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Como sabemos, los chakras son vórtices esféricos en el cuerpo etéreo que actúan 

como
transmisores de energía y tienen gran influencia en nuestro estado físico a través de las glándulas
endocrinas, las cuales afectan también a nuestro estado mental y emocional. Puede ocurrir que un
mismo chakra sea excesivo en algunas de las actividades de las que rige y en otras padezca una
pauta restrictiva. Por ejemplo, una misma persona con una exagerada tendencia a acaparar
propiedades puede sufrir al mismo tiempo un trastorno alimentario relacionado con la anorexia.
Ambos estados son reacciones a programaciones del pasado, mecanismos de defensa o efectos
de traumatismos pretéritos relacionados con las dificultades de la supervivencia. Toda
enfermedad, sea psíquica o física, comienza por un desequilibrio a nivel energético sutil.
Posteriormente, si este desequilibrio se mantiene, se expresará también en otros niveles. Los
chakras se pueden bloquear por factores físicos, como el tabaco o el alcohol, pero sobre todo por
los psíquicos, como la culpa o el miedo.

Ajña Ajña es el penúltimo vórtice energético y tiene la misión de conectarnos con la sabiduría
espiritual e intuitiva que transforma de manera radical la experiencia humana. En él, reside la
sapiencia, ya que es la sede de la intuición y del conocimiento intelectual, o sea, de la sabiduría
orientada hacia nuestro interior y de la clarividencia. La energía procesada en Ajña deviene en
control que se derrama benéficamente sobre toda nuestra existencia de manera tal que nuestras
acciones resultan serias al tiempo que benevolentes. Su nombre significa “Centro de mando” o “El
que dirige” y también se lo conoce como chakra frontal. Otras denominaciones que ha recibido
son chakra entrecejo y chakra del tercer ojo. Si bien convencionalmente se lo localiza en el rostro,
entre las cejas, realmente se ubica en el centro de la cabeza y se corresponde con el plexo frontal.
El área de irradiación de Ajña es el cerebro, los ojos, la nariz, el sistema nervioso, la glándula
hipófisis y la glándula pineal. Esta última –ubicada en la parte superior del cerebro medio– es la
responsable de producir melatonina, hormona relacionada con la luz y la oscuridad, que actúa
sobre los períodos de sueño y vigilia e influye asimismo en los ciclos reproductores. La hipófisis es
la glándula principal de los vertebrados, ya que segrega hormonas que estimulan la función de
otras glándulas. En el aspecto psíquico y espiritual Ajña es el chakra de la lógica y de la verdadera
intuición y comprensión de la realidad. Es, además, el motor de búsqueda de la auténtica sabiduría
y del amor más profundo y trascendente. También se relaciona con la imaginación, la
concentración, la fantasía, la inspiración y la autopercepción. Cuando la energía Kundalini ya ha
arribado a este vórtice, la persona asiste al verdadero y pleno despertar de la consciencia y se
encuentra con el cosmos y con la divinidad, aunque todavía se reconoce y se percibe como
diferente de ella. Abierto y en armonía, este chakra otorga visión clara de los acontecimientos,

agudiza la intuición, despierta el sexto sentido interno y conecta al individuo con la posibilidad de
comprender el devenir desde diferentes perspectivas. Desde lo físico, un buen ritmo de sueño y la
facilidad para concebir son indicios claros de que este chakra se encuentra funcionando al tope de
sus posibilidades. Contrariamente, son claros signos de desequilibrio: los problemas oculares y los
dolores de cabeza y las jaquecas. La sintomatología psicológica es amplia. Puede ir desde un vago
estado general de irritabilidad y nerviosismo, a estancamiento intelectual capaz de incluir
deficiencia para proyectar, ausencia absoluta de intuición o tendencia claramente patológica al
aislamiento. Cuando la desarmonía es verdaderamente grave, puede incluso llegar a producir
alucinaciones y clarividencia caótica. Su mandato vital indica completar la enseñanza kármica de
esta vida

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