Está en la página 1de 5

Se lo dedico a Dios que me dio la vida,

a mis padres que me han apoyado.

UNA FAMILIA

Mi madre había muerto hace años, pero mi padre no se acostumbraba a la idea de no


tenerla con él. Todas las tardes, luego de llegar del trabajo, iba a la pequeña cantina del
pueblo y gastaba las pocas monedas que ganaba en cerveza y en apuestas.

Un día como era de esperarse, su jefe cansado de los problemas que mi padre le
presentaba fue despedido, pero a él no le importó, siguió bebiendo y apostando lo que me
pagaban como niñera, como no era suficiente, comenzó a pedir préstamos a las pandillas
del barrio.

Cuando no estaba estudiando o cuidando a Mariela, la hija de nuestra vecina, salía a


pasear con Efraín, era mi único amigo, aunque yo no era su única amiga, Efraín era
bastante popular en el colegio, sacaba las mejores notas, era bueno en los deportes,
atractivo y además, tenía una familia perfecta, su padre era gerente en una pequeña
empresa, su madre, una hermosa ama de casa, claramente eran perfectos.

Le tenía envidia, mi madre estaba muerta, mi padre era alcohólico y ludópata, a Efraín le
daban todo lo que quería, yo tenía que vender sándwiches, periódicos o cuidar niños para
comprarme útiles para el colegio. Pero no todo era perfecto, su padre los maltrataba
psicológicamente, los insultos, las amenazas, no dejaban marcas visibles para los demás,
ellos lo disimulaban sonriendo todos los días.

Un día regresando del colegio, dos pandillas enemigas comenzaron a dispararse


mutuamente. Nosotros estábamos en medio del tiroteo.

Efraín por querer defenderme fue herido, los gritos de dolor y de miedo eran
ensordecedores. La sangre comenzaba a manchar su camisa a cuadros, Efraín estaba
herido, yo no podía hacer nada, solo gritaba por ayuda pero nadie me escuchaba o nadie
quería escucharme.
Efraín murió ese mismo día, a las once de la noche, agonizando con varias heridas de
balas. Aun recuerdo esas crueles escenas. Efraín quería estudiar administración. Nunca
pudo lograr sus sueños.

Termine la secundaria con las mejores notas, se lo dedique.

Hace un año que estoy en la mejor y la mas cara universidad del país, al principio era
extraño, los chicos viniendo en carros del año, chicas que trataban de imitar a Barbie, solo
querían demostrar quien tenía más, solo aparentaban, ese pensamiento hizo que recuerde
a Efraín y a su “perfecta” familia.

Si el no hubiera muerto, estaría aquí, junto a mi o derrepente sería uno más con carro del
año, exhibiendo sus posesiones. Si solo estuviera aquí conmigo, seria diferente, no se me
sentiría tan sola. Pero el no esta, desde que el murió he intentado olvidar todo, trato de no
pensar en el, sin embargo, a donde sea que vaya o haga, siempre esta en mi mente.

A lo lejos, un grupo de chicas sonríen estúpidamente, hacen muecas “tiernas”, intentan


parecer inocentes, solo por que el capitán del equipo de futbol, Antonio, esta pasando. El
voltea, me mira y me sonríe, como por acto reflejo ellas voltean y me manda miradas
asesinas. Las ignoro, ellas son tan tontas.

Voy al lugar más apartado del campus, escojo el árbol con más sombra.

Alguien se acerca, es Antonio, me mira inocentemente y me sonríe.

- ¿Por qué me evitas?- me pregunta

- No te evito, solo no quiero hablar contigo- le respondí

- ¿Por qué?, solo porque te dije que me gustas? – me dijo sonriendo.

Hace un mes que Antonio había declarado su “amor” por mí, de un día al otro, él estaba
completamente enamorado de mí, era obvio que era un tipo de apuesta.

El era el típico chico popular por la cual todas las chicas quedan embelesadas por su
belleza, era alto, piel bronceada, ojos verdes, cabello castaño con una mirada y sonrisa
ingenua, pero según su ex enamoradas, era alguien egoísta, ególatra, narcisista, en fin un
engreído. Casi nadie les creía, pensaban que era despecho.
- Entonces, ¿salimos este sábado a las ocho?

- Primero muerta.

- Solo quiero conocernos más, no necesariamente tenemos que ser novios.

- ¿Porque no sales con Katherine?, ella babea por ti.

katherine, la líder de la porristas, era alta, esbelta, bohemia, era el deseo de todos en
la universidad. Pero era frívola, manipuladora, egocéntrica. Para mí, era la pareja ideal
de Antonio.

-Katherine? Es hueca, lo único que sabe es el abecedario y eso es. Yo necesito


alguien inteligente como tu.

- Entonces, estas enamorado de mi inteligencia-

- También eres linda!, bueno, tengo seminario. Adiós!... El sábado a las ocho te recojo,
bye!

Susana, mi compañera de grupo, se me acerco con una mueca de disgusto marcada


en su cara, ella moría por Antonio, pero lo negaba.

- Ehm, ¿que quería el bomboncito?-

- Una cita- le conteste lo mas inocente que pude fingir.La cara de sorpresa
combinada con ira y envidia era tan graciosa en su pequeña cara. Estaba roja de
cólera, sus ojos parecían que fueran a salirse. Si ella la segunda gran fan de
Antonio reaccionaba así, a Katherine le daría un paro cardiaco.

- Estas jugando, verdad?-me pregunto incrédulamente.

- Nop, puedes preguntárselo a el, bueno me voy!.

Siempre que podía la molestaba con lo que más le dolía, Antonio. Ella ante todos era
un angelito, tenia la apariencia y la voz, pero conmigo, no lo era solo porque yo era
becada. Aunque era normal para una becada ser tratada como la escoria que no
pertenece a ese lugar. Algo bueno había resultado del “amor” de Antonio.
Llego el sábado en la tarde, Antonio me esperaba en la puerta principal del la facultad,
estaba recostado con la típica pose de chico malo.

Intente salir por las otras dos puertas, pero estaban cerradas, no había escapatoria,
tenia que salir por la principal.

- ¡Jane! – grito olvidando su postura de chico malo


- ¿Qué quieres?-
- Vine a recogerte, quedamos hoy!- dijo mirándome inocentemente
- Yo nunca dije si, y no me mires así!
- Jane, solo sube al carro, si?- me suplico
- Esta bien-

Si hubiera sabido que esa salida no iba a ser la ultima, nunca habría aceptado subirme
a su elegante Mercedes-Benz.

En la primera cita, me llevo al parque, hizo un pequeño picnic, en la segunda cita


fuimos a un elegante restaurante francés, fue la peor cita, no sabía pronunciar ni el
nombre de la ensalada, en la quinta cita, me presento a sus padres, en la decima cita,
me conto que siempre quiso llamar mi atención, pero yo no lo notaba, que estaba
enamorado de mi.

Luego de esa cita, fui conocida como la enamorada oficial de Antonio, el acoso constante
de sus fans era insoportable, pero cada vez que miraba su sonrisa, era tranquilizante.

El último año de la universidad, Antonio me invito a una cena con su familia, me propuso
matrimonio. No sabia que hacer, tenia miedo de ser como mi padre, de fallarle a el y a su
familia. Dudando le dije que si, toda su familia celebro mi respuesta, todos me trataban
como si fuera alguien mas de la familia. Por fin ya no me sentía sola, gracias a Antonio.

Las campanas suenan, las aves cantan, los niños juegan en el verde pasto, el aroma de
las flores, todo es perfecto. Estoy en un pequeño cuarto esperando a que suene la típica
melodía que anuncia mi entrada.

La marcha nupcial comienza a sonar, avanzo un paso tras otro, a son de la melodía.
Todos están mirándome, es tan vergonzoso. Al mirar al frente, esta Antonio sonriendo
como es de costumbre, llego a su lado intercambiamos miradas. El padre comienza con la
ceremonia.

Un estruendo sonido calla el lugar, para dar paso al pánico alrededor. Antonio me mira
horrorizado, la sangre comienza a manchar el blanco vestido de boda. Siento que me
desvanezco, Antonio me carga y corre, a lo lejos escucho los gritos de desesperación y los
disparos, esos ruidos que ya había escuchado antes.

Antonio cae. Le han disparado, se levanta, sigue corriendo, cae, me mira sonríe, murmura
cuatro palabras. Ya no se levanta, grito desesperadamente su nombre, no responde.

La blanca nieve cae lentamente, sin prisa, intento levantarme, pero el dolor es
insoportable.

Había oído que cuando estas a punto de morir, recuerdas toda tu vida. Los recuerdos
llegan de uno en uno, lentamente.

Levanto mi vista, Antonio esta al lado mío. Siento que lentamente me desvanezco en el
vacio. Recuerdo las ultimas palabras de Antonio.

“Lo siento, Te quiero”

Adriana Farfán Elguera

También podría gustarte