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Sesión 3-4
Estaría muy bien que comenzaras explicándole a tu paciente que hoy en día sabemos
con fuerte apoyo científico que, para que una persona se deprima, es necesario que se
produzcan cambios percibidos como desagradables en la vida de la persona. Como te
hablé en páginas anteriores, con esto me refiero a sufrir una importante pérdida de
reforzadores, que significa que el deprimido pierde una persona o alguna cosa que
consideraba valiosa. Todas las personas que sufren una pérdida de este tipo pasan por
un período normal de tristeza, pero si esa tristeza no es afrontada de la mejor forma
posible, es cuando se producen ciertos cambios en la forma de pensar, de sentir y de
actuar. Cuando una persona se deprime empieza a pensar que lo que le pasa es culpa
suya, que no vale para nada, que físicamente es horrible, que no es capaz de hacer las
cosas que hacía antes, y por ello realmente deja de hacer muchas de las cosas que
hacía antes y que le gustaba hacer.
Sabemos que ante una misma situación puede que haya una persona que se deprima y
que otra no se deprima. Esto sucede porque existe una serie de vulnerabilidades
psicológicas que pueden hacer más fácil la aparición de una Depresión Mayor. Esas
vulnerabilidades serían las siguientes:
Han pasado muchos meses y tu paciente sigue estando igual de mal, por eso ha pedido
ayuda profesional. Lo que suele pasar es que, al contrario de tener una mejoría
repentina, la depresión va empeorando poco a poco a lo largo del tiempo. El proceso
que se suele seguir es siempre muy parecido. Al sufrir una pérdida se produce,
obviamente, una pérdida de reforzadores. Puede ser, como hemos dicho
anteriormente, la muerte de un ser querido, una mudanza, perder un trabajo, etc.
Esta pérdida produce un impacto psicológico tan fuerte que lo podemos llamar dolor
emocional. Este dolor se traduce en la aparición de pensamientos negativos del tipo;
“¿por qué me ha tenido que pasar a mí?”, “no podré vivir sin él”, “esto ha pasado por
mi culpa”, y cosas parecidas. Además de estos pensamientos, aparecen también
sensaciones emocionales y físicas muy desagradables, como tener ganas de estar
siempre en la cama, no poder dormir, dejar de comer, o tener ganas de llorar a todas
horas. A consecuencia de sentirse tan mal aparece lo que llamamos la inercia, el
dejarse llevar por el dolor, o sea, el dejar de hacer cosas agradables que antes la
persona disfrutaba. Con la inercia, el paciente se deja llevar por sus pensamientos y sus
sensaciones negativas, y sólo hacemos lo que esos pensamientos y esas sensaciones
nos dejan hacer, o sea, casi nada. Esta inercia hace inactivo al paciente, lo limita, lo
hace pasivo.
Esta inercia es comprensible, si nos sentimos muy mal lo último que queremos hacer
es intentar divertirnos. Resulta más cómodo dejarnos llevar por el dolor y quedarnos
en casa, ya que salir con los amigos o ir al cine supone un esfuerzo tremendo y,
además, no se disfruta como antes, entonces ¿para qué? Lo primero que abandonan
las personas deprimidas son las actividades placenteras, las que hacían en su tiempo
libre, y finalmente acaban por dejar de llevar a cabo sus obligaciones, como ir al
trabajo o llevar adelante el hogar.
El hecho de dejarnos llevar por la inercia hace que nos privemos de actividades
placenteras que antes nos gustaban, con lo cual estamos viviendo aún más pérdidas. Si
antes a tu paciente le gustaba ir a nadar, como ahora se deja llevar por sus
pensamientos negativos, no va a nadar, con lo cual es una pérdida más. Otra pérdida
de reforzadores en su vida. Esto provocará que tenga aún más pensamientos y
sensaciones negativas y desagradables. Como ves, tu paciente se encuentra en una
espiral de la que no sabe salir. Está dentro del círculo de la depresión, que sería algo
así como:
(Sevillà y Pastor)
Si este círculo no lo cortamos en alguno de sus puntos (lo que sí que sucede cuando
pasamos épocas de tristeza pero las superamos sin llegar a deprimirnos), el siguiente
paso será no poder afrontar las actividades obligatorias, como trabajar, las tareas del
hogar o, en casos extremos, la higiene y el aseo personal. La persona se siente tan mal
que no puede hacer esas actividades, con lo cual, significa más pérdida, y significa
fortalecer el círculo de la depresión, con lo que experimentará más pensamientos de
desvalorización y de inutilidad.
Ejercicio número 3
Explica con tus propias palabras por qué se mantiene la depresión a lo largo del
tiempo y por qué no mejora por sí misma.
La Depresión le está jugando una mala pasada a tu paciente. El malestar que siente le
hace decidir no hacer actividades agradables. Por ejemplo, si un amigo le llama para
salir, su malestar le dirá: “¿Y ahora me tengo que duchar y salir?, no tengo nada de
ganas…”, con lo que le dirá a su amigo que no se encuentra muy bien y que ya
quedarán otro día. El realizar esa actividad (salir con su amigo) a tu paciente le supone
un enorme esfuerzo que le va a provocar más dolor a corto plazo, ya que si sale con su
amigo no va a experimentar el placer que experimentaba saliendo con él antes de
estar deprimido. Ahí se encuentra la mentira de la Depresión. Cuando tu paciente
rechaza hacer actividades siente mucho alivio porque evita el esfuerzo de salir, pero en
realidad lo que está haciendo es mantener su depresión, ya que le impide realizar las
actividades que a largo plazo conseguirán que se sienta mejor.