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PROPIEDAD INTELECTUAL
Para dar una idea del amplio campo de actuación que tienen estos bienes inmateriales,
protegidos por las leyes que estudiaremos, mencionaremos al derecho de autor que se aplica
a la música, la literatura, la pintura, la escultura, entre otros.
Los bienes inmateriales, de esencial importancia en los contratos analizados en este módulo,
se caracterizan por emerger de la creación humana y carecen de sustancialidad o materia. Esa
inmaterialidad se transformará en materialidad sólo al momento en que se plasmen en algún
elemento, a través de una impresión, edición o cualquier otro medio que lo haga reproducible,
siendo justamente a partir de este momento donde se viabiliza su explotación comercial. Con
la explotación comercial, surge la necesidad de proteger la obra intelectual, para que sea
oponible a terceros, que pueden fácilmente copiarla y obtener beneficios ilegítimos.
Es allí donde llega en auxilio nuestro ordenamiento jurídico brindando un amplio marco
normativo de protección, en el que encontramos al derecho de propiedad cuyo interés de
protección es el uso de la obra y la exclusión de terceros a través de su oponibilidad. A su vez,
en el derecho de propiedad, podemos distinguir dos ámbitos específicos de aplicación:
• El de la propiedad industrial
• El de los derechos intelectuales
dentro del ámbito de estudio en que nos encontramos, existen dos esferas de igual
importancia, que conviven y son reconocidas por el derecho. Una de ellas relacionada con el
ámbito no económico o extra patrimonial; y la otra, por el contrario, relacionada con la faz de
la explotación económica o patrimonial. Vale destacar que es justamente ésta última la que
puede recaer en objeto de algún contrato.
haremos un paréntesis para mencionar la repercusión que ha tenido la nueva regulación del
Código Civil y Comercial respecto a la materia bajo estudio, en lo que refiere a la calificación de
los bienes cuando el titular de la obra intelectual ha contraído matrimonio. La solución que
adopta el nuevo artículo 499 del Código Civil y Comercial unificado, prevé como novedad la
atribución preferencial al autor de los bienes amparados por la propiedad intelectual o
artística, con cargo de pagar en dinero la diferencia al otro cónyuge o a sus herederos. Claro
está, que si la obra intelectual fue producida con antelación a la celebración del matrimonio,
encuadrará en la categoría de bienes propios.
Se presume, excepto prueba en contrario, que son gananciales todos los bienes existentes al
momento de la extinción de la comunidad. Respecto de terceros, no es suficiente prueba del
carácter propio la confesión de los cónyuges. Para que sea oponible a terceros, el carácter
propio de los bienes registrables adquiridos durante la comunidad por inversión o reinversión
de bienes propios, es necesario que en el acto de adquisición se haga constar esa
circunstancia, determinándose su origen, con la conformidad del otro cónyuge. En caso de no
podérsela obtener, o de negarla éste, el adquirente puede requerir una declaración judicial del
carácter propio del bien, de la que se debe tomar nota marginal en el instrumento del cual
resulta el título de adquisición. El adquirente también puede pedir esa declaración judicial en
caso de haberse omitido la constancia en el acto de adquisición.
La Ley N° 11.723, en su artículo 1, define a la obra intelectual diciendo: “es toda producción
científica, literaria, artística o didáctica, sea cual fuere el procedimiento de reproducción.”
Debemos aclarar que para que nuestro ordenamiento jurídico ampare una determinada obra,
basta con que ésta no sea una copia de otra y que, además, importe una construcción
intelectual significativa. La novedad implicará que estamos frente a un invento, y de ello podrá
resultar su patentabilidad, pero para lograr el amparo de la ley no es requisito.
el artículo 1 de la ley 11.723 expresa: Son obras dignas de protección para nuestro derecho: los
escritos de toda naturaleza o extensión, las obras científicas, literarias, artísticas o dramáticas,
las composiciones musicales o dramáticos musicales, las obras cinematográficas,
coreográficas, dibujos, pinturas, esculturas, arquitectura; modelos artísticos; impresos, planos
y mapas; fotografías, imagen fotográfica, bases de datos, entre otras.
Adentrándonos en el ámbito del derecho de autor, podemos afirmar que quien ha producido
la obra, o la ha creado, tiene derecho a su titularidad. A su vez, los derechos que emanan de la
titularidad de la obra son transmisibles por actos inter vivos o mortis causa; es decir, a través
de un contrato a todo aquel que, con autorización del autor, traduzca, refunde, adapte,
modifique o transporte la obra; o bien, en caso de muerte de su titular (autor), a sus
herederos. Este derecho de autor en cabeza del o de los titulares de la obra comprende la
posibilidad de disponer de la misma, en distintas formas, ya sea publicándola, ejecutándola o
exponiéndola en general al público. Asimismo, comprende el derecho a enajenarla o adaptarla,
y es por intermedio de esta facultad que el autor podrá contratar libremente, aprovechando la
faz patrimonial del derecho bajo estudio.
• Excluir a todo aquel que intente o pretenda utilizar su obra con fines comerciales.
• Impedir que la obra se modifique, en cuanto a sus aspectos sustanciales.
• Tiene el derecho de editar la obra, poniéndola a disposición del público.
• Explotar la obra en cualquier forma.
• Modificar la obra, por ejemplo, para insertarla en algún mercado específico.
• Disponer de la obra, ya sea de manera gratuita u onerosa, a su criterio.
La totalidad de los derechos que acabamos de referir, forman parte de la faz económica o
patrimonial y, por lo tanto, son libremente transmisibles.
La propiedad intelectual sobre las obras corresponde a los autores durante su vida y a sus
herederos o derechohabientes hasta setenta años contados a partir del 1 de enero del año
siguiente al de la muerte del autor. En los casos de obras en colaboración, este término
comenzará a contarse desde el 1 de enero del año siguiente al de la muerte del último
colaborador. Para las obras póstumas, el término de setenta años empezará a correr a partir
del 1 de enero del año siguiente al de la muerte del autor. Un caso que puede presentarse y
que está contemplado en la ley, es el del autor que fallece sin dejar herederos, y se declara
vacante su herencia. Los derechos que a aquél correspondiesen sobre sus obras pasarán al
Estado por todo el término de ley, sin perjuicio de los derechos de terceros.
Respecto de los derechos de los herederos o derechohabientes, la ley prevé que éstos no
podrán oponerse a que terceros reediten las obras del causante cuando dejen transcurrir más
de diez años sin disponer su publicación. Tampoco podrán oponerse los herederos o
derechohabientes a que terceros traduzcan las obras del causante después de diez años de su
fallecimiento. En estos casos, si entre el tercero editor y los herederos o derechohabientes no
hubiera acuerdo sobre las condiciones de impresión o la retribución pecuniaria, ambas serán
fijadas por árbitros. La propiedad intelectual que recae sobre obras anónimas pertenecientes a
instituciones, corporaciones o personas jurídicas, dura cincuenta años contados desde su
publicación. Cualquiera puede publicar con fines didácticos o científicos, comentarios, críticas
o notas referentes a las obras intelectuales, incluyendo hasta mil palabras de obras literarias o
científicas u ocho compases en las musicales y, en todos los casos, sólo las partes del texto
indispensables a ese efecto.
Para asegurar la protección de la Ley argentina, el autor de una obra extranjera sólo necesitará
acreditar el cumplimiento de las formalidades establecidas para su protección por las leyes del
país en que se haya hecho la publicación. La protección que la Ley argentina acuerda a los
autores extranjeros no se extenderá a un período mayor que el reconocido por las leyes del
país donde se hubiere publicado la obra. Si tales leyes acuerdan una protección mayor, regirán
los términos de la Ley argentina vigente.
Nada impide que el autor o sus derechohabientes puedan enajenar o ceder total o
parcialmente su obra. Esta enajenación es válida sólo durante el término establecido por la ley
y confiere a su adquirente el derecho a su aprovechamiento económico sin poder alterar su
título, forma y contenido. Pero, atento hemos referido anteriormente, aunque el autor
enajenare la propiedad de su obra, conserva sobre ella el derecho a exigir la fidelidad de su
texto y título, en las impresiones, copias o reproducciones, como asimismo la mención de su
nombre o seudónimo como autor.
Los bienes inmateriales pueden ser definidos por contraposición a los bienes materiales, como
aquellos que carecen de materia. Sin embargo, pueden adquirir materialidad cuando se
incorporan a una obra, sea a través de su impresión, representación, etc., que permiten su
reproducción. Entonces, mientras los bienes inmateriales son la creación del intelecto
humano, la obra es la materialización de esa creación. Es aquí donde nace el interés de su
protección por la ley, para evitar que los autores del bien inmaterial o intelectual puedan ver
menoscabado su derecho sobre la obra en la cual se concreta su creación.
b) el derecho personal basado en el contrato que se celebre sobre ella, el que sólo puede
intelectual;
Resulta aplicable la ley 24.481, modificada por la ley 24.572 de patentes de invención y
modelos de utilidad, la 22.362 de marcas y designaciones comerciales, y el decreto 6673/63 de
modelos y diseños industriales, secreto (ley 22.802).
Los derechos intelectuales: se aplica la ley 11.723, y el Derecho común (art. 12, ley 11.723), así
como: la Convención para la Protección de las Obras Literarias y Artísticas, de Berna, 1886,
ratificada por ley 17.251; la Convención Universal sobre Derechos de Autor, de Ginebra,
ratificada por decreto-ley 12.088/57; la Convención sobre Protección de Artistas Productores
de Fonogramas (ley 23.921); el Registro Internacional de Obras Audiovisuales (ley 24.039), y el
Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio, ratificado por ley 24.425.
La protección del derecho de autor se origina con la creación de la obra, sin necesidad de otra
formalidad, verbigracia, sin necesidad de su registro. Este último viene a asegurar al autor de
la obra su exclusividad y, por ende, le permite hacer cesar su utilización sin su autorización.
existe una cierta confusión terminológica entre las expresiones derecho de autor, derechos
intelectuales, obra intelectual, propiedad intelectual, todo lo cual se corresponde con
diversas posturas doctrinarias cuyo tratamiento excede este trabajo. Para nuestros fines, es
suficiente con señalar que la ley protege el derecho de autor, y que éste tiene dos aspectos:
uno vinculado a los elementos extrapatrimoniales, y otro a su explotación económica. Este
último aspecto permite que sea objeto de los contratos. Añade a ello que “la propiedad
intelectual es una forma de proteger la producción del intelecto confiriéndole al autor un
derecho real sobre la misma” (Lorenzetti, 1999, tomo 3, p. 16).
El art. 1 de la Ley N° 25.036 define a la obra intelectual como "toda producción científica,
literaria, artística o didáctica, sea cual fuere el procedimiento de reproducción".8 De tal modo,
la obra intelectual es “un hacer reproducible” (Lorenzetti, 1999, p. 17).
El autor, en tanto titular del derecho sobre una obra, goza de los siguientes derechos:
CONTRATO DE EDICIÓN:
Calificación y delimitación
El derecho de autor necesita de una forma legal para llevar adelante su explotación
comercial. A tal fin, el ordenamiento jurídico estatuyó al contrato de edición.
Las tres actividades (reproducción, difusión y venta) que surgen de la definición antes
brindada, en su conjunto, son las que conforman la actividad del editor, pese a tratarse
de tres procesos distintos.
Caracteres
Siguiendo a Lorenzetti (1999), podemos afirmar que el contrato de edición tiene los siguientes
caracteres:
2. Es oneroso: conforme lo establece el artículo 40. Pero puede ser gratuito si el autor no cobra
ningún precio y el editor actúa por un interés no económico, sino de apoyo a las artes.
Objeto
Como todo contrato, el contrato de edición tiene un objeto que debe ser lícito, no prohibido por
la ley ni contrario a las buenas costumbres. Este objeto se encuentra constituido, según el
artículo 1° de la ley 11.723, por las obras intelectuales que sean susceptibles de reproducción,
verbigracia, los libros artísticos, literarios o científicos, los grabados, las estampas, las
fotografías, las grabaciones fonográficas, las copias cinematográficas, los software, las bases de
datos, etcétera.
Forma y prueba
El contrato puede celebrarse en forma verbal o por escrito. En este último caso, el art. 40 de la
ley 11.723 establece una serie de recomendaciones en orden a su contenido, En cuanto a la
acreditación de su existencia, rigen los principios generales relativos a la prueba de los contratos
que establece la ley de fondo.
• Realizar la obra.
• Entregar la obra.
• Colaboración.
• Garantía de autenticidad y disfrute.
En cuanto a los riesgos por pérdida o deterioro, podemos afirmar que el momento que define
la asignación de la asunción de los riesgos es el de la entrega de la obra misma. En efecto,
desde ese momento se transmite el control de la obra, por lo que puede inferirse que
previamente a la entrega los riesgos serán a cargo del autor, mientras que con posterioridad
caerán en cabeza del editor. Para los casos de fuerza mayor o caso fortuito, la doctrina
manifiesta mayoritariamente la falta de responsabilidad, extinguiéndose el contrato por
imposibilidad de cumplimiento del objeto del contrato
(Lorenzetti, 1999).
Extinción
Venta de las ediciones convenidas: el contrato se ha cumplido, agotando su objeto. Las partes
se deberán eventualmente las rendiciones de cuenta que correspondieren.
Resolución: frente al incumplimiento de una de las partes, la parte cumplidora podrá resolver
el contrato, debiendo regirse por las disposiciones propias de los contratos en general.
Vencimiento del plazo resolutorio: libremente las partes pueden acodar sujetar la duración del
vínculo a una fecha determinada. Acaecida la misma, se extingue el contrato.
Muerte o incapacidad de las partes: si se produce la muerte del autor, previo a la entrega de la
obra, el contrato se extingue, sin ningún derecho a indemnización por parte del editor. En lo que
atañe a la incapacidad, ésta comprenderá no sólo la demencia, sino cualquier incapacidad física
que impida al autor desarrollar la obra pactada. Curioso es el caso en que la muerte del autor
acontezca con la obra ya próxima a finalizar, en cuyo caso los herederos no podrán obligar al
editor a un pago parcial, por una obra inconclusa. Si los herederos continúan y finalizan la obra,
el editor podrá publicarla, en cuyo caso estaremos frente a un nuevo contrato.
Quiebra del editor: en dicha situación es posible pedir la resolución del contrato. Sin embargo,
el síndico de la quiebra podrá solicitar autorización judicial para que el contrato se cumpla, según
la conveniencia de los acreedores del editor.
Supresión de la obra: el autor podrá incluso suprimir la obra, extinguiendo el contrato, sin
perjuicio de la correspondiente indemnización de los daños y perjuicios que hubiese ocasionado
al editor.
¿qué procedimiento debemos seguir para inscribir una obra intelectual? Según lo establece la
Ley N° 11.723 en su artículo 61 y siguientes, la obra deberá presentarse en el Registro Nacional
de Propiedad Intelectual, donde deberá depositar el editor de las obras, comprendidas en el
artículo 1°, tres ejemplares completos, dentro de los tres meses siguientes a su aparición. Si la
edición fuera de lujo o no excediera de cien ejemplares, bastará con depositar un solo
ejemplar. En el mismo término y condiciones deberán respetarse las presentaciones para las
obras impresas provenientes de países extranjeros, pero que tuvieren editor en la República.
Los plazos se contarán desde el primer día de ponerse en venta en territorio argentino.
A toda persona que se presente a inscribir una obra con los ejemplares o copias respectivas, le
será entregado un recibo provisorio, con los datos, fecha y circunstancias que sirven para
identificar la obra, haciendo constar su inscripción.
Para aquellos casos en que existiese algún reclamo, éste deberá realizarse dentro del plazo de
un mes, y se levantará un acta de exposición, de la que se dará traslado por cinco días al
interesado, debiendo el director del Registro Nacional de la Propiedad Intelectual resolver el
caso dentro de los diez días subsiguientes. Dicha resolución podrá apelarse al ministerio
respectivo, dentro de otros diez días y la resolución ministerial no será objeto de recurso
alguno, salvo el derecho de quien se crea lesionado para iniciar el juicio correspondiente.
Pues bien, la falta de inscripción trae como consecuencia la suspensión del derecho del autor
hasta el momento en que la efectúe, recuperándose dichos derechos en el acto mismo de la
inscripción, por el término y condiciones que correspondan, sin perjuicio de la validez de las
reproducciones, ediciones, ejecuciones y toda otra publicación hechas durante el tiempo en
que la obra no estuvo inscripta.
En la misma Ley N° 11.723 se establece, además, cuáles serán las sanciones, frente a los
distintos incumplimientos.
a) El que edite, venda o reproduzca por cualquier medio o instrumento, una obra inédita o
publicada sin autorización de su autor o derechohabientes.
b) El que falsifique obras intelectuales, entendiéndose como tal la edición de una obra ya
editada, ostentando falsamente el nombre del editor autorizado al efecto.
c) El que edite, venda o reproduzca una obra suprimiendo o cambiando el nombre del autor,
En cuanto a la posibilidad de iniciar acciones en el ámbito civil, podemos afirmar que, en todo
juicio motivado por esta ley, ya sea por aplicación de sus disposiciones, como consecuencia de
los contratos y actos jurídicos que tengan relación con la propiedad intelectual, regirán, fuera
de las medidas preventivas en que se establece para las excepciones dilatorias, en los
respectivos códigos de Procedimientos, en lo Civil y Comercial, con las siguientes
modificaciones que establece la ley que protege los derechos del autor:
a) Siempre habrá lugar a prueba a pedido de las partes o de oficio pudiendo ampliarse su
término a 30 días, si el juzgado lo creyere conveniente, quedando firme a esta resolución.
b) Durante la prueba y a pedido de los interesados se podrá decretar una audiencia pública, en
la sala del tribunal donde las partes, sus letrados y peritos expondrán sus alegatos u opiniones.
Esta audiencia podrá continuar otros días si uno sólo fuera insuficiente.
c) En las mismas condiciones del inciso anterior y cuando la importancia del asunto y la
naturaleza técnica de las cuestiones lo requieran, se podrá designar un jurado de idóneos en la
especialidad de que se tratare, debiendo estar presidido para las cuestiones científicas por el
Decano de la Facultad de Ciencias Exactas o la persona que éste designare, bajo su
responsabilidad, para reemplazarlo; para las cuestiones literarias, el Decano de la Facultad de
Filosofía y Letras; para las artísticas, el Director del Museo Nacional de Bellas Artes y para las
musicales, el Director del Conservatorio Nacional de Música.
Los derechos de propiedad industrial comprenden todos aquellos que son susceptibles de
patentamiento, a saber:
a) las marcas;
b) el nombre comercial;
c) el secreto industrial;
d) la asistencia técnica;
e) el know how;
f) entre otros.
los derechos industriales son de suma importancia en el ámbito económico puesto que el
escenario económico actualmente muestra un evidente grado de desmaterialización, de modo
tal que los recursos y ganancias se concentran en gran medida en bienes inmateriales, también
denominados intangibles. Como tales bienes intangibles son fáciles de reproducir o copiar, el
ordenamiento jurídico ha acudido a su protección diseñando un sistema innovador a través de
un registro denominado patentamiento, que comenzó a otorgar al titular el derecho a excluir a
terceros de su explotación. Asegurándole así el derecho a una explotación económica exclusiva.
PATENTES
En lo que se refiere al derecho de patentes, podemos afirmar que se trata de una de las áreas
de mayor importancia en la actualidad. Esto obedece a que se trata de la concesión de un poder
de explotación exclusiva sobre un invento. Los caracteres propios de la tan mencionada
exclusividad de la explotación son:
1) Temporario, agotándose tanto por el vencimiento del plazo de ley, como por el no uso.
2) Contener limitaciones de orden público.
3) Se deben aplicar parámetros de licitud y razonabilidad, sin incurrir en abusos.
La Ley N°24.481 sobre patentes de invención, en su art. 4, entiende como patentable a las
invenciones y productos o procedimientos siempre que sean nuevas, entrañen una actividad
inventiva y sean susceptibles de aplicación industrial. A su vez, estipula que se considere
invención a toda creación humana que permita transformar materia o energía para su
aprovechamiento por el hombre. Que será considerada novedosa toda invención que no esté
comprendida en el estado de la técnica; para, finalmente, establecer que por estado de la
técnica deberá entenderse el conjunto de conocimientos técnicos que se han hecho públicos
antes de la fecha de presentación de la solicitud de patente o, en su caso, de la prioridad
reconocida, mediante una descripción oral o escrita, por la explotación o por cualquier otro
medio de difusión o información, en el país o en el extranjero. Señala también cuándo existe
actividad inventiva y cuándo existe aplicación industrial.
Asimismo, la ley no considerará invenciones y, por ende, no les brindará la protección que surge
de ella, a:
b) Las obras literarias o artísticas o cualquier otra creación estética, así como las obras científicas;
c) Los planes, reglas y métodos para el ejercicio de actividades intelectuales, para juegos
c) Las plantas y los animales, excepto los microorganismos y los procedimientos esencialmente
biológicos para su producción, sin perjuicio de la protección especial conferida por la Ley 20.247
y la que eventualmente resulte de conformidad con las convenciones internacionales de las que
el país sea parte.
La patente confiere a su titular los siguientes derechos exclusivos, sin perjuicio de lo normado
en los artículos 36, 37, 102 y 103 de la ley bajo examen:
La ley establece que, salvo prueba en contrario, se presumirá inventor a la persona o personas
físicas que se designen como tales en la solicitud de patente o de certificado de modelo de
utilidad. El inventor o inventores, por supuesto, tendrán derecho a ser mencionados en el título
correspondiente.
Una situación particular es aquella de las invenciones desarrolladas durante una relación laboral.
En efecto, la Ley de patentes de invención prevé distintas situaciones, que trataremos a
continuación:
Si no existieran las condiciones estipuladas en el inciso a), cuando el trabajador realizara una
invención en relación con su actividad profesional en la empresa y en su obtención hubieran
influido predominantemente conocimientos adquiridos dentro de la empresa o la utilización de
medios proporcionados por ésta, el empleador tendrá derecho a la titularidad de la invención o
a reservarse el derecho de explotación de la misma. El empleador, téngase presente, deberá
ejercer tal opción dentro de los noventa (90) días de realizada la invención.
c) Cuando sea el empresario quien asuma la titularidad de una invención o se reserve el derecho
de explotación de la misma, el trabajador tendrá derecho a una compensación económica justa,
fijada en atención a la importancia industrial y comercial del invento, teniendo en cuenta el valor
de los medios o conocimientos facilitados por la empresa y los aportes del propio trabajador. En
el supuesto de que el empleador otorgue una licencia a terceros, el inventor podrá reclamar al
titular de la patente de invención el pago de hasta el cincuenta por ciento (50 %) de las regalías
efectivamente percibidas por éste.
e) Las invenciones laborales en cuya realización no concurran las circunstancias previstas en los
puntos a) y b) pertenecerán exclusivamente al autor de las mismas. f) Será nula toda renuncia
anticipada del trabajador a los derechos conferidos en este artículo.
para obtener una patente será preciso presentar una solicitud escrita ante la Administración
Nacional de Patentes del Instituto Nacional de la Propiedad Industrial, con las características y
demás datos que indique esta ley y su reglamento. La patente podrá ser solicitada directamente
por el inventor o por sus causahabientes o a través de sus representantes. Cuando se solicite
una patente después de hacerlo en otros países se reconocerá como fecha de prioridad la fecha
en que hubiese sido presentada la primera solicitud de patente, siempre y cuando no haya
transcurrido más de un (1) año de la presentación originaria.
ellas.
Adicionalmente, para reconocer la prioridad que estamos tratando, deberán satisfacerse los
requisitos siguientes:
I) Que la solicitud presentada en la República Argentina no tenga mayor alcance que la que fuera
reivindicada en la solicitud extranjera, si lo tuviere, la prioridad deberá ser sólo parcial y referida
a la solicitud extranjera.
En cuanto a los plazos: Si transcurrieran noventa (90) días corridos desde la fecha de
presentación de la solicitud sin que se acompañe la totalidad de la documentación, ésta se
denegará sin más trámite, salvo casos de fuerza mayor debidamente justificada. La falta de
presentación dentro del mismo plazo de los elementos consignados en el punto f) originará la
pérdida del derecho a la prioridad internacional.
Para los supuestos que se presentaren “dibujos, planos y diagramas que se acompañen deberán
ser lo suficientemente claros para lograr la comprensión de la descripción”. La solicitud de
patente en trámite, y sus anexos, serán confidenciales hasta el momento de su publicación, ello
a los fines de proteger al autor de esta.
La concesión de toda patente se hará sin perjuicio de tercero con mejor derecho que el
solicitante y sin garantía del Estado en cuanto a la utilidad del objeto sobre el que recae. El
tercero que se considere con algún derecho de reclamo, dispone de todas las vías
administrativas y legales para el reconocimiento de sus legítimos derechos.
La ley prevé que: El anuncio de la concesión de la Patente de Invención se publicará en el Boletín
que editará la Administración Nacional de Patentes. El aviso deberá incluir las menciones
siguientes:
Finalmente, recordamos que según los términos del artículo 35 de la Ley N° 24.481, el plazo que
se otorga para la explotación de una patente es de veinte (20) años.
MARCAS
a) los nombres, palabras y signos que constituyen la designación necesaria o habitual del
producto o servicio a distinguir, o que sean descriptos de su naturaleza, función, cualidades u
otras características;
b) los nombres, palabras, signos y frases publicitarias que hayan pasado al uso general antes de
su solicitud de registro;
d) el color natural o intrínseco de los productos o un solo color aplicado sobre los mismos.
Como así tampoco podrán ser registrados, según el artículo siguiente:
a) una marca idéntica a una registrada o solicitada con anterioridad para distinguir los mismos
productos o servicios.
b) las marcas similares a otras ya registradas o solicitadas para distinguir los mismos productos
o servicios;
d) las marcas que sean susceptibles de inducir a error respecto de la naturaleza, propiedades,
mérito, calidad, técnicas de elaboración, función, origen de precio u otras características de los
productos o servicios a distinguir;
e) las palabras, dibujos y demás signos contrarios a la moral y a las buenas costumbres;
f) las letras, palabras, nombres, distintivos, símbolos, que usen o deban usar la Nación, las
provincias, las municipalidades, las organizaciones religiosas y sanitarias;
g) las letras, palabras, nombres o distintivos que usen las naciones extranjeras y los organismos
internacionales reconocidos por el gobierno argentino;
La propiedad de una marca y la exclusividad de uso también se obtienen con su registro (art. 6),
debiendo tener, para ser titular de una marca o para ejercer el derecho de oposición a su
registro, o a su uso, un interés legítimo del solicitante o del oponente.
En cuanto a los plazos, el término de duración de la marca registrada será de diez (10) años.
Podrá ser renovada indefinidamente por períodos iguales si la misma fue utilizada, dentro de los
cinco (5) años previos a cada vencimiento, en la comercialización de un producto, en la
prestación de un servicio, o como parte de la designación de una actividad. La transferencia de
la marca registrada es válida respecto de terceros una vez inscripta en la Dirección Nacional de
la Propiedad Industrial.
Nombre comercial
Se diferencia de la marca el llamado nombre comercial, porque éste refiere al titular del
comercio, en tanto la marca refiere al producto o servicio que se presta.
El derecho al nombre nace con su uso y difusión social sin necesidad de registración alguna, en
tanto el derecho a la marca nace recién con su registración.
La información
El know-how
EL CONTRATO DE LICENCIA
El contrato de licencia es aquel por medio del cual el titular de un derecho de propiedad
industrial cede a otra el uso y goce sobre el mismo. A través de este contrato, se transmite el
derecho de uso y explotación, sin transmitirse las acciones derivadas del derecho en cuestión,
pudiendo incluso celebrar otros contratos de licencia, si no hubiera pactado exclusividad con el
licenciatario. Debemos recordar que el contrato de licencia posee tipicidad social.
Calificación
El contrato de licencia, como todos los contratos, se conforma de cláusulas que definen su
contenido. Entre esas cláusulas, las más comunes son:
Caracteres
El licenciante: Es el sujeto que autoriza al licenciatario a utilizar la patente del modo convenido,
a su riesgo, pero sin transferirle el derecho del que es titular.
Modalidades
3. Según el área de explotación, pueden extenderse a todo un país, a varios países, o a una zona
determinada.
4. Según las licencias sean o no exclusivas, en licencias con exclusividad y licencias parciales.
Contenido
El contrato de licencia, como todos los contratos, encuentra su contenido en las cláusulas que
lo conforman y que contienen los elementos esenciales, naturales, y accidentales del contrato
de que se trate. Entre éstas, podemos mencionar como cláusulas más frecuentes del contrato
de licencia a las siguientes, a saber:
4. Precio pactado y modalidad de pago; esto es, si el precio es único, o si es periódico; y si será
un precio fijo o se determina un porcentual sobre las ventas realizadas, entre otras modalidades
que las partes pueden estipular en ejercicio de su autonomía de la voluntad.
10. Determinación del mercado dentro del cual puede actuar el cesionario.
12. Determinación de la calidad de los bienes o servicios a producir y sus precios en el mercado.
13. Fijación de las garantías y sanciones para el caso de incumplimiento por cualquiera de las
partes.
14. Las causas de extinción del contrato.
Expresa Roncero Sánchez que “la obligación esencial del licenciante consiste en la concesión del
uso de explotación sobre el derecho que constituye el objeto del contrato” (citado en Lorenzetti,
1999, p. 89). Y “esta obligación presenta una pluralidad de deberes de prestación positiva
tendientes a permitir el uso y goce por parte del licenciatario, mostrando un claro paralelismo
con la locación de cosas” (citado en Lorenzetti, 1999, p. 89 y 90). Además, señalamos que el
contrato de licencia pone en cabeza del licenciante la obligación de garantizar la existencia del
derecho cuyo uso transfiere y así también su goce sin perturbación alguna. En los primeros
tiempos, esta cuestión había dado lugar a un arduo debate, pero, en la actualidad, la doctrina
abrumadoramente mayoritaria considera que la licencia reconoce como naturaleza jurídica la
de ser un contrato de cesión de uso y goce.
La obligación principal del licenciatario es el pago del precio pactado en el contrato de licencia.
La cesión de derechos industriales, al igual que la cesión de créditos que regulaba el viejo Código
Civil de Vélez, implica la transmisión del derecho (en este caso, industrial). De tal modo, se
distingue del contrato de licencia antes analizado por cuanto este último contrato, como se
expuso, sólo importa transmitir el uso y goce del derecho de explotación..
Es el contrato por el cual los titulares de dos o más marcas, entre las que existe colisión, fijan los
límites de uso para su coexistencia (Lorenzetti, 1999). En términos más simples, expresa
Lorenzetti (1999) que se trata de pactos de no agresión. A diferencia del contrato de licencia,
las partes involucradas son ambos titulares de una marca. El efecto de este contrato es la
restricción convenida y, por lo tanto, voluntaria del ejercicio de los derechos que derivan de la
titularidad de una marca.
Básicamente estamos frente a una locación de obra, que consiste en el encargo de fabricar un
determinado bien, al que luego se le incorpora una marca. Quien realiza la obra no será
responsable de los daños que se causen con motivo de la marca a terceros, dicha
responsabilidad continúa siempre en cabeza del titular del derecho.
Por intermedio de este contrato, la empresa asistente se obliga a poner al servicio de la otra
parte toda su pericia y experiencia, asumiendo una obligación de hacer, en lo que se refiere a la
asistencia técnica de un proceso industrial. Se trata de un contrato de servicios y, por lo tanto,
son aplicables las normas jurídicas relativas a los mismos.
CONTRATOS PUBLICITARIOS
Lorenzetti (1999) define a la publicidad como “una forma de comunicación producida por una
persona física o jurídica, pública o privada, con el fin de promover la contratación de productos
o servicios” (Lorenzetti, 1999, p. 103).
La publicidad es un servicio, se presta con una finalidad económica y con un determinado valor
pecuniario en el mercado. Esta calificación es precisamente la que autoriza que la publicidad sea
objeto de contratación y que, como tal, se le impongan restricciones al derecho de publicitar.
Las restricciones al derecho de publicitar pueden ser de origen legal o convencional, según
surjan de la ley o del acuerdo entre las partes. Por su parte, Lorenzetti (1999) califica a las
restricciones sólo a título ejemplificativo, en prohibiciones expresas y prohibiciones basadas en
el interés público.
El artículo 1100 del nuevo Código Civil y Comercial, en concordancia con lo que establecía el
artículo 4 de la Ley N° 24.240 de Defensa del consumidor, prevé que:
El proveedor está obligado a suministrar información al, consumidor en forma cierta y detallada,
respecto de todo lo relacionado con las características esenciales de los bienes
y servicios que provee, las condiciones de su comercialización y toda otra circunstancia relevante
para el contrato. La información debe ser siempre gratuita para el consumidor y proporcionada
con la claridad necesaria que permita su comprensión.
La doctrina especializada ha entendido que de esta norma surgen dos nociones bien
diferenciadas. Así, se ha entendido que el dispositivo reglamenta dos tópicos diferentes: la
información, por un lado, y la publicidad, por el otro, con finalidades distintas. Afirma Büeres
(2015) que la información hace al conocimiento y contribuye a formar el consentimiento del
consumidor, mientras que la publicidad tiende a motivar la adquisición de un producto o
servicio. El deber de informar debe cumplirse en forma previa a celebrar el contrato de consumo
y de manera concomitante a su celebración. La información debe ser la necesaria, esto es,
aquella que es veraz de modo tal que elimine todo contenido engañoso, falso, exacto, serio,
objetivo, y que se encuentre respaldada por pruebas o experimentaciones. Además, debe ser
suficiente, es decir, apta para los fines previstos y comprensible al consumidor; también debe
ser eficaz, posibilitando al consumidor que se involucre sin duda alguna en el acto que va a
realizar, con plena conciencia y conocimiento de mismo. También, la información debe ser
objetiva y, finalmente, oportuna.
El nuevo Código civil y comercial, además, prevé una serie de prohibiciones según las cuales está
prohibida toda publicidad que contenga indicaciones falsas o de tal naturaleza que induzcan o
puedan inducir a error al consumidor, cuando recaigan sobre elementos esenciales del producto
o servicio; efectúe comparaciones de bienes o servicios y sean de naturaleza tal que conduzcan
a error al consumidor; sea abusiva, discriminatoria o induzca al consumidor a comportarse de
forma perjudicial o peligrosa para su salud o seguridad. A su vez, el artículo 1102 prevé que los
consumidores afectados o quienes resulten legalmente legitimados pueden solicitar al juez el
cese de la publicidad ilícita, la publicación, a cargo del demandado, de anuncios rectificatorios
en una suerte de derecho de réplica, y, en su caso, pueden pedir también una sentencia
condenatoria por los daños producidos.
Interpretación
Contrato de publicidad
Definición
Siguiendo a Borda, podemos decir que “hay contrato de publicidad cuando una de las partes se
obliga a hacer un determinado mensaje publicitario encargado por un comitente, a cambio de
una retribución en dinero” (Borda, citado en Lorenzetti, 1999, p. 117).
Caracteres
1) Consensual.
2) Bilateral.
3) Oneroso.
4) Informal.
5) Comunicativo
6) Intuitu personae
El publicista tiene una obligación de medio, consistente en el diseño del mensaje publicitario.
CONTRATO DE ESPONSORIZACIÓN
La esponsorización utiliza la técnica del mecenazgo con función publicitaria, lo que es novedoso:
el esponsor financia un evento porque de ese modo se hace conocer con unas características
especiales de imagen frente al público y obtiene ganancias en el mediano plazo. (Lorenzetti,
1999, p. 123).
Definición
Contrato de esponsorización
El contrato de esponsorización ha sido definido como el contrato por el cual una parte se obliga
a una prestación pecuniaria o a la atribución de cosas fungibles, frente a la otra parte que se
obliga a divulgar el nombre o la marca del esponsor en las varias modalidades de su propia
actividad, e inclusive, a veces, modificando su propia denominación social y asumiendo la del
esponsor (Lipovetsky, 1994).
Delimitación
El contrato bajo estudio, si bien tocante con el de publicidad, se distingue de éste en que es una
técnica de publicidad indirecta, en el sentido de que no existe una obligación por parte del
esponsor de publicidad, que sí existe de manera principal en el contrato de publicidad, en tanto
en este último contrato no existe una obligación de apoyo económico que sí existe en el primer
contrato.
Modalidades
En estos casos, la integración es total porque desaparece la identidad del equipo, que no lleva
el nombre de un club, sino el de la marca.
• Esponsor.
• Esponsorizado.
El esponsor puede ser una empresa privada o del Estado; una sociedad privada o del Estado, o
mixta; una persona de derecho público; una persona privada, tal el caso de las fundaciones y
asociaciones; un grupo de empresas; etc.
Minoridad
Estos sujetos contratantes deben regirse en orden a la capacidad por las reglas generales
relativas a los contratos. Por ende, tienen capacidad para su celebración las personas que hayan
alcanzado los 18 años de edad, y los menores de esta edad podrán hacerlo a través de sus
representantes o tutores.
Federación
Enseña Lorenzetti (1999) que en el patrocinio colectivo se celebra un contrato con una
federación. Ésta compromete a los clubes que la integran.
Incumplimiento imputable
Límites de la exigibilidad
Indica Lorenzetti (1999, tomo 3) que existen límites que deben respetarse en la imposición de
deberes al esponsorizado que no son otros que los que corresponden a las obligaciones de
hacer, en tanto no deben importar una restricción a las libertades esenciales del sujeto, siendo
el criterio aplicable el de la inenajenabilidad de derechos personalísimos y la prohibición de la
ejecución compulsiva cuando ello implique dejar de lado la libertad del sujeto. Con la entrada
en vigencia del nuevo Código Civil y Comercial, el criterio se encontrará dado por la razonabilidad
de los deberes conforme a un juicio de ponderación.
Incumplimiento imputable
El esponsor, por su parte, tiene como obligación principal la de realizar una contraprestación
dineraria que puede consistir en la entrega de dinero, o de bienes, de acuerdo con las
modalidades pactadas.
MÓDULO 4
CONTRATO DE TRANSPORTE
Definición:
Conforme el art. 1280, “hay contrato de transporte cuando una parte llamada transportista o
portador se obliga a trasladar personas o cosas de un lugar a otro, y la otra, llamada pasajero o
cargador, se obliga a pagar un precio o flete”
Caracteres
• Típico.
• Bilateral.
• Oneroso.
• Conmutativo.
• Consensual.
• No formal: no exige solemnidades para su celebración.
• De adhesión: es la forma más corriente, se plasma en formularios preimpresos.
• Profesional: el transportista es un profesional al que se le exige el cumplimiento de
determinadas obligaciones.
• De consumo: cuando se celebra con destino a un consumidor o grupo familiar.
La similitud más marcada la tiene con el contrato de locación de obra, ya que, en ambos, la
finalidad es obtener un resultado. Como mencionáramos en el punto caracteres del contrato
de transporte, posee tipicidad y, a partir de la reforma del Código Civil y Comercial, fue
incluido en el Título IV (Contratos en
particular), Capítulo 7, Secciones de la 1° a la 3°. Es así como, a más de las similitudes que
guarda con otros contratos, tiene una regulación propia, con efectos y finalidades
determinados.
En este punto, es preciso destacar que no debe confundirse a esta categoría de contratos
gratuitos con el denominado transporte benévolo. Existe transporte benévolo o de
complacencia cuando el conductor de un vehículo, por un acto de cortesía y con intención de
beneficiar a alguien, lo traslada de un punto a otro, sin que la persona favorecida con el
transporte se obligue a prestación alguna (Llambías, 1993).
La actual regulación diferencia estos dos tipos de transporte, pues, en tanto el transporte
benévolo no cuenta con una naturaleza contractual, el transporte gratuito la supone. En el
transporte benévolo existe una liberalidad, en tanto que, en el transporte gratuito, el
transportista se encuentra obligado a realizarlo sobre la base de una relación jurídica anterior
(por ejemplo, boleto gratuito para jubilados).
Por otra parte, el artículo 1283 regula la obligación que pesa sobre el transportista que ofrece
sus servicios al público. Este es el transportista que lleva a cabo su actividad organizado como
una empresa. El código dispone que, por regla, se encuentra obligado a aceptar los pedidos
compatibles con los medios ordinarios que tenga disponibles. En este caso, el pasajero o
cargador tendrán la obligación de seguir las instrucciones que le imparta el transportista. La
excepción, por su parte, se encuentra dada por la existencia de un motivo serio de rechazo,
como puede ser, por ejemplo, el hecho de que el pasajero o la carga pongan en peligro la
seguridad del traslado.
El actual Código Civil y Comercial, en su art. 1284, expresamente establece que “el
transportista debe realizar el traslado convenido en el plazo pactado en el contrato o en los
horarios establecidos y, en defecto de ambos, de acuerdo a los usos del lugar en que debe
iniciarse el transporte”.
En el caso en que no se cumpla con el tiempo pactado y la cosa o persona no llegue a destino
en el tiempo pactado, habrá un incumplimiento contractual. Ese retraso puede ser de minutos,
horas, días, y da lugar a una responsabilidad por los daños que cause el retardo y debe ser
resarcida. En cuanto a la pérdida total o parcial del flete por retraso, el nuevo código
establece, en su art. 1285:
El actual art. 1286 establece que, frente a la producción de algún daño a las personas
transportadas, el transportista responde conforme con el sistema de responsabilidad
establecido por el art. 1757 y siguientes. A su vez, en la misma norma (art. 1286), se prevé,
para los daños producidos en el transporte de cosas, que el transportista se excuse probando
la causa ajena, considerándose causa ajena al vicio propio de la cosa transportada. El
fundamento de esta solución obedece a que cuando se celebra un contrato de transporte, la
finalidad de ese contrato es que la cosa transportada llegue a destino en el tiempo estipulado
y sana y salva, por lo que, si no llega en tal estado, no puede el transportista alegar que tomó
todas las precauciones necesarias. Sólo puede eximirse de responsabilidad demostrando que
el daño fue por una causa ajena o vicio propio de la cosa.
Cabe destacar que, para poder reclamar el resarcimiento, es preciso probar el daño, las
pertenencias perdidas y el valor de estas, lo que resulta por demás engorroso. El juzgador
debe tener en cuenta, al momento de determinar la indemnización por la pérdida, el destino
del viajero, la cantidad de días, el nivel socio económico, etc.
En aquellos casos en que el pasajero lleve consigo elementos de valor, deberá declararlos en la
empresa de transporte, antes de emprender el viaje, de manera tal que pueda reclamar su
valor en caso de pérdida o deterioro de los mismos.
El transportista que ofrece sus servicios al público, está obligado a aceptar los pedidos
compatibles con los medios ordinarios de que dispone, excepto que exista un motivo serio de
rechazo; y el pasajero o el cargador están obligados a seguir las instrucciones dadas por el
transportista conforme la ley o los reglamentos. Los transportes deben realizarse según el
orden de los pedidos y, en caso de que haya varios simultáneos, debe darse preferencia a los
de mayor recorrido.
Modalidades especiales. a. Transporte de personas. b. Transporte de cosas
a) Transporte de personas
Estamos frente a un subtipo de contrato de transporte que se caracteriza porque su objeto son
personas, y el medio de transporte es terrestre (automotores, trenes, subterráneos).
El art. 1288 aclara que el transporte de personas incluye el embarco y desembarco, resultando
la empresa transportadora responsable de las personas y equipajes trasladados durante todo
el trayecto.
b) Transporte de cosas
Estamos frente a un subtipo de contrato de transporte que se caracteriza porque su objeto son
las cosas y el medio de transporte es terrestre (colectivos, trenes, subtes).
Modalidades especiales
Entre las modalidades especiales, además del ya mencionado contrato gratuito a cuya
explicación nos remitimos, encontramos al transporte de escolares, regulado por la Ley
Nacional N° 24.449 que, en su art. 55, establece:
Se trata de un tipo de transporte que requiere de extremada prudencia y control por parte de
las autoridades municipales, que son las encargadas de emitir las autorizaciones pertinentes a
los fines de la circulación de estos vehículos.
Transporte de personas
Entendemos que hay contrato de transporte de personas cuando una parte llamada
transportista se obliga a trasladar a personas de un lugar a otro conforme con lo convenido y
en el plazo y horarios estipulados, comprendiendo este traslado el embarco y desembarco; y la
otra, llamada pasajero, se obliga a pagar un precio cierto en dinero como contraprestación de
su traslado.
El objeto de este contrato es el traslado. Éste puede ser de personas o de cosas. En este caso,
es el traslado de personas de manera segura al destino, en el tiempo, y por el medio pactado.
Entre las obligaciones del transportista, el Código Civil y Comercial, en su art. 1289, menciona
las siguientes:
habilitado;
c. garantizar su seguridad;
d. llevar su equipaje
Por otro lado, el art. 1290 del Código Civil y Comercial prevé en su articulado las obligaciones
del pasajero, entre las cuales encontramos la obligación de:
Extinción
El nuevo Código Civil y Comercial no regula de manera específica las causales de extinción del
contrato de transporte de personas, pero puede inferirse de los principios y reglas del derecho
común, que informa que este contrato se extingue por:
1. Cumplimiento de contrato.
2. Rescisión.
3. Imposibilidad de cumplimiento.
Transporte de cosas
Concepto
Entendemos que hay contrato de transporte de cosas cuando una parte llamada transportista
o portador se obliga a trasladar cosas de un lugar a otro, de acuerdo con lo convenido, en el
plazo, modalidad, y horarios estipulados; y la otra, llamada cargador, se obliga a pagar un flete
como contraprestación de su traslado.
Sujetos: Entre los sujetos que forman parte del contrato de transporte de cosas, encontramos:
El art. 1298 del actual Código Civil y Comercial reza: “El transportista tiene derecho a requerir
del cargador que suscriba un documento que contenga las indicaciones enunciadas en el
artículo 1296 y las estipulaciones convenidas para el transporte. Su emisión importa recibo de
la carga.”
Así como el transportista tiene derecho a requerir del cargador la carta de porte, el cargador
tiene derecho a
exigir al porteador que la suscriba y se la entregue, siendo ese documento el llamado doble
ejemplar y puede
Estamos frente a un título de crédito que representa el tipo y valor de las cosas transportadas.
Como tal, puede ser ejecutado, ya que tiene los caracteres de literalidad, autonomía y
abstracción. Entre los elementos propios de este instrumento se encuentran:
5) Plazo de entrega.
Obligaciones del cargador
Declarar el contenido de la carga, identificar los bultos externamente, presentar la carga con el
embalaje adecuado, indicar el destino y el destinatario, entregar al transportista la
documentación requerida [y entregar al porteador documentos especiales, en caso de ser
requeridos, al mismo tiempo que la cosa a transportar.
El art. 1297 establece que el cargador es responsable de los daños que sufran el transportista,
otros cargadores o terceros, que deriven de la omisión o la inexactitud de las indicaciones o de
la falta de entrega o de la irregularidad de la documentación.
El transportista contrae una obligación y es la de llevar las cosas sanas, con las debidas
precauciones dependiendo de la mercadería de que se trate y a entregarlas de acuerdo con las
condiciones convenidas en el contrato, en determinado tiempo y lugar.
El porteador que entregue las cosas al destinatario sin cobrar los créditos propios o los que el
cargador le haya encomendado cobrar contra entrega de la carga, o sin exigir el depósito de la
suma convenida, es responsable frente al cargador por lo que le sea debido y no puede
dirigirse contra él para el pago de sus propias acreencias. Mantiene su acción contra el
destinatario.
Por otro lado, el transportista puede acordar -en el caso de tratarse de cosas frágiles que
puedan deteriorarse, animales, o determinados objetos que requieran de características
diferentes para su transporte que responde sólo probando su culpa (art 1310). Esta es la única
situación en que el transportista puede limitar su responsabilidad (art. 1313). Si al recibir la
mercadería el destinatario la hace corroborar y se determina que hubo averías o pérdidas, el
transportista deberá reembolsarle los gastos.
Con la sanción del nuevo Código Civil y Comercial, se han introducido modificaciones en el
plazo de pago del flete, regulando que el destinatario no pueda ejercer los derechos nacidos
del contrato de transporte contra el transportista, si no ha abonado al mismo sus créditos
derivados del transporte. Esto es, en el momento de la entrega de las cargas el destinatario
debe abonar el flete y los gastos. El art. 1314 establece que el destinatario puede, a su costa,
hacer controlar el estado de la mercadería, antes de recibirla y, en caso de determinarse que
hubo pérdida o avería, el transportista deberá reembolsar los gastos.
Transporte sucesivo
En los transportes sucesivos o combinados a ejecutar por varios transportistas, cada uno
de ellos responde por los daños producidos durante su propio recorrido. Pero si el transporte
es asumido por varios transportistas en un único contrato, o no se puede determinar dónde
ocurre el daño, todos ellos responden solidariamente sin perjuicio de las acciones de reintegro.
El transportista sucesivo tiene derecho a hacer constar en la carta de porte, o en un
documento separado, el estado en que recibió las mercaderías a fin de eximirse de
responsabilidad por cargas que le fueron entregadas en mal estado. El último transportista
representa a los demás para el cobro de sus créditos y el ejercicio de sus derechos sobre las
cargas transportadas (art. 1318). Los daños que se producen por interrupción del viaje se
deben determinar en razón del trayecto total sin perjuicio de la aplicación del art. 1287, primer
párrafo.
EL CONTRATO DE SEGURO
la estadística nos permite visualizar la relación que asume la empresa aseguradora, frente a los
siniestros y la masa de asegurados o, lo que es igual, nos permite determinar la frecuencia o
repetición, de manera regular de un hecho dañoso incierto y futuro; por lo que se trata de un
método de apreciación utilizado por las empresas aseguradoras. Existe una diferencia entre la
probabilidad de un siniestro y la frecuencia con que ese riesgo se vuelve cierto.
La finalidad del contrato de seguro es, en parte, disminuir o eliminar esa diferencia, a los fines
de que la contribución de cada individuo a la comunidad de riesgo sea suficiente para
satisfacer las necesidades de aquellas personas que han sufrido efectivamente un siniestro o
hecho dañoso. Desde el punto de vista técnico, la operación del seguro se basa en un cálculo
de probabilidades, donde deberán tenerse presentes los preceptos propios de las estadísticas
y riesgos seleccionados. El cálculo de probabilidades, efectivamente, suministra al asegurador
los medios que le permiten establecer una previsión del costo de los siniestros, y así
determinar las primas que deberán acumularse para afrontar las obligaciones comprometidas.
Técnica del seguro. Contrato de seguro. Definición, origen y evolución del contrato
de seguro.
Partes
En el contrato de seguro existen dos partes:
1) El asegurador.
2) El asegurado.
Elementos
los elementos comunes a todos los contratos son: el consentimiento, el objeto y la
causa.
El primer elemento (consentimiento) nos lleva necesariamente a la noción partes o
sujetos del contrato. En el caso particular del contrato de seguro, seguidamente
diferenciaremos a estos sujetos conforme con la etapa precontractual o contractual en
que se encuentren las negociaciones.
En una primera etapa precontractual, denominamos asegurando o asegurable a
aquella persona que, de concretarse la firma del contrato, asumirá el rol de tomador
del seguro, pudiendo tratarse de una persona física o de existencia ideal, destinataria
de la invitación a ofertar que le dirige el asegurador, Por su parte, el asegurable es
quien pretende contratar el seguro y sobre quien pesa el deber de informar al
asegurador, con la debida lealtad y buena fe, la situación de riesgo que pretende
asegurar, debiendo responder de la misma manera a las solicitudes de información
adicional que efectúe el asegurador. De más está decir que, en esta etapa
precontractual, el asegurable no es parte del contrato, ya que éste no existe todavía.
Sin embargo, la conducta del asegurable, en cuanto a la información del riesgo
brindada, se relaciona con varios conceptos que estudiaremos a lo largo del presente
trabajo, tales como: agravación del riesgo, reticencia, interés asegurable y otros.
Objeto
En lo que atañe a la determinación del riesgo asegurado, por regla éste se determina
según acuerdo contractual, teniendo en cuenta que el objeto del contrato sea de
acuerdo con el ordenamiento jurídico vigente, debiendo respetarse en todo momento
la licitud del objeto. Además, vienen en nuestra ayuda normas específicas de la Ley de
Seguros, donde debemos tener en cuenta que, según el art. 2 de la Ley de Seguros,
podrá asegurarse toda clase de riesgo en tanto y en cuanto exista un interés
asegurable, salvo que expresamente se encuentre prohibido por ley.
Reza el artículo 2 de la Ley de Seguros que: “El contrato de seguro puede tener por objeto toda
clase de riesgos si existe interés asegurable, salvo prohibición expresa de la ley”
Podemos afirmar que se trata de aquel conjunto de indicaciones que contiene la descripción
de los riesgos cubiertos o asumidos por la empresa aseguradora.
Las exclusiones directas de cobertura son el conjunto de indicaciones negativas que surgen de
las condiciones de la póliza, generales o particulares, que establecidas de manera clara,
expresamente enuncian de modo descriptivo las hipótesis que carecen de cobertura
asegurativa. En cuanto a la extensión del riesgo, a menudo nos encontramos con que las
cláusulas o condiciones establecidas en el contrato de seguro no se encuentran redactadas de
manera clara, o bien no contienen la suficiente precisión. Es por ello que, a veces, su
interpretación es dudosa. En estos supuestos y atento las distintas interpretaciones que
pueden derivarse, se establece como regla que, en caso de duda sobre la extensión del riesgo,
debemos inclinarnos positivamente por la obligación del asegurador de responder como
convenido.
Espaciales: Daños en el medio de transporte por viajes efectuados innecesariamente por rutas
o caminos extraordinarios.
Nuestra Ley de Seguros no nos otorga una única definición de siniestro. Por lo tanto,
corresponderá establecerlo en el texto de la póliza del seguro y a los jueces en sus
resoluciones.
El Precio
El aporte que realizan de manera individual todos y cada uno de los asegurados, conforme con
criterios técnicos específicos, recibe el nombre de prima de seguro, cuyo conjunto -
considerando a todos los asegurados de una misma empresa aseguradora- concurre a
conformar lo que se ha dado en llamar fondo de primas. Este fondo de primas reviste vital
importancia en el mercado de los seguros. La prima de seguro se encuentra regulada en la
sección VIII de la Ley de Seguros N° 17.418, a partir del artículo 27, que expresamente
establece la obligación del tomador del seguro de pagar una prima de seguro. Como correlato
de la obligación del tomador del seguro de abonar la prima, el artículo 28 de la Ley de Seguros
establece que, salvo oposición del asegurado, el asegurador no puede rehusar el pago de la
prima ofrecido por tercero, con la limitación del artículo 134 del mismo plexo legal.
Por otra parte, cuando exista agravación del riesgo y el asegurador optase por no rescindir el
contrato o la rescisión fuese improcedente, corresponderá el reajuste de la prima de acuerdo
con el nuevo estado del riesgo desde la denuncia, según la tarifa aplicable en este momento.
Por último, y conforme lo establece el art. 33 de la Ley de Seguros, en los casos de reticencia
en que corresponda el reajuste por esta ley, la diferencia se pagará dentro del mes de
comunicada al asegurado. En cuanto al lugar de pago de la prima, establece la Ley de Seguros
que éste será el domicilio del asegurador o el lugar convenido por las partes. Sin embargo,
también prevé que el lugar de pago se juzgará cambiado por una práctica distinta, establecida
sin mora del tomador. No obstante, el asegurador podrá dejarla sin efecto comunicando al
tomador que en lo sucesivo pague en el lugar convenido (art. 29). La prima es debida desde la
celebración del contrato pero no es exigible sino contra entrega de la póliza, salvo que se haya
emitido un certificado o instrumento provisorio de cobertura. En caso de duda, las primas
sucesivas se deben al comenzar cada período de seguro. La entrega de la póliza sin la
percepción de la prima hace presumir la concesión de crédito para su pago.
el artículo 31 de la ley de Seguros dice: el asegurador podrá rescindir el contrato con un plazo
de denuncia de un mes. La rescisión no se producirá si la prima es pagada antes del
vencimiento del plazo de denuncia. El asegurador no será responsable por el siniestro ocurrido
durante el plazo de denuncia, después de dos días de notificada la opción de rescindir.
de la prima, el asegurador tendrá derecho al cobro de la prima única o a la prima del período
en curso.
Un contrato se forma cuando una persona hace una oferta o propuesta y ella es aceptada por
la otra parte, aceptación que tiene que llegar a conocimiento de la primera. En tal sentido, la
Ley de Seguros prevé, en su art. 4, que: “El contrato de seguro es consensual. Los derechos y
obligaciones recíprocos del asegurador y asegurado empiezan desde que se ha celebrado la
convención, aun antes de emitirse la póliza”.
Uno de los puntos más importantes del contrato de seguro es la póliza y se emite una vez
aceptado el contrato. Dicha aceptación se interpreta como manifestación de voluntad de
ambas partes con miras a celebrar el contrato. Entendemos por póliza al documento mediante
el cual se instrumenta el contrato de seguro, allí constan los derechos y obligaciones de las
partes y contiene condiciones generales -a las cuales el asegurado adhiere sin discutir y
particulares.
La póliza se formaliza por escrito a los fines probatorios. El art. 11 de la Ley N° 17.418, en su
primer párrafo establece: “el contrato de seguro sólo puede probarse por escrito, sin embargo
todos los demás medios de prueba serán admitidos, si hay principio de prueba por escrito”.
Plazo
La Ley de Seguros indica en su artículo 19, “la prórroga tácita prevista en el contrato, sólo es
eficaz por el término máximo de un período de seguro, salvo en los seguros flotantes”
Cuando el contrato se celebre por tiempo indeterminado, cualquiera de las partes puede
rescindirlo de acuerdo con lo antes expuesto. Es lícita la renuncia de este derecho de rescisión
por un plazo determinado, que no exceda de cinco años. Esta Ley, indica en su artículo 20, “la
liquidación voluntaria de la empresa aseguradora y la cesión de cartera aprobada por la
autoridad de contralor, no autorizan la rescisión del contrato”
Sabemos que, por regla, el siniestro se encuentra cubierto, si se verifica que el plazo por el que
el asegurador asume la garantía por el riesgo se encuentra contractualmente previsto. Por lo
expuesto, resulta necesario distinguir entre:
1) Siniestros que generan daños instantáneos o eventos realizados durante le vigencia del
El seguro de persona por cuenta ajena se encuentra regulado en forma especial en la sección
VII de la Ley de Seguros.
Excepto lo previsto para los seguros de vida, el contrato puede celebrarse por cuenta ajena,
con o sin designación del tercero asegurado. En caso de duda, se presume que ha sido
celebrado por cuenta propia. Cuando se contrate por cuenta de quien corresponda o de otra
manera quede indeterminado si se trata de un seguro por cuenta propia o ajena, se aplicarán
las disposiciones relativas a los seguros por cuenta ajena si surge del contrato que se aseguró
un interés ajeno. Conforme lo establece la Ley de Seguros, “el seguro por cuenta ajena obliga
al asegurador, aun cuando el tercero asegurado invoque el contrato después de ocurrido el
siniestro”.
de los derechos que resultan del contrato. Puede igualmente cobrar la indemnización, pero
El seguro de abono es llamado también seguro flotante porque se instrumenta mediante una
póliza flotante. A través de esta modalidad contractual se garantiza un conjunto de intereses
sujetos a seguro en momentos distintos, es decir que se asegura una universalidad de cosas
que deben permanecer en el lugar que se indica en el contrato, aunque sus elementos puedan
cambiarse porque no se los individualiza. Pueden venderse, consumirse, sustituirse, etc., con
tal que la universalidad permanezca en su sustancia con independencia de los cambios en los
elementos particulares que la conforman. Por ejemplo, cuando un empresario deposita la
mercadería que comercializa y guarda en stock para la venta en un determinado lugar y la
asegura contra el riesgo de robo e incendio. Para que el seguro cubra el eventual siniestro, ese
stock de mercadería (o el que la reemplaza; por ejemplo, por reposición) debe permanecer en
el local indicado.
En virtud del contrato de seguros, el asegurado tiene las siguientes cargas, obligaciones y
prohibiciones:
Siniestro
Determinación de la indemnización
Conforme con el principio de reparación integral, la indemnización pecuniaria que debe pagar
la aseguradora ante un evento dañoso previsto en la póliza como riesgo asegurado, busca la
recomposición de las cosas o, lo que es igual, volver las cosas a su estado anterior. A esta
operación también se la denomina cuantificación del daño. La suma que se determine no
debe ser mayor a ese límite.
El contrato de servicios profesionales es aquel por el cual una parte, llamada profesional o
técnico, se compromete a realizar una labor de su especialidad, y la otra parte, llamada cliente,
se compromete a pagar una retribución u honorario como contraprestación a favor de la
primera. El objeto de este contrato se encuentra dado por la actividad que el profesional o
técnico se obliga a realizar y la retribución u honorario que el cliente se obliga a pagar. La
actividad debe ser posible y lícita, al igual que el objeto de cualquier contrato.
Sujetos
Caracteres
Existen muchas teorías sobre la calificación del contrato profesional. Enseña Lorenzetti (2009)
que las principales posturas doctrinarias sobre esta cuestión permiten mencionar las siguientes
teorías:
El vocablo profesional es un término ambiguo. Para superarlo, la ley debe dar una definición.
El viejo Código de Comercio definía al comerciante, haciendo referencia al modo de vivir o
profesión, de lo que se infiere que entendía por profesional a cualquier persona que se
dedique a una actividad de manera habitual, para su subsistencia. De esta manera, en la
noción de profesional quedaba comprendida la de técnico sin un título habilitante. Para otros,
en cambio, profesional es sólo aquella persona que cuenta con un título habilitante. En tanto,
una posición intermedia admite que se trata de una persona que se dedica en forma habitual a
una actividad, que la presta de manera onerosa y cuenta con un permiso o habilitación, sea
universitario o intermedio.
Prueba
En cuanto a la prueba, rige el principio liminar de libertad probatoria. Por lo tanto, puede ser
acreditada tal calidad por cualquier medio de prueba.
La solución que adopta nuestro nuevo Código Civil y Comercial, y que consiste en afirmar que
se trata de una obligación de hacer, cuyo contenido varía en función de una serie de
parámetros tales como la costumbre, la ética, la ciencia médica, el compromiso asumido
frente a la contraparte, la presencia de riesgo para los bienes jurídicos protegidos, como la
libertad, el patrimonio, la vida y la salud, etc.
Principales características
El profesional asume una serie de deberes a la par del deber principal que le ha sido
encomendado. Estos deberes profesionales reciben en la doctrina el nombre de secundarios, y
se encuentran enderezados a preservar los intereses del cliente evitando así causarle un
perjuicio. Entre estos deberes secundarios, que seguidamente analizaremos, se presentan
como de gran trascendencia el deber de información y, asimismo, los deberes de buena fe y de
confidencialidad.
El deber de información
El deber de informar es el más importante de todos los deberes secundarios que recaen sobre
el profesional. Consiste en dar a conocer al cliente todos los datos necesarios para que éste
pueda decidir con absoluta libertad la conveniencia de encomendarle la realización de la
actividad a la que se dedica, evitando de tal modo que el cliente ingrese al vínculo contractual
en inferioridad de condiciones, dado el desconocimiento de las cosas, e incluso la eventual
producción de algún daño.
Principales deberes
El cliente, por su parte, se obliga de manera principal a pagar el precio o retribución como
contraprestación de la actividad profesional contratada. Esta retribución es pactada
libremente por las partes del contrato de servicios profesionales.
Además del pago del precio pactado, el cliente tiene el deber de colaboración que consiste en
la obligación de cooperar con el profesional prestador de servicios; por ejemplo, dándole a
conocer los datos necesarios según las características del servicio contratado y recibiendo el
servicio ejecutado conforme lo convenido.
CONTRATOS DE CONSULTORÍA Y MANAGEMENT
El contrato de consultoría tuvo sus orígenes a fines del siglo XIX, con el fin de regular asuntos
referidos a la producción, ya sea relacionada por empleo, o a la eficiencia en máquinas y la
productividad en fábricas, ya que en aquella época se trataba de asuntos de gran importancia
para los empresarios.
Es importante destacar que, durante la Segunda Guerra Mundial, los consultores desarrollaron
un papel importante, ya que optimizaron el esfuerzo bélico, ampliando y mejorando todos
aquellos métodos destinados a acrecentar la productividad en las industrias de armamentos,
así como en la definición y contenido de cargos en los staff gerenciales.
Según el Banco Mundial, los servicios de consultoría son desarrollados por los siguientes
sujetos activos que, por lo general, se corresponden con organizaciones como las siguientes:
1) estudios profesionales;
2) sociedades y empresas de consultoría privadas, públicas o corporaciones;
3) firmas asistentes del gobierno (no pertenecientes o descentralizadas de él);
4) empresas estatales;
5) organizaciones privadas sin fines de lucro;
6) organizaciones internacionales por acuerdos multi estatales;
7) universidades.
Con respecto al ámbito de actuación de las firmas de consultoría, podemos afirmar que con el
tiempo se ha ido extendiendo significativamente, volviéndose incluso cada vez más complejo,
siendo una consecuencia directa de la complejidad de los negocios en los que se aplica.
En la actualidad, los entendidos en la materia establecen que existen cuatro áreas
generalmente abordadas por las grandes empresas de consulting:
En los últimos años, las consultoras con más prestigio en el mundo apuntan a dirigir sus
objetivos hacia la consultoría sobre planificación financiera, ya que por medio de ella se trata
de aconsejar a los clientes sobre la forma de asegurar los activos que poseen de sus carteras
de inversión y de qué clase de colocaciones elegir, en donde, por otro lado, indirectamente
tratan activamente de buscar gestores con dinero y evaluar su actuación.
Debido a la gran cantidad de tareas que puede llegar a desarrollar una consultora en el
ejercicio de su función, y ante el requerimiento de sus clientes, es necesario destacar las
distintas áreas de responsabilidad en la que ésta se desempeña y su alcance con relación a
circunstancias en donde se produzca un hecho dañoso.
Por lo general, esta clase de contrato suele caracterizarse en virtud de las siguientes pautas.
Los activos de la empresa gerenciada son otorgados en administración a la sociedad gerente.
El plazo de duración del contrato, por lo general, es prolongado. Se suelen establecer entre las
partes prórrogas sucesivas de manera automática, pero en este caso por plazos más cortos, las
que se perfeccionan por lo menos con dos o tres meses de anticipación al vencimiento del
plazo establecido contractualmente. Por lo general, la transferencia o la cesión de la dirección,
administración o gerenciamiento de los bienes implican: