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‘Titulo del original en francés: a Jeu des places de la mare et de Venfant Essai sur le transitivisme © 1998 Editions Erés ‘Traduceién de Horacio Pons Rot Patan sapiligaiarsdaera oda ain ‘Ocampo del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Fran- ‘win y ol Morvielo Cultural de 1a Embajada de Francia en Ia Argentina, ‘Poda reproduceidn total o parcial de esta obra por cualquier tistema-incluyendocl fotocopiado- quenchaya sido expresamen- te autorizada porel editor constituye una infraccién a los derechos del autor y ser reprimida con penas de hasta seis afios de prisién (art. 62 de la ley 11.723 y art. 172 del C6digo Penal). ISBN, 9606029919 oie © 1999 por Ediciones Nuova Visin i ‘Tucumén 3748, (1189) Buenos Aires, Ropdblica Argentina Queda hecho el depésito que marea la ley 11,723 Tmprego en la Argentina J Printed in Argentina so sterind do mp an ames. aos do 98 of iprosenes SU aNienenancés Tere S778 Capt Introduccién. EN QUE CONSISTE EL TRANSITIVISMO? En nuestra obra L’Enfant et la psychanalyse ya habamos dedicado dos breves capitulos al transitivismo, Bn ellos dabamos a entender que desarrollariamos el eoncepto; pero ya indicdbamos que el transitivismo es algo asi como c= la negaci6n de la vivencia del otro y que su I6gica lo sitéa entre la satisfaccién por un objeto alucinatorio del deseo y la doble negacion. También serialabamos sus relaciones con la agresividad, el sadismo y el masoquismo. En esta perspectiva, por tiltimo, mencionabamos la eventualidad de un transitivismo secundario. Pero esto no es “todo”. en el transitivismo. 7s ¢Bn qué se lo reconoce? Comencemos por hacerlo en la clinica misma, primero por el lado del nifio y luego por el dela madre. Por el lado del nifto Sefialemos que en su forma més conocida el transitivismo se presenta de la siguiente manera: una criatura da con su pierna contra un obstaculo, pero no dice nada; el nino una queja por el golpe recibido y se frota la pierna. Recordemos el ejemplo de B. Kohler del que nos informa H. Wallon: la pequeia A. -de 7 dos anos y nueve mesesesté sentada entresunifieraysu amiguita H., frente a un montén de espuma acumulada cerca de ella para jugar; desde hace unos momentos, A. esté inquieta, agitada: repentinamente, golpea aH. y la empuja, “;Qué haces?”, pregunta la nifiera: “H. es mala, me pege”. Aqui se ve con claridad que no es sdlo el dolor el quetransitiva”, sino verdaderamente una accidn (en el sentido gramatical que tiene el verbo transitivo) que pasa de un sujeto a su objeto complementario (el complemen- to de objeto del verbo transitivado). Bl transitivismo responde al caso en que me doy un golpe y quien lo sufre es el otro: no va mas lejos. La pierna de mi semejante, de mi prdjimo, choca contra un mueble: yo siento un dolor y lo muestro, digo “ay” y me froto dolorosamente la pierna. ¢Por qué, entonces, voy a transitivarle lo que experimento? El masoquismo por el cual experimento dolor ~aunque no lo sienta, por otra parte, en tanto que el sadismo supone su vivencia- me recuerda inconscientemente la manera natural en que se constituyé mi masoquismo. Esto es lo que podria explicar por qué voy a transitivar mediante un signo cualquiera hacia quien verdadera- mente vivi6 un dolor del que no se ha quejado. Por eso no transitive el dolor experimentado sino el masoquismo, mi masoquismo: transitivismo que por ello se propone como meta limitar el masoquismo del otro, y no su dolor. Con ‘ese masoquismo transitivado hacia el otro transitivo, y esto es esencial, la satisfaceién masoquista correspon- diente. Se plantea entonces una pregunta ulterior: cuan- do tengo una satisfaccién masoquista, {por qué voy @ denominarla dolor? ;Serd el dolor una satisfacei6n maso- quista? {Se trataré de dos fonémenos comparables? Pode- mos anticipar, segiin parece, que cl dolor no es otra cosa que la nominacién secundaria de un mecanismo prima- rio que es la satisfaccién masoquista. ‘No hay duda de que el otro habla de ello, lo manifiesta, Jo tiene en cuenta, porque hay una satisfaccién a compar- tir: “sos dolores secundarios que te son propios, gudrda- los para ti mismo, son los hijos de mi masoquismo”. Ejemplos: dos hermanas dan un paseo. Una cae y queda tendida cuan larga es. La otra, con una sonrisa que descubre la dentadura y deja ofr el silbido que se emite en el dolor, se golpea repetidamente los dientes con los dedos. El adulto le dice: “Tu hermana se cay6 y te duelen los dientes?” Ella contesta: “;Pero claro que nol”, y se mareha corriendo. E] caso es doblemente interesante. En primer lugar, porque quien ha eafdo no mostré ninguna expresién de dolor: se levanta y vuelve a correr como si nada. Quien sufre es su hermana, y ese sufrimiento debe sefalarse porque para expresarlo elige una zona parcial del cuerpo, los dientes. Para nosotros es un enigma queel transitivismo clésico siempre se vectorice desde un sujeto supuestamente psi- cético hacia su complemento. Puesto que a nuestro juicio, el vector transitivista no se orienta tinicamente en esa direccién, sino también en la opuesta; y, si hay que hablar de complementariedad, la observamos sin duda en una direccién con respecto a la otra: no se puede pensar un vector sin el otro, su opuesto. Al hacerlo, nos vemos obligados a disociar esas dos direcciones que estan con- fundidas en la psicosis. En efecto, si ol psicstico choca con larodilla contra un objeto, lo que frota es la rodilla de otro, o el objeto: transitiva, pero aquel a quien acaricia no recibié ningun golpe ni sintié ningin dolor. Transitivismo de direccién tinica. - Por el lado de la madre Noes menos comiin observar, por ejemplo, que al ver a su hijo en peligro de caer, o que acaba de sufrir una caida y no dice nada, se sienta afectada y no vacile en expresarle gu afecto de dolor, de manera demostrativa, por cierto, pero sobre todo perfectamente articulada y exhibidaen la palabra, Lo que experimenta y expresa con eso es una certidumbre, porque sostiene su afecto de un real. Y porque su afecto se sostiene de un real, su hijo se lo justifica a partir de lo que ella le dice. ;~_ Eltransitivismo noes sélo lo que la madre experimenta y demuestra, es también el proceso que inicia cuando se dirige a su hijo porque formula la hipétesis de un saber en 41, saber en torno del cual su designio va a circular como alrededor de una polea, para volverle en la forma de una demanda; demanda que ella supone la de una identifica cidn de su hijo con el discurso que le dirige. Hsta cireu- lacién describe un proceso muy general que se relaciona con el acceso a lo simbélico. En el caso particular del transitivismo, el proceso pasa necesariamente por el cuerpo, porque éste est compro- metido en una vivencia que lo afecta de otra manera que un sentimiento, que no puede ser més que moral. El cuerpo es aqui el Ingar de encubrimiento por el cual el mundo toma forma y consistencia para el nitio. Se com- prende que el acceso a lo simbélico que representa la idontificacién del nifio con el discurso de la madre concier- na al cuerpo en cuanto no es tinicamente cuerpo imagina- rio sino también cuerpo de lenguaje, de significantes y letras Luego de este panorama clinico, ga través de qué otra cosa se especifica el transitivismo? Ese transitivismo de la madre hacia el hijo, el transiti- vismo en general, pueden considerarse como un golpe de fuerza. ge ee ol pronuneiar un discurso transitivista, la | madre fuerza al nifio a integrarse a lo simbélico; lo obliga \ a tener en cuenta los afectos que ella nombra, para designar sus vivencias en referencia a las suyas propias. Lo apremia a limitar su actividad, sus experiencias. Lo apremia, por lo tanto, a evaluar lo que experimenta, en referencia a un masoquismo que no es otro que el de ella. Lo caracterfstico del pensamiento transitivista, también golpe de fuerza, es negar lo real experimentado por el otro, pero para forzarlo a hacerlo. fiste va a experimentar realmente, y en un efecto de espejo, lo que otro (la madre, en particular) supuso y él debe experimentar. Ese forzamiento transitivista anticipa y condiciona el que a continuacién Ileva al nifio a entrar por las buenas 0 Jas malas en el campo de la palabra y el lenguaje, y por fin en el del lenguaje escrito. ‘Comprendemos con claridad que ese golpe de fuerza puede parecer chocante para la “sensibilidad” ambiente, tan sobreprotectora del nifio. Ahora bien, un golpe de fuerza dista de ser siempre brutal, y la clinica lo testimo- nia con creces; jpreguntémonos también en qué se conver- tiria un nifio al que nada restringiera! Para atenerse a cierto rigor conceptual, el golpe de fuerza en cuestién no es del orden del trauma, sino que compete a lo real: ese real necesario para el acceso a lo simbélico y el anuda- miento de esos tres registros que son lo imaginario, lo simbdlico y lo real. En este aspecto, se trata de un golpe que fuerza al nifio al anudamiento borromeo: nada mas ni nada menos. Hagamos no obstante la pregunta: gen qué sentido no es un trauma? No lo es porque de ese forzamiento tanto el nifto como la madre hacen una elaboracién discursiva, suponiendo una anticipacién, una hipétesis, que el tran- sitivismo destaca por el saber que supone en el nifio yque solicita; virtualidad de la adquisici6n de una experiencia que abre el acceso a lo simbélico y lo opone en todo sentido al trauma, que es meramente desorganizador y se carac- teriza por su indole de puro real impensable, reacio a todo anudamiento. Alli donde el trauma, en efecto, deja al sujeto en lo que Freud llama “rayo”, que desborda por su violencia los limites soportables del dolor, en el transiti- vismo éste constituye, al contrario, el objeto de una notable claboracin simbélica, debida particularmente a Jo que antes sefialébamos sobre el cardcter de doble hogacién de aquél; un nifio se da un golpe sin reaccionar: primera negacion; dre, quien se queja di 7: segunda negacién. Esta doblenegacion es q el efecto de una doble division y una doble represién; para lucirse, el golpe de fuerza supone estos tres términos: loble negacién, division y represién. Los efectos del trau- ‘mui al contrario, privan al sujeto, que no puede sinoverse deabordado por él, de la capacidad de ser forzado. Si el nifio releva a su madre y se vuelve a su vez transitivista, la clinica muestra que también otras perso- naw deben tomar ese relevo: docentes y maestros, en porque formutan Ta hi articula con un saber que él ya posee. Bn elinica, los fracasos de los aprendizajes slo pueden abordarse co- rrectamente si se tienen en cuenta las desviaciones del transitivismo. Como puede verse, el transitivismo es por cierto un proceso de forzamiento alejado de los tiernos cuidados matternos ~del llevar en brazos, por ejemplo-, pero que se origina en la hipétesis que se hace la madre: el nifole pide que le lea el saber que esta en él, saber con el que va a poder identificarse gracias a esa lectura, para tomar asi posesién simbélica de un bien que ya le es realmente propio. Al respecto, podemos plantear una cuestién que Suseité discusiones metodolégicas a fines del siglo xix, en Jas escuelas alemanas y de Lieja: discusiones que querfan distinguir transitivismo y apropiacién. En el primero, no me apropio del golpe que se dio el otro, o de su dolor; se trata verdaderamente de mi masoquismo: extraigo mi atisfaccién de ese golpe (alguien se cae: me rio...). Cuan- do voy a transitivar osa satisfaccién hacia el otro, le Nagradezco” a la vez la mia y hago como si le permitiera compartirla en parte. BI nifio es quien demanda el forzamiento que su madre efectiia sobre él: es una fuente fundamental de su maso- quismo primario. Reencontramos aqui el “golpe de fuer- Be que, con toda su brutalidad, caracterizd el transitivis- 10 por el lado del nifio. Lo cual no impide que mas alla de ita consideraci6n acerca de la brutalidad, se mantenga e1 mismo principio entre un transitivismo infantil y el de una madre: el forzamiento. Las conseeuencias en la direceién de la cura: si seguimos el hilo de lo que acaba de subrayarse, sin duda es preciso que sefialemos lo que hay de operativo, gracias al transi- tivismo, en la cura analitica. {La funcién del analista no seria devolver al analizante lo que éste experimenta? Y muy en particular al decirselo, para que se identifique con ello... Reconocemos aqui toda una préctica “simpética” con eje en la empatfa del terapeuta, que explota la “viven- cia” y lo “igual” para hacer que él y el paciente sean complementarios. Esta préctica llega a un transitivismo “eldsico”, de direccién tiniea. Nos parece que hay abi un punto de la conduceién de la eura que debe pensarse de tuna nueva manera, a partir de un transitivismo que, segiin consideramos, debe ser completamente diferente. El lector informado, por otra parte, no va a dejar de hacer por si mismo la diferencia entre lo que le propone- mos y lo que sabe: ‘* por un lado, sobre el transitivismo en las psicosis, estudiado por la psiquiatria clasica, en especial por la escuela alemana de fines del siglo xrx, que apenas tuvo secuelas ** por el otro, sobre el transitivismo elaborado en su obra por H. Wallon, en particular en el capituloV de sulibrode 1934, Los origenes del cardcter en el nifios * por tiltimo, sobre el transitivismo al que Lacan recurre muchas veces en sus Zscritos (1966) y sus Seminarios -en especial el XI-, y al que ya se refiere en su artfculo sobre los complejos familiares, aparecido en la Encyclopédie médicale en 1938. Pero si ese saber permite ya marcar la diferencia, nos parece importante retomar con més detalle y de manera precisa sus etapas constitutivas y los puntos de referen- cia orientadores. J incipios del siglo xx hasta los afos treinta, tras oGckee, que fue su iniciador, 18 nocidn de aa por los psiquiatras olésicos, matetamente un transitivismo Ver idoro" de un proceso de ‘apropiacién; esta recuperacion jo produce en ‘Alemania, desde luego, ef ‘el marco del tagrupamiento de estudio » setodolégico de la psicosis, pero también en Belgica, en que el EoPy ‘tiene una delegacién. in Francia, el termino forma en'aeo ‘parte del vorabu- Tario psiquiatrico: Flalberstadt on "1923, Sallier y Courbon tariig24 y Vié en 1980 lo emplean particularmente en ¢l dominio de las psicosis. Mil mérito de H. Wallon, que lo sefala desde 1921 en el ontigo que le da Wernicke, consints C2 haber acercado Atransitivismo ‘morbido” al Cransitivismo “normal”, CX Gibido por el nifio entre los dos y tres ‘afios; debe ese cote] aiejectura que hace del trabayo de ‘Elsa Kohler, sobre la paicologia infantil (1926), eke entonees, y gracias a él el transitivismo ya noes ‘inicamente wn concepto jateopatol6gico: es también 1m Gincepto que participa en la Fescripeién del desarrollo cOrmal del “carécter” en el nifio (estadio de las persona- Tdades intercambiables). Como e& habitual en esa €poca prepondera la dimension jea: “El transitivis! cede inmediatament que el nifio codsvallon— va a saber distribuir sin errores seg y el otro los. estedos 0) actos ae percibe”. La miomfjatez y 1a instantaneidad de a que no tienen aqui nada de filosdfico sino me evocan més bien 1a a ernipulacién cientifica, nos parecen absolutamente n0- tables a ia misma época, en particular cuando, tras haber i PriCongreso Internacional de Psicoa fil estadio del espejo como formador de i que ya alude a él, redacta su art ‘familia y los comple} i Tiares, Lacan retoma, pero esta vee ‘de manera freudi ydela patologi \idad, 1a evolucion del concep» to de transitivismo y su funcion de articulador. Aclara su ve racién psicoanalitica insuficionte ¥ a estrecha ar elabovsjén del concepto: con los mecanisrar de identifica- ga y,en los bechos, con las relacions® del sujeto con todo To que le es otro. i ‘ela identificacion (1961-1962), Lacan no retoma je] transitivis- go. En su artfculo Mhepairsonnalization”, aparecido @ MO. urna francais de peyehiatries M. C. Cadeau y C- Tesdman hacen un andlisis muy {nveresante del concep Ta fal como lo articula Lacan. ‘En Jo que concierne a la paicopatologia infantil, s6lo oncieriel transitivismo en el nifio 7 de stién ‘Pratado de psiquiatria infant En ‘plaza 1a nocién hacia el registro de los i jsmo”. Heuyer ¥ 835 ‘picron un transiti- calabormtoldgico, en el que ven algo asi com una desper- Visit raci6n; J. Laroche informé de vn cot de este tipo.’ naling redo del psicoandlisis anglosajon. sélo D. Winni- cottraita un easo elinico que Para NOSE TT evoa el tran cot fgmo, al que el autor no alude: ‘fin 1a excitacion de sin experiencia ligada a un buen ‘objeto, e] nifio puede Hogar a morder: el objeto se “sentiré entonces como un objeto que muerde”.* oto aie g no refiere a lo que NOs PrOpOnST ES presontar sobre el transitivis! vneionar un articu- lo eserito por P- i jer, “Demande et identification”. En él, es ora aborda lo ‘yt. C, Cadeau y C. Landman, -Dopairsonnalisation”, on Le Joural frangais ie payokiatrie, n* 4,Ladéperso” ration, Toulouse, Eres, 1996, ppp. 18-19. 85, Lane aéticantes chen Yentant’, en Lo Payohiatrie de enfant, Paris, 70" 1 TV, fasefeulo 1, pp. 163. Np, W. Winnicott, ‘chez Fenfant, Paris, PB, Ge rniuecion castellana: Bt proces de mieauaracin en et niflo, Baree ooo nal, Debemos esta referencia ang o=t ‘al trabajo sabre Lacan. Walon que B: JalleyHevé & rnque todavia inédito, {uve la amabilidad de comuntes 15 w identificacién histérica, a jcacion en Freud. Por no recurrir al transitivi: os parece que lo hayan logrado, A nuestro juicio, todos estos enfoques #ucesivos, sin ‘exoopeidn, chocan con lo que funda su rumbo comin, a ibor, la reduccién de los fonémenos observado: bipolerida, la relacién puramente unfvoea, por lo tanto, Ao) sujotoobjeto, yo objeto, abjetoobjela hujeto-sujeto, oieétora, Tratan de liberarse de esta bipolaridad, de esa uunivocidad, con el recurso frecuente al narcisismo prima- rio, marcado en si mismo, sin embargo, por el doble, la uubicuidad o la ambivalencia; en lo que teorizan acerca de lo observado, la sobrecarga que hacen del objeto y de la rolaciGn con él los lleva sin cesar, igualmente, adar contra ‘su tope. ‘No podemos més que felicitarnos del cardcter primor- dial dado por Lacan al discurso, y no al objeto, para icar los fendmenos psiquicos y la marca de en efecto, permite intercalar, entre {1 agente que lo emite ylo que produce con él, al gran Otro, Jo inconsciente. A partir de allf, nunca es posible bipola- risar los fenémenos observados: siempre se relacionan eon al menos tres términos. Esta ternaridad minima sar al sujeto y el objeto, pero a n de la division que éste impone y por la que estén 08, A falta de ello insiste una bipolaridad que ex- wularidad. Wsta insistencia es no menos psicoandlisis mismo, de toda teorizacion s1 sujeto con el objeto -relacién a menudo afrentas del yo. ‘como nosotros lo conecbimos, ex- cluye en cambio sin lugar a dudas esa bipolaridad, porque introduce el tercer término de la demanda cuya hipétesis, por su discurso mismo, formula la madre para atribuirla a su hijo. Vdre — Samp lh ShiS = Ving EL JUEGO DE LOS LUGARES DE LA MADRE YEL NINO EN EL TRANSITIVISMO fs (Cuando la madre se pone en el lugar del nifio, le expresa que | debe sentir un dolor, sin lo cual él no lo sent cierto modo, se mete en la piel de su madre, que ha dicho “ay” cuando en realidad él no sintié nada; en suma, no sélo hace suya la hipétesis de su madre, sino que también la ratifica. “Al identificar su “ay” con el de ella, autentifica su decir. En ese lugar donde esta afectado, en los dos sentidos de la palabra, no efectia una identificacion de tipo histérico: no sufre porque ella sufrié, sino porque adopta para st la hhipétesis planteada por su madre, segtin la cual él habria sufrido. Es una puesta en juego del afecto que es simbdlica Y, por lo tanto, no tiene nada que ver con la identificacion histéricaimaginaria. Nohayen absolutolacontaminacién del afecto de la que habla Freud en relacién con la identificacién histérica, sino apropiacion de una hipétesis, Propiamente hablando, se trata de un juego de . ‘Y éste, qué es sin duda tan primordial e importante como el de la idehtificacién, debe distinguirse y retenerse como: proceso fundamental, mediante el cual el nifio tiene acceso al afecto, El concepto de af i r Vey ites ella Wa i/t y Mame kee) ‘ocupar ese lugar, el nifio no hace suya, sin embargo, la madre al mismo tiempo que su hipétesis, duien i ta division es lo que funda su funcion transitivista, en la medida en que la madre mani- fiesta el dolor sufrido por el nifio, cuando éste no ha dicho nada de él. {Qué decir de ese efecto de division en la madre, en este juego de los lugares? Al ocupar el lugar de su hijo ya se divide, porque 3 ella mismay él. Esta divisién funda Ia funcidn transitivista de la madre; y lo hace en la medida en que ésta habla del dolor sufrido por su hijo, quien, sin embargo, no expres6 ninguno. Por su lado, el nifio toma el ar de su madre, que dice: él se lastimé, hay que tener ‘dado; lugar desde el que ella sufre el dolor del nifio, que sélo ella piensa y revela; lo expresa como si fuera ella quien suffe, y en ese sentido est& dividida. 7) a) Enel caso del transitivismo del nifioque dice “ay” al ver ‘a su semejante golpearse y quedar insensible, ese nifio no + estd dividido; es tinicamente su madre transitivada, Aqui se trata claramente de una identificacién con su madre transi- tivista, Y la consecuencia de esto es que el nifio va a verse arrastrado a transformar en odio el amor a la madre. De modo que el efecto producido por ese transit turaleza sddiea; ejemplo corri a careajadas. ,Podemos explicar esa inversién? Parece pro- ducirse sin duda por la doble negacién, que esta vez no se refiere sdlo a la ausencia de una vivencia, sino también al amor ala madre. Por otra parte, el efecto de la negaci6n del afecto, en sus consecuencias sobre el amor como afecto, permite acaso sugerir que la negacién del amor seria la primera, determinante de una falta, de la que el nifio se | precave mediante otro afecto Sobre el lugar que permite al nifio transformar el afecto del amor en odio, podemos sostener que repite 1a escena primitiva, en la cual el amor est ausente para él. El padre @jerce violencia sobrela madre. El nifio, al hacer suyoel dolor qnesupone en la madre violentada por el padre, lo transitiva y repite: la escena primitiva es para él una erotizacién 20 fantasmética secundaria, que le permite mantener siempre inseripto, en y por la repeticién, el reenerdo o el significante del transitivismo originario que lo eausa. Con ello puede comprenderse mejor la violencia y su emergencia, gracias al transitivismo de esa escena actualizada de diversas formas. Yas{ como habitualmente, para producirse, el transitivismo se sostiene de un decir, que expresa un afecto doloroso, en el caso de la escena Hamada primitiva ningtin decir llega a sostenerlo y aquél se produce entonces a partir de un no dicho “formulado” por un acto violencia, para producirse, bien podria origi transitivismo sin palabras. ——— ) En el caso del nifio victima de una agresi6n, el transi- tivismo va a permitirle sustituir su masoquismo real por un masoquismo simbélico que va a poner limites al primero. Estos limites son el resultado de una represion, {Como se produce ésta? Nos parece que se debe al hecho de que el masoquismo simbélico del discurso que emite la madre ordena el dolor del nifioen la funcién félica, No hacemos m: que traducir metapsicolégicamente este simple dato clinico m el caso del nino que lama por teléfono a “SOS infancia y malos tratos” para quejarse de haber sufrido una violencia, no puede sino haber planteado la hipotesis de que la persona misma que atiende su llamado carga con la demanda de que la socorran de un mal Jo que sin duda la remite a una repeticion. De hecho, no se ‘ocupa tinicamente del nifto golpeado, sino también del nino golpeado que ella fue real o fantasmaticamente, Por eso puede interesarse en él, y la manera en que va a hacerlo no deja de recordar la elaboracién de Freud en su texto “Pegan. aun nifo”. En él distingue tres momentos: + Mi padre golpea al nifio que odio. expresard en frases de este tipo: “Cuando grita asi, sé muy bien que es por....”, y sigue de inmediato la hipétesis de esa ado, ni es el mi manda. Hste tercer momento es decisivo. Nunca es infan- Beppe cue. ate cal il mano ERA MGaR Spo elnino aeetaN en Rive...” - caso se da, de manera refleja o por inversion sobre s{ mismo, hambre, sed, eteétera. Asf, pues, no hay distancia tolerable entre lo que ella prevé acerca del funcionamiento experi- mentado por el nifio (hambre, sed, etedtera) y el realmente id formula la hipétesis de un n experimentado por él. Sin embargo, esa distancia existe, y ‘gnalizante, nos permite confrontar el transitiviamo con los por otra parte es gracias a ella que la madre nunca responde ‘(oh momentos que menciona. ‘verdaderamente a la demanda de su hijo: sélo responde a lo que supone ser esa demanda, é se trata en ol transitivismo? En un Si hay necesariamente una distancia entre el primer y el {ines rometo, on nifosedaumgolposinrenccionar, pero tercer momentos, no puede haberla, en cambio, lo wuftido. Este do: si la hubiera, en efecto, harfa fracasar el tr: dela funcién porque invalidarfa con toda seguridad la hipstesis anticipa- yparar al nifio toria de la madre. do} objeto alucinatorio del deseo; jhay por ende un transiti- En términos generales, el transitivismo hace que el sujeto | ‘yismo necesario porque permite al nifio reaceionar ante un pase al “nueyo sujeto”, al otro, ese semejante gracias a quien " ohjeto real! son posibles las inversiones concernientes al objeto y las Cul es el segundo momento? Aquel mediante el cual el concernientes a las metas, y por lo tanto al sujeto. Mas i Bila, que lleva a un nifio a obligar a otro a sufrir lo que, sin exactamente, no hay nuevo sujeto pulsional sin transitivis. ‘ombargo, no experiment6, remite implicitamente al amor mo ancipatorio. ‘quo lamadre no debe manifestarmés quea quien transitiva, 'yno al que va a tener que sufrir. En otros términos, que el Quien se golpea no lo hard porque el otro, que lo ve, Yonga que padecer a causa de un golpe que, no obstante, transitiviza? {No ser4 inducido a hacerlo? {Por qué y eémolo fato, siempre se debe a que mi madre me hard quion se golpea? Esto quiere decir que el que se golpea an aise Sep amet encontrarfa en su semejante lo que su madre encontraba en los primeros tiempos con él: no habria perdido del todo el ismo primario, Aun cuando, como acabamos de 1un primer momento, su hijo grita, experimenta algo. Por que se arroga todo el amor materno es su testigo. VA ‘entonces, su madre le “da” hambre o sed o piensa en ‘Vayamos al caso del nifio que se lastima, grita y produce dados que debe prodigarl. on seguida un diseurso (se golpea y verbaliza lo que experi- indo momento, lo alimenta, le apaga la sed, lo menta, simplemente). Esta vez, no se trata de asumir el dolor debotro, sino el propio; y como por imitacién, como por " isién que hace sobre lo que identificacién con un rasgo materno, no reprime ese sufri- seircae fampre en la verificecion do Ia miento sino que lo deja surgir y le adhiere de inmediato su ibja plantoado acerea de su vivencia. Lo que discurso, exactamente como lo harfa su madre; en suma, se jan a un nit 23 i identifica con su madre, a quien de ese modo hace presente. Esta presen i ey evoca la divisién que pro- ducia el discurso de su madre, cuando estaba presente para decirlo. En sintesis, ctado la dialéetica de la sencia yla ausencia., ~ Elgrito al nacer, ademas, es verdaderamente una deman- ida por el nino. Nos parece mas oportuno, sin embar- 0, destacar ante todo la importancia de los gritos de la madre durante el parto. Estos forman parte, en efecto, de lo que anticipa el grito del nifio, no séloen la medida en que son gritos de dolor, sino tal vez, y sobre todo, porque manifiestan Ta espera por la madre del grito de su hijo. Como si el grito materno fuera anunciador del grito del nif, ella ya se formula la hipétesis de que éste le pide que grite, para identificarse con ese grito y gritar a su vez, Por el dolor que experimenta, la madre puede intentar limitar el que el jo experimentaria en el grito del nacimiento; él se identifica ‘con su grito de alarma, y ella tendra que responder a esa identificacién. Mediante ésta, él est de entrada separado de un sufrimiento, que su grito tiene que simbolizary simboliza ‘inicamente. Laintroyeccién dela funcién transitivista dela madre por su hijo parece asi cobrar todo su sentido, y la relacién que un sujeto va a tener frente al dolor de su cue determina ulteriormente por ello. Podriamos mencionar aqui la cuestion de la insensibilidad al dolor en el psicd- tico, patologia tipica del transitivismo: si golpea la pared, icia; ocupa el lugar de la madre, que jamas le permitié, que nunca hizo posible la introyeccién de su transitivismo. También puede evocarse la relacién que fienen con su cuerpo los pacientes psicosomiticos, que iiton de un excoso de discurso transitivista, a punto tal sn que defenderse contra ese exceso. Lo hacen duda el transitivismo 0, mejor, poniendo ellos una necesidad que hace decir a del deseo: “En la medida en que una en la funci6n dol deseo, la psicoso- como otra cosa que ese mero Poult BE Saal q erin Tr phe br outer parloteo que consiste en decir que hay un doble psiquico Ge todo lo somatico que ocurre”.' De modo que, por ejemplo, es el eczema el que pica y el sujeto, como si estuviera exiliado de su sintoma, no puede decir: eso me pica, Sujeto que, de resultas, se libera en la aphanisis. Puede adelantarse que en el caso de estos pacientes, en ‘esos excesos transitivistas, su madre jamds les dirigié la frase adecuada para limitar su dolor y su masoquismo. ‘Una funcin del transitivismo es la de positivizar el sufrimiento, al hacer presentes, por ese medio, a quienes estaban ausentes. Podria sugerirse que ese proceso efectiia una doble afirmacién, que en el fondo Ja doble negacién caracteristica del transitivismo “confiesa” por si misma. Esa doble afirmacion muestra c6mo se inscribe la Bejahung en ese proceso: en este aspecto, el sufrimiento de lamadre viene a hacer presente lo que atin lo estaba s6lo virtualmente. Por esta particularidad del mecanismo del transitivismo, el sujeto no siempre hace presentes a unos ausentes: en ‘ocasionos presentifica lo ausente, esta vez mediante un sustituto perfectamente presente, y ya no tinicamente de manera imaginaria y simbdlica. Ese sustituto puede ser el perseguidor,y esmuyreal;es el préjimo que, al volversereal, no s6lo produce el dolor, sino que lo autentica. Ese persegui- dor puede elegirse para que sea la madre transitivista de los origenes euyo goce el ninio quiere recuperar y repetir; el yo se da ese nuevo sujeto. Esa es la madre que va a decir: cuidado, te vas a lastimar, no como una prohibi ‘conminacién al goce. Tn este orden de ideas, para la madre misma, el hecho de tener un hijo puede ser terapéutico. En efecto, poder hacer fancionar el transitivismo va a permitirle modificar sensi- blemente la relacién paranoica que, como cualquier hijo de vecino, establece con su propio cuerpo. En la medida en que 1g), Lacan, Le Séminaire de Jacques Lacan. Livre XI. Les quatre concepts fondamentaut de la psychanalyse, Paris, Seuil, 1973, p. 207 [traduecion castellana: E! Seminario de Jacques Lacan. Libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoandlisis. 1964, Buenos Aires, Paidés, 1986), el cuerpo del nitto se diferencia del de la madre, se genera un desfasaje que constituye una falta. Es ésta la que, en el momento de la fase del espejo, no se puede especul modo que se verifica aqui que la falta puede co: ‘como el negativo del afecto: asf, pues, ni el odio ni el dolor son susceptibles de especularizarse. REACTIVACION, DESEO DE LA MADRE Y TRANSITIVISMO Cuando la madre formula la hipétesis de una demandaen el nifo, la hace porque hipotetiza previamente que éste va a articularla con el deseo de ella. Si no se formula esta suposicién, por ejemplo por no suponerse deseo para si misma, no puede hacer la hipétesis de una demanda en él. ‘Lo que la madre espera de una demanda del nifio es que { éste lisonjee su deseo de madre. Para ella, la demanda | supuesta en él nifio es la reactivacién esperada de su propio deseo de madre. Este asunto de la demanda no se cierra, se Popes La reactivacién noes tinicamente la autorreactivaciGn de la madre en su suposicién de una demanda en su hijo; también la dinamiza la actividad del nifio, que en él esta crotizada. Por otra parte, ino lo esté porque tiene como fancién contribuir a la reactivacién del deseo de su madre? Enoste aspecto, la necesidad motrizreactiva, deseo dela madre. La actividad de pensar se vuelve motri y lo libidinal es que, al hacerlo, produce lo perceptivo. En otras palabras, los pce Jas _posturan dal ait, introducen una novedad perceptiva, una nueva excitaci para la madre; novedades quea su tumho elle reactiva por su propia postura, por su discurso, por su palabra, para alimen- tar la actividad motriz de su hijo. En suma, la naturaleza de Ja reactivacion tanto en una como en el otro puede conducir ‘a la modificacién de la demanda misma. La ausencia de 27 \

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