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CENTRO EDUCATIVO PARTICULAR

“NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN” Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica –5to de secundaria

TEMA 02: VIVO MI CULTURA Y SIGO CONSTRUYENDO MI IDENTIDAD


A continuación, te invito a leer el siguiente caso:

David y la cultura K-pop

David, Luz y Daniel son amigos desde la primaria. Desde que se conocieron, sus
familias también se llevaron muy bien. Cada cierto tiempo se reúnen y celebran su
amistad. Disfrutan de juegos, comida, bailes. Todos expresan sus culturas y
costumbres, y sus formas particulares de vivirlas.
La familia de David proviene de Lambayeque; la de Luz, de Ica; y la de Daniel, de
Loreto. ¿Se imaginan cómo son esas celebraciones?

Hace algún tiempo, David ha cambiado algunos hábitos e incluso su forma de vestir.
La música que escucha y su look son distintos. En la última reunión quiso animarse a
compartir la última producción de un grupo de K-pop (música popular de Corea del
Sur) y mostrarles algunos pasos bien curiosos que aprendió a bailar con unos amigos
viendo videos en Internet.

David: Mamá, ¿podemos cambiar la marinera? Quisiera que escuchen a mi grupo


favorito de K-pop.

Mamá: Pero, David, ¿acaso no sabes que es parte de nuestra tradición reunimos las tres familias para escuchar nuestra
propia música nacional? Marinera, cumbia, festejo... Pero ¿qué es eso del K-pop?

David: Es música pop de Corea del Sur, del Asia. Es bien chévere. He aprendido unos pasos bien bacanes en Internet
junto con unos amigos.

Luz: David, sabes que a mí no me molesta escuchar esa música, pero este no es el momento. Creo que deberías darte
cuenta de para qué nos reunimos, y es para conocer más nuestra cultura…sobre todo, en estos espacios.

David: No le falto el respeto a nadie si comparto otras expresiones. Solo quiero compartir con ustedes algo que aprendí
y me gusta. Tampoco es para tanto.

Daniel: Si no es para tanto, ¿por qué te peinas y vistes así? Pantalón súper pegado, polos chillones y un pelo con
cerquillo hasta la ceja...

David: ¿Cuál es el problema con eso? Obviamente, es una moda y me gusta. ¿Acaso eso me hace menos peruano?

Mamá: No creo que vaya por ahí, David... A mí me preocupa que pierdas tus raíces. Más aún, cuando te veo metido
en Internet y chateando por el celular con gente que anda tan pendiente de esa cultura extranjera. ¿No deberías tener
límites?

David no se quedó tranquilo con esa conversación que tuvo con su mamá, Luz y Daniel. Como aprecia y confía en su
profesora de DPCC, le cuenta lo sucedido... Le dice que se siente molesto y triste porque sus amigos cuestionan su
forma de ser y de expresarse, y no sabe qué hacer.
Considera que su reacción es exagerada, pero al mismo tiempo comprende que todos comparten una misma
preocupación: "¿Será que tienen razón en algún sentido? ¿Será que estoy perdiendo mi identidad?" Esas preguntas
tenía David en mente.

Ahora participamos con las siguientes preguntas:

• ¿Consideras que a David mostrar su nuevo look y escuchar K-pop lo hace menos peruano?
• ¿Crees, como la mamá de David, que él está perdiendo sus raíces culturales? ¿Por qué?
• ¿Consideras que debemos defender nuestras tradiciones culturales y rechazar expresiones de culturas
extranjeras? ¿Por qué?
• ¿Podríamos decir que la forma de vida que está construyendo David es parte de su cultura o es solo una moda
pasajera? ¿Por qué?
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Aprendemos Identidad cultural ¿cómo nos relacionamos con la cultura?

El conflicto de David con su mama, Daniel y Luz nos introduce en una dimensión especifica de la identidad, pero muy
significativa para los seres humanos: la identidad cultural. Hemos reconocido que la identidad se construye en un
proceso de cambios y permanencias, de exploración y compromiso, también que desde una perspectiva individual
nuestras experiencias podrían permitimos apropiamos de determinadas prácticas culturales (realizar cierto tipo de arte)
o de determinados valores (solidaridad). Esto alimenta nuestra identidad.

Sin embargo, la dimensión cultural de nuestra identidad puede resultar problemática cuando nuestra forma de ser, es
decir, de vernos, expresamos, e incluso de orientar nuestra vida, resulta extraña para los demás. Como vimos,
dedicarse al arte, por ejemplo, es una expresión de la identidad cultural que puede implicar prejuicios, pero no es tan
problemático como dedicarse a un arte de una cultura foránea que poco o nada tiene que ver con nuestras propias
tradiciones. Ese es el problema que atraviesa David en nuestra historia. ¿podríamos decir que él está construyendo
una identidad cultural? Y si así fuera, ¿eso justifica el comportamiento de David? ¿Está bien que se apropie de
elementos foráneos y no nacionales? Ahora analizaremos todo este proceso reflexionando sobre la construcción de su
identidad cultural y conociendo más sobre los conceptos de la cultura.

➢ Los conceptos de cultura


Revisemos el sentido del concepto cultura en diferentes ámbitos, como los que se presentan a continuación.

a. Cultura aprendida en un colectivo


La cultura es el conjunto de formas aprendidas de pensar, sentir y hacer que comparte un grupo social, basadas
en valores, conocimientos, tradiciones, costumbres, símbolos y otros. Una cultura se construye, cambia y/o
resignifica en diálogo con otras culturas (Ministerio de Cultura, 2015b). Esta definición es pertinente y nos ayuda a
comprender cómo la cultura se aprende en sociedad y, al mismo tiempo, es dinámica. Conocer nuestra cultura,
aprender de ella, es aprender más sobre nosotros mismos.

b. Cultura apropiada individualmente.


La cultura, sin desmedro den lo anterior, también puede significar, en palabras
del antropólogo Clifford Geertz, lo siguiente: “un sistema ordenado de
significados y símbolos en cuyos términos los individuos definen su mundo,
expresan sus sentimientos y emiten sus juicios" (1990, p. 44). En este caso, el
centro del concepto está en las personas y no en el grupo social que influye,
definitivamente, en él. Esta es otra acepción, que nos permite reconocer que
pueden ser muchos los grupos sociales (¡incluso medios de comunicación!) los
que influyen en la forma de vivir y expresar la cultura.

Desde ambas acepciones, David podría pertenecer a muchas culturas y


acogerlas, y no ser solo parte de una. Pero, incluso sintiendo que integra muchas
culturas, David cuenta con una sola identidad cultural.

La cultura es, pues, lo que define nuestro mundo, las formas en las que expresamos sentimientos y emitimos juicios.
Por ello, los grupos y las redes sociales impactan en nuestra identidad cultural y se mezclan con todos aquellos
valores, conocimientos, tradiciones, costumbres que dan sentido a nuestras interacciones más significativas con las
personas más cercanas.

Esto es lo que se encuentra en la base del conflicto: que la apropiación cultural de David implique la posible pérdida
de tradiciones que tienen gran valor para su familia y amistades cercanas. Vemos que se expresa una tensión muy
fuerte entre lo nuevo en la cultura y lo antiguo, entre lo tradicional y lo innovador. Esta situación, en sí misma, nos
lleva a una tercera definición, que veremos a continuación.

c. La cultura como movimiento contradictorio


La cultura es más que solo formas aprendidas o la apropiación ordenada de significados y símbolos; también puede
expresarse en el conflicto mismo. Para el sociólogo, filósofo y ensayista polaco Zyg munt Bauman (2002), "la cultura
se refiere tanto a la invención como a la preservación, a la discontinuidad como a la continuidad, a la novedad como
a la tradición, a la rutina como a la ruptura de modelos, al seguimiento de las normas como a su superación, a lo
único como a lo corriente, al cambio como a la monotonía de la reproducción, a lo inesperado como a lo predecible".
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Esto expresa que la cultura se entiende como tal en el proceso mismo de crear, recrear, cuestionar y validar
expresiones que dan sentido y significado a nuestras vidas. ¡El conflicto de David con su mamá, Luz y Daniel es
cultura! De hecho, el conflicto es saludable, pues expresa un interés real por comprender el sentido de la cultura
para nuestra identidad.

➢ Representaciones sociales

Cuando nos apropiamos de la cultura, encarnamos o hacemos propios los procesos sociales e históricos. Es decir,
construimos representaciones sociales que son muy difíciles de cambiar, pues se forman en nuestras diversas
interacciones (Pineda, 2016, p. 497). Esto hace que nuestra identidad cultural se exprese por medio de determinadas
representaciones sociales: la forma de vestir, la manera de hablar, el comportamiento que se expresa en el colegio, la
actitud en el barrio, las prácticas o los gestos religiosos, entre otras. Estas acciones, por simples que parezcan, dan
significado a nuestra vida: nos permiten establecer códigos muy propios para comunicarnos no solo racional sino
afectivamente, y, además, terminan dándole sentido y significado a nuestra forma de ser.

Sin embargo, nos cuesta reconocer que muchas de estas representaciones sociales son producto de una noción
conflictiva de cultura. La ropa que usamos y el idioma español que nos permite leer son expresiones que ahora
asumimos como parte de nuestra cultura, y, sin embargo, son producto de apropiación de elementos foráneos que en
su momento causaron profundas resistencias. Elementos tan simples como usar una camisa de determinada forma y
en determinado contexto nos dice mucho de lo que significa esa camisa para nosotros.

Por ejemplo, para muchas personas no es lo mismo una camisa blanca de colegio que una camisa blanca para un
bautizo o matrimonio, aunque las diferencias sean mínimas. Pero... ¿querrá alguien recordar que esa camisa es
producto de una apropiación foránea o extranjera? ¿No es acaso la camisa una prenda que viene de Occidente, nacida
en el antiguo Egipto? Y, sin a embargo, en algún momento de la historia, esa simple camisa (o blusa) pasó de ser una
moda extraña a ser un elemento valorado por nuestra cultura, al punto que la mayoría de los escolares la usan ahora
para ir al colegio.

Esto nos lleva a comprender que, a veces, simples gustos pueden propiciar un gran impacto en nuestra cultura: no solo
en lo que respecta a nuestra identidad cultural personal, sino a la identidad cultural de un colectivo de personas.

➢ ¿Dónde se sitúa la cultura? ¿Territorio o virtualidad?

No hay cultura sin territorio. De hecho, más que un espacio físico, el territorio
da cuenta de aquellos elementos de nuestra cultura que se asientan
históricamente y que permiten darles sentido a nuestros hábitos y prácticas
cotidianas en un lugar determinado
Por ello, el territorio es el espacio privilegiado para que una cultura viva y
siga viviendo, se cree y se recree; sin embargo, esta también vive, hoy en
día, en espacios virtuales. De hecho, es por ello que David puede abrazar
una cultura popular coreana juvenil con tanta facilidad. Esto implica que la
cultura nace dentro de un territorio, pero transita con mucha facilidad gracias
a los medios de comunicación y a las redes sociales. Tal situación hace que
no se la vea como creencias o prácticas esenciales o propias de un pueblo,
sino como elementos sueltos que denotan formas de vida que, al ser
compartidas abiertamente, pueden ser apropiadas y re-significadas por
diversas personas de diversas culturas.
Los medios de comunicación y las redes sociales pueden generar la percepción de que la cultura se vuelve algo "trivial"
y que viejas tradiciones, bailes, creencias, o incluso lenguas, podrían perderse en el olvido. Este temor es válido porque
es un hecho que la cultura, como movimiento, genera este tipo de conflictos. Más aún, hoy en día, fenómenos como el
Internet permiten que esta tensión entre lo tradicional y lo innovador se haga mucho más evidente. Pero... ¿a qué se
debe esto?

o La perspectiva sistema-mundo

Esta perspectiva expresa una teoría o un enfoque que explica el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y
económicas a lo largo de la historia de la humanidad para comprender y analizar cambios sociales de gran escala y
cómo se forma o modifica el orden mundial. Dicha perspectiva se utiliza en la actualidad para estudiar el impacto social
de las relaciones internacionales.
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El sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein entiende el "sistema-mundo" como un conjunto de mecanismos


que distribuye recursos desde sectores periféricos a sectores centrales, lo que ayuda a entender la sobrevaloración
"de lo urbano frente a lo rural", "de la capital frente a la provincia”, “de los países desarrollados frente a los países en
vías de desarrollo”.

Este juego de poder influye claramente en la construcción de nuestra identidad cultural. Así pues, la valoración cultural
que establecen los medios de comunicación se mide mediante el consumo y la construcción del "gusto" muchas veces
está influida por aquellos patrones o prácticas culturales que vienen del centro, en desmedro de aquellas creencias o
prácticas culturales propias de la periferia. Esto ciertamente produce resistencias.

➢ Globalización: identidad local, diversidad cultural

David se siente afín a un grupo social que ha conocido de manera virtual, cuya
cultura le ha llamado la atención y le ha interesado. Este grupo social está
conformado por adolescentes y jóvenes de todo el mundo que admiran no solo
la música, sino también una moda de Corea del Sur. Él se ha apropiado de este
movimiento cultural y ha adoptado parte de las prácticas con las que se identifica.
Con ello, David podría acoger patrones culturales de un "centro" (Corea, país
desarrollado) que parecen enfrentarse a los de una "periferia (Perú, país en vías
de desarrollo). Este conflicto podría ser similar cuando culturas urbanas se
contraponen a la de pueblos originarios.

Lo curioso es que, quizá dentro de la propia Corea, podría haber esta misma
contraposición. Es probable que el fenómeno del K-pop este desplazando
expresiones de la cultura coreana tradicional, la cual quizá está relegada a
espacios muy específicos como teatros y museos.

Este movimiento periferia-centro o centro-periferia propicia que ciertos grupos


con determinada afinidad étnica o nacional actúen decididamente para
revalorizar hábitos, tradiciones o lenguas que podrían perderse. Probablemente,
y sin darse cuenta, la mamá de David, Luz y Daniel perciben esta posibilidad.
Dicha percepción, además, se acrecienta debido al inevitable proceso de globalización.

Aunque la cultura K-pop no sea tan influyente, en comparación con otros elementos culturales urbanos y occidentales
como el reguetón latino o la música pop en inglés, es evidente que toda cultura foránea convertida en una moda popular
y masiva puede generar resistencias, sobre todo, cuando lo que se pone en juego es la identidad étnica y nacional,
que son formas más restringidas de entender la identidad cultural. En un proceso de globalización, los cambios, las
apropiaciones y las resistencias son inevitables y bastante visibles.

Esto expresa resistencias entre una identidad cultural local y la diversidad cultural. Frente a ello, la pregunta sigue
abierta: ¿Debemos defender la identidad local o regional frente a la diversidad cultural promovida por un proceso
inevitable de globalización?

Memoria histórica: relaciones igualitarias y reconocimiento

La cultura no es esencialmente pura. No existe el limeño, piurano, cusqueño o


loretano "de pura cepa", "el mejor quechua" o el "verdadero lomo saltado". Estos
elementos (prácticas, hábitos o creencias) cambian y se recrean
constantemente, aunque nos guste mantener algún elemento u otro para que
viva en el tiempo. Lo que si podemos encontrar son voces y expresiones para
visibilizar prácticas, costumbres y lenguas que, en su conjunto, expresan una
forma articulada de sentir y vivir el mundo. Esto último no depende del capricho
por mantener vivas creencias o prácticas especificas o elementos sueltos de
una cultura, sino que más bien denota el interés por compartir formas de vida
bajo relaciones de igualdad.

Tal situación nos lleva a sensibilizarnos por la búsqueda de reconocimiento de


determinadas lenguas, prácticas o creencias culturales que en nuestras
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sociedades pierden valor y que deberían visibilizarse. Esto va más allá de la afinidad con la creencia o la práctica
específica, pues tiene que ver con valorar y reconocer la identidad cultural de personas que padecen situaciones de
desigualdad social: es decir, no cuentan con facilidades económicas, politicas o sociales. Por ejemplo, es más fácil
valorar la música costera, serrana o selvática que valorar los cuentos, los mitos y las leyendas de nuestros pueblos
originarios que viven en las voces de los sabios de nuestras comunidades En esto influye la relación centro-periferia
(urbano-rural) que permite vender y comercializar la música en espacios urbanos propiciando modas masivas en
desmedro de narraciones que llegan lentamente y casi como anécdotas desde el mundo rural.

Desde esa perspectiva, la memoria histórica es un elemento fundamental para reconocer qué es lo dominante en
nuestras creencias, ideas y actitudes, y qué es lo dominado. Asimismo, puede evidenciar estereotipos históricamente
consolidados; y, por lo tanto, qué aspectos diferentes podrían dar lugar a una expresión mucho más auténtica y libre
de nuestra propia identidad.

o ¿Es correcta la actitud de la mamá de David, Luz y Daniel?

La mamá de David, Luz y Daniel deberían reconocer que ponerse a la defensiva no es adecuado, pues ven el espacio
cultural como un espacio "puro y con ello marginan o vuelven "periférica" la expresión cultural construida por David.
Esto es injusto, pues no podemos saber si se trata de una moda pasajera o si realmente él está asumiendo una
identidad cultural propia. Sin embargo, es importante valorar espacios culturales tradicionales, pues son espacios de
memoria histórica: expresan el recorrido de nuestros pueblos, su forma de vivir en un territorio y de darle sentido a la
vida. Todo esto, ciertamente, puede volverse un insumo intrascendente en el gran mercado global. Depende de
nosotros como familias y comunidad decidir qué creencias o prácticas de nuestras culturas deberían seguir dando
significado a nuestra forma de ser y estar en el mundo, al margen de que sus elementos puedan ser trivializados en un
mundo globalizado.

➢ Análisis de caso: encuentro de culturas

David conversó con su profesora de DPCC y le explicó algo muy similar a lo que hemos compartido hasta el momento.
Sin embargo, él no tenía muy claro un ejemplo de cómo pueden encontrarse culturas tradicionales con elementos
culturales menos tradicionales o extranjeros. La profesora aprovechó la inquietud de David para hacer una clase al
respecto, durante la cual el propio David compartió y comentó una noticia.

Explicó que le parecía que dicha noticia ayudaba a comprender como una manifestación cultural de resistencia andina
podía vincularse a una expresión cultural foránea (aunque sus orígenes se vinculen de algún modo a nuestro país).
Hoy en día, esa práctica internacional se ha vuelto un deporte muy popular en la costa del Perú. Hablamos, por un
lado, de las tablas de Sarhua de Ayacucho; y, por otro, del surf o el deporte de tabla (correr olas). Veamos la noticia a
continuación.
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➢ Identidad local y global: identidades interculturales

La globalización y su movimiento centro- periferia o periferia


- centro nos interpela constantemente a través de los medios
de comunicación y las redes sociales. Los encuentros entre
culturas no solo son posibles, sino que responden a una
realidad patente, ineludible. Esto hace que nuestras
sociedades, sobre todo las ciudades, se vuelvan
multiculturales: centros en los que se intercambian
elementos culturales con suma facilidad. Sin embargo, el
reto, como hemos visto, está en un reconocimiento igualitario
de culturas cuando, más allá de elementos sueltos, se busca
que perviva y persista, en la memoria de un pueblo, una
forma de vida con prácticas y creencias llenas de significado.

Construir espacios de encuentro horizontal para disfrutar de nuestras prácticas y creencias culturales permite pasar de
una realidad multicultural a una realidad intercultural. Esta última expresa una apuesta o reivindicación radical del
diálogo frente a situaciones de intolerancia y desigualdad social. Más allá del producto, que puede ser una tabla de
surf, la interculturalidad se expresa en el proceso de su construcción: en el encuentro del maestro Pompeyo y del
artesano Wayo al intercambiar sus experiencias y compartir lo que significa para cada cual su arte. Seguramente, las
identidades culturales de Wayo y del maestro Pompeyo adquirieron dimensiones nuevas luego de dicho encuentro. Lo
mismo sucede con músicos como Lucho Quequezana, quien con instrumentos de nuestra cultura andina construye
nuevas experiencias sonoras con músicos del mundo.

Intercambios de este tipo expresan un compromiso de fondo con sus formas de ver y sentir el mundo por un lado, la
aproximación de Pompeyo con las tablas de madera desde un mundo andino y ayacuchano; y. por otro, la pasión de
Wayo por tablas que surcan olas en la costa peruana. En este proceso se tejen relaciones interculturales que permiten
que nuestra identidad tenga una dimensión tan global como local. Abrirnos a la diferencia es un aprendizaje para la
vida, pero debemos reconocer con claridad qué elementos podrían estar quedando relegados y, por lo tanto, podrían
recuperarse para persistir en la memoria histórica de nuestras comunidades. Aquí se esconden posibles apuestas
políticas para revalorizar prácticas, costumbres e incluso lenguas que podrían perderse.

Construir relaciones interculturales permite dar lo mejor de nosotras y nosotros como personas y ciudadanos:
• Damos lo mejor porque nos sabemos representantes de un legado cultural importante y decidimos valorarlo
con nuestros talentos y acciones.
• Aprecias en otra persona su sensibilidad y talento para expresar sus prácticas, creencias o tradiciones
culturales.
• Recibes con apertura sus aportes y ves la forma de incorporar lo que ofrecen.
• Tomas conciencia de las dificultades, retos o privilegios que son producto de relaciones sociales desiguales y
reconoces la importancia de tu rol como ciudadana o ciudadano para luchar contra relaciones de poder
desiguales.

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