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Contexto histórico y campos en los que se ha ejercido la argumentación

Inicios de la argumentación

Todas las ciencias humanas tienen sus mitos fundadores.

Los de la argumentación se remontan al siglo V a. C. Sicilia estaba gobernada por los tiranos
Gerón y su sucesor, Gelón I, quienes llevaron a cabo expropiaciones masivas de terrenos para
repartirlos entre soldados mercenarios. En el 467 a. C., una insurrección derrotó a la tiranía y los
propietarios reclamaron sus tierras e iniciaron una serie de procesos, de juicios, para recuperarlas.
En este momento, Corax y Tisias compusieron el primer “método razonado” para hablar ante el
tribunal, en otras palabras, el primer tratado de argumentación, un resumen de los mejores
argumentos para encarar los procesos y salir airosos.En lo judicial, entonces encontramos los
primeros esfuerzos por sistematizar el discurso argumentativo.

Algunos de los problemas centrales de la teoría de la argumentación están presentes también en


el relato sobre sus orígenes:

El acuerdo entre Tisias Y Corax

Tisias era discípulo de Corax y ambos habían llegado a un acuerdo. Corax enseñaría sus técnicas a
Tisias y éste le pagaría los honorarios a su maestro según los resultados que obtuviera: si Tisias
ganaba su primer proceso, pagaba; si perdía, no pagaba nada. ¿Qué hizo Tisias cuando terminó sus
estudios? Le inició un proceso a su maestro diciendo que no le debía nada. Si lo ganaba, según el
veredicto de los jueces, no le debía nada. Si lo perdía, según el acuerdo con Corax, tampoco le
debía nada. En ninguno de los dos casos tendría que pagar a su maestro. ¿Qué hace Corax? Corax
retoma el discurso de Tisias palabra por palabra, pero invirtiéndolo, construye un contradiscurso,
trabaja el argumento de Tisias a la inversa: si Tisias gana el proceso, según el contrato establecido
previamente, tiene que pagar, y si pierde, de acuerdo con la ley, también tiene que pagar.

Otro momento muy importante en la historia del discurso argumentativo es la aparición de los
sofistas, entre el siglo V y principios del IV a. C., que desarrollan en Atenas las enseñanzas de
Corax y Tisias. Protágoras, uno de los principales sofistas, trabaja un concepto clave. La antítesis,
como idea fuerza de la argumentación, es decir, la técnica de la contradicción. Protágoras muestra
así cómo un mismo argumento puede tratarse desde distintos puntos de vista y la relatividad, la
opinabilidad de las cuestiones humanas.

Protágoras sostiene que la excelencia del decir tiene, en sí misma, una eficacia demostrativa capaz
de transformar el discurso más débil en el más potente. En Grecia, se hacían competiciones
retóricas, concursos de virtuosismo argumentativo, basados en el uso de las técnicas de
Protágoras. Estos usos indignaban a los enemigos de los sofistas, en especial a Platón, que les
reprochaba no buscar la verdad, sino limitarse a poner en dificultades al adversario haciendo
evidentes las debilidades internas de su argumentación. Platón condenaba la retórica de los
sofistas, a la que entiende como un mero ejercicio formal de persuasión, que no repara en los
temas sobre los que se aplica, dedicaba a “distraer” a la multitud mediante la seducción de su
elegancia y de sus sonoridades. Con Platón, la episteme (la ciencia) predomina sobre la doxa (la
opinión); la certidumbre de la verdad sobre la mutabilidad de lo opinable. La posición antisofística
de Platón actúa en el fondo de todas las críticas posteriores a la retórica, de todas las
desconfianzas y prejuicios sobre los que se fundan las acepciones negativas del término: es un
artificio y por lo tanto un engaño, opuesta a lo sincero y espontáneo; por la persuasión (que es lo
contrario de la violencia y la imposición), el más astuto manipula el consenso; está dirigida a las
masas y, como el conocimiento requiere del diálogo, de la dialéctica, no sirve para conocer.

Aún hoy, el término “retórica” mantiene una carga peyorativa (“esto es pura retórica”; “no me
vengas con retórica”; “con la retórica no arreglamos nada”). Sin embargo, la retórica se está
sacando de encima esta valoración negativa y está siendo revalorizada en las modernas teorías de
la argumentación, a la par que se rescata a los sofistas por sus aportes. Un resumen de la postura
de los sofistas se encuentra en la famosa frase “El hombre es la medida de todas las cosas”; sólo
existen verdades parciales, útiles para cada circunstancia. Los sofistas refinan el arte de la oratoria,
que después será sistematizado por otros autores, desde Aristóteles en adelante. A este arte –que
para Aristóteles es una tejnése lo llama “retórica” y sistematiza los recursos para hablar en público
y también para argumentar. La gran sistematización aristotélica de la retórica tiene, como eje
principal, una teoría de la argumentación. Resumiendo: el lenguaje y las técnicas argumentativas
nacen ligados a las prácticas judiciales. Es la elaboración de formas racionales de prueba y
demostración y también un arte de persuadir y convencer.

Los campos en los que tradicionalmente se ha ejercido la argumentación son:

- El de la deliberación política (género deliberativo, que discute sobre lo útil y lo dañoso), que
evolucionó hasta la propagando ideológica;

- El del tribunal (género judicial, que trabaja sobre los conceptos de lo justo y lo injusto);

-El campo de la excelencia y la reprobación (género epidíctico discute sobre lo bello y lo feo);

-El de la demostración (género didáctico). El cristianismo agregó la exhortación religiosa y la época


contemporánea, los géneros mediáticos y la publicidad.

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