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Roma y
la Monarquía
Hispánica
Bernini
Roma y
la Monarquía
Hispánica
EDICIÓN A CARGO DE
José Ignacio Wert Ortega SS. MM. los Reyes Plácido Arango Arias
Helena Cambó de Guardans
S E C R E TA R I O D E E S TA D O D E C U LT U R A PRESIDENTE
José María Castañé Ortega
José María Lassalle Ruiz José Pedro Pérez-Llorca
Philippe de Montebello
S U B S E C R E TA R I O V I C E P R E S I D E N TA José Ángel Sánchez Asiaín
Fernando Benzo Sainz Amelia Valcárcel y Bernaldo de Quirós María Milagros Várez Benegas
VOCALES S E C R E TA R I A
Tradicionalmente se ha hablado de la casi nula relación de Bernini con España, de la escasa presencia de
obras suyas en nuestro país, de su parca influencia en el arte y la arquitectura españoles y de su carácter
filofrancés. Esta exposición demuestra que nunca se había mirado con suficiente objetividad y detenimien-
to la relación de Bernini con personajes y mecenas españoles y, desde luego, con Felipe IV y Carlos II. Así,
se pone en valor el papel representado por la Monarquía Hispánica y sus embajadores en Roma en la
producción del artista.
El Museo del Prado ha hecho en esta ocasión un esfuerzo muy meritorio al acometer la exposición como
un proyecto propio. El resultado es una muestra de altísima calidad, con un planteamiento científico
impecable, que ofrece novedades inéditas en la actividad de Gian Lorenzo Bernini, en particular la que
revela uno de los dibujos de la colección Daza-Madrazo recientemente adquirida por el Prado. La exposi-
ción se ha hecho coincidir, además, con la presidencia del Consejo de la Unión Europea que Italia osten-
ta desde el 1 de julio al 31 de diciembre de 2014.
La selección, estudio y nuevas propuestas en relación con las obras de Bernini ha sido llevada a cabo por
su comisario, el catedrático Delfín Rodríguez Ruiz, que ha desarrollado un ambicioso plan para desgranar
y visualizar un tema tan poco tratado, y que se ha beneficiado asimismo de la ayuda y la probada profesio-
nalidad de los diversos equipos del Museo Nacional del Prado.
Para acometer este proyecto la institución no sólo ha contado con la amplia colaboración de la comunidad
científica, sino también, y muy especialmente, con la del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Coopera-
ción a través del apoyo del embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga,
así como del respaldo de la Embajada de Italia en España a través de su embajador, Pietro Sebastiani.
Sólo me resta felicitar al Museo del Prado por haber hecho posible esta exposición, que permite ampliar
y puntualizar la vinculación con España de un capítulo fundamental de la historia del arte barroco, y
difundirla internacionalmente.
La exposición Las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española, y el libro que se publica con este
motivo, Bernini. Roma y la Monarquía Hispánica, permitirán apreciar algunas de las mejores obras del
maestro, pero también aspectos fundamentales de su creación artística junto con otros inéditos o menos
conocidos, y todo ello en el marco de los elaborados programas iconográficos en los que trabajó para diver-
sos comitentes y en diferentes disciplinas artísticas, cuando no uniéndolas todas en un bel composto.
Bernini, tras situarse durante el pontificado de Urbano VIII, entre 1623 y 1644, en sintonía con su protec-
tor, junto a Francia y frente a España —llegando incluso a ridiculizar al embajador español Gaspar de
Borja en dos representaciones de obras teatrales—, dio un significativo giro a su carrera durante los siguien-
tes pontificados, especialmente en el de Inocencio X, pero también en los de Alejandro VII y Clemente IX.
En esos años, entre 1644 y 1669, las relaciones de Roma con España cambiaron notablemente, y este hecho
se vio reflejado en los encargos que Bernini recibió tanto por parte de mecenas españoles en Roma como
de la propia Monarquía Hispánica. Estos incluyeron proyectos arquitectónicos y escultóricos, junto a otros
para ceremonias con arquitecturas efímeras, y hay que vincularlos, muy especialmente, con la actitud que
tomó Felipe IV ante Roma, buscando una mayor presencia simbólica, diplomática y política en la ciudad,
y financiando obras en algunas de las basílicas más representativas, como San Pedro o Santa Maria Mag-
giore. En definitiva, un momento histórico apasionante en el que, gracias a esta muestra, descubriremos
una mayor presencia española en la trayectoria de Bernini, a través de obras nuevas o poco estudiadas.
Este proyecto nos ha permitido mostrar por primera vez un grupo excepcional de originales del artista en
España, entre los que se incluyen las dos Ánimas que se conservan en la Embajada de España ante la
Santa Sede. Quiero agradecer al embajador Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga su generosa disposición
con nuestro Museo, así como a todas las instituciones internacionales y españolas que nos han facilitado
sus valiosas obras.
Sólo me queda felicitar al equipo del Museo que, con su profesionalidad y empeño, ha hecho posible esta
muestra sabiamente conducida por su comisario, el catedrático de Historia del Arte Delfín Rodríguez Ruiz,
y que plantea al espectador una nueva lectura de la producción berniniana, al tiempo que arroja nueva luz
sobre sus elaborados proyectos en el ámbito de la escultura y el dibujo.
Nuestro primer propósito al poner en marcha el proyecto fue presentar en el Prado dos extraordinarias
esculturas conservadas en la Embajada de España ante la Santa Sede en Roma. Se trata del Anima beata
y el Anima dannata, realizadas hacia 1619, cuando Bernini era todavía un joven escultor. De estas obras de
expresiones contrapuestas resulta especialmente dramática la que representa el alma condenada, que
transmite con profundo sentido religioso un estado del alma, la expresión del terror ante la contemplación
del Infierno, y en la que se ha querido ver un autorretrato oculto del propio Bernini, que cuenta en la
exposición con otros autorretratos pictóricos de tipo alegórico.
Entre las obras que pertenecen al Prado se encuentra un Autorretrato de hacia 1635 y, como interesante novedad,
un dibujo inédito adquirido recientemente por el Museo: un estudio para la colosal escultura de Constantino a
caballo destinada a la Scala Regia de San Pedro del Vaticano, atribuido ahora a Bernini. Relacionado con el
proyecto de hacia 1660-61 para la colocación de esa escultura, presenta sustanciales diferencias respecto a su
disposición final en 1670 y se podrá confrontar en la exposición con otras dos piezas vinculadas a la misma
estatua: el dibujo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de 1654, y la terracota del Hermitage,
de 1661. Esta misma tipología simbólica y heroica de grandes personajes a caballo se puede apreciar en las
variaciones del proyecto para la estatua ecuestre de Luis XIV que Bernini se comprometió a hacer en 1665,
transformada después del fracaso real y simbólico de ese retrato en la tardía figura a caballo de Carlos II de 1680,
que debió de pertenecer al marqués del Carpio y está hoy en colección privada. También del Prado se expone
un bello dibujo tradicionalmente atribuido a Gaulli, y aquí a Bernini, La Verdad desvelada por el Tiempo, con su
composición invertida respecto a la escultura finalmente realizada, posiblemente destinado a ser grabado. La
obra reflejaría la preocupación de Bernini por su propio prestigio, al defenderse de la que consideraba una
infamia vertida sobre su incapacidad como arquitecto en relación con el proyecto fracasado del campanario de
San Pedro. Otra pieza inédita, de la colección particular de Dario Del Bufalo, es un león de bronce, una de las
obras hasta ahora dadas por perdidas que conformaban la parte escultórica del modelo berniniano de la Fonta-
na dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona que se conserva en el Palacio Real de Madrid.
El visitante también encontrará referencias precisas a los diseños para la capilla Cornaro en la iglesia de
Santa Maria della Vittoria y para su escultura más importante, El éxtasis de santa Teresa, así como al pro-
yecto de su casi desconocida capilla Poli en San Crisogono, en Roma, contenido en un inédito álbum de
dibujos de la colección Juan Bordes.
Una iniciativa de esta naturaleza ha requerido del generoso apoyo de los responsables de distintas colec-
ciones españolas, europeas y americanas, así como de un elaborado proyecto planteado por el comisario
de la muestra, Delfín Rodríguez Ruiz, catedrático de Historia del Arte de la Universidad Complutense de
Madrid y reconocido especialista en la materia, que ha contado a su vez en el catálogo con la valiosa cola-
boración del profesor Marcello Fagiolo, prestigioso historiador del Barroco y director del Centro di Studi
sulla Cultura e l’Immagine de Roma.
Es justo reconocer finalmente el trabajo de todas las áreas del Museo que una vez más han aunado esfuer-
zos para llevar a buen puerto este proyecto pilotado por Gabriele Finaldi, Director Adjunto de Conservación
e Investigación, y que ha contado con la coordinación científica de la responsable de las colecciones de
Escultura y Artes Decorativas, Leticia Azcue Brea, y del esmerado trabajo de restauración de Elena Arias.
Miguel Zugaza
director del museo nacional del prado
SUMARIO
CATÁLOGO 74
Delfín Rodríguez Ruiz
Anthea Brook [cat. 41]
BIBLIOGRAFÍA 172
Bernini, Monumento a
Felipe IV, 1666. Roma,
Santa Maria Maggiore.
Ubicación actual según
proyecto de Ferdinando
Fuga de 1743
Escultor y arquitecto que proyectaba transformando la capilla Cornaro en Santa Maria della Vittoria (fig. 2), con
ciudad o incorporándola a sus espacios construidos; autor El éxtasis de santa Teresa (véase cat. 16)13, la Fontana dei
de artefactos, arquitecturas efímeras1 y fuegos artificiales Quattro Fiumi en la Piazza Navona (véase cat. 19) o su
que convertían los lugares cotidianos en espectáculos de Constantino en la Scala Regia del Vaticano (fig. 21; véanse
maravilla y excepción; amigo de las fuentes y de las aguas cat. 31-33), variaciones todas sobre el mismo concepto,
—como dijera en París a Chantelou en 16652— que debían sobre el mismo tema, aunque de dimensiones distintas, y
hacer pensar3 al contemplar su forma de surgir hacia los no sólo por el tamaño, sino también por las consecuencias
aires o caer en cascada; sutil hasta el extremo en su trato que implican: teatro en el teatro, templo en el templo,
con el mármol, con el travertino convertido en roca origina- milagro eternamente representado en un espacio sagrado,
ria, metáfora de la tierra y de la naturaleza en fuentes y en el caso de la primera; elogio del agua y de la tierra, del
edificios4, o con la arcilla, modelada con fuego creativo, pero fuego y el sol, del aire, metáfora y símbolo del mundo y su
también hábil en la pintura5 y, sobre todo, en el dibujo6, dominio pacífico, construido como centro de una espina
Gian Lorenzo Bernini (Nápoles, 1598-Roma, 1680)7, o Giovan de circo antiguo y plaza palatina, en honor de los Pamphi-
Lorenzo Bernini —como quería Maurizio Fagiolo que nos li, en el de la segunda, y, por fin, la escultura de Constan-
acostumbráramos a nombrarlo, ya que así solía firmar—, fue tino y la Scala Regia, entendidos como bisagra entre la
algunas veces autor de obras de teatro y de escenografías ciudad, el palacio y el templo vaticanos, escenario de un
sorprendentes, en las que con frecuencia él mismo actuaba, acontecimiento fundacional, de un milagro puesto en esce-
acompañado, en ocasiones, de colaboradores y ayudantes8. na, con luz dirigida y sobrenatural: el del triunfo del cris-
tianismo14, con la nota de color de un paño estucado como
Así, no son infrecuentes las descripciones contemporáneas fondo o bastidor, posiblemente lo único que hace histórica
que lo convierten —como ya señalaran con extraordinaria la representación, como un testimonio verosímil.
fortuna, en 1966, Maurizio y Marcello Fagiolo— en un ver-
dadero «regista»9, no sólo de la escena, sino de Roma mis- Pasar, saltar las reglas, sin violarlas, como comedidamente
ma —entendida como escena de un teatro que es el mun- describía en 1713 su hijo Domenico, se convirtió en una
do10—, así como de sus proyectos aislados, sobre todo de clave que fijaba la imagen de Bernini no sólo como un
aquéllos en los que su concepción del «bel composto», consumado y virtuoso artista que cultivaba con la misma
según Baldinucci11, o del «maraviglioso composto», según habilidad la escultura, la pintura y la arquitectura —como
su hijo Domenico Bernini12, confirmaban que, como él ya en 1674 Charles-Jean-François Chéron, en una medalla
mismo decía, quien «no sale de la Regla no la salta nunca». (cat. 9), y Pierre Cureau de La Chambre (cat. 6), en la
Valgan como escueto recordatorio, y entre otras muchas, la primera biografía escrita tras su muerte, en 1681 y 1685,
habían establecido desde Francia: Singularis in singulis, in escultura una obra de Fidias o Praxíteles, comparable al
omnibus unicum15—, sino que lo hacía como si surgieran Laocoonte o El torso del Belvedere.
unas de las otras, en contaminación cómplice de las tres y
de la luz, la natural o la por él decidida, guiada o tamizada. Fue amigo y protegido de papas y príncipes, de reyes, reli-
Ocurrió así en muchas de sus obras, entendidas como una giosos poderosos e intelectuales; tuvo estrechas relaciones,
representación teatral en la que Bernini se cuidaba del a veces complejas, con artistas y arquitectos, de Nicolas
texto, de la escena, del escenario, de los secretos que lo Poussin o Andrea Sacchi a Pietro da Cortona o Carlo Fon-
inesperado podía esconder, de la forma de decir y de los tana, muchos de ellos colaboradores y ayudantes en su
gestos, del espectador, de lo representado y sus metáforas, taller y en sus proyectos, como el eficaz y teatral Giovanni
del lugar como momento irrepetible, maraviglioso y bella- Paolo Schor (1609-1675)20 o escultores como Matteo Bona-
mente composto. relli o Bonuccelli, Ercole Ferrata, Lazzaro Morelli, Nicolas
Sale, Antonio Raggi o Melchior Cafà, aunque también
Se trata de obras, las de teatro16, en las que el lenguaje, en estuvo rodeado de importantes y significados enemigos21,
dicción y tono popular y coloquial casi siempre, solía ser de Salvatore Rosa o Alessandro Algardi 22 a François
usado para comedias de situación y divertimento, ironía, Duquesnoy o Francesco Borromini23, incluso escritores de
pasatiempo lleno de implicaciones morales, políticas y arte y de vidas de artistas no escatimaron las críticas a
religiosas, disfrazadas de chanzas, agudezas y equívocos Bernini, de Giovanni Pietro Bellori24 u Orfeo Boselli25 (véa-
intencionados. Los diálogos, tantas veces casi improvisa- se cat. 34) a Giovanni Battista Passeri26, tanto en lo relativo
dos, solían esconder, tras la provocación primera o la sor- a su comportamiento con otros artistas, especialmente
presa de lo inesperado, tras el engaño de los ojos, serias y escultores, como en referencia a su supuesta incompeten-
complejas reflexiones sobre la actualidad o la vida, incluso cia como arquitecto, que obligó a Baldinucci a hacer una
sobre la disciplina misma del arte, de las artes, incluido el intencionada y larga defensa de Bernini y de su interven-
teatro, argumento éste de La Fontana di Trevi (ca. 1644). ción en el crucero de San Pedro del Vaticano27, usando
Lo mismo ocurría con sus caricaturas, ágiles y con «fran- para ello el informe del arquitecto de confianza de aquél,
chezza di tocco»17, retratos satíricos no sólo de los perso- Mattia de’Rossi (1637-1695).
najes representados, siempre muy próximos al artista por
algún motivo, del más noble al más cotidiano, sino tam- Bernini era brillante, desenvuelto, osado, extrovertido,
bién del mismo arte de dibujar18. Ironías, agudezas, res- seductor, irascible, orgulloso, fascinante, irónico, inteligente,
puestas ingeniosas, atrevidas, insólitas, propias de su ágil, culto y erudito a su manera, es decir, instrumentalmen-
carácter y que, con naturalidad, traspasaba a las artes y a te, según lo necesitaba e iba acumulando experiencias, y
sus opiniones sobre ellas, de las que nos quedan numero- con independencia de su extraordinaria capacidad de
sos testimonios, en especial los de sus primeros biógrafos, invención, de variar sobre lo ya dicho o maravillar con lo
de Cureau de La Chambre a Baldinucci (cat. 8) o Dome- conocido, invirtiéndolo, poniéndolo alla rovescia, en justa
nico Bernini, pero sobre todo el del excepcional diario que correspondencia con la retórica jesuítica, que tan conna-
de su estancia en la Francia de Luis XIV, entre junio y tural parece a sus ideas. En este sentido, el diario de
octubre de 1665, escribiera y dejara manuscrito Paul Fréart Chantelou es fuente preciosa de sus juegos retóricos, lle-
de Chantelou (1609-1694) 19. En este sentido, el que nos de paradojas sorprendentes y metáforas inesperadas,
habría de ser considerado, ya desde muy joven y nada que ocultan las ideas más profundas e íntimas tomando la
menos que por Pablo V Borghese y Maffeo Barberini, apariencia de una catástrofe, incluso ridícula o satírica. No
antes de convertirse en Urbano VIII (1623-44), el Miguel sólo algunas de sus obras de teatro, como la ya menciona-
Ángel de su siglo, tuvo el ingenio y la agudeza, según cuen- da La Fontana di Trevi28, o L’impresario29, como ahora se la
ta Chantelou en su diario (lunes, 8 de junio de 1665), de conoce, confirman su idea de que «el mundo no es otra
responder, ante la pregunta de un cardenal sobre qué cosa que una comedia», sino que toda su obra podría meta-
escultura de la Antigüedad prefería, que la de Pasquino, fóricamente entenderse como un ordine scomposto, formulado
porque «mutilado y arruinado como está, el resto de belle-
za que posee en sí es perceptible sólo por quien entienda
de diseño». El cardenal se irritó pensando que se burlaba,
pero, según Baldinucci y Domenico Bernini, parece que Fig. 2 Gian Lorenzo Bernini, capilla Cornaro,
su admiración era real, y que consideraba la popular 1647-53. Roma, Santa Maria della Vittoria
la cabeza de Goliat (1623-25), lienzo del Palazzo Barberini Es verdad que la iconografía de Bernini es riquísima, no
(cat. 5). Así, para la primera, como narran Baldinucci y sólo en forma de autorretratos, sino también de retratos
Domenico Bernini, el propio Maffeo Barberini, luego realizados por otros, de Ottavio Leoni o Guido Ubaldo
papa Urbano VIII, sujetó en varias ocasiones el espejo en Abbatini a Chéron o Giovanni Battista Gaulli. Sin embar-
el que se reflejaba el rostro tenso y lleno de ira de Berni- go, no son muchos los que lo representan enfrascado en su
ni. Pero también se retrató como Alejandro o como Mar- trabajo o con sus atributos de artista. En este caso, la auto-
te, lo que se adecuaba bien a su misma personalidad, ría de Bernini —aceptada por diferentes estudiosos de su
carácter y forma de comportamiento, a su manera de obra, de Wittkower a Strinati o Petrucci, aunque discutida
estar en el mundo, casi como construyéndose su propia por Montanari— parece indudable y obra de altísima cali-
leyenda de artista47. Pero lo más fascinante es que tam- dad, con independencia de que sea un autorretrato, lo que
bién su Anima dannata (ca. 1619; cat. 1) ha sido entendida no sería inverosímil, o que represente a alguno de sus
como un autorretrato intencionado, pendiente esta vez no alumnos o discípulos en la academia barberiniana del
sólo de la visión terrible del infierno, sino, posiblemente, Palazzo della Cancelleria que él mismo dirigió, como se ha
de la teoría artística de la expresión de los affetti. visto, durante los años treinta50. Fuertemente contrastada
y empastada, con una luz dirigida desde la izquierda, casi
En otras ocasiones, fue capaz de realizar representaciones alla bernina, como usara en algunas de sus capillas más
de sí mismo inesperadas por su intimismo y melancolía, célebres, de la Raymondi (fig. 5) a la Cornaro, entre otras
Fig. 12 Gian Lorenzo Bernini (?), Boceto del escudo sostenido por
ángeles de la tumba del papa Urbano VIII en San Pedro del Vaticano,
ca. 1645-46. Lápiz y sanguina, 222 x 169 mm. Madrid, Museo
Nacional del Prado, d-7722
del Infantado, ca. 1649. Pluma y tinta parda (detalle). Roma, Gabinetto
Nazionale delle Stampe, Fondo Corsini 127515
PÁGINAS SIGUIENTES
San Pedro del Vaticano por la canonización de santa Isabel de Portugal tumba del cardenal Domingo Pimentel en Santa
celebrada por el papa Urbano VIII el 22 de mayo de 1625, estampa Maria sopra Minerva, 1653-54. Lápiz y aguada
calcográfica, 330 x 245 mm, en Francesco Speroni, Diarium vaticanum sepia, 376 x 286 mm. Nueva York, The Morgan
anni iubilaei MDCXXV, 1626. Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Library and Museum. Purchased as the Gift of
Vaticana, Ms d 14 the Fellows, inv. 1958.18
un diseño arquitectónico absolutamente renovador, confron- Así, entre las primeras, ya se han recordado el Cristo crucifi-
tándose además con el espacio interior de San Pedro, como cado del Escorial (1654), la fundición del modelo de bronce de
anunciando buena parte de su actividad posterior como arqui- la Fontana dei Quattro Fiumi (1651) o El éxtasis de santa Teresa
tecto de la basílica. Su columnata efímera, arquitrabada, fina- (1647-53), así como la tumba del cardenal Pimentel, en Santa
lizaba en el ábside con una prolongación pintada, engaño de los Maria sopra Minerva, comenzada en 1654 con diseño de Ber-
ojos, de otra columnata, como si de un bastidor de teatro se nini (fig. 18) y participación destacada de los colaboradores de
tratase, abriendo así, casi de forma transparente, el interior de su taller, habitualmente presentes en las obras de estos mismos
la basílica103. Anunciaba de este modo, como en un ensayo, no años, de Ferrata a Raggi (fig. 19). La tumba de Pimentel es
sólo el concepto del bel composto, de la unidad de las artes enormemente significativa en este contexto de las relaciones de
visuales, sino también su concepción del espacio, tanto interior Bernini con la Monarquía Hispánica y con sus representantes
como urbano, de las capillas a la plaza de San Pedro. Por otra en Roma y en su propia obra, especialmente en la secuencia de
parte, en el segundo estado de la estampa —fechada el 22 di sus impresionantes monumentos funerarios104.
maggio de 1625—, que reproduce la arquitectura efímera de la
ceremonia, descrita en Theatro et Apparato solenne per la Cano- Domingo Pimentel (1585-1653), de la familia de los condes
nizazione di Sta. Elisabetta di Portugallo, aparece una represen- de Benavente, entró joven en la orden dominicana de Predi-
tación del proyecto del Baldaquino, con columnas salomónicas, cadores y llegó a ser arzobispo de Sevilla en 1649, habiendo
que había comenzado en 1624 y terminaría en 1633. pasado en Roma los años entre 1633 y 1637105 como embaja-
dor extraordinario de Felipe IV, periodo durante el cual resi-
Con posterioridad, Bernini volvería, durante el pontificado de dió en el convento de la Minerva. Fue nombrado cardenal
Inocencio X, como se ha visto, a realizar encargos, regalos diplo- por Inocencio X en 1652 y regresó a Roma el mismo año de
máticos y obras para mecenas españoles o de argumento hispá- su muerte, fecha en la que encargó a Bernini su tumba,
nico, incluido el mismo Felipe IV, gracias a los nuevos compro- aunque las obras no comenzarían hasta 1655, ya en el ponti-
misos y estrategias políticas filoespañolas del papa Pamphili y a ficado de Alejandro VII. Su embajada extraordinaria en
las gestiones de sus embajadores, lo que continuaría, no sin Roma, junto con Juan Chumacera, tuvo como fin el intento
tensiones con Francia, durante el papado de Alejandro VII. de recomponer las relaciones de Felipe IV con Urbano VIII
de Constantino, 1663-66
1 Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78; Fagio- 31 Sobre las relaciones de Bernini con poetas y 60 Sutherland Harris 2007, pp. 194-95.
lo dell’Arco 1997 y Fagiolo 1997. escritores y otros intelectuales pueden verse, 61 Mena 1983, p. 203, fig. 489. El dibujo procede
2 Chantelou (1665) 2001, p. 100; Del Pesco entre otros, Fraschetti 1900; D’Onofrio 1967; de la Colección Fernández Durán.
2007, p. 262. Montanari 1997 y 1998; Ferrari 2004.
62 Fagiolo 1984, pp. 713-18; Krautheimer 1987;
3 Assunto 1982, pp. 58-61. 32 Delbeke, Levy y Ostrow 2006. Fagiolo 2013.
4 Fagiolo 2013, pp. 173-91, 329-59. 33 Montanari 1998 y 1999 y Bandera 1999. Un 63 Bernini 1713, p. 9.
testimonio riquísimo de información sobre la
5 Grassi 1945; Martinelli 1950; Martinelli 1981; 64 Sobre este asunto pueden verse Wittkower
oficina organizada por Bernini y sus hijos,
Petrucci 2001 y 2006; Gallavotti Cavallero 1979a; Thoenes 1983, pp. 105-34. Sobre las
especialmente Pier Filippo y Domenico, se
2003; Montanari 2007. relaciones con la arquitectura de Palladio,
encuentra en los tres volúmenes manuscri-
6 Brauer y Wittkower 1931; Sutherland Harris véanse Wittkower 1979b, pp. 13-28; Fagiolo
tos conservados en la Bibliothèque nationale
1977; Lavin 1981; Kieven 1993. dell’Arco y Fagiolo 1966; Marder 1981, pp.
de France, Ms. Italien 2082, 2083 y 2084.
7 Fraschetti 1900, que sigue siendo una mono- 17-26.
34 Borsi, Acidini Luchinat y Quinterio 1981.
grafía de referencia, junto a las de Wittkower 65 Fagiolo 1982a, pp. 117-32.
35 La bibliografía sobre este asunto se menciona
(1966) 1990; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; 66 Baldinucci 1682, p. 10.
en la ficha correspondiente de este catálogo.
Hibbard 1982; Marder 1998 o Fagiolo dell’Ar-
36 Salort 2002, con la bibliografía anterior. 67 McPhee 2012.
co 2001a.
37 Gállego 1990, pp. 392-95. 68 Bernini 1713, p. 27.
8 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; D’Onofrio
1963; Tamburini 2012. 38 Grassi 1945. 69 Ibidem, p. 71.
9 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966; Fagiolo 39 Palomino (1724) 1947, p. 912. 70 Krautheimer 1987, p. 25. Sobre las relaciones
1999; Fagiolo y Portoghesi 2006. cotidianas de Bernini con Alejandro VII,
40 Con la bibliografía anterior, véanse, ahora,
véanse las noticias recogidas en el diario del
10 Argan 1965; Portoghesi 1978; Krautheimer Montagu 1989; Salort 2002; García Cueto
papa en Krautheimer y Jones 1975, pp. 199-
1987; Fagiolo 2013. 2005 y 2011; Luzón 2007.
236.
11 Baldinucci (1682) 1948, p. 140. 41 Norton 1914; Allende-Salazar 1925; Riccobo-
71 Haskell (1963) 1985, p. 53; véase además
12 Bernini 1713, pp. 32-33. ni 1960.
Sutherland Harris 1987, pp. 43-58.
13 Lavin 1980; Fagiolo 1987. 42 Justi 1903; Beruete (1898) 1991.
72 Montanari 2003, pp. 53-62.
14 Lavin 2000. 43 López Rey 1963 y 1996.
73 Angelini 1998; Angelini et al. 2000.
15 Sobre esta cuestión véanse los estudios de 44 Marini 1990; Coliva 1998b; Guarino 1999;
Guarino y Masini 2001; Petrucci 2006; Mon- 74 Coliva y Schütze 1998; Bonfait y Coliva
Montanari citados en las fichas correspon-
tanari 2007. 2004.
dientes del catálogo, con la bibliografía ante-
rior; Lavin 2005. 45 Sobre retratos y autorretratos de artista y sus 75 Zuccari y Macioce 1990; Leone 2011.
16 Salvi 2001. significados, puede verse Rodríguez Ruiz 76 Roberto 2004.
17 Baldinucci (1682) 1948, p. 140. 2009. 77 Platen 1966; Montanari 1998; Magnusson
18 Lavin 1982, pp. 93-116. 46 Strinati 2003; Petrucci 2005 y 2006; Monta- 1999.
nari 2007. 78 Aguiló 2008.
19 Chantelou (1665) 1985 y (1665) 2001; Del
Pesco 2007. 47 Kris y Kurz 1982. 79 Gould 1982; Lavin 1994 y 1998; Grell y Sta-
20 Gallavotti Cavallero 2003; Strunck 2008. 48 Rodríguez Ruiz 2009. nic̀ 2002; Del Pesco 2007.
21 Sutherland Harris 1987, pp. 43-58. 49 Herrmann-Fiore 1998; McPhee 2012. 80 Tormo 1925; Niño 1945; Rodríguez G. de
50 Aronberg Lavin 1975. Ceballos 1982 y 1999; Bonet Correa 1984 y
22 Montagu 1985 y 1999.
2002.
23 Portoghesi 2001, pp. 33-44. 51 Montanari 2007.
81 La nueva orientación y aportaciones de los
24 Bellori (1672) 1976. 52 Petrucci 2005.
estudiosos sobre las relaciones entre Bernini
Boselli (1650-57) 1978; Di Stefano 2002. 53 Fernández-Santos 2005a.
25 y España se cita con frecuencia en los ensa-
26 Passeri (1770) 1934. 54 Bernini 1713, p. 28. yos y fichas de este catálogo, de Mena,
55 Frutos 2009. Rodríguez Ruiz, Anselmi o Frutos a Fernán-
27 Baldinucci 1682, pp. 82-102.
dez-Santos, de Chenel a Montanari, Pom-
28 D’Onofrio 1963; Lavin 1980. 56 Estella 2002 y 2008; Avery 2003; Fernández-
mier o Carrió-Invernizzi y tantos otros.
Santos 2005a; Frutos 2009.
29 Ciavolella 1992; Tamburini 2012.
57 Sobre la guerra de las estatuas entre Francia 82 Salort 2002; Garín y Salort 2001.
30 Cito por la edición de Bartoli 1660, p. 115. Y
y España mantenida en la Roma del siglo xvii 83 El relato de estos dos días, 7 y 8 de junio de
se trata de un autor y de una obra que, sin
y el papel de Bernini en ella, véase Bodart 1665, se encuentra en Chantelou (1665)
duda, Bernini debía de conocer. El término,
2007. 2001, pp. 49-53 y Del Pesco 2007, pp. 209-12.
retórico, de ordine scomposto lo ideó el jesui-
ta a propósito de la Sala de los Gigantes, de 58 Cacciotti 1994; Frutos 2009. 84 Pommier 2003, pp. 429-31.
Giulio Romano, en el Palazzo Te de Mantua. 59 Fernández Bayton 1975-85. 85 Fraschetti 1900, p. 261, n. 4; Lavin 1982, p. 103.
En un discurso que trate sobre la relación entre el Barroco de la nación española en el gran teatro del mundo presidido
romano y España desde el punto de vista de la historia de la por la Fontana dei Quattro Fiumi. Ilustraremos, además, la
arquitectura y del urbanismo han de citarse, evidentemente, dialéctica establecida entre España y Francia, tal y como se
las plazas de Roma más relacionadas con la Monarquía His- manifiesta en las grandes fiestas romanas, especialmente en
pánica, todas ellas de una u otra forma caracterizadas por la la Piazza Navona y en la Piazza di Spagna. Prestaremos tam-
actividad y el genio de Bernini1. En primer lugar la Piazza di bién especial atención a la disposición ideada por Bernini
Spagna, enclave del poder español y de su representación para el Felipe IV en Santa Maria Maggiore, relacionada
diplomática. Pero si el Palazzo di Spagna se limita a custo- directamente con las vicisitudes de la colocación del Cons-
diar desde 1892 el Anima beata y el Anima dannata (cat. 1-2), tantino en la Scala Regia. Veremos, finalmente, la presencia
la plaza lleva la firma de Bernini como arquitecto al servi- de la mano de Bernini, más o menos directa, en algunas
cio de los pontífices (Palazzo di Propaganda Fide y Fontana intervenciones vinculadas con tres santos hispanos: santo
della Barcaccia) y de Francia, la otra gran potencia europea: Domingo, santo Tomás de Villanueva y santa Rosa de Lima.
desde las ceremonias festivas, como el extraordinario espec-
táculo organizado en 1662 con ocasión del nacimiento del
Delfín, hasta los grandes proyectos urbanísticos, como la piazza navona y la fontana
el realizado para la escalinata de Trinità dei Monti. En el dei quattro fiumi
lado opuesto a la colina «francesa», el Pincio, el otro mon-
te-mirador, el Gianicolo, aparece dominado por la iglesia La Fontana dei Quattro Fiumi3 ha de ser entendida como un
«española» de San Pietro in Montorio, con una serie de monumento triunfal, si consideramos su estructura de arco
intervenciones arquitectónicas, y también urbanísticas rocoso cuadriforme y si pensamos en las reconstrucciones
(ordenación de la plaza por encargo del embajador Villena)2, anticuarias de los antiguos arcos de cuatro frentes con rema-
realizadas en diversos momentos «dorados» del Renacimien- tes piramidales o cónicos. No hay que olvidar el desarrollo
to y del Barroco, que comprenden, entre otras, obras maes- del tema triunfal en arcos efímeros, sobre todo en territorio
tras como la berniniana capilla Raymondi. Sin embargo transalpino4, influidos por monumentos antiguos como la
nuestra atención se centrará sobre todo en la Piazza Navona, Pirámide de Vienne (Francia), que entonces se consideraba
que, en mayor medida que las demás plazas de la ciudad, perteneciente a la tipología triunfal y que ahora sabemos que
constituye la quintaesencia de la historia romana antigua y se trata de la meta del circo del que formó parte.
moderna, espacio interclasista de aristocracia y pueblo,
escenario de eventos civiles y religiosos y, sobre todo, en El obelisco agonal que aquí corona la Fontana dei Quattro
relación con esta exposición, de las grandes celebraciones Fiumi es un monumento político que refleja el primado del
Fig. 28 Vista aérea de la Piazza Navona, Roma
46 MARCELLO FAGIOLO
sólo excavadas por las olas sino sensualmente talladas por oblicua «en falso», o, como se decía entonces, «en barro-
el cincel de Bernini (no es casualidad que Gian Lorenzo se co», la alternancia de la voluntad de construcción con un
reservase la realización de las rocas, dejando a sus discípulos sorprendente principio de deconstrucción, de destrucción
el modelado de los ríos, aparentemente más importantes). Se del equilibrio prefijado, de desacralizador furor naturalis.
trata de una operación escultórica fascinante, que corrobora Al final del proceso, la fulgurante roca adquiere vitalidad
ulteriormente, y en un sentido inesperado, el testimonio del en las peonías, en las higueras de indias, en los cedros y en
propio Bernini, que se definía en conversación con Paul la palmera azotada por el viento: la geometría queda casi
Fréart de Chantelou como «muy amigo de las aguas»10. Ade- exorcizada definitivamente por la desbordada vitalidad de
más, la propia piedra, el travertino, estaba considerado como los tres reinos de la naturaleza.
un material casi vivo, tallado por la acción del río Aniene.
Los animales berninianos parecen encarnar la clasificación
En su génesis, el proyecto de la fuente evoluciona desde pliniana en animales terrestres, acuáticos y aéreos. El cuarto
una geometría de bloques ordenados hasta el caos natura- elemento, el fuego, queda sugerido, según el testimonio de
lista. Es lo que refleja el abigarrado dibujo de Leipzig, que Michelangelo Lualdi11, por el ardor de la sed que guía a algu-
puede considerarse como el ejemplo perfecto de tal proce- nos animales (casi comparable a la ardiente sed de misterio
der (fig. 31). En este dibujo se despliegan las distintas eta- encerrada en los jeroglíficos del obelisco de la fuente). Apare-
pas de un pensamiento en evolución que progresa desde ce así el león que «sacia la ardientísima sed en el agua. Exhala
la linealidad más absoluta (basamento monolítico articu- su hocico el ardor. Y si bien están petrificadas sus vísceras, y
lado mediante ensanchamientos y estrechamientos del por ello heladas, el sentimiento del rostro muestra que le arde
bloque de piedra) a una estructura tectó-
nica más compleja (de una disposición de
los bloques a manera de trilito a una
estructura de pseudoarcos) y, finalmente,
a la progresiva naturalización de la pieza en
cuatro contrafuertes sobre la que se colo-
can las representaciones de los ríos. En
este dibujo, el punto de ruptura entre la
abstracción y la representación naturalista
viene dado por la grieta oblicua que se
abre como un inesperado fulgor en la pro-
puesta del trilito del ángulo superior dere-
cho. Al primer reto, el del obelisco apoya-
do en el vacío, en falso, se añade, a través
de este golpe de efecto, el segundo desafío
del corte en diagonal, que desequilibra y
hace que parezca precaria la solidez del
basamento. El sutil razonamiento per absur-
dum se complica en esta elocuente hoja al
introducir, con esa artificiosa especulación
(c)
(a)
(d)
(b) (d)
(a)
(a)
(d)
(d)
Fig. 31 Gian Lorenzo Bernini, Estudios para la Fontana dei Quattro Fiumi, ca. 1648. Pluma, tinta marrón y lápiz,
329 x 350 mm. Leipzig, Museum der bildenden Künste, inv. ni. 7907. Las letras señalan la evolución del diseño
de la base de la fuente: (a) con basamento simple; (b) por superposición de bloques cuadrangulares; (c) en arco
cuadrifronte a contrafuerte; (d) diversas propuestas para la escollera final con apertura diagonal a manera de «rayo»
el corazón». Y del mismo modo el dragón del Ganges «corre los ritos de la India y es la encarnación del dios Visnú, el
dentro de las aguas a saciar de la sed sus ardores»12. Río de la Plata es vía de comunicación y fuente de vida14. Y,
sobre todo, el Danubio, cuyas aguas navegaron los argonau-
De manera más general, el emblema papal triunfa sobre los tas, se había convertido en la Edad Moderna en la vía del
elementos desplegados a sus pies: el fuego (al que alude el avance a contracorriente de los turcos y, posteriormente, en
obelisco como símbolo del rayo incendiado del sol)13, el agua el canal de la reconquista cristiana, así como en el símbolo
(representada materialmente por la mansa extensión de la del imperio de los Habsburgo15.
pila y por el fluir de los caños), el aire (simulado por el vien-
to que agita la palmera) y la tierra (la roca viviente). En la descripción de Lualdi, resulta además evidente que
la idea del «lago» de la Piazza Navona estuvo presente des-
Los ríos están relacionados con el culto religioso: el Nilo es de el inicio del proyecto de la instalación hidráulica (a car-
sagrado por sus benéficas inundaciones, el Ganges acoge go de Luigi Bernini, ayudante de Gian Lorenzo). En efec-
48 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 32 Giovanni Domenico Campiglia (dib.)
de Luis XIV de Bernini (Château de Donado a Felipe IV, el modelo del Palacio Real parece
Versailles) con la restitución, según la haber llegado a Madrid tras la muerte del monarca en 1665.
idea original, de alzarlo sobre un globo
terráqueo y un basamento con un trofeo
Cosme III de Médicis lo vio en 1668 en la estancia que había
de armas sido despacho del rey en la Torre Dorada del Alcázar, donde se
Fig. 36 Anónimo romano con adiciones
La Apoteosis de Claudio fue sin duda un modelo relevante no Sin adentrarnos en la casuística de las diversas representacio-
sólo para la interpretación de la consecratio imperial, sino tam- nes berninianas del globo terrestre, quisiera recordar al menos
bién para la creación de otros grupos escultóricos. En 1665 dos de ellas. La primera se encuentra en el frontispicio para la
Bernini parece inspirarse en esta compleja obra para su idea obra Optica philosophia de Niccolò Zucchi, publicada
del busto de Luis XIV, que debía colocarse sobre el globo en 165239, con el simbolismo análogo del águila con el rayo de
terrestre y sobre «una especie de alfombra del mismo material Júpiter en sus garras suspendida entre el la Tierra y el Sol40. La
que el globo, esmaltada y ornamentada con trofeos militares y segunda es el dibujo para un proyecto de tabernáculo, con el
virtudes» (fig. 35)33. La composición debía rendir homenaje al globo solar cristológico («Sol Iustitiae») sostenido por dos ánge-
joven soberano guerrero y a sus ambiciones de supremacía les y dominado por la representación del Espíritu Santo41.
continental. Pero, además, creo que el globo, pintado con el
«azul del mar sobre el fondo de cobre dorado»34, era también Por otro lado, en lo que se refiere a la representación ber-
una especie de retrato heráldico-simbólico del monarca, dado niniana del trofeo de armas, hay que recordar el catafalco
que en el escudo borbónico aparece la flor de lis dorada sobre erigido en 1669 en Santa Maria in Aracoeli para las exe-
fondo azul. Es más, el Rey Sol aparecería de manera explícita quias del duque de Beaufort, en el que una pirámide his-
como astro sobre la Tierra que él mismo iluminaba, y se trata toriada aparece sostenida por cuatro esqueletos sobre un
de un tema análogo al de la Fontana dei Quattro Fiumi, con la cúmulo de armaduras y cañones.
caverna terrenal coronada por el obelisco solar. Toda la domi-
nante potencia del busto de Luis XIV se refleja en el «manto Volviendo al modelo de bronce de la Fontana dei Quattro
arrastrado como un paño por el viento, viento contra el que Fiumi, sabemos que la relación artística entre Bernini y Feli-
precisamente el rey se vuelve, inmutable, con la decidida arro- pe IV fue bastante estrecha, pero desconocemos aún en qué
gancia del desafío (con un significado también político: el Rey circunstancias se llevó a cabo el envío del modelo. Es posi-
Sol superior a cualquier viento de insurrección)»35. Según el ble que se trate de un regalo del papa Alejandro VII o, con
diario de Paul Fréart de Chantelou, el abad Francesco Butti mayor probabilidad, del cardenal Giulio Rospigliosi, futuro
improvisó estos versos para describir el proyecto del escultor: papa Clemente IX, quien había sido nuncio apostólico en
España y encargará más tarde, como veremos, el proyecto
Cayó Bernini en un pensamiento profundo de un monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore42.
para hacer al real busto un bello sostén
y dijo (no encontrando ninguno digno de él): Una original reinterpretación del tema de la base rocosa de la
poco pedestal es para tal Monarca el mundo.36 fuente de la Piazza Navona la encontramos en el catafalco
52 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 37 Francesco Antonio Picchiatti (dib.) y Federico Pesche (grab.),
54 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 38 Carlo Rainaldi (dib.) y Dominique Barriére (grab.),
efectos teatrales de inundación y de incendio (comedias de
Fiesta de la Resurrección en la Piazza Navona con motivo del
año jubilar de 1650, 1650. Aguafuerte, 376 x 694 mm. Roma,
L’inondazione del Tevere, de 1638, y La Fiera, de 1639), exis-
Istituto Nazionale per la Grafica te una intención de presentarla como mero divertissement
más o menos irónico o si, por el contrario, el jocoso exor-
cismo sobre las diabólicas partes adversae contiene alusio-
cañas. Y súbitamente por la boca de la serpiente prendió nes al triunfo de la Monarquía sobre las fuerzas del mal.
fuego el cañizal, y se veía al diablo correr de aquí para allá Se aludiría en definitiva a «polémicas más concretas y
por las cañas mientras lanzaba distintos fuegos y duró más conocidas por todos en 1651: los detractores y los murmu-
de una hora, y quien veía a aquel demonio y a aquella ser- radores (el cañizal), alimentados por el veneno diabólico
piente con los efectos de aquellos fuegos tan logrados, que- (la serpiente), quedan sometidos y destruidos por las lla-
daba sorprendido y aterrorizado»56 (véase cat. 21). El espec- mas purificadoras; y al ser precisamente la boca de la ser-
táculo tragicómico era un evento teatral que conjugaba el piente el origen del fuego, ellos mismos son la causa de su
teatro manierista de los autómatas con las escenografías propia ruina»57.
infernales (como en la obra Sant’Alessio), las entradas triun-
fales con las mascaradas carnavalescas, en sintonía con los Y llegamos, por último, al epílogo perfecto: las fiestas cele-
gigantes que posteriormente entrarán en escena en la Euro- bradas bajo el pontificado de Inocencio XI (1676-89). El
pa tardobarroca, desde las fiestas de Mesina a las Fallas de escenario se trasladó desde la Piazza Navona a la Piazza di
Valencia, concebidas con semejante intención satírica. Spagna y Trinità dei Monti, donde la primera celebración de
cierta relevancia tuvo lugar en 1681 con motivo del cumplea-
Queda por esclarecer si en la aparición del diablo, que se ños de la reina María Luisa, primera esposa de Carlos II58.
relaciona con otros coups de théatre berninianos, como los Giovanni Filippo Schor remodeló significativamente la
Piazza di Spagna a semejanza del «circo» de la Piazza linata (fig. 23), nueve años después fuentes autorizadas
Navona (como si se decretase el paso del testigo entre las referían que «debe comenzarse cuanto antes la Escalinata
dos plazas), con una spina central en la que se alineaban de Trinità dei Monti, con la colocación en su principio de
los emblemas monárquicos del león y el castillo, mientras la estatua del Rey de Francia, que era la razón por la que
que la Fontana della Barcaccia adquirió mayor relevancia Alejandro VII no quiso nunca permitirlo»60. Por otra parte,
por la colocación de un obelisco que recordaba al mismo el proyecto parecía demasiado ambicioso, además de poco
tiempo a la Fontana dei Quattro Fiumi y a la isla Tiberina diplomático con respecto a España, razón por la que no se
como nave pétrea. Delante del Palazzo di Spagna se levan- empezó a trabajar en él, pero sí se concretó la idea del
tó un pronaos que servía de palco para la música (fig. 39). monumento ecuestre, que fue encargado a Gian Lorenzo
Bernini. En efecto, un Avviso del 27 de julio de 1669 revela
que «desde esta orilla se ha llevado una gran piedra a casa
el diálogo entre francia y españa: fiestas, del Caballero Bernini para que fabrique la estatua a caba-
símbolos e imágenes de poder llo del Rey de Francia, la cual se deberá colocar delante
de la iglesia de la Trinità dei Monti»61. La participación de
En un panorama sometido a una sucesión frenética de Bernini, obligada por lo demás en esta fase, podría ser un
acontecimientos, las dos grandes monarquías del momento, argumento a favor de su intervención en el proyecto de
la francesa y la española, no dudaron en proclamar en diver- 1660, que podía retomarse colocando el monumento
sas ocasiones su grandeza política y cultural, expresada en ecuestre en un punto más alto o, lo que es lo mismo, ale-
la sorprendente reconciliación de la Paz de Aquisgrán, fir- jándolo «diplomáticamente» de la plaza consagrada al
mada en 1668 gracias al genio diplomático de Clemente IX poder español (fig. 40). En los últimos meses de su ponti-
(1667-69), elegido papa con el apoyo tanto de la facción ficado, el papa accedió a «la colocación de la estatua del
filoespañola como de la filofrancesa59. Rey de Francia en la plaza de la Trinità dei Monti»62. La
misma fuente afirmaba que también se daría mayor impor-
En agosto de 1667 se colocó en la fachada de Trinità dei tancia a la columna conmemorativa de la abjuración de
Monti un gran escudo con las armas de Luis XIV, preludio Enrique IV, transportándola desde Santa Maria Maggiore
de una operación que sólo pocos meses antes hubiese a la plaza de San Giovanni in Laterano donde se emparejaría
parecido imposible. Si el proyecto presentado por Elpidio con la estatua de Enrique IV de Nicolas Cordier, realizada
Benedetti en 1660 para una escalinata en la Piazza di Spa- en 1609 como clamoroso homenaje al nuevo Carlomagno,
gna fue rechazado, debido principalmente a la presencia protector de la Iglesia y del territorio Laterano, y con una
del monumento ecuestre de Luis XIV en la mitad de la esca- clara connotación antiespañola63.
56 MARCELLO FAGIOLO
En este contexto, el regalo de dos modelos de fuente a los La composición recordaba tanto a la Fontana dei Quattro
dos monarcas más importantes es un hecho muy elocuen- Fiumi, por la idea del primado pontificio, como a la Cátedra
te. Además del mencionado modelo de bronce donado a de San Pedro, suspendida en el aire entre nubes y rayos de
Felipe IV, sabemos que en agosto de 1668 el papa tenía ardiente luz, al igual que el mundo pirotécnico de la Piazza
preparado el envío de tres regalos para Luis XIV: «Una Farnese. En un dibujo berniniano67 la Religión aparece
fuente de plata soberbia, un reloj cuajado de diamantes y representada como una Roma-Minerva que ilumina el mun-
una linterna mágica»64: en cuanto al primer regalo, se do, con yelmo, escudo pontifical, y un lábaro con el chrismon
puede suponer que se tratara del famoso modelo en plata constantiniano, motivo que aparecía también representado
de la Fontana dei Quattro Fiumi donado años antes por en el yelmo.
Bernini a Olimpia Maidalchini.
En otro dibujo de Bernini para la conmemoración de la Paz
Para la celebración de la Paz de Aquisgrán, firmada el 2 de de Aquisgrán, conservado en Windsor (cat. 37), en lugar de
mayo de 1668 gracias a la mediación papal, los franceses la Victoria y la Guerra aparecen representadas Francia y
instalaron el 27 de junio una máquina pirotécnica en la España en actitud de ofrecer sus coronas al papado; puedo
Piazza Farnese, donde había tenido lugar el incidente avanzar la hipótesis de que la inclusión de la alegoría de
diplomático entre el papado y la monarquía francesa (ya a España pudo resultar excesiva al embajador francés, que
finales de mayo se había decidido la demolición de la prefirió decantarse por representaciones más abstractas.
humillante pirámide erigida en 1664)65. Este aparato piro-
técnico, comisionado por el embajador, duque de Chaul- El 2 de septiembre, poco más de dos meses después de la
nes, fue concebido por Bernini como triunfo cósmico del celebración en la Piazza Farnese, el embajador de España
papa sobre las naciones y sobre los cuatro elementos: la respondió con un nuevo espectáculo pirotécnico en la Piazza
Majestad pontificia aparecía sentada en un trono sobre el di Spagna, con análoga escenografía pero distinta arquitec-
globo terrestre suspendido entre el aire (nubes), el fuego tura: «Se vio prender fuego a una máquina que representaba
(las llamas bajo el globo aludían a la guerra) y el agua (las el templo de Jano hecho a modo de arco triunfal, bajo el que
dos fuentes farnesianas), entre las figuras de la Victoria estaba sentada la Religión, bajo cuyos pies se contemplaban
ofreciendo una palma y de la Guerra envainando su espa- postradas la Guerra y la Paz»68.
da. «Ardían de bella manera las llamas y tras
un acertado juego de fuegos se apaciguaron,
dejando indemnes al Mundo y a la Iglesia»66.
La máquina significaba por lo tanto el incen-
dio de la guerra, extinguido por obra del pon-
tífice: en el espectáculo pirotécnico, el globo
terrestre llegaba incluso a desaparecer duran-
te un cuarto de hora, envuelto en llamas,
para reaparecer después íntegro como expre-
sión del milagro de la mediación papal. La
Victoria y la Guerra expresaban el deseo de
una reconciliación encaminada a la recons-
trucción de la Liga Católica contra la inmi-
nente amenaza turca.
58 MARCELLO FAGIOLO
una función mientras el telón se abre lentamente. Siguiendo del recorrido se consigue mediante la alternancia de plastici-
la dirección del movimiento trazado por el caballo en corveta, dad y expresividad en la sucesión de los órdenes: primero se
descubrimos que Constantino mira hacia arriba en dirección utiliza el toscano exento en la Columnata, después las sutiles
a la cruz colocada bajo la ventana que alla bernina inunda el dobles pilastras adosadas que ritman el corredor, luego las
espacio de luz. Sobre la embocadura, las figuras de las Famas columnas exentas de la primera rampa de la Scala y, para
tocando sus trompetas exaltan a Alejandro VII y a todo el finalizar, las pilastras pareadas, estriadas y encrespadas de
papado, y parecen anunciar la victoria de Constantino. luz, en la segunda rampa.
La embocadura formada por parejas de columnas exen- es posible establecer aproximadamente la distancia
tas y sus correspondientes pilastras adosadas al muro, principal del dispositivo en perspectiva, situar el punto
que suponen la continuación imaginaria de las dobles de vista ideal y medir la profundidad del vano. La com-
columnas del pórtico de Santa Maria Maggiore, confi- probación de esta hipótesis de trabajo se establece en
gura el proyecto del que parte el templete ideado por la reconstrucción aquí propuesta mediante la deforma-
Bernini en «perspectiva acelerada», objeto de esta re- ción con Photoshop de la planta del templete, partiendo
construcción. precisamente de la correspondencia homológica entre
el rectángulo y el trapecio que confirma cómo un obser-
Aparte de la propuesta alternativa dibujada por Mattia vador, colocado en el límite del vano, junto al primer
de’Rossi, contamos para esta reconstrucción con un dise- escalón, percibiría un templete exactamente igual de
ño del proyecto, quizá de mano de Carlo Fontana (cat. profundo que el tramo del pórtico, mientras que la esta-
28), y con un dibujo de presentación conservado en los tua, que en el dibujo mide cerca de catorce palmos,
Uffizi (fig. 43). Ambos muestran el alzado en perspectiva parecería tener una altura de casi veinte.
del templete en relación con su planta, en la que se
incluye parte de los espacios adyacentes. El segundo Naturalmente, el estrechamiento servía para enmasca-
dibujo es consecuencia del primero, como lo demuestran rar las reducidas dimensiones del espacio posterior y
la mayor riqueza de detalles, la correspondencia geomé- para esconder la fuente de luz natural constituida por la
trica y de proporciones de casi todos los elementos dibu- pequeña ventana; del mismo modo que los escalones
jados o la propia ubicación de la escala gráfica en palmos, servían para disimular el paso del suelo horizontal al
que permite además calcular con precisión las dimensio- inclinado.
nes del espacio. Sin embargo, hay que señalar que los
dibujos presentan algunas incongruencias —no sólo Las dos plantas concuerdan en la posición del punto de
entre uno y otro, sino también de forma individual, fuga trasero, que enmarca todo el artificio perspectivo
entre los elementos de planta y alzado dibujados— que en un ángulo de 30°. Sin embargo, la lectura de los
nos obligan a tomar decisiones interpretativas para poder alzados, que muestra los elementos que han sido defor-
realizar esta reconstrucción. Por ejemplo, los tres escalo- mados para «dirigirlos» hacia el punto de fuga, revela la
nes que aparecen en el alzado del dibujo atribuido a Fon- existencia de dos puntos de fuga distintos: uno superior
tana, y que se confirman detalladamente en el dibujo de hacia el que se dirigen los elementos relativos a enta-
presentación, se convierten en cuatro en la planta dibu- blamentos y techumbres, y otro inferior hacia el que
jada: la cuestión de su correcta colocación se convierte fugan los elementos relativos al pavimento.
por lo tanto en un aspecto estrictamente funcional moti-
vado por la elevación del pavimento que asciende hacia A través de la comparación de los dos dibujos, podemos
el ábside de la pared del fondo, cuya posición sin embar- plantear una hipótesis de sección longitudinal que satis-
go es exacta. Podría decirse lo mismo de la colocación del faga el mayor número de condicionantes, advirtiendo que
pedestal de la estatua, que parece retroceder en el paso los dos puntos de fuga, que resultan de la prolongación
desde el alzado del proyecto al del dibujo de presentación en el alzado de las diagonales de las basas y capiteles de
y que en nuestra propuesta hemos decidido mantener en las pilastras, no se corresponden exactamente con los
el centro tal y como aparece en la primera idea. que, a la distancia fijada por el vértice en la planta, se
reconocen en la sección. En ésta los puntos de fuga, vir-
Si comparamos el rectángulo formado por el último tra- tualmente veintisiete palmos por detrás del muro de fon-
mo del pórtico con el trapecio del tramo del templete, do, quedan de manera bastante regular a una altura de
60 MARCELLO FAGIOLO
ocho palmos (correspondiente más o menos al punto de de las pilastras adosadas que refuerzan las columnas exen-
vista del espectador) y de dieciséis palmos. tas, son correctamente «obliquas», tanto en el plano hori-
zontal como en el vertical. Y aquí surge el problema de
Observando la perspectiva fingida realizada en el rellano intentar establecer cómo están realizados los capiteles
intermedio de la contemporánea Scala Regia para refle- de las columnas exentas: mientras que las basas se estre-
jar la gran ventana del lado opuesto (que por otro lado chan sólo en el plano horizontal, gracias a la mediación de
también está «colocada en perspectiva») percibimos los escalones, los capiteles tienen que adecuarse obliga-
cómo de nuevo la bóveda de cañón se dirige hacia un toriamente al intradós inclinado de los dos arquitrabes.
punto de fuga superior y los capiteles hacia uno inferior, Esto puede realizarse de dos maneras: manteniendo el
y puede incluso que exista un tercero más bajo para las capitel inalterado —como parece preferir Bernini en
basas. Se trata por lo tanto de un dispositivo concebido todas sus obras— conectando las dos superficies con-
para salvar los cambios de inclinación del cono óptico vergentes a través de un disimulado salmer cuneiforme
de un visitante en movimiento que puede observar el —pero no hay rastro de esta unión, que obligaría a utilizar
espacio incluso desde muy cerca. capiteles más bajos—; o bien deformando el capitel,
como se ve en la reconstrucción y como sugiere la ligera
No se advierten elementos de continuidad entre el pri- curvatura de los capiteles que se aprecia en el alzado del
mer plano, formado por la embocadura y la pared del proyecto. Esta elección propone una solución híbrida
fondo, y el nicho que alberga la estatua: el arquitrabe pero eficaz, ya que la considerable altura de las columnas
podría ser quizá el único elemento de continuidad, como no permitiría la visión general de capiteles y basas a no ser
hemos sugerido en la reconstrucción de la sección. desde un punto de vista muy lejano. La confrontación de
columnas y pilastras deformadas siguiendo dos principios
El tímpano curvo sobre la embocadura sigue una de las distintos hubiese resultado quizá más estridente. La cali-
construcciones ovales de Serlio, mientras que el perfil dad y la cantidad de luz y de sombra sugieren, finalmente,
del óvalo superior, que en el proyecto atribuido a Carlo que Bernini proyectó ensanchar las dos pequeñas venta-
Fontana puede interpretarse como la sección de una nas escondidas, cuya colocación en esta reconstrucción
bóveda de cañón rebajada, se basa en una construcción es fruto de la confrontación con vistas antiguas de la
de cinco centros muy próxima a la elipse. fachada de Santa Maria Maggiore.
62 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 44 Giovanni Giacomo de Rossi
64 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 47 Gian Lorenzo Bernini,
Por último, hay que recordar que el motivo del medallón La capilla de San Domenico en Santa Sabina
decorativo utilizado en la canonización de 1658 se retomó
en las exequias de Felipe IV celebradas el 2 de diciembre La capilla de San Domenico en el convento romano de
de 1665 en la iglesia florentina de San Lorenzo: en las Santa Sabina —que atribuí a Bernini en el ensayo de 1990
arquerías de la basílica de Brunelleschi se colocaron dieci- escrito en colaboración con Sebastiano Roberto92— es una
séis grandes medallones «bañados de oro» que representa- obra bella y armoniosa, donde el tema de la meditación
ban hechos virtuosos del monarca español89. prevalece sobre las tentaciones de espectacularidad.
La importancia de la canonización de santo Tomás se con- Las dos estancias que había ocupado el fundador de la orden
firma en el catafalco de Alejandro VII, colocado en 1664 dominica en Santa Sabina se remodelaron en 1669 dando
por Bernini en la basílica vaticana90. En tres de los cuatro lugar a una iglesia en miniatura. La celda penitencial en la
lados del basamento del catafalco, que representan las más que santo Domingo se reunió con san Francisco se convirtió
66 MARCELLO FAGIOLO
Fig. 49 Gian Lorenzo Bernini, bóveda
68 MARCELLO FAGIOLO
Figs. 50 y 51 Ercole Ferrata
Y más allá de la belleza del programa decorativo, resulta tada en la fachada de Santa Maria sopra Minerva en la
sobre todo elocuente la sagrada representación de la som- decoración creada con motivo de la ceremonia de beatifi-
bra y de la claridad, en el diálogo entre la noche mística y cación de santa Rosa.
la luz «teopática».
La estatua, de inspiración berniniana (que puede comparar-
se, por ejemplo, con el dibujo a sanguina de Ariccia de San
Santa Rosa de Lima José con el Niño, fechado en 1663, y también con el Ángel
con el sudario y los dados, de la misma fecha, esculpido por
En el lado izquierdo del pórtico de Santa Sabina, junto a Paolo Naldini para el puente de Sant’Angelo), podría consi-
la escalera que conduce a la capilla de San Domenico, se derarse obra de Ercole Ferrata, autor de la similar Caridad
colocó en 1669 la estatua en yeso de Santa Rosa de Lima para la tumba de Clemente IX en Santa Maria Maggiore.
con el Niño Jesús, como recuerdo del breve de beatifica- No sabemos si Santa Rosa fue realizada para las ceremonias
ción emanado por el papa en febrero de 1668 en el trans- de la beatificación96 o si se hizo especialmente para este
curso de su estancia cuaresmal en el convento95. La santa, lugar; por otra parte, su colocación presenta significativas
definida como «nueva expansión del Paraíso desde el coincidencias con el proyecto para la ubicación de la estatua
Nuevo Mundo», está representada en idílico diálogo con de Felipe IV. Enmarcada por una serliana con un arco abo-
el Niño Jesús, que la acaricia mientras se acuna entre las cinado (comparable, como se ha dicho, con varias obras de
rosas recogidas en el manto que la santa sostiene delica- Bernini), la estatua se sitúa sobre un alto basamento dentro
damente entre las manos. Este mismo tema iconográfico de una pequeña exedra sagrada (fig. 50), contrapuesta a una
del amor de Cristo aparece también en la escena con la Virgen del Rosario con santo Domingo y santa Catalina, colo-
beata bebiendo la sangre del costado de Cristo, represen- cada en un nicho similar en el otro extremo del pórtico hoy
En 1665 Melchior Cafà (1636-1667) se encontraba ya traba- La obra de Cafà podría considerarse también como una
jando en la estatua yacente de Santa Rosa y el ángel, destina- metáfora de la creación escultórica si reflexionamos acerca
Fig. 52 Melchior
70 MARCELLO FAGIOLO
del significado del evento tal y como aparece representado Un evento completamente excepcional pone de manifiesto
en uno de los cuadros de la beatificación: «En el primero la importancia de la beatificación: en marzo de 1669, apro-
de los cuadros veíase el momento en el que en una visión piándose de un breve pontificio, la reina madre Mariana de
misteriosa el Señor se le apareció en calidad de cantero y Austria declaró a la beata Rosa «Patrona de todo el Reino
la eligió junto con otras doncellas nobles para trabajar la del Perú», contraviniendo la norma por la que tal patrona-
piedra y hacerla así digna de su matrimonio». De este to podía concederse únicamente a los santos. Sólo dos
modo el matrimonio místico se conjuga con la idea esoté- años más tarde, en 1671, Rosa se convirtió en la primera
rica de la escultura como ennoblecimiento de la materia y santa de América Latina y fue proclamada patrona del
también como sublimación espiritual y de auto-edificación. Nuevo Mundo y de Filipinas.
N O TA S
1 Cito solamente unas pocas referencias den- Preimesberger (1974, pp. 95-100), quien 17 De estos aparatos (ya citados por Preimesber-
tro de la vastísima bibliografía existente identificó en un proyecto para el concurso ger) publicó grabados y dibujos preparatorios
sobre la Roma de los pontífices y de las de la fuente pamphiliana (Biblioteca Apos- Maurizio Fagiolo dell’Arco (Fagiolo dell’Arco
«naciones»: Wittkower 1958, Portoghesi tolica Vaticana, cod. Vat. Lat. 11258, f. 197) y Carandini 1977-78, vol. i, pp. 134-37, Fagiolo
1966, Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, Con- una réplica de la Meta Sudans (aunque no dell’Arco 1982 y Fagiolo dell’Arco 1997).
nors 2005, Fagiolo y Portoghesi 2006 y Fagiolo resulta convincente el dibujo que la recons- 18 Para este aparato véase Preimesberger 1974,
2013. truye). Preimesberger (1974, pp. 99-100) p. 82.
2 Véase mi aportación en Fagiolo y Bonaccor- relaciona también con la Meta Sudans un
19 «Un monte como el de Armenia en el que
so 2008. dibujo de F. Casoni para una fuente rústica
paró la barca, y en la parte baja se habían
coronada por un obelisco y un proyecto para
3 Para la fuente véanse, sobre todo, D’Onofrio formado algunas cavernas que tenían cada
el obelisco pamphiliano, ambos con agua
1986 y Preimesberger 1974. Sin profundizar una de ellas un dragón como guardián, parte
que brota desde la cima. Se pueden relacio-
en el tema de los consejeros de Bernini, es de las armas de dicho embajador, y en la
nar también con esa tipología las dos
plausible el asesoramiento del dominico cima de dicho monte dos leones [...] y la
Columnae Sudantes del Teatro delle Acque
Michelangelo Lualdi y del jesuita Athanasius Fama con una gran tromba», en Bonelli de’
de la Villa Aldobrandini en Frascati, en las que
Kircher (véanse Preimesberger 1974, Rivosecchi Rasori 1644, citado en Fagiolo dell’Arco 1997,
el agua mana de la cima y baja por las espirales
1982 y Fagiolo dell’Arco 1997). p. 335.
de los fustes.
4 Recuérdese por ejemplo el arco erigido por 20 Ibidem.
9 La Meta Sudans debe ser considerada tam-
los genoveses en Amberes en 1599, coronado
bién en relación con el «lago» neroniano de 21 Ibidem. Ya en la monografía de 1966 llamé la
por un obelisco y con cuatro ríos lígures a los
la Domus Aurea y con el Coliseo: esta corre- atención sobre la presencia de una nave fan-
pies (en Preimesberger 1974, p. 113). Las ins-
lación será evidente en el proyecto de Carlo tasma en la Fontana dei Quattro Fiumi,
cripciones en la base del obelisco son distin-
Fontana de erigir una nueva fuente a imita- sugerida por los ademanes de sus habitan-
tas a las que luego se realizaron y reprodu-
ción de la Meta Sudans en el interior del tes: «El Ganges está remando en una barca
cen las publicadas por Athanasius Kircher
anfiteatro, reconsagrado por él como «Tem- imaginaria encallada en las rocas, el Río de
en su obra Obeliscus Pamphilius (1650).
plo de los mártires». Remito a Fagiolo 1999. la Plata parece rebelarse ante una inexisten-
5 Huse 1970, p. 10. El obelisco es de por sí la te amenaza, el Nilo es casi un Hércules que
10 Crónica del 31 de julio de 1665, en Del Pesco
imagen de la cuádruple partición cósmica, se arranca la camisa envenenada de Neso»
2007, p. 262.
con sus cuatro fachadas dirigidas hacia los (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 121).
puntos cardinales y por lo tanto hacia las cua- 11 Véase Lualdi 1651.
22 Véase la recreación plástica de la isla Tiberi-
tro partes del mundo (véase, además de Prei- 12 Ibidem.
na ideada por Pirro Ligorio en la «Rometta»
mesberger 1974, la interpretación en clave 13 Piénsese en la forma simbólica de la cúspide
de Tívoli, con el obelisco como el mástil prin-
esotérica de Rivosecchi 1982). del obelisco o pyramidion (y en la referencia
cipal de una barca colocado entre dos chorros
6 «Parece que nuestro señor quiere ordenar que etimológica de la raíz pyr-, «fuego»). Prei-
de agua (de manera análoga a los tres hitos de
se erijan otras dos bellísimas agujas en la mesberger (1974, pp. 110, 134) hace referen-
la spina de la Piazza Navona). Para la «Rometta»
Piazza di Agone, que se encuentran en ciertas cia tanto a san Isidoro de Sevilla (corona-
como imagen filológica de la Roma antigua
ruinas subterráneas en las afueras de Roma», miento dorado a modo de llama, «quoniam
véase Madonna 1991.
se lee en un Avviso di Roma de 1589 (véanse sol plurimum in se caloris atque ignis habet»)
como a Michele Mercati, quien alude a la 23 Fagiolo dell’Arco 1997, p. 154: «Hay que añadir
D’Onofrio 1986 y Preimesberger 1974, p. 90).
mezcla de los cuatro elementos gracias a la vis que se está aproximando el Jubileo de 1650.
7 Para la influencia del prototipo palaciego En este sentido, la alegoría del final del Dilu-
generativa del Sol.
imperial del Palatino sobre los Palatia de épo- vio, en concomitancia con la crecida del Nilo
ca barroca véanse Fagiolo 1981 y Corboz 1985. 14 Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, p. 90.
(un equivalente de fertilidad y de riqueza),
8 Propuse esta hipótesis en Fagiolo dell’Arco y 15 Véase Preimesberger 1974, p. 124. simboliza la calma que el reinado pamphiliano
Fagiolo 1966. Retomó y desarrolló esta idea 16 Lualdi 1651. desea asegurar al mundo (en este sentido mi
72 MARCELLO FAGIOLO
67 El dibujo, de colección privada romana, está 84 Relación del florentino Torquato Montauto, FEBRUARII». Para la escultura véase Roberto
publicado en Fagiolo dell’Arco 1997, p. 458. residente en Roma, en Zangheri 1985, p. 110. 2004, pp. 204-5; fue publicada como obra anó-
La iconografía está tomada de la «Roma Para la ceremonia de canonización véanse nima por Ferrari y Papaldo 1999, p. 390.
Santa» de Cesare Ripa (Iconologia, ed. de especialmente Preimesberger y Weil 1975,
96 Las ceremonias se desarrollaron en la basílica
1630; véase Fagiolo 1971). pp. 183-98, Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-
vaticana (15 de abril), en la iglesia dominicana
68 Para la crónica de esta descripción véase 78, vol. i, pp. 176-80, Contardi 1978, pp. 83-90
de Santa Maria sopra Minerva (12 de mayo) y
Fagiolo dell’Arco 1997, p. 461. y Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 394-99.
en la iglesia española de San Giacomo; véase
69 Este epígrafe retoma mi escrito en Fagiolo 85 Res gestae, 34, 2. Una copia de esta condeco- Von Pastor (1930) 1961, vol. xiv, parte i, p. 559
dell’Arco y Fagiolo 1966. Los estudios más ración, colocada en la Curia de Roma, es el y Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 455-56.
exhaustivos sobre la Scala Regia son los de clípeo marmóreo procedente del santuario
97 De la Relazione (1668) citada en Fagiolo
Birindelli 1982 y Marder 1997. de Augusto en Arles (hoy en el museo
dell’Arco 1997, p. 456.
arqueológico de Arles): «CLUPEUM VIRTUTIS
70 Para el motivo de la embocadura véase Fagiolo 98 Se sabe que, en la tarde del Miércoles de
CLEMENTIAE IUSTITIAE PIETATIS ERGA
2013, pp. 104-13. Ceniza de 1668, los últimos actos de Clemen-
DEOS PATRIAMQUE».
71 Panofsky 1919. te IX durante su estancia en el convento fue-
86 Para la iglesia véanse Ticconi 1999, Fagiolo
72 En el dibujo del papa (Biblioteca Apostolica ron la visita «al huertecito donde está el árbol
dell’Arco 2002, pp. 89-107 y Apa y Pierangeli
Vaticana, Chig. a.I.17, f. 40v) aparece trazada plantado por el Padre Santo Domingo» y la
2005.
una composición piramidal con la «Meta- oración ante el altar del Sacramento; crónica
87 Documento del 29 de mayo de 1659, publi- de 1668, citada en Roberto 2010, p. 101. Desde
morfosis Petri» sobre «C. Magni» y «Const».
cado en Ozzola 1908. el pórtico de Santa Sabina se accedía a una
Hay que recordar que a principios del
siglo xvi se pensó colocar ante el pórtico los 88 «Veíase sobre el pórtico de la iglesia un meda- capilla dedicada al santo, visible todavía en el
monumentos ecuestres de Carlos V y Fran- llón dorado rodeado por un festón de verdes relieve de Carlo Fontana de 1700 y demolida
cisco I (Marder 1997, p. 193). olivos, y dentro de él esculpidas en bajorrelie- después; Roberto 2010, p. 83.
ve dos estatuas, una de la Religión y otra de 99 La geometría de la serliana acompaña la cur-
73 La donación de veinte mil ducados anuales
la Paz» (la Relazione se cita en Fagiolo dell’Ar- vatura de las arquerías transversales del pór-
se hizo efectiva desde 1660 a 1683; véase
co y Carandini 1977-78, p. 400). tico. Muñoz no menciona ninguna interven-
Carrió-Invernizzi 2007, pp. 256-57.
89 Véase Borgherini 1665. ción sobre la serliana en la relación que hace
74 Véase ibidem, p. 258. La estudiosa sugiere
de las restauraciones, y sin embargo modifi-
que la colocación del Constantino en la Sca- 90 Véase Fagiolo dell’Arco 2002, p. 165.
có en el lado opuesto del pórtico el recorrido
la Regia se concibió como homenaje al rey 91 A partir de 1636, en Roma tuvieron especial de acceso a la basílica, eliminando una hor-
español, gran benefactor de San Pedro. importancia las fiestas en honor de la Inma- nacina especular a la que cobija la escultura
75 Roma, Archivio Capitolare di Santa Maria Mag- culada promovidas por la «nación» española; de santa Rosa y que contenía la imagen de la
giore, Atti Capitolari, 1652-82, fol. 99v, 3 de junio véase Moli Frigola 1992, p. 742. Virgen del Rosario también de yeso, llevada
de 1664; citado por Ostrow 1991, p. 96. 92 Fagiolo y Roberto 1990. tras la restauración de Muñoz a la iglesia y
76 Roma, Archivio Capitolare di Santa Maria Mag- 93 Hay que recordar principalmente las estancias que hoy está, como se ha mencionado, en el
giore, Atti Capitolari, 1652-82, fol. 95, 16 de sep- de san Luis Gonzaga en Sant’Ignazio, las de convento. Agradezco a Sebastiano Roberto la
tiembre de 1663; citado por Ostrow 1991, p. 95. san Camilo de Lelis en la Maddalena y las información que me ha proporcionado sobre
77 Florencia, Gabinetto Disegni e Stampe degli de san José de Calasanz en San Pantaleo. este particular.
Uffizi, inv. 3657; publicado, sin comentarios, 94 La solemnidad de la ascensión fue objeto de 100 Según las investigaciones recogidas en
en Borsi 1980, p. 160. mofa en un sarcástico Avviso del 3 de noviem- Roberto 2004, la estatua se expuso el 15 de
78 La atribución de la arquitectura a Carlo Fon- bre de 1668: «Los frailes de Santa Sabina, feli- abril en San Pedro sobre el altar de la Cáte-
tana en Ostrow 1991, p. 89. ces por la hospitalidad que pudieron dar a dra (Avviso del 21 de abril) y después en San-
Nuestro Señor durante el pasado Carnaval, ta Maria sopra Minerva el 12 de mayo sobre
79 El motivo del entablamento arquitrabado sos-
han fabricado una amplia escalera con la espe- el altar mayor: «Se veía allí esculpida en la
tenido por columnas combinadas con las pilas-
ranza de que Su Santidad se establezca allí y, parte superior la Gloriosa Madre de Dios
tras laterales, tema que Bernini ya había expe-
pese a que se ha corrido la voz, al papa, sin con su hijo en brazos rodeada por algunos
rimentado en los campanarios de San Pedro,
embargo, no se le ha pasado por la cabeza, por ángeles, a uno de los cuales la Virgen María
recuerda a otro motivo miguelangelesco utili-
lo que esa misma escalera por la que han subi- indicaba con el dedo que despertase a la
zado en el pórtico del Palazzo dei Conservatori.
do a tan altas ambiciones, servirá para que beata Rosa, esculpida debajo de ella en acto
80 Múnich, Staatliche Graphische Sammlung, de dormir» (Relazione de 1668, citada en
bajen al refectorio a tomar la sopa».
inv. n.º 34864. Fagiolo dell’Arco 1997, p. 456). El estandarte
95 Así se lee en la inscripción del pedestal de la
81 Véase Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 344-46. pintado por Lazzaro Baldi para la beatifica-
estatua: «TIBI, ROSA, O EMPYREI PARADISI
82 La citada acta capitular de 1663 (véase nota ción, junto a dos cuadros del mismo artista
NOVUM EX ORBE NOVO INCREMENTUM TIBI
76) relata que Bernini eligió ese lugar por su (Visión de Cristo como cantero y Aparición de
PERENNET HOC PEGMA HONORIS, AD POSTE-
capacidad y por la iluminación («non solum la Virgen a la santa, se conservan en la capi-
RITATIS MEMORIAM QUOD CLEMENS IX
ob maiorem capacitatem, sed etiam ob lumen»; lla de Santa Rosa en Santa Maria sopra
PONT. MAX DUM ANNO MDCLXVIII SUB HIS
véase Ostrow 1991, p. 95). Minerva.
TECTIS PER DIES ALIQUOT MORARI DIGNATUS
83 Leipzig, Museum der bildenden Künste, inv. EST, BEATARUM COELITUM ALBO TE SOLEM- 101 Según interpretación de Preimesberger 2011.
ni. 7852v. NITER ADSCRIBENDAM SANXERIT PRID. ID. 102 Véase Fagiolo dell’Arco 2002, p. 180 y fig. 179.
I
ARTE Y EXPRESIÓN. EL ARTISTA DE LA ROMA BARROCA [76-97]
II
ROMA, TEATRO DE LAS NACIONES [98-127]
III
ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA.
BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS
DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX [128-161]
IV
UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES
DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA [162-171]
Las dos esculturas, con la representación de las almas condenada y Inscritas con particular propiedad en los usos de la retórica, de la
bienaventurada, son obras maestras realizadas por Bernini en su clásica a la jesuítica (Argan 1955 y 1965; Fumaroli [1994] 1995), las
juventud, ahora expuestas por vez primera en España. Extraordina- Ánimas de Bernini buscaban persuadir a quien ya estaba dispuesto
rias por el tema, el virtuoso tratamiento del mármol, la expresión de a ser persuadido, pero poniéndolas en escena, como si el teatro que
los afectos y las emociones del alma y el contenido religioso y teó- era el mundo lo fuera también de las artes y de las convicciones
rico que implican, estas dos cabezas constituyen una prueba mayor religiosas: escenas terribles o maravillosas compendiadas en rostros
de la legendaria habilidad y cultura artística del artista desde muy pensados para conmover, entendidos también como un reto artístico
joven. Algo en lo que insistían las fuentes y sus primeros biógrafos, como era el de la representación de la expresión de las pasiones y de
de Cureau de La Chambre (1681) y Baldinucci (1682) a Domenico los affetti. Ya el propio Wittkower ([1966] 1990) advirtió —aunque ha
Bernini (1713) y tantos otros testimonios de sus contemporáneos sido poco recordado después—, en su magistral estudio sobre la
(Chantelou, durante el viaje a París en 1665 [Chantelou (1665) 2001; escultura de Bernini, que el Anima dannata y el Anima beata tenían
Del Pesco 2007]), confirmado también por las obras de esa época a «un enfoque experimental», «debiendo ser consideradas principal-
él atribuidas y por la documentación. Así, entre lo propio de la mente como estudios fisionómicos», semejantes al tour de force que
leyenda de artista, construida por sus amigos y mecenas más un poco antes ya había planteado con San Lorenzo (1617; Florencia,
próximos (Montanari 1998, 1999 y 2006; Ferrari 2004), incluidos los Palazzo Pitti, Collezione Contini Bonacossi), con San Sebastián
primeros autores de su biografía, y la evidencia de la documenta- (1617; Madrid, Colección Thyssen-Bornemisza) o con el grupo de
ción y nuevas atribuciones y cronología de sus primeras obras Eneas y Anquises (1618-19; Roma, Galleria Borghese), sobre todo en
(Wittkower [1966] 1990; Lavin 1968a y 2004; Fernández Alonso 1960 relación a la escultura de Miguel Ángel y a la tradición helenística.
Mármol de Carrara, 110 x 90 x 60 cm Se trataba, sin embargo, de una leyenda sobre su tempranísima
Roma, Galleria Borghese, inv. cclxvi habilidad de la que el propio papa Pablo V parecía haber dado
testimonio, cuando Gian Lorenzo contaba tan sólo diez años,
PROCEDENCIA
Colección Borghese según Baldinucci (véase cat. 8). Así, al ver el pontífice una cabe-
za de mármol del jovencísimo artista, ayudante y aprendiz del
BIBLIOGRAFÍA
oficio con su padre Pietro Bernini (1562-1629), le pidió al pequeño
Manilli 1650, p. 73; Baldinucci 1682, pp. 7; Bernini 1713,
escultor que hiciera una cabeza, dibujándole una de san Pablo en
pp. 10-12; Fraschetti 1900, pp. 107-10; Faldi 1954, n.º 36; Hibbard
1961, pp. 101-5; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 69;
media hora, con tal maestría que, dirigiéndose a Maffeo Barberini
Wittkower (1966) 1990, n.º 31; Hibbard 1982, pp. 72-84; Avery (futuro Urbano VIII), le dijo: «Speriamo, che questo giovanetto
1997, pp. 86-88; Coliva 1998a, pp. 276-89 debba diventare il Michelagnolo del suo secolo», tópico que cruzó
su vida y su leyenda ya durante el siglo xvii.
El retrato del cardenal Scipione Borghese (1577-1633), mecenas y Su hijo, Domenico Bernini, en 1713, en su biografía revisada, aña-
protector de Bernini ya desde el pontificado de su tío Pablo V día, al respecto del retrato del cardenal Scipione Borghese, algu-
Borghese (1605-21), es, sin duda, uno de los más emocionantes y nas variantes al relato de Baldinucci que rozan la hagiografía
magníficos retratos que realizara el artista, incluso uno de los más (Montanari 1999). Así, según Domenico, el mismísimo cardenal
impresionantes de todo el siglo xvii, como ha venido mantenien- vio su retrato en el taller en el que trabajaba el jovencísimo Ber-
do la historiografía, de Faldi a Hibbard o Wittkower, de Avery a nini, para, emocionado, pedirle que llevase el busto a Villa Bor-
Coliva, entre otros muchos. Rodeada su realización de una fabu- ghese con el fin de que lo viera su tío Pablo V. Aparecida la veta
lación legendaria, propia de leyenda de artista (Kris y Kurz 1982), (el pelo) en la frente al pulir el mármol sus ayudantes, Bernini
que buscaba confirmar su extraordinaria habilidad, la rapidez decidió hacer una réplica, pidiendo un nuevo mármol, con el fin
genial en realizar sus obras e incluso su casi prematura facilidad de convertir en «su gloria los defectos mismos de la Naturaleza».
como escultor, lo cierto es que el retrato le fue encargado a Ber- Así, para asombro de todos, realizó el nuevo busto con el retrato
nini en 1632, en tiempos de Urbano VIII, y cuando ya había rea- del cardenal en «tres días». Este segundo busto (ambos se con-
lizado, entre 1618 y 1624, algunas de sus más célebres obras para servan en la Galleria Borghese) fue llevado, según Domenico
Scipione Borghese y su familia, del Apolo y Dafne al David, de Bernini, para que lo viera Pablo V en presencia de Scipione
Eneas y Anquises al Rapto de Proserpina, ya colocadas, en esa Borghese que, al contemplar el retrato, reconoció inmediatamen-
época, en Villa Borghese (Manilli 1650; Faldi 1954; Antinori 1995; te que no era el que había visto en el taller, viéndose obligado
Coliva y Schütze 1998), por decisión del propio cardenal. Bernini a contar la historia de lo sucedido y a llevar también el
primer retrato con la veta en la frente. Según este relato filial,
Baldinucci, en 1682, había descrito cómo, una vez terminado el todo sucedió en Villa Borghese y ante Maffeo Barberini, al cual
retrato, el escultor descubrió «un pelo nel marmo», una veta se dirigió a Pablo V diciéndole que el jovencísimo escultor habría
abierta que ocupaba toda la frente (que aún puede observarse en de ser el «Michel’ Angelo del suo tempo», poniéndolo bajo su pro-
ese extraordinario busto). Ante el desconcierto, sin decir nada a tección, lo que el futuro Urbano VIII, al decir del biógrafo, reci-
nadie, hizo una réplica casi idéntica, en quince noches, «di non bió como un regalo, apropiándoselo como suyo. Un Bernini que,
punto minor bellezza del primo», que es la que aquí se expone. crecido en edad, debía hacer, en palabras de Domenico, «celebre
Fueron presentados el primer y el segundo retrato al cardenal, il suo Pontificato con operazioni illustri, e gloriose».
por este orden, que mostró su turbación, sin demostrársela a Ber-
nini, al ver la veta abierta en el mármol; pero, al contemplar el Se trata de relatos contradictorios, aunque usasen de las mismas
segundo retrato, su alegría fue tan grande —escribe Baldinucci— fuentes y documentos (Montanari 1999 y 2006) y ambos insistiesen
que, desde entonces, le quiso siempre con «amor tenerissimo». en el mito y tópico del nuevo Miguel Ángel. Lo cierto, sin embar-
Recuerda su biógrafo florentino que, pasados cuarenta años y ya go, es que el magnífico retrato de Scipione Borghese le fue encar-
muerto Scipione Borghese en 1633, al año siguiente de haber gado al maduro Bernini, que no al jovencísimo y ya virtuoso escul-
realizado el retrato, visitó Bernini, con el cardenal Antonio Bar- tor de las biografías mencionadas, por el propio Urbano VIII
berini, Villa Borghese y, al verlo de nuevo, afirma que pronunció en 1632, a la vez que le encargaba su propio retrato (Coliva 1998b).
estas palabras: «Oh quanto poco profitto ho fatto nell’arte della El encargo debió de hacerse en el verano de ese año y le fue paga-
Scoltura in un sì lungo corso di anni, mentre io conosco, che da do ya en diciembre, mostrando no sólo los profundos cambios que
fanciullo maneggiava il marmo in questo modo!». La observación en el arte del retrato introduce Bernini en el de Scipione Borghese,
Vanuxem 1965; Lavin 1973; Berger 1985; Montanari 1999; nal del viaje de Bernini a Francia en 1665— se remontaba a la
Montanari 2006 estancia parisina del primero, e incluso La Chambre lo acompañó
en su retorno a Roma en octubre de 1665, permaneciendo en la
ciudad y frecuentando al artista hasta finales del año siguiente. A
La importancia de la biografía de Pierre Cureau de La Chambre, su vuelta a París, mantuvo una intensa relación epistolar —que
la primera antes de las «oficiales» de Baldinucci (1682) (cat. 8) y desgraciadamente no se conserva— con el escultor y arquitecto,
de Domenico Bernini (1713), es muy significativa, aunque breve, lo que lo llevó a comprometerse con la idea de escribir la biografía
tanto en su primera versión del Éloge en el Journal des sçavans de Bernini (Vanuxem 1965; Montanari 1999), aunque al final sólo
(24 de febrero de 1681), como en la que reimprimió, con añadi- publicase el fascinante Éloge de 1681 y la ampliación del mismo y
dos, en esta de 1685 (fecha deducida de su intervención, el 2 de el Préface, impresos conjuntamente en 1685.
enero de 1685, en la Académie française), precedida del Préface
pour sevir à l’histoire de la vie et des ouvrages du cavalier Bernin, El Préface constituye una especie de declaración metodológica
que fue lo que leyó en la sesión de ese último año (Vanuxem sobre cómo hacer una historia objetiva, no hagiográfica, del artis-
1965; Montanari 1999). ta —frente a la actitud que adoptarían tanto Baldinucci como
Domenico Bernini—, enfatizando su relación con la grandeza de
Tanto el Préface como las dos versiones del Éloge (1681 y 1685), Luis XIV, incluso con el propio La Chambre, ya que parece que
con una intermedia en 1682 (Bassegoda 1986), constituyeron el le hizo a éste varios regalos, entre ellos un autorretrato en mármol
testimonio más ambicioso, fuera de Italia, de la construcción de del propio artista —posiblemente el que aparece, en posición
una biografía, diríase que europea, de la obra y la vida de Bernini, central, en el grabado alegórico que ilustra el Préface, obra de
algo que el propio artista había previsto y perseguido al menos Sébastien Le Clerc, junto a algunas de las obras más significati-
desde 1673, en un tiempo complicado desde el punto de vista de vas, según La Chambre, de Bernini (la Scala Regia, la plaza de
la fortuna final de sus proyectos y de su vida como artista (Mon- San Pedro, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona y
tanari 1999). Entendida esa biografía como un proyecto familiar la estatua ecuestre de Luis XIV que acababa de llegar a París en
y de sus amigos más próximos, Bernini orientó y ayudó a su hijo, 1685)—. Además del autorretrato de Bernini, La Chambre recibió
monseñor Pier Filippo, en la recopilación del material preciso otros regalos del artista, incluidos algunos bocetos de cera para
para dejar memoria, casi dictada, de la fama y fortuna de su obra esculturas y dibujos, sobre todo uno del Éxtasis de santa Teresa,
y de su vida como nuevo Miguel Ángel, tópico y mito que ya que debió de servir a Claude Mellan para hacer la estampa que
desde los tiempos de Pablo V y Urbano VIII corría entre sus ilustra otra obra importante de La Chambre, aunque poco citada,
mecenas y los primeros críticos de su obra, como ocurriera con su Panégyrique de Ste Thérèse, prononcé devant la reine en l’église
Giovanni Andrea Borboni en Delle statue (1661) (cat. 34), a la vez des Carmélites de la ruë du Boulloy (París, 1678).
que elegían, hacia 1678, a Filippo Baldinucci (1624-1697) como
prestigioso redactor de la Vita del cavaliere Gio. Lorenzo Bernino El Éloge, en sus dos versiones (1681 y la ampliada de 1685) es, por
(1682) (cat. 8), publicada dos años después de la muerte del artis- otro lado, un sutil ejercicio de crítica artística y biografía erudita
ta, cuando arreciaban las críticas sobre su obra, especialmente y próxima, lleno de apreciaciones riquísimas que se hacen eco de
algunas de las realizadas en San Pedro del Vaticano. los aciertos y maravillas de Bernini, así como de sus debilidades.
Elogio de el Cavallero
Juan Lorenzo Bernini
ca. 1682-85
Manuscrito, 4 fols.
Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura,
Biblioteca Pública de Tarragona, Mss. 177
PROCEDENCIA
BIBLIOGRAFÍA
Encuadernado junto con otros manuscritos en un volumen facticio tura. Se trata de la inesperada llamada de atención sobre su condi-
del siglo xviii, perteneció, hasta 1794, al canónigo de Tarragona, ción de pintor: «haviéndose inclinado desde la niñez a la Pintura,
erudito y arqueólogo don Ramon Foguet i Forester (1725-1794), sin embargo, por la hermandad, que tiene con la Escultura, y pro-
pasando después al convento de San Francisco de la misma ciudad fessar a esta, su Padre con no vulgar crédito, trocó fácilmente los
y de ahí a su Biblioteca Pública. El propio Foguet, su personalidad, pinceles por el cinzel, aunque no tan absolutamente, que con algu-
su biblioteca y su colección son citados elogiosamente por Antonio na interpolación, no se perfecionasse en ambas».
Ponz —al que conoció y con el que mantuvo correspondencia— en
su conocido y todavía fundamental Viaje de España, y no es impro- Descripciones como la de la intervención de Bernini en los pila-
bable, como señalara Bassegoda, que Ponz hubiera podido tener res del crucero de San Pedro demuestran su conocimiento direc-
acceso al presente Elogio para escribir sus noticias sobre el artista. to de Roma y de la cultura artística romana: «para la demostra-
ción que se haze ciertos días del Año de las originales Reliquias
Sea como fuere, el manuscrito representa una muy temprana evo- que allí se guardan, formando en el corazón de ellas, escalas
cación de Bernini y de sus obras en la cultura artística española competentes desde lo bajo asta aquella altura; en que mostró su
con motivo de su muerte, en 1680. Su autor, anónimo, no sólo grande resolución, e inteligencia, bienque no sin reprehensión de
estaba pendiente del Journal francés, sino que sintió la necesidad algunos que le condenaron de temerario [...] exponiéndola [la
de escribir una versión reducida y, por otro lado, ampliada del Élo- fábrica] a una lamentable ruina».
ge de La Chambre. En sus numerosos añadidos demuestra conocer
Roma y la obra de Bernini, pero no sólo como espectador o viajero A esa relación con Roma y Bernini del autor del manuscrito cabe
distante, ya que, al comienzo de su relato, insiste en algo poco añadir algunas reveladoras afirmaciones, que no estaban presen-
recordado por sus contemporáneos y primeros biógrafos, que siem- tes en el Éloge de La Chambre, como las relativas a la columnata
pre escribieron o hablaron de su asombrosa precocidad en la escul- de la plaza de San Pedro: «Es un Círculo, que deja en su centro
El ejemplar lleva una dedicatoria de Pier Filippo Bernini muchos de ellos en los conocidos códices manuscritos de la
al marqués del Carpio: «Monsigr. Bernino lo manda all eccmo. Bibliothèque nationale de France [Mss. Ital. 2082-2084]), inclui-
Sigre. Marchese del / Carpio Ambdre. Di Spagna in segno delle dos los de su padre, con el fin de preparar la biografía, ayudado
obligatni. / che gli professa per la memoria che conserva / dal en esta tarea por el erudito Carlo Cartari. Fue Domenico Bernini
Cavro suo Pre, quale era stimatore Della virtù d. S.E.» (1657-1723), su hermano menor, quien debió de dar forma a una
PROCEDENCIA
primera redacción —publicada posteriormente, con correcciones
Colección del marqués del Carpio y añadidos, en 1713: Vita del cavalier Gio. Lorenzo Bernino (Bernini
1713 y [1713] 2011)— que fue puesta en manos de Baldinucci, con
BIBLIOGRAFÍA
Se trata, sin duda, de la más célebre y afortunada biografía de Ber- La intención era publicarla aún en vida de Bernini, pero su muerte,
nini, publicada en 1682, dos años después de la muerte de Gian en 1680, truncó el proyecto, editándose por fin en 1682, una vez
Lorenzo, y puesta bajo el patrocinio de la reina Cristina de Suecia ampliado el relato de Baldinucci con un apéndice (a partir de p. 82)
(1626-1689), uno de los últimos refugios de Bernini al final de su vida, sobre los pilares de la cúpula de San Pedro (con estampas expli-
posiblemente junto al trato especial y privilegiado que le brindó don cativas), obra del arquitecto Mattia de’ Rossi, discípulo y colabo-
Gaspar de Haro y Guzmán, VII marqués del Carpio (1629-1687), rador muy próximo de Bernini. La figura de Baldinucci se consi-
durante su embajada romana entre 1677-82. Ya se ha visto que, en deró la más apropiada por el artista y la familia para realizar la
realidad, la primera biografía la publicó La Chambre en París en 1681 empresa (Baldinucci [1966] 2006; Baldinucci [1682] 1948). Colec-
—edición que se amplió en 1685—, aunque no es improbable que cionista, escritor e historiador de temas artísticos, era persona
se tratase de dos iniciativas diferenciadas que debían obedecer a un acomodada y bien instalada en la corte de Leopoldo de Médicis.
mismo fin: el de construir, en un momento de fragilidad, críticas y Su tarea consistió, siguiendo el modelo de las Vite de Vasari y el
conflictos finales en su vida como artista, una especie de «autobio- parangón con Miguel Ángel, en construir una imagen casi hagio-
grafía» destinada a públicos diferentes. Por un lado el francés, por gráfica del artista en la consolidada tradición, desde Pablo V y
razones obvias, aprovechando también para ello su amistad con La Urbano VIII, de la obra de Bernini como imitatio Buonarroti.
Chambre (véase cat. 6), y, por otro, lógicamente, el italiano y roma- Como ilustración principal, antes del frontispicio, Pier Filippo
no, gracias al cual su repercusión internacional estaba garantizada. encargó a Arnold van Westerhout (1651-1725) que grabara el retra-
La fortuna de la obra de Baldinucci fue enorme, conociendo sucesi- to de su padre, siguiendo la pintura que había hecho su discípulo
vas reediciones y reestampaciones hasta tiempos recientes. Giovanni Battista Gaulli (Edimburgo, National Art Gallery of
Scotland). La estampa volvió a ser reproducida en la biografía de
La génesis, intenciones y elección del florentino Filippo Baldi- Domenico Bernini, así como en la de Fraschetti de 1900.
nucci con el fin de que escribiera la biografía de Bernini, casi una
autocelebración de sus cualidades como artista, conducida por el De las intenciones y nueva situación de Bernini, al final de su
propio protagonista y ayudado por algunos de sus amigos más vida, dan idea no sólo estos proyectos para fijar su fama y fortuna,
próximos y, fundamentalmente, por su hijo primogénito Pier su biografía ideal y legendaria, sino también los nuevos mecenas
Filippo Bernini, son cada vez mejor conocidas (D’Onofrio 1966; a los que podía dirigirse en esos años, desde la reina Cristina de
Montanari 1998 y 1999; Delbeke, Levy y Ostrow 2006). Fue en Suecia hasta el marqués del Carpio, al cual, según reconoce en
1673 cuando, para afrontar las críticas que el círculo clasicista de la dedicatoria Pier Filippo y como confirman algunos de los
Giovanni Pietro Bellori (1613-1696), acentuadas durante el distin- encargos que le hizo, le unió una estrecha relación.
Pluma y aguada sepia, 257 x 206 mm El complejo proyecto, pensado como autodefensa ante las calum-
Madrid, Museo Nacional del Prado, d-2115 nias recibidas por su supuesta incompetencia como arquitecto
—en la mejor tradición de la leyenda de la calumnia de Apeles
INSCRIPCIÓN
«c. bernino.» (Winner 1998, Kauffmann 1970)—, anunciaba que el tiempo aca-
baría develando la verdad de las injusticias a las que se había
PROCEDENCIA
visto sometido. Pensado para su propio placer y gusto y como
Colección Real
testimonio de que la verdad resurgiría con el paso del tiempo,
BIBLIOGRAFÍA Bernini quiso que siempre estuviese en su casa y en propiedad
Pérez Sánchez 1977, n.º 42; Mena 1983, p. 90, fig. 138; de sus herederos (Borsi, Acidini Luchinat y Quinterio 1981). Por
V. Farina en Falomir y Úbeda 2014, pp. 178-79 otra parte, algunos de los temas mencionados que había pensado
representar y que figuraban en el boceto que pudo ver el duque
El dibujo, bellísimo y poco conocido en la historiografía berninia- de Bracciano en 1647 tienen relación directa y simbólica con
na, representa una insólita versión del célebre grupo ideado por otras obras contemporáneas de Bernini en ese momento, de la
el artista con el título de La Verdad desvelada por el Tiempo, Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona a la Santa Teresa
comenzado en 1646 y terminado, incompleto, en 1652, con la figu- de la capilla Cornaro (Winner 1998), así como con el frontispicio del
ra aislada de La Verdad, hoy en la Galleria Borghese de Roma. Obeliscus Pamphilius de Athanasius Kircher (1650).
En diferentes ocasiones, Pérez Sánchez describió no sólo la calidad Los dibujos conservados, de Leipzig al Vaticano y al Louvre (Fras-
del mismo, sino su estrecha proximidad a Bernini, confirmando su chetti 1900, Brauer y Wittkower 1931, Lavin 1981, Winner 1998 y
posible autoría. Por su parte Mena dudó de la misma, considerando Herrmann-Fiore 1999), explican en parte el proceso del proyecto,
que, por sus características gráficas y formales —incluida alguna así como la posibilidad de que hubiese sido pensado al comienzo
imprecisión figurativa en la postura de la pierna derecha de La como una pintura o una estampa, para acabar en su condición de
Verdad—, podría ser obra de Giovanni Battista Gaulli il Baciccia grupo escultórico, aunque inacabado. El dibujo del Prado presen-
(1639-1709) discípulo de aquél, fechándolo a finales de la década ta, en su proximidad al conservado en el Louvre —copia de un
de los años sesenta del siglo xvii. Para Mena, además, la inscrip- diseño perdido de Bernini—, una variante importantísima en la
ción que figura en el dibujo («C. Bernino.») es «indudablemente que no ha reparado la crítica que hasta ahora se ha ocupado del
española» por «la grafía del nombre», aunque tal denominación no mismo. Me refiero a la posición invertida del grupo, posiblemen-
sólo fue habitual en la Italia de su tiempo, sino incluso en el título te dibujado así para ser grabado, lo que no sólo vendría a confir-
mismo de la biografía de Baldinucci (véase cat. 8). mar algunas de las cuestiones expuestas, sino que el propio Bernini
debía de estar muy pendiente del dibujo para esa estampa que
La compleja historia del proyecto y sus significados ha sido tratada encajaba convincentemente en sus intenciones, posiblemente al
en innumerables ocasiones, aunque siguen abiertas numerosas margen del proyecto escultórico y pensada como imagen de pro-
incógnitas. Lo que parece claro, por diferentes testimonios, desde paganda sobre la injusticia cometida con su obra para el campa-
el de Paolo Giordano II Orsini, duque de Bracciano (1647), has- nario de San Pedro. El dibujo, ciertamente magnífico, presenta al
ta el de Domenico Bernini (1713), pasando por la descripción que Tiempo volando a la izquierda de la Verdad, que tiene sus manos
el propio Bernini hiciera en 1665 durante su estancia en París casi recogidas sobre sí misma, variante previa, sin duda, a la deci-
(Chantelou [1665] 2001), es que en origen el grupo escultórico, del sión final tomada para la escultura con una mano extendida con
que sólo realizó, al final, la ya recordada figura de la Verdad, la máscara de un sol radiante. Sólo conozco un dibujo, posterior
incluía también la del Tiempo, volando a su derecha y levantando a los años mencionados, pero copia de una versión desconocida
el paño que la cubría. Esa figura inverosímil y aérea debía apoyar- —con la Verdad con los brazos abiertos—, en el que el Tiempo
se en un bajorrelieve con obeliscos, columnas y mausoleos arrui- se sitúa a la izquierda de aquélla (Düsseldorf, Kunstmuseum;
nados por el paso del tiempo. El motivo de tan compleja alegoría Winner 1968).
Barcia 1906, n.º 7.817; Cocke 1972, p. 553; Lavin 1980, fig. 250; Cornaro, que ahora interesa. De ésta realizó, además, para Fede-
Mena 1984, p. 36, cat. 6; Santiago Páez 1991, p. 123; Fagiolo rico Cornaro (1579-1653), promotor y mecenas de la misma, una
1999, pp. 348-49; Fagiolo dell’Arco 2002, il. 29 detallada y minuciosa pintura que la representa tal y como debió
de aparecer en el momento de su inauguración en 1651 (fig. 53).
Cornaro la colocó, como memoria de su capilla y
de su familia, en su residencia del Palazzo di San
Marco en Roma (Lavin 1980).
Colección Farsetti, Venecia; San Petersburgo, 1799 calidad del boceto de terracota, tan próximo a la escultura reali-
zada. La composición, el vuelo y los pliegues del vestido de santa
BIBLIOGRAFÍA
Teresa, su rostro, todo es muy similar a la obra final, pero no
Matzulewitsch 1963, p. 69; Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966,
idéntico —existen diferencias muy reveladoras en algunos deta-
n.º 130; Wittkower (1966) 1990, n.º 48; Lavin 1980, p. 212;
Avery 1997, p. 149; Fagiolo 1999, pp. 351-52; Checa 2003, n.º 4.5;
lles—, lo que podría hacer pensar en un modelo de presentación
Finaldi y Savvateev 2011, n.º 99; Dickerson, Sigel y Wardropper para Federico Cornaro (1579-1653), comitente de la capilla, y no
2012, cat. 17, pp. 195-98 sólo en un bozzetto previo, de los muchos que se preparaban en
el estudio de Bernini en el proceso proyectivo de cualquier obra,
incluidos los dibujos preparatorios, como ocurre, en el caso de esta
El bellísimo boceto en terracota de San Petersburgo —que repre- escultura, con los conservados en Leipzig (Lavin 1981) (fig. 54) o,
senta el proyecto casi final para la escultura en mármol de Carra- para la decoración de la capilla, con los de la Biblioteca Nacional
ra del Éxtasis de santa Teresa, protagonista central de la capilla de España (cat. 14 y 15).
Cornaro— es uno de los pocos conservados para esta obra maes-
tra de Bernini, con excepción de una Cabeza de santa Teresa de Procedente de la colección veneciana del abate Filippo Farsetti
Ávila (Roma, Palazzo Venezia), atribuida con muchas dudas al (1703/4-1774), fue adquirido por el zar Pablo I de Rusia en 1799,
artista, y, ya preparatorio para el palco celebrativo de los Cornaro siendo finalmente depositado en el Hermitage en 1919. Los últi-
en el lado izquierdo de la capilla, del más conocido Cuatro miem- mos estudios y análisis de la terracota, bellísima en su ejecución,
bros de la familia Cornaro (Cambridge, Fogg Art Museum). El del permiten suponer que posiblemente fue retocada o restaurada
después de realizada la escultura en mármol y antes de 1760
(Dickerson, Sigel y Wardropper 2012, cat. 17). La vinculación de
Federico Cornaro con los carmelitas descalzos, tanto en Venecia
como en Roma, además de su devoción por santa Teresa, expli-
can que pensara en su tumba en la capilla de Santa Maria della
Vittoria, adyacente al convento de esta orden, como en un espa-
cio simbólico en honor de la mística santa española, así como
celebración de su familia, en tradición particularmente venecia-
na (Rodríguez Ruiz 2013). Tanto Bernini como, obviamente,
Federico Cornaro estaban familiarizados con los textos e imáge-
nes que sobre santa Teresa de Ávila circulaban en Roma, espe-
cialmente los de Alfonso Manzanedo de Quiñones y Tomás de
Jesús. Si con el primero debió de mantener una más que proba-
ble amistad y trato (Lavin 1980), del segundo debió de leer la
traducción que, con motivo de la terminación de la capilla Cor-
naro, se publicó en Roma en 1652, con el título de Compendio
dell’oratione mentale, síntesis y glosa de las ideas y textos de
santa Teresa, editado originalmente en Madrid en 1610. Si ya en
la dedicatoria de la edición romana al cardenal Cornaro se rea-
liza una intencionada comparación entre su capilla y el paraíso,
ca. 1647. Sanguina, 280 x 207 mm. Leipzig, Museum der bildenden
Künste, inv. ni. 7882r
no cabe duda de que para el grupo de la santa y el querubín que ese repetido acontecimiento, sagrado e íntimo, en el que, para-
clava su dardo divino y ardiente, metáfora del matrimonio místi- fraseándola, un ángel querubín, bellísimo y desde su lado
co entre Dios y Teresa de Ávila, Bernini debió de tener presente izquierdo, con su lanza o dardo de oro y punta de hierro ardien-
la descripción que la santa hiciera en su Libro de la Vida (manus- te, penetró su corazón y sus entrañas, dejándola toda inflamada
crito original de 1562, incompleto, en la Biblioteca del Escorial, de amor divino, con un dulce dolor agudo, propio de la relación
con numerosas ediciones impresas en el siglo xvii y después) de entre el alma y Dios.
Beruete (1898) 1991, p. 117; Mayer 1936, n.º 246; Brown 1986, elaborado y cultivado desde los años treinta, y aun antes, tanto
pp. 229 y ss.; Gállego 1990, pp. 446-48; López Rey 1996, p. 200; en sus retratos pintados como escultóricos, sobre todo en estos
Checa 2008, n.º 78; Cruz Valdovinos 2011, pp. 324-25; Portús últimos. No hay que olvidar que, en esos años, los retratos de
2013, pp. 102-6 pontífices y otros príncipes, de Inocencio X a Alejandro VII o
Francesco I d’Este, tienen una aire de introspección psicológica
muy semejante, además de un tratamiento de rostros, busto y
Pintado por Velázquez después de su segundo viaje a Italia, a ademanes muy próximos
mediados del siglo xvii, esta efigie de Felipe IV (1605-1665), al que
no había retratado desde hacía casi diez años —aunque realizó, Este maravilloso retrato coincide en fechas con uno de los momen-
entre 1644 y 1646, una copia rectificada y actualizada (Salort 2002, tos más estrechos de la relación entre el monarca hispánico y
pp. 374 y ss.) del retrato ecuestre de Rubens (1628-29) por encargo Roma, al final del pontificado de Inocencio X (1644-55), y que
del marqués del Carpio (Florencia, Galleria degli Uffizi)—, cons- perduraría a lo largo del de Alejandro VII (1655-67), años durante
tituye no sólo una obra maestra, replicada por su taller, como era los cuales los vínculos con Bernini también se intensificaron, des-
habitual, en numerosas ocasiones (Portús 2013), junto con la de el Crucificado para el Panteón del Escorial (cat. 17) a la cele-
variante de hacia 1656 conservada en la National Gallery de Lon- bración en 1658 de la canonización de santo Tomás de Villanueva
dres (reproducida en estampas célebres o en libros tan importantes en San Pedro del Vaticano (cat. 23 y 24) o el proyecto de 1664-65
para la Monarquía Hispánica como el de Francisco de los Santos, para su monumento en Santa Maria Maggiore (véase cat. 38),
Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real de El Esco- iniciativa promovida por el que acabaría siendo Clemente IX, papa
rial, publicado en 1657 y grabada por Pedro de Villafranca), sino entre 1667 y 1669, y que había sido nuncio en Madrid entre 1644
una de las imágenes más difundidas del monarca. y 1653, las fechas, aproximadamente, en las que, según el propio
monarca, Velázquez no lo había retratado. Por otra parte, no es
Sobria, pintada en negros y grises con el fin de dar volumen y imposible que Bernini y Girolamo Lucenti se hubiesen servido de
espacio al rostro del rey, Velázquez insiste y recupera tradiciones un retrato de Felipe IV, obra de Velázquez o salida de su taller,
propias que ya lo habían hecho célebre, no sólo en Madrid, sino para el rostro de la escultura en bronce de Santa Maria Maggiore.
Colección de Felipe IV; Inventario del Alcázar de Madrid, 1686 pués de la muerte de Felipe IV. En ese inventario de 1686 (Niño
1945; Bottineau 1956 y 1958), se describe completa, con todas sus
BIBLIOGRAFÍA
figuras y nuevos escudos reales, señalándose que estaba hecha «a
Rodríguez Ruiz 2003, pp. 26-41; Fagiolo 2004a, pp. 188-89;
imitación de la que está en Roma, en la plaza Navona, de mano del
Fagiolo 2004b, p. 12; Fagiolo y Portoghesi 2006, p. 205; Coppel
y Herrero 2009, pp. 150-51; Fagiolo 2013, p. 334
cauallero Bernino», situándola en la Galería del Cierzo del Alcázar
de Madrid. Unos años antes, sin embargo, Cosme III de Médicis,
en su viaje por España (1668-69), pudo verla en el Alcázar, preci-
El magnífico modelo de bronce de la Fontana dei Quattro Fiumi samente en 1668, pero en el despacho de Felipe IV, en la Torre
en la Piazza Navona, conservado en el Palacio Real de Madrid, es Dorada, junto a otro grupo, de mármol, de enorme significación
una de las extraordinarias obras de Bernini que estaban en España, como es la llamada Apoteosis de Claudio (fig. 34) (García López
en las Colecciones Reales, desde el siglo xvii, y en lugares nada 2002), regalo, en 1664, del cardenal Girolamo Colonna al monarca.
menores, sino al contrario, ya que decoraban ámbitos enorme-
mente representativos, por la condición cortesana y simbólica de Según el relato oficial del viaje, escrito por Lorenzo Magalotti, con
los espacios, tanto de la casa del rey como de la Monarquía His- dibujos de Pier Maria Baldi (Sánchez Rivero y Mariutti 1933; Cauc-
pánica. En este caso, precisamente, el modelo de bronce de la ci von Saucken 2004) el modelo de la fuente se encontraba sobre un
fuente fue situado, al menos en 1668, en el que había sido despa- «piedistallo di legno», junto a la «apoteosi di Traiano» (Claudio) que
cho privado de Felipe IV, en la Torre Dorada del Real Alcázar de «fu dal Cardinal Colonna donata al Re Filippo Quarto pochi anni
Madrid, del mismo modo que el Cristo crucificado (1654), tam- sono». La pieza, por tanto, debió de llegar al Alcázar en una fecha
bién de Bernini, tuvo su primera ubicación, en 1654, nada menos indeterminada, posiblemente antes de la muerte de Felipe IV y antes
que en el Panteón Real del Escorial (cat. 17). del año de 1668, en el que es descrita en el viaje de Cosme de Médi-
cis. Lo importante es que debió de tratarse de un «regalo de Estado»
Encargados o entendidos como regalos diplomáticos, ambas para el rey, ya que en el modelo fueron cambiados los escudos origi-
obras implican una relación directa y simbólica de Roma y el nales de Inocencio X Pamphili por los de Felipe IV y las armas de
Vaticano —a través de Bernini, su artista más reconocido y céle- España. El testimonio, al respecto, es de Antonio Ponz que, en su
bre en esos años— con la Monarquía Hispánica y, especialmente, célebre y aún utilísimo Viaje de España, lo menciona situado en el
con Felipe IV que, como magnífico coleccionista, también sabía Palacio Real Nuevo de Madrid, en tiempos de Carlos III, describién-
apreciar sobradamente la calidad de los dos bronces mencionados dolo con precisión, con todas sus figuras, añadiendo: «Como este
de Bernini, tan distintos y tan semejantes —uno profano, alegoría modelo se destinó para el señor Felipe IV, se pusieron en él las armas
política e imperial, y el otro sagrado—, destinados, además, a dos de España». Sin embargo, como puede comprobarse, en la actuali-
ámbitos tan privados y potentes simbólicamente como su propio dad, y posiblemente desde mediados del siglo xix, la fuente carece
despacho y el panteón de la dinastía, nuevo Santo Sepulcro de la de las figuras y de los dos escudos de bronce, que eran desmonta-
Casa de Austria (Rodríguez Ruiz 2014). Espacios que, metafórica bles. Por fortuna, recientemente, se ha podido identificar (Marcello
o literalmente, pueden ser entendidos como retratos y autorretra- Fagiolo) la figura del león en la colección de Dario Del Bufalo,
tos del monarca en la vida secular y en su permanencia trascen- expuesta en esta ocasión (cat. 20).
dente en la memoria, aquélla que lo convertía en eslabón de una
cadena dinástica y de una monarquía cristiana y universal. La tardía fecha que los documentos conceden a la presencia en el
Alcázar de Madrid del modelo de bronce completo —con todas sus
Durante el siglo xx, en diferentes estudios de historiadores inte- figuras y escudos, muchas de ellas atornilladas a la roca y, los últi-
resados en Bernini, se había dado por desaparecido el modelo de mos, a la base del fuste del obelisco, bajo las inscripciones—, plan-
bronce de la Fontana dei Quattro Fiumi (Niño 1945; Rodríguez G. tea problemas cronológicos, políticos y artísticos, aún por resolver.
de Ceballos 1982; Martín González 1991), del que se conocían El primero, el de su llegada, posiblemente como regalo diplomáti-
distintos testimonios (inventarios reales de los siglos xvii y xviii, co y simbólico, antes de la muerte del monarca, entre 1664 y 1665,
descripciones de viajeros y eruditos de esas mismas centurias, aunque no puede descartarse una fecha anterior. El segundo, la
etcétera). Hace unos años, pude, sin embargo, estudiar y publicar excusa del regalo y su posible responsable, que Marcello Fagiolo
en Sant’Agostino, Roma
Castel Gandolfo
128 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
CAT. 23
CAT. 24
25 Gian Lorenzo Bernini bién debían ser diseñadas obedeciendo a una idea que encerra-
se profundos pensamientos o que invitase a tenerlos. En este caso se
Proyecto de marco decorativo con las trata de un riquísimo y ornamentado dibujo para un marco deco-
armas de la familia Chigi y un tímpano rativo, con angelitos que sujetan cornucopias, incluso parecen
ca. 1658-61 hacerlo con el mismo marco, en un juego de ingenio y agudeza
característico de la cultura barroca y de la obra de Bernini. En su
Pluma y tinta parda, 219 x 167 mm interior, las armas de los Chigi permiten fechar el dibujo en los
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/20/31 años centrales del pontificado de Alejandro VII. Su proximidad
gráfica a otros dibujos suyos para Sant’Andrea al Quirinale y para
PROCEDENCIA
Colección Valentín Carderera, Madrid la capilla familiar de los Chigi en la catedral de Siena, la capilla
del Voto, han hecho pensar a Mena (en Santiago Páez 1991) y a
BIBLIOGRAFÍA
Ferrari (1999) que pudiera tratarse de un proyecto relacionado con
Barcia 1906, n.º 8.499; Mena 1984, p. 38; Santiago Páez 1991,
sus trabajos para Siena y los Chigi en esos años.
p. 125; Petrucci 1999, p. 407
El apunte interior del marco, con las armas de los Chigi incom-
El dibujo fue identificado por Mena (1984) como autógrafo de pletas, es un tanto extraño, como si se hubiese dibujado después,
Bernini, poniéndolo en relación con algunos otros de su mano, y, desde luego, no parece que fuera el destino final de un marco
de la misma época, para Sant’Andrea al Quirinale (1658-74), con- tan exuberante, más propio para contener en su interior un espe-
servados en Leipzig (Brauer y Wittkower 1931, n.º 84; Lavin 1981, jo o una pintura. De ser cierto que su interior debía contener las
núms. 45-47), una obra contemporánea a otras realizadas durante armas de la familia Chigi, cabe pensar que se tratase de un pro-
el pontificado de Alejandro VII Chigi (1655-67), como la capilla yecto para una carroza o un mueble, como sugirió Ferrari. En
Chigi en la catedral de Siena, la iglesia de Castel Gandolfo, la de esos años, el ebanista («intagliatore di legno») más próximo a
la Assunta en Ariccia, la Columnata de San Pedro o la Scala Regia Bernini en las obras que realizó para Alejandro VII fue Antonio
en el Vaticano, entre otras muchas que se encuentran entre las más Chicari (Fagiolo dell’Arco 2002), posible ejecutor del diseño, si es
importantes de su actividad como artista y arquitecto (Krautheimer que se llevó a cabo. En cualquier caso, Chicari realizó carrozas,
y Jones 1975; Spagnesi y Fagiolo 1983-84; Krautheimer 1987; Mar- muebles y marcos decorativos para Alejandro VII tanto en Roma
der 1997 y 1998; Angelini 1998). como en Siena o en Ariccia, siguiendo diseños de Bernini, una
actividad poco estudiada por los historiadores.
Fueron años en los que Bernini también realizó diseños para
mesas, carrozas y otro mobiliario ornamental, además de para can- En este dibujo resulta extraña, sin embargo, la presencia, en su
delabros, tabernáculos, lámparas y otros ornatos litúrgicos y deco- parte inferior, de un tímpano que recuerda elementos ornamen-
rativos (González-Palacios 1999; Fagiolo dell’Arco 2002). Así, de lo tales presentes en el Palazzo Barberini de Roma, en el que Ber-
diminuto a las grandes decisiones urbanísticas, de la mesa de nini, a partir de 1629 y a comienzos de los años treinta, sustituyó
pared o el marco para un espejo o una pintura a la arquitectura o a Carlo Maderno, ayudado por Francesco Borromini en un pri-
la fiesta y sus arquitecturas efímeras, de la escultura al dibujo y la mer momento. Tal vez pudiera tratarse de un apunte para alguna
pintura, la obra del gran regista de la Roma barroca no parecía obra encargada, para el palacio de la familia en Roma, por Fran-
conocer límites, dibujando con tanta intensidad un pequeño orna- cesco Barberini (1597-1679), al que le seguían uniendo vínculos
to como la plaza de San Pedro. muy estrechos, tanto que, en 1658, le encargó el proyecto de
levantar un elefante con un obelisco sobre su espalda, al que se
En este sentido, el bellísimo dibujo de la Biblioteca Nacional es ha hecho referencia (véase cat. 21). La presencia de los Chigi y
una muestra evidente de esa poderosa habilidad gráfica de Bernini, de los Barberini en un mismo dibujo no deja de ser elocuente en
capaz de emocionar con un leve trazo, a veces apuntando hacia relación a la disponibilidad artística de Bernini y a su fidelidad a
ideas grandes y, otras, trayéndose el pensamiento a lo pequeño y algunos de sus mecenas y protectores más importantes, aquellos
decorativo, como cuando decía que las aguas de una fuente tam- que le permitieron pensar sólo en grande.
130 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
26 Gian Lorenzo Bernini nista Antonio Chicari, además de pintores cercanos al círculo
berniniano (Fagiolo dell’Arco y Petrucci 1998).
Proyecto para el tabernáculo de la iglesia
de Santa Maria dell’Assunzione en Ariccia El dibujo fue catalogado por Barcia (1906) como de autor anóni-
ca. 1664-65 mo español del siglo xvii, siendo atribuido, en 1984, al círculo de
Bernini por Mena, considerándolo una copia de un original per-
Pluma, pincel, tinta y aguada parda sobre trazos dido del maestro y poniéndolo en relación con sus proyectos para
de lápiz negro, 266 x 164 mm el tabernáculo de la capilla del Sacramento en San Pedro del
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/4/36 Vaticano, realizado en 1673-74, aunque la idea procedía del tiem-
PROCEDENCIA
po de Urbano VIII y fundamentalmente fue haciéndola más pre-
Colección Valentín Carderera, Madrid cisa durante el pontificado de Alejandro VII, cuando realizó un
dibujo con dos ángeles que sostenían el tabernáculo, ciertamen-
BIBLIOGRAFÍA
te inspirado en el templete de San Pietro in Montorio, de Bra-
Barcia 1906, n.º 743; Mena 1984, p. 39; Santiago Páez 1991,
mante (Brauer y Wittkower 1931; Lavin 1981). Unos años después,
p. 126; Ferrari 1999, p. 397; Pérez Sánchez 1999, p. 106
en 1991, la propia estudiosa (en Santiago Páez 1991) seguía con-
siderándolo obra de taller o de alguno de sus discípulos y mante-
El dibujo, de mano de Bernini, representa un proyecto para el nía su idea de que se trataba de una variante, tal vez por la pre-
tabernáculo de la Collegiata dell’Assunta en Ariccia, construida sencia de los ángeles que sostienen el tabernáculo, para el de la
por Bernini entre 1662 y 1665, por iniciativa de Alejandro VII capilla del Sacramento en San Pedro. Tabernáculo, por otra par-
(Marder 1983 y 1998), que adquirió el lugar a la familia Savelli te, que presenta notables diferencias con el del Vaticano, conte-
en 1661. En el proyecto, así como en la reforma del palacio niendo la peana que sustentan los ángeles un cáliz en llamas que
Chigi frente a la iglesia, participaron muchos de los habituales ascienden hasta la base del crucifijo.
colaboradores del taller de Bernini, desde su hermano Luigi
Bernini (1612-1681) a Carlo Fontana, de Mattia de’ Rossi al eba- Fue Oreste Ferrari, en 1999, en el catálogo de la exposición Gian
Lorenzo Bernini. Regista del Barocco (Bernardini y Fagiolo dell’Arco
1999) quien vinculó el dibujo de la Biblioteca Nacional al taber-
náculo de bronce del altar mayor de la Collegiata dell’Assunta de
Ariccia (fig. 59), si bien éste, en lugar de ángeles que lo soporten,
como en el mencionado dibujo, reposa sobre cabezas de querubi-
nes, como ocurre en un apunte de la Biblioteca Apostolica Vatica-
na (cod. Chigi g. ii 48, fol. 381).
132 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
27 Gian Lorenzo Bernini y taller también sobre la tierra, picciola basa para la grandeza del Rey Sol
(fig. 35), o bajo el pie de La Verdad de la Galleria Borghese (fig. 7)
Peana decorativa o de la tumba de Alejandro VII en San Pedro. En otras ocasiones
ca. 1660 usó la esfera como emblema, tal es el caso del frontispicio que
diseñó —con un águila entre el sol y la tierra— para la obra del
Trazos de sanguina, pluma y aguada parda, 171 x 129 mm jesuita Niccolò Zucchi, Optica philosophia (1652), al que le unió
Madrid, Biblioteca Nacional de España, Dib/15/20/54 una estrecha amistad (Lavin 1985). La esfera como símbolo y
metáfora del mundo le dio la oportunidad de usarla incluso en
PROCEDENCIA
Colección Valentín Carderera, Madrid aparatos efímeros, como las fiestas celebradas, en 1668, con moti-
vo de la Paz de Aquisgrán, frente al Palazzo Farnese (cat. 37), o
BIBLIOGRAFÍA
en el poco conocido proyecto autógrafo para un tabernáculo en
Barcia 1906, n.º 8.523; Mena 1991, p. 126
el que dos ángeles sostienen un globo solar coronado por el Espí-
ritu Santo, recordado en este mismo catálogo (p. 52) por Fagiolo
El dibujo, inventariado por Barcia en su excepcional y todavía uti- (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966) y en paradero desconocido
lísimo catálogo de los dibujos de la Biblioteca Nacional (1906), fue (antes en la colección Richardson).
nuevamente publicado por Manuela Mena en 1991 (Santiago Páez
1991, p. 126). La estudiosa apreciaba las cualidades de Bernini en Bernini usó de globos o esferas, símbolos de la tierra y del univer-
el mismo, insistiendo en su intensidad y fuerza expresiva, así como so, en diferentes acepciones y contextos, ya fuera para servir de
en la posibilidad de que fuera obra decorativa tardía. Sin embargo, soporte a triunfos de la religión, a través de su remate mediante
creía descubrir en el diseño un aire un poco rudo y forzado, lo que crucifijos, alegorías de la Iglesia o del Espíritu Santo, o como
le hacía pensar si no se trataría de una obra de algún discípulo o apoyo de la Verdad triunfante en la tierra y en el tiempo, pero
miembro de su taller. A pesar de todo, dejaba abierta la posibilidad, también como símbolo del poder y dominio de monarcas y
por su fuerza plástica, de que fuera de autoría del artista. príncipes —representaciones de Alejandro VII y Cristina de Sue-
cia sobre esferas simbólicas fueron diseñadas en 1663 por fray Juan
No cabe duda de que las observaciones formalistas sobre el dibu- Andrés Ricci—, como en el conocido proyecto para el retrato de
jo realizadas por Mena siguen siendo pertinentes y cabe conside- Luis XIV ya mencionado. En este sentido, una composición triun-
rar este proyecto ornamental como una obra salida de la mano de fal sagrada tan importante como el Baldaquino de San Pedro del
Bernini, con la posible participación de algún colaborador. En Vaticano (1624-33) se remata con una esfera coronada por una cruz.
todo caso, es probable que la peana que soporta la esfera o globo
terrestre estuviera destinada a soportar un crucifijo o un retrato, El dibujo de la Biblioteca Nacional parece anunciar o un proyecto
o también alguna imagen alegórica. Si el crucifijo triunfante sobre de tabernáculo, en el que la esfera estaría rematada por un cruci-
la esfera del mundo o de los cielos era tema arquetípico en la fijo, o un proyecto para colocar un retrato o una alegoría. La des-
iconografía cristiana, y el propio Bernini lo usó en diferentes nudez de la esfera no parece que fuera su destino simbólico único,
obras, también es cierto que en otras ocasiones había previsto aunque sea tentador pensarlo, entendida la base cuadrangular de
una base semejante para retratos como el de Luis XIV (Chante- la peana como símbolo de estabilidad y la esfera como figura de lo
lou en Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966, n.º 202; Del Pesco 2007 y cambiante e inestable, como hiciera Goethe mucho tiempo des-
Marcello Fagiolo en p. 52 de este mismo catálogo), triunfante pués, en Weimar, con su Altar de la Buena Fortuna (1777).
134 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
28 Carlo Fontana habilidad, aunque no exenta de contradicciones, el elogio de su
RANCATE, TICINO, 1638 / ROMA, 1714 memoria. A la postre, la grandeza de San Pedro, su vocación urba-
na y universal, su belleza, fueron obra de Bernini, el nuevo Miguel
Il tempio vaticano e sua origine Ángel de Roma, como quisieron sus primeros mecenas y biógra-
Roma, Giovanni Francesco Buagni, 1694 fos, de Pablo V o Urbano VIII a Alejandro VII o Baldinucci y
Domenico Bernini.
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional del Prado, Cerv/719
136 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Libro IV, cap. IX, fol. 215
29 Juan Caramuel de Lobkowitz Borromini o Guarino Guarini) y, sobre todo, su crítica, casi desde
MADRID, 1606 / VIGEVANO, LOMBARDÍA, 1682 el comienzo mismo de las obras, a la Columnata de San Pedro, lo
que le supuso un singular alejamiento de la corte pontificia, en el
Architectura civil recta y obliqua, reino de Nápoles, y que culminaría en la reflexiones de su tratado
considerada y dibuxada en el Templo de 1678, corrigiendo las inexactitudes geométricas y de diseño en
de Ierusalen lo construido por Bernini. Sus críticas no fueron, como es sabido,
Vigevano, Camillo Corrado, 1678, 3 vols. nada insólitas en la Roma de la segunda mitad del siglo xvii, de
los contraproyectos contemporáneos al proyecto de Bernini y
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional Alejandro VII (Norton, 1914; Wittkower 1975; Marder 1997 y 1998)
del Prado, mad/254 a las de Carlo Fontana en su Tempio vaticano en 1694 (cat. 28).
BIBLIOGRAFÍA
Guidoni Marino 1973, pp. 81-120; Bonet Correa 1984, Es cierto que Bernini ya había tenido ocasión de enfrentarse a
vol. i, pp. vii-li; Ramírez 1994, pp. 109-14; arquitecturas y órdenes en superficies curvas, que no oblicuas,
Fernández-Santos 2005b, pp. 137-66; Camerota 2006, como ocurriera con su destruida Cappella dei Re Magi (1634) en
pp. 299-320; Pena 2008; Fernández-Santos 2014 el Palazzo di Propaganda Fide, y en algunos otros ejemplos como
en Sant’Andrea al Quirinale y en la Scala Regia, terminada en
1666 (Marder 1997), todas ellas citadas en la publicación del obis-
La figura del cisterciense Juan Caramuel ha conocido en los últi- po de Vigevano. La Scala Regia —que criticó en su tratado—
mos años un interés historiográfico cada vez mayor, y no sólo en pudo haberla conocido durante su estancia en Roma entre 1669 y
el ámbito disciplinar de la arquitectura. Políglota, viajero por toda 1671. Pero fue el diseño de la Columnata de San Pedro, en el que
Europa (de los Países Bajos a Alemania, de Viena y Praga a Roma, lo oblicuo, lo curvo y lo recto recibieron, por parte de Bernini, una
a la que se traslada en 1655), científico, político, teólogo, polígra- solución tan afortunada y escultórica, corrigiendo con los ojos y
fo, autor de decenas de libros impresos y manuscritos, amigo de engañando a la vista, el que motivó, por su maravilla y por saltar
príncipes y monarcas, de intelectuales, arquitectos y matemáti- las reglas canónicas de la arquitectura y de la perspectiva, inter-
cos, pero también de papas, como Alejandro VII Chigi —con el minables críticas, entre las que se encuentran las formuladas por
que mantuvo una estrecha relación incluso antes de llegar a Caramuel en su tratado de 1678.
Roma (Pena 2008; Fernández-Santos 2014)—, acabó sus días
como obispo, a partir de 1673, de Vigevano, ciudad en la que No parece comprobado que Bernini y Caramuel llegaran a cono-
publicó su extraño, polémico e influyente Architectura civil recta cerse, a pesar de frecuentar círculos próximos, pero tampoco cabe
y obliqua, y en donde pudo convertirse en arquitecto diletante duda de que las ideas de la arquitectura oblicua y curva estaban
con su diseño para la fachada de la catedral y su plaza (Pissavino en el ambiente, si bien el español la entendía de forma rigorista y
1982; Lotz 1985). el italiano lo hacía en términos visuales y plásticos. Luego, con
independencia de la relación de ambos con Alejandro VII, es difí-
El tratado, que recogía la tradición y las reflexiones de otros cil que hubiera influencias directas entre ellos, como, a la postre,
matemáticos y arquitectos anteriores, incluido el padre jesuita confirman las críticas de Caramuel a Bernini, corrigiendo no sólo
Jean-Charles de La Faille (1597-1652), profesor en el Colegio el diseño de un pórtico ideal oval, sino, sobre todo en la estampa
Imperial de Madrid (Rodríguez Ruiz 1996) y atento, ya en 1636, a que aquí se reproduce (Columnarum in tetrastylio per ordines dis-
la arquitectura sobre superficies curvas y oblicuas, tuvo una enor- tributio, magnitudo, figura et designatio, lámina XXIV del tomo III),
me influencia en ámbitos españoles e hispanoamericanos. Pero esta sí contraproyecto teórico, que no histórico (Norton, 1914;
lo que ahora interesa es su recepción en Italia (en la que Cara- Guidoni Marino 1973; Wittkower 1975; Fernández-Santos 2005b),
muel residió entre 1655 y 1682 y donde mantuvo relaciones, no la disposición de la Columnata y la sección de sus columnas. No
siempre fáciles, con los Chigi y los Barberini, además de con en balde, Caramuel llegaría a afirmar en su tratado, que la Colum-
otros eruditos y arquitectos, entre éstos tal vez con Francesco nata de Bernini tenía «tantos errores como piedras».
138 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Tomo III, lám. XXIV
30 Fray Juan Andrés Ricci de Guevara se pensaba que habían llegado —en número de doce y en distintos
MADRID, 1600 / MONTECASSINO, 1681 momentos— como reliquias a la mismísima basílica de San Pedro,
según legendaria tradición. Aunque ya incluido en tratados canó-
Epitome architecturae de ordine salomonico nicos de arquitectura del siglo xvi, especialmente en el de Vignola
integro per P. M. D. Ionnem Andream Riccium (1562), el orden salomónico gozaba de especial santidad desde el
praedicatorem maiorem et filium regii coenobii siglo xiv, cuando se creía que en una de las doce columnas men-
Sanctae Mariae de Monte Serrato almae cionadas, la «Colonna Santa», se había apoyado Jesús cuando
congr. benidictinae hispaniae atque angliae predicaba en el Templo. El mismo Bernini lo sistematizaría en la
1663 Loggia delle Reliquie (1633-44) y, sobre todo, lo consagraría en su
extraordinario Baldaquino de bronce, en tiempo de Urbano VIII.
Manuscrito con dibujos a pluma y tinta negra,
405 x 275 x 15 mm El entusiasmo de Ricci por el orden salomónico entero o íntegro
Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, conoció un tratamiento más ambicioso cuando, ya en Roma, en
Chig.e.viii.257 1663, regaló a Alejandro VII y a la reina Cristina de Suecia dos copias
BIBLIOGRAFÍA
manuscritas de su Epitome architecturae, del que se expone la cus-
Tormo, Gussi y Lafuente Ferrari 1930; Ramírez 1981, todiada en la Biblioteca Apostolica Vaticana, conservándose otra en
pp. 202-11; Salort 1999, pp. 1-24; Marías y Pereda 2002, pp. 246-51; la abadía de Montecassino (Cod. 590), en la que residió durante los
Rodríguez G. de Ceballos 2002, pp. 123-33; Tuzi 2002, últimos años de su vida, dedicado fundamentalmente a estudios
pp. 155-57; García López 2010, pp. 331-40 bíblicos y teológicos, de los que dejó numerosas obras manuscritas.
Si el orden salomónico entero o íntegro, aplicado incluso en enta-
blamentos y cornisas, es fácil rastrearlo en iglesias y capillas hispá-
Fray Juan Ricci, benedictino, teólogo, científico aficionado, pin- nicas y del sur de Italia, más difícil es poder comprobar hasta qué
tor y arquitecto diletante, antes de llegar a Roma en 1662 con el punto esas soluciones pudieron derivar de los manuscritos de Ricci.
fin de defender el dogma de la Inmaculada Concepción había Incluso, como ha señalado Rodríguez G. de Ceballos (2002), es muy
dejado, también manuscrito y con magníficos dibujos a pluma, improbable que Alejandro VII o Cristina de Suecia llegasen a tomar
un conocido Tratado de la pintura sabia (1659, Madrid, Fundación en consideración la extravagante y fantástica propuesta que contenía
Lázaro Galdiano), publicado en 1930 (Tormo, Gussi y Lafuente el Epitome, en el que planteaba, como se puede ver en el dibujo que
Ferrari 1930) y nuevamente en 2002 (Marías y Pereda 2002). aquí se reproduce, la aplicación de su orden nada menos que a todo
Dedicado a la duquesa de Béjar, incluía un peculiar tratado de el Baldaquino de San Pedro (pedestales con las armas del pontífice,
arquitectura y órdenes, entre los que proponía el quimérico y cornisas, cubierta...), terminado en 1633, y a la cancela que lo rodea,
simbólico «orden salomónico entero o íntegro», que tanta difu- que, en lectura simbólica, figura en planta la forma de una mariposa
sión habría de tener en la arquitectura española e hispanoameri- nocturna, queriendo significar el alma. Aunque también es cierto
cana (Fagiolo 1982b; Bérchez y Marías 2002). que ese diseño quería representar la grandeza divina y el conoci-
miento mismo de Dios por medio de una arquitectura y un orden
El peculiar orden buscaba ampliar del fuste a basas, pedestales, que era espejo del mismo Templo de Salomón.
capiteles, entablamentos, cornisas, frontones, etcétera, la ondu-
lación de los gálibos del orden salomónico, el más perfecto de los El eco de su propuesta debió de ser parco y, de hecho, no existe
órdenes como propio del Templo de Salomón (Fagiolo 1982b; testimonio alguno de la opinión o de la aceptación de Cristina de
Ramírez 1994; Tuzi 2002), arquitectura divina y perfecta. El extra- Suecia o de Alejandro VII, quien, en su minucioso diario, tampoco
vío disciplinar de Ricci no era ajeno, sin embargo, a la cultura dejó constancia alguna de haber conocido al benedictino ni siquie-
arquitectónica del Barroco, en la que la espiral, como afirmara sor ra de haber recibido su manuscrito (Krautheimer y Jones 1975).
Juana Inés de la Cruz, podía representar la armonía del mundo, Nada de esto pareció desanimar en su diletantismo a Ricci y, así,
y esas columnas imitar el flamear de la arquitectura, que escri- en el Codex 590 de la abadía de Montecassino se conserva también
biera Baltasar Gracián. Incluso en un ámbito propiamente arqui- un insólito proyecto suyo, posiblemente del mismo año de 1663,
tectónico, Guarino Guarini (Disegni d’architettura, 1686 y 1737) para completar y reformar la fuente de la plaza del Panteón, con
parece que debió conocer esas propuestas, como confirma en su una columna salomónica coronada por una imagen de la Inmacu-
tratado y en algunos proyectos (Ramírez 1981), incluso en su posi- lada, justo en los mismos años en los que el papa y Bernini acome-
ble viaje por España y Portugal entre 1658-59. tían la reforma de la plaza, de la fuente y del mismo pórtico del
Panteón (Rodríguez G. de Ceballos 2002). En cualquier caso, no
Ricci, del mismo modo que pensaba que «la pintura es la lengua cabe duda de que Ricci supo elegir muy bien los interlocutores
de los ángeles», imagen mítica de resonancias escolásticas, tam- simbólicos o reales para sus proyectos, de Alejandro VII a Cristina
bién estaba convencido de que la arquitectura y sus órdenes tenían de Suecia, de las obras de Bernini a la defensa del dogma de la
su origen en el divino Templo de Salomón, cuyas columnas torsas Inmaculada, tan querido por la Monarquía Hispánica.
140 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Fol. 9
31 Gian Lorenzo Bernini representado en el momento en el que presencia la aparición de la
cruz en los cielos, antes de la batalla contra Majencio en el Puente
Estudio para la escultura ecuestre de Milvio, con la frase luminosa «In hoc signo vinces». La victoria militar
Constantino en el interior de la basílica sería, al final, también la victoria del cristianismo en el Imperio
de San Pedro del Vaticano Romano. De hecho, el encargo lo realizó Inocencio X, simbólica-
1654 mente, el 29 de octubre de 1654, fecha conmemorativa de aquel
acontecimiento milagroso, del mismo modo que la inauguración
Lápiz negro y toques de clarión, 310 x 267 mm del monumento, después de cuatro pontífices, sería también un 29
Madrid, Museo de la Real Academia de Bellas Artes de octubre, pero de 1670, en tiempos del papa Clemente X Altieri, y
de San Fernando, d2247 no en el interior de San Pedro, como había sido previsto originalmen-
INSCRIPCIÓN
te, sino al comienzo de la Scala Regia, en el extremo del pórtico de
«Del Bernini» la basílica (Fraschetti 1900; Wittkower [1966] 1990; Marder 1997).
PROCEDENCIA
Lo cierto, sin embargo, es que ya en septiembre de 1654 el por
Monasterio de Valparaíso, Zamora
entonces cardenal Fabio Chigi —futuro Alejandro VII a partir de
BIBLIOGRAFÍA 1655 y responsable del cambio de ubicación del grupo ecuestre al
Tormo 1929, p. 81; Wittkower (1966) 1990, p. 292; Pérez Sánchez comienzo de la Scala Regia— anotaba en su diario que Bernini le
1967, p. 26; Pérez Sánchez 1977, n.º 41; Courtright 1981, p. 137;
había enseñado el dibujo del proyecto (Rossi 1939). Aunque en un
Marder 1992, pp. 280-306; Marder 1997, pp. 166-70; Bacchi y
lapso tan largo de tiempo, entre las primeras ideas, la paralización
Tumidei 1998, p. 52; Pérez Sánchez 1999, n.º 52
del proyecto y la inauguración oficial de la escultura ecuestre, se
sucedieron, obviamente, numerosos dibujos (Brauer y Wittkower
El encargo a Bernini, en 1654, al final del pontificado de Inocen- 1931; Lavin 1981) y cambios en las figuras —unos de mano del
cio X Pamphili, de un monumento a Constantino para el interior maestro, otros de su taller—, el hecho es que este de la Academia
de la basílica de San Pedro no fue, sin duda, un encargo menor. Al cabe situarlo como el primero conocido y el más próximo a la idea
contrario, el potente significado de la figura del emperador y la originaria, en un nicho entre columnas, como refleja el diseño,
conciencia de Bernini al asumir tan importante compromiso han frente al cual se levantaba el colosal e intenso monumento, de una
sido comentados expresivamente por Lavin (2000a) de la siguiente energía contenida, dramática y constreñida por la escala misma del
forma: «Aquella que podría ser bien descrita como la clave de bóve- lugar: unos cinco metros y medio incluidas las columnas.
da en el arco entre forma y contenido que vincula el trabajo de una
vida desarrollado por Bernini en San Pedro, le fue ofrecida por el A la iconografía y modelos del caballo en corveta, deslumbrados
encargo de un monumento a Constantino el Grande, el mayor res- ambos, animal y jinete, por la poderosa luz celestial que procedía
ponsable de la institución del derecho de la cristiandad a la univer- del signo de la cruz, se han referido numerosos historiadores
salidad terrena. Se podría decir, en un cierto sentido, que el reino (Wittkower [1966] 1990; Fumaroli 1995; Marder 1997; Lavin
de Dios sobre la tierra fue iniciado por Constantino, que decretó el 2000), señalando referencias tan directas como Rafael o Giulio
reconocimiento del nuevo credo como religión de estado del Impe- Romano, en los propios palacios vaticanos, o fuentes manuscritas
rio y edificó la basílica papal dedicada al vicario de Cristo». como Nicéforo, Eusebio de Cesarea o Jacopo da Voragine, inclui-
dos dibujos y marfiles bizantinos (Fumaroli 1995) entre otras
Es decir, que Bernini, llamado a ser el intérprete de Roma y de San muchas, sin olvidar el magisterio de Rubens, Poussin, Velázquez
Pedro, desde Pablo V a Alejandro VII (Krautheimer 1987) y en ade- o Pietro Tacca (Lavin 2000), este último en su monumental
lante, recibió el encargo de la escultura por parte de Inocencio X, el escultura ecuestre de Felipe IV (Matilla 1999).
papa menos próximo a su trayectoria y personalidad, aunque duran-
te su pontificado realizara obras fundamentales como la capilla La importancia del dibujo de la Academia, además de su belleza
Cornaro, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona o el y calidad gráfica, es germinal para todo el proyecto posterior, ya
Cristo crucificado, precisamente en 1654, para Felipe IV (véanse que Bernini adquirió el bloque de mármol el mismo año de 1654
cat. 14, 15, 17 y 19). Así, ese mismo año, el pontífice le encarga el pensando en esa idea y en ese preciso lugar del interior de la
monumento ecuestre de Constantino para el interior de San Pedro basílica para su escultura. Sin embargo, habrá que esperar hasta
del Vaticano, posiblemente destinado al primer intercolumnio de la 1660 para que Alejandro VII, y con él Bernini, como es obvio,
nave derecha, próximo al de la condesa Matilda, realizado por el retomen de nuevo el proyecto, aunque alterando su destino, lo
artista en 1633-37 (Fraschetti 1900; Marder 1997). De ese primer que influiría, sin duda, en la serie de dibujos y bocetos posterio-
proyecto se conserva este bellísimo dibujo en el que Constantino es res y en la obra y escenografía final en la Scala Regia.
142 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
32 Gian Lorenzo Bernini Pedro, Constantino y Carlomagno, aunque esta última no sería
colocada hasta 1725, obra de Agostino Cornacchini, al que le fue
Estudio para la escultura ecuestre encargada cinco años antes. En un diagrama muy expresivo, Ale-
de Constantino en la Scala Regia del Vaticano jandro VII había dibujado una especie de triángulo en el que en
1660-61 los dos extremos de la base figuran los nombres de los dos empe-
radores cristianos, mientras que en el vértice figuraba San Pedro
Sanguina, 215 x 132 mm (Marder 1997), expresión del poder terrenal y religioso de la Igle-
Madrid, Museo Nacional del Prado, d-7750 sia. Ya en 1571, Tiberio Alfarano había previsto situar en el futuro
atrio de la basílica dos monumentos ecuestres dedicados a Car-
PROCEDENCIA
Colección José de Madrazo, Madrid; Colección Daza-Campos, los V y Francisco I, con claras intenciones políticas y simbólicas,
Madrid; adquirido por el Museo del Prado en 2006 entendidos como protectores de la cristiandad.
BIBLIOGRAFÍA
Al hacer coincidir la reforma de la Scala Regia, nuevo y triunfal
Inédito
acceso al palacio vaticano, con la nueva ubicación del grupo de
Constantino, éste se transformaba en bisagra figurativa y espacial
La colocación de la escultura de Constantino en el extremo del pór- para los visitantes, fieles o príncipes, que salían de la basílica y se
tico de San Pedro y al comienzo de la Scala Regia fue una decisión dirigían al palacio, y para los que lo hacían desde la plaza, a través
de Alejandro VII Chigi cargada de resonancias y significados simbó- de la Columnata y el corredor en construcción. Así, en un senti-
licos, con una riquísima tradición iconográfica que Bernini, sin duda, do histórico y religioso, la estatua ecuestre recordaba simbólica-
tuvo en cuenta (Fraschetti 1900; Wittkower [1966] 1990; Fumaroli mente el poder temporal y sagrado que la imagen del emperador
1995; Marder 1997; Herrmann-Fiore 1998; Lavin 2000) y, en este representaba antes de acceder a la presencia del pontífice, con-
sentido, Fumaroli, Herrmann-Fiore o Lavin han insistido en la repre- vertido de este modo no sólo en sucesor de san Pedro.
sentación de Constantino en el bizantino Marfil Barberini (s. vi d. C.,
París, Musée du Louvre), que el escultor conocía sin duda, ya que Las consecuencias del nuevo destino del grupo de Constantino
era propiedad entonces del cardenal Francesco Barberini. Todos los implicaron, qué duda cabe, cambios en el diseño mismo de la escul-
dibujos y modelos conocidos (Brauer y Wittkower 1931; Lavin 1981; tura que, ahora, debía ser vista, en toda su grandeza, tanto desde un
Androsov, Kosareva y Nepi-Scirè 1991; Herrmann-Fiore 1998) dispo- punto vista lateral, para quien lo contemplase desde el atrio de la
nen la escultura ecuestre de Constantino de la misma forma, tanto basílica —como un relieve que sobresaliese de la pared del nicho,
en el primer proyecto —que parecen representar el dibujo de la al que añadiría el escenográfico paño estucado, recuerdo también
Academia de Bellas Artes de San Fernando (cat. 31) y, posiblemente, de una tienda militar (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo 1966)—, como
el modelo en terracota del Museo del Hermitage (cat. 33)—, pensa- desde un punto de vista frontal, como una escultura exenta, para
do para el interior de San Pedro, como en los sucesivos dibujos con- quien accediese desde el corredor y la plaza. Y se trata de observa-
servados a partir de que Alejandro VII decidiera, hacia 1660, su nue- ciones fundamentales para explicar el tratamiento de altorrelieve
vo y definitivo lugar de ubicación, en el extremo del pórtico de la que tiene la escultura y que permite la disposición en corveta del
basílica y al comienzo de la Scala Regia, cuyas obras inició Bernini caballo sin apoyo alguno y su apariencia de escultura exenta.
en 1663 y se terminaron en 1666. Ya entonces el grupo ecuestre esta-
ba destinado a ese lugar, aunque no fuera inaugurado, definitivamen- No cabe duda de que, para resolver la nueva ubicación de la escul-
te, hasta 1670 (Panofsky 1919; Voss 1922; Marder 1997) y, posiblemente, tura, Bernini debió de hacer bocetos y dibujos con el fin de ade-
obligando a Bernini a realizar alguna modificación en la ventana que cuar a un espacio preciso el monumento ecuestre que, al tiempo,
da luz al grupo de Constantino (Marder 1997). tenía que representar un momento único y fulgurante de un rela-
to, de una fábula, de una historia puesta en escena: la visión celes-
El cambio de la escultura ecuestre de Constantino del interior de tial del emperador contemplando, deslumbrado por una luz de
la basílica al extremo del atrio y en el comienzo de la nueva Scala origen divino, la cruz y las luminosas palabras «In hoc signo
Regia que conduce al palacio vaticano fue acompañado de una vinces». Y aquí, el eco de la conversión de san Pablo no debió de
intervención arquitectónica y simbólica de extraordinario alcance ser olvidado por el artista, como ha recordado Lavin (2000). Podría
y consecuencias. En ella, el papel de Alejandro VII fue fundamen- decirse que la nueva situación de la escultura, fuera de la basílica,
tal, como ya había ocurrido con la Columnata de la plaza. La tra- ocasionó el diseño de la Scala Regia y del espectacular rellano en
dición medieval había usado con frecuencia el motivo de las esta- el que se sitúa la estatua ecuestre. De hecho, el lugar se completó,
tuas ecuestres en las fachadas de iglesias y palacios, siempre con como si se tratara de una capilla laica y secular al tiempo —ya lo
carácter de celebración y, en el caso de las primeras, la presencia había hecho en la capilla Cornaro—, con un repertorio de famas
de Constantino a caballo no fue inusual (Lavin 2000). De hecho, y escudos con las armas del papa Chigi y con dos tondos en los
el papa Chigi había previsto que fueran dos las esculturas ecues- que se recuerdan dos hechos fundamentales en la vida de Cons-
tres que habrían de figurar en ambos extremos del atrio de San tantino, después del acontecimiento narrado en la escultura
144 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
ecuestre con la visión luminosa y triunfal de la cruz: su bautismo calidad y agilidad en el trazo sólo pueden proceder de Bernini. De
y la construcción de San Pedro. hecho, como Irving Lavin me ha comentado, con su generosidad y
sabiduría habituales, la disposición del Constantino en el interior
Lugar de tránsito, de ceremonial ritual, desde la ciudad y la plaza de San Pedro hubiera hecho casi imposible escenificar «la fuente
de San Pedro, con su abrazo simbólico, el rellano, en el que se de luz y la visión de la cruz», mientras que, situado en el rellano del
sitúa el relato de Constantino a caballo ante la visión celestial de comienzo de la Scala Regia y mirando al fondo de la misma, era
la cruz conduce a la vez a la basílica y al palacio vaticano. Una «mucho más coherente, ya que se necesitaba más espacio para
vez decidida la posición de la escultura, Bernini abrió la ventana mostrar la aparición de la cruz en la distancia, visión de lejos en el
(Marder 1997) que ilumina a Constantino y en cuya transparencia cielo, por lo que el monumento, en el dibujo, se vuelve hacia el sol
se inscribe la cruz, lo que no es visible por quien accede desde la naciente... ¡Muy Bernini!». De esta forma, el Constantino ecuestre,
plaza ni por quien lo hace desde el atrio de la iglesia: foco de luz delante de un nicho cubierto por un paño y coronado por la figu-
teatral y oculto, sagrado, que ya había usado otras veces, de la ra de la Fama, y dispuesto sobre un pedestal, que recuerda inevita-
capilla Raymondi a la capilla Cornaro (Fagiolo dell’Arco y Fagiolo blemente al de Marco Aurelio en el Capitolio, con todas la implica-
1966). Sólo el papa, al final de la Scala Regia que daba acceso a ciones que entraña esta decisión, supondría que el emperador
su palacio, podía ser consciente del artificio y su significado. miraría no sólo a la Scala Regia del palacio vaticano y al foco de luz
proyectado por Bernini al final de la misma —además de los previs-
Bernini, que cuidaba con obsesión cada mínimo detalle de sus tos en su espectacular recorrido—, sino también hacia el altar
obras, debió plantearse diferentes soluciones al relato que el gru- mayor de la basílica, lo que encajaría más adecuadamente con lo
po de Constantino tenía que representar, en un espacio esceno- planteado en la transformación y funciones de ese lugar, el rellano
gráfico tan complejo y cargado de tantas resonancias, inexplicable del extremo del atrio de la basílica, y en la Scala Regia.
sin una fuente de luz maravillosa y sagrada que debía emanar de
una simbólica cruz. Cabe recordar, en este sentido, al considerar La dificultad de una fuente de luz directa y simbólica más próxi-
la inevitable e histórica comparación entre este Constantino y la ma pudo implicar el mantener la posición actual, ya formulada
escultura ecuestre de Luis XIV, la primera inscrita en un espacio en el primer proyecto de 1654 representado en el dibujo de la
fabuloso en el que Bernini ponía en escena, de nuevo, la unidad Academia de San Fernando (cat. 31), pero, como me indica
de las artes visuales, el bel composto, mientras que el Luis XIV era Marcello Fagiolo en comunicación extraordinariamente genero-
un grupo aislado, triunfal, con un relato ensimismado en la propia sa, en el dibujo del Prado Constantino sería iluminado a sus
escultura y el monarca representado (véanse cat. 35 y 36). El mis- espaldas, suspendido por la luz y por la visión de la cruz sosteni-
mo Bernini, en carta a Colbert, en diciembre de 1669, señalaba al da por ángeles en la embocadura de la Scala Regia, en gesto de
respecto: «Esta estatua —se refiere a la de Luis XIV— será del adoración y rendición cristianas, observando que en un dibujo
todo diferente a la de Constantino, porque Constantino está en de Leipzig (Museum der bildenden Künste, inv. ni. 7806r, Court-
actitud de admirar la Cruz que se le aparece, y esta del rey estará right 1981), la cabeza de Constantino parece mirar hacia la izquier-
en actitud de majestad, de mando» (Wittkower 1961). No cabe ser da, hacia el palacio vaticano, en una posición invertida como en el
más preciso en su concepción de ambos grupos ecuestres y sus dibujo del Prado.
implicaciones y consecuencias simbólicas y artísticas
Al final, lo planteado en el dibujo no fue realizado, a pesar de su
Sin embargo, no es improbable que, después de las observaciones mayor coherencia, porque también es posible que hubiera
realizadas, Bernini hubiera podido pensar —cuando hacia 1660-61 comenzado a trabajar, entre 1654 y 1660-61, en el monumental
el papa le planteó el cambio, del interior de la iglesia a su lugar bloque de mármol destinado a la escultura ecuestre que haría
definitivo, de su proyecto de 1654 para el Constantino—, en inver- inevitable el mantener la disposición que finalmente tiene, aun-
tir la disposición del grupo, como así parece indicarlo este extraor- que, en realidad, Bernini no retomó los trabajos sobre el bloque
dinario dibujo a sanguina del Museo del Prado, inédito, y cuya de mármol hasta el verano de 1662 (Wittkower [1966] 1990).
147 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
33 Gian Lorenzo Bernini que debía esculpirse. Es decir, el hijo del artista proclamaba, de
ese modo, la superación de los antiguos por parte de Bernini,
Boceto para la escultura ecuestre como ya Borboni (1661) había planteado en su historia de la esta-
de Constantino tuaria dedicada al cardenal Pascual de Aragón (véase cat. 34).
1660-61
Se trata de una confrontación con la Antigüedad que, como ha
Terracota, 45 x 28 cm señalado Lavin (2000), no sólo cabe entenderla en términos artís-
San Petersburgo, Museo Estatal del Hermitage, h. ck. 673 ticos o de dificultad de la tarea del escultor al enfrentarse a un
bloque de mármol de semejantes dimensiones, sino que, metafó-
PROCEDENCIA
148 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
34 Giovanni Andrea Borboni confrontación entre el escultor Alfonso Lombardi y Tiziano para
SIENA, 1624 / (?), 1703 hacer el retrato de Carlos V, con clamoroso triunfo del primero
frente al pintor y la pintura, de tal modo que «fu riputato degno
Delle statue scultore di un Monarca del mondo».
Roma, Giacomo Fei, 1661
Es Vasari el que le sirve para trazar, después de pasearse entre obras
Madrid, Biblioteca del Museo Nacional del Prado, Cerv/328 y fuentes clásicas, incluido el Laocoonte, una breve historia de la
PROCEDENCIA escultura del Renacimiento, de Donatello a Baccio Bandinelli, para
Colección de José María Cervelló, Madrid; ingresó en 2003 culminar en Miguel Ángel, «confín insuperable» de la perfección,
en el Museo del Prado que ejemplifica en su Moisés de la tumba de Julio II en San Pietro
BIBLIOGRAFÍA
in Vincoli. Pero el modelo vasariano que culminaba en Miguel
Angelini 1998, pp. 302-5; Fagiolo dell’Arco 1998, pp. 168-69; Ángel, Borboni lo continúa hasta Bernini, en plena madurez en
Lavin 1998, pp. 74-75; Neri 2004, pp. 32-47; Delbeke 2012, 1661, el año de publicación de su tratado, y considerándolo no sólo
pp. 108-13 su heredero, sino el único escultor capaz de superarlo, como ya era
tópico en la Roma del tiempo, y como había escrito el mismo car-
denal Sforza Pallavicino (1607-1667), tan vinculado al escultor
El tratado del sacerdote y teólogo sienés Giovanni Andrea Borbo- (Montanari 1997 y 1998). Es más, era de ese modo como el propio
ni, Delle statue, publicado en Roma en 1661, ha sido poco estu- Bernini deseaba ser recordado y considerado (Baldinucci 1982; Ber-
diado, en general, y usado con relativa frecuencia en relación a la nini 1713), lo que adquirió un nuevo vigor durante el pontificado de
escultura de Bernini, con independencia de que en su relato no Alejandro VII, periodo en el que se publicó la obra de Borboni,
sólo mantuviese el temprano tópico, iniciado por Pablo V consolidando así la idea de Bernini como nuevo Miguel Ángel. Del
Borghese y Maffeo Barberini, de considerarlo, casi proféticamen- primero, el autor describe y comenta, enfatizando el tratamiento
te, el Miguel Ángel de su siglo. Así, Borboni, en su moralizante expresivo, la metamorfosis y el dramatismo, obras como Plutón y
estudio sobre la historia y funciones de la escultura desde la Anti- Proserpina (1621-22), Apolo y Dafne (1622-24) y el David (1623-24),
güedad hasta Miguel Ángel, culmina el relato con Bernini, de Villa Borghese, así como la tumba de Urbano VIII (1628-47) en
comentando algunas de sus obras, tanto las de Villa Borghese San Pedro del Vaticano, la Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza
como algunas del Capitolio, con intención evidentemente políti- Navona (1648-51) o el busto con el retrato de Francesco I d’Este
ca e ideológica, además de artística y teórica. Y es que, por otra (1650-51; Módena, Galleria Estense), aunque no las reproduce.
parte, su discurso pretendía apoyar la supremacía de los moder-
nos frente a los antiguos, en una polémica que afectó a toda la El libro, además, cuenta con una serie de magníficas estampas, gra-
cultura europea, especialmente a la francesa (Claude Perrault) y badas por Guillaume Chasteau (1635-1683) y François Spierre (1639-
la italiana, durante la segunda mitad del siglo xvii. De este modo, 1681), sobre dibujos del discípulo de Pietro da Cortona, Lazzaro
según Borboni, Bernini representaría en esos años la culminación Baldi (1622-1703), que reproducen algunas esculturas de papas y
del proceso de superación de los antiguos que había consoli- otros ilustres miembros de familias romanas conservadas en el
dado el mismísimo Buonarotti, acompañado, en menor medida, Palazzo dei Conservatori en el Capitolio y, sobre todo, incluye tres
por Alessandro Algardi y François Duquesnoy, confirmando así la que son imagen simbólica de toda una época en la que Bernini, y
supremacía de la escultura moderna frente a los modelos de la posiblemente el propio Borboni, no sólo estuvieron en estrecha
tradición clásica. relación con los personajes representados en dos de ellas como son
el propio papa Alejandro VII o la reina Cristina de Suecia, sino, lo
Es cierto que la Roma que vio aparecer su tratado también esta- que ha sido menos tenido en cuenta, con un tercer representado
ba construyendo otro discurso enfrentado a sus ideas y en el que era nada menos que el embajador de la Monarquía Hispánica
que los modelos de la Antigüedad clásica eran propuestos como en Roma en esos años (1662-64), el cardenal Pascual de Aragón
paradigmas a emular y seguir, de Giovan Pietro Bellori (Le Vite (1626-1677). La elocuencia de estas tres estampas —dos de ellas,
de’ pittori, scultori e architetti moderni, Roma, 1672) al escultor, la de Alejandro VII y la del cardenal Pascual de Aragón funcionan
restaurador de esculturas clásicas y discípulo de Duquesnoy, como frontispicios, mientras que la de Cristina de Suecia lo hace
Orfeo Boselli (Osservazioni della scoltura antica, manuscritos casi como colofón— es muy representativa del ambiente cultural
[1650-57] 1978; Di Stefano 2002), siempre críticos con Bernini y y político, artístico y religioso en el que se inscribe el libro de Bor-
con la supuesta supremacía y triunfo de los escultores moder- boni y el significado que atribuye a la obra de Bernini, del que sólo
nos, incluido Miguel Ángel. Debates que, por otra parte, alcan- se reproducen tres obras situadas en el Palazzo dei Conservatori:
zaban también al parangón sobre la primacía de la pintura, la escultura de Urbano VIII (1635-40) —obra de taller—, el retrato
como guía de las artes, sobre la escultura, mantenido especial- de Carlo Barberini (1630) —intervención en un torso de general
mente por Bellori y criticado por Borboni que, en su texto, refie- antiguo, posiblemente Julio César (Fraschetti 1900; Wittkower
re la conocida anécdota, descrita por Vasari, al respecto de la [1966] 1990), de Algardi, que hizo brazos y piernas, y de Bernini, al
150 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
que se debe el rostro del retratado (fig. 60)— y el busto con el publicado en Roma en tiempos del papa Chigi, lo más sorprenden-
retrato de Virginio Cesarini (1624), poeta tan próximo a Urbano te es que el segundo frontispicio dibujado por Baldi y grabado por
VIII y recuperado durante el pontificado de Alejandro VII. Chateau representa la dedicatoria de la obra al cardenal español
Pascual de Aragón, embajador de Felipe IV en esos años en Roma,
Pero sin duda, en este contexto, las más interesantes son las dos durante los que desplegó una importantísima actividad de mecenaz-
estampas que hacen de frontispicios. La primera, a modo de Alegoría go artístico, cultural y político al que el propio Bernini no debió de
de la Escultura, presenta a ésta, sobre la que se sitúa el escudo del ser ajeno (Carrió-Invernizzi 2008), sabiendo, además, que el carde-
papa Chigi y la figura de la Fama, contemplando una escultura de nal mantuvo una relación estrecha con Sforza Pallavicino (Neri
Alejandro VII como recién terminada, con los atributos de su arte 2004), cuyo vínculo con el escultor fue enormemente significativo
a los pies del pontífice. Ha sido señalada (Angelini 1998; Neri 2004) (Montanari 1997). En la estampa figura el retrato del cardenal Pas-
la enorme semejanza de la figura de esta estampa y la escultura de cual de Aragón y, por debajo, la dedicatoria en una cartela sostenida
Alejandro VII (1663-64) en el Duomo de Siena, realizada por Anto- por ángeles, situados en un edículo abierto, con columnas y retro-
nio Raggi (1663) según diseño de Bernini. Pero si la alegoría men- pilastras en su parte central y pilastras que soportan un entablamen-
cionada tiene todo el sentido en un libro dedicado a la escultura y to semicircular en la parte posterior.
152 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
35/36 Anónimo italiano La idea de realizar una escultura ecuestre del monarca francés surgió
próximo al taller de Gian Lorenzo Bernini en París durante la estancia de Bernini en 1665 (Chantelou [1665]
2001), cuando realizó el busto del rey. La memoria de la de Constan-
tino destinada a la Scala Regia, que el artista había retomado en 1662
35 Vista lateral de la escultura ecuestre (véanse cat. 31,32 y 33), estaba muy próxima y la intención de levan-
de Luis XIV tar un monumento heroico y colosal, aunque de distinto carácter, se
hizo evidente a partir de 1669, cuando el artista dio comienzo a los
36 Vista trasera de la escultura ecuestre trabajos. Como él mismo señaló en diciembre de ese año, se trataba
de Luis XIV de representar a un triunfal Luis XIV en actitud de majestad y man-
ca. 1673 do, frente a la sorpresa sagrada y conmovedora de Constantino ante
la presencia en los cielos del signo de la cruz.
Pluma, tinta parda y aguada con toques de clarión,
490 x 371 mm y 488 x 375 mm Así, entre 1669 y 1673, la escultura estaba casi terminada, habiendo
Edimburgo, Scottish National Gallery, William Findlay Watson sufrido algunos cambios significativos tanto en la montaña de rocas
Bequest, 1881, inv. d3208 y d3207 originaria que debía ocupar virtuosamente y en majestad Luis XIV,
INSCRIPCIÓN
como nuevo Hércules o nuevo Alejandro, como en el propio rostro
En cat. 35: «Scala di Palmi n.º 17 Romani» y «Scala di Piedi del rey y en la incorporación bajo el caballo de trofeos y banderas,
n.º 12 di Francia» recuerdo de su victoria sobre Holanda en 1672. De esos cambios
BIBLIOGRAFÍA
existen pocos testimonios, pero fundamentales, en el célebre
Wittkower (1966) 1990, p. 296; Andrews 1968, pp. 18-19; Berger modelo de terracota (fig. 22) de la Galleria Borghese (1669-70)
1981, p. 239; Avery 1997, fig. 359; Weston-Lewis 1998, pp. 144-45; —que guio, desde el comienzo, los trabajos en la escultura de los
Montanari 2003, pp. 407-9 discípulos de la Academia de Francia en Roma tal como había
acordado Colbert con Bernini, que se reservaba el rostro y el repa-
so final de toda la obra—, así como en el bellísimo dibujo de pre-
Los dos dibujos conservados en Edimburgo son, sin duda, obra sentación del Museo Civico de Bassano, realizado en 1672-73, que
de un discípulo o colaborador italiano de Bernini y representan incorpora las banderas y trofeos comentados, dispuestos en forma
fielmente el estado de la estatua ecuestre de Luis XIV tal como cilíndrica. Entre ambos modelos, la terracota y el dibujo, el rostro
se encontraba en el taller del escultor en 1673, prácticamente del rey ha cambiado, de desafiante y serio en la primera, a sereno,
terminada. Los dibujos son una especie de retrato fiel de la obra triunfal y sonriente en el segundo.
con el fin, posiblemente, de documentarla e informar al ministro
Jean-Baptiste Colbert (1619-1683), como responsable del encargo, Mientras Bernini introducía estos cambios —tan criticados en la cor-
de los detalles de la misma. Y no cabe duda de que ofrecen una te de París que, cuando llegó la escultura, el propio Luis XIV quiso
información preciosa sobre la evolución del proyecto que, como destruirla—, Colbert le reclamaba dibujos precisos y exactos para
es sabido, no estuvo acabado definitivamente hasta 1677, aunque comprobar el estado de la estatua ecuestre y es posible, como ha sido
permanecería aún muchos años en Roma, pues hasta 1684 no fue señalado, que los dibujos, no proyectivos, de Edimburgo respondan
embarcado, sin mucha convicción, con destino a París. a esta concreta petición, siendo realizados a la vista del estado casi
acabado de la obra en 1673, lo que los convierte en un testimonio de
La historia del encargo, sus complejos significados y su triste y primera importancia de cómo era incluso la expresión del rey, sobre
simbólica fortuna en la corte del Rey Sol —transformado todo conocida la posterior y triste fortuna parisina del grupo, conver-
Luis XIV en Marco Curcio en 1688 por obra de François Girardon tido Luis XIV en Marco Curcio y todo el empeño heroico y virtuoso,
y convertido el grupo, ya desposeído de su sentido originario, en lectura política y simbólica de la majestad del Rey Sol, en simple
una mera, aunque colosal, escultura de carácter ornamental y ornamento de los jardines de Versalles. Pero, por otra parte, este cam-
situada no en un lugar emblemático, como estaba previsto, sino bio abre significados inéditos en la escultura que, disponible y desnu-
en un rincón apartado de los jardines de Versalles— ha sido da de sus primeras intenciones, podía acoger cualquier rostro, como
narrada y analizada en numerosas ocasiones (Wittkower 1961; ocurriría con el de Carlos II en 1680 (cat. 39), en una concepción
Berger 1981; Lavin 1987; Hogg 1989; Herrmann-Fiore 1998). académica de una obra que nació con otras aspiraciones.
153 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
CAT. 35
CAT. 36
37 Gian Lorenzo Bernini braba no sólo la paz entre España y Francia, sino, sobre todo, la
recuperación de las buenas relaciones entre la Iglesia y Francia.
Fuegos artificiales para celebrar Sin embargo, los cambios iconográficos que fueron realizados en
la Paz de Aquisgrán la máquina pirotécnica son reveladores de las tensiones que se
1668 escenificaban en Roma. Las relaciones conservadas del aconteci-
miento, muchas de ellas escritas por diferentes corresponsales
Tinta y aguada sepia, 289 x 215 mm diplomáticos, describían el aparato efímero de Bernini como un
Windsor Castle, The Royal Collection/HM globo terráqueo suspendido en el aire, de más de veinte metros de
Queen Elizabeth II, rcin 905585 altura, con llamas por debajo y coronado por la figura del papa
BIBLIOGRAFÍA
entronizado, de la Iglesia triunfante, a cuya autoridad las alegorías
Brauer y Wittkower 1931, p. 139, lám. 173b; Blunt y Cooke 1960, de la Guerra y de la Victoria, con sus atributos de armas y palmas,
p. 27, n.º 64; Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78, vol. i, reconocían su acatamiento. Rodeada la máquina efímera de antor-
pp. 242-43; Worsdale 1978, pp. 464-66; Zangheri 1985, pp. 114-15; chas, fue incendiada, salvándose de las llamas sólo el Mundo y la
Fagiolo dell’Arco 1997, pp. 458-60; Fagiolo 1997, vol. i, figura de la Iglesia, representada en la del pontífice.
pp. 100, 214; Gigli 1999a, pp. 423-24; Gigli 1999b, pp. 425-26;
Fagiolo 2004b, pp. 12-14
Esta descripción y la iconografía de la máquina pirotécnica, situ-
ada entre las dos fuentes de la Piazza Farnese, coincide en todos
La firma de la Paz de Aquisgrán, estipulada entre Francia y España los relatos conocidos (Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78;
el 2 de mayo de 1668 bajo los auspicios del papa Clemente IX Worsdale 1978; Zangheri 1985) y también con un dibujo de Pierre
Rospigliosi (1667-69), que había sido nuncio apostólico en Paul Sevin de 1668 (Estocolmo, Nationalmuseum). Sin embargo,
Madrid entre 1644 y 1653, no sólo puso fin a la invasión francesa de Bernini, autor de todo el teatro de fuegos artificiales y alego-
de los Países Bajos, sino que con ella el papa buscaba, también, rías políticas y religiosas, se conserva este dibujo que comenta-
reconstruir la Liga Católica contra la amenaza turca sobre Candía. mos —previo al de Sevin, que coincide con lo representado— en
En cualquier caso, estas excusas, y otras muchas, como las fiestas el que las alegorías de la Victoria y de la Guerra han sido sustitui-
y ceremonias religiosas con arquitecturas efímeras, así como con das por las de España y Francia, protagonistas del tratado de paz,
los propios edificios y esculturas monumentales de la ciudad, que ofrecen sus coronas al árbitro supremo de la Iglesia, entroni-
servían en Roma, como escena de un teatro que era el mundo, zada con los atributos del pontífice que la gobierna. No cabe
para representar visualmente las estrategias de poder de las duda de que el dibujo de Bernini debió de constituir la primera
monarquías nacionales y de la propia Iglesia, pugnando, con intención iconográfica y simbólica del artista, aunque, como ha
inequívocas intenciones propagandísticas, por fijar visualmente supuesto Marcello Fagiolo (Fagiolo 2004b), no es inverosímil que
su hegemonía, real o simbólica. el cambio de las figuras protagonistas fuera debido a una imposi-
ción del mismo duque de Chaulnes que, obviamente, no deseaba
Es este el caso de la extraordinaria fiesta organizada el 27 de junio ver la imagen de la Monarquía Hispánica frente al palacio de la
de 1668 frente al Palazzo Farnese de Roma por el embajador fran- embajada de Francia, aunque fuera en una máquina efímera.
cés, XIV duque de Chaulnes, para celebrar la mencionada firma
de la Paz de Aquisgrán, no sin antes haber destruido en el mismo En cualquier caso, la Iglesia y el pontífice aparecen triunfantes y
lugar, a finales de mayo, la tristemente famosa pirámide levantada pacificadores frente a la guerra y las naciones, ante los cuatro ele-
en 1664 después del tratado de Pisa y que conmemoraba, de mentos del fuego, el aire, la tierra y el agua, todos puestos en esce-
manera humillante, la derrota de Alejandro VII y la exaltación na, como era propio de Bernini, en el teatro urbano de la Piazza
de Luis XIV (Fagiolo dell’Arco y Carandini 1977-78). La fiesta cele- Farnese, escenario simbólico de la Monarquía Francesa en Roma.
156 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
38 Gian Lorenzo Bernini y taller El proyecto representado en este diseño, posiblemente de mano,
en colaboración con Bernini, de Carlo Fontana, es un dibujo de
Proyecto para el monumento a Felipe IV presentación de la idea con la que el artista respondió al encargo
en Santa Maria Maggiore de Roma del monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore, del que
ca. 1664-65 existe una variante en la Galleria degli Uffizi (fig. 43), estudiados
ambos en este mismo catálogo por Marcello Fagiolo y Fabio
Pluma, tinta y aguadas, 420 x 270 mm Colonnese. Se fecha en 1664-65, cuando el Capítulo Liberiano
Ciudad del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana, de la basílica de Santa Maria Maggiore formaliza, a través del
Chig.p.vii.10.pt.a., fol. 45r embajador español Pedro Antonio de Aragón, que lo fue entre
INSCRIPCIÓN
1664 y 1666 (Carrió-Invernizzi 2008), el encargo a Bernini, aunque
«Desig.o del Deposito da farsi a S.ta / Maria Mag.re del Re di ya antes su hermano, el cardenal Pascual de Aragón, como anterior
Spag.a / del Bernino» embajador ante la Santa Sede entre 1662 y 1664, había mantenido
contactos con el artista con el fin de realizar el citado monumento.
BIBLIOGRAFÍA
158 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
DETALLE CAT. 38
Con ese trasfondo político, en el que Francia y España resolvían en 1654, a Bernini de la escultura ecuestre de Constantino para el
muchas de sus confrontaciones y formas de propaganda en el esce- interior de San Pedro, posteriormente, entre 1660-61, destinada por
nario que Roma y la Iglesia brindaban en difícil equilibrio de apoyos, Alejandro VII, con la de Carlomagno, al pórtico de la basílica vati-
con la protección expresa de la primera a la basílica de San Giovan- cana, situando la primera en el ceremonial y simbólico espacio de la
ni in Laterano y la de la Monarquía Hispánica a la de Santa Maria Scala Regia (véanse cat. 31,32 y 33), construida entre 1663 y 1666. En
Maggiore, la idea de conseguir una mayor presencia simbólica en este simbólico cabalgar de príncipes o monumentos a monarcas por
Roma hizo plantear, con mayor o menor fortuna, una verdadera gue- las basílicas de Roma, cabe recordar el polémico proyecto (1660-61)
rra de estatuas (Bodart 2007) en espacios privilegiados de la ciudad. de Mazzarino para reordenar, con una prodigiosa escalera, el acceso
De hecho, la presencia de la estatua de Enrique IV (1605-6) en San a la iglesia de la Trinità dei Monti, en la que habría de disponerse
Giovanni in Laterano, obra de Nicolas Cordier, estimuló la idea de una monumental escultura ecuestre del rey francés, con Elpidio
hacer otro tanto con la figura de Felipe IV en la Basilica Liberiana. Benedetti y Bernini tras la idea, que fue rechazada por Alejandro VII
Tampoco debe olvidarse la iniciativa de Inocencio X con el encargo, (Marder 1980 y 1984; Krautheimer 1987; Kieven 2006).
160 CATÁLOGO | III. ARTE, RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
Es en este contexto polémico de confrontaciones políticas y sim- collar de la orden del Toisón de Oro, proclamando así no su des-
bólicas entre España, Francia y Roma en el que cabe inscribir el cendencia de los emperadores del Sacro Imperio Romano, sino
monumento a Felipe IV en Santa Maria Maggiore, diseñado por de la Casa de Habsburgo, a la que pertenecía.
Bernini que, elocuentemente, estuvo tras casi todos los proyec-
tos mencionados, unas veces al servicio del papado, otras al de Las fechas, entre 1664 y 1665, durante la embajada de Pedro
Francia o España, con extraña y difícil habilidad cortesana. Y es Antonio de Aragón, en las que debió concretarse el proyecto de
expresivo de esta situación el hecho de que en una hoja con unos Bernini, pensado para el extremo izquierdo del pórtico de Santa
bocetos para la Scala Regia —que estaba construyendo en ese Maria Maggiore, simbólicamente próximo a la Porta Santa de la
momento—, en su verso, aparezcan otros ágiles apuntes de Ber- basílica, fueron fundamentales para fijar definitivamente el ambi-
nini (fig. 61) con la figura aislada del rey representado como cioso proyecto, en el que Bernini creó un espacio teatral y arqui-
emperador, lo que era insólito en la iconografía ceremonial de tectónico, iluminado por un potente foco de luz, en el que el
Felipe IV, y el que fueran realizados precisamente durante la recuerdo de la Scala Regia y de otras capillas anteriores, como la
embajada del cardenal Pascual de Aragón, cuyas relaciones con Raymondi o la Cornaro, vienen inmediatamente a la memoria.
el cardenal Sforza Pallavicino y, por tanto, con Bernini debieron La particular escenografía arquitectónica, en un espacio aboci-
de ser de cierta proximidad. Es más, se recordará cómo, en 1661, nado que obligó, como han revelado Fagiolo y Colonnese en
Giovanni Antonio Borboni había dedicado su berniniano tratado pp. 60-61 de este catálogo, a un peculiar uso de lo oblicuo en la
Delle statue (cat. 34) al cardenal, con un frontispicio alegórico de disposición de los capiteles de las columnas pareadas, acomodan-
la escultura en la tarea de esculpir el retrato de Alejandro VII. En do el rigor canónico de los órdenes para dar respuesta a un esce-
el tratado, buena parte de las estampas representaban la galería nario simbólico al servicio de Felipe IV, fue una extraordinaria
de pontífices, emperadores y generales del Palazzo dei Conserva- invención que, al final, no fue construida. Como es sabido,
tori en el Capitolio, destacando entre ellos, por su proximidad y Lucenti fundió la escultura entre 1664 y 1666, pero su ubicación
ademanes a la posterior de Felipe IV, la dedicada a Carlo Barbe- definitiva conoció avatares diversos, incluyendo un proyecto, en
rini (1630), realizada en autoría compartida por Bernini, que 1691, de Mattia de’Rossi (Ostrow 1991), discípulo de Bernini, que
esculpió el retrato, y Algardi, que hizo otro tanto con brazos y tampoco fue realizado, pasando por su instalación decorosa, en
piernas, completando así un torso que se creía representaba a 1692, en el interior de la basílica, en el vestíbulo de la sacristía,
Julio César. Ostrow (1991) realizó una magnífica lectura iconográ- hasta que, en 1743, después de la reforma de Ferdinando Fuga de
fica e iconológica de la peculiar vestimenta de Felipe IV, incluida la fachada de la basílica, encontró su disposición definitiva en el
la presencia, en su apariencia de sereno emperador romano, del extremo contrario del pórtico (fig. 1).
161 CATÁLOGO | III. ARTE , RELIGIÓN Y POLÍTICA. BERNINI Y ESPAÑA DURANTE LOS PONTIFICADOS DE ALEJANDRO VII Y CLEMENTE IX
39 Gian Lorenzo Bernini bronce es más que probable, conocidas, además, las relaciones que
mantuvo con Bernini y con algunos de sus colaboradores más
Escultura ecuestre de Carlos II próximos, incluidos los hijos de Giovanni Paolo Schor, Filippo
1680 y Cristoforo (Strunck 2008; Frutos 2009); además de haberle en-
cargado una réplica de la Fontana dei Quattro Fiumi, hoy en los
Bronce dorado, 41 x 49 x 19 cm jardines de Blenheim Palace, del duque de Marlborough (fig. 26).
Brentwood, Tennessee, Colección particular
Se ha intentado explicar este encargo de Carpio a Bernini en tér-
INSCRIPCIÓN
«Carolvs II Hispaniarvm et India/rvm minos internos hispánicos (Pascual Chenel 2012), incluso como un
rex an. MDCLXXX aetat. svae XIX» conflicto directo, para conseguir el favor de Carlos II, entre Gaspar
de Haro y el conde de Santisteban, virrey de Sicilia entre 1678 y
PROCEDENCIA
1687 y promotor, en las mismas fechas, de la monumental escultu-
Colección del marqués del Carpio
ra ecuestre de Carlos II en Mesina, obra de Giacomo Serpotta
BIBLIOGRAFÍA (1680). Y cabe recordar, lo que ha pasado desapercibido, que en el
Cacciotti 1994, p. 189; Fagiolo dell’Arco 2002, pp. 120-23; inventario de los bienes de Santisteban figuraba un dibujo «de
Montanari 2003, pp. 403-14; Del Pesco 2004, pp. 313-24;
Constantino a caballo original del Bernino de tres quartas de alto
Frutos 2009, pp. 401-3; Ribot 2009, p. 355; Pascual
Chenel 2012, pp. 165-80
y media vara de ancho» (Lleó 2000). Sin embargo, el hecho de
que, estando aún el monumental grupo marmóreo de Luis XIV
en el estudio de Bernini, el marqués del Carpio y el artista convi-
Este precioso bronce, fechado en 1680, fue dado a conocer por nieran en realizar el bronce que me ocupa debe ser entendido en
Fagiolo dell’Arco (2002) y Montanari (2003) cuando aún se encontra- términos no sólo de ambiciones propias comprensibles exclusiva-
ba en el mercado anticuario. Ambos estudiosos coincidieron en iden- mente en claves nacionales internas, sino que cabría ser explicado
tificarlo como una versión diminuta de la colosal escultura ecuestre con un significado político europeo, además de implicar ajustes de
de Luis XIV, convertida después, en 1688, en Marco Curcio y casi cuentas simbólicos del viejo artista con Francia, que no sólo no
olvidada en los jardines de Versalles (véanse cat. 35 y 36). Ese víncu- acababa de recoger la monumental escultura ecuestre de Luis XIV,
lo, más que evidente, con la estatua de Luis XIV realizada por Ber- sino que las críticas francesas a su obra ya le habían llegado. Así,
nini entre 1669 y 1677, aunque casi terminada en 1673, a la que para en efecto, el hecho de que, estando aún en Roma la escultura de
esta ocasión se cambia el rostro del jinete heroico y se añade la fecha Luis XIV, el embajador español y el propio artista le cambiaran, en
de 1680, año en el que el artista fallecía, les hizo, razonablemente, 1680, el rostro por el de Carlos II tiene un significado más profundo
proponer la autoría de aquél, lo que a todas luces resulta verosímil, e intenso que la posterior banalización de Girardon al convertir a
a tenor también de la calidad de la fundición y de los detalles. Luis XIV, en una cita erudita, en Marco Curcio.
Un encargo semejante al artista, al final de su vida y de tales carac- Cabe recordar que quizá no era la primera vez que Bernini, como
terísticas —piénsese que se trataba de convertir a Luis XIV en en secreto, proyectaba una escultura ecuestre de un monarca espa-
Carlos II, lo que no es un asunto menor en las guerras históricas y ñol, como parece ser que hizo para Felipe IV (García Cueto 2005).
metafóricas, resueltas entre esculturas en el escenario de Roma, La realizó en 1661, aunque no haya rastro de esa pequeña escultura,
entre ambas monarquías (Bodart 2007 y 2009)—, posee, sin duda, coincidiendo, precisamente, con los cambios en el Constantino de
algo de provocación. Si a este hecho unimos la evidencia, ya men- la Scala Regia (véanse cat. 31, 32 y 33) y con el proyecto, de 1660-61,
cionada por Fagiolo y Montanari, de que en la colección del mar- del cardenal Mazzarino y Elpidio Benedetti, con Bernini en la som-
qués del Carpio, embajador en Roma entre 1677 y 1682, figuraba, bra, para la escalera de la Piazza di Spagna (fig. 23), presidida por
desde 1682 y hasta su muerte en 1687, una escultura ecuestre de una escultura monumental de Luis XIV y rechazada, obviamente,
Carlos II (Cacciotti 1994; Frutos 2009; Pascual Chenel 2012), la semejante propuesta por Alejandro VII y por la Monarquía Hispá-
posibilidad de que don Gaspar de Haro encargase el pequeño nica (Marder 1980 y 1984; Krautheimer 1987; Kieven 2006).
162 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
40 Juan Carreño de Miranda pintor, ha sido revisada no hace mucho por Portús (2013), datán-
AVILÉS, 1614 / MADRID, 1685 dolo hacia 1680. Y se trata de una cuestión nada menor en este
contexto, no sólo por las relaciones que el rey, mediante sus
Carlos II embajadores en Roma —especialmente el marqués del Carpio,
ca. 1680 que lo fue entre 1677 y 1682—, mantuvo con Bernini y con el
taller de los Schor (Sladek 1999; Strunck 2008; Frutos 2009),
Óleo sobre lienzo, 75 x 60 cm sino por coincidir, de manera muy significativa, con el rostro
Madrid, Museo Nacional del Prado, p-648 que presenta su escultura ecuestre —en bronce dorado y ver-
PROCEDENCIA
sión rectificada y fascinante de la de Luis XIV— que aquí se
San Ildefonso, Segovia; Museo del Prado expone (cat. 39).
BIBLIOGRAFÍA
Este magnífico retrato de Carlos II debe ser posterior, por sus ras-
Pérez Sánchez 1985, p. 187; Pérez Sánchez 1986, n.º 61;
Rodríguez G. de Ceballos 2000, p. 106; Morán Turina 2003,
gos fisonómicos, al imponente, también de Carreño, con Carlos II,
pp. 65-68; Pascual Chenel 2010, p. 402; Portús 2013, n.º 28 como gran maestre de la orden del Toisón de Oro (Rohrau, Schloss
Rohrau, Graf Harrach’sche Familiensammlung), fechado, sin duda,
en 1677. Se trata de un dato que, como sugiere Portús, permite
El retrato de Carlos II (1661-1700) pintado por Juan Carreño de fechar el del Museo del Prado hacia 1680, lo que coincidiría,
Miranda no sólo es expresivo y magnífico, mostrando las excep- sabiendo de la producción de réplicas y copias que este tipo de
cionales cualidades del pintor como autor de retratos, sino que, pinturas conocía para difundir la figura del monarca, con la ima-
en su tipología de medio cuerpo recuerda, qué duda cabe, al de gen del rey en el bronce mencionado. Melancólico, ensimismado,
Felipe IV, su padre, pintado por Velázquez en 1654 (cat. 18) o en ausente, silencioso, distante, el Carlos II de Carreño del Prado es
la versión de 1656 (Londres, National Gallery), reproducida heredero del Felipe IV de Velázquez. El primero aprendió la lec-
en la Descripción breve del Monasterio de S. Lorenzo el Real del ción del magisterio del segundo, sin ser su discípulo estricto, dan-
Escorial (1657) de Francisco de los Santos y grabada por Pedro do pasos de calidad tan excepcionales que hacen inconfundible
de Villafranca, el mismo que grabó, en 1654 y para la misma su pintura y magníficos sus retratos, en especial este tan mínimo
publicación, el Cristo crucificado cuando aún estaba en el Pan- y ausente de retórica que, como se decía de Velázquez y de Berni-
teón del monasterio (fig. 55). Se trata del mismo Felipe IV que, ni, más parece el retratado el personaje real, que su presencia
según Jerónimo de Barrionuevo en sus Avisos (1893), se emocio- misma. No es imposible que una de las verosímiles réplicas y
nó en 1656 en el Panteón escurialense, teniendo como testigo copias que pudieron hacerse de este retrato de Carlos II (Pascual
simbólico al Cristo de Bernini, aún no trasladado a la sacristía Chenel 2010) llegara a la Roma del último Bernini, en tiempos del
del Colegio escurialense, lo que ocurriría en 1659: «Su Majestad marqués del Carpio, a quien se debe el encargo de la escultura
—escribe Barrionuevo— ha venido muy melancólico y mesura- ecuestre mencionada.
do del Escorial [...] estuvo el rey en el panteón de rodillas, dos
horas, sin querer almohada, arrimado al nicho donde se ha de Es cierto que a Bernini no le complacía, sintiéndose incómodo,
enterrar en El Escorial, a puerta cerrada, de donde salió con los como le confesara a Chantelou en 1665, hacer retratos, ni tan
ojos encarnizados de llorar, y cada uno como un puño» (Morán siquiera ecuestres, usando de pinturas ajenas, pero muy posible-
Turina 2003). mente las circunstancias, en este caso, le obligaron a ello, man-
teniendo así una metafórica batalla final con la Francia de
La importancia del bellísimo retrato de Carlos II, que hasta Luis XIV, cuya corte había despreciado su colosal retrato a caba-
tiempos recientes se fechaba hacia 1685, al final de la vida del llo del monarca galo (Bodart 2007).
164 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
41 Giovanni Battista Foggini el Señor Rey Don Carlos Segundo (que estta en gloria) a cauallo
FLORENCIA, 1652-1725 Con espada baston Y banda todo de bronçe dorado y tasado por los
dichos plateros y escultor en çinco mill doblones».
Carlos II a caballo
1698 Como vemos en el inventario, la pieza original era un espléndido
monumento en miniatura ricamente decorado, en el que los cua-
Bronce dorado, 66 x 27,5 x 60 cm (sin el pedestal) tro cautivos encadenados de las esquinas simbolizaban la Herejía.
Madrid, Museo Nacional del Prado, e-261 Comprobamos también que, aunque sólo habían transcurrido tres
PROCEDENCIA
años, ya se había olvidado el nombre del escultor. El incendio
Colección Real, regalado en 1698 a Carlos II por Giuseppe que sufrió el Alcázar en 1734 dañó el dorado del caballo y el jine-
Archinto, nuncio papal en Florencia te (que se han restaurado para esta exposición) y destruyó la base
de ébano, aunque en el inventario de la corona de 1789-90 reapa-
BIBLIOGRAFÍA
Venturi 1937, fig. 371; Niño 1945; Lankheit 1953, pp. 190-91;
recen dos elementos de la decoración original, dos figuras de
Weihrauch 1956, pp. 180-83; Lankheit 1962, pp. 78-80, figs. 113, negros cautivos (es evidente que las otras dos no sobrevivieron).
115, 117; Montagu 1974, cat. 39, 40c; Neerman 1974, cat. 22; Sabemos que en 1789 las dos figuras se estaban restaurando, pero
Fernández Bayton 1975-85, p. 150; Watson 1983, pp. 187-225; una tuvo que descartarse (Fernández Miranda 1988-91) y la otra,
Brook 1986; Fernández Miranda 1988-91; Brook 1996; Coppel en buen estado de conservación según el documento, desapareció
1998, pp. 132-33, cat. 41 (con bibliografía anterior); Mack- posteriormente, aunque Weihrauch (1956, p. 182) señaló que
Andrick 2005, pp. 155-56, figs. 31, 64-65; Gasparotto 2006;
podría ser la que muestra una fotografía publicada por Venturi
De Luca 2006; Montigiani 2006, pp. 279-80; Zikos 2006, p. 282,
(1937, fig. 371), en la que se asignaba a los fondos del Prado. Este
cat. 66; Montigiani 2007, pp. 172-73; Brook 2008, pp. 45-49;
Brook 2012, pp. 167-71 cautivo no ha vuelto a aparecer y, por tanto, la información de
Venturi no puede confirmarse. Es probable que los bronces origi-
nales estuvieran recubiertos de un barniz marrón que haría refe-
Según la Vita de Giovanni Battista Foggini que escribió Francesco rencia al origen étnico de los esclavos.
Saverio Baldinucci (transcrita en Lankheit 1962, pp. 233-38), en
1698 el nuncio papal en la corte florentina, monsignor Giuseppe Niño atribuyó el retrato ecuestre a Bernini, pero Lankheit (1953,
Archinto, le encargó al escultor una pieza que pensaba regalar pp. 190-91) se lo asignó a Foggini por su relación con otro bronce
a Carlos II de España. Baldinucci la describe como una estatuilla ecuestre de pequeño tamaño conservado en Múnich que repre-
dorada que era un retrato ecuestre del propio monarca, «vestita senta al emperador José I de Austria (ca. 1706; De Luca 2006) y
all’eroica», con el caballo «in parata di corvetta», sobre un pedestal que es similar a nuestra pieza en todos los aspectos salvo en la
de ébano decorado en sus cuatro esquinas con unos resaltes en los fisonomía (Weihrauch 1956, cat. 229-31). Como dio a conocer
que había otros tantos esclavos sentados. Lankheit (1953, p. 190) Weihrauch (1956, p. 181), en un inventario de 1751 de la galería
identificó el Carlos II a caballo del Prado con la obra encargada por del Elector Palatino de Dusseldorf se describe la estatuilla del
Archinto y consideró como estudio preparatorio para ella un dibujo emperador como realizada por «Eugius» (Foggini) y decorada en
de Foggini que se encuentra en Dresde y que representa un monu- su base, perdida, con cuatro prisioneros encadenados. En un
mento ecuestre con cuatro esclavos encadenados en las esquinas inventario posterior del castillo de Mannheim, fechado en 1780,
(1962, p. 78, fig. 113). Este diseño, que sigue siendo la mejor indica- se dice que las figuras representan los cuatro continentes. Sólo
ción que tenemos de la idea original del escultor para el pedestal dos de ellas se conservan hoy, en Múnich, y se asemejan sobre-
perdido, se asemeja claramente al del desaparecido monumento manera a dos de los Moros colosales que realizó Pietro Tacca para
ecuestre de Enrique IV de Francia que realizó Giambologna entre el monumento a Fernando I de Médicis erigido en Livorno (1617-
1604 y 1614 (Watson 1983, Mack-Andrick 2005). 24/26; Brook 2008). Uno de los dos cautivos perdidos del retrato
ecuestre de Múnich se identificó en 1974 (Montagu 1974, cat.
Montagu y Coppel Aréizaga resumen la historia del Carlos II a caballo, 40c) y reapareció en Inglaterra en 2009 (fig. 62). Su diseño es
y la segunda reproduce la entrada correspondiente del inventario similar al de otro de los Moros de Tacca, aunque los rasgos se han
post mórtem de Carlos II (1701-3) publicada por Fernández Bayton: occidentalizado para representar a Europa y unos abundantes
«Una peana de ebano quadrada prolongada Con resaltos en las rizos reflejan la influencia de Bernini. Con respecto al cuarto
esquinas de cosa de tres quartas de alto adornada con quattro esclavo utilizado por Foggini en sus dos retratos ecuestres, en el
figuras en las esquinas de todo Relieue de bronze dorado que Museo Richard-Ginori della Manifattura di Doccia se conserva
representan la Herejia Con cadenas Y dos escudos, el Vno de la un modelo en cera (Brook 2012, pp. 169-71, fig. 12), pero no se ha
fachada principal de Vna piel de Leon Con letrero Y Vn muchacho encontrado por el momento ninguna versión en bronce.
Con Una Corona y en el ottro del testero Un muchacho Con Vn
letrero Y en los Costtados dos tarjetas de trofeos de Guerra y ençi- El aspecto juvenil que tiene Carlos II en la obra de Foggini que
ma de dicha Peana Un Cauallo de cosa de tres quartas de largo y analizamos parece indicar que la fisonomía procede de los estudios
166 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
que había hecho el escultor anteriormente, en 1676 y estando en de Augusto el Fuerte, elector de Sajonia (Lankheit 1962, fig. 14;
Roma, para un retrato ecuestre de gran tamaño del monarca Neerman 1974, cat. 22), encargo que tampoco llegó a realizarse.
español. La corte de Madrid le había pedido ese monumento a
Cosme III de Médicis, gran duque de Florencia, en marzo de En el contexto florentino, vemos que el caballo de Foggini respon-
1676 (Brook 1996), y Cosme le había ordenado a Ferdinando de a un modelo totalmente nuevo, aunque en la postura en corve-
Tacca, a la sazón su primer escultor e ingeniero, que realizara el ta sigue la tradición de estatuillas ecuestres iniciada por Pietro
encargo. Cosme reclamó asimismo, como ayudantes de Tacca, a Tacca con su retrato de Luis XIII de Francia de la segunda década
Foggini y otro escultor, Carlo Marcellini, que estaban estudiando del siglo xvii (Montigiani 2006) y, de hecho, se ajusta más que
en la Academia que el Gran Ducado tenía en Roma. En el mis- ningún otro al diseño de Tacca. También aquí el bien adiestrado
mo mes de marzo se empezó a trabajar en el proyecto, y se con- animal realiza esta acción clásica de la doma con elegancia y con
serva una carta del 18 de abril siguiente en la que Cosme ordena el decoro que exige un monarca de la gran dinastía Habsburgo. El
a los dos estudiantes que dibujen y modelen caballos mientras cuerpo pequeño y delgado de Carlos II necesitaba de un caballo
esperan a regresar a Florencia (Brook 1996, p. 125, doc. 9). Apar- robusto pero de dimensiones relativamente modestas y, al acen-
te del dibujo de Dresde al que ya hemos hecho referencia, hasta tuar la musculatura, el escultor logró que la superficie dorada
el momento no se ha identificado ningún otro de Foggini que emitiera leves y agradables reflejos. La crin, ondulante y sin recor-
esté relacionado con el monumento de 1676. Para los rasgos de tar, puede compararse con la de un modelo posterior de Pietro
Carlos II es muy probable que Foggini se basara en un retrato Tacca, de 1619-21 (Montigiani 2007), el de su pequeño retrato
del monarca que llegó a Florencia en 1676 (probablemente de ecuestre de Emanuele Filiberto, duque de Saboya, donde las
mano de Carreño, pintor del rey) para que lo utilizaran los escul- vibrantes siluetas de la crin y la cola infunden energía a los volú-
tores que trabajaban en el proyecto (Brook 1996, p. 123, doc. 2). menes relativamente planos del animal.
Afectado por los cambios políticos que por entonces se produje-
ron en Madrid, el proyecto se abandonó en junio de ese mismo Donde Foggini se aleja de Tacca es en lo que aprendió en Roma
año. Mucho después, en 1722-23, Foggini realizó unos estudios del monumento ecuestre de Constantino el Grande que realizó
de un caballo en corveta para un retrato ecuestre monumental Bernini para la Scala Regia del Vaticano (fig. 21). El atuendo a la
romana del rey español y sus paños al viento recuerdan a los del
modelo all’antica de Bernini, mientras que el caballo planta fir-
memente las patas traseras en el suelo para impulsar el cuerpo
hacia arriba. Junto con la luz que atrae el modelado de la muscu-
latura, el animal resulta así más dinámico y barroco que el mode-
lo de Tacca para el duque de Saboya (cuestión que se amplía en
Gasparotto 2006). Comprobamos así lo distinto que habría sido
el caballo de Foggini, si se hubiera realizado el encargo, del gran
modelo que concibió Tacca para su monumento a Felipe IV de
España realizado entre 1634 y 1640 (Brook 1986), majestuoso ani-
mal de enorme grupa y crin y cola en cascada de imposible y
teatral longitud. En su último caballo, Tacca acusa también la
influencia de la Roma de Bernini, aunque moderada por los retra-
tos ecuestres de Velázquez.
168 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
42 Anónimo final de Bernini, sino para poner en relación la decoración de las
exedras laterales con la tumba de Alejandro VII en San Pedro del
Planta y alzados de la capilla Poli Vaticano (1671-78) y, lo que es especialmente revelador, con las
en San Crisogono de Roma exedras laterales del pórtico de Santa Maria in Via Lata (1658-62)
de Pietro da Cortona (1596-1669).
en Álbum de dibujos de arquitectura
de Roma Estos y otros datos les permitieron datar la capilla Poli entre 1677
ca. 1676 y 1680, aunque los trabajos decorativos en ella, pinturas y escul-
turas, realizados por miembros de su taller, se prolongaron hasta
Álbum de 42 hojas con varios dibujos a lápiz, pluma, tinta un poco después de su muerte. Las pinturas fueron realizadas por
sepia y aguadas grises o tinta negra, alguno con tinta rosa, Giacinto Gimignani (1606-1681) y su hijo, Ludovico Gimignani
505 x 345 mm
(1643-1697), y las esculturas con los retratos de Fausto y Gauden-
Madrid, Colección Juan Bordes, Mss. 79
zio Poli son obra de Giulio Cartari (1641-1699), brillante discípulo
INSCRIPCIÓN
y colaborador de Bernini en sus últimos años, como ha documen-
«Settembre 1676. Ornato di una Capella,
tado recientemente Curzietti (2008). Del primero es el fresco en
disegno del Cav Bernino nella Chiesa
la cúpula con la Santísima Trinidad en gloria (de fecha imprecisa
detta S. Crisogono in Trastevere...»
entre 1677 y 1680) y, del segundo, la pintura del altar mayor, con
BIBLIOGRAFÍA el Ángel custodio (1680-81), hoy desaparecida pero que puede
Inédito. Bordes (en prensa); Rodríguez Ruiz (en prensa) observarse en la estampa de Specchi.
El proyecto de Bernini para la capilla Poli en la basílica de San Si los pagos a los pintores y al escultor se fechan a partir de 1679, lo
Crisogono en Roma ha recibido poca atención por parte de los cierto es que las obras para la reforma de la capilla debieron de
historiadores. Además de algunas publicaciones monográficas comenzar antes y por iniciativa de un sobrino del cardenal Fausto Poli,
sobre el conjunto basilical, sobre la capilla sólo Maurizio y Sisinio Poli, del que el propio Bernini hiciera, ya en 1638, un magnífi-
Marcello Fagiolo se detuvieron, aunque fuera brevemente, en su co retrato a carboncillo, sanguina y albayalde (Nueva York, Pierpont
clásica monografía sobre Bernini (1966), para confirmar, entre otras Morgan Library [Sutherland Harris 2007]), confirmando así una vieja
cuestiones, la ausencia de documentación sobre el proyecto. Seña- relación con la familia, muy próxima a Urbano VIII y los Barberini.
laban que, casi contemporáneamente a su realización, Filippo Titi,
autor de un importantísimo y afortunado Studio di pittura, scultura De hecho, la capilla reformada por Bernini era oratorio de la Con-
e architettura nelle chiese di Roma, publicado en su primera edición fraternità del Santissimo Sacramento y Sisinio Poli debió de encar-
en 1674, mencionaba que el proyecto de la capilla y el diseño de las garle su remodelación como capilla familiar después de la muerte
tumbas del cardenal Fausto Poli (1581-1653) y Gaudenzio Poli de su tío. En todo caso, en el extraordinario y anónimo Álbum de
(1607-1679) eran de Bernini, aunque no lo hiciera hasta la tercera dibujos de arquitectura de la Colección Juan Bordes, con la repre-
edición de 1686 (Titi [1676] 1987). Por otra parte, reproducían los sentación de edificios y ornamentos de la Roma renacentista y,
dos grabados de Alessandro Specchi para la magnífica empresa sobre todo, barroca, de Miguel Ángel a Bernini, Borromini, Rainaldi
editorial de Domenico de Rossi, Studio o Pietro da Cortona, aparece el testi-
d’Archittetura Civile, publicada en monio de la planta de la capilla y el
Roma, en tres volúmenes (1702, 1711 y alzado del altar y de la parte izquierda
1721) (Antinori 2013), que representa- que habría de cobijar el retrato de
ban fielmente la capilla. Fausto Poli, obra de Cartari. Además
de tratarse de dibujos de una altísima
Las estampas, cuidadísimas y en pro- calidad, lo más apasionante es que
yección ortogonal, con la planta y el fueron realizados, como en un viaje o
alzado del altar mayor de la capilla y retrato arquitectónico de la Roma
con la planta y alzado del lado lateral Moderna, entre la primavera y el otoño
izquierdo de aquélla, correspondiente de 1676, ya que muchos de ellos están
a la tumba de Fausto Poli, se editaron fechados (Rodríguez Ruiz [en prensa]).
en el segundo volumen de 1711 (láms. En el caso de los relativos a la capilla
13 y 14). Estos escuetos pero impor- Poli, aquí reproducidos, el nivel de deta-
tantes testimonios, especialmente las lle del levantamiento da idea de que
láminas de Specchi, les sirvieron a los para esa fecha de 1676 la arquitectura
Fagiolo no sólo para confirmar la estaba realizada y no se trataba solo de
importancia de la capilla en la obra Fig. 63 Capilla Poli en San Crisogono, Roma
la copia de un proyecto.
170 CATÁLOGO | IV. UN EPÍLOGO DE LEYENDA. LOS AÑOS FINALES DE BERNINI Y SU RELACIÓN CON ESPAÑA
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183 BIBLIOGRAFÍA
índice onomástico Los números de página en negrita
remiten a las fichas del catálogo, y
elaborado por Francisco Javier Tapiador los números en cursiva a las ilustraciones
Abbatini, Guido Ubaldo: 18, 106-08, 122, 126, Baldinucci, Filippo: 13, 14, 18, 20, 21, 28, 30, 38, Baldaquino de San Pedro: 21, 34, 134, 140
127 43, 76, 78, 81, 82, 85, 88, 90, 94, 96, 104, 106, Boceto del escudo sostenido por ángeles de la
Asunción de la Virgen: 127 108, 113, 114, 122, 136 tumba del papa Urbano VIII en San Pedro
Vista de la capilla Cornaro en Santa Maria della Vita del cavaliere Gio. Lorenzo Bernino: 90, del Vaticano: 25, 29
Vittoria: 106 94-95 Boceto para la escultura ecuestre de Constanti-
Aelst, Nicolas van: 63 Baldinucci, Francesco Saverio: 166 no: 148-49
Santa Maria Maggiore: 63 Bandinelli, Baccio: 150 Boceto para la escultura ecuestre de Luis XIV:
África: 120 Baratta, Francesco: 63, 122 22
Albert d’Ailly, Charles d’; véase Chaulnes, duque Río de la Plata: 122 Busto de Luis XIV: 50, 52, 134
de San Francisco: 63 Campanario de San Pedro: 21, 25, 73, 94, 100,
Albertoni, Ludovica: 68 Bárbara, santa: 53 104, 108, 136
Alburquerque, duque de; véase Fernández de la Barberini, academia: 16, 18, 20, 86 Capilla Alaleona: 108
Cueva, Francisco Barberini, Antonio: 25, 82, 85, 98, 114 Capilla Cornaro: 13, 14, 15, 25, 63, 66, 70, 102,
Aldobrandini, familia: 85 Barberini, Carlo: 150, 161 104, 106-07, 108-09, 110, 124, 127, 142, 144,
Alejandro Magno: 18, 54, 96, 153 Barberini, familia: 20, 21, 23, 25, 98, 106, 130, 138, 170 147, 161
Alejandro Severo, emperador romano: 46 Barberini, Francesco: 16, 86, 130, 144 Capilla de san Domenico: 65, 66, 67, 68, 69
Alejandro VII, papa (Fabio Chigi): 21, 22, 25, 34, Barberini, Maffeo; véase Urbano VIII Capilla Raymondi: 18, 19, 45, 63, 65, 67, 106,
36, 38, 42, 52, 54, 56, 59, 62, 65, 88, 102, 113, Barbieri, Giovanni Francesco; véase Guercino, 127, 147, 161
114, 116, 120, 121, 128, 130, 132, 134, 136, 138, Giovanni Francesco Barbieri Caricatura del cochero del duque del Infantado:
140, 142, 144, 150, 152, 156, 160-62, 170 Baron, Jean: 70 29, 124
Alfarano, Tiberio: 144 Barozzi, Jacopo; véase Vignola Carroza para el rey de España: 38, 41
Algardi, Alessandro: 14, 17, 25, 114, 150, 161 Barriére, Dominique: 55 Cátedra de san Pedro: 57, 73
Altieri, Emilio; véase Clemente X Fiesta de la Resurrección en la Piazza Navona Cristo crucificado: 25, 28, 34, 113-15, 116, 118,
Amberes: 71 con motivo del Año Jubilar de 1650: 55 142, 164
América: 46, 71, 120 Barrionuevo, Jerónimo de: 164 Cuatro miembros de la familia Cornaro: 110
Ana Margarita Teresa de Austria, infanta de Avisos: 164 David: 17, 78, 82, 88, 150
España: 25, 28, 54, 72, 124 Bartoli, Daniello: 16, 80 David como guerrero: 88
Andrés, san: 68 La ricreatione del savio in discorso con la Natu- Decoración para la capilla Pio en Sant’Agostino:
Ángel, san: 68 ra e con Dio: 16 126-27
Aníbal: 54 Bassano: 153 Ecclesia triumphans: 54
Aniello d’Amalfi, Tommaso; véase Masaniello Beaufort, duque de (Francisco de Bourbon-Ven- Eneas y Anquises: 76, 82
Aniene, río: 47 dôme): 52 Escultura ecuestre de Carlos II: 20, 162-63
Apeles: 104 Béjar, duquesa de: 140 Escultura ecuestre de Constantino: 13, 36, 37,
Apoteosis de Claudio: 50, 51, 52, 118, 121 Bellori, Giovanni Pietro: 14, 94, 150 44, 45, 58, 59, 62, 73, 142-49, 153, 160, 162,
Aragón, Diego de; duque de Terranova: 113, 114 Vite de’ pittori, scultori e architetti moderni: 150 168
Aragón, Pascual de: 36, 120, 121, 148, 150, 152, 158, Benavente, condes de: 34 Estatua ecuestre de Luis XIV: 20, 38, 39, 57, 62,
161 Benavides y Pacheco; Francisco de; véase Santis- 90, 94, 96, 147, 148, 153-55, 162
Aragón, Pedro Antonio de: 36, 38, 120, 158, 161 teban, conde de Vista lateral de la escultura ecuestre de
Aranjuez: 121 Benedetti, Elpidio: 38, 39, 56, 65, 160, 162 Luis XIV (taller): 153-155
Ararat, monte: 49 Proyecto para la escalera de la Piazza di Spagna Vista trasera de la escultura ecuestre de
Archinto, Giuseppe: 166 en Roma con la escultura de Luis XIV: 39 Luis XIV (taller): 153-155
Arco, duque del: 116 Benedicto XIV, papa (Prospero Lorenzo Lamber- Estudio de cabeza de santa Teresa: 110
Ariccia: 69, 130, 132 tini): 17 Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Collegiata dell’Assunta: 132 Benignidad, alegoría de la: 54 no en la Scala Regia: 36
Palazzo Chigi: 132 Bernini, Domenico: 13, 14, 18, 20, 21, 28, 30, 38, Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Santa Maria dell’Assunzione: 132 76, 81, 82, 85, 88, 90, 94, 96, 104, 106, 108, 113, no en la Scala Regia del Vaticano: 144-47
Arpino, Cavalier d’: 106 114, 122, 136, 148 Estudio para la escultura ecuestre de Constanti-
Arquitectura, alegoría de la: 96 Vita del cavalier Gio. Lorenzo Bernino: 20, 25, no en el interior de la basílica de San Pedro
Ars moriendi: 80 78, 82, 85, 90, 94, 124 del Vaticano: 142-43
Asia: 46, 120 Bernini, Gian Lorenzo: Estudio para la estatua de Felipe IV en Santa
Augusto, emperador romano: 52, 64, 73 Ángel con el sudario y los dados: 69 Maria Maggiore: 158
Augusto el Fuerte, elector de Sajonia: 168 Anima beata: 28, 30, 32, 43, 45, 76-81 Estudios para la Fontana dei Quattro Fiumi: 48
Austria, dinastía: 113, 118, 121 Anima dannata: 18, 28, 30, 33, 43, 45, 76-81, Éxtasis de santa Teresa: 13, 25, 34, 63, 70, 78,
Azzolino, Decio: 94 88, 96 90, 104, 106, 108, 124
Azzolino, Giovan Bernardino: 80 Apolo y Dafne: 25, 82, 150 Éxtasis de santa Teresa (terracota): 110-12
Autorretrato: 16, 20, 86-87 Fiera (comedia): 55
Baco: 64 Autorretrato como David con la cabeza de Fontana di Trevi (comedia): 14, 25
Baldi, Lazzaro: 73, 150, 152 Goliat: 17, 78, 88-89, 96 Fontana dei Quattro Fiumi: 13, 20, 25, 27, 29,
Aparición de la Virgen a santa Rosa de Lima: 73 Autorretrato dibujando: 18, 96 34, 38, 45, 48, 49, 52-54, 56, 57, 70, 71, 90,
Carlo Barberini: 152 Autorretrato maduro: 16, 18, 86 102, 104, 106, 108, 118-20, 121-23, 124, 142,
Visión de Cristo como cantero: 73 Autorretrato melancólico: 86 150, 162
Baldi, Pier Maria: 118 Beata Ludovica Albertoni: 70 Fontana della Barcaccia: 45
COMISARIO EDICIÓN
Delfín Rodríguez Ruiz Área de Edición del Museo Nacional del Prado
Francisco J. Rocha
COORDINACIÓN
Lucam
DISEÑO DE LA IMAGEN GRÁFICA
El Taller de GC ENCUADERNACIÓN
Ramos
P R O D U C C I Ó N D E L M O N TA J E
C U B I E R TA
PÁGINA 11
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