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El Oficio de Historiar
El Oficio de Historiar
Luis González
El Colegio de Michoacán
El o f ic io d e h is t o r ia r
cada uno de los países de este continente, y sobre todo, por la per-
vivencia del seminario de Edmundo O ’Gorman que estudia y revive a
los cronistas e historiadores de la Nueva España.^®
Según el maestro Amáiz y Freg, que gustaba de las frases brillantes
y aforísticas, en el mundo histórico documentado no hay nada tan
sublime ni tan vulgar que no pueda ser abierto para los historiadores se
han ampliado sin cesar. Pese al gran número de colegas que figuran en
los directorios de profesionistas, hoy la mies es más copiosa y variada. PREGUNTAS DEL HISTORIADOR
A LO HISTÓRICO
50. En el artículo de L. G onzález y González no constan las siguientes historias de la historia M exi
cana: Isaac Barrera, H istoriografía del Ecuador, M éxico, IPGH, 1956. G eorge B audot, Utopia e
historia en M éxico, M adrid, Espasa Calpe, 1983; Efraim C ardozo, H istoriografía paraguaya,
M éxico, IPG H, 1959. Germ án CaiTera Damas, H istoria de la historiografía venezolana, Caracas,
lU , 1961. Francisco Esteve Barba, H istoriografía indiana, M adrid, G redos, 1964. Elsa G oveia, A
study on the historiography o f the British w est indies, M éxico, IPGH, 1956. José M aria Péiez
Cabrera, H istoriografía de Cuba, M éxico, IPGH, 1962. Catts presson-, H istoriographie D Haiti,
M éxico, IPGH, y José Honorio Rodriguez, H istoriografía d el Brasil, M exico, IPGH, 1962.
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L a e l e c c ió n d e l c a m p o d e e s t u d io
Para alguien com o yo, nacido en el hogar de un historiador [...] no tiene mayor
objeto explicar exactamente cuándo, cóm o y por qué me decidí por la carrera
de historia [...] N o puedo recordar una época de mi infancia y juventud que no
estuviese cargado de recuerdos.'*
>• Vivían H unter G albraith, “ R eflexiones” , en: L.P. Curtis, com p., E l taller del historiador, trad, de
^ Juan José Utrilla, M éxico, FCE, 1975, p. 44.
• Cario M. Cipolla, “Fortuna p lu s hom ini quam consilium valet", en: L.P. C urtis. op. cit.. pp. 89-90.
George Frederick Elliot Rudé, “ El rostro cam biante de la m ultitud”, en: L.P. Curtis, op. cit., p. 207.
L.P. Curtís, Jr., “ De las im ágenes y la im aginación en historia”, en: L.P. Curtis, op. cit., p. 263.
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mucha falta saber por qué se optó por la carrera de historiador para
y de las fundaciones transnacionales. En los países del tercer mundo,
escribir buenos libros de historia.
los historiadores se topan con la prohibición más o menos velada de
Tampoco es necesaria la conciencia de por qué se escogen de por
salirse del contorno espacio-temporal de su país. De los cuatro cente
vida una o más especialidades dentro del anchísimo mundo de la
nares de estudiosos mexicanos de hoy, sólo trece dicen tener una
afición histórica. Quizá la tendencia natural de la mayoría de los
especialidad que rebasa las fi-onteras de México o no cae dentro de
historiadores es la de conocer y dar a conocer todo lo histórico, pero
éstas. A los patrocinadores les desagrada invertir en la investigación
únicamente el insensato se empeña en la indagación y la escritura del
de asuntos exóticos y a los patrocinados les resulta cómodo el estudio
conjunto de las acciones humanas. Marrou solía decirle al discípulo:
de la historia doméstica.
“Tú no eres Dios: no te olvides de que eres tan sólo un hombre”.^
Generalmente la mies escogida como especialización no es toda la
Ningún bípedo de la especie humana pervive lo suficiente y posee la
actividad humana de un continente o de un país. El buen especialista
capacidad retentiva para saber todo acerca del pasado de los hom
acota un espacio breve y un período corto. A los historiadores de casa
bres. El oficio enciclopédico ni es posible ni está de moda. Quienes
se les sugiere que trabajen de por vida en una de las tres épocas
compilan directorios de historiadores por países ponen el nombre, el
canónicas de la historia de México: la prehispánica, la colonial o la
grado de estudios, la especialidad, la calle, la población y el teléfono
independiente. Ésta se ve con especial ternura. Sobre todo se privile
de cada historiador. Esto, a pesar de que no son pocos los opuestos al
gia a quienes se especializan en Movimiento emancipatorio. Reforma
profesionalismo y son muchos los enemigos de la especialización.
liberal y Revolución mexicana. En esta época de profesionalismo y
Únicamente si se es rico y se vive fuera de los institutos de alta cultura
especialidad, el estudioso no satisface a preguntones y mecenas si se
se puede cambiar de oficio varias veces y recorrer distintos campos
limita a decir: mi título es de la Facultad de Filosofía y Letras y mi
de estudio. Incluso, cabe la posibilidad de convertirse en aprendiz de
especialidad la historia de México en la época independiente. Se
todo y oficial de nada.
pregunta también por la clase de hechos históricos que interesan. Por
Casi siempre el investigador de la historia se ve obligado a escoger
regla general, ser especialista quiere decir ocuparse únicamente de un
como campo de estudio sólo un momento de la procesión de las
país, una época y un tipo de historia; por ejemplo, historia política o
naciones y de los imperios; sólo especializado recibe ayuda de una
económica o social, o de las ideas, o de las mentalidades, o del arte, o
universidad o del poderoso o de un mecenas privado. Sólo se puede
de la ciencia. A muy pocos sabios se les perdona, y sólo en la tercera
deambular con pasaporte y únicamente en una partícula del cemente
edad, el vagabundeo por distintos terrenos. A los jóvenes, quizá con
rio de los hombres. Ningún patrocinador admite ni le gusta socorrer a
razón, se procura confinarlos en la especialidad escogida libremente
quienes no tienen oficio ni especialidad. En los países del primer
o impuesta por las instituciones de alta cultura. Un buen número de
mundo, los practicantes de la investigación histórica eligen a su placer
neófitos se deja mangonear por los caciques de la cultura, y en vez
y conveniencia su campo de estudio. Yanquis, franceses, británicos,
de rebelarse, asumen resignada y aun jolgoriosamente las riendas.
alemanes y suecos pueden declararse especialistas en cualquier na
Hay quienes son más papistas que el Papa. Les parece poco el
ción del mundo sin pérdida de la protección del gobierno de su patria
restringirse a un país, un período, una faceta social y un tipo de acon
tecimientos, y acotan como campo de estudio una parcelita ejidal,
un minifundio. Don Ramón Iglesia se burlaba de los superespecia-
5, Henri-Irénée M arrou, E l conocim iento histórico, trad, de J. M. G arcía de la M ora, Barcelona,
Labor, 1968, p. 46.
lizados y solía aducir como sujeto de sus burlas a un investigador
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alemán sumido de por vida en el estudio de los sarcófagos romanos planteen las cuestiones iniciales”, entre ellas la de escoger un argu
del siglo III. Algunos compatriotas se dicen especialistas en desarro mento apropiado, una pregunta inteligente, un problema importante,
llo urbanístico de León, economía lacustre de Chalco, etnohistoria posible de resolver, original y del gusto del historiador.® Un asunto es
de Tlalpujahua, tenencia de la tierra en México en 1792, población de de garra si sirve para el esclarecimiento de una dificultad gorda del
Celaya en 1770,1775 y 1808 y otros minifundios quizá porque con presente o de un enigma que muchos quisieran ver descifrado. Un
funden el ingreso a una especialidad con la asunto es viable si se dispone de fuentes, de tiempo, de aptitudes y
demás recursos que permitan estudiarlo a fondo. Un asunto es original
si llena una laguna del conocimiento, si se aparta de lo ya trabajado
SELECCION DEL TEMA
por otros historiadores, si se aleja del manidísimo tema de los gober
nantes y sus argucias y de los milites y sus matanzas. Un tema
para un libro o un artículo de asunto histórico; para monografías histórico es del gusto de quien lo investiga cuando nace de esa vaga
históricas que son el fruto habitual y más frecuente de los estudiosos entidad que es la gana. Quizá el mejor criterio para escoger el proble
del pasado. Las historias generales del mundo, de un continente, de un ma de estudio sea el del gusto propio. El campo más rendidor es el que
país, de un sector social o de una rama del bullicio del hombre no son en un momento dado despierta nuestra curiosidad, nos divierte y nos
frutos comunes y corrientes, constituyen la excepción, no la regla apasiona. En el momento de elegir tarea deben consultarse los gustos
dentro de la repúbhca de Clío. Los neófitos y los aficionados casi íntimos y la aptitud que se tiene para satisfacerlos.
siempre se ven compehdos a escoger para su obligada tesis o una obra
En la práctica, entre el estudiante y el tema se interponen los
digna de atención, un tema monográfico, el estudio de un aspecto, de maestros, que si lúcidos y honorables, le ayudan al alumno a saber lo
una parcela espacio-temporal de cortas dimensiones.
que éste quiere y no le ensartan tema ajeno a su real gana. No pocos
Lord Acton recomendaba; “Estudiad problemas, no períodos”. La maestros presionan al pasante a que investigue el tema del consejero,
recomendación es hermosa pero sin adentro. Para el historiador todo ya para poder ayudarlo mejor, ya para servirse del fruto del trabajo del
período o asunto elegido es un problema. Cualquier proceso de bús
pasante. Fuera de los profesores deshonestos y aprovechados, los
queda se inicia con la selección de un enigma considerado interesante demás o no quieren comprometerse con un tema tan delicado como es
ya por estar de moda, ya por novedoso, ora por controvertido, ora por el de escoger tema o dicen vaguedades;
ser de fácil resolución. Se puede escoger una tarea por un hecho tan -Procura seleccionar un asunto que no sea ni muy vasto ni muy
casual como el hallazgo de un conjunto de papeles viejos o porque breve y que no rebase tu capacidad.
alguien esté en disposición de cubrir los gastos o por órdenes de algún
-Escoge de acuerdo con tu odio personal o tu simpatía por un
maestro o por simple curiosidad. Para pocos, la selección de un tema
personaje o un acontecimiento. Tus pasiones deben ser las consejeras.
es tan arbitraria y emotiva como una selección amorosa. Unos esco
Elige problema de acuerdo a los métodos y los aparatos cuya
gen un aspecto de la conducta humana porque esperan con su estudio eficacia quieres demostrar.
la mejoría del hombre, y otros eligen una rareza de sus muertos por
mera diversión. En las sociedades libres la selección de tema responde
a mil cosas, no obedece a ninguna regla.
Marrou anota; “La riqueza del conocimiento histórico dependerá
^ H. I. M orrou. op. cit.. p. 52. Um berto Eco, Cómo se hace una tesis. Técnicas y procedim ientos de
directamente de la inteligencia y la ingeniosidad con las que se investigación, estudio y escritura, Barcelona, G edisa, 1986, pp. 27-36.
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E l o fic io de h isto r ia r
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seados es imposible ser exhaustivo en el examen del status quaestionis. Nadie puede disculparse de saber a dónde va. “Es, pues, inútil pres
Tampoco cabe dirimir claramente qué es lo útil y qué es basura. cribir a los historiadores la elaboración o el uso de teorias o modelos;
Tampoco hay normas precisas en lo referente a lecturas prepara eso es lo que vienen haciendo desde siempre. No podrían obrar de o-
torias. Ni todos los autores ni todos los temas se pueden regir por los tra manera, a menos que no pronunciaran una sola palabra”.'^ Ningún
mismos consejos. Quizá no sea inoportuna la siguiente recomenda historíador puede arrancar de un vacío de nociones acerca de su objeto.
ción; Lee y entérate de los aspectos parecidos del problema. Si el tema Todos necesitan por lo menos una creencia como punto de arranque que
escogido es la desamortización ordenada por Juárez de los bienes podrá o no convertirse en certidumbre y verídicción.
eclesiásticos y pueblerinos, conviene leer obras que se ocupen de los Desde el punto de partida se avizora, con mucha o poca clarídad, el
gobiernos de marca liberal de distintas naciones. Si se busca revivir la punto de llegada. Se impone una respuesta provisional a la pregunta
historia del pueblo donde uno nació, se examina lo escrito por otros hecha por el investigador al pasado. Quiérase o no, se parte siempre
autores sobre sus terruños. Para rodearse de la atmósfera del período, de una conjetura o hipótesis; es decir, de lo que creemos que es la
el espacio, la sociedad y los hechos que conforman nuestra trama, realidad. Entre el puerto de salida que es la elección de un problema y
habrá que leer novelas costumbrístas y demás obras literarías rela el levado de anclas se interpone la hipótesis, la conjetura, el ideal, la
cionadas con ella. Si se aspira a escríbir sobre la sociedad del sur prefiguración del puerto de llegada. Sobre este asunto no hay mayores
de Jalisco en tiempos de la crístiada no puede dispensarse la lectura de divergencias entre los metodólogos de las dos mitades del mundo,
los tres libros de Juan Rulfo y La feria de Juan José Arreóla. El ente entre los que navegan con la bandera del capitalismo y los militantes
rarse del estado de la cuestión presupone la lectura de una amplia socialistas. Topolsky, autor de una metodología históríca de primer
bibliografía directa e indirecta. Mientras más se lea sobre el asunto y orden, dice sin titubeos; “Las hipótesis [...] son una categoría general
sus alrededores se dará mejor el paso siguiente; la foija de una de respuestas directas o indirectas”. Cabe “llamarlas, de modo muy
general, intentos de respuesta a las preguntas de la investigación [...]
el planteamiento y la comprobación de las hipótesis es un procedi
IMAGEN INTERINA DEL PASADO miento que acompaña al historíador a través de todo su trabajo, porque
es la verdadera esencia de la búsqueda de contestaciones a las pregun
que se busca. Casi todos los autores de métodos para hacer historia tas planteadas al pasado por él”.'®
dicen lo expresado por Marrou en sus justos términos;
En los escritos sobre m etodología, el concepto de hipótesis solía construirse,
Lógicamente, el proceso de elaboración de la historia empieza a ponerse en sobre todo, en relación con la experiencia adquirida en la ciencia natural. El
marcha [...] por el paso original que es la cuestión planteada [...] pero cuando el ajuste complementario lo hizo Giedymin [...] Tenemos que coincidir con él
entendimiento elabora una pregunta [acerca de un asunto histórico], ensegui en que el concepto de hipótesis en la investigación histórica va mucho más allá
da [o poco tiempo después] formula una o varias respuestas posibles. Una inte del acercamiento de la ciencia natural, en la que una hipótesis se limitaba al
rrogación precisa (y sólo las de este carácter son útiles en historia) se presenta procedimiento de explicación. En la historia formulamos hipótesis no sólo
bajo el aspecto de una hipótesis por verificar [...] en el punto de partida hay un cuando se buscan respuestas a las preguntas explicativas o de por qué, sino
esfuerzo creador de los historiadores que consiste en la traza o dibujo de una
imagen provisional del pasado.
15. Paul Veyne, Cóm o se escfib e la historia, M adrid, A lianza, 1984, p. 83.
16. Jerzy Topolsky, M etodología de la historia, trad, de M aría Luisa Rodríguez Tapia, M adrid,
14. H. I. M arrou, op. cit., pp. 47-49. E diciones Cátedra, 1982, p. 284.
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también cuando se contesta a las preguntas factográfícas o de qué fue, y este calendario.'® Desde el momento en que se tiene un tema bien delimita
último proceso abarca también la lectura de las fuentes y su examen de auten do, se sabe lo dicho acerca de él, se aclara la terminología, se elabora
ticidad y sinceridad [...] Se puede decir que en la investigación histórica cual
quier cosa que se diga del pasado es una hipótesis si todavía no se ha sometido
una imagen interina del pasado y se procede a la escritura del proyecto
a un proceso de comprobación, y también después de som eterse a él, si no se o plan de investigación. El escribir el
ha obtenido un grado suficiente de apoyo [...] Hay que hacer, por tanto, una
distinción entre hipótesis más o m enos apoyadas.
PLAN DE OPERACIONES
En términos generales, el historiador a lo largo de todo el camino de
la investigación y la hechura de una historia construye y comprueba en una o dos docenas de cuartillas es muy recomendable. En el plan o
hipótesis. En cada recodo del camino, en cada espiral sucesiva, formu proyecto conviene anotar varios presupuestos: el nombre de la obra, el
la nuevas conjeturas. Durante toda la navegación de un puerto de modo como se seleccionó el tema, las características y los límites de
arranque y otro de arribo se hacen imágenes previas de éste. En este éste, los trabajos anteriores sobre lo mismo, el marco teórico y algunas
momento sólo nos referimos a la hipótesis inicial o de punto de par hipótesis concretas, el esquema o índice tentativo, las fuentes en que
tida, a la que se refiere Pedro Pérez Herrero cuando escribe: “Es se proyecta beber, el esbozo, los tiempos y algún asunto práctico adi
evidente que aquel que intente llevar a cabo una investigación sin cional. En el proyecto preliminar se ajusta todo lo relativo al arranque,
plantear los puntos teóricos de partida y a dónde quiere llegar o qué es el itinerario y el término de una investigación histórica. Si se redacta
lo que quiere demostrar, [sin marco teórico como se llama a todo eso el proyecto en forma clara y precisa, el mecenazgo, la realización y las
en las ciencias sociales] no logrará nada en claro”.'* El uso de marcos ayudas de fuera se facilitan mucho. Las instituciones y las personas
teóricos e hipótesis preliminares son obvios y algunas veces se le res que acostumbran cubrir los gastos de una búsqueda se guían, a la hora
triega en los ojos a quien lee. Otra cosa es el no molestar al lector con de conceder los fondos, por la minuciosidad del programa. Los maes
la “estramancia” fea y tediosa de los andamios. Casi nunca hace falta tros y los colegas sólo pueden aconsejar bien sobre la aventura de una
trasmitirle al lector los borradores del pensamiento de quien escribe. investigación si conocen de modo claro, realista, serio y flexible la
La necesidad de hacer borradores no conlleva la de publicarlos. meta y el método a seguir.
Los tratadistas piden otras cosillas, aparte de la hipótesis, antes de Es obvio que un plan atrae mecenas, consejeros y buena marcha si
emprender el camino de la verdadera investigación. Según ellos, es lo entienden los demás y uno mismo. Si no se ponen en claro todas y
muy provechoso poner por escrito para uno mismo y para el mecenas cada una de las ideas del proyecto probablemente nadie ayudará y los
el asunto seleccionado, las virtudes del mismo, la hipótesis heurística, traspiés en el recorrido serán constantes. Tampoco hace falta decir que
la ruta que se espera seguir y los tiempos del viaje. Sonia Comboni el investigador debe estar seguro del realismo de su proyecto y de su
habla de hacer el diseño de la investigación y lo divide en dos partes. aptitud para llevarlo a la práctica. Ario Garza recomienda hacer pla
La primera reúne “los elementos que intervienen en las hipótesis de nes que permitan “el máximo de adaptabilidad posible a circunstan
trabajo”, y la segunda, las definiciones de palabras, listas de fuentes y cias imprevistas, sin peijuicio de las metas perseguidas”.^“ Si se quiere
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todavía más consejos sobre este asunto, léanse las siguientes recetas fuentes en que se basará el estudio”. Pide ser muy concreto en la des
relativas a cada una de las partes de todo plan de operaciones.^' cripción de métodos y técnicas, incluso en el de “aparatos y programas
Ha de encabezarse con el título y el subtítulo de la obra y con el para el registro y procesamiento electrónico de la información”. Pide
nombre y apellidos de quien va a realizarla. Se dice en seguida por qué también un informe de las dificultades previsibles: falta de acceso a
y cómo se escogió el tema. Se vale ser lascivo si es que el amor lo ciertas fuentes, o a ciertos aparatos procesadores, limitación de hora
condujo a él. Tampoco se calla la importancia del mismo. En caso de rio y otros topes.^^ Si se van a utilizar en el estudio palabras ajenas a la
que los haya, se exponen los otros fines que no sean la mera curiosi tribu, términos apantalladores o de la jerigonza científica, es conve
dad. La historia pragmática está mal vista, pero no es delito. Dígase niente la definición preliminar de esos vocablos exóticos.
sin recato si se busca mejorar al mundo de los hombres con la obra Un prefacio como el acabado de proponer resulta mejor si se hace
proyectada. La historia reverencial o de bronce suele ser cursi, pero si después del temario, esquema o índice-hipótesis, o resumen de la ima
usted admira a un personaje o a una epopeya, no dude en decir que le gen interina del pasado cuyo conocimiento firme se busca. Son reco
gustaría incorporarse al culto a los héroes y sus proezas patrias. Todas mendables varias maneras para la construcción del preíndice. No
estas declaraciones forman la introducción provisional e hinchada de importa que se redacte con proposiciones afirmativas o en forma de
la obra en veremos. Se trata de un auténtico prefacio donde también preguntas. Si es muy importante que sea un borrador de índice minu
se incluye una nota acerca de lo publicado sobre el tema. Esa nota cioso que equivalga a la hipótesis del trabajo. Delante de los números
debe referirse a los principales precursores, nombrándolos y ponién romanos se coloca el nombre de los temas englobantes. Precedidos
dolos en su tiempo, sitio y condición. Debe hablarse de su índole, de por cifi-as arábigas, se escriben los títulos de los subtemas. Después,
sus intereses, de sus objetivos y de sus obras. Al referirse a las re señalados con letras, los rótulos correspondientes a los asuntos míni
lacionadas con el tema de uno, dígase su contenido, su valía y su mos. En otros términos, se anotan los títulos de partes, capítulos y
vigencia. Es indispensable extenderse en las limitaciones de los estu párrafos según el plan de división avizorado o previsto. El esquema
dios previos al propio para justificar la investigación. Ver la paja en del plan de operaciones resulta especialmente útil para el acopio de
el ojo ajeno es injusto en la vida moral, pero quizá no en la científica. información y a medida que sea más detallado será más servicial. No
También conviene referirse, en esta parte del proyecto, a los libros falta quien diga que son mucho mejores los esbozos simples. Según
de trama análoga al de uno. Alguien que quiera hacer un estudio sobre Garza, “un esquema con dos o tres tipos de divisiones es normalmente
el bandido Heraclio Bemal, debe hacer alusión a trabajos sobre ban adecuado para la planeación de cualquier estudio [...] Un esquema con
doleros de otros países y épocas o sobre el bandolerismo en general. cuatro o cinco tipos de divisiones es generalmente adecuado para la
Que nunca la modestia impida dar la impresión de todo lo que se sabe redacción de una tesis”.^^
de antemano acerca de un tema y su contorno. En el momento de pedir Hay muchas maneras de construir bosquejos o temarios. Garza
pecunia y consejo es mejor parecer presuntuoso que ignorante. propone el decálogo de Santmyers:
Ario Garza recomienda la descripción del procedimiento a seguir
dando a conocer “métodos y técnicas seleccionadas” para la recopila
ción de los datos y la cosecha de frutos, así como “la naturaleza de las 22. A. G arza M ercado, op. cit., pp. 48-49.
23. Ibid., pp. 52-57. Javier Lasso de la V ega, Cómo se hace una tesis doctoral. M anual de técnicas de
la investigación científica, M adrid, M ayfe, 1958, pp. 111: “Conocido el tem a, averiguado lo que se
ha escrito sobre él y form ada la bibliografía, procede trazar el plan [...], la osam enta del trabajo, el
21. Rosa Krauze de K olteniuk, Introducción a la investigación filo só fica , 2a, ed, M éxico, UNAM ,
esqueleto, la estructura sobre que ha de levantarse el edificio” .
1986, pp. 40-47.
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1. Consigue taijetas de las usadas por los historiadores para hacer los principales antecesores y hacerse de una idea clara del tema
fichas. escogido. Se puede dar cuenta de la bibhografia sin demasiado esfuer
2. Apunta en cada taijeta el nombre de un tema o subtema. zo, que no de los otros tipos de fuentes. Entre nosotros, pese a los
3. Pon las taijetas sobre la mesa de tal modo de poder mirarlas adelantos archivísticos de los últimos años, se suda la gota gorda para
todas al mismo tiempo. hacer un buen catálogo de manuscritos útiles para la investigación
4. Agrúpalas según el criterio de afinidad. porque los archivos de México rara vez saben lo que tienen. En mu
5. Elimina las que repiten preguntas o afirmaciones. chos casos ni siquiera es posible enterarse de los archivos donde
6. A fiierza de imaginación y conocimiento, llena las lagunas de tu pueda haber papeles útiles para aclarar nuestro problema.-^ De cual
taijetero. quier modo, que no se omita la nómina, por incompleta que sea, de
7. Decide los rótulos más apropiados para cada grupo de temas. las fuentes de archivo. Si se usarán reliquias, habrá qué añadir un
8. Uniforma el estilo de los diferentes rótulos o encabezados. catálogo de piezas de museo o de sitios arqueológicos, y si se va a
9. Ordena las taijetas para la hechura del esbozo preliminar defini utilizar la tradición oral es bueno hacer la lista comentada de posibles
tivo. informantes.
10. Copia el contenido de las tarjetas en el mismo tipo de papel Tampoco se silencien los lugares donde se piensa poner en obra un
usado en el resto de la redacción de tu plan.^"* proyecto. Aunque sea obvio, dígase que para conseguir información
Por otro lado, si alguien sin la lectura del anterior decálogo es bibliográfica óptima escogerá una ciudad (México, Washington o
incapaz de construir un esquema, también lo será para hacer un buen Moscú) donde haya grandes bibliotecas bien catalogadas. Sobre todo,
libro de historia. Los tratados de métodos y técnicas de investigación mencione las urbes donde están los archivos que le interesan. Muchas
suelen aconsejar en exceso. Este, que va saliendo de la pluma a ratos, veces se necesita sufrir los inconvenientes de la metrópoli para la
se olvida con frecuencia que a buen entendedor pocas palabras bastan. cosecha de datos. Pocas veces se logra recolectar la materia prima
También incurre en el pecado de la buena educación mexicana: res necesaria a través de los métodos electrónicos de comunicación.
ponde a todas las preguntas que hace un alumno a un maestro aunque Todavía es más difícil reunir los datos que hagan falta en un sitio
muchas veces el docente no tenga respuestas adecuadas. Además, agradable y propio, en la propia biblioteca. De cualquier modo, si la
incluye algunos párrafos insinceros, llevado por el afán moralizante. fase de recolección hay que hacerla en sitios obligados, las opera
En la práctica, lo mejor es atenerse a los machotes de Conacyt o de una ciones de análisis y de síntesis, los quehaceres creativos cabe hacerlos
fundación. en sitios agradables, inspiradores, alejados de las urbes, quizá próxi
En los tiempos que corren y en la mayoría de los países es relativa mos al mar. Antes de meterse en la investigación conviene escoger
mente fácil hacer la lista de las fuentes que se proyecta consultar. Un lugares de trabajo y ponerlos en el apartado de problemas espacio
gran número de importantes bibliotecas de la metrópoli mexicana temporales del plan de operaciones, aunque probablemente el mece
ofrecen buenos catálogos de libros, folletos, revistas, periódicos, nas se haga de la vista gorda en este punto.
videocartuchos y otros materiales. Aun en Zamora, es posible hacer Quizá la hechura de un libro de historia debe durar tanto como la
bibliografías, si no completas, sí suficientes para conocer lo hecho por concepción de una creatura humana. De ser así, los historiadores
25. Una excepción a la regla es el A rchivo General de la Nación que ha venido publicando una vasta
24. Santm yers cit. por A. G arza M ercado, op. cit., pp. 62-63. serie de “G uías y catálogos” en los que colabora asiduam ente Cayetano Reyes.
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I n v e s t ig a d o r q u e e s c r ib e a b a s e d e f u e n t e s
1- Charles Sam aran dir., L 'histoire et ses m éthodes, París, .lacques Le G o ff y Pierre Nora, H acer la
historia. Barcelona, Laia, 1980. 3 vols.
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de la vida de los pueblos prehistóricos a través de las costumbres lo dice Ignacio Bemal."* Como quiera, los vestigios materiales nunca
actuales de ciertas tribus. Los etnohistoriadores se sirven de la tradi fueron la fuente más ñ-ecuentada por los historiadores novohispanos
ción oral que se mantiene en forma de leyendas, anécdotas, dichos, de los siglos XVI y xvn.
mitos, rumores y canciones. En la centuria del barroco destacó la figura solitaria de don Carlos
Los primeros historiadores y nuestros cronistas de Indias ñieron de Sigüenza y Góngora, artífice de las primeras exploraciones franca
testigos, y en el peor caso, confidentes de las historias que narran y mente arqueológicas, pero no tuvo cauda de seguidores.^ En el siglo
comentan. Los historiadores de la época presente se asoman al pasado de las luces aumentó el interés en las fuentes monumentales tanto de
por los ojos de cerradura que son los vestigios materiales o monumen parte de algunos de casa como Francisco Xavier Clavijero, Antonio
tos y las obras escritas o documentos, y si pueden escoger entre unos y de Alzate, Antonio de León y Pedro José Márquez, como de algunos
otros, prefieren el vehículo de la documentación al residual. “Por extranjeros, especialmente Alejandro de Humboldt. Aunque las revo
mucho tiempo se tuvo por seguro que la historia comienza allí donde luciones mexicanas del siglo xix suscitaron muchos historiadores
se encuentran restos escritos del Hombre”.^ Sin embargo, Lucien nacionalistas, muy pocos vieron el pasado a través de su país de la
Febvre ha vuelto a decir; rendija arqueológica. Hubo mayor uso de parte de algunos extranjeros
itinerantes como Brasseur de Bourboug, Chamay, Waldeck, Stephens
La historia [...] puede hacerse, debe hacerse, sin documentos escritos cuando no y Lumholtz. Los mexicanos empiezan a beber con fervor en las
los hay. A base de todo aquello que el ingenio del hombre historiador puede
fuentes monumentales de su historia desde que la Revolución puso
utilizar para fabricar su m iel, a falta de flores normales. Con paisajes y tejas.
Con formas de campos y malas yerbas. Con eclipses de luna [...] con dictámenes sobre el tapete la importancia del México prehispánico, de una larga
de piedras [...] En una palabra, con todo aquello que es del hombre, sirve al época sobre la que hay pocas escrituras, pero sí piedras, cerámica,
hombre, expresa al hombre, denota la presencia del ser del hombre.^ textiles y otros testimonios monumentales. Pedro Armillas, Franz
Boas, Jorge Acosta, Hermann Beyer, Luis Aveleyra, Frans Blom,
Cuando se incorporó México a la cultura occidental se produjo una Ignacio Bemal, Víctor Von Hagen, Alfonso Caso, Alfred Kidder,
abundante historia de corte clásico; sus autores podían decir con Manuel Gamio, Isabel Kelly, José Corona Núñez, A.L. Kroeber,
orgullo “yo he visto”, o por lo menos, “yo he oído”. Sin embargo, aun Wigberto Jiménez Moreno, Sylvanus Morley, Ignacio Marquina,
en aquella centuria original ya se echó mano de otras fuentes de H.E.D. Pollock, Pablo Martínez del Río, Eduard Seler, Eduardo No
conocimiento histórico, incluso de las que hoy se llaman vestigios guera, Herbert Spinden, Román Piña Chan, Eric Thompson, Eduardo
materiales. Los evangelizadores se interesaron en edificios religiosos, Matos, Alfi-ed Tozzer, José Luis Lorenzo, George Vaillant y Jaime
esculturas, pinturas y diversos útiles de la antigüedad prehispánica Litvak han erigido un verdadero culto al tepalcate, han demostrado
con el fin mayor de destruirlos y el menor de estudiarlo. Fray Diego de que a través de éste se logra entrever la vida mexicana antes del arribo
Landa (1524-1572), el célebre obispo de Yucatán, fue famoso por las de los españoles; han reconstruido, para solaz de turistas, numerosos
demoliciones e incendios que mandó hacer de obras de los antiguos restos monumentales de Mesoamérica, y han puesto a disposición de
mayas, y por la previa utilización de lo destruido “para demostrar los estudiosos de las acciones humanas del pasado precolombino
puntos históricos como lo haría cualquier arqueólogo de hoy”, según
4. Ignacio Bem al, Historia de la arqueología en M éxico, M éxico, Editorial Poirúa, 1979, pp. 41-42.
2. T heodor Schieder, La historía como ciencia, Buenos A ires, Sur, 1970, p. 25. 5. Carlos Sigüenza y Góngora, Obras. Biografía por Francisco Pérez Salazar, M éxico, Sociedad de
3. Lucien Febvre, Combates para la historia, B arcelona, Ariel, 1970, p. 428. Bibliófilos M exicanos, 1928, LXXXVIII -H 390 pp.
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El o f ic io d e h is t o r ia r
R espuestas d e u n a m é d iu m lla m a d a fuente
museos tan flamantes como el Museo Nacional de Antropología en el En México se les suele llamar archivos de la palabra. Es especialmen
corazón del bosque de Chapultepec.*^ te dinámico el del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Sus
Sin embargo, los residuos o antiguallas no suelen desvelar a los mejores piezas se fijan por escrito y aun se publican. A partir de su pu
profesionales de la historia. Éstos se sirven muy poco de cacharros de blicación, que no antes, suelen ser utilizadas por los colegas.
cocina y demás útiles para descubrir acontecimientos. En todo caso, En la práctica, la gran mayoría de los testimonios frecuentados por
usan el recurso de las ruinas arquitectónicas, las esculturas y los los historiadores modernos son escritos, a mano unas veces, a máqui
utensilios después de haber pasado por la datación, la ubicación, la na otras y la mayoría de las veces en imprenta. Pese a los últimos
crítica y la hermenéutica de los arqueólogos. Los historiadores rara adelantos en la informática, las personas dedicadas a la investigación
vez van a los sitios arqueológicos y a los museos en busca de fuentes histórica siguen siendo vecinos de la Galaxia de Gutenberg, lectores
de conocimiento. En vez de acudir al Templo Mayor, Uxmal, Mitla o ávidos de folletos, libros y periódicos. Los sitios a que acuden con
Tingambato para introducirse en el mundo tenochca, maya, zapoteca mayor frecuencia están atestados de volúmenes impresos. De allí que
o purépecha leen los libros de Bemal, Morley, Caso o Piña para se les diga
enterarse del valor testimonial de esas ruinas. Tampoco suelen ser
hábiles en el manejo de símbolos monetarios sellos, escudos y cosas
por el estilo, que sí lectores de obras de numismática, sigilografía, RATONES DE BIBLIOTECA,
heráldica, epigrafía y otras ciencias instrumentales.
Ahora se habla mucho de la importancia de la tradición oral como pues se pasan horas y felices días en las casas de los libros. Los
fuente de conocimiento histórico. Se arguye que el testimonio más tratados de metodología histórica recetan abundantísimas lecturas de
valioso para conocer la historia de los pueblos sin escritura son las todo tipo de impresos: estudios preparatorios, fuentes secundarias y
remembranzas que se trasmiten de boca a oído a través de generacio fuentes primarias. Como ya se dijo, antes de echarse al agua de cual
nes. Se dice que en casi todos los pueblos y etnias se da por lo menos quier tema, es conveniente conocer la localización, el carácter y el
un memorioso que recibe de otro anterior las hazañas mayores de su posible uso de los testimonios a través de la consuha de las biblio
gente, le agrega otros y así enriquecidas las trasmite a un nuevo grafías y los catálogos de archivos de que dispone el investigador.
miembro de la tribu. Un creciente número de historiadores usa la También se recomendó leer libros sobre temas afínes al de uno y
grabadora como agua de uso. Heriberto Moreno construyó su libro ciertas obras generales de historia. Huelga decir que para estos menes
Guaracha, tiempos viejos y tiempos nuevos sobre la base de muchos teres conviene consultar el catálogo por materias y saber hacer esa
testimonios orales. Otros prefieren que la recopilación de testimonios consulta, pues el catálogo por autores es útil únicamente cuando ya se
de boca la hagan los profesionistas de la etnografía.^ Se deja en manos sabe bastante de lo que se busca. Pasada la revisión de lo ya estudiado
expertas la hechura de grabaciones magnetofónicas y su subsecuente por autores previos se procede, en la mayoría de los casos, al encuen
guarda y clasificación en discotecas, fonotecas y almacenes similares. tro de las fuentes primarias impresas: colecciones de leyes, reportajes
de época, memorias administrativas, censos, etcétera. “La bibliografía
ideal -dice Carlos Bosch G arcía- sería la que reuniera fichas de todo
José Lam eiras, “ La antropología” , en: C iencias sociales en M éxico, M éxico, El C olegio de M é
xico, 1979, pp. 107-180. Jaime Litvak King, “La A rqueología” , en: Las hum anidades en México.
lo publicado [...] acerca del tema de interés”. Como quiera, “en raras
1950-1975, M éxico, UNAM , 1978, pp. 667-679. ocasiones se consigue este ideal”, pues rara vez se dispone de una
El clásico en la m ateria parece ser Jan Vansina, La tradición oral, traducción de M iguel María
Llongeras, Barcelona, Labor, 1968.
biblioteca tan surtida y bien catalogada que dé cuenta de todas las
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R e s p u e s t ,-\s d e u n a m é d i u m l l a m a d a f u e n t e
11. Luis González y González, “ La pasión del nido”, en: H istoria M éxicana, M éxico, julio-septiem bre 12. Manuel C atrera Stam pa, Archivalia mexicana, M éxico, Universidad A utónom a de M éxico 1952
de 1976, vol XXV, núm. 4, pp. 546-553. 276 p.
13. Roscoe R. Hill, Los archivos nacionales de la Am érica Latina, La Habana, 1948
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R espu e st a s d e u n a m é d iu m l l a m a d a f u e n t e
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15. Guía general de los fon d o s que contiene el A rchivo G eneral de la N ación, M éxico, AG N, 1981,
14. Dale M. Valentine, en: El trabajo y los trabajadores en la historia de M éxico, M éxico, El C olegio 194 p.
de M éxico, 1979, pp, 860-864.
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permanecían en la República y que no habían caído aún en poder de John Cárter Brown de Providence, la Newberry de Chicago, la Colec
ladrones o de fabricantes de cartón o de abarroteros, pero ni el trío ción Latinoamericana de Austin, la Huntington de San Marino y la
de Pompa, Jiménez y Miranda, ni la Sociedad Genealógica de Utah Tulane en Nueva Orleans) que guardan documentación reveladora
se propusieron la elaboración de guías ni el inventario de las series de acontecimientos mexicanos. También esperan un mayor número
regionales. Esto lo está haciendo el Archivo General de la Nación de estudiosos los gabinetes de manuscritos de la Biblioteca Nacional
con su propio acervo y los diocesanos, algunos de ellos, como el de de París, el Public Record Office y el Museo Británico de Londres y
Guadalajara, accesible gracias al padre López, y otros siempre escon otros del Viejo Mundo.'*
didos, como los de Zamora y Morelia, salvo la porción expropiada a Pese a tantas huellas archivisticas que se han perdido hay todavía
éste y conocida con el nombre de Archivo de la Casa de Morelos. muchísimos papeles viejos para documentar miles de historias y atizar
Por otra parte los historiadores de asunto mexicano han requerido en los historiadores el fetichismo de los documentos. Los pesimistas
casi siempre de papeles que se guardan en otros países. Algunos hablan de la enorme cantidad de testimonios históricos mexicanos
estaban en los repositorios nacionales, pero fueron adquiridos por desaparecidos. Los optimistas no se cansan de exhibir los millones de
robo o por compra. Muchos fueron a parar a depósitos extraños a poco pruebas existentes para ilustrar la vida de nuestros difuntos. Como
de haber sido escritos, y un buen número, aunque de asunto mexicano, México posee ricos yacimientos documentales, tiene andado la mitad
se escribió fuera de México. Son muy numerosos los archivos foraste del camino para conseguir una abundante cosecha historiográfica,
ros de interés para nuestra historia.'® Los viajes que algunos estudio máxime si sigue a la localización de sus archivos, una lista de todos y
sos de la vida mexicana han hecho a Europa y los Estados Unidos no el inventario de cada uno. Sin embargo, no basta la riqueza de com
sólo se deben al gusto por asistir a reuniones sabias o por hacer bustible documental para obtener una copiosa y rápida producción de
turismo; también para reunir información en el frondoso Archivo libros históricos. Tanto o más importante que la materia prima de los
General de Indias en la cjudad de Sevilla, el Archivo General de documentos, son los motores que puedan ponerla en acción. Por lo
Simancas y los del Palacio Nacional, el Museo de la Marina, el de la pronto se requiere poner en obra
Real Academia de la Historia y el de la Biblioteca Nacional en Ma
d r id .L o s archivos españoles son particularmente útiles para quienes
hacen historias de tema novohispano, como lo comprueba don Silvio LA LECTURA Y LOS APUNTES
Zavala en muchas de sus obras. Hay varias fuentes archivisticas nor
teamericanas (los Archivos Nacionales de Washington, los fondos tomados de ella. No quiero ocuparme aquí de los modos de leer de
documentales de la Biblioteca del Congreso, la Biblioteca Púbhca manera que la lectura sea provechosa. Para el caso léanse las 20
de Nueva York, la Bancroñ de Berkeley, la Sutro de San Francisco, páginas que dedica a la lectura Rosa Krauze. Yo paso a referirme a
los modos de espigar en los textos. El primero se llama memorización
y sólo es recomendable para personas como Menéndez y Pelayo y
16. Lino Góm ez Cañedo, Los archivos de ¡a historia de América. P eriodo colonia! Espaiiol, M éxico.
IPGH, 1961, 2 vols. Joaquín Fernández de Córdoba, Tesoros bibliográficos de M éxico en los personajes como el memorioso Funes, del cuento de Jorge Luis Borges.
Estados Unidos, M éxico C ultura, 1959. Em esto de la Toire Villar, Testimonios históricos m exica No me ha tocado conocer a nadie capaz de recoger en su memoria la
nos en los repositorios europeos. G uias para su estudio, M éxico, B iblioteca del Claustro, 1980.
M aría del Carm en V elazquez, D ocum entos para la historia de M éxico en colecciones austríacas,
M éxico, Biblioteca del Claustro, 1981.
17. José M aría de la Peña y Cám ara, Archivo Genera! de Indias de Sevilla. Guía del visitante, M adrid,
18. Richard G reenleaf y M ichael M eyer, Reserch in M exican H istoiy..., Lincoln, University o f N e
Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1958, 178 pp., láminas. braska Press, 1973.
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información necesaria para escribir un ensayo histórico. Tampoco una larga letanía: economiza tiempo, evita errores de transcripción,
sirve el procedimiento de apuntar en una libreta lo que conviene permite relecturas, ayuda a las operaciones de análisis y a no sé
mantener de la lectura de las fuentes. Tengo a la vista La méthode en cuántas cosas más. Gracias a la fotocopiadora puede uno llevarse a su
histoire de Guy ThuUier, pubhcada en 1986, que dice “Es necesario domicilio los impresos y los manuscritos que necesite releer in exten
abolir el cuaderno (incluso el cuaderno de hojas cambiables) pues no so o publicar más tarde en los apéndices de su obra. Por supuesto,
responde absolutamente a las necesidades del trabajo del historia indicará en las esquinas superiores de la fotocopia el tema fotocopiado
dor”.” Aunque practico la hechura de fichas-sábanas de poco menos y la fuente de donde proviene. Cada quien verá cómo mete las fotoco
de un metro de longitud y poco más de medio metro de anchura, no me pias en fólderes después de haberlas leído, meditado y anotado.^'
atrevo a proponerlas a los jóvenes e ir contra costumbres eficaces y Las técnicas de la informática son el último grito en cuanto al
bien arraigadas. ahorro de tiempo. Gracias a la computadora se puede acumular una
Los maestros de “Técnicas de Investigación Documental” reco información amplísima. Debido a la memoria electrónica se tiene a
miendan insistentemente el uso de fichas de pequeño formato, de 11 la mano, disponible, el total de la información acumulada acerca de
por 14 centímetros, o en todo caso, de 13 por 21 centímetros, siempre cualquier tema. Se dice que las noticias reunidas antes a través de mu
fáciles de transportar y de poner en un fichero. Los catedráticos dis chos meses ahora se reúnen en segundos. Julián Marías escribe: “es
tinguen tres tipos de fichas: bibliográficas, de lectura y de ocurrencias. notorio que la electrónica está permitiendo abreviar, en algunos casos
Las del primer tipo se cubren con el nombre del autor, el título de la extraordinariamente, el tiempo que reclaman las operaciones necesa
obra, el número de la edición, el lugar y el nombre de la casa editora, el rias, y permite realizar muchos trabajos en una pequeña fracción del
año de salida de la imprenta, el número de tomos y de páginas de cada tiempo que hasta hace poco requerían”, que no sin algunos riesgos y
impreso consultado. En las del último tipo, se recomienda escribir las limitaciones. Marías observa:
ideas sugeridas por las lecturas u otras experiencias vitales. En el tipo
más común, pone usted en la esquina de arriba y de la izquierda la La existencia de bancos de datos, el almacenamiento de copiosa información
palabra indicadora del tema y en la esquina superior de la izquierda disponible y que se puede actualizar en el momento deseado, es una tentación
la indicación abreviada de la fuente. En el resto de la breve papeleta demasiado fuerte a contentarse con eso, a creer que ya se tiene el conocimiento
cuando se han conseguido los materiales o recursos para empezar a pensar.
se copian palabras textuales o fragmentos de ideas o datos brutos.^“ Si
las fichas están bien hechas es muy fácil su distribución en el fichero,
La electrónica encubre y promueve la proeza de los sabios
que nunca debe faltar.
Si se requiere la copia larga de un texto se acude al fotocopiado. cuantificadores que dicen haber cumplido con sólo la publicación de
tablas y cuadros estadísticos. Por lo demás, según Marías,
Cuando hace falta mantener una idea unida a su contexto se usan fo-
tocopiadoras que ya suelen tener a la mano hasta las bibliotecas y
las enormes posibilidades de almacenamiento, actualización y disponibilidad
archivos del tercer mundo. Con las virtudes de la fotocopia cabe hacer de los computadores, la extremada facilidad de su utilización y la mecanización
del conocim iento que todo ello permite, favorecen la tendencia a limitar las
cuestiones a aquellas que pueden ser tratadas mediante computadoras.^^
19. Guy T huillier y Jean Tulard, La m éthode en histoire, París, Presses Universitaires de France, 1986,
p. 63.
20. Um berto Eco, Cómo se hace una tesis. T écnicas y procedim ientos de investigación estudio y
escritura, Barcelona, Gedisa, 1986, pp. 146-156. C. Bosch García, op. cit.. p. 20. Rosa Krauze de 21. U. E c o , op. c;7-, p. 157.
K olteniuk, Introducción a la Investigación filo só fica , 2a ed., M éxico, UNAM , 1986, pp. 141-147. 22. Julián M arías, C a r a y cruz de la electrónica, M adríd, Espasa-C alpe, 1985, pp. 53, 5 6 -6 0 , 71-72,
9 7 -102.
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Algunos de los historiadores de brillo y tmeno, asistentes asiduos con exactitud a donde va puede llegar a ser un distinguido bibliógrafo,
a las reuniones sabias, socios de todos los comités celebratorios, hacedor de largas listas de libros y documentos o un notable coleccio
directores perpetuos de institutos, sacan las castañas con la mano del nista de pruebas históricas o un antólogo de autores importantes
gato, se hacen pagar equipos de asistentes, ayudas de investigación o acerca de un tema. La historia de la historiografía mexicana ofrece
negros. Como en los demás países del mundo, en México son cada vez multitud de ejemplos de historiadores incapaces de salir o que se
más los jóvenes universitarios, codiciosos y dóciles, dispuestos a co demoran en la etapa de recolección de documentos. Con todo, algunos
sechar noticias en bibliotecas y archivos para gente con fama, pecunia de esos maniacos han llegado a ser glorias nacionales, epónimos de
y poder. El trabajo en equipo para la recopilación de material ofrece avenidas como don Francisco del Paso y Troncoso, quien no se limitó
algunas ventajas indudables. Varios lectores de documentos leen más a la junta privada de documentos. A él se deben
que uno por la simple razón de que muchos ojos ven más que un par.
Con ejércitos de fichadores se logran impresionantes ficheros que
CORPUS O COLECCIONES DOCUMENTALES
nunca puede reunir la más asidua rata de biblioteca. Empero, como es
muy difícil que el responsable de una investigación logre hacer com
partir a otros su proyecto a cabalidad, sus negros no siempre leen y metódicamente clasificadas y entregadas a las prensas para bien de los
copian lo pertinente para los fines del patrono. Por otra parte, estudios históricos de tema mexicano. La escuela positivista, tan m i
no suele ser virtud de los humildes acarreadores de datos la honesti mada por el poder durante el porfiriato, auspició la hechura de corpus
dad. La cacería de documentos es más rápida y más cómoda si se de documentos inspirados en dos compilaciones españolas de interés
dispone de ayudantes de investigación, pero seguramente es menos para América; 1) Colección de documentos inéditos relativos al des
justa y poco adecuada para seguir transitando bien por los caminos de cubrimiento, conquista y organización de las posesiones españolas
la historia. Los equipos para reunir información acerca de tales o de América y Oceanía, Madrid, 1864-1888,42 vols., y 2) Colección de
cuales acontecimientos ni son justos ni confiables. documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organi
El recoger datos en bibliotecas y archivos es tan placentero para zación de las antiguas posesiones españolas de Ultramar, Madrid,
muchos que lo convierten de medio en fin. La compilación de testi 1885-1932, 25 vols.^^ También de los archivos españoles, Francisco
monios ha llegado a ser una manía irreprimible. Las universidades del Paso y Troncoso sacó sus dos célebres regestos documentales: Los
aceptan tesis de licenciatura que son meras compilaciones. A los Papeles y el Epistolario de la Nueva España.-^
historiadores que se cortan la coleta en la etapa heurística del camino En tiempos del Porfiriato se formó un número grande de coleccio
suelen recibir los apodos de émulos de la polilla, historiadores-hormi nes privadas que dieron la materia prima de muchos libros de erudi
ga, historiadores-oruga, y en el mejor de los casos, eruditos. Se trata ción. De estantes privados saheron obras de tan alta valía como la
de gente que hace guías bibliográficas y archivisticas, compilaciones Colección de documentos para la historia de México de don Joaquín
documentales e historias de tijera y engrudo. Es una especie de ratones
de biblioteca y archivo que son atrapados por la obsesión compiladora
debido a muy distintas causas. Una de ellas puede ser el haberse 23. Benito Sánchez A lonso, Fuentes de ¡a historia española e hispanoam ericana. Ensayo de biblio
grafia sistem ática de impresos y m anuscritos que ilustran ia historia p o lítica d e España y sus
sumergido en la busca de papeles sin presupuestos teóricos, sin saber antiguas provincias de ultram ar, M adrid, Consejo superior de Investigaciones C ientilicas, 1952, 3
con exactitud la meta, sin la imagen interina del acontecimiento vols.
24. Francisco del Paso y Troncoso, P apeles d e Nueva España. . M adrid, 1905-1906, 7 vols., y
buscado y sin poner límites precisos a la investigación. El que no sabe Epistolario de Nueva España. ¡505-1818, M éxico, Antigua Librería Robredo, 1939-1942, 16 vols.
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El o f ic io d e h is t o r ia r
R e s p u e s t a s d e u n a m é d iu m l l a m a d a f u e n t e
García Icazbalceta.^^ Como los archivos públicos del país eran la y Silvio Zavala, entre trabajos de la misma especie, ha dado a las
viva imagen del desajuste, los idólatras del documento se hacían sus prensas por dos veces sus Fuentes para la historia del trabajo en
propias capillas documentales, en algunas ocasiones con piezas ex Nueva España y las ordenanzas del trabajo siglos x viy x vn . En ambas
traídas de la documentación pública, y en otras, con copias sacadas de se reproducen los documentos con la máxima pureza y de modo claro
archivos extranjeros, como fue el caso de Icazbalceta. De los archivos y legible.^®
públicos mexicanos salieron, para imprimirse, colecciones de la ma Los gobiernos de la Revolución mexicana no sólo se han limitado a
yor importancia; 1) J.E. Hernández y Dávalos, Colección de docu juntar en archivos documentos probatorios de sus proezas, han impre
mentos para la historia de la guerra de independencia de México de so, con la ayuda de docenas de eruditos, enormes series documentales
1808 a 1821, México, 1877, 6 vols. 2). Genaro García, Documentos como la que lleva el nombre de biblioteca del Instituto Nacional de
históricos mexicanos, Museo Nacional de Antropología, historia y Estudios Históricos de la Revolución Mexicana o las menos extensas
Etnología, 1901-1911,1 vols. 3) Genaro García, Documentos inéditos de Isidro Fabela {Documentos históricos [...]) y Manuel González
o muy raros para la historia de México, publicados en la ciudad de Ramírez {Fuentes para la historia de la Revolución mexicana)?^
México con la ayuda de Carlos Pereyra entre 1905 y 1911.^® En suma, También se han hecho y publicado compilaciones de documentos
como las fuentes son inagotables es muy plausible el facilitar su relativos a las figuras mayores de la historia de México. Sirva de
consulta permanente mediante la impresión, y no sólo de las fuentes botón de muestra la de Carlos Herrejón sobre Morelos.^’
políticas o de las producidas por los grandes pensadores.^^ Algunas personas han obtenido su título de historiador con tesis de
La publicación crítica de fuentes para la historia económica y tema archivonómico, con útiles guías de archivos. Muchos historiado
social fue una tarea que estuvo en boga en el segundo tercio del siglo res (Manuel Carrera Stampa, Israel Cavazos Garza, Luis Chávez
actual. Publicaron colecciones multivoluminosas historiadores que Orozco, Francisco Fernández del Castillo, Francisco Gamoneda, Lino
superaban ampliamente el nivel de la pura erudición, como Luis Chá Gómez Cañedo, Gloria Grajales, Eulalia Guzmán, Agustín Millares
vez Orozco, responsable de 11 volúmenes de documentos sobre las Cario, Rafael Montej ano, Antonio Pompa y Pompa, Cayetano Reyes,
albóndigas y pósitos de Nueva España y siete para la Historia del Ignacio Rubio Mañé, Berta Ulloa, María del Carmen Velázquez y
comercio exterior de México;^* Agustín Millares Cario, aparte de la Silvio Zavala) no se han considerado menoscabados por haber hecho
edición de los inéditos del señor Del Paso y Troncoso, hizo el índice y llaves o guías de archivos interesantes para la historia mexicana.^^
extractos de los protocolos del archivo de notarías de México, D.F.,
29. Silvio Zavala y M aría C astelo, Fuentes pa ra la historia del trabajo en Nueva E spaña, M éxico,
25. Joaquín García Icazbalceta, Colección de docum entos para la historia de M éxico, M éxico, Fondo de Cultura E conóm ica, 1939-1946, 8 vols. Lo reedita en 1980 el Centro de Estudios
Librería de J.M . Andrade, 1858,1866, 2 vols. y Nueva colección de docum entos para la historia de Históricos del M ovim iento Obrero M exicano O rdenanzas de Trabajo. Siglos XVI y XVII sel. y
M éxico, Imp. de F. Díaz de León, 1886-1892, 5 vols. notas de Silvio Zavala, M éxico, Eledé, 1947.
26. De las tres colecciones citadas hay reediciones hechas en 1985 por la Com isión N acional para 30. Isidro Fabela, D ocum entos históricos de la Revolución M exicana. R evolución y régim en cons-
las celebraciones del 175 aniversario de la Independencia y del 75 aniversario de la Revolución titucionalista. M éxico, Fondo de Cultura E conóm ica, 1960-1964, 5 vols. M anuel G onzález
mexicana. Ramírez, F uentes p a ra la historia de la Revolución M exicana, M éxico, Fondo de Cultura Econó
27. O tra colección de docum entos de la m ayor im portancia es la de Manuel Orozco y Berra, Docuitien- m ica, 1954-1959, 5 vols. Jesús Silva Herzog, La cuestión de la tierra, M éxico, Instituto M exicano
tos para la historia de M éxico, en cuatro series, la prim era se publicó en 5 vols. en 1853-1854; la de Investigaciones Económ icas, 1960-1962, 4 vols.
segunda en 5 vols. en 1854-1855; la tercera en un vol. en 1856 y la cuarta, en 4 vols., 1856-1857. 31. Carlos Herrejón, B iblioteca José M aria M orelos, Zam ora, El Colegio de M ichoacán. 1984-1987, 3
28. Luis Chávez Orozco, D ocum entos sobre las albóndigas y pósitos de Nueva E spaña, M éxico, vols. publicados.
A lm acenes N acionales de D epósito, 1955-1959, II vols. y Colección de docum entos para la his 32. M anuel Carrera Stam pa, Guia del Archivo del antiguo A yuntam iento de la Ciudad de M éxico, La
toria del com ercio exterior de M éxico, M éxico, Banco de Com ercio Exterior, 1858-1962, 7 vols. Habana, 1949. Israel Cavazos Garza, Catálogo y síntesis de los protocolos d el A rchivo m unicipal
222 223
El o f ic io d e h is t o r ia r
de M onterrey, M onterrey, UANL, 1966-1973, 2 vols. Luis Chávez O rozco, índice del ram o de
indios del A rchivo General de la N ación, M éxico, Instituto Indigenista Interam ericano, 1951-
1953, 2 vols. Lino Góm ez C añedo, op. cit., Gloria G rajales, Guia de docum entos para la historia
de M éxico en archivos ingleses, M éxico, UNAM , 1969. Eulalia G uzm án, M anuscritos sobre
M éxico en archivos de Italia, M éxico, SM CE, 1964. Agustín M illares Cario, Repertorio bibliográ
fic o de los A rchivos m exicanos y de ¡as colecciones diplom áticas fundam entales para la historia
de M éxico, M éxico, 1948 y otros del mismo autor y de otros autores que se callan en gracia a la
brevedad.
224