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UNIVERSIDAD ARTURO MICHELENA

FACULTAD DE HUMANIDADES, LETRAS Y ARTES

ESCUELA DE IDIOMAS MODERNOS

CÁTEDRA: LINGÜÍSTICA GENERAL

TEORÍAS LINGÜÍSTICAS Y SINTAXIS

UNIDAD II

Autoras: Arasme, Mariana.

Sección: 1M

Arasme, Kamilah.

Sección: 2T

Prof.: Alberto Ramírez

San Diego, enero de 2022


Arasme, M; Arasme, K.

ÍNDICE DE CONTENIDOS

Pág.

……………
… 4
INTRODUCCIÓN
……………
… 6
LINGÜÍSTICA
……………
… 6
Historia de la lingüística
……………
… 8
Objeto de estudio de la lingüística
……………
… 9
Teorías lingüísticas
……………
… 9
Teoría lingüística de Ferdinand de Saussure
……………
… 13
Teoría lingüística de L. Bloomfield
……………
… 14
Teoría Lingüística de Hjelmslev
……………
… 16
SINTAXIS
……………
… 16
Concepto de sintaxis

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Arasme, M; Arasme, K.

……………
… 16
Constituyentes
……………
… 17
Categorías gramaticales
……………
… 17
Sustantivo o nombre
……………
… 19
Adjetivo
……………
… 20
Verbo
……………
… 21
Adverbio
……………
… 22
Preposición
……………
… 23
Determinante
……………
… 24
Pronombre
……………
… 25
Conjunciones
……………
… 26
Reglas sintagmáticas
……………
Sintagma (nominal, adjetival, preposicional, adverbial,
… 28
verbal)

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Arasme, M; Arasme, K.

……………
… 30
Diagrama arbóreo
……………
… 32
CONCLUSIONES
……………
… 34
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
……………
… 34
Fuentes Bibliográficas
……………
… 34
Fuentes Electrónicas

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Arasme, M; Arasme, K.

INTRODUCCIÓN

La palabra “teoría” es un término originario del griego. Ya en la antigüedad


esta palabra se usaba en un sentido figurado, para referirse a una mirada especulativa,
intelectual, como sinónimo de “ver más allá de lo evidente” y acabó siendo sinónimo
de lucidez y de entendimiento. Este hace referencia al conjunto de ideas u opiniones
con respecto a la explicación de un tema. Se trata de un sistema compuesto por
observaciones que definen, describen, relacionan y explican fenómenos de interés.
Son un marco de referencia para guiar un proceso de investigación. Sea la teoría de
Newton, o la teoría de Einstein, no existe una diferencia significativa, ya que tanto las
teorías de la física como las teorías en la lingüística tienen el mismo objetivo:
identificar, formular y explicar un modelo de normas y principios de cómo funciona
algo.

En este sentido, una buena teoría lingüística nos permitirá entender el lenguaje y
aplicarlo correctamente. Esto significa que las teorías no solo tienen potencial teórico
enorme, sino implicaciones prácticas. Familiarizarse y entender las diferentes teorías
lingüísticas, sus metodologías y cómo se relacionan entre ellas es un aspecto esencial
dentro de lo que significa incursionar en la lingüística. “No hay nada más práctico
que una buena teoría” Kurt Lewin (1952).

El campo de la lingüística teoriza en múltiples áreas, como la semántica, la


lingüística cognitiva, histórica, psicológica, y en el campo de la gramática, que
incluyen la morfología, la fonética, la fonología y la sintaxis. Todo esto con la
finalidad de crear una construcción de una teoría universal de la gramática, con el
objetivo de caracterizar lo que es el lenguaje humano.

Según Franco (2021), la gramática consiste en un sistema de reglas que rigen la


manera en que los hablantes de una lengua organizan las palabras en oraciones de
manera tal que se puedan entender entre ellos; sin embargo, organizar las palabras en
términos de oraciones es solo un aspecto de la gramática. En lingüística, la gramática

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es mucho más que colocar oraciones juntas; para entender la gramática de una lengua
en su totalidad, se debe tener conocimiento de la fonética, fonología, morfología,
sintaxis y semántica de dicha lengua.

Siendo esto así, la sintaxis se refiere a todo el sistema y estructura de una lengua.
De acuerdo con el Centro de Escritura y Comprensión Lectora (s.f.), la sintaxis es la
rama de la gramática que estudia el modo en que se combinan las palabras y los
grupos que estas forman para expresar significados, así como las relaciones que se
establecen entre todas esas unidades. Es una disciplina lingüística que tiene por objeto
el estudio del modo como se relacionan las palabras para formar unidades superiores
de significado (Induráin et al., 2011).

El presente trabajo tiene como finalidad lograr una comprensión de las teorías
lingüísticas de Ferdinand de Saussure, L. Bloomfield y Louis Hjemslev y,
posteriormente, de los mecanismos mediante los cuales las palabras se organizan para
formar oraciones, alcanzar un manejo apropiado de la terminología relacionada con el
componente sintaxis y, de acuerdo con los objetivos de la Unidad II de la cátedra
Lingüística General, describir las categorías gramaticales, reglas sintagmáticas y la
importancia del estudio de la sintaxis para el estudiante de Idiomas Modernos. En
este sentido, a continuación, se expone un breve recuento histórico de la lingüística,
objeto de estudio, teorías lingüísticas, conceptos básicos de sintaxis, constituyentes,
categorías gramaticales, sintagmas y diagramas arbóreos.

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LINGÜÍSTICA

Historia de la lingüística

La lingüística como ciencia autónoma no se consolidó hasta el siglo XIX.


Anteriormente habían existido estudios de las lenguas, sin embargo, toda la
terminología gramatical no eran más que etiquetas. No existía un método para
establecer las propiedades de las lenguas, su parentesco o filiación filogenética.
Durante la fase precientífica fueron frecuentes las reflexiones idiosincráticas y
filosóficas sobre su naturaleza o su origen. Estas cuestiones no podían ser respondidas
durante esta etapa, por lo que pasaron a ser especulaciones o reflexiones, sin nada
concreto.

Los filósofos presocráticos comenzaron a discutir hasta qué punto el lenguaje era
natural, hasta qué punto era convencional, hasta qué punto era analógico
(estructurado y ordenado mediante reglas) y hasta qué punto era anómalo (variable,
irregular, impredecible). A pesar de que Platón y Aristóteles se interesaron por
cuestiones del lenguaje (ejemplos de estas cuestiones lingüísticas pueden verse en
diálogos de Platón y en obras de Aristóteles), fueron los filósofos del Estoicismo los
primeros en reconocer la lingüística como una rama autónoma, separada de la
filosofía.

Durante el imperio de Alejandro Magno, se hablaban muchas lenguas diferentes


debido a lo extenso que era, por lo que el estudio de la lingüística era necesario. Se
crearon institutos de enseñanza de la lengua griega. Los estudiosos intentaban
preservar los niveles de gramática y estilo griego que habían alcanzado los grandes
autores clásicos. Algunos se orientaban hacia la literatura, otros hacia los principios
lógicos y psicológicos del lenguaje.

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Cuando Roma entra en contacto con Grecia, la teoría gramatical ya estaba bien
desarrollada, basándose en las gramáticas griegas. A partir de esta, los romanos
estudiaron, formalizaron y estructuraron el estudio de la gramática latina. Había
muchas semejanzas entre las lenguas, por lo que se llegó a creer que el latín
descendió del griego. Si bien los griegos y los romanos tuvieron abundante contacto
con los persas antiguos, no tenían un origen común.

El gramático latino Marco Terencio Varrón llegó a la conclusión de que el


lenguaje es análogo, gobernado por reglas que el gramático debe descubrir y
clasificar. Existen anomalías, sí, pero son semánticas o gramaticales. Fue una opinión
revolucionaria, teniendo en cuenta las formas cultas y literarias de la lengua. Cuando
comenzó la era cristiana, aparecen numerosas gramáticas latinas. Durante la Edad
Media, los textos de Donato y Priscino fueron esenciales para la enseñanza del latín.
La obra de Priscino cobró importancia hasta convertirse en la base para la enseñanza
de la gramática.

Alrededor del siglo XII se produjo un resurgimiento de la filosofía europea,


retomándose así la lectura de los textos de Aristóteles y renace el estudio del griego.
Con los estudios gramaticales controlados por los filósofos, se empieza a considerar
la relación del lenguaje con la mente humana. La teoría del lenguaje que operaban
adoptaba tres niveles: realidad externa, propiedades reales, capacidades de la mente y
los medios de la humanidad para comunicar su comprensión.

El aporte más importante es la teoría de la gramática universal. Gracias al estudio


de las lenguas vernáculas, los gramáticos llegaron a la conclusión de que todos los
seres humanos tienen la capacidad de aprender un lenguaje. Los estudios gramaticales
se dejan de lado por considerarse de poco interés teórico, sin embargo, estos vuelven
a retomarse durante el renacimiento.

En 1492, aparece la primera gramática castellana de Antonio de Nebrija, en la que


se recogen formalmente las reglas de la lengua castellana. Nebrija considera la lengua

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castellana una heredera privilegiada del latín. Durante todo el siglo XVI aparecen
gramáticas de las lenguas vernáculas y de las lenguas indígenas. Esto no hace que el
interés por el estudio del latín decaiga, y durante del Renacimiento existe la necesidad
de rescatar el latín clásico como lengua de cultura. Al mismo tiempo, el interés en las
lenguas vulgares hace posible la realización de estudios comparativos en busca de
rasgos comunes y generales.

A propósito del origen del lenguaje y sus relaciones con el pensamiento, el siglo
XVIII se halla dividido entre hipótesis racionalistas e hipótesis empírico sensistas.
Muchos pensadores de la Ilustración están influidos por los principios cartesianos que
se habían expresado, a nivel semiótico, en la Grammaire (1660) y La Logique (1692)
de Port-Royal. Autores como Nicolas Beauzée y César Chesneau Dumarsais intentan
distinguir un perfecto isomorfismo entre lengua, pensamiento y realidad, y en esta
línea discurrirán muchas de las discusiones sobre la racionalización de la gramática.
Frente a ello se encuentra la llamada lingüística ilustrada, representada por Condillac,
para quien toda la actividad del alma, además de las percepciones, procede de los
sentidos. Esta polémica llegará hasta nuestros días de la mano de Noam Chomsky y
su Gramática generativa.

Objeto de estudio de la lingüística

Toda disciplina científica —y sus distintas ramas— enfoca sus esfuerzos y


objetivos alrededor de un objeto de interés. Este se constituye según la relación entre
una realidad u objeto material (materia) y un objeto formal (objeto de estudio). La
lingüística es una disciplina cuyo objeto de estudio es el lenguaje humano. Se trata de
una ciencia teórica que formula explicaciones diseñadas para explicar y justificar los
fenómenos del lenguaje, esto es, el diseño de teorías sobre algunos aspectos del
lenguaje y una teoría general del mismo. Cabe destacar que la lingüística no es solo
un saber teórico, es además una ciencia empírica que realiza observaciones detalladas
sobre lenguas, en especial para confirmar o refutar afirmaciones de tipo general.

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En este sentido, habrá de aceptar el lenguaje tal como se observa y a partir de su


observación, explicar cómo es. Su función no es ni la de evitar el "deterioro" de la
lengua ni mucho menos procurar una "mejoría”. En efecto, no es trata de una ciencia
prescriptiva sino meramente descriptiva.

Teorías lingüísticas

Teoría lingüística de Ferdinand de Saussure

Saussure pensaba que el lenguaje debía estudiarse desde el punto de vista


científico. Se propuso convertir la lingüística en ciencia a condición de prescindir de
otros elementos del lenguaje. Para él era necesario hacer explícita la separación entre
el sistema y su manifestación, o entre lengua y habla. Los signos de la lengua, aunque
sean psíquicas sus dos caras, para Saussure, no son abstractos, son, por el contrario,
concretos, tangibles, y la escritura permite fijarlos en imágenes convencionales
Consideraba que es propio de la lingüística definir un sistema de correspondencias
entre sonido y significado y su análisis implicaba describir cada uno de estos dos
planos y sus interconexiones. Dedicó su vida a estudiar el signo lingüístico y, a pesar
de que no fue el primero en realizar estudios de este, pero sus enseñanzas, que siguen
hoy en vigor, son las más utilizadas.

Primeramente, Saussure distingue una facultad lingüística general, que nos da la


naturaleza como especie y que nos permite «el ejercicio del lenguaje». El lenguaje es
“multiforme y heteróclito”, susceptible de ser analizado desde muy distintas
perspectivas (física, fisiológica, psíquica, individual, social), tiene carácter estático
pero dinámico, actual y simultáneamente pasado. Para construir un objeto de estudio
que confiera a la lingüística el carácter de ciencia. Saussure acuña la dicotomía
lengua y habla. Lengua y habla son dos aspectos —esencialmente distintos— del
lenguaje. Saussure parte de un esquema elemental del acto individual de
comunicación: el punto de partida es el cerebro del hablante, en el que se produce el
encuentro entre el concepto (los conceptos son definidos como hechos de conciencia)

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y la imagen acústica (las representaciones de los signos lingüísticos que sirven para
su expresión).

De esta manera, Saussure delimita en el acto de comunicación los aspectos físicos


(ondas sonoras), los fisiológicos (fonación y audición) y los psíquicos (la unión de
conceptos e imágenes verbales). Añade a las fases del circuito comunicativo una
«facultad de asociación y coordinación» que desempeña el papel principal en la
organización de la lengua como sistema y que se pone en juego cada vez que no se
trate de signos aislados.

El lugar de la lengua se ubica en el cerebro de los hablantes, en la suma de


imágenes verbales y sus correspondientes conceptos almacenada en todos los
individuos. La lengua es un tesoro depositado por la práctica del habla en todos los
sujetos que pertenecen a la misma comunidad; se trata de un sistema virtualmente
existente en el conjunto de los individuos. En efecto, la lengua es esencialmente
social, nunca está completa en el cerebro individual y es «exterior» al individuo. Por
otra parte, es un producto que se registra pasivamente; el individuo no puede por sí
mismo crearla ni modificarla: es homologable a una especie de contrato establecido
en la comunidad y, para conocer su funcionamiento, es preciso realizar una tarea de
aprendizaje. Es, por eso, un hecho histórico.

Por el contrario, el habla tiene un carácter esencialmente individual: se trata de un


acto de voluntad e inteligencia de los hablantes; tiene un carácter «más o menos
accidental», incluye los aspectos físicos y fisiológicos, y contrariamente a la lengua
es algo «accesorio» (un individuo privado del habla por determinada patología puede
seguir poseyendo su lengua). La lengua, si bien es un objeto psíquico, tiene
naturaleza concreta, dado que los signos tienen un lugar real en el cerebro y son
representables mediante imágenes convencionales. Un diccionario y una gramática
pueden ser una representación fiel de una lengua. La lengua, sostiene Saussure, es

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forma y no sustancia, es el terreno de las articulaciones entre el plano de los


conceptos y de la sustancia fónica.

De esta manera, Saussure consigue construir un objeto de estudio homogéneo,


distinto del habla, que puede estudiarse separadamente: un sistema de signos en el
que es esencial la unión del sentido y la imagen acústica. Puede concluirse entonces
que la teoría saussureana otorga al léxico (en tanto conjunto de signos) un carácter
esencial en el sistema de la lengua. Considera que la lingüística es una parte de la
semiología, «la ciencia que estudia la vida de los signos en el seno de la vida social,»
y define como tarea del lingüista determinar por qué la lengua es un sistema especial
de signos dentro del conjunto de hechos semiológicos. De este modo, la lingüística es
una subdisciplina dentro de la psicología social y, en última instancia, de la
psicología.

El signo lingüístico: Saussure considera la unidad lingüística —el signo lingüístico—


como algo doble, que tiene dos caras conformadas por la combinación del concepto y
de la imagen acústica. Luego propone reemplazar concepto e imagen acústica por
significado y significante respectivamente. Compara esta unidad lingüística a una
hoja de papel cuyas dos caras son dos facetas de un todo indisoluble, por eso es
imposible cortar una cara sin cortar también la otra. La imagen acústica no es el
sonido, sino la representación mental de la cadena de sonidos que se corresponden
con un determinado concepto.
El significado es una representación psíquica. Esto quiere decir que el significado
no sería el objeto como algo real, sino la idea que la persona se hace del objeto. El
significante ha sido considerado la parte material del signo (el sonido o la letra
escrita) y permite que el significado se haga presente. Según él, los signos lingüísticos
están en la mente. Significado y significante están en una relación de
interdependencia; el vínculo entre ellos es arbitrario, es decir, inmotivado: no hay
razón para que a determinado significado le corresponda determinado significante y
viceversa, hecho que prueba la existencia misma de distintas lenguas naturales. Por

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otra parte, el signo lingüístico es lineal debido al carácter auditivo del significante:
tiene lugar necesariamente en la dimensión tiempo y asume sus características
(representa una extensión mensurable).

Los elementos del significante se disponen secuencialmente y forman una cadena,


lo cual es evidente en la escritura. El signo lingüístico es inmutable en relación con el
individuo y la masa hablante que lo emplea: la lengua es siempre herencia de una
época precedente, es «la carta forzada» y, por tanto, no puede cambiarse por la libre
voluntad. Sin embargo, en relación con la dimensión tiempo, el signo lingüístico es
mutable, puesto que es susceptible de alteración tanto en el plano del significante
como del significado.

Relaciones sintagmáticas y asociativas: “En un estado de lengua, todo se basa en


relaciones […]. Las relaciones y las diferencias entre términos se despliegan en dos
esferas distintas, cada una generadora de cierto orden de valores” Saussure (1945). A
estas relaciones que se dan dentro de la lengua se les conocen como relaciones
sintagmáticas y asociativas. Las relaciones sintagmáticas son relaciones
combinatorias en presencia de otros elementos lingüísticos, y se dan entre los
elementos sucesivos del enunciado. Se relacionan expansivamente unas tras otras
según el orden posicional de los elementos de un enunciado.
Entonces, podemos decir que son relaciones de sentido que cada signo lingüístico
mantiene con los restantes de diversa categoría gramatical, bien sea en un mismo
sintagma o en la oración. Se basan en el principio de linealidad, es decir, a partir de
un núcleo, que condiciona la secuencialidad de todas las expresiones: los elementos
se alinean uno detrás del otro en la cadena del habla (fonos, palabras, oraciones); la
totalidad resultante es llamada sintagma y se compone de dos o más unidades
consecutivas.
Las relaciones asociativas son las relaciones de sentido existentes entre los signos
de la misma categoría sintáctica, que se dan entre las unidades del sistema, es decir,
entre las unidades simultáneas (forman el paradigma). Se dan en el cerebro del

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hablante (son relaciones «en ausencia»), que asocia elementos del sistema que tienen
algo en común (por ejemplo, altura/frescura/calentura; cariño/afecto/amor;
perdón/calefón/atención), es decir, la asociación puede basarse en la presencia de
elementos comunes —un sufijo—, en la analogía de significados o en la simple
similitud fónica. Los elementos evocados forman una familia asociativa que no tiene
un orden dado ni, por lo general, un número definido.

Sincronía y diacronía: El estudio lingüístico de Saussure tiene dos perspectivas: la


diacrónica y la sincrónica. El enfoque sincrónico observa la lengua desde un punto de
vista estático, realiza un corte temporal y determina cuáles son las pautas que en ese
momento estructuran la lengua, aceptada por la comunidad lingüística. El enfoque
diacrónico examina la evolución de esta en el tiempo. Se centra en investigar de qué
forma se modifican los signos de las palabras, aparecen nuevos y otros se vuelven
arcaicos. Así lo explica en su obra: “Curso de Lingüística General”.
Teoría lingüística de L. Bloomfield
Leonard Bloomfield publica Language en 1933, y en el Prefacio, explica
claramente su propósito de llevar adelante un estudio del lenguaje sin tener que
recurrir a ningún sistema psicológico: buscando posicionar la lingüística como una
ciencia independiente. Para ello, tratará de vencer el mayor obstáculo que se le
aparecía en el horizonte: el mentalismo. Al rechazarlo, Bloomfield aceptó la
concepción mecanicista que estaba en boga en los USA desde 1924 con el nombre de
behaviorismo. Para Bloomfield, el acto de hablar puede ser descrito en términos de
estímulo y de la respuesta que produce tal estímulo intenta construir un aparato
teórico que pueda proporcionar una descripción gramatical completa de cualquier
lengua. Este punto de vista mecanicista deja de lado la posibilidad de que una persona
reaccione de distinta manera en vez de repetir un viejo hábito.

La teoría de Bloomfield es eminentemente descriptiva: se limita a describir los


hechos lingüísticos. “la teoría de Bloomfield es inobjetable desde el punto de vista
teórico, por la sencilla razón de que ni siquiera se coloca en un plano teórico: lo único

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que pretende es hacer un estudio objetivo de los llamados hechos lingüísticos, es


decir, de lo hablado como cosa, como fenómeno físico ya producido y considerado
independientemente de los individuos hablantes.” Coseriu, F (1962).

El método consiste en identificar las unidades y descubrir su combinatoria,


proponiendo las distribuciones aceptables en la lengua. El elemento es la unidad
mínima que configura la secuencia como cadena de elementos. El entorno está
constituido por la serie de elementos que preceden y siguen a una unidad
determinada. La distribución de ese elemento es el conjunto de entornos que para esa
unidad se pueden encontrar en los enunciados del corpus de partida. Este análisis
conduce a describir la frase como una estructura jerárquica fundamentada en el orden
y la equivalencia. La oración se segmenta en constituyentes inmediatos que se
agrupan en clases distribucionales, formadas por constituyentes que tienen una
distribución idéntica.

Uno de los rasgos que caracterizan de forma distintiva el método de Bloomfield es


el antimentalismo. Influido por la psicología conductista de Watson, que rechaza la
existencia de representaciones mentales, ideas innatas, facultades abstractas, etc., que
habían defendido sus predecesores. Su concepción mecanicista del comportamiento
lingüístico le lleva a reducirlo al esquema estímulo-respuesta. Una secuencia
lingüística constituye una respuesta a una serie de estímulos prácticos; a su vez, la
respuesta actúa como estímulo en el receptor que realizará una serie de actos que
constituyen la respuesta práctica.

El significado, que queda fuera de toda posibilidad de estudio científico según


Bloomfield, es la situación en que el hablante emite una forma lingüística y la
respuesta que provoca en el oyente. La adquisición de la lengua es fruto de la
repetición de este esquema primario, en la que los éxitos sirven como refuerzo del
aprendizaje; los enunciados nuevos que el niño crea se explican únicamente por la
analogía.

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Teoría lingüística de Hjelmslev

Se le conoce como Glosemática a la teoría desarrollada por Louis Hjelmslev en el


marco del Círculo Lingüístico de Copenhague. En ella sostiene que la lengua es
forma y no sustancia, En los Prolegómenos a una teoría del lenguaje de 1943,
Hjelmslev radicaliza los principios de Saussure. Al igual que Saussure, consideró la
lingüística como parte de la semiótica (ciencia de los signos). Según su análisis, el
signo es una forma, es decir: es posible describirlo empíricamente, pero su sustancia
es antológicamente especulativa (puede interpretarse de forma diferente a como quiso
el emisor).

A su vez, la distinción saussureana entre lengua y habla, aparece reformulada en


tres términos: Esquema (forma pura independiente de sus realizaciones Materiales),
Norma (actualización social, pero sin manifestación material), y Uso o conjunto de
hábitos manifestados por una comunidad de hablantes. En cuanto al análisis del
sistema, parte de la división en dos planos: la expresión y el contenido, que a su vez
se articulan en otros, la sustancia y la forma; delimitados estos ámbitos de análisis
establece que la fonética se ocupa del estudio de la sustancia de la expresión, la
fonología estudia la forma de la expresión, la morfosintaxis se ocupa de la forma del
contenido y la semántica analiza la sustancia del contenido.

Además, para Hjelmslev, la semiótica no es una disciplina sino un sistema, que


puede ser o bien una lengua natural o un juego como el ajedrez, o cualquier otro
sistema que satisfaga la definición dada. Hjelmslev clasifica a las semióticas en
denotativas, connotativas y metasemióticas. La función semiótica se establece entre la
forma del contenido y la forma de la expresión; mientras que la substancia del
contenido (el pensamiento) y la substancia de la expresión (la cadena fónica)
dependen exclusivamente de la forma y no tienen existencia independiente. Este
homomorfismo entre el plano de la expresión y el plano del contenido abre las
puertas a una semántica estructural. Puede decirse que la glosemática considera que la

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lengua es una semiótica compuesta de dos planos: expresión y contenido (que


corresponden a los planos del signo saussureano: significante y significado)

SINTAXIS

Concepto de sintaxis

El objeto de la sintaxis se centra en describir las reglas que 1) determinan la


combinación de palabras para formar unidades mayores denominadas sintagmas y 2)
determinan la combinación entre sintagmas para formar oraciones. Así mismo, la
sintaxis describe qué características poseen las diversas oraciones que se pueden
formar con dichas reglas (Induráin et al., 2011).

Constituyentes

Entre la unidad mínima (palabra) y la unidad máxima (oración) de la sintaxis,


existen unidades intermedias denominadas constituyentes. Dichas unidades
intermedias no son tan sencillas de identificar a simple vista como las palabras y
mantienen entre sí relaciones gramaticales (Lengua Semipresencial, 2017, 0:10).

Los constituyentes se pueden desplazar dentro de una oración, por ejemplo,


podríamos decir “Ese gato saltó desde el árbol” y “Desde el árbol ese gato saltó” y
mantener la integridad de cada segmento analizado. Así mismo, pueden ser la
respuesta a una pregunta; siguiendo el ejemplo anterior, podría ser “¿Desde dónde
saltó el gato? ¿Quién saltó desde el árbol? ¿Qué hizo el gato?” y los constituyentes
también pueden ser reemplazados por una unidad menos compleja sin que se alteren

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las relaciones gramaticales de los elementos restantes, por ejemplo, “Él saltó desde el
techo” (Lengua Semipresencial, 2017, 3:09).

Las relaciones de constitución son entonces relaciones sintagmáticas (entre


elementos copresentes) entre las partes y el todo. Se trata de relaciones de
pertenencia, de integración de unos elementos dentro de otros. Las partes reciben el
nombre de constituyentes, y el todo recibe el nombre de constituto (Universidad de
Santiago de Compostela (USC), s.f.).

Categorías gramaticales

La clasificación de las palabras según su función gramatical en la oración se


denomina categoría gramatical. Como se mencionó anteriormente, las categorías
gramaticales, también denominadas partes de la oración o clases de palabras,
determinan las características que tienen los sintagmas que se pueden formar con
estas. Según Fernández (2018) existen dos grandes subgrupos en las categorías
gramaticales: las palabras variables (aquellas que pueden presentar accidentes
gramaticales, como lo son el sustantivo, adjetivo, verbo, determinante y pronombre) y
las palabras invariables (aquellas que siempre mantienen su misma forma, como lo
son el adverbio, preposición y conjunción). No obstante, algunas palabras pueden
cambiar de una categoría a otra en base a la función que cumplen dentro del
sintagma.

De acuerdo con Induráin et al. (2011), para la clasificación de las categorías


gramaticales se contemplan cuatro factores distintos: 1) la función sintáctica que
desempeñan en la oración, 2) la variación formal o variación de flexión, 3) clase
abierta o cerrada (si a la palabra se le puede incorporar o no una nueva unidad) y 4) el
significado. Según estos criterios se establecen ocho categorías gramaticales distintas,
también mencionadas en el párrafo anterior: nombre, adjetivo, verbo, adverbio,
preposición, determinante, pronombre y conjunción.

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Algunos gramáticos añaden a la clasificación de las palabras la categoría de


“interjección”, que son palabras aisladas que constituyen un enunciado exclamativo
independiente para expresar sentimiento, saludar, imitar sonidos, etc. tales como ¡ah!,
¡hey! No obstante, no son una parte de la oración y no pueden desempeñar ninguna
de las funciones gramaticales.

Sustantivo o nombre

Esta categoría gramatical constituye una clase de palabras abiertas. Según su


función, los nombres se definen por ser el núcleo de un sintagma que desempeña las
funciones de un sujeto (un perro come), objeto directo (tengo un perro) o de término
de preposición (para un perro). Desde el punto de vista de su variación formal,
pertenecen al grupo de palabras variables (salvo unas pocas excepciones) y tienen
flexión de número (dedo/dedos, baúl/baúles) y poseen género intrínseco o flexión de
género dependiendo del caso. Con respecto a su significado, designan clases de
objetos (cuando son comunes) y objetos únicos (cuando son propios) (Induráin et al.,
2011).

Alonso (2020) define el sustantivo como el tipo de palabra que designa seres,
cosas y realidades abstractas. Es el nombre de una persona, un lugar, una cosa o una
idea. Los sustantivos se clasifican en comunes, propios, concretos, abstractos,
individuales, colectivos, contables e incontables. Los sustantivos comunes son
aquellos que designan a todos los seres de una misma clase (río, alumno, silla, ciudad,
etc.), mientras que los sustantivos o nombres propios identifican e individualizan a un
ser determinado para diferenciarlo de otro de su misma clase, estos incluyen los
nombres de las personas y los nombres de posiciones geográficas (Carlos, Caracas,
Venezuela, Bolivia, Sofía).

Así mismo, los sustantivos concretos designan seres que pueden ser percibidos por
los sentidos, es decir, que existen físicamente y que pueden ser vistos, escuchados,
etc. tales como casa, árbol, calle, comida, música, y escuela. Los abstractos, por otra

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parte, son aquellos utilizados para designar conceptos que solo pueden ser percibidos
por la mente en forma de ideas puesto que no tienen una presencia física y no se
pueden oler, ver, saborear, escuchar ni tocar, por ejemplo, belleza, temor,
tranquilidad, felicidad, etc. Los sustantivos individuales designan una sola cosa en
particular (no obstante, puede existir una pluralidad entre estas), como en el caso de
árbol, abeja, perro, ovejas, mientras que, los sustantivos colectivos, son palabras que
hacen referencia un conjunto de personas, animales o cosas, por ejemplo, enjambre
para referirse a un conjunto de abejas o jauría, para referirse a un conjunto de perros.

Finalmente, los sustantivos contables (como su nombre lo indica), se utilizan para


seres o realidades que se pueden contar y tienen una tanto forma plural como singular
que puede ser utilizada con números, por ejemplo, carro (tres carros), taza (cinco
tazas), bicicleta (una bicicleta), entre otros. Por otro lado, los sustantivos incontables
son aquellos que no se pueden contar, estos normalmente hacen referencia a
sustancias liquidas (leche, aceite, agua, jugo), gases (oxígeno), ideas abstractas
(tiempo, información, felicidad) y materiales (papel, madera, plástico). Algunos
autores también mencionan los sustantivos primitivos (no derivan de ninguna palabra,
por ejemplo, pan, queso y flor), los derivados (provienen de otra palabra como
floristería, quesillo o panadería) y los compuestos (dos o más palabras que conforman
un sustantivo, tales como sacapuntas, parabrisas, abrelatas, etc.).

Adjetivo

El adjetivo forma parte de una clase de palabras abierta (salvo en algunos pocos
tipos de adjetivos) y funcionalmente se caracteriza por ser núcleo de un sintagma que
desempeña la función de complemento del nombre (mujer triste), de atributo (estoy
triste) o de complemento predicativo (llegó triste). Con respecto a su variación
formal, los adjetivos pueden tener flexión de género y de número (rojo, roja, rojos,
rojas), no obstante, estos no son intrínsecos, sino que se adquieren por concordancia.

20
Arasme, M; Arasme, K.

También pueden admitir variación de grado (por ejemplo, interesantísimo expresa un


grado superlativo mediante un morfema especifico) (Induráin et al., 2011).

Desde el punto de vista de su significado, los adjetivos denotan propiedades o


cualidades que predican del nombre al cual complementan. Son palabras descriptivas
que modifican o proporcionan más información sobre un sustantivo o un pronombre y
que expresan características propias de los seres y las cosas, por ejemplo, platos
sucios, ropa nueva, mujer inteligente.

A su vez, los adjetivos pueden clasificarse en adjetivos calificativos y


determinativos. Los adjetivos calificativos añaden algo al sustantivo y tienen
significado pleno, pueden ser de color, derivados del verbo (morder-mordido, soñar-
soñado, romper/roto), derivados del sustantivo (sal-salado) y gentilicios (venezolano,
peruano, tachirense) (Duque, s.f.).

Los adjetivos determinativos son aquellos que limitan o precisan el sustantivo que
al que acompañan y pueden ser demostrativos (marcan la distancia espacial o
temporal entre la persona que habla y la persona u objeto del que se habla: este, estos,
esta, estas, ese, esa, esos, esas, aquel, aquella, aquellos, aquellas), posesivos (expresan
propiedad, que algo le pertenece a alguien: mi, mío, mía, míos, mías, mis, tu, tuyo,
tuyas, tuyos, tus, suyo, suya, suyos, suyas, su, nuestro, nuestra, nuestros, nuestras,
vuestro, vuestra, vuestros, vuestras), indefinidos (acompañan al sustantivo y dan un
sentido de imprecisión e inexactitud, tales como otro, otra, algún, alguna, algunos,
algunas, cierta, semejante, diversas), numerales (añaden un sentido preciso de
cantidad y orden) e interrogativos (se emplean en oraciones interrogativas y se
anteponen al sustantivo: cuál, cuánto, qué).

Así mismo, los adjetivos numerales se clasifican en cardinales (cantidad exacta,


por ejemplo, uno, mil, cien, un millón), ordinales (expresan orden: primero, segundo,
tercero, cuadragésimo, etc.), múltiplos (doble, triple, cuádruple) y partitivos (división
de cantidad en partes: mitad, tercera, quinta) (Duque, s.f.).

21
Arasme, M; Arasme, K.

Verbo

Los verbos expresan una acción, proceso o estado que realiza o sufre un sujeto.
Constituye una clase gramatical abierta y núcleo del sintagma verbal (predicado
principal de la oración, excepto en oraciones copulativas). De acuerdo con Induráin et
al. (2011), el verbo exige argumentos (sujeto y complementos), admite modificadores
(complementos circunstanciales, etc.) y es una palabra variable con una flexión muy
compleja, dado que poseen unos morfemas flexivos con los cuales pueden expresar
tiempo, modo, aspecto, persona y número, (tal y como se expuso anteriormente en la
Unidad I) e imponen concordancia de persona y número al sujeto oracional.

Los verbos pueden ser transitivos (verbos de acción que expresan actividad como
patear, querer, escribir y comer que deben tener un objeto directo, algo o alguien que
recibe la acción del verbo), intransitivos (opuestos a los transitivos, no necesitan
transferir una acción a otro verbo, tales como llovió o nevó), reflexivos (la acción del
verbo se encuentra en el sujeto, por ejemplo, peinarse), regulares (el verbo mantiene
su raíz en todos los tiempos verbales, por ejemplo, comer/comió/comerá,
cantar/cantó/cantará), irregulares (cambian completamente su forma en otros tiempos
verbales, por ejemplo, hacer/hizo/hice y saber/sé/supo), copulativos (expresan
estados, condiciones y características como ser, estar y parecer), defectivos (no se
pueden conjugar en todas las personas o tiempos verbales, tales como ocurrir y
suceder), auxiliares (no hacen referencia a ninguna acción y complementar a otro
verbo) y recíprocos (hacen referencia a acciones que realizan y reciben efecto de otras
personas).

Adverbio

Esta clasificación constituye una palabra invariable; un subconjunto de ellos, los


que se forman con la adición de -mente a un adjetivo femenino, son una clase abierta,
mientras que el resto es una clase cerrada. Funcionalmente, son el núcleo de un
sintagma que modifica un verbo (como complemento circunstancial), un adverbio o

22
Arasme, M; Arasme, K.

un adjetivo (indicando cantidad o grado) o la oración o el enunciado como un todo


(indicando el punto de vista del hablante, etc.). Indican nociones relativas al tiempo,
modo, lugar, cantidad, etc. del elemento al cual modifican (Induráin et al., 2011).

Según D’Elia (s.f.), los adverbios modifican el significado de las palabras para
expresar de qué manera se produce una acción. Entre los diversos tipos de adverbios
se encuentran: los adverbios de modo (expresan de qué forma algo sucede o cómo se
realiza una acción, por ejemplo, calmadamente, lentamente, rápidamente, tristemente,
amablemente, rápido, bien, mal, despacio), adverbios de tiempo (especifican cuando
algo sucede o cuando se realiza, por ejemplo, nunca, recientemente, durante, aún,
pronto, ayer, hoy), adverbios de lugar (denotan dónde sucede o se realiza algo, por
ejemplo, aquí, allá, dentro, fuera, arriba, abajo), adverbios de cantidad (indican el
grao en que algo sucede o se realiza, por ejemplo, muy, mucho, poco, bastante,
demasiado).

Preposición

Clase de palabra cerrada e invariable que desempeña la función de nexo entre un


elemento sintáctico cualquiera y su complemento; introduce sustantivos, adjetivos,
adverbios y verbos de formas no personales y se distingue de las conjunciones
subordinantes en que no puede introducir directamente oraciones, aunque sí puede
preceder a las conjunciones subordinantes si y que. De acuerdo con su significado, las
preposiciones tienen un comportamiento dispar, puesto que poseen significado propio
que hace explicita la relación existente entre los elementos que unen, mientras que
otras no tienen significado léxico o tienen un significado muy laxo que depende del
uso (por ejemplo, la preposición “a” que introduce el objeto directo en: Vi a Mariana)
(Induráin et al., 2011).

Las preposiciones conectan a las personas, objetos, tiempos y ubicaciones de una


oración y usualmente son palabras cortas, puesto que usualmente se encuentran

23
Arasme, M; Arasme, K.

posicionadas directamente delante de los sustantivos. No aceptan morfemas flexivos


de género ni de número.

Preposición Uso y significado Ejemplos


A Introduce al objeto Escribo a Oriana.
directo y expresa Voy a comprar.
dirección, lugar, modo y
tiempo.
Ante Delante o en presencia de. Se hincó ante Jesucristo.
Bajo Expresa situación Me bañé bajo el chorro.
inferior.
Con Indica compañía, modo, Oía música.
instrumento.
Contra Expresa contrariedad. Lanzó la pelota contra la
pared.
De Pertenencia, modo, Llegó cansado de la calle.
tiempo, causas.
Desde Denota inicio de una Desde hoy abre el
acción. comercio.
En Indica tiempo, lugar, Iremos en el carro.
modo, medio.
Entre Expresa que algo o Estás entre la espada y la
alguien está en medio de pared.
dos cosas.
Hacia Indica lugar y dirección Luego ve hacia la
izquierda.
Hasta Equivale a incluso, indica Del 20/01 hasta el 28/01
fin.
Para Indica destino, tiempo, El dulce es para Luis.

24
Arasme, M; Arasme, K.

plazo.
Fuente: Duque, R. (s.f.).

Determinante

Clase cerrada con variación formal; presenta flexión de género (el/la) y de número
(la/las) adquiridas por concordancia y su función consiste en determinar a un nombre
común u otra categoría que desempeña la función del mismo. Esta función determina
su significado, puesto que el determinante fija la referencia de un sintagma nominal;
es decir, el nombre común, que sin determinante designa una clase, pasa a designar
un objeto o ser concreto cuando está actualizado por un determinante (Induráin et al.,
2011).

Los determinantes son palabras que presentan al sustantivo. En “esa casa”, “esa”
precisa a qué casa nos referimos, por lo que, sin este determinante, el sustantivo
“casa” posee un significado muy general. Estos se clasifican en: artículos
determinados (presentan nombres ya conocidos por los interlocutores o que han
aparecido con anterioridad en el discurso: el, la, los, las), artículos indeterminados
(presentan nombres desconocidos o que aparecen por primera vez en el discurso: un,
una, unos, unas), artículos contractos (formados por una preposición más un artículo:
de + el = del, a + el = al) y el artículo neutro “lo”. Este último acompaña a los
pronombres relativos y las sustantivaciones adjetivas, idiomáticos y proverbios: lo
increíble, lo sutil, lo bello, lo maravilloso (Duque, s.f.).

Pronombre

Clase de palabra cerrada y variable. Según Induráin et al. (2011), los pronombres
siempre tienen flexión de número (exceptuando algunos casos) y, en ocasiones,
poseen también flexión de género y persona. Los denominados pronombres
presentan, además, variación de caso; es decir, tienen una forma distinta en virtud de
la función sintáctica que desempeñan. Funcionalmente, constituyen por sí solos un
sintagma nominal y realiza funciones propias de éstos: sujeto, objeto directo o

25
Arasme, M; Arasme, K.

término de preposición. A diferencia de los nombres, adquieren su significado en


función del contexto lingüístico o extralingüístico en el cual se usan.

Roca (2012) establece que los pronombres se clasifican en: personales, numerales,
demostrativos, interrogativos, posesivos, exclamativos, indefinidos y relativos. Los
pronombres personales son aquellas palabras que se utilizan para referirse a distintas
personas que no tienen contenido léxico, por lo tanto, se condicionan por el contexto,
estos son: yo, me, conmigo, mí, tú, te, contigo, ti, usted, él, ella, ello, se, consigo, le,
lo, la, sí, nosotros, nosotras, nos, vosotros, vosotras, os, ellos, ellas, se, los, las, les.

Los pronombres demostrativos son aquellos que guardan una relación con la
distancia a que se halla el referente de la frase que introduce respecto al lugar
ocupado por el hablante; para indicar cercanía: éste, ésta, esto, éstos, éstas, para
indicar distancia media: ése, ésa, eso, ésos, ésas y para indicar lejanía: aquél, aquella,
aquello, aquellos, aquellas. Los pronombres posesivos son aquellos que reemplazan al
sustantivo e indican la pertenencia del sujeto, estos son: mío, mía, míos, mías, tuyo,
tuya, tuyos, tuyas, suyo, suya, suyos, suyas, nuestro, nuestros, nuestra, nuestras,
vuestro, vuestra, vuestros, vuestras.

Los pronombres indefinidos son aquellos cuyo referente no tiene rasgo de


exactitud, algunos de estos son: un, uno, algún, alguno, ningún, ninguno, una, unos,
unas, algunas, alguna, nada, escasos, escasas, pocos, pocas. Los pronombres
numerales informan con exactitud de cantidades y ordenes de colocación referidos a
nombres, pero sin mencionarlos. Los pronombres relativos se utilizan para aludir a un
sujeto que ha sido mencionado previamente dentro de la oración, entre estos podemos
encontrar: que, quien, el cual/la cual, los cuales/las cuales, el que/la que, los que/las
que, lo que, lo cual, cuyo, cuanto (Roca, 2012).

Los pronombres interrogativos se utilizan para formular preguntas y siempre


llevan tilde, estos son: son cuál, cuáles, cuánto, cuánta, cuántos, cuántas, qué (para
preguntar sobre cosas), quién, quiénes (para preguntar sobre personas). Finalmente,

26
Arasme, M; Arasme, K.

los pronombres exclamativos se utilizan para expresar emoción, alegría, sorpresa o


susto, siempre llevan tilde, estos son cuál, cuáles, cuánto, cuánta, cuántos, cuántas,
qué (para referirnos a cosas), quién, quiénes (para referirnos a personas). Para
diferenciar los pronombres interrogativos de los exclamativos se utilizan los signos de
interrogación y de exclamación (por ejemplo: ¿Qué te ha ocurrido? (interrogativo)
¡Qué interesante! (exclamativo)).

Conjunciones

La conjunción constituye una clase cerrada e invariable al igual que las


preposiciones; así mismo, cumplen la función de enlace entre oraciones o entre
elementos constitutivos de una oración (palabras o sintagmas), bien sean elementos
jerárquicamente equivalentes (coordinantes) o bien mantengan entre sí una relación
de subordinación sintáctica (subordinantes). Las conjunciones hacen explicita la
relación que se establece entre elemento, ya sea adición, oposición, alternativa
(coordinantes), y causa, consecuencia, finalidad, condición u oposición
(subordinantes) (Induráin et al., 2011).

En este sentido, las conjunciones son enlaces que relacionan palabras u oraciones
y no tienen género, número, tiempo ni persona. Como se indicó en el párrafo anterior,
existen dos tipos de conjunciones: coordinantes y subordinantes. Las conjunciones
coordinantes son aquellas que unen palabras u oraciones del mismo nivel sintáctico,
de forma que sean intercambiables entre sí, y que el sentido general de la oración
compuesta no varíe. A su vez, las conjunciones coordinantes pueden ser copulativas
(y, e, ni, que), disyuntivas (o, u, bien), las adversativas (más, pero si no, sin
embargo), distributivas (ya… ya, bien… bien…) y explicativas (es decir, esto es)
(Lund, 2020).

Por otro lado, las conjunciones subordinantes unen dos oraciones y crean entre
ambas una relación de subordinación, por lo cual estas conjunciones reciben su
nombre. Estas pueden ser de lugar (donde), de tiempo (cuando, apenas, en cuanto), de

27
Arasme, M; Arasme, K.

modo (como, según, según que), comparativas (tal… cual, tan… como, igual… que),
causales (que, porque, puesto que, pues), consecutivas (luego, con que, por lo tanto),
condicionales (si, en el caso de que, como), concesivas (aunque, a pesar de que, si
bien), y finales (a que, para que, para) (Lund, 2020).

Reglas sintagmáticas

Las reglas sintagmáticas, o reglas de reescritura, constituyen la base del primer


modelo de gramática generativa de Noam Chomsky, las cuales fueron utilizadas para
describir la sintaxis de las oraciones. La primera regla establecer que todas las
oraciones (a excepción de las impersonales) se desglosan en dos partes, un sintagma
nominal y un sintagma verbal.

O SN + SV

En este sentido, la segunda regla establece que un sintagma nominal siempre debe
estar compuesto por un determinante, un núcleo y un complemento (SN det + N +
C) y, en la tercera regla, se expresa que un sintagma verbal siempre está compuesto
por el auxiliar y el grupo verbal (verbo en infinitivo, ya sea predicativo o copulativo).

(SV Aux. (voz, modo, etc.) + G.V.)

Así mismo, los complementos pueden ser del nombre, directos, indirectos y/o
circunstanciales. El complemento directo es un complemento argumental que poseen
los verbos transitivos. Cuando es de tercera persona, es pronominalizable por los
pronombres personales: lo, la, los, las: Vi el coche = Lo vi. Cuando el verbo admite la
voz pasiva, el sintagma nominal que desempeña la función de complemento directo
(CD) en la oración activa, es sujeto de la oración pasiva equivalente: Han resuelto el
enigma = El enigma ha sido resuelto/Se ha resuelto el enigma. Sin embargo, no todos
los verbos que llevan CD admiten la construcción pasiva, por ejemplo, no existe
versión pasiva de “tiene tres hermanos” o “el queso pesa 4kg”. Según las reglas

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Arasme, M; Arasme, K.

sintagmáticas, un CD puede tratarse de un sintagma nominal o un sintagma


preposicional.

CD SN det + N + C

CD = S. Prep. R + SN

(R= Refuncionalizador).

Por otro lado, desempeña la función de complemento indirecto un sintagma


preposicional introducido por la preposición “a”; el término de la preposición es un
sintagma nominal. El CI expresa normalmente el destinatario o beneficiario de la
acción del verbo; cuando es tercera persona, es pronominalizable por los pronombres
le y les, lo cual permite diferenciarlo del CD. Cuando un verbo tiene complemento
indirecto, suele ser siempre necesaria la presencia del pronombre personal átono
característico de dicha función (me, nos, te, os, le, les) y dicho pronombre se usa
incluso en ocasiones donde aparece el sintagma preposicional que desempeña esta
misma función. El CI es complemento de vernos transitivos que, además, poseen un
CD y verbos intransitivos que no poseen CD. De acuerdo con las reglas
sintagmáticas, un CI es siempre un sintagma preposicional (sintagma nominal
precedido de una preposición).

CI S.Prep. R + SN

El complemento circunstancial no está exigido por el verbo, a diferencia del CD y


el CI. Su presencia es opcional, de modo que, si se elimina, la oración sigue estando
bien formada, aunque tenga un significado distinto. Un predicado puede tener un
número de complementos circunstanciales ilimitado. Finalmente, el complemento del
nombre está constituido por adjetivos que complementan a un nombre en un SN.
Estos pueden ser formales (estructura de un SN) o funcionales (estructura de un S.
Prep.).

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Arasme, M; Arasme, K.

Sintagma

Con la finalidad de transmitir significados, las lenguas utilizan palabras, las cuales
se combinan entre sí para formar unidades de significado complejas; en este sentido,
por debajo del límite máximo que constituye la oración, se encuentra el sintagma. Los
sintagmas son los constituyentes de la oración (Induráin et al., 2011).

De acuerdo con Christen (2013), un sintagma es un sistema de análisis sintáctico


basado en reglas. Este sistema está formado por una serie de palabras que, dentro de
una oración, pueden ejercer una función sintáctica determinada, ya sea nominal,
adverbial, adjetival, etc.

En virtud de estas características, las palabras de una lengua se agrupan en


conjuntos cuyos miembros tienen posibilidades combinatorias similares denominados
categorías gramaticales, las cuales formaran sintagmas distintos y, a partir de estos, se
derivará la existencia de un repertorio limitado de sintagmas (Induráin et al., 2011).
Los sintagmas pueden estar formados por más de una palabra que establecen
relaciones entre sí y poseen un núcleo que determina sus características
combinatorias; pueden ser núcleos de un sintagma los nombres, adjetivos, verbos,
adverbios y preposiciones que conforman los correspondientes sintagma nominal,
sintagma adjetivo, sintagma verbal, sintagma adverbial y sintagma preposicional.

 Sintagma nominal: Tienen por núcleo un sustantivo y puede estar


determinado o modificado por complementos propios. El núcleo nominal del
sintagma suele ir acompañado de un determinante que indica a cuáles o
cuántos de los objetos pertenecientes a la clase de objetos que designa el
sustantivo se refiere el sintagma, o por un complemento que describa o
especifique dichas entidades. También puede ser el núcleo de un sintagma
nominal un infinitivo o cualquier palabra o frase sustantivada (el ayer, lo azul,
el que llega).

30
Arasme, M; Arasme, K.

 Sintagma adjetival: Tienen como núcleo un adjetivo. Pueden estar formados


por un único adjetivo como amarillo, difícil, increíble, etc. o por diversos
constituyentes hasta alcanzar un grado mayor de complejidad como, por
ejemplo: fácil, fácil de comprender, sorprendentemente fácil de comprender.
Es decir, el adjetivo que funciona como núcleo del sintagma que ejerce las
funciones propias de este tipo de sintagmas: complemento del nombre (una
explicación bastante mala), atributo (las hamburguesas son deliciosas),
complemente predicativo (acabó el examen contento de haber respondido
todo), etc.
 Sintagma preposicional: Este sintagma es introducido por una preposición;
puesto que la preposición es una categoría gramatical con función
relacionante, los sintagmas preposicionales no pueden estar formados
únicamente por su núcleo, por lo que siempre llevar un complemento
denominado “término”. Pueden ser término de una preposición un sintagma
nominal, una oración, un sintagma adjetivo y un adverbio. En su uso más
habitual, las preposiciones introducen un sintagma nominal: a los invitados,
por tu culpa, de este lado. Aunque no es muy frecuente, las preposiciones
también pueden introducir un sintagma adjetivo: perdió por imprudente, lo
tienen por muy listo.
 Sintagma adverbial: Tiene como núcleo un adverbio. En ocasiones, está
formado únicamente por un adverbio, pero también puede tener modificador y
complementos. Fundamentalmente pueden actuar como sus modificadores los
adverbios que indican cantidad o grado. Estos adverbios modifican el núcleo
del sintagma adverbial precediéndolo, de modo que el segundo adverbio del
conjunto es el núcleo que aporta el significado básico del sintagma, mientras
que el primero indica el grado con que se predica la propiedad que este
designa: bastante bien (donde el núcleo es “bien”), muy deprisa (donde el
núcleo es “deprisa”).

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Arasme, M; Arasme, K.

 Sintagma verbal: Este sintagma tiene como núcleo un verbo, el cual puede
tener muchos y diversos complementos que en gran parte dependerán de la
subclase a la que pertenecen. Para realizar un análisis sintáctico del sintagma
verbal, es necesario conocer el tipo de verbo que constituye su núcleo.

Diagrama arbóreo

Según Acosta (s.f.), el diagrama arbóreo es una de las formas de presentar


gráficamente la estructura de constituyentes de una oración, la manera en que se
agrupan las unidades gramaticales que la integran. Consisten en que cada unidad –
partiendo de la oración hasta sus últimos constituyentes – se representa como un
punto o nudo y sus constituyentes inmediatos como ramas, como líneas divergentes
que nacen de él.

Los árboles parten de la categoría sintáctica máxima que se analiza, y desarrollan


bajo ella el análisis de esa unidad lingüística. Mediante líneas, se marcan los
elementos en que se divide cada unidad lingüística del análisis; los nudos de los
árboles se etiquetan, para recoger así la información sobre la categoría a la que
pertenecen los elementos que aparecen el árbol (Induráin et al., 2011).

SN SV

N V V

Alejandra come

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Arasme, M; Arasme, K.

SN SV

Det N V SAdj (A)

Adv Adj

El libro era muy ameno

CONCLUSIONES

Las teorías, sean de la psicología, la física, o cualquier otra rama, permiten


construir una base sólida para el estudio de los temas que estas tratan. La utilidad de
una teoría lingüística reside en los aspectos teóricos que cubren para la formulación y
explicación de los distintos fenómenos, el lenguaje no es una excepción.

Las distintas teorías lingüísticas buscan explicar todos los aspectos posibles del
lenguaje como lo conocemos hoy en día, desde lo más sencillo como su
funcionamiento, cómo se utiliza o cómo se aplica, hasta lo más complejo: ¿De dónde

33
Arasme, M; Arasme, K.

viene? ¿Cómo se esparce? ¿Cómo ha mutado con el paso del tiempo? Buscan indagar
en los aspectos más profundos, analizarlo y explicarlo hasta su parte más pequeña.

El conocimiento que brindan las teorías lingüísticas es fundamental para el


aprendizaje de un idioma, y también para la correcta utilización de este. El lenguaje
es un campo muy amplio que merece ser estudiado con vigor, y esto ha resultado en
las distintas ramas de la lingüística, que se complementan entre todas para logar el
objetivo previamente mencionado. Estudios de fonética, fonología, morfología y
sintaxis serán de suma importancia en todo momento, juntándose para así formar el
conocimiento óptimo de una lengua.

Siguiendo con este orden de ideas, podemos conocer el significado de muchas


palabras; no obstante, puede resultar complicado formar una oración que tenga un
sentido lógico y gramatical y que comunique algo a los oyentes. Al disponer las
frases de una manera determinada, una oración puede tener un significado especifico,
por ejemplo, “el gato mordió al perro”, pero las mismas palabras colocadas en orden
distinto, pueden transmitir un mensaje opuesto (por ejemplo, “el perro mordió al
gato”).

En este sentido, las lenguas permiten la comunicación. Para que las personas se
comuniquen en una lengua determinada, se deben construir las oraciones de manera
correcta y lógica en ese idioma, por lo que la parte más importante del aprendizaje de
este es la disposición de las palabras en concordancia. Esto es, inicialmente, en lo que
consiste la sintaxis. La sintaxis, la fonética, la fonología, la morfología y otras ramas
de la lingüística son propiedades importantes, por lo que un buen estudiante de
idiomas, particularmente de la carrera de Idiomas Modernos, debe tener un
conocimiento de todas. La sintaxis, al regir la combinación de palabras, también la
relaciona en unidades más pequeñas, por lo que, un estudiante o profesional que no
domine bien las propiedades sintácticas de una lengua puede acabar construyendo
oraciones ambiguas que pueden resultar confusas.

34
Arasme, M; Arasme, K.

Las personas que desconocen los aspectos sintácticos de una lengua tienen una
deficiencia lingüística que no les permite comunicarse de manera eficaz, y la
comunicación insuficiente puede resultar un obstáculo importante, dado que una
pobre comunicación conduce a una mala interpretación de los mensajes que se
transmiten. Por tanto, el estudio de la sintaxis es fundamental para que el estudiante
de Idiomas Modernos comprenda la estructura de un idioma de forma sistemática y
estructural y para poder entender frases escritas o habladas y, del mismo modo, es
necesario aprender las propiedades sintácticas de cualquier idioma antes de comenzar
a estudiar otros aspectos de estos. Una comprensión adecuada de la sintaxis permite
analizar fenómenos lingüísticos complejos.

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