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194 I HlSr0RlA DEL t',lUND0 Y SAtvA(lÓN

de Dios sobre la tierra. En tanto tentativa derealización de ese reino,


las formas progresistas de pensamiento de Lessing, Fichte, Schelling
x
Agustín
y Flegel pudieron convertirse más tarde en el positivismo y en el
materialismo de Comte y de Marx.'e El tercer Testamento de |oaquín
reapareció bajo la forma de una "Tercera Internacional" y de un
"Tercer Reich", anunciado por un duxoFuhrer, celebrado por millo-
nes como el redentor y saludado con "Heil". La fuente de estas ten-
tativas de consumar la historia por medio de la historia debe buscarse
en la esperanza de los franciscanos espirituales en que un combate
final llevaría a la historia de la salvación a su consumación en la
historia del mundo.
LA REFUTAcIó¡¡ on LA ANTrcuA coNcepcróN DEL MUNDo

La interpretación cristiana de la historia dirige su mira a al futuro


en tanto horizonte temporal de un fin determinado y una consu-
mación última. Todos los ensayos modernos de exponer la historia
como una progresión plena de sentido, si bien jamás concluida, en
dirección a un cumplimiento intramundano se fundan en este
esquema teológico de la historia de la salvación. Es por ello que
,ll una puesta a prueba radical de la conciencia cristiana de la historia
llii no puede tener lugar en una discusión con el concepto secularizado,
pero no menos futurista, de la historia del mundo poscristiano. Es
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necesario seÍ capaz de refutar una idea precristiana del acontecer
temporal. Tal idea aún estaba viva en tiempos de Agustín: el tiempo
cósmico de la concepción clásica era representado como un movi-
miento circular, periódico, sin fin. En su De Civitate Dei contra paga-
nos, Agustín emprendió la tarea de refutar la teorla clásica del
movimiento del tiempo y del mundo mediante una teologla de la
historia humana gobernada por Dios. Este lugar de refutación com-
pletamente diferente implicaba que la teoría clásica no podla ser
enfrentada en su propio terreno. Agustín no la refuta en un plano
teórico y cosmológico, sino práctico, teológico y moral. El capltulo
rv del libro undécimo del De Civitate comienza con la afirmación:

Entre todos los objetos visibles, el mayor de todos es el mundo;


cle todos los invisibles, el mayor es Dios. Pero que haya mundo
19 Véase Apéndice r, pp. 253 y ss.
lo vemos experimentalmente; y que haya Dios lo creemos firme-
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de Dios sobre la tierra. En tanto tentativa de realizaciónde ese reino, ffi


las formas progresistas de pensamiento de Lessing, Fichte, Schelling Agustín
y Flegel pudieron convertirse más tarde en el positivismo y en el
materialismo de Comte y de Marx.'e El tercer Testamento de |oaquín
reapareció bajo la forma de una "Tercera Internacional" y de un
"Tercer Reich", anunciado por un duxoFihrer, celebrado por millo-
nes como el redentor y saludado con "Heil". La fuente de estas ten-
tativas de consumar la historia por medio de la historia debe buscarse
j en la esperanza delos franciscanos espirituales en que un combate
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como una progresión plena de sentido, si bien jamás concluida, en
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l3l dirección a un cumplimiento intramundano se fundan en este
esquema teológico de la historia de la salvación. Es por ello que
una puesta a prueba radical de la conciencia cristiana de la historia
no puede tener lugar en una discusión con el concepto secularizado,
pero no menos futurista, de la historia del mundo poscristiano. Es
necesario ser capaz de refutar una idea precristiana del acontecer
temporal. Tal idea aún estaba viva en tiempos de Agustín: el tiempo
cósmico de la concepción clásica era representado como un movi-
miento circular, periódico, sin fin. En stt De Civitate Dei contra paga-
nos, Agustín emprendió la tarea de refutar la teoría clásica del
movimiento del tiempo y del mundo mediante una teologla de la
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t historia humana gobernada por Dios. Este lugar de refutación com-
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pletamente diferente implicaba que la teorla clásica no podía ser
enfrentada en su propio terreno. Agustín no la refuta en un plano
I teórico y cosmológico, sino práctico, teológico y moral. El capítulo
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rv del libro undécimo del De Civitate comienza con la afirmación:
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:
Entre todos los objetos visibles, el mayor de todos es el mundo;
:
de todos los invisibles, el mayor es Dios. Pero que haya mundo
19 Véase Apéndice I, pp. 253 y ss. lo vemos experimentalmente; y que haya Dios lo creemos firme-
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mente. Que Dios haya hecho este mundo, a ninguno debemos segundo argumento cosmológico como el decisivo por lo tanto,
¡
creer con más seguridad en este punto que al mismo Dios; pero de derivar la existencia de un Dios ordenador e inmutable de la
¿dónde se lo hemos oído? Nosotros 1o hemos oído y sabemos estructura finalística y la variabilidad del mundo, Agustín pone de
por el irrefragable testimonio de la Sagrada Escritura, donde dice relieve que toda magnitud, orden ybellezadel universo no signifi-
su profeta: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra".' can "nada" y ni siquiera puede decirse que ellos en absoluto .,sean,'
comparados con la grandeza,la sabiduría ylabellezainvisibles del
Este pasaje -una formulación verdaderamente clásica del punto de eterno Dios, que creó Cielo y Tierra de la nada.¡ Un mundo creado
vista cristiano- pone inmediatamente de manifiesto por qué ella de la nada está privado, desde el principio, de su propio y auténtico
es incompatible con la tesis de los antiguos, pero también por qué ser. Esta desvalorización delmundo natural vale no sólo para el
la cosmología griega no puede ser refutada teóricamente desde un Génesis, sino también para los Salmos y paralas alabanzas a Dios
punto de vista cristiano. Pues del "creer" al "ver" no hay ninguna por San Francisco.a El mundo bíblico está lleno de belleza y mara-
transición. luzgada conlos ojos del cuerpo, la fe es, en verdad, "ciega". villas y es como hermano y hermana, pero sólo porque revela al crea-
La theoriagriega fue realmente una visión del mundo o contempla- dor común del hombre y del mundo, pero no porque se manifiesta
ción de lo visible ¡ por lo tanto, es mostrada, mientras que la fe cris- a sí mismo como bello, ordenado y divino.5 En perspectiva cristiana,
tiana o pistis es una cierta confianza incondicional en lo que es el mundo gana por su procedencia supramundana lo que el uni-
invisible por eso, indemostrable. Lo creído no se deja conocer teó-
¡ verso de los antiguos pierde en autonomía divina.
ricamente; se debe confesar y la confesión pertenece a la praxis. Al mismo tiempo que el mundo fue creado el tiempo, pues es
Ninguna teología natural abre un acceso al Dios cristiano. Dado que imposible representarse un tiempo "antes" de la creación de lo que
en su ser y en su poder Dios es infinitamente superior a sus creatu- se mueve y cambia;6 por el contrario, Dios es inmutable y sin tiempo.
ras, no puede ser concebido desde la perspectiva del mundo. El Dios no creó el universo en el tiempo, sino simultáneamente con
mundo comprendido bíblicamente -en tanto creatura- puede ser é1, como un mundo temporal:

como puede no ser; él no existe en esencia, es decir, por naturaleza.


El único auténtico testigo del mundo visible es el invisible Dios, Porque lo que se hace en el tiempo se hace después de algún tiempo
quien manifiesta su creación al hombre en la Escritura. y antes de algún tiempo; después de aquel que ha pasado y antes
Sólo en segundo término -y como respuesta a objeciones paga-
nas, que suponen un mundo eterno sin comienzo ni fin- Agustín
3 Confesiones, xr, 5.
argumenta que el mundo en tanto que tal ya demuestra su carácter 4 cf. el artlculo de Matthes Arnold sobre "pagan and christian religious sentiment",
creado, aun cuando las voces de los profetas callen. Que el mundo Essays literary and critical,Everyman's Librar¡ pp. r2Z y ss.

ha sido creado es testimoniado por su propia variabilidad, su curso S Cf.Cicerón,Sobrelanaturalezadelosdioses,\2,5,7,8,tt-t5,rz,dondeladivinidad


del mundo se deduce directamente de sus propias naturaleza y estructura cósmicas.
bien ordenado y la belleza de todo lo visible.' Lejos de usar este 6 La comprensión agustiniana del tiempo desde su relación con el movimiento y el
cambio (Ia ciudad de Dios,libro undécimo, cap. vr) es un descubrimiento griego
(Aristóteles, Flsica w, ro-r4). La revolución cristiana en la concepción del tiempo
t Agnstin, La ciudad de Dios,libro undécimo, cap. Iv, México, Porrúa, t979, col. ocurre cuando Agustín plantea la pregunta de "dónde" reside originariamente el
"Sepan cuantos...", N' sg, p. z+¡. [Tiaducción mddificada: N. del E.] tiempo. su respuesta es Ia siguiente: en la invisible extensión del espíritu humano
z lbid.; Confuiones,rx, 4. El argumento es algo distinto, según que el acento sea -en su atención, que se representa el presente; en su memoria, que presencializa
colocado en el curso bien ordenado de los cambios o en la mutabilidad en tanto el pasado, y en su expectativa, que anticipa el futuro-; pero no afuera en el
tal. En el segundo caso, anuncian que Cielo y Tierra fueron creados, Pues están nrrivcrso, csto es, en los movimicntos de los cucrpos celestes, que son el model<r
sometidos al cambio y lo mudable no puede ser eterno. El supuesto es [a antigtra visilrle de la conccpción clásica del tiernpo y del movimiento (véase confesiones,
tesis de que lo perfecto y divino no es susceptible de cambio alguno. xt, z4 y ¿lt y ss.).
lcustfH I r99
198 I HTST0RIA Dil- l',lUND0 Y SALVA(lÓN

porque él sabe con los ojos de la fe que el hombre no es un mero


de aquel que ha de venir; pero no podía haber antes del mundo
producto de la procreación, sino una creación única, absoluta' El
algún tiempo pasado, porque no había ninguna criatura con cuyos '
primer hecho de la existencia humana no es la procreación, ni la
mudables movimientos fuera sucediendo. Hízose el mundo con
identidad a través de las generaciones, sino el hecho de que cada
el tiempo pues en su creación se hizo el movimiento mudable,
individuo humano y cada generación son débiles e ignorantes,
como parece se representa en aquel orden en los primeros seis o
expuestos a la decaden ciay ala muerte, pero capaces de una reno-
siete días.z
vación gracias a un renacimiento espiritual. En el corto intervalo de
una existencia humana trata de llegar a ser bienaventurado o con-
se
Por Io tanto, se equivocan los filósofos paganos cuando sostienen
denado por toda la eternidad. La renovación de la que hablan los
que el mundo, con su movimiento de perpetuo retorno, es eterno'
filósofos paganos es con relación a la naturaleza y a sus ciclos repe-
sin principio ni fin. Pero esta idea no se debe a una falta de enten-
titivos. Afirman que estos ciclos se repiten indefinidamente, como
dimiento, sino más bien a la "locura de su incredulidad". Le atribu-
por ejemplo la salida y la puesta del sol, la secuencia de verano e
yen al mundo lo que sólo puede ser dicho aceÍca de Dios, que es
invierno, la generación y la corrupción. Esta teoría del eterno retorno
infinitamente diferente del mundo. Pero en vez de refutar el error
de lo mismo, en la que se reveló para el espíritu griego -de un modo
de los paganos con razones teóricas, Agustín se remite a la autori-
natural- un orden inmutable que regula las mutaciones tempora-
dad de la Sagrada Escritura, cuya verdad vale para é1 como demos-
les, les dio a aquellos hombres la certeza de que el cosmos es con-
trada por el hecho de que sus profecías se han cumplido. Según la
fiable.'o Para Agustín, el cambio en el eterno retorno de lo mismo
tradición bíblica, el mundo no sólo tiene un comienzo, sino que este
no significa más que una "variación" sin sentido, que tanto menos
comienzo está exactamente fechado: ¡apenas si han pasado seis mil
puede ser aceptada cuanto que el alma inmortal y el destino del
años desde la Creación!8 Pero aun cuando calculásemos la duración
,tl

lii hombre están sometidos a su legalidad.


del mundo en seiscientos mil años, esto no significaría nada, pues
Por lo tanto, el argumento decisivo en contra del concepto clá-
cualquier posible duración del tiempo finito es nada comparada con
sico del tiempo es de orden moral: la doctrina pagana es sin espe-
la eternidad infinita de un creador eterno, atemporal. Un tramo
ranza,pues esperanza y fe están, esencialmente, referidas al futuro,
del tiempo, que comienza en un punto y está limitado por un tér-
y no puede haber un auténtico futuro si los tiempos pasados y futu-
mino, puede ser todo lo largo que se quiera; es incomparablemente
ros son fases de igual valor dentro de un retorno cíclico, sin comienzo
breve o, mejor, no es nada' en comparación con Dios, que no tiene
ni fin. sobre la base de un perpetuo curso de determinados ciclos,
ni comienzo ni fin.e
sólo podríamos esperar una rotación ciega de miseria y felicidad,
Por lo que respecta al género humano, del que algunos filósofos
es decir, de felicidad engañosa y miseria real, pero no de bienaven-
antiguos creyeron que ha existido siempre porque la experiencia
fvranzaeterna; una repetición sin fin de lo mismo, pero nada nuevo,
enseña que ningún hombre puede, en absoluto, existir sin haber sido
definitivo, redentor. La fe cristiana promete verdadera salvación y
generado por otros hombres, replica Agustín que estos filósofos
felicidad eternas a aquellos que aman a Dios, mientras que la doc-
"dicen 1o que piensan, pero no lo que saben". Agustín "sabe" que el
trina atea de los ciclos parclizala esperanza y el amor. Si todo ocu-
hombre tiene un comienzo con independencia de otros hombres,

I La ciudad de Dios, Iibro undécimo, cap. vI, p. t+s, co)frr¡ones' xr,3.


"t. ro En la perspectiva cristiana el cosmos no es esencialmente confiable, a no ser
8 Agustín sigue la cronología de Eusebio, que parte de 5óu años de la creación hasta de manera mediata, por la confianza en la voluntad de Dios, que -por así decir-
la toma de Roma por los godos. le ordena al sol cada mañana: "¡Vuelve a girar!" (G. K. Chesterton, ortodoxia,
g La ciuilad de Dios, libro duodécimo, caps. x y xil, El siguiente análisis se funda en
cap. rv),
el libro duodécimo, caps. x-xIII yr(vtt'xx, y sobre el libro undécimo' caps. rv y vt.
¡rrr
2oo I HISTORIA DEI 14UNDO Y SALVATIÓN AGUSTfN I 2or

rriese, una y otra vez, siempre, en espacios de tierrrpo determinados, ha creado la naturaleza y al hombre. La divinidad tiene el poder de
la esperanza cristiana en una nueva vida sería vana: "hacer, no para sí, sino para el mundo, cosas nuevas que ni antes
las haya hecho ni jamás las haya tenido imprevistas".* Para un alma
¿Quién puede escuchar esta doctrina? ¿Quién darle crédito? ¿Quién cristiana renacida, la miseria y la felicidad son experiencias total-
puede sufrirla? Que si fuese verdad, no sólo con más cordura se mente nuevas; la primera tiene su origen en el pecado, la segunda
i

pasara en silencio, sino también fuera prueba de más sabi-


[...] en la aspiración de ser redimido de é1. Y si el Eclesiastés, que dice:
duría el no saberlo. Pues si en la eternidad no hemos de tener "nada nuevo ocurre bajo el sol", hubiese tenido en mente el retorno
l
memoria de estas cosas, y por eso hemos de ser bienaventura- pagano de lo mismo (suposición que Agustín rechaza), también él
dos, ¿por qué razón aquí, con la noticia que tenemos de ellas, se habría sido un hombre sin fe y no un sabio.
nos agrava más esta nueva miseria? Y si en la vida futura necesa- Agustín no refuta teóricamente la teoría clásica del retorno cíclico
riamente las hemos de sabet a lo menos no las sepamos en la pre- en su propio terreno. A pesar de que emplea todas las armas de su
L- sente, para que así sea más dichosa la esperanza, que allá el gozo espíritu para destruirla, en última instancia no apela a la inteli-
llil
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y posesión del sumo bien; puesto que aquí esperamos conseguir gencia: "De esos argumentos con los que los infieles procuran tor-
la vida eterna, y allá sabemos que hemos al fin alguna vez de per- cer del camino recto a nuestra sencilla y piadosa fe, para que
der la vida bien aventurada, aunque no eterna." andemos con ellos alrededot aun cuando la razón no los pudiera
¡[r refutar, la fe se debiera Íeir".'t Cierra su exposición polémica, sin
En última instancia, es la exclusión de la verdadera beatitud lo que más trámites, diciendo:'Así que Dios nos libre de que creamos esto:
hace a la teoría de un eterno retorno de lo mismo, cerrado en sí, 'Porque una vez murió |esucristo por nuestros pecados, y habiendo
"repugnante"y"ener-niga" de la fe cristiana, que es una fe en lo nuevo resucitado de entre los muertos, ya no muere"l* No es casual que
irrepetible, que vino al mundo y a su historia con el Salvador: la discusión de la teoría del eterno retorno de lo mismo, que se
refiere a la perpetuidad de acontecimientos cósmicos o naturales,
Porque si se liberta el alma para no volver más a las miserias, de concluya con un argumento supranatural: que la venida de Cristo
manera que nunca antes se ha librado a sí misma, ya se hace en y su resurrección son ambos sucesos únicos, de significación uni-
ella algún efecto que jamás se hizo antes, y ésta es, en efecto, cosa versal. El poder de Dios de resucitar a los muertos a la vida eterna
muy grande, pues es la eterna felicidad que nunca ha de acabarse' es la prueba más contundente de su poder e infinitamente más
Y si en la naturaleza inmortal ha de haber tan singular novedad, importante que la eternidad del mundo, como lo enseñaron filó-
sin que haya sucedido jamás ni haya de volver a suceder con nin- sofos griegos. En el milagro de la resurrección se consuma otra
gún circuito o revolución, ¿por qué porffan que no la puede haber vez el milagro de la creación, más aun: éste es superado.'a La recta
en las cosas mortales?"

r * Ibid.
[N. del E.]
El otro argumento de Agustín de que lo nuevo de ciertos aconteci- c lbid.,libro duodécimo, cap. xvrIr, p. z79.Una solución teórica de la disputa entre

mientos no es inconciliable con el "orden de la naturaleza"" es de la teoría antigua de un movimiento eterno y la doctrina de la creación fue
l emprendida por Tomás de Aquino en su esfuerzo por conciliar la flsica aristotélica
importancia secundaria. Agustín no cqncibe la naturaleza como con el Génesis. Los averroístas opinaban que ambas concepciones son
I phúsis,sino como orden providencial, querido, pues, por Dios, que inconrpatilrles (Suma Teológica, I, qu. 46; Summa contra Gentiles,1,34; De
acternitate mundi;cf, también Egidio de Roma,Errores philosophorum,ed. por f.
I Koch, trad, por I. O. Riedl, Milwaukee, Marquette University Press' 1944).
t n La ciudad de Dios, libro duodécimo, cap. xxl, p. 282. r La ciudad de /)io.s, lil¡ro duodécimo, cap. xtv,p. 276. f N. del E.l
n lbid.,p.zg. r¿ (lf . llonrirnos, 4,r7.

L
2O2 I HISTORIA DTI- l'.lUNDO Y SAI.VA(IÓN
AcusrfN I 2o3

TEOLOGÍA DE LA HISTORIA
doctrina apunta un fin futuro; por el contrario,"los malos se mue-
a
ven en círculo".'5 El círculo, según la opinión de los antiguos, es lo
La Ciudad de Dios de Agustín es el Prototipo de toda concepción
único perfecto, porque es un movimiento cerrado en sí mismo, no
de la historia que merezca sin reservas el nombre de "cristiana". No
tiene fin y hay que rechazarlo si es que la cruz es el símbolo de la
es una filosofía de la historia, sino una interpretación dogmática del
vida, cuyo sentido se consuma en un fin.
El pensamiento moderno es atraído aún hoy por ambos símbo- cristianismo en el acontecer del mundo. Agustín interpreta la ver-
los: la $vz y el círculo, y la historia espiritual de la humanidad dad de la doctrina cristiana en la historia sagrada y profana' pero
la historia del mundo misma no tiene para él ni interés ni sentido
occidental es un renovado intento por mediar entre Antigüedad y
propios.lT La ciudad de Dios no es un ideal que se realiza en la his-
cristianismo. Este intento está condenado al fracaso a no ser mediante
un acuerdo entre términos por principio inconciliables. Tanto toria,y en su existencia terrena la Iglesia es sólo una representación
Nietzsche como Kierkegaard han mostrado que es esencial la deci- dela civitas Del suprahistórica. Para Agustín, la tarea de la Iglesia
sión originaria entre cristianismo y paganismo. Pues, ¿cómo podría
no reside en exponer el desarrollo de la verdad cristiana a través
de la sucesión de épocas de la historia del mundo, sino en el anun-
conciliarse la antigua teoría de la eternidad del mundo con la fe cris-
cio y la difusión de la verdad, que se ha revelado y establecido de
tiana en la creación, el ciclo con el éschaton y el reconocimiento
pagano del fatum con el deber cristiano de la esperanza?'6 La razón una vez y para siempre. En la medida en que la Iglesia se conecta
de la incompatibilidad radica en que la visión clásica del mundo se
con la historia, para Agustín son suficientes aquellos hechos his-
dirige a lo visible, mientras que la Weltanschauung cristiana no es tóricos a los que ya se había referido Eusebio. Hay un largo camino
que separa la concepción de la Iglesia, en tanto cuerpo místico de
ningunaArschauung, es decir, una visión, sino esperanzaylafe en
lo invisible. Cristo, de la praxis eclesiástica en la que la Iglesia, en tanto insti-
tución, administra los medios de salvación, 1l más aun de la visión
moderna, según la cual ella forma parte de la historia de la cultura
y, como consecuencia, está sometida a los cambios históricos' Para
r5 Salmos, r2,9. Las ediciones inglesas modernas (King fames, American Revised, Agustín es evidente que en este saeculumtodo está sometido al cam-
Goodspeed, Moffat) traducen el "círculo" de los textos latinos, griegos y hebreos bio. Precisamente por esto, la historia profana carece para la fe de
con giros sin contenido de significación: "en todas sus partes", "aqul y alll'l "en
torno a nosotros". Después de la repetición nietzscheana de la teoría cíclica, O.
toda significación inmediata. Pase lo que pase entre el presente y el
Weininger intentó una refutación moral en un artículo sobre la "Einsinnigkeit der final, en tanto finisy telos, ello es insignificante en comparación
Zeit" lUnivocidad del tiempo], en Über die letzten Dinge [Sobre las últimas cosas], con la alternativa de la aceptación o el rechazo del mensaje cristiano.
6 ed.,YienalLeipzig,rgzo. Las fuentes principales de la teoría clásica del eterno
La fe de Agustín no necesita del desarrollo histórico, porque el curso
retorno son:Heráclito,Fragmentos,3c,3t,5t,63,67,98tEmpédocles,Fragmentos,
rr5; casi todos los mitos platónicos; Arisfóteles, Metafísica xtt,8i De caelo, \ 3,74; y de la historia, en tanto tal, no puede producir ni agotar el misterio
Problemata,xvtt,3;Etdemo, Fragme¡rtos,5r; Nemesio, De natura hominis 38,t47;
Marco Aurelio, xr; Séneca, Cartas a Lucilio, z4.Las fuentes principales de las
refutaciones cristianas son, además de Agustín, Justino, Diálogo con Trifón, ¡ 17 Véase H. Scholz, Glaube und IJnglnube in der Webgeschichte lFe e íncredulidad
introducción; Orígenes, Contra Celso w,67; v, zo,y De principiis n,3.
en la historia del mundol, Leipzrg, rgrt; E. Tioeltsch, Aaga stin, die Anüke und das
16 Romanos, 8, z4 y s. Muy lejos de ser un don meramente natural de un
Mittelalter IAgustin, la Antigüedad y el Medioevo], Munich/Berlín, r9r5; H.
temperamento sereno, la esperanza cristiana es un deber rellgioso, especialmente
Grundmann, Studien über Joachim von Floris [Estudios sobre foaquín de Fiore] '
cuando las circunstancias de la vida son desesperantes. La esperanza, como la fe y
Leipzig, ry27,p.14;W. Kamlah, Christentum und Geschichtlichkeir ICristianismo
la caridad, es una virtud mística de la gracia, mientras que todas las virtudes
e historicidadl, Stuttgart, r95r; cf. también ). B. Bur¡ The idm o/progress, Nueva
paganas son acordes alarazón (véase Chesterton,Heretics, cap. xrr). Para una
York, t932, p. zr; Th. Mommsen, "Augustin and the christian idea of progress",
concepción moderna de la doctrina cristiana de la esperanza, véase la poesfa de C,
en Journal o.f the History of ldeas, junio de r95r.
Pégu¡ "L Espérance".
2o4 I HtsToRtA Dtt r,4uND0 y sltvncról AGUsrlN I 2o5

central de la encarnación de Dios. Esta fe se abre paso a través de y de Berlín por los rusos puede haber ejercido un efecto semejante
todas las evoluciones y las crisis históricas. Abraham, Moisés y Cristo sobre los pueblos de Europa Central. Después del saqueo de Roma,
tfazan una secuencia de la historia de la salvación, pero no fundan los romanos afirmaron que los dioses se habían apartado de Roma,
una historia de la religión cristiana. NiAgustín ni Tomás deAquino'8 porque esos "ateos" que se hacen llamar cristianos habían invadido
conocen una historia del cristianismo entre la primera y la segunda la ciudad y reprimido y eliminado el culto a los dioses paganos.
venida de Cristo. En comparación con la novedad del acontecimiento Agustín replicó que mucho antes de la expansión del cristianismo
único, llamado "Cristo", no puede ya haber algo realmente nuevo. los romanos se habían visto afectados por infortunios semejantes
Lo que lleva a cabo Agustín en La ciudad de Dios no es, según esto, y que Alarico, que era cristiano, se había comportado relativamente
una incorporación de la teología en la historia, sino de la fe de la bien teniendo en cuenta las circunstancias. El culto politeísta, agrega
comunidad cristiana primitiva en la doctrina de la Iglesia oficial. Agustín, no asegura un bienestar terrenal; además, las conquistas de
Agustín defendió a esta última frente a las expectativas milenaris- los romanos no se deben sólo a la inteligencia práctica que los carac-
f* tas de cristianos, judíos y paganos, que pensaban más "histórica- teriza,sino también a una inescrupulosa política, que no se detuvo
*'l mente" que la doctrina de la Iglesia.le Por otra parte, por su rechazo ante la eliminación de pueblos pacíficos.
a'1
tl
de tales expectativas dentro del tiempo histórico,Agustín pudo dise- El juicio de Agustín sobre el Imperio Romano expresa una acti-
Lt

lt
d' ñar -por primera yez- vna suerte de historia universal como pro- tud desprejuiciada y moderada. Enjuició los acontecimientos de su
i,
) cursus conuna finalidad, desde un comienzo hasta el fin, sin necesidad tiempo con tanta empatía como distancia. Rechazó la concepción
I
de introducir un "milenio" intermediario. En la construcción agus- tradicional de Roma como el cuarto reino de las profecías de Daniel
I tiniana de la historia,los acontecimientos de la historia del mundo porque, en principio, estaba contra toda escatología situada en la
li {

ti
y la meta supramundana están separados por principio y sólo se historia del mundo, es decir, contra toda escatología política'
unen por Ia peregrinatio de los creyentes in hoc saeculo. Personalmente creía que el Imperio Romano iba a seguir existiendo,
''ili El título de la obra de Agustín -De Civitate Dei contra paganos- pero en su duración y en su caída no vio un asunto de decisiva impor-
lirr anuncia la intención crítica y apologética. El motivo para ello lo tancia respecto del orden de las cosas últimas. En vez de, como
n',, 'i:l
f:l ri
dio el saqueo de Roma porAlarico en 41o, acontecimiento que pro- Símmaco, Claudiano y Prudencio, erigir la urbs enun lugar sagrado,
firii I
dujo en los pueblos del Imperio Romano una tremenda impre- equiparándola con el orbis Romanus, destacó el hecho de que los
'
sión, comparable con la destrucción de lerusalén y la conquista de bárbaros no habían puesto en peligro a Constantinopla -la capital
Constantinopla en el siglo xv. En nuestros días,la ocupación deViena oriental del imperio-. La ironía del sermón ciento cinco apunta con-
tra aquellos gentiles y cristianos que creían en la particular signifi-
cación y en la santidad de Roma, así como los diez primeros libros
r8 Tomás de Aquino, Suz aTeológica,rr, qu.1, a.Z. Los articuli fidei no pueden
de La ciudad de Dios se proponen rebajar el tradicional orgullo
evolucionar de manera histórica, porque *en sí mismos- son perfectos e
intemporales. Sólo pueden ser desarrollados. romano, tanto de los gentiles como de los cristianos. Dentro de los
r9 VéaseW.Nigg,Das ewigeReich [Elreinoeterno], Zurich,t944,pp.iz3yss.,yJ. marcos de la verdadera historia de la salvación,la significación real
Taubes, Abendliindische Eschatologie fEscatología occidental], Berna, ry47; cf.
de la Roma imperial reside en la preservación de la paz sobre la tie-
también la indicación de Grundmann , op. cit., pp.7o y ss. con respecto a la
posición de loaquín de Fiore frente al esquema de la listoria tradicional, en rra, condición necesaria para la difusión del Evangelio. Los impe-
especial el agustiniano, y E. Lavate¡ "Eschatologie und Weltgeschichte bei rios y los estados no son instrumentos del diablo ni son buenos y
Augustin ' [Escatología e historia del mundo en Agustín], en Zeitschrift für justificados por un derecho natural. Su origen es el pecado del hom-
Kirchengeschichte,tg34,t.53. La más clara exposición de la relación entre historia y
escatología se encuent¡a en dos cartas de Agustín (N" r97 y r99, respectivamente) bre y su relativa importancia descansa en la preservación de la paz
al obispo Hesychius. y en la promoción de la justicia.
206 I HtsT0RtA Dil MUND0 y sAt-vAflóN
AcusriN I 207

De lo que se trata en la historia no es de la efímera grandeza de


civitas Dei,por el sacrificio, la obediencia y la humildad. Una es vani-
los imperios, sino de la salvación o la condena en un futuro escato-
tas,la otra veritas.La civitas terrena existe por generación natural;
lógico. La meta firme para la comprensión de los acontecimientos mor-
la civitas Dei, por renacimiento sobrenatural; una es temporal y
presentes y pasados es la última plenitud: el juicio final y la resu- por el amor
tal, la otra, eterna e inmortal. Una está determinada a
rrección. Esta meta final es la contrapartida del comienzo origina-
Dios, hasta el desprecio de sí mismo; la otra, por el amor propio,
rio de la historia humana con la creación y el pecado original. Con
hasta el desprecio de Dios. Los hijos de la luz itzgan su existencia
referencia a estos dos acontecimientos suprahistóricos de origen y
terrestre como un medio para la alegría en Dios; los hijos de las tinie-
destino, la historia misma es un ínterin entre la primera revelación
blas ven en sus dioses un medio para la alegria en el mundo. Así,la
de la historia de la salvación y su futuro cumplimiento. Sólo en
verdadera historia es una incesante lucha entre fe e incredulidad.'o
esta perspectiva de una historia de la salvación Agustín toma en
El acontecer salvífico no es un hecho empíricamente verificable,
cuenta la historia profana. Sólo cuatro de los veintidós libros tra-
sino la consecuencia de actos de fe, mientras que la historia de los
tan, en parte, de lo que nosotros llamamos "historia'] apoyándose en
reinos del mundo, esto es, la historia del pecado y de la muerte'
la prehistoria y en la poshistoria, es decir, en el comienzo y en el final
avanzahacia un definitivo cierre que, al mismo tiempo, es termi-
trascendentes. Sólo por su referencia a un comienzo y a un final abso-
nación de la historia y su redención. El proceso histórico en tanto
lutos la historia tiene sentido como un todo. En el centro de esta his-
tal -el saeculum- muestra sólo una secuencia sin esperanza de las
toria así limitada está la venida de Jesucristo, el acontecimiento
generaciones sucesivas, que viven algunos años y luego mueren. Visto
escatológico por antonomasia.
con los ojos de la fe, el proceso histórico total de la historia sagrada
El acontecer propio de la historia, que es universal porque está
y profana aparece como una predeterminada ordinatio Dei.
dirigida por un único Dios hacia un único fin, es la lucha entre la
El proyecto total de la obra agustiniana apunta, pues' a un único
civitasDeiyla civitas terrena. Estos reinos no son idénticos a la Iglesia
objetivo: justificar a Dios en la historia. Ésta, sin embargo, está com-
visible y al Estado, sino dos comunidades místicas, en las que dis-
pletamente subordinada a Dios, que no es' como en Hegel, un Dios
curren modos contrapuestos de existencia humana. La civitas terrena
en la historia, sino el Señor de la historia. No disponemos de la acción
comienza sobre la tierra con el fratricida Caín; la civitas Dei, con
de Dios en la historia. Su providencia prevé las intenciones de los
Abel. Caín es el "ciudadano de este saeculum" y, por su crimen, el
hombres, e incluso más allá de ellas. Para Agustín, es sobre todo el
fundador de los reinos terrenos. Abel es -en este saeculum- el "pere-
destino de los judíos el que descubre la historia entera del mundo
grinans", que camina en pos de una meta supraterrena. Los des-
como un proceso pleno de sentido y sometido al juicio de Dios."
cendientes espirituales de Abel viven in hoc saeculo también en el
Esto no significa que nuestra propia sabiduría nos capacitepara juz-
reino de Caín, pero sin ser fundadores ni colonos. Por eso, la histo-
gar los méritos de los reinos terrenos, que Dios da tanto a los pia-
ria de la ciudad de Dios no está coordinada con la historia del Estado,
dosos como a los impíos. Apenas podemos percibir minúsculos
sino que la única verdadera historia de la salvación y del curso his-
tórico (procursus) de la ciudad de Dios consiste en una peregrina-
zo Cf. la consideración de Goethe en elWest-óstlichen Divan (Israel in der Wüste) lEl
tio.En el espíritu cristiano de Agustín, el "progreso" no es sino una diván oriental-occidental (Israel en el desierto)]: "el tema verdadero, único y más
incansable peregrinación a un último fin supraterrenal. Como clvl- profundo de la historia del mundo y de la historia humana [es el] conflicto entre
la creencia y la no creencia".
tas peregrinars la Iglesia está en conexión con los ruleso. del mundo,
zt La Ciudad de D¡os, libro cuarto, cap. xxxlv; libro quinto, caps. xII' xvIII y xxr;
en tanto y en cuanto éstos sirven al fin supramundano: la edifica- libro decimosexto, cap. xLItr; libro decimoséptimo, cap. xvr; libro decimoctavo,
ción de la casa de Dios. Medida con sus propios criterios, la civitas caps. y ss. Cf. la interpretación teológica de la historia judía en Bossuet,
xlv
Discurso sobre la historia universal,Il' cap. xx; y en Newman, A grammar of assent,
terrena se mueve dirigida por la utilidad, elorgullo y la codicia; la
cap. x, 2.
zo8 | HlslonlA DL t,tUND0 y slLvtclóH
AGUsrfN I 2o9

fragmentos del orden pleno de sentido que Dios ha querido reve- cuya historia, por cierto, era un medio para los fines de Dios. pero
larnos. La historia es una pedagogía instituida por Dios, que educa en comparación con Orígenes y Eusebio, sus juicios son llamativa-
fundamentalmente por el sufrimiento. mente distantes." Prueba de ello es su renuncia a los intentos tra-
Sobre esta base teológica,Agustín distingue seis épocas, que corres- dicionales por armonizar el Imperio Romano con el surgimiento y
ponden a los seis días de la creación. La primera va desde Adán hasta la expansión del cristianismo. "Por lo respectivo a esta vida mortal,
el diluvio; la segunda, desde Noé hasta Abraham; la tercera, desde que en pocos días se goza y se acaba,¿qué importa que viva el hom-
Abraham hasta David -con Nemrod y Ninus como sus contendien- bre que ha de morir bajo cualquiera imperio o señorío, si los que
tes-; la cuarta desde David hasta el cautiverio babilónico; la quinta gobiernan y mandan no nos compelen a ejecutar operaciones impías
desde entonces hasta el nacimiento de Cristo. La sexta y última época e injustas?"'3 El tema y el propósito central de Agustín es la historia
i
seextiende desde la primera aparición de Cristo en la historia hasta escatológica de la fe, que es un acontecer secreto dentro de la histo-
su segunda llegada con el final del mundo. ria del mundo, subterráneo e invisible para aquellos que no ven con
i.- En esta división tradicional, también sostenida por Tomás de los ojos de la fe. El entero curso de la historia se hace progresivo,
lll;l
l!+,' Aquino,la duración de la última época,la época cristiana, queda pleno de sentido y comprensible sólo por la expectativa de un último
indeterminada. Lactancio había calculado que el mundo termina- triunfo de la ciudad de Dios sobre el reino del hombre pecado¡ más
ría en el año 5oo. Agustín se abstiene de todo cálculo apocalíptico allá del tiempo histórico.
acerca de la duración de la última época. Desde el punto de vista
!tr Agustín no participa de nuestras preocupaciones por el progreso,
escatológico, no es decisiva la minúscula diferencia de un par de la crisis y el orden mundial. Pues desde el punto de vista cristiano
siglos o de un par de milenios, sino el hecho del carácter creado y sólo hay un progreso: el avance hacia una separación cada vez más
perecedero del mundo. |unto con la división en seis épocas y en ana- cortante entre fe e impiedad, Cristo yAnticristo. Y también hay sólo
logía con las seis edades del hombre (primera infancia, segunda dos crisis de importancia decisiva: el pecado original y el Gólgota,
infancia, adolescencia, juventud, adultez y vejez) existe aun otra, y s6lo un orden del mundo: el orden divino de la creación, contra
dividida en tres épocas, en la que se toma en cuenta el progreso del el que la historia de los reinos "se pierde en una infinita pluralidad
espíritu: primera antes de la ley (infancia); segunda, bajo la ley (adul- de tontos entretenimientos y placeres".
tez);tercera, bajo la gracia (vejez o mundus senescens;Ia"vejez del Los filósofos y aun los teólogos modernos son de la opinión de
espíritu" de Hegel). que la concepción de la historia del mundo de Agustín es la parte
En vista de esta concepción estrictamente religiosa, no podemos más débil de su obra y que no hace justicia al "auténtico" problema
esperar de Agustín ningún interés especial por la historia secular. del proceso histórico.'z+ Es cierto que Agustín se despreocupó por
Los sucesos terrenos, en cuanto tales, están encarnados en su obra establecer una conexión entre la primera causa, esto es, el plan pro-
sólo por dos reinos: el de los asirios, en Oriente, y el de los roma- videncial de Dios, y las "causas segundas", que también cumplen
I nos, en Occidente, anticipando la tesis de Hegel de que toda la his- un papel decisivo en la suerte del proceso histórico concreto. pero
h
I
toria con sentido progresa de Este
a Oeste. Egipto, GreciayMacedonia precisamente el déficit de una exacta determinación de la relación
apenas si son rozados. Alejandro Magno es caracterizado como un recíproca entre acontecimientos seculares y sagrados distingue la
I gran ladrón, que profanó el templo de Ierusalén con su impia vani-
fas. |erusalén simboliza la ciudad de Dios, Babilonia y Roma (la zz La ciudad de Dios, libro quinto, cap. xxl.
I segunda Babilonia),la ciudad de los hombres. zj lbid., cap. xvn, p. n8.
z4 Véasc cl cstudio sobrc Agustín cle Scholz, op. cir.; lohn Figgis,The political asptttls
En tanto ciudadano romano, formado en Virgilio y en Cicerón,
of Augustine's City of God,l.ondrcs/Nt¡cva Yorl<, rgzl; F. W. Loctschcr,.Augustine's
Agustín no fue insensible ante la grandezay los méritos de Roma, Oity ol(iod"'l 'l'hcoh¡¿y'lbtluy,t. r, octubre dc 1944.
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21O I HISIORIA DtI. llUl.{DO Y SALVA(IÓI{

apología cristiana de Agustín -en su favor- de la más abarcadora


x
teología de la historia política de Bossuet y de la filosofla de la Orosio
historia de Hegel; ambas demuestran demasiado, en la medida en
que deducen el desarrollo de la historia de la salvación del éxito de
las consecuencias de la historia del mundo. Lo que se nos aparece
I en Agustín como un déficit de su comprensión y de su valoración
de la historia secular se debe a un incondicionado reconocimien-
:i
to de Dios, quien, en su soberanía, promueve, impide y da vuelta
li los planes humanos. Pedir del autor de las Confesiones vna critica
ti
il histórica de hechos emplricos estaría tan fuera de lugar como pre-
ilIt tender esperar de un historiador moderno siquiera un mínimo
de interés por el problema de la resurrección de la carne, al que Los Historiarurn adversum paganos libri wt.'fueron escritos por
[Illr
Agustín dedica todo el último libro de su De Civitate. Orosio alrededor de 4r8 por incitación de su maestro, Agustín. El
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principio del gobierno de una providencia, el tema y el objetivo apo_
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logético del escrito son los misrnos que los de Agustín en La ciudad
de Dios, al menos en el tercer libro. pero la obra de Orosio es más
t|i rica en cuanto al contenido específicamente histórico y pone mayor
*l énfasis sobre el problema de la comparación entre felicidad e infe-
licidad en las épocas pagana y cristiana, respectivamente. Aun cuando
el escrito de orosio coincide temporalmente con la obra de Agustín,
su posición frente al Imperio Romano no es la misma. Dejando
!,ll'. de lado el orgullo de Orosio de ser "romano y cristiano,', que, bus-
frll cando refugio, puede encontrar en todas partes "su patria, su ley y

l(
rr

:
su religión",la generación más joven parece haberse reconciliado
I ya con las nuevas condiciones de vida bajo los bárbaros. orosio
¡
I opina que en el fondo éstos no son gente tan rnala, que se habían
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civilizado rápidamente y que trataban a los romanos que queda-
ban como camaradas y amigos, "de forma que ya entre ellos hay
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r * Las citas corresponden a la edición en español: Orosio, Historias, z vols.,
r
,l traducción y notas de Eustaquio Sánchez Salor, Madrid, Biblioteca Clásica Gredos,
re8z. IN. del E.]
r La obra de orosio fue reconocida oficialmente a través de una bula papal en el
rt
. año 4g4i desde ese momento sirvió como manual de historia y fue citado durantc
toda la Edad Media por hombres como el obispo Otto von Freising (Oxonis
l,,,1
Historia de duabus Civitatibus,ed. de Hofmeister, Hannover/Leipzig, rgrz). Alfreclo
cl crande escribió una versión arrglosajona cle orosio. Sólo a partiide Dante fuc
quc los seguidores de foac¡uln pusieron en duda la construcción agustiniana de la
historia,

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