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Javier Guerrero Baron Luis Weisner Gracia (compiladores) ¢Para qué ensenar historia? Le ita c mM teCeret) Universidad Pedagégica Tecnolégica de Colombia EMOEVy ys EW Oe iCyusry iPara qué ensenar historia?” Josep Fontana” Vivimos en momentos en que el trabajo del historiador ~y déjenme que ‘comience aclarando que con esta denominacién de oficio me refiero tan- to a quienes investigan como a los que ensefian— parece haber perdido prestigio y recibe una atencién marginal, no porque la funci6n de la histo- ria se considere sin importancia, sino porque los debates acerca de temas del pasado que llegan a alcanzar un interés general se desarrollan en el campo de lo que se stele llamar el uso pablico de la historia, eso que un historiador italiano ha definido como «todo lo que no entra directamente en la historia profesional, pero constituye la memoria péiblica (...); todo lo que crea el discurso histérico difuso, la vision de la historia, consciente o in- consciente, quees propia de todos los ciudadanos. Algo en que los historiado- res desempefian un papel, pero que es gestionado substancialmente por otros protagonistas politicos y por los medios de comunicacién de masas» (G. Santomasino, 2001: 8-9). En este terreno solo cuentan aquellos que cumplen con la funci6n de legitimar los usos politicamente correctos, mientras que el papel de quienes ensefiamos se supone que debe reducirse a poco més que a transmitir mecdnicamente los contenidos que se han fijado desde arriba. Los gobiernos han sido siempre conscientes de la importancia de ese uso ptiblico dela historia. En un pasado més lejano, nombrando cronistas oficiales (Luis XIV de Francia tenfa en némina hasta diecinueve historia- dores) 0 controlando la forma en que se recordaban los acontecimiento’ Napoleén se encargaba incluso de fijer los detalles de los cuadros que re- producfan sus victorias. Esta preocupacién aumenté considerablemente, y tomé un nuevo sen- tido en el siglo xix, con la formacién de los Estados-nacién modernos. Los gobiernos decidieron vigilar estrechamente los contenidos que se transmitfan * Texto enviado especialmente por el autcr para el Taller Precongreso para la Transfor- maci6n dela Ensefianca de la Historia y las Ciencias Sociales, en el marcodel XIV Congre- s0 Colombiano de Historia. ** Profesor de la Universitat Pompeu Fabra, Fundador del Instituto de Histo- tia Jaume Vicens Vives de Barcelona, Su obra historiogréfica es muy amplia y es teconocido como uno de los grandes historiadores europeos. 23 en la ensefianza, porque eso de la historia, como dijeron en su moment tanto la seftora Thatcher como Nikita Jruschoy, que al menos en €st0 cpincidfan, era demasiado importance como para dejarlo sin vigilancia en anos de quienes se dedican ala encefianza. La historia que los gobiernos immponfan debia cumplir In doble funcin de legtimar cada Estado-na- cidn, construyendo una visién que sola pasar por alto las crisis y las disi- encias que se hubiesen producido en su evolucidn, y de asentar la aceptacién de los valores establecios, ransmitiendo una determinada oncepci6n del orden social. Como dijo Paul Nizan, el Estado lao quiso hacer del maestro el remplazante del sacerdote, tratando de que tuviese ‘ena sociedad burguesa «la funci6n que el cura habia cumplido en bene- ficio del régimen feudal y de la monarquia» (P.Nizan, 1975: 98). ‘La tarea dela escuela se complementa con la pedagogfa de las conme- moraciones, que no solo se rfleja en ls fiestas ylas celebraciones, sino en. Ta forma en que se marca la geografia de las ciudades con denominactones y monumentos que recuerdan la historia oficial: casos como el de [a plaza Ue Trafalgar,en Londres, o como lasecuencia de Tos recuerdos de batallas ten la geograffa urbana de Parfs contribuyen a imponer una dererminada lectura del pasado. El control de la clase de histcria que debe ensefiarse en el sistema ‘educativo es algo que esté plenamente vigente. En Gran Bretafia la seio~ ta Thatcher hizo grandes esfuer2os por imponer una historia patristica, de Cardeter estrictamente politico ~en el sentido de referirse sobre tudo alas ctuaciones de ls dirigentes~que evitase cualquier referencia social. Como “la misma dijo ext la Cémara de lo: Comunes: «Fn lugar de ensefiar gene- ‘alidades y grandes temas, Zpor qué no volvemos alos buenos tiempos de antano en que se aprendfan de memoria los nombres de los reyes y las veinas de Inglaterra, las batallas ls hechos y todos los glorioses aconteci- ‘ientos de nuestro pasado!» (Carreras y Forcadell, 2002). ‘En Francia se ha llegado al extremo de que se publiquen leyes que fijan los contenidos acerca de una sexle de Cuestiones histéricas, con lo aie convierten en delictivo apartarsede la ortodoxia establecida: en 1990 fue Ta ley eobre el holocaust, en 2001 otras dos sobre el genocidio armenio y sabre Ia trata negrera y en 2005 una acerca de que se Feconozea un papel postivo ala colonizaciénfrancest. Todo lo cual culminé con la propuesta de Sarkozy de crear un ministeria que tuviera entre sus objetivos la «iden- tidad nacional» (Rémond, 2006). En orros cacos no hace falta iquiera la actuaci6n del Estado, sino que Jos mismoe efectos se cansiguen con la presién. social. James W. Loewen ica en Las mentiras que me contd mi maestro c6mo los libros de texto ‘americanos actuales manipulan lo que se refiere a la guerra de Viet~ "y nos dice que los profesores temen meterse €n controversias en estas Bigationes para no ser despedidos. Sonal ls propios padres los que ejer- eta vigilancia intelectual sobre la escuela: los que exigen que no se Fae a sus hijos el evolucionismo y cuidan de que en lo referente a la Meera se apliquen eriterios de «puro americanismo», de «mi pais, on azn 0 sin ella» TLocwen afiade: «He entrevistado a diversos profesores de ensefianza cecundaria:yabibliotecarios que han sido despedidos, o han recibido ame- scas de despido, por actos menores de independencia como los de pro- sreionar a los alumnos materiales que algunos padres consideran ‘tibles». Lo cual, sabiendo que nadie va a acudir a defenderles, les faa «la seguridad de la autocensurar (Loewen, 1996). “Por qué este miedo alo que pueda aprenderse en la escucla werca de temas como la guerta de Vietnam? No es tanto porque se puedan difundir “contenides antipatristicos, lo cual no es previsible, como por el riesgo de fe se deje a los alurinos que piensen por su cuenta. Silo hicieran, en el upuesto de que tuviesen tn profesor que no se dedicase a imbuirles las verdades politicamente correctas, podrian descubrir que esta guerra, que abo en 1975, la ganaron los malos, aquellos orientales siniestros contra fenies combatian heroicamente los «rambos» de las peliculas, y que en- roniees ce pudo ver que no ocurrfa ningun de los desastres con lor que se habfa justificado la propia guerra: no hubo la temida operacién dominé sningrin arto pats mismo deberia poder decirse de esta memoria colectiva que es, 0 “aspia‘a set, la historia. Hay unanimidad en admitir que una de sus ones es lade expresar a identidad de un grupo. Lo decfa un histori orteaiuericano recientemente desaparecido, Arthur Schlessinger jr: a historia es ala nacién como la memoria al individuo. Del mismo modo fue una persona privada de memoria vaga desorientada y perdida, sin de dénde viene o hacia dénde va, una naci6n a la que se niega una pcidn de su pasado serd impotente para enfrentarse asu presente ya nurO-. | problema es que solemos quedarnos en este nivel elemental de la storia como signo de identidad colectiva, sin ni siquiera plantearnos omplejidactes «pie encierra en este caso la definicién de una memoria J.que deberta reflejr, para ser vAlida, una pluralidad de experiencias: deberia ser capaz de escuchar y armonizar las diversas voces del gru- 0 que aspira a representar (no solo a los reyes y a los ministros, como lasefiora Thatcher). oo que es mas grave es que ni siquiera solemos plantearnos que el fundamental de la memoria colectiva, como de Ia individual, debe- et el de proporcionarnos una herramienta de andlisis de la realidad 5 rodea con el fin de ayudarnos a construit «presentes recordados» los que podamos enfrentarnos a los problemas nuevos que se nos pre~ an. Se trata de aquello que mi maestro Pierre Vilar llamaba «pensar camentes. Y que no queria decir mantenerse permanentemente afe- ‘usar lo aprendido en él para tratar TEkenan yTonont, 2002 y Edelman, 2005. De modo seman, Favconiery 2002 senalan Ia mportanciade sa constrceion deo real, mediante el uso de 2 : — , ioquele fess de historia Entendida asf a historia, nuestra funcién al contribuir a erearmemo- 0, el prok tia hist6rica en nuestros alumnos no debe ser la de establecer unas verda- jvlegos, Fl primero, que ex el Gnico que se ocupa ce tot as des sobre el pasado para inculcarlas a quienes enseftamos, sino la de Fes del ser humano, desde sus necesidades vitales ysus trabajos, alimentar sus mentes, no solo con elementos de conocimiento hist6rico Pes agpiracionesY sus suefios. El segundo, que la historia esa nica para que puedan operat con ellos,sino con un sentido erftico que les lleve oe TIRE Ta a a entender que son ellos quienes deban utilizar este aprendizaje para jus. flaeducacin que puede recibir un mayor mimero de alums gat con la experiencia adguiida, com los «presentes recordados» que ela. Neer ee ne i eee ini len boren, el paisaje social que les rovea, sin aceptar que se les diga que es el terrae vive, local pede convertila en una herramientaeficaz le c suella afirmacion de Voltaire de que, una producto de una evolucién lgica, natural e inevitable. Nuestiosaluntos ign cfvica. Recuerdo aque ane deben aprender a asimilar las noticias cue les llegan cada dia por los me. _ nol SEE ea aa ae a dios de comunicaci6n con un espfritu crtico, en hugar de aceprarlas sin FEE ee eee en las eres discusién, porque con mucha frecuencia o que parece un relato objetivo ad nite prectament a abe so de acontecimientos viene envuelto en todo un ensamblaje de t6picos y janos para que no se es pueda seguir trata .do la fijacion y ensefianza prejuicios interesados. Una enseianza adecuada de la historia debe servir, Hee ee ee tee ae nace ante todo, para que aprendan @ mirar con ottos ojos su entorno social; Bcpicens erect oc ecg cucel delrespeta al deter, para que aprendan, como decfa m: maestro Pierre Vilar, a pensar histéri- ey Oa cro woo aus camenter, puesta que todos los datos sociales que puedan ser objeto de Hae vide sobe td como milo, como instr flexi ineluyendo fo qu cane e pric de hy on yp Fe comprensign de nuestro entomo, por ello mismo, en perpetua ¥, por ello mismo, objeto potencial de andlsis hst6ric. pene a ce el mismo articulo de Schlesinger que antes Tes he citado, ue su autor contaba que su vida e habia llevaco lejos del terreno dela investigaciGn o Sees oideccionale para luda forma en que los not pet ierecrr pre iene i ete re aca ee ence eerie ter oe el pasado estin muy lejos de ser esables, puesto que s me he arrepentido de haber estudiado historia, porque lo que aprendi en- Seen ee meena delete Lahicore ee ee Cee ee cer Tunca un libro cerraloo in veredict final. turbios. Muchas veces, mientras hacfa sindicalismo o participaba en mo- FE seine en constuccn. Conviene que ls historiadores no abandonen la vvimientos sociales, he recordado lo que habia aprendido en la facultad y peda del concierto pee . ‘nom interests de ua elo unanacin unas exo oun caus. Quisiera decirles que en este momento me sent{ mas orgulloso de mi fare aso ea uma seed ibe escapacidad deaunoores oficio, que cuando he recibido premios o distinciones piblicos por mi tra- Ranahit Guha ha denunciado los vicios de una historiografia acadé- bajo como investigador. Lo mAs importante que puedo haber realizado en que parece rener como objeto central el de legitimar retrospectiva- mi vida es ensefiar a algunos de los que pasaron por mis clases a orientarse ente las construcciones estatales del presente y Ia estructura del oe en medio de la sociedad en que viven y a pensar por su cuenta. Porque en -de nuestro tiempo, 0 sea, el orden establecido. Una tee fia realidad, como ha dicho Claudio Magris, «La memoria mira hacia adelan- ope como obyetos dignos de estudio, como shechoshistéricos» lor que te,ysilleva consigo el pasado, ¢s para salvarlo, tal comose hace cuando se fieren a la vida del Estado y elige como protagonistasa sus dirigentes. recogen los heridos y los cafdos que han quedado atrés, para Ilevarlos a storia de la que, por tanto, estdn ausentes los mas, los que noson ni quella patria, a aquella casa natal que todos creen (...) en su nostalgia vni gobernantes ni personajes ilustres. Refiriéndose a los lee de it li st én ita ver en su infancia y que se encuentra en realidad en el futuro, al fin del iinas indios desplazados de sus tietras por la construccién de pant viaje» (Magris, 2006: 155). arrojados con ello a la pobreza, Arundhati Roy escribe: «Estos z é a 29. sata. ‘millones de desplazados han dlejaclo de existin Cuando se escriba la historia, ‘no estardn en ella. Nisiquiera como estad sticas» (Roy, 1999: 22-23) Guha nosha propuesto, como alternativa, el ideal de consttuit Un tipo de historia que permita escuchar, a la ves, las diversas voces que hay en In sociedad y no solo las de los dirigentes. Que recoja las de unos grupos subalternos que hasta ahora han quedado al margen del relato central y, muy en especial, la voz de las mujeres (Guha, 2002: 1-12) La historia tradicional, construida como una legitimacién del presen- te, que se identifica con la inevitable culminacién del progreso humano, ‘nos ha llevado a minimizar las aportacicnes de los pueblos no europeos y ‘a convertir la historia universal en un largo ascenso que culmina con el triunfo de la modernidad «occidentale, entendida como progreso, cuando este «ascenso de Occidente» no es més que una incidencia, un breve perio- do contingente de dos siglos que puede estar llegando a su final, abocado a tuna crisis sin salida. Considerarlo ast, «reflexionar acerca de la naturaleza hist6ricamente contingente del mundo en que vivimos, puede ayudarnos a escoger las opciones ~y a poner en prictica las actuaciones~ que pueden asegurar un futuro sostenible para toda la humanidad» (Marks, 2007: 207). En nuestro propio mundo hemos olvidado, ademas, la importancia de Jacultura de las clases populares, entendida como saber y no como folklo- te, yla racionalidad de unos proyectos alternativos que no triunfaron en su:momento, pero que guardan una carga de aspiraciones que no deheria- ‘mos dejar que se olvidaran, porque cont enen algo que puede seguir sien- do valioso para el futuro. Era lo que sostenia Antonio Machado en los tiempos dificiles de la guerra civil espafola, cuando dijo que al examinar el pasado para ver qué llevaba dentro era fécil encontrar en él un etimulo de esperanzas, ni conseguidasni frustradas, esto es, un futuro. Procurar que el silencio interesado del orden establecido no eche al olvido ‘estas esperanzas es uno de los aspectos més estimulantes de nuestro trabajo. Pienso que la historia que enseriemos deberfa estar orientada a re~ flexionar acerca de los problemas fundamentales de nuestro tiempo. Como, por poner un ejemplo, buscarlas causas de los dos grandes fraca~ 308 del siglo xx: de la barbarie que lo ha caraeterizado, con el fin de evitar que se reprodluzca en el futuro (9, por lo que estamos viendo, en este nuevo siglo las cosas van por el mismo camino) y, sobre todo, de la naturaleza de: los meeanismos que han dado lugar a que, pese al innegable enriquecimiento tlobal que han aportado los avances de l ciencia y de la tecnologta, haya aumentadola desigualdad, desmintiendo las promesas de ls proyectos de de- ‘arollo global que se formnularon decpuée de la segunda ghecra mundial sili 30 mecanismos creatlores de desigualdad que siguen actuandlo hoy, alizacién que se nos quiere presentar como prostesivay c Be enin Hes ‘sus operaciones incontroladas estén produ- Mina redistribucién de ariqueza en tes sentos: de los pobres ls nelntrior ce cada pat, dele aes pores alos ates icosa scala i {el futuro al presente cn Ins expectativas de racios nos Ne ‘ Sree ‘no es solo que existan desigualdad y pobreza, sino vrnsen un sistema que lleva aque una y otra erezcan. Crecen en Hor de los propios pafses dlsarrollados, como se puede ver por el Hho de que los porcentajes de pobreza aumenten afio aafto en Estados Pre dos: durante la presidencia de Bush jinior el ndimero de ciudadanos Wen por debajo del limite de la pobreza ha crecido en cerca de cinco = yaedio, de modo queson ya uno de cada ocho americanos (Laszlo, _ XIX xx1)?, stibditos de un pats en que el servicio social que supers. mas te alos de otros pases avanzadbos es a circel, puesto que tiene en la dad 726 presos por cada 100,000 habitantes, 0 sea una proporcién veces mayor que la de Gran Bretafia y8 veves mayor que la de Francia. ce también ladesigualdad de paisa pais: segtn las cifras publicadas en por Ia ONU 18 pafes, con un total de 460 millones de habitantes, anempeorado sus niveles de desarrollo con respectoa 1990: doce de ellos sn el Africa subsahariana, como nos lo recuerdan daa dia las pateras portan a las costas europeas a los niufragos de la globalizaciGn. puede hacer el historiador ante estos problemas! Explicar sus nes y su evolucién, con el fin de ayudar a formar la conciencia colec- paia ensefar desde la escucla a que cada uno mire a su alrededor, se del mundo en que vive, piense por sf mismo y escoja su propia Busta a estas realidades. No estoy diciendo que solo se deba ensefiar la ia contemporénea més reciente, la que aparece en las noticias de evisidn, sino que nuestro estudio del pasado debe estar en lo posible fentado a atrojar luz sobre las cuestiones fundamentales que preocupan 41 €Stos momentos a la sociedad en que vivimos, ya sea buscando la viejas dle problemas actuales, ya mostrando posibilidades alternativas o endo de relieve el cardcter contingente de mucho de lo que se nos e presentar como fatalmente condicionado. jDSenme que To plantee con otras palabras del mismo artfculo de 31

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