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Lección 2

La filosofía de la ciencia de Karl Popper

Jorge Sierra

Popper fue un crítico implacable de la filosofía de la ciencia del positivismo lógico: el


principio de verificación no puede explicar el desarrollo del conocimiento científico ni
servir de criterio de demarcación adecuado entre ciencia y seudociencia. El
inductivismo es falso y lo que se precisa, más bien, es un principio de falsación que
haga uso de la lógica deductiva, con el fin de definir cuáles teorías son falsables, esto es,
cuáles admiten una posible refutación y cuáles no. Una teoría científica debe poder ser
sometida, para ser tal, por medio de inferencias deductivas, a un conjunto de
enunciados que la refuten.

Pero, ciertamente sólo admitiré un sistema entre los científicos o


empíricos si es susceptible de ser contrastado por la experiencia.
Estas consideraciones nos sugieren que el criterio de
demarcación que hemos de adoptar no es el de la verificabilidad,
sino el de la falsabilidad de los sistemas. 1

El criterio de demarcación entre ciencia y seudociencia surge de una crítica al


inductivismo: las inferencias inductivas no son justificables lógicamente. Hay que
someter a crítica la idea de una lógica inductiva verificacionista que intenta, por medio
de razonamientos inductivos, hallar la confirmación de hipotésis generales. Para Carnap
la lógica inductiva es una teoría de la probabilidad y de la confirmación Una hipótesis
general es aceptable si posee un alto grado de probabilidad. En síntesis:

La inducción es para los positivistas lógicos el proceso de


descubrimiento de la ordenación más simple de la experiencia, es
decir, el proceso de formular las leyes más simples que
verifiquen nuestras afirmaciones singulares (expectativas). 2

Para Popper es imposible, mediante la lógica inductiva, establecer leyes generales, y


más aún, definir qué teorías son verificables y por tanto verdaderas ya que, para
establecer leyes generales a partir de razonamientos inductivos basados en
observaciones repetidas, se necesitaría recurrir a otros principios inductivos que
justificarán la inferencia ya que no se podría cubrir todos los casos observados. Y así
mismo, para justificar esos principios se necesitaría de otros y así hasta el infinito.

Según Popper, el contexto de descubrimiento juega un papel vital en la psicología de la


ciencia así como en su historia. No obstante, la filosofía de la ciencia no debe ocuparse
en examinar las condiciones psicológicas, sociológicas e históricas en medio de las
cuales surgen las teorías. Se debe preocupar, más bien, por las relaciones lógicas y las
justificaciones racionales propias de los procesos de descubrimiento científico. Es por
ello que la filosofía de la ciencia debe centrarse únicamente de analizar el contexto de
justificación.

1
Popper, Karl, La Lógica De La Investigación Científica, Madrid: Tecnos, 1977, Pág. 40
2
Weinberg J.R. Examen del positivismo lógico, Pág. 192-193.
1. El problema de la inducción
Popper introduce el problema de la inducción, haciendo referencia Bohr, quien afirmó
que el problema lógico de la inducción surge a partir de tres tesis fundamentales.
(...)El problema lógico de la inducción surge de: 1) el
descubrimiento de Hume (que tan bien expresó Bohr)de que es
imposible justificar una ley mediante la observación o la
experimentación, ya que “trasciende la experimentación”; 2) el
hecho de que la ciencia propone y utiliza leyes “por todas partes
y todo el tiempo”. (Como a Hume, a Bohr le impresiona “el
escaso material”, es decir, los pocos casos observados en que la
ley puede fundamentarse.) A esto podemos agregar: 3) el
principio del empirismo, que asevera que, en la ciencia, solo la
observación y la experimentación pueden decidir sobre la
aceptación o el rechazo de los enunciados científicos, incluyendo
las leyes y las teorías. Estos tres principios, 1), 2), 3) parecen a
primera vista chocar unos con otros; y este choque aparente
constituye el problema lógico de la inducción.3

Para resolver el problema de la inducción, Bohr propone suplantar la tercera tesis por un
principio metafísico. Sin embargo, Popper no está de acuerdo con el planteamiento ni
con la solución que brinda Bohr del problema, pues, las teorías científicas son
conjeturas e hipótesis que pueden ser remplazadas o validadas sin tener que desechar el
principio del empirismo. En consecuencia, no debe haber un choque entre tales tesis,
puesto que las teorías se apoyan en la observación y en la experimentación para ser
aceptadas o remplazadas.

El problema lógico de la inducción en Hume radica en la imposibilidad de justificar las


inferencias inductivas, pues, no es posible predecir eventos futuros tomando como base
los eventos del pasado, ya que siempre cabe la posibilidad lógica de que el futuro sea de
diferente manera. Ahora bien, Hume reconoce que pese a que las inferencias inductivas
no pueden justificarse ni empíricamente ni racionalmente, las inferencias son
consecuencia del hábito y de la costumbre que se genera el observar de manera repetida
ciertos eventos. Sin embargo, Popper argumenta el problema de la inducción tal como
es planteado por Hume es genuino, pero discrepa de su solución y de su relevancia
como elemento explicativo de la racionalidad científica:

Discrepo de la opinión de Hume (de paso, de la opinión de casi


todos los filósofos) de que la inducción es un hecho, y en todo
caso, una necesidad. Sostengo que ni los animales ni los hombres
utilizan ningún procedimiento como la inducción, ni ningún
argumento basado en la repetición de ejemplos. La creencia de
que utilizamos la inducción es simplemente una equivocación.
Es una especie de ilusión óptica.4

Dada la imposibilidad de justificar las inferencias inductivas, es preciso reconocer la


falibilidad del conocimiento humano. Las teorías científicas no se basan en
observaciones repetidas, es decir, la ciencia no es inductiva, sino que su método debe
ser distinto, pero ¿de qué modo?

3
Popper K., El problema de la inducción, En: Miller David (comp.), Popper: Escritos Selectos, México:
Fondo de cultura Económica, 1995, Pág. 114.
4
Popper K., El problema de la inducción, Pág. 116.
Ahora puedo formular mi tesis central a saber: en cuanto nos
damos cuenta cabal de las implicaciones de la índole conjetural
del conocimiento humano, el problema de la inducción cambia
radicalmente de aspecto: no hay necesidad de que nos inquieten
los resultados negativos de Hume, puesto que no existe ya la
necesidad de atribuir al conocimiento humano una validez
derivada de repetidas observaciones. El conocimiento humano
carece de tal validez. Por otra parte, podemos explicar todos
nuestros logros en términos del método de prueba y eliminación
de error. Para decirlo en pocas palabras: nuestras conjeturas son
nuestros globos-sonda, y las probamos criticándolas y tratando
de sustituirlas, tratando de demostrar que puede haber mejores o
peores conjeturas, y que pueden mejorarse. 5

Para evidenciar el carácter conjetural del conocimiento, Popper se propone refutar la


teoría de la cubeta humana, la cual intenta explicar cómo los humanos obtienen el
conocimiento del mundo. Tal conocimiento es adquirido mediante los sentidos de forma
acumulativa. De ahí que la inductivismo afirme que el conocimiento humano es el
resultado de observaciones repetidas. Es decir:

Los dos problemas de Hume relacionados con la inducción –el


problema lógico y el problema psicológico- pueden exponerse
mejor, en mi opinión, con el trasfondo de la teoría de la
inducción basada en el sentido común. Esta teoría es muy
sencilla: como se supone que todo el conocimiento es el
resultado de pasadas observaciones, así se espera especialmente
que sea todo conocimiento que se da por sentado, como que el
sol saldrá mañana, que todos los hombres morirán algún día o
que el pan alimenta. Todo esto tiene que ser resultado de
observaciones hechas en el pasado.6

Pero si Hume tiene razón, no es posible adquirir conocimiento llenando la cubeta a


partir de observaciones repetidas. No obstante, Popper considera que la solución de
Hume al problema es erróneo, pues las inferencias inductivas no se utilizan dado un
efecto psicológico que hace que confiemos en ellas. Es preciso separar el problema de la
inducción en dos: el problema lógico y el problema psicológico.

1). El problema lógico: ¿Estamos justificados racionalmente al razonar


a partir de repetidas instancias de las que tuvimos experiencia, para
llegar a instancias de las que no hemos obtenido ninguna experiencia?
La inquebrantable respuesta de Hume fue: No; no estamos justificados
para ello, por mas grande que sea el numero de instancias repetidas. Y
añadía que para él no había la menor diferencia si, al tratar este
problema, pedimos la justificación, no de cierta creencia, sino de una
creencia probable.
2.) La pregunta psicológica siguiente: ¿Cómo es que, aunque todas las
personas razonables esperan y creen que la instancias de las que no han
tenido experiencia, se conformaran a aquellas de las que si han tenido
experiencia? O, en otras palabras, ¿por qué todos tenemos
expectativas, y por qué nos aferramos a ellas con tan gran confianza o
con tan firme creencia? La respuesta de Hume a este problema

5
Ibidem, Pág. 117
6
Ibidem, Pág. 120
psicológico de la inducción fue: “por costumbre o hábito” o, en otras
palabras, por el irracional pero irresistible poder de la asociación.
Estamos condicionados por la repetición; es un mecanismo de
acondicionamiento sin el cual, dice Hume, apenas podríamos
sobrevivir.7
La respuesta al problema lógico de la inducción que ofreció Hume es correcta, pero la
respuesta al problema psicológico de la inducción es falsa: si las inferencias inductivas
son producidas por un efecto psicológico, ello implicaría aseverar que el conocimiento
científico es sólo hábito y costumbre. En consecuencia, el conocimiento científico
carece de racionalidad, pues su “fundamentos” son claramente irracionales. Por ello,
Popper reformula el problema lógico de la inducción. Dicha reformulación consiste en
no sólo tomar en cuenta hechos o instancias tal como lo formuló Hume, sino también
tomar en cuenta las regularidades de las leyes. En consecuencia, al tomar en cuenta la
regularidad de las leyes, también se toma en cuenta las contra-instancias. Por
consiguiente, la reformulación del problema lógico de la inducción de Hume se presenta
del siguiente modo:
¿Estamos justificados al razonar a partir de instancias o de contra
instancias de las que hemos tenido alguna experiencia, para descubrir
la veracidad o falsedad de las correspondientes leyes, o llegar a
instancias de las que antes no hemos tenido ninguna experiencia? 8

La respuesta popperiana al problema es que no hay justificación que permita, a partir de


instancias o leyes que se han repetido en el pasado, validar leyes o instancias futuras.
Por el contrario, Popper admite que podemos justificar lógicamente la falsedad de una
ley a partir de contrainstancias observadas. Popper considera (como Hume) que la
inducción no es lógicamente válida para justificar una ley, aunque, no obstante, a partir
de contrainstancias, es decir, a partir de hechos negativos observados en la experiencia
es posible refutar una ley. Popper trae a colación la afirmación universal afirmativa
“Todos los cisnes son blancos”, para indicar que, si aparece una sola contrainstancia y
alguien afirma “Hay un cisne negro” la generalización mencionada queda refutada:

(...) en otras palabras, a partir de un punto de vista puramente


lógico, aceptar una contra-instancia a la aseveración “Todos los
cisnes son blancos” implica la falsedad de la ley “Todos los
cisnes son blancos”,es decir, de esa ley cuya contrainstancia
hemos aceptado. La inducción es lógicamente invalida; pero la
refutación o falsificación es un modo lógicamente valido de
argumentar a partir de una contra instancia en cuanto a (o, mas
bien, contra) la ley correspondiente. Esto demuestra que sigo
estando de acuerdo con Hume en su punto de vista negativo en
cuanto al resultado lógico; pero de esta manera lo he ampliado. 9

De este modo, la solución popperina al problema lógico de la inducción indica el


carácter conjetural del conocimiento humano, dado que las teorías no son validadas a
partir de inferencias inductivas, sino que, constantemente son refutadas y criticadas a
partir de contrainstancias observadas. Por ello, las teorías, que se exprsean en
afirmaciones universales, siempre son consideradas como hipótesis o conjeturas No
obstante, Popper admite que si se demuestra el carácter conjetural del conocimiento
humano, necesariamente nos vemos trasladados al problema de la elección racional
7
Ibid, Pág. 121.
8
Ibid., Pág. 123
9
Ibid., Pág. 123
entre teorías: Si la elección de teorías se da por medio de inferencias inductivas,
entonces ¿cómo realizar una elección racional entre teorías?

Popper responde a este interrogante mediante la teoría de la preferencia. Según dicha


teoría, la elección entre teorías no se hace por medio de inferencias inductivas, pues ello
sería equivalente a proponer que la elección entre teorías es francamente irracional. En
cambio, dicha elección se hace tomando en cuenta la información que brinda una
determinada teoría, ya que entre más información proporcione una teoría, hay más
posibilidades de que ésta se acerque a una información más veraz. Por esta razón,
siempre se eligen aquellas conjeturas que son más informativas o más osadas y han
soportado todo peso de la crítica racional.

El principio de preferencia de Popper establece una salida al problema psicológico de la


inducción. Las inferencias inductivas no son admisibles debido a su efecto psicológico
de hábito y costumbre que reduzca la elección entre teorías a simples observaciones
repetidas de instancias. Lo que impera es la lógica darwiniana de la “selección natural”
entre teorías.

Lo mismo se aplica al problema psicológico de la inducción. También


aquí nos enfrentamos a hipótesis en competición, que acaso podamos
llamar creencias, y algunas de ellas son eliminadas, mientras que otras
sobreviven, al menos durante un tiempo. Los animales son con
frecuencia eliminados, junto con sus creencias; o bien sobreviven con
ellas. Los hombres con frecuencia viven más que sus creencias; pero
tanto tiempo como sobrevivan las creencias (a menudo muy poco
tiempo), forman la base de la acción (momentánea o durable). Mi tesis
es que este procedimiento darwiniano de la selección de las creencias y
acciones no puede describirse, en ningún sentido, como irracional. En
ningún modo choca con la solución racionalista del problema de la
inducción. Mas bien es sólo la transferencia de la solución lógica al
campo psicológico.10

La eliminación del inductivismo como principio explicativo de la ciencia, le permite a


Popper replantear el criterio de demarcación propuesto por el positivismo lógico. El
criterio de demarcación entre ciencia y seudociencia no debe “demarcar” con base en la
lógica inductiva. No se trata ya más de definir cuáles proposiciones son significativas y
cuáles no lo son para definir cuáles son científicas debido a las dificultades que plantea
el inductivismo. Como veremos, Popper decide proponer un criterio de demarcación
que no dependa de la verificabilidad de los enunciados, sino que proceda a partir de la
falsación de teorías, es decir, a partir de la posibilidad de su refutación o crítica.

10
Ibidem, Pág. 126

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