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No solo los elefantes tienen la proteína p53, la tenemos todos los mamíferos. Esta proteína
tiene lo que llamamos un gen supresor del cáncer, es capaz de impedir que se desarrolle el
tumor. Lo que describía la noticia sobre los elefantes a la que te refieres es que estos
animales en vez de tener una copia del gen de esta molécula, tienen quince o veinte copias,
es decir que la cantidad de esta proteína que producen es mucho mayor que la que podemos
producir los humanos. La investigación a la que te refieres defiende la hipótesis de que la
razón por la que los elefantes tienen muy pocos tumores es precisamente la elevada
cantidad de esta proteína que producen.
Pero aunque es una estrategia terapéutica que se está intentado desarrollar desde hace
muchos años no es tan fácil como se podría pensar porque la solución no es simplemente
aumentar los niveles de p53 y ya está. Así no puede hacerse, primero hay que buscar
métodos que permitan aumentar la proteína sin provocar más problemas que los que se
intentan corregir.
¿Y cuáles podrían ser esos métodos? Hay varias alternativas. Lo primero que se intentó fue
la utilización de virus modificados para que aumentaran la expresión del gen que codifica
para esta proteína y así se aumentara la producción de la propia proteína. Se utilizaban
adenovirus que son un tipo de virus que no se integran en el genoma, al no integrarse quiere
decir que no se mantienen de forma permanente, eso puede ser un inconveniente pero evita
que se altere el genoma de la célula que se está manipulando. Pero la investigación
descubrió que este método no funcionaba y esta vía está abandonada.
Cadena de ADN. pixabay
También sabemos que en humanos está presente en niveles muy bajitos. Para que entender
esta vía de investigación es necesario saber un poco cómo funciona p53. Cuando el DNA
de una célula se daña, la p53 se activa y tiene la capacidad de hacer que si una célula está
dividiéndose pero ha sufrido un daño, puede decirle a la célula: ¡párate, no sigas
dividiéndote!, para evitar que ese daño se transfiera a las células hijas. La proteína p53 le da
a la célula una señal de parada de su división celular y así le consigue tiempo a la célula a
que repare el DNA dañado, por ejemplo por los rayos ultravioleta del sol en dosis
excesivas. Le dice: “No, no, tú párate, y repara el DNA para que no trasmitas ese daño que
puede ser una mutación”. Si la célula obedece, perfecto, pero si no lo hace, p53 consigue
que la célula se muera y así evita que se trasmitan mutaciones. Eso es lo que ocurre en una
célula normal. En las células tumorales lo que pasa es que la proteína p53 no funciona
como tiene que funcionar y la célula sigue dividiéndose y sigue acumulando mutaciones sin
repararse. Si tuviéramos mucha cantidad de proteína normal esto lo bloquearía. Y por eso
se está haciendo un gran esfuerzo para llegar a esa situación, pero hasta ahora no se ha
conseguido. Existen ensayos clínicos en marcha pero todavía no han llegado a los
pacientes.