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Máquinas universales y particulares: los orígenes

de la computación científica
Pío García - Javier Blanco

Universidad Nacional de Córdoba

Introducción
En 1956, Howard Aiken, uno de los pioneros de la computación moderna
dijo en una conferencia:
“Si resultara que la lógica básica de una máquina diseñada para la
solución numérica de ecuaciones diferenciales coincidiera con la lógi-
ca de una máquina cuya finalidad es hacer recibos para un negocio,
yo vería eso como la más sorprendente coincidencia que podría haber
encontrado” 1
Algunos historiadores de la computación han destacado en la cita de Aiken la
aparente falta de comprensión de la importancia de la noción de Turing de má-
quina universal. A esta expresión la entiende Martin Davis como un ejemplo
paradigmático del contrapunto entre ingenieros y lógicos en el diseño y cons-
trucción de computadoras. También puede verse, siguiendo a Davis, como una
instancia en la cual se destaca la importancia conceptual de establecer una re-
lación apropiada que vincule datos y programas.
Cuando Davis presenta la tradición de los lógicos y de los ingenieros se re-
fiere al contraste entre dos genealogías de problemas a resolver. Por un lado
estarían el horizonte de trabajo y las herramientas conceptuales desarrolladas
por Leibniz, Boole, Cantor, Frege, Gödel y, principalmente, Turing y sus máqui-
nas: la automática (a-machine) y la universal. Por otro lado estarían aquellos
que contribuyeron al desarrollo de las primeras computadoras en el siglo XX:
Comrie, Aiken, Eckert, Atanasoff. Goldstine y Mauchly, entre otros. En este
relato John von Neumann sería aquel que permitió vincular ambos mundos –
señalando la preeminencia de la tradición de los lógicos en su famoso First Draft
of a Report on the EDVAC de 1945. Sin embargo, como sabe muy bien el pro-
pio Davis, más allá de los actores centrales de estas tradiciones, no hay una
1 If it should turn out that the basic logics of a machine designed for the numerical solution

of differential equations coincide with the logics of a machine intended to make bills for a de-
partment store, I would regard this as the most amazing coincidence I have ever encountered.”
(citado por Davis 2000 y Ceruzzi, 2000, nota 44 cap.1)

1
distinción tan clara entre los constructores de máquinas y los que trabajan con
problemas lógicos. Así, Ada Lovelace sería, un ejemplo de alguien preocupada
por problemas eminentemente matemáticos trabajando en el terreno tecnológico
de los constructores de máquinas, en este caso las de Babbage. Y no es el único
ejemplo.
Ya en el siglo XIX había una naciente conciencia de la importancia de re-
flexionar acerca de las lógicas que gobernaban las operaciones de las máquinas.
La automatización en la industria fue sin lugar a dudas un impulso importante.
Pero también lo fue el desarrollo de máquinas para el cálculo en la tradición
de Pascal, Leibniz y Babbage. Es en este contexto particular en donde Lovelace
habla de una “ciencia de las operaciones”:
“la ciencia de las operaciones, como la derivada más específicamente
a partir de las matemáticas, es una ciencia en sí misma y tiene su
propia verdad y valor abstracto; así como la lógica tiene su propia
verdad y valor, independientemente de los temas a los cuales pode-
mos aplicar sus razonamientos y procesos” (Lovelace, 1843, p. 693,
citado por Priestley, 2010, p. 42).
Esta ciencia de las operaciones estaba inspirada en la generalidad que había
encontrado en el motor analítico de Babbage. Desde esta perspectiva el motor
analítico sería, en palabras de Lovelace, una “corporización de la ciencia de las
operaciones” 2 . En tanto el diseño del motor analítico fue realizada “en referencia
a los números abstractos”, representa (corporiza) a cualquier tipo de operación.
Por el contrario el motor diferencial “corporiza un conjunto particular y muy
limitado de operaciones”. 3
Si bien es innegable que Davis tiene razón en su reclamo a Aiken, y las
consideraciones anteriores van en esta dirección, en el presente trabajo vamos a
intentar defender que las preocupaciones de Aiken estaban guiadas por lo que se
llamó la «computación científica». En gran medida la identificación de un con-
junto de problemas y el desarrollo de un programa tecnológico para dar cuenta
de estos problemas fue lo que motivó la focalización en máquinas especiales (en
un sentido semejante al destacado por Lovelace). Desde esta perspectiva lo que
parece estar en juego, es una manera de abordar problemas, un horizonte tecno-
lógico y, además, una tensión entre máquinas de propósito general y máquinas
diseñadas para tareas particulares. Lo que se llamó, siguiendo la terminología
2 Para poder llevar adelante esta ciencia de las operaciones se requiere de un lenguaje que
pueda ejecutar el motor analítico. La notación debería, entonces, representar la secuencia de
operaciones más allá de las variables de cada paso. Con paréntesis para agrupar operaciones y
comas para indicar sucesión esboza Lovelace una manera de reescribir fórmulas matemáticas
en un lenguaje de operaciones simples sucesivas. Lovelace llega a sugerir que estas estructuras
pueden formar ciclos y que podrían construirse ciclos de ciclos (Priestley 2010, p. 43)
3 Babbage ya había enfrentado el problema de desarrollar un lenguaje específico cuando

estaba diseñando su motor diferencial. La “invención mecánica” que permitiría sistematizar,


hasta cierto punto, el proceso de diseño de un máquina involucra especificar los movimientos
requeridos por el proceso, su simplificación y luego la selección y desarrollo de los mecanismos.
Es en este contexto en el cual Babbage percibe lo inadecuado del lenguaje natural o de la
notación matemática. (Priestley 2010, p. 43)

2
de principios del siglo XX, «computación científica» tuvo varios protagonistas,
pero en este trabajo nos centraremos, a modo de ejemplo, en solo en dos de
ellos: Howard Aiken y Leslie Comrie.

La tradición de los ingenieros: Comrie y Aiken


Comrie fue un matemático y astrónomo neozelandés. Entre 1920 y 1922
es nombrado primer director de la Sección Computacional de la Asociación
Astronómica Británica, en 1925 comienza a trabajar en la Oficina de Almanaque
Náutico (NAO) y, en palabras de Mary Croarken, “comienza a revolucionar” él
área de computación (Croarken 1985 p. 3). A partir de 1937 dirige el Servicio
de Computación Científica, una de las primeras empresas privadas dedicadas a
este rubro) (Priestley 2010 p. 61). Entre las contribuciones más conocidas de
Comrie se cuentan las mejoras sustantivas en las llamadas máquinas de registros
y en aquellas que utilizaban tarjetas perforadas (máquinas Hollerith).
Aiken fue un ingeniero electrónico norteamericano quien luego de retomar
sus estudios se doctoró en Física en Harvard. A finales de los 1930, Aiken visita
varias empresas con la idea de construir una máquina de cálculo. Finalmente
IBM se interesa por el proyecto y entre 1939 y 1943 se construye la ASCC,
Calculadora Secuencial de Control Automático (Automatic Sequence Controlled
Calculator), llamada luego, cuando se instala en Harvard, la Mark I4 . Esta
máquina fue utilizada para cálculos “balísticos y de implosiones” (Priestley 2011
p. 102). A esta computadora le siguieron una serie de máquinas diseñadas y
construidas en Harvard en los 40 y 50 del siglo pasado (las Mark II, III y IV,
de las cuales la Mark IV era completamente electrónica)5 .
Una manera de abordar el campo de la naciente «computación científica» a
partir de Comrie y Aiken es preguntarse en primer lugar por sus motivaciones
o el interés detrás de esta empresa intelectual. En segundo lugar podemos pre-
guntarnos por los tipos de tarea que tenían en mente y por los límites que veían
en estas tareas. Y finalmente por las máquinas que podían abordar tanto las
tareas científicas como los límites y problemas detectados. Como veremos todas
estas cuestiones están íntimamente relacionadas.
Cuando Aiken retoma sus estudios en Harvard, se dedica, entre otros temas,
a la “física de las antenas y reflexión de la atmósfera superior“(Cohen 1999b).
Su trabajo consiste principalmente “en solucionar ecuaciones (diferenciales) no
lineales” (Aiken citado por Cohen 1999). Y “los únicos métodos disponibles
por entonces para la solución numérica de problemas como este era utilizando
calculadoras electromagnéticas de escritorio” (ibid ). Tarea ésta que consumía
un tiempo considerable. Por esta época para Aiken era “evidente” que la tarea
de calcular “podía ser mecanizada y programada” -es importante destacar que
4 Había varias computadoras llamadas Mark I (como la de Cambridge)
5 «(Comrie) le dio a Howard Aiken una copia de las fascinantes memorias de Charles Bab-
bage Pasajes de la vida de un filósofo (Londres, 1864), con la leyenda ’De un admirador de
Babbage a otro’. Pero cuando Comrie examinó Harvard Mark 1, preguntó dónde estaba el
mecanismo para if. Aiken tragó saliva y se sonrojó: ¡fue casi un año después que Aiken ob-
tuviera el hardware para que funcionara el mecanismo if! La Harvard Mark 1 se convirtió de
una gran calculadora a una computadora muy pequeña.” (Cohen 1999a)

3
la expresión «programada» corresponde a una reconstrucción tardía y no se
utilizaba en esos años. Así Aiken se dio cuenta que “una máquina de computar
podía ser de gran ayuda para resolver problemas en muchos campos científicos,
en ingeniería y aún en las ciencias sociales” (Cohen 1999b).
En 1938 Aiken escribe “Proposed Automatic Calculating Machine” a los fi-
nes de convencer a una empresa, que finalmente iba a ser IBM, de financiar la
construcción de una máquina de cálculo. En este texto, Aiken realiza un reco-
rrido histórico desde el ábaco hasta las máquinas diferenciales de 1934, pasando
por Pascal, Leibniz, Napier, Babbage y Hollerith. Por supuesto no hay ninguna
mención al texto que Turing había publicado un par de años antes.
Aiken destaca en este texto que el desarrollo tecnológico de máquinas de
cálculo estuvo vinculando, desde finales del siglo XIX, a la tabulación de datos
de los censos y, principalmente, a la contabilidad necesaria para las empresas
(Aiken, 1938 p. 12). Sin embargo, la ciencia de principios de siglo XX requie-
re de “asistencia mecánica”, en particular por el desarrollo de nuevos métodos
matemáticos y de una manera de hacer ciencia empírica6 . En muchos casos los
únicos métodos disponibles para problemas científicos involucra “integración nu-
mérica por métodos iterativos” lo que conlleva “enormes cantidades de trabajo
computacional” (Aiken 1938, p. 13). Y, agrega Aiken; “en el tiempo presente
existen problemas que están más allá de nuestra capacidad para solucionarlos,
no por dificultades teóricas sino por una insuficiencia en los medios mecánicos de
computación” (Randell 2013 p. 192. Además, “algunas expresiones matemáticas
requeridas para representar fenómenos son extensas y complicadas de escribir en
varias líneas de una página impresa y no obstante la investigación numérica de
tales expresiones es una necesidad absoluta en las ciencias físicas de la atmósfera
superior” (Randell 2013 p. 192). De esta manera, a partir de su trabajo doctoral
en física, Aiken descubre nuevos problemas, nuevos métodos y la necesidad de
asistencia mecánica. Algo similar encontramos en Comrie.
Las actividades en astronomía de Comrie siempre estuvieron asociadas con el
cálculo numérico y él veía esta perspectiva metodológica como significativa para
una gran parte de la actividad científica. En un artículo en The Mathematical
Gazette de 1944, en el cual Comrie intenta reclutar «computadoras» para el
cálculo científico ”mecanizado” - en lugar de mecánico-7 (Comrie 1944 p. 90),
expresa de manera clara sus opiniones al respecto. De manera semejante a Aiken,
destaca que gran parte del trabajo científico en el cálculo de movimientos de
cuerpos celestes, de proyecciones de mapas, de matemática estadística o de física
está vinculado con ecuaciones diferenciales. Estas ecuaciones se pueden abordar
de diferentes maneras. «Para una buena computadora, el proceso de solucionar
una ecuación diferencial se convierte en un juego» (Comrie 1944, p. 90). Pero
uno puede jugar el juego de varias formas. Una es a través de la «estimación» o
«adivinanza» de un resultado para luego comprobarlo. Otro proceso, no siembre
6 Pero, agrega Aiken, las máquinas de cálculo para la contabilidad se “centran en las cuatro

operaciones aritméticas básicas y no en las operaciones de carácter algebraico” (Randell 2013


p. 192).
7 Comrie dice que no quiere utilizar la expresión “mecánico” porque la tarea que ofrece, en

este artículo, está lejos de ser “rutinaria o aburrida”.

4
aplicable, es a través de métodos que permitan trabajar las soluciones por medio
de «integración numérica». «Aquí el elemento de adivinanza está ausente, pero
el campo para la aplicación de métodos que involucren máquinas modernas de
cálculo es amplio» (Comrie 1944, p. 91).
El tipo de ciencia en la cual están interesados Aiken y Comrie requiere,
entonces, de un cálculo numérico intensivo. Pero, para la época, no era evidente
qué tipo de máquinas podían colaborar en esta manera de hacer ciencia y qué
tipo de tarea podían llevar adelante.
Comrie fue uno de los primero en utilizar máquinas tipo Hollerith para cálcu-
los científicos. En un articulo de 1928 Comrie defiende el sistema de tarjetas per-
foradas por sobre las máquinas Brunsviga para tareas científicas. ¿En qué tipo
de tareas está pensando Comrie?. El ejemplo que toma es el del cálculo del mo-
vimiento lunar. E. Brown había publicado sus Tablas del movimiento de la Luna
en 1919 y se requería de un trabajo considerable de cálculo para realizar predic-
ciones. La Oficina del Almanaque Náutico, que dirigía Comrie, era la encargada
de publicar las tablas. Un review que apareció en Nature en 1920 muestra cómo
los científicos veían este tipo de actividad y cuáles eran las limitaciones que
encontraban en su trabajo : “La función principal de las tablas descansa en el
cálculo (que permite hacer) de las efemérides anuales” (Nature, octubre 1920).
En este review se hace una breve historia de las tablas de movimiento lunar
desde Newton y se destaca que si bien las observaciones son imprescindibles,
también es importante la organización de los datos y el desarrollo de métodos
de cálculo que permitan realizar predicciones. Así describiendo el trabajo de uno
de los astrónomos claves en el desarrollo de las tablas se dice que la motivación
detrás de esta tarea era “practica” y que consistía en “encontrar un camino que
condujese a la más alta precisión (accuracy) posible en el resultado final con la
más grande economía de trabajo” (Nature, 1920, p. 204). La preocupación de
Comrie, de manera semejante, era disminuir el tiempo de cálculo y el error en la
carga de datos. Las máquinas Hollerith venían a colaborar en ambas cuestiones.
Pero, ¿Cómo?.
En un artículo de 19328 Comrie describe el “control automático” de las má-
quinas Hollerith, sistemas de tarjetas perforadas, y su utilidad para el cálculo
de tablas9 ;

“Esta característica es de suma importancia en la presente aplicación.


Cuando se hayan agregado las tarjetas correspondientes a una fecha
cualquiera, la alimentación debe cesar mientras se está imprimiendo
el total, se deben borrar los contadores y luego se debe reanudar la
alimentación. Esta secuencia se realiza automáticamente, sin ningu-
8 The Application of the Hollerith Tabulating Machine to Brown’s Tables of the Moon,
9 Seutilizó una instalación de Hollerith en H.M. Oficina de Almanaque Náutico en 1929; en
realidad, la perforación se inició seis meses antes de la llegada del clasificador y el tabulador,
ya que era necesario perforar 20,000,000 agujeros en medio millón de tarjetas.

5
na atención por parte del operador“.1011
Que este tipo de máquina venían a colaborar en la clase de problemas que los
científicos afrontaban se puede ver a través de la reacción de algunos de los
referentes de las áreas pertinentes. Comrie comenta que en el verano de 1928 le
muestra a Brown las máquinas en funcionamiento para el cálculo de las tablas
lunares: «Recuerdo su éxtasis al ver los números que se iban sumando en una
tasa de 20 o 30 por segundo.12
Comrie no consideraba viable la construcción de máquinas especiales que
solo sirvieran para una tarea específica. Fue un «firme defensor del uso de hard-
ware estándar (off-the-shelf ), no modificado (calculadoras o equipos de tarjetas
perforadas), en lugar de máquinas modificadas, únicas o de propósito especial
porque quería el desarrollo de métodos que pudieran ser útil a otros» (Cohen
1999b). Como vemos la idea de máquina especial es diferente a la planteada por
Lovelace.13
Una de las razones de esta crítica estaba en la preocupación de Comrie de
hacer de la tarea científica una actividad sustentable que pueda realizarse en
cualquier parte del mundo14 . Esta perspectiva, en parte, era compartida por
Aiken.
Los Aritmómetros, las Brunsviga y las Odhner eran tipos de máquinas calcu-
ladoras de escritorio utilizadas por las empresas y también en las universidades
e institutos de investigación. Todas estas máquinas eran herederas de la pasca-
lina15 . En Alemania se fabrican bajo en nombre de Brunsviga y termina siendo
unas de las calculadoras de escritorio más populares. Hacia 1912 se había cons-
truído 20000 de estas máquinas (Croarken 1985, p. 9). 16 . Todavía más exitoso
10 Comrie pasa a describir luego cómo se ha cableado el panel tabulador para "comparar"

un campo clave en un par de tarjetas y manejar las sumas y restablecer los contadores cuando
difieren
11 Al parecer esta afirmación referida a la carga de datos estaba asociada con los procedi-

mientos de chequeo desarrollados en los Censos, con la habilidad de los técnicos y en el uso
de acumuladores para el cómputo de datos en serie.
12 «Creo que estoy en lo correcto al decir que el entusiasmo con el cual él describió el proceso

en su regreso, entusiasmó a W.J. Eckert”»W. J. Eckert dirigió a finales de los treinta la nueva
división de computación científica en Columbia y colaboró en el desarrollo de las máquinas de
cálculo de IBM. (Comrie 1946 MTAC)
13 La edad de la “adaptación” se superpone al comienzo de otra, a saber, la de la construcción

de máquinas especiales. A veces siento que los físicos y los ingenieros son demasiado propensos
a preguntarse "¿Qué analogía física, mecánica o eléctrica puedo encontrar en la ecuación que
tengo que resolver?" y corren al tablero de dibujo y al torno antes de preguntar si alguna de
las muchas máquinas que pueden comprarse en el mostrador funcionará. (Comrie, citado por
Cohen 1999b)
14 Comrie sugiere aquí el ejemplo de la actividad científica en la India
15 Los Aritmómetros fueron diseñados Tomas en 1820 y desde fines del siglo XIX eran de uso

habitual en los bancos y negocios. Hacia principios del siglo XX Baldwin en Estados Unidos
y Odhner en Europa patentan máquinas de escritorio inspiradas en el engranaje de Leibniz
(stepper wheel). Estas máquinas eran llamadas de “molinillo” o pin wheel.
16 Todas estos tipos de máquinas multiplicaban y dividían. Realizaban esta operación a

través de la repetición de sumas y restas. Pero el proceso de realizar estas operaciones, por
medio de una palanca, era más sencillo en la Odhner y la Brunsviga que en los Aritmómetros.
Esta fue la razón principal del éxito de las primeras.

6
comercialmente fue el Comptómetro creado a fines de siglo XIX en Estados Uni-
dos. Realizaba las mismas operaciones, pero todo el sistema se podía manejar
por un teclado mecánico. Fue tan exitoso que se construyó hasta 1970 y estuvo
en uso hasta los 90 del siglo pasado.
Comrie a veces discute este tema bajo el rótulo de «máquinas de registros»17 .
El uso de la época es distinto al de la informática contemporánea. Estas máqui-
nas están constituidas por un teclado y un conjunto de mecanismos, llamados
registros, algunos de los cuales sirven para guardar números y otros para realizar
operaciones aritméticas. Varias de las máquinas de «molinillo» que nombramos
más arriba entrarían en esta categoría. En estas máquinas había un sistema me-
cánico que permitía un procesamiento cíclico de procesos. Esta era una de las
características que Comrie veía como central para la computación científica ya
que permitía un alto grado de automatización18 . Así Comrie fue capaz, con estos
recursos, de reproducir la capacidad de cálculo planificada por Babbage para
su motor diferencial (seis registros) utilizando el mismo método de diferencia
(Cohen 1999b).
Es interesante notar que Comrie tenía a su disposición una máquina de
propósito especial para el tratamiento de ecuaciones diferenciales: el «analizador
diferencial» o la «máquina integradora» de Thomson desarrollada a finales del
siglo XIX y el Integraph diseñado por Vannevar Bush en el MIT en los años
3019 del siglo XX, pero, nos dice Comrie,
«no todas las ecuaciones o sistemas de ecuaciones se prestan [a ser
procesadas por] esta máquina, y, además, la precisión de la máquina
está limitada a tres o cuatro números significativos. En otras pala-
bras, hay numerosas ocasiones cuando la tarea solo puede realizarse
a través de una solución numérica, hecha a mano con la ayuda de
simples máquinas de calcular.» (Comrie 1944 p. 90).
Esta parece ser la razón central de la confianza de Comrie en máquinas de regis-
tro en lugar de analizadores diferenciales. El paso posterior de automatización
de la Mark I parece representar una apuesta por una manera de modelizar el
trabajo de las «computadoras» humanas sumado a de las máquinas de registro.
En este sentido hay una especialización, en una dirección que no necesariamente
avanza hacia una máquina universal, pero es de una clase diferente a que podría
esperarse.
A su vez, en una dirección contraria a la que planteaba Davis se puede ver
en Aiken un esfuerzo por los aspectos abstractos de las máquinas:
las preocupaciones principales [en Aiken] eran la lógica de la má-
quina, sus operaciones matemáticas y su arquitectura general; sus
17 La ASCC utilizaba tanto una unidad de papel perforado como registros electromecánicos.

Sin embargo, en palabras de Comrie, la ASCC era más una máquina de registros que una
máquina Hollerith.
18 Quien tomó la posta del trabajo de Comrie en máquinas de registro y en sistemas Hollerith

en la década del 30 fue Wallace Eckert en la Universidad de Columbia.


19 En 1935 se construyó la Rockefeller Differential Analyzer, la cual se convirtió en la compu-

tadora más poderosa hasta 1945 y era utilizada principalmente para cálculos balísticos

7
especificaciones tecnológicas reales eran secundarias (Cohen 1999b)
Además, este orientación más abstracta en cuanto al diseño de máquinas estaba
complementado por una aproximación pragmática20 :

Puede parecer extraño que un estudiante graduado en la física de


los tubos de vacío hiciera funcionar su máquina con relés en lugar
de tubos. La razón fue, como él nos explicó, que si la Compañía de
Máquinas de Cálculo de Monroe se hubiera comprometido a cons-
truir su máquina, habría sido en gran medida mecánica; si RCA lo
hubiera hecho, habría sido electrónico; pero como IBM estaba dis-
puesta, los elementos de funcionamiento eran electromagnéticos, del
tipo que IBM usó en sus máquinas comerciales.» (Cohen 1999b)
Finalmente nos queda la cuestión de por qué la programación no ocupaba un
lugar central en el trabajo de esta época. Un esbozo de respuesta puede verse
a partir de lo expresado por el primer «programador» de la Mark I, Robert
Bloch21 , quien señala que ni siquiera utilizaban un término como «programar»
para la tarea de «ajustar» («setear»?) la máquina. La programación de la Mark
1, continúa Bloch, implicaba un conocimiento sustantivo del hardware . En
primer lugar porque los errores de funcionamiento eran habituales. Pero además
porque para programar la Mark I se requería cambiar el cableado de la máquina.

Manipular las unidades operativas de la máquina requieren una ma-


triz de cables enchufables, que generalmente cambiaría de un proble-
ma a otro e incluso entre diferentes ejecuciones de máquina dentro
del contexto de un problema dado. Las "instrucciones de enchufe",
por lo tanto, tenían que ser especificadas por el programador para
cada unidad y para cada ejecución22 . (Cohen 1999b, p. 77)

Consideraciones finales
En el presente trabajo hemos presentado parte del contexto en el cual surgió
la llamada computación científica a principios del siglo XX y hemos intenta-
do dar cuenta de las motivaciones y restricciones con las cuales se manejaban
aquellos que llevaron adelante esta empresa. Aiken y Comrie son dos de los re-
presentantes más importantes de esta época y, como vimos, su trabajo orientó,
en buena medida, la construcción de máquinas para la computación científica.
Esta perspectiva estaba motivada por una manera de entender -gran- parte de
20 El diseño [de las máquinas de Aiken] podría aplicarse igualmente a una máquina construida

con componentes mecánicos, electromecánicos o electrónicos o cualquier combinación de ellos.


Como es bien sabido, la máquina de Aiken fue construida por IBM y se basaba en relés
electromagnéticos en lugar de tubos de vacío.
21 Bloch destaca, en su contribución al volumen editado por Cohen, que cuando se sumó al

proyecto de la Mark I no se sabía bien quién iba a hacerse cargo del funcionamiento de la má-
quina y no había, por supuesto, ningún manual de como «organizar» la máquina (programar).
22 Cualquier error en estas instrucciones podría estropear una ejecución de inmediato. Un

"cruce" inadvertido de cables tendría resultados desastrosos, y durante la depuración, un error


de enchufe a veces se enmascara como una falla de un relay o de un registro.»

8
la actividad científica de principios del siglo XX. Las restricciones - en el sen-
tido no solo de limitación sino también de condición de posibilidad - estaban
dadas tanto por las máquinas que tenían a su disposición como por la forma
en la cual ambos científicos entendían la relación entre actividad científica y la
mecanización de tareas. Así, por ejemplo, cuando Comrie evalúa la tecnología
disponible y se pregunta por qué no hay más máquinas de cálculo en las ciencias
sugiere que el alto costo inicial y la falta de confiabilidad de las máquinas como
dos razones de peso. Pero, para Comrie había una tercera razón por la cual no
se había extendido el uso de máquinas para el cálculo científico: se necesitaban
nuevos métodos. Qué implicaban estos nuevos «métodos» era diferente en rela-
ción con el contexto y con el momento de la evolución del proceso de creación de
la computación científica. Desde fines de los años veinte Comrie percibe que se
requiere el desarrollo de nuevas estrategias matemáticas de cálculo. Este aspecto
de «método» permanecerá constante y se nota incluso en sus presentaciones de
los años 40. Pero hay un segundo sentido de «método» vinculado con la tra-
ducción de un problema matemático en un problema que sea manejable no solo
mecánicamente en un sentido general sino en el sentido especifico de la máquina
que se estaba utilizando23 .
Finalmente habría que destacar la manera en la cual Aiken y Comrie entien-
den y modelizan el proceso de «computación científica». La importancia de la
tarea de la «computadora humana» en conjunción con la máquina de registro,
en detrimento de otras como el «analizador diferencial», parece dar cuenta de
la orientación tecnológica de esta época. La Mark I parece ser, al menos para
Aiken, la cristalización de esta apuesta.

Referencias
Davis, M. (2000). The universal computer: the road from Leibniz to Turing.
New York: Norton.
Ceruzzi, P. E. (2000). A history of modern computing. Cambridge: MIT
Press.
Priestley, M. (2010). A science of operations: machines, logic and the inven-
tion of programming. New York ; London: Springer.
Croarken, M. (1985). The centralization of scientific computation in Britain,
1925-1955. PhD thesis, University of Warwick.
Cohen, B, y Welch, G. (ed.) (1999a) Makin ’Numbers: Howard Aiken and
the Computer; MIT Press, Cambridge.
Cohen, B. (1999b). Howard Aiken: Portrait of a Computer Pioneer ; MIT
Press, Cambridge.
Randell, B. (Ed.). (2013). The origins of digital computers: selected papers.
Springer.
Comrie, L. J. (1944). Careers for Girls. The Mathematical Gazette, 28(280),
90-95.

23 El que este contexto no haya sido visto en un comienzo como un ámbito importante de

una relativa autonomía es sintomático.

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