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Familia
Alicia Cornador - 26/05/2020 11:06
26/5/20
Tema : Familia
Luego están el rol materno y el rol paterno. Ambos roles familiares dependen mucho
del entorno cultural. Sin embargo, hay algunos elementos que son comunes en
prácticamente todas las culturas.
El rol paterno, por su parte, media en esa díada madre-hijo, expandiendo los límites
de este último y señalando los límites de lo permitido.
Los otros dos roles familiares son el rol fraternal y el rol filial. El primero es el que se
da entre hermanos y cumple la función de sentar las bases para una relación
cooperativa entre pares. El segundo corresponde al vínculo que los hijos establecen
con sus padres y tiene que ver con el respeto a las jerarquías y la internalización del
sentido de autoridad.
Los roles familiares decisivos son los que ejercen los padres. Primero el rol
conyugal y luego el rol como madre o padre. Todos estos roles están muy
relacionados entre sí. La función paterna, o rol paterno, establece la prohibición
normativa. El padre es ese tercero que regula esa simbiosis de madre e hijo. “Salva”
al hijo, por así decirlo, de que quede confinado al universo materno exclusivamente.
Actualmente hay una gran devaluación de la palabra y el rol paterno. Un padre que
no está, o que ejerce su papel de forma débil o seductora, lleva a una gran dificultad
en los hijos para definir lo permitido y lo prohibido, lo lícito y lo proscrito. A los hijos
de este tipo de padres les cuesta mucho saber dónde está el límite.
Esto no los exime de grandes, y a veces diarios, problemas entre hermanos y padres
biológicos. En las familias ensambladas, los hermanos pueden tener historias
distintas y haber crecido en hogares con valores y costumbres muy dispares, hechos
que causan tensiones durante la convivencia.
Existe un mito en las familias ensambladas y es que la pareja del padre o madre
tiene que querer a los hijos de su pareja actual. Esto puede causar mucha culpa.
Sostenemos que no es obligación quererlos pero si respetarlos y mantener una
relación cordial. Cuanto más chicos son los niños es más fácil ensamblarlos, ya que
se acostumbran a los cambios con más facilidad que los hijos adolescentes.
Los miembros de la nueva pareja tienen que tener muy claro las reglas de la nueva
familia, transmitirlas a los hijos y preocuparse por su cumplimiento.
Los hermanos son influenciados por los vínculos de los adultos, entre sí y con sus
respectivos ex. Cuando esas relaciones son teñidas de desvalorización, quejas,
celos y demandas imposibles de cumplir, los hijos naturalizan ese estilo de vida.
Esto significa que copian conductas sin tener consciencia de las mismas. Es así que
la convivencia se hace muy difícil.
Otro punto importante a tener en cuenta, es que la pareja tiene que saber negociar
entre ellos para evitar continuos roces y peleas.
Otro tema a tener en cuenta es que cuando los hijos que viven en otra casa vienen al
hogar, quieren compartir con sus padres biológicos y no necesariamente con las
parejas de los mismos. Es importante permitir esos encuentros íntimos donde las
parejas actuales, a veces, no encuentran su lugar y por lo tanto transmiten
incomodidad. No están obligados a salir o a estar largas horas juntos con los hijos
de la familia anterior de su pareja; los chicos captan esa incomodidad y se sienten
no queridos y, a veces, hasta rechazados.
Las segundas parejas tienen que llegar a acuerdos muy claros antes del ensamblaje.
De lo contrario no serán exitosas. La negociación entre los adultos es clave para la
convivencia.