas
Al final, lo planteado en el dibujo no fue realizado, a pesar de su
Sin embargo, no es improbable que, después de las observaciones mayor coherencia, porque también es posible que hubiera
realizadas, Bernini hubiera podido pensar —cuando hacia 1660-61 comenzado a trabajar, entre 1654 y 1660-61, en el monumental
el papa le planteó el cambio, del interior de la iglesia a su lugar bloque de mármol destinado a la escultura ecuestre que haría
definitivo, de su proyecto de 1654 para el Constantino—, en inver- inevitable el mantener la disposición que finalmente tiene, aun-
tir la disposición del grupo, como así parece indicarlo este extraor- que, en realidad, Bernini no retomó los trabajos sobre el bloque
dinario dibujo a sanguina del Museo del Prado, inédito, y cuya de mármol hasta el verano de 1662 (Wittkower [1966] 1990).

147 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
33 Gian Lorenzo Bernini que debía esculpirse. Es decir, el hijo del artista proclamaba, de
ese modo, la superación de los antiguos por parte de Bernini,
Boceto para la escultura ecuestre como ya Borboni (1661) había planteado en su historia de la esta-
de Constantino tuaria dedicada al cardenal Pascual de Aragón (véase cat. 34).
1660-61
Se trata de una confrontación con la Antigüedad que, como ha
Terracota, 45 x 28 cm señalado Lavin (2000), no sólo cabe entenderla en términos artís-
San Petersburgo, Museo Estatal del Hermitage, h. ck. 673 ticos o de dificultad de la tarea del escultor al enfrentarse a un
bloque de mármol de semejantes dimensiones, sino que, metafó-
PROCEDENCIA

Colección Farsetti, Venecia; San Petersburgo, 1799


ricamente, el propio Bernini se parangonaba a Constantino, ambos
triunfadores morales ante los retos que se les presentaban, como el
BIBLIOGRAFÍA
jesuita Giovanni Paolo Oliva (1674) tendría ocasión de comentar
Matzulewitsch 1963, p. 71; Wittkower (1966) 1990, pp. 291-95;
al defender el Constantino de su amigo Bernini con motivo de su
Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 198; Courtright 1981,
apoyo al proyecto para el monumento ecuestre de Luis XIV (Fras-
p. 144; Androsov, Kosareva y Nepi-Scirè 1991, n.º 20;
Bacchi y Zanuso 1996, p. 783; Marder 1997, pp. 171-72; chetti 1900; Herrmann-Fiore 1998).
Herrmann-Fiore 1998, p. 315; Dickerson, Sigel y Wardropper
2012, cat. 23, pp. 222-25 La bellísima y tensa terracota del Hermitage ha sido tradicional-
mente puesta en relación con el nuevo destino de la escultura
ecuestre de Constantino en el rellano de la Scala Regia, decisión
La idea de representar a un príncipe en un monumento ecuestre, tomada en 1660-61 (Matzulewitsch 1963; Wittkower [1966] 1990;
con el caballo en corveta, fue casi un tópico iconográfico del siglo Androsov, Kosareva y Nepi-Scirè 1991), y, por tanto, representaría
xvii, ya fuera en mármol o, sobre todo, en bronce. Bernini tuvo a una fase de diseño inicial de esa nueva disposición, frente al pri-
su disposición para el grupo de Constantino, y después para el de mer proyecto para el interior de la basílica. Sabemos que Bernini
Luis XIV y, por fin, para el de Carlos II, diferentes ejemplos y comenzó a trabajar de nuevo en el bloque de mármol en el verano
modelos (del bizantino Marfil Barberini [Fumaroli 1995] a Rafael, de 1662 (Wittkower [1966] 1990; Dickerson, Sigel y Wardropper
Giulio Romano, Poussin, Rubens o Velázquez), así como las 2012), luego, siguiendo esas opiniones, el boceto en terracota
estampas grabadas por Antonio Tempesta, la lección de Leonardo habría de representar un primer momento del proceso de diseño
o el Felipe IV (1636-40) de Pietro Tacca (realizado en Florencia del grupo definitivamente instalado en la Scala Regia en 1669 e
con la ayuda científica de Galileo Galilei e instalado en Madrid inaugurado en 1670. Sin embargo, como ya se ha visto a propósito
en el Palacio del Buen Retiro [Matilla 1999], ahora en la Plaza de del dibujo del Prado (cat. 32), entre 1660 y 1662 Bernini debió
Oriente), que precisamente sería citado como modélico por algu- replantearse numerosas cuestiones y generar dibujos y bocetos en
nos de sus críticos contemporáneos más intransigentes con la número extraordinario, como era habitual en su proceder y defen-
escultura de Bernini (Fraschetti 1900; Previtali 1962). dió en diferentes ocasiones. En este sentido, parece obvio que la
terracota del Hermitage, intensa y fogosa, enérgica en su diseño,
La posición del caballo con las patas delanteras levantadas, en concentrada, tiene poco que ver con la composición final del
triunfal y dominante gesto, y del jinete que con habilidad consu- caballo en la escultura de la Scala Regia.
mada controla ese ademán, intencionado o improvisado, sorpren-
dido o ceremonial, constituían un reto para cualquier escultor y Sólo Marder (1997) parece haber constatado la distancia entre la
ennoblecían al héroe representado. Bernini era consciente de esas terracota y la escultura final, poniendo la primera en relación con
dificultades, máxime cuando tenía que plasmar su Constantino en el dibujo de la Academia de San Fernando (cat. 31), es decir, con el
mármol, por lo que, como era habitual en su proceso de trabajo, proyecto de 1654 para el interior de la basílica, destinado a un
los dibujos y los bocetos en cera o terracota se multiplicaron en el espacio más reducido y compacto. El razonamiento, a falta de una
taller. De las enormes dificultades y de su virtuosismo como escul- documentación más precisa, es, en mi opinión, muy pertinente y,
tor escribe su hijo Domenico Bernini (1713), con elogio y orgullo por tanto, podría datarse el boceto en terracota de San Petersburgo
bien calculados, señalando que desde la Antigüedad nada seme- en una fecha imprecisa entre 1660 y 1661, antes de que Bernini
jante se había hecho en Roma, tanto por el tema que representaba comenzase a trabajar de nuevo, ya en 1662, en la escultura, cono-
y por el lugar al que estaba destinado, como por el material en el cida su nueva ubicación.

148 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
34 Giovanni Andrea Borboni confrontación entre el escultor Alfonso Lombardi y Tiziano para
SIENA, 1624 / (?), 1703 hacer el retrato de Carlos V, con clamoroso triunfo del primero
frente al pintor y la pintura, de tal modo que «fu riputato degno
Delle statue scultore di un Monarca del mondo».
Roma, Giacomo Fei, 1661
Es Vasari el que le sirve para trazar, después de pasearse entre obras
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional del Prado, Cerv/328 y fuentes clásicas, incluido el Laocoonte, una breve historia de la
PROCEDENCIA escultura del Renacimiento, de Donatello a Baccio Bandinelli, para
Colección de José María Cervelló, Madrid; ingresó en 2003 culminar en Miguel Ángel, «confín insuperable» de la perfección,
en el Museo del Prado que ejemplifica en su Moisés de la tumba de Julio II en San Pietro
BIBLIOGRAFÍA
in Vincoli. Pero el modelo vasariano que culminaba en Miguel
Angelini 1998, pp. 302-5; Fagiolo dell’Arco 1998, pp. 168-69; Ángel, Borboni lo continúa hasta Bernini, en plena madurez en
Lavin 1998, pp. 74-75; Neri 2004, pp. 32-47; Delbeke 2012, 1661, el año de publicación de su tratado, y considerándolo no sólo
pp. 108-13 su heredero, sino el único escultor capaz de superarlo, como ya era
tópico en la Roma del tiempo, y como había escrito el mismo car-
denal Sforza Pallavicino (1607-1667), tan vinculado al escultor
El tratado del sacerdote y teólogo sienés Giovanni Andrea Borbo- (Montanari 1997 y 1998). Es más, era de ese modo como el propio
ni, Delle statue, publicado en Roma en 1661, ha sido poco estu- Bernini deseaba ser recordado y considerado (Baldinucci 1982; Ber-
diado, en general, y usado con relativa frecuencia en relación a la nini 1713), lo que adquirió un nuevo vigor durante el pontificado de
escultura de Bernini, con independencia de que en su relato no Alejandro VII, periodo en el que se publicó la obra de Borboni,
sólo mantuviese el temprano tópico, iniciado por Pablo V consolidando así la idea de Bernini como nuevo Miguel Ángel. Del
Borghese y Maffeo Barberini, de considerarlo, casi proféticamen- primero, el autor describe y comenta, enfatizando el tratamiento
te, el Miguel Ángel de su siglo. Así, Borboni, en su moralizante expresivo, la metamorfosis y el dramatismo, obras como Plutón y
estudio sobre la historia y funciones de la escultura desde la Anti- Proserpina (1621-22), Apolo y Dafne (1622-24) y el David (1623-24),
güedad hasta Miguel Ángel, culmina el relato con Bernini, de Villa Borghese, así como la tumba de Urbano VIII (1628-47) en
comentando algunas de sus obras, tanto las de Villa Borghese San Pedro del Vaticano, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza
como algunas del Capitolio, con intención evidentemente políti- Navona (1648-51) o el busto con el retrato de Francesco I d’Este
ca e ideológica, además de artística y teórica. Y es que, por otra (1650-51; Módena, Galleria Estense), aunque no las reproduce.
parte, su discurso pretendía apoyar la supremacía de los moder-
nos frente a los antiguos, en una polémica que afectó a toda la El libro, además, cuenta con una serie de magníficas estampas, gra-
cultura europea, especialmente a la francesa (Claude Perrault) y badas por Guillaume Chasteau (1635-1683) y François Spierre (1639-
la italiana, durante la segunda mitad del siglo xvii. De este modo, 1681), sobre dibujos del discípulo de Pietro da Cortona, Lazzaro
según Borboni, Bernini representaría en esos años la culminación Baldi (1622-1703), que reproducen algunas esculturas de papas y
del proceso de superación de los antiguos que había consoli- otros ilustres miembros de familias romanas conservadas en el
dado el mismísimo Buonarotti, acompañado, en menor medida, Palazzo dei Conservatori en el Capitolio y, sobre todo, incluye tres
por Alessandro Algardi y François Duquesnoy, confirmando así la que son imagen simbólica de toda una época en la que Bernini, y
supremacía de la escultura moderna frente a los modelos de la posiblemente el propio Borboni, no sólo estuvieron en estrecha
tradición clásica. relación con los personajes representados en dos de ellas como son
el propio papa Alejandro VII o la reina Cristina de Suecia, sino, lo
Es cierto que la Roma que vio aparecer su tratado también esta- que ha sido menos tenido en cuenta, con un tercer representado
ba construyendo otro discurso enfrentado a sus ideas y en el que era nada menos que el embajador de la Monarquía Hispánica
que los modelos de la Antigüedad clásica eran propuestos como en Roma en esos años (1662-64), el cardenal Pascual de Aragón
paradigmas a emular y seguir, de Giovan Pietro Bellori (Le Vite (1626-1677). La elocuencia de estas tres estampas —dos de ellas,
de’ pittori, scultori e architetti moderni, Roma, 1672) al escultor, la de Alejandro VII y la del cardenal Pascual de Aragón funcionan
restaurador de esculturas clásicas y discípulo de Duquesnoy, como frontispicios, mientras que la de Cristina de Suecia lo hace
Orfeo Boselli (Osservazioni della scoltura antica, manuscritos casi como colofón— es muy representativa del ambiente cultural
[1650-57] 1978; Di Stefano 2002), siempre críticos con Bernini y y político, artístico y religioso en el que se inscribe el libro de Bor-
con la supuesta supremacía y triunfo de los escultores moder- boni y el significado que atribuye a la obra de Bernini, del que sólo
nos, incluido Miguel Ángel. Debates que, por otra parte, alcan- se reproducen tres obras situadas en el Palazzo dei Conservatori:
zaban también al parangón sobre la primacía de la pintura, la escultura de Urbano VIII (1635-40) —obra de taller—, el retrato
como guía de las artes, sobre la escultura, mantenido especial- de Carlo Barberini (1630) —intervención en un torso de general
mente por Bellori y criticado por Borboni que, en su texto, refie- antiguo, posiblemente Julio César (Fraschetti 1900; Wittkower
re la conocida anécdota, descrita por Vasari, al respecto de la [1966] 1990), de Algardi, que hizo brazos y piernas, y de Bernini, al

150 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
que se debe el rostro del retratado (fig. 60)— y el busto con el publicado en Roma en tiempos del papa Chigi, lo más sorprenden-
retrato de Virginio Cesarini (1624), poeta tan próximo a Urbano te es que el segundo frontispicio dibujado por Baldi y grabado por
VIII y recuperado durante el pontificado de Alejandro VII. Chateau representa la dedicatoria de la obra al cardenal español
Pascual de Aragón, embajador de Felipe IV en esos años en Roma,
Pero sin duda, en este contexto, las más interesantes son las dos durante los que desplegó una importantísima actividad de mecenaz-
estampas que hacen de frontispicios. La primera, a modo de Alegoría go artístico, cultural y político al que el propio Bernini no debió de
de la Escultura, presenta a ésta, sobre la que se sitúa el escudo del ser ajeno (Carrió-Invernizzi 2008), sabiendo, además, que el carde-
papa Chigi y la figura de la Fama, contemplando una escultura de nal mantuvo una relación estrecha con Sforza Pallavicino (Neri
Alejandro VII como recién terminada, con los atributos de su arte 2004), cuyo vínculo con el escultor fue enormemente significativo
a los pies del pontífice. Ha sido señalada (Angelini 1998; Neri 2004) (Montanari 1997). En la estampa figura el retrato del cardenal Pas-
la enorme semejanza de la figura de esta estampa y la escultura de cual de Aragón y, por debajo, la dedicatoria en una cartela sostenida
Alejandro VII (1663-64) en el Duomo de Siena, realizada por Anto- por ángeles, situados en un edículo abierto, con columnas y retro-
nio Raggi (1663) según diseño de Bernini. Pero si la alegoría men- pilastras en su parte central y pilastras que soportan un entablamen-
cionada tiene todo el sentido en un libro dedicado a la escultura y to semicircular en la parte posterior.

Fig. 60 Lazzaro Baldi (dib.) y Guillaume


„

Chasteau (grab.), «Carlo Barberini», en


Giovanni Andrea Borboni, Delle statue,
Roma, Giacomo Fei, 1661. Madrid, Biblioteca
del Museo Nacional del Prado, Cerv/328

152 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
35/36 Anónimo italiano La idea de realizar una escultura ecuestre del monarca francés surgió
próximo al taller de Gian Lorenzo Bernini en París durante la estancia de Bernini en 1665 (Chantelou [1665]
2001), cuando realizó el busto del rey. La memoria de la de Constan-
tino destinada a la Scala Regia, que el artista había retomado en 1662
35 Vista lateral de la escultura ecuestre (véanse cat. 31,32 y 33), estaba muy próxima y la intención de levan-
de Luis XIV tar un monumento heroico y colosal, aunque de distinto carácter, se
hizo evidente a partir de 1669, cuando el artista dio comienzo a los
36 Vista trasera de la escultura ecuestre trabajos. Como él mismo señaló en diciembre de ese año, se trataba
de Luis XIV de representar a un triunfal Luis XIV en actitud de majestad y man-
ca. 1673 do, frente a la sorpresa sagrada y conmovedora de Constantino ante
la presencia en los cielos del signo de la cruz.
Pluma, tinta parda y aguada con toques de clarión,
490 x 371 mm y 488 x 375 mm Así, entre 1669 y 1673, la escultura estaba casi terminada, habiendo
Edimburgo, Scottish National Gallery, William Findlay Watson sufrido algunos cambios significativos tanto en la montaña de rocas
Bequest, 1881, inv. d3208 y d3207 originaria que debía ocupar virtuosamente y en majestad Luis XIV,
INSCRIPCIÓN
como nuevo Hércules o nuevo Alejandro, como en el propio rostro
En cat. 35: «Scala di Palmi n.º 17 Romani» y «Scala di Piedi del rey y en la incorporación bajo el caballo de trofeos y banderas,
n.º 12 di Francia» recuerdo de su victoria sobre Holanda en 1672. De esos cambios
BIBLIOGRAFÍA
existen pocos testimonios, pero fundamentales, en el célebre
Wittkower (1966) 1990, p. 296; Andrews 1968, pp. 18-19; Berger modelo de terracota (fig. 22) de la Galleria Borghese (1669-70)
1981, p. 239; Avery 1997, fig. 359; Weston-Lewis 1998, pp. 144-45; —que guio, desde el comienzo, los trabajos en la escultura de los
Montanari 2003, pp. 407-9 discípulos de la Academia de Francia en Roma tal como había
acordado Colbert con Bernini, que se reservaba el rostro y el repa-
so final de toda la obra—, así como en el bellísimo dibujo de pre-
Los dos dibujos conservados en Edimburgo son, sin duda, obra sentación del Museo Civico de Bassano, realizado en 1672-73, que
de un discípulo o colaborador italiano de Bernini y representan incorpora las banderas y trofeos comentados, dispuestos en forma
fielmente el estado de la estatua ecuestre de Luis XIV tal como cilíndrica. Entre ambos modelos, la terracota y el dibujo, el rostro
se encontraba en el taller del escultor en 1673, prácticamente del rey ha cambiado, de desafiante y serio en la primera, a sereno,
terminada. Los dibujos son una especie de retrato fiel de la obra triunfal y sonriente en el segundo.
con el fin, posiblemente, de documentarla e informar al ministro
Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), como responsable del encargo, Mientras Bernini introducía estos cambios —tan criticados en la cor-
de los detalles de la misma. Y no cabe duda de que ofrecen una te de París que, cuando llegó la escultura, el propio Luis XIV quiso
información preciosa sobre la evolución del proyecto que, como destruirla—, Colbert le reclamaba dibujos precisos y exactos para
es sabido, no estuvo acabado definitivamente hasta 1677, aunque comprobar el estado de la estatua ecuestre y es posible, como ha sido
permanecería aún muchos años en Roma, pues hasta 1684 no fue señalado, que los dibujos, no proyectivos, de Edimburgo respondan
embarcado, sin mucha convicción, con destino a París. a esta concreta petición, siendo realizados a la vista del estado casi
acabado de la obra en 1673, lo que los convierte en un testimonio de
La historia del encargo, sus complejos significados y su triste y primera importancia de cómo era incluso la expresión del rey, sobre
simbólica fortuna en la corte del Rey Sol —transformado todo conocida la posterior y triste fortuna parisina del grupo, conver-
Luis XIV en Marco Curcio en 1688 por obra de François Girardon tido Luis XIV en Marco Curcio y todo el empeño heroico y virtuoso,
y convertido el grupo, ya desposeído de su sentido originario, en lectura política y simbólica de la majestad del Rey Sol, en simple
una mera, aunque colosal, escultura de carácter ornamental y ornamento de los jardines de Versalles. Pero, por otra parte, este cam-
situada no en un lugar emblemático, como estaba previsto, sino bio abre significados inéditos en la escultura que, disponible y desnu-
en un rincón apartado de los jardines de Versalles— ha sido da de sus primeras intenciones, podía acoger cualquier rostro, como
narrada y analizada en numerosas ocasiones (Wittkower 1961; ocurriría con el de Carlos II en 1680 (cat. 39), en una concepción
Berger 1981; Lavin 1987; Hogg 1989; Herrmann-Fiore 1998). académica de una obra que nació con otras aspiraciones.

153 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
CAT. 35
CAT. 36
37 Gian Lorenzo Bernini braba no sólo la paz entre España y Francia, sino, sobre todo, la
recuperación de las buenas relaciones entre la Iglesia y Francia.
Fuegos artificiales para celebrar Sin embargo, los cambios iconográficos que fueron realizados en
la Paz de Aquisgrán la máquina pirotécnica son reveladores de las tensiones que se
1668 escenificaban en Roma. Las relaciones conservadas del aconteci-
miento, muchas de ellas escritas por diferentes corresponsales
Tinta y aguada sepia, 289 x 215 mm diplomáticos, describían el aparato efímero de Bernini como un
Windsor Castle, The Royal Collection/HM globo terráqueo suspendido en el aire, de más de veinte metros de
Queen Elizabeth II, rcin 905585 altura, con llamas por debajo y coronado por la figura del papa
BIBLIOGRAFÍA
entronizado, de la Iglesia triunfante, a cuya autoridad las alegorías
Brauer y Wittkower 1931, p. 139, lám. 173b; Blunt y Cooke 1960, de la Guerra y de la Victoria, con sus atributos de armas y palmas,
p. 27, n.º 64; Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78, vol. i, reconocían su acatamiento. Rodeada la máquina efímera de antor-
pp. 242-43; Worsdale 1978, pp. 464-66; Zangheri 1985, pp. 114-15; chas, fue incendiada, salvándose de las llamas sólo el Mundo y la
Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 458-60; Fagiolo 1997, vol. i, figura de la Iglesia, representada en la del pontífice.
pp. 100, 214; Gigli 1999a, pp. 423-24; Gigli 1999b, pp. 425-26;
Fagiolo 2004b, pp. 12-14
Esta descripción y la iconografía de la máquina pirotécnica, situ-
ada entre las dos fuentes de la Piazza Farnese, coincide en todos
La firma de la Paz de Aquisgrán, estipulada entre Francia y España los relatos conocidos (Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78;
el 2 de mayo de 1668 bajo los auspicios del papa Clemente IX Worsdale 1978; Zangheri 1985) y también con un dibujo de Pierre
Rospigliosi (1667-69), que había sido nuncio apostólico en Paul Sevin de 1668 (Estocolmo, Nationalmuseum). Sin embargo,
Madrid entre 1644 y 1653, no sólo puso fin a la invasión francesa de Bernini, autor de todo el teatro de fuegos artificiales y alego-
de los Países Bajos, sino que con ella el papa buscaba, también, rías políticas y religiosas, se conserva este dibujo que comenta-
reconstruir la Liga Católica contra la amenaza turca sobre Candía. mos —previo al de Sevin, que coincide con lo representado— en
En cualquier caso, estas excusas, y otras muchas, como las fiestas el que las alegorías de la Victoria y de la Guerra han sido sustitui-
y ceremonias religiosas con arquitecturas efímeras, así como con das por las de España y Francia, protagonistas del tratado de paz,
los propios edificios y esculturas monumentales de la ciudad, que ofrecen sus coronas al árbitro supremo de la Iglesia, entroni-
servían en Roma, como escena de un teatro que era el mundo, zada con los atributos del pontífice que la gobierna. No cabe
para representar visualmente las estrategias de poder de las duda de que el dibujo de Bernini debió de constituir la primera
monarquías nacionales y de la propia Iglesia, pugnando, con intención iconográfica y simbólica del artista, aunque, como ha
inequívocas intenciones propagandísticas, por fijar visualmente supuesto Marcello Fagiolo (Fagiolo 2004b), no es inverosímil que
su hegemonía, real o simbólica. el cambio de las figuras protagonistas fuera debido a una imposi-
ción del mismo duque de Chaulnes que, obviamente, no deseaba
Es este el caso de la extraordinaria fiesta organizada el 27 de junio ver la imagen de la Monarquía Hispánica frente al palacio de la
de 1668 frente al Palazzo Farnese de Roma por el embajador fran- embajada de Francia, aunque fuera en una máquina efímera.
cés, XIV duque de Chaulnes, para celebrar la mencionada firma
de la Paz de Aquisgrán, no sin antes haber destruido en el mismo En cualquier caso, la Iglesia y el pontífice aparecen triunfantes y
lugar, a finales de mayo, la tristemente famosa pirámide levantada pacificadores frente a la guerra y las naciones, ante los cuatro ele-
en 1664 después del tratado de Pisa y que conmemoraba, de mentos del fuego, el aire, la tierra y el agua, todos puestos en esce-
manera humillante, la derrota de Alejandro VII y la exaltación na, como era propio de Bernini, en el teatro urbano de la Piazza
de Luis XIV (Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78). La fiesta cele- Farnese, escenario simbólico de la Monarquía Francesa en Roma.

156 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
38 Gian Lorenzo Bernini y taller El proyecto representado en este diseño, posiblemente de mano,
en colaboración con Bernini, de Carlo Fontana, es un dibujo de
Proyecto para el monumento a Felipe IV presentación de la idea con la que el artista respondió al encargo
en Santa Maria Maggiore de Roma del monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore, del que
ca. 1664-65 existe una variante en la Galleria degli Uffizi (fig. 43), estudiados
ambos en este mismo catálogo por Marcello Fagiolo y Fabio
Pluma, tinta y aguadas, 420 x 270 mm Colonnese. Se fecha en 1664-65, cuando el Capítulo Liberiano
Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, de la basílica de Santa Maria Maggiore formaliza, a través del
Chig.p.vii.10.pt.a., fol. 45r embajador español Pedro Antonio de Aragón, que lo fue entre
INSCRIPCIÓN
1664 y 1666 (Carrió-Invernizzi 2008), el encargo a Bernini, aunque
«Desig.o del Deposito da farsi a S.ta / Maria Mag.re del Re di ya antes su hermano, el cardenal Pascual de Aragón, como anterior
Spag.a / del Bernino» embajador ante la Santa Sede entre 1662 y 1664, había mantenido
contactos con el artista con el fin de realizar el citado monumento.
BIBLIOGRAFÍA

Fraschetti 1900, pp. 411-16; Muñoz 1925, lám. 25; Brauer y


Un proyecto que, en todo caso, tuvo una génesis más antigua
Wittkower 1931, lám. 114; Tormo 1942, I, pp. 117-45; Fagiolo gracias a la iniciativa del cardenal Giulio Rospigliosi, futuro Cle-
dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 199; Quinterio 1980, p. 337; mente IX (1667-69), que había sido nuncio en Madrid entre 1644
Klinger 1981, pp. 248-52; Kieven 1988, pp. 61-63; Ostrow 1991, y 1653. Los vínculos con España y con Santa Maria Maggiore de
pp. 89-118; Marder 1997, p. 237; Bodart 2000, pp. 77-99; Rospigliosi son conocidos (Roberto 2004) y, de este modo, en
Carrió-Invernizzi 2007, pp. 255-70; Carrió-Invernizzi 2008, 1659, después del Tratado de los Pirineos y del generoso donativo
pp. 186-92; Guido y Mantella 2013, pp. 213-36
a Roma, en 1658, de Felipe IV, mediante la Obra Pía, el cardenal
ya propuso la realización de una escultura del monarca en la basí-
lica, eligiendo incluso al escultor que habría de fundirla en bronce,
Fig. 61 Gian Lorenzo Bernini, Estudio para
Girolamo Lucenti (ca. 1627-1698), habitual colaborador de Bernini
„

la estatua de Felipe IV en Santa Maria Maggiore,


ca. 1664. Pluma y lápiz, 124 x 179 mm. Leipzig, y con éste en la sombra del proyecto (Ostrow 1991; Carrió-Ivernizzi
Museum der bildenden Künste, inv. ni. 7852v 2007; Guido y Mantella 2013).

158 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
DETALLE CAT. 38

Con ese trasfondo político, en el que Francia y España resolvían en 1654, a Bernini de la escultura ecuestre de Constantino para el
muchas de sus confrontaciones y formas de propaganda en el esce- interior de San Pedro, posteriormente, entre 1660-61, destinada por
nario que Roma y la Iglesia brindaban en difícil equilibrio de apoyos, Alejandro VII, con la de Carlomagno, al pórtico de la basílica vati-
con la protección expresa de la primera a la basílica de San Giovan- cana, situando la primera en el ceremonial y simbólico espacio de la
ni in Laterano y la de la Monarquía Hispánica a la de Santa Maria Scala Regia (véanse cat. 31,32 y 33), construida entre 1663 y 1666. En
Maggiore, la idea de conseguir una mayor presencia simbólica en este simbólico cabalgar de príncipes o monumentos a monarcas por
Roma hizo plantear, con mayor o menor fortuna, una verdadera gue- las basílicas de Roma, cabe recordar el polémico proyecto (1660-61)
rra de estatuas (Bodart 2007) en espacios privilegiados de la ciudad. de Mazzarino para reordenar, con una prodigiosa escalera, el acceso
De hecho, la presencia de la estatua de Enrique IV (1605-6) en San a la iglesia de la Trinità dei Monti, en la que habría de disponerse
Giovanni in Laterano, obra de Nicolas Cordier, estimuló la idea de una monumental escultura ecuestre del rey francés, con Elpidio
hacer otro tanto con la figura de Felipe IV en la Basilica Liberiana. Benedetti y Bernini tras la idea, que fue rechazada por Alejandro VII
Tampoco debe olvidarse la iniciativa de Inocencio X con el encargo, (Marder 1980 y 1984; Krautheimer 1987; Kieven 2006).

160 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Es en este contexto polémico de confrontaciones políticas y sim- collar de la orden del Toisón de Oro, proclamando así no su des-
bólicas entre España, Francia y Roma en el que cabe inscribir el cendencia de los emperadores del Sacro Imperio Romano, sino
monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore, diseñado por de la Casa de Habsburgo, a la que pertenecía.
Bernini que, elocuentemente, estuvo tras casi todos los proyec-
tos mencionados, unas veces al servicio del papado, otras al de Las fechas, entre 1664 y 1665, durante la embajada de Pedro
Francia o España, con extraña y difícil habilidad cortesana. Y es Antonio de Aragón, en las que debió concretarse el proyecto de
expresivo de esta situación el hecho de que en una hoja con unos Bernini, pensado para el extremo izquierdo del pórtico de Santa
bocetos para la Scala Regia —que estaba construyendo en ese Maria Maggiore, simbólicamente próximo a la Porta Santa de la
momento—, en su verso, aparezcan otros ágiles apuntes de Ber- basílica, fueron fundamentales para fijar definitivamente el ambi-
nini (fig. 61) con la figura aislada del rey representado como cioso proyecto, en el que Bernini creó un espacio teatral y arqui-
emperador, lo que era insólito en la iconografía ceremonial de tectónico, iluminado por un potente foco de luz, en el que el
Felipe IV, y el que fueran realizados precisamente durante la recuerdo de la Scala Regia y de otras capillas anteriores, como la
embajada del cardenal Pascual de Aragón, cuyas relaciones con Raymondi o la Cornaro, vienen inmediatamente a la memoria.
el cardenal Sforza Pallavicino y, por tanto, con Bernini debieron La particular escenografía arquitectónica, en un espacio aboci-
de ser de cierta proximidad. Es más, se recordará cómo, en 1661, nado que obligó, como han revelado Fagiolo y Colonnese en
Giovanni Antonio Borboni había dedicado su berniniano tratado pp. 60-61 de este catálogo, a un peculiar uso de lo oblicuo en la
Delle statue (cat. 34) al cardenal, con un frontispicio alegórico de disposición de los capiteles de las columnas pareadas, acomodan-
la escultura en la tarea de esculpir el retrato de Alejandro VII. En do el rigor canónico de los órdenes para dar respuesta a un esce-
el tratado, buena parte de las estampas representaban la galería nario simbólico al servicio de Felipe IV, fue una extraordinaria
de pontífices, emperadores y generales del Palazzo dei Conserva- invención que, al final, no fue construida. Como es sabido,
tori en el Capitolio, destacando entre ellos, por su proximidad y Lucenti fundió la escultura entre 1664 y 1666, pero su ubicación
ademanes a la posterior de Felipe IV, la dedicada a Carlo Barbe- definitiva conoció avatares diversos, incluyendo un proyecto, en
rini (1630), realizada en autoría compartida por Bernini, que 1691, de Mattia de’Rossi (Ostrow 1991), discípulo de Bernini, que
esculpió el retrato, y Algardi, que hizo otro tanto con brazos y tampoco fue realizado, pasando por su instalación decorosa, en
piernas, completando así un torso que se creía representaba a 1692, en el interior de la basílica, en el vestíbulo de la sacristía,
Julio César. Ostrow (1991) realizó una magnífica lectura iconográ- hasta que, en 1743, después de la reforma de Ferdinando Fuga de
fica e iconológica de la peculiar vestimenta de Felipe IV, incluida la fachada de la basílica, encontró su disposición definitiva en el
la presencia, en su apariencia de sereno emperador romano, del extremo contrario del pórtico (fig. 1).

161 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
39 Gian Lorenzo Bernini bronce es más que probable, conocidas, además, las relaciones que
mantuvo con Bernini y con algunos de sus colaboradores más
Escultura ecuestre de Carlos II próximos, incluidos los hijos de Giovanni Paolo Schor, Filippo
1680 y Cristoforo (Strunck 2008; Frutos 2009); además de haberle en-
cargado una réplica de la Fontana dei Quattro Fiumi, hoy en los
Bronce dorado, 41 x 49 x 19 cm jardines de Blenheim Palace, del duque de Marlborough (fig. 26).
Brentwood, Tennessee, Colección particular
Se ha intentado explicar este encargo de Carpio a Bernini en tér-
INSCRIPCIÓN

«Carolvs II Hispaniarvm et India/rvm minos internos hispánicos (Pascual Chenel 2012), incluso como un
rex an. MDCLXXX aetat. svae XIX» conflicto directo, para conseguir el favor de Carlos II, entre Gaspar
de Haro y el conde de Santisteban, virrey de Sicilia entre 1678 y
PROCEDENCIA
1687 y promotor, en las mismas fechas, de la monumental escultu-
Colección del marqués del Carpio
ra ecuestre de Carlos II en Mesina, obra de Giacomo Serpotta
BIBLIOGRAFÍA (1680). Y cabe recordar, lo que ha pasado desapercibido, que en el
Cacciotti 1994, p. 189; Fagiolo dell’Arco 2002, pp. 120-23; inventario de los bienes de Santisteban figuraba un dibujo «de
Montanari 2003, pp. 403-14; Del Pesco 2004, pp. 313-24;
Constantino a caballo original del Bernino de tres quartas de alto
Frutos 2009, pp. 401-3; Ribot 2009, p. 355; Pascual
Chenel 2012, pp. 165-80
y media vara de ancho» (Lleó 2000). Sin embargo, el hecho de
que, estando aún el monumental grupo marmóreo de Luis XIV
en el estudio de Bernini, el marqués del Carpio y el artista convi-
Este precioso bronce, fechado en 1680, fue dado a conocer por nieran en realizar el bronce que me ocupa debe ser entendido en
Fagiolo dell’Arco (2002) y Montanari (2003) cuando aún se encontra- términos no sólo de ambiciones propias comprensibles exclusiva-
ba en el mercado anticuario. Ambos estudiosos coincidieron en iden- mente en claves nacionales internas, sino que cabría ser explicado
tificarlo como una versión diminuta de la colosal escultura ecuestre con un significado político europeo, además de implicar ajustes de
de Luis XIV, convertida después, en 1688, en Marco Curcio y casi cuentas simbólicos del viejo artista con Francia, que no sólo no
olvidada en los jardines de Versalles (véanse cat. 35 y 36). Ese víncu- acababa de recoger la monumental escultura ecuestre de Luis XIV,
lo, más que evidente, con la estatua de Luis XIV realizada por Ber- sino que las críticas francesas a su obra ya le habían llegado. Así,
nini entre 1669 y 1677, aunque casi terminada en 1673, a la que para en efecto, el hecho de que, estando aún en Roma la escultura de
esta ocasión se cambia el rostro del jinete heroico y se añade la fecha Luis XIV, el embajador español y el propio artista le cambiaran, en
de 1680, año en el que el artista fallecía, les hizo, razonablemente, 1680, el rostro por el de Carlos II tiene un significado más profundo
proponer la autoría de aquél, lo que a todas luces resulta verosímil, e intenso que la posterior banalización de Girardon al convertir a
a tenor también de la calidad de la fundición y de los detalles. Luis XIV, en una cita erudita, en Marco Curcio.

Un encargo semejante al artista, al final de su vida y de tales carac- Cabe recordar que quizá no era la primera vez que Bernini, como
terísticas —piénsese que se trataba de convertir a Luis XIV en en secreto, proyectaba una escultura ecuestre de un monarca espa-
Carlos II, lo que no es un asunto menor en las guerras históricas y ñol, como parece ser que hizo para Felipe IV (García Cueto 2005).
metafóricas, resueltas entre esculturas en el escenario de Roma, La realizó en 1661, aunque no haya rastro de esa pequeña escultura,
entre ambas monarquías (Bodart 2007 y 2009)—, posee, sin duda, coincidiendo, precisamente, con los cambios en el Constantino de
algo de provocación. Si a este hecho unimos la evidencia, ya men- la Scala Regia (véanse cat. 31, 32 y 33) y con el proyecto, de 1660-61,
cionada por Fagiolo y Montanari, de que en la colección del mar- del cardenal Mazzarino y Elpidio Benedetti, con Bernini en la som-
qués del Carpio, embajador en Roma entre 1677 y 1682, figuraba, bra, para la escalera de la Piazza di Spagna (fig. 23), presidida por
desde 1682 y hasta su muerte en 1687, una escultura ecuestre de una escultura monumental de Luis XIV y rechazada, obviamente,
Carlos II (Cacciotti 1994; Frutos 2009; Pascual Chenel 2012), la semejante propuesta por Alejandro VII y por la Monarquía Hispá-
posibilidad de que don Gaspar de Haro encargase el pequeño nica (Marder 1980 y 1984; Krautheimer 1987; Kieven 2006).

162 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
40 Juan Carreño de Miranda pintor, ha sido revisada no hace mucho por Portús (2013), datán-
AVILÉS, 1614 / MADRID, 1685 dolo hacia 1680. Y se trata de una cuestión nada menor en este
contexto, no sólo por las relaciones que el rey, mediante sus
Carlos II embajadores en Roma —especialmente el marqués del Carpio,
ca. 1680 que lo fue entre 1677 y 1682—, mantuvo con Bernini y con el
taller de los Schor (Sladek 1999; Strunck 2008; Frutos 2009),
Óleo sobre lienzo, 75 x 60 cm sino por coincidir, de manera muy significativa, con el rostro
Madrid, Museo Nacional del Prado, p-648 que presenta su escultura ecuestre —en bronce dorado y ver-
PROCEDENCIA
sión rectificada y fascinante de la de Luis XIV— que aquí se
San Ildefonso, Segovia; Museo del Prado expone (cat. 39).

BIBLIOGRAFÍA
Este magnífico retrato de Carlos II debe ser posterior, por sus ras-
Pérez Sánchez 1985, p. 187; Pérez Sánchez 1986, n.º 61;
Rodríguez G. de Ceballos 2000, p. 106; Morán Turina 2003,
gos fisonómicos, al imponente, también de Carreño, con Carlos II,
pp. 65-68; Pascual Chenel 2010, p. 402; Portús 2013, n.º 28 como gran maestre de la orden del Toisón de Oro (Rohrau, Schloss
Rohrau, Graf Harrach’sche Familiensammlung), fechado, sin duda,
en 1677. Se trata de un dato que, como sugiere Portús, permite
El retrato de Carlos II (1661-1700) pintado por Juan Carreño de fechar el del Museo del Prado hacia 1680, lo que coincidiría,
Miranda no sólo es expresivo y magnífico, mostrando las excep- sabiendo de la producción de réplicas y copias que este tipo de
cionales cualidades del pintor como autor de retratos, sino que, pinturas conocía para difundir la figura del monarca, con la ima-
en su tipología de medio cuerpo recuerda, qué duda cabe, al de gen del rey en el bronce mencionado. Melancólico, ensimismado,
Felipe IV, su padre, pintado por Velázquez en 1654 (cat. 18) o en ausente, silencioso, distante, el Carlos II de Carreño del Prado es
la versión de 1656 (Londres, National Gallery), reproducida heredero del Felipe IV de Velázquez. El primero aprendió la lec-
en la Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real del ción del magisterio del segundo, sin ser su discípulo estricto, dan-
Escorial (1657) de Francisco de los Santos y grabada por Pedro do pasos de calidad tan excepcionales que hacen inconfundible
de Villafranca, el mismo que grabó, en 1654 y para la misma su pintura y magníficos sus retratos, en especial este tan mínimo
publicación, el Cristo crucificado cuando aún estaba en el Pan- y ausente de retórica que, como se decía de Velázquez y de Berni-
teón del monasterio (fig. 55). Se trata del mismo Felipe IV que, ni, más parece el retratado el personaje real, que su presencia
según Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos (1893), se emocio- misma. No es imposible que una de las verosímiles réplicas y
nó en 1656 en el Panteón escurialense, teniendo como testigo copias que pudieron hacerse de este retrato de Carlos II (Pascual
simbólico al Cristo de Bernini, aún no trasladado a la sacristía Chenel 2010) llegara a la Roma del último Bernini, en tiempos del
del Colegio escurialense, lo que ocurriría en 1659: «Su Majestad marqués del Carpio, a quien se debe el encargo de la escultura
—escribe Barrionuevo— ha venido muy melancólico y mesura- ecuestre mencionada.
do del Escorial [...] estuvo el rey en el panteón de rodillas, dos
horas, sin querer almohada, arrimado al nicho donde se ha de Es cierto que a Bernini no le complacía, sintiéndose incómodo,
enterrar en El Escorial, a puerta cerrada, de donde salió con los como le confesara a Chantelou en 1665, hacer retratos, ni tan
ojos encarnizados de llorar, y cada uno como un puño» (Morán siquiera ecuestres, usando de pinturas ajenas, pero muy posible-
Turina 2003). mente las circunstancias, en este caso, le obligaron a ello, man-
teniendo así una metafórica batalla final con la Francia de
La importancia del bellísimo retrato de Carlos II, que hasta Luis XIV, cuya corte había despreciado su colosal retrato a caba-
tiempos recientes se fechaba hacia 1685, al final de la vida del llo del monarca galo (Bodart 2007).

164 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
41 Giovanni Battista Foggini el Señor Rey Don Carlos Segundo (que estta en gloria) a cauallo
FLORENCIA, 1652-1725 Con espada baston Y banda todo de bronçe dorado y tasado por los
dichos plateros y escultor en çinco mill doblones».
Carlos II a caballo
1698 Como vemos en el inventario, la pieza original era un espléndido
monumento en miniatura ricamente decorado, en el que los cua-
Bronce dorado, 66 x 27,5 x 60 cm (sin el pedestal) tro cautivos encadenados de las esquinas simbolizaban la Herejía.
Madrid, Museo Nacional del Prado, e-261 Comprobamos también que, aunque sólo habían transcurrido tres
PROCEDENCIA
años, ya se había olvidado el nombre del escultor. El incendio
Colección Real, regalado en 1698 a Carlos II por Giuseppe que sufrió el Alcázar en 1734 dañó el dorado del caballo y el jine-
Archinto, nuncio papal en Florencia te (que se han restaurado para esta exposición) y destruyó la base
de ébano, aunque en el inventario de la corona de 1789-90 reapa-
BIBLIOGRAFÍA

Venturi 1937, fig. 371; Niño 1945; Lankheit 1953, pp. 190-91;
recen dos elementos de la decoración original, dos figuras de
Weihrauch 1956, pp. 180-83; Lankheit 1962, pp. 78-80, figs. 113, negros cautivos (es evidente que las otras dos no sobrevivieron).
115, 117; Montagu 1974, cat. 39, 40c; Neerman 1974, cat. 22; Sabemos que en 1789 las dos figuras se estaban restaurando, pero
Fernández Bayton 1975-85, p. 150; Watson 1983, pp. 187-225; una tuvo que descartarse (Fernández Miranda 1988-91) y la otra,
Brook 1986; Fernández Miranda 1988-91; Brook 1996; Coppel en buen estado de conservación según el documento, desapareció
1998, pp. 132-33, cat. 41 (con bibliografía anterior); Mack- posteriormente, aunque Weihrauch (1956, p. 182) señaló que
Andrick 2005, pp. 155-56, figs. 31, 64-65; Gasparotto 2006;
podría ser la que muestra una fotografía publicada por Venturi
De Luca 2006; Montigiani 2006, pp. 279-80; Zikos 2006, p. 282,
(1937, fig. 371), en la que se asignaba a los fondos del Prado. Este
cat. 66; Montigiani 2007, pp. 172-73; Brook 2008, pp. 45-49;
Brook 2012, pp. 167-71 cautivo no ha vuelto a aparecer y, por tanto, la información de
Venturi no puede confirmarse. Es probable que los bronces origi-
nales estuvieran recubiertos de un barniz marrón que haría refe-
Según la Vita de Giovanni Battista Foggini que escribió Francesco rencia al origen étnico de los esclavos.
Saverio Baldinucci (transcrita en Lankheit 1962, pp. 233-38), en
1698 el nuncio papal en la corte florentina, monsignor Giuseppe Niño atribuyó el retrato ecuestre a Bernini, pero Lankheit (1953,
Archinto, le encargó al escultor una pieza que pensaba regalar pp. 190-91) se lo asignó a Foggini por su relación con otro bronce
a Carlos II de España. Baldinucci la describe como una estatuilla ecuestre de pequeño tamaño conservado en Múnich que repre-
dorada que era un retrato ecuestre del propio monarca, «vestita senta al emperador José I de Austria (ca. 1706; De Luca 2006) y
all’eroica», con el caballo «in parata di corvetta», sobre un pedestal que es similar a nuestra pieza en todos los aspectos salvo en la
de ébano decorado en sus cuatro esquinas con unos resaltes en los fisonomía (Weihrauch 1956, cat. 229-31). Como dio a conocer
que había otros tantos esclavos sentados. Lankheit (1953, p. 190) Weihrauch (1956, p. 181), en un inventario de 1751 de la galería
identificó el Carlos II a caballo del Prado con la obra encargada por del Elector Palatino de Dusseldorf se describe la estatuilla del
Archinto y consideró como estudio preparatorio para ella un dibujo emperador como realizada por «Eugius» (Foggini) y decorada en
de Foggini que se encuentra en Dresde y que representa un monu- su base, perdida, con cuatro prisioneros encadenados. En un
mento ecuestre con cuatro esclavos encadenados en las esquinas inventario posterior del castillo de Mannheim, fechado en 1780,
(1962, p. 78, fig. 113). Este diseño, que sigue siendo la mejor indica- se dice que las figuras representan los cuatro continentes. Sólo
ción que tenemos de la idea original del escultor para el pedestal dos de ellas se conservan hoy, en Múnich, y se asemejan sobre-
perdido, se asemeja claramente al del desaparecido monumento manera a dos de los Moros colosales que realizó Pietro Tacca para
ecuestre de Enrique IV de Francia que realizó Giambologna entre el monumento a Fernando I de Médicis erigido en Livorno (1617-
1604 y 1614 (Watson 1983, Mack-Andrick 2005). 24/26; Brook 2008). Uno de los dos cautivos perdidos del retrato
ecuestre de Múnich se identificó en 1974 (Montagu 1974, cat.
Montagu y Coppel Aréizaga resumen la historia del Carlos II a caballo, 40c) y reapareció en Inglaterra en 2009 (fig. 62). Su diseño es
y la segunda reproduce la entrada correspondiente del inventario similar al de otro de los Moros de Tacca, aunque los rasgos se han
post mórtem de Carlos II (1701-3) publicada por Fernández Bayton: occidentalizado para representar a Europa y unos abundantes
«Una peana de ebano quadrada prolongada Con resaltos en las rizos reflejan la influencia de Bernini. Con respecto al cuarto
esquinas de cosa de tres quartas de alto adornada con quattro esclavo utilizado por Foggini en sus dos retratos ecuestres, en el
figuras en las esquinas de todo Relieue de bronze dorado que Museo Richard-Ginori della Manifattura di Doccia se conserva
representan la Herejia Con cadenas Y dos escudos, el Vno de la un modelo en cera (Brook 2012, pp. 169-71, fig. 12), pero no se ha
fachada principal de Vna piel de Leon Con letrero Y Vn muchacho encontrado por el momento ninguna versión en bronce.
Con Una Corona y en el ottro del testero Un muchacho Con Vn
letrero Y en los Costtados dos tarjetas de trofeos de Guerra y ençi- El aspecto juvenil que tiene Carlos II en la obra de Foggini que
ma de dicha Peana Un Cauallo de cosa de tres quartas de largo y analizamos parece indicar que la fisonomía procede de los estudios

166 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
que había hecho el escultor anteriormente, en 1676 y estando en de Augusto el Fuerte, elector de Sajonia (Lankheit 1962, fig. 14;
Roma, para un retrato ecuestre de gran tamaño del monarca Neerman 1974, cat. 22), encargo que tampoco llegó a realizarse.
español. La corte de Madrid le había pedido ese monumento a
Cosme III de Médicis, gran duque de Florencia, en marzo de En el contexto florentino, vemos que el caballo de Foggini respon-
1676 (Brook 1996), y Cosme le había ordenado a Ferdinando de a un modelo totalmente nuevo, aunque en la postura en corve-
Tacca, a la sazón su primer escultor e ingeniero, que realizara el ta sigue la tradición de estatuillas ecuestres iniciada por Pietro
encargo. Cosme reclamó asimismo, como ayudantes de Tacca, a Tacca con su retrato de Luis XIII de Francia de la segunda década
Foggini y otro escultor, Carlo Marcellini, que estaban estudiando del siglo xvii (Montigiani 2006) y, de hecho, se ajusta más que
en la Academia que el Gran Ducado tenía en Roma. En el mis- ningún otro al diseño de Tacca. También aquí el bien adiestrado
mo mes de marzo se empezó a trabajar en el proyecto, y se con- animal realiza esta acción clásica de la doma con elegancia y con
serva una carta del 18 de abril siguiente en la que Cosme ordena el decoro que exige un monarca de la gran dinastía Habsburgo. El
a los dos estudiantes que dibujen y modelen caballos mientras cuerpo pequeño y delgado de Carlos II necesitaba de un caballo
esperan a regresar a Florencia (Brook 1996, p. 125, doc. 9). Apar- robusto pero de dimensiones relativamente modestas y, al acen-
te del dibujo de Dresde al que ya hemos hecho referencia, hasta tuar la musculatura, el escultor logró que la superficie dorada
el momento no se ha identificado ningún otro de Foggini que emitiera leves y agradables reflejos. La crin, ondulante y sin recor-
esté relacionado con el monumento de 1676. Para los rasgos de tar, puede compararse con la de un modelo posterior de Pietro
Carlos II es muy probable que Foggini se basara en un retrato Tacca, de 1619-21 (Montigiani 2007), el de su pequeño retrato
del monarca que llegó a Florencia en 1676 (probablemente de ecuestre de Emanuele Filiberto, duque de Saboya, donde las
mano de Carreño, pintor del rey) para que lo utilizaran los escul- vibrantes siluetas de la crin y la cola infunden energía a los volú-
tores que trabajaban en el proyecto (Brook 1996, p. 123, doc. 2). menes relativamente planos del animal.
Afectado por los cambios políticos que por entonces se produje-
ron en Madrid, el proyecto se abandonó en junio de ese mismo Donde Foggini se aleja de Tacca es en lo que aprendió en Roma
año. Mucho después, en 1722-23, Foggini realizó unos estudios del monumento ecuestre de Constantino el Grande que realizó
de un caballo en corveta para un retrato ecuestre monumental Bernini para la Scala Regia del Vaticano (fig. 21). El atuendo a la
romana del rey español y sus paños al viento recuerdan a los del
modelo all’antica de Bernini, mientras que el caballo planta fir-
memente las patas traseras en el suelo para impulsar el cuerpo
hacia arriba. Junto con la luz que atrae el modelado de la muscu-
latura, el animal resulta así más dinámico y barroco que el mode-
lo de Tacca para el duque de Saboya (cuestión que se amplía en
Gasparotto 2006). Comprobamos así lo distinto que habría sido
el caballo de Foggini, si se hubiera realizado el encargo, del gran
modelo que concibió Tacca para su monumento a Felipe IV de
España realizado entre 1634 y 1640 (Brook 1986), majestuoso ani-
mal de enorme grupa y crin y cola en cascada de imposible y
teatral longitud. En su último caballo, Tacca acusa también la
influencia de la Roma de Bernini, aunque moderada por los retra-
tos ecuestres de Velázquez.

Se conocen además dos réplicas de esta estatuilla, ambas de


Carlos III de España, realizadas hacia 1732 por los hijos de Foggini
(Coppel 1998).
Anthea Brook

Fig. 62 Giovanni Battista Foggini,


„

Europa, ca. 1705-6. Bronce, 41 cm (alt.).


Inglaterra, colección particular

168 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
42 Anónimo final de Bernini, sino para poner en relación la decoración de las
exedras laterales con la tumba de Alejandro VII en San Pedro del
Planta y alzados de la capilla Poli Vaticano (1671-78) y, lo que es especialmente revelador, con las
en San Crisogono de Roma exedras laterales del pórtico de Santa Maria in Via Lata (1658-62)
de Pietro da Cortona (1596-1669).
en Álbum de dibujos de arquitectura
de Roma Estos y otros datos les permitieron datar la capilla Poli entre 1677
ca. 1676 y 1680, aunque los trabajos decorativos en ella, pinturas y escul-
turas, realizados por miembros de su taller, se prolongaron hasta
Álbum de 42 hojas con varios dibujos a lápiz, pluma, tinta un poco después de su muerte. Las pinturas fueron realizadas por
sepia y aguadas grises o tinta negra, alguno con tinta rosa, Giacinto Gimignani (1606-1681) y su hijo, Ludovico Gimignani
505 x 345 mm
(1643-1697), y las esculturas con los retratos de Fausto y Gauden-
Madrid, Colección Juan Bordes, Mss. 79
zio Poli son obra de Giulio Cartari (1641-1699), brillante discípulo
INSCRIPCIÓN
y colaborador de Bernini en sus últimos años, como ha documen-
«Settembre 1676. Ornato di una Capella,
tado recientemente Curzietti (2008). Del primero es el fresco en
disegno del Cav Bernino nella Chiesa
la cúpula con la Santísima Trinidad en gloria (de fecha imprecisa
detta S. Crisogono in Trastevere...»
entre 1677 y 1680) y, del segundo, la pintura del altar mayor, con
BIBLIOGRAFÍA el Ángel custodio (1680-81), hoy desaparecida pero que puede
Inédito. Bordes (en prensa); Rodríguez Ruiz (en prensa) observarse en la estampa de Specchi.

El proyecto de Bernini para la capilla Poli en la basílica de San Si los pagos a los pintores y al escultor se fechan a partir de 1679, lo
Crisogono en Roma ha recibido poca atención por parte de los cierto es que las obras para la reforma de la capilla debieron de
historiadores. Además de algunas publicaciones monográficas comenzar antes y por iniciativa de un sobrino del cardenal Fausto Poli,
sobre el conjunto basilical, sobre la capilla sólo Maurizio y Sisinio Poli, del que el propio Bernini hiciera, ya en 1638, un magnífi-
Marcello Fagiolo se detuvieron, aunque fuera brevemente, en su co retrato a carboncillo, sanguina y albayalde (Nueva York, Pierpont
clásica monografía sobre Bernini (1966), para confirmar, entre otras Morgan Library [Sutherland Harris 2007]), confirmando así una vieja
cuestiones, la ausencia de documentación sobre el proyecto. Seña- relación con la familia, muy próxima a Urbano VIII y los Barberini.
laban que, casi contemporáneamente a su realización, Filippo Titi,
autor de un importantísimo y afortunado Studio di pittura, scultura De hecho, la capilla reformada por Bernini era oratorio de la Con-
e architettura nelle chiese di Roma, publicado en su primera edición fraternità del Santissimo Sacramento y Sisinio Poli debió de encar-
en 1674, mencionaba que el proyecto de la capilla y el diseño de las garle su remodelación como capilla familiar después de la muerte
tumbas del cardenal Fausto Poli (1581-1653) y Gaudenzio Poli de su tío. En todo caso, en el extraordinario y anónimo Álbum de
(1607-1679) eran de Bernini, aunque no lo hiciera hasta la tercera dibujos de arquitectura de la Colección Juan Bordes, con la repre-
edición de 1686 (Titi [1676] 1987). Por otra parte, reproducían los sentación de edificios y ornamentos de la Roma renacentista y,
dos grabados de Alessandro Specchi para la magnífica empresa sobre todo, barroca, de Miguel Ángel a Bernini, Borromini, Rainaldi
editorial de Domenico de Rossi, Studio o Pietro da Cortona, aparece el testi-
d’Archittetura Civile, publicada en monio de la planta de la capilla y el
Roma, en tres volúmenes (1702, 1711 y alzado del altar y de la parte izquierda
1721) (Antinori 2013), que representa- que habría de cobijar el retrato de
ban fielmente la capilla. Fausto Poli, obra de Cartari. Además
de tratarse de dibujos de una altísima
Las estampas, cuidadísimas y en pro- calidad, lo más apasionante es que
yección ortogonal, con la planta y el fueron realizados, como en un viaje o
alzado del altar mayor de la capilla y retrato arquitectónico de la Roma
con la planta y alzado del lado lateral Moderna, entre la primavera y el otoño
izquierdo de aquélla, correspondiente de 1676, ya que muchos de ellos están
a la tumba de Fausto Poli, se editaron fechados (Rodríguez Ruiz [en prensa]).
en el segundo volumen de 1711 (láms. En el caso de los relativos a la capilla
13 y 14). Estos escuetos pero impor- Poli, aquí reproducidos, el nivel de deta-
tantes testimonios, especialmente las lle del levantamiento da idea de que
láminas de Specchi, les sirvieron a los para esa fecha de 1676 la arquitectura
Fagiolo no sólo para confirmar la estaba realizada y no se trataba solo de
importancia de la capilla en la obra Fig. 63 Capilla Poli en San Crisogono, Roma
„ la copia de un proyecto.

170 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
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183 BIBLIOGRAFÍA
índice onomástico Los números de página en negrita
remiten a las fichas del catálogo, y
elaborado por Francisco Javier Tapiador los números en cursiva a las ilustraciones

Abbatini, Guido Ubaldo: 18, 106-08, 122, 126, Baldinucci, Filippo: 13, 14, 18, 20, 21, 28, 30, 38, Baldaquino de San Pedro: 21, 34, 134, 140
127 43, 76, 78, 81, 82, 85, 88, 90, 94, 96, 104, 106, Boceto del escudo sostenido por ángeles de la
Asunción de la Virgen: 127 108, 113, 114, 122, 136 tumba del papa Urbano VIII en San Pedro
Vista de la capilla Cornaro en Santa Maria della Vita del cavaliere Gio. Lorenzo Bernino: 90, del Vaticano: 25, 29
Vittoria: 106 94-95 Boceto para la escultura ecuestre de Constanti-
Aelst, Nicolas van: 63 Baldinucci, Francesco Saverio: 166 no: 148-49
Santa Maria Maggiore: 63 Bandinelli, Baccio: 150 Boceto para la escultura ecuestre de Luis XIV:
África: 120 Baratta, Francesco: 63, 122 22
Albert d’Ailly, Charles d’; véase Chaulnes, duque Río de la Plata: 122 Busto de Luis XIV: 50, 52, 134
de San Francisco: 63 Campanario de San Pedro: 21, 25, 73, 94, 100,
Albertoni, Ludovica: 68 Bárbara, santa: 53 104, 108, 136
Alburquerque, duque de; véase Fernández de la Barberini, academia: 16, 18, 20, 86 Capilla Alaleona: 108
Cueva, Francisco Barberini, Antonio: 25, 82, 85, 98, 114 Capilla Cornaro: 13, 14, 15, 25, 63, 66, 70, 102,
Aldobrandini, familia: 85 Barberini, Carlo: 150, 161 104, 106-07, 108-09, 110, 124, 127, 142, 144,
Alejandro Magno: 18, 54, 96, 153 Barberini, familia: 20, 21, 23, 25, 98, 106, 130, 138, 170 147, 161
Alejandro Severo, emperador romano: 46 Barberini, Francesco: 16, 86, 130, 144 Capilla de san Domenico: 65, 66, 67, 68, 69
Alejandro VII, papa (Fabio Chigi): 21, 22, 25, 34, Barberini, Maffeo; véase Urbano VIII Capilla Raymondi: 18, 19, 45, 63, 65, 67, 106,
36, 38, 42, 52, 54, 56, 59, 62, 65, 88, 102, 113, Barbieri, Giovanni Francesco; véase Guercino, 127, 147, 161
114, 116, 120, 121, 128, 130, 132, 134, 136, 138, Giovanni Francesco Barbieri Caricatura del cochero del duque del Infantado:
140, 142, 144, 150, 152, 156, 160-62, 170 Baron, Jean: 70 29, 124
Alfarano, Tiberio: 144 Barozzi, Jacopo; véase Vignola Carroza para el rey de España: 38, 41
Algardi, Alessandro: 14, 17, 25, 114, 150, 161 Barriére, Dominique: 55 Cátedra de san Pedro: 57, 73
Altieri, Emilio; véase Clemente X Fiesta de la Resurrección en la Piazza Navona Cristo crucificado: 25, 28, 34, 113-15, 116, 118,
Amberes: 71 con motivo del Año Jubilar de 1650: 55 142, 164
América: 46, 71, 120 Barrionuevo, Jerónimo de: 164 Cuatro miembros de la familia Cornaro: 110
Ana Margarita Teresa de Austria, infanta de Avisos: 164 David: 17, 78, 82, 88, 150
España: 25, 28, 54, 72, 124 Bartoli, Daniello: 16, 80 David como guerrero: 88
Andrés, san: 68 La ricreatione del savio in discorso con la Natu- Decoración para la capilla Pio en Sant’Agostino:
Ángel, san: 68 ra e con Dio: 16 126-27
Aníbal: 54 Bassano: 153 Ecclesia triumphans: 54
Aniello d’Amalfi, Tommaso; véase Masaniello Beaufort, duque de (Francisco de Bourbon-Ven- Eneas y Anquises: 76, 82
Aniene, río: 47 dôme): 52 Escultura ecuestre de Carlos II: 20, 162-63
Apeles: 104 Béjar, duquesa de: 140 Escultura ecuestre de Constantino: 13, 36, 37,
Apoteosis de Claudio: 50, 51, 52, 118, 121 Bellori, Giovanni Pietro: 14, 94, 150 44, 45, 58, 59, 62, 73, 142-49, 153, 160, 162,
Aragón, Diego de; duque de Terranova: 113, 114 Vite de’ pittori, scultori e architetti moderni: 150 168
Aragón, Pascual de: 36, 120, 121, 148, 150, 152, 158, Benavente, condes de: 34 Estatua ecuestre de Luis XIV: 20, 38, 39, 57, 62,
161 Benavides y Pacheco; Francisco de; véase Santis- 90, 94, 96, 147, 148, 153-55, 162
Aragón, Pedro Antonio de: 36, 38, 120, 158, 161 teban, conde de Vista lateral de la escultura ecuestre de
Aranjuez: 121 Benedetti, Elpidio: 38, 39, 56, 65, 160, 162 Luis XIV (taller): 153-155
Ararat, monte: 49 Proyecto para la escalera de la Piazza di Spagna Vista trasera de la escultura ecuestre de
Archinto, Giuseppe: 166 en Roma con la escultura de Luis XIV: 39 Luis XIV (taller): 153-155
Arco, duque del: 116 Benedicto XIV, papa (Prospero Lorenzo Lamber- Estudio de cabeza de santa Teresa: 110
Ariccia: 69, 130, 132 tini): 17 Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Collegiata dell’Assunta: 132 Benignidad, alegoría de la: 54 no en la Scala Regia: 36
Palazzo Chigi: 132 Bernini, Domenico: 13, 14, 18, 20, 21, 28, 30, 38, Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Santa Maria dell’Assunzione: 132 76, 81, 82, 85, 88, 90, 94, 96, 104, 106, 108, 113, no en la Scala Regia del Vaticano: 144-47
Arpino, Cavalier d’: 106 114, 122, 136, 148 Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Arquitectura, alegoría de la: 96 Vita del cavalier Gio. Lorenzo Bernino: 20, 25, no en el interior de la basílica de San Pedro
Ars moriendi: 80 78, 82, 85, 90, 94, 124 del Vaticano: 142-43
Asia: 46, 120 Bernini, Gian Lorenzo: Estudio para la estatua de Felipe IV en Santa
Augusto, emperador romano: 52, 64, 73 Ángel con el sudario y los dados: 69 Maria Maggiore: 158
Augusto el Fuerte, elector de Sajonia: 168 Anima beata: 28, 30, 32, 43, 45, 76-81 Estudios para la Fontana dei Quattro Fiumi: 48
Austria, dinastía: 113, 118, 121 Anima dannata: 18, 28, 30, 33, 43, 45, 76-81, Éxtasis de santa Teresa: 13, 25, 34, 63, 70, 78,
Azzolino, Decio: 94 88, 96 90, 104, 106, 108, 124
Azzolino, Giovan Bernardino: 80 Apolo y Dafne: 25, 82, 150 Éxtasis de santa Teresa (terracota): 110-12
Autorretrato: 16, 20, 86-87 Fiera (comedia): 55
Baco: 64 Autorretrato como David con la cabeza de Fontana di Trevi (comedia): 14, 25
Baldi, Lazzaro: 73, 150, 152 Goliat: 17, 78, 88-89, 96 Fontana dei Quattro Fiumi: 13, 20, 25, 27, 29,
Aparición de la Virgen a santa Rosa de Lima: 73 Autorretrato dibujando: 18, 96 34, 38, 45, 48, 49, 52-54, 56, 57, 70, 71, 90,
Carlo Barberini: 152 Autorretrato maduro: 16, 18, 86 102, 104, 106, 108, 118-20, 121-23, 124, 142,
Visión de Cristo como cantero: 73 Autorretrato melancólico: 86 150, 162
Baldi, Pier Maria: 118 Beata Ludovica Albertoni: 70 Fontana della Barcaccia: 45

184 ÍNDICE ONOMÁSTICO


Fuegos artificiales para celebrar la Paz de Aquis- Boncori Siciliano, Francesco: 124 Cartari, Giulio: 170
grán: 57, 134, 156-57 Descrittione dell’Obelisco...: 124 Retrato de Fausto Poli: 170
Francesco I d’Este: 116, 150 Bonelli de’Rasori, Giorgio Maria: 71 Retrato de Gaudenzio Poli: 170
Impresario (comedia): 14, 25 Bonuccelli, Matteo; véase Bonarelli, Matteo Casoni, F.: 71
Inondazione del Tevere (comedia): 55 Borboni, Giovanni Andrea: 90, 148, 150, 152, 161 Castel Gandolfo: 36, 64, 128, 130
León de bronce perteneciente al modelo de la Delle statue: 90, 150-52, 161 San Tommaso da Villanova: 36, 64, 128, 130
Fontana dei Quattro Fiumi conservado en el Bordes, colección de Juan: 170 Castel-Rodrigo, marqués de (Manuel de Moura e
Palacio Real de Madrid: 121-23 Borghese, Camillo; véase Pablo V, papa Corte-Real): 101
Loggia delle Reliquie: 140 Borghese, colección: 82 Castro, Felipe de: 121
Modelo de la Fontana dei Quattro Fiumi: 25, Borghese, familia: 23, 30, 81 Cervelló, José María: 136, 150
26, 34, 50, 52, 57, 118-20 Borghese, Scipione: 22, 25, 29, 76, 81, 82, 85 Cesarini, Virginio: 152
Modelo en madera de la Fontana dei Quattro Borja y Velasco, Gaspar de: 23, 30, 35, 85, 98 Chantelou, Paul Fréart de: 13, 14, 17, 20-23, 25,
Fiumi: 49, 50 Borromeo, Carlo: 132 30, 47, 52, 76, 78, 85, 90, 104, 134, 164
Monumento a Felipe IV: 12, 13, 158-61 Instructionum fabricae et suppellectilis eccle- Journal de voyage du cavalier Bernin en France:
Monumento a Matilde de Canossa: 68 siasticae: 132 90
Peana decorativa: 134-35 Borromini, Francesco: 14, 25, 59, 66, 102, 104, Chasteau, Guillaume: 150, 152
Plutón y Proserpina: 150 108, 130, 138, 170 Carlo Barberini: 152
Proyecto de marco decorativo con las armas de la Palazzo Spada: 59 Chaulnes, duque de (Albert d’Ailly, Charles d’):
familia Chigi y un tímpano: 130-31 Boselli, Orfeo: 14, 50, 51, 150 57, 156
Proyecto de la tumba del cardenal Domingo Adiciones a la Apoteosis de Claudio: 51 Chéron, Charles-Jean-François: 13, 18, 96
Pimentel en Santa Maria sopra Minerva: 34 Osservazioni della scoltura antica: 150 Medalla en honor de Gian Lorenzo Bernini: 13,
Proyecto para el campanario de San Pedro del Botinete y Acevedo, Fernando: 30, 81 96-97
Vaticano: 102-3 Bourbon-Vendôme, Francisco de; véase Beaufort, Chicari, Antonio: 130, 132
Proyecto para el monumento a Felipe IV en duque de Chigi, Agostino: 88
Santa Maria Maggiore: 158-61 Bracciano, duque de; véase Orsini, Paolo Giordano Chigi, colección: 86, 88
Proyecto para el tabernáculo de la iglesia de Bracciolini, Francesco: 16 Chigi, escudo: 54, 130, 152
Santa Maria dell’Assunzione en Ariccia: Bramante (Donato di Pascuccio d’Antonio o Chigi, familia: 54, 72, 86, 128, 130, 138
132-33 Donato di Angelo di Antonio): 132, 136 Chigi, Fabio; véase Alejandro VII
Proyecto para la decoración de la nave de San Brunelleschi, Filippo: 65 Chinea, fiesta de la: 53, 72
Pedro del Vaticano con motivo de la canoni- Buagni, Giovanni Francesco: 58, 136 Chumacera, Juan: 34
zación de santo Tomás de Villanueva: 128-29 Buonarroti, Miguel Ángel; véase Miguel Ángel Claudio, emperador romano: 50, 51, 52, 72, 118, 121
Proyecto para la decoración de la nave y el Butti, Francesco: 52 Clemente IX, papa (Giulio Rospigliosi): 22, 38,
crucero de San Pedro del Vaticano con moti- 52, 56, 62, 69, 70, 72, 73, 116, 120, 121, 136, 156,
vo de la canonización de santo Tomás de Cafà, Melchior: 14, 70 158
Villanueva: 128-29 Santa Rosa y el ángel: 70 Clemente X, papa (Emilio Altieri): 142
Proyecto para la decoración del arco de ingreso a Calamecca, Andrea: 51 Codazzi, Viviano: 100, 101
la capilla Cornaro en Santa Maria della Pedestal con emblemas de la familia Cybo: 51 Circo Máximo de Roma: 100
Vittoria: 106, 108-9 Camilo de Lelis, san: 73 El exterior de San Pedro del Vaticano: 100-1
Rapto de Proserpina: 23, 25, 30, 82 Campiglia, Giovanni Domenico: 49 Perspectiva de un anfiteatro romano: 100
San José con el Niño: 69 Oceani patris horti, & Nympharum antrum: 49 Perspectiva de un gimnasio: 100
San Lorenzo: 76, 78 Candía: 156 Colbert, Jean-Baptiste: 96, 147, 153
San Lorenzo in Damaso: 65 Canossa, Matilde de: 68 Collignon, François: 124
San Pablo: 82 Cantar de los cantares: 54 Fuegos artificiales para celebrar el nacimiento
Santa Bibiana: 78 Caramuel de Lobkowitz, Juan: 38, 61, 136, 138 de la infanta Margarita de Austria: 124-25
San Sebastián: 76 Architectura civil recta y obliqua...: 138-39 Colonna, familia: 52, 128
Scala Regia: 13, 36, 45, 58, 59, 61, 63, 66-68, 73, Columnarum in tetrastylio: 138-39 Colonna, Francesco: 54, 124
90, 93, 96, 130, 136, 138, 142, 144, 147, 153, Caravaggio, Michelangelo Merisi da: 68, 76, 78, Hypnerotomachia Polifili: 54, 124
160-162, 168 80, 88 Colonna, Girolamo: 51, 118, 121
Scipione Borghese: 82-84 Medusa: 80 Colonna, Marcantonio: 72
Tabernáculo: 132 Carderera, colección de Valentín: 102, 106, 108, Concilio de Trento: 80
Tumba de Urbano VIII (obra del taller): 150 126, 130, 132, 134 Constantino: 13, 36, 38, 45, 58, 59, 62, 142, 144,
Tumba del cardenal Pedro de Foix Montoya: 31 Carderera, Valentín: 98 147, 148, 153, 160, 162, 168
Tumba del cardenal Domingo Pimentel: 35 Caridad, alegoría de la: 36 Constantinopla: 46
Ventana de la capilla Cornaro en Santa Maria Carlomagno: 38, 56, 59, 144, 160 Cordier, Nicolas: 56, 160
della Vittoria: 106-7 Carlos de Anjou, rey de Sicilia: 72 Córdoba: 53
Verdad: 24, 25, 70, 78, 102, 104, 134 Carlos II, rey de España: 20-22, 38, 54, 55, 120, Puerta del Puente: 53
Verdad desvelada por el Tiempo: 102, 104-105, 108 121, 148, 153, 162, 164, 166, 168, 170 Cornacchini, Agostino: 59, 144
Versión del proyecto de Gian Lorenzo Bernini Carlos III, rey de España: 118, 168 Carlomagno: 59, 144
para la instalación de la escultura de Feli- Carlos V, emperador: 63, 73, 144, 150 Cornaro, familia: 108, 110
pe IV en Santa Maria Maggiore: 62 Carpio, VII marqués del; véase Haro y Guzmán, Cornaro, Federico: 106-8, 110
Bernini, Giovan Lorenzo; véase Bernini, Gian Gaspar de, VII marqués del Carpio Corrado, Camillo: 138
Lorenzo Carracci, Annibale: 76, 86 Correggio, Antonio Allegri da: 88
Bernini, Luigi: 48, 132 Carrara, marqués de; véase Cybo Malaspina, Cortona, Pietro da: 14, 17, 20, 54, 106, 128, 150, 170
Bernini, Pier Filippo: 16, 20, 42, 90, 94 Alberico Cosme III de Médicis, gran duque de Toscana:
Bernini, Pietro: 29, 82 Carreño de Miranda, Juan: 164, 168 50, 51, 72, 118, 121, 168
Blenheim Palace: 20, 38, 41, 72, 162 Carlos II: 164-65 Viaje: 121
Bolonia, Juan de; véase Giambologna Carlos II como gran maestre de la orden del Costaguti, Giovanni Battista: 100
Bomarzo: 54, 124 Toisón de Oro: 164 Architettura della basilica di S. Pietro in Vatica-
Bonarelli, Matteo: 14 Cartari, Carlo: 94 no: 100

185 ÍNDICE ONOMÁSTICO


Cristina, reina de Suecia: 22, 35, 38, 52, 85, 93, Felipe IV, rey de España: 13, 116, 17, 22, 23, 25, 30, Goethe, Johann Wolfgang von: 134
94, 118, 128, 134, 140, 150 34, 36, 38, 40, 43, 45, 50-53, 57-62, 65, 69, 72, Altar de la Buena Fortuna: 134
Cristo: 54, 69, 113, 114, 142, 164 98, 100, 113, 114, 116, 118, 120, 121, 124, 128, 142, Goliat: 88
Cruz, Juana Inés de la: 140 152, 158, 160-62, 164, 168 Gori, Antonio Francesco: 49, 72
Cureau de La Chambre, Pierre: 13, 14, 20-22, 38, Felipe Neri, san: 66 Mvsevm Florentinvm: 49
76, 90, 92, 93, 94, 96 Fernández de la Cueva, Francisco, duque de Gracián, Baltasar: 140
Panégyrique de Ste. Thérèse: 90 Alburquerque: 23, 30 Gravina: 72
Préface pour servir à l’histoire...: 20, 90-91, 96 Fernández Durán, colección: 42 Madonna delle Grazie: 72
Éloge du cavalier Bernin: 90-91, 92, 93 Fernando I de Médicis, gran duque de Toscana: 166 Guarini, Guarino: 138, 140
Cybo, familia: 51 Fernando III de Habsburgo: 53, 54 Disegni d’architettura: 140
Cybo Malaspina, Alberico, príncipe de Massa y Ferrabosco, Martino: 100, 101 Guercino, Giovanni Francesco Barbieri: 17, 86
marqués de Carrara: 52 Libro de l’Architettura di San Pietro nel Vatica- Guerra, alegoría de la: 57, 65, 156
no: 100 Guerra de los Treinta Años: 49
Dante: 51, 78 Ferrata, Ercole: 14, 34, 36, 63, 69, 70, 108 Guidi, Domenico: 113, 114
Infierno: 78 Caridad: 69 Cristo crucificado: 113, 114
Danubio: 46, 48, 122 Sant’Agnese: 63 Guidiccioni, Lelio: 16
David: 54, 78, 88, 96 Santa Rosa de Lima con el Niño: 69 Guzmán y Pimentel, Gaspar de, conde-duque de
Daza-Campos, colección: 144 Virgen del Rosario con santo Domingo y santa Olivares: 22
Del Bufalo, Dario: 118, 121, 122 Catalina: 69 Guzmán y Ponce de León, Luis de: 54
Delfín de Francia; véase Luis de Francia, el Gran Ferrerio, Pietro: 102
Delfín Fidias: 14 Habsburgo, dinastía: 48, 161, 168
Deuteronomio: 72 Filipinas: 46, 71 Habsburgo, escudo: 72
Díaz de Vivar Sandoval y Mendoza, Rodrigo; Florencia: 65, 166, 168 Haro y Guzmán, Gaspar de, VII marqués del
duque del Infantado: 25, 28, 29, 120, 124 San Lorenzo: 65 Carpio: 20-22, 28, 38, 41, 72, 94, 116, 128, 162, 164
Dióscuros: 62 Foggini, Giovanni Battista: 166, 168 Hércules: 71, 153
Domiciano: 46 Carlos II a caballo: 166-69 Herejía, alegoría de la: 166
Domingo de Guzmán, santo: 45, 63, 65, 68, Europa: 168 Hespérides, jardín de las: 70
70, 73 Foggini, hijos de Giovanni Battista: 168 Holste, Luca: 64
Donatello (Donato di Niccolò di Betto Bardi): 150 Foguet i Forester, Ramón: 92
Doria Pamphili, colección: 121 Foix Montoya, Pedro de: 28, 30, 31, 76, 81, 85 Iglesia, alegoría de la: 134, 156
Dresde: 166, 168 Fontana, Carlo: 14, 58, 60-62, 71, 73, 132, 136, 138, Ignacio de Loyola, san: 66, 80
Duquesnoy, François: 14, 51, 150 158 Incisa della Rocchetta, Giovanni: 88
Dusseldorf: 166 Anfiteatro Flavio: 136 India: 48
Il tempio vaticano e sua origine: 58, 136-37, 138 Infantado, VII duque del; véase Díaz de Vivar
Edimburgo: 153 Planta y sección longitudinal de la Scala Regia: Sandoval y Mendoza, Rodrigo
Elogio de el Cavallero Juan Lorenzo Bernini: 58 Infierno: 18, 30, 76, 78, 80
92-93 Franceschini, Vincenzo: 49 Inmaculada Concepción: 54, 65, 73, 120, 140
Emanuele Filiberto, duque de Saboya: 168 Oceani patris horti, & Nympharum antrum: 49 Inocencio X, papa (Giambattista Pamphili): 22,
Enrique IV, rey de Francia: 56, 59, 160, 166 Francesco I d’Este, duque de Módena y Reggio: 25, 34, 46, 49, 98, 102, 104, 107, 108, 113, 116,
Enríquez Manrique de Lara, Luisa, condesa de 116, 150 118, 120, 121, 124, 142, 160
Paredes de Nava: 116 Francia: 14, 21, 22, 30, 34, 38, 42, 45, 56, 57, 59, Inocencio XI, papa (Benedetto Odescalchi): 29,
Escorial, El: 25, 34, 112-14, 116, 118, 164 62, 65, 90, 114, 124, 153, 156, 160-62, 164, 166, 55, 94, 136
Panteón: 25, 113, 114, 116, 118, 164 168 Inverni, Marco Antonio: 122
Sacristía de la Sagrada Forma: 113 Francisco, san: 63, 65, 68 Isabel II, reina de España: 121, 122
Escrivà, Francisco: 80 Francisco I, rey de Francia: 73, 144 Isabel de Portugal, santa: 30
Escultura, alegoría de la: 96, 152 Francisco de Borja, san: 98 Isidoro de Sevilla, san: 71
Esgroijs, Domingo: 53 Frascati: 71 Italia: 16, 17, 20, 22, 86, 90, 98, 104, 116, 124, 138, 140
Triunfo de san Rafael: 53 Columnae sudantes: 71
España: 20-23, 28, 38, 42, 45-74, 76, 92, 113, 114, Villa Aldobrandini: 71 Jano: 57
118, 121, 124, 140, 156, 160, 161, 168 Fuga, Ferdinando: 13, 63, 161 Jesús: 69, 140
Espíritu Santo: 52, 127, 134 Jesús, Tomás de: 107, 110
Estacio, Publio Papinio: 78 Galilei, Galileo: 148 Compendio dell’oratione mentale: 110
Europa, alegoría de: 166 Gandía, duque de: 98 José de Calasanz, san: 73
Eusebio de Cesarea: 142 Ganges: 46, 48, 71, 122 José I de Austria, emperador: 166
Gargiulo, Domenico; también llamado Mico Juan de la Cruz, san: 68
Fajardo, Fernando Joaquín, marqués de los Spadaro: 100, 101 Julio César: 150, 161
Vélez: 38 Circo Máximo de Roma: 100 Julio II, papa (Giuliano della Rovere): 150
Falcone, Aniello: 101 Perspectiva de un anfiteatro romano: 100 Júpiter: 51, 52
Faldi, Giambattista: 57 Perspectiva de un gimnasio: 100 Justicia, alegoría de la: 36
Santa Trinità dei Monti: 57 Gaulli, Giovanni Battista: 18, 94, 104
Fama, alegoría de la: 54, 59, 71, 147, 152 Ghetti, Santi: 81 Kircher, Athanasius: 71, 72, 104, 120, 121
Fancelli, Giacomo Antonio: 108, 122 Giambologna (Juan de Bolonia): 166 Obeliscus Pamphilius: 71, 104, 120, 121
Nilo: 122 Gimignani, Giacinto: 170 Koelliker, colección: 18, 96
Farnese, Alessandro; véase Pablo III Santísima Trinidad en gloria: 170
Farsetti, colección: 110, 148 Gimignani, Ludovico: 67, 170 La Chambre, Pierre Cureau de; véase
Farsetti, Filippo: 110 Ángel custodio: 170 Cureau de La Chambre, Pierre
Fe, alegoría de la: 36 Aparición de la Virgen a santo Domingo: 67 La Faille, Jean-Charles de: 138
Felipe III, rey de España: 22, 36, 43 Girardon, François: 153, 162 Lambertini, Prospero Lorenzo; véase Benedicto
Felipe IV, colección: 118 Giustiniani, escudo: 72 XIV

186 ÍNDICE ONOMÁSTICO


Laocoonte: 14, 78, 150 Marco Curcio: 153, 162 Nicolás, san: 64
Lares: 64 Marfil Barberini: 144, 148 Nilo: 46, 48, 71, 122
Lauro, Giacomo: 47 Margarita, infanta de España; véase Ana Margari- Noé: 49
Antiquae urbis splendor: 47 ta Teresa de Austria Noticia de una fuente de Roma cuyo modelo de
Circus Agonalis: 47 Mari, Giovanni Antonio: 36 bronce se halla en la Biblioteca Particular de S.
Meta Sudans: 47 María Luisa de Orleans, reina de España: 55, 56 M.: 26
Le Brun, Charles: 78 Mariana de Austria, reina de España: 71, 113, 120, Modelo de bronce de la Fontana dei Quattro
Méthode pour apprendre à dessiner les Passions: 124 Fiumi, de Bernini, sobre pedestal: 25, 26
78 Marino: 51
Le Clerc, Sébastien: 20, 90, 96 Marte: 18 Obra Pía: 36, 76, 158
Leipzig: 36, 47, 63, 104, 110, 130, 147 Martinelli, Fioravante: 72 Odescalchi, Benedetto; véase Inocencio XI
León X, papa (Giovanni di Lorenzo de’ Médicis): Primo trofeo della Croce: 72 Oliva, Giovanni Paolo: 16, 21, 80, 148
46 Martínez, Simón: 53 Olivares, conde-duque de; véase Guzmán y
Leonardo da Vinci (Leonardo di ser Piero da Triunfo de san Rafael: 53 Pimentel, Gaspar de
Vinci): 76, 148 Maruscelli, Paolo: 66 Oñate, conde de; véase Vélez de Guevara, Íñigo
Leoni, Ottavio: 18, 96 Masaniello (Tommaso Aniello d’Amalfi ): 100 Orsini, Paolo Giordano II, duque de Bracciano:
Leopoldo I de Habsburgo, emperador: 52 Massa, príncipe de; véase Cybo Malaspina, 104
Lerma, duque de; véase Sandoval y Rojas, Fran- Alberico Ottaviani, Giovanni: 58
cisco de Matemática, alegoría de la: 96 Vista de la Scala Regia: 58
Liberio, san, papa: 63 Máximo, emperador romano: 46 Ovidio: 54
Liga Católica: 57, 156 Mazzarino, cardenal (Jules Mazarin): 21, 38, 65,
Ligorio, Pirro: 71 160, 162 Pablo, san: 82, 144
Lima: 70 Médicis, Gian Carlo de: 35 Pablo I, zar de Rusia: 110
Santo Domingo: 70 Médicis, Giovanni di Lorenzo de; véase León X Pablo III, papa (Alessandro Farnese): 58
Livorno: 166 Médicis, Leopoldo de: 94 Pablo V, papa (Camillo Borghese): 14, 21, 22, 29,
Lomazzo, Giovanni Paolo: 76 Médicis, Cosme III de; véase Cosme III de 30, 63, 76, 81, 82, 85, 90, 94, 100, 136, 142, 150
Lombardi, Alfonso: 150 Médicis, gran duque de Toscana Países Bajos: 138, 153, 156
Longhi, Martino: 102 Médicis, Fernando I de; véase Fernando I de Palladio, Andrea: 42
Longhi, Onorio: 66, 102 Médicis, gran duque de Toscana Pallavicino Rospigliosi, colección: 114
Lorenzo, san: 76, 78 Mellan, Claude: 90 Pallavicino, Pietro Sforza: 16, 21, 88, 114, 150, 152,
Loreto: 66 Mercati, Michele: 71 161
Santa Casa: 66 Mesina: 55, 162 Palomino de Castro y Velasco, Antonio: 17, 22
Lualdi, Michelangelo: 47, 48, 71, 120, 121 Messalla Corvino, Marco Valerio, general roma- Pamphili, familia: 13, 46, 120, 121
Storia Ecclesiastica: 120, 121 no: 50, 51, 52 Pamphili, Giambattista; véase Inocencio X
Lucenti, Girolamo: 38, 59, 62, 114, 116, 158, 161 Messinger, Otto: 86 Panini, Francesco: 58
Ludovisi, familia: 85 Michel, Pedro: 121 Vista de la Scala Regia: 58
Luis de Francia, el Gran Delfín: 45 Miguel Ángel: 14, 17, 21, 22, 38, 62, 76, 78, 80-82, Paraíso: 30, 51, 69, 70, 76, 80, 110
Luis Gonzaga, san: 73 85, 88, 90, 94, 102, 136, 150, 170 París: 13, 16, 17, 20, 22, 25, 38, 76, 81, 85, 90, 94,
Luis XIII, rey de Francia: 21, 168 Moisés: 150 96, 104, 114, 153
Luis XIV, rey de Francia: 14, 20, 22, 38, 39, 50, 52, Pedestal para la estatua de Marco Aurelio: 62, Paredes de Nava, condesa de; véase Enríquez
56, 57, 62, 90, 93, 94, 96, 114, 120, 134, 147, 148, 147 Manrique de Lara, Luisa
153, 156, 162, 164 Milán: 113 Parrasio de Éfeso: 78
Lupardi, Bartolomeo: 72 Minerva: 57 Pasquino: 14
Módena, duque de: 98 Passeri, Giovanni Battista: 14, 126
Macerata: 23 Moisés: 72 Vite de’ pittori, scultori ed architetti: 126
Maderno, Carlo: 63, 100, 102, 130 Monarquía Francesa: 22, 38, 56, 57, 98, 120, 156, Passione, Alessio Maria della: 107
Madrazo, José de: 144 160, 162 Paz, alegoría de la: 57, 65, 73
Madrid: 21-23, 25, 36, 43, 50, 52, 100, 110, 116, 118, Monarquía Hispánica: 16, 22, 23, 25, 29, 30, 34, Paz de Aquisgrán: 56, 57, 134, 156
120-122, 132, 138, 148, 156, 158, 166, 168 38, 45, 56, 63-65, 70, 76, 81, 85, 98, 113, 116, Paz de los Pirineos: 23, 59, 65, 120, 158
Alcázar: 21, 50, 72, 100, 118, 121, 166 118, 120, 124, 128, 140, 150, 156, 160, 162 Pedro, san: 144
Casa de Campo: 51 Montauto, Torquato: 73 Pedro de Arbués, san: 65
Colegio Imperial: 138 Montecassino: 140 Pellegrini, Carlo: 88
Manzanares, río: 51 Abadía: 140 David como guerrero: 88
Palacio del Buen Retiro: 100, 148 Monterrey, conde de; véase Zúñiga y Fonseca, Peretti, Felice; véase Sixto V
Palacio Real: 25, 50, 118, 120-122, 136 Manuel de Pérez de Rúa, Antonio: 38
Plaza de Oriente: 148 Morelli, Lazzaro: 14, 25, 43, 122 Perini, Gherardo: 78
Magalotti, Lorenzo: 118 Escudo de los Barberini en la tumba de Urba- Perrault, Claude: 150
Maggi, Giovanni: 100 no VIII: 25 Perú: 70, 71
Maidalchini, Olimpia: 57 Moura e Corte-Real, Manuel de; véase Cas- Perugia: 127
Mair, Alexander: 80 tel-Rodrigo, marqués de Pesche, Federico: 53
Majencio: 142 Muñoz, Antonio: 70, 73 Catafalco para el rey Felipe IV: 53
Mannheim: 166 Picchiatti, Francesco Antonio: 53
Mantua: 42 Naldini, Paolo: 69 Catafalco para el rey Felipe IV: 53
Palazzo Te: 42 Ángel con el sudario y los dados: 69 Piccolomini-Bonarelli, Costanza: 18, 21
Manzanedo de Quiñones, Alfonso: 107, 110 Nápoles: 23, 53, 72, 98, 100, 101, 138 Pietrangeli, Carlo: 17
Marcellini, Carlo: 168 Santa Chiara: 53 Pignatelli, Stefano: 114
Marciano, Marcello: 53 Napoletano, Filippo: 23 Pimentel, Domingo: 34, 35, 36, 98
Pompas fúnebres del Universo: 53 Neso: 71 Pintura, alegoría de la: 96
Marco Aurelio, emperador romano: 62, 147 Nicéforo: 142 Pio, Angelo: 127

187 ÍNDICE ONOMÁSTICO


Pio, Baldassare: 127 Fontana del Moro: 50 Sant’Ignazio: 73
Pio di Savoia, colección: 17 Fontana della Barcaccia: 45, 56 Santa Francesca Romana: 127
Plata, río de la: 46, 48, 71, 122 Foro Romano: 46 Santa Maria della Pace: 65
Plessis, Armand Jean du; véase Richelieu, carde- Il Gesù: 63, 66, 68 Santa Maria della Vittoria: 13, 14, 106, 108, 110
nal-duque de Isla Tiberina: 50, 56, 71 Capilla Cornaro: 13, 14, 18, 25, 63, 66, 70,
Po, Pietro del: 120 Meta Sudans: 46, 47, 71 102, 104, 106-108, 110, 124, 127, 142, 144,
Apoteosis de la Virgen con Felipe IV, Mariana de Palacio de la Embajada de España: 76, 81, 120 147, 161
Austria, el príncipe Carlos y Pascual de Palazzi Capitolini: 17, 67 Santa Maria di Monserrato: 31, 76, 81
Aragón: 120 Palazzo Barberini: 18, 68, 124, 130 Santa Maria in Aracoeli: 52, 67
Poli, Fausto: 170 Palazzo Colonna: 51 Santa Maria in Vallicella: 66
Poli, Gaudenzio: 170 Palazzo dei Conservatori: 38, 73, 150, 161 Capilla de san Felipe Neri: 66
Poli, Sisinio: 170 Palazzo della Cancelleria: 16, 18, 20, 86 Santa Maria in Via Lata: 127, 170
Pompeya: 64 Palazzo di Propaganda Fide: 45, 138 Santa Maria Maddalena: 73
Casa del Poeta Trágico: 64 Cappella dei Re Magi: 138 Santa Maria Maggiore: 13, 16, 36, 38, 40, 45,
Ponz, Antonio: 92, 118, 121 Palazzo di San Marco: 106 52, 56, 58-63, 69, 96, 114, 116, 120, 158, 160,
Viaje de España: 92, 118, 121 Palazzo di Spagna: 45, 54, 56, 76, 81, 120, 128 161
Porta, Giacomo della: 46, 50, 54 Palazzo Farnese: 58, 59, 67, 134, 156 Porta Santa: 161
Portugal: 140 Palazzo Pamphili: 121, 124 Santa Maria sopra Minerva: 34, 35, 36, 54, 64,
Poussin, Claudio: 122 Palazzo Spada: 59 66, 69, 73, 98, 124
Ganges: 122 Panteón: 62, 67, 140 Camera di Santa Caterina: 66
Poussin, Nicolas: 14, 142, 148 Piazza di Agone; véase Piazza Navona Capilla de Santa Rosa: 73
Pozzo, Andrea: 66 Piazza di Santi Apostoli: 72 Santa Sabina: 65-69, 73
Praga: 138 Piazza di Spagna: 25, 39, 45, 49, 50, 53-57, 124, Capilla de San Domenico: 65, 66, 67-69
Praxíteles: 14 128, 162 Santi Domenico e Sisto: 108
Piazza Farnese: 57, 156 Capilla Alaleona: 108
Quattro Novissimi: 30, 80, 81 Piazza Navona: 13, 25, 26, 30, 45, 46, 48-56, 71, Santi Vincenzo e Anastasio a Trevi: 65
81, 90, 96, 102, 104, 106-108, 118, 120, 121, Trinità dei Monti: 38, 45, 55, 56, 57, 62, 65, 160
Rafael Sanzio: 17, 142, 148 124, 142, 150 Via Papalis: 46
Raggi, Antonio: 14, 34, 36, 64, 108, 122, 128, 152 Puente de Sant’Angelo: 58, 69, 93 Via Sacra: 46
Danubio: 122 Puente Milvio: 142 Via Triumphalis: 58
Raggi, sor Maria: 64 San Crisogono: 170 Villa Borghese: 82, 85, 150
Rainaldi, Carlo: 53, 54, 55, 63, 72, 102, 170 Confraternità del Santissimo Sacramento: 170 Romano, Giulio: 42, 142, 148
Fiesta de la Resurrección: 53, 54, 55 Capilla Poli: 170 Sala de los Gigantes: 42
Religión, alegoría de la: 57, 73 San Francesco a Ripa: 70 Rosa, Salvatore: 14, 76
Rembrandt Harmenszoon van Rijn: 86 Capilla de la beata Ludovica Albertoni: 68 Rosa de Lima, santa: 45, 63, 69-71, 73
Reni, Guido: 17, 80 San Giacomo degli Spagnoli: 28, 30, 38, 43, 54, Rospigliosi, Giulio; véase Clemente IX
Renzi, Gabriele: 108 76, 81 Rossi, Domenico de: 170
Retrato de Gian Lorenzo Bernini: 20 San Giovanni in Laterano: 56, 59, 108, 160 Studio d’Archittetura Civile: 170
Ribera, José de: 76 San Gregorio al Celio: 22 Rossi, Giovanni Giacomo de: 57, 128
Ricci de Guevara, Juan Andrés: 38, 134, 140 San Lorenzo in Damaso: 65 Santa Trinità dei Monti: 57
Codex 590 de la abadía de Montecassino: 140 San Lorenzo in Lucina: 67 Rossi, Mattia de’: 14, 60, 63, 94, 132, 161
Epitome architecturae de ordine salomonico San Pantaleo: 73 Rovere, Giuliano della; véase Julio II
integro: 140-41 San Paolo fuori le Mura: 59 Rubens, Pedro Pablo: 116, 142, 148
Tratado de la pintura sabia: 140 San Pedro del Vaticano: 13, 14, 21, 25, 29, 34,
Richardson, colección: 72, 134 36, 38, 53, 57, 58, 59, 63, 64, 67, 73, 90, 92, Saavedra Fajardo, Diego: 23, 25
Richelieu, cardenal-duque de (Armand Jean du 94, 96, 100, 102, 104, 108, 114, 116, 128, 130, Juicio de artes y ciencias: 23
Plessis): 52 132, 134, 136, 138, 140, 142, 144, 147, 150, 153, Sabiduría, alegoría de la: 36
Ripa, Cesare: 54, 73, 80, 124 160, 170 Sacchetti, colección: 17
Iconologia: 54, 73, 80, 124 Campanario: 21, 25, 73, 94, 100, 102, 104, Sacchi, Andrea: 14, 20, 86
Roma: 108, 136 Sacro Imperio: 38, 46, 59, 161
Academia de Francia: 153 Capilla del Sacramento: 132 Salamanca, Antonio de: 78
Accademia di San Luca: 51, 136 Columnata: 59, 92, 100, 130, 136, 138, 144 Salazar, Francisco de: 80
Basilica Liberiana; véase Santa Maria Maggio- Congregazione della fabbrica: 102 Sale, Nicolas: 14, 25, 122
re Sala Ducal: 67 Escudo de armas de los Barberini: 25
Campidoglio: 17, 38, 62, 147, 150, 161 Sala Regia: 58 Salvatierra, Valeriano: 50, 72
Capitolio; véase Campidoglio Scala Regia: 13, 36, 45, 58, 59, 61, 63, 66-68, San Petersburgo: 110, 148
Casa Professa de los Jesuitas: 66 73, 90, 93, 96, 130, 136, 138, 142, 144, 147, Sandoval y Rojas, Francisco de, I duque de
Capilla de san Ignacio: 66 148, 153, 160-62, 168 Lerma: 22
Castillo de Sant’Angelo: 93 Torre del Reloj: 100 Sangallo, Antonio da: 58, 59, 67
Circo Agonal, Flaminio o de Alejandro Severo: San Pietro in Montorio: 19, 45, 63, 65, 106, 132 Sangallo, Giuliano da: 46
46, 47, 53 Capilla Raymondi: 18, 19, 45, 63, 65, 67, 106, Sant’Alessio, ópera: 55
Circo Máximo: 46, 100 127, 147, 161 Santa Sede: 30, 76, 81, 128, 158
Coliseo: 22, 46, 71, 136 Tempietto: 132 Santisteban, conde de y virrey de Sicilia (Francis-
Domus Aurea: 71 San Pietro in Vincoli: 150 co de Benavides y Pacheco): 162
Estadio de Domiciano: 46, 53 Sant’Agnese in Agone: 63 Santos, Francisco de los: 113, 114, 116, 164
Fontana dei Quattro Fiumi: 13, 20, 25, 26, 29, Sant’Agostino: 106, 126, 128 Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo:
34, 38, 41, 43, 45, 48, 49, 52-54, 56, 57, 70, Capilla Pio: 106, 126, 127 113, 114, 116, 164
71, 90, 102, 104, 106, 108, 118, 120-22, 124, Sant’Andrea al Quirinale: 58, 61, 62, 67, 68, Savelli, familia: 132
142, 150, 162 130, 138 Schor, Cristophoro: 128, 162, 164

188 ÍNDICE ONOMÁSTICO


Schor, Filippo: 128, 162, 164 Tempesta, Antonio: 148 Velázquez, Diego: 16, 17, 20, 22, 28, 38, 43, 86, 98,
Schor, Giovanni Filippo: 55, 56, 164 Templo de Salomón: 140 113, 116, 124, 142, 148, 164, 168
Aparato efímero en la Piazza di Spagna con Teresa, santa: 107, 110, 112 Felipe IV: 116-17
motivo del cumpleaños de María Luisa de Libro de la Vida: 112 Retrato de hombre joven (¿Autorretrato?): 16, 17
Orleans: 55, 56 Terranova, duque de; véase Aragón, Diego de Retrato del cardenal Borja: 98-99
Schor, Giovanni Paolo: 14, 64, 128, 162, 164 Tessin el Joven, Nicodemus: 38, 41 Vélez, marqués de los; véase Fajardo, Fernando
Proyecto para la decoración de la nave de San Copia de un proyecto original de Bernini para Joaquín
Pedro del Vaticano con motivo de la canoni- una carroza para el rey de España: 41 Vélez de Guevara, Íñigo, conde de Oñate: 113
zación de santo Tomás de Villanueva: 128-29 Testi, Fulvio: 85 Venecia: 107, 110
Proyecto para la decoración de la nave y el Tiempo, alegoría del: 70, 104 Verdad, alegoría de la: 70, 104
crucero de San Pedro del Vaticano con moti- Tintoretto (Jacopo Comin): 16, 17 Verdiguier, Miguel: 53
vo de la canonización de santo Tomás de Titi, Filippo: 170 Triunfo de san Rafael: 53
Villanueva: 128-29 Studio di pittura, scultura...: 170 Vergelli, Tiburzio: 56
Serlio, Sebastiano: 58, 61 Tivoli: 71, 72 Aparato efímero en la Piazza di Spagna con
Serpotta, Giacomo: 162 Rometta: 71 motivo del cumpleaños de María Luisa de
Sevilla: 34, 98 Villa de Este: 72 Orleans: 56
Sevin, Pierre Paul: 156 Tiziano Vecellio di Gregorio: 16, 17, 20, 72, 78, 88, Versalles: 153, 162
Sforza Pallavicino, Pietro; véase Pallavicino, 150 Victoria, alegoría de la: 57, 65, 156
Pietro Sforza Toisón de Oro: 161 Viena: 138
Siena: 130, 152 Toledo: 98, 120 Vienne: 45
Catedral: 130, 152 Catedral: 120 Pirámide: 45
Capilla Chigi (capilla del Voto): 130 Tomás de Villanueva, santo: 36, 45, 63, 116, 128 Vigevano: 138
Silvestre, Israel: 102 Toronto: 25, 28, 114 Vignola (Jacopo Barozzi): 140
Simancas: 114 Torriani, Orazio: 30, 31, 43, 81 Villafranca, Pedro de: 113, 114, 116, 164
Archivo General: 114 Tumba del cardenal Pedro de Foix Montoya: 30, Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo:
Sixto V, papa (Felice Peretti): 46, 93 31, 81 113, 114, 116
Spadaro, Mico; véase Gargiulio Domenico Torso del Belvedere: 14 Visnú: 48
Specchi, Alessandro: 58, 136, 170 Trajano, emperador romano: 51 Vitruvio Polión, Marco: 58, 96
Pianta del tempio vaticano. Piazze e portici: 136, 137 Tratado de Pisa: 59, 156 Vliederhoven, Gerard de: 80
Planta y sección longitudinal de la Scala Regia: 58 Transverberación: 107, 108 Voragine, Jacopo da: 142
Speroni, Francesco: 34
Diarium vaticanum anni iubilaei MDCXXV: 34 Urbano VIII, papa (Maffeo Barberini): 14, Weimar: 134
Spierre, François: 150 18, 21-23, 25, 29, 30, 34, 67, 78, 81, 82, 85, 88, Westerhout, Arnold van: 94
90, 94, 98, 102, 106, 108, 124, 132, 136, 140, 150, Wilanów: 96
Tacca, Pietro: 113, 142, 148, 166, 168 152, 170 Windsor: 21, 57, 128, 156
Cristo: 113 Poemata: 88 Windsor Castle: 21, 128, 156
Felipe IV: 148 Woodstock: 41
Moros: 166 Valencia: 55, 128 Blenheim Palace: 20, 38, 41, 72, 162
Tarragona: 92 Fallas: 55
Biblioteca Pública: 92 Valparaíso: 142 Zucchi, Niccolò: 52, 134
Convento de San Francisco: 92 Monasterio: 142 Optica philosophia: 52, 134
Teatro y aparato solemne realizado en la basílica de Vanvitelli, Luigi: 127 Zúñiga y Fonseca, Manuel de, conde de Monte-
San Pedro del Vaticano por la canonización de Vasari, Giorgio: 94, 150 rrey: 100, 101
santa Isabel de Portugal: 30, 34 Vite: 94

189 ÍNDICE ONOMÁSTICO


FOTOGRAFÍAS

Brentwood, Tennessee, Colección particular, cat. 39


Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, cat. 30, 38; figs. 17, 23
Edimburgo, Scottish National Gallery, cat. 35, 36
Estocolmo, Nationalmuseum, Photo © Cecilia Heisser, fig. 25
Florencia, Soprintendenza Speciale per il Patrimonio Storico Artistico ed Etnoantropologico e per il Polo
Museale della Città di Firenze, fig. 43
Inglaterra, colección particular, fig. 62 (fotógrafo: Douglas Currie)
Leipzig, bpk / Museum der bildenden Künste, figs. 20, 54, 61
Leipzig, bpk / Museum der bildenden Künste / Ursula Gerstenberger, fig. 31
Madrid, © Biblioteca Nacional de España, cat. 8, 12, 14, 15, 22, 25-27
Madrid, Colección Juan Bordes, cat. 42 (fotógrafo: Cuauhtli Gutiérrez)
Madrid, Museo Nacional del Prado, cat. 4, 11, 13, 18, 28, 29, 32, 34, 40, 41; figs. 6, 12, 34, 36, 42, 55, 60
(fotógrafos: José Baztán y Alberto Otero)
Madrid, © Patrimonio Nacional, cat. 9, 17, 19; figs. 8, 9
Madrid, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, cat. 10, 31
Milán, Collezione Koelliker, Art Photo Studio di Manusardi, fig. 4
Nueva York, Morgan Library and Museum, fig. 18
Roma, Biblioteca dell’Accademia Nazionale dei Lincei e Corsiniana, cat. 21
Roma, Bibliotheca Hertziana – Max-Planck-Institute for Art History (www.biblhertz.it), cat. 6
Roma, Carolina Marconi, cat. 1, 2, 20; figs. 1, 2, 5, 10, 14-16, 19, 21, 24, 27, 47, 50, 56-58, 63
Roma, cortesía del Centro di Studi sulla Cultura e l’Immagine di Roma, figs. 28 (foto: G. Merlin), 29, 30, 32,
33, 35, 37, 39, 40, 44, 46 (abajo: foto Sailko), 48-49 (foto Serra Nicoletti), 51, 52
Roma, Istituto Nazionale per la Grafica. Per gentile concessione del Ministero dei Beni e delle Attività
Culturali e del Turismo, figs. 13, 38, 41
Roma, © 2014. Photo Scala, Florence - courtesy of Soprintendenza di Roma Capitale, fig. 3
Roma, Soprintendenza Speciale per il Patrimonio Storico Artistico ed Etnoantropologico e per il Polo
Museale della Città di Roma, cat. 3, 5; figs. 7, 22
Royal Collection Trust / © Her Majesty Queen Elizabeth II 2014, cat. 23, 24, 37
San Petersburgo, Photograph © The State Hermitage Museum / Alexander Koksharov, cat. 16, 33
Schwerin, bpk / Staatliches Museum Schwerin / Elke Walford, fig. 53
Tarragona, Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, Biblioteca Pública (foto Artyplan), cat. 7
Texas, Courtesy Camelia Maier, fig. 26
Toronto, Art Gallery of Ontario, fig. 11
EXPOSICIÓN CATÁLOGO

COMISARIO EDICIÓN

Delfín Rodríguez Ruiz Área de Edición del Museo Nacional del Prado

COORDINACIÓN CIENTÍFICA COORDINACIÓN

Leticia Azcue Brea TURNER


Jefe de Conservación de Escultura y Artes Decorativas
del Museo Nacional del Prado
DISEÑO

Francisco J. Rocha
COORDINACIÓN

Área de Exposiciones del Museo Nacional del Prado TRADUCCIÓN

Karina Marotta Itziar Arana Cobos


Jefe de del Área de Exposiciones (textos de Marcello Fagiolo y Fabio Colonnese, del italiano)
Irene Sen Fernando Villaverde
(texto de Anthea Brook, del inglés)
R E S TA U R A C I Ó N

Talleres de Restauración del Museo Nacional del Prado PREIMPRESIÓN

Lucam
DISEÑO DE LA IMAGEN GRÁFICA

Mikel Garay / Museo Nacional del Prado Difusión IMPRESIÓN

Brizzolis, arte en gráficas


D I S E Ñ O Y D I R E C C I Ó N D E L M O N TA J E

El Taller de GC ENCUADERNACIÓN

Ramos
P R O D U C C I Ó N D E L M O N TA J E

Exmoarte Proyectos y Diseño


© de la edición: Museo Nacional del Prado
TRANSPORTE
© de los textos: sus autores
Tti Grupo Bovis
© de las traducciones: sus autores
SEGUROS © de las fotografías: sus autores
Garantía del Estado
Axa Art / Generali NIPO: 037-14-018-7
ISBN: 978-84-8480-297-6
Aon
D.L.: M-21099-2014

C U B I E R TA

Gian Lorenzo Bernini, Anima dannata


(cat. 1), detalle

PÁGINA 11

Gian Lorenzo Bernini, El éxtasis de santa Teresa


(cat. 16), detalle

PÁGINA 75

Gian Lorenzo Bernini, Estudio para la escultura


ecuestre de Constantino en el interior de la basílica
de San Pedro del Vaticano (cat. 31), detalle

Cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación pública o transformación de esta
obra solo puede ser realizada con la autorización
de sus titulares, salvo excepción prevista en la ley

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