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La Sup. Corte Just. Santa Fe, en autos “V. C. D.

”, decidió por mayoría, luego de determinar la validez de la


extracción compulsiva de sangre del imputado como prueba, que el auto que la impone no configura sentencia
definitiva; en disidencia, los Dres. Gastaldi y Erbetta se pronunciaron por la procedencia del recurso estimando
que la resolución que dispone la extracción compulsiva es equiparable a sentencia definitiva.

V., C. D.
Suprema Corte de Justicia de Santa Fe

Santa Fe, 13 de agosto del año 2008.


VISTA: La queja por denegación del recurso de inconstitucionalidad interpuesto por
el abogado defensor de C. D. V. contra el auto de fecha 14 de diciembre de 2007,
dictado por la Sala Cuarta de la Cámara de Apelación en lo Penal de la ciudad de
Santa Fe en autos "V., C. D. -Lesiones Gravísimas - Recurso Apelación- (apelación
decreto del 6/9/05) (Expte. 700/07)" (Expte. C.S.J. Nro. 54, año 2008); y,
CONSIDERANDO:
1. Por decisorio de fecha 14 de diciembre de 2007, la Sala Cuarta de la Cámara de
Apelación en lo Penal de la ciudad de Santa Fe resuelve confirmar el decreto
emitido por el Juzgado en lo Penal de Sentencia de la Cuarta Nominación, por el
cual se admite la prueba ofrecida por el actor civil (fs. 2/5).
Contra dicho auto, el abogado defensor del imputado y demandado civil interpone
recurso de inconstitucionalidad (fs. 24/26).
Manifiesta que la resolución es arbitraria y que no se han tenido en cuenta leyes y
decretos reglamentarios que prohíben las pruebas ofrecidas.
Afirma que las medidas son intrusivas y agraviantes de derechos inalienables del
ser humano, tales como la integridad física y psíquica, la intimidad, la libertad de
conciencia y el derecho a que el Estado lo deje "a solas".
Sostiene que ordenar que se realicen las pruebas impugnadas importa someter a su
representado a una violencia sobre su cuerpo y persona, constituyendo una
intromisión al ámbito infranqueable de su esfera personal.
Cuestiona que la Sala cite como fundamento el fallo "Vázquez Ferrá" de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, pues en ese precedente y en los demás que ha
dictado ese Tribunal confirmando la extracción compulsiva de sangre, las víctimas
de los delitos que se juzgaban eran menores, con lo que no resultan aplicables al
caso de autos.
Expresa que cuando la Sala y el A quo sostienen que resulta posible extraer
compulsivamente sangre a su defendido y hacen lugar a las demás pruebas del
actor civil, no tienen en cuenta que el derecho estatal a averiguar la verdad en el
marco del proceso penal debe ceder frente a diversos derechos particulares. Agrega
que el ordenamiento constitucional impone limitaciones al poder omnímodo del
Estado y que diversos fallos del máximo Tribunal de la Nación han sentado que no
se puede, so pretexto de reprimir delitos, violarse determinados derechos básicos.
Aduce que se ha omitido valorar el principio de confidencialidad de las leyes 25326
y 23798, con sus decretos reglamentarios.
Entiende que el voto de la mayoría habría llegado a una conclusión contraria de no
haber fundado la resolución en un fallo no aplicable al caso.
Dice que la Sala prescindió arbitrariamente de los medios probatorios fehacientes
traídos regularmente a juicio y se apartó de normas preexistentes.
2. La Sala Cuarta de la Cámara de Apelación en lo Penal de la ciudad de Santa Fe,
por auto del 4 de marzo de 2008, resuelve denegar la concesión del recurso de
inconstitucionalidad, entendiendo que la decisión atacada no es sentencia definitiva
ni auto equiparable, y por expresar una mera discordancia con la apreciación hecha
sobre la causa que no justifica la apertura de la vía intentada (fs. 12/13 vta.).
Tal denegatoria motiva la presentación directa del recurrente ante esta Corte (fs.
17/21 vta.).
3. Esta impugnación -se adelanta- no ha de prosperar, pues aún cuando pudiera
tenerse por superado el recaudo de definitividad del pronunciamiento atacado y
obviarse los graves defectos de fundamentación que exhibe el memorial
introductorio del recurso de inconstitucionalidad -a partir de las inferencias que
cabe realizar del análisis del resto de las constancias obrantes en estos autos-, lo
cierto es que los planteos recursivos ponen de manifiesto una mera discrepancia
con la labor cumplida por los jueces de la causa en el ejercicio de funciones que les
son propias, sin lograrse demostrar que en esa tarea hubiesen incurrido en una
hipótesis de arbitrariedad.
En tal sentido, corresponde apuntar que las críticas formuladas a la decisión de la
Sala de confirmar el decreto del juez de primera instancia que hizo lugar a la
prueba ofrecida por el actor civil adolecen de una excesiva generalidad, debiendo
advertirse que las medidas admitidas son numerosas y variadas, en tanto que los
cuestionamientos relacionados con la vulneración del derecho a la intimidad y la
prescindencia del derecho aplicable no especifican debidamente cómo ocurre ello en
cada caso, respecto de cada una de las pruebas en particular y de qué modo.
Con relación a la supuesta orden de extracción compulsiva de sangre al imputado y
demandado civil para la realización de la prueba hematológica, el recurrente
también falla en demostrar la configuración de un agravio de naturaleza
constitucional, pues no se alcanza a comprender la necesaria relación directa de las
articulaciones defensivas sobre el particular con la realidad del caso concreto -
desde que en el decreto del juez de primera instancia, confirmado por la Sala, se
lee: "[e]n relación al señor C.D.V., requiérase su consentimiento para la extracción
requerida a tales fines" (f. 1)-.
En cuanto a las pruebas informativas y testimoniales, más allá de que los planteos
exhiben los defectos arriba apuntados, cabe señalar que tampoco aquí se ha
logrado presentar de manera idónea un caso constitucional, desde que el
recurrente no alcanza explicar por qué entiende que los informes a solicitar a los
organismos oficiales importan una vulneración de derechos constitucionales o el
apartamiento injustificado de las disposiciones previstas en las leyes 23.798 y
25.326 y sus decretos reglamentarios. En particular, el impugnante no logra
articular ninguna argumentación que convenza de la irrazonabilidad de la aplicación
al caso de la excepción a la prohibición de revelar información prevista en el
artículo 2, inciso c) apartado 5 del Anexo I del decreto 1244 -reglamentario de la
primera de las leyes citadas-, limitándose a afirmar dogmáticamente que "existen
leyes y decretos reglamentarios que prohíben las pruebas ofrecidas", lo que resulta
a todas luces insuficiente para acreditar un supuesto de arbitrariedad normativa.
En el sub iudice, la Sala ponderó que resultaban trasladables "a las demás pruebas"
-esto es, no a la hematológica- las consideraciones vertidas en el voto del señor
Ministro doctor Maqueda en "Vázquez Ferrá" (Fallos 326:3758), cuando se indicó
que "los derechos civiles, políticos y sociales que la Constitución Nacional consagra,
lejos de ser absolutos, están sujetos a limitaciones o restricciones tendientes a
hacerlos compatibles entre sí". En base a dicha premisa, el A quo concluyó que la
producción de las demás pruebas que se habían ordenado -destinadas a establecer
si el imputado era o no portador de HIV- no implicaban una violación al derecho a
la intimidad, atento las limitaciones impuestas como consecuencia de deberes y
relaciones jurídicas reguladas por el ordenamiento. Y concretamente, se valoró que
las mismas encuadraban en las excepciones previstas en la ley nacional 23.798 y
su decreto reglamentario.
Frente a ello, la crítica que el recurrente hace a la cita de dicho precedente se
fundamenta en las diferencias que habría con el caso de autos, en el que la
extracción de sangre no se realiza a un menor; mas con ello deja incólume el
sentido conforme al cual el Tribunal aludió al voto mencionado, que radicó en el
entendimiento de que eran trasladables al sub lite determinadas consideraciones -
transcriptas más arriba- referidas a la posibilidad de una reglamentación razonable
del ejercicio de los derechos constitucionales -entre ellos, el derecho a la intimidad-
sin mengua de los mismos, cuando ello es consecuencia del respeto debido a otros
derechos y bienes tutelados por el mismo ordenamiento. En ese marco entonces, el
agravio recursivo queda huero de sustento.
Va de suyo, además, que la achacada prescindencia de considerar la normativa
aplicable no es tal, en razón de que la Sala específicamente tuvo en cuenta para
resolver como lo hizo a lo normado en la ley 23.798 y su decreto reglamentario -
como se indicó ut supra-.
En suma, el recurrente no logra persuadir con sus genéricos cuestionamientos de
arbitrariedad -tal como fueron formulados- que en el caso se hubiera otorgado al
derecho a la intimidad un alcance irrazonable, ni que sus planteos excedan de lo
que es un simple disenso para con la labor cumplida por los jueces de la causa. Y al
respecto, no debe perderse de vista que el recurso de inconstitucionalidad por
arbitrariedad tiende a reparar agravios que impliquen un grosero desconocimiento
del derecho a la jurisdicción y conviertan al pronunciamiento en una no sentencia,
pero no autoriza a sustituir a las instancias ordinarias en materias propias de su
cometido jurisdiccional (A. y S. T. 140, pág. 63; T. 218, pág. 123, etc.).

Por ello, la Corte Suprema de Justicia de la Provincia Resuelve:


Rechazar la queja interpuesta.
Regístrese, hágase saber y oportunamente remítanse copias al Tribunal de origen.
Fdo.: FALISTOCCO-ERBETTA-GASTALDI-GUTIÉRREZ-NETRI-SPULER- Fernández
Riestra (Secretaria)

Ampliación de fundamentos del señor presidente doctor Falistocco:


3. Coincido con el criterio señalado en precedencia respecto a que aún de
considerarse superado el recaudo de definitividad de la decisión impugnada, la
queja igualmente no podría prosperar, toda vez que no obstante que en su escrito
del recurso de inconstitucionalidad el impugnante invoca la violación de derechos y
garantías constitucionales, toda la argumentación recursiva, deja traslucir tan sólo
su desacuerdo con la solución dada al sub lite por la que la Cámara, en una postura
adversa a sus pretensiones, avaló la decisión del Juez de grado y concluyó que
debía confirmarse el decreto que ordenaba la producción de pruebas ofrecida por la
accionante civil, lo cual constituye, por vía de principio, facultad que se encuentra
reservada a los jueces de la causa, y por ende, a menos que se demuestre
arbitrariedad, insusceptible de revisión por medio de la vía excepcional intentada.
En efecto, ingresando en el análisis de los cuestionamientos referidos a la medida
probatoria consistente en la extracción de sangre al imputado, el impugnante no
logra demostrar la configuración de un agravio de naturaleza constitucional, pues
con sus reproches no alcanza a acreditar la conexión directa entre las articulaciones
defensivas con la realidad del caso concreto.
Y ello así no sólo porque el decreto en el que se dispone la producción de la prueba
que aquí se viene cuestionando, expresamente respecto del tema bajo análisis
establece que "en relación al señor C.D.V., requiérase su consentimiento para la
extracción requerida a tales fines"; sino además porque el impugnante tampoco
logra poner de manifiesto la irrazonabilidad de la medida de prueba dispuesta,
máxime si se tiene en cuenta lo sostenido por autorizada doctrina, como así
también por el más Alto Tribunal de la Nación (vgr. Fallos 318:2518; 319:3370;
Maier, Julio; "Derecho Procesal Penal", T. I, Fundamentos, Editores del Puerto,
2004, pág. 675; entre otros).
En consecuencia, el reparo sobre este aspecto, tal como fue formulado, luce
insuficiente para lograr demostrar la violación de derechos de raigambre superior
en el decisorio de la Alzada aquí impugnado.
En otro orden de consideraciones, y respecto a los agravios esbozados por el
recurrente acerca de la prueba informativa ordenada, lo que a su juicio conculca
derechos de raigambre constitucional, cabe señalar que tal pretensión tampoco
puede prosperar.
De la lectura del decisorio impugnado se observa que sobre ese aspecto en
particular, el A quo juzgó que la prueba solicitada "constituye el material directo e
idóneo para el esclarecimiento del hecho investigado, y que tratándose de una
investigación en causa criminal, las pruebas objetadas encuadran en las
excepciones establecidas en la ley nacional 23798 y su decreto reglamentario
1244/91" (f. 5).
Entiendo, por las razones que a continuación se expondrán, que tal respuesta
jurisdiccional no puede ser tildada ilógica o irracional a punto tal de descalificarla
desde la óptica constitucional.
En efecto, en primer lugar corresponde recordar que la ley 23798 declara "de
interés nacional a la lucha contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida" (art.
1).
Considerando que entre sus objetivos se encuentra "el diagnóstico y tratamiento
de la enfermedad", su artículo 2 establece las pautas interpretativas de su propio
texto y de las normas complementarias.
Concretamente estatuye en el inciso c) de dicho artículo que en ningún caso se
debe "exceder el marco de las excepciones legales taxativas al secreto médico que
siempre se interpretarán en forma restrictiva"; y que en ningún caso se puede
individualizar a las personas a través de fichas, registros o almacenamiento de
datos, los cuales, a tales efectos, deberán llevarse en forma codificada" (inc. e del
mismo artículo).
De una atenta lectura de tales disposiciones puede señalarse que, tal como lo
manifiesta la doctrina, si bien se persigue privilegiar la confidencialidad de la
información en resguardo de derechos de raigambre superior del individuo, se hace
hincapié también en que este principio no resulta absoluto pues se alude a "normas
complementarias" que puedan regular con mayor precisión aspectos puntuales que
escapan a las generalidades de una ley (cfr. Wierzba, Sandra; "Sida y
Responsabilidad Civil", Ed. Ad-Hoc, pág. 183).
Y en ese sentido, es del caso señalar que el decreto del Poder Ejecutivo Nacional
Nro. 1244/91, reglamentario de la ley 23798 -cuya constitucionalidad no ha sido
cuestionada por el recurente-, indica en el artículo 2, inciso 1 del Anexo I que "Los
profesionales médicos, así como toda persona que por su ocupación tome
conocimiento de que una persona se encuentra infectada por el virus HIV, o se
halla enferma de SIDA, tienen prohibido revelar dicha información y no pueden ser
obligados a suministrarla".
Pero a renglón seguido, en dicho cuerpo normativo se formula una serie de
excepciones a esa prohibición, posibilitando que se la revele (a la información) "A
los jueces en virtud de auto judicial dictado por el juez en causas criminales ..."
(apartado 5, del referido art. 2 inc. c).
Sentado lo anterior, se observa que en el sub iudice la medida cuestionada se dictó
en el marco de un proceso penal en el que se investiga el presunto contagio del
virus HIV a la denunciante, hecho que fuera encuadrado en el delito de lesiones
gravísimas (artículo 91 del C.P.), figura delictiva por la que en su oportunidad fue
procesado el encartado.
Teniendo en cuenta -entonces- dicho contexto, el impugnante no demuestra ni
siquiera en grado liminar -más allá de las genéricas invocaciones de las leyes
23798 y 25326- que el requerimiento judicial violente distintos derechos y
garantías de raigambre constitucional por haber sido dictado sin que existieran en
la causa los extremos objetivos necesarios al efecto. Y ello así, conforme no sólo al
estadio por el que transita el proceso, sino también porque el recurrente no logra
poner de manifiesto con sus reproches que la decisión adoptada por la Sala luzca
ilógica, irrazonable o carente de fundamentos suficientes.
Por último, y en lo que refiere específicamente al cuestionamiento de la testimonial
ordenada respecto del "Dr. Walter Corsano -médico-" cabe apuntar que más allá de
las falencias impugnativas a las que se hicieran referencia -en tanto no se
especifica en concreto cuál es la razón para su impugnación- y que sellan la suerte
adversa a la pretensión recursiva, es dable advertir que dentro del marco en el que
debe desarrollarse todo proceso penal, nada obsta a que en la etapa del plenario, la
defensa del imputado pueda efectuar el control que estime corresponde en la
producción de la prueba y, de ser necesario y en caso de la eventual afectación a
derechos consagrados constitucionalmente, formular las observaciones que
considere pertinentes en el momento procesal oportuno, pero que en modo alguno
autorizan a tenerlas ahora por configuradas en forma prematura, lo que quita
entidad al agravio que se invoca en consecuencia.
En definitiva, el recurrente no logra persuadir con sus genéricos cuestionamientos
-tal como fueran formulados- que en el caso se hubiera consagrado una abierta
conculcación al derecho a la intimidad, asignando un alcance irrazonable a las
medidas probatorias dispuestas en la causa, por lo que cabe -en consecuencia-
desestimar la presentación extraordinaria interpuesta.
Fdo.: FALISTOCCO- Fernández Riestra (Secretaria)

Disidencia de los señores ministros doctores Gastaldi y Erbetta:


1. El caso se suscita teniendo como antecedente las siguientes circunstancias:
Dictado el procesamiento de C. D. V. por delito de lesiones gravísimas (art. 91 C.P.)
por la supuesta transmisión de H.I.V. por vía sexual, la actora civil ante el Juez de
sentencia ofreció distintas pruebas que se proveyeron (f.1).
Contra ese decreto de prueba la defensa técnica del justiciable interpuso
revocatoria, apelación y nulidad, específicamente en punto a: "1.1 Pericial 2: De
un hematólogo o bioquímico de la lista oficial a los fines que proceda a extraer
sangre al encartado para determinar si el mismo es portador de HIV; 1.2:
Informativa 2: Oficio a los Hospitales José María Cullen e Iturraspe de la ciudad de
Santa Fe, a los fines de que remitan historia clínica existente en los mismos
correspondientes a la Sta. Gabriela Heltner, y si ha retirado medicamentos para el
control del virus de HIV; 1.3 Informativa 5: en la parte que solicita ordenar Oficio al
Hospital José María Cullen de Santa Fe, a los fines de que informe si el imputado ha
declarado ser portador del virus HIV; 1.4 Informativa 6: en la parte que solicita
ordenar Oficio al programa Provincial de SIDA a cargo del Dr.Guillermo Kertz, a los
fines de que informe si en dicho programa se encuentra radicada la historia clínica
de C. D. V., la que se registraría bajo el nomenclador: CV 27/12/69 o CLVI
27/12/69; 1.5 Informativa 7 en la parte que solicita ordenar oficio al Programa
Provincial de SIDA, a los fines de que informe si se encuentra registrado pacientes
bajo el nomenclador antes aludido y si se ha retirado medicamentos; 1.6
Informativa 8: en la parte que solicita ordenar oficios a los hospitales José María
Cullen de Santa Fe e Iturraspe de esta ciudad, a los fines de que informen a través
de la Sección Farmacia o Retiro de Medicamentos, si bajo el nomenclador antes
mencionado se han retirado medicamentos y en su caso se acompañe planillas
planillas con las firmas del pertinente retiro, y una vez ello, se cite al demandado a
reconocer las mismas. Asimismo, que se informe a través del Director para que
informe la patología para lo que están destinados; 1.7. Informativa 9: en su
totalidad que se solicita ordenar oficio a los Hospitales Públicos de Rosario,
Clemente Álvarez y/o cualquier otro nosocomio que atiende a pacientes portadores
de HIV o SIDA, a los fines que informen si obran en sus registros legajos bajo el
nomenclador antes mencionado y en un caso se acompañen fotocopia de los
mismos; como asimismo se informe acerca del retiro de medicamentos pertinentes.
1.8 Informativa 10: En su totalidad se ordene oficiar a la Dirección de Asuntos
Internos de la policía de ésta capital, para que proceda mediante allanamiento a
secuestrar la PCU y verificar registros obrantes en la misma (historia clínica)
verficando si existe alguno perteneciente al consultorio del Dr. Jorge Galíndez de la
ciudad de Rosario; 1.9. Testimoniales: del Dr. Walter Corsano, médico, ..." (fs.
3v./4).
Rechazada la revocatoria y concedida la apelación, la Alzada confirmó la resolución
impugnada, motivando la presentación del recurso de inconstitucionalidad por parte
de la defensa del justiciable quien achacó al decisorio arbitrariedad (fs.7/9).
Esencialmente el recurrente manifiesta que la producción de dichas pruebas no
podría efectuarse sin contradicción con las leyes 25326, 23798 y sus decretos
reglamentarios, produciéndose pruebas contrarias a derecho.
Afirma que las medidas de prueba ofrecidas por la actora civil fueron consideradas
en reiteradas oportunidades intrusivas, agraviantes de derechos inalienables, tales
como la integridad física y psíquica, la intimidad y la libertad de conciencia,
sometiéndose a su defendido a una violencia sobre su cuerpo y persona.
Señala que en el fallo "Vazquez Ferrá" y los demás precedentes dictados por la
Corte Suprema de Justicia Nacional sobre el asunto, confirman la extracción
compulsiva de sangre en casos donde las víctimas de los delitos que se juzgaban
eran menores, no resultando aplicables al sub iudice.
2. La referida impugnación fue denegada por el A quo (fs. 12/13), motivando la
presentación directa de la defensa técnica ante esta Sede (fs.17/21).
3. En cuanto el Tribunal confirmara el decreto de primer instancia que hiciera lugar
a la extracción de sangre y prueba hematológica, consideramos que el recurrente
no logra demostrar la invocada afectación de derechos fundamentales a la salud,
integridad física y psíquica, intimidad; ni tampoco logra advertirse que lo decidido
por la Alzada pudiera involucrar una interpretación en contrario del alcance que de
tales garantías reconoce la jurisprudencia del Máximo Tribunal y la doctrina, en
cuanto sostuviera que en estos casos el imputado sólo actúa como un mero objeto
de prueba (cfr. Fallos 318:2518; 319:3370; en igual sentido in re "Oliva", T.S.J.
Córdoba, Sala Penal, del 22/3/2001 y "Pilinger", T.S.J. Entre Ríos, Sala Proc. Const.
y Penal, del 2/8/2006; Maier, Julio B.J., "Derecho Procesal Penal", T. I
Fundamentos, Editores del Puerto, 2004, pág. 675, entre otros).
Por otra parte, en lo concerniente a las alegaciones del impugnante tendentes a
cuestionar el proveído y confirmación de las restantes medidas probatorias, más
allá de las carencias e insuficiencias que pudiera reprocharse al escrito recursivo, lo
cierto es que del mismo alcanza a evidenciarse un supuesto de posible conculcación
a las prohibiciones establecidas en disposiciones de carácter federal (ley 23798,
decreto 1244/91 y 25326) con afectación al debido proceso legal, en mérito de lo
cual debe darse por superado el recaudo de definitividad y operar la apertura de
esta instancia de excepción, ello sin perjuicio, de lo que con los principales a la
vista, se resuelva conforme el artículo 11 de la ley 7055.
Por lo expuesto, estimamos que corresponde admitir la queja interpuesta con los
alcances que surgen de las consideraciones precedentes.
Fdo.: ERBETTA-GASTALDI- Fernández Riestra (S

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