Leyenda escandinava
‘Brita y las
Nornas
ene
or
Hace mucho, pero mueho, mucho tiempo, en Es:
cendinavia vivian las nornas.
Tas nornas eran una viejecitas que sabian todo
Jo que hay que saber.
Las nornas tenfan su casita entre las raices de un
ran Grbol Meno de ramas y de hojas. Este arbol
Gra un fresmo y muchos eiervos iban alli a comer
‘sud brotes verdes,‘Las viejecitas no solo cuidaban del fresno, Tam-
bién hilaban ¢ hilaban. Hilaban un hilo, que era
cl hilo de Ia vida de In gente, de toda la gente.
Y mientras hilaban el hilo de la vida de cada
uno, metfan en el hilo las cosas que a ea’
Je iban a suceder: los juguetes que le regalari
Jos cuentos que iba a escuchar... El perro y el
Las nornas regaban el fresno para que nunca se
seeara, con un agua mAgiea, que seeaban con sus
jarros de una fuente también mégica,
‘Toda Ia gente de Rscandinavia sabia que si el
fresno se seeaba, el mundo se iba a exer, porque
de alguna manera el arbol sostenfa el mundo con
sus ramas fuertes. Pero las nornas, de noche y de
ia, cuidaban de él, le daban de beber el agua de
Jn fuente magica, y el &bol crecfa.caballo que uno tendria euando fuera grande, y
mchas cosas més, eomo los animales que iba a
azar en el bosque y los peligros que podia correr.
Y asi, hilando e hilando, las nornas eneerraban en
su hilo todo to que iba a pasar en la vida de cada
nifio que naefa, todo lo bueno y todo lo malo.
Una vez, en casa de unos rieos campesinos, llega
ron dos mellicitos. Una nifia, Brita. Y un nifio,
Gustavo.
Era easi de noche cuando Hlegaron las nornas. Lle-
garon todas menos una, Y probaron los dulees y
Ins tortas, y después entraron en Ia pieza donde
dormfan los pequefios, que estaba alumbrada sola-
mente con dos velas; una al Indo de eada euna.
ornas se acercaron a la cuna de Brita y le
dijera
—Te daremos un ofdo fino, fino, Para que entien-
das cuando hablan los animales.-Y te daremos este
anillito de oro, para que cuando quieras puedas
volverte pequefia como 61. Y también te daremos
Los papés y los abuelos de los mellizos prepa:
raron dulees ¥ tortas para recibir a las nornas,
porque las viejecitas siempre visitaban a los re.
cién nacidos y les trafan sus regalos.estas agujas, que tejen
Jana,
‘Asf las nornas dieron sus preciosos regalos a Bri-
‘a, Ia nifia, Pero cuando se iban a aéercar a la
‘euna de su hermano, de pronto se abrié la puerta
Ja piedra como si fuera
xy entré Ia norma que faltaba.
{No me han esperado para probar los dulees!
grits muy ofendida—. {Y ahora veriin qué voy
a hacer!
‘Las otras nornas consiguieron rodear la enna de
Brita, y esconderla, Pero no aleanzaron a escon-
El ganso soguia a Bri
con ella. Y euando
ita por toda la easa y jugaba
— los barriles de vino,
para epee ¥ corns y cori, y legs a tiempe
ara apagar la ilama
ela de la cinta azul
‘que la eriada acereaba a la
der Ia cuma de Gustavo, su hermano mellizo. En-
tonees, Ia tltima noma se acereé a Gustavo y,
sefialando con el dedo Ia vela que alumbraba Ia
una, exelamé:
Cuando se termine esta vela, se aeabard In vida
de este nif!
Y se fue, sin esperar a sus hermanas.
La mamé de los mellicitos se eehé a Morar, pero
Ja més aneiana de Jas nornas tomé Ia vela y la
pags.
Mientras nadie la encienda —dijo—, la vela no
se consumiré.Asf Brita, que entendia el lenguaje de los anima-
Jes, salvé In vida de su hermano por primera ver.
La mami de los mellicitos ya no guandé Ia vela
dentro del areén. La escondié detris del gran re-
oj que estaba en el eomedor, donde ereia que na-
die la podsfa encontrar
Pasé el tiempo. Y legé Ja nieve y se fue. ¥ los
‘xboles se Henaron de flores y volvieron los péija-
0s. ¥ entonces, los mellieitos, Brita y Gustavo,
‘cumplieron seis afios.
Ese dia el abuelo le regalé a Gustayo un cinturén
de euero. ¥ la abuela le dio a Brita un dedal de
plata,
Una tarde en que Brita, descansando en su silla,
ccosfa. y cosia, el dedal de plata se le escaps y
rod6 debajo del aparador.
Cuando Brita se ineliné para levantarlo, oy6 emo
Aehajo de las tablas del piso un ratén le decia a
otro ratén:
—Mira lo que llevo — para la comida de nuestro
vey — una riea vela blanea — atada con una ein-
ta azul,
Brita emperé a temblar y ansiosamente buse6 por
todo el piso ta entrada al reino del rey ratén, Y
corri6 unasilla, y empujé un aredn. ;Y al fin des-
=—
eulié la puerta pequeita por donde pasaban los
servidores del rey!
Pero mirando y mirando la puerta, Brita vio que
apenas era més alta que su dedal.
Entonces la nitfa le dijo a su anillito de oro>
—Anillito de oro de las nornas buenas, quiero ser
tan chiquita como ti,
Asi, Brita, la melliza de Gustavo, se volvi6 chi-
| quita, ehiquita, y-pasé la puerta y entré en el
reino del rey Faién,=
En el reino del rey ratén, las calles estaban casi
orcuras, Brita eché a andar entre las casitas de
los ratones y vio que unas eran solo tazas rotas
dadas vuelta, otras viejos platos de madera y al
guna, un gorro de Jana con un pompén.
‘Anduvo 1m poco mix y vio una casq més. alta que
las otras, un castillo de tres pisos hecho com una
hota deseosida. Dos soldados ratones custodiaban
la entrada y Brita comprendié que al fin estaba
frente a Ia easa del rey.
‘Mirando y mirando, no tard6 en deseubrir, a un
castado del castillo, un carrito armado con una
ipa y dos botones’ que le servian de ruedas. Y
extendfa lejos, lejos... Brita tenia miedo de avan-
‘ar, pero asi y todo avanzé, empujando el carrit
entre las sombras. one
Y caminé y caminé, y al fin, vio en el fondo del
corredor un boquete por donde entraba la luz. Por
el boquete, Brita salié con su carrito, se encontré
en el granero de su casa, leno de granos y leno)
de sol.
Entonces le dijo al anillito;
‘~Anillito de las nornas buenas, quiero erecer.
Y crecié, y apretando contra su pecho la vela de
In cinta azul, corrié a busear a su mamé.
rnirando tn poco amis, vio sobre el carrito, como
cn un eandelero... la vela blanca de la einta
azul!
Brita corrié y, pasando frente a los soldados que
cuidaban la puerta, se acered al carrito, lo empujé
‘on todas sus fuerzas, haciéndolo rodar, y empu-
jjindolo, earrié y corrié hasta que vio un agujero
‘oscuro entre Ins casitas y entré.
Fl agujero era la entrada de un eorredor que seAst, Brita, que podia hacerse pequefita pidiéndolo
al anillo de oro, salvé la vida de su hermano, por
segunda vez. 4
nada porque a las nornas nada se les puede decir,
Pero aunque la viejecita miré por todos lados y’
revis6 hasta las tablas del piso, apenas se fij6 en
el techo, porque mo imaginaba que Ia vela de la’
¢inta azul pudiera estar alli, dentro de una media
de piedra, colgando de un ganchito de oro,
Y In norna se fue y no volvié nunea més.
Gustavo crecié, fue un muchacho rubio, después un |
hombre fuerte y mis tarde un viejecito de barba
blanea’ con muchos nietecitos sobre las rodillas.
Porque Brita, con sus agujas que tejfan la piedra
como si fuera lana, le habia salvado la vida por
Y In nieve volvi6 ¥ se fue y los Arboles florecie-
ron y Hlegé el fa en que los mellizos cumplitian
fiete aos.
Hea maiflana Brita se desperté muy temprano, ‘To-
dos dormfan en la casa, y ella se puso a escuchar
‘los pajaritos que eantaban en la ventana. Y en-
tonces o¥6 que Tos pajaritos deeian:
Ta norma vendré & eneender Ia vela — para que
Ja vela se consuma — la busearé por toda Ia easa
— ‘dentro de lot muebles — detrés de las puer-
tas — buscar la vela de la cinta azul.
Brita se ealz6, se visti, y se trensé lon cabellos
rubios, pero entretanto no dejaba de pensar:
—4Dénde esconderé la vela de la cinta anul, para
que la norna no pueda encontrarlat
Entonces se acordé de las agujas que tejian la
Piedra como si fuera lana. Y las fue a buscar. Y
también trajo una piedra grande del camino, y
tefi6 y tejid. Tofis una media de piedra, metié Ia
vela dentro, y después cerré Ia media muy bien.
En seguida hizo un ganchito con su anillito de
ore, y eon él, eolgé del techo la media de piedra.
Poco después Hegé la noma y golpes In puerta,
y todos la fueron a recibir, porque a las nornas
no ge las puede dejar afuera, Y la noma abrié
Jos armarios y hurgé en los eajones y corrié la
mesa y espié detris del reloj. Y nadie le dijo