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Las maravillas que Dios realizó por nuestra salvación

1. «Tomad, esto es mi cuerpo (...); esta es mi sangre» (Marcos 14:22-23). Las


palabras que pronunció Jesús durante la última Cena resuenan hoy en nuestra
asamblea, Resuenan con singular intensidad, como una renovada consigna:
«¡Tomad!». Cristo nos confía su Cuerpo entregado a su Sangre derramada. Nos los
confía como hizo con los Apóstoles en el Cenáculo, antes de su supremo sacrificio en
el Gólgota. Pedro y los demás comensales acogieron estas palabras con asombro y
profunda emoción. Pero ¿podían comprender entonces cuán lejos los llevarían?
Se cumplía en aquel momento la promesa que Jesús había hecho en la sinagoga de
Cafarnaúm:«Yo soy el pan de vida,(...) El pan que yo daré es mi carne, para la vida
del mundo» (Juan 6:48-51). La promesa se cumplía en víspera de la pasión, en la
que Cristo se entregaría a sí mismo por la salvación de la humanidad.
 
2. «Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por muchos» (Marcos 14:24).
En el Cenáculo Jesús habla de alianza. Es un término que los Apóstoles comprenden
fácilmente, porque pertenecen al pueblo con el que Yahveh, como nos narra la
primera lectura, había sellado la antigua alianza, durante el éxodo de Egipto (cf.
Exodo 19:24). Tienen muy presentes en su memoria el monte Sinaí y Moisés, que
había bajado de ese monte llevando la Ley divina grabada en dos tablas de piedra.
No han olvidado que Moisés, después de haber tomado el «libro de la alianza», lo
había leído en voz alta y el pueblo había aceptado, respondiendo: «Obedeceremos y
haremos todo cuanto ha dicho el Señor» (Exodo 24:7). Así, se había establecido un
pacto entre Dios y su pueblo, sellado con la sangre de animales inmolados en
sacrificio. Por eso Moisés había rociado al pueblo diciendo: «Esta es la sangre de la
alianza que el Señor ha hecho con vosotros, según todas estas palabras» (Exodo
24:8).
Así pues, los Apóstoles comprendieron bien la referencia a la antigua alianza. Pero
¿qué comprendieron de la nueva? Seguramente muy poco. Deberá bajar el Espíritu
santo a abrirles la mente. Sólo entonces comprenderán el sentido pleno de las
palabras de Jesús. Comprenderán y se alegrarán.
Se percibe claramente un eco de esa alegría en las palabras de la carta a los Hebreos
que acabamos de proclamar:«Si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de
vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la
carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo!» (Hebreos 9:13-14). Y el autor de la carta
concluye: «Por eso Cristo es mediador de una nueva alianza; para que (...) los que
han sido llamados reciban la herencia eterna prometida» (Hebreos 9:15).
 
3. - «Este es el cáliz de mi sangre». La tarde del Jueves Santo, los Apóstoles les
llegaron hasta el umbral del gran misterio. Cuando, terminada la cena, salieron con él
hacia el huerto de los Olivos, no podían saber aún que las palabras que había
pronunciado sobre el pan y el cáliz se cumplirían dramáticamente al día siguiente, en
la hora de la cruz. Quizá ni siquiera en el día tremendo y glorioso que la Iglesia llama
feria sexta in parasceve -el Viernes santo-, se dieron cuenta de que lo que Jesús les
había transmitido bajo las especies del pan y del vino contenía la realidad pascual.
 

 
En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto ala acción de
gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho
mayor de lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en
Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
 
Finalmente, hermanos, estén alegres, trabajen para ser perfectos,
anímense, tengan un mismo sentir y vivan en paz. Y el Dios del amor y de la paz
estará con ustedes.2 Corintios 13:11
 
Por la fe, pues, conseguimos esta santidad, y estamos en paz con Dios, gracias a Cristo
Jesús nuestro salvador. Romanos 5:1
 
Los humildes son los que poseerán la tierra, felices en una paz verdadera. Salmo 37:11
 
Queda bien claro que si ustedes perdonan las ofensas de los hombres,
también el Padre celestial los perdonará. En cambio, si no perdonan las ofensas de los
hombres,
tampoco el Padre los perdonará a ustedes. Mateo 6:14-15
 
Por el contrario, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sinesperar algo a
cambio. Entonces la recompensa será grande y serán hijos del Altísimo que es bueno
con los ingratos y los pecadores. Lucas 6:35
 
No devuelvan a nadie mal por mal; procuren ganarse el aprecio de todos los hombres.
Hagan todo lo posible, en cuanto de ustedes dependa, para vivir en paz con todos.
Romanos 12:17-18
 
Arranquen de raíz entre ustedes: los disgustos, los arrebatos, el enojo, los gritos, las
ofensas y toda clase de maldad. Por el contrario, muéstrense buenos y comprensivos
unos con otros, perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en Cristo. Efesios
4:31-32
 
El hombre justo, aunque muera antes de tiempo, goza del reposo. Sabiduría 4:7
 
En verdad les digo: El que escucha mi palabra y cree en el que me ha enviado, vive de
vida eterna; ya no habrá juicio para él, porque ha pasado de la muerte a la vida.
Juan 5:24
 
En realidad, ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si
vivimos, para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor. Y tanto en la vida como
en la muerte pertenecemos al Señor, pues Cristo probó la muerte, y luego la vida, para
ser Señor tanto de los vivos como de los muertos. Romanos 14:7-9
 
Felices desde ahora los muertos, si han muerto en el Señor. Sí, dice el Espíritu, que
descansen de sus fatigas, pues sus obras los acompañan. Apocalipsis 14:13
 
Mas tú, mi Dios, eres escudo que me ciñes, mi gloria, que sostienes mi cabeza.
A voz en cuello clamo a mi Señor y él me responde desde su monte santo. Salmo 3:4
 
Porque yo, Yahvé, tu Dios, te tomo de la mano y te digo: No temas, que yo vengo a
ayudarte. Isaías 41:13
 
Nos vienen pruebas de toda clase, pero no nos desanimamos. Andamos con graves
preocupaciones, pero no desesperados, perseguidos, pero no abandonados; derribados,
pero no aplastados. 2 Corintios 4:8-9
 
El Señor está cerca: no se inquieten por nada. En cualquier circunstancia recurran a la
oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios.
Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede imaginar, les
guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:5-
 
Arranquen de raíz entre ustedes: los disgustos, los arrebatos, el enojo, los gritos,
las ofensas y toda clase de maldad. Por el contrario, muéstrense buenos y
comprensivos unos con otros, perdonándose mutuamente, como Dios los perdonó en
Cristo. Efesios 4:31-32
 
Jesús respondió: ¿No han leído que el Creador en el principio, los hizo hombre y mujer
y dijo: El hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá con su mujer, y serán los
dos uno solo? De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha
unido, no lo separe el hombre. Mateo 19:4-6
 
Que todos respeten el matrimonio en todos sus aspectos y mantengan
la fidelidad de las relaciones entre esposos. Dios castigará a los que
tienen relaciones sexuales prohibidas y a los que cometen adulterio. Hebreos 13:4
 
Casa y bienes son herencia paterna, pero una mujer juiciosa es un regalo de Yahvé.
Proverbios 19:14

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