como nosotros, María tienen este mismo corazón que se hincha con la lluvia llevan nuestros ojos negros heredados del barro y también comen pan en la mañana A diez cuadras una mujer ha dejado de respirar y ahora besa el piso en silencio como si fueran las manos de su hijo Lo que dijiste alguna vez parece cierto: este país está condenado a la violencia No sabe uno qué hacer cuando se levanta
bajo qué árbol sentarse a cantar
en qué horario hacer silencio y pedir perdón No sabe uno limpiarse las manos alistar la muda, salir a trabajar quedarse callado, escribir un poema eso no sirve para nada me dijo el otro día un amigo ¿escribir un poema para qué? ¿qué hace un poema en un país con hambre? ¿qué hacen unos versos contra un ejército ciego? ¿qué puede un poema cuando el cuerpo es un animal que huye y se desangra? Amarnos, María, tal vez amarnos sirva de algo en estos momentos Hay personas que lo han perdido todo hay mujeres que no tienen brazos y se acuestan en el pasto a esperar un diluvio de granizo hay niños que han quedado huérfanos y buscan entre la basura sus nombres hay ancianos que piden comida en los bordes afilados de la noche hay una luz que llora al medio día y se derrama sobre nuestras cabezas Dicen algunas personas que ya no tenemos miedo pero yo sí tengo miedo, María de que un día no vuelvas porque te llevaron los policías mientras caminabas por la ciudad de que un día, como tantos, tu cuerpo no valga nada y te rajen y te rompan y te olviden en cualquier potrero en cualquier sonido de pájaro extinto de que un día la vida pase a un segundo plano y los muertos ya no tengan un espacio bajo las piedras una esquina con flores blancas Tengo unas manos que en las mañanas me ahorcan tengo unas rodillas que se quiebran con el viento tengo unos dedos que desesperadamente buscan algo para sostener Yo si tengo miedo, María y me aferro a tu cuerpo como a un amuleto antiguo me aferro a tu cuerpo para andar por estas calles me aferro a tu cuerpo para sobrevivir a las largas horas de esta interminable circunstancia del café Dicen que la esperanza es lo último que se pierde yo no sé si eso es cierto, María a veces me pongo a llorar en el bus a veces me cuesta sonreírles a mis padres a veces las palabras se me pierden se me enroscan, se me vuelven humo María, hay un país en mis manos que se abre hay una herida en las plantas de mis pies que todos los días crece un poco más hay un mapa de fuego en mi espalda y me voy volviendo ceniza Amarnos, tal vez amarnos para hacerle frente a los hombres que andan de noche por los barrios dejando cartas de muerte en las puertas amarnos para poder sostenernos y que nuestros huesos todavía no se vuelvan piedras secas y mudas Amarnos, María, amarnos como única forma de aplacar esta tristeza negra que aletea como mil polillas en el pecho Afuera están matando personas como nosotros afuera el cuerpo es un campo de batalla afuera la vida es un milagro oscuro afuera los que ríen apagan el sol Amarnos, María, tal vez amarnos para poder caminar juntos a un día donde la tierra deje de ser ese abismo sin luz al que van a parar todos nuestros amigos antes de tiempo.