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MOLINA
República Dominicana, fue el dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina y sus
colaboradores, los que desentrañaron los secretos y los influjos de la
propaganda política moderna, empleada como efectivo lavado cerebral
sobre la población civil. La operaron con impresionante destreza para
triunfar y detentar el poder. Trujillo Molina implantó un régimen
autoritario, pero mantuvo la preocupación de justificar las actuaciones de
su dominio y así salvaguardar su base social y la imagen del contenido
ético del Estado. Mientras, el instrumento represivo del gobierno operaba
con su naturaleza violenta, el aparato ideológico funcionaba por medio de
las ideas para conquistar, conformar a los sojuzgados y evitar que
perciban su estado de opresión. El trujillismo reprodujo una ideología
dominante, que actuó como encerado para mantener fluidas las
relaciones sociales, proporcionando el consenso social necesario,
mediante la justificación del predominio de su dictadura. El dictador tuvo
en sus manos el aparato coercitivo del Estado, (Ejército, Policía, Justicia),
destinados a hacer que las masas estén sojuzgadas, sometidas al sistema
autocrático de gobernar que implantó. Pero utilizó cuatro instituciones
esenciales en la difusión de la ideología trujillista: la Iglesia, la educación
escolar, los medios de comunicación y el Partido Dominicano. función de
la hegemonía, realizada por la propaganda trujillista, fue asumida,
entonces, por los intelectuales, sacerdotes, maestros, funcionarios del
gobierno y militantes del Partido.
La dictadura de Trujillo, tuvo una característica singular: fue la única en
América Latina que usó la persuasión, por vía de la propaganda política,
para sostener su dominio, por encima de la represión física. Dándole, un
orden a esos valores, la fuerza jugó un su rol en la aplicación, pero el
aparato ideológico de Trujillo, montado en su tribuna de difusión,
constituyó la sustancia fundamental del poder político. Con la fuerza
puede mantenerse el poder, en base al miedo y el castigo, pero no se
logra la adhesión espontánea, duradera y masiva. El doctor Paúl Joseph
Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen alemán nazi, afirma en su
discurso del 6 de septiembre del 1934 en el Congreso de Neurembens,
Alemania, que: “Quizás sea bueno el poder que reposa sobre la fuerza de
las armas. Pero es mejor y más perdurable ganarse el corazón de un buen
pueblo y conservarlo”. Harold Lasswell, en sus reflexiones sobre
“Propaganda Techniques in the World War (Técnicas de propaganda en la
Guerra Mundial, 1927), afirma que la propaganda, sobre todo, a través de
los nuevos medios de comunicación, permite conseguir la adhesión de los
ciudadanos a unos planos políticos determinados sin recurrir a la violencia,
si no, mediante la manipulación. Asimismo, entiende la comunicación en
términos propagandísticos, como la forma más eficaz de mediación. Está
comprobado, que el apoyo político invariable se obtiene a través del
convencimiento. Con las armas se obliga y con el dinero se compra, pero
este último hay que utilizarlo de manera constante, porque si se deja de
apuntar con el fusil o se deja de pagar las monedas, los soportes sociales
finalmente se van gastando, hasta derrumbarse. DIOS Y TRUJILLO sustrajo
de las ideas teocráticas, que la naturaleza da a los hombres autoridad
sobre sus semejantes y rechazó la tesis de que la fuerza por sí sola,
pudiese ser la columna principal del mando político. Por eso, su
desmedido afán por sobresalir encumbrar su imagen, hasta lo divino como
el slogan “Dios y Trujillo. Ese poder político que logró el autócrata,
mantenido por el rito de la propaganda política como control social, fue lo
que permitió superar las barreras de los 30 años, a la dictadura de Rafael
Leónidas Trujillo Molina, que, de alguna manera, sigue presente.
PROPAGANDA DURANTE LA DICTADURA DE PINOCHET