Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el capitulo cinco son seis veces las que Isaías dirige el dedo
hacia los demás, y dice: “ay de los que” pero ahora que ha visto la
gloria de Dios, ya no dice: “ay de los que” sino “ay de mi”.
Sal 19:12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son
Ocultos. Preserva También a tu siervo de las soberbias; Que no se enseñoreen de mí;
Entonces Seré Íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
No os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis
Reprobados? Somos dados a estar examinando a los demás
Todo el que quería tener comunión con el señor tenía primero que
ser limpiado, este es el gran secreto de la transformación. Cristo en
nosotros la esperanza de gloria, dijo san Pablo.
Job: 42 5-6. Dijo: De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por
tanto me aborrezco, Y me arrepiento en polvo y ceniza.
Hay personas que hablan de Dios, pero no lo conocen en realidad.
Saulo vio que su justicia no era sino «basura» comparado con la gloria de Cristo (Hch 9
y Flp 3), y creyó y llegó a ser el apóstol Pablo. Cuando los creyentes tienen una
verdadera experiencia con el Señor, no se vuelven arrogantes; más bien se vuelven
humildes y con un corazón quebrantado.
Cuando Isaías confesó sus pecados, mencionó especialmente sus labios inmundos. Por
supuesto, los labios inmundos son el producto de un corazón sucio. El profeta sabía que
no podía predicar con sinceridad a menos que se preparara y el Señor lo limpiara.
Dios suplió la necesidad del profeta: envió un serafín que le limpiara con
un carbón encendido tomado del altar. ¡Qué trágico sería tener el altar sin
el fuego! Habría convicción de pecado, pero no hay limpieza.
La palabra trae convicción, pero donde esta el fuego el Espíritu Santo es el que
convence de pecado. En el altar tiene que haber fuego, para que el pecador disfrute
purificación, El fuego es el santifica.
1juan 1::9
Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar
nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
6
Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón
encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi
boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y
limpio tu pecado.
En este altar hay fuego que limpia transforma y libera del pecado. Este es el
gran secreto de nuestra transformación.
Autoexamen.