Está en la página 1de 316

I 6
/



,.

CONTROL FISCAL
EN EL VIRREINATO PERUANO.
EL T.~ . ,UNAL DE CUENTAS
'

• •





1886-1986 v"<.
DEREC\\O

COMITÉ ASESOR:
NICASIO SALVADOR MIGUEL
SANTOS SANZ VILLANUEVA

• •

ona


~antro
1sca
en e virreina to eruano .

ri una e uen s

----------------

am ra.
,

-

Primera edición, 1986


© EDITORIAL ALHAMBRA, S.A ., para la presente edición
A.E. 182
28001 Madrid. Claudia Coello, 76

Delegaciones:
08008 Barcelona. Enrique Granados, 61

48014 Bilbao. lruña, 12
18009 Granada. Pza. de las Descalzas, 2
15005 La Coruña. Pasadizo de Pernas, 13
28002 Madrid. Saturnino Calleja, 1
33006 Oviedo. Avda . del Cristo, 9 •
38004 Santa Cruz de Tenerife. General Porlier, 14
41012 Sevilla. Reina Mercedes, 35
46003 Valencia. Cabillers, 5
4 7 014 Valladolid. Gavilla, 3
50005 Zaragoza. Concepción Arenal, 25
México
Editorial Alhambra Mexicana, S.A. de C.V.
Calle Amores, 2027
Colonia del Valle
03100 México, D.F.
Argentina
EDICLE, S.A .
Juncal, 4649/ 51 •

1425 Buenos Aires


Colombia
Editorial Alhambra Colombiana, Ltda.
Calle 117 nº 11, A-65
Bogotá D. E.

ne 13010306
ISBN 84-205-1346 -6
D.L. M. 16793- 1986
© Es propiedad del autor
Reservados todos los derechos. Ni la totalidad, ni

parte de este libro pueden reproducirse o transmitirse,
utilizando medios electrónicos o mecánicos, por · •
fotocopia , grabación, información, anulado, u otro
sistema, sin permiso por escrito del editor.

Cubierta: Estudio Enlace, S.A.


Fotocomposición : Estudio Enlace, S.A.
Impresión: Lavel, S.A.
Papel: Kanguros
Encuadernación: Gómez Pinto, S.A.

Impreso en España - Printed in Spain


Lavel, S.A. - Los Llanos, nave 6 - Humanes (Madrid)
• •
l


ÍNDICE

Capirulos Páginas

Introducción • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • •• • • • • • • • • • • • 1

l Prolegómenos y fundación de las contadurías en Indias 9


l. Mecanismos de seguridad, 9. 1.1. Rendición de cuen-
tas, 10. 1.2. El sistema de la cédula de 1544, 11. 2. Los vi-
sitadores, 12. 3. El gobierno por mayor de la Real
Hacienda, 15. 4. Antecedentes, gestiones y peticiones, 18.
5. La creación de las contadurías en Indias, 22. 6. Asenta-
miento del Tribunal de Cuentas en la ciudad de Los
Reyes, 29.

11 Organización , régimen y funcionamien to . . . . . . . . . . . . 33


l. Atribuciones financieras, 33. 1.1. Las cuentas de los ofi-
ciales reales, 34. 1.2. Regímenes especiales: Chile y Pa-
namá, 39. 1.3. Otras obligaciones, 43. 1.4. Fiscalización
de otros tribunales: La Santa Cruzada, 48. 2. Los libros
de la Contaduría, 51. 3. Atribuciones judiciales, 53. 3.1. Fa-
cultades ejecutivas, 54. 3.2. Búsqueda de la autonomía ju-
dicial, 55.

m Los ministros de la Contaduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61


l. Contadores de cuentas, 61. 1.1. Los primeros contado-
res, 64. 2. Contadores de resultas, 77. 3. Oficiales ordena-
dores, 80. 4. Otros funcionarios de la Contaduría, 81. 5.
La Contaduría y la venta de oficios, 83.

IV Rendición de cuentas y análisis de la eficacia del Tribunal


de la Contaduría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . · 90
l. La rendición de cuentas, 91. 1.1. Del optimismo inicial
a la amenaza de supresión, 96. 1.2. Drásticas medidas contra
la Contaduría, 99. 1.3. Las soluciones del conde de Chin-

chón, 105. 1.4. El ingenuo proyecto de Gómez de Prade-


VI ÍNDICE

Capítulos Páginas

da, 108. 1.5. Una solución personalista, 113. 2. La Visita


a Potosí, 115. 2.1. La Visita de Alonso Martínez de Pastra-
na, 117. 2.2. Dilación de la Visita: la obstinación de los con-

tadores, 120. 3. Causas del atraso de las cuentas, 126. 3.1.
Amplitud del territorio, 126. 3. 2. Exceso de trabajo, 127.
,
3.3. Condiciones de trabajo, 129. 3.4. Escasez de perso-
nal, 130. 3.5. Enfrentamientos y conflictos jurisdicciona- •

les, 136. 4. A manera de conclusiones, 145.

V La Contaduría en el siglo XVIII (1) . . ........••..... 147


l. Con,tinuidad y pasividad en las primeras décadas del
XVIII, 147. 1.1. La venta de oficios, 148. 1.2. Conflictos pro-
tocolarios, 159. 2. Los nuevos ministerios, 162. 2 .1. El re-
. gente, 163. 3. La refor1na de 1720, 171. 4. Cuatro dé,cadas
anodinas (1723-1761), 175. 5. La Sala de Ordenanza, 178.

VI La Contaduría en el siglo XVIII (11) .......•........ 182


l. Amat, el primer virrey de Carlos 111, 182. 2. Las visitas
generales, 188. 2.1. El visitador Areche, 190. 2.2. El visi-
tador Escobedo, 203. 3. El régimen de intendencias y la
reforma de 1786, 210. 3.1. El contador de la Mesa de la Ra- •

zón, 212. 3.2. El régimen de intendencias y el Tribunal de


Cuentas, 214. 4. El régimen de intendencias y la Sala de
Ordenanza, 216. 5. La <<rebelión>> de los contadores de re-
sultas, 220. 6. La Contaduría en la última década del •

xvm, 225.

VII La Contaduría en el siglo XIX • . • • • . • • • . • • • • • • • • • • • 230


l. Continuidad de los problemas, 230. 2. La reforma de
1812, 232. 3. Las luchas partidarias en la Contaduría Ma-
yor, 236. 4. El proyecto del contador único, 247. 5. La re- ·
forma de 1820, 249. ~

VIII Rendición de cuentas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 255


l. Continuidad de los problemas, 255. 2. La acción del pri-
mer regente, 256. 3. Vuelta a la ineficacia, 260. 4. La Visita
. a Potosí, 265. 5. Las cuentas peruanas en el reinado de Car-
los III, Tl5. 6. El método de partida doble, 284. 7. Decaden-
cia de la contabilidad virreinal, 291.

Bibliografía y fuentes ............................ 297


• •




ABREVIATURAS MÁS UTILIZADAS

AGI: Archivo General de Indias.


AEA: Anuario de Estudios Americanos.
AHDE: Anuario de Historia del Derecho Español.
ANP: Archivo Nacional del Perú.
BAE: Biblioteca de Autores Españoles.
BNM: Biblioteca Nacional de Madrid.
BPR: Biblioteca del Palacio Real de Madrid.
BRAH: Biblioteca de la Real Academia de la Historia.
CODOIN 1: Colección de documentos inéditos ... América y Oceanía.
CODOIN II: Colección de documentos inéditos ... Ultramar.



A Rafael, Isabel, Pablo y María, mis hijos .





~- •
-----

• •

• • •


INTRODUCCION

La Historia de la Hacienda indiana no se encuentra entre los intere-


ses predilectos de los arnericanistas, aunque, es fuerza reconocerlo, cada
día son más abundantes las monografía.s inspiradas por el movimiento
económico del Estado español en sus posesiones ultra1narinas. Aserto
aquél que, si bien es aplicable a todo el período hispano, tiene especial
vigencia para el siglo XVII: El proceso institucional de las fmanzas ame-
ricanas en el siglo XVI cuentan, por lo menos desde hace unos años,
1
con una irnportante obra general, la de Ismael Sánchez Bella • La Ha-
cienda en el siglo xvm ha corrido mejor suerte historiográfica al ha-
ber sido tratada con relativa mayor a111plitud, enmarcada en las refor111as
- _Lt.Jonicas de la segunda mitad del siglo, porque no puede olvidarse
que la mayor parte de esos cambios políticos administrativos tienen un
leitmotiv fundamentalrnente económico y que muchos de los funcio-
narios de nuevo cuño superintendentes, intendentes y subdelegados-
tienen de forma preferente atribuciones financieras. En el caso del Pe- -
rú cabe destacar, por su tratarniento específico del tema, el artículo de
Guillerrno Céspedes del Castillo, Reorganización de la Hacienda vi-
rreinal peruana 2 , en el que se esbozan de fo1·ma general los cambio.s
introducidos en la administración hacendaría, aportando además una
visión retrospectiva de las diferentes .instituciones.
Este desinterés por el siglo XVII es en cierta for111a explicable: el

1
Sánchez Bella, Ismael, La Organización financiera de las Indias, siglo XVI (Sevi-
lla, 1968). Esta obra cuenta con un interesante repertorio bibliográfico sobre la historia
de la Hacienda indiana. Desde su publicación en 1968, la lista puede engrosarse con nue-
vos e importantes títulos. Otra muestra de las buenas perspectivas que tiene esta parcela
histórica es el que el IV Congreso Venezolano de Historia le dedicara en exclusiva una
de sus secciones de estudio.
2
Céspedes del Castillo, Guillermo, <<Reorganización de la Hacienda peruana en el si-
·glo XVIlI>>, en Anuario de Historia del Derecho Espa:ñol, núm. 23 (Madrid, 1953), pági-
nas 329-369.

'

2 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

siglo antecedente es muy rico para cualquier tipo de historia institucio-


nal o fáctica, porque es un período agitado en el que los territorios arne-
ricanos están en pleno proceso de formación, y en el siguiente, después
de un aparente letargo, entran nuevamente en ebullición, tanto por las
iniciativas que se toman desde el Poder central como por la aceleración
de los procesos ideológicos, sociales y económicos que presagian ya
la ruptura del siglo XIX. Pero aunque sea explicable, no justifica el aban- .
dono de un extenso período, extenso e importante, en el que en un ci- •

clo largo se gestan los carnbios de mentalidad en los diferentes •

estamentos y los estructurales necesarios, desde todo punto de vista,


para entender los procesos posteriores. La ausencia de grandes sobre-
saltos, de hitos importantes, insisto, no implica estancamiento, sino sim-
plemente un proceso más lento, pero no por ello menos trascendente.
En los primeros años de esta centuria olvidada se crean las tres pri-
meras contadurías indianas: Lima, México y Santa Fe, que, como bien
dice Sánchez Bella, señalan << ... el fin de un período, caracterizado por
la autonomía de las distintas demarcaciones territoriales, creadas con
3
fmes fiscales, y su dependencia directa con la Metrópoli>> , y el ini-
cio de otro que sólo se cierra con el advenimiento de las mencionadas
refor1nas en la segunda mitad del siglo xvrn. Sin embargo, en este di-
latado período, de más de siglo y medio, hay que distinguir dos etapas
bien defmidas, la primera es la que denomino etapa o época fundacio-
nal; concepto, ciertamente, difícil de definir, pero que en principio, en
el caso de la Contaduría limeña, se prolonga desde su implementación
unas cinco décadas, etapa en la que se perfilan el marco jurídico y el .
modus operandi del Tribunal, y en la que la fuerte personalidad de los
primeros contadores influye poderosamente no sólo en la configura- •

ción de su p~opio organismo, sino en la marcha general de la Real Ha-


cienda. La desaparición natural de estos primeros funcionarios
-Martínez de Pastrana, López de Caravantes, Suárez ... · y su paula- •

tino reemplazo por otros menos eficaces, más ano~inos situación pro-
piciada en gran parte por la extensión de la política de ventas de oficios
que, como en otros muchos casos, dejó también sentir sus perniciosos
efectos en la institución que ahora estudiamos , marca ese límite po-
co definido entre la primera <<época fundacional>> y un largo segundo
tiempo que se extiende 11asta las refor1nas borbónicas, en el que se acen-
túan los defectos de la Contaduría y su fuerte tendencia a la inercia.
Las actitudes y defectos de los ministros del Tribunal de Cuentas de

3
Sánchez Bella, Ismael, La organización... , p. 6.



INTRODUCCIÓ N 3

Los Reyes no les son privativos porque en gran parte son las notas ca-
racterísticas del resto de los funcionarios coloniales. ¿La explicación
estará quizá en que se han dor1nido los grandes ideales de la Monar-
quía hispánica y que la sociedad se ha aburguesado en el sentido más
peyorativo del tér1nino ? Sólo hay un breve paréntesis cerca de dos
décadas durante el reinado de Carlos fil en el que los ministros de
la Contaduría limeña parecen despertar de su aletargamiento, para caer
nuevamente en sus defectos inveterados. Está por hacerse todavía la obra
que estudie en profundidad la mentalidad de los esta1nentos sociales
indianos, más concreta1nente de los sectores burocráticos. Material no
falta. En esta monografía, aunque no es ni mucho menos su primera
intención, podrán encontrarse esbozados algunos de sus rasgos y abun-
dai1tes ejemplos que podrían contribuir a esa obra en profundidad.
Uno de esos rasgos es el desmedido afán de privilegios, preminen-
cias y ostentación. Defectos con los que se ha querido singularizar al
Tribunal de Cuentas. Ciertamente los tuvo, pero no en exclusiva; eran,
insisto, notas distintivas no sólo del resto de los servidores del Estado,
sino de la sociedad de la época. Lo que ocurre, en mi opinión, es que
la Contaduría se instala tardía1nente, cuando el resto de las principales
instituciones indianas ya lo estaban perfectamente, y en la pugna por
ocupar el sitio jerárquico que le corresponde, dichas notas destacan de
for1na particular. Muchas de sus pretensiones, qué duda cabe, son jus-
tas y fundadas en Derecho, más aún, necesarias para el buen funciona-
miento del Tribunal; otras no tanto, como en el caso, por ejemplo, del
nombre de la institución: Según los contadores, las primeras ordenan-
zas de 1605 le dieron el título de Tribunal o Contaduría Mayor de Cuen-
tas, y a sus principales ministros, el de contadores mayores; pero ni
en las manuscritas del libro de Registro del Consejo de Indias ni en
las que poco después se i1nprimieron aparece tal denominación. De to-
das formas, a instancias del marqués de Montesclaros, con quienes los
auditores limeños mantuvieron . una larga y desagradabl e
disputa, en las segundas ordenanzas de 1609 se les negó expresamente
4 5
el calificativo de mayor • Pese a la protesta corporativa del Tribunal ,

<<Que los dichos contadores no se intitulen de contadores mayores, ni los tribunales


4

se llamen contaduría mayor, ni sobre escriban los unos ... nombrándose de mi Consejo
y mis contadores mayores, sino solamente se llamen y deban llamar contadores d~ ~uen­
tas, y a los tribunales de contadurías de cuentas, y que en las cartas que ellos escr1b1eren
por el Tribunal a oficiales reales o cabildos de ci.udad, corregido~es y ~tras. personas y
en las que a ellos se escribieren ... se haga lo nusmo que con rms aud1enc1as reales y
con el rrJ.smo estilo.>> Capítulo de las ordenanzas de 1609. En la Recopilación de leyes
1

4 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

la Corona mantuvo una postura inflexible. Los contadores optaron en-


tonces por hacer caso omiso del <<agravio>>y seguir intitulándose <<Los
contadores mayores de cuentas de Su Majestad en su Tribunal Mayor
de Cuentas>>. Pasados los años, la costumbre prevaleció sobre la ley,
y sin que mediara nueva disposición comenzaron a recibir, incluso ofi-
cialmente, ese tratan1iento. Las Ordenanzas de Intendentes de Buenos
Aires de 1782 dieron por fin el reconocimiento legal a esta situación
de hecho, aunque de forma sumamente velada • 6 •

La Contaduría de Los Reyes, lo mismo que sus homólogas de Mé- •

xico y Santa Fe, no supusieron en absoluto una novedad en el ordena-


miento jurídico de la época; tanto es así que el modelo que se les ofrece
en sus ordenanzas es el del Tribunal de la Contaduría Mayor de
7
Castilla • En el seno del Real y Supremo Consejo de las Indias exis-
tía, por otra parte, una Contaduría encargada, de forma privativa, de
la contabilidad indiana, que con la creación de los tribunales arnerica-
nos pierde precisa111ente sus atribuciones directas en la mayor parte de
los territorios ultramarinos. La Contaduría castellana hunde sus raíces

-

de los Reynos de Indias, última ed. (Madrid, 1973), VIII, I; Solórzano, por su parte~
añade: <<Y aunque por un capítulo de sus segundas ordenanzas se declara que no sella-
men contadores mayores, ni Contaduría Mayor, ni consejeros, todavía se llaman conta-
dores mayores, por haber suplicado de él y decir se les dió este título en la cabeza de
las primeras, como ya se ha referido.>> Política Indiana, VI, XVI, 18 (Madrid, Buenos
Aires, 1930).
5
Carta de los contadores de cuentas, 30 de marzo de 1610, Archivo General de In-
dias de Sevilla (AGI), Audiencia Lima, 141.
-•
6
En efecto, t;l artículo 214 de las Ordenanzas de Buenos Aires dice: << • •• pues aun-
que he resuelto darles nueva planta uniformándoles en lo posible y conveniente con mi
real Tribunal y Contaduría de Cuentas de estos reinos, por haber cesado los motivos que
obligaron a dictar en parte la ley 93, título 15, libro 3>>. Confrontado este críptico texto
con la Recopilación, resulta que se refiere al nombre de la institución: <<Mandamos que
los Contadores de Cuentas no se intitulen Contadores Mayores ni el Tribunal Contaduría
Mayor.>>
Las ordenanzas de intendentes se citarán por la magnífica y útil edición comparativa
de las tres, Buenos Aires, Nueva España y General, de Gisela Morazzani de Pérez Enci-
so (Caracas, 1972).
7
Capítulo 23 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, l, 47. En el an-
tiguo régimen fiscal de Castilla existían dos contadurías mayores, la de Hacienda y la
de Cuentas. La creación en tiempos de Carlos V del Consejo de Hacienda absorbió en
la práctica a la primera, oscureciendo sus antiguas atribuciones, mientras que la segunda
mantuvo, aunque supeditada al Consejo, un campo de acción propio (Ramón Carande,
Carlos Vy sus banqueros, Madrid, 1949, pp. 47-76). Lógicamente cuando en este traba-
jo me refiero a la Contaduría Mayor de Castilla pienso siempre en la de Cuentas .


-

• •

INTRODUCCIÓN 5

8
en la Alta Edad Media • Evoluciona desde los antiguos mayordomos
del Rey a formas institucionales más modernas. El 2 de julio de 1437,
Juan II erige la Contaduría Mayor de Cuentas, que con las refo1·1nas
de los Reyes Católicos en 1476 obtiene las características que más o
menos tiene en los tiempos de la creación de las indianas. En otro Rei-
no peninsular, Navarra, la institución había tomado forma en el siglo
anterior, cuando en 1365 Carlos II el Malo fundó en Pamplona la Cá-
mara de Comptos para la fiscalización de las cuentas del Reino, con
atribuciones judiciales privativas.
Las contadurías indianas, como otras muchas instituciones hispáni~
cas en su trasplante al Nuevo Continente, modificaron algunas de las
características de su modelo original, adquirieron otras distintivas y en
general incrementaron su importancia. En efecto, los tribunales de cuen-
tas llenaron de alguna for1na el vacío que dejaba la inexistencia de otros
altos organismos de Hacienda con facultades consultivas y decisorias;
por ejemplo, algo similar al Consejo de Hacienda de Castilla o a los
que intentaron crear en el siglo anterior el marqués de Cañete y el con-
de de Villar, con muy escasa oportunidad y fortuna. Es cierto que el
lla1nado <<gobierno por mayor de la Real Hacienda>> y más tarde la su-
perintendencia estuvo dentro de las facultades de los virreyes, y que
éstos se asesoraban con las juntas o acuerdos de Hacienda, pero sus
consejeros en general, particular1nente los oidores, carecían de los co-
nocimientos técnicos profesionales de los contadores de cuentas, quie-
nes de esta for111a se constituyen en asistentes imprescindibles del
gobernante; hecho que se hace más relevante si se considera que los
tribunales centralizaron en sus oficinas la más importante información
de la marcha económica de sus respectivos territorios jurisdiccionales.
La bibliografía específica dedicada a las contadurías indianas se co-
rresponde, sólo en parte, con la importancia de la Institución. El Tri-
bunal de Los Reyes tiene en su haber un artículo de Luis Ramírez Díaz
9
publicado en 1964 en la ReWsta Histórica, de Lima , con interesantes
aportes documentales y un estudio esquemático de su organización y
atribuciones, glosando principalmente las ordenanzas fundacionales de
· 1605 y 1609. La Contaduría en el Nuevo Reino de Granada ha sido es-
tudiada por Manuel Lucena Salmoral en su artículo- Creación del Tri-

8
Espejo de Hinojosa, Cristóbal, <<Antecedentes de la Contaduría Mayor de Cuentas
hasta las ordenanzas de 1478>>, en Boletín de la Sociedad Castellana de Excursion.es, nú-
meros 3, 4, 5 (Valladolid, 1907-1908, 1910 y 1911-1912).
• 9 Ramírez Díaz, Luis, <<El Tribunal y Audiencia Real de Cuentas>>, en Revista Histó-
rica, nú~. Z7 (Lima, 1964).

6 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

10
bunal de Contadores de Cuentas en Santa Fe de Bogotá , en el que
destaca de for1na preferente las dificultades que hubieron de enfrentar
los primeros contadores con las autoridades establecidas; artículo que
de alguna manera sirvió de base para el Capítulo Sexto del tomo que
11
corresponde al mismo autor en la Historia Extensa de Colombia • Sán-
chez Bella presentó en el W Congreso Venezolano de Historia una pe>-
nencia sobre el Tribunal de Cuentas de la Ciudad ,, de México, que ha
11
sido publicado en la respectiva Memoria ª. Ultima111ente también ha
aparecido un nuevo estudio sobre la Contaduría mexicana, la del profe- •

sor Luis Navarro García, referido a los primeros años del siglo xvm • 12

Y precisamente en esta centuria, en que se potencian las instituciones


del Río de la Plata, se creó un nuevo Tribunal de Cuentas con sede
en Buenos Aires, que primero, en 1942, mereció la atención de César
13
Pillado Ford , y, años después, en 1951, la del historiador del Dere-
14
cho argentino José María Mariluz Urquijo • Algo similar ocurre en
la Capitanía General de Chile: su secular autonomía en la administra-
ción financiera frente a las autoridades limeñas se consolida con la crea-
ción de una nueva Contaduría, cuya evolución e importancia histórica
1
han sido puestas de manifiesto por Fernando Sil\.-z.. "
Con excepción del primer capítulo de esta monografía, en el que
el terreno ha sido ya tratado por autores modernos, especialrnente por
el americanista alemán E. Schafer y por el ya citado Sánchez Bella,
el resto de la obra ha tenido que basarse funda1nentalrnente en fuentes

10
Lucena Salmoral, Manuel, «Creación del Tribunal de Contadores de Cuentas en

Santa Fe de Bogotá», en Boletín Cultural y Bibliográfico, vol. V, núm. 8 (Bogotá, 1962).
11
Lucena Salmoral, Manuel, Historia Extensa de Colombia. Nuevo Reino de Gra-

nada. Real Aui:liencia y Presidentes, 1 (Bogotá, 1965), pp. 81 y ss. José Gabriel Rojas
defendió en la Universidad de Navarra su tesis doctoral sobre la Contaduría de Santa
Fe que completará cuando se publique la visión de la institución en esas latitudes.
ª Sánchez Bella, Ismael, <<El Tribunal de Cuentas de M~xico (siglo XVII)>>,. en Me-
11

moria del IV Congreso Venezola110 de Historia, III (Caracas, 1983), pp. 63-121.
12
Navarro García, Luis, <<El Real Tribunal de Cuentas de México a principios del si-
glo XVIII>>, en Anuario de Estudios Americanos, XXXIV (AEA) (Sevilla, l<J77), pági-
nas 517-535.
13
Pillado Ford, César, «El Tribunal Mayor de Cuentas de Buenos Aires», en Archi-
vo General de la Nación. Papeles del Archivo (Buenos Aires, 1942), pp. 319-326.
14
Mariluz Urquijo, !osé María, <<El Tribunal Mayor y Audiencia Real de Cuentas de
Buenos Aires», en Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, número 23
(Buenos Aires, 1951).
15
Silva Vargas, Femando, «La Contaduría Mayor de Cuentas del Reino de Chile»,
en Estudios de Historia de las Instituciones políticas y sociales (Santiago de Chile, 1968),
pp. 103-179.



INTRODUCCIÓN 7

más o menos directas: en los documentos, publicados algunos, inédi-


tos la mayor parte, provenientes de archivos peruanos 16 y españoles,
muy especialrnente del Archivo General de Indias de Sevilla. Si las obras
de los tres tratadistas de la Hacienda Virreinal, coetáneos de la <<época
fundacional>> de la Contaduría Gaspar Escalona y Agüero, Juan de
Solórzano Pereira y Francisco López de Caravantes , son imprescin-
dibles para cualquier trabajo de este género en el Perú 17 , es inútil pon-
derar la importancia que ha tenido para éste en concreto la Noticia
General del Perú, de López de Caravantes, quien fue precisamente uno
de los <<contadores-fundadores>> de la Institución. De la misma forma
otro ministro de la Contaduría limeña, Manuel Feijóo de Sosa, siglo
y medio más tarde se torna ta1nbién en valioso informante, a través de
18
la A-femoria del virrey Amat , de la que, en la autorizada opinión del
profesor Lohmann, fue el verdadero autor de la extensa parte de Real
Hacienda.
Otra fuente i1nprescindible para el conocimiento de la organización,
régimen, atribuciones, etc., de los tribunales de cuentas indianos son
sus ordenanzas. Estas se encuentran tanto en sus versiones manuscri-
tas como impresas, en diversas secciones del Archivo General de
Indias 19 • Por otra parte, dos obras clásicas, el Gazophilacium Regium
Pernbicum, de Escalona y Agüero, y úis Ordenanzas del Perú, de To-

16
En el incendio del 6 de diciembre de 1884 nos infor·ma Jorge Basadre que des-
truyó la parte<< ... izquierda de la fachada y edificios adyacentes del Palacio ... se perdió
casi por completo el antiguo archivo del Tribunal Mayor de Cuentas, que databa de la
segunda mitad del siglo XVI». Historia de la República, I (Lima), p. 199.
Cuando hace algunos años, con ocasión de investigar sobre este tema para un trabajo
universitario, acudí al presunto Archivo histórico del Tribunal de Cuentas de Lima me
di con la ingrata sorpresa de que éste se reducía a un montón de papeles sucios, maltre-
chos y desordenados; por supuesto, sin ninguna clasificación. Uno de los <<responsables»
me dijo que los papeles viejos le había preguntado por los documentos del XVII ya
no existían. . . Por pudor histórico omito el resto del diálogo. Sólo resta lamentarse de
que haya desaparecido así, por incuria, una fuente tan rica para la historia económica
• peruana y de los países vecinos .
17 Escalona y Agüero, Gaspar de, Gazophilacium Regium Perubicum (Madrid, 1647),

ed. boliviana: Gazofilacio Real del Perú (La Paz, 1941); Solórzano Pereira, Juan de, Po-
lítica iridiana; López de Caravantes, Francisco, ,Noticia General del Perú, Biblioteca de
Palacio Real de Madrid, núms. 1.631 a 1.634.
18 Menwria de Gobierno del Vi"ey Amat, edición de Vicente Rodríguez Casado y Flo-

rentino Pérez-Embid (Sevilla, 1947).


• 19 AGI, Indiferente General, 428, libro de Registrg 32, fols. 101-117 y 202-220; e In-
diferente General, 1691.



8 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

20
más de Ballesteros, las recogen entre sus textos jurídicos • Casi sin
alterar el orden fueron incorporadas íntegrarnente a la Recopilación de
21
1680 • Podría decir, por lo tanto, con Solórzano: <<no las inserto ... por
22
evitar prolijidad y por andar como andan impresas ... » .
Termino esta introducción agradeciendo a don César Albiñana y
en su persona al Instituto de Estudios Fiscales el aliento moral y ·la
ayuda económica que se me otorgó para la investigación de la obra;
y a don Mario Hernández Sánchez-Barba, quien con su amable acogi- ·
da ha hecho posible su publicación en esta importante editorial. .



• • •

20
Escalona, Gazophilacium, Apéndice III, y Ballesteros, Tomás de, Tomo Primero
de las Ordenanzas del Perú, 1 (Lima, 1685, reedición: Lima, 1972).
21
Recopilación, VIII, l.
22
Solórzano, Política Indiana, VI, XVI, 13.


I. PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN
DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS

l. Mecanismos de seguridad. 2. Los visitadores. 3. El gobierno por


mayor de la Real Hacienda. 4. Antecedentes, gestiones y peticiones.
5. La creación de las contadurías en Indias. 6. Asentamiento del Tri-
bunal de Cuentas en la Ciudad de los Reyes.
• •

• ••

-
Las altas instancias del Poder en Indias no demostraron excesiva
confianza en los administradores del Tesoro Real; perspectiva desde
la que se entiende perfectamente el interés de la Corona <<en la for1na-
ción de un completo sistema legal de garantías que debía asegurar el
perfecto funciona1niento de la Hacienda indiana mediante la doble fun-
ción de control de la actuación de los funcionarios del Fisco y el casti-
go de las transgresiones que se originaran>>, como dice el historiador
1
del derecho indiano Sánchez Bella • Este sistema de garantías, siguien-
do al mismo autor, puede resumirse en los siguientes aspectos:
a) Fianzas. Los oficiales reales estaban obligados, antes de tomar
posesión de sus ministerios, a presentar fianzas <<llanas y abonadas>> por
un monto determinado, que varía con el tiempo, lugar y circunstancias.
b) Juramentos. Del mismo modo debían comprometerse, bajo so-
le1nne juramento, a guardar secreto de sus oficios y a servir fielmente,
procurando siempre el incremento de la Real Hacienda.
c) Libros. En procura de establecer una contabilidad segura, se
obligó a los administradores fiscales a anotar todas las operaciones de
sus ejercicios en diversos libros; aunque con este afán se sacrificó mu-
chas veces <<la claridad y simplicidad de la máquina administrativa>> .



1
Sánchez Bella, Ismael, La Organiz.ación, p. 257.

9

• •

10 CONTROL FISCAL EN EL VIR~~EINATO PERUANO

d) Caja de <<tres llaves>>. Para su seguridad, los tesoros reales de-


bían guardarse en arcas protegidas por candados y cerraduras, que pa-
ra abrirse requerían el concurso de todos los funcionarios custodios de
las respectivas llaves.
e) Multas y condenaciones. Las transgresiones de estas y otras mu-
chas normas que regulaban las actividades de los oficiales reales esta-
ban expresa1nente gravadas con fuertes penas, que iban desde la simple
multa, pasando por la pérdida de oficio y la cárcel, hasta la pena capi- ·
tal. No se prodigaron, pero en ocasiones se ejecutaron, llegando inclu- .
so a costar la vida de más de un funcionario.

1.1. Rendición de cuentas

Pero, indudablemente, el principal medio de control fue la rendi-


ción de cuentas la fiscalización de la labor de los a · ·stradores
de la Hacienda , sin la cual las anteriores garantías perdían casi toda
su eficacia. La liquidación de las cuentas finales, hasta la creación de
las contadurías indianas, estuvo reservada a la del Consejo de Indias,
adonde se tenía que enviar cada año un <<tiento de cargo y data>> un
balance provisional y cada tres años las cu~ntas definitivas. Aun en
el supuesto de que esto se hubiera hecho con la regularidad requerida,
tal cometido era, por sus especiales circunstancias, un trabajo difícil
y excesivo para las posibilidades de los contadores del Consejo. <<Aña-
díase a esto, dice Schafer, la dificultad de las largas distancias en las
preguntas, seguramente muy raras, pero inevitables>> 2 • En la práctica,
la mayor parte de las cuentas fueron ton1adas por muy diversas persa- -
nas y muy. distintos medios.
Los primeros exámenes serios de las cuentas peruanas no se hicie-
ron hasta la segunda mitad del siglo XVI. Los graves trastornos s~cio­
políticos . por los que había atravesado el país _hicieron inviable cual-
quier intento en este sentido: Con el séquito del tl'istemente célebre pri-
mer virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela, viajó el secretario del
Consejo Real Agustín de Zárate, en calidad de contador general de los
3
Reinos de Perú y Tierra Firme , quien pese a que se vio envuelto en

2
Schafer, Ernesto, op. cit., II, p. 173.
3
Gutiérrez de Santa Clara, Pedro, Quinquenarios o Historia de las guerras civiles
del Perú (1544-1548), Biblioteca de Autores Españoles (BAE), núm. 165, p. 155; Fernán-
dez, Diego, Historia del Perú, BAE, núm. 164, p. 7~ Calvete de Estrella, Juan Cristóbal,
Rebelión de Pizarra en el Perú)' vida de don Pedro de la Gasea, BAE, núm. 167, p. 242 .
• •


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN BE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 11

los sangrientos sucesos de la guerra civil, como uno de los personajes


de primera fila, y al poco tiempo que permaneció en el territorio
llegó en 1544 y en 1546 estaba ya de regreso en la península 4 pu-
do cumplir en algo su cometido, aunque, apremiado por esas mismas
circunstancias, no llegó a completar y liquidar las cuentas. El relato
del cronista Calvete de Estrella resulta desde este punto de vista muy
sugerente: <<La muerte de estos capitanes hizo que Gonzalo Pizarra sa-
liese más presto con su ca1npo de Lima. Tomó los dineros de las cajas
del Rey y cobró los de los alcances que el contador Agustín de Zárate
hizo a los oficiales reales de aquella ciudad. El cual viendo lo que Gon- •

zalo Pizarro hacía y teniendo las cuentas del tesorero Alonso Riquelme
muy al cabo, no osó concluirlas, y Gasea le hizo después de alcance
al tesorero ochenta y cuatro mil pesos de oro>> 5 •

1.2. El sistema de la cédula de 1544

En 1554 se intentó uniformar los rr1ecanismos de rendición de cuen-


tas en orden a una mayor eficacia. Sistema que de una forma o de otra
rigió para todos los territorios a111ericanos hasta la creación de los tri-
bunales de cuentas. El documento regio contiene desordenada,1nente mu-
chas disposiciones socioeconómicas, pero en cuanto se refiere de forma
concreta a la liquidación de las cuentas se pueden extractar las
6
siguientes :
a) Las cuentas de los oficiales reales se tomarán al principio del
año siguiente y se liquidarán en el plazo de dos meses.
b) Vencido este plazo, si hubiere negligencia probada por parte de
los oficiales reales, no se les pagará sus salarios. .

4
Cfr. los comentarios de Juan Pérez de Tudela Bueso a la Relación de las cosas del
Perú desde 1543 hasta la muerte de Gonzalo de Piz.arro, BAE, núm. 168 (Madrid, 1963),
pp. 245 y SS.
5
Calvete de Estrella, Juan Cristóbal, op. cit., p. 242. Agustín de Zárate, como afir-
ma Sánchez Bella (La Organización, p. Z70, cjtando a AGI, Contaduría, 1452) en su es-
tancia en Panamá, junto al primer virrey peruano, antes de embarcarse hacia su sede,
debió tomar las cuentas de esa Caja. La fama de Zárate, no obstante, se debe más que
a su celo como funcionario de la Corona, a la redacción de una de las crónicas más co-
nocidas sobre ese turbulento período de la historia peruana: Descubrimiento y Conquista
de la Provincia del Perú, BAE, núm. 26, pp. 459 y ss.
6 Valladolid, 10 de mayo de 1554. Cedulario Indiano, Encinas, Diego (Madrid,

1597)' m, pp. 248 y SS. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento,


conquista y organiz.ación de las antiguas posesiones de América y Oceanía, publicada

12 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


1

e) Las cuentas deberán ser tomadas por el presidente de la Audien-


cia acompañado de dos oidores por tumo y asistidos por personas
expertas en cuentas y por un escribano. Donde no residiera la Audien-
cia se encarga al gobernador, ayudado por dos regidores y el escribano
7
del Consejo •
d) Los oidores <<que tomaren dichas cuentas a los oficiales rea-les
de la provincia o isla donde residieren, tengan de ayuda de costa veinti-
8
cinco mil maravedís>>, es decir, noventa y dos pesos de a ocho reales • •
e) Las cuentas así tomadas no se consideran fmales; ter1ninadas
se remitirán al Consejo de Indias, en donde revisadas y comprobadas
se les dará el oportuno finiquito.
El sistema, pese a representar un progreso sobre la etapa preceden-
te, en la que, repito, se careció de criterios definidos, no solucionó en
absoluto el problema de un control financiero eficaz. Las razones de
este fracaso son evidentes: por una parte, la mayoría de los responsa-
bles no fueron especialistas en materias económicas, y, por otra, se re-
cargó de trabajo a unos funcionarios que ya tenían suficiente con sus
obligaciones habituales.

2. WS VISITADORES

Los problemas tendieron a agravarse paulatinarnente, entre otras co-


sas porque la economía indiana, especialmente en el Virreinato perna-

por Pacheco, Cárdenas y Torres Mendaz.a (Madrid, 1864-1884) (CODOIN, 1), t. 18, pp. 330 ·
y ss., 342 y ~s.; Caravantes, Noticia General, IV, 4, 1 a 8; Sánchez Bella (La Organim-
ción, p. 60, n. 157) hace una relación de las diversas copias existentes en AGI: Indiferen-
te General, 415, 195; ibídem 352, 71 v. Contaduría, 1382, 1, 4. México, 323. «Fue
refrendada en 12 de junio de 1559 (AGI, Lima, 568, 1, 180 v.); 29 de julio de 1560 (AGI,
lnd. Gral., 472, 11, 110 v.); 2 de febrero de 1562 (AGI, Lima, 568, 11, 220 v.) y 26 julio
1563 (AGI, Contaduría, 1382, 1, I)» Otra reiteración aparece en Codoin, I, 18, pp. 341
y ss. dirigida a la Audiencia de Charcas el 26 de junio de 1564, en la que en las conside-
raciones preliminares se reprende a los funcionarios altoperuanos, porque pese a << ••• la
dicha nuestra Provisión, suso incorporada, no hay el recaudo que se requiere, a cuya
causa
. no se tiene con ,
nuestra Hacienda la cuenta y razón que sería justo, porque del año
cincuenta y nueve aca, no parece haber vosotros enviado cuenta alguna ni relación del
estado en que las dichas cuentas están».
7
López de Caravantes, apostilla que en esta disposición no se incluía a los gober-
nadores perpetuos (Noticia General, IV, IV, 30), pero no dice por qué razones; quizá
la explicación se encuentre en que la Corona desconfiaba de quienes ostentaban el cargo
por ¡rivilegio y no por designación suya o de sus representantes.
En algunas ocasiones para hacer más intelegibles las cantidades o facilitar su com-


PROLEGÓMEN OS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 13

no, acelera su proceso de expansión y, en consecuencia , ta111bién se


incrementa el volumen y el aparato fiscal. En consideración a todas
estas razones, el Consejo de Indias. decidió proseguir, paralela1nente,
con el nuevo sistema, enviando visitadores, personal capacitado, que
aunque sólo fuera de forma esporádica revisaran con seriedad las cuentas
9
a1nericanas •
El contador Pedro Rodríguez Portocarrero fue comisionado por el
Consejo para tomar todas las cuentas de Hacienda Real en las provin-
cias de Perú y Nueva Toledo. Su nombramient o 3 de agosto de
10
1555 fue prorrogado en varias oportunidade s·11, hasta completar un
período de casi siete años de servicios en el Perú regresó a España
en 1562 , en el que si bien adelantó la puesta al día de muchas cuen-
tas, otras, las más, quedaron sin revisar. El contador tuvo tamb.ién una
interesante participación en los asuntos políticos de la época, oponién-
dose eficazmente a las extralimitaciones del marqués de Cañete en asun-
tos financieros. Las comunicacion es del visitador contribuyeron a que
en la Corte se tomara conciencia de los desaciertos del virrey 12 e, in-
cluso, quizá, a que se tomara la decisión de deponerlo. En efecto, en
la misma consulta del Consejo de Indias en la que se pone a considera-
ción del Monarca un infor1ne de Pedro Rodríguez <<Sobre los gastos
excesivos del marqués de Cañete en el Perú>> se pide la sustitución
del virrey; don Felipe anota al margen: <<que parece muy bien lo que
el Consejo dice y que luego se debería proveer visorrey porque con
13
la dilación el daño podría ir muy adelante>> •

paración con otras, se convierten a la moneda real y de uso más corriente, el peso de
a ocho reales.
9
«El envío de contadores desde España dice Sánchez Bella fue práctica acos-
tumbrada durante todo el siglo XVI. En La Española actuaron Gil GonzáJez Dávila, Pe-
dro de Isasaga y los licenciados Juan de Vadillo y Gaspar de Espinosa. En Nueva España,
Gonzalo de Aranda y Martín de Yrigoyen. En el Virreinato peruano, Agustín de Zárate,
?edro Rodríguez Portocarrero, Juan de Vivero y Fernando Sierralta (además de Ortega
de Melgosa, que a diferencia de los anteriores, enviados por el Consejo de Indias, lo
fue ~or el de Hacienda)». La Organización, pp. T73 y ss.
«Índice de los Documentos del Consejo de Indias», en la Colección de documen-
tos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas pose-
siones españolas de Ultramar, publicada por la Real Academia de la Historia (CODOIN
II), t. 15 (r 1adrid, 1885-1932), p. 192.
11 1 de
febrero 1558, Tl de enero de 1559 y 19 de mayo de 1560, AGI, Lima, 1, fo-
lios 29 v. y 441.
12
-Sánchez Bella, Ismael, <<El Gobierno del Perú, 1556-1569>>, en Anuario de Estu-
dios Americanos (AEA), núm. 17 (Sevilla, 1960), pp. 4ITT-524.
• 13 4 de noviembre de 1557, AGI, Indiferente General, 738, 14. Cfr, Heredia Herre-
ra, Antonia, Catálogo de las Consultas del Consejo de Indias, 1 (Madrid, 1972), pp. 98 y ss.

14 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

En 1560 llegaron a Perú el nuevo virrey, el conde de Nieva, y los


tres comisarios de la Perpetuidad. Uno de ellos, Ortega de Melgosa,
iba además con una misión especial del Consejo de Hacienda que
tuvo la ad1ninistración de las fmanzas indianas desde 1559 hasta 1562-
para tomar las cuentas de los oficiales reales y de todos aquellos que
14
tuvieran parte en la administración hacendaría • Sánchez Bella expo-
ne la escasa eficacia del contador: <<Al pasar por Santa Marta y Carta-
gena no se atreve a tomárselas, porque en el poder que se le dio no
se especifican dichas cajas. En nombre de Dios, dado que es mucha
la tarea, pues hacía muchos años que no- se revisaban, se limita a hacer
un tanteo provisional. Lo mismo hace en la Caja de Piura. Al llegar
a Li1na, encuentra allí a Rodríguez Puertocarrero, que tenía poder para
tomarlas despachado por el Consejo de Indias, y, en la duda, se decide
que las prosiga éste. En 1562 se ordena la vuelta a España de a1nbos
contadores y que la Audiencia prosiga la toma de cuentas>> 15 •
16
Los otros dos contadores-visitadores que menciona Sánchez Bella
no llegaron a estar nunca en lo que propiarnente constituía el reino o
provincias del Perú, porque, como él mismo explica, Fernando de Sie-
rralta revisó las de Cartagena, Santa Fe, isla Margarita y Río de la Ha-
cha. <<Quizá no tuvo tiempo para revisar las de las demás cajas de la
Gobernación de Venezuela y las de la Caja de Quito, pues falta la res-
pectiva indicación de las remesas enviadas a la Contaduría del Consejo
17
de Indias>> • El otro, Juan de Vivero, tuvo expresa co1nisión para re-
visar las cajas de las provincias de Pruia1ná, L·i ma, Charcas y Chile.
Sánchez Bella informa de las desavenencias del contador con los ofi-
ciales reales de Panamá y del fallo de la Audiencia a favor de estos últi-
18
mos. Al perder su rastro, presume que murió allí • En realidad debió de .
regresar '1: España apremiado por los mismos consejeros de Indias que
lo habían enviado, porque en una consulta elevada al Monarca pedían
• que retomara junta1nente con el otro contador, Hernando de Sierralta .
La respuesta del Rey, entre sorprendida e irónica, dice: <<pues habién-

dolos enviado tan lejos os parece que conviene se vengan, dejando aque-
llas cuentas en el estado que tuvieren, es de creer que estaréis enterados
de que no proceden como conviene y así es bien lla1narlos y las cédu-

• 14
Caravantes, Noticia General, 4, IV, 9 y 10; Sánchez Bella: El gobierno, pági-
nas 66 y ss.
15
Sánchez Bella, La Organización, pp. Zl9 y ss.
16
Vid. supra (nota 9).
17
Sánchez Bella, La Organización, p. 281.
18
Loe. cit.




PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 15

las van firmadas y ved si se podrán proseguir allá las cuentas y por
19
quién y cómo>> • Las sorpresas continúan. Muy poco tiempo después
el contador Vivero es rehabilitado por el Consejo y propuesto nueva-
mente al Rey para visitar la Audiencia de Panamá acompañando al li-

cenciado Calderón. Don Felipe no acepta de momento, y propone a


su vez que ya que el contador <<está tan bien enterado de aquellas cosas
hiciese por escrito una copiosa relación de todas y que con ella e ir
el licenciado Calderón bien instruido de lo que conviniese de aquí, hi- •

ciese sólo la visita y viese las cuentas de mi Hacienda y averiguase el


gasto demasiado que se hizo en despachar de Pana1ná a don Gonzalo
de Ronquillo y lo que más fuese necesario, pues creo que con esto se •

podría excusar la vuelta de dicho contador allá y se conseguirá lo que


se pretende, y avíseseme lo que pareciere>> º. Una semana después los
2
21
consejeros insisten en su plantea11riento y el Rey por fm accede • En
esta segunda visita a la Audiencia del Istmo, el contador Vivero cum-
plió con más fortuna su cometido; en 1586 el Consejo de Indias infor-
maba al Rey que el visitador había terminado con las cuentas de Tierra
Firme y solicitaba autorización para viajar a Perú y Charcas con el mis-
22
mo fin • Pese a la confortnidad de don Felipe, no hay indicios de que
se llevaran a la práctica tales deseos.

3. EL GOBIERNO POR MAYOR


DE LA REAL HACIENDA

Los virreyes indianos tuvieron una activa participación en la admi-


23
nistración hacendaria • En el Perú, desde el gobierno del conde de
Nieva, se les recortó sustancialrnente las facultades de libre disposi-
ción de los recursos fiscales, que habían gozado hasta entonces con la
justificación. de la pacificación de la tierra; pero al mismo tiempo se
fue llenando de contenido sus atribuciones de superintendencia . el go-
-
19
Consulta del 17 de febrero de 1582, AGI, Indiferente General, 740, 21. Cfr. He-
redia Herrera, op. cit., 1, núm. 983.
2
°
Consulta del 15 de diciembre de 1583; AGI, Indiferente General, 740, 2fJ7,
Cfr. Heredia Herrera, op. cit., 1, núm. 1202.
21
Consulta del 22 de diciembre de 1583; AGI, Indiferente General, 740, 209,
Cfr. Heredia Herrera; op. cit., 1, núm. 12fJ7.
22
Consulta del 13 de noviembre de 1586; AGI, Chile, 1, 11. Cfr. Heredia Herrera;
op. cit., 1, núm. 1567. 1


23
Vid Sánchez Bella, I.a Organiwción, el epígrafe ~La acción de los virreyes en
materias de Hacienda», pp. 36 y ss. ·


16 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

biemo por mayor, en la terminología de la época o supervigilancia


de la marcha de la economía y control de los a · ·stradores de la Real
Hacienda.
Aunque la creación del Consejo de Hacienda del Perú, de efímera
existencia, se explique en el cuadro de los despropósitos del marqués
24
de Cañete, como comenta Sánchez Bella , o por el peculiar carácter
de este virrey que, en palabras de Lohmann, <<llegó al Perú poseído de
25
un concepto desproporcionado de su investidura>> , tarnbién puede en- •

tenderse como un deseo mal encauzado más por la forma y las inten-

ciones que por el contenido de llenar un hueco en la ad1ninistración
del Fisco. Algo muy parecido puede predicarse del Consejo de Cáma-
ra y Estado para el asiento y quietud de las provincias del Perú y bene-
ficio de la Real Hacienda, que en su tiempo instauraron el conde de
Nieva y los comisarios, también de forma efímera, con facultad para
despachar con el sello y registro de la Real Audiencia 26 • En ca111bio,
la iniciativa que algunos años antes había tomado el licenciado don
Pedro de La Gasea de reunir semana1111ente bajo su presidencia una
Junta de Hacienda, con la concurrencia de representantes de la Audien-
cia, Caja Real de Lima y mucho más tarde, el decano del Tribunal
de Cuentas , sí fructificó; recibió la aprobación real y su práctica in-
cluso se extendió al Virreinato de La Nueva España Z7. Francisco Ló-
pez de Caravantes resalta la importancia de esta Junta o Acuerdo de
Hacienda, comentando que <<aunque en ninguna cédula se dice sean los
votos consultivos ni decisivos, pero la costumbre y conveniencia de los
virreyes han introducido sean decisivos y se guarda lo que parece a la
mayor parte>> •28

Juan de Solórzano Pereira, el príncipe de Esquilache y el mencio-


nado contador López de Caravantes coinciden en señalar que el origen
de las atribuciones de los virreyes en la administración por mayor hay
que buscarlo en una cédula de 19 de octubre de 1559 29, por la que

• •

24
Sánchez Bella, El Gobierno, pp. 23 y ss.
25
Lohmann Villena, Guiller1110, Las Compañías de Gentiles Hombres lanz.as y
arcabuces de la Guardia del Virreinato del Perú, en AEA, XXVII (Sevilla, 1970),
pp. 131-194, pp. 141 y SS.
26
Solórzano, Política Indiana, VI, :X.'V, 4.
TT Ibídem VI, XV, 3.
?.S Caravantes, Noticia General, IV, I, 60.
29
. Solór~no, Política Indiana, VI, XV, 4. Relación de gobierno del príncipe de Es-
qu1lache. Vid. Los Virreyes españoles en América durante el Gobierno de la Casa de
A~stria. Perú, edición. de Lewis Hanlce con la colaboración de Celso Rodríguez, BAE,
nums. 280-286 (Madrid, 1978-1980), núm. 281, pp. 184 y ss. y Colección de las Memo-




PROLEGÓMEN OS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 17

se facultó a Ortega de Melgosa contador de la Casa de la Contrata-


ción de Sevilla y a Hernando de Ochoa contador de la Contaduría
de Castilla para que administrasen la Hacienda peruana, pero que
por no haber pasado este último la ejecutaron el conde de Nieva y los
comisarios y en adelante quedó como prerrogativa de los virreyes. Nues-
tro contador de cuentas, el más explícito de los tres, explica que en
esta comisión estaba co1nprendida tarnbién la rendición de cuentas; as-
pecto éste que, lógicarnente, nos interesa ahora de fo1·1na preferente.
Pero si es verdad que estas atribuciones, desde entonces, se institucio-
nalizan cada vez más, ta111bién lo es que los gobernantes anteriores ya
habían tenido actuaciones decisivas en este sentido. Es el caso, por ejem-

plo, del pacificador La Gasea, quien además de apuntalar las resque-


brajadas estructuras de la administració n fiscal peruana, tomó cuentas
30
a varios oficiales reales del territorio •
La cimentación de la Hacienda del Virreinato corresponde, como
en otros tantos aspectos de la vida institucional peruana, a don Fran-
cisco de Toledo. En orden a lo que ahora particular1nente nos interesa,
dictó ordenanzas para la a¡;tuación de los oficiales reales, como las pu-
31
blicadas por Roberto Levillier para la Caja del Cuzco , y aprovechó
la Visita General a la tierra para revisar las cuentas de los oficiales rea-
les. Tatnbién se pueden rastrear otras actuaciones directas de sus suce-
sores en este terreno. Gaspar Escalona y Agüero cita una real cédula
dirigida al conde del Villar en 1589, por la que se le agradece su interés
32
en la rendición de cuentas • El ex virrey del Perú don García Hurta-
do de Mendoza, en su viaje de regreso a España, tuvo que detenerse
por un largo período en }>(\narná, por enfern1edad de su mujer; circuns-
tancia que fue aprovechada por la Corona para encargarle el exa1nen
de los asuntos de la Audiencia y la rendición de las cuentas de los ofi-
33
ciales reales • ·
Las atribuciones virreinalicias en materias de rendición de cuentas

rías o Relaciones que e~·cribieron los Virreyes del Perú, acerco del Estado en que deja-
ban las cosas generales del Reino, editadas por Ricardo Beltrán y Rozpide (Madrid, 1921).
°
3 Carta de don Pedro de La Gasea, 15 de noviembre de 1541. Cfr. Levillier, Ro-

berto, Gobernantes del Perú. Cartas y papeles, siglo XVI, t. 1 (Madrid, 1921-1926), p. 688.
31
Levillier, Roberto, Ordenanza.s de don Francisco de Toledo, Virrey del Perú,
1569-1581 (Madrid, 1929), t. VII de Gobernantes del Perú, pp. 1-13, Cuzco, 28 de julio
de 1572.
32 Escalona y Agüero; Gazophilacium, 1, XXIl.
33 Archivo de Simancas, Estado Milán, leg. 1281, núm. 56: <<regreso del Virrey del

· Perú, Marqués de Cañete, a España y fallecimien~o de su esposa en Panamá». Cfr. los


comentarios de Lewis Hanke en BAE, núm. 280, p. 260; AGI, Contaduría, 1468.
18 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

tienen su principal concreción en el envío relativa111ente frecuente de


visitadores a las cajas reales, unas veces a instancias de las autoridades
centrales, otras por iniciativa propia. Atribuciones que no cesan con
la creación de las contadurías indianas, como de fortna inequívoca se
34
manifiesta en las propias ordenanzas de los tribunales de cuentas • En
virtud de ello, los virreyes no sólo ejercerán una actitud de vigilancia,
sino incluso de suplencia ante las negligencias o incapacidad material
de los contadores de cuentas, enviando a las provincias, de la misma •

forma que en el período anterior, visitadores con comisión del gobier- •

no para la revisión de las cuentas atrasadas, tal como tendremos opor-


tunidad de verlo más adelante.

4. ANTECEDENTES, GESTIONES Y PETICIONE S

Previsiblemente, el sistema instaurado para la rendición de las cuen-


tas indianas por la cédula de 1554 fracasó de forn1a rotunda, porrazo-
nes que no son difíciles de deducir:
Se estableció una nortnativa general, pero contraria1r1ente a lo que
era habitual no se concretó ni los medios ni la for111a salvo quiénes
y en qué plazos , por lo que la pieza legal debe entenderse más como
una manifestación de deseos que como un instrumento eficaz.
La tarea revisora se encomendó a las autoridades políticas y judi-
ciales, quienes, por muy buenas intenciones que abrigaran, no eran las
más aptas para este cometido, porque, por un lado, no disponían del
tiempo necesario ocupados en sus obligaciones habituales y, por otro, ·
el más grave, no reunían los conocimientos específicos para esta deli-
cada misión. Es verdad que se ordenaba que se asesoraran con perso-
nas <<expertas en cuentas>>, pero de una forn1a tan poco precisa que la
elección no debió hacerse en la mayoría de los casos con rigurosos cri-
terios profesionales, porque en el mejor de los supuestos no existía en
el territorio el personal <<Versado y científico>> donde elegir, como años
después se quejarían los propios contadores de cuentas. Todo parece
indicar, por otra parte, que tanto las autoridades encargadas de la revi-
sión de cuentas como el personal auxiliar, no actuaron con la necesaria
continuidad
,, .
ni entusiasmo que permitieran superar las deficiencias
teor1cas.
Los mecanismos sustitutorios acción de los virreyes y visitas de

34
Capítulo 23 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VIII, 1, 78.
• •

'


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 19

contadores peninsulares sólo sirvieron para paliar el problema. En


el primer caso, en la actuación del primer gobernante se manifestaban
muchas veces los defectos ya comentados para el sistema, y en el se-
gundo, las visitas de los contadores peninsulares, aparte de ser muy
esporádicas, demostraron ser insuficientes para el ingente material acu-
mulado. •

La consecuencia de todo ello es el formidable atraso de la contabi-


lidad virreinal y el desorden, arbitrariedad y poca fiabilidad de las cuen-
tas revisadas, como clara111ente queda reflejado en la exposición de
35
motivos de las ordenanzas fundacionales de las contadurías indianas • •
La reforma del mecanismo de la rendición de cuentas en las Indias se
impuso así en la conciencia de muchos funcionarios, quienes sugirie-
ron posibles soluciones; soluciones que en líneas generales apuntan a
lo que más tarde serían los tribunales de cuentas.
La primera petición de la que tengo constancia es la del contador-
visitador Pedro Rodríguez Portocarrero, quien en febrero de 1557 es-
cribía una carta al Monarca solicitando una prórroga <<porque según lo
mucho que hay que hacer de lo pasado y cuentas viejas que hay que
tomar, no se acabará en diez años, y cuando éstas se acaben será me-
nester tomar las que agora se ofrecen, así que en este reino no se puede
excusar que no haya siempre un contador de cuentas, porque por la
36
falta de no lo haber habido hasta ahora, los oidores lo han proveído>> •
Es, decía, la primera petición, pero la creación del ya mencionado
Consejo de Hacienda del Perú sin entrar nueva1nente en las arbitra-
riedades e intenciones de don Andrés Hurtado de Mendoza puede
considerarse ta1nbién como una respuesta a la caótica situación del con-
trol fmanciero y, por lo tanto, como un cierto antecedente de las conta-
durías indianas. El exa111en de sus ordenanzas, dictadas por el propio
marqués de Cañete, refuerzan esta apreciación. En efecto, por ellas se
incorporan al Consejo de Hacienda la autoridad, atribuciones y obli-
gaciones con las que había sido revestido por el Rey el contador Rodrí-
guez Portocarrero -n e, incluso, llega a parangonarlo en este sentido con

35
Vid. supra. Introducción (n. 19).
36
Carta del contador Rodríguez Portocarrero, 1 de febrero de 1557. Cfr. Levillier,
Gobernantes el Perú, II, p. 459.
'57 <<Su Majestad ha proveído por su Contador de Cuentas de estos reinos a Pedro Ro-
dríguez Portocarrero, el cual ha de tomar las cuentas de todos los oficiales reales y a
otras personas que han recibido cualesquier cosas de que deban dar cuenta y se le ha
-señalado casa donde resida y tome las dichas cuentas, mando y ordeno que el dicho Pe-
dro Rodríguez Puertocarrero a desde luego COnVence a entender en tomar las dichas cuentas


20 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

la Contaduría Mayor de Castilla. Las ordenanzas concretan las formas


que debían seguirse en la liquidación de las cuentas: Los tesoreros o
sus delegados <<personas bien instruidas e informadas con poderes bas-
tantes>> debían acudir cuando fueran llamadas a la sede del Consejo
<<con los libros y recaudos que tuvieren para dar dichas cuentas, y asis-
tan a ellas hasta las fenecer y acabar y sacar sus finiquitos, y se den
las previsiones firmadas de mi mano y proveídas en tal manera que lle-
guen aquí en el tiempo y razón, que no aguarden los unos a los otros, •

sino que acabado con el uno, entre el otro, porque no pierdan el tiempo •

en lo que fuere a su cargo>>. Y concluía con amenazas sobre las perso-


38
nas y bienes de los que transgredieran estas disposiciones • En el te-
rreno de las simples conjeturas es probable que el Consejo de Cámara
y Estado para el asiento y quietud de las provincias del Pení y benefi-
cio de la Real Hacienda, creado por el conde de Nieva y los comisa-
rios, asumiera atribuciones similares.
La infatigable labor administrativa del virrey Toledo tienen una fa-
ceta importante en la hacendística. Fruto del contacto con esa realidad
es su convencimiento de la necesidad de la refortna del sistema; y así,
en consecuencia, propuso al Monarca la creación de un Tribunal de
Hacienda en el Perú, compuesto por dos contadores, con jurisdicción
desde Tierra Firme a Chile y amplias facultades a · ·strativas y judi-
ciales, con capacidad de dar finiquito a las cuentas, evitando así la eno-
josa dependencia de los contadores del Consejo • El am~iente en la
39

sin que se ocupe en ellas cada día que feriado no sea, excepto los martes, jueves y sábado
en la tarde que se le reserva para hacer y ordenar cosas que de las dichas cuentas resul- -

tan, según uso de la Contaduría Mayor de Castilla.,.,. Ordenanzas del marqués de Cañete
para el Consejo de Hacienda del Perú, 1 de agosto de 1556; Archivo General de Siman-
cas, Diversos de Castilla, leg. núm. 46, fol. 34, Cfr. Sánchez Bella, El Gobierno, apén-
dice documental 1, p. 516.
38
Ibídem. ·
39
Escalona, Gazophilacium, 11, 11, dice al respecto: <<El Virrey don Francisco de
Toledq,_ .q ue divinamente alumbrado, dispuso el gobierno de aquellas provincias, y ade-
lantó el de la Hacienda en grado considerable, previno la necesidad que había del Tribu-
nal, que sólo entendiese de esta materia, sin dependencia de otro ejercicio». El contenido
del proyecto de don Francisco, en sus palabras, es el siguiente: «Encarece la mala admi-
nistración que hay por ser cabeza de todos los oficiales y no se conocen unos a otros,
y las cuentas se. les toma por la audiencia y corregidores a quien ellos pagan sus salarios,
por el no acudir a todo convenía hacer un Tribunal de Hacienda y residiese donde él,
de dos contadores que fuesen superiores a los demás desde Tierra Firme a Chile y orde-
nasen en general y en particular lo necesario a lo de la administración y acrecentamiento
de. la Ha~ienda y r~ver las cuen~s cada año y cobrar las deudas y ordenar lo que cada
caJa hubiese de enviar a estos remos, y de no lo hacer recibe mucho daño, y del aprove-




. PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 21

Corte no estaba aún suficientemente maduro para dar curso al proyec-


to; la respuesta de don Felipe es desde este punto de vista muy signifi-
cativa: <<He visto lo que nos decís acerca del Tribunal de la Contaduría
Mayor que os parece que se debería fundar en esa Ciudad de los Reyes
para lo tocante a la buena administración y cuenta de nuestra Hacien-
da, por no se hacer en la for1na que conviene; y acá ha parecido que
40
por ahora no hay necesidad de hacer novedad en esto>> • El virrey con-
siguió en ca111bio un objetivo menor, la autorización regia para la pro-
visión de un Contador de la Razón, que tuvo como principal misión
centralizar la infortnación de la administración financiera del Virreina- •

to. Su sucesor, don Martín Enríquez de Almansa, lo mantuvo durante


los escasos tres años de su mandato, pero no así el conde del Villar.
Francisco López de Caravantes, al comentar este episodio, dice que en-
tiende que el conde destituyera a quien ocupaba el cargo, Antonio Bau-
tista de Salazar, quien pese a tener título real no reunía ni la habilidad
ni los conocimientos necesarios, pero no que suprimiera el cargo, que
hubiera sido, dice, <<cosa muy importante si se hubiera continuado co-
41
mo convenía>> •
El conde del Villar y el visitador de la Audiencia, Alonso Fernán-
dez de Bonilla, escriben ta1nbién al Monarca abogando por la creación
42
de un contador de Cuentas • Ya veremos más adelante la importan-
cia decisiva que tuvo la intervención del arzobispo-visitador. A finales
de siglo, don Luis de Velasco, ignorante de que en el Consejo de Indias
se estudiaba seriarnente la posibilidad de erigir las contadurías india-
nas, escribe repetidarnente solicitando el envío de un ministro experto

chamiento de las minas se les enviase la razón, y de la provincia de Tierra Firn1e se hi-
ciese lo mismo de lo que se cobra y administra, para que no haya fraude en lo que se
trae y lleva, y por apelación conozca de todos los pleitos y no la hubiese de ellos para
otro Tribunal; y presidiese el gobernador y para las dudas nombrase un oidor o alcalde,
que de ordinario asistiese y pudiese dar finiquit<?s, sin ser necesario llevar a los del Con-
sejo, por delación como las hubo en las cuentas de lza:zaga, y hubiese correspondencia
de unos mismos libros con los del Consejo... » Cfr. Ramírez Díaz, Luis, op. cit., p. 363.
40
Escalona, Gazophilacium, II, 11.
41
Caravantes, Noticia General; Cfr. Engel Sluiter, «Francisco López de Caravantes
historical sketch of fiscal administration in colonial Perú, 1533, 1618~, en The Hispanic
American Historical Review, núm. 25 (Baltimore, 1945), pp. 235 y 2'37.
42 <<En todas las cartas que hasta aquí he escrito a Vuestra Majestad en esta materia

he representado la necesidad que se padece de un ministro inteligente y experto en cuen-


tas; por las muchas que hay que hacer suplico a Vuestra Majestad lo mande enviar, como
el conde del Villar y el Arzobispo de México lo han escrito que es muy necesario para
el buen cobro y administración de la Real Hacienda, que sin él no la puede tener». Carta
de don Luis de Velasco. Callao, s/f. Cfr. Levillier, Gobernantes del Perú, XIV, p. 188.

22 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

en cuentas, porque, dice, con la sinceridad que caracteriza su corres-


pondencia, no hay en esas provincias personas hábiles y de confianza,
y que por no haberlas el Monarca no tiene más Hacienda en el Perú
43
que la que quieren remitirle sus oficiales reales •
Los vituperados oficiales reales también se encuentran entre los pe-
ticionarios de contadores de cuentas estables. El contador de la Caja
de Lima escribía al Rey en 1592 solicitando un contador mayor del Rei-
no, y en 1595 un contador de cuentas y recuentas, con atnplias faculta-
des para tomar y revisar las cuentas, cobrar las deudas y concluir los
44
procesos contables sin más apelación que al Consejo de Indias . Sán-
chez Bella ha establecido cómo los oficiales reales del Virreinato novo-
hispano venían insistiendo en esta demanda desde 1554 45
• ¿Qué

razones pudieron mover a estos funcionarios para solicitar contadores


de cuentas estables que, en principio, deberían actuar como superviso-
res que los ataran más en corto? Sin desechar del todo buenas intencio-
nes en los demandantes, se pueden ensayar las siguientes explicaciones:
Quizá pretendían evitar la presencia esporádica pero siempre
molesta de los contadores visitadores peninsulares, con la secreta es-
peranza de que uno estable fuera más manejable. La primera instancia
de los oficiales mexicanos se suscita precisai11ente con la inspección
a la Caja del contador Gonzalo de Aranda. Y el temor a que las dispo-
siciones punitivas de la cédula de 1554 pudieran hacerse realidad en
algún momento, con la dificultad de hacer escuchar sus descargos en
la lejana Contaduría del Consejo de Indias, que se reservaba elfiniquito.

5. LA CREACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS



Las insistentes solicitudes de los funcionarios indianos debie1·on ir


creando un estado de opinión favorable en el Consejo de Indias. El 14
de diciembre de 1595, en una consulta firmada por el propio presidente
del Consejo, Paulo de Laguna, y el secretario, ·Juan de !barra, se da
curso a esta iniciativa poniéndola a la consideración del Monarca 46 • Es

43
Cartas de 8 de febrero y 16 de abril de 1598, 5 de mayo de 1600 y la citada en
la nota anterior; Levillier, Gobernantes del Perú, XIV, pp. 77, 98 y 251. En los respecti-
vos decretos reales, al margen, se anotan observaciones muy parecidas: ~que se apunte
PCU:ª lo de .I~s contadurías de cuentas y se junte con los papeles que tocan a esto y se
traigan»; ~Juntese todo lo que hay en esto y sobre las contadurías de cuentas».
:: Cartas ,de 20 de diciembre de 1592 y 20 de enero de 1595; AGI, lima, 112.
Cfr. Sanchez Bella, Úl Organización, p. 62 .


• •

PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 23

importante destacar, como lo hace el documento en cuestión, las peti-


ciones del arzobispo de México y visitador de la Audiencia y Caja Real
de Lima, Alonso Fernández de Bonilla 47 • En una primera, fechada el
14 de marzo de 1591, don Alonso criticaba el sistema de rendición de
cuentas vigente y proponía como solución la creación de un contador
de cuentas, quien además ayudaría al virrey a tener una noticia exacta
de la contabilidad altoperuana, especialmente de Potosí. En esa oca-
sión se le respondió que sí, que efectivamente era urgente que el vice-
soberano peruano tuviera un mejor control de tan importante centro
productor, pero que en cuanto al nuevo funcionario que proponía ... ya
se iría <<mirando para proveer lo que conviniese>>. Ante el prolongado
silencio de la Corte, el arzobispo, pasados unos años, volvió a insistir
en su propuesta del contador de cuentas, precisando que debía tener
su sede en Los Reyes para tomar las cueatas de los oficiales reales de
la capital y adonde acudirían todas las del Reino para su revisión. A
estas alturas es cuando el Consejo de Indias se decide a plantear for-
mal1nente al Monarca, después de <<discurrir largamente>>, la creación
de dos contadurías en Ultramar, una en México y la otra en Lima, en
razón, sobre todo, de que la experiencia había demostrado que los oido-
res no eran los más aptos para tomar las cuentas de Hacienda <<por no
ser cosa de su profesión>>.
Es importante subrayar el paso primordial que da el Consejo de In-
dias no sólo por dar luz verde al proyecto, sino por el planteamiento
novedoso del tema: en casi todas las solicitudes que llegan desde Amé-
rica se propone un contador de cuentas; los consejeros van más allá
al solicitar la creación de tribunales. La única excepción que me cons-
48
ta es la instancia de don Francisco de Toledo, quien había sugerido
la creación de un Tribunal de Hacienda, que en la respuesta dilatoria
de la Metrópoli se traduce por Tribunal de Cuentas .

46 Consulta del 14 de diciembre de 1595, AGI, Indiferente General, 734.


47 Hanlce comenta que cuando se hizo cargo del gobierno don Luis de Velasco, el

visitador hacía siete años que había iniciado su misión; cuando se cumplió la década,
«lo que seguramente habrá constituido un récord, Velasco y la Audiencia recomendaron
conjuntamente al Rey que la visita fuera ter1ninada. El visitador fue tardío en todas las
cosas, pues finalmente anunció en octubre de 1599 que dejaría el Perú en diciembre,
y falleció en enero de 1600, después de haber pasado más de doce años examinando el
gobierno de la audiencia~. BAE, núm. 281, p. 10. El inquisidor general de México, tal
era su cargo cuando fue designado para la Visita, fue nombrado arzobis¡}b de la capital
~e Nueva España en 1592, aunque absorbido por su larga función fiscalizadora, no llegó
a tomar posesión de su sede. ' ·
48
Vid supra (nota 39) .



24 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Tarnbién es irnport..ante destacar que la propuesta del Consejo con-


tiene ya los principales linearnientos, en algunos casos con pequeñas
variantes, de lo que serían poco más tarde, defmitiva1nente, las conta-
durías indianas: tres.contadores de cuentas para tomar las de los oficia-
les reales de sus respectivos distritos jurisdiccionales. Visitas periódicas
a las cajas de su territorio, especialrnente en el caso de la de Lima a
Potosí, donde un contador de cuentas debía acudir, por tumo, cada tres
años. En el terreno de las facultades judiciales es donde más difiere •

del modelo final: los contadores podrían entender de todos los casos •

relativos a la Real Hacienda y la Audiencia sólo por apelación de los


encausados.
La respuesta de Felipe II no derrocha precisa1nente entusiasmo por
el proyecto. En principio no se opone, pero exige algunas precisiones:
«Avíseseme si esto se ha comunicado con personas prácticas en Ha-
cienda y si será bien que esto se confiera con algunos de los más exper-
tos de las contadurías, y quién ha de hacer cabeza en estos tribunales
y qué salarios han de tener y lo que montarán>> 49 • (El subrayado co-
rresponde al docu111ento original.) El coste econórnico de las refortnas,
como siempre, pero más en estos años de penuria fiscal, era decisivo
para tomar medida semejante, por muy trascendente que ésta fuera.
50
De alguna manera, el informe del contador de la Contaduría del
Consejo de Indias, Tomás de Ayardi 51 , c111nple con las exigencias del
Rey. Si este doc11n1ento fue originado por la anterior respuesta real, sor-
prende la rapidez de la administración, pues está fechado el 3 de enero
de 1596, y nos hablaría del interés extraordinario que tomó el Consejo
en este asunto. Pero ta1nbién es probable que hubiera sido solicitado
con anterioridad a la consulta. El informe es un alegato encendido de •

la necesidad inaplazable de las contadurías en Indias y un despiadado


ataque al sistema vigente de rendición de cuentas, según la repetida-
mente citada cédula de 1554, y a sus nefastas consecuencia s 52 :

49
Vid supra (nota 4 7).
50
Informe del contador Tomás Ayardi, 3 de enero de 1596, AGI, Indiferente Gene-
ral, 734.
51
Schafer, (op. cit., 1, pp. 117, nota 2 . y 371) nos proporciona algunos datos de este
funcionario extractados del Indice General de los papeles del Consejo: corttador de Re-
sultas fue promovido a contador mayor de cuentas de la Contaduría del Consejo el 5 de
feprero de 1578. Entre 1580 y 1590 estuvo ausente de Sevilla prosiguiendo las cuentas
de Francisco Duarte. El 11 de enero de 1603 se le promoció a la Contaduría Mayor de
Castilla. Cfr. CODOIN, 11, t. XIV, pp. 147 y 157; t. XVI, p. 151; t. XVIII, pp. 215 y 219.
52
Diatriba que para enjuiciarla debidamente no puede olvidarse que procede de un
funcionario de la administración central, enfrentado profesionalmente con sus colegas


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 25

· a) Los oficiales reales disponen de la Real Hacienda como si fue-


ran sus propietarios; la emplean en sus negocios particulares y la fían
a su arbitrio por muchos años, d~ tal 1nanera que las deudas son abulta-
dísi111as y no existe la seguridad de que algún día se puedan cobrar.
b) Entre los beneficiarios de estos présta1nos y adelantos ilícitos

se encuentran los altos funcionarios virreinales: presidentes, oidores
y gobernadores.
e) Los virreyes, oidores y gobernadores libran sobre los fondos
reales sin ninguna cortapisa y muchas veces en cosas i111procedentes.
No hay en las respectivas provincias quien se oponga, ni sirven para
el caso las prohibiciones de las cédulas reales. Y así, por ejemplo, los
tesoros que se envían desde Potosí van «disn1inuyendo por las partes
donde pasan, en Arequipa se queda un poco, y en Los Reyes más y
en Pana111á mucho más, sólo porque dicen los que mandan que es me-
nester para los gastos fie allí». .
d) Todas estas arbitrariedades son culpa del sistema, porque si es
incompatible que el que gasta tome las cuentas, más lo es si no es su
profesión. Por otra parte, como los que toman las cuentas están i1npli-
cados en los descarninos de la Hacienda, los oficiales reales actúan sin
ningún temor. En fin, concluye, que las cuentas se dan «entre compa-
dres o a personas que no las entienden». ·
e) La revisión final, es cierto, corresponde a la Contaduría del Con-
sejo de Indias, pero a ésta no llegan muchas cuentas porque se pierden
por el carnino, y las que llegan, llegan tarde y sin las justificaciones

necesanas. '·
/) De nada sirven las reprensiones reales porque las cédulas de S.M.
llegan a manos de los propios culpables, los oidores, que «DO dan a
entender que las han recibido y así no se cumplen ni se ejecutan».
g) De esta manera el Tesoro Real de las Indias está totalrnente in-
controlado~ con cuentas atrasadas de muchos años, sin saber su verda-
dero rendi1niento, ni cuáles sus gastos, ni cuáles sus ingresos .

Por lo tanto, concluía el contador Ayardi, es urgente proceder a la


creación de los tribunales de cuentas en Indias, no sólo por las razones
expuestas, sino tarnbién porque es ilusorio pretender controlar eficaz-
mente la Hacienda ultra1narina desde los organismos centrales. En con-

de las provincias de Ultramar. Más tarde los contadores del Consejo, guiados, supongo,
por similares sentimientos, solicitarán la supresión de los tribunales de cuentas indianos
y la vuelta al sistema anterior.

26 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

sonancia con este últi1110 pensamiento añadía que las futuras contadurías
deberían gozar de la misma autoridad y atribuciones que la castellana.
Y como si todavía no estuviera satisfecho de su ardoroso alegato, ad-
junta final111ente una lista de otras ventajas que se desprendería n de la
erección de las nuevas instituciones:

a) Los papeles de la contabilidad indiana llegarían al Consejo con


la claridad que ahora no tienen. •

b) Se sabría por fm a ciencia cierta «qué Hacienda tiene S.M. y •

en qué géneros y cómo se beneficia y ad1ninistra>> en cada una de las


• •
provmc1as.
e) Los bienes de difuntos tendrían una mejor administració n: los
herederos en España recibirían lo que les pertenece y la Hacienda se
53
beneficiaría con la parte que le corresponde •
d) Y, lo que es más importante, se evitarían muchos gastos super-
fluos y en cada flota se enviarían todos los tesoros que pertenecen a
S.M., sin que nada se retenga allí.

El expediente pese a la contundente opinión de Ayardi y al deseo


manifiesto de los consejeros de Indias no tuvo la celeridad que se
le quiso i1npri111ir y, por diversas causas, tuvo que esperar toda una dé-
cada para hacerse realidad.
La publicación por Lewis Hanke de un importante documento: <<Re-
lación de los cabos más principales sobre que se trató en la Junta de
Hacienda que se hacía en la casa del señor presidente de Indias>>, de
54
Pedro de Ledesma , ha permitido seguir los avatares inmediatos del
proyecto: El 22 de febrero de 1596 se reunió por primera vez la llarna- •

da Junta de Hacienda de Indias, formada por miembros del Consejo


el p~esidente Laguna, los secretarios !barra y Ledesma y los conse-
jeros Alvarez· de Toledo y Medina de Medrano con el propósito pri-
mordial, como dice Schafer, de buscar <<en la rica fuente de ríquezas
de Indias>> los medios económicos que paliaran la angustiosa situación
55
financiera de la Monarquía • Y a esta Junta se encargó el proyecto de
los tribunales de cuentas indianos.

53
R~sulta curiosa la inclusión de este aspecto tan particular y concreto e infunde
la sospecha de algún interés personal.
Biblioteca de Palacio Real, ms. 251, 55, fols. 243-249. Cfr. Hanke Lewis: ~An
54

inpublished document on the Junta de Hacienda de Indias~, en Revista de Indias, número


80 (Madrid, 1960), pp. 137-141.
55
Schafer, op. cit., I, pp. 171 y ss.


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 27 ·

La relación del secretario Ledesma divide los asuntos tratados en


la Junta en resueltos y no resueltos; el de las contadurías se encuentra
entre los segundos. Y no debe llamarnos la atención: los consejeros
son conscientes de la importancia y seriedad del asunto, pero su propó-
sito prioritario, urgidos por el Rey, es lo inmediato: procurar nuevos
ingresos, incrementar los existentes y corregir los defectos, errores y
omisiones de la adtninistración que directa e, insisto, inmediatamente
se oponga a ello, como fácilmente se puede colegir del documento de
Ledesma. Por otra parte, la misma trascendencia del tema y la exigen-
cia del Monarca de que primero se consultara con los expertos impidió
tarnbién que se tomara una rápida resolución, como de alguna manera
lo deja traslucir la relación: <<Y hase tratado de poner dos contadu-
rías mayores en México y Los Reyes ... y como quiera que se han to-
mado parecer de los más inteligentes hombres en materia de papeles
que hay en la Corte, se ha querido perfeccionar con el parecer del
marqués>> 56 •
Lamentablemente, la Junta de Hacienda entró en tina etapa crítica
cuando debía haberse dispuesto a tratar sobre la creación de las conta-
durías. Situación que el secretario Pedro de Ledesma atribuye de for-
ma exclusiva al otro secretario, Juan de !barra, por quien, dice, la Junta
cesó en sus actividades «sin que se sepa más causas de haberla él resis-
tido. Su Majestad, que está en el Cielo, viendo la gran importancia de
ella, mandó diversas veces que se continuase y no sólo no se hizo, pero
cuanto estaba acordado y trabajado en tan grandes e importantes cosas,
como van referidas, se perdió sin tratarse ja1nás de hacer los despachos
57
que estaban acordados>> •
Mientras tanto en el Perú no se tenían noticias de que en la Corte
se estuviera tratando sobre la creación de una Contaduría de Cuentas
en la capital del Virreinato y, en consecuencia, las autoridades locales

Sánchez Bella, la Organiuzción, p. 63, nota 170, supone que el marqués es el de


56

Cañete, pero como ya se dijo (vid. supra, nota 33) el ex virrey no llegó a España hasta
después de 1600, porque se entretuvo en Panamá tomando cuentas por encargo del Rey
y por enfermedad de su mujer; por lo que de ser cierta la hipótesis de su participac~ó~
se reduciría a las postrimerías de la primera parte de la Junta; en la segunda, esta partlc1-
pación, como lo veremos poco más adelante, junto a la del marqués de Villamanrique,
está documentada.
57 José Joaquín Real Díaz e Ismael Sánchez Bella explican un poco más en profun-

didad la naturalez.a de estas disensiones que se habían producido entre los miembros del
Consejo de Indias y que lógicamente debieron r,epercutir en la Junta. <<El Consejo de
Cámara de Indias: génesis de su fundación», AEA, núm. 19 (Sevilla, 1962), pp. 742
y ss. y 746 y ss. la Organiuzción, p. 64 (nota 174).

• -


28 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

58
seguían insistiendo en su solicitud del contador de cuentas estable .
Estas nuevas debieron de llegar a Lima en los primeros años del si-
glo XVII, junto con el peclido de información del estado administrativo
y financiero del territorio. El encargado de trasladar personalmente a
la península dichos papeles fue el futuro contador del Tribunal, Fran-
cisco López de Caravantes • 59 •
Al iniciarse el siglo, el nuevo Monarca, Felipe m, ordenó que pro-
siguieran las reuniones de la Junta con las mismas personas, pero aho- •

ra Juan de !barra como consejero y con la asistencia de los ex virreyes •

de Nueva España y Perú, los marqueses de Villarnanrique y Cañete.


Refiere Pedro de Ledesma que nuevamente se originaron los mismos
problemas que en la etapa anterior, y <<por no querer Juan de !barra lle-
var papeles hubo de cesar, hallando juntado sin provecho muchas veces,
y en todas ellas procurándole persuadir de que cumpliese la orden, en
que no hubo remedio, que fue un caso dañosísimo porque se iba dis-
frutando la experiencia e inteligencia de los virreyes y viendo otros mu-
chos papeles en materias importantes, sobre que se había tomado algunos
acuerdos y se volvían a ver todo lo proveído en esta relación para des-
pacharse lo que se había quedado, y por la dicha razón cesó todo>>.
Al mismo tiempo que la Cámara de Indias se creó otra Junta de
Hacienda integrada por el presidente y seis consejeros de Indias y dos
consejeros del Consejo de Castilla, y a la que además asistirían, según
lo pertnitieran sus ocup&ciones, el fiscal y secretario de este último
60
Consejo • No hay certeza alguna de que se encargara a la nueva Jun-
ta el expediente de las Contadurías en Indias. Lo cierto es que ta111poco
hubiera aportado nada, porque como dice Schafer: <<SU vida no fue ni
61
muy activa ni muy larga>> , debiendo haberse disuelto hacia 1604, año •

en que pre~isamente el propio Soberano decide agilizar el proceso.


En 1595 fueron los consejeros' de Indias quienes instaron al Rey Fe-
lipe II a dar vida a los tribunales de cuentas, pero la )'ª tópica pruden-
cia del Monarca y la lentitud de la maquinaria burocrática enfriaron
los entusiasmos. Es ahora el sucesor en el trono,' Felipe m, quien urge

..
58
Vid. supra, el epígrafe anterior. .
59
Vid. infra, cap. ill, 1.1.2.
60
Real Díaz y con él Sánchez Bella, apoyados en la cédula fundacional de la Cá-
mara de Indias y Junta de Guerra de Indias, de 25 de agosto de 1600, distinguen lo que
no estuvo claro para Schafer: que esta Junta de Hacienda y la anterior fueron diferentes
Y que, en virtud de la mencionada cédula, llegaron a funcionar paralelamente, por algún
tiem~; ~~al Díaz, ?P· cit., pp. 733 y ss.; Sánchez Bella, La Organiuidón, p. 65 (nota
175); Schafer, op. cit., 1, p. 171.
61
Schafer, op. cit. , 1, p. 205. Lo mismo afirma Real Díaz, op. cit., p. 734.


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 29

a los consejeros., tomando ocasión . como ya lo dejó establecido Schafer,


de una consulta del Consejo sobre oficios vendibles en Indias, de 13 de
enero de 1604: <<El papel de esta cuenta no trae claridad ninguna, y así
lo vuelvo al Consejo, para que lo revea y juzgue por él el estado que
tiene mi Hacienda en las Indias y está sin cuenta ni razón. Y así se pro-
sigan la plática de las contadurías que se tratan de fundar en aquellos
reinos., y conclúyase con brevedad, y con ella se me consulte lo que pa-
62
reciere>> • Año y medio después el Rey refrendaba en Burgos, el 24 de
agosto de 1605, las primeras ordenrumis de los Tribunales de Cuentas

en Indias. Orden.anzas que incluían una novedad sustancial sobre los pro-
yectos estudiados, la erección de una nueva sede, la de Santa Fe de Bo-
gotá en el Nuevo Reino de Granada, además de las de Lima y México.
La creación de las contadurías, por lo que hemos visto, no llegó
a efectuarse por la Junta de 1596, que por las razones apuntadas por
el secretario Ledesma, o las que fueran, ya había cesado; ni por la de
1600, que igualmente se había disuelto. En consecuencia, por estas fe-
chas no actuaba ningunajunta general de Hacienda a la que pueda atri-
buirse la paternidad mmediata de las nuevas instituciones americanas;
sin embargo, Solórzano nos habla de una junta en la que se tomó esta
resolución y a la que asistieron los contadores mayores Luis de Alar-
cón y Juan de Gamboa y <<Otros ministros de grande inteligencia y en-
tre ellos el doctor Bernardo de Olmedilla, que era del Consejo Real
de las Indias, a quien se cometió la nota e impresión y les puso por
título: Ordenanzas Reales para el Gobierno de los tribunales de Con-
taduría Mayor que en los reinos de las Indias ha mandado fundar el
63
Rey nuestro Señor • Fuerza es pensar que debió congregarse esta Jun-
ta con el fm específico de dar vida a las contadurías indianas, muy pro-
bablemente por iniciativa del propio Monarca. Este primer cuerpo de
ordenanza~ fue aumentado y en parte corregido por las que firmó Feli-
pe ID el 17 de agosto de 1609 en San .
Lorenzo del Escorial .

6. ASENT NTO DEL TRIBUNAL DE CUENTAS


EN LA CIUDAD DE WS REYES

No fue tarea fácil cubrir las tres plazas de contadores de cuentas


en el Tribunal limeño. El único que subsiste de la primera tema apro-

• •
62 AGI, Iruliferente General, 748. Cfr. Schafer, op. cit., 11, p. 174 (nota 45).
63
Solórzano, Política Indiana, VI, XVI, 12.


30 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

bada por el Rey como se verá con más detalle en el capítulo dedica-
do a los ministros de la Contaduría es Francisco López de Caravantes,
quien por entonces se encontraba en la península a la expectativa de
la creación de los tribunales. Sin embargo, el primero en llegar a su
sede es el contador Alonso Martínez de Pastrana. La Audiencia de Li-
ma, en aquel tiempo en funciones de gobierno por el repentino fallecí-·
miento del conde de Monterrey y bajo la presidencia de su oidor decano ,
Juan Femández de Boán, le dispensó, el 17 de noviembre de 1606, un
lucido y solemne recibimiento oficial, considerándolo en palabras de •

los propios contadores como uno de los suyos 64 • Pese a que el en-
tusiasmo primerizo de los oidores se enfrió rápidamente, la recepción
de Martínez de Pastrana sentó el precedente para ocasiones semejan-
tes, cuando llegaba desde la península un contador de cuentas con nom-
bramiento real. Un testimonio notarial 65 del escribano de Cámara del
Tribunal de la Contaduría, Gonzalo de Vargas, nos per1nite hacernos
una idea de cómo eran tales ceremonias: El día de la recepción del con-
tador Fernando Bravo de Laguna una representación de los notables de
la ciudad se reunió en su casa, para marchar desde allí en procesión
a las casas reales. A sendos lados de don Fernando iban, en sus respec-
tivas cabalgaduras, los alcaldes ordinarios y por delante el alguacil ma-
yor y demás capitulares de Los Reyes. La comitiva se completaba con
sus colegas de la Contaduría, criados del virrey y otros muchos caba-
lleros principales de la ciudad. El conde de Chinchón los recibió en
los aposentos del Real Acuerdo; mandó por el Sello Real que poco des-
pués entró en la sala custodiado por la guardia virreinal y con el·acom-
pañamiento y solemnidad protocolarios. El contador, después de que
-
se leyera el nombramiento de S.M. y de jurar de la forma estipulada •

las Constituciones del Tribunal, se sentó en el lugar que le correspon=-


día a su rango y antigüedad. Terminada la ceremonia ante el virrey,
la comitiva se trasladó a las oficinas de la Contaduría, donde el nuevo
ministro repitió el gesto de sentarse, ahora en el sitio que le correspon-
día en el Tribunal, como señal de posesión de su cargo.
Los trabajos previos a la apertura oficial del Tribunal de Cuentas

eran ingentes y según parece tuvo que encargarse de ellos en solitario

Bill~te de los contadores de cuentas al virrey; Lima, 16 de marzo de 1630; Ar-


64
.
chivo Nacional del Perú, leg. Cartas y cédulas del Tribunal de Cuentas de lima.
65
Testimonio del escribano de Cámara Gonzálo de Vargas sobre el recibimiento del
contador de cuentas Fernando Bravo de Laguna; Lima, 2 de septiembre de 1638, ANP
en el legajo citado.
• •


PROLEGÓMENOS Y FUNDACIÓN DE LAS CONTADURÍAS EN INDIAS 31

el contador Martínez de }>(istrana; López de Caravantes no había llega-


do aún a su sede por convalecer entonces de una enfer1nedad en Pana-
má, y el tercer contador, Domingo de Gan~o, aunque residía en la capital
virreinal, no había recibido aún su nombramient o expedido en Madrid
en septiembre de 1606. A la Contaduría se le concedió dos piezas en
las casas reales, que pronto resultaron estrechas, y aunque las Orde-
nanzas de 1609 dispusieron que por lo menos tuvieran tres habi-
taciones 66 , no se acató ni se escucharon las quejas de los contadores,
que se vieron obligados a trabajar con creciente incomodidad en las
piezas asignadas desde un principio.
No parece que el Tribunal de la Contaduría de Lima tuviera espe-
ciales dificultades por parte de los oidores y más tarde del virrey mar-
qués de Montesclaros , para disponer de los medios materiales mesas,
67
sillas, dosel, etc. necesarios para su instalación , como los que tu-
vo que enfrentar el Tribunal de Santa Fe, según relata Lucena Sal111oral
bajo un epígrafe suficientemen te expresivo: Un dosel roto y un broca-
do de feria 68 • E!1 efecto, el presidente Juan de Borja reprendió y qui-
so hacer cargo a los contadores de los gastos ocasionados, pese a que
el dosel utilizado fue el antiguo y ya gastado de la Audiencia. En
su queja al Monarca, los contadores bogotanos comparaban su peno-
sa situación con la de los otros dos tribunales: <<••• de México y
Lima tenemos nueva que se pusieron los tribunales de cuentas como
los de las audiencias de dichas ciudades y, según lo que nos avisan,
sólo los doseles que pusieron costaron más que todo el gasto de este
Tribunal ... >> 69 •
La tarea más importante, sin embargo, era la de organizar el futuro
funcionarnien to administrativ o: instalar los archivos, for1nar los libros,
establecer contacto con los funcionarios de Hacienda, etc., misión de


66
Capítulos 2, 3 y 4 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VIII, 1, 59,
60 y 61.
67
Con fechas de 2 y 7 de abril de 1606 se despacharon tres cédulas, dos para el con-
de de Monterrey y la otra para la Audiencia de Lima, por las que se daba aviso de la
creación de las contadurías en Indias, a la vez que se recomendaba al virrey y a los oido-
res facilitaran la instalación del Tribunal en esa ciudad y se encarecía el buen entendi-
miento con los nuevos funcionarios, Provisiones reales, número 258, pp. 328-331, BNM,
ms. 2989. El 5 de octubre de 1607, medio año después de que el Tribunal de Cuentas
entrara oficialmente en funcionamiento, se despachó otro documento conteniendo el agra-
decimiento regio por la colaboración de los' oidores en esta tarea. Provisiones reales,
. núm. Zl2, pp. 352 y ss., BNM, ms. 2989.
68
Lucena Salmoral, Manuel, Historia Extensa de Colombia, t. 1, vol. VIII, p. 8.
69
7 de diciembre de 1607, AGI, Santa Fe, 52. Cfr. Lucena Salmoral, loe. cit .


32 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

la que se encargó, como ya se dijo, Martínez de Pastrana, quien en ver-


sión encomiástica de su hijo Pedro, cumplió tan satisfactoriamente que
llegó incluso a merecer la felicitación real~. Cumplidos estos trá1ni-
tes, el Tribunal de Cuentas de Lima inició su larga e ininterrumpida
singladura oficial el 14 de febrero de 1607 71 •

-

-

~ Vid. infra, cap. ill, 1.1.1. •

11 E
sta es un~ fecha perfectamente apoyada en la documentación, sin embargo, Ca-
ravantes da otra ligeramente diferente, la del 23 de febrero, Noticia General, I, m, 50.



'

11. ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN


Y FUNCIONAMIENTO

l. Atribuciones financieras. 2. Los libros de la Contaduría. 3. Atri-


buciones judiciales.

l. ATRIBUCIONES FINANC
-
Como clara111ente se expresaba en las ordenanzas fundacionales de
las contadurías indianas, la creación de los Tribunales se hizo con el
propósito funda111ental de « .•• tomar y fenecer todas las ·c uentas que
por cualquier causa, razón o for1na, tocaren y pertenecieren a nuestra
. Real Hacienda, así a los tesoreros como a los recaudadores, ad111inis-
tradores, fieles y cogedores de nuestras rentas reales, derechos, tasas,
quintos, azogues y otros cualesquiera efectos que nos pertenezcan o pue-
1
dan pertenecer» • Es decir, en definitiva, la fiscalización absoluta del
movirniento financiero oficial del Vrrreinato. En esto radica precisa-
mente la novedad de la institución y, 111ás en concreto, en la capacidad
de dar finiquito o, lo que es lo 111ismo, en cerrar el proceso contable
sin necesidad, como hasta entonces, de remitir para este propósito los
libros y cuentas a la metrópoli.
La creación de las contadurías en Indias se presenta como el últirno
ca111bio ad,rninistrativo relevante hasta que lleguen las refor1nas borbó-
nicas, pero, es irnportante subrayarlo, no altera el resto de la adrninis-
2
tración hacendaría que venía rigiendo hasta ese momento , aunque

1
Capítulo 5 de las Ordenanuts de 1605. En la Recopilación, VID, 1, V.
2
Así lo expresa claramente la misma ordenanza quinta de 1605: ~ ... no es de nues-
. tra vol11ntad alterar Di innovar en la cobranza y administración de nuestra Real Hacienda,
como hasta ahora se hace por los oficiales reales•. Loe. cit.

33

34 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

ta1nbién es cierto que prec;isamente a instancias de los contadores de


cuentas se fueron introduciendo posteriormente algunas modificacio-
nes accidentales en la administración de las rentas, como tendremos
oportunidad de verlo más adelante.

1.1. Las cuentas de los oficiales reales ,

Los ad1ninistradores por antonornasia de la Hacienda indiana, •

como dice Sánchez Bella 3 , fueron los oficiales ·reales. Por sus manos
circuló el grueso de los bienes pecuniarios de la Corona. Desde esta
perspectiva se entiende perfecta111ente que la legislación y las autorida-
des obligaran a los tribunales de cuentas a centrar su atención preferen-
te en el control contable de dichos funcionarios. Con gran opti111ismo
que la realidad se encargaría de desmentir larga111ente, la ordenanza
veintidós de 1605 advertía a los contadores que sin dilación a princi-
pios de cada año debían tomar las cuentas finales del año precedente.
A los oficiales reales se les advertía del mismo modo para que acudie-
ran, persona11nente· o por procurador, a la sede del Tribunal para
4
rendirlas • Con este fin y como un medio de control se recurría a la
conciencia de los oficiales reales y a la de cuantos estuvieran obligados
a rendir cuentas, conminándolos a presentar relaciones juradas de su
gestión bajo la arnenaza, en caso de infracción, de la pena del tres tan-
to: una para el denunciante, otra para los jueces y una últirna para la
Cámara Real 5 • •
Los contadores de cuentas para el cumpli1niento de esta rnisión fue-
ron revestidos de los más a1nplios poderes y jurisdicción, que podrían •

resu1nirse, el) cierta for1na, en esa capacidad de liquidar las cuentas.


Una vez tomadas las cuentas fmales si resultaban alcances o déficits
-inadecuación entre el cargo y la data o deudas no satisfechas esta-
ban autorizados para apremiar a sus ad1ninistradores con <<toda razón
de derecho en sus personas, bienes y fiadores>>. Pero quizá es más im-
portante el hecho de que pudieran condonar las deudas a quienes, cu111-
pliendo con sus obligaciones, hubieran hecho todo lo posible y se

3
Sánchez Bella, La Organización, p. 129. En esta obra se estudia ampliamente la
figura y actuación de tan contravertidos personajes; aunque el enfoque esté reducido al
siglo XVI, puede ampliarse sin grandes modificaciones para los posteriores.
4
Capítulo 22 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 25. En el ca-
pítulo 11 de las mismas ya se prefigura esta disposición.
5
Capítulo 14 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 14.
• •

• •

1

ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 35

comprometieran a continuar con las diligencias necesarias para su co-


branza. A los oficiales reales se les negaba todo derecho <<a ser oídos
en justicia», es decir, a recurrir a otras instancias judiciales 6 •
A pesar de esta capacidad de <<finiquito>> subsistía la obligación pa-
ra las contadurías indianas de enviar al Consejo de Indias un duplicado
7
de las cuentas junto con una relación de las deudas morosas • Este du-
plicar las cuentas era preceptivo para todas aquellas de cierta impor- ·
tancia, entre las que lógica111ente hay que incluir las de los oficiales
reales; pero la misma ordenanza, que así lo determina, faculta al vi-
rrey o presidente a dispensar de esta obligación a los tribunales de cuen-
tas, con aquellas de menor envergadura, en razón de la brevedad,
comodidad y menor coste 8 • Amparándose en este dispositivo legal, el
conde de Chinchón, por decreto de 16 de febrero de 1630, exoneró al
Tribunal de Lima de hacer copias de las cajas de Paita, Guayaquil, Puerto
Viejo, Chachapoyas, Huánuco, Castrovirreiila, Caravaya, Guadalcázar
(corregimiento de Canta), Tucu1nán, Buenos Aires y Santa Cruz de la
9
Sierra • Es decir, aproxi1nadarnente la mitad de las cajas reales bajo
-
la jurisdicción de la Contaduría limeña. Lo que no queda suficiente-
mente claro es si el ejemplar único u original quedaba en los Archivos
del Tribunal o se rernitía al Consejo. Me inclino por la segunda posibi-
lidad por ser muy explícita la ordenanza veintitrés de 1605 que así lo es-
10
tipulaba, ratificada posterior111ente por cédula de 2 de mayo de 1615 •
Estrecha1nente relacionados con el proceso de rendición de cuentas
propiarnente dicho, pero como una realidad aparte, están los denomi-
nados <<tanteos>>, una especie de inventarios de la marcha financiera de
las cajas, con especial referencia a las deudas y deudores, que los ofi-
ciales reales estaban obligados a envíar semestralmente a la
· Contaduría n. En el régimen anterior a la creación de los tribunales de
cuentas las de muchos oficiales reales eran tomadas por los goberna-

dores y corregidores de los distritos respectivos; las ordenanzas funda-


cionales contemplan estos casos y determinan que en adelante se siga
haciendo, pero a título de tanteos, que enviados a las contadurías sir-

6 Capítulo 22 de las Ordenanzas de 1605; 20 de las de 1609; cédulas de 12 de ene-


ro, 13 de mayo y 24 de agosto de 1618, 13 de octubre de 1619 y 26 de agosto de 1636.
En la Recopilación, vm, 1, 26. I

7 Capítulo 23 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, Zl.


8 Capítulo 42 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 46.
9 Caravantes, Noticia General, iv·, IV, 160.

°
1 Capítulo 23 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VID, 1, Zl y 107.

u Capítulo 6 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 28.


CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

vieran para contrastarlos con los de los oficiales reales y las cuentas
fmales 12 • El contador de Lima Francisco López de Caravantes expli-
ca que tal disposición tuvo en realidad poca eficacia, porque los corre-
gidores y gobernadores no se tomaron muy en serio esta obligación,
bien porque no les iba mucho en ello, bien porque no querían enfrenta-
mientos con los oficiales reales. Lo cierto es que cuando enviaban es.:
13
tos tanteos adolecían de muchos defectos de for111a y fondo • Para el •

caso concreto de Potosí se prevenía explícitarnente el envío anual de


un oidor de la Audiencia de Charcas que tomara cuentas a los oficiales •

reales de esa Caja para re111itirlas posterior1nente al Tribunal de Los


Reyes para que sirviera, como en los casos generales, de punto de refe-
14
rencia «para que no se pueda encubrir cosa alguna» •
Algunos oficiales reales intentaron eludir esta obligación y como
los contadores los conminaran por autos a su cu1nplimiento recurrie-
ron al virrey, entonces el marqués de Montesclaros, aduciendo que era
impertinencia
-
lo que se les pedía. El marqués pidió infor1nes
~
al Tribu-
nal, el que, ofendido por las dudas del gobernante, contestó que «no
diese oídos a semejantes cosas, con las cuales los súbditos perdían el
respeto a los tribunales~, ya que estaba suficientemente claro el dere-
cho que les asistía. Como el virrey se inhibiera en el asunto y los ofi-
ciales reales continuaron sin obedecer las órdenes del Tribunal, los
contadores de cuentas solicitaron al Monarca una llarnada de atención
para el marqués y la aplicación de las penas prevenidas en las ordenan-
15
zas para los oficiales reales por su reiterado desacato •
En consideración a la irnportancia de la caja metropolitana, su ba-
lance estaba especialrnente legislado: el contador más antiguo debía in-
ventariarla cada año con la participación de los oficiales reales y sus
tenientes. Es~ procedimiento tenía el mismo doble objeto que los ca-
sos anteriores: servir de mecanismo de control financiero y de instru-
mento para las cuentas finales. En caso de descubrirse alguna grave
irregularidad debía inforn1arse inmediatarnente aJ virrey e incluso al
16 •
Monarca

12
Capítulo 24 de las Ordenanzas de 1605. En la Reconilación VIB ' 1' 28.
13 r '
Caravantes, Notida General, IV, IV, 30.
: Capí~lo 25 de las Ordenannis de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 28.
Carta de los contadores de cuentas de 22 de abril de 1611; AGI, lima, 105. La
pena prevista era de 50.000 maravedís para cada oficial real o para los contadores que
no solicitaran dichos balances (capítulo 6 de las Ordenanzas de 1605). Este incidente
es perfectamente intelegible en el marco de los constantes litigios que caracteriz.aron las
relaciones de la Contaduría con el marqués de Montesclaros.
16
I .as ordenanzas fundacionales deterrninaban que la visita a la Caja debía girarse


ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 37

Esta inspección anual a la Caja de Los Reyes, que en teoría se pre-


sentaba como muy conveniente, tarnbién en la práctica demostró su efi-
cacia, porque aparte de c11111plir su cometido de vigilancia fiscal pen1útió
a los contadores· de cuentas introducirse en problemas concretos de la
economía virreinal que se reflejaban en las cuentas limeñas que, como
bien se sabe, centralizaban las de todo el territorio y, de esta manera,
sugerir los remedios necesarios. Buena muestra de ellos es un infor111e
del Tribunal al príncipe de Esquilache 17 en el que se analizan los de-
fectos de la administración de varias rentas. Creo interesante reseñarlo
a continuación, no sólo para hacernos cargo de lo dicho, sino ta111bién ·
para ejemplificar lo que se expresa en otras partes de esta monografía
sobre la importancia del Tribunal de Cuentas en otros aspectos de la
vida institucional del Virreinato.
Almojarifaz.gos. Los contadores de cuentas recomiendan la reins-
tauración de la Caja Real del Callao, en orden sobre todo a la n1ayor
eficacia de la administración de esta renta aduanera. A los hechos se
remiten: En los cuatro años que van de 1610 a 1613 año en que fue
suprimida por iniciativa de Montesclaros , la Caja del Callao había
cobrado un total de 199.223 pesos ensayados, y en los cuatro siguientes
-de 1614 a 1617, bajo la administración de la Caja de Lima sólo se
había ingresado por el 1nismo concepto 149.692 pesos; una diferencia
de casi cincuenta mil pesos que no podía atribuirse a una disminución
de la actividad comercial ni a una baja de los precios, que, por el con-
trario, en esos años registraban importantes incrementos, paralelos al
de la población de la capital virreinal. La única razón, por lo tanto,
dicen los contadores de cuentas, está en «la flaqueza de la administra-
18
ción de los oficiales reales de Lima>> •


al final de cada año natural (capítulo 20 de las Ordenamas de 1605. En la Recopilación,


VIII, 1, 22 y 23). Poco después se info101ó al Consejo de los inconvenientes de esta dis-
posición; en consecuencia, se despachó una cédula dirigida al marqués de Montesclaros
el 5 de octubre de 1607, por la que se le autorizaba a alterar este punto y a disponer libre-
mente la fecha de la visita a la Caja limeña (Provisiones reales, núm. 315, p. 395, BNM,
ms. 2989). Medio año después, por otra de 2 de marzo de 1608, las autoridades centrales
concretaban esta fecha: los contadores debían efectuar su visita inmediatamente después
de que los oficiales ter11rinaran el encaje de la plata que se remitía a España, momento
en que quedaba «barrida» la Caja y, por lo tanto, resultaba más cómodo realizar el balan-
ce. (Consulta que hizo la Contaduría de Cuenta.sal virrey príncipe de Esquilache, de
lo que resultó del inventa.no de la Caja y tanteo de cuentas que se tomó en junio de 1618,
de lo que entró y salió de ella, desde que se fae la Anna.da de 1617 hasta que partió
. la de 1618; AGI, lima, 105.)
17
Vid. nota anterior: Consulta que hizo la Contaduría ...
18
La Caja del Callao, según narran los propios contadores, se creó por sugerencia

• ,
38 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Alcabalas. La Contaduría llama la atención sobre las deficiencias


en la administración de la renta: en Lima aún siguen impagos los 70.736
reales por quiebra del Cabildo y otros originados en la ad~st~ación
de los oficiales reales 19 • La situación en los otros diez corregnmentos
que tiene el distrito de la Caja de Lima es aún mucho peor. En el de
Cañete, en el lapso que va de 1612 a 1619, no se ha ingresado nada·.
En el de lea se deben 1.518 reales del último encabezamiento. En el

de Huaura, el últi1110 arrenda1niento terminó en 1615 y no se tiene noti-
cia de que los oficiales reales hayan proveído en su a · · stación y en •

el mismo descuido tienen a los restantes corregimientos Yauyos, Hua-


rochirí, Jauja, Canta, Cajata1nbo y Huaylas pese a que en ellos se
trata y contrata con toda normalidad.
Tributos de negros y mulatos libres. En los años de 1614 y 1615
la administración de los tributos de los horros de la capital virrei-
nal debió correr a cargo de los oficiales reales; sin embargo, en los
libros de contabilidad no consta ingreso alguno por este tipo de con-
cepto 20.
Tributo de yanaconas. Algo muy parecido al caso anterior ocu-
rre en la a · ·stración del tributo que deben al Rey este grupo es-

del arzobispo de México y visitador de las audiencias y cajas reales del Perú, licenciado
Alonso Fernández de Bonilla, con el próposito primordial de administrar los almojari-
fazgos del puerto. La propuesta del visitador aconsejaba la creación de dos plauis de
oficiales reales, con 1.000 pesos de salario cada uno, que se pagarían de los 2.000 que
ganaba el factor de la Caja de Lima, cargo que debía extinguirse. La propuesta fue acep-
tada, pero se mantuvo al factor limeño. Cuando se suprimió la Caja del Callao y se vol-
vió a la forma anterior se creó una nueva plaza para la de Lima, la de veedor. En

consecuencia, quedaron cuatro oficiales reales, de los cuales uno, por tumo, debía asis-
tir al puerto para atender a la administración de los almojarifazgos, la visita a los navíos
y desempeñar las funciones de contador, veedor y proveedor de la Armada. Vid., tam-
bién Sánchez Bella, La Organiz.ación, p. 99 (nota. 44). La caja porteña, según el testi-
monio de la Contaduría, fue creada en 1598 y suprimida en 1613. Chaunu proporciona
las listas de recaudación por almojarifazgos del puerto desd~ 1568 hasta 1605; Séville
et l:Atlantique (1504-1650) (París, 1955-1959), VIII, 1, p. 1140. Marie Helmer ha dedicado
tambi.é n un interesante artículo: «Le Callao (1615-1618)» en Jahrbuch für geschichte...
Lateinamerikas, 2 (Koln, 1965) a la actividad económica del primer puerto virreinal.
19
Las rentas por este concepto en Lima, Callao y Chancay, dicen los contadores,
estuvieron arrendadas en realidad estuvieron encabezonadas por 58.000 pesos de a
ocho reales cada año. El contrato se frrmó en 1613, pero el Cabildo quebró al año si-
guiente y, en consecuencia, se encargaron de su administración los oficiales reales. En
abril de 1616 se hizo el primer asiento con el Tribunal del Consulado, por los mismo
58.000 pesos anuales. Vid., Escobedo, Ronald, La alcabala en el Perú bajo los Austrias,
en AEA, núm. 33 (Sevilla, 1976), p. 269.
20
Vid. Escobedo, Ronald, «El tributo de los negros, mulatos y zambaigos libres en
el Virreinato peruano,., en Revista de Indias, núms. 163-164 (Madrid, 1981), pp. 43-54.
• -


ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 39


• •

21
pecial de indios • Y todo ello en detrimento directo de la Real Ha-
cienda.

1.2. Regírnenes especiales: Chile y Pana1ná


La jurisdicción del Tribunal de Cuentas de Lima abarcaba un ex-
tenso territorio en el que cabían todos los distritos fiscales o cajas
reales de las audiencias de Lima, Charcas, Quito, Panarná y Chile;
estas dos últimas, sin embargo, gozaron desde el principio de un régi-
men especial en virtud de las ordenanzas 24 y 25 de 1609 22 , por el que
las cuentas de sus respectivas cajas debían ser tomadas con el estil·o
de la etapa anterior, es decir, por los oidores; el único lazo de unión
con la Contaduría era que las cuentas finales debían remitirse a Lima
para su posterior envío al Consejo de Indias. ·
Las cajas de Chile eran por esta época de escaso rendimiento eco-
nórnico, pero la especial situación 1nilitar del ter1·itorio y el envío anual
del situado 212.000 ducados desde la Caja de Lima~ para atender los
gastos de la guerra del Arauco , les confieren una relativa importan-
23
cia financiera • Si el control de las cajas estrictamente subordinadas
al Tribunal de Lirna era ya bastante precario, mucho más lo fue el de
las chilenas, de las que práctica111ente no se tenía infor1nación. La obra
de Femando Silva, aunque extemporánea para el marco cronológico
de este capítulo, refleja esta situación. Así, por ejemplo, dice: <<En cuanto
a la Caja de Concepción, el panora111a que ofrecía era similar. Del ma-
nejo y distribución del situado remitido desde Lima no había noticia
alguna en Santiago y menos aún en la Contaduría General de Indias.
Como Amat lo demostraba en su relación aunque los remates y arren-
darnientos de rentas del Obispado de Concepción se hacía en Santiago,
las cuentas no se tomaban allí, sino que se llevaban a Lima, en donde
sólo se tenía la comprobación que los mismos interesados buenamente
24
quisieran proporcionar>> • .

Vid. Escobedo, Ronald, El tributo indígena en el Pero, siglos XVI y XVII (~lo­
21

na, 1979), pp. 152 y ss.


22
Capítulos 24 y 25 de las Ordenanzas de 1609, ratificados posterior1nente por cé-
dula de 16 de abril de 1618. En la Recopilación, VID, 1, 79 y 80.
23
Con el transcurso del tiempo la economía chilena irá cobrando una mayor enti-
dad, hecho que unido a su inicial régimen autónomo conducirá, ya en el siglo xvm, a
la creación de una nueva Contaduría, aunque de carácter unipersonal, en Santiago. Esta

institución ha sido estudiada, como ya se ha dicho, por el historiador del Derecho chile-
no Femando Silva, op. cit. •

24
Silva, Femando, op. cit. . pp. no y SS.
I


40 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Los contadores de cuentas de Lima comprensible mente no desapro-


vechan las oportunidade s de intervenir, muchas veces sólo de forrna
indirecta, en las fmanzas chilenas, como en algunas cuestiones que se
suscitan en relación al envío del situado. En 1609 se solicitó al mar-
qués de Montesclaros quinientos hombres para la guerra de Chile. El
virrey dudó si los gastos que ocasionara el envío de la tropa debían có-
rrer a cargo del situado, por lo que lo consultó en el Acuerdo General •
de Hacienda; el contador decano que participaba en la Junta se opuso,
pero la mayor parte de los votos se inclinó a que se pagaran de la Real •

Hacienda hasta que desembarcara n en Chile. Ese año la operación de-


mandó un gasto adicional de 9.844 ducados. Como al año siguiente se
repitiera la situación, el Tribunal de Cuentas se opuso con más ener-
gía, exponiendo que si faltaban soldados debía haber un excedente mo-
netario en el situado con el se pagarían los gastos expresados. Reunido
nuevamente, el Acuerdo deter111inó que, en efecto, los gastos de los sol-
dados debían correr a cargo del situado desde el día del alista1niento,
pero no así los que demandaran Ia leva, flete, matalataje y sueldo de
los capitanes en Lima. Solució11 ecléctica que ta1npoco satisftzo a la
Contaduría, que elevó su protesta al Monarca, haciendo considerar ade-
más que en tiempos de los virreyes Luis de Velasco y conde de Monte-
rrey todos los gastos se habían cargado en la cuenta del situado de
Chile 25 • .
En la misma carta al Rey, los contadores de cuentas infor111aban so-
. bre las noticias que habían tenido por intern1edio del veedor general
de Chile, don Francisco de Villas y Acuña, sobre el daño que resultaba
para la suerte de la guerra del hecho de nombrar oficiales demasiado •

_jóvenes, sin experiencia e indisciplinados. Por otra parte sugieren que -


se podrían ahorrar los sueldos de varios oficiales reuniendo en una so-

la compañía los reclutas que se envían a Chile 26 •


En 1633 se dio comisión especial al contador Andrés Ruiz de Gue-
vara para que en el plazo de tres años tomara las cuentas de la gente
de guerra de Chile y su situado de 212.000 ducados anuales. En la rela-
ción que envió al Tribunal explicaba detallada1nente su gestión: se ha-
bían liquidado las cuentas de los oficiales reales de la Concepción desde
1619 a 1633 y otras 26 cuentas de proveedores generales, ·tenedores de
bastimentas, factores de fuertes y presidios, mayordomos de las estan-

25
Carta de los contadores de cuentas Martínez de Pastrana, López de Caravantes
y Garro, 30 de marzo de 1610, AGI, Lima, 105.
26
Ibídem.

ORGAN IZACIÓ N, RÉGtMEN Y FUNCIO NAMIEN TO 41

cias y maestr es de navíos; de todas ellas resulta ron unas deudas líqui-
das por un total de 336.381 reales y medio, de los cuales se habían
cobrad o 150.265 reales y medio; .p ara hacer lo propio con los 186.265
restantes se estaban hacien do las diligencias oportunas. Inform aba ade-
más que al cu111plirse el tiempo de su co1nisión 21 de abril de 1635-
dejaría en el estado en que estuvie ran algt1nas que faltaban de provee-
dores y otros ministr os. En razón de la eficacia mostra da por el conta-
dor, el Acuerd o de Hacien da aconsejó prorrog ar el plazo hasta finalizar
el año natural y que, en caso de que tern1inara con esas cuenta s y le
sobrara tiempo , tomara las de los oficiales reales corresp ondien tes ·
27
a 1634 •
En las cuenta s de Santiag o se aplicab a estrictarnente el régime n es-
pecial previst o por la legisla ción. De todas for111as, como corresp ondía
al Tribun al de Lima la revisió n final de las mencio nadas cuentas, en
alg11nas ocasio nes quiso hacer valer su jurisdi cción. En primer lugar,
los contad ores se quejan de la ineptit ud de los oidore s para estos me-
nestere s y echan e~ falta que no haya allí una person a inteligente para
28
este ministe rio • No se toman, dicen, las cuenta s con el estilo pres-
crito por las ordena nnis de los tribuna les, porque lo oidores hacen car-
go a los oficiale s reales de lo que entra en la Caja y no de lo que debe
entrar; como toda conces ión a este princip io, los oidores consig nan al
final de las cuenta s una relació n de las deuáas , que hasta 1626, según
estas misma s relacio nes, montab an 26.820 pesos de a ocho. Con este
motivo los contad ores limeño s escribi eron una carta al fiscal de la

Z7 Carta de los contador es de cuentas Martínez de Pastrana , Suárez y Morales , 24


de mayo de 1635; AGI, lima, 106. Antes de 16Z7 existía un contador especial para el
situado de Chile: Respues tas de los contador es de cuentas a dos cédulas sobre este res-
pecto, de 16 de jtJnio y 25 de septiemb re de 16Z7, 30 de mayo de 1630; AGI, Lima, 105.
En 1Jna fecha tempran a, 13 de marzo de 1610, el Consejo de Indias, como respuest a
a la pretensi ón de los contador es de Lima de que estos comision ados dependie ran más
directam ente de su autorida d, dispuso claramen te que el despach o de comision es para
Chile, nombram iento de personas y asignaci ón de salarios, era compete ncia exclusiva
del virrey. Provisiones reales, BNM, ms. 2.989, núm. 626, pp. 691-693.
28
Silva, Fernand o, op. cit., pp. 108 y ss., habla de un contador entre partes, cuya
misión era encargar se de alg1Jnas cuentas muy concreta s: 4(Las cuentas de las causas eje-
cutivas, las cuentas de las tutelas y de los bienes que entraban en poder del deposita rio
general, las cuentas y participa ciones entre heredero s, la administ ración de los albaceaz-
gos, las cuentas de rédito de censos, incluyen do los de los indios, y las cuentas de penas
de cámara y papel sellado» y quien poco a poco, antes de 1701, había extendid o sus facul-
.tades al conocim iento de las cuentas de los oficiales reales; el contador entregab a a la
Audienc ia las cuentas ordenad as y glosadas , reducien do al mínimo la participa ción con-
table de los oidores.
42 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO
~~~~~~~~~~~~~~- -

Audiencia de Santiago para que las hiciera cobrar sin más dilación, ya
que tenían entendido que los oidores comisarios de las cuentas habían
conminado a los oficiales reales para que liquidaran esas deudas en el
plazo de veinte días, plazo que había vencido ya el 17 de febrero de
1633 sin ningún resultado positivo. Sin acordarse de sus amargas pro-
testas de cuando se usó una medida similar con ellos, los contadores
solicitaron al virrey que ordenara a los oficiales reales de la Caja de •
Lima en donde se pagaban los salarios de los oidores y fiscal de San-
tiago por no existir los fondos necesarios en la Caja de su sede que ·
suspendieran el pago de sus salarios hasta que no liquidaran total1nente
29 •
las deudas pendientes
La situación de la Caja de Pana111á era muy similar a la chilena,
pero por estar situada en lugar de paso importantísimo en las comuni-
caciones del Virreinato con Madrid, sus relaciones con el Tribunal de
la Contaduría son de alguna forma más estrechas; al menos existe una
mayor información. Así, por ejemplo, en 1626 los contadores de cuen-
tas informan al Consejo de Indias que en las cuentas que se han tomado
a los oficiales reales de esa Caja hay un descubierto de 2.499 pesos
de a nueve que se va corriendo de un año para otro, sin que se arbitre
ninguna solución, por lo que piden la intervención del Monarca para
que los inste a ingresar esa cantidad en la Caja y se cobren las deudas
en diversos géneros de la Real Hacienda, especialmente en el de
30
almojarifazgo •s
La dependencia de la Caja de Panamá al Tribu·naJ de Lima tendió
a hacerse cada vez más laxa. López de Caravantes en este sentido in-
for1na de una orden real por la que se dispuso que las cuentas tomadas
por los oidores se enviaran directamente a la Contaduría del Consejo,
obviando la .revisión previa en la Contaduría de Los Reyes 31 , aunque
lamentablemente no ofrece la oportuna y exacta referencia legal y en
la Recopilación no se registra ninguna modificación al respecto, más
aún, se mantiene el texto de la ordenanza veinticinco de las Ordenan-
zas de 1609 32.

29
Carta de los contadores de cuentas, 24 de mayo de 1635 · AGI lima 105
30 ' ' ' .
Carta de los contadores de cuentas, 26 de febrero de 1626; AGI, lima, 105. Al
margen una anotación del Consejo: «que se escriba a los oficiales reales», 13 de septiem-
bre de 16Z7.
31
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 36.
32
Capítulo 25 de las Ordenanzas de 1609, reiterada en cédula de 16 de abril de 1618.
En la Recopilación, VID, 1, 80.
-


OR GA NI ZA CI ÓN , RÉGIMEN Y FU NC IO NA MI EN TO 43

1.3. O tr as obligaciones

C on se r las más im po rta nt es la s cu en ta s de la s ca ja s re al es , no co ns -


tituyen sino un a pa rt e de la s m uc ha s ob lig ac io ne s de l Tr ib un al de la
C on ta du ría de Lima. El co nt ad or de cu en ta s Jo sé Su ár ez pr op or ci on a
un a larga y 1ninuciosa re la ci ón de lo s tra ba jo s en co m en da do s al
33
Tribunal :

a) Cuentas ordinarias
l. Cuentas de corregidores;
34 de pr ov ee du ría s y de m ae st ro s
2. de tenedores de basti1nentos , •

de navíos de la A rm ad a y de averías;
3. de pagadurías de gente de gu er ra ;
4. de cargos qu e re su lta n co nt ra pa rti cu la re s, de ej ec ut or es y de
venta de tie rr as baldías;
5. de comisiones para co m pr ar ba st im en to s y m un ic io ne s pa ra m ar
y tierra.

b) Burocráticas
l. Reconocimiento de lo s lib ro s de m em or ia s or di na ria s y ex tra or -
dinarias, de los de cargos y ej ec ut or ia s y de lo s de la s pe rs on as qu e
35
de be n re nd ir cuentas •
2. H ac er los lla1nar ni en to s y au to s pa ra qu e la s pa rte s rin da n cu en -
tas. A se nt ar los despachos en lo s lib ro s an ot an do dí a, m es y añ o y el
no m br e de la pe rs on a a qu ie n se en tre ga . C on su m id os lo s pl az os re gl a-
36 •
mentarios, ha ce r nu ev os de sp ac ho s y ap er ci bi m ie nt os de pe na s
3. Sa ca r lo s cargos de la s cu en ta s qu e se rin de n y es ta bl ec er la s
de ud as qu e de ella s se de riv en pa ra de sp ac ha r lo s au to s, m an da m ie nt os
y pr ov is io ne s pa ra su co br an za n. -

33 ac ion es y de sp ac ho s qu e es tán a ca rgo de l Tr ibu na l de Cu en-


Relación de las oblig
Tie rra Fi rm e y Ch ile (re lac ión nú m. 4) , de l co nta do r
tas de es tas provincias de l Perú,
pe z de Ca rav an tes en su No tic ia Ge ne ra l, IV , IV , 36 ,
José Suárez; AGI, Li ma , 105. Ló
ofrece po r su parte otra sim ila r, au nq ue red uc ida a las cu en tas or din ari as .
qu e estas cu en tas se tom an ca da cu atr o o cin co añ os
34
Caravantes, loe. cit ., aclara
y po r relaciones juradas. ,

35
Capítulo 8 de las Or de na nz as de 16 05 . En la Re co pil ac ión , VI Il, I, 7.
36
Capítulo 35 de las Or de na nz as de 16 05 . En · 1a Re co pil ac ión , VI II, 1, 39 .
'J"l Ibídem.


44 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


'
4. Hacer los apercibimient os con gravárnenes de penas y reiterar-
38
los con despachos de apremio cuando no se cumplan •
5. Anotar en los libros los despachos mencionados para que cons-
ten las diligencias que se hacen con cada persona.
6. Hacer cargo a las personas a quienes se comete el cumplin1ien-
to de los despachos 39 y justificar el salario y el tiempo que consumen
los comisarios y ejecutores.
7. Reconocer las deudas que resultan de las partidas testadas y adi- ·
cionadas por falta de recaudos y despachar las correspondie ntes certi- .
ficaciones a las partes.
8. Reconocirniento de las relaciones juradas y sacar de ellas los
posibles cargos contra los transgresores , anotarlos en los libros de me-
moria y hacer las diligencias para su cobranza.
9. Tomar razón de las cédulas reales y demás despachos de go-
bierno relacionados con la Real Hacienda.
10. Tomar razón del mismo modo de los recibos de los maestres
de la Ar1nada y tenedores de bastirnentos y de otras personas que ad-
ministran diversos géneros y hacerles cargo de los mismos para la com-
probación de sus cuentas. .
11. Tomar razón de los títulos de corregidores, oficiales reales, ca-
pitanes de Artillería y salas de armas y otros muchos funcionarios pro-
vistos por el Rey o las autoridades virreinales, en función de las cuentas
que hayan de rendir 40 •
12. Tomar razón de las fianzas, oficios vendidos, encomiendas de
indios vacos, encabez.arnientos de rentas, asientos de naipes, de la ad-
ministración de los azogues de Huancavelica y del tr·ansporte de este
mineral desde las 1ninas al puerto de Chincha, así como de otras mu- •

chas operaciones de Hacienda ejecutadas por el Gobierno y los oficia-


les reales.
13. Revisión de las cuentas tomadas por los oficiales reales a los
corregidores de sus distritos de los tributos real~s a su cargo, por ape-
lación de las partes.
14. Preparar las causas que deben verse judicialrnente en el Tribu-
nal con los jueces de la Audiencia; y llna vez sentenciados sacar los
cargos y actuar en consecuencia .

38
Ibídem.
: Cap~tulo 44 de las OrdenanUJs de 1605. En la Recopilación, Vlll, 1, 49.
Capitulo 17 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 17.
-

ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO



45

En este ctímulo de obligaciones conviene destacar las muchas cuentas


que origina el manteni1niento de la escuadra del Mar del Sur. Una ma-
rina de guerra que sólo se hace notar cuando los piratas aparecen por
el Pacífico, pero que por lo menos durante el siglo XVII mantiene un
n1íni1no de tres embarcaciones: Almiranta, Capitana y Patache 41 para
asegurar la defensa contra este peligro y acompañar los convoyes con
metales preciosos hasta Pana1ná. Sea por la iinportancia de los cauda-
les que se destinan al 111anteni1niento de la Flota, por la cantidad de
cuentas que origina su adrninistración, por la cercanía física de los ad-
rr1inistradores a la sede del Tribunal o por las tres en conjunto, lo cierto
es que la Contaduría limeña dedicó parte sustancial de su tiempo a la
vigilancia y rendición de esas cuentas, distrayéndolo muchas veces de
lo que regla1nentariarnente era su obligación primordial: la fiscaliza-
ción de las cuentas ordinarias de las cajas reales. En ocasíones esta es-
trecha vigilancia rindió frutos extraordinarios como cuando, por ejemplo,
se determinó una~ crecidas deudas al Fisco por parte del al111irante Juan #

de la Plaza y del ad1ninistrador Lorenzo de Medina, de los que se lo-


- 42
gró cobrar la mayor parte • En otras sirvió para descubrir posibles
irregularidades e instar al cumpli11tlento de las leyes, como en el caso
del factor Cristóbal de Ulloa, a quien con ocasión de la entrada del
<<enernigo holandéS» Spilberg se le entregaron 650.000 pesos. Murió
sin dar cuentas pese a que en vida se le había urgido; y no las dio arnpa-
rándose en la disculpa de que el contador de la Armada no le había pro-
porcionado los recaudos de los pagos. Se embargaron los bienes de Ulloa,
muy pocos, y sobre éstos la viuda reservó 26.000 pesos de su dote. Los
fiadores rechazaron toda responsabilidad aduciendo que su aval no res-
43
paldaba las operaciones. de los oficiales reales fuera de caja •
A pesar de tantas obligaciones que pesaban sobre el personal del
Tribunal de Cuentas, los contadores procuraron desde un principio asu-
n1ir otras muchas que no estaban expresamente declaradas, y con mu-
chas otras que sí lo estaban, se extralimitaron en su interpretación. Pronto
se trató de corregir este afán acaparador del -Tribunal. Así por el capí-
tulo veintitrés de las Ordé~anzas de 1609 se limitó el sentido del quinto
de las de 1605 44 ; en efecto, se venía a decir: a las conta.d urías les co-

41 Lohmann Vtllena, Guillermo, Historia Marítima del Perú, siglos XVII y XVIII, tí-
tulo N, vol. 1 de la colección del mismo nombre (Lima, 1973), pp. 35 y ss.
42
Carta de los contadores, 28 de febrero de 1626; AGI, Lima, 105.
43

Ibídem. ,
44
Capítulo 5 de las Orden.an:zas de 1605 y 25 de las de 1609. En la Re.copilación,
VIII, 1, 5 y 78.


46 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

rrespon de tomar todas las cuentas del Real Erario, pero sin alterar las
for1nas administrativas hasta entonces vigentes. La mayor parte de las
rentas estaban encargadas a los oficiales reales o en su defecto a adrni-
nistradores especiales, al Tribun al en consec uencia sólo le corresp on-
de un control indirecto a través, princip alment e, de la rendici ón de
cuentas de los funcionarios responsables. No obstante, los contad ores
no cesaron en su empeñ o de inrniscuirse en cuanto podían en la admi-
nistración hacend aría, reclarnando, a veces con éxito, nuevas atribu- ·
ciones. Hecho del que se desprenden consecuencias tanto positivas como .
negativas. Positivas en el sentido de que sus interve ncione s sirvier on
para denunc iar irregul aridade s dolosas, a veces con beneficios iinpor-
tantes para el Erario, y negativas porque otras mucha s sólo sirvier on
para distrae r la atención que debían a sus debere s más perento rios.
Los siguientes son ejempl os ilustrativos de ese afán interve ncionis -
ta de los contad ores liineños: En 1610 dieron cuenta al Rey de cómo
no se cumplí an las órdene s sobre las avaloraciones de las mercan cías,
en orden a la cobran za de los al111ojarifazgos, y aunque el virrey había
ordena do a sus admini strador es que se hiciera n las avaloraciones con
las formalidades de rigor contem pladas en las ordena nzas del iinpues to
-tanto en el Callao como en los demás puertos y que se remitie sen
los papeles de lo actuado a la Contad uría, no había constan cia de que
se hubiera alterado esa pernici osa costum bre • En otra carta de la
45

misma fecha que la anterior, los contad ores de cuenta s solicitan al Mo-
narca autorización para asistir, como lo hacían los oidores , a los rema-
tes de los diezmos eclesiásticos y a otras operac iones en que se
encabezonan, arriend an, venden o compr an bienes del Estado, por ser
ellos los más entendidos en estos menest eres y no otros <<que no han •

do en estas materias>> 46 •
profesa
En 1626 los contadores inform an al Consej o de Indias sobre el in-
cump1:imiento de la orden de que cuando vaque un reparti miento d~ in-
dios en los que el Rey tuviera alguna parte se inc~rporen inmediatarnente
los tributos a la Corona . Esto ha sucedid o concreta111ente, dicen, con
los repartimientos de Cala111arca y Ayo Ayo, que pertene cían a un tal
Juan Ramón y a la Compa ñía de los Lanzas, que han sido nuevamente
47
encomendados a pa1·ticulares • En la misma carta se infor1na sobre las

45
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Garro, 30
de marzo de 1610; AGI, lima, 105.
46
Ibídem. .
47
Carta de los contadores de cuentas, 26 de febrero de 1626; AGI, lima, 105.
Anotación al margen: «Véalo el Sr. Fiscal».
-





• •

ORGAN IZACIÓ N, RÉGIMEN Y FUNCIO NAMIEN TO 47

mucha s situaciones asignaciones a personas e instituciones que pe-


san sobre el rubro de tercia de encomiendas y de la escasa rentabilidad
del mismo en perjuic io de la masa común de la Hacien da de la que
48
se pagan • La intervención de los contadores de cuentas en la admi-
tando paulati namen te 49 :
nistrac ión del tributo indígena se fue acrecen
en 1609 se inhibió a la Audiencia a favor del Tribunal para entend er
en la parte contab le de los juicios que se seguían a los corregidores.
El príncip e de Esquila che encargó a los oficiales reales de la rendición
de cuentas de tributo s administrados por los corregi dores y por apela-
ción al Tribun al de Cuenta s de Lima; orden que confirm ó el Rey por
carta de 11 de julio de 1621. Los contadores no se sienten aún satisfe-
chos con esta medida y en 1631 piden plena jurisdicción sobre las cuentas
tributa rias, aunque las partes no apelen, y con capacid ad, incluso, para
es deveng ados 50
compe ler al pago de las deudas cobran do los interes •
51
En el escaso comercio peruano-mexicano - estaba autorizado el en-
vío anual de un barco a la Nueva España con 200.000 pesos que debían
regresa r invertidos en <<frutos de la tierra.>> En 1623 los comerciantes
limeño s que embarc aron en el Trinidad no gastaron toda esa suma en
tales productos, con lo que, decían los contadores de cuentas al Mo-
narca, se defraudó el almojarifazgo de salida en Acapulco y el de en-
trada en el Callao, pero lo que era más grave, se confir1naban las
sospechas de contrab ando de <<ropa de la China>>, utilizando precisa-
mente ese dinero. La voz de ala1·ma de la Contad uría se concretó en-
tonces en una vaga declara ción de la Corona por la que se alentaba a
los contad ores de Lima y México a continu ar su vigilancia en el cum-
plimiento de las disposiciones legales referentes a ese comercio, a pre-
sionar para que se ejecuta ran las penas previstas y a dar aviso a la
Corte , pero no se arbitró el instrumento que permitiera el control efi-
52

caz del Trib~al de Cuentas, como el que años 1nás tarde intentó el conde
de Chinch ón. En efecto, en 1632, a solicitud de los contadores, el vi-
rrey deter1ninó que los mercad eres autorizados para este comerc io de-
bían, antes de empren der el viaje, dar fianzas suficientes de las que

48
Escobedo, El tributo indígena, pp. 179 y ss.
49
Ibídem, pp. 100 y ss.
5
°
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, Suárez y Oléaga, 31 de mayo de
1635; AGI, lima, 105.
51
Rodríguez Crespo, Pedro, «Aspectos del comercio Perú-México en la Adminis-
tración del virrey marqués de Montesclaros: 1607-1615>>. en Cuadernos del Seminario de
Historia, núm. 8, Instituto Riva Agüero (Lima, 1965), pp. 11-33.
52
Cédula de 24 de septiembre de 1626. Recopilación, VIII, 1, 103.
48 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

se cobrarían a su retomo el al1nojarifazgo por el total de los 200.000


pesos invertidos en productos mexicanos. Los comerciantes apelaron
inmediatarnente a la Real Audiencia, que dictarninó a su favor. Y así
se despachó la nave de 1632, sin dar las fianzas estipuladas por el vi-
rrey. Al Tribunal de Cuentas no le quedó otro remedio que seguir el
consejo que se le había dado unos años antes: dar aviso a la metrópoli
53
para que se proveyera lo que conviniese •
La intervención de los contadores de cuentas llega en ocasiones a ·
inmiscuirse en terrenos en los que es bastante difícil establecer las re- .
laciones que guardan con los intereses inmediatos del Erario o con las
atribuciones estatutarias del Tribunal. De esta manera hacen observa-
ciones, por ejemplo, sobre las forn1as que se han de guardar en las ca-
renas de los barcos de la Armada. Sus observaciones son, sin embargo,
atendidas y se materializan en un auto del príncipe de Esquilache de
30 de octubre de 1618. Por presuntas violaciones de estas disposiciones
54
insisten en sus criterios ante el mismo Consejo de Indias •

1A. Fiscalización de otros trib11nales: La Santa C1·111J1da

En la amplísirna relación de ocupaciones del contador José Suárez


no se encuentra la rendición de cuentas de dos tribunales con sede en
la capital virreinal: el de la Santa Cruzada y el de la Santa Inquisición.
Dos instituciones que si bien es cierto no tienen un peso específico en
la marcha de la economía, sí representan organismos de gran influen-
cia y prestigio social, sobre todo el segundo de ellos.
Las relaciones del Tribunal de la Contaduría y el de la Santa Cruza- ·.
da fueron por regla general cordiales. En el plano personal, una co-

rriente de afecto une al personal de la Contaduría con el contador de


la Cruzada Gonzalo de la Maza, funcionario que llena casi toda l~ pri-
mera mitad del siglo XVII al frente de esa institución. En 1616 una real
cédula agrió por algún tiempo tan buenas relaciones. Con fecha de 25
de enero, el Consejo ordenó que las cuentas de la Cn1zada se tomaran
· conjuntarnente por el contador de ese Tribunal y uno del de Cuentas,
designado por el virrey, de tal for111a que los tesoreros de las bulas de

53
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes, Suárez y Mo-
rales, 15 de mayo de 1633; AGI, lima~ 105.
54
Carta de los contadores López de Caravantes y Meneses, 18 de abril de 1621; AGI,
lima, 105.


ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 49

la Santa Cruzada no tuvieran que recurrir a España para obtener el fi-


niquito. Las costas debían correr a cargo de los mencionados tesore-
ros, ya que se les evitaba los gastos del envío de las cuentas a la
península. A instancias del Tribunal de la Santa Cn1zada, el virrey prín-
cipe de Esquilache regla111entó la real orden:
a)Nombró para esta tarea al contador de cuentas Alonso Martí-
nez de Pastrana, con un salario diario de 10 pesos ensayados.
b) Las cuentas deberían tomarse en los locales del Tribunal de la
Santa Cruzada. ·
e) El contador De la Maza tendría preferencia en el asiento .

Los contadores de cuentas objetan el decreto del 55


virrey :

a) En primer lugar porque rompe con el modelo que se sigue en


España, donde los contadores de cuentas de la Contaduría Mayor de
Castilla prefieren en el asiento y en la frrma a lo's de la Cruzada, y los
de la Contaduría de Li1na gozan de las 1nismas pree111inencias, entre •

las que conviene destacar que despachan con el sello real.


b) Los precedentes virreinales avalan igual1nente el derecho de la
. Contaduría. Cuando al contador De la Maza le dieron un regimiento
en el Cabildo de la ciudad intentó preferir a los oficiales reales y S.M.
lo denegó; y los oficiales reales son inferiores a los contadores de
cuentas.
e) El capítulo quinto de las ordenanzas dispone que no se tomen
cuentas fuera de la Contaduría y que las que así se tomen sean invali-
dadas. Ta1nbién en este aspecto existe un precedente. Cuando el mar-
qués de Montesclaros regla1nentó la cédula de 14 de septiembre de 1603
que ordenaba que las cuentas de las bulas las tomaran el contador de
la Cruzada ·y un oficial real, designó al contador Diego de Meneses
y como local el de la Caja real. Aparte. de estas razones legales aducen
otras de eficacia: en la Contaduría se está más cerca de las comproba-
ciones y se evita que las cuentas se dispersen.
d) En cuanto al salario ofrecido por el príncipe, hacen constar que
el oficial real que tomaba las cuentas con Gonzalo de la Maza recibía
250 pesos, y ahora que no se paga de la Hacienda, sino por los tesore-
ros de la Cruzada, se ordena que sea por días; esto, dicen, no es justo


55
• Carta de los contadores Mmtínez de Pastrana., López de Caravantes y Garro, 10
de abril de 1617; AGI, lima, 105.

".


50 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

ni decente, y menos si se considera que el que ahora debe tomar la cuen-


55
tas es un contad.)r de la Contaduría ª.

La respuesta del Consejo de Indias no tardó demasiado. Por cédula


de 2 de julio de 1618 se daba razón a los contadores del Tribunal de
Cuentas en casi todos sus argumentos, menos en el pecuniario. El con-
tenido de la cédula se puede resumir en estos tres puntos:

a) Es excesivo el salario de diez pesos diarios por cuanto el conta- .


dor de cuentas que ha de encargarse de esta labor ocupará en ella horas
ordinarias de trabajo.
b) De ninguna manera el contador de la Cruzada puede preferir
al de cuentas, tanto porque en ello no se sigue el modelo castellano
como porque los contadores de la Contaduría son de provisión real.
e) Con estas competencias se atrasan indefinida1nente las cuentas,
por lo tanto, de no existir una razón superior, se ha de revocar todo
lo dispuesto en contrario a la ad1ninistración ordinaria de las bulas de
la Santa Cruzada que se estipuló en la cédula de 14 de noviembre de 1603.

Solórzano, como testigo presencial de estas disputas, corrobora la


apreciación del Consejo: << ••• por no haberse acabado de allanar este
56
punto, excusaron en mi tiempo muchos años este concurso>> •

1.4.1. LA CONTADURÍA Y LA INQUISICIÓN

Por una real cédula se ordenó que el Tribunal del Santo Oficio acla- _ •

rara su situación financiera con la Hacienda. La Inquisición, que se


había asentado en la ciudad de Los Reyes en 1569, venía recibiendo
anualmente del Erario 10.000 pesos ensayados para la paga de los sala-
rios de dos inquisidores, fiscal y notario del Secreto. Esta asignación
se había condicionado, sin embargo, a que se pagara sólo hasta que se
generaran las rentas propias: confiscaciones, penas y penitencias; pero
hasta 1625 se había seguido abonando de forma ininterrumpid a hasta
hacer un total de 672.000 ducados, sin que hubieran rendido cuentas
de ella ni de los ingresos propios, que no se sabían en qué los habían
.gastado; sólo se ~abe, dicen los contadores, que invirtieron en la ciu-

55
ª Caravantes, Noticia General, IV, IV, 144 y 145.
56
Solórzano, Política Indiana, VI, XVI, 20.
-



ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 51

dad y fuera de ella generando rentas de las que se pagan a los fJnciona-
rios que se han ido incrementando.
Enterado el Consejo de Indias de la situación, ordenó que el recep-
tor de la Inquisición diese cuentas de las condenaciones y demás ha-
cienda que había manejado el Tribunal del Santo Oficio desde su
fundación, cosa a la que se negaron los inquisidores diciendo que ellos
sólo estaban obligados a rendir cuentas ante su instancia superior, el
Consejo General de la Inquisición. El marqués de Guadalcázar suspen-
dió la ejecución de la real orden hasta que el Rey tomara nueva resolu-
ción. Poco después en un capítulo de carta del Monarca al virrey se
le comunicó que mientras se trataba el asunto con el Consejo de la In-
quisición se siguieran satisfaciendo los salarios por la Caja de Lima,
previa presentación por el Santo Oficio de un <<testimonio auténtico,
particular y singular>> de que no existían los fondos suficientes para pa-
gar de las condenaciones los me.n cionados salarios. Por dos años con-
secutivos se negaron a presentar tal certificación, por lo que se optó
por suspender los pagos en la Caja, hasta que llegó el inquisidor doctor
Juan Gutiérrez Flores, en calidad de visitador de la Audiencia, quien
<<tomó la mano de ello>> solucionando aparentemente el conflicto: se pre-
sentó la certificación firmada por el contador y secretario del Santo
57
Oficio y se pagaron los salarios en la Real Caja • El enfrentatniento
entre el Tribunal de la Inquisición y las autoridades hacendarias tuvo
sus secuelas de roces y fricciones personales que se prolongaron por
más tiempo y que afectaron principal1nente a los contadores del Tribu-
58
nal de Cuentas, como tendrer11os oportunidad de verlo más adelante •

2. WS LIBROS DE LA CONTAD

Esta arnplia tarea financiera burocrática, impuesta por sus ordenanzas


y las circunstancias, requirió de un cierto orden que la misma legisla-
ción procuró reglamentar, disponiendo que todas las operaciones de los
59
contadores quedaran claramente registradas en diversos libros • Li-

57 Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Meneses,


28 de febrero de 1626; AGI, Lima., 105.
58 Vid . infra. Cap. N, 3.5.3.
59 Solórzano comenta la importancia y necesidad de los libros en la Contaduría:

<<Siendo como es cierto que cualquiera que administra hacienda ajena está obligado a
tener libro y razón de ella, y dar cuenta siempre que se pidiere, bien se hecha de ver
cuánto más apretada y necesariamente correrá esta 9bl igación con los que administran
la Real de las Indias>> . Política Indiana, VI, XVI.
1


52 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

bro s qu e de ha be rse co ns erv ad o co ns tit uir ían ho y un o de los tes tim o-


nio s má s va lio sos de tan tos asp ec tos de la ec on om ía vir rei na l co mo se
de bie ron reg ist rar en ellos. .
En pri nc ipi o, ést os so n los má s im po rta nte s:

· lib ro de acuerdo. Sim ila r al qu e se llevaba en la Au die nc ia y ~n


el qu e se reg ist rab a cu an to los co nta do res de cu en tas res olv ían , «p ara
qu e en todo tie mp o co ns te de lo vo tad o, ac ord ad o y eje cu tad o» . La s .
act as de bía n est ar fir 1n ad as po r tod os los co nta do res y el lib ro gu ard ar-

se co n la de bid a cu sto dia y sec ret o ro.


lib ro de me mo ria . Qu e de bí ~ lle va r los co nta do res co n un a do -
ble fmalida d: ser vir de au xil iar ne mo téc nic o pa ra lla1 11a r al Tr ibu na l
a cu an tos tuv ier an qu e ren dir cu en tas de su ad rni nis tra ció n ha ce nd ari a
y de co ntr ol en ma no s de las au tor ida de s su pe rio res de las ac tiv ida de s
de los 111 ini stro s de la Co nta du ría , po rq ue en él de bía n reg ist rar se tod as
las dil ige nc ias qu e se ob rar an en est e sen tid o. Se est ipu lab a qu e pa ra
facilitar su us o y co ntr ol de bía est ar n\1 1n era do y ord en ad o alf a-
61
bética1nente •
lib ro de rec eta s. En el qu e se de bía n reg ist rar los ba lan ce s o in-
for me s de la ge sti ón ec on óm ica de las ca jas tan teo s o co rte s · qu e
62 •
los oficia les rea les de bía n rem iti r sem est ral 1n en te a la Co nta du ría
Lib ro de alc an ce s. En el qu e los co nta do res de bía n an ota r los
déficit o de ud as qu e res ult ara n de las op era cio ne s de ren dic ión de
cu en tas y en el qu e ta1 11b ién se de bía n reg ist rar co n de tal le las dil i-
ge nc ias qu e se hic ier an pa ra su co bra nz a. En el mi sm o sen tid o, y pa ra
ten er raz ón de tod os los de ud ore s, est ab a pre vis to otr o lib ro sim ila r,
el de inventario de cu en tas pe nd ien tes y fen ec ida s, co n la lis ta en
-
ord en alfabético de cu an tos rin die ran cu en tas y la rem isi ón a los pa -
pe les co rre sp on die nte s, <<p ara qu e en tod o tie mp o se ha lle co n fa-
63 •
cilidad>>

Po r últ im o, la Co nta du ría de bía lle va r otr o lib ro en el qu e se an ota -


ra co n cla rid ad y dis tin ció n los div ers os gé ne ros de Ha cie nd a; la ley
esp ec ifi ca concre ta111 ent e los de alt nQ jar ifa zg os, az og ue s, tri bu tos y en -
co mi en da s inc orp ora da s a la Co ro na , y ob lig a, po r otr a pa rte , ba jo pe -

60
Capítulo 34 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 38.
61
Capítulo 8 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 7.
62
Capítulo 6 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 6.
63
Capítulo 9 y 10 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 9 y 10.



0RGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO
1

53

na de 1.000 ducados, a los oficiales reales a colaborar con los contadores


de cuentas en la for1nación de este libro 64 • ·

3. ATRIBUCIONES JUDICIALES

Los tribunales de cuentas indianos además de sus específicas fun-


ciones de fiscalización hacendaria tienen otra faceta de semejante im-
porlancia y que complementa a éstas: la judicial. Dicho de otra 1nanera,
se le otorga atribuciones judiciales con carácter privativo sobre todas
las materias hacendarias. Los tribunales de cuentas son en consecuen-
cia tribunales de justicia como clara1nente ~e expresa en sus regla1nen-
tos y equiparables a la más alta magistratura, a la Audiencia, como ta1n-
bién de for1na expresa se dice, por ejemplo, en la ordenanza 34
de 1605: los contadores deben llevar un libro de acuerdo << ... como
se practica en nuestras audiencias, pues lo son las contadurías de
65
cuentas>> •
Cuando de las operaciones de la rendición de cuentas surgían dis-
cordias entre las putes y el Tribunal o éste si1nplemente detectaba gra-
ves irregularidades, se debía recurrir a la vía judicial de la for1na prevista
por la legislación: el virrey nombraba tres oidores de la Audiencia (en
un principio las ordenanzas estipulaban el nombra1niento de cuatro jue-

ces de la Audiencia, explica López de Caravantes, pero este número


le pareció excesivo al visitador Gutiérrez Flores y así se lo comunicó
al Monarca, quien por cédula de 10 de abril de 1628 ordenó que en
adelante se redujesen a tres «como se ha hecho y se hace~ ) y dos 66

contadores de cuentas, estos dos últimos sólo eón voto consultivo y con
la obligación del secreto judicial. El fiscal de la Audiencia debía defen-
der los intereses del Erario. Estaba prevista una segunda instancia por
apelación de las partes, pero ante los 1nismos jueces que habían fallado
en la primera; con esto se cerraba el proceso, salvo en dos supuestos:
que el caso <<Se re111itiera en discordia>> por empate de votos y el
virrey nombrara lJn cuarto oidor para que junto con los otros deter111i-
nara el asunto, o que a los encausados se les concediera la segunda
suplicación, es decir, la elevación del expediente a la Corona, guar-
dándose en tal caso lo dispuesto para estas ocasiones <<en el tiempo,

64 Capítulo 11 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VID, 1, 11.


• 65 Capítulo 34 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VID, I, 33.
66
Caravantes, Noticia Gene.ral, IV, IV, 157.



54 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO
,

cantidad y forma>> 67 • El nombramient o de jueces por el virrey no era


genérico sino por cada caso concreto. Los oidores así designados de-
bían acudir a las salas del Tribunal de la Contaduría, donde se desarro-
llaba el juicio. Los contadores de cuentas podían asistir a las sesiones
<< ••• con espada ceñida, como en su Tribunal, asentados en sillas a con-
68
tinuación del fiscal>> • •
Para evitar las dilaciones en la cobranza de las deudas de los oficia-
les reales estaba previsto que los oidores designados para el caso no .
pudieran comenzar a tratar el asunto mientras que dichos funcionarios .
no hubieran cumplido con todos los manda1nientos de los contadores,
69
salvo que los ministros de la Contaduría lo pidieran expresa1nente .
En el mismo sentido se prohibió a los oficiales reales incoar proceso
contra los contadores mientras no pagaran o justificaran el dinero que
70
habían ingresado en sus arcas •

3.1. Facultades ejecutivas

Inherentes a sus funciones judiciales se otorgó a los contadores de


cuentas atribuciones ejecutivas~ Así se les revistió de la misma for-
ma que a los de la Contaduría de Castilla de la competente autoridad
para ordenar el arresto de los administrado res de la Hacienda que in-
curriesen en irregularidades, tales como el falsea1niento d~ << ••• parti-
das de los libros y otros recaudos que las partes presentan para
comprobar sus cuentas>>, y todo ello sin perjuicio de una ulterior ac-
71
ción judicial • Las autoridades políticas y judiciales gobernadores ,
corregidores, alguaciles, alcaides, alcaldes mayores y demás ministros •

de justicia estaban obligados a acatar y ejecutar los manda11rientos


72
de la Contaduría • En el caso de los alguaciles mayores de las ciuda-
des sedes de los tribunales, se concreta aún más la disposición: para
obedecer las órdenes de los contadores no requieren de la confir1na-
ción del virrey, excepto en el caso de que el arresto se dirigiera contra
un oficial real, el corregidor o sus tenientes o contra el regimiento de

67
Capítulo 32 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, Vlll, 1, 36.
68
Capítulo 6 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VID, 1, 63.
69
Capítulo 33 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, TI.
70
Capítulo 20 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VID, I, 75.
71
Capítulo 29 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VIIl, 1, 84.
n Capítulo 29 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, Vlll, I, 33. •




ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 55

73
la ciudad en con1ún • Los contadores estaban autorizados además pa-
ra enviar jueces ejecutores o ji1eces-comisarios contra los ausentes y
rebeldes que no se hubieran avenido a los llamamientos formales del
74
Tribunal • Contrariarnente les estaba vedado ordenar la libertad de los

presos por deudas sin el consentimiento previo del vicesoberano 75 •


Por una cédula de 1619 se especificó la facultad de los contadores
para proceder a la cobranza de las deudas procedentes de las cuentas
reales o de las restituciones en general a la Real Hacienda, impeliendo
a los deudores con autos y mandamientos en su calidad de jueces legí-
timos y competentes. Los oficiales reales, siempre tan remisos a la auto-
ridad del Tribunal, interpretaron literalmente la orden negando su
obediencia y autoridad a los contadores de cuentas en otros aspectos:
entrega de relaciones de deudas, renovación de fianzas por fallecimiento
o quiebra, los comprobantes necesarios para otras cuentas, etc. El mar-
qués de Guadalcázar penó el desacato y leguleyismo de los oficiales
reales con l.()(X) ducados, pero los contadores de cuentas, temiendo nue-
vas demostraciones de este estilo, recurrieron al Gobierno central en
procura de una declaración formal del Monarca reafir1nando su autori-
76
dad en todas esas materias, siguiendo siempre el modelo castellano •

3.2. Búsqueda de la autonomía judicial

La dependencia del Tribunal de Cuentas al de la Audiencia en ma-


terias judiciales es prácticamente total, salvo en las acciones ejecutivas
ya reseñadas, que no presuponen un juicio defmitivo, y en algunos otros
aspectos secundarios: pequeñas dudas que se presentaban en la rendi-
ción de cuentas y que quedaban al arbitrio, por voto mayoritario, de
los contadores de cuentas. La Contaduría, en consecuencia, procuró
obtener una mayor autonomía en estas materias judiciales; pero cons-
ciente de lo difícil de su empeño buscará vías indirectas. En principio
son dos los ca1ninos: la obtención de nombra1nientos de nuevos cargos
para la Contaduría que supongan la adquisición de prerrogativas judi-
ciales y la limitación de la intervención de los oidores a los casos real-

73
Capítulo 9 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VIII, 1, 66.
74
Capítulos 35 y TI de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VID, I, 38 y 41.
75
Capítulo 18 de las Ordenanzas de 1609. En la Recopilación, VIII, 1, 73.
76
• Carta de los contadores Martínez de Pastrana,, Suárez y Oléaga, 30 de mayo de
1630; AGI, Lima, 105.


56 CON TRO L FISC AL EN EL VIRR EINA TO PER UAN O

mente importantes o, al menos, la reducción de los jueces que intervenían


en las causas de Hacienda, objetivo que se logra bastante satisfactoria-
mente con la ya mencionada céd ula de 16218, que redu jo a tres los oido -
77
res que debían asistir a los juic ios en la Con tadu ría : Des de 1623 los
contadores de cuentas habían solicitado a la Cor ona que se reb ajar a el
número de jueces togados en la resolución de los juicios de men or cu~­
tía. Por cédula de 17 de noviembre de 1627 se autorizó al virrey mar -
qués de Guadalcázar que proveyera al respecto; después de con sult ar .
a los dos tribunales interesados dete rmi nó por auto de 26 de octu bre
de 1628 que los juic ios cuyo monto no sob repa sara los 1.100 pesos de ·
a ocho reales se sustanciaran sólo por dos contadores y dos oido res,
78
a quienes se sum aría un tercero en caso de disc ord ia •
Los contadores de cuentas no par ece n hab er tenido una for111ación
jurí dica específica; conscientes de esta limitación no pre tend iero n ja-
más una independencia absoluta en el terreno judicial, pero eso no obsta
par a que se sintieran molestos por esa estr ech a dep end enc ia a la Real
Audiencia de la que hemos hablado. En la bús que da de la forma que
les perm itie ra actu ar con más autonomía, pret end iero n elim inar la pre -
sencia colegiada de los oido res par a reem plaz arlo s por un solo letr ado
-ta1 nbi én ministro de la Audiencia que los ase sora ra jurídicarr1ente
en todas las cuestiones que consistieran en Derecho. Aun que tal pos i-
bilidad había sido insinuada con anterioridad, sólo se dec idie ron a plan-
tearla formalmente ante el Consejo de Ind ias en cart a fechada el 10 de
abril de 1617, apoyando su solicitud sob re todo en los per juic ios que
recibía el Era rio por la dilación de los juic ios en los que inte rven ían
los oidores. La respuesta que se des pac hó cas i un año des pué s fue una
cos tum bre 79 •
tajante negativa: que no se alte rara la


77
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 157.
78
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 169.
79
Carta de los contadores de cuentas Suárez, Martínez de Mor ales e Ibáñez de Po-
za, 31 de mayo de 1637; AGI, Lima, 106. Esta carta de los cent ador es que nos prop orcio -
na algunas luces sobre el origen del ases or y su post erior mantenimiento por sucesivos
virreyes, mere ce un comentario aparte. En efecto, no está en la línea de defensa que he
descrito, porque, aunq ue dice n escr ibir a simp le título infor111ativo, se desliza una peli-
grosa crítica sobre un presunto origen espúreo, en un desacato a la voluntad regia. Se
me escapa el sentido total de la carta. Sólo se me ocur re com o explicación una desave-
nencia temporal y circunstancial entre los ministros de la Con tadu ría y su asesor. De
todas ~ormas, este cambio de actitud no pare ce habe r tenido mayores consecuencias; las
anotaciones al margen hacen supo ner una actitud inhibitoria de la Cort e: «Tráigase lo
que está mandado.>> «Tráese una cédu la que había en esta razón, y copi a de un capítulo
de carta escrita al virrey en 16 de abril de 1618, y no se halla la que citan los cont ador es
ni hay carta ni cédula de este día 17 de marzo>>. '

'


ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 57

El príncipe de Esquilache, contradiciendo aparentemente el deseo


real, nombró un asesor para la Contaduría, cargo que recayó por pri-
1nera vez en el oidor Alberto de Acuña, q11ien lo ocupó largo tiempo
con una asignación de 250 pesos anuales pagaderos en los gastos de
estrado y en penas de Cámara. Con este nombramiento no se alteraba
ciertamente la costumbre, porque la asistencia del asesor a los conta-
dores de cuentas se reducían a las causas que no llegaban a pleito. Los
sucesivos virreyes mantuvieron el cargo, qt1e se fue llenando de conte-
nido; así se les asignó, por ejemplo, el asesoramiento en la formación
,de las causas en la Contaduría para su posterior sustanciación por el
Tribunal, conformado según las ordenanzas 80 . El visitador Julio Gu-
tiérrez llegó incluso a reglamentar el día que el asesor se tenía que re-
81
unir con los contadores para este propósito •
Los contadores, en esa línea de buscar una mayor independencia
en este terreno, procuraron que la designación del asesor se hiciera en-
tre los miembros de la Sala del Crimen, cuyas causas raramente tenían
alguna interferencia con los intereses de la Real Hacienda, del modo
contrario a los pleitos que se solver1taban en la de lo Civil. En una fe-
cha temprana, 1611, los auditores habían pedido el nombra.1niento de
uno o dos asesores que reunieran esta condición. Esta petición, que
probablemente constituye la primera solicitud del asesor jurídico, hay
que inscribirla en el marco de los constantes forcejeos de los primeros
contadores y el virrey marqués de Montesclaros, que se analizarán con
más detenimiento en otro capítulo. En efecto, la instancia de los minis-
tros de la Contaduría se fundan1enta en la arbitrariedad de las autorida-
des virreinales en el momento de designar los jueces, así, por ejemplo,
exponer que el marqués no acató las ordenanzas que determinaban que
los cuatro oidores fueran nombrados a petición del Tribunal o cuando
las partes hubieran pagado todas sus deudas<< ... porque de lo contrario
serían más los pleitos que las partidas de las cuentas, por la malicia
de las partes>>, dicen los contadores co~ evidente exageración. Plantean

° Carta al Rey de los contadores Suárez, Morales e Ibáñez de Poza, 31 de mayo de


8

1637; AGI, Lima, 106; Caravantes, Noticia General, IV, IV, 137, 138.
81 Con este mismo afán reglamentista el visitador había dispuesto que el asesor asis-

tiera las tardes de los miércoles a la Contaduría para cumplir su cometido en otros aspec-
tos que requirieran de sus conocimientos. En este mismo sentido ordenó que los juicios
en el Tribunal de la Contaduría se vieran los martes y viernes por la mañana. Caravan-
tes, Noticia General, IV, IV, 137 y 138, y Relación núm. 5 del contador José Suárez;
AGI, Lima, 106. Suárez insiste en el último documento citado, que de la puntual asisten-
cia a estas reuniones depende la buena marcha de la Hacienda y por eso debe ser <<lo
primogénito de las obligaciones de cada uno>>.


58 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

el caso concreto que se orig inó en un <<negocio hart o feo>>, el de un tal


Lorenzo Pacheco que fue por gen eral en un viaje a Tie rra Firm e, qui en
<<cobró por sus raciones y las de sus cam arad as, una vez en esp ecie y
otra en plata, hac iend o una com pra de man teni mie ntos sup ues ta y un
recaudo falso par a que se pagasen>>. El virr ey pidi ó infor1nes a la Con -
tadu ría y pes e a que se le contestó que la cau sa no tenía esta do par a
el juic io pertinente, nom bró a los cua tro juec es de la Aud ienc ia. Ant e
este hec ho reac cion aron los con tado res pidi end o al Mo nar ca que se le .
quitara la facultad de nom bra r a los juec es y que se nom bra ra uno o
dos ases ores de la Sala del Cri men que no tien e esp ecia l inte rés en ·
mat eria s de Hac iend a par a que se opo nga n al virr ey y a los oid ore s
cua ndo quie ran inte rven ir antes de que se cum plan sus man datn ient os
82
y se cob ren las deudas •
Otr os dos funcionarios que el Trib una l de Cue ntas solicitó, aun que
con menos fortuna, fueron un rela tor y un soli cita dor fiscal. En 1626
los contadores de cuentas, con el dec idid o apoyo de su asesor, don Al-
83
ber to de Acuña, en cart a al virrey mar qué s de Gua dalc áza r , pidi e-
ron la crea ción del rela tor que aten dier a con exclusividad las muc has
querellas que se deri vab an de las actividades pro pias de la Con tadu ría,
por que , argu men taba n, cua ndo que rían serv irse de los de la A.udiencia
esta ban muy ocu pad os en sus pro pio s asu ntos y no tení an tiem po par a
aten der a los del Trib una l de Cue ntas en el mom ento que convenía, por
lo tanto no que dab a otro rem edio que ech ar man o del esc riba no de Cá-
mar a, quie n, por no ser de su oficio, hac e las rela cion es <<menos bie n
de lo que conviene, con que se enfadan mucho los señores oido res cuan- .
do vien en a los pleitos de just icia por que se gasta dob lado tiempo>>.
Por otra part e, con este trab ajo extr aord inar io el esc riba no de Cám ara .
se distrae de los suyos y con secu ente men te se oca sion an nuevos atra - ·
sos y trastornos. La crea ción del men cion ado relator, dice n los peti cio-
narios, no resultaría gravoso par a la Hac iend a, pue s su sala rio sald ría
de las con den acio nes de pen as de Cá1nara y gastos de estr ado , uno s
300 pes os ensayados, más los corr esp ond ient es ·der ech os que le otor ga
el arancel vigente.
Otr o tanto sucede, dice n los con tado res de cue ntas en la mis ma co-
mun icac ión que nos ocu pa, con el soli cita dor fiscal, qui en no pue de

82
Carta al Rey de los contadores Martínez de P-astrana, López de Caravantes y Ga-
rro, 22 de abril de 1611; AGI, Lima, 105.
83
; Carta al virrey de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y
Párraga y del asesor Alberto de Acuña, 15 de septiembre de 1626; AGI, Lima, 105.


ORGANIZACIÓN, RÉGIMEN Y FUNCIONAMIENTO 59

acudir al Tribunal de la Contaduría por sus múltiples ocupaciones con


el Gobierno, la Audiencia y demás tribunales, y así no hay quien se
encargue de hacer convenientemente las acusaciones por rebeldía, des-
pachar autos, pedir las condenaciones por penas y ejecuciones, hacer
que se den los pregones y notificaciones, llevar el libro de pleitos y
negocios corrientes. Por todas estas razones conviene nombrar uno que
asista exclusivamente al Tribunal. Su salario sería el mismo que se pro-
pone para el relator y abonado de las mismas fuentes, sin cargo para
el Erario. De accederse a la petición el virrey antes de realizar los nom-
bra1nientos debería consultar con la Contaduría sobre los candidatos
idóneos. Idea esta última en la que insistirá años más tarde el contador
84
José Suárez en su relación ya citada en la que reitera la solicitud de
creación de este cargo. Los ministros del Tribunal, en previsión de que
el virrey quiera desentenderse y dilatar el asunto consultando previa-
mente a la metrópoli, se adelantan a advertir que el vicesoberano en
virtud del capítulo 40 de las ordenanzas fundacionales está autorizado
a proveer lo necesario para el buen funcionamiento de la Contaduría,
en espera de la confirmación del Monarca. Previsión inútil. Guadala-
cázar, en su respuesta, expone que con ocasión de los inforn1es que
le dieron los contadores cuando se hizo cargo del Gobierno había es-
crito ya a S.M. y aún no había recibido respuesta, por lo tanto, lo más
conveniente sería dirigirse al Consejo de Indias, <<donde se proveerá con
mayor acierto>> 85 •
Las dificultades para atender convenientemente las numerosas que-
rellas que se derivan del control financiero de la Contaduría muchas
de las cuales se han expuesto o se pueden inferir fácilmente determi-
naron el atraso de las causas pendientes. Según el contador de cuentas
José Suárez 86 , en 1630 se habían acumulado un total de U8 casos, de
los que se puede hacer la siguiente clasificación:

- Cuarenta y siete expedientes s.o bre cuentas oficiales en poder de


los relatores dispuestos para ser vistos en juicio.
- Treinta y cinco expedientes por concluir.
- Cuarenta y seis expedientes sobre otras diferentes causas.

84
Relación núm. 5 del contador Suárez; AGI, Lima, 105.
85
Respuesta del marqués de Guadalcárnr a la carta de los contadores de 22 de abril,
Palacio, 23 de septiembre de 1526; AGI, Lima, 105.
• 86 Relación núm. 3 del contador José Suárez. Los Reyes, 28 de mayo de 1630; AGI,
,
Lima, 105.


CO NT RO L FI SC AL EN EL VI RR EI NA TO PE RU AN O
60

Pero no pa re ce qu e se hi ci er a de m as ia do pa ra so lu ci on ar la si tu a-
Sa lv at ie rr a in fo r1 na ba a su su ce so r qu e de s-
ción. E n 1655 el conde de
l de C ue nt as lo s pl ei to s po r de te r1 ni na r
de la fundación del Tribuna
sumaban ya 2ITT 'tfl.
Atrasos judiciales qu e naturalm en te in ci dí an en pe rj ui ci o de la R ea l
re la ci ón de Su ár ez , la m as a pe cu ni ar ia en .
Hacienda. Según la citada
m ar av ed ís o, lo qu e es lo m is m o ex pr es a-
litigio ascendía a 158. íf73.759
on ed a ci rc ul an te , 58 4. 46 2. L 6g ic a1 ne nt e
do en pesos de a ocho, la m •

su pu es to de un a ju st ic ia di lig en te , la
er a ilusorio pretender, au n en el •

ad de di ne ro . E n pr im er lu ga r ha bí a
cobranza de tan importante cantid
le s re du cc io ne s en la s se nt en ci as de lo s ju e-
que co nt ar co n las probab
an te , co n la s di fi cu lta de s in sa lv ab le s pa ra
ces y, lo que es más import
su cobranza .

-

87
de Salvatier1a a su su ce so r, BA E, nú m . 28 3, pp . 66 y ss .
Relación del virrey conde



III. LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA

l. Co11tadores de cuentas. 2. Contadores de resultas. - 3. Oficiales or-


denadores. 4. Otros funcionarios de la Contaduría. 5. La Conta-
duría y la venta de oficios.

El capítulo primero de las ordenanzas fundacionales de los tribuna- •

les de cuentas indianos los dotaba con carácter general de los siguien-
tes funcionarios: tres contadores de cuentas, dos contadores u oficiales
ordenadores y un portero; paulatinamente se fueron erigiendo nuevas
plazas de funcionarios auxiliares. En 1629 se introduce una de las no-
vedades más importantes con la creación de los contadores de resultas.
En un próximo capítulo se analizará más detenidamente cómo el pri-
mer medio siglo de existencia del Tribunal limeño se caracteriza por
la insuficiencia de personal y la lucha de los contadores de cuentas por
conseguir su incremento. Situación que sólo se modificará en el último
tercio del siglo, cuando las plazas de los ministros del Tribunal entren
decididamente en el mercado de la venta de oficios.

1. CONTADORES DE CUENTAS •

Lo·s contadores de cuentas fueron los funcionarios más significados


y representativos del Tribunal de la Contaduría. Según las ordenanzas,
su labor primordial era la rendición de cuentas de cuantos administra-
ban los bienes de la Real Hacienda, muy especialmente de los oficiales
1
reales y a las que en consecuencia debían dedicar mayor tiempo y es-
fuerzo; en la práctica, la atención de los contadores se dispersó en mu-


1 Capítulos 5 y 11 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 5 y 12.

61

CO NT RO L FI SC AL EN EL VI RR EI NA TO PE RU AN O
62

chos otros asuntos, reglamenta rio s un os , ci rc un st an ci al es ot ro s y de lo s


que, de un a m an er a u ot ra , se da cu en ta en es te tra ba jo . To do m e in cl i-
na a so sp ec ha r qu e el fe ne ci m ie nt o de la s cu en ta s le s fu e es pe ci al m en te
desagradable, po r lo qu e pr oc ur ar on de sc an sa r en el pe rs on al su ba lte r-
no, co n la disculpa de qu e la s cu en ta s at ra sa da s, qu e ca da dí a ib an en
aum en to , co rr es po nd ía n pr in ci pa lm en te a lo s de re su lta s. •

Los contadores de cu en ta s tit ul ar es o pr op ie ta rio s er an de de si gn a-


ci ón real, a pr op ue st a de lo s co ns ej er os de In di as . C om o re qu is ito pr e- •

2 de bí a
vio a la to m a de po se si ón es ta ba pr ev is to un ju ra m en to , qu e
ha ce rs e ante el C on se jo si el re ci én no m br ad o se en co nt ra ba en la pe -
3
nínsula o an te el virrey o pr es id en te si re si dí a en el N ue vo M un do •

Cuando se pr od uc ía alguna vaca nt e el vi rr ey es ta ba fa cu lta do pa ra no m -


br ar sustituto ad inte rin en es pe ra de l no m br am ie nt o de fm iti vo . Es ta
designación de bí a re ca er pr ef er en te m en te en tr e lo s co nt ad or es de re -
sultas o en su defecto so br e lo s of ic ia le s or de na do re s, en co ns id er ac ió n
a sus conocimientos y ex pe rie nc ia en la s la bo re s de la C on ta du ría . Lo s
as í no m br ad os no go za ba n de to da s la s pr ee m in en ci as de lo s pr op ie ta -
rios ni m uc ho m en os de l m is m o sa la rio 4
• Re qu is ito in di sp en sa bl e pa -
ra propietarios e inte rin os er a re nd ir cu en ta s de su ge st ió n an te rio r an te s
5. ·
de oc up ar su pl az a
Los tribunales de cuen ta s so n eq ui pa ra bl es en ci er ta fo rtn a a la s
audiencias indianas, po r lo ta nt o, su s pr in ci pa le s m in is tro s es ta ba n su -
je to s a las m is m as o pa re ci da s pr oh ib ic io ne s, lim ita ci on es e in co m pa ti-
bilidades qu e lo s oi do re s, ad em ás de la s pe cu lia re s qu e se de sp re nd en
de su ejercicio es pe cí fic o. Lo s co nt ad or es de cu en ta s no po dí an se rv ir-
a 6 , ni oc up ar se
se de un su st itu to si n el pe rm is o ex pr es o de la C or 0n
rg o 7 , au nq ue
en ot ro s m en es te re s qu e no fu er an lo s pr op io s de su ca •

m uc ha s veces tu vi er on qu e cu m pl ir m is io ne s es pe ci al es po r en ca rg o
de los gobernante s vi rr ei na le s. C on el pr op ós ito de no te ne r at ad ur as
qu e i.mpidieran el lib re ej er ci ci o de su s fu nc io ne s te ní an pr oh ib id o co -
m o norn1a general recibi r dá di va s de lo s qu e di er an o pu di er an da r cu en -
tas del Tesoro Real 8
; te ne r <<. • • pa rte ni ng un a en lo s ar re nd am ie nt os ni

2
Capítulo 2 de las Or de na nzas de 16 05 . En la Re co pil ac ión , VI II, 1, 2.
3
Capítulo 1 de las Or de na nz as de 1605 . En la Re co pil ac ión , VI II, 1, l.
4
1607 y 31 de ma rzo de 1632 . Re co pil ac ión , VI II, II,
Cédulas de 5 de octubre de
5 y 6.
Cédula de 12 de junio de 1640. Recopilación, VIII, 11, 2.
5
6
Cédula de 17 de febrer o de 161 1. Re co pil ac ión , VI II, 11, 3.
7
Cédula de 13 de septiem br e de 16 27 . Re co pil ac ión , VI II, I, 108.
8
Capítulo 50 de las Or de nanz as de 16 05 . En la Re co pil ac ión , VI II, 1, 55.



LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 63

contrataciones que se hicieran ·de nuestras rentas reales y otras cosas


que a Nos pertenecen en cualquiera forn1a, ni puedan tratar ni contra-
tar por sí o por interpósitas personas, pena de privación de sus oficios
y la mitad de sus bienes>>9 ; casarse con las hijas o parientes, hasta el
cuarto grado, de los oficiales reales o de cuantos estuvieran obligados
a rendir cuentas en el Tribunal. La prohibición se hacía extensiva a los
hijos de los contadores de cuentas mientras vivieran los padres. Toda
excepción requería de licencia regia 10 •
Se entendió que, de alguna manera, los contadores Martínez de Pas-
trana y López de Caravantes habían transgredido estas últimas disposi-
ciones con sus respectivos matrimonios: Martínez de Pastrana se casó
en pri1neras nupcias con Inés de Rivera, mujer principal, perteneciente
a una de las fa1nilias fundadoras del Reino, con importantes influencias
políticas y econó111icas en la ciudad de Los Reyes, y López de Caravan-
tes con una panameña, distrito que entraba en la jurisdicción de la Con-
taduría limeña. A11nque estos hechos provocaron algunas denuncias que
fueron escuchadas en el Consejo de Indias, nada parece indicar que
las cosas llegaran a mayores u.
Desde 1648 los contadores de cuentas tuvieron impedido legalmen-
12
te el acceso a las encomiendas • Con anterioridad a esta fecha sólo
registrarnos un caso de contador-encomendero, el de Domingo de Ga-
rro, o, en todo caso dos, si añadimos el de un encomendero consorte,
el de contador Alonso Martínez de Pastrana, como veremos poco más
adelante.
El salario de los contadores de cuentas, hasta la segunda mitad del
12
siglo xvm, per111aneció invariable: 2.700 ducados anuales ª 3.699 pe-

9 Capítulo 49 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, I,


°
1 Cédula, Madrid, 24 de diciembre de 1612. Provisiones reales, núm. 6'if7, p. 758.

BNM, ms. 2989. Cédula de 2 de abril de 1648, Recopilación, VID, II, 18.
11 En San Martín de Rubiales el 17 de abril de 1610 se despachó cédula para Mon-

tesclaros en la que se le decía que había llegado a la Corte la noticia de las bodas de
ambos contadores <<y que sus mujeres están emparentadas con personas que tienen en
·aquel Tribunal dependencias forzosas de negocios de mi Hacienda Real, de que han de
dar cuenta ... », por lo que se le pedía informes sobre la verdad de estas acusaciones y
de los presuntos inconvenientes que han resultado o podían resultar. Provisiones reales,
núm. 570, pp. 639 y ss. BNM, ms. 2989.
12 Cédula de abril de 1648. Recopilación, VIII, II, 13.
12ª Caravantes, Noticia General, I, IV, 124. En los primeros años hubo la costum-

bre de pagarles los salarios en pesos ensayados uso muy extendido por la escasez de
moneda acuñada , de lo que los contadores protestaron enérgicamente ante el Rey, por-
. que consideraban que los ensayados podían considerarse una mercadería que sube y baja
y que en principio perdían alrededor del 7 por 100 en el cambio. Piden, por tanto, que


• •

64 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

sos de a ocho reales , pese a que los interesados elevaron repetida-


mente sus instancias para que se les acrecentara a los 3.000 pesos ensa-
yados 4.830 pesos de a ocho que ganaban los <<Otros ministros>>,
13
incluso el contador del Tribunal de la Santa Cruzada • El marqués
de Montesclaros, no obstante su mal entendimient o con los servidores
de la Contaduría, intercedió por ellos ante el Monarca, exponiendo ·
lo insatisfactorio de la cantidad que <<con las obligaciones del oficio
se pueden mal sustentar>>, además, añade, hay que evitar el peligro •

que para compensar el bajo sueldo se valgan de <<Otras inteligencias>> . •

Y curiosamente utiliza el mismo parangón, el del salario del conta-


dor de la Santa Cruzada, a quien, no hacía mucho, se le había acrecen-
tado a los dichos 3.000 ensayados, concluyendo que no siendo ambas
ocupaciones << ... desiguales en la honra, parece justo lo sean en el
salario>> 14 •

1.1. Los primeros contadores

Erigidos los tribunales de cuentas indianos se nombraron los tres


primeros contadores de cuentas para la Contaduría de Los Reyes: Juan
de Soria, contador de resultas en la Contaduría Mayor de Cuentas del
Consejo de Hacienda; Sebastián López de Arcaya . contador de cuentas
de la Avería de Sevilla, y nuestro ya conocido Francisco López de
Caravantes. El primero declinó el nombra1niento y el otro murió antes
de embarcarse rumbo a su nuevo destino. En sucesivos nombra1nientos
fueron designados el contador de la Emperatriz, Alonso Martínez de
Pastrana, y un vecino de Lima, eterno pretendiente de cargos oficiales,
15
Domingo de Garro • Martínez de Pastrana quien fue distinguido
con el decanato de la Contaduría y López de Caravantes permane-
cieron en sus puestos hasta bien entrada la década de los treinta; Ga-
• •

se les pague en ducados, como estaba ordenado. El Monarca solicitó más información
a su virrey, el marqués de Montesclaros, el 2 de marzo de 1608. Provisiones reales,
núm. 389, pp. 454 y ss. BNM, ms. 2989.
13
Cartas de los contadores de cuentas de 2 de abril de 1609 y 30 de abril de 1610,
AGI, Lima, 105.
Carta del marqués de Montesclaros al Rey, 14 de abril de 1609. Cfr~ Moreyra Paz
14

Soldán, Manuel, «Cartas y un info1·1r1e ~obre el Tribunal Mayor de Cuentas del virrey
maraués de Montesclaros>>, en Revista Histórica, núm. TI (Lima, 1949), p. 315.
Caravantes: Noticia General, 1, IV, 124.



• LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 65

rro, el más viejo de la primera terna efectiva, falleció hacia 1619 16 • En


esta primera ocasión de una vacante en la Contaduría, el príncipe de
Esquilache no siguió el consejo real de preferir a uno de los oficiales
ordenadores, a la sazón Julio de Cortabarría y Juan Gómez de Prade-
da, sino que nombró a otra persona que sirvió por muy poco tiempo,
hasta que llegó el nombra1niento real en la persona de Diego de Mene-
ses. Tampoco sobrevivió mucho tiempo en el oficio; a éste le sucedió
ad interin Francisco de Párraga, y a éste, como propietario, Francisco
Marcos de Morales. En la gráfica de la página siguiente se ofrece el
cuadro esquemático de la sucesión de los contadores de cuentas, ela-
borado por los propios nrinistros del Tribunal en 1650 • 17

La categoría personal y profesional de los contadores de cuentas que


sirvieron en los pri1neros momentos de la his,t oria del Tribunal de la
Contaduría de Lima está fuera de duda. Aparte de la larga experiencia
hacendística de sus trayectorias laborales, ~<criados y ejercitados en los
colegios de las contadurías mayores de Hacienda y Cuentas de esa Cor-
te>>, como dice Gómez de Pradeda 17ª, probablemente algunos de ellos
-
=ta111bién recibieron instrucción teórica en el <<Seminario que trata de es-
to>>, del que nos habla López de Caravantes 18 • Por el contrario, como
ya se dij.o, su forn1ación jurídica debió ser bas,tante deficiente re-
cuérdese que confor1naban un tribunal de justicia , lo que no les per-
nritió escapar de su estrecha dependencia de la Real Audiencia. Las
diferencias de formación y de mentalidad entre ambas instituciones se
aprecia ta1nbién en otros campos de actuación de sus miembros. Me
refiero ahora concretamente a un paralelismo entre el contador Cara-
vantes y el oidor Solórzano, que se refleja en sus respectivos tratados
sobre la Hacienda virreinal peruana, y al que he dedicado un pequeño
·t rabajo 18ª. .
Esta valía personal a la que me refería y ·s u importancia en la im-
plantación del Tribunal de Cuentas en la vida institucional peruana jus-
tifica el que nos detenga111os en un esbozo biográfico de los tres primeros
contadores. ·

16
Carta de los contadores, 14 de mayo de 1619·; AGI, Lima, 105.
17
Carta de los _contadores, 24 de marzo de 1650; AGI, Lima
17ª Cartadel contador Francisco Gómez de Pradeda, 15 de mayo de 1636; AGI, In-

diferente General, 1692.


18
Caravantes, Noticia General. Cfr. Sluiter, Engel, op. cit., p. 253.
l8a Escobedo, Ronald, «Francisco López de Caravantes, tratadista de la Hacienda vi-
rreinal peruana» en Jarbuch ftir Geschichte, 21 (Koln, 1985), pp. 109-125.


)
• '
66 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Fue la erección del Tribunal Mayor de Cuentas del


Perú en 14 de febrero de 1607. ron tres contadores
que fueron los que siguen:

Francisco López Alonso Martínez Domingo de


de Caravantes. de Pastrana. Garro. •

Por el año de 1630


cobró vista el con-
tador Caravantes, Murió Domingo
y S.M. le dio otra de Garro y suce-
plaza que llamó diól e Diego de

supernumeraria, Meneses.
con que hubo
cuatro.

Francisco López Francisco López En este tiempo vi- Murió Diego de


de Caravantes con de Caravantes ce- vía Alonso Martí- Meneses y suce-
que hubo cuarta gó y lo jubiló S.M. nez de Pastrana. dióle Francisco
plaza. y dio su plaza a Jo- que era el año de Marcos de Mo-
seph Suárez. 1630. rales.

Con que por el año de 1630 tenía S.M. cuatro con-


tadores de cuentas en propiedad, que eran:

- Caravantes · Suárez -- ?astrana - Morales

Murió Caravantes Murió Joseph Suá- Murió Alonso Murió Francisco


y sucedióle Her- rez y sucedióle Martínez de Pas- Marcos de Mora-
nando de Santa don Hernando trana y sucedióle les y sucedióle don
Cruz y Padilla. Bravo de Lagunas. don Juan Fermín Bartolomé de la
de Izu. Rea.

Y esos c~atro conta~ores últimos son los que actualmente [1650] están ejerciendo en propiedad por
las sucesiones referidas.


LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 67

1.1.1. ALONSO MARTÍNEZ DE PASTRANA

Fue el primero en jurar el cargo y en tomar posesión, lo que jun-


to probablemente al designio real le otorgó la antigüedad para el De-
canato, con sus privilegios y responsabilidades, asistir a la Junta de

Hacienda o iniciar el t11r110 de las visitas a Potosí, por ejemplo. Al ha-
cerse cargo de la Contaduría de Los Reyes tenía ya veintiséis años al
servicio de la Corona. Se había iniciado en las tareas contables como
entretenido en la Contaduría Mayor de Castilla. En 1591 se le nombra
contador de las provisiones de la Armada que estaba surta en el puerto .
de El Ferrol, en donde llegó a usar interina1nente el oficio de provee-
dor general por ausencia de su titular, Jorge Manrique. En 1593 regre-
só a la Corte, pero casi de inmediato tuvo que emprender viaje a Lisboa
para encargarse de las cuentas de las <<Arn1adas que allí se juntaron por
cuenta de la Corona de Castilla>>. A su retorno a Madrid, en 1596, se
le recompensó con el título de contador de resultas, con este cargo des-
empeñó diversas comisiones encargadas por el Consejo de Hacienda,
de las que su hijo-Pedro quien nos proporciona la información i9_
destaca las cuentas que tomó al marqués de Cortes, del tiempo y gastos
en la Real Hacienda de cuando fue virrey de Navarra. Desde el año
1599 hasta el de 1606, Martínez de Pastrana sirvió también como te-
niente de contador mayor de las tres órdenes militares. Cuando en 1601
la Corte se trasladó temporalmente a Valladolid, el contador se quedó
en Madrid, con pernriso del Soberano, para servir a la Emperatriz co-
mo tesorero, cargo que desempeñó hasta la muerte de la tía del Rey,
en 1603. En 1606 se le otorgó el nombra1niento de contador de penas
de Cámara con jurisdicción sobre todo el Reino, pero, según dice Pe-
dro de Pastrana, lo rechazó por parecerle de corta ocupación.
Entretanto se habían creado los tribunales de cuentas indianos, y
en el de Lima se habían producido las dos vacantes dichas, por muerte
y renuncia, respectiva1nente, de los primeros designados. El Consejo
20
de Indias puso sus ojos entonces en el ex tesorero de la Emperatriz ,

19
Memorial de Pedro de Pastrana sobre los méritos de su padre el contador Alon-
so Martínez de Pas·t rana; s/f. aprox. 1638. Las peticiones de mercedes para la familia
del contador debieron de ser atendidas de alguna forma. Una anotación al margen fir111a-
da por Antonio de León Pinelo, relator del Consejo <<Lo acordado. En veinte de marzo
de 1641» y los infor1nes favorables, que también se insertan en el documento, parecen
así insinuarlo; AGI, Lima, 106. ~
20
• El nombramiento se hizo el 30 de octubre de 1605. Cfr. Indice General de los
papeles del Consejo de Indias, CODOIN, II, 18, p. 241.

'




68 CONTROL FISCAL EN EL VIRRElt~ATO PERUANO

pero ante los intentos de éste de rehusar a esta nueva plaza en aquellos
territorios tan distantes, hubo de usar de ciertas presiones: el <<conde
de Lemos por orden expresa de Su Majestad>>, dice su hijo, le obligó
a aceptar con las promesas de futuros ascensos en el Consejo de Ha-
cienda o en la Contaduría Mayor de Castilla. Ascensos que, dicho sea
de paso, no llegaron a materializarse pese a las instancias que don Alonso
dirigió al Monarca en 1617.
En la ciudad de Los Reyes, Alonso Martínez de Pastrana fue recibi- ,

do con toda solemnidad por los ministros de la Audiencia, entonces


-
en funciones de gobierno por la muerte del virrey conde de Monterrey.
Desde el 17 de noviembre de 1606 hasta el 14 de febrero del año si-
guiente, en que se instaló oficialrnente el Tribunal de la Contaduría de
Lima, se hizo cargo de todos los trabajos previos, <<en fortnar sus libros
21
y sacar a la luz la Real Hacienda>> , labor por la que se hizo merece-
dor de la felicitación real.
Pocos meses después el contador decano contrajo matrimonio, el
9 de julio de 16CJ7, con una de las vecinas más importantes de Los Re-
yes, Inés de Rivera 22 , hija y nieta, respectivamente, de Nicolás y Ra-
fael de Rivera: conquistadores, primeros pobladores, encomenderos,
regidores ... pertenecientes, en fin, a la pri1nera aristocracia peruana.
Aunque un papel suelto del Archivo General de Indias declara que re-
cibió como dote sólo 260 ducados, lo cierto es, según reza el testamen-
to del contador, firmado el 3 de noviembre de 1636, que la cifra fue
bastante superior: 30.000 pesos, 16.000 de los cuales correspondían a
la tasación de un molino a las orillas del río Rímac 23 •

21
Memorial de Pedro de Pastrana; AGI, Lima, 105.
22 •
«Partida de casamiento de D. Alonso Martínez de Pcistrana con D.ª Inés de Rive-
ra>> en Papeles ·de justificaciones de mayorazgos, filiaciones, grados, servi.cios y otros
pertenecientes a los apellidos de Manrique de Lara, Dávalos y otros naturales de la ciu-
dad de Los Reyes en el Reino del Perú. Año, 1739; BNM, ms. 7750, fols. 502 y ss. ~stos
documentos nos proporcionan algunos otros datos de relativo interés sobre la vida priva-
da del contador Martínez de Pastrana: que sus padres fueron Pedro Martínez de Pcistrana
e Isabel de Villadiego, naturales de Santa Cruz de la Saria; que probablemente nació
en la villa de Estilonera, en Toledo; que uno de los testigos de su boda fue un personaje
estrechamente relacionado con la Contaduría, el contador del Tribunal de la Santa Cru-
zada, Gonzalo de la Maza; que tuvo tres hijos, Juan, Rafael e Isabel, el segundo de los
cuales profesó en la orden de los agustinos y que, muerta su primera mujer, contrajo
segundas nupcias. Estos últimos datos extractados del testamento del contador no hablan
de Pedro, el hijo fir1nante del memorial varias veces citado. Esto, pienso, puede deberse
a que se trate del primogénito, pero con un nombre compuesto, Juan Pedro o, quizá,
aunque menos probable, a que sea un hijo del segundo matrimonio.
23
AGI, Lima, 15, y Papeles de justificaciones ... ; BNM, ms. 7750, Testamento del
contador, fols. 878-943.


• •

• LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 69

Pese a la situación social privilegiada de su mujer y a que ésta fuera


titular de una encomienda, todo parece indicar que la situación eco-
11ómica de la fanlilia for111ada por el contador fue poco desahogada.
Así, por ejemplo, el marqués de Montesclaros informaba al Rey en 1609
que las rentas del repartimiento eran escasas y se cobraban mal, y que
Martínez de Pastrana <<pasa ... necesidad y merece que V.M. le haga
24
merced>> • En los años siguientes poco debió variar la situación, por- .
que siguiendo con el testimonio de su hijo, murió <<tan pobre que no
hubo para su entierro por ser tan poca su hacienda y las deudas en mu-
cha cantidad>>. Sus compañeros de la Contaduría concretan que las deu- .
das del difunto ascendían a más de 34.000 pesos, <<de manera que se
puede decir: gastó su vida, su hacienda y la ajena, y perdió su repu-
tación en servicio de V.M.>> 24ª. Un parágrafo más adelante se explica
este perder la reputación al que se refieren los contadores.
Un acontecimiento de gran trascendencia-, no sólo en la trayectoria
personal de Martínez de Pastrana, sino de la Contaduría limeña toda,
es la Visita que entre los años 1618 y 1623 giró a la Caja de la Villa
25
Imperial de Potosí , que coincide además con un momento suma1nen-
te conflictivo en la historia del famoso centro minero: el abierto en-
frentamiento de vicuñas y vascongados, en los qu,e incluso estuvo a punto
de perder la vida. Aparte de su gestión fiscalizadora de la administra-
ción de la Hacienda de la que se desprendieron beneficios tangibles pa-
ra el Erario, Martínez de Pastrana desempeñó en la villa argentífera
otros cargos, como el de justicia mayor, y encargos, como el que le
dio el príncipe de Esquilache juntamente con el presidente de Charcas,
de distribuir entre mineros y beneficiadores el azogue de Huancaveli-
26
ca, por no fiarse de la eficacia ni justicia de los oficiales reales •
~l primer contador decano del Tribunal murió el 15 de noviembre
de 1636Z7. Sus colegas atribuyen la causa de la muerte a <<Unas melan-
colías profundas causadas del desaire que con él usó don Juan de Va-
lencia, alcalde ordinario de esta ciudaq, prendiéndole estando de visita,

24
Carta del marqués de Montesclaros. Callao, abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-
dán, op. cit., p. 314.
24
ª Carta de los contadores Suárez, Morales e Ibáñez de Poza, 31 de mayo de 1637;
AGI, Lima, 106. El ya citado testamento de Alonso Martínez de P4astrana precisa que
los bienes se reducían, en fechas cercanas a su fallecimiento, a 30.000 pesos del valor
de su casa y a dos esclavos.
25
Vid. infra, cap. IV, 2.1.
26
Relación del príncipe de Esquilache a su sucesor; BAE, núm. 281, p. 198.
• Z1 El conde de Chinchón infortna al Rey el deceso del contador pocos meses des-
pués; AGI, Lima, 48.



70 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

a puerta abierta, con una mujer principal , a título de mal estado con
ella, siendo de 84 años>> , y todo por motivos personales, por la enemis-
tad que le profesaba el alcalde, <<por unos aprietos que había hecho en
la cobranza de los alcances que han resultado de ·las cuentas de Lean-
dro de Valencia, contador que fue de esta Caja~ padre del dicho don
28
Juan>> . •

28
1.1.2. FRANCISCO LÓPEZ DE CARAVANTES ª •

Aunque era el único que quedó de la primera lista para proveer de


contadores de cuentas al Tribunal de Los Reyes, fue el segundo en to-
mar posesión de su plaza. No pudo hacerlo al mismo tiempo que Mar-
tínez de Pastrana porque tuvo que detenerse en Pana1ná para, según sus
colegas de la Contaduría, convalecer de una enfermedad; sin dudar de
esta afirmación, sabemos ta1nbién que aprovechó su estancia en esa ciu-
dad para contraer matrimonio 29 •
Son escasos los datos que tenemos sobre la vida y trayectoria profe-
sional de López de Caravantes en el siglo XVI. Muy joven, a los vein-
titrés años de edad, lo encontramos ya en las Indias, más concretarnente
en el Alto Perú, relacionado con personajes influyentes; así, durante
el gobierno 1598-1599 29ª de don Gaspar Escalona y Agüero
-padre del autor de Gazophilacium en la Villa Imperial de Potosí
colaboró con él en diversos asuntos fiscales 29 b.
Entre 1602 y 1603 viaja desde Lima a Madrid por encargo del en-
tonces virrey del Perú don Luis de Velasco, portando la información

• •

28
Carta de los contadores de cuentas (vid. supra, nota 24).
2
8a Los datos biográficos sobre el contador López de Caravantes fueron también uti-
lizados para mi artículo antes citado (supra, nota 18a) sobre~ su personalidad y su obra.
Cuando este irabajo estaba ya en la imprenta llegó a mis manos la comunicación del
profesor Lohmann Vi llena <<El contador López de Caravantes y sus obras», publicada
en la Memoria del W Congreso Venezolano de Historia, II (Caracas, 1983), pp. 159-188,
que complementa los datos aquí aparecidos; por ejemplo, que nació en Sigüenza, que
su padre fue Andrés López de Benita y que se inició en los papeleos de la Hacienda en 1590.
29
Carta de los contadores de cuentas, 16 de marzo de 1630; ANP, leg. Cartas y cé-
dulas del Tribunal de Cuentas de Lima. Cédula en San Martín de Rubiales, 17 de abril
de 1610. Provisiones reales, núm. 570, pp. 639; BNM, ms. 2989.
29
ª «Lista preliminar de gobernadores Potosí>>, por G. Mendoza, en la Historia de
la Villa Imperial de Potosí, ID, p. 428.
29
b Testimonio de López de Caravantes en la Información oficial de Escalona y Agüe-
ro, 18 de mayo de 1630; AGI, Lima, 236, 1?, 2 v-4 v.



• LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 71

que se había solicitado desde la Corte sobre el estado de la Real Ha-


cienda en el Reino <<••• para que se tomase resolución en asentar los
tribunales de contadurías de cuentas>>30 • La declaración del propio Ca-
ravantes en su Noticia General 31 : <<El tiempo que ocupé en la Corte tra-
tando del despacho de las contadurías de cuentas en donde conocí las
dilaciones de éstas y aun lo poco que son apetecidas>>, parece dar a en-
tender una participación activa en esas gestiones, pero en realidad ésta
debió reducirse a portar los papeles de Hacienda y quizá a responder
algunas consultas de los consejeros, porque casi de inmediato se _le en-
cargó una nueva misión: visitar las fortalezas y presidios catalanes en
la frontera con Francia. Con la creación de las contadurías indianas
se le asignó una plaza de contador de cuentas en la de Lima.
López de Caravantes, además de sus habituales obligaciones en la
Contaduría, cumplió otros servicios por encargo expreso de las autori-
dades virreinales. En este sentido cabe destacar la visita que hizo a la
Real Caja de Huancavelica, cuyas cuentas tenían varias décadas de re-
traso, como un reflejo más del gran desorden que existía en la adminis-
tración del importante centro productor de azogue. Ya en tiempos del
príncipe de Esquilache, el Acuerdo de Hacienda había aconsejado en-
viar al contador, pero se abandonó la idea para no dejar desasistida la
Contaduría, ya que Martínez de Pastrana se encontraba empeñado por
32
entonces en la visita a Potosí • Una década después se cumplió el pro-
33
pósito. A finales de 1627, como informa Guiller1no Lohmann , el con-
tador López de Caravantes, por comisión del visitador Juan Gutiérrez
Flores y en cumplimiento de una cédula de 1626, subió a las famosas
minas de mercurio.
Las condiciones físicas de Caravantes no debían ser por estas fe-
chas las más adecuadas para cumplir con tan pesada misión. En 1626
el contador había escrito al Monarca rogándole la jubilación remune-
rada o al menos un permiso temporal para viajar a España para curarse
de unas cataratas que le iban impi4iendo gradualmente la visión, ya
que, decía, <<en las dichas provincias no hay oculistas que las sepan aba-

3° Cédula de 4 de abril de 1628, en la que se coacedía la jubilación al contador Ló-


pez de Caravantes; AGI, Indiferente General, 486. Una declaración similar tn la carta
del contador al presidente del Consejo de Indias, Femando Carrillo. Los Reyes, 21 de
abril de 1618, AGI, Lima, 105.
31
Caravantes, Noticia General. Cfr. Sluiter, Engel, op. cit.
32 Relación del príncipe de Esquilache a su sucesor; BAE, núm. 281, p. 199.
• . 33 Lohmann Villena, Guillermo, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII
(Sevilla, 1949), p. 268.
1


72 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

tir>>. Los servicios del contador y los infortnes favorables de sus com-
pañeros decidieron al Rey a dar plena satisfacción a la solicitud por
34
cédulas de 4 y 8 de abril de 1628 ; por ellas se le concedía el goce
completo de su salario si pertnanecía en el Perú y la mitad si optaba
por viajar a la península. Todo parece indicar que no llegó a hacer uso
de la licencia, porque a la recepción de las cédulas la salud del peticio-.
nario había mejorado ostensibleme nte respondiendo de for1na satisfac-
toria a <<la cura que se puso>>. El Acuerdo de Hacienda en consideración •

a este hecho y a que no había llegado su sustituto como ta1npoco el •

factor Bartolomé Estete de Ulloa, que se encontraba en Potosí y había


sido nombrado para que reemplazara interina1nente al contador Diego
de Meneses, que había muerto por entonces , decidió pedirle que no
35
usara del privilegio real • Pocos meses después llegó un nuevo virrey,
el conde de Chinchón, que se solidarizó totalrnente con esa opinión y
ordenó que López de Caravantes siguiera sirviendo en la Contaduría
36
a la vez que daba cuenta del insólito caso al Rey • Sugerencias y ór-
denes que por otra parte coincidían con el deseo del interesado. El
18 de diciembre de 1630 se despacharon dos cédulas, una para el
virrey y la otra para Caravantes, por las que se disponía la creación
de una plaza de contador de cuentas supernumerario, ya que en el en-
tretanto había tomado posesión de la plaza antigua el contador José
Suárez 37 •
López de Caravantes murió el 25 de enero de 1634 en parecidas con-
diciones de necesidad que Martínez de Pastrana. En 1614 el marqués
de Montesclaros ya informaba de su estado: << ... es casado y con mu-
38
cha necesidad>> • Situación que indujo al propio contador a escribir
al Monarca en 1618 para solicitarle un oficio con más sueldo y menos
gastos << ... para poderme desempeñar y tener con que me entierren>>.
Sugería que el nuevo destino podría ser la gobernación de Chucuito,
donde, a pesar de que tendría que poner orden en esa provincia tan <<me-
noscabada de gente a causa de las minas y de los gobernadores que
de España vienen, que la tienen apurada por hacerse ricos>>, tendría

34
Cédulas de 4 y 8 de abril de 1628; AGI, Indiferente General, 486. Y Caravantes:
Noticia General, IV. fols. 362 y 362 v.
35
Carta del marqués de Guaclalcázar al contador López de Caravantes, Palacio, 6
de septiembre de 1628~ Caravantes, Noticia General, IV, fol. 363.
36
Carta del conde de Chinchón al Monarca, 26 de marzo de 1629; AGI, Lima, 42.
n Caravantes: Noticia General, IV, fol. 363 v.
38
Carta al marqués de Montesclaros, Callao, abril de 1609. Cfr. Moreyra P<lz Sol-
dán, op, cit., p. 314.


LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 73

ledad necesaria para dedicarse a sus tratados sobre la Real Hacienda 39 .


Si bien esta petición no tuvo respuesta satisfactoria del Monarca lo
que, por otra parte, es perfecta1nente comprensible otras corrieron
mejor fortuna. Por cédula de 3 de marzo de 1627 se ordenó al marqués
de Guadalcázar que de la tercera parte de la vacante del arzobispo de
Lima se separara una cantidad para dotar a dos hijas solteras del conta-
dor. Se hizo efectivo con una de ellas, entregándole por este concepto
8.000 pesos de a ocho, pero no con la otra. En 1631 se reiteró la orden
al conde de Chinchón para que se le hiciera una merced semejante de
40
la vacante o vacantes de obispados, que hubiera en ese momento .
A su muerte, la Corona debió premiar también· con cierta generosidad
los eminentes servicios del contador, porque al ter1ninar su ya citado
memorial, Pedro de Pastrana pide entre otras recompensas que se haga
con su fa1nilia las mismas mercedes que se hicieron con la viuda e hi-
41
jos del contador López de Caravantes •
Francisco López de Caravantes cumplió una positiva labor en su car-
go de contador de cuentas del Tribunal de la Contaduría de Lima. En
1609, en su ya citada carta de recon1endación, decía el marqués de Mon-
tesclaros: posee <<muy vivo entendimiento y sirve su plaza con cuida-
do, asistencia y satisfacción. Es de provecho para el servicio de V.M.
42
en su ocupación. Téngole por hombre de bien y fiel>> • Pero, sin du-
da, su importancia histórica radica fundamentalmente en su obra escri-
ta, entre las que habría que destacar los dos tratados sobre la Real
Hacienda; el primero, 1614, Relación de las provincias que tiene el Go-
bierno del Perú 43 , relativamente breve y dedicado al virrey del Perú
don Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros; pero sobre
todo la Noticia General de las Provincias del Perú, Tierra Firme y
Chile 44 , que ha sido calificada por Guillermo Lohmann como <<monu-
45
mental análisis de la vida económica del virreinato peruano>> • Los


39
Carta del contador López de Caravantes al Rey, 21 de abril de 1618; AGI,
lima, 105.
40
Cédula de 9 de mayo de 1651; AGI, Lima, 106, e Indiferente General, 486.
41
Memorial de Pedro de Pastrana; vid. supra, (nota 19).
42
Carta del marqués de Montesclaros al Rey, 4 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz
Soldán, op. cit., p. 314. .
43
López de Caravantes, Francisco, Relación de las provincias que tiene el Gobier-
no del Perú, 1614; BPR. de Madrid, mn. 1278.
44
Caravantes, Noticia General. La obra recibió cédula aprobatoria en San Lorenzo
de El Escorial el 6 de agosto de 1616 y debió ser ter11unada hacia 1630.
45
• Lohmann Villena, Guillermo, Las relaciones de los virreyes del Perú, AEA, 16
(Sevilla, 1959), p. 79. En 1942 Fran~ois Chevalier advertía ya la importancia de la obra


74 CONT ROL FISC AL EN EL VIRR EINA TO PERU ANO

cuatr o tomos de que cons ta la obra estuv ieron por algú n tiem po en las
libre rías del Cole gio Mayor de Cuen ca, de dond e pasa ron a la <<Biblio-
, y no ha mere cido aún el favor de las pren -
46
teca parti cular del Rey>>
47
sas, salvo los redu cidís imos extractos de Mau rtua y Sluit er • En el
IV Congreso Venezolano de Historia, el doctor Lohm ann ofreció la grata
prim icia de que por fin próx imar nente la BAE edita ría ínteg rame nte
este instr umen to básic o para cuan tos investigamos aspe ctos de la Eco-
nom ía peru ana de los prim eros siglos virre inale s. •

Otro s manu scrit os de impo rtanc ia del cont ador Lópe z de Cara van- •

tes están distr ibuid os por diversos archivos y bibli oteca s:

a) La varie dad que ha tenid o la admi nistr ación por mayo r de la


1618 48
Haci enda del Perú ... hasta .

b) Razó n de los ramos de Haci enda que S.M. tiene en el Perú;


modo como se han admi nistr ado y lo que pare ce conv enir para que se
ajusten 49 •
c) Disc urso de las deud as de Haci enda que se debe n a S.M.
en la Caja Real de la Villa Impe rial de Potosí, de la prov incia del
50
Perú •
d) Notic ia circunstanciada que se dio al marq ués de Mon tescl aros
sobre la Haci enda Real y admi nistr ación de ella por mayo r y men or
en el Perú 51 •

del contador de Lima: «Notes d'hist oire economique. Les manuscrits inedits de López •

de Caravantes», en Re\IÍ.sta de Indias, 7 (Mad rid, 1942), pp. 123-125.


46
Mend ibutu, Manuel de, Dicci onari o Histórico-Biográfico del Perú., t. V (Lima ,
1885), p. 70.
47
Maurtua, Víctor, Juicio de límites entre el Perú y Bolivia. Prueb a perua na, t. IV
(Madrid, 1906), pp. 197-240; Sluiter, Engel, op. cit.
48
Citado por Sluiter, Engel, op. cit. -
49
Universidad de Sevilla. Colección de manuscritos del marqu és del Risco, estan-
te 330, nota 122, fol. 122, fols. 322-350. Colec ción de Juan Bautista Muño z, Biblio teca
de la Real Academia de la Historia. Cfr. con las anotaciones de L. Hanlce, BAE, núme -
ro 282, p. 11, y Muro Orejó n, El docto r Juan Luis L/Jpez, marqu és del Risco y sus co-
men;~rios a la Recop ilació n de Indias, en AHD E, XVII (Mad rid, 1946), pp. 826 y ss.
Cfr. Vargas Ugarte, Rubén, Manuscritos perua nos en las biblio tecas del extran-
jero, VIII (Lima , 1935-1957), p. 112. El propio López de Caravantes hace referencia a
este escrito en su Noticia General, 1, 111, 249-250.
Universidad de Sevilla. C~lección de manuscritos del marqu és del Risco, 330,
51
,
num. 122, fols. 301-312, y Colección Muño z, BRAH , t. 34. Cfr. Muro Orejó n, op. cit.,
p. 826.




\


LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 75

Apuntamiento del contador Caravantes sobe el nuevo asiento


e)
y sobre lo pedido por los mineros de Huancavelica 51ª.
51
f) Parecen. saberse los cinco puntos tocantes a Huancavelica b •

1.1.3. DOMINGO DE GARRO

Así como entre los otros dos primeros contadores, Martínez de Pas-
trana y López de Caravantes, se puede establecer una serie de parale-
lismos, Don1ingo de Garro se nos ofrece con una figura. diferente,
opacada por !a brillantez profesional de sus compañeros, aunque esto
no quiere decir, ni mucho menos, que fuera un mal funcionario. Mon-
tesclaros destacaba en él dotes de inteligencia, honradez y fidelidad sic.
Era vecino de Lima. Su formación, experiencia y trayectoria profe-
sional debieron desarrollarse exclusiva1nente en el marco virreinal. Do-
mingo de Garro contó con el favor de don Francisco de Toledo, quien
52
lo nombró receptor general de la Visita , y poco después, de forma
interina como contador de la Caja Real de Los Reyes, en sustitución
de Lope de Pila 53 • Favor que por obvias razones le negó el sucesor de
Toledo, don Martín Enríquez, quien en 1583 escribía al Rey que el tiem-
po concedido a Garro para servir interinarnente la plaza había vencido
y que era conveniente <<mandar proveer contador en propiedad si Lope
de Pila no ha de volver, porque Domingo de Garro está rico demasia-

5Ja
Memoria y gobierno de las minas de azogue del Perú, su descubrimiento y be-
neficio en diversos tiempos; BNM, ms. 3041, tols. 242 y ss.
51
b Gayangos, Pascual, Catalogue of the manuscripts in the Spanish langitage in the
British Library, 2 (Londres, 1976), p. 376. G. Lohmann, en la citada obra sobre el conta-
dor (supra. nota 28a), ofrece amplios y minuciosos datos sobre el conteni'd o y caracterís-
ticas de estas obras.
5 tc Carta del marqués de Montesclaros, 4 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-

dán, op. cit., p. 314. ·


52 Carta del virrey don Francisco de Toledc a S.M. sobre materias tocantes a la Real

Hacienda, Los Reyes, TI de noviembre e 1579. Cfr. Levillier, Roberto, Gobernantes del
Perú, VI, p. 181. En esta carta el virrey se expresaba elogiosamente del futuro contador
de Cuentas: .e. • • es trabajador y hábil y entiende bien lo que a vuestra Real Hacienda
toca ... ». Deferencias del virrey que después serían mal pagadas por el contador; así en
1583 hizo causa común con sus compañeros de la Real Caja Francisco Manrique de
Lara y Antonio de Avalos para, como dice Sánchez Bella, «malévolamente» inforn1ar
al Rey que Toledo había puesto una cuarta llave en la caja, que entregó a un criado suyo
«para tener mano en vuestra Real Hacienda y tener supeditados los dichos oficiales rea-
les»; AGI, Lima l12. Cfr. La Organiz.ación, pp. 44 (nota 108) y 226 (nota 35).
• 53 Carta de don Francisco de Toledo en recomendación del doctor Alonso Criado
y Donúngo de Garro, 3 de abril de 1580. Cfr. Levillier, Gobernantes del Perú, VI, p. 285.


76 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

<lamente>> 54 • La instancia del virrey fue escuchada en el Consejo de In-


dias y así el 29 de agosto de ese mismo año se proponía al Rey soluciones
alternativas: dejar a Domingo de Garro como oficial propietario o ele-
gir, en caso de que S.M. no aceptara la primera propuesta, ~ntre la ter-
na confor1nada por Gabriel de Castro, Tristán Sánchez y Alvaro Ruiz
de Navamuel. La resolución del Monarca no deja lugar a dudas: <<Bien
me parece que estará este oficio en Tristán Sánchez sirviendo con los
catorce mil ducados, como aquí se dice, y así se podrá concertar y avi- ,
sarme de como se hubiera hecho>> 55 • -
Garro, hasta su nombramiento como contador de cuentas, no pare-
ce haber tenido cargo alguno de nombra11úento real, como se intuye
de las palabras del marqués de Montesclaros: <<. . . ha servido en este
Reino en los oficios más honrados que en él proveen los virreyes, así
de corregimientos como de cajas reales>> 56 • De todas for111as, su nom-
bre no debió dejar de figurar en el Consejo de Indias entre los candida-
tos a funcionarios reales. A finales de 1588 llegó a manos de los
consejeros de Indias una recomendación del propio Monarca 57 • La lar-
ga espera fue recompensada finalmente al designársele para cubrir la
vacante dejada en la Contaduría de Los Reyes por muerte de Sebastián
López de Arcaya 5 8 •
La situación económica de Domingo de Garro, contrariamente a la
de sus colegas en la Contaduría, fue mucho más que desahogada. Re-
cordemos corno don Martín Enríquez decía de él en 1853 que era de-
. masiado rico. El marqués de Montesclaros, en su ya repetidarnente citada
carta sobre los funcionarios del Tribunal, aunque sin la mala intención
de su antecesor, confirma más tarde esta apreciación: <<está casado y
tiene bien de comer>> 59 . Su situación de privilegio se vio reforzada eco- -

54
Carta del virrey don Martín Enríquez, Los Reyes, .17 de febrero de 15 83; AGI,
LJma, 30.
55
AGI, Indiferente General, 740, 173. Cfr. Heredia Herrera, op. cit., 1, núm. 1164,
p. 453.
56
Carta del marqués de Montesclaros, 4 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-
dán; op. cit., p. 314. Así hacia 1577 se desempeñaba como notario del Santo Oficio, co-
mo infor1nador.
57
Cédula de 8 de diciembre de 1588. Índice General de los papeles del Consejo de
Indias,,, CODOIN .11, 15, p. 314.
58
Indice ... CODOIN II, 18, p. 143; BRAH, mn. d. 95. Su nombramiento está fe-
chado el 15 de septiembre de 1606.
59
Carta del marqués de Montesclaros, 4 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-
dán, op. cit., p. 314.



LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 77

nómicamente con la concesión de la encomienda de los repartimientos


de Coay llo y Calango en el actual departa1nento de Lima por el
60
virrey don Luis de Velasco y socialmente por la concesión del hábi-
to de Calatrava 61 • .
• Cuando Do1ningo de Gar·ro entró a servir en la Contaduría de Cuen-
tas debía ser ya un hombre metido en años, porque una década después
el contador López de Caravantes se disculpaba ante el Monarca por el
atraso de los volúmenes prometido·s de su Noticia General, con sus mu-
chas ocupaciones en la oficina por estar práctican1ente solo: Alonso
Martínez de Pastrana se encontraba en el Alto Perú visitando las c·ajas •

reales, y Do1ningo de Ga1·ro, con la salud muy delicada <<por sus mu-
62
chos años>> . Achaques que efectivamente produjeron su muerte un
año después, aproxi1nada1nente en los primeros meses de 1619 . 63

2. CONTADORES DE RESULTAS

Las primeras solícitudes de contadores de resultas debieron produ-


cirse práctica1nente desde los primeros días de la Contaduría, porque
medio año después de su instalación el Rey se dirigía al marqués de
Montesclaros comunicándole que había entendido que los contadores
de cuentas de Lima no daban para tantas y que era necesario proceder
a la creación de contadores de resultas, por lo que pedía su opinión
e informes: ¿cuántos, cuánto han de ganar, si una actuación en este sen-
64
tido crearía precedentes para los otros tribunales ...? • Los informes
no debieron ser positivos o simplemente no satisficieron a los conseje-
ros de Indias, lo cierto es que la solución se dilató aún por varios años.
En efecto, la insistente demanda de los contadores durante dos décadas
largas lo que tendremos oportunidad de precisar más en el próximo
capítulo y ·Ia decisiva intervención, en opinión de López de Caravan-

60
Sentencias dadas a la residencia hecha al virrey don Luis de Velasco, 1 de febre-
ro de 1613; AGI, Escribanía, 1, 185, pp. 1-8. Cfr. BAE, núm. 281, pp. 66 y ss.
61
Caravantes, Noticia General, 1, N, 124.
62 Carta de L6pez de Caravantes al Monarca, Los Reyes, 21 de abril de 1618; AGI,

LJma,ID5. ·
63
En una carta de 14 de mayo de 1619 el contador López de Caravantes infor1naba
al Rey cómo el vicesoberano peruano, contradiciendo las ordenanzas, había nombrado
como sustituto a una persona ajena a la Contaduría para reemplazar al fallecido Domin-
go de Garro; AGI, Lima, 105.
• 64 Cédula de 5 de octubre de 16CJ7. Provisiones reales, núm. 2983, pp. 371 y ss.
BNM, ms. 2989.

-

78 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PER UAN O

tes, del visitador Jua n Gut iérr ez Flo res, movió, por fin, al Con sejo de
Indias a crea r dos plazas de con tado res de resultas par a el Trib una l de
Cue ntas de Lim a, con un sala rio anu al de 1.500 duc ado s 65 •
No he enc ontr ado el texto legal de la crea ción de esto s fun cion a-
rios, que deb e tene r com o año más pro bab le el de 1629, aun que la
Recopilación 66 los incluya en la dota ción inicial del per son al de ·las
contadurías, dan do la falsa imagen de ser ord ena do así por las ord e-
nanzas fundacionales.
Según una céd ula de juli o de 1630, la obli gac ión prim ord ial de los .
con tado res de resultas era enc arga rse de las cue ntas atra sad as <<sin al-
zar las man os de ellas has ta acabar>>, bajo la estr icta a1nenaza de sup re-
sión de oficio y sue ldo 66ª. Caravantes, des de su ópti ca esp ecia l de
con tado r de cuentas, sup erio r jerá rqu ico de los de resultas, defi ne el
ejercicio de los nuevos fun cion ario s en <<tomar y fenecer las cue ntas
que les remiten y ofreciéndoseles dud as las pro pon en al Trib una l y ab-
sueltas éstas por él pro sigu en has ta hac er el alca nce y adic ione s en las
que se provee lo conveniente>> 67 • Aun que inte resa da, la defi nici ón del
con tado r se apro xim a más a la real idad , por que los con tado res de re-
sultas, ade más de las atrasadas, aten dían otra s cue ntas corr ient es, co-

mo tend rem os opo rtun idad de ana liza rlo más detenida1nente en un
pró xim o capítulo 68.
Los dos prim eros con tado res de resultas fuer on Alo nso Ibáñ ez de
Poza y Gre gor io Pérez de And rade , a quie n pro nto suc edió Fra ncis co
Góm ez de Pra ded a 69 • En 1632 se dete rmi nó que par a cub rir las pla-
zas vacantes de con tado res de cue ntas en cali dad de inte rino s se dier a
preferencia a los con tado res de resultas y en su defecto a los oficiales
ordenadores <<porque son min istro s que tienen más noticias de las cue n- .
tas», per o que los así des igna dos no tenían der ech o a voto, asie nto en
el Tribunal, ni incr eme nto de salario~. En efecto, a los prim ero s con -
tadores de resultas se les incluyó en su títu lo el der ech o a ocu par inte ri-
namente el carg o sup erio r al susc itar se una vacante. En esta cali dad
sucedió a Lóp ez de Caravantes el con tado r Alo nso lbáñ ez de Poza. El
24 de octu bre de 1637 ocu pó ofic ialm ente su plaz a el titu lar Rem and o

65
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 161.
66
Recopilación, VIII, I, 1.
66
ª Caravantes, Noticia General, IV, IV, 166.
67
Caravantes, Noticia GeneralIV, IV, 161.
68
i . 1'nfra, cap. IV, 1.3.
V'd
69
Caravantes, Noticia General, 1, IV, 128.
"X> Cédula de 31 de mayo de 1632. Recopilación, VIII, 11, 6. •



-

• •

LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 79

de Santa Cruz y Padilla, pero un mes después se produjo una nueva


vacante por el deceso de Martínez de Pastrana y los dos contadores de
resultas, Ibáñez de Poza y Gómez de Pradeda, intentaron hacer valer
la cláusula de sucesión interina de sus títulos. El Acuerdo de Hacienda
falló a favor del primero, como más antiguo. Gómez de Pradeda tuvo
que esperar hasta la muerte del contador José Suárez 22 de febrero
de 1638 para su ascenso provisional. A los contadores de resultas pro-
movidos los reemplazaron en ínterin los oficiales ordenadores Francis-
co García de Callantes y Pedro Gordezuela de Castro, quienes a su vez
dejaron las vacantes a los entretenidos Alonso Ibáñez de Poza (híjo)
y Luis Báez Camina. Todas estas promociones entusiasmaron al perso-
nal de la Contaduría porque, explicaban en una carta los contadores
al Rey, <<ha sido muy conveniente al servicio de V.M. que los ministros
inferiores del dicho Tribunal vayan ascendiendo de unos oficios a otros,
para que todos se animen a continuar con desuelo (sic) en sus ejerci-
cios,_pues con esto se hacen capaces de las materias y obrarán mejor
71
que otros fuera del Tribunal>> • Entusiasmo que se enfriaría a la lle-
gada de los propietarios, Hernando Bravo de Lagunas y Juan Fermín
de Izu, y volver los interinos a sus puestos anteriores. Años después,
incluso la posibilidad y esperanza del interinazgo se truncó, cuando en
virtud de la venta de oficios las plazas vacantes las fueran ocupando
quienes con pesos contantes y sonantes hubieran comprado a S.M. las
plazas futurarias.
Las relaciones internas de los estamentos en el Tribunal fueron por
lo general cordiales aunque no exentas de rivalidades, e incluso, en oca-
siones, enfrentamientos. La primera oportunidad en la que parece rom-
perse abiertamente la concordia fue en 1632, cuando el conde de
Chinchón intentó hacer cumplir la disposición de 9 de julio de 1630
y los contadores de resultas, pese a coincidir con los plantea1nientos
de sus superiores jerárquicos, hicieron saber que ellos estaban dispuestos
a cumplir lo ordenado por S.M. ocuparse exclusivarnente de las cuen-
72
tas atrasadas , puesto que coincidía pienamente con sus deseos • En
1637 los ·c ontadores de cuentas se quejaron ante el Monarca de sus sub-
ordinados: a <<los contadores de res·ultas y ordenadores de cuentas

-dicen les parece que están tan independientes de este Tribunal que

71
Carta de los contadores Suá.rez, Morales e Jbá,ñez, 31 de mayo de 1637; AGI,
Lima, 106. Carta a los contadores Morales, Santa Cruz, lbáñez y Gómez, 31 de mayo
de 163 8; AGI, Lima, 106. .
72
Vid. infra, cap. IV, 1.3.


80 CO NTR OL FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

forcejean en la obe die nci a de sus órd ene s, sie ndo enc am ina das al ser -
vicio de V.M.>>; cua ndo se ofr ece jun tar se en una mi sm a sal a con los
contadores de cuentas pre ten den igu al asiento que ellos, cua ndo tien en
que sal ir en for ma de Tri bun al par a bes ar las ma nos del vir rey se han
negado. Po r lo tanto, y po r no est ar reg lam ent ado el pro toc ol.o par a ca-
sos semejantes, rue gan al Rey pro vea lo nec esa rio 73 • •


3. OFICIALES ORDENADORES

Co mo se ded uce del mi sm o nom bre , la obl iga ció n pri mo rdi al de
los oficiales ord ena dor es es ord ena r las cue nta s <<. • • po r no con ven ir
a nuestro servicio que quien las hub ier e de tom ar las ordene>> 74 • A ren-
gló n seguido, la ord ena nza est ipu la que por la ordenata no pue den lle-
var der ech o alguno, ya que tien en un sal ari o fijo en la Ha cie nda Real,
1.200 duc ado s anu ale s 75 • Lo s con tad ore s de cue nta s se opo nen , sin
embargo, a la gra tui dad del ser vic io por que alienta a los adn1inistrado-
res fiscales a pre sen tar sus cue nta s des ord ena das con lo que se rec arg a
de tra baj o a la Co nta dur ía y con trib uye al atr aso de las cue nta s; a los
que no pre sen tar an los pap ele s seg ún el ord en y est ilo del Tri bun al de
Cuentas 76 debería cobrárseles, en consecuencia, los derechos per tin en-
tes. Las obligaciones de los ord ena dor es no se ago tan en estas tar eas ,
seg ún las mi sm as ord ena nza s deb ían aux ilia r a los con tad ore s de cue n-
tas en cua nto fue re me nes ter 77 •
Lo s dos pri me ros oficiales ord ena dor es des ign ado s par a la Co nta -
dur ía lim eña fueron Jua n de Co rta ber r.í a y Jua n Mo ren o 78 , que has ta
ese mo me nto hab ían des em peñ ado sus ser vic ios en la Ha cie nda pen in-
sular, el pri me ro com o oficial de la Sec ret arí a de Ha cie nda y el otr o ~
com o con tad or de relaciones 79 • El ma rqu és de Mo nte scl aro s en su va-
ria s veces cita da car ta sob re los mi nis tro s del Tri bun al exp res a tatn bié n

'
73
Car ta de los contadores Suárez, Mo rale s e Ibáñez de Poza, 31 de mayo de 1637;
AGI, Lima, 106. Obsérvese que uno de los firrnantes es el con tado r lbáñ ez de Poza, que,
com o ya se ha dicho, servía interinamente en el ministerio de con tado r de Cuentas.
74
Capítulo 44 de las Ordenanzas de 1605. En la Rec opil ació n, VII I, 1, 49.
75
Caravantes, Noticia General, I, IV, 127.
76
El capítulo 46 de las Ordenanzas de 1605 contemplaba ya este caso, obviando el
trab~)º a l~s ordenadores. En la Rec opil ació n, VII I, 1, 51.. .,
Capitulo l de las Ordenanzas de 1605. En la Recopzlaczon, V·IJ;I, 1, l.
78
Los nombramientos tienen fecha de 30 de octubre de 1605. Índice General de los
pap eles del Consejo de Indias, CO DO IN, 11, 18, p. 241.
79
Caravantes, Noticia General, 1, IV, 127.



LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 81

sus opiniones sobre los ordenadores. De Cortaberría dice que es un


hombre de mediana inteligencia pero de buena intención y deseoso de
acertar en su oficio. De Moreno se expresa más elogiosamente; es, di-
ce, <<hombre de mµcha inteligencia y cuidado; de grande fidelidad en
el trabajo>> a quien se le ha encomendado diversas misiones que ha cum-
plido satisfactoria1nente, por lo que lo recomienda al Monarca para una
plaza de oficial real en las cajas de Lima o Potosí e incluso para ser
promovido a contador de cuentas en el propio Tribunal 80 •
Antes de la creación de los contadores de resultas, los llamados a
cubrir las vacantes de contadores de cuentas, según la recomendación
de las ordenanzas 81 , fueron los oficiales ordenadores, pero ya hemos
tenido oportunidad de narrar cómo el príncipe de Esquilache postergó
a los ordenadores Cortaberría y Gómez de Pradeda para nombrar a una
tercera persona ajena al Tribunal 82 . Sin embargo, unos años antes, el
marqués de Montesclaros había designado a Juan Moreno recordemos
los elogiosos tértninos con que lo recomendaba al Rey <<. . . para que
cuide a los contadores de cuentas como uno de ellos>> 83 , haciendo una
interpretación personal del capítulo 44 de las Ordenanzas de 1605 84 •

,
4. CYfROS FUNCIONARIOS· DE LA CONTAD

Las ordenanzas fundacionales de los tribunales de cuentas los dotó


de un portero<< ... que guarde y asista a la puerta de su Audiencia, haga
y ejecutare lo que le ordenaren y mandaren los contadores y para que
85
mejor lo puedan cumplir traigan vara de justicia>> • Este traer vara de
justicia es lo que le confiere una autoridad superior a la del simple guar-
da, bedel o portapliegos; es, como de alguna forma dice López de Ca-
86
ravantes, un alguacil propio de la Contaduría . El portero, cuya
designación estaba reservada al Rey, tenía un salario anual de 200 du-

° Carta del marqués de Montesclaros, 4 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-
8

dán, op. cit., p. 315.


81
Capítulo de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, l.
82
Carta de los contadores, 14 de mayo de 1619; AGI, Lima, 105. Y lo núsmo suce-
dió cuando murió el sucesor titular Diego de Meneses, ocasión en que se.nombró interi-
namente a Francisco de Párraga. Caravantes, Noticia General, 1, IV, 124.
83
Carta del marqués de Montesclaros, 14 de abril de 1609. Cfr. Moreyra Paz Sol-
dán; op. cit., p. 315.
84 Capítulo 44 de las Ordenanz.as de 1605. En la Recopilación, VIII, I, 49.
85
• Capítulo 1 de las Ordenanzs de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, l.
86
Caravantes, Noticia General, 1, IV, 132.


82 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERU ANO


I

cados, pagaderos del Real Erario. El marq ués de Mon tescl aros de pro-
pia iniciativa creó una segunda plazá de portero, para que se e~ca~gara
principalmente del orde n de los libros y papeles y de proporc1onarse-
los a los contadores cuando éstos se los solicitaran. Tenía, igual que
su colega, un salario anual de 200 ducados, pero que se debí an paga r
del fondo procedente de penas de cáma ra fr7. •
En un principio como secretario del Tribunal, para el refrendo de
las provisiones, actuaba el secretario de Gobierno, quien nor1nalmente
ponía un teniente para que atendiera el desp acho de los negocios pro-
pios de la Contaduría de Cuentas. Posteriormente, el cargo, con el títu- ·
lo de escribano de cámara, se puso a la venta y fue adqu irido por
Gonzalo de Vargas, a quien se le asignó 300 peso s ensayados anuales

sobre las rentas prop ias del Tribunal: gastos de estra do y pena s de
cá1nara 88 • De una forma similar, con la asistencia de funcionarios de
otros organismos, se cubr ían las necesidades de la Cont adur ía. Es el
caso del fisca l de la Audiencia auxiliado por un solic itado r a quie n se
le asignaba una ayuda de 300 pesos, el del canciller y registro de la
Audiencia y del alguacil de la ciud ad que ejecu taba los mand amie ntos
de los contadores de cuentas 89 • En este apart ado podría1nos inclu ir de
alguna mane ra al asesor e incluso a los oido res que acud ían a admi nis-
trar justi cia en la sede de la Cont adur ía, aspectos en los que no insisto
por haberlos tratado con relativa amplitud al estud iar las facultades ju-
diciales de la Cont adur ía de Los Reyes 90 •
En la Cont adur ía limeña, además de los funcionarios ya menc iona -
dos, trabajaron otros que en tér1ninos actuales deno1ninaría1nos pers o-
nal contratado. Eran designados por los virreyes, unas veces por
iniciativa propia, otras, con autorización de la Coro na, para palia r en _
algo la grave insuficiencia de personal en la Contaduría y el consecuente
trabajo acumulado. De esta mane ra el prínc ipe de Esqu ilach e proveyó
a dos oficiales <<por necesidad que de ellos habí a y por cons ecue ncia
de México>> para que se enca rgara n exclusiva1nente de escri bir y copi ar

87
Ibídem.
88
El interés por esta plaza se manifestó muy pronto, así el 12 de octub re de 1608
el Rey se dirigía a Montesclaros: <<he sido infor111ado, le decía, que algunas perso nas
tratan de comp rar el oficio de escrib ano de cámar a del Tribu nal de la Conta duría Mayo r
de Cuentas ... », pero, aunqu e no encon traba ninguna objec ión de princi pio, recom enda-
ba se espera se aún tres o cuatro años antes de poner lo a la venta, para saber exacta mente
lo <\~e s~ podía pedir por él. Provisiones reales, núm. 367, pp. 440, BNM , ms. 2989.
lb1dem, 1, IV, 126, 131 y 132. ·
90
Vid. supra , ca. 11, 3.




LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 83

las cuentas. Se les dotó con 300 pesos ensayados cada año sobre los
alcances de cuentas, es decir, sobre el producto de las cobranzas de
91
las deudas morosas • En 1628 el marqués de Guadalcázar dio curso
a la real orden para que se designaran dos o tres personas que ayudaran
a los contadores en la rendición de cuentas ordinarias y atrasadas. El
virrey nombró en esta ocasión a Juan Rosel, Luis Báez Carnina y Bal-
92
tasar de Soria • Muy poco después se crearon las dos plazas de con-
tadores de resultas; al tomar posesión sus propietarios, el conde de
Chinchón suprimió la de los entretenidos; no obstante, ante la insisten-

cia de los contadores, en mayo de 1631 dio marcha atrás en su reso- .


93
lución •

5. LA CONTADURÍA Y LA VENTA DE OFICIOS

La saludable política de Felipe II de prohibir la venta de oficios de


Hacienda y Justicia se mantuvo, como dice E. Schafer, hasta el cuarto
decenio del siglo xvn 94 , más concretamente hasta 1633, cuando se <<de-
rrumbó una de estas dos vallas>>: sin conocimiento del Consejo de In-
dias se otorgaron <<Varios cargos o futuras de ellos en los Tribunales
de Cuentas y las Cajas Reales ... en parte por merced, en parte también
95
contra ''servicios'' considerables>> • Pese a que el Consejo expresó su
grave preocupación y planteó los gravísimos inconvenientes que podía
acarrear esta política en la marcha de la administración e incluso en
96
el propio Erario , en 1648 volvió a repetirse la escena cuando <<fue

91
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 129. ·
92
Caravantes, Noticia General, da dos fechas distintas para esta cédula, 12 de fe-
brero de 1626en1, IV, 127, y 30 de marzo de 1627 en IV, IV, 186. El auto de Guadalcá-
zar~ue, que da curso a las disposiciones regias, tiene fecha de 9 de octubre de 1628.
3
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 157.
94
En el estado actual de la investigación hay que matizar mucho esta afir1nación:
efectivamente la prohibición legal no se levantó hasta las fechas señaladas por Schafer,
pero son numerosos los ejemplos de que en años anteriores se hizo caso omiso de la
misma. Cfr. Tomás y Valiente, Francisco: La venta de oficios en Indias (1492-1606) (Ma-
drid, 1972), pp. 109 y ss. En este mismo capítulo se ha consignado el caso del contador
de la Caja de Lima, Tristán Sánchez, quien en 1583 <<sirvió» con 14.000 ducados. Vid.
supra, l. l. 3.
95
Schafer relaciona de forma estrecha la política de otorgamiento de <<mercedes» y
favoritismo como una prolongación de los favores al valido a los demás estamentos-
con la de oficios vendidos. 1, p. 177.
96
• Consulta del 27 de abril de 1633; AGI, Indiferente General, 757. Cfr. Schafer, 11,
p. 187 (notas 91 y ss.) .


84 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PER UAN O

vendido otra vez sin su con ocim ient o un oficio de Hac iend a, el de con -
tador de Castrovirreina>> y los consejeros reiteraron sus objeciones, que
tampoco fueron aceptadas por el Rey, en con side raci ón a las graves ne-
cesidades del Tesoro, más aún , en esta oca sión ord enó la venta <<de los
oficios de plum a que hub iere vacos y vacaren, pro cur and o que sea n
personas ben emé rita s a los que se dier en>>; selección y venta que par a
lo sucesivo se encargó al pro pio Con sejo de Indias rn.
Schafer no dud a de las buenas intenciones de los con seje ros de In-
dias, pero insinúa también unas motivaciones más prosaicas en esta opo-
sición a los designios del Mo narc a: la des azó n de hab er sido pret erid os •

en la elaboración y ejecución de tales órdenes. Pero en adelante el Con -


sejo de Indias no tend rá ya estos motivos de disgusto y <<••• navega la
ruta funesta a velas desplegadas: los gob iern os de pro vinc ias, las pla-
zas de contadores de cuentas en éstas ya muc has futuras y de los
oficiales reales, también frecuentemente en form a de futuras, todo se
. " 98
vend 10... >> .
El prim er caso de venta de oficios en el Trib una l de Cue ntas de Li-
ma es el ya men cion ado de escribano de cámara, adq uiri do por Gon -
zalo de Vargas por 4.4 00 pesos de a och o y a quie n se le asignó un
sala rio anual de 300 pes os ensayados sob re los gastos de estr ado y pe-
nas de cám ara. La ope raci ón y sus con dici one s fuer on apro bad as por
real céd ula de 22 de febrero de 1625 99 •
No tengo noticias de si la Con tadu ría de Los Reyes fue afectada por
ese preludio de la venta de oficios de Hac iend a en 1633 al que se refie-
re Schafer, per o sí de un caso cuya tran sacc ión se efectúa ante s de la
segunda fecha clave, 1648, señalada ta1nbién por el,, ame rica nist a ale-
mán , el del com erci ante lim eño Jua n de Me din a Avila, quie n, seg ún •

nos nar ra Ma ría Enc arn ació n Rodríguez Vicente, en 1641 com pró <<Un
cargo de con"tador en el Tribunal de Cue ntas por 9.000 pes os, renu11cia- ·
ble en su hijo, deb iend o des emp eña rlo has ta que el hijo tuv iese eda d
competente. Per o pro nto ta1nbién se vio que el pad re tam poc o lo era,
pue s no sab ía escribir, y lo que era más grave, contar. El hijo sí sab ía
escrib}r y contar, pero no tenía inteligencia suficiente para el cargo. Me -
dina Avila alegó que hab ía perd ido la mem oria y se le hab ía olv idad o
hac er cuentas, pero que en dos mes es las volvt?ría a recordar. Al pas ar

CJJ Consulta del Z7 de juni o de 1648; AGI, Indiferente General, 765. Cfr. Schafer,
op. cit., 11, p. 189 (notas 99 )' ss.).
98
Schafer, op. cit., 11, p. 191. ·
99
Caravantes, Noticia General, 1, IV, 130.





LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 85

los dos meses, los conocimientos de Medina Avila no aumentaron, si-


no que éste alegó que a su edad ya no estaba para aprender más cosas.
El resultado de todo ello es que fue privado del cargo, y en represalia
envió a la Corte una serie de memoriales con acusaciones graves con-
tra las autoridades del Virreinato, principalmente contra el virrey Mar-
100
qués de Mancera>> •
En efecto, la animadversión de los dos personajes es manifiesta 101 •
En su memorial de 1653 102 , el marqués de Mancera, don Pedro de To-
ledo y Leiva, describe
,, a grandes rasgos el carácter litigioso y levantis-
co de Medina de Avila. Así narra que cuando el conde de Chinchón
dejó el Gobierno, el comerciante elevó graves acusaciones contra el ex
virrey, diciendo <<que se coaligaba con ministros para matarle y estor-
bar citaciones y demandas>>. Mancera demostró que tales injurias eran
falsas y que tenían el único propósito de molestar al conde, por lo que
el mercader fue severa1nente reprendido. Medina no dejó por ello <<SU
costumbre e inclinación>> y siguió redactando sus denuncias <<contra to-
dos los ministros y tribunales del Reino>>, reincidiendo una y otra vez.
Fue condenado primero a pena pe.cuniaria y a destierro, pero se le in-
dultó; posterio1·n1ente a morir en la horca, mas no se ejecutó porque
se fugó de la cárcel <<y aunque pudo el marqués hacer que lo volvieran
a prender y ejecutar la sentencia, no lo hizo por no parecer vengativo
y para que se dilucidaran en juicio las acusaciones contra su perso-
103
na>> • Acusaciones que se incrementaron y subieron de tono en el jui-
cio de residencia del marqués, hasta llegarse a convertir, como dice
L. Hanke , en <<SU oponente más for1nidable>> e incluso a ser consi-
104

derado como el principal testigo de cargo por el juez de residencia,


quien desbordado por los acontecimientos escribía al Monarca haber
hallado los ánimos de los ministros <<vestidos de afectos y la mayor par-
te recusados por el marqués y el contador Juan de Medina Dávila>>, pa-

100
Rodríguez Vicente, María Encamación, El Tribunal del Consulado de Lima en
la primera mitad del siglo XVII (Madrid, 1960), p. 388.
1º1 En AGI, Lima, 51, 52 y 53, se encuentra la doclimentación del marqués de Man-

cera sobre el caso. Cfr. BAE, núm. 282, pp. 283-286.


1º2 Memorial que presentó al rey el Excmo. Sr. marqués de Mancera en el que ale-

gando méritos y servicios, hace relación de muchas cosas particulares que obró en el
tiempo que fue vi"ey del Perú, 4 de diciembre de 1653; AGI, Lima, 610. Cfr. BAE, núm.
282, pp. 224-278. El memorial ha sido calificado por L. Hanke como de extraordinario,
por ser el ~único caso conocido de un virrey que presentó dos relaciones». Ibídem, p. 100.
103
• Memorial ... Ibídem, p. 268 y ss.
04
• Ibídem, p. 100 (nota 2). · ·



86 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

ra concluir expresando sus sentimientos: <<así, antes y después de haber


comenzado, deseé que el marqués o el contador Juan de Medina Dávi-
la me recusasen>> 105 • En 1650, el conde de Salvatierra infor1naba a S.M.
sobre la confiscación de un libelo escrito por Juan Medina 106 • Que du-
da cabe que en los actos del mercader limeño obró su carácter díscolo,
pero espoleado quizá, inicialmente, por la frustración de no haber ocu~
pado la plaza en la Contaduría, por la que había pagado una importan-
te cantidad. •
En la segunda mitad del siglo, la venta de los ministerios de la Con-
taduría limeña llegó a convertirse en la forma habitual preferida para •

la dotación de plazas. Cualquier prevención teórica contra un sistema


tan irracional para allegar fondos de urgencia tienen en el Tribunal de
Cuentas de Lima plena confirmación . En las advertencias del conde
de Lemos sobre la actuación de la Audiencia Gobernadora , el virrey
se opuso al intento de los oidores de crear dos nuevas contadurías de
cuentas en Chuquisaca y Quito argumentando que en el de Lima <<se
consume mucha Hacienda sin provecho alguno>>, en razón, sobre todo,
de la inutilidad de su personal: <<son incapaces de este ministerio: don
Juan de San Miguel, contador propietario;
,, don Bartolomé de Solórza-
no, don Andrés de Mieses y don Alvaro de Alarcón, futurarios con ejer-
cicio y mitad de sala1io, y este último sin asistirlo lo ha percibido, con
vista y escándalo de las personas de celo>>. A la vista de esta situación,
el conde proponía la reforma de estas plazas por el gasto que inútil-
mente se irrogaba al Erario. En lugar del contador San Miguel, el vi-
rrey proponía a José de Bolívar, previo servicio a S.M., por supuesto;
de tal forma que las tres plazas de contadores estarían ocupadas por ·
el mencionado Bolívar, Alonso Bravo y Felipe de la Puente, y la super-
-
numeraria por el anciano contador Francisco Gómez de Pradeda «por
lo mucho y ·b ien que ha servido, aunque ya su edad es tanta que no .
107
le permite trabajar lo que quisiera>> • En el mismo infor1ne, el conde
da cuenta de cómo Juan de Saiceta y Cucho, oficial real de Oruro, tie-
ne una futura de contador de cuentas, y aunque es capaz e inteligente
no puede entrar en propiedad por estar <<embarazado>> con las cuentas

105
Carta del fiscal de la Audiencia y juez de Residencia, Pedro Vázquez de Velas-
co, 15 de marzo de 1650; AGI, Lima, 100; BAE, núm. 282, pp. 196-199.
106
AGI, Lima, 54. Cfr. BAE, núm. 283, p. 78.
107
.Advertencias que hace el conde de Lemos a la relación del estado del Reino que
le entregó La Real Audiencia de Lima del tiempo que gobernó en vacante de virrey, que
fue de ~ño y más de.ocho meses, dirigida a la Reina nuestra señora, en el Real Supremo
Conse10 de las Indzas, s/f. c. 1668; AGI, Lima, 466; BAE, núm. 283, pp. 251-273. ·



LOS MINISTROS DE LA CONTADURÍA 87

de su Caja. Informa también que el visitador <<Francisco Antonio Man-


zolo lleva de salario 6.000 pesos y acude con puntualidad y celo al Tri-
bunal, pero no ha tomado las cuentas de las cajas de este Reino, que
es a lo que S.M. le envió, y así dos oficiales que trajo para asistirle
en este ministerio devengan injustatnente 3.000 pesos en cada año>> º8 •
1

El conde de Lemos concluye su informe sobre el personal de la Conta-


duría observando que el mantenimiento de los funcionarios ineptos es
contraproducente para los intereses de la Hacienda, <<porque unos a otros
se estorban y los de corta capacidad y poca inteligencia impiden el cur-
so de los negocios>>. E inmediadarnente sale al paso de las posibles ob-
jeciones económicas a sus propuestas: la ruptura de los contratos con
los futurarios no sería tan onerosa para el Tesoro Real, porque aun en
el supuesto de abonarles los intereses 14.000 el millar o, lo que es
lo tnismo, 3,52 por 100 de forma inmediata se vería compensado con
los salarios así ahorrados y el servicio que haría su recomendado José
109
de Bolívar , y a la larga, se sobreentiende, con los incrementos por
la mejor administración.
Pese a la intervención del conde de Lemos, la situación de la Con-
taduría limeña siguió deteriorándose hasta llegar a un estado similar
al que describe Schafer en la Casa de la Contratación de Sevilla 110 , es
decir, con la mayoría de sus plazas propietarias vendidas, muchos fun.-
cionarios futurarios en espera de ocupar una de número y otros mu-
chos con sus futuras sin ejercicio.
La propuesta del conde no había sido desoída, sin embargo, por el
Consejo de Indias, pero la resoll:lción no se tomó sino diez años des-
pués, cuando por cédula de 17 de mayo de 1678 se ordenó que se refor-
masen las cuatro plazas ocupadas por los funcionarios que don Pedro
había tachado de ineptos. Alcocer o Alarcón y Mieses aceptaron
la propuesta de la Corona y permutaron sus plazas por un período de
cinco años.en los corregimientos de Tarn1a y Huaylas, respectivamen-
te. Los otros dos, San Miguel y Solórzano, se resistieron a aceptar una
solución similar y se aferraron a sus· cargos en la Contaduría, de tal
manera que en tiempos del virrey-arzobispo don Melchor de Liñán y
Cisneros había ya cinco contadores de cuentas propietarios y uno
111
futurario • El resto del personal lo conforn1aban: los dos contadores

108
Ibídem, pp. 266 y ss.
109
Ibídem, p. 267.
no Schafer: op. cit., 1, p. 327.
• lll Relación de don Melchor de Liñan y Cisnero~ al duque de la Palata, 8 de diciem-
bre de 1681; BAE, núm. 284, pp. 212 y ss.

d8 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

de resultas, con los mismos 1.200 pesos ensayados de siempre como


salario; cuatro ordenadores dos de provisión real y dos por los
virreyes , con 1.000 pesos ensayados; un contador de libros y de la
razón, nombrado por el Gobierno, con 400 pesos ensayados cada año,
y los tres entretenidos, con 300 pesos cada uno. Sin embargo del nota-
ble incremento de personal en lo que iba de la segunda mitad del siglq,
don Melchor solicitó el aumento de la plantilla: <<dos contadores más
de resultas y otros dos ordenadores, añadiéndolos a los actuales, con •
más ministros, será, sin duda, más fácil y breve el expediente. Siendo
lo más importante el que fueren personas de inteligencia y conciencia, •

no beneficiándose las plazas, porque en la libertad de la elección con-


sistirá el mayor acierto>> 112 • Fácil de solicitar pero qué difícil de cum-
plir... pocos años más tarde incluso la más alta magistratura virreinal
sería puesta a la venta 113 • En tiempos del duque de la Palata, los con-
tadores de cuentas ya eran siete, y según infor1na el mismo virrey, du-
rante su gobierno se habían incrementado cuatro ordenadores
supernumerar ios, con el mismo salario que los ordinarios, pero paga-
deros en alcances de cuentas 114 •
Se había roto así la resistencia de la Corona a conceder el aumento
de personal en el Tribunal de Cuentas que tan insistentemen te se había
solicitado por los contadores de la primera hora, con muy poca fortu-
na. Los intereses pecuniarios inmediatos habían hecho carnbiar los cri-
terios restrictivos de la política anterior. Desde este punto de vista algo
¡positivo se podría señalar a la venta de oficios, pero este pensamiento
se derrumba inmediatamente al comparar al personal de una y otra etapa.
En 1691 se intentó poner coto al crecimiento de la burocracia india- ·
na, propiciado, insisto, en gran parte por el desenfreno de la política
de venta de oficios. Se decretó que todos los tribunales peninsulares •

para el gobierno de Indias Consejo, Cárnara y Junta de Guerra más


la Casa de la Contratación de Sevilla y los <<tribunales de gobierno, jus-
ticia y hacienda de esos mis dominios de las Indias» se redujeran al
. número de servidores que estipulaban sus estatutos fundacionales o,
en ·SU defecto, al estipulado por las reformas oficiales que se hubieran
·introducido con posterioridad . Reestructurac ión en la que se debía de

112
Ibídem.
tn Domínguez Ortiz, Antonio: «Un Virreinato a la venta», en Mercurio Peruano
núm. 453 (Lima, 1965), pp. 43-51, Lohmann Villena, Guiller1no, «Un virrey desconoci:
do 1«;1 Perú», en Revista Histórica, núm. 14 (Lima, 1941), pp. 115-122.
Relación de don Melchor de N av&rra y Rocafull, duque de la Palata, a su suce-
sor, el duque de la Monclova, 12 de diciembre de 1689; BAE, núm. 285, p. 132.





1 OS MINISTROS DE LA CONTADURIA 89

dar preferencia a los más antiguos, mientras que los afectados queda-
ban a la expectativa de las vacantes que se fueran produciendo, <<según
sus clases por la antigüedad de cada uno en los mismos tribunales>>,
disfrutando en el entretanto de la mitad del salario, salvo aquellos que
hubieran adquirido sus derechos por la venta de oficios, a quienes se
les aseguraba la percepción íntegra de sus sueldos 115 •
Tres años más tarde se concretaron estas disposiciones para el Tri-
bunal de la Contaduría de Los Reyes, en una cédula que en la sumilla
de Matraya reza: <<que el virrey dé las órdenes correspondientes para
que se verifique en el Tribunal de Cuentas de Lima se componga preci-
samente de sólo cinco plazas de contadores, quedando la sexta en futu- ·
ra para la primera vacante, asistiéndose al inter~sado, en el entretanto,
116
con todo el sueldo>> •
Efectivamente, la reforn1a de la Contaduría en el número de sus mi-
nistros superiores se hizo y se mantuvo en el siguiente siglo, pero no
sucedió lo mismo en el de los subalternos, que siguió creciendo hasta
hacer irreconocible la planta primigenia de las ordenanzas.
-

115
Cfr. Muro Orejón, Antonio, Cedulario Americano del siglo XVIII, t. 1 (Sevilla,
1956), pp. 454-456, núm. 2'if/, y Matraya, núm. 296.
• 116 Cédula del 22 de octubre de 1694. Cfr. Matraya, núm. 214 .


IV. RENDICIÓN DE CUENTAS Y ANÁLISIS


DE LA EFICACIA DE L TRIBUNAL ~

DE LA CONTADURIA* •

l. La rendición de cuentas. 2. La Visita a Potosí. 3. Causas del atra-


so de las cuentas. 4. A manera de conclusiones.

El objetivo principal del Consejo de Indias en la cre aci ón de los


tribunales de cuentas fue, como se ha dicho insistentemente, rem edi ar
el la1nentable cuadro que ofrecía el control financiero de la Ha cie nda
en el Nuevo Mundo. Desde esta perspectiva, cua lqu itr jui cio valorati-
vo sobre la eficacia de las contadurías tendrá que detenerse en este as-
pecto: la rendición de cuentas; jui cio que sin otras consideraciones y
matizaciones, en el caso de la Contaduría de Los Reyes, resulta franca-
mente desfavorable, por que varios lustros después de su implantación
la mayoría de las cuentas antiguas seguían sin fenecer y las nuevas se
iban acumulando año tras año; pero si queremos evaluar en toda su ex-
tensión la labor del Tribunal de Cuentas, hab rá que con sid era r deteni-
damente otros muchos aspectos desde los que el pri me r jui cio se
atempera, n:iás aún, se comprende la necesidad e importancia de esta
institución en la vida económica del Virreinato .

* Parte sustancial de este capítulo sirvió para elab ora r mi pon enc ia al W Congreso
Venezolano de Historia, publicada ya en la correspondiente Memoria (Caracas, 1983),
t. I, pp. 455-500.

90 • •

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 91

l. LA RENDICIÓN DE CUENTAS

Volviendo a la estricta fiscalización financiera, los datos que nos


proporciona para los años 1630 y 1636 el contador José Suárez son su-
ficientemente ·ilustrativos del estado de las cuentas 1 :

En 1630, En 1636,
Caja
atraso desde atraso desde
Los Reyes 1622
Huancavelica 1595 1634
Castrovirreina 1619 1619
Arequipa 1606 1606
Arica su fundación 1601
Cuzco 1610 1610
Caravaya su fundación 1604
Trujillo 1612 1612
Paita 1611 1611
Chachapoyas 1617 1617
Huánuco su fundación 1604
La P<lz 1605 1605
Oruro 1617 •
1617
Potosí 1617 -1627
Tucumán su fundación ?•
Santa Cruz de la Sierra su fundación ?
Buenos Aires 1612 ?•
Guayaquil . 1612 1612
Puerto Viejo su fundación 1612
Quito 1605 1695
Loja ?• 1605
Cailloma . 1635
Bombón y Nuevo Potosí ?• 1620

En ninguna de las dos relaciones figuran las cajas de Panamá y Chile,


sujetas a regímenes especiales. En concreto de las del Reino de Chile
-donde la Audiencia tenía que tomar las cuentas de los oficiales reales

1
Relación de las cuentas por tomar en el Tribunal de la Contaduría de Cuentas de
las provincias del Perú, sacados de los libros de ella por el contador Joseph Suárez.
Relación núm. l. Los Reyes, 24 de mayo de 1630; AGI, Lima, 105. Del mismo autor:
. Relación de las cuentas atrasada.s hasta finales de

1636. Los Reyes, 15 de junio de 1637;
AGI, Lima, 106.



92 CON-íROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

y remitirlas posterior111ente al Tribunal para su total finiquito , Suá-


rez, el autor de las relaciones, niega tener noticia alguna pese a haber-
se enviado un delegado especial y comunicado por escrito con la
Audiencia de Santiago.
De la comparación de ambas fechas 1630-1636 resulta claro có-
mo en el transcurso de seis años fueron muy escasos los progresos en •
la rendición de cuentas. Sólo se registra un avance extrordinario en las
de Huancavelica, el famoso centro minero «nervio de toda la econo- •

mía peruana>>, al decir de Lohmann 2


cuya producción de cinabrio
era esencial para la argentífera. Esto explica el interés del Gobierno •

en poner al día las cuentas de esa caja, que no se revisaban en for1na


desde 1595, año en que lo hizo el contador Fernández de Bonilla. En
1627 las cuentas de la caja fueron actualizadas por Francisco López de
Caravantes por expreso deseo del vicesoberano • 3

La Caja de Lima no aparece entre las atrasadas de 1636. De no existir


un lapsus en el documento, hemos de creer que hacia estas fechas se
había logrado vencer los ocho años de retraso de la primera relación.
Cosa que, por otra parte, no es difícil de aceptar dadas las circunstan-
cias especialísimas de esta Caja: ser la más importante del Virreinato
a la que debían acudir los saldos de todas las demás y su estrecha cer-
canía a la sede del Tribunal. El contador de resultas Francisco Gómez
de Pradeda, en un infor111e personal a la Corte, nos traslada un dato ·
que permite calibrar la importancia que tenía y se otorgaba a la conta-
bilidad limeña: en las diversas operaciones de la rendición de cuentas
de la Caja se ocupaban exclusiva111ente seis funcionarios de la
Contaduría 4 • •

El otro centro económico y fmanciero importante del Virreinato pe-


-
ruano es Potosí, al que los legisladores y autoridades indianos prestan
atención preferente. Más adelante se le dedica un epígrafe especial, por
lo tanto aquí sólo cabe una rápida mención al estado de sus cuentas .

2
Lohmann Villena, Guille1100... , las minas de Huancavelica en los siglos XVI y XVII
(Sevilla, 1949), p. 2ITT.
3
La visita del contador López de Caravantes se realiza a finales de 1627; sin em-
bargo, en la relación de Suárez correspondiente a 1630, las cuentas de la Caja de Huan-
cavelica todavía no se encuentran actualizadas. Esta aparente contradicción puede salvarse
pensando que para esta última fecha Caravantes las hubiera ter11rinado de tomar, pero
no de formalizar. Cfr. Lohmann, op. cit., p. 268. Para la visita del contador los despa-
chos del visitador Juan Gutiérrez Flores de 3 de diciembre de 1627 y 11 de mayo de 1629;
AGI, Lima, 276.
4
Infor111e del contador de resultas Francisco Gómez de Pradeda; Lima 15 de mayo
de 1636, AGI, Lima, 106.


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 93

Los libros de la Villa Imperial habían sido revisados hasta 1617 por Alon-
so Martínez de P-astrana en cumplimiento de la ordenanza 28 de 1605.
Ante la reiterada negativa de los contadores a continuar estas inspec-
ciones reglamentarias, el Gobierno envió a Julio de Carvajal, quien ade-
lantó diez años más, dejando los retrasos en 1627.
Algunas de las cajas periféricas Tucumán y Santa Cruz de la
Sierra , que en la primera relación aparecen con la vaga expresión
atrasos desde su fandación, en la segunda son expresa1nente elimina-
das porque, dice Suárez, por su lejanía no se tiene razón de que se haya
tomado cuenta alguna, ni cuáles son sus gastos ni cuáles sus ingresos.
De otras por lo menos agrego por mi cuenta , aunque en decenas
de años no se hayan rendido cuentas con las formalidades de rigor, se
tiene una idea aproximada de su marcha financiera, gracias a los tan-
teos que enviaban los corregidores y oficiales reales. Otra caja alejada
de la sede del Tribunal es la de Buenos Aires, de relativa importancia
económica, de la que Suárez no proporciona la fecha del atraso, pero
en catnbio ofrece la noticia de que sus cuentas han sido ajustadas <<Últi-
mamente>> por el licenciado León Garavito.
En 1636 las cuentas por tomar, con las exclusiones mencionadas,
hacen un total de 447. El contador Suárez, en la comunicación que ve-
nimos citando, infor1na de otra carta similar dirigida al Monarca; en-
tonces, dice, las cuentas acumuladas sumaban 395. En la primera
relación no se ofrece la suma total, pero suponiendo que las fechas de
fundación de las cajas son las que aparecen en la relación de 1636, he-
cho que no he comprobado en todos sus extremos, daría un t~tal de
430 cuentas atrasadas. Los adeudos teóricos de los oficiales reales son
también impresionantes; nuestro informante dice que las deudas acu-
muladas sumaban 8.500.000 ducados (11.485.000 pesos de a ocho reales).
Y todas estas cuentas y deudas morosas se refieren exclusivamente
a las finanzas de la Real Hacienda administrada por los oficiales reales
-ciertamente la parte más importante cualitativa y cuantitativa111ente ,
pero no incluyen otras muchas que estaban de la misma fortna bajo la
5
jurisdicción del Tribunal de Cuentas :
a) Las del factor Cristóbal de Ulloa y las del contador Leandro
de Valencia por lo que recibieron para la Ar1nada del Callao.
b) Las del Receptor de penas de Cámara y gastos de· justicia.
e) Las de los tenedores de bastimentos de la Ar1nada: todas desde
que se formó el rribunal, excepto las de Francisco Ronquillo .

5 Relación núm. 1 de Suárez. Vid. supra (nota 1).

94 CO NT RO L FI SC AL EN EL VIRREINATO PE RU AN O

d)
Todas las cuentas de capitanes de Artillería de la A rm ad a, ex-
cepto la de Domingo de Loaysa.
e) Las de capitanes y maestres de galeones.
f) Las de proveedores de la A rm ad a, desde 1627.
g) Las de los asientos de fábrica de pólvora del tiempo del mar-
qués de Guadalcázar. ·
h) Las del transporte del azogue desde las minas de Huancavelica
al puerto de Chincha, desde febrero de 1625.
i) Las del receptor del impuesto de la Avería de la Ar1nada, de sd e

1626.
j) Las de la caja de almojarizazgos, cr ea da po r el virrey do n Luis
de Velasco en 1600 y extinguida en 1613 6 •
El virrey don García Sarmiento de Sotomayor, conde de Salvatie-
rr a, nos ofrece en su Relación de Gobierno un interesante cuadro del
estado de las finanzas de territorio virreinalicio hasta el año de 1650 7 :

Caja Atraso Núm. de cuentas


de sd e atr as ad as De ud as
Potosí 1630 47 8
824.449 pesos, só lo de azogue, fiado y
no co br ad o.
Or ur o 1606 32 56.098 pesos, asegurados. •

19.000 cobrables.
Z74.223 perdidos. •

322. 507 Total


Ca yll om a 1646 5 No hay rel ac ión .
Cu zc o 1609 41 9
88.024 pe so s, de de ud as co rri en tes .
5.337 en de ud as litigiosas.
5.913 en de ud as perdidas. •


110.000 du ca do s, en de ud as du do sa s.
210.105 Total


6
Co n este nombre de caja de almojarifazgos Su áre z de be referirse a la efí me
ra Ca ja
Real del Callao, qu e tuvo co mo función pr im or dia l la ad mi nis tra ció n de es
a ren ta en el
pr inc ipa l pu ert o pe ru an o. Vid. su pr a, cap. 11 (nota 18).
7
Relación de l co nd e de Salvatierra a su su ce so r el co nd e de Al ba de Aliste,
22 de
marzo de 1655; BAE, nún1. 283, pp. 51 y SS. En la colección de Altolaguirre, n,
8 p. 267 y SS.
Según un testimonio del Tribunal de Cu en tas de l qu e el vir rey ex tra cta es
tos da -
tos, las cu en tas atrasadas se rem on tan antes de 1630, lo qu e resulta so rp ren de
nte po r co n-
tradecir no sólo el an ter ior testimonio del co nta do r Su áre z, sino los resultados
de la Visita
a Potosí de M art íne z de Pastrana, ya qu e se incluyen on ce cu en tas de l pe río
do ex am ina -
do en es a op or tun ida d. La ún ica ex pli ca ció n pa ra sa lva r es ta co ntr ad icc ión
es pe ns ar qu e
el co nd e de Salvatierra se ref ier a en este ca so a las de ud as o alc an ce s no
satisfechos y
no a las cuentas revisadas.
9
Es ta Ca ja fue visitada en 1639 po r el co nta do r de resultas Al on so Ib áñ ez de
Poza~



, ,
CUENTAS Y ANALISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURIA 95

Caja Atraso Núm. de cuentas


Deudas
desde atrasadas
Arequipa 1606 2910 22 .114 pesos <<con algún riesgo>>.

228.114 <<restantes>>
250.228 Total
La Paz 1605 34 11 23.482 pesos, sólo de tributos; no hay
relación de otros géneros.
Quito 12
1632 19 70.000 pesos, sólo de tributos. No hay
relación de otros géneros en
los que se han cometido gra-
ves irregularidades por falta de
oficiales reales propietarios.
Trujillo 1612 39 39.865 pesos.
Bombón o
Nuevo Potosí 1629 11 ?•
Castrovirreina 1631 19 ?•
Loja 1626 25 6.399 pesos.
Huánuco 1606 45
Huancavelica 13 1637 14 112.299 pesos, sólo de las cuentas de
• - 1595 a 1611, de los cuales es-
tán asegurados unos 20.000 ó
25.000 pesos.
Arica 1606 36
Carabaya 1606 45
14
Buenos Aires 1635 16

pero no pudo liquidar las cuentas revisadas porque tuvo que bajar a la capital virreinal
por orden del Gobierno. Algunas de las sumas de este cuadro, recogidas textualmente
y como sucede con cierta frecuencia con otros casos, no se ajustan con la comprobación
del cálculo.
10
Las cuentas de esta Caja desde 1627 fueron tomadas por el contador Ibáñez de
Poza y Femando Quijano, en calidad de jueces comisarios.
11
Las cuentas de la C.,¿ja de La Paz de <<1629 hasta 1641 se tomaron por el contador
Die~o Rodríguez Urbán de la Vega, según consta de dicho testimonio ... >>.
2
<<Aunque está a cuidado de la Real Audiencia el tomar los tanteos de cuentas de
cada año y remitirlos a este Tribu~al, no lo ha hecho, con lo que están 19 por tomar
desde 1632 hasta 1650, según parece por dicho testimonio>>.
13
El marqués de Mancera nombró a José de la Vega Alvarado visitador de las !TlÍ-
nas de Huacavelica y le encargó tomar el tanteo de las cuentas de la Real Caja. Fueron
tantas las irregularidades que comprobó, que condenó a fuertes penas a sus oficiales rea-
les, Alonso de Tineo Solís y Diego de Paredes y Solís.
14
En su tiempo, el marqués de Mancera envió como visitador de las cajas reales
de Buenos Aires y Tucumán a Cristóbal de Becerra. El gobernador, a petición de los
oficiales reales, suspendió el ejercicio del visitador con la excusa de que en Lima había
un nuevo virrey, de quien necesitaba confir1nación. Becerra regresó a Los Reyes y obtu-
. vo la confianza del conde de Salvatierra, pero has~ el momento de redactar la relación,
el virrey no tenía noticias de los resultados de su misión, aunque sí se podía afir1nar
que en dichas cajas se habían cometido muchos fraudes.

96 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


~~~~~~~~~~~~~~~~~-

Atraso Núm. de cuentas Deudas


Caja desde atrasadas
Tucunlán 1606 45
Piura 1617 32
Guayaquil 1626 25 6.000 pesos
Santiago 15 1635 •
16
Pananlá 163 8
Concepción de
17
Chile 1636 15 •

18
Carangas •
Lima A excepción de unos alcances que
se hicieron a sus administradores, de
los que restan unos 15.000 pesos, de
cobranza segura, la caja está al día .

1.1. Del optimismo inicial a la amenaza de supresión

Si se hubiese aplicado en 1607, año del asentarniento del Tribunal


de Cuentas de Lima, un remedio que se propuso veinte años después:
iniciar la toma de cuentas a partir del ejercicio in111ediatamente ante-
rior, dejando las atrasadas en un segundo plano, quizá el problema en-
démico del atraso contable no hubiera sido tan escandaloso. Pero no
se hizo así. La fundación de la Contaduría se hizo con la fir1nísima
esperanza de que sería la solución eficaz y suficiente, y en consecuen-
cia se encargó a los contadores la liquidación de todas las anteriores;
pero casi de inmediato se tuvieron que enfrentar con la realidad, por- .
que cuando trataron de formar libros, despachar provisiones y papeles
que se les pedían, dice el jurista Solórzano, se dieron cuenta de que •

todo estaba atrasado << ••• y las provincias son tan distantes y las últimas •

cuentas no se pueden tomar sin recla1no de las primeras; ofreciéronse-


les luego tantas dificultades que necesitaron de consultas y nuevas de- •

claraciones y ordenanzas del Consejo y de los vii:reyes y todavía se fue

15
En este caso se refiere a los tanteos que tenía que enviar la Audiencia, según el
régimen especial de la Caja de Santiago.
16
Lo mismo que el caso anterior.
17
Desde que en 1632 el conde de Chinchón envió a Andrés Ruiz de Guevara a la
Caja de la Concepción de Chile, donde anualmente se ingresaban los 212 .000 ducados
del situado, no se tenía más inforrnación sobre su gestión económica. Salvatierra, urgido
por el Monarca, envió otro visitador, al doctor Juan de Huerta Gutiérrez, con las atribu-
ciones <<que en tales casos se acostumbra>>. otorgadas por el Tribunal de Cuentas de Lima.
18
La Caja era de reciente fundación, 1652, posterior incluso a la techa límite de la
relación, 1650.
• •

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRlBUNAL DE LA CONTADURÍA 97

medrando y aventajando poco en esta materia>> Pese a ello, el opti-


19 •

mismo inicial se mantuvo aún por algún tiempo. En 1610 los tres pri-
meros contadores de cuentas escriben al Rey satisfechos de su labor;
adjuntan el tarzteo de la Caja de Lirna <<; ••• por el .cual se echará de ver,
dicen~ cuan ajustada anda esta caja después que este Tribunal se asentó
y que hay diferente cuenta y razón que en lo pasado, respecto que los
oficiales reales no tienen otro freno mayor que nuestra presencia>>20 .
Pero como ya por entonces comienzan a llegar a la Corte las primeras
quejas sobre la Contaduría tratan de ponerse en guardia, atribuyéndo-
las al odio y emulación <<de todos>> contra el Tribunal por querer cum-
plir fie.lmente sus obligaciones y sin respetos humanos, porque su único
objetivo era <<poner cobro e ir recogiendo tanta hacienda perdida como
11ay en este reino, aunque son pocos los que nos ayudan a ello>>.
No sé si éstas eran las verdaderas razones de los enfrenta1nientos
<<de todos>> contra el Tribunal. Pero lo que sí resulta evidente es que
para los oficiales reales, especialmente para los de la Caja de Los Re-
yes, resultaba verdaderamente molesta la cercanía de un organismo fis-
calizador aunque sorprendentemente se encuentren entre los que unos
años antes solicitaron su creación . Sus instancias al Monarca son ahora
21
de signo contrario al pedir la supresión • La solicitud es oída en el
Consejo de Indias y, por una cédula dirigida al príncipe de Esquilache
el 16 de abril de 1618, se pide los pertinentes informes y pareceres antes
de adoptar tan drástica medida. El virrey~ después de consultar con el
contador de la Santa Cruzada Gonzalo de la Maza <<ministro de mu-
cha noticia y experiencia en la administración de la Real Hacienda>> se-
gún el ~juicio de López de Caravantes , redacta su respuesta 22

desaconsejando medida semejante, porque, en su opinión, todos los pro-


blemas del Tribunal se reducen a la falta de personal. Los contadores
de la Contaduría del Consejo de Indias, a quienes se les había quitado
el feneciiniento de las cuentas indianas, se opusieron a las conclusio-



9
t Sol6rzano, Política Indiana, VI, XVI, 13.
2
°
Carta de los contadores Martínez de Pastrana , López de Caravantes y Garro al
Rey. Los Reyes, 10 de mayo de 1610; AGI, Lima, 105.
21
Sin llegar a los extremos de los oficiales reales de Lima, algunos funcionarios de
los Tribunales de México y Bogotá solicitaron urgentes refor1nas: «El del Nuevo Reino
ha escrito ingenuamente que convendría se refor1nase; de México ha dicho aiguno de
los que allí ha servido, no mal entendido, diciendo lo hacía por descargo de su cor1c1en-
cia», Solórzano, Política lndiana, VI, XVI, Tl. Ya veremos más adelante cómo tambiér1
· se dieron de alguna fo1·1na esas voces disidentes en el Tribunal de Lima .
22
En carta fechada en Lima el Z7 de mayo de 1619.

98 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

nes del virrey peruano, porque objetaban que sin grandes dificultades
se podían suprimir los Tribunales a1nericanos y volver al régimen an-
terior enviando los consabidos visitadores. Eso sí, en caso de acceder-
se a su propuesta, anota con picardía López de Caravantes, solicitan
aumento de personal, por lo pronto seis entretenidos 23 . Esta carencia
de funcionarios para atender el atraso de las cuentas se presenta como ·
el telón de fondo en la historia de los primeros años del Tribunal de
Cuentas; por ello, y por considerar que no ~s una simple disculpa de
los contadores, se dedica a este tema, más adelante, un epígrafe espe- •

cífico.
El fiscal del Consejo de Indias trasladó a los contadores de cuentas
limeños el parecer de sus colegas metropolitanos para que ellos tarn-
bién tuvieran la oportunidad de expresar sus opiniones en un asunto
que les incumbía de for1na directa. Como era de esperar, la respuesta
de la Contaduría peruana fue de rechazo absoluto a dicha proposición,
24
a1nparándose en los siguientes argumentos :
a) Suprimir los tribunales de cuentas indianos no sólo supondría
volver al caótico estado de cosas anterior a la creación de las contadu-
rías, sino a otro mucho peor, ya que la Hacienda había crecido en el
entretanto.
b) Las actuaciones de las contadurías práctica1nente caerían en saco ·
roto porque tendría que comenzarse todo de nuevo.
e) Faltaría en las cuestiones judiciales, atendidas por las audien-
cias americanas, la opinión profesional de los contadores de cuentas.
d) Volver al sistema anterior acrecentaría las dificultades para co- •

brar las deudas de los administradores de la Real Hacienda. -


e) Pero lo que era de mayor importancia: no se podía alterar con
ligereza<< ... Io ·asentado tan advertida y consideradamente por sujetos
de tan gran experiencia>>

Pudo ser que esta última razón hiciera desistir a los consejeros de
Indias en seguir adelante, pero lo más probable es ~que llegaran a esta
conclusión por sus propios medios, más aún, que nunca se hubiera to-
mado demasiado en serio medida tan desproporcionada 25 • Lo cierto es

23
Caravantes, Noticia General, IV, 1'', 166 a 173.
24
Carta de los contadores de cuentas, 1 de noviembre de 1626. Caravantes, Noticia
General, IV, IV, 180.
25
Solórzano describe las perplejidades del Consejo ante este difícil asunto los con-
sejeros, die~, era°: ~onscientes de las dificultades para « ... innovar en negoci~ de tanto
peso y cons1derac1on y refortnar lo que tanto tiempo se tardó en pensar y resolver por



• •

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 99

que, como se decía en la época, no se hizo novedad. En cambio todo


este asunto sirvió para que el Consejo se decidiera a tomar resolucio-
nes enérgicas para compeler a los contadores a ponerse al día con las
cuentas a su cargo.

1.2. Drásticas medidas contra la Contaduría

El 30 de marzo de 1627 se despachó una cédula dirigida al Tribunal


conminándole a que enviase las cuentas que faltaban, tomasen las atra-
sadas y que en adelante cada año remitiesen puntualmente todas las que
fuesen de su obligación. Para asegurar la eficacia en el cumplimiento
de la real orden se determinó que no se pagasen los salarios de los ofi-
ciales reales si no las daban y los de los contadores si no las tomaban.
El Tribunal de Cuentas de Lima, contando con el respaldo del visita-
dor y del propio virrey, el marqués de Guadalcázar, opuso la imposibi-
lidad de cumplir con la disposición regia mientras no se aumentara el
26
número de servidores en la Contaduría • Pese a tan poderosos abo-
gados, el fiscal del Consejo insistió en el cumplimiento de la orden;
más aún, por una nueva cédula 10 de abril de 1628 se les a1nenazó
con una nueva pena: multa de 1.000 ducados que se retendría~ de sus
salarios, si no cumplían con enviar las cuentas con la puntualidad re-
querida. En este sentido se cursaron las instrucciones del caso a los
oficiales reales, quienes rápidamente las ejecutaron, incluso antes de
recibir la confir1nación del virrey. El conde de Chinchón, al igual que
su antecesor, asumió la defensa de los contadores; por lo pronto sus-
pendió la ejecución de la orden y en carta al Monarca le manifestaba
su comprensión para con los funcionarios del Tribunal, quienes a su
juicio no eran culpables porque hacían todo lo que podían, asistiendo
puntualmente a sus oficinas y trabajando incluso horas extraordinarias.
Pero la decisión del Consejo se mantuvo inflexible en este punto: por
cédula del 11 de diciembre de 1630 se reiteró el mandamiento. La mul-
ta se hizo efectiva y se envió en la Artnada de 1632 Tl.

ministros de tanta experiencia y celo del servicio real, así del Consejo de Indias como
del de Hacienda y Contaduría Mayor de ella, especialmente no se ofreciendo otros me-
dios que mejoren las cosas de la Hacienda Real de Indias y sintiendo que será rematarla
de todo, si se vuelve a poner en el estado que tenía antes de la erección de los Tribuna-
les>>. Política Indiana, VI, XVI, 28.
26
La carta de los contadores está fechada el 26 de abril de 1628 y la del virrey el
Í5 de marzo del mismo año; Caravantes, Noticia General. IV, IV, 187.
n Ibídem, IV, IV, 188 a 191 .



100 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Pero si el asunto de la multa puede darse por concluido con el aca-


tamiento de la cédula, no puede afirmarse lo mismo con el de la sus-
pensión de sueldo, que alterará aún por varios años la vida del Tribunal.
El acuerdo general del 2 de abril de 1629 había resuelto que se suspen-
diese la ejecución de la cédula y que mientras S.M. no ordenase lo con-
trario se pagasen nor1nalmente los sueldos a los contadores. Conocida
esta decisión en el Consejo de Indias, se reiteró tajantemente las órde-
nes reales en todos sus términos por cédula del 20 de abril de 1630.
El documento llegó a manos del conde de Chinchón el 30 de marzo •

de 1631. Con gran pesar suyo el virrey se decide a darle curso, pero
haciendo notar que lo hace sólo por <<las palabras tan apretadas>> con
que se insta a su cumplimiento; no obstante, deja entrever que si la Real
Audiencia y el Acuerdo General de Hacienda se mostraran decididos
a aconsejar una nueva suspensión, probablement e la secundaría, por-
que seguía convencido de la inocencia de los contadores, basándose so-
bre todo en las siguientes raz9nes que expone al Monarca 28 :

l. Es imposible tomar todas la4S cuentas pendientes con el escaso


número de funcionario~ de la Corrtaduría.
2. Los contadores cumplen fielmente
,
con sus obligaciones, asís-
tiendo a sus despachos las mismas hora~ tjue en los tribunales de Castilla.
3. Las críticas sobre la Contaduría ~ue llegan a la Corte son com-
prensibles porque los contadores <<tratan de materias tan poco an1ables
como son las de Hacienda de V.M.>>, pero injustas, ya que el desarrollo
de sus funciones específicas les atraen <<muchos émulos y enemigos y
por eso le deben haber desacreditado>>.
4. La visita a Potosí es imprescindible, pero no puede hacerse en
las condiciones que exige el Consejo .

La comunicación de la decisión real y del placet del virrey provo-


có, como es lógico, el rechazo de los miembros del Tribunal, que pi-
dieron el sobreseimiento inmediato de todo lo actuado, por entender
que las órdenes del Rey eran el fruto de <<siniestras relaciones>> ante el
Consejo, el que, por otra parte, no había dado oído a las muchas cartas
escritas por los virreyes y los propios contadores, misivas en las que
se hbían repetido estas y parecidas razones 29:

28
Carta del conde de Chinchón al Rey, Lima, 6 de abril de 1631. Cana de Hacien-
da núm. 66; AGI, Limn. 105.
29
Carta al Rey de los contadores de cuentas Martínez de Pastra11a, Jose Suárez y
Juan de Oleaga; AGI~ Lima , 105.

• CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 101


l. Es falso que se pierdan horas de trabajo en <<Ostentaciones y auto-


ridades de nuestras personas y otras cosas superfluas>>. Por el contra-
rio, es cierto que son ultrajados por otros funcionarios; hecho del que
se derivan el desprecio y la falta de respeto al Tribunal en perjuicio
de la Hacienda de S.M.
2. La enorme extensión del territorio, el crecido número de obli-
gaciones y el corto nú111ero de funcionarios.
3. La desidia de los oficiales reales en la entrega de los recaudos,
con lo que se dificulta y dilata la liquidación de las cuentas·.
4. La visita a la Villa Imperial de Potosí sólo es factible si se pro-
vee el personal necesario y se otorga al visitador los medios económi-

cos adecuados a un viaje tan largo y caro.

En definitiva, concluyen los contadores de cuentas,, <<la falta no es


de nuestra parte sino de la muchedumbre de cuentas y causas judicia-
les y despachos de gobierno y ser nosotros tan pocos para tan gran má-
quina, y la falta de jurisdicción de que nace la inobediencia>>.
La intervención del fiscal de la Audiencia, Luis Enríquez que en
ocasiones anteriores se había puesto decidida1nente de parte de los
contadores salvó de nuevo la situación al alegar que subsistían las
mismas dificultades que ya habían aconsejado suspender la medida, lo
cual dio lugar a nuevas consultas, reuniones e informes y por último
al sobreseimiento de la orden 30 •
Pero el alivio de los contadores de cuentas duró muy poco tiempo;
en el Consejo de Indias se habían despachado nuevas órdenes datadas
en fechas similares a las que veni111os reseñando 31 • El contenido de és-
tas además de reiterar la suspensión de sueldo introduce una novedad,
la sugerencia de modificaciones importantes en la rutina del Tribunal,
como un serio intento de solución a los problemas de la Contaduría
y de ruptura de lo que se venía convirtiendo en una intern1inable serie
de órdenes y contraórdenes. En la comunicación dirigida al virrey se
decía que siguiendo los c.onsejos de <<Un ministro celoso>> se había de-
ter1ninado:
a) Que como si el Tribunal se asentara de nuevo se tomaran <<cada

3
31
° Caravantes, Noticia General, IV, IV, 205.
La fecha de esta cédula parece ser la de 9 de julio de 1630, aunque Caravantes
ofrece una fecha diferente, la del 5 de abril de 1630; puede tratarse de dos documentos
· diferentes o de un simple error del contador que t?n estos pasaj·es ofrece una cronología
confusa. Noticia General, IV, IV, 196.



102 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERU ANO

año las cuen tas prese ntes ... sin dejar las atrasadas>>, y así se sigui era
en lo sucesivo. .
b) Que para las cuen tas atras adas se nom brase n perso nas que al
tér111ino de un año llevasen los resul tados al Trib unal dond e qued arían
regis trado s los pape les y recau dos.
e) La orde n debí a come nzar se a ejecu tar con el inici o de un año
natur al, el que al virre y le pare ciera más conv enien te.
d) Que si en el cump limie nto de esta orde n hubi ese omis ión por ,

parte de los conta dore s de cuen tas no se les debí a per11útir serv ir en

sus ofici os ni pagá rsele s los salar ios. La mism a pena se hacía exten si-
ble a los ofici ales reale s que debi endo acud ir al Trib unal no lo hicie ran
en el tiem po en que estab an oblig ados .
e) Los enca rgad os de form a expr esa por las orde nanz as del Tribu -
nal de fenec er las cuen tas atras adas eran los conta dore s de resul tas, por
lo tanto debe rían ocup arse de esta tarea <<sin alzar la man o de ellas has-
ta acabar>>, acata ndo las órde nes que el virre y les diera en este senti do.
En caso contr ario se les arnen azab a con las mism as pena s que a los
conta dore s de cuen tas y ofici ales reale s.
f) Que se cump liese el capít ulo 28 de las prim eras orde nanz as re-
lativ as a la visita de la Caja de Poto sí; mand ato que en los veint icinc o
años de exist encia del Tribu nal sólo se habí a acata do una vez, con gran
prov echo para la Real Haci enda .
El cond e de Chin chón se dispu so a dar cump limie nto a las órde nes
regia s. Por prov isión de 11 de ener o de 1632 deter minó que a parti r
de ese año come nzar á a corre r el nuev o régim en orde nado por el Mo- ·
narca . Los conta dore s de cuen tas <<suplicaron en for1na>> y se remi tió
como caus a conte ncios a a la Real Audi encia por auto de 13 de febre ro •

de dicho año .de 1632 32 • No obsta nte, el virre y insis tió en las órde nes.
El 15 de marz o de 1632, el fisca l de la Audi encia , Andr és Bara ona En-
cinil las, entre gó la prov isión del cond e al escri bano de cáma ra de. la
Cont adur ía ~on la expr esad a oblig ación de prese ntarl a a los cont ador es
e insta rlos a su cump limie nto, quie nes aper cibid os form alme nte dije-
ron que acata ban con respe to las órde nes reale s, pero que no podí an
dejar de anot ar las sigui entes razon es que obsta culiz aban su cump li-
mien to:
a) No se pued en toma r las cuen tas en el mism o año de su ejerc i-
cio: es nece sario prim ero toma r los tante os y lueg o de que los ofici ales
32
Carta de los contadores de cuentas. Los Reyes, 12 de mayo de 1634; AGI, Lima,
106. Caravantes, Noticia General, IV, IV, 206.

• •


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 103

reales den st1s relaciones juradas ordenar las cuentas, duplicarlas y, por
último, tomarlas propiamente; y todo esto conforme a las ordenanzas.
b) La extensión del territorio en donde a lo largo de 1.500 leguas
hay 24 cajas reales y en donde la más cercana con la excepción lógi-
can1ente de la de Lima está a 60 leguas.
33
e) Sólo hay tres contadores de cuentas para el fenecimiento de
las cuentas y en las de Lima se emplean seis meses para ordenarlas
34
y otros tres para duplicarlas • Se ocupan además de otras muy diver-
sas tareas: las últimas horas de la mañana en la atención al público;
toda la mañana del miércoles con los oidores; las tardes de los miérco-
les y viernes en el despacho de los negocios ejecutivos y cobranzas,
asistidos por el asesor, conforme a las órdenes y autos de los virreyes.
Muchas otras horas se ocupan en atender a las consultas del virrey, <<que
son muchas>>, porque en sus oficinas se encuentra <<la razón de Hacien-
da de todo el reino». El contador más antiguo acude semanalmente al
Acuerdo de Hacienda. Hay, por otra parte, que satisfacer y dar respuestas
a las cartas que escriben los corregidores y oficiales reales, en razón
de lo que se les encarga y manda. También se ocupa algún tiempo en
ver las cuentas que vienen por apelación, principalmente la de los tri-
butos de los indios que los oficiales reales deben tomar a los corregi-
dores de su distrito.
d) En cuanto a que los contadores de resultas se encarguen sólo
de las cuentas atrasadas, ta1nbién se ofrecen muchas dificultades. En
principio son muy pocos para pechar con tan vasta tarea, ni diez oficia-
les más podrían absorber todas las acumuladas. Por cumplir estricta-
mente las últimas disposiciones reales descuidarían sus obligaciones con
las cuentas corrientes: ministros de la Arn1ada proveedores, pagador
y tenedor de bastimentos, ar1nas y artillería; maestres y patrones de
embarcaciones , condestables, receptor de penas de cámara y de ave-
ría, entre ·otras muchas. Se encargan además del despacho de la mesa
de libros y en tomar la razón de los despachos del Gobierno y otros
muchos; encargo este último que lo cumplen por turnos alternándose
35
con los oficiales ordenadores •

33
En realidad servían en ese momento cuatro contadores de cuentas, los que fir-
man el documento, pero uno en calidad de supernumerario; mas para el objetivo que
se proponen era más efectiva tal elusión jurídica.
34
Ni por las ordenanzas del Tribunal ni en la práctica ordinaria los contadores de
cuentas se dedicaban a estos menesteres reservados al personal subalterno.
35
• Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes, Suárez y

Francisco de Morales, Los Reyes, 4 de junio de 1632; AGI, Lima, 106.


1


104 CON TRO L FISC AL EN EL VIRR EINA TO PER UAN O

Apercibidos de igual forma los contadores de resultas, Alo nso lbá-


ñez de Poza y Fra ncis co Góm ez de Pra ded a, manifestaron al esc riba no
de cám ara que aunque con firm aba n y respaldaban los crit erio s de sus
superiores, ellos por su par te estaban plenamente dispuestos a aca tar
la real cédula y el decreto del virrey en todo cuanto se refería a su la-
bor ; más aún, que esto coincidía con sus deseos y así lo hab ían soli ci:
tado por escrito a los contadores de cuentas 36 • La reac ción de los
contadores de resultas es coherente con sus part icul ares intereses: el •
dedicarse sólo a las cuentas atrasadas les suponía aba ndo nar aquellas
otras obligaciones, en ocasiones más gravosas, que se han enu mer ado •

líneas arri ba. Por otra parte, las exigencias de la céd ula son más benig-
nas para ellos, sólo les obliga a <<no levantar la pluma>> y no se les pon e
plazos perentorios y acuciantes com o a los de cuentas.
Las súplicas y razones de los contadores de cuentas mov iero n al
virrey a trat ar el terna en el Acuerdo Gen eral . Se resolvió, que sin que
la cédula en cuestión perd iera vigor, se ord ena ra a los oficiales reales
el pago nor mal de los sueldos a los ministros del Tribunal; eso sí, se
establecía una condición: que en el laps o de tres años trae rían la apr o-
bación real, y en caso de no con seg uirl a se com pro met ían a la
devolución r1.. Es de ima gina r los días de angustia, de <<desconsuelo>>, .
según sus palabras, que pas aría n los contadores de cuentas en esp era
de la contraorden salvadora, que se materializó en una céd ula despa:.
cha da en Ma drid el 2 de abri l de 1634, gracias, sob re todo, seg ún se
expresa en el mismo documento, a un mem oria l que hab ía diri gido al
Consejo el contador José Suárez 38 •

36
Actas levantadas por el escr iban o de Cám ara Gon ulo de Vargas, Los Reyes, 12 .
de juni o de 1632; AGI, Lima, 106.
n Cart a al Mon arca de los contadores de cuen tas Mar tínez de P<lstrana, Suár ez y
Mor ales; Los Reyes, 12 de mayo de 1634; AGI, Lima, 106. ·
38
<<En diferentes cartas que me ha escrito el Tribunal de· Cuen tas de esa ciud ad, y
últimamente en una de quin ce de mayo del año pasa do de seiscientos trein ta y tres me
representan los contadores el desc onsu elo que les caus a ver que no se les paga sus sala-
rios, por ocas ión de una de mis cédulas, en que man dé que si no toma sen cada año todas
las cuentas de su distrito, no se les paga sen, ni deja sen ejerc er sus oficios, supl icán dom e
fuese serv ido de susp ende r la ejec ució n de la dich a cédu la, pues el toma r t0das las di-
chas cuentas, habiendo tantas atrasadas y con tan poco s que ayuden es impo sible , y ha-
bién dose visto en mi Con sejo de Indias he resuelto de remitiros a vos un mem orial que
por· parte de Joseph Suárez, uno de los dich os cont ador es de cuentas, se ha pres enta do
en el dich o mi Consejo, para que habi endo visto todas las razones que así en gene ral
com o en parti cula r refieren los dich os contadores, y juzg ando vos que son ciert as y legí-
timas, hagáis que se les pague lo que se les debi ere de sus salar ios atras ados , orde nand o



• •

• CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 105

1.3. Las soluciones del conde de Chinchón

La recepción de la cédula co~denatoria debió de llenar de tranquili-


dad a los contadores, por haberse solucionado felizmente la grave arne-
naza que se cernía sobre sus economías particulares; lo malo es que
esta tranquilidad se extendió a la rutina de la administració n hacenda-
ría, dando por olvidado el enojo del Consejo y las causas que lo moti-
varon. El conde de Chinchón, quien, como se ha visto, había apoyado
en todo momento a los ministros de la Contaduría, molesto por esta
actitud, decidió dar su batalla personal, buscando las soluciones que
rompieran la inercia. Con ello el virrey procuraba además cumplir con
la voluntad real manifestada en cédula de 2 de abril de 1634, en la que
se le pedía procurara el fenecimiento de las cuentas atrasadas, empleando
para el caso, si fuera necesario, los servicios de otras dos o tres perso-
39
nas entendidas . El conde se reunió en varias ocasiones con los fun-
cionarios de la Contaduría y con altos cargos de la Audiencia para
proponer sus proyectos, que básicarnente se reducían a la reorganiza-
40
ción del trabajo .

Miércoles 9 de enero de 1636


El virrey reunió a las once de la mañana en un aposento de la Con-
taduría a todo el personal del Tribunal de Cuentas, a varios oidores y

que en lo de adelante guarden la for111a y orden que por mi cédula he mandado última-
mente se observe en el dicho Tribunal, con lo cual se podrá continuar el pago de los
dichos sus salarios, que así es mi voluntad», Madrid, 2 de abril de 1634; ANP, Canas
y Cédulas del Tribunal de Cuentas de Lima., l. Esta cédula, como se desprende también
del texto, está relacionada con otra de la misma fecha y que da pie a las actuaciones del
conde de Chinchón, objeto de estudio del próximo epígrafe. Vid. nota siguiente.
39
También se le autorizaba para que nombrara 4<0tros dos contadores de inteligen-
cia y satisfacción~ para tomar las cuentas de Potosí y las de las otras cajas aledañas, con
tiempo y salarios limitados. Se dejaba al arbitrio del virrey el decidir si la cobranza de
. las deudas se reservaba para el Tribunal de Cuentas o si se otorgaba a los contadores
comisarios jurisdicción para ello. Las cuentas corrientes seguían, en todo caso, como
obligación de los contadores de cuentas, con quienes el Monarca recomendaba utilizar
<<penas y otros gravámenes apretados» para obligarlos a rendir satisfactoriamente. Cédula
de 2 de abril de 1634: en carta de Gómez de Pradeda~ 15 de mayo de 1636; AGI, Lima,
106. y ANP, leg. citado. En la Recopilación, VIII, I, 100.
4D Relación de los días que el Señor virrey conde de Chinchón vino al Tribu11al de
la Contaduría Mayor a tratar de la forma de toma.r las cuentas atrasadas de las cajas
del Reino. Firn1ada por el escribano de Cámara Gonzalo de Vargas, 28 de mayo de 1638;
· AGI, Lima, 106, en carta de los contadores de cuentas Francisco Marcos de Morales,
Ibáñez de Poza y Gómez de Pradeda de la misma fecha; AGI, Lima, 106.

-

10 6 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIR RE INA TO PE RU AN O

al fiscal de la Audiencia de Lima 41 , y propuso un novedoso plan para


tomar las cuentas de las cajas reales: Martínez de ~strana se encarga-
ría de las cuentas de Arequipa, mientras que Suárez y Morales conti-
nuarían atendiendo las de Lima; los contadores de resultas lbáñez de
Poza y Gómez de Pradeda correrían con las del Cuzco y La Paz, res-
pectivarnente, ordenando previan1ente uno las cuentas del otro. El oidoF
Martín de Arriola ayudaría al virrey a vigilar el cumplirniento de estas
disposiciones. ,

El conde suspendió la reunión po r considerar que se había hecho



tarde y llegado la hora de comer. Los contadores se quedaron sin poder
plantear su objeciones al gobernante, po r lo que decidieron hacerlas
constar po r escrito.
l. Las cuentas no deben ordenarse en Lima, en donde no se consi-
gue la brevedad ni la justificación necesarias. Dicha labor debe reali-
zarse en las mismas cajas reales por personas <<prácticas e inteligentes>>,
a la vista de los libros y papeles comprobatorios. Ordenadas de esta
manera se descubren con más facilidad las faltas, descuidos y déficit,
y reciben, po r último, la aprobación in situ de los oficiales reales <<sin
adiciones ni alegatos de nulidades>>.
2. Está ordenado po r el Rey, en cédula de 9 de julio de 1630 42 ,
que los contadores de resultas se ocupen sólo de las cuentas atrasadas,
con expresa prohibición de ocuparse en la ordenación, bajo pena de
suspensión de oficio y salario. La ejecución de la orden del virrey aca-
rrearía además perjuicios a la Real Hacienda. Lo conveniente sería pro-
porcionarles oficiales prácticos <<que les ayudasen po r no poder ordenar
y escribir de su mano tanta máquina de cuentas, po r ~u mucha edad
y cortedad de vista>>; ayudantes, se añade más adelante, a los que ha- -
bría que pag~r un <<salario competente».
3. Por otra parte hay que considerar, dicen, que si para la rendi-
ción de cuentas en la Caja de Lima asisten siete u ocho personas y los

41
Asistieron a esta pri me ra reunión los oidores doctores Galdós de Valencia, Ga -
briel Gómez de Sanabria y Ma rtín de Arriola; el fiscal An dré s Baraona Incinillas; los
contadores de cuentas Martínez de Pastrana, José Suárez y Francisco Ma rco s de Mo ra-
les; los contadores de resultas Alonso lbá ñez de Poza y Francisco Gómez de Pra ded a
y los contadores ordenadores Pedro de Gordezuela Ca stro y Francisco Ga rcí a de Collan-
tes; los entretenidos Alonso Ibáñez (homónimo del con tad or de resultas), Ferrnín de Es-
pinal y Pedro de los l,líos; el relator doctor Bartolomé de Salazar y el secretario Gonzalo
de Vargas.
42
Los contadores de cuentas par ece n hab er olvidado sus objeciones contra esta cé-
dula y sus peticiones de derogación (vid. supra) .


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 107


oficiales reales designan una para que exclusivamente asista a los con-
tadores de cuentas con los libros y recaudos, <<¿cómo se podrán orde-
nar y tomar las de oficiales reales ausentes sin persona suya ni recaudo?>> .

Miércoles 9 de abril
Tres meses después, e] conde volvió a reunirse con los miembros
43
del Tribunal • Les preguntó qué se había obrado desde la última vi-
sita y cada contador dijo lo que había hecho en ese lapso. El virrey
tomó la palabra y ordenó que de allí en adelante sólo se tomaran las
cuentas de las cajas reales, obviándose por el momento todas las de- •

más: Armada, Avería, etc. A las doce del mediodía, <<por ser tarde>>,
se suspendió la reunión y se fueron todos a comer, sin poder hablar
más de la materia y sin que los contadores dieran su asentimiento formal.

Miércoles 9 de julio •

El virrey mandó aviso al Tribunal para que lo esperasen los presen-


tes, pero como se marcharon los oidores que habían asistido a los plei-
tos de la Contaduría, desconvocó la reunión.

Miércoles 16 de julio
44
El conde fue por tercera vez al Tribunal de Cuentas • A instan-
cias suyas, cada uno de los contadores explicó lo que había hecho des-
de la visita anterior. El virrey insistió en que los contadores de resultas
.o rdenasen las cuentas de la forma que había propuesto en su primera
visita. Tomó la palabra lbáñez de Poza y opuso los argumentos que ya
se había hecho constar por escrito. Chinchón, contrariado, le ordenó
que callase y no replicase. Volvió a reiterar sus criterios, aunque reco-
noció que era justo proporcionarles el personal auxiliar necesario, pe-
ro sólo para que escribiesen las cuentas que los de resultas fueran
ordenando. Estos ayudantes con el tiempo aprenderían las tareas de or-

43
En esta oportunidad se hallaban presentes los oidores Gald6s, Torres de Altami-
rano y Enríquez, el fiscal, los contadores de cuentas y de resultas, el ordenador Collan-
tes, los tres ayudantes, el secretario y los dos porteros, Miguel del Castillo Talavera y
Cristóbal Páez de Car111ona.
44
Se hallaron presentes los oidores Galdós, Altamirano, Gabriel Gómez de Sana-
bria, Cristóbal Cacho de Santillana y Martín de Arriola; el fiscal; los contadores de cuentas
y de resultas, a excepción de Gómez de Pradeda, que se encontraban enfermo; los orde-
nádores y los ayudantes, además de los relatores doctores Bartolomé de Salazar y N ico-
lás Polanco y el secretario.
1


10 8 CO NTtRO L 'FI SC AL EN EL VIR RE IN AT O PE RU AN O

de na ció n y otras de ayuda al Tribunal. Ya se ve ría la fo rm a de el eg ir


y no m br ar a los nuevos auxiliares. Nuevamente or de nó a lo s co nt ad o-
res de cuentas qu e no se to m as en m ás cuentas qu e las de los of ici ale s
reales y qu e cu an do se pe ns ar a qu e alg un a de las restantes er a ineludi-
ble, se so lic ita ra el op or tu no pe rm iso de l Go bi er no . Di ch o es to sus-
pendió la re un ió n a las do ce del m ed io dí a. e

Jueves 26 de marzo de 1637 ,

El co nd e de Ch in ch ón m an dó llamar, a las on ce de la m añ an a, a .
los co nt ad or es de cu en tas Su ár ez , M or ale s e Ibáñez de Poza, y en un a
sala ju nt o a la Se cr eta ría los re un ió co n los oi do re s Ga ld ós y Ar rio la ,
el alcalde del cr im en Fe rn an do de Saavedra y el fiscal Ga rc ía de Ca rri -
llo. Pr op us o qu e po r lo m uc ho qu e in ter es ab a al se rv ici o de S. M .
se hi cie se todo lo po sib le pa ra to m ar las cu en tas de las ca ja s reales,
m uy es pe cia lm en te las de l Cu zc o y La Paz, pa ra ca lc ul ar po r ell as lo
qu e se da ría en <<premio>> a las pe rs on as qu e se de sig na ra n pa ra to m ar
las cuentas atrasadas, según las ór de ne s reales. Añ ad ió qu e au nq ue es-
.to lo ha bí a or de na do repetidarnente en sus visitas a la Co nt ad ur ía , no
se había he ch o na da po r obedecer. Su ár ez re sp on di ó en no m br e de sus
co m pa ñe ro s co n las ra zo ne s co ns ab id as . El m ar qu és , de sa ni m ad o an te
la resistencia de lo·s funcionarios, or de nó , co m o da nd o po r ter rn in ad o
el asunto, qu e el re lat or Ba rto lo m é de Sa la za r <<lo pu sie se po r es cr ito
co n la m em or ia de las de m ás veces>> pa ra en vi ar lo al M on ar ca . Su ár ez
suplicó qu e se ad ju nt as e el de sc ar go es cr ito de l Tr ib un al de Cu en tas ,
a lo qu e convino el virrey. Co n es to ter111inó la re un ió n a la un a. .
Au nq ue po r lo ''is to el proyecto de l co nd e de Chi11chón fra ca só al
es tre lla rse an te el m ur o de ob jec io ne s y pa siv id ad de l Tr ib un al de Co n- -
tad ur ía, pa re ce qu e alg un os as pe cto s pa rc ial es se in ten tar on llevar a la
pr ác tic a; as í, en la Relación del co nd e de Sa lv ati er ra se da no tic ia de
có m o el co nt ad or Al on so Ib áñ ez de Poza intentó liq ui da r las cu en tas
de la Ca ja del Cu zc o ha sta 1639, co sa qu e no pu do ha ce r <<por ha be r
ba jad o a esta ciu da d po r or de n de l Go bi er no >;45 •

1A. El ingenuo proyecto de Gómez de Pr ad ed a

El co nt ad or de resultas Fr an ci sc o Gó m ez de Pr ad ed a, po r las m is-


mas fechas en que Chinchón proponía sus proyectos al Tribunal de Cu en -

45
Relación del conde de Salvatierra, en la BAE, núm. 283, N, p. Z75, y en Altola-
guirre, p. 56.


CUENTAS Y ANÁLISlS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 109

tas, concibe un sorprendente plan que pasa nada menos que por la
46
supresión de la Contaduría • En efecto, comienza por plantear que las
soluciones tradicionales son insuficientes; y esto por dos razones: no
'
hay en esas tierras personas aptas y expertas fuera de las que ya labo-
ran en el Tribunal y los problemas de la institución no se solucionan
con el nombramiento de dos o tres personas. Una solución en esta lí-
nea tendría que ser más radical: aumentar el personal en por lo menos
ocho contadores de resultas, 12 ordenadores, un fiscal de capa y espa-
da y un solicitador, todos ellos <<criados y ejercitados en los colegios
de los contadores mayores de Hacienda y cuentas de esa Corte>>. Pero
como esto se ha solicitado muchas veces y nunca ha recibido respuesta
satisfactoria, propone la supresión de los tribunales de cuentas en In-
dias y la adopción de su proyecto, apoyado en· las siguientes razones:
En primer lugar se ahorrarían los 15.000 ducados anuales que
a)
demanda el funciona1niento ordinario del Tribunal de Cuentas de Li-
ma, o 40.000 si se extiende la medida a los otros dos de México y Santa
Fe. Estos gastos serían mucho mayores si atiende debida1ne11te el aumen-
to de personal.
b) No existirían las crónicas deudas a la Real Hacienda.
e) Se obviarían las dificultades que encuentran los oficiales reales
para acudir a la sede de la Contaduría, dada la enoi·me extensión del
territorio.
d) Las contadurías indianas no pueden cumplir eficazmente su co-
metido por la poca autoridad con que se las ha revestido.
e) En definitiva, es necesaria esta reforma por las innumerables
dificultades que existen para cobrar las deudas acumuladas: inestabili-
dad de las haciendas, pobreza de los habitantes ... , pero, sobre todo,
porque muchos de los oficiales reales responsables, lo mismo que sus
garantes, han muerto, y los bienes de unos y otros han pasado ya a ter-
ceras personas.

El proyecto de Gómez de Pradeda consiste funda111entalmente en


que las obligaciones del Tribunal de Cuentas fueran asumidas por los
contadores de las diferentes cajas reales, <<dándoles títulos y nombra-
mientos de veedores de la Real Hacienda y contadores de cuentas de
las cajas donde asistiesen>>, todo ello sin perjuicio de retener ·una de
las llaves y de continuar llevando los libros de las respectivas cajas.

• 46
Carta al Rey del contador Francisco Gómez de Pradeda, l,ima, 15 de marzo de
1636; AGI, Lima, 106.

110 CO NT RO L FI SC AL EN EL VIRREINATO PE RU AN O

C om o veedores intervendrían en los remates y al1nonedas de ofi-


cios vendibles, especies de tributo y ot ro s po r el estilo, ad em ás de asu-
m ir el co nt ro l de las fundiciones de los metales preciosos.
C om o contadores, sus principales obligaciones y at rib uc io ne s co n-
. . "
s1st1r1an en:

a) Tomar ca da añ o las cuentas de los gastos e ingresos a los teso-
reros de las cajas respectivas. •
b) Anual1nente enviarían las cuentas liquidadas a la C on ta du ría del .
Consejo de Indias, adjuntando la s relaciones de las de ud as y el es ta do
de las cobranzas, co n toda puntualidad y cl ar id ad pa ra qu e los co ns ej e-
ros tuvieran perfecta noticia de la m ar ch a de la H ac ie nd a en In di as y
proveyeran lo que fuera conveniente.
e) Tomarían de l m is m o m od o las cuentas a los co rr eg id or es de la
Hacienda Real a su cargo, especial1nente de l ra m o de tributos.
d) Se le s revestiría de a111plia au to rid ad y ju ri sd ic ci ón privativa en
la cobranza de las deudas, co n inhibición expresa de la s au di en ci as y
otras autoridades judiciales.
e) En las cajas reales de Li m a, Potosí, C uz co y otras do nd e el m o-
vimiento ec on óm ic o lo ju st ifi ca ra , los contadores necesitarán de ofi-
ciales que les ayuden a or de na r las cuentas; a éstos se les de be rá ot or ga r
un salario digno. Sin los m en ci on ad os auxiliares se re pe tir ía n los m a-
les que ah or a aq ue ja n a los tri bu na le s de cuentas.
f) No estarían obligados a da r fianzas po rq ue no te nd ría n inter-
vención di re ct a en la administración or di na ria , qu e qu ed ar ía re se rv ad a
pa ra los tesoreros de las cajas.
g) La s pr ee m in en ci as de las qu e di sf ru ta ría n no se ría n m uy dife
- .
rentes a las qu e ah or a tienen, pe ro se re m ar ca ría su pr ec ed en ci a so br e
los oficiales reales, en vi rt ud so br e todo de se r los ju ec es de sus cu en -
tas y veedores de la Real Hacienda. C on esta m ed id a se el im in ar á todo
peligro de disputas y diferencias en tre ellos.

El nuevo sistema de fiscalización financiera sólo tr ae rí a, según su


mentor, ventajas en la ad m in is tra ci ón de la Real H ac ie nd a:
La pr im er a se ría la de sa pa ric ió n de los tribunales de cuentas qu e
tanta <<emulación y censura>> ha n padecido, y qu e no ha n da do m ás fru-
to po rq ue se les ha quitado au to rid ad y se les ha negado si em pr e el pe r-
sonal suficiente y necesario. Es ve rd ad qu e so n m uc ha s las cu en ta s
atrasadas, dice, pe ro las contadurías no tienen <<en el lo cu lp a, sino an-
tes m uc ho m ér ito po r ha be r he ch o de su pa rte tanto co m o se ha visto,
co n tan po ca gente co m o se les dio>>.
.

• •

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 111

La segunda, el ya mencionado ahorro de los 40.000 ducados que


en con~junto gastan cada año los tres tribunales de cuentas de Lima,
México y Santa Fe.
La tercera, que los contadores de las cajas reales enviarían al Con-
sejo de Indias, todos a un tiempo, sus respectivas cuentas, con lo que
se habría evitado el mal principal: el atraso de las cuentas.
La cuarta, que los contadores, por <<estar al pie de la obra>>, tendrán
más facilidad para la cobranza de las deudas.
La quinta, que las apelaciones de las sentencias de los contadores
irían a las audiencias de los respectivos distritos, y no sólo, corno hasta
ese momento, a las virreinales, en las que se tienen que atender los
casos de tan dilatados territorios; remedio que, como es lógico supo-
ner, redundará en una mayor eficacia y brevedad.
Quedaba aún por resolver el problema de las cuentas acumuladas.
Gómez de Pradeda propone que las cuentas atrasadas las tomen los co-
rregidores de las provincias correspondientes, ayudados por personas
inteligentes en la materia, tal como se hacía antes de la creación de
las contadurías indianas. Cualquier otro método, opina, sería, además
de inútil especialmente porque es muy poco lo que se puede
recuperar , gravoso para la Real Hacienda. Los corregidores cobra-
rían las deudas <<sin tocarlas», porque el dinero se metería directamen-
te en las cajas y de él se pagaría a las personas que ayudaran. Las cuentas
ternunadas se entregarían con sus resultas al contador de la Caja, quien
se encargaría de enviar duplicados al Consejo.
Aparentemente, el contador de resultas no quería dejar en su pro-
yecto nada al azar y así se ocupa de los menores detalles. Los papeles
y libros de las contadurías, cuando éstas cesen en sus funciones, se dis-
tribuirían, según su finalidad y utilidad, entre las audiencias, los con-
tadores de las cajas y los archivos.
¿Y qué pa-sa con el personal de las contadurías de cuentas? Gómez
de Pradeda distribuye generosa111ente entre sus compañeros ventajosas
jubilaciones, ascensos, oficios y beneficios, según los méritos que co-
mo buen ca1narada no niega a ninguno. Así, para el anciano decano
de los contadores de cuentas, Alonso Martínez de Pastrana, solicita una
plaza en el Consejo de Indias o en el de Hacienda, <<donde hiciera mu-
cho su talento, con particular aumento del patrimonio real>>; plaza si-
milar pide para José Suárez, porque ya había servido en arnbos consejos
peninsulares. Para Francisco de Morales, una presidencia o goberna-
ción en el Reino: Potosí, Chucuito, o Collaguas. A su compañero Ibá-
ñez de Poza lo hace veedor de la Armada y. contador para las cuentas
de la misma y otras similares en Lima y Callao; por compañero y su-

112 CONTROL F.ISCAL EN EL VIRRBINATO PERUANO

cesor le asigna al ordenador Francisco de Collantes. Para el otro ofi-


cial ordenador solicita la jubilación con su salario, por padecer el <<mal
de piedra>>. Para el escribano de cámara pide se le reserve la primera
plaza de oficial real que vaque. Y, por último, para él mismo, que <<há-
·llase muy pobre, viejo y .enfermo, con mujer e hijos que remediar, de-
sea volverse a esa Corte, y como digno de premio queda con muy
grandes esperanzas de que V.M. le ha de honrar y hacer merced de
jubilarle con su salario entero, y juntamente con esto servirse de pro- .
veerle en uno de los corregimientos de Cajarnarca, Saña o Paita, por •

tiempo de cinco años, para ayudar al remedio de sus necesidades y obli-


47
gaciones con que se halla>> •
No sé qué acogida pudo tener semejante memorial entre los conse-
jeros de Indias. Ciertamente no obtuvo ningún resultado práctico. El
documento debió tratarse como lo ·que en mi opinión es, ingenuo y con-
tradictorio. No me atrevo a definir las intenciones del contador de Re-
sultas, ¿quién puede hacerlo?, pero sí a sospechar que se trate de una
de aquellas abundantes solicitudes de favores regios; originalísima, eso
sí, de ·urdimbre complicada, para concluir con la petición extraordina-
ria: jubilación con salario y conjuntamente una plaza de corregidor por
cinco años 48 • ·
Ingenuo, decía, porque Gómez de Pradeda, que conoce perfecta-
mente la marcha cotidiana del Tribunal de la Contaduría, ignora la fi-
nalidad última _d e éste: tomar las cuentas, sí, pero con un criterio
fiscalizador, independiente, también en lo for111al, de los administrado-
.r es financieros. El proyecto en -sí nG sólo resulta un intento de volver
a una situación similar a la que existía antes de la creación de las con-
tadurías en ~Indias, sino a otra mucho peor, en la que no existiría nin- _
gún tipo de control de las autoridades superiores: audiencias, visitadores, ·
etcétera. Ingenuo sobre todo ·p or creer .q ue el simple nombra1niento del

'Más~ .treinta años después del Memorial, Gómez de Pradeda seguía sirviendo
47

en el Tribunal de Cuentas. En una reforma del personal que el virrey conde de Lemos
propone al Rey en orden a una mayor eficacia, dice del contador« ... podrá quedar Fran-
cisco Gómez de Pradeda, supernumerario, por lo mucho y bien que ha servido, aunque
su edad es tanta que no le pe1·mite trabajar lo que quisiera». Advertencias que hace el
conde de Lemos a la Relación del estado del Resino que le entregó la Real Audiencia
de Lima del tiempo que 1gobemó vacante de virrey, que fue un año y más de ocho meses,
dirigida a la Reina nuestra señora en el Real y Supremo Consejo de las Indias,
s/f. c. 1668, en BAE, núm. 284.
48
Pese a estas notas megativas, hi&tor.iográ1ñcamente el memorial de Gómez de Pra-
deda es enormememte sugesf.i.vo sobre diversos aspectos de la vida de la Contaduría lime-
ña y en general del estado de las finanzas peruanas.




-



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 113

contador de la Caja, su separación formal de. los oficiales reales o i·a


investidura de facultades . serían garantía suficiente de seriedad y segu-
ro contra los abusos.. fraudes y corrupte.las.
De las muchas contradicciones en que incurre se pueden destacar
las siguientes como ejemplos más relevantes:
Denuncia la inexistencia en el Reino de personas capacitadas para
tomar las cuentas fuera de las que ya laboran en el Tribunal de la Con- •

taduría, pero para la ejecución de su proyecto supone que los contado-


res, ayudantes y demás personal que menciona reúnen estas condiciones.
El principal problema de los tribunales de cuentas es la insuficien- •

cia de personal; como no es previsible que las. autoridades centrales


accedan al aumento de funcionarios en el número requerido, única so-
lución posible en esta línea, Gómez de Pradeda solicita la supresión.
Sin embargo, para la ejecución de su proyecto. solicita ayudantes para
los contadores de cuentas de las cajas reales, asesores expertos para
los corregidores y para el distrito de la Caja de Lima y Callao donde
tendrían que seguir empleándose los seis contables que utiliza ordina-
ria1nente el Tribunal - , pide la €reación de-u·n nuevo cargo con sus
respectivos auxiliares, es de suponer para tomar las cuentas de la Ar-
mada y otras similares.
De esta manera el pretendido ahorro se ve desbordado pott el de
los ejecutores del proyecto, esto sin contar co·n los premios y jubilacio-
nes que solicita.

1.5. Una solución personalista

El contador de Cuentas José Suárez, en la década de los treinta,


escribe, por lo menos en tres oportuni·dades, para ofrecerse personal-
mente al Monarca a redimir en el plazo de seis años todas las cuentas
49
atrasadas de las reales cajas del Perú • El proyecto consistía en ex-
tender la Visit.a reglamentaria a la Villa Imperial de Potosí y cajas ale-
dañas, a las restantes del territorio.~.- Es interesante señalar, cosa que el
contador omite, que la realización de dicha Visita, por estipulación re-
glamentaria, confir1nada expresa111ente por la autoridad v.irreinal, co-
50
rrespondía al propio José Suárez • .

49
Carta del contador de cuentas José Suárez al Rey, 15· de junio de 1637; AGI, Li-
ma, 105.

5
°
Carta de los contadores de cuentas Martínez d~ Pastrana, Suárez y Oléaga. Li-
ma, 8 de octubre de 1630; AGI, Lima, 105.
114 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREIN ATO PERUAN O

La primera carta la escribió en junio de 1632, pero no obtuvo res-


puesta alguna de la Corte. El silencio lo atribuye el contador a que no
se quiso <<hacer consecuencia para los reinos de México y Santa Fe»,
donde no se estilan estas visitas. De todas maneras destaca que su ofre-
cimiento, al parecer, dio lugar a la real orden para que el virrey del
Perú nombrara personas entendidas que, con el menor coste, toméi!an
las cuentas atrasadas. Disposición esta que no se cumplió, dice, por
dos razones económicas: la primera, que no había personas que se in- •
clinasen a estos ministerios, por ser mucho el trabajo y escasas las ga-
nancias; y la segunda, que los gastos de esta operación, atendiendo a
la carestía de la tierra, ascendían a más de 100.000 pesos.
Suárez insiste en su ofrecimiento en junio de 1634. Su argumenta-
1 ción se basa en esta oportunidad, de forma especial, en las deudas in-
cobradas, que ascendían por entonces a 8.500.000 ducados. Deudas que
cada día iban en incremento, porque los oficiales reales confían en la
ineficacia de la Contaduría, por insuficiencia de personal, y así descui-
dan fácilmente la cobranza <<atendiendo a sus conveniencias propias>>.
Con el tiempo, las deudas antiguas se hacen incobrables y empeoran
las fianzas de las nuevas, por consistir más en créditos que en hipote-
cas. Pide, en consecuencia, efectuar la visita general a las cajas reales
del territorio revestido de la autoridad privativa que riene corporativa-
mente el Tribunal de Cuentas, y atribuciones para designar a sus ayu-
dantes: un ordenador, un escribano ante quien se hagan los autos y un
alguacil que los ejecute. Las condiciones económicas se reducen a que
a él se le pague anualmente otro salario, equivalente al que gana de
ordinario, y a los emolumentos de sus auxiliares, que se pagarían a costa
de los culpados, bien con las penas pecuniarias, bien con las cobranzas
de las deudas. El plazo para liquidar los atrasos lo mantiene en los di- ·
chos seis años, con el compromiso de que si al vencerse no se hubiera
ter1ninado, se continuaría la visita sin costo alguno para el Erario.
En junio de 1637 reitera, ante el nuevo silencio del Consejo, su pro-
yecto personal de revisión de las cuentas atrasadas, añadiendo tan sólo
que de accederse a su propuesta no se pierde nada en absoluto; en todo
caso, insiste, se puede experimen~r con las primeras cuentas que se
tomen, y si no se rinde el fruto esperado, ordenar la suspensión. Los
consejeros de Indias dejaron nuevarnente sin respuesta al contador li-
meño. La repentina muerte de José Suárez, en 1639 51 , truncó para
siempre ese plan tan arnbicioso.
51
Carta de los contadores de cuentas, 31 de mayo de 1638; AGI, Lima, 106, Carta
del conde de Chinchón, 1638, AGI, lima, 48.



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 115

No es extraño el silencio del Consejo, reacio y cauto ante una solu-


ción de corte personalista, sospechosa incluso de intereses particulares,
¿por qué motivo no presentó el proyecto como una propuesta corporati-
va del Tribunal? Por otra parte, pisando un terreno más objetivo, la idea
del contador de cuentas tropieza con la intransigencia de los consejeros
de Indias a conceder un salario extra a los visitadores, previamente es-
tipulado y a cargo de la Hacienda ordinaria, como lo veremos con más
detalle, poco más adelante, en el caso de la Visita a Potosí; sólo con-
sienten, y así lo hacen saber a los ministros de la Contaduría 52 , en la
promesa de una <<ayuda de costa>>, según el trabajo realizado y con el
dinero extraordinario, fruto de las acciones de la Visita .

,
2. LA VISITA A P SI
-
El atraso de las cuentas de la Villa Imperial de Potosí se inscribe
en el marco genera.! del de las restantes cajas del Virreinato. Sin em-
bargo, la legislación le otorga un trato especial, lo que justifica sobra-
da1nente este epígrafe dedicado a singularizar el caso de este importante
centro n1inero que producía por entonces los mayores ingresos al Era-
rio; circunstancia que por otra parte hace plenamente comprensibles
las preocupaciones y desvelos de las altas autoridades peninsulares y
virreinales.
En las primeras ordenanzas se contiene ya la disposición fundarnental
de que los contadores de cuentas, por turno, cada tres años, visiten la
Caja de la Villa Imperial, para tomar y liquidar las cuentas finales de
los oficiales reales, siguiendo para ello todas las formalidades de rigor
53
al uso de la Contaduría • Más tarde, por la cédula del 20 de mayo de
1630, se agregó que aprovechando la visita a Potosí se debían visitar
las cajas que los contadores tenían por el camino: Castrovirreina, Cuz-
co, Oruro y La Paz • 54

Este régimen preferencial tuvo su equivalente en la etapa anterior


a la creación de los tribunales de cuentas indianos. Además de los tres
oficiales de la Caja estaban agregados a ésta dos contadores de resultas
que tenían como principal obligación cobrar las deudas morosas oca-

52 Cédula de 30 de abril de 1630; AGI, Lima, 105.


53 Capítulo 28 de las Ordenanzas de 1605, Recopilación, VIII, 1, 32.
54 En carta de los contadores de cuentas de 31 de mayo de 1631; AGI, Lima, 105;

·Caravantes, Noticia General, IV, IV, 204. Recopilación, VIIl, 1, 32 .



116 CONTROL FISCAL EN EL. \/IRREINATO PERUANO

sionadas por el descuido de los oficiales reales. Con esto se originó


un conflicto de respon~abilidades, lo que según los contadores del Tri-
bunal y no resulta difícil admitirlo obró en perjuicio de la Real Ha-
cienda, porque al ser otros los que tenían que cobrar, los oficiales reales
descuidaban sus obligaciones; situación anómala que había permitido
55
una deuda acumulada de 2 .000.000 de pesos •
El Tribunal de Cuentas de Lima, celoso de sus prerrogativas, a lo"s
cuatro meses de su instalación dio cuenta al Monarca de la menciona-
da situación, que iba en contra no sólo de sus ordenanzas, sino del Fis-
co. Por carta del 2 de marzo de 1608 se les dio plena satisfacción, •

ordenando al virrey, el marqués de Montesclaros, les hiciera guardar


sus ordenanzas. El presidente de la Audiencia de Charcas, Antonio Mal-
donado de Torres a cuya solicitud, precisarnente, se habían creado
esas plazas , escribió sendas instancias al Rey y a los contadores de
cuentas pidiendo que se reconsiderara la medida en razón de los bue-
nos servicios que los contadores de resultas potosinos rendían al Era-
rio. El Rey pidió explicaciones a los contadores de cuentas, que éstos
se apresuraron a satisfacer con los siguientes argumentos:
a) Por las ordenanzas de la Contaduría sólo pueden tomar cuentas
los contadores con exclusión de cualquier otro funcionario, debiendo
cesar, por lo tanto, todos los que hasta ese momento lo hacían y remitir
los papeles que obraran en su poder, en el estado en que estuvieran,
para que el Tribunal los ter11únase; y todo esto, dicen, para evitar que
las tomen personas no cualificadas.
b) La presencia de los contadores de resultas en la Caja de Potosí
y sus constantes enfrenta1nientos y conflictos con los oficiales reales
son gravosos para la- Hacienda.
e) Las cuentas del Reino se habían tomado generalmente, dicen,
con poca claridad, puntualidad y satisfacción por no residir en él per- ·
sonal experto. Las de Potosí no constituyen una excepción a la regla,
como lo demuestra la gestión de los mencionados contadores de resul-
tas, porque <<Uno era criado del presidente, que ·ignoraba lo necesario
a este ejercicio, y el otro, aunque tomó algunas cuentas de oficiales rea-
les, estaba impedido por su mucha edad>>.
d) Y lo más importante: por la ordenanza 28 de lo_s tribunales de
cuentas se dispone expresan1ente que los contadores de Lima visiten
cada tres años, por turno, la Caja de Potosí.

55
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Garro. 30
de marzo de 1610; AGI, Lima, 105.


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 117

2.1. La Visita de Alonso Martínez de Pastrana

Podría sospecharse, por la vehemencia de la respuesta de los conta-


dores de cuentas, que tenían en su ánimo girar lo más pronto posible
la visita reglarnentaria a la Villa Imperial. En realidad ésta tardaría ·va-
rios años en realizarse. El 13 de marzo de 1616 se dirigió una cédula
al príncipe de Esquilache conminándole al no1,.1bra1niento de un conta-
dor para que se ejecutase lo dispuesto en la ya repetida ordenanza 56 ,
nombrarniento que recayó en el decano de la Contaduría, Alonso Mar-
tínez de Pastrana, quien, efectivarnente, la efectuaría entre los años de
57
1617 y 1623 • Era la primera visita regla111entaria y la última que se
haría en el siglo XVII, marco cronológico de estos primeros capítulos.
La i1nportancia de este hecho es indudable y se convierte en un punto
de obligada referencia al tratar del tema. Los resultados financieros re-
·fuerzan esta apreciación : 58 .

a) Las cuentas se finiquitaron, es decir, se dieron por tomadas for-


malmente, hasta 1617, con un saiao en contra de los oficiales reales de
2.234.748 pesos ensayados.
b) Los balances de las cuentas de los azogues de Huancavelica,
entre 1618 y 1621, .arrojaron una deuda de 505 quintales, cuyo valor en
metálico ascendía a 3:5.368 pesos. ·

56
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, Suárez y Oleaga, 8 de octubre de
1630. AG!, Lima, 105.
57
Arzans de Orsua y Vela, Bartolomé, autor de la Historia de la Villa Imperial de
Potosí (Providence, Rhode Island, 1965), fija como año del inicio de la Visita el de 1620.
Gunnar Mendoza, uno de los editores comentaristas de la obra, refuta el error y rastrea
documen-ente la presencia del contador Martínez de Pastra,na en diciembre de 1618
(Libros de Acuerdo del Cabildo de Potosí, t. XVI, fol. 90 del Arc-hivo Nacional de Boli-
via, Sucre), y sin duda este es el año en que el contador-visitado,r hizo su entrada a la
ciudad minera, porque ·aunque iniciQ su viaje en 1617 tardó un año en llegar a la Villa
Imperial según el testimonio de su hijo Pedro: «Por orden particular del Consejo de In-
dias y comisión del príncipe de Esquilache, virrey, fue a la visita de las cajas de aquel
Reino, en cuyo camino gastó un año, y llegó a la de Potosí... » (Memorial de los servicios
prestados a la Corona por Alonso Martínez de Pastrana, presentado por su hijo Pedro
de Pastrana, s/f., AGI, LJma, 106). En cuanto a la fecha de terminación de la misma
1

mo parece existir dudas ni controversias, aunque la declaración del príncipe de Esquila-


che en su Relación de Gobierno, en 1621, podría inducir a error: « ... acabará (las cuen-
tas) dentro de tres meses, que es el plazo de la última prorrogación», Altolaguirre, p. ·295,
y BAE, núm. 281, p. 211, pero sin duda ésta no fue la última prórroga porque todo parece
·indicar que la Visita se prolongó hasta 1623. .
58
Carta de los contadores de cuentas, 30 de abril de 1624; AGI, Lima, 105.

118 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

e) En el mismo período (1618-1621) demostraron otra deuda de


1.057.500 pesos en las cuentas generales.
d) Los tanteos de cuentas hechos por el oidor de la Audiencia de
Charcas, licenciado Diego Muñoz de Cuéllar, para los ejercicios de 1622
y 1623, otros 557.243 pesos.
e) Lo que hacía un total de 3.849.528 pesos ensayados, o lo qu~
es lo mis1no expresado en moneda corriente de pesos de a ocho reales:
6.197.740.
fJ De esta crecida suma, gracias a los esfuerzos directos del con-
tador Martínez de Pastrana, se habían cobrado 600.000 pesos de a ocho. •

Era previsible que la Visita contara con la oposición e interferencia


de los oidores de Charcas. Sin embargo, no se registran grandes en-
frentamientos. Probablemente en los prirneros momentos se produje-
ron litigios jurisdiccionales, pero pronto fueron zanjados por la autori-
dad real, al inhibir inequívocamente a la Audiencia de La Plata de la
Visita del contador. Los que se sintieran agraviados, se declaraba en
la real cédula, podrían acudir en demanda de justicia donde y como
mejor les conviniera; eso sí, salvaguardando las ordenanzas y comi-
sión del visitador; es decir, sin interferir en absoluto en la misión revi-
59
sora de Pastrana •
Las relaciones con los oficiales reales, por lo contrario, se mantu-
vieron siempre tensas. Cosa que no puede extrañar, como tampoco que
los administradores potosinos intentaran el desprestigio de Pastrana y
el de la obra realizada, tanto desde una perspectiva económica donde
más podía ofender a la Corona como personal. Lewis Hanlce 60 re-
lata cómo los oficiales reales enviaron al Consejo un voluminoso expe- -
diente, en el que se acusaba al visitador de que <<contraviniendo lo •

ordenado por el virrey intervino para hacer alcalde ordinario a su pri-


mo; que alteró los tér1ninos del derecho para las posturas de las veinti-
cuatrías de la Villa; que en los dos años que está allí han disminuido
los ingresos en 285.000 pesos, de manera que montan más los salarios
de él y sus oficiales que lo que se ha cobrado>>; pero el historiador nor-
teamericano contrasta acertada1nente los datos incompletos de los ofi-
ciales reales con otros hechos: <<el contador tatnbién urgió a los azogueros
a pagar sus deudas a la Real Caja, las cuales a fines de 1621 sumaban

59
Madrid, 20 de marzo de 1620. Provisiones reales, núm. 885, pp. 1014 y ss.; BNM,
ms. 2989.
60
Nota de Hanlce Lewis, en la Historia de la Villa Imperial de Potosí, 1, p. 318.



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 119

un total de 3.577.081 ducados y para 1623 el contador había cobrado


60
450.355 ducados ª>>. Hanke amerita más aún estas cobranzas porque
supusieron una lucha obstinada con el poderoso grupo de los vascon-
gados que dominaban el Cabildo de la Villa 61 •
Este último párrafo nos ha introducido ya en el arnbiente político
en que se desenvuelve la visita del contador de Lima: la lucha entre
vicuñas y vascongados. Marie Helmer llega incluso más lejos, atribu-
ye al celo y actuación de Martínez de Pastrana causalidad importante
en el desencadena1niento de la crisis, porque sacaron a la luz crecidas
deudas << ••• de los dueños de las minas y azogueros vascongados, titu-
lares de los regimientos y veinticuatrías de la Villa. El origen de la deuda
era doble. De una parte representaba el precio de los cargos públicos
vendidos, pero no pagados; de otra, las deudas para compra del azo-
62
gue ... >> • Lo cierto es que el conflicto estalla por entonces ensangren-
tando por muchos años la Villa argentífera y que en él se ve envuelto
Martínez de Pastrana como uno de los personajes importantes, llegan-
do a ser incluso una de las víctimas de la violencia incontrolada;
así lo cuenta el autor de la Historia de la Villa Imperial de Potosí:
<< ••• a principios de este año de 1623, San Juan de Vidaurre con otros
vascongados encontraron cerca de Huayna al contador Alonso Martí-
nez de Pastrana, el cual venía con sólo dos negros. Acometiéroles ...
el contador viéndose en tan gran peligro se arrojó de la mula en que
venía, y al tiempo de sacar su espada fue muy malherido de dos esto-
cadas. Los negros huyeron para el cerro, donde encontraron a dos mi-
neros de don Pedro de Andrade, les dijeron fuesen a favorecer al
contador; y como estaban allí cerca fueron en brevísimo tiempo con
sus escopetas (que con ellas bajaron del cerro) y hallaron en el suelo
al contador revuelto en su sangre, y que así caído se defendía con las
manos de cuatro espadas que le acometían y procuraban acabar con
su vida. Los mineros que traían· a punto sus escopetas dispararon con-
tra los vascongados, y la una hizo tal. efecto que derribó muerto a uno
de ellos, y los otros dos, con Vidaurre, temiendo las balas se retiraron
63
a San Francisco el Chico >>.

60a AGI, Charcas 36; cfr. Hanke, op. cit.


61
En este sentido puede consultarse también la obra de Crespo Rodas, Alberto, La
guerra entre Vicuñas y Vascongados. Potosí, 1622-1625 (Lima, 1956).
62 Helmer, Marie, <<Lucha entre vascongados y ''vicuñas'' en Potosí>>, en Revista de

./1idias, núms. 81-82 (Madrid, julio-diciembre, 1960), pp. 185-i95.


63
Arzans de Orsua y Vela, Bartolomé, op. cit., t. I, p. 351.

120 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

No es mi propósito analizar ni comentar estos sucesos. La biblio-


64
grafía al respecto es abundante y a ella me remito • Creo que con lo
dicho se cumple el deseo ya expresado: incluí~ la Visita en ese conflic-
tivo marco sociopolítico para comprender mejor sus consecuencias eco-
" .
·nom1cas.

2.2. Dilación de la Visita: la obstinación de los contadores •


La Visita de Alonso Martínez de Pastrana a la Caja Real de Potosí,
ya se ha dicho, constituye un hecho aislado en la historia de la Conta-
duría en el XVII. La tozudez de los contadores de cuentas en el incum-
plimiento de esta disposición reglarnentaria pese a la insistencia del
Consejo de Indias y de las autoridades virreinales, a las multas y
amenazas :. .obedece a muchas causas, que en principio podemos resu-
mirlas en dos motivos principales: a) la resistencia de la Corona a ofre-
cerles las debidas compensaciones económicas, y b) a proporcionarles
el personal auxiliar que garantirnra la eficacia y autonomía del visitador.
a) En el terreno de las compensaciones económicas, los auditores
-basan su argumentación en la bien conocida carestía de las tier_ras alto-
peruanas, especialmente en la Villa Imperial de Potosí, donde los pre-

cios alcanzaban cotas extraordinarias, y en los forzosos gastos de
desplazamiento por tan extenso y accidentado territorio. Poco después
de haber iniciado oficialmente sus labores, los contadores se dirigieron
al Monarca para plantearle sus inquietudes: sus salarios, ya de por sí
cortos, eran insuficientes para afrontar los gastos extraordinarios de la
Visita; solicitan, por lo tanto, que antes de iniciarla, se les conceda una
competente <<ayuda de costa». Como respuesta a esta carta, el Rey se •

dirige al marqués de Montesclaros preguntándole si era conveniente aten-


der esta petición y, en caso afirn1ativo, a cuánto podría ascender y en
qué se podría librar; en todo caso, se le ordenaba, después de consultar
a los oidores debía redactar un infortne • Infor111e que no debió de ser
65

decididamente favorable a la postura de los ministros de la Contaduría,


ya que nada positivo se desprendió de esta primera gestión. Los conta-

64
Además de las obras ya citadas puede consultarse la de Gunnar Mendoza, Gue-
rra civil entre vascongados y otras naciones de Potosí. Documentos del Archivo Nacio-
nal de Bolivia (1622-1641) (Potosí, 1954).
65
-cédula, San Lorenzo, 6 de mayo de 1609. Provisiones reales, núm. 516, pp. 590
y ss.; ' BNM, ms. 2989.


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 121

dores no se desaniman y con relativa frecuencia, antes y después de


la Visita de Pastrana, insisten en su demanda, así, unas-veces solicitan
dietas que por lo menos igualen sus salarios ordinarios y otras más,
66
hasta cinco o seis mil pesos • El proyecto del contador José Suárez,
67
que analiza111os líneas arriba puede interpretarse ta1nbién, desde es-
ta perspectiva, como un nuevo intento, o subterfugio si se quiere, para
vencer la resistencia del Consejo de Indias.
En ocasiones recibieron el apoyo de las autoridades virreinales; así,
por ejemplo, el conde de Chinchón intercedió ante el Monarca, resal-
tando los inconvenientes de querer enviar a los ministros sin las debí- .
das compensaciones económicas, porque, · decía, por más entereza y
desinterés que se les suponga es exponerlos a lo que no deben 68 .
La actitud de la Corte, pese a todo lo anterior, se mantuvo inflex:iJ.
ble, todo lo más que llegará a transigir es que se le conceda al visitador
una ayuda a posteriori, en función de los gastos y ·frutos de la visita,
como expresa111ente se ordenaba en la cédula de 1639 ª~ El viaje de
68

Martínez de Pastrana a Potosí se hizo, en este aspecto, de una for1na


irregular, ignorando las disposicio11es vigentes: El príncipe de Esquila-
che le asignó una cantidad anual igual a su salario ordinario, 2.250 pe-
sos ensayados. Años más tarde tuvo que responder de ello como ·un cargo
69
en su residencia , en la que se le condenó conjunta1nente con otros·

66
Carta de los contadores de cuentas Martínez de Pastrana, Suárez y Oleaga, 8 de
octubre de 1630; AGI, Lima, 105.
67
Vid. supra, 1.5.
68
Carta del conde de Chinchón, 6 de abril de 1631; AGI, Lima, 105. .
6
8a Vid. supra. (núm. 29).
69
«Cargo 'ifl.º Y en cuanto al cargo 'ifl, de que señaló 2 250 pesos ensayados de sa-
lario al contador mayor Alonso Martínez de Pastrana cuando salió a visitar las cajas rea-
les de la Villa de Potosí, teniendo dicho contador otra tanta cantidad de salario ordinario
por razón de ·su oficio, cuya dete1·1ninación y acompañado remitieron al ochenta y ocho
siguiente. Confirmamos dicha sentencia./ Cargo.88.0 Y en cuanto al cargo ochenta y ocho,
de que habiendo recibido una real cédula por la que se le ordenaba que rebajasen del
salario de contador mayor a Alonso Martínez de Pastrana lo que pareciese haber cobrado
sin pertenecerle, se tuvo secreta y no la entregó al acuerdo hasta que se vino a estos rei-
nos, por ser amigo suyo dicho contador, y así se le pagó enteramente dicho salario./ Por
lo cual, ya el ochenta y siete a este remitido, el juez y acompañado le declararon culpable
y le condenaron en 200 pesos para la cámara de S.M. Y en el ochenta y ocho mandaron
se guarde y cumpla lo proveído por el juez en el cargo primero. Confir111amos dicha-sell'"'
tencia en cuanto por ella se impone culpa al príncipe, y en lo demás en ella contenido;
la revocamos y atento a la cédula que sobre esto está despachada por este Consejo,' reser-
varemos su derecho a salvo al fiscal de S.M. para que en razón de los salarios que cobró
Alonso Martínez de Pastrana no perteneciéndole, pic;la y siga contra él su justicia, como
viere que conviene./ Y asimismo mandamos que se dé cédula de S.M1 para que los ofi-

122 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

cargos similares de desobediencia a la voluntad real, en tres mil duca-


dos. La sentencia fue, sin embargo, más dura para con el contador, al
autorizar al fiscal a reclamarle, por vía judicial, lo así devengado; se
le hacía solidario, por otra parte, con el alguacil y escribano que le acom-
pañaron y a quienes, de la misma forma, se les había asignado previa-
mente sus emolumentos. No he podido seguir documental1nente el
ulterior cumplimiento de estas disposiciones, sólo cuento con las pala-
bras de López de Caravantes sobre que a su colega de la Contaduría
se le dio 4.000 ducados de <<ayuda de costa>>~, para hacer algunas con- •
jeturas: El libro IV de la Noticia General estuvo ter1ninado bastante
después de la sentencia de la residencia del príncipe 7 de enero de
1626 , por lo tanto, es muy probable que se refiera ya a la solución
judicial en Lima. Pero si la <<ayuda de costa>> 5.480 pesos de a ocho-
es anual, sería una cantidad muy superior a los 2.250 pesos ensayados
-3.552 pesos de a ocho del salario otorgado por Esquilache, sólo
comprensible si engloba tarnbién los de sus auxiliares en la Visita. Si,
por lo contrario, se trata de una cantidad total por los siete años que
duró la Visita, sin lugar a dudas que el contador salió muy malparado.
Algunos datos indirectos la ausencia de protestas de Martínez de Pas-
trana o de sus compañeros y el que su hijo Pedro en el memorial ya
citado no diga nada sobre este asunto me inclinan a pensar que en
71

ningún momento la situación se tornó drarnática para el decano del Tri-


bunal de Cuentas.
De nada sirvieron las promesas de los contadores de cuentas de re-
cuperar para el Erario las cuantiosas deudas al Estado, que, como un
círculo vicioso, tenía una de sus principales causas en el incL11npli111iento
de la Visita. En 1631 los contadores proporcionaban los cálculos de las •

deudas: 5.000.000 en Potosí y casi millón y medio de pesos ensayados


72 como de nada había
en las cajas de Cuzco, Castrovirreina y La Paz ,
servido ta1npoco que así lo hubiera demostrado en la práctica como
lo habían reconocido las propias autoridades centrales la Visita· de
Martínez de Pastrana. ·

ciales reales de la dicha ciudad de los Reyes cobren del alguacil y escriban o que fueron
con dicho Alonso Martínez de Pastrana, y de los que tuvo en el tiempo que se ocupó
en dicha visita, los salarios que se le pagaron de la Real Haciend a, y no teniendo los
susodichos de que pagarlos, se cobren de dicho Alonso Martínez de Pastrana, y hasta
que este hecho no se le pague su salario.» Sentencias a la residencia del príncipe de Es-
quilache, 7 de enero de 1626. Cfr. BAE, núm. 281, p. 230 y ss.
70
Caravantes, Noticia General. .
71
AGI, Lima, 106.
72
Carta de los contadores de cuentas, Lima, 31 de mayo de 1631; AGI, Lima, 105.


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 123

b) El otro argu111ento es la negativa de la Corona a conceder el


personal adecuado para que acompañe y auxilie al contador encargado
de la Visita y mucho menos a estipular previa1nente recompensas eco-
nómicas para este personal auxiliar. La ya citada cédula de 1630 es muy
clara al reiterar este criterio; añade que el contador-visitado1· puede muy
bien servirse de los funcionarios administrativos y judiciales de la lo-
calidad. El Tribunal, además de las razones técnicas, arguye la incon-
veniencia de que un ministro de S.M. vaya solo a misión tan importan- ·
te para el Erario, porque es someterlo al desprecio público por no ir
revestido de la autoridad, seriedad y respeto que otorga el acompaña-
miento; pero lo que es más importante, no se puede confiar en la ayuda
de los funcionarios locales porque por lo general son parte
interesada 73 • El conde de Chinchón comparte este último criterio y así
se lo hace saber al Monarca: el no llevar los mencionados ministros,
virrey, << ... seguros y confidentes, es dar causa para que habiendo
de valerse de personas que residan en las mismas partes donde hu-
bieren de tratar de las dichas cuentas y visitar con la dependencia y
a1nistades que en ella tuvieren, les sean poco secretos y le vayan
desbaratando los buenos efectos de lo que dispusiere>>, y para terminar
apoya su argumentación con lo que ocurre en Castilla, donde, para
evitar precisa1nente estos inconvenientes, se practica to~o lo con-
74
trario .

2.2.1. SOLUCIONES COYUNTURALES

La obstinación de los contadores en su negativa a subir a la Visita


obligó a las autoridades a buscar soluciones circunstanciales al alar-
mante atraso de las cuentas de uno de los centros económicos más im-
portantes de la Monarquía. Así, ya se comentó al iniciar este capítulo,
Julio de Carvajal revisó los libros de la Caja de la Villa Imperial, por
75
encargo del Gobierno de Lima, dejando los atrasos en 1627 • Por cé-
dula de 2 de abril de 1634, se autorizó al conde de Chinchón el nom- ·
bramiento de dos o tres personas de <<inteligencia y satisfacción>> para
tomar las cuentas de Potosí y de las otras cajas de la región, con tiem-

13
Ibídem.

74 Carta del conde de Chinchón, Limai, 6 de abril de 1631; AGI, Lima, 105.
75 Vid. supra. (nota 1). .

124 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


1

po y salarios limitados. Se dejaba al arbitrio del virrey la decisión de


otorgarles jurisdicción en la cobranza de las deudas. Esta disposición
fue recogida más tarde por la Recopilación de 1680, dándole de esta
manera valor de norma permanente 76 • Vista desde esta perspectiva, la
cédula de 1634 introduce una modificación importante en la legisla-
ción sobre la visita a Potosí, inalterada desde las ordenanzas fundacio-
nales: se institucionaliza otro ca1nino para la liquidación de sus cuentas
· aunque como se ha visto se había utilizado con anterioridad y, en
cierta for1na, se acepta como hecho consumado que la periodicidad tria- '

nual de la Visita por los contadores de cuentas, quede en letra muerta. •

La decisión del Consejo no tiene, sin embargo, consecuencias inme-


diatas, la falta de colaboración de los servidores del Tribunal limeño,
como se dijo en su oportunidad 77 , impidió que el conde de Chinchón
diera curso a las órdenes reales y a sus propias refor1nas del trabajo
en la Contaduría. Para el contador de resultas Francisco Gómez de Pra-
deda, el fracaso de las intenciones del virrey se debió a los altos costes
del proyecto, a las pocas esperanzas de frutos tangibles, pero sobre
todo a la inexistencia en el territorio virreinal de personas aptas y
experimentadas fuera de las que ya laboraban en el Tribunal de la
Contaduría 78 •
El conde de Salvatierra en la Relación de su gobierno dirigida a su
sucesor el conde de Alba de Aliste 79 presenta el cuadro desolador que
ofrecía en su tiempo las finanzas reales en el fa1noso centro argentífe-
ro. Cuando se hizo cargo del gobierno, narra el virrey, solicitó a todos
los oficiales del Reino que enviaran el estado de las cuentas, deudas
y sus posibilidades de cobranza. De Potosí no recibió respuesta como ·
ta111poco la había obtenido anterior1nente la Contaduría, en donde no
-
se tenía noticias de la marcha de la Caja desde 1630. Con anuencia del
Acuerdo de Hacienda, el conde envió a un delegado especial para que
apremiase a los oficiales reales para que uno de ellos bajara a la capital
con los libros y recaudos necesarios. La intervención del comisionado
Juan de Ballarta sólo sirvió para comprobar que -la «dicha caja estaba
sin libros de cargo y data desde el tiempo referido y que no había en


76
Recopilación, VIII, 1, 100. La fecha que consigna el encabezamiento es la de 20
de abril de 1634.
77
Vid. supra, 1.3.
78
Memorial del contador de resultas Francisco Gómez de Pradeda, 15 de mayo de
1636; AGI, Lima, 106.
79
Relación de gobierno del conde de Salvatierra, en la Colección de Altolaguirre,
pp. 268-273, y en la BAE, núm. 283, pp. 51-55 .


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTAD'JRÍA 125


ella más claridad que la que podía constar por algunos papeles y libros
corrientes que tenían esc,r itos hasta el año de 644 y que los años de
45, 46, 47 y 48 no estaban fo1·mados>>.
Francisco de Nestares Marín, presidente y visitador de la Audien-
cia de Charcas, escribió a Salvatierra el 29 de 1ene~ro de 1649, confir-
mando las apreciaciones anteriores. Existía la certeza de que encubierto
por el desbarajuste administrativo se habían cometido muchas irregu-·
laridades y fraudes con los bienes del Estado. El virrey comunicó el
caso al Monarca proponiendo a la vez una solución: nombrar un conta-
dor para la Caja con la obligación expresa de llevar los libros de razón,
por los que se pudieran controlar más fácilmente las finanzas de la Ca-
ja. Por cédula de 13 de noviembre de 1653, el Consejo de Indias se mos-
tró predispuesto a tal nombra1niento a condición de que se explicitara
más su utilidad y se estipulara su salario. Punto este último que cons-
tituyó un escollo para el proyecto. Ni el virrey ni el presidente de
Charcas, consultado por éste, se decidieron a fijar el salario del
contador.
Para lo que sí sirvió todo este asunto, las comunicaciones del virrey
al Consejo, los infor1nes de los visitadores, Tribunal de Cuentas y pre-
sidente de Charcas~ fue para hacer recordar a los consejeros de Indias
el incumplimiento de la visita ordinaria. Y así, por cédula de 26 de
abril de 1653~ se urgió a los contadores el cumplimiento del capítulo
28 de sus primeras ordenanzas y se ordenó al virrey el nombra1niento
de un contador para que subiera a las cajas altoperuanas a tomar las
cuentas de su obligación. El conde de Salvatierra antes de tomar deci-
sión alguna en este punto escribió a Nestares Marín por si el cumpli-
miento de las ordenanzas del Tribunal interfería con su labor como
visitador de las cajas reales; la arnbigua respuesta del presidente-
visitador: <<por ahora no era precisamente necesario, pero que sin em-
bargo convenía que subiese en todo caso para que cumpliéndose en pri-
mer lugar lo mandado por S.M. quedase entablado el subir uno de los
dichos contadores por turno ·Y ta1nbién para reveer las cuentas que en
su visita había ajustado, que se podría hacer sin estorbo», sirvió como
disculpa al virrey para diferir el cumplimiento de la orden; decisión
en la que imagino jugaría un papel importante la oposición del Tribu-
nal y sus consabidas razones. ·
Su sucesor y pariente, el conde de Alba de Aliste, no pudo o no
supo vencer la resistencia de los contadores y la visita se siguió poster-
gando: «Y aunque S.M. ha ordenado, dice el virrey en su Relación de
· gobierno, que se envíe un contador del. Tribunal de Cuentas a tomar
las de la Caja de Potosí, y ta1nbién ha mandado que tome las del Cuz-

126 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

co, los accidentes que se han ofrecido por falta de person as, me han
80
obligado a sobres eer en ambas visitas>> •

3. CAUSAS DEL ATRASO DE LAS CUENTAS


Son mucho s los factores que se conjuga.n para estable cer el larnen-
table estado de las fmanzas estatales en el Virreinato peruan o. Algunos •

se pueden atribui r a la ineficacia de la legislación metrop olitana , por •

desconocimiento de la realidad, que en este caso, en el de los tribuna-


les de cuentas, adolece de un anquilosa1niento rayana en la obstinación.
Pero si de obstinación habla1nos, tenemos que quedar nos con la de los
contadores del Tribunal de Lima, que con su inercia y negativa a se-
cundar o colabo rar con las soluciones de la Corte o del viceso berano
peruano, impide n la viabilidad de cualqu ier proyecto. Algunas de estas
causas son reiteradarnente señaladas por los funcionarios de la Conta-
duría, otras son esgrim idas por sus enemigos o simplemente crítico s
bienintencionados. Para su análisis pueden agrupa rse en las siguientes:

a) atnplitud del territorio;


b) exceso de trabajo;
e) condiciones de trabajo;
d) escasez de personal;
e) enfrentamientos y conflictos jurisdi cciona les.

3.1. Amplitud del territo rio

Dentro de la jurisdi cción del Tribunal de Cuenta s de Lima cabía


un a1nplísimo territorio que se corresp ondía práctica111ente con las po-
sesiones sura1nericanas de la Corona españo la, con las solas excepcio-
nes de los distritos asignados a la Contad uría de Santa Fe y la provincia
de Venezuela, a la que se le concedió un contad or con capaci dad de
fenecer las cuentas ºª. El territor io jurisdi cciona l limeño compre ndió,
8

81
en el períod o que estudia1nos, de 19 a 24 cajas • Es cierto que algu-

80
Relación del virrey Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alba de Aliste, en la
BAE, núm. 283, p. 125.
8
ºª
81
Capítulo 26 de las Ordenanzas de 1605. En la Recopilación, VIII, 1, 30.
No se puede fijar con exactitud el número de cajas reales bajo la jurisdicción de
la Contaduría porque en el transcurso de la etapa que estudiamos se crean unas y se su-



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 127

nas de ellas Panatná y Chile gozaban de un régimen especial las


cuentas debían ser tomadas por las respectivas audiencias , pero la
revisión final se reservó para los contadores limeños. Las distancias
en leguas, que en algunos casos, como ocurre con las cajas rioplaten-
ses, son colosales, se acrecientan con las dificultades orográficas y cli-
máticas, circunstancias que hacían nada fácil el traslado habitual de los
oficiales o sus tenientes a la sede del Tribunal y las visitas de los conta-
dores a las cajas reales.
Schafer, que señala del mismo modo lo desproporcionado del terri-
torio y cajas bajo el control de las contadurías, hace los siguientes cálcu-
los para demostrar la imposibilidad de cumplir con las burocráticas
ordenanzas de los tribunales indianos: <<Si el Tribunal de Lima, con
sus 20 cajas mayores y menores quería ter1ninar cada año, tenía que
revisar por término medio una caja en dos semanas y media, lo cual
por la pesadez de la contabilidad apenas era posible. . . Santa Fe, con
11 cajas por cierto, tenía cinco semanas de tiempo para cada una, y
México con 13, cuatro semanas, pero tampoco este término era excesi-
va1nente amplio, aunque algunas cajas necesitaban menos trabajo>> 82 •
El arnericanista alemán ha hecho notar, como de paso, <<la pesadez de
la contabilidad>>. Quien haya visto los libros de cuentas de los oficiales
reales de la época puede hacerse una idea exacta del aserto: farragosos,
desordenados, unas cuentas en números romanos, otras en arábigos;
unas cantidades en pesos de a ocho reales, otras en ducados, marcos
de plata, pesos ensayados, etc., y esto cuando pueden recibir el nom-
bre de libros y no son simples papeles más o menos desordenados.

3.2. Exceso de trabajo


- •

El co~trol y fiscalización de la economía virreinal a través de la ren-


dición de cuentas de los oficiales reales, constituye, como se ha reite-
rado en diversos pasajes de este trabajo, la obligación principal de los
contadores. Tarea por sí sola ardua y hasta excesiva para las fuerzas

primen otras, y porque, como dice Ismael Sánchez Bella, «. • . no coinciden las distintas
relaciones, una vez por el traslado de la sede de los oficiales reales y, sobre todo, por
la inclusión o no de las cajas subordinadas para las que el Rey no provee oficiales propie-
ta.rios» (La organiza.ción, p. W); aunque también es cierto que esta última afrrmación
va perdiendo vigencia en el transcurso del XVII. Vid. supra, la relación de las cajas bajo
. el control del Tribunal de Cuentas en las primeras páginas de este capítulo.
82
Schafer, op. cit., 11, p. 176. ·
1

128 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

y posibilidades del Tribun al, pero que no agota el amplio catálog o de


debere s de sus ministr os; basta remitir nos a lo ya analiza do: cuenta s
de la Armad a, proveedores, bienes de la Hacien da admini strada por
otros funcionarios, como, por ejempl o, el tributo indígen a en manos
de los corregi dores, etc. Las funciones propias de Tribun al de Justicia
con carácte r privativo en todas las causas relativas a la Hacien da, ocu- .
pan otro amplio capítul o de sus obligaciones. Aparte de estas funcio-
nes, que "amos defmir como de estrictarnente reglamentarias, existen
otras muchas, a veces igualmente importantes para la marcha de la eco-
nomía, que exigen la atención de los mencio nados funcion arios: resol- •

ver las constantes consultas y dudas del virrey superin tenden te de la


Real Hacienda , consultas inevitables por ser los contadores de la Con-
taduría los profesionales más capacit ados del Reino en estas materia s
y por poseer en sus archivos la infortn ación central izada de las finan-
82
zas virrein ales ª. Deben despac har, igualm ente, la abunda nte corres-
ponden cia con los oficiales reales y demás ad1ninistradores de la Real
Hacien da. El contad or decano asiste a les acuerd os de Hacien da y en
ocasion es uno o más particip an en las juntas especia les que convoc a
el virrey, como en las que intervi nieron, por ejempl o, los contad ores
Martín ez de Pastran a, López de Caravantes y Menes es para estable cer
los
,,
<<asientos>> con los arrendi stas de las minas de Huanca velica 83 , et-

cetera. •

Las visitas debiero n constit uir una ocupac ión import ante y ordina -
ria en la vida del Tribun al de Lima, especia lmente la de la Caja de Po-
tosí, pero ya hemos visto como la resistencia de los contadores convierte
este aspecto en algo extraor dinario : la Visita a la Villa Imperi al por •

Martín ez de Pastran a, que lo aleja de su sede por cerca de siete años,


constituye, ya se dijo, un hito en la histori a de la Contad uría. En el
período que reseñam os se registran otras dos visitas a las cajas por fun-
cionari os del Tribunal: una, a Huanca velica en 1627, efectuada por Ló-
pez de Caravantes, por delegac ión del visitad or Juan Gutiér rez
84
Flores • La otra por Alonso Ibáñez de Poza, alreded or de 1639, a la

82
ª Asesoramiento que por otra parte había sido recomen dado por la autorida d real
y muchas veces gustosamente solicitado por la virreinal , como claramen te se infiere de
estas palabras del príncipe de Esquilache: ~En confor1nidad de una cédula de S.M. del
año 1608, he comunic ado muchos negocios con el Tribunal de la Contadu ría por la gran
satisfacción que tengo de los ministro s que hay ahora en ella». Relación de Gobierno,
BAE, núm. 281, p. 195.
83
Lohman n, Guiller1no, Las minas... , pp. 253, 265 y 271.
84
Ibídem, p. 268.


• CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 129


Caja del Cuzco, aunque al parecer fracasó en su cometido al ser llama-


do por el gobierno 85 •

3.3. Condiciones de trabajo

Las condiciones en que se desarrolla el trabajo de la Contaduría


no parecen las más aptas para que los contadores rindieran a satisfac-
ción. Al asentarse el Tribunal en 16<J7 se le dio dos piezas en las casas
reales, junto a las que ocupaba la Sala del Crimen 86 , que si al princi-
pio pudieron ser suficientes, con el tiempo res.ultaron estrechas e incó-
modas para el trabajo del personal. Los contadores, en consecuencia,
solicitan del Monarca la ampliación de sus oficinas con una nueva ha-
1

bitación la que ocupaba la Sala del Crimen o el acomodo en otro


lugar más aparente en las mismas casas reales, porque, dicen, los pa-
peles no se guardan con distinción y comodidad, ni mucho menos hay
sitio para atender a las partes 'lfl.
Las horas de trabajo desde el momento de su fundación y de acuer-
do con las ordenanzas del Tribunal se establecieron de la siguiente ma-
nera: tres horas por la mañana desde las 8 a las 11 todos los día.s~
de lunes a sábado; dos horas por la tarde de 3 a 5 , los lunes, miér-
coles y viernes 88 . Es decir, ¡24 horas de trabajo semanal! ¡qué con-
traste con la jornada habitual de los trabajadores manuales de la misma
época! , y esto sin contar con las continuas fiestas cívicas y religio-
sas. Lógica1nente no se registra ninguna queja en el seno del Tribunal
por el insuficiente número de horas para atender el ingente trabajo. Es
curioso que nadie repare en ello, pero por otra parte es explicable: era
el horario habitual de la burocracia española, muy en especial en los
organismos similares a la Contaduría, como las reales audiencias, a las
que precisamente se equipara. Sólo encontramos alguna referencia in-
directa de los contadores a este tema .cuando hablan de horas extraordi-
narias. Desde esta perspetiva no es difícil aceptar los alegatos de los
ministros contables para defenderse de las acusaciones de que pierden
el tiempo de trabajo en tratar de preeminencias, honores y otros asun-


85
Relación de gobierno del conde de Salvatierra. En la Colección de Altolaguirre,
II, ~· L75, y en la BAE, 283, p. 56.
6
Caravantes, Noticia Gene raí, IV, IV, 19.
87
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes e Ibáñez de
· Poza, 1 de mayo de 1627~ AGI, Lima, 106.
88
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 25 y 26.


130 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

tos personales 89 ; tenían tiempo más que suficiente para hacerlo fuera
de las horas habituales de oficina. (Ocio que, dicho sea de paso, es en
algún caso fructífero. Me refiero al de Francisco López de Caravantes,
a quien le permite legarnos sus magníficos tratados sobre la Hacienda
peruana.)

3.4. Escasez de personal '

El problema del escaso número de servidores del Tribunal para aten-


der la multitud de negocios es algo constantemente presente en el pe-
ríodo inicial de la historia de la Contaduría, al que ahora dedicamos
nuestra atención. Los contadores se escudan casi siempre, ante las jus-
tas críticas de las autoridades por el atraso de las cuentas, en su incapa-
cidad numérica. Prácticamente no hay correspondencia con la metrópoli
-personal o corporativa en la que los contadores no planteen su an-
gustiosa situación y soliciten el remedio: una nueva plaza de contador
de cuentas, varias de contadores de resultas y otras muchas de funcio-
narios auxiliares y de justicia estas últimas para asegurar, dicen, la
eficacia y autonomía del Tribunal en esa faceta y en beneficio de la
Real Hacienda . Los contadores no están solos en su pugna por con-
seguir el aumento de personal. Por regla general, las autoridades vi-
rreinales oidores y fiscales de la Audiencia, visitadores y virreyes-
comprenden y apoyan sus solicitudes.
La actitud de la Corte, no obstante, se mantiene durante décadas
invariable, por negarse a aceptar que éste sea el principal motivo del
atraso de las cuentas; más aún, abriga el temor de que el aumento de
personal sól<? se traduzca en aumento de gastos, sin producir frutos tan-
gibles, empeorando la situación de la economía virreinal. El Consejo
de Indias, atosigado por tantas peticiones, fue concediendo, como con
cuentagotas, algunos nombramientos, sin que esto signifique un ca1n-
~

bio de actitud; así, por ejemplo, en el mismo documento por el que


se autoriza en 16Z7 el nombra1niento de dos ayudantes, se refuta el so-
corrido argumento de los contadores sobre el atraso de las cuentas<< ...
no parece posible les falte personas y tiempo para ellas>> 90 • El proble-
ma, por otra parte, no era privativo de la Contaduría limeña, en sus

89
Ibídem, IV, IV, 184.
90
Schafer, op. cit., Il, pp. 178 y ss. Decreto del 31 de marzo de 1627; AGI, Indife-
rente General, 859.




CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 131


similares de México y Santa Fe dejaba también sentir sus perniciosos


91 •
efectos
La política intransigente de la Corona sólo se modificaría años más
tarde cuando, como señala el historiador alemán E. Schafer, las plazas
de la Contaduría entraran en el mercado de la compraventa de
92
oficios • Y con ello se confirmaron en parte los temores del Conse-
jo, puesto que el aumento del personal no supuso un au1nento directa-
mente proporcional en la eficacia de la rendición de cuentas, que
siguieron acumulándose. Pero en justicia hay que señalar que la cali-
dad de los servidores del Tribunal desciende en las últimas décadas del
siglo, condicionada en gran parte por la misma venta de oficios 93 •
Las ordenanzas fundacionales estipulaban el mismo número de fun-
cionarios para las tres sedes, Lima, México y Santa Fe, sin mayores
consideraciones sobre la extensión, importancia y necesidades de los
respectivos territorios. Las consecuencias pronto dejaron sentir sus efec-
tos, obligando a los contadores a solicitar, como se ha dicho, el aumen-
to de personal. De las numerosas instancias al Monarca y a su Consej0
de Indias he seleccionado, a título de ejemplos, aqaellas más ilustrati-
vas del problema o que aportan algún elemento original.
Las primeras solicitudes comienzan a registrarse a partir de 1610.
Unas tímidamente, insinuando tan sólo el problema, como cuando al
ter·minar los contadores una carta al Rey, alabando su labor en los tres
primeros años, dicen << ••• ir recogiendo tanta hacienda perdida como
94
hay en este Reino, aunque son pocos los que nos ayudan a ello>> • En
otras ocasiones, con más audacia, piden hasta ocho contadores de re-
sultas y uno más de cuentas, plaza para la que ofrecen un nombre con-
95
creto, el del contador de la Santa Cruzada Gonzalo de la Maza • El
número de contadores de resultas que ordinariamente se solicita es de
seis. En ocasiones la solicitud se hace buscando el apoyo de personajes


91
El marqués de Tarralbo, por ejemplo, se queja desde la capital novohispana del
atraso de las cuentas ocasionado por la insuficiencia de personal, 31 Je marzo de 1631.
(AGI, Indiferente General 1692). La misma queja desde Bogotá, 31 de enero de 1641
(ibídem). Basándose en este último documento Schafer (op. cit., II, p. 178, nota 55) hace
un interesante resumen del estado de las cuentas y del personal de la Contaduría de Santa Fe.
92
Schafer, op. cit., TI, p. 179.
93
Esta tendencia sin solución de continuidad, proseguirá, inclt\so con caracteres más
graves, en la primera mitad de la centuria siguiente, tal como lo estudiaremos detenida-
mente en el próximo capítulo.
94 Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Garro, Los

· Reyes, 10 de mayo de 1610; AGI, Lima, 105.


95 Carta de los mismos contadores, Los Reyés, 3 de marzo de 1610; AGI, Lima, 105.
I


-

13 2 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIR RE INA TO PE RU AN O

influyentes en .el Co ns ejo de Indias, co mo cu an do pid en la int erc esi ón


1

de l fiscal de l Consejo, Be rna rdi no Or tiz de Fig ue roa , pa ra qu e los <<fa-


vorezca y ayude, pu es no es bu en go bie rno po r ex cu sar el sal ari o de
i1n co nta do r de cu en tas y cu atr o de res ult as qu e ser á todo oc ho mil
pesos de costa pe rde r ca da año 60.000 qu e mo nta ran los alcances de
cuentas qu e se de jan de fenecer, co br ar y remitir>>; otr o tanto pu ed e.
decirse del asesor, añaden, que po r ha be rlo nombrado el virrey sin per-
miso de la Co ron a se ord en ó su su pre sió n 96 .
El prí nc ipe de Es qu ila ch e intentó en su tiempo una solución defini-
tiva a los graves pro ble ma s de la ad mi nis tra ció n ha ce nd ari a. Po r sen- •

das cartas, de TI de ma rzo y 19 de ab ril de 1619, pro po nía a la


consideración de las autoridades metropolitanas la supresión de la Co n-
taduría y la creación de un Consejo de Hacienda<:n compuesto po r cua-
tro contadores y sus tenientes. En tre sus pri nc ipa les facultades est arí a
el arr en da r y ve nd er la administración de los diferentes ra1nos de Ha -
cie nd a y el .control absoluto de los mi sm os al dis po ne r << ... lo qu e en
ca da pa rte se ha de pa ga r y gastar, co mo se da n en Sevilla y otr as ciu -
dades>>. El proyecto exigía la de sap ari ció n de la sec ula r institución de
los oficiales reales y su ree mp laz o po r un tesorero o receptor cargos
qu e se po nd ría n a la venta ba jo el control directo de l me nc ion ad o
Consejo. El ah orr o de tantos salarios de oficiales reales ser ían má s qu e
suficientes pa ra ma nte ne r el pre ten did o Consejo de Hacienda del Pe-
rú. El prí nc ipe era consciente de las dificultades qu e en tra ña ba su pr o-
yecto, po r eso, intuyendo la negativa de los consejeros de Indias, propone
un a solución alternativa y circunstancial: el aumento de l pe rso na l en
la institución existente, la Contaduría: un co nta do r de cuentas, un fis-
cal de ca pa y esp ad a a imitación del qu e ser vía en la Co nta du ría
castellana y cin co co nta do res de resultas; au nq ue al mi sm o tiempo -
expresa su tem or de qu e aú n este aumento no sea suficiente pa ra resol- •

ver los graves pro ble ma s del Tribunal de Cu en tas en particular, y de


la Ha cie nd a, en ge ne ral . Co mo era de esperar, tan am bic ios o proyecto
no tuvo ec o en el seno del Co ns ejo de Indias. La ún ica pro pu est a qu e
aceptan los consejeros es un a totalmente accidental: la venta de los re-

96
Ca rta de los contadores de cuentas, Los Reyes, 25 de abril de 1619; AGI, Lima ,
105. P"arece .que no obstante esta declaración, subsistió aún por algún tiem po el cargo
de Aseso1·, que durante muchos años lo desempeñó el oid or Alberto de Acuña, com o
se vio en el capítulo anterior.
<J7 Pro pue sta que de alg una for1na nos rec uer da los fallidos intento
s del ma rqu és de
Cañete y del con de de Nieva por establecer organismos similares, en el siglo anterior.
Vid. supra.



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 133

gimientos que ocupaban los oficiales reales. De la proposición de aumen-


to de personal se concede, como veremos poco más adelante, el
nombra1niento de dos auxiliares en la Contaduría 98 • Pese a la mala
acogida de su proyecto, el príncipe siguió convencido de la bondad
de su Consejo ·de Hacienda, como cautamente lo comunica a sn:
sucesor 99 •
En 1636 el contador de resultas Francisco Gómez de Pradeda es el
protagonista de una de las solicitudes más insólitas en este cúmulo de
peticiones. Pide nada menos que ocho contadores de resultas, doce
ordenadores y un fiscal de capa y espada con su respectivo
solicitador 100 • .

Para comprender esta desusada demanda es necesario no despren-


derla del marco de su no menos sorprendente propuesta de supre.s ión
del Tribunal y refor1na total del sistema hacendario del que dimos cuenta
en un epígrafe anterior. Su intención, al p~recer, era la de presentar
un fuerte contraste que hiciera más viable su proyecto personal de re-
for1na: por un lado, los gastos desmesurados que demandaría la aten-
ción correcta de l~s necesidades de la Contaduría, y por otro, las 'Ventajas
económicas de su propuesta.
Ernesto Schafer, a propósito de una carta de Martínez de Pastrana
al presidente de Indias, conde del Castrillo, solicitando cuatro conta-
dore.s de resultas y por una vez el nombramiento de comisarios que
liquidaran definitivamente las atrasadas,, se pregunta: <<¿pero para qué
luego tantos contadores de resultas?>> 1º1 • Pregunta lógica si se considera
restrictivamente las obligaciones. de tales funcionarios: encargarse de
las cuentas morosas. Son los mismos contadores quienes ofrecen la res-

- Solórzano, Política indiana, VI, XVI, 32 a 34. La cédula d~l 29 de febrero de


98

1620 puede considerarse como la respuesta oficial al proyecto del virrey. Solórzano acepta
los lineamientos generales del príncipe de Esquilache como una idea b,rillante; agrega
por su parte: <<Y yo para facilitar más lo contenido, añado con el contador Francisco Ló-
pez de-Caravantes, que fue hombre muy entendido de estos puntos y celoso del servicio
real, que para escusar nombramientos y salarios de nuevos ministros para esta Junta o
Consejo, se podría mandar que se formase del virrey o presidente, oidor, contador y ofi-
cial real más antig_u os, de los que se hallaren al tiempo de su formación y así en adelante
sucesivamente y que fuera el fiscal de ella, el de lo civil de la misma Audiencia.>> Sus
principales reparos al proyecto de Esquilache se centran en la supresión de los oficiales
reales.
99 Relación de gobierno del príncipe de Esquilache; en la Colección de Beltrán y

Rózfoide, p. 295, y en la BAE, núm. 281, p. 211.


00 Memorial del contador de resultas Francisco Gómez de Pradeda, Lima, 15 de ma-

. yo de 1636; AGI, Indiferente General 1692 y Lima, 106. Vid. supra.


101
Schafer, op. cjt., II, pp. 178 y ss. (nota 36) .



13 4 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PE RU AN O

puesta satisfactoria 102 : dos contadores de resultas pa ra qu e se en ca r-


gu en de las cuentas de los oficiales rea les y de las de tributos
administrados po r los co rre gid ore s; dos pa ra las cuentas de los minis-
tros de la Ar ma da de l pu ert o del Callao y do s pa ra el de sp ac ho de la
me sa de libros. Porque, en efecto, en la prá cti ca del Tr ibu na l, las fun-
ciones de los de resultas se entendían co n un cri ter io má s arnplio, oc u-

pá nd os e de est a ma ne ra en mu y diversas tareas qu e ya estudia1nos en
su oportunidad. En el do cu me nto qu e cito se llega un po co más lejos
al pro po ne r la integración de los cu erp os de co nta do res de resultas y '

ordenadores, pa ra qu e todos jun tos se en ca rgu en de las mi sm as tareas, •

especial111ente de la ord en ac ión , au nq ue lo ideal, dic en , ser ía qu e las


cuentas se pre sen tar an co n el ord en exigido po r el Tribunal y qu e las
que no se presentaran co n este estilo se les rec arg ara los costes de la
.
operac1on.
,,

3.4.1. EL AUMEN1D DF FUNCIONARIOS

¿Qué resultados ob tuv ier on todas estas gestiones e insistentes de -


mandas? Ya lo adelantába1nos al int rod uc ir el tema: muy escasos en
el tiempo fundacional de la Contaduría. El pr im er aumento, qu e no mo -
difica sustancialmente la plantilla oficial de la institución , se pro du jo
en tiempos de l príncipe de Esquilache: dos oficiales auxiliares qu e ayu-
da ran a co pia r las cuentas; y el segundo po r cé du la de 30 de ma rzo
de 1627, po r la qu e se autorizaba al virrey del Pe rú a no mb rar do s o
tres personas que ayudasen a tom ar las cuentas, sin fijarles salarios so-
br e la Ha cie nd a, sino las lla1nadas ayudas de costa. La or de n fue cu m-
plida po r el marqués de Guadalcázar en las po str im erí as de su mandato,
po r auto de l 9 de oc tub re de 1628 103 • La cé du la, en su segunda pa rte , .
dispone el nombra1niento de un jue z qu e rea liz ara visitas a las ca jas
reales pa ra tom ar cuentas finales, pe ro no hay co ns tan cia de qu e tuvie-
ra algún resultado práctico. ,
En 1629 se pro du jo uno de los acontecimientos má s importantes al
cre ars e las do s plazas de contadores de resultas 104 , pla za s qu e fue ron

102
Ca rta de los con tad ore s de cuentas, s/f. aprox. 1626-1627; AGI, lim a, 105.
103
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 186-187.
104
Est e es un caso mu y cla ro de cóm o la Recopilación de 1680 deb e ser util iza da
con sum a cautela com o fuente histórica: al recoger la com pos ició n de los trib una les de
cuentas indianos seg ún la ord ena nza pri me ra de 1605 (VI II, I, 1) int erp ola a los con tad o-
res de resultas; hecho por otr a par te com pre nsi ble por su intención jur ídi ca y no histórica .




CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 135

ocupadas por Alonso lbáñez de Poza y Gregorio Pérez de Andrade, a


quien pronto sucede Francisco Gómez de Pradeda. El efecto positivo
de estos nombramientos se contrarresta, sin embargo, con el cese de
los tres entretenidos que, como dice Caravanies, hacían mucha falta para
hacer los duplicados de las cuentas. Hecho que fue subsanado un par
de años después cuando el virrey conde de Chinchón, por auto de 23
de mayo de 1631, nombró a tres oficiales, con salarios a destajo, para
que se encargaran de estos y parecidos menesteres, pero a quienes por
necesidad, informa de nuevo Caravantes, ta1nbién se les ocupa esporá-
dica1nente en la ordenación de las cuentas 1º5 •
En 1634, como ya se ha reseñado, el Consejo de Indias hizo un nuevo ·
intento de romper con la rutina de la Contaduría, autorizando al virrey
para que nombrara dos o tres personas <<prácticas y entendidas>> para
que se encargasen de las cuentas atrasadas, sin fijarles salario sino <<con-
106
forme puedan y deban merecer>> • Aumento que no se hizo efectivo,
bien porque el conde de Chinchón lo integró en su fracasado proyecto
de reforma del Tribunal, bien porque ya consideraba cumplido este pro-
pósito con el nombra11tlento de en.tretenidos en 1631; nombramientos
hechos bajo su iniciativa personal sin el respaldo de órdenes superiores.
El incremento de un nuevo contador de Cuentas llegó por una vía
indirecta y anecdótica cuando, como ya se comentó ampliamente en
el capítulo anterior, en 1626 el contador Francisco López de Caravan-
tes comenzó a perder gradualmente la vista, y el Rey, en consideración
a sus servicios, le concedió la jubilación con goce de salario. Su plaza
fue ocupada por José Suárez. Pocos años después, Caravantes se recu-
peró de sus males y deseoso de servir en su antiguo oficio solicitó y
consiguió reintegrarse a él como contador supernumerario por cédula
de 18 de diciembre de 1630.
Con excepción del primer incremento de 1627, todos los demás acae-
cen en el d~latado gobierno del conde de Chinchón, por lo que en justi-
cia puede jactarse en su Relación: <<Se ha entendido que está falto de
ministros para ese efecto, y yo lo he representado a S.M. en diversas
ocasiones, y así en mi tiempo se ha acrecentado una cuarta plaza de
dicho Tribunal; dos de contadores de resultas y tres de entretenidos es-
107
cribientes>> •

105
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 164.
106
AGN (Perú), Cartas y cédulas del Tribunal de Cuentas de Lima. Recopilación,
VIII, I, 100. Cédula del 2 de abril de 1634.
• 107 Relación de gobierno del conde de Chinchón; en la Colección de Altolaguirre,

II, p. 84, y en la BAE, núm. 182, pp. 54 y ss. ·


136 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

En las primeras décadas de su existencia, el Tribunal de Cuentas


experimenta el aumento de otras plazas más o menos per111anentes, pe-
ro que no inciden directamente en la rendición de cuentas .. Es el caso,
por ejemplo, del asesor o de un portero más nombrado por el'príncipe
de Esquilache. En otras oportunidades se le ofrece ayudas extraordina-
rias y temporales, como cuando el visitador Juan Gutiérrez Flores no~­
bró a Gonzalo de la Maza, el contador de la Santa Cruzada, para que
revisara las cuentas del Tribunal, con autorización para llevarse los pa- •
peles a su casa por la estrechez de los aposentos de la Contaduría • 108

En la segunda mitad de siglo, los tér11linos del problema carnbian •

radicalmente. El número de funcionarios aumenta ostensiblemente


-aunque ciertamente por debajo de los deseos de los contadores en
el marco de la nefasta política de la venta de oficios, tal como lo estu-
diarnos en el último epígrafe del capítulo anterior.

3.5. Enfrenta1nientos y conflictos jurisdiccionales

Juan de Solórzano Pereira sentencia que los contadores del Tribu-


nal de Cuentas de Lima querían <<en los más de los concursos, ceremo-
nias y tratarnientos» igualarse a los oidores y que <<sólo en eso han puesto
109
su principal estudio, trabajo y cuidado>> • La opinión de uno de los
juristas más destacados del siglo XVII y autor reconocido y celebrado
ha sido aceptada por lo general sin mayores críticas ni matizaciones.
Y en este punto la crítica interna más elemental recomienda prudencia,
porque, como muy bien destaca Clarence H. Haring, Solórzano, <<CO- ·
mo ex juez de la Audiencia de Lima, muestra un recelo natural respec-
to de la independencia y vasta actividad de estos tribunales» 110 • En •

otras palabras, es parte interesada y emocional del problema. Como


de emocional y no de otra manera se puede entender tan duro aserto
contra esta institución, que contrasta con el resto de su discurso y aná-
lisis sobre la Contaduría limeña, que responde en su mayor parte a la
objetividad, seriedad y lucidez que caracteriza al gran jurista.
Es indudablemente cierto que la lucha que mantienen los contado-
res por que se respeten sus pretendidas o reales preminencias, su ran-


108
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Francisco
de Párraga; 15 de mayo de 16Z7, AGI, Lima, 105.
109
Solórzano: Política indiana, VI, XVI, 16.
110
Haring, Clarence H., El Imperio Hispánico en América (Buenos Aires, 1966),
p. 309.

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 137


go, independencia, autoridad y jurisdicción ocupa parte sustancial de


la historia del Tribunal. Pero la cuestión importante es dilucidar si ocupó
las horas de trabajo y hasta qué punto interfirieron estas disputas en
la eficacia de la C9ntaduría. De lo expuesto en diversos lugares de este
análisis sobre el atraso de las cuentas puede inferirse que no hay moti-
vos serios para aceptar la acusación de sus enemigos sobre distraerse
en su trabajo tratando de estas cuestiones ni para rechazar la negativa
tajante de los ministros del Tribunal. El segundo aspecto, el de la inter-
ferencia en la rendición de cuentas, es el que ofrece mayores dificulta-
des y claroscuros. A precisar, comprender y matizar este tema se dedica
lo que resta de la exposición del capítulo.

3.5.1. LA CONTADURÍA Y LOS VIRREYES


Al brillante recibimiento del que fueron objeto los primeros conta-


dores por parte de los miembros de la Audiencia entonces en funcio-
nes de gobierno siguieron muy p1·onto los primeros enfrenta11tientos
por cuestiones de protocolo. Los oidores se negaron a recibir al conta-
dor más antiguo en la Junta de Hacienda mientras éste llevara la espada
en el cinto. De nada sirvió que demostraran cómo les asistía el Dere-
cho, por ordenarlo así sus ordenanzas. Hasta la llegada del virrey
-diciembre de 1607 no entró contador alguno a la Junta. El virrey
resolvió expeditivarnente el problema ordenando que el decano de la
Contaduría entrara sin espada. Martínez de Fwastrana obedeció, pero no
sin antes exponer su derecho a protestar ante el Monarca, a lo que el
virrey no opuso ninguna objeción m.
Apenas llegó el marqués de Montesclaros, los contadores del Tri-
bunal se dirigieron a él por escrito dándole la bienvenida y suplicándo-
le mirase por el aumento de la autoridad de la Contaduría 112 • Las
esperanzas de los ministros de encontrar un valedor en el nuevo virrey
fueron casi de inmediato defraudadas; porque no había transcurrido un
mes desde su toma de posesión cuando el marqués envió a la Contadu-
ría un durísimo billete llamándoles la atención y conminándoles a con-
centrarse en su trabajo; no se puede consentir, les decía, <<OS divirtáis

rn Carta del marqués de Montesclaros al Monarca, 31 de febrero de 1608; AGI, Li-


ma, 35. El contador Martínez de Pastra·na, en efecto, escribió su apelación al Rey el 9
de enero de 1608; AGI, Lima, 105.
• 112 Carta de los contadores de cuentas, Los Reyys, 12 de diciembre de 1607; AGI,
Lima, 105.



138 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

en lo que no os toca, ni gastéis el tiempo quitándolo del ejercicio de


113
vuestros oficios, para el que tanto lo habéis menester>> • Los conta-
dores reaccionaron inmediatamen te, y al día siguiente replicaron ha-
ciendo notar al virrey lo improcedente de su actitud y el daño que se
podía derivar para los intereses fiscales por menguarles su autoridad.
Con estas demostracion es se inician unas relaciones tirantes, agrias,
que caracterizarán en adelante el trato de este virrey con el Tribunal.
Un tema permanente de discordia son los problemas de trata1nien- .
114
to, como explica el virrey en una carta al Monarca : la corresponden -
cia que recibían los contadores venía dirigida como si fuera al Rey en ·
su Real Consejo, con tratamientos tales como <<alteza>> y <<muy podero-
115
so señor>>, y en el texto, puntualiza Caravantes , <<Se guardaba la ma-
yor cortesía y forma>>; otro tanto se estilaba por los contadores: en el
encabezarniento de sus cartas se decía <<por el Rey sus contadores ma-
yores de cuentas de estos Reinos>>. Protocolo que en opinión del mar-
qués era excesivo, más allá de <<las cárceles del respeto y la decencia>>,
por lo que ordenó que sólo se pudiera emplear el nombre real en los
escritos oficiales; y en la corresponden cia dirigida a los contadores,
116 , y que en el texto se
el título que se contempla en sus instrucciones
les trate de <<merced>>. La airada protesta del Tribunal consiguió-des -
pués una solución transaccional , al ordenarse el tratantiento de
<<señoría>> 117 •
El marqués, consecuente con sus criterios, trataba a los contadores
de <<mercedes>> e incluso con el humillante <<VOS>>. Estas descortesías,
dicen los afectados, han llegado a reprensiones, a mante~1erlos de pie,
a postergarlos en los actos públicos, otorgando la preferencia a sus
118
criados • Un ejemplo concreto de esta queja es el siguiente episodio: .
estaba ordenado que en las ocasiones en que concurrieran el virrey, la ·
Audiencia Yel Tribunal de Cuentas, fueran todos a caballo; el marqués

113 '
Ca~ del marqués de Montesclaros a los contadores. 18 de enero de 1608; AGI,
Lima, 105.
114
Carta del marqués de Montesclaros al Rey, 31 de enero de 1608; AGI, Lima, 35.
115
Caravantes, Noticia General, IV, IV, J7.
116
El texto al que se refiere el marqués dice: «. . . estén y residan siempre tres con-
tadores, que sean y se intitulen de cuentas», Ordenanza 1 de 1605; AGI, Indiferente Ge-
neral 1691. Recopilación, VIII, 1, l.
117
Caravantes, Noticia General, IV, IV, J7.
118
Cartas de los contadores de cuentas de 31 de enero de 1608 y 30 de abril de 1610·
AGI, Lima, 105. En otra carta de Martínez de Pastrana se protesta por este tratamient~
de vos, haciendo constar expresamente la vulneración del capítulo 17 de las Ordenanzas
de 1609 (Recopilación, VIll, 1, 72); AGI, Lima, 141.
-
-

CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 139

innovó arbitraria1nente la costumbre yendo él y los oidores en coches


y los contadores en sus cabalgaduras por delante. Por no dar escánda-
lo, narran los contadores, pues el pueblo estaba observando, obedecie-
ron sin protestar hasta dar cuenta de ello por escrito al Monarca 119 • Lo
curioso es que los contadores ven la viga en el ojo ajeno... y tratan
a los inferiores de la misma manera, como claramente lo pone de ma-
nifiesto una reprensión regia º que les pide más comedimiento con
12

cuantos acudan al Tribunal, que no a todos pueden tratar de <<VOS>>, ni _


mantenerlos de pie, ni descubiertos. Por otra parte se ordena que el
estrado se utilice sólo para los juicios y que sus conferencias y trato
con el público lo hagan en otros sitios. El marqués de Montesclaros
describe este controvertido estrado del Tribunal de Cuentas: <<tienen
puesto su dosel en gradas muy altas y la mesa arriba, sobre que cae
un sitial de terciopelo tan largo que cubre gran parte de los escalones
y para ningún acto de poca o mucha sustancia, ni para hacer una suma
de pequeña cantidad, no se hallará hayan osado perder el sitio, ni des-
pegarse de su dosel, haciéndose intratables con los que han de nego-
121
ciar con ellos en un millón de cosas>> •
¿Qué razones pudieron influir en el ánimo del marqués para mani-
festar esta animadversión hacia el Tribunal de Cuentas? Una evide·nte
y objetiva: cortar con las desmedidas pretensiones de los contadores
y centrarlos en el cumpli1niento de sus obligaciones, pero puso tal pa-
sión que en muchos casos los efectos fueron contraproducentes. López
de Caravantes ensaya una explicación ajena a las circunstancias de la
Contaduría de Los Reyes: las prevenciones que traía contra la institu-
ción por su experiencia mexicana, ya que allí también le tocó entender-
se con la Contaduría novohispana cuando se instaló en los últimos meses
122
de su gobierno • Es probable que aquí radique la verdadera causa:
la violencia de un cambio, el último importante en la administración
hacendaria·hasta que lleguen las reforn1as borbónicas; ca1nbio que hasta
que se engarce la nueva organización en la vida institucional indiana
produce serios enfrentamientos de intereses, fricciones entre las partes
en conflicto. Y este primer choque lo sufre por partida doble el mar-
qués de Montesclaros. La Contaduría de Santa Fe de Bogotá no es, por

119 Carta de los contadores de 31 de abril de 1612; AGI, Lima, 105.


°
12
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 77. Cédula de 16 de mayo de 1609.
121 Carta del marqués de Montesclaros al Rey, 31 de enero de 1608; AGI, Lima, 35.

Es muy probable q,ue la reprensión real a los contadores limeños, en la cédula de 1609
·citada anterio1·1nente, tenga su origen en esta carta del Virrey.
122
Caravantes, Noticia General, IV, IV, lITT.
1


140 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

cierto, una excepción a los conflictos del Tribunal con las autoridades
establecidas; Manuel Lucena Salmoral ofrece cumplida cuenta de las
tirantes relaciones de los primeros contadores con el presidente Juan
123
de Borja •
En. la misma línea ·ae ·10 expueste, si descendemos a las causas más
tangibles, encontramos que la creación de los tribunales de cuentas im-
plica un teórico control para todos los que manejan fondos oficiales;
control más efectivo cuanto más cerca se encuentren física111ente de su
vigilancia; y este es el caso de los virreyes. Los contadores de Lima .
solicitaron, por ejemplo, ;e l ·cumplimiento de la cédula de 29 de diciem-
bre de 1593 por la que se impedía a los virreyes librar sobre la Hacien-
da, salvo casos de guerra o alteraciones del orden público, y siempre
con acuerdo de la Audiencia y, desde 1607, con el de la Contaduría 124 •
Poco después los mismos escriben al ·Monarca infor111ando del daño
que se sigue a la Hacienda de que los maestres de la Armada sean cria-
dos de los virreyes 125 • Ejemplos que dan suficiente razón de la animad-
versión comentada, pero que conviene no desgajarlos del todo de la
guerra particular que mantuvieron el marqués y el Tribunal de Cuen-
tas. No todo, sin embargo, parece haber sido discordias y enfrenta1nien-
tos. Así, por ejemplo, en una carta de abril de 1609, el marqués se
expresa muy elogiosamente de los ministros de la Contaduría 126 y más
tarde en su Relación de gobierno elogia particular1nente la figura de
Caravantes: <<Ministro muy inteligente y muy fiel, y sobre. quien tam-
bién se empeña mi confianza y aprobación» 127 • Contador que le había
dedicado, por su parte, en 1612, su .primera obra sobre la Hacienda pe~
ruana: Relación de las provincias que tiene el Gobierno del Perú 128 ,
como ya se ha tenido oportunidad de comentar.

123
Luce na Salmoral, 1Nfanuel, Creación del Tribunal de contadores de ci,entas en
Santa Fe de Bogotá e Historia Extensa de Co'lombia, pp. 81 y ss.
124 ' .
Cart a de los contadores de cuentas, 15 de mayo de 1613; AGI, Linll l, 105.
125
Cart a de los contadores, 1 de abril de 1614; AGI, lima , 105. López dé Caravan-
tes en su Noticia General es más explícito al tratar de esta materia: <<Que, sin embargo,
de la prohibición que tienen los virreyes de ocup ar en oficios a sus criad os y allegados
en general, ha sido dárselos sin adve rtir las más de las :veces si son a propósito para ellos
o no, con que todo se astraga y por más que los mism os virreyes proc uren enfrenar, la
codicia los desenfrena, y así a esta caus a se atrib uye generalmente la quiebra en que vie-
nen los asientos de las minas y libranzas xie tasas ... >> Cfr. Sluiter, Engel, op. cit., p. 253.
126
Cfr. Mor eyra y Paz Soldán, Man uel, op. cit., pp. 314 y ss.
127
Relación de gobi erno del marq ués de Montesclaros, en la Colección de Beltrán
y Rózdide, p. 187, y en la BAE, 281, p. 125. ·
128
BPR, mn. 1278.

• •


CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 141

3.5.2. LA CONTADURÍA Y LAS REALES AUDIENCIAS

Con la llegada del prín€ipe de Esquilaclie,. las aguas de las relacio-


nes virrey-Contaduría entran por cauces más tranquilos y, generalmen-
te, cordiales, aunque no estén exentas de esporádicos roces,
enfrenta11úentos y malent.endidos. Las aguas, por seguir con la misma
metáfora, de las relaciones con la Audiencia no llegan casi nunca a re- .
1

mansarse. La causa in1nediata de estos conflictos se presenta de forrna


más evidente: arnbos son tribunales de jµsticia con una interacción es-
trecha en las causas pecuniarias. Apoyados en este hecho, como afir-
maba Solórzano, pretenden igualarse a los jueces de la Audiencia en
todos sus honores y privilegios. Los oidores, por su parte, celosos de
sus prerrogativas, tratan de impedirlo~. unas veces asistidos por el De-
recho, otras, las más, con sustentos deleznables.
Las dificultades de protocole> en los actos públicos oficiales y
privados ocupan desde el prin,c ipio·parte importante del' capítulo de
enfrenta1nientos de la Contaduría y la Audiencia. P<lra evitar ser pues-
tos en evidencia, como ya había suced.ido en algunas ocasiones, los con-
tadores optaron por oír los oficios divinos en otras iglesias, llevando
su propio estrado y sillas de teFciopelo, así al menos lo cuenta el mar-
qués de Montesclaros en febrero, de 1608, quien añade le I],a rece << •••
se debe excusar, y lo ordenaré así con la ·Certeza de que V.M. se sirva
de ello, pues ni aun a los~ oidores les está defendido hacerlo, sino en
los días de tabla o con la persona del virrey como V.M. lo manda por
129
cédula fechada en Barcelona a 13 de junio de 1599>> • Algunos de es-
tos problemas fueron encontrand0=soluciones, bien!p.o r la intervención
directa de la Corona, bien por el acuerdo mutuo entre las partes; es
el caso, por ejemplo, que ante la cédula de 11 de noviembre de 1610
que disponía que en caso d€; que los oidores no aceptaran sentarse en
iguales asientos, ellos ta1npoco los tuvieran. Confere.n ciaron los minis-
130
tros de arnbos tribunales y el problema se resolvió •
Los conflictos protocolarios se hacen presentes incluso en las fies-
tas particulares, como cuando José Suárerfue invitado a unos actos en
el monasterio de las Descalzas y se le asignó asiento junto a oidores
y alcaldes de la Audiencia. Entró en la iglesia acompañado del fiscal
de la Audiencia de Charcas, Antonio de Ulloa y Chávez, y junto a él •

se sentó. El alcalde ordinario, Julio de los Ríos, le envió una nota por

• 129 Carta del marqués de Montesclaros, 21 de febrero de 1608; AGI; Lima., 35.
°
13
Caravantes, Noticia General, N, N, 126. ·

142 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREIN ATO PERUAN O

medio de un alguacil diciénd ole que no se sentara junto a los oidores


por no ser su lugar. Respondió el contad or que si S.M. tenía esto orde-
nado para los actos públicos cuanto más para los privados. Como el
alcalde replicara, Suárez salió del templo acomp añado por el fiscal
Ulloa. Este último presentó sus quejas al virrey, conde de Chinch ón,
quien se limitó a aconse jarle acudie ra al Monar ca 131 , lo que en efe~to
hizo. Las quejas del fiscal altoperuano y la de los contad ores rindier on
su fruto: el Consej o de Indias ordenó el TI de marzo de 1632 que los .
contadores podían asistir a tales ceremo nias <<con sillas>>, aunque estu-
vieran presentes los oidores 132 • •

3.5.3. LA CONTA DURÍA Y LOS TRIBUN ALES DE LA SANTA CRUZA DA


Y SANTA INQUIS ICIÓN

Iguales razones de preemi nencia s enfrent aron por algún tiempo al


Tribunal de Cuentas de Lima con el de la Santa Cruzad a. El príncip e
de Esquilache, para dar cumpli miento a la real orden de poner al día
las cuentas de las bulas, nombr ó a Martín ez de Pastran a y a de la Maza
para que las revisaran y liquidaran. El proble ma se suscitó cuando el
virrey dio preced encia al de la Cruzad a. Los contad ores elevaron su
protesta en un memor ial al Consejo, quien convencido por sus sólidos
argumentos les dio la razón por cédula de 2 de julio de 1618. Este como
otros mucho s conflictos protoco larios y jurisdi cciona les redund ó nega-
tivamente en la rendición de cuentas y así lo dice Solórzano: << ... por
no habers e acabado de allanar este punto, excusaron en mi tiempo mu-
chos años este concur so 133 •

El estricto cumplimiento de sus deberes trajo en ocasion es nuevos •


131
Carta de los contadores Martínez de Pastrana , Suárez y Oleaga en 1630; AGI,
Lima, 105. . ~
132
Caravantes, IV, IV, 131. La asistenci a a estos certámen es privados no está sufi-
cientemente clara. Ya se ha visto cómo Montesc laros aduce una cédula de 1599 para im-
pedirlo: <<Pues ni aun a los oidores les está defendido el hacerlo, sino en los días de tabla.>>
(Vid. supra, nota 100). La Recopilación recoge un texto de 1 de abril de 1636 (VIII, II,
12) remitiendo a otros de 30 de marzo de 1634 y 30 de septiemb re de 1647 (II, XIII,
50) que dice: <<Ordenamos y mandam os que ninguno de nuestros presiden tes, oidores,
alcaldes del crimen, fiscales de nuestras reales audienci as, vayan, asistan ni puedan ir,
ni asistir como particula res en ninguna iglesia, ni convento ... >>, salvo en ocasione s seña-
ladas y en cuerpo de Audiencia.
133
Solórzano, Política Indiana, VI, XVI, 20. Carta de los contador es, 10 de abril
de 1617, AGI, Lima, 105.

• •

,



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBUNAL DE LA CONTADURÍA 143

sinsabores para los contadores. El marqués de Guadalcázar, como es-


taba estipulado por real cédula, invitó al Tribunal de Cuentas al auto
de fe del 21 del diciembre de 1625. El inquisidor Andrés Juan Gaytán,
disgustado por la fiscalización de· la que había sido objeto su Tribunal
133
por parte del de Cuentas ª, opuso el más rotundo veto, aduciendo que
no tenía orden del Consejo General de la Santa Inquisición en tal senti-
do, ni encontraba a los contadores en la lista de asistentes prevista en
la cédula de la Acordada. El virrey envió a dos oidores, consultores
del Santo Oficio, para procurar convencerlo; argumentaron que en la
Acordada no podían consignarse la asistencia de los contadores porque
su Tribunal se creó más tarde, y que además, y era lo más importante,
se cumplía un deseo manifiesto de S.M. para que los de la Contaduría
fueran con los oidores. De nada sirvieron las presiones del virrey ni
las del visitador, que ta1nbién se interesó por el tema. Por conocer, di-
cen los contadores, <<la condición del dicho inquisidor>> y evitar mayo-
res inconveniente s, se desistió. Como es lógico, el virrey comunicó el
desacato al Monarca. La razón, evidentemente) asistía a los contado-
res, pero la parsimonia habitual de la burocracia tardó varios años en
definir el asunto. Como respuesta a la carta de Guadalcázar se despa-
chó una cédula solicitándole a él y a la Audiencia sus opiniones sobre
el lugar que sería conveniente otorgar a los miembros del Tribunal en
los autos de fe. Y ante la súplica de los contadores para que se zanje
el tema desde las altas instancias se anota al margen de la solicitud con
134
un lacónico: espérese • En 1640 por fin se dio la respuesta definiti-
va al disponerse que los contadores asistieran a tales actos cívico-
135
religiosos junto a los miembros de la Audiencia limeña •

3.5.4. LA CONTADURÍA Y LOS OFICIALES REALES •

Las estrechas relaciones profesionales entre contadores de cuentas


y oficiales reales determinaron la formación temprana de un ambiente


de mutua hostilidad, como expresivamen te informa el príncipe de Es-
quilache al Monarca: <<Cuanto ha sido posible he procurado excusarme
de dar cuenta a V.M. de las continuas diferencias que se ofrecen entre

133
ª Vid. supra, cap. 11, 1.4.
134
Carta de los contadores Martínez de Pastrana, López de Caravantes y Meneses,
28 de febrero de 1626. Anotaciones al margen fechadas en el Consejo el 13 de septiembre
de 1627; AGI, Lima, 105. .
135
Cédula de 11 de febrero de 1640; AGI, Lima, 106.
1

14 4 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

lo s co nt ad or es y lo s of ici ale s re ale s de es ta ca ja , pa re ci én do m e qu e po -


dr ía co m po ne rle s, m ez cla nd o el en oj o co n m ed io s qu e en ot ro s tu vi e-
ra n efecto. . . y al fin no ve o qu e so n las pe nd en ci as so br e el se rv ic io
de V. M . sin o so br e su s pu nt os , y lo ci er to es qu e de tre s añ os a es ta
pa rte se ha n levantado es tas di se ns io ne s ... >>136 •
La ca us a pr·i nc ip al de es tas di sc or di as las atr ib uy e el pr ín ci pe a pr o-
bl em as de tra tam ien to , po r lo qu e en es pe ra de l ar bi tra je re al or de nó
lo siguiente: qu e cu an do lo s co nt ad or es re qu iri er an or di na ria rn en te a .
lo s oficiales re ale s pa ra so lic ita rle s infor111ación so br e ter ce ra s pe rs o-
na s qu e es tu vi er an rin di en do cu en tas , lo hi cie ra n <<sin m an da rle s, co n- •

111inarles, ni darles órdenes>>, en un simple billete sin ha ce r us o de l forn1al


y au to rit ar io auto o m an da m ien to , -q ue en ca so s se m eja nt es de bí a re -
se rv ar se pa ra lo s de sa ca to s a las so lic itu de s de·I Tr ib un al. Po r su pa rte ,
lo s oficiales re ale s qu ed ab an ob lig ad os a di rig irs e a lo s co nt ad or es
ut ili za nd o el re sp etu os o señoría. En ca so de <<descompostura co ns i- •

derable>> or de nó qu e pr ev io co ns en tim ien to de l vi rre y pu di er an or -


de na r el ar re sto de lo s of ici ale s re ale s y pr oc ed er ju di ci al m en te co nt ra
ellos, se gú n las or de na nz as 137 • Au nq ue el vi rre y pr et en de m an te ne r-
se eq ui di sta nt e de am ba s pa rte s, terroj.n a su ca rta in cli ná nd os e po r
el Tr ib un al: <<Y lo qu e po r m i pa rte pu ed o re pr es en ta r es qu e co n-
:v·i en e re m ed ia rlo de 'Una ve z y qu e no es ju sto q:u e al Tr ib un al de la
Co. nt ad ur ía le pi er da n el re sp eto , co m o se ve rá po r lo s pa pe le s qu e re -
. ,,
m1trran.>>
El pr ob le m a, po r su pu es to , no se ,r es ol vi ó co n es ta ac tu ac ió n de Es -
qu ila ch e. Añ os m ás tar de lo s co nt ad or es so lic ita n nueva111ente la in ter -
ve nc ió n de l Rey, ad uc ie nd o qu e lo s de sa ca to s de lo s of ici ale s re ale s
ate nt an co nt ra la se gu rid ad de la Real Ha ci en da ; es e-1 ca so , di ce n, qu e _
los de la Ca ja de Li m a re ch az ar on un au to de l Tr ib un al en el qu e se
les pe dí an in fo rm es so br e de ud or es qu e ten ían pe nd ien tes so br e sí al-
gu no s em ba rg os y sa lar io s pa ga de ro s en la Ca ja Re al, po r co ns id er ar
qu e tal es pe tic io ne s, ca m o lo ha bí a di sp ue s.to el pr ín ci pe de Es qu ila -
ch e, :debía ha ce rs e po r pliegos. Lo s co nt ad or es ob je ta n qu e en es te ca -
so, po r se r un a ca us a ju di ci al y en pe rju ic io de ter ce ro s, co nv ie ne la
fo rtn ali da d y fir m ez a de l auto. El do cu m en to vi sto po r el Co ns ej o tie -

136
Carta ·de d0n !Francisco de Borja, príncipe de Esquilache, al ~tonarca, 23 de abril
de 1620; AGI, lim a, 105.
137
Esta resolución se tomó con el acuerdo de cuatro oidore~ los doctores Juan Ji-
ménez de Montalvo, Alberto de Acuña, Francisco de Alfaro y Jt1a.n de Solórzano Perei-
ra, quienes en su informe coinciden en líneas ·generales con to dispuesto por el virrey,
s/f . ; AGI, lim a, 105.



CUENTAS Y ANÁLISIS DEL TRIBtJNAL DE l!.A C8NTADURÍA 145

ne al margen una observación. real·, lacónica y poco aclaratoria: <<que


se guarde la costumbre>> •138

Todos estos problemas, discordias y enfrenta11rientos, además de dis-


traer la atención de los asuntos importantes de Ja e-c.o nomía no sólo
la de los ministros de la Contaduría·, simo ta,111bién la de los altos fun-
cionarios virreinales redl!lndaron,, como lo temían los contadores, en
la merina de seriedad y respetabilidad del Tribunal, tan necesarios pa-
ra imponerse con autoridad sobre cuantos de una 1nanera u otra debían
rendir cuentas de los fondos estatales. Así se llegó, por ejemplo, al ex-
tremo de que un ad111inistrador de la Armada, Juan de· la Plaza, recusa-
ra al contador López de Caravantes; situación que relizr.n ente se corrigió •

de for1na rápida y severa, por la intervención del marqués de Guada~


cázar, quien con el parecer del asesor del Tribunal, el oidor Alberto
de Acuña dictó un auto por el que dispuso que se guardara con la Con-
taduría <<el mismo estilo que se tiene con lo·s oidores y alcaldes de las.
demás audiencias del Reino>>, orden que fue~ confir1nada po.c o después
por el Consejo de Indias 139 •
-

4. A RA DE CONCLUSIONES

Es evidente que el objetivo fundamental de la Corona en la crea-


ción de los tribunales de cuentas no se alcaooó plenamente en la Con-
taduría limeña. Pero en este presunto fracasn rienen culpa compartida
los funcionarios de la institución y, sobre todo, la inadecuada estructu-
ra que se les otorgó, especialment e en cuanto se· refieie a la dotación
del personal suficiente. Dec.í amos al iniciar este capítulo que cualquier
juicio valorativo sobre la eficacia del Tribunal requería de las debidas
consideracion es y matizaciones y éstas creo haberlas ofrecido de una
manera o de otra en el desarrollo del mismo, de tal manera que resulta
que incluso en el aspecto de estricto control financiero la labor de la
Contaduría no fue ni tan ineficaz ni tan negativa:

138Carta de los contadores, 26 de febrero de 1626; AGI, Lima, 105.


139
Caravantes, Noticia General, IV, IV, 143. Carta de lbs contadores de cuentas. 28
de febrero de 1626; AGI, Lima, 105: ~Por apretar a algunas peFs0nas1a que paguen lo
que deben de alcances y otras deudas, procuraron intentar recusamos como a las justi-
cias ordinarias siendo este Tribunal con jurisdicción privativa y despachando en nombre
de V.M. y con su real sello y debiendo gozar de las mismas preeminencias que sobre
esto tienen las demás audiencias y los contadores de la Real Hacienda y cuentas de esa
Corte, porque si se abriera puerta a introduccifln semejante, cada día se valieran las par-
tés de este recurso y se embarazara la cobranza de· la Real Hacienda».

146 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

a) Las cuentas de la Caja de Lima se llevaron con relativa puntua-


lidad. Si sólo consideramos la importancia de sus ingresos, este hecho
tiene de por sí gran relevancia, pero si además consideramos su cali-
dad de Metropolitana, a la que acudían o debían acudir los saldos de
las restantes cajas del territorio virreinal, la importancia del hecho se
acrecienta.
b) Aunque la rendición de cuentas formalización de las mismas,
liquidación de las deudas y conclusión del proceso tiene en la mayo-

ría de los casos enormes retrasos, no puede afir1narse que estuvieran
totalrnente ajenas al control de la Contaduría, control que se ejerce prin- •

cipalmente por los tanteos de cuentas, por los que los contadores tie-
nen un conocimiento aproximado de la administración de las cajas de
su jurisdicción.
e) Se ejerce un efectivo control financiero sobre otros muchos ad-
ininistradores de la Real Hacienda: funcionarios de la Ar1nada, corre-
gidores, etc.

En otros muchos aspectos de la vida económica virreinal , el Tribu-


nal de Cuentas cumple un papel de gran importancia. La Contaduría
cuenta con profesionales expertos en materias económicas de los que
estaba necesitado el territorio, se centraliza en sus archivos la infor1na-
ción financiera del Virreinato y a ella acuden los altos cargos del go-
bierno en busca de asesoramiento. Supone, por otro lado, un paso en
la madurez administrativa del país, la descentralización de la maquina-
ria estatal española .

• •


V. LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII (I)

l. Continuidad y pasividad en las primeras décadas del XVIII.



2. Los
nuevos ministerios. 3. La reforma de 1720. 4. Cuatro décadas
anodinas. 5. La Sala de Ordenanw.

l. CONT
, ~D Y PASIVll>AD EN LAS P
DECADAS DEL XVIII •

El devenir de un nuevo siglo no supuso ninguna for1na de ruptura


con los usos y costumbres de la centuria anterior. Todos aquellos de-
fectos que se han señalado al Tribunal de Cuentas de Lima en la segun-
da tnitad del siglo XVII continúan invariables, con sorprendente inercia,
en las prin1eras décadas del siglo XVIII. La refo1·1na en profundidad de
la administración hacendaria en Indias como expuse en mi comuni-
cación al Seminario sobre Hacienda Pública, 1750-1850, en la Univer-
1
sidad Internacional Menéndez Pelayo no se hizo objetivamente
patente hasta la llegada al trono de Carlos fil; y que en el caso de la
institución objeto de este estudio, sólo a partir de los últimos años de
gobierno del virrey Amat y después ante la atenta y enérgica vigilancia
de los visitadores y superintendentes generales Areche y Escobedo co-
mienza a dar los frutos apetecidos. Es un momento de apogeo de la
Contaduría limeña, fugaz, no más de dos décadas, en las que se logran
vencer ingentes cantidades de cuentas atrasadas y llevar con puntuali-
dad inusitada la contabilidad virreinal. Sin embargo, repito, poco duró

1
Escobedo Mansilla, Ronald, <<Las Refortnas de Carlos III y la reestructuración de
la Hacienda americana>>en Estudios de Hacienda: de Ensenada Mon, Instituto de Estu-
dios Fiscales (Madrid, 1984), pp. 141-155. La versión completa del original en Quinto
Centenario, 8 (Madrid, 1985), pp. 61-81.

147

14 8· CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PE RU AN O

esta situación excepcional; paulatina111ente las cu en tas co m en za ro n a


ac um ul ar se y las disputas in ter na s a m in ar la eficacia de lo s m in ist ro s.
Las notas, en consecuencia, más características del Tribunal de Cuen-
tas de Li m a en lo s pr im er os decenios del siglo xv m es la' m ás ab so lu -
ta pasividad y continuismo. El ún ico atisbo im po rta nt e qu e no s
encontra111os en los co m pa se s iniciales de la ce nt ur ia de un a políti.ca
reforntista, es el deseo de depurar, co m o di ce Na va rro Ga rc ía: << ••• a
los co m po ne nt es de la ad m in ist ra ció n real: su pr im ir pl az as y su eld os .
superfluos, sustituir a lo s actuales funcionarios co n ot ro s m ás co m pe -
tentes y honestos>> 2 • Estos buenos deseos, qu e difícilmente pasan de es- ·
ta calificación, se materializan en el real decreto de 6 de m an o de 1701,
y concretarnente pa ra la Co nt ad ur ía m ex ic an a qu e es el ca so qu e es -
tu di a el pr of es or Navarro Ga rc ía en la re al cé du la de 9 de ju ni o de l
m ism o año. Pe ro en mi op in ió n estos he ch os no pu ed en se r at rib ui do s
co m o un a novedad a la nueva dinastía bo rb ón ic a, po rq ue se sit úa n en
perfecta lín ea de continuidad co n la po lít ica e in ten cio ne s de l úl tim o
de lo s Austrias; ba ste re co rd ar lo qu e ya se ex pr es ó co n arnplitud en
un capítulo an te rio r 3 so br e la real cé du la de 1691, co nc re ta da po ste -
rio rm en te en 1694 pa ra la Co nt ad ur ía de Lo s Reyes 4 •

1.1. La venta de oficios

La políti~a de venta de oficios qu e ca ra ct er iz a e in fo rm a la evolu-


ci ón de la pl an til la de funcionarios de l Tribunal de Cu en tas en la se-
gu nd a mitad de l siglo XV II es la qu e ta1nbién du ra nt e la pr im er a m ita d
de l siglo xv m deter1nina en gr an· m ed id a el: nú m er o y la ca lid ad de lo s
ministros de la Co nt ad ur ía. La in tro du cc ió n de pa ul ati na s m od ifi ca - -
ciones y de . nuevos cargos directivos y su ba lte rn os tie ne n ci er ta m en te
ot ro tipo de motivaciones, co m o el deseo, po r eje m pl o, de bu sc ar un a
1nayor eficacia administrativa, pe ro tam bi én en casi todos ellos lat e en
el fondo la imaginación incitada po r la ne ce sid ad de allegar nuevos f0n-
dos a la M on ar qu ía a través de la se cu la r venta de oficios.
La siguiente es un a re lac ió n, in co m pl eta pe ro su fic ien tem en te sig-
nificativa, de los funcionarios qu e sir vi er on en la Co nt ad ur ía de la ca -
pital virreinal peruana, extractada de los títulos y nombramientos reales,

2
Navarro Ga rcí a, Lu is, El Real Tribunal de Cuentas de México, p. 518.
3
Vid. sup ra.
4
Mu ro Or ejó n, Cedulario Americano, 1, pp. 454-456, nú m. 2'irl, y Matraya, nú m.
29 6; Cé du la del 22 de oc tub re de 1694 en Matraya, nú m. 314.



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 149

conservados en el Archivo General de Indias, de la que sin mayor es-


fuerzo podrá deducirse inmediatarnente la importancia que tuvo la ven-
ta de oficios en la vida de esta institución arnericana 5 •
La cifra que se consigna inmediata1nente después de la fecha de con-
cesión o nombramiento, en diversas monedas pesos, reales, doblo-
nes, etc. , nos señala sin ningún género de duda que fue un oficio
comprado. Por lo contrario, la ausencia de este dato no indica necesa-
riarnente que estuviera ajeno al sistema, sobre todo si se trata de una
plaza futura o supernumeraria, en las que la sospecha se hace casi
certeza.

a) Contadores de cuentas

l. Alonso Martínez de Pastrana; 30-X-1605.


2. F.rancisco López de Caravantes; 30-X-1605.
6
3. Sebastián López Arcaya; 30-X-1605 •
4. Domingo de Garro; 15-X-1606.
5. José Suárez; 7-V-1608.
6. Diego de Meneses; 6-III-1620 (por Garro).
7. Francisco Marcos; 23-X-1630 (por Meneses).
8. López de Caravantes, 18-XII-1630 (se crea la cuarta plaza, su-
pernumeraria ).
9. ;Hernando de Santa Cruz; 11-V-1632; supernumera rio sin sala-
rio, en espera de la prirnera vacante.
10. Femando Bravo de Laguna; 24-VIll-1637; futura después de Izu.
11. Juan Fermín de lzu; 27-11-1638 (por Pastrana); ·7.500 ducados.
12. Bartolomé Osuna de Larrea; 21-V-1640; 5.500 ducados, futura
con capacidad de suplencia por ausencia o enfermedad de los titulares.
13. Juan de Medina Ávila: 9-1-1641; 9.000 pesos de a ocho, futura
7
con sucesión en su hijo cuando tenga la edad requerida •
14. Juan Francisco Díaz de San Miguel; 16-XII-1648; 12.000 pe-
sos; futura.
15. Alonso Bravo; 11-VIII-1645; 9.000 pesos; futura y en su defecto
.su hermano Juan.

5
AGI, Lima., 1, 123.
6
• No llegó a ocupar la plarn .
7
Vid. supra, cap. III, 5.

150 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERU ANO

16. Felipe de la Puente; 10-IV-1650; 12.000 peso s; supe rnu-


merario8.
17. José de Bolívar; 10-XII-1651; 12.000 pesos; supe rnum erari o.
18. Juan de Isaseta Cuch o; 20-IV-1652; 12.500 peso s; supe mu-

merar10.
19. Felipe de Mieses; 31-XII-1652; 16.000 pesos, supernumerari.o,
renunciable en uno de sus hijos al cum plir los veintidós años de edad .
/

20. Alvaro de Alarcón; 24-ill-1653; 12.000 pesos; supe mum eran o.


.
21. Bart olom é de Soló rzan o Paniagua; 1-II-1656; supe rnum erari o
con ejercicio y sueldo entero. •

22. Andrés de Madariaga; 4-IV-1674; 5.000 doblones; plaza en pro-


piedad, creán dose definitiva1nente la cuar ta plaza supe rnum erari a.
23. Alonso Pérez Castellanos; 22-V-1677; 6.000 doblones; supe r-
num erari o con salario y sucesión en su hijo si mue re antes de toma r
./

poses1on.
24. José Pardo; 24-IX-1681; 16.000 pesos; supe rnum erari o.
25. Francisco de Oyagüe; 24-V-1688; 20.000 pesos ensayados, ade-
más de contribuyente en diversos prést amos a la Coro na; supe rnum e-
rario con salario entero.
26. Diego Quin t Tello; 31-XII-1692; 20.000 pesos ensayados; con-
tado r de núm ero 9 •
TI. José Barna!; 9-IX-1693; futura 10 •
28. Pedro Carnacho de Corr o y Zegarra; 3-ill-1695; 20.000 pesos;
renunciable en quien se case con su hija.
29. Garc ía de Híja r y Mendoza, cond e de Villanueva del Soto; ex
gobe rnad or y capitán general de Chil e; 14-IV-1698; renu nciab le en su
hijo mayor.

30. Agustín de Aro; 8-IX-1698; 13.000 peso s de a ocho ; supe rnu- •



merar10. · .
31. Nicolás Man silla y Villavicencio; 11.000 pesos excusados; su-
pern umer ario; renunciable en uno de sus hijos. ·
32. Gerónimo Fem ánde z de Obregón; 16-IX-1708; 8.500 pesos ex-
cusados; renunciable en Alonso Pérez Talavera .

8
El 5 de junio de 1660 se expide una cédula para que el virrey le devuelva el car-
go, f rev io pago de otros 2 .000 pesos de a ocho.
Con el nombramiento de Quint Tello se crean dos nuevas plazas de contadores de
cuentas, dando lugar al embrollo de no saberse si hace sobre las cuatro existentes, que
sumaría11 seis, o sobre las primigenias, co~ lo que sólo serían cinco. Poco después se
decantaría la voluntad real en este último sentido.
'º En esta cédula no se habla del servicio que pagó, pero sí en otra, 9 de septiem-
bre de 1695, dirigida al virrey para que no lo admita si no abona previamente 5.000 pesos .


'
LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 151

33.. Francisco Hervoso; 8-II-1712; 9.000 pesos; supernumerario re-


nunciable en hijo o yerno 11 •
34. Marqués de Salinas; 28-XIl-1715; 18.000 pesos 12 •
35. José de Borda; 12-IV-1719; 12.000 pesos; renunciable en un
he1·1nano. ·
36. Pedro de la Fuente y Rojas (marqués); 17-IV-1723 (por Quint).
Y!. Manuel Feijóo de Sosa; 15-XII-1723; futura sin plaza.
38. Juan José de Robina; 14-1-1729; 10.000 pesos; supernumerario.
39. Manuel de Echeverría Zuloaga; 31-1-1729; 150.000 reales; su-

pernumerar10.
40. José de Hervoso; 27-II-1732 • 13

41. Gregorio de Espinosa y Carvajal; 16-11-1735; 600.000 reales;


supernumera rio; renunciable en sus hijos.
42. Francisco Manrique de Lara; 28-II-1735 • 14

43. Diego de Quint y Riaño; 8-Vl-1740; 12.000 pesos fuertes (de


20 reales) futurario con ejercicio.
44. Martín de Olavide y Arbizu; 18-Vl-1740; 12.000 pesos fuer-
tes; supernumera rio.
45. Juan Bautista de Herrera y Loyzaga; 5-VIII-1741; 330 reales;

supernumera rio.
15
46. Joaquín de Herboso o Francisco Manuerí; 22-XII-1744 •
47. José Melchor Hurtado y Girón; 9-IV-1745; 13.000 pesos fuer-
tes; supernumera rio; renunciable en su hijo Antonio Hurtado de
Sandoval.
48. José Leonardo Hurtado; 8-XII-1773 (por jubilación de Feijóo).
49. Juan Francisco Navarro; 2-VII-1774 (por muerte de Hervoso).
50. José Antonio Hurtado; 22-ill-1776.
16
51. Juan de Sierra; 11-X-1776 (por jubilación del marqués de

Lara).

11
Por real cédula, 20 de marzo de 1795, se ordenó a los oficiales reales de Lima
le devolvieran los 9.000 pesos que había pagado, por haberse extinguido su plaza con
la reforma de 1720.
12
Además del servicio pecuniario la cédula considera sus servicios como goberna-
dor de Buenos Aires y le concede el gobierno del Cuzco.
13
En lugar de su padre, Francisco (el núm. 33 de la lista), quien no cobró los 9.000
pesos que se mandó se le devolvieran. Poco más adelante se explica con detalle el com-
plicado caso que suscitaron.
14
Se le otorga la plaza, se dice, por sus méritos y los de su he1·1nano, que tiene un
cargo togado en los consejos de Guerra y de Castilla.
15 Para que uno de los dos sirva en la minoría de edad del beneficiario (vid. infra).

Finalmente con la aportación de 3.334 pesos, Hervo~o consiguió el traspaso.


16
Ex oficial real en Potosí.

152 CONT ROL FISC AL EN EL VIRR EINA TO PERU ANO

52. Nicolás Man rique de Lara ; 6-11-1785 (por muer te de su padr e


el marqués).
53. Pedro Dion isia Gálvez ; 29-V-1787 (por muer te de José Leo-
17

nardo Hurtado).
54. Antonio Chac ón ; 28-V-17'J7 (por jubil ación del marq ués de
18

Lara). .
55. Gasp ar Carr illo, marq ués de Valdelirios; 16-V-1807 (por muer-
19
te del marqués de San Felipe) • •
20
56. Matías de la Cuesta; 25-X-17'J7; cont ador mayor hono rario .
57. León de Altolaguirre; 18-III-1815; supe rnum erari o. •

58. Joaquín Bonet; 12-VI-1816; supe rnum erari o.


59. Miguel García de la Vega; 8-ill-1819; contador mayor honorario.
60. Santiago Sánchez Chávez; 11-XII-1824.

b) Contadores de resultas

l. Alonso Ibáñez de Poza; 8-IV-1629.


2. Greg ario Pérez de Andr ade; 10-VI-1629.
21
3. Fran cisco Góm ez de Prad eda; 24-111-1630 •
4. Ignacio de Larr aar; 11-IV-1646; 6.000 pesos; futura.
5. Manuel Vicente Guerra; 7-V-1651; 4.000 pesos de a ocho; futura.
22
o
6. Pedro de la Serr a y Prad a; 6-IX-1662, supe mum erari •
7. Juan Pedro de Azósqueta; 4-111-1678 (por Góm ez de Prad eda) ;
1.000

dobl ones de dos escu dos .
8. Sebastián de Coll ado; 1.:.V-1678; futura.
9. Mart ín de ltulain: 23-111-1684; futura. -•
10. Ju~n de Eguiluz Corc uera ; 4-VII-1687; futura con ejercicio.

17
Ex director de la Renta de Tabacos en Buenos Aires. ·
18
Ex administrador principal de Aguardientes y Naipes en Panamá, con la mitad
de salario mientras viviera el marqués de Lara, quien a su vez goz.aba de una jubilación
de dos terceras partes de su sueldo.
19
El marqués de San Felipe había sido jubilado como el de Lara con dos tercios
de su sueldo. Por su jubilación entró en la plaza numeraria José González de Prada y
Valdelirios en la supernumeraria, con todo el sueldo.
20
La cédula habla de los mismos honores que los numerarios, pero no del sueldo;
sin embargo, debía pagar el 18 por 100 por los gastos del traslado del valor de la media
anata a España.
21
Fue el primer contador de resultas en entrar a servir su plaza.
22
No se habla de servicio pecuniario. El mérito que se aduce es el de ser sobrino
del barbero de Corp.



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 153

11. Jerón.imo Páez Jaramillo; 29-IX-1689; 7.000 escudos; supemu-



merar10.
12. Manuel de Elcorobarruti a Irazabal; 5-IV-1720; supernumera-
rio sin sueldo. .
13. Francisco de Alarcón; 31-XII-1732.
14. Manuel Herse; 20-XII-1744; 70.000 reales de vellón; supernu-

merar10. •

15. Eugenio Antonio Palacios; 17-ill-1746; 75.000 reales de vellón;


futura con ejercicio y Lledio sueldo.
16. Juan Manuel de Elcorobar·rutia; 18-X-1748; supemumerar io 23 •
17. Miguel Pizarro; 4-II-1792.

c) Contadores ordenadores

l. Juan de Cortabarría; 30-X-1605.


2. Juan Moreno; 30-X-1605.
3. Francisco Gómez de Pradeda; 23-VIII-1606.
4. Pedro de Gordezuela Castro; 24-ill-1630 (por Gómez).
5. Francisco García de Collantes; 30-V-1634 (por Cortaberría).
6. Antonio Pérez de Losada; 7-IX-1642 (por Gordezuela); 1.000
pesos.
7. Ambrosio de Aguirre; 18-VIII-1664 (por Pérez de Losada); 2.500
pesos.
8. Miguel de Chávarri; 20-N-1680 (por Collantes); 3.000 pesos.
9. Sebastián de Aguirre Busta1nante; 8-V-1680 (por Aguirre); 2.500
pesos.
10. José de Urquiano; 8-V-1683; 3.500 pesos; supernumerario.
11. Rodrigo Guinel Alcantarilla; 31-1-1709; 3.000 pesos, futura, re-
nunciable en su hern1ano Bias.
12. Sebastián del Valle Leal; 28-1-1713; 3.000; futura renunciable.
13. Bias Malo de Molina; 10-VIIl-1714; 3.000; futura, renunciable
en su hertnano o en la persona que designe por testamento.
14. Tomás Llavaque y Herreros; 15-X-1733 (por Malo).
15. Juan Manuel de Ureta; 22-IX-1749; 4.500 pesos de a ocho; su-
pernumerario , renunciable.
16. Manuel José Bravo de Rueda; 26-1-1755 (por Guinel).
17. Francisco de Morales; 18-X-1755.

•23 Suple a su padre Manuel~ en razón de lo pagado por éste.


154 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUA NO

18. José Sánchez; 20-V-1773.


19. Juan de Luque Mármo l; 24-VIII-1775.
20. Pablo Terón; 23-1-1791.
21. José González de Prada; 10-II-1800.
22. Baltasar Villalonga de Zagranada; 7-IV-1800; supernumerario.
23. Manue l Dufoo de Boiselle; 20-VIII-1804; supern umerar io.•
24. Manue l del Burgo; 25-V-1807.
25. Lino de la Barrer a; 18-IX-1810; ordena dor de segund a clase.
26. José de la Riva Agüero ; 23-IX-1810; ordena dor de segund a
clase. •

Zl. Ignacio Martín ez Abad.

d) Regentes

l. Agustín Carrill o de Córdob a; 27-IV-1711; 5.000 doblones.


2. Jorge Ventura Calder ón y Cevallos, marqué s de Casa Calder ón;
9-1-1734; 26.000 pesos de a 10 reales; futurario de Carrill o, pero mien-
tras tanto ocupa la plaza de contad or mayor.
3. Simón de Ontañón y Lastra, conde de Las Lagunas; 13-VI-1745;
31.200 pesos fuertes, futurario de Casa Calder ón y suplente de conta-
dor de cuentas.
De estas listas no exhaustivas, pero sí significativas, como antes
decía puede deduci rse una primer a e import antísim a conclusión: du-
rante más de un siglo a grosso modo el que va de 1650 a 1750 las
plazas del Tribunal de Cuentas se cubrier on preferentemente por el sis-
tema de venta de oficios. Y entre éstas, de for1na especial las de conta-
dores de cuentas.
Los precios que se pagan por las auditorías mayores son muy varia-
dos, aunque puede constatarse una tendencia al incremento, hasta lle-
gar a una cifra realme nte excepcional, los 600.000 reales pagados por
Gregor io de Espino sa y Carvajal en 1735, que traduci dos a la moned a
corrien te ascienden a 75.000 pesos de a ocho reales. Las cantida des pa-
gadas muy difícilmente bajan de los 12.000 pesos, lo que coloca a di-
chos oficios en una situación a la que sólo pueden accede r person as
de elevada posición económ ica, especia lmente la emerge nte burgue sía
comerc ial, que busca, quizá, la segurid ad del funcion ariado público,
pero, sobre todo, el prestigio de tan alto cargo administrativo. Son, por
otra parte, las mismas person as que procur an el ennobl ecimie nto por
la compr a de un título de Castill a, y así no es raro en el siglo XVIII
encont rarse títulos nobiliarios en la nómina de la Contad uría. Son dos


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 155

situaciones de privilegio distintas pero complementarias; porque por


los primeros se encara1nan en la pirárnide social; con los ministerios
bq.rocráticos adquieren la figuración pública que les niega la escasa ac-
tividad política, porque ocupan·un sitio de honor en cuanto acto públi-
co se hace en la corte virreinal. No olvidemos que los contadores sólo
ceden en el orden jerárquico ante el cuerpo audiencia!.
Es muy frecuente que el comprador ya no piense en sí mismo cuan-
do adquiere una plaza, sino en sus hijos c~mo la mejor herencia que
puede legarles por las razones antes dichas y por los vaivenes de la
fortuna en la azarosa vida del mercader o en sus hijas al concederles
una dote tan apetecible a los posibles pretendientes. Estos son los nu-
merosos casos de las plazas con cláusulas especiales, perfectarnente de-
finidas y previstas, por otra parte, en la legislación general de venta
24
de oficios , en los que el primer titular puede o no ejercer el oficio
hasta que el beneficiario definitivo alcance la edad de ejercerla por su
cuenta o la hija contraiga matrimonio. En otros casos, los menos, se
trata de una cláusula de seguridad para el supuesto de que el compra-
dor fallezca antes de haber hecho efectivo su derecho.
Como podrá observarse, estas <<renuncias>> cubren una serie de su-
puestos muy diversos, pero quizá uno de los casos más complicados
es el que tuvo como personaje central al contador José Hervoso. Su
padre, don Antonio, había adquirido el cargo por 9.000 pesos; con la
reforn1a de 1720 se suprimió su plaza y la Corona ordenó se le devol-
viera la cantidad abonada 25 ; lo que no hizo efectivo porque la adqui-
sición la había hecho pensando en su hijo; objetivo que consiguió
26
final1nente por cédula de Z7 de febrero de 1732 • Años más tarde, el
así nombrado contador de cuentas, don José, consiguió en 1740 otra
cédula previo pago de un nuevo <<servicio» de 3.334 pesos fuertes--
por la que se le concedía licencia para <<nombrar, traspasar y ceder>>
su plaza a.uno de los hijos menores de don Matías de Astorayca, conde
de San Miguel de Carma Z7, o a la persona que se casara con una de

-

24
Recopilación, VIII, XXI.
25
Vid. supra, nota ll.
26
Vid. supra, nota 13.
71
Este es un personaje muy conocido y de gran incidencia en la vida de la villa Im-
perial de Potosí, que llegó a ocupar entre otros cargos el de contador de sus cajas reales.
Arzans de Orsúa lo menciona reiteradamente en su Historia. U na pieza de esta obra,
de singular significación para nuestro propósito, es la siguiente: <<Llegó un expreso de
Buenos Aires a 15 de marzo de 1735... de que su primogénito, nacido en esta Villa y
. de pocos años, obtuviese la plaza de alguacil mayor de corte de la ciudad de La Plata,
con la renta de 3.000 pesos ... ltem, que pudiese beneficiar a quien quisiese y cuando

-

156 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERU ANO

sus hijas. Todo pare ce indic ar que el dese o de Herv oso era el de reti-
rarse cuan to antes, ya que medi ante una nueva cédu la 24 de novi em-
bre de 1740 se le conc edió que mien tras los hijos del cond e llega ban
a la edad de servi r pudi era ocup ar la plaza , inter inarn ente, uno de los
tíos, don Juan o don Marc elo de Figu eroa . Con la cédu la en la man o
requ irió al virrey, pero éste, indec iso por la nove dad del asun to o no
gusta rle dema siado lo que sosp echa ba en el fondo, cons ultó con el fis..:
cal y la Audiencia. El voto cons ultiv o de los oido res reco nocí a los de- •
rechos del demandante, pero, no obstante, acon sejab a recu rrir a la Cort e
en busc a de una nueva decla ració n. Así lo hizo, en efecto, mas prev i- •

niend o posib les objec iones ofrec ía paga r <<la pena que fuere del agra do
de V.M.» para allan ar cualq uier dific ultad . Prev enció n inúti l, porq ue
tanto el fiscal como la Cám ara del Cons ejo de India s reco noci eron en
28
pleni tud los derec hos del cont ador • Así se decla ró en la cédu la de
22 de dicie mbre de 1744, pero aquí los suple ntes no son los menc iona -
dos anteriorn1ente, sino los que figuran con el núm ero 46 en la lista
29 • No tengo los datos sufic iente s para esta-
de conta dore s de cuen tas
blece r el dese nlace de esta histo ria. Lo que sí pare ce evide nte es que
José Herv oso, en los años poste riore s, hasta su mue rte el 31 de agos to
de 1770, siguió actuando como conta dor mayor del Tribunal de Cuentas.
Perm ítase me una últim a reflexión sobr e el caso : No es difícil admi -
tir que el dine ro del <<servicio» paga do por Herv oso para el trasp aso
prov inier a del cond e de San Migu el de Ca1·1na, princ ipal bene ficia rio
de la trans acció n. Podr ía supo ner adem ás otros arreg los econ ómic os
entre las parte s, pero me detengo aquí , lo cont rario sería llevar el jui-
cio dema siado lejos. Lo ciert o es que era una oper ación suma111ente
bene ficio sa para Astorayca, tanto porq ue la adqu isició n del carg o lesa -
lía de esta forn1a muc ho más econ ómic a, com o más rápid a y efica z al

acce der direc tame nte a la plaza num erari a, sin pasa r por las supe rnu- .
mera rías o futurarias. Podr ía objet arse que las autor idade s centr ales tu-

fuese su voluntad la plaza de contador juez oficial de esta villa; ítem, que estuviese.inhi-
bido de la Real Audiencia de La Plata por los justos motivos representados por su parte;
ítem, que daba por buenas todas sus operaciones ... cuand o vino el año de 1732 a recau-
dar la cantidad de los expolios del señor arzobispo Queipo, injustamente, como allí dije.
Demás de estas reales mercedes le vino otra a su cuñado, cura del beneficio de Puno,
de una canongía, que de todo tuvo mucho regocijo este ministro, al paso que sus émulos
en Lima tuvieron mucha parte de pena, cosa ordina ria en el mundo>>, 111, p. 386.
28
Informe del fiscal del Consejo, Madrid, 15 de noviembre de 1744, y Resolución
de la Cáma ra, 18 de ese mism o mes y año; AGI, Lima, 426.
29
Poco después Hervoso recurría nuevamente al Consejo para pedir copia de la cé-
dula de traspaso que había perdido en <<Un barco apresado por el enemigo>>. Se le conce -
dió el 21 de mayo de 1745; AGI, Lima, 426.


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 157

vieron que darse cuenta de tal irregularidad, pero si profundiza1nos,


concluiremos que, aunque esto hubíese sido así, el Estado también te-
nía sus motivaciones económicas para aceptar la situación; en primer
lugar, porque se trataba de una renuncia de un funcionario en activo
relativamente joven, cuya jubilación o muerte tardaría presumiblemen-
te en producirse y, en segundo lugar, aunque sea una razón de menor
categoría, además de beneficiarse con un <<Servicio>> inesperado recibía
el derecho de media anata y el valor añadido por los gastos de remesa
30
a la penísula •
La principal tara del sistema de venta de oficios deviene de sustituir .
a cualquier otro criterio en la selección de personal. Es cierto que
existía la nor111a general de que los oficios vendibles se remataran
31
en personas capaces ; pero mucho me temo que la criba tuviera
los agujeros demasiado grandes, que no existiera un mecanismo de
comprobación eficaz de tales aptitudes, guiándose exclusivamente por
la cantidad ofrecida y por los presuntos o verdaderos servicios a la
Monarquía aducidos por el pretendiente, aunque éstos fueran ajenos
a las habilidades y conocimientos requeridos para el cargo: acciones
bélicas y grados militares, présta1nos y <<servicios graciosos>> al Rey,
,,
etcetera.
El últirno mecanismo de control previsto y recordado expresamente
en cada una de las cédulas o títulos de nombramiento es la aproba-
ción por el virrey a la hora de hacer efectivo el derecho. No sé con
qué frecuencia y seriedad se realizarían tales evaluaciones; todo parece
indicar que cuando las hubo, debieron reducirse a un acto protocolar
y rutinario. Documental1nente sólo he encontrado dos casos de recha-
zo por parte de la autoridad virreinal a la toma de posesión. Uno en
el siglo XVII, a1nplia111ente
,, expuesto en el tercer capítulo, el del comer-
ciante Juan Medina Avila, porque no sabía contar y mucho menos leer
y escribir. Y otro en el siglo xvm, que creo tiene más de enfrentarniento
personal que de defensa de la seriedad profesional de la Contaduría.
Se trata del protagonizado por Antonio Hurtado de Sandoval. En efec-
to, en 1745, su padre, don José Melchor, había adquirido para él una

30 La legislación prevenía los llamados casos de oficios renunciables, condición que


debía expresarse claramente en la cédula de concesión o nombramiento, y en los que
el precio de las renuncias estaba fijado porcentualmente por la ley (Recopilación, VIII,
XXI). No parece ser este el caso de la inmensa mayoría de las ventas de contadurías
y mucho menos de este caso en particular.
• 31 Recopilación, VID, XXI, 11; cédulas de 14 de diciembre de 1606 y 31 de octubre

de 1615.

158 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

plaza de contador de cuentas con ejercicio y opción de número, pero


sin sueldo, previo pago de 13.000 pesos fuertes. Por la minoría de edad
del beneficiario, el padre sirvió la plaza desde agosto de 1747 hasta su
muerte. En 1753 le sucedió el hijo con la aprobación del virrey y dicta-
men favorable del fiscal. Hallándose en ejercicio en el Tribunal recibió
el nombramiento de corregidor de Trujillo y la declaración que era sin.
perjuicio de su plaza de contador supernumera rio y con derecho a ocu-
par la de número desde el primer momento que se produjera una va- •

cante. Tomó posesión del corregimiento en febrero de 1760, y diez años



después, pese a haberse cumplido sobradamente su período, no se le
había nombrado sucesor en dicho Gobierno. El 31 de agosto de 1770
murió el contador José de Hervoso. Hurtado acudió al virrey don Ma-
nuel de Amat, pero sólo obtuvo la más rotunda negativa, pese a los
infor1nes favorables de la Contaduría y el fiscal.
Más aún, le ordenó restituirse inmediatamente al Gobierno de Tru-
jillo. El virrey escribió a la Corte el 10 de octubre de 1771 justificando
su actuación: la suspensión se fundamentaba en el cumplimiento es-
tricto de las órdenes reales, contenidas en las cédulas de 18 de julio
de 1745 y 25 de agosto de 1751, por las que se apremiaba a los viceso-
beranos a no dar el pase a empleo alguno, provisto por beneficio, sin
que el candidato demostrara <<las calidades proporcionales>> a la fun-
ción. Examen que, a su juicio, no había superado Hurtado en los días,
cuando llegó de Trujillo, que le per1nitió servir provisionalmente en
la Contaduría, antes, había puesto en evidencia su genio <<irregular e
inquieto a propósito sólo para intrincar los negocios y hacer inexpendi-

bles las cuentas>>.


Las quejas de Hurtado no fueron escuchadas por las autoridades
limeñas. Al cesar en el corregimiento y no ser repuesto en el Tribunal, •

decidió marchar personalment e a la Corte acompañado de cuanta do-


cumentación creyó necesaria para enfrentar las <<sindicaciones que de
un golpe le han destruido y deshonrado>>. Allí fue bien recibido y ·se
le per1nitió incluso examinar el expediente. Instruido de las acusacio-
nes que pesaban sobre él elaboró su defensa:

a)Las cédulas en que se fundan1entaba el virrey no podían apli-


carse a su persona, por cuanto había demostrado su capacidad con una
larga experiencia en la Contaduría.
b) Se le había despojado de la plaza verbalmente, sin per1nitírsele
representación alguna pese a sus veintidós años de servicios a la Corona.
e) En la residencia del corregimiento, además de ser absuelto de
todos los cargos, se desterró a los calumniadore s.

• •

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 159

La sentencia definitiva no pudo ser más favorable para las preten-


siones del demandante. En efecto, se resolvió:
a) Que ocupara la plaza vacante dejada por el contador mayor Juan
Tomás Echeverría.
b) Con goce de sueldo íntegro desde el 31 de agosto de 1770
-fecha de la muerte de Hervoso rebajando tan sólo el salario que 1

en ese tiempo percibió como corregidor de Trujillo.


e) Por no ser justo, se decía, cargar con dos sueldos por la misma
plaza, Juan Francisco Nava1·ro que ocupó la vacante de Hervoso debí~
inde11mizar a la Real Hacienda <<del gravamen que por esta razón le
resulta>).
d) Y por último, se le reserva'b a los derechos para seguir las ac-
ciones que creyera pertinentes por los perjuicios recibidos 32 •

1.2. Conflictos protocolarios

Otra faceta de la Contaduría de Los Reyes en que se manifiesta la


línea de continuidad con la centuria anterior es todo lo que se refiere
al capítulo de tratarnientos, preeminencias, privilegios ... el protocolo,
en una palabra. Unas veces los enfrentamientos se suscitan por la sim-
ple vanidad de los contadores, otras porque los demás ministros de la
Administración no guardan las formas con el Tribunal como es debido
y preceptivo, restándoles de esta manera la seriedad e imperio tan ne-
cesarios para que, como lo recuerdan los propios interesados, los su-
balternos y el ·público en general traten con respeto a quienes deben
velar por los intereses fiscales del Rey. Y, como siempre, los principa-
les roces en este terreno se dan con la Audiencia. Los contadores tra- •

tando de ·igualarse en el trata1niento con los jueces togados, teniendo


en cuenta, sobre todo, que integra~ una tercera sala de Audiencia, y
los oidores y fiscales poniendo trabas para ello y procurando rebajar-
les el trata1niento. ·
En 1736 los enfrenta1nientos se hacen realmente tensos: los conta-
dores acusan a los oidores y especialmente al fiscal Lorenzo de la Puente,
33
de no darles el trata1niento reglamentario de señor-señoría • Los to-
gados restan importancia a las quejas y los acusan a su vez de interpre-


32 Cédula a la Audiencia de Lima, El Pardo, Zl de marzo de 1776; AGI, lima, 1.123.
33 Carta de los contadores de cuentas de 28 'de junio de 1736 y del regente de 24

de julio de 1736; AGI, lima,, 425.



160 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

tar torcidamente los textos legales 34 • El virrey, marqués de Villagar-


cía, infor111a sobre la disputa a la Corte, pero se inhibe
,, de tomar par-
tido y deja la solución al arbitrio de la, Corona 35 • Esta ta1npoco se
decide por el momento y pide más información a las autoridades
peruanas 36 •
Esta falta de decisión lógicamente agrava las tensiones y, lo que es·
más serio, interfiere en la administració n de justicia de aquellos asun-
tos fiscales que tenían que ser resueltos de forma conjunta, por miem-
bros de ambos cuerpos en litigio, en la Sala de Ordenanza. Ya tendremos •

oportunidad de volver sobre este tema más adelante.


En la década de los cuarenta las pretensiones de los contadores lle-
gan a un nivel sin precedentes, al solicitar una igualdad absoluta con
la Audiencia, de tal manera que en los paseos, procesiones, acompaña-
mientos, entierros y duelos desfilaran, arnbos tribunales, <<pareados al-
ternativamente>>. Semejante pretensión había nacido, al parecer, del
disgusto de los auditores de pasar física1nente a una segunda fila en
los actos que se realizaban en la iglesia-catedral, donde las sillas de
la primera fila habían sido ensanchadas, de tal forn1a que ya no cabían
todos, oidores y contadores, <<de pila a pila>>.
La respuesta de la Corona, en cédula de 10 de agosto de 1748, es
ahora explícita en cada una de las cuestiones planteadas, aunque pro-.
cura no inclinarse decidida111ente por ninguno de los dos lados:
l. En la Sala de Ordenanza y en las juntas de Real Hacienda se
debe dar a los contadores, por escrito y de palabra, el tratamiento de •

señores y en la Sala de Ordenanza el de jueces, además de recibir las


mismas consideracion es que los oidores. •

2. Se deniega <<por ahora>> todas las demás pretensiones de los con-


tadores: ·
a) la igualdad con los oidores en los recibimientos y funciones pú-
blicas; ·
b) el tratamiento de alteza; ·
e) la igualdad de tratamiento y privilegios para los alguaciles ma-
yores de runbos tribunales; .
d) lo mismo entre el contador de bienes de difuntos, agregado al

34
Carta al Rey de los oidores marqués de Casa Concha, Solano, Álvaro Cavero, con-
de de las Torres, José Ignacio Ortiz, Gregorio Núñez y Lorenzo de la Puente, 20 de julio
de 1736; AGI, Lima, 425.
35
Carta al Rey del marqués de Villagarcía, 26 de julio de 1736; AGI, Lima, 425.
36
Carta al virrey, 28 de junio de 1737; AGI, LJma, 425.

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 161

Tribunal de cuentas, y el defensor de Indios de la Real


Audiencia YT. '

La expresión <<por ahora» de la real cédula dio a los contadores de


cuentas el asidero legal para seguir planteando como se dice ahora
en lenguaje laboral sus reivindicaciones. Fruto de esta insistencia es
la cosecha de pequeños éxitos, como la declaración real de que a los
ministros superiores del Tribunal se les diera individual111ente en todas
partes el tratarniento de señor 38 , o que la Instrucción General de In-
tendentes de 1782 reconociera oficialrnente, por fin, el nombre de Con-
taduría o Tribunal Mayor y a ellos el de contadores mayores, por los
que habían suspirado desde su fundación y que a fuerza de reiterativos
habían logrado imponer su uso generalizado mucho antes de que se les
otorgara por la legislación.
La relativa tranquilidad interna del Tribunal se rompe en las prime-
ras décadas del siglo xvm, igual que en el siglo anterior, de for1na oca-
sional por problemas menores menores si los compararnos con las
gravísimas tensiones que agitarán a la institución en el último decenio
y que continuaron con renovado apasionamiento en el siglo siguiente;
aunque, ciertamente, ya desde esta época se van gestando las condicio-
nes que hicieron posible este an1biente hostil . Pero, insisto, las dis-
cordias son todavía meramente coyunturales y tienen como causa
principal la distorsión de la rutina del Tribunal, ocasionada por la crea-
ción de un nuevo cargo, el de regente, que estudiaremos en el epígrafe
siguiente, o la agregación a la Contaduría de un funcionario relativa-
mente autónomo.
Este último es el caso del contador de juzgado de bienes de difun-
tos Juan de Vergara, quien pretendió colocarse, en virtud de una cláu-
sula especial de su título, en el escalafón jerárquico inmediata1nente
después de los contadores de número y antes que los supernumerarios,
Gabriel Echeverría Zuloaga, el contador supernumerario más directa-
mente afectado por la pretensión, ápoyado por sus compañeros de la
Mesa Mayor, ante la inhibición del virrey, acudió al Consejo de Indias
donde encontró la más favorable acogida. En efecto, el fiscal declaró

que los supernumerarios gozaban de las mismas exenciones y privile-
gios que los numerarios, <<parece no ser regular, dice el fiscal, la pre-
tensión del contador de bienes de difuntos y más cuando de ella se


n Cédula, Buen Retiro, 10 de agosto de 1748; AGI, Lima, 1.122 .
38
Cédulas dirigidas al virrey y a la Audiencia·de Lima, 10 de octubre de 1756; AGI,
Lima, 1.122.



16 2 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

seg uir ía int err um pir la ser ie y gra du ac ión de los asi en tos de un Tr ibu -
na l tan for ma l co mo el de Cu en tas de Lirna y qu e vin ies e mi nis tro de
otr o inf eri or y distinto a eje cu tar est o; a qu e no se de be da r lug ar po r
se r Cu erp o ce rra do y Tr ibu na l completo>> 39 • Po r últ im o, co nc luí a de -
sec ha nd o el an tec ed en te de un a sen ten cia de la Au die nc ia de Li ma en
1673, po rqu e en es a fecha no existían su pe rnu me rar ios , sin o só lo futu-·
rar ios sin ejercicio. El Co ns ejo co nf mn ó la de cis ión de su fiscal 40 •

2. W S NUEVOS ST ER IO S

La sen cil la pla nti lla de los tri bu na les de cu en tas ind ian os , ins tit uid a
po r las ord en an za s fun da cio na les de 1605: tre s co nta do res de cu en tas ,
do s oficiales ord en ad ore s y un po rte ro co n va ra de jus tic ia, a la qu e
en 1629 de ntr o de lo qu e tod av ía co ns ide ro eta pa fun da cio na l se
le ag reg an los co nta do res de resultas, se fue mo dif ica nd o mu y len ta-
me nte en el siglo XVII. El siglo xvm, qu e se ini cia ba jo el mi sm o sig-
no, pro nto en tró en un pro ce so de ac ele rac ión : se cre an nuevos ca rgo s;
se cre an y mo dif ica n ca teg orí as; se au me nta co ns ide rab lem en te el nú -
me ro de servidores, etc., hasta ha ce r prácticarnente irreconocible la plan-
ta pri mi ge nia de la Co nta du ría .

El cre cim ien to cuantitativo tiene, sin lug ar a du da s, en tre su s mo ti-
vaciones el co nv en cim ien to de las au tor ida de s ce ntr ale s de la ins ufi -
cie nc ia de pe rso na l pa ra qu e la Co nta du ría se en fre nte co n un mí nim o
de ga ran tía s y efi ca cia al en or me nú me ro de cu en tas atr asa da s y co -
rri en tes de tan extenso ter rit ori o jur isd icc ion al. Pe ro al me no s en ese
mi sm o nivel de im po rta nc ia est á esa otr a ca us a qu e he señ ala do rep eti - -•
da me nte : la venta de oficios. Es est a po lít ica la qu e pre cis am en te en -
co ntr am os en ·el ori ge n de l má xim o ca rgo jer árq uic o de l Tr ibu na l de
Cu en tas , el regente, cu ya ac tua ció n de sd e 1711 ha sta su de sap ari ció n,
ce rca de me dio siglo, ca rac ter iza co n su pre sen cia la vid a de la ins titu -
ción. El lo jus tif ica el epígrafe especial. Lo s restantes funcionarios, nue-
vos y viejos, ser án est ud iad os en or de n cro no lóg ico en las su ce siv as
mo dif ica cio ne s y reformas qu e su fre la Co nta du ría en est e siglo.

39
De que esto fuera así no cab e la me nor dud a; en las cartas, informes, etc ., los
supernumerarios firman conjuntamente con la Mesa Mayor. Co mo en ésta, de 15 de agosto
de 1732, en la que el interesado est am pa su firm a jun to al regente y a los con tad ore s
Pedro Ca ma cho del Lomo, Fer nan do Fernández Ob reg ón, Cayetano Ga spa r de Ma nsi -
lla, Jos é de Bo rda y Ma nue l de Sosa; AGI, Lima, 425.
40
Inf orm e del fiscaJ, Ma dri d, 13 de noviembre de 1731 y con firm aci ón del Co nse -
jo el día 16; AGI, Lima, 425.


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 163

2.1. El regente

El primer regente del Tribunal de Cuentas de Lima, cuyo título está


fechado el Z7 de abril de 1711, fue un hijo de la tierra, don Agustín Ca-
rrillo de Córdoba, quien, en efecto, nació en la capital virreinal en el
seno de una antigua e influyente fa1nilia criolla 41 •
Como ya expresé líneas arriba, el alto cargo directivo está determi-
nado en su origen por las necesidades económicas del Erario; Carrillo
41
había pagado por el suyo 5.000 doblones ª. En el Tribunal de Méxi-
co la regencia se había provisto un año antes en la persona de don Ni-
colás Rivera de Santa Cruz. Navarro García, de quien recogemos la
información, no expresa si fue previo pago de un <<servicio>> pecunia-
rio, pero esto es lo más probable, ya que su nombra11úento está inserto
en la reiniciación de la política de provisión de los cargos i1nportantes
42
de ese Tribunal por este sistema • -

Lo mismo que en la creación de los contadores de resultas en 1629,


ocurre algo semejante con la regencia: no parece existir un documento
que dictarnine su implantación. En todo caso, la cédula de nombra1niento
del primer funcionario hace las veces de éste. Cédula en la que de al-

41
Fue alcalde ordinario de Lima; <<casó este caballero en Santiago de Chile, en 3
de agosto de 1699, con doña Rosa Garcés de Marcilla y Lisperguer>>, cuyo padre fue en-
comendero, alcalde ordinario y corregidor de Santiago. Entre sus descendientes destaca
el tercer conde de Vistatlorida, José Baquijano y Carrillo; Diccionario Heráldico y Ge-
nealógico de Alberto y Antonio García Carraffa, XXIll, p. 230 (Madrid, 1926); Mendi-
buru, Manuel de, Diccionario Histórico Biográfico (Lima, 1885).
41
ª Como en la mayor parte de este tipo de cédulas, el precio pagado por el oficio
se consigna como algo secundario. El primer párrafo del título de Carrillo quiere dar
a entender que son otros los méritos que se toman en consideración:· <<Por cuanto aten-
diendo al dilatado tiempo que me habéis servido vos don Agustín Carrillo de Córdoba
en calidad de soldado, alférez, capitán de infantería y caballería, en diferentes partes del
Reino del Perú, y últimamente con el empleo. de comisario general de la caballería del
Ejército de Chile y lugarteniente de capitán general del Reino de Chile, con la agrega-
ción del corregimiento de Ja ciudad de Santiago y a los dilatados méritos de vuestros
pasados que fueron los primeros conquistadores de aquel Reino, he venido haceros la
merced por decreto de 9 de abril de este año, de regente de la Contaduría Mayor... >> El
salario anual que se le asigna es el equivalente al de un oidor: 3.000 pesos ensayados,
Zara~oza, Z7 de abril de 1711; AGI, Lima, 1.123.
4
- En 17(]7 se vendió una plaza de contador a don Antonio Peña quien llegó al Tri-
bunal precedido de la fama de ser hombre de gran inteligencia para solucionar los pro-
blemas que agobiaban a la Real Hacienda, pero todo resultó ser un grosero fraude-
otorgándole la preferencia sobre los demás ministros. En 1710 se vendió otra a don Nico-
. lás Pardo, por 4.000 pesos. En 1710, a la muerte .de Peña, se nombró como regente a
Rivera Santa Cruz. Navarro García, El Real Tribunal de Cuentas, pp. 531 y ss.

16 4 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIR RE INA TO PE RU AN O

guna manera se recogen los considerandos y se explicita las caracterís-


ticas y atribuciones del nuevo ministro 43 :
a) Tendrá preferencia sobre todos los demás empleados.
b) Tendrá voz y voto en todos los negocios que se traten en el
Tribunal.
e) Cuidará de la puntual observancia de las leyes, ordenanzas y
cédulas que se han dictado para la mejor recaudación de la Real Ha-
cienda.
d) Tomará y fenecerá las cuentas de los oficiales reales y demás ·
administradores del Erario, según las ordenanzas de la Contaduría.
e) Fir ma rá y señalará las providencias y despachos qu e em an en
de las resoluciones del Tribunal.
fJ Informará al Rey, po r medio del Consejo de Indias, de cuanto
considere necesario para el me jor servicio.
En un primero y rápido análisis de tales atribuciones no se encuen-
tra una innovación radical con la introducción del nuevo funcionario:
es un contador de cuentas más con preferencia sobre los demás y, en
este sentido, reemplaza a la figura del decano. Este hecho permite, a
su vez, deducir nuevas atribuciones, las qu e hasta es e momento fueron
prerrogativas de éste: ostentar la representación del Tribunal, de for1na
especial en la Junta o Acuerdo de Hacienda. Sólo dos notas de las atri-
buciones conferidas po r el título indican una cierta singularización: in-
for1nar individualmente a la Co ro na y la de fir1nar validar, po drí a
interpretarse las actuaciones del Tribunal. •

La fuerza del nuevo funcionario deviene más de la forma: de la sin-


gularización del personaje po r el nombre e incluso po r algo qu e pu ed e
parecer más prosaico, su mayor sueldo. Una for1na a la qu e hubo de •

darse contenido. El virrey Amat o lo qu e es lo mismo, el co nta do r


Feijóo de Sosa, responsable de la parte hacendística de la Memoria 44-
expresa con conocimiento de causa cuáles fueron en la práctica dichas
competencias 45 : ,

a)La dir ec ció n de l Tr ibu na l en su rég im en int ern o y


económico 46 •

43
Cédula, Zl de abril de 1711; AGI, Lima, 1.123.
44
Lohmann Villena, Guillermo, Las relaciones de los virreyes del Perú; AE A (Se-
villa, 1959), XVI, pp. 315-532; pp. 461 y ss.
45
Amat, Memoria, p. 694 y ss.
46
Atribución que se expresó claramente en el decreto del Su per ior Gobierno de 11
de jul io de 1748, en carta de los contadores de 21 de agosto de 1748; AGI, lim a, 426.
• •





LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 165

Mantener con <<ar1nonía y buen orden>> la corresponde11cia con


b)
los oficiales reales y corregidores.
e) Velar por el cumplimiento de los deberes de los subalternos.
d) Estar enterado en todo momento del estado de las cuentas y pro-
curar la cobranza de .las deudas 47 •

Deberes, dice Amat, que sobrepasan la autoridad y capacidad del


decano y que descargan al virrey de sus obligaciones como presidente
del Tribunal. En definitiva, podría1nos concluir en pocas palabras: la
razón de ser de los regentes fue o debió ser dirigir con autoridad el
régimen interior de la Contaduría y, con esa misma autoridad, canali-
zar las relaciones del Tribunal con las restantes instituciones y funcio-
narios de Hacienda.
Pero como es fácil suponer, la tarea nada fácil de dar contenido al
cargo chocó con los intereses y privilegios del colegio de los contado-
res, quienes satisfechos de sus ministerios, por haberlos honrado el Rey
<<con unos de tan distinguida representación>>, no estaban dispuestos a .
recibir un trato inferior al de <<conjueces>> con el regente, como miem-
48
bros de un mismo Tribunal • El enfrentatniento entre el nuevo y los
viejos magistrados radica en este antagonismo de fondo, pero se con-
creta en un aspecto que sirve de hilo conductor en estas disputas, hasta
llegar a la abierta y violenta ruptura. Me refiero al problema del repar-
to de cuentas, que hasta ese momento había sido competencia conjunta
de los contadores y que Carrillo entendió como una de sus atribucio-
nes exclusivas.
El virrey-arzobispo don Diego Ladrón de Guevara, en su decreto
de 13 de mayo de 1713, apoyó sin reticencias la pretensión del regente,
pero la protesta y oposición de los contadores impidió por entonces que
se llevara a la práctica 49 • La transigencia de Carrillo le permitió man-
tener un relativo buen entendimiento con los ministros, y así, gracias

47
Además de las atribuciones generales reseñadas en el cuerpo del trabajo, los re-
gentes del Tribunal de Cuentas tuvieron otras atribuciones o encargos menores, como
por ejemplo la tarea que les encomendó Castelfuerte de intervenir en el pago de todos
los gastos ordinarios de los oficiales reales de la Caja de Lima y de enviar al virrey cada
mes una relación de los gastos e ingresos y el saldo existente. Confirmado después por
cédula de 25 de julio de 1725 (Relación de Gobierno del marqués de Villa García, 24
de julio de 1745; BNM, ms. 3.107). Unido al cargo de regente corrió la Superintendencia
del real derecl10 de Sisa. Vid., por ejemplo, Carta de Carrillo de Córdoba, de 30 de
diciembre de 1726; AGI, Lima, 425.
48
• Carta de los contadores, 21 de agosto de 1748; AGI, Lima, 426.
49
. Ibídem.
..


16 6 CO NT RO L FI SC AL EN EL tV IR RE IN AT O PE RU AN O

a su colaboración e imbuido de un a gr an en er gí a y ac tiv id ad , pu do


ad e-
la nt ar co ns id er ab le m en te el m ar as m o en qu e se en co nt ra ba la co nt
ab i- •
lidad virreinal, tal co m o lo estudiaremos en el capítulo correspondie
nte.
E l 6 de en er o de 1744, el m ar qu és de C as a C al de ró n tomó po se si ón
de la regencia del Tribunal 50 , y removió el ca si ya ol vi da do asunto
de l
repartimiento de cuentas at np ar án do se en el de cr et o de 1713 a la
vez
qu e co ns eg uí a qu e el co nd e Su pe ru nd a ex pi di er a ot ro 11 de ju li
o de
1748 qu e no sólo le co nf ir m ab a esta pr er ro ga ti va , si no qu e le co nc e-
dí a nuevos privilegios: di st ri bu ci ón de lo s negocios de H ac ie nd a,
el a-
boración de los informes solicitados po r el Superior Gobierno, asesor •

ado
po r dos co nt ad or es y co n exclusión de todos los de m ás y, po r últim
o,
la de cl ar ac ió n ex pr es a de co m pe te rl e el go bi er no y di re cc ió n del
T ri -
bunal. Atributos con los qu e se ro m pí a la tr ad ic io na l co le gi al id ad
de
la M es a Mayor.
C on esto se en ce nd ió la m ec ha de un pr ob le m a qu e es ta ba en la
m is m a raíz de la re ge nc ia , pe ro qu e la pr ud en ci a de C ar ri ll o de C ór
do -
ba ha bí a mantenido larvado. L os co nt ad or es pr ot es ta ro n en pr im er
lu-
ga r po r lo qu e ellos en te nd ía n la co nc es ió n de un po de r si n lím
ites,
<<de cuya ge ne ra li da d to m ó motivos Rara co ns ti tu ir se en tal su pe ri
or i-
da d qu e le co nf ie re ar bi tr io pa ra al te ra r la pr ác ti ca del T ri bu na l, im
pe -
ra nd o a sus 111inistros co n de sp re ci o de la bu en a co rr es po nd en ci a
.. . >>,
así, po r ejemplo, co nt in úa n exponiendo los contadores, revestido de
es a
au to ri da d extendió la facultad de re pa rt ir la s cu en ta s a lo s in fe ri
or es
-q u e er a, di ce n, lo qu e le co nc ed ía el de cr et o de 1713 a los m in
is -
tr os su pe ri or es , di st ri bu yé nd ol es personal111ente las cu en ta s qu e de
bí an
liquidar.
Pese a qu e los co nt ad or es te ní an pr es en ta do re cu rs o an te el virrey
, -
ponderando <<las perniciosas consecuencias qu e podían resultar>> del cu
m-
pl im ie nt o del· decreto, es cr ib ie ro n ta m bi én al Rey ad el an tá nd os e a
los ·
inforrnes de l regente, pa ra qu e antes de qu e se to m ar a re so lu ci ón
se
evaluaran ta111bién sus ra zo ne s y ar gu m en to s 51 • N o an da ba n de sc am
i-
nados; el m ar qu és de C as a C al de ró n, po r estas m is m as fechas, es
cr i-

° Carta de los contadores de cuentas 6 de enero de 1744; AGI, Lima, 1.122. Jorge
5

Ventura Calderón de Cevallo obtuvo el cargo de contador de cuentas


con preferencia
sobre los demás y de regente futurario po r título de 9 de en er o de
1734 y pago de un
servicio de 26.000 pesos de a 10 reales (AGI, Lima , 1.123). Er a natu
ral de San M ar tín ,
en la provincia de Santander. El 9 de septiembre de 1730 había ingr
esado en la O rd en
de Santiago y dos días después de su nombramiento co m o regente
futurario, obtuvo el
título de marqués de Ca sa Calderón (García Carrafa, Diccionario,
51 XXI, p. 89).
Carta de los contadores de 21 de ag0sto de 1748; AGI, lim a, 426; ot
ra de los mis-
mos del 10 de diciembre de 1748; AGI , Limq, 1.127.

• •



'

LA CONTADURÍA EN EL SfGl_O XVIII 167

bía a la Corte acusando a los contadores de oponerse a los decretos


del Gobierno Superior pensando exclusivamente en su comodidad y pro-
curando el menor trabajo. Pedía, por lo tanto, que se le confirmara di-
cha atribución como se había hecho ya con el regente de Santa Fe
Levistrán de Castañeda 52 • •

El Consejo de Indias, ateniéndose al dictarnen de su fiscal, prefirió


no pronunciarse y dejó la solución en manos del virrey 53 , que era tanto
como apoyar al regente, ya que el vicesoberano seguía siendo el mismo
que ya había tomado partido con el decreto de 1748. No hubo sorpre-
sas; el conde de Superunda reafirmó su decisión. Y así se reinició el .
ciclo de protestas, recursos, cartas, informes, etc., que el virrey unió
en un expediente y lo envió al Consejo 54 , que dictarninó definitivamen-
te el 12 de julio de 1754, aprobando la actuación del gobierno de Lima.
Pero los tozudos ministros de la Contaduría no se resignan e insisten
con sendos recursos en 1754 y 1757, volviendo sobre sus antiguos argu-
mentos, pero añadiendo ahora dos nuevas peticiones: una, que si pese
a todo, los consejeros de Indias se mantienen en su decisión, se declare
la irresponsabilidad de los contadores en las cuentas distribuidas por
el regente, y otra, que el expediente se revise en sala de justicia. El
Consejo con enortne paciencia da respuesta a a1nbas cuestiones. Sobre
la primera reconoce el principio de que nadie es responsable de lo que
no hace, por lo tanto, los contadores no lo son en el acto de repartir
las cuentas, pero sí de las cuentas que glosen, fenezcan y supervisen.
En cuanto al segundo punto se confirma el carácter gubernativo y no
judicial de esta materia 55 • ·
En el entretanto había ocurrido el relevo de regente en el Tribunal.
Al marqués de Casa Calderón, ausente en España, le había sucedido
56
otro limeño, don Simón Ontañón y Lastra, conde de Las Lagunas •

52
Carta del regente, s/f (aprox. la misma ·que las anteriores); AGI, Lima, 426.
53
Resolución del Consejo, 16 de marzo de 1750; AGI, Lima, 426.
54
Todo ello da lugar a un voluminoso expediente: Autos seguidos en el Superior Go-
bierno del Excmo. Señor Virrey del Perú, conde de Superunda, entre los señores conta-
dores y el señor Regente del Tribunal de Cuentas, sobre el despojo de repartir cuentas
entre los ministros, que se les ha hecho a dichos señores contadores por el dicho señor
Regente. 1752-1753; AGI, Lima, 426.
55
Inforn1e del fiscal, Madrid, 7 de agosto de 1757, y resolución del Consejo el día
9; AGI~ Lima, 426.
56
Lohmann: Los americanos ... , p. 438. Don Simón de Ontañón y Lastra y Jimé-
nez Lobatón obtuvo su título de regente futurario y contador de cuentas el 13 de junio
de 1745, por medio del más alto servi.cio que se pagó en el Tribunal: 31.200 pesos fuer-
tes; AGI, Lima, 1.123.



168 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Curiosamente el conde, que como contador de cuentas y regente futu-


rario se había identificado con los plantea1nientos de sus compañeros,
al reemplazar a Casa Calderón asu1ne su nuevo papel ol\ idándose de 1

cuanto había dicho y fir1nado. En su defensa podría argüirse y es pro-


bable que él así lo hiciera que ahora mediaban tajantes órdenes rea-
les, que había que obedecer. Lo cierto es que durante el tiempo que
dirigió la Contaduría, la discusión se hizo más agria, la situación más
tensa, hasta llegar a la definitiva ruptura entre el regente y el resto de •

los ministros del Tribunal. •


El siguiente episodio es ilustrativo de la situación a la que se había
llegado. El regente se queja amargamente en carta al Monarca de la
complicidad de los contadores con el futurario José Antonio de
Hurtado 57 , quien la noche del 28 de mayo de 1755 maltrató, dice, gra-
vemente <<con palabras injuriosas y dicterios y aún ofrecido de palos>>
a don Pedro de Laras, portero interino nombrado por el propio conde,
por no haber obedecido en poner el asiento del contador en el lugar
correspondiente. Los contadores, reunidos esa misma noche, hicieron
causa común con el futurario y redactaron un auto destituyendo al
portero 58 a la vez que deter111inaban su prisión; <<lo que de facto, pun-
tualiza el regente, ejecutaron extemporáneamente en día feriado». El
conde de Las Lagunas hacía considerar las siguientes circunstancia s
que en su opinión hacían más reprensible la acción:

a) ~semejante desacato>> se había ejecutado en el propio palacio


del virrey y en presencia de un extraordinari o concurso de personas.
b) Los contadores se habían juntado en una casa particular sin asis-
tencia ni conocimiento del regente.
e) Los autos se habían dictado sin intervención del escribano del •

Tribunal, Manuel José Meneses, ni otro público.


d) Los autos adolecían además de defectos de for111a, porque ru-
bricados por los contadores Borda, Hervoso, Manrique y Espinosa, qui-
sieron hacer creer que habían sido validados por el regente.

57
El conde describe a Hurtado como un sujeto <<que apenas llega a la edad de 20
años, entró hallándose de colegial a servir la plaza de contador por muerte de su padre,
don José .Hurtado, en cuarta futura sin renta; es de un genio sumamente inquieto y liti-
gioso y la experiencia de su conducta en esa Corte donde se halla al presente acreditará
la realidad de este informe>>. Continúa diciendo que el año que Hurtado sirvió el empleo
asistió rara vez y sólo en caso de interés para sus propios negocios; Carta del regente,
Lima, 30 de noviembre de 1755; AGI, Lima, 426.
58
Pedro de Laras servía como sustituto de Manuel de Laras; en el auto en que se
cesa al portero se insta a Manuel a ocupar su plaza; AGI, Lima, 426.
• -

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 169

e)Por las prisas con que habían actuado utilizaron papel de oficio
y no sellado.

Todo esto, aunque parezca anecdótico, es el reflejo, repito, de esa


situación de fondo, del antagonismo profundo provocado por la lucha
de las atribuciones y más concretamente del reparto de las cuentas. El
conde de Las Lagunas lo expone con claridad: proviene todo esto, di-
ce, <<de la liga y parcialidad que en muchos días a esta parte han forma-
do los referidos contadores contra las facultades y prerrogativas de la
regencia, que pretenden deprimir>>. Pero lo que aparentemente resulta ·
curioso es que se inmiscuya en estas discordias al mismo virrey, conde
de Superunda, como partidario de los contadores, cuando hasta hace
poco lo veía1nos identificado con los intereses de la regencia. El regen-
te insinúa que esa parcialidad proviene de la afinidad con el contador
don José Hervoso, <<quien garantizado de su hermano don Francisco
Hervoso, asesor general de vuestro virrey del Perú, es el principal y
más implacable enemigo>> 59.
La protesta del regente tuvo muy mala acogida en el Consejo de
Indias. El fiscal ofrece como primer reparo que no se haya acudido al
virrey como jefe inmediato, quien en el uso de sus facultades hubiera
podido corregir los excesos. Con ello, continúa, se hubiera excusado
<<molestar la atención del Consejo y la sospecha de que se hace por acre-
ditarse de celoso en el real servicio o porque no se acomoda con la
dependencia y subordinación que debe reconocer en el virrey>>. Reco-
mienda que se le advierta que sólo se acuda al Rey en caso de que las
provisiones del vicesoberano no se ajusten a Derecho. Al virrey debe
avisársele de las circunstancias narradas por el regente para que los con-
tadores se abstengan de tales novedades. Y por último recomienda que
en la cédula no se haga mención a las alusiones del regente sobre la
<<conducta y genio>> del contador Hurtado ni <<del manejo que supone
tiene en el Gobierno don José Hervoso por interposició11 de su herma-
no el asesor del virrey>> ro. ·
El distanciamiento entre los condes de Superunda y de Las Lagu-

nas, que se insinuó líneas arriba, se hizo más profundo, y la caída en
desgracia del regente, inevitable, sobre todo después de la sentencia,
casi reprimenda, del Consejo de Indias. La postura favorable de Man-

59Carta del regente, 30 de noviembre de 1755; AGI, Lima, 426.


• 60 Dictamen del fiscal, Madrid, 14 de marzo de ·1758, que el Consejo ratifica, <<Co-
mo parece al señor fiscal~, el 6 de abril de ese mismo año; AGI, Lima, 426.


170 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

so de Velasco en el conflicto del reparto de cuentas, como ya se ha di-


cho, había decidido el contencioso a favor del regente, pero ello no
impidió que la situación interna siguiera deteriorándose hasta hacerse
casi insostenible, incidiendo directa111ente en un aspecto fundamental
de la institución, en la rendición de cuentas. La solución que se adoptó
entonces, dentro del nuevo clima de relaciones, fue la de separar al re-
gente. No tengo el conocimiento cierto y detallado de las circunstan-
cias en que se produjo este hecho. En una carta de Superunda, en las •
postrimerías de su gobierno 29 de enero de 1759 , en la que el vi- .
rrey daba razón puntual de las cuentas de las cajas reales, se expresa
el gran adelanto que desde la marcha del conde de Las Lagunas éstas
habían experimentado, al cesar <<la desunión que había entre los mi-
61
nistros>> •
Con la jubilación adelantada del conde de Las Lagunas desapare-
ció, en la práctica, el cargo de regente en el Tribunal de Cuentas de
Lima. Teorica o legalmente lo fue aún durante aigún tiempo, hasta su
62
muerte, el marqués de Casa Calderón , que sobrevivió al conde. Pe-
ro dadas las circunstancias de su retiro peninsular, nada o muy poco
significaba este hecho. Lo que es indudable es que la Corona se resis-
tía a nombrar un nuevo regente o a declarar extinguido el cargo. En
1568, en una real cédula se expresaba esta incertidumbre: <<aunque lle-
gue el caso de haber regente con ejercicio en ese Tribunal ... >> • 63

La supresión de la figura del regente solucionó por el momento el


problema del reparto de cuentas que había alterado durante tantos años
la vida de la Contaduría. En la cédula que acaba1nos de citar se despe-
jaba, sin dejar lugar a interpretaciones, cualquier duda sobre este par-
ticular: correspondía al virrey a propuesta del Tribunal 64 • •

La desaparición de la regencia obedece por lo visto al deseo de eli-


minar una fuente de conflictos. Pero no puede soslayarse otras posibles
explicaciones, como la revisión de la política de venta de oficios, acom-

61
En otras comunicaciones del virrey se da cuenta por1nenorizada de las relacio-
nes que mantuvo con el regente. En una de primero de febrero de 1759 remitió los autos
sobre las disputas en el repartimiento de cuentas y las disposiciones que había dictado
para el caso. El primero de julio remite el infor111e que por real despacho se le pidió
sobre las quejas del regente sobre los demás ministros de la Contaduría. En otra de sep-
tiembre satisfizo a otra petición real de infor111es sobre la pretensión del regente de deci-
dir privativamente las sustituciones de los ordenadores y proposiciones para la provisión
de porteros. En Cédula, Aranjuez, 20 de mayo de 1768; AGI, Lima, 1.122.
62
Amat: Memoria, pp. 694 y ss.
63
Cédula, 20 de mayo de 1768; AGI, Lima, 1.122.
64
Ibídem.

• •

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 171

pañada, quizá, de la inexistencia de ofertas suficientemente tentadoras,


teniendo en cuenta las enormes sumas que habían pagado los últimos
regent~s. En esta misma línea puede considerarse el considerable aho-
rro que representaba para el Erario el sueldo del mencionado fun-
• •

c1onar10. •

Pero de todas formas, la extinción definitiva del cargo no puede con-


siderarse un hecho circunstancial de la Contaduría limeña, antes, al con-
trario, parece responder a una política general. En la reforma de la planta
del Tribunal de México decretada por cédula de 10 de junio de 1776-
65
se elimina la plaza de regente • •

Las altas autoridades arnericanas evaluaron negativa111ente la medi-


da del gobierno central y, en consecuencia, solicitaron su reconsidera-
ción. Así, el virrey Amat dice en su Memoria que <<hace falta un regente
o director que esté obligado a dar curso a los innumerables expedientes
que allí se versan [ ... ] ; es cierto que el decano ha suplido sus veces,
sin embargo, hace notabilísima falta semejante empleo>> 66 • En pareci-
dos términos se expresa el mexicano segundo conde de Revillagigedo
al pedir un contador general <<que bajo las órdenes del virrey, presi-
dente nato del Tribunal, dirija como jefe superior esta irnportante ofici-
67
na de la Real Hacienda>> • Pese a tan calificadas voces, los regentes
no volvieron a hacer acto de presencia en las contadurías americanas
hasta la muerte por concusión de estos organismos en los albores de
las nuevas repúblicas arnericanas 68 •
\

3. LA REFO DE 1720

El TI de abril de 1720 se expidió una cédula con la i.ntención de


reformar <<la planta» de los ordenadores y entretenidos del Tribunal de
Cuentas de Lima 69 • A diferencia de las cédulas de 1691 y 1694, no

65 Beleña, Eusebio Ventura, Recopilación Sumaria de todos los autos acordados de


la Real Audiencia y Sala del Crimen de esta Nueva España (1 ~ ed., México, 1787; ed.
facs. México, 1981) III, núm. 739, p. 347.
66 Amat, 1Yi.emor1a,
lA '
p. 64 .
67
Díez Trechuelo Spínola, María Lourdes: Juan Vicente de Güemes Pacheco, Se-
gundo conde de Revillagigedo (1789-1794) en Virreyes de la Nueva España, dirigida por
José Antonio Calderón Quijano 1 (Sevilla, 1972), p. 186. Cita: Dictamen sobre la preci-
sión de adicionar la Ordenanz.a de Intendentes, proposición XII; AGI, México, 1.300.
68 Curiosamente la extinción de la regencia de los tribunales de cuentas coincide
. '
cronológicamente con la creación de las audiencias americanas.
69
AGI, Lima, 425.


• •

172 CON TRO L FISC AL EN EL VIRR EINA TO PER UAN O

cen tra su atención en los ministros mayores sino en los subalternos,


a los que pret end e red ucir al núm ero prefijado por las leyes recopila-
das. El nom bre de reforma sólo pue de apli cars e en este cas o en cua nto
modifica una situación dada, per o no en cuanto com por te un análisis
más o menos serio de la situación de la Con tadu ría y el arbi trio de unas
medidas. El único móvil clar o que se observa es el de red ucir gastos,
eliminando un per son al no autorizado por el Rey y sí, sup ues tam ente

de forma solapada, por las auto rida des virreinales.
La céd ula, después de fijar el núm ero de con tado res de cuentas en ·
cinco, disponía que los con tado res ord ena dor es, que se ente ndía pas a-
ban ya de doce, se deb ían redu cir a los cua tro que deter1ninaba la
Recopilación 70 , dos de nombrainiento real y otro s dos del virrey, más
otro s dos que se reco noc ía habían sido auto riza dos por S.M . En todo
caso no deb ían pas ar de seis, pref irié ndo se a los que tuvieran título del
Rey y, en su defecto, a los más antiguos.
El Tribunal de Cue ntas reac cion ó corporativarnente ante la a1nena-
za y elab oró un extenso info rme que presentó al virr ey 71 • En él se ex-
pres aba n los graves inconvenientes que trae ría su ejec ució n par a la
ad11unistración de la Real Hac iend a y su convicción de <<la falta de no-
ticias puntuales con que par ece se hab ía expedido la céd ula de refor-
ma>>. En este último supuesto se consigna con toda clar idad el tiem po
y las circunstancias en los que fueron erig idas cad a una de las plazas
.
en cuest1on:
,,

Dos que creó la Ord ena nza fundacional, con 1.000 pesos ensayados
de salario. Las sirven Bias de Alc anta rilla y Bias Ma lo de Ma lina .
Dos que creó el virrey con de de Salvatierra y autorizadas por capí-
tulo de cart a del Rey de 3 de noviembre de 1652.
Cuatro. creadas por el duq ue de la Palata en 1682, con 1.000 pes os
de salario sob re los alcances de cuentas; reso luci ón de la que se hab ía
infor1nado oportunarnente al Rey. En esta oca sión se nom bró en pri-
mer lug ar a Juan de Egiluce, que fue reco men dad o por el Rey, cua ndo
todas las plazas esta ban ocu pad as.
Tres entretenidos que fueron crea dos por el con de de Chi nch ón en
aca tanu ento de la céd ula de 30 de mar zo de 1627 y cap ítul o de cart a
de 5 de abri l de 1630, con un sala rio de 986 pes os de a ocho, en alca n-
ces de cuentas. Estas plazas, que en un prin cipi o fuer on <<para esc ri-

~ Recopilación, VIII, 1, 100.


71
En el expediente con los autos, el inforrne de los contadores ocup a las fojas 2 a 20;
AGI, Lima, 425.



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 173

bir>>, con perspectivas de ascenso a contador ordenador, tienen muchas


veces que hacer este oficio por la imposibilidad de los ordenadores de
atender el enor1ne trabajo de cuentas corrientes y atrasadas. Mucho más
cuando por la edad y achaques de algunos ordenadores <<son menos há-
biles y fuertes para el trabajo>>.
Un contador de la Me._'f¡a de la Razón que en 1692 nombró por pri-
mera vez el marqués de Mancera, con licencia del Monarca, a Fermín
de Espinel, quien sirve esta plaza desde entonces con un salario de 400
pesos sobre la Real Hacienda y 600 pesos de a ocho en efectos extraor-
dinarios. Plaza utilísima, en opinión de los contadores, para la direc- •

ción del Tribunal.


Estas son las doce plazas a las que hace referencia la real cédula
y que ahora los afectados ponderan su inexcusable necesidad. El pri- ~

mer inforrne del fiscal, que servía interina111ente el oidor Alvaro Cave-
ro, fue poco afortunado para sus pretensiones; pero felizmente, casi de
inrnediato, se hizo cargo el nuevo titular, José de Cevallos Guerra, quien
aconsejó la suspensi~n de la real disposición <<hasta dar cuenta a S.M.,
ponderando muy por menor los daños [ ... ] que se ocasionarían>>. El
virrey-arzobispo, don Diego Morcillo, se avino en todos sus términos
con el dicta111en del magistrado.
Conseguida esta primera victoria, pero conscientes de su precarie-
dad y provisionalidad, los ministros acudieron a la Corte en búsqueda
de la confirn1ación real. El 4 de julio de 1721, en sendas cartas, el re-
gente y el Tribunal en pleno pidieron el sobreseimiento de la cédula;
cartas que iban acompañadas además del volun1inoso expediente con
los autos. Se atrevieron incluso a dar un paso más al solicitar el aumento
de personal, que en carta posterior se concreta en dos ordenadores y
tres entretenidos más. Los subalternos, más directarnente afectados, ta1n-
bién se dirigen al Consejo por medio de un procurador en la Corte:
temerosos de que las autoridades centrales no transijan, sugieren una
solución alternativa, mantener seis ordenadores con el salario comple-
72
to de 1.000 pesos ensayados y dos con sólo la mitad • Solución que
en la práctica había adoptado el virrey-arzobispo.

La carta del regente Carrillo de Córdoba merece singularizarse, por-
que a los argumentos de sus compañeros une lo que para él constituía

La instancia de los ocho ordenadores, tres entretenidos y el contador de la Mesa


-n.
de. la Razón fue presentada en virtud de poder otorgado a Lorenzo de Lamar. Fue vista
en el Consejo el 9 de junio de 1722, que, como las restantes, pasó al dictamen del fiscal;
AGI, Lima, 425.


174 CO NTR OL FIS CA L EN EL VIRREINATO PER UA NO

un éxito per son al: el adelantamiento en la ren dic ión de cue nta s, que
ent re otr os efectos positivos hab ía tenido com o res ult ado prá cti co el es-
cla rec im ien to de un a deu da a la Real Ha cie nda sup eri or a los dos mi -
llones de pesos. Tan seg uro está del pes o esp ecí fic o de su arg um ent o
que en tono intimista aña de <<que ser ía de gra ndí sim o sentimiento>> par a
él se sig uie ra ade lan te con la me did a. ·
El expediente pas ó a ma nos del fiscal del Co nse jo de Indias, a qui en
le parecieron <<dignos de atención>> los motivos po r los que se hab ía sus- ·
pen did o la céd ula , per o no se atreve a dic tam ina r sob re el asunto, ya .
que la pro vid enc ia se hab ía tom ado po r la vía reservada y po r ello, de-
cía , el Tri bun al deb ía dir igi rse al Rey, aun que , añade: <<Si al Co nse jo
le par eci ere que antes se vea sob re lo pri nci pal , dis pen san do la cir cun s-
• tan cia de que se acu da a S.M . lo ma nda rá vol ver al fiscal>>. Est e es un
bue n eje mp lo de la dua lid ad de ma ndo y de las ten sio nes en el gob ier -
no de las Indias, que se cre ó con la ins tau rac ión de la Sec ret arí a; y
así, pienso que la res pue sta del fiscal, con lógica cau tela , enc ier ra un
toq ue de iro nía . Lo s con sej ero s con un lac óni co <<vuelva al señ or fis-
cal>> se hic ier on res pon sab les de la res olu ció n del pro ble ma 73 •
Co n est a seg uri dad el fiscal exp uso a1nplia1nente sus pun tos de vis -
ta, que fueron recogidos en su totalidad po r el Co nse jo, y que en sus
aspectos esenciales son los siguientes:

a) Se apr ueb a la sus pen sió n de la céd ula y la act uac ión del virrey.
b) No se deb e hacer, po r lo tanto, novedad alg una en el núm ero
de em ple ado s del Tribunal <<ni en la forn1a en que est á hec ho el rep art i-
miento de cuentas par a su ordenata y fenecimiento, ni en el señalarniento .
de salarios, ni en otr a cos a alguna>> .

e) A los con tad ore s ord ena dor es se les pag ará el sal ari o entero,
sie mp re que no hub ier an dec aíd o en su tra baj o dur ant e el tiem po que
cob rar on la mitad; a cri ter io del regente. ,
á) No se ace pta el aum ent o solicitado del núm ero de fun cio nar ios
y se ord ena al virrey que antes de cre ar una nueva pla za rec urr a al Mo -
nar ca exponiendo la urg enc ia y motivos 74 •

73
Respuesta del fiscal, Ma drid , TI de jun io de 1722, y resolución del Con sejo el
día 30; AGI, Lima, 425.
74
Dictamen del fiscal, 11 de juli o de 1722; AGI, Lima, 425. Céd ula, Balsain, 31 de
juli o de 1722; AGI, Lima, 1.122.



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 175

4. ClJ;~TRO DÉCADAS ANODINAS (1723-1761)

La cédula de 1722 debió recibirse con enorme alivio en la Contadu-


ría de Los Reyes, no sólo por los subalternos --más directamente afec-
tados y que vieron así asegurados sus puestos de trabajo , sino también·
por los ministros superiores en cuanto no se les privaba del personal
auxiliar que aligeraba sus labores. Pero quizá habría que hablar con
más propiedad de un efecto aletargante; ya que, en efecto, se vuelve
a la rutina y desidia precedentes. El empuje del primer regente se ha-
bía agotado. El resurgir, en la década de los cuarenta, del problema
del repartirniento de cuentas con la asunción de la regencia del mar-
qués de Casa Calderón y posteriormente del conde de Las Lagunas,
destruyó la ar1nonía entre los ministros del Tribunal, repercutiendo de
forma directa, como antes dije, en la rendición de cuentas, cuyos atra-
sos se pueden calificar, sin ningún reparo, de verdaderamente escan-
dalosos.
Y frente a esta anómala situación nos encontramos con una sorpren-
dente pasividad de las autoridades, próxima a la inhibición. Es proba-
ble que esta atonía pueda atribuirse de alguna forma a las dificultades
económicas de la Monarquía y más concretan1ente a la profunda crisis
de liquidez de la Hacienda peruana. Me explicaré: el 30 de julio de
17Y7 el marqués de Villagarcía, virrey del Perú, enviaba al Rey el esta-
do de las fmanzas en el último sexenio, del que resultaba un déficit anual
de 299.471 pesos para satisfacer sólo los gastos ordinarios. Situación
que se hizo más precaria en 1740 con los gastos que demandó la suble-
vación de Tar111a. En esta tesitura y más aún si se considera que por
entonces se inicia una nueva guerra contra Inglaterra, el Gobierno se
vio obligado a suspender <<salarios, encomiendas, réditos de censos y
toda pensión a excepción de los sínodos de los curas, y au~que estable-
ció el impu~sto general, no fue éste para resarcir a la Real Hacienda
lo consumido, sino para contribuir lo que ésta ya no podía sufra-
gar... >> 75 • La crisis hacendística se refl·e ja también en las deudas acu-

75
Relación de Gobierno del virrey José Antonio Manso de Velasco, conde de Su-
perunda; BNM, ms. 3.133, fols. 209 a 219. La suspensión de pagos fue decretada por
el marqués de Villagarcía el 15 de febrero de 1740. Los sueldos de los funcionarios vi-
rreinales en la década de los veinte pasaron por la experiencia de ser gravados con el
10 por 100. Los ministros de la Audiencia, Contaduría y Cajas Reales de Lima escribie-
ron para que no se les cobrara esta imposición, antes se les aumentase el salario. Se les
d.enegó la petición por cédula de 12 de febrero de 1724. El 9 de noviembre de ese mismo
año, los ministros superiores encabezados por el virrey recurrieron nuevamente ante la



17 6 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIR RE INA TO PE RU AN O

muladas en las cajas de Li ma y Potosí: 2.672.357 y 505.132 pe so s,


respectivamente. ..
Ci nc o largos años, hasta el 14 de agosto de 1745, est uv ier on los mi-
nistros de la Co nta du ría , jun to co n los restantes funcionarios vir rei na -
les, sin co bra r sus salarios. En estas circunstancias se en tie nd e qu e la
Co ron a exigiera el inc rem en to de los ingresos, pe ro qu e no tuvier~ la
fuerza mo ral pa ra exigir un celoso cu ida do de sus de be res a los ad mi -
nistradores y, en el caso concreto qu e nos oc up a, co rta r co n en erg ía
las irregularidades de l Tribunal. A pa rti r de esa fecha, los sueldos de -
vengados se fueron pa ga nd o po co a poco. Fe rna nd o VI , po r cé du la de ·
8 de agosto de 1748, dis pu so qu e a pa rti r de ese día no se pa ga sen los
atrasos sin especial ord en suya, ya qu e en adelante se arb itr arí an fon-
dos especiales pa ra satisfacer las deudas <<según fuese de su real ag ra-
do>>. Co me nta el virrey co nd e de Su pe run da : <<con el recibo de esta real
cé du la pu se fin a las inn um era ble s instancias de tantos interesados qu e
me mo rfi ca ba n alegando los em pe ño s qu e ten ían co ntr aíd os en tie mp o
de la suspensión ... >> 76 •
En esta ép oc a se pro du ce un he ch o relevante en la his tor ia de l Tri-
bu na l, el cumplimiento del casi ya olv ida do pre ce pto del ca pít ulo 28

Corte. La acogida de su protesta fue en esta ocasión más auspiciosa: el fiscal expidió
un dictamen muy favorable el 18 de agosto de 1725~ AGI, Lima, 425.
76
Relación de Gobierno de Superunda, BN M, ms 3.133, fols. 209 y ss. La situa-
ción de los funcionarios pes e a todo no cambió radicalmente. Al con tin uar los problemas
de liquidez hacendaria los salarios no se pagaban con puntualidad. El problema se agra-
vó con la actt1ación de los oficiales reales, quienes «no guardaban igualdad, prefiriendo
algunos y postergando a otros, o por sus inclinaciones o por el respeto y relaciones partí- .
cu lares de los interesados y, lo que es peor, porque convenía muchas veces a su utilidad,
y no alcanzando regular111ente los fondos de la caj a ... ». Para cor tar estas arbitrariedades
el virrey ordenó que se librase sólo con su aprobación; que las pagas se hicieran por
tercios a un mismo tiempo a todos los ministros, a los demás empleados y a la tropa
con igualdad y sin privilegios (Ibídem, fols. 232 y v.). Los sueldos atrasados tardaron
mucho tiempo en ser cobrados. Fernando VI manifestó sus deseos de satisfacerlos, per o
la muerte le sobrevino antes de cum pli r sus proyectos. Ca rlo s 111 extinguió los causados
en España y por real cédula de 29 de jul io de 1760 ord enó se confeccionasen relaciones
con los de las Indias, pero al con clu ir el conde de Superunda su Relación, no se habían
satisfecho (Anexo a la Relación, Lima, 12 de octubre de 1761; BN M, ms. 3.133, fols.
34 y v.). En este ambiente de penuria, tan gravoso par a los funcionarios, no deja de ser
cur ios o y laudable el cel o de los contadores: por cédula de 30 de jul io de 1748 se ord enó
que todos los sueldos se redujeran de pesos ensayados a pesos de a ocho. El Tribunal
representó a las autoridades, que en la ope rac ión la Ha cie nda perdía 35 pesos y 2 reales
por cada 1.000 (carta al virrey, 15 de abril de 1749). En consecuencia se dispuso en la
real orden de 12 de ene ro de 1751 que la conversión se hiciera sin pér did a par a el Era rio
(AGI, Lima, 1.127).



• LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 177

de sus Ordenanzas fundacionales, relativo a la Visita de la Caja de la


Villa Imperial de Potosí. El envío sucesivo de contadores desde la sede
limeña arroja el resultado del más rotundo fracaso. No entro en por-
menores porque será estudiada con más detalle en el capítulo dedicado
a la rendición de cuentas.
Otro suceso que tiene lugai· en este período, aunque ahora de carác-
ter anecdótico, es el can1bio de presencia externa de los servidores de
la Contaduría: el contador y regente futurario marqués de Casa Calde-
rón solicitó se le permitiera el uso del uniforme militar a imitación de
los tribunales de España y México, para reemplazar así la golilla <<a
causa de los excesivos calores que en dicha ciudad se experimentan>>
y del mucho trabajo en sus dependencias. En el a1nbiente de paulatina
militarización que experimenta la Monarquía y la progresiva identifi-
cación de la administración hacendaría con la militar, se entiende que
la Corona accediera a la petición sin ningún reparo, concediéndole el
uso del uniforme militar a él y a todos los empleados de la Contaduría.
Unifor1ne que describe, aunque correspondiente a algunos años 'des-
pués, una de las sun1illas de Matraya: <<S.M. ha señalado unifor111e pro-
pio privativo de ministros de la Real Hacienda de Indias, compuesto
de casaca y calzón encarnado, chupa y vuelta azul, con alan1ares de
plata, del cual han de usar los oficiales reales[ ... ]. Del mismo unifor-
me, con sólo la diferencia de llevar en lo largo de la casaca hasta la
cartera, diez alamares, en lugar de los seis, deberán usar los superin-
tendentes de Moneda, directores generales de Rentas y de la de Taba-
co; y los contadores mayores de cuentas con una estrella en medio de
cada alamar; y sin ella los de las otras dos clases, que se distinguirán
por la insignia del bastón de que pueden usar los superintendentes y
77
no los directores>> •
En los últimos años del dilatado gobierno del conde de Superundu-
da (1744-1761), la Corona reacciona ante la alarmante situación de la
Contaduría. limeña. El 2 de febrero de 1754 se hace una enérgica lla-
mada de atención sobre el atraso de las cuentas y pleitos en ese Tribu-
nal. Pero las disputas internas· de sus empleados paralizan los buenos
deseos del virrey, quien sólo al final del decenio, mediatizado ya el Re-
gente, deja sentir con algo de eficacia su acción. Así en la carta ante-
riormente citada, de 29 de enero de 1759, infor111aba del adelanto de
las cuentas desde la marcha del conde de Las Lagunas. En estas cir-

77
Real orden de 12 de julio de 1789; Matraya, núm. 1557; véanse también los nú-
meros 1246, 1607 y 1704. .


17 8 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

cunstancias y en cu mp lim ien to de la cé du la de 1754, el vir rey dic ta un a


ser ie de dis po sic ion es y su gie re modificaci~nes en la pla nti lla de l Tr i-
bunal y el establecimiento de reglas fijas pa ra solucionar defmitivarnente
el atr aso de las cuentas, ag iliz ar los co nte nc ios os en la Sa la de Or de -
na nz a, etc. Mu ch as de las iniciativas del co nd e rec ibi ero n el de cid ido
apoyo del Co ns ejo , manifestado en la rea l cé du la de 21 de oc tub re de
1759 78 • La ac ció n de M an so de Velasco se ce ntr ó so bre tod o en la·ex-
pe dic ión ráp ida y eficaz de los co nte nc ios os fiscales en la Sa la de Or -
denanza, po r entender qu e era un o de los principales frenos qu e im pe día ·
el pro gre so de los restantes negocios y beneficio de l Real Er ari o 79 • No J

an da ba descan1inado el vir rey co n est a ap rec iac ión , pe ro la falta de co -


nexión co n otr os aspectos igual111ente im po rta nte s res tó eficacia a su
labor.

5. LA SALA DE ORDENANZA
La Sa la de Ju sti cia de l Tr ibu na l de Cu en tas en la qu e conjunta111en-
te res ue lve n oid ore s y co nta do res los co nte nc ios os de la Real Ha cie n-
da , ma nti en e en esta ép oc a la mi sm a fortna y el mi sm o rég im en qu e en
el siglo anterior. Se co ns erv a tam bié n, co n la pa sm os a rut ina y co nti -
nu ida d qu e co me ntá ba mo s en los pri me ros epígrafes, los mi sm os de -
fectos: la más ab so lut a inc uri a que, tanto o má s qu e los atr aso s en la
rendición de cuentas, pe rju dic an en orm em en te los int ere ses de l Fisco,
co n aq ue llo s jui cio s cuyos expedientes se em po lva n en los an aq ue les
de l archivo sin qu e na die los pro mu ev a y, co ns ec ue nte me nte , las de u-
das a la Ha cie nd a qu ed an pendientes, mi en tra s sus má s inm ed iat os res -
ponsables, los oficiales rea les y sus fiadores , lo mi sm o qu e los .
de ud ore s pa rti cu lar es, de sap are ce n de l mu nd o de los vivos. Lo ún ico
qu e ca mb ia es el no mb re. En este siglo co mi en za a ge ne ral iza rse el us o
de Sala de Ordenanza.
La res po ns ab ilid ad en este ca so no es exclusiva de los co nta do res
de cuentas, lo qu e éstos aprovechan pa ra tra tar de de sem ba raz ars e de
la pa rte de cu lpa qu e les cabe. De sd e el pri nc ipi o, dic en , hu bo dif icu l-
tades pa ra for ma r la Sa la en los día s de la se ma na qu e pr es cri be n sus
estatutos, po r falta de dis po nib ili da d de los jue ce s togados; pe ro ca da
día ha ido a peor, en pe rju ici o de las gra nd es ca nti da de s qu e se de jan

78
En cédula, Aranjuez, 20 de mayo de 1768; AGI, Lima, 1.122.
79
Su actividad en la Sala de Ordenanza se refleja claramente en su Relación de Go-
bierno, tal como la veremos en el próximo epígrafe.


• LA CONTADURIA EN EL SIGLO XVIII 179

de percibir hasta hacerse imposible la cobranza, en razón <<de la misma


inveteración>>de los negocios, que unos quedan sin substanciación por
falta de solicitud y otros determinados tan tarde que ya no hubo ni prin-
cipales ni fiadores>> a quienes poderles cobrar las deudas 80 •
El virrey, marqués de Villagarcía, intento, por medio de varios de-
cretos, que se for1nara formalmente la Sala de Ordenanza, sin conse-
guir nada positivo. Los contadores comentan comprensivamente que esto
fue <<Sin duda por la copia de negocios>> que tienen que entender los
<<cuatro ministros» a los que en ese tiempo enero de 1745 se en-
cuentra reducida la Real Audiencia de Lima. Aunque esto, insinúan,
sería suficiente para salvar la responsabilid ad del Tribunal, <<la fervien-
te fidelidad>>les lleva a proponer el siguiente plan para sacar de suma-
81
rasmo a la Sala de Ordenanza :

a) Abandonar en primer lugar todas las causas antiguas de las que


no se pueda esperar nada positivo para el Erario.
b) Encargar a la Sala del Crimen, en lugar de la de lo Civil, los
negocios de Hacienda, porque incluso cuando esta última está comple-
ta, los alcaldes del Crimen tienen menos trabajo.
e) Por la misma razón el fiscal del Crimen debe encargarse per-
manentement e de los negocios fiscales.
d) Y, por último, y en la misma línea de argumentació n, reempla-
zar al oidor más antiguo por el decano de la Sala del Crimen, como

asesor del Tribunal de Cuentas .

En su dictatnen, el fiscal del Consejo de Indias, aunque no desechó


del todo el proyecto, no aceptó las iniciativas de los contadores lime-
ños. En primer lugar expresa que no ve ninguna razón clara y suficien-
te que justifique la subrogación de los oidores por los alcaldes del
Crimen. El problema de falta de togados fue un hecho circunstancial
que ya se ha subsanado: no sólo está completa la dotación de la Sala
de lo Civil, sino que incluso hay algunos supernumera rios con ejerci-
cio nombrados por el Rey. El virrey, en consecuencia , dará las órdenes
oportunas, como, por ejemplo, nombrar a tres oidores, los que le pa-
rezcan más a propósito y se encuentren menos ocupados con otras obli-
gaciones. Pero si hubiera alguna dificultad o i111pedimento de los oidores
por enfer1nedad, ocupaciones u otras causas justas, no encuentra nin-

8
° Carta del regente y los contadores Borda, Hervoso, Manrique de Lara y Espino-
sa Carvajal, Lima, 2 de enero de 1745; AGI, Lima, 426.
• 81 lb1"'d em. .
••

18 0 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIR RE IN AT O PE RU AN O

gu na dificultad pa ra qu e se no m br e un o o dos alc ald es del Cr im en , <<lo


qu e sólo en lo literal pa re ce op on er se a la [ ... ] ley. pe ro no en la mente,
qu e se satisface co n qu e haya sala de m in ist ro s togados>> 82 •
Pese a ello, todo pa re ce indicar qu e la situación no cambió. El
2 de febrero de 1754 se expidió una real cé du la co n ór de ne s pe re nt or ia s
pa ra qu e el virrey ap re m ias e a los co nt ad or es pa ra qu e en un pl az o fijo
evacuasen todos los pleitos y expedientes es tan ca do s en la Sa la de Or -
denanza, qu e en el co m en tar io de M an so de Velasco <<son tan an tig uo s
qu e en m uc ho s ni au n m em or ia ha qu ed ad o de las pe rso na s qu e er an
pa rte de ellos>> 83 , y las deudas su m an. millones, de muy difícil co br an - ·
za, po rq ue 110 ha qu ed ad o <<en unos casos co ns tan cia de los de ud or es
y en ot ro s bi en es con qu e cu br ir sus créditos>> 84 .
El co nd e de Su pe ru nd a se dispuso a da r fiel cu m pl im ien to a los de-
seos del Rey, pa ra lo qu e ar bi tró medidas especiales y excepcionales:
l. No m br ó a tres oi do re s M an ue l de Go re na , M an ue l Is id or o
de M iro ne s y Pedro Echeverz pa ra qu e as ist ier an di ar ia m en te y de s-
de la pr im er a ho ra de la m añ an a a la Sa la , de di cá nd os e exclusivan1ente
a los ju ic io s fiscales ha sta co nc lu ir todas las causas.
2. No m br ó co m o re lat or de la Sa la, in ter in am en te m ien tra s du ra -
ra la situación excepcional, al abogado Al on so de Gr ad os , pa ra no di s-
tra er a los de nú m er o de la Au di en cia 85 .
3. Limitó temporalmente las cau~as acumuladas en el Tribunal, fi-
ja nd o la frontera en 1725; só lo a pa rti r de es te añ o se re vi sa ría n las
causas, po r co ns id er ar las an ter io re s co m o in co br ab les y, po r lo tanto,
inútil cu al qu ie r esfuerzo.
4. Los ju ici os pendientes los dividió en atrasados y corrientes. Lo s
pr im er os los en ca rg ó al cu id ad o del fiscal del Cr im en en razón de sus
-
m en or es oc up ac io ne s, y los segundos al de lo Ci vi l, po rq ue , de cía , las
ca us as pr es en tes están ge ne ra lm en te conectadas co n las pr eo cu pa cio -


82
Di cta me n del fiscal, 18 de agosto de 1747. El Co nse j9 lo ap rue ba el día 21, co n
una ap ost illa «renútase al virrey co pia de esta car ta (la de los co nta do res ) pa ra qu e sob
re
todo torne providencias>>; AGI, Lim a, 426.
83
Relación de Superunda, anexos, fols. 30 y v.; BN M, rns. 3.133.
84
Ibí de m, pa rte ge ne ral , fols. 23 3 y v.
85
Decreto del virrey, Lim a, 24 de mayo de 1757. Ibídem . anexos, fols. 30 y 31. Lo s
co nta do res pre ten die ron , co mo lo tenían pla nte ad o de sde antiguo, qu e el relator no mb
ra-
do po r el virrey qu ed ara fijo en la plantilla de la Co nta du ría , pero el ma rqu és se neg
ó:
«He tenido po r oc ios o este mi nis tro y la paga del pe rpe tuo sal ari o qu e ha bía de sit uá rse
-
le, cu an do las cau sas qu e oc urr an las pu ed en tra er en rel aci ón el relator, de los cu atr
o
de esta Real Au die nc ia, a quien toc a y co n qu ien se ha ma ne jad o est a sal a de sde su cre
a-
ción>>. Ca rta al Rey de 1 de dic iem bre de 1759, en Ibí de m, fols. 32 y v.




LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 181

nes del Gobierno y de la Junta de Hacienda, a la que éste, el fiscal de


86
lo Civil, asiste .
Esta última disposición aunque dictada con las excepcionales, tenía
en la intención del virrey un alcance mayor y más estable, <<en el ínte-
rin que V.M. otra cosa mandase>> fr7. Diego Holgado, fiscal del Crimen
entonces y a quien se le encargó esta nrisión, escribió en noviembre
de 1759, protestando ante el Consejo de Indias por entender que era
contraria a las obligaciones de su empleo. En febrero de 1761 insiste,
pero no se ie da respuesta hasta 1768, año en que por una cédula se
encarga al virrey Amat haga saber al fiscal Holgado, si aún continuara
en el Reino, que la distribución de labores contaba con la aprobación ·
88
real •
Las providencias del conde de Superunda parece que dieron el re-
sultado apetecido, al menos esto se desprende de sus propias infor111a-
ciones. En el anexo de su Relación de Gobierno dice: <<Conclusas y
detertninadas las causas que se comprendían desde el año de 1725 has-
ta el de 1757, me pareció que los ministros de la Sala de Ordenanza
volviesen a la del despacho de la Real Audiencia ... >> para que en ade-
lante se siguiera con el régimen ordinario, de dos días a la semana co-
mo establecía la legislación. Pero por ellas se colige también que aun
cuando se llegó a poner al día la mayor parte de las causas por determi-
nar, quedaron aún algunas causas pendientes, como lo demuestra el he-
cho de que inmediatamente también disponga que el relator interino
siga al servicio de la Sala de Ordenanza mientras se terminan las
89
atrasadas • •


86
Ibídem, fols. 31 v. a 32 v.
't:l Ibídem 32 v.

88 Cédula, Aranjuez, 20 de mayo de 1768, AGI, Lima, 1.122 .
89 Relación de Superunda, anexos, fol. 32 v. ·

,

VI. LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII (II)


J. Am at, el pri me r virrey de Ca rlo s ///. 2. La s visitas gen era les .


3. El régimen de int end enc ias y la reforma de 1786. 4. El rég im en
de int end enc ias y la Sa la de Ordenanza. 5. La <<rebelión>> de los con -
tadores de resultas. 6. La Co nta du ría en la últ im a déc ad a de l XVIII.

l. AMAT, EL P R VIRREY DE CA RW S ID

Co mo afi rm a Luis Navarro Ga rcí a, <<el ilustrado siglo XVIII no se


ab re pa ra las Indias españolas sino con muchos años de retraso>> 1• Sólo
mu y en tra da la segunda mitad de la ce ntu ria la atención del Go bie rno
Ce ntr al se fijará en aquellos ter rit ori os , bu sca nd o un a mayor racionali-
zación de la maquinaria administrativa, especialmente la financiera, en
ord en a un me jor aprovechamiento de sus recursos ec on óm ico s. Es ta
preocupación inicial po r los asuntos am eri ca no s se concreta pa ra la Ha-
cie nd a pe rua na en las po str im erí as del rei na do de Fe rna nd o VI , en la -
tímida reacción de su ec on om ía y en la acción del co nd e de Su pe ru nd a
en los últimos años de su gobierno, co mo de alguna ma ne ra, su ma ria -
mente, lo de scr ibi mo s en el capítulo anterior. Pe ro es co n el asc en so
al tro no de Ca rlo s III cu an do se ac ele ra, po r no de cir se inicia, el ver-
da de ro proceso de reformas de la organización fin an cie ra am eri ca na ,
qu e tie ne sus puntos cu lm ina nte s en las visitas de Gálvez a la Nueva
Es pa ña y de Ar ec he y Es co be do al Pe rú y en la definitiva int rod uc ció n
del régimen de intendencias en ca si todos los ter rit ori os am eri ca no s,
excepto en gran pa rte de Nueva Gr an ad a.

1
1
Navarro García, Luis, Intendencia en Indias (Sevilla) 1959), p. l.

18 2


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 183

El primer virrey peruano nombrado por Carlos 111 es don Manuel


de Amat; hombre de su tiempo, perfecto representante en su labor de
gobierno de la política del despotismo ilustrado y buen instrumento para
cumplir los designios del nuevo Monarca. La especial atención y cui-
dado que le merecieron las finanzas del · Rey quedan reflejados en su
Relación de Gobierno, en la que casi la mitad de la obra se dedica al
análisis de la Real Hacienda. El propio virrey lo expresa con claridad .
meridiana: << ••• aunque el gobierno político del reino ocasione cuida-
dos para la buena administración de justicia, el manejo de los reales
haberes es el alma y el ser que constituye la mejor arn1onía del Reino
y, por consiguiente, el principal móvil que el virrey ha de tener preci-
samente para expedir con felicidad sus providencias, pues si decayese
la Real Hacienda, de modo que falte a sus consumos ordinarios, todo
se subvierte, y aún no se encontrarán medios para una acertada di-
2
rección>> • r

No me corresponde desarrollar aquí los frutos de los desvelos del


vicesoberano. Las cifras que él mismo proporciona en su Memoria son
elocuentes. En resumen, puede afirmarse que Amat sacó a la econo-
mía peruana--del marasmo de los últimos decenios, gracias,, entre otras
medidas, a la reactivación del comercio y creación de la Aduana, a la
vigilancia estricta del movimiento de las cajas reales, a la reestructu-
ración de la administración de las rentas... Hizo gozar al país, re-
pito, de una prosperidad que desconocía desde hacía mucho tiempo,
tal como lo reconoce el padre Vargas Ugarte, quien no guarda preci-
samente simpatía por el entusiasta ejecutor de la expulsión de los
3
jesuitas •
Salvo la dotación de nuevos funcionarios y la ejecución de las órde-
nes reales referentes a la Visita a Potosí, Amat no introduce cambios
sustanciales en el régimen y estructura del Tribunal. Pero esa vigilan-
cia, de la que antes hablábarnos, se hace especialmente estrecha con
la Contaduría de Los Reyes. A su celo de gobernante une el virrey las
obligaciones que le impone el µrulo relativa1nente reciente de superin-
4
tendente general de la Real Hacienda , que le obliga, dice a su suce-


2
Amat, Memoria, p. 348.
3
Vargas Ugarte, op. cit., N, pp. 302 y ss.; Rodríguez Casado en la introducción
a la Memoria, de Amat, destaca también encomiásticamente esta faceta de su gobierno,
pp. LV y SS.

4
Cédulas de Z7 de agosto de 1747 y 30 de juni~ de 1751, Amat, Memoria, p. 345;
Matraya, núm. 316 y Beleña, p. 353 .


184 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

sor, a intervenir en los asuntos de la Contaduría« ... no sólo por mayor


(como explican las leyes reales) sino quasi por menor, ha de estar V.E.
instruido de todos los ajusta1nientos y liquidaciones que intervengan,
a fin de expedir las providencias que convengan al beneficio del Real
Erario>> 5 • El problema de distribución de cuentas que por tantos años
había interferido en la eficacia de los contadores estaba totalmente r~­
suelto; era él quien personalment e asignaba el trabajo a los ministros,
en cumplimiento estricto de las órdenes superiores, que disponían ade- .
más que no era conveniente que un mismo contador entendiera siem-
pre de las mismas cuentas, debiéndose alternar, tanto para que todos ·
adquirieran una a1nplia experiencia como para evitar los fraudes de los
6
oficiales reales y sospechas de connivencia •
Gracias a este control que Amat ejerce sobre los contadores, el Tri-
bunal se despereza y comienza a trabajar en lo que es suyo, en la liqui-
dación de las cuentas. Pero es impresionant e lo que tantos años de
desgobierno y desidia han dejado pendiente, y aunque el virrey insinúe
que la contabilidad se ha puesto al día las cuentas de las cajas reales
se hallan, dice, «ajustadas y corrientes, a excepción de algunas como
las de la Casa de la Moneda de esta capital y de la de Potosí y otras
7 no se ajusta estricta1nen-
en que están entendiendo [los contadores]»
te a la realidad. Esas «otras>> probablemen te eran más de las deseables,
como al menos parece desprenderse de las propias palabras del virrey:
<<Muchas son las causas que concurren para hacer inexpendibles las cuen-
tas de los oficiales reales, unas veces porque se han retardado en darlas
y otras porque no se han liquidado con la pureza e integridad que co-
8
rresponde» • Por esta razón son innumerables las causas pendientes en
· la Sala de Ordenanza, unas <<en poder de los relatores, otras que se han .
enviado a los oficiales reales del Reino para practicar varias diligen-
cias, como· no menos algunas en poder del escribano de cá111ara del
Tribunal de Cuentas, que a la verdad están llenas de polvo, por no ha-
ber quien las agite y promueva ... >>9. ·
La plantilla del Tribunal de Cuentas en tiempos del virrey Amat
estaba conforn1ada de la siguiente manera'º:

5
Amat, Memoria, p. 688.
6
Ibídem, p. 693. Cédulas de 20 de mayo de 1768 y 25 de octubre de 1771.
7
Ibídem, pp. 691 y ss.
8
Ibídem, p. 689.

9
Ibídem, p. 693.
10
Ibídem, pp. 362 y ss.
..

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 185

Salarios Total
Cinco contadores mayores ................ . 3.645 18.225
Un alguacil mayor ............ " ......... . 3.645 3.645
Dos contadores de resultas . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.025 4.050
Un contador de la razón . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.025 2.025
Ocho contadores ordenadores . . . . . . . . . . . . . . 1.620 12.960
Dos contadores ordenadores de Potosí n . . . . . . 1.350 2.700 •

Tres contadores entretenidos . . . . . . . . . . . . . . . 486 1.458


Un amanuense 12 . . • • • . . . . . . . • • . . . . . . • • • . • 400 400
Un amanuense . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300 300
Un archivero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300 300
Un escribano de cámara . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 786 786
Un portero ............................. . 270 TIO
Un contador general de diezmos . . . . . . . . . . . . 1.620 1.620
Un oficial contador entretenido . . . . . . . . . . . . . •
486 486
TarAL 49.325

El personal de la Contaduría desde la cédula de 1722 se ha incre-


mentado notablemente. Pero si lo compara1nos con la plantilla de lo
que en los primeros capítulos lla1nába111os época fandacional, resulta
real1nente sorprendente. En la mayoría de los casos se trata exclusiva-
mente de un aumento cuantitat,ivo del número de contadores y auxilia-
res, a111anuenses y entretenidos; pero en otros, de la creación de nuevos
funcionarios que no tienen equivalente en esos primeros tiempos:
El alguacil 11Ulyor, cargo que otorgaba una mayor independencia al
Tribunal de Cuentas a la hora de hacer valer su imperio sobre los deu-
dores a la Real Hacienda, muy probablemente no fue creado pensando
en esta razón, ya que nos lo encontra1nos plenamente encuadrado en
13
la política de venta de oficios • Su origen oficial data de la cédula de

11
Vid. infra, cap. VID, 4.

12
~En virtud de auto de la Real Audiencia de 6 de noviembre de 1775~, Loe. cit .
Relacionado con la suprimida visita a Potosí.
13 En 1751, por real título de Zl de noviembre, se le concedió este oficio a Francis-

co de Santisteban, por juro de heredad y pago de 30.000 pesos. En 1772 el oficio pasó
a Ignacio de Alarcón, quien pagó 40.000 pesos (30.000 a su al}tiguo propietario por
especial providencia del Rey y 10.000 a la Real Hacienda). Este renunció a favor de
su hijo Ignacio, quien pagó 20.000 pesos (valor de la primera renuncia) más 2.413 pesos
de media anata. Ignacio renunció en José de Maurtua (quien pagó la tercera parte de
su valor, 13.333, más 2.867 pesos de media anata) y, por último, éste renunció en su hijo


186 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

18 de septiem bre de 1696, en la que se prevenía gozaba de <<los mismo s


honores y preeminencias que cualquiera otra plaza de otro TribunaJ>> !. 1

El empleo quedó extinguido por decreto del visitad or Areche de 8 de


agosto de 1780, en el que se advertí a que en caso de que se hiciera n
necesa rios los servici os de éste, se le encarg ara al alguacil mayor de
la ciudad , pagánd osele los derech os estable cidos por el arance l cuando
hubiere conden ación de partes 15 •
El cargo de archivero respon de en su origen a motiva ciones total- •

mente distintas, a necesid ades reales del servici o en el Tribun al. Por •

cédula .de 11 de febrero de 1711 se ordenó al conde de Superu nda nom-


brar un funcionario con este nombr e y con el sueldo que le parecie re
oportuno. Un año después, el virrey designó a Bartolo mé Garrid o. Fun-
cionari o de gran utilidad , que facilitaba la tarea del resto de los minis-
tros, pero que pese a ello se le dotó con un salario muy bajo, 300 pesos
anuales • Esta plaza se mantuvo sin novedades en las refor1nas poste-
16
• •

r1ores.
El contad or de la Mesa de la Razón es un funcion ario que se intro-
duce en la plantill a del Tribun al desde la segund a mitad del siglo XVII.
Su princip al misión fue la de atende r la mesa de registro de la Conta-
duría, en donde se tomaba razón de los títulos de funcion arios, de los
tanteos y cuenta s de los ad111inistradores fiscales que ingresa ban en las
oficinas de la institución, de los <<títulos, despac hos y libra1nientos que

Manuel José Mariano, quien pagó los mismos derechos. Cuando Areche extinguió el oficio
ordenó que se le devolvieran los 30.000 pesos iniciales, pero Maurtua , insatisfecho, pre-
sentó recurso ante el Consejo por los 10.000 pesos restantes y demás gastos que le habían ·
demanda do l~ adquisic ión del oficio. Por cédula de 1787 se ordenó que se le abonara
los 10.000 pesos, además del 5 por 100 anual desde el día que cesó hasta que se le hiciera
efectiva dicha cantidad. (Cédula, San Lorenzo, 23 de octubre de 1787; AGI, lima, 1.122).
Es sorprend ente el estricto sentido de justicia y respeto a los comprom isos contraíd os
en esta materia por parte del Estado, cuando con cualquie r <l!gucia legal se pudiera haber
obviado la devolución.
14
Matraya, núm. 247.
15
Decreto de Reforma del Tribunal, Lima, 28 de agosto de 1780; AGI, Lima, 1.124.
16
El salario inicialmente se fijó en un derecho llamado de tiras, que cobraban los
oficiales del Tribunal de Cuentas a los corregid ores en el moment o de formar sus cuen-
tas. Por cédula de 9 de noviemb re de 1736 se ordenó que cesara tal exacción. Suprimi do
ese ingreso, el sueldo del archiver o pasó al rubro de alcances de cuentas. Por cédula del
20 de mayo de 1768 se ordenó al virrey Amat «se pague el sueldo del referido archiver o
de cualesqu iera ramos de mi Real Haciend a, en la misma fo1·1na y tiempo que se satisfa-
cen los suyos a los demás individu os y dependie ntes de ese Tribunal de Cuentas>> (AGI,
Lima, 1.122). En AGI, Lima, 1.123, el título de Pedro Grillo 11 de noviembre de 1788-
sustituyendo a Andrés de Castellan os, difunto.


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVI 11 187

provee>> el Gobierno, etc. Y todo ello ordenadamente, en libros, que


servían de valiosos instrumentos en manos de los contadores y del Go-
17
bierno superior • Después de algunas peripecias, que se comentarán
en su oportunidad, el cargo fue suprimido por las reformas.
Por último, el contador general de diezmos, mencionado por el vi-
rrey Amat como integrante de la plantilla del Tribunal, pero al que los
contadores no consideran como uno de los suyos; hablan de él como
<<agregado>> a la Contaduría. Se creó po'r real orden de 4 de noviembre
18
de 1768 • Este ministro no aparece como tal en la reestructuración de
Areche. El últi1110 en ocupar el cargo, Estanilao Peña, fue promovido .
a contador de resultas supernumerario y sus funciones específicas asu-
midas entre las ordinarias del Tribunal 18ª.
Pese a las buenas intenciones del Gobierno central y a la eficaz ac-
ción del virrey Amat, la calidad de los ministros dejaba aún mucho
que desear. La solución de tan grave problema no estaba dentro de las
posibilidades ordinarias de un virrey. Sus raíces, ya centenarias, eran
los pésimos criterios de selección de los servidores de la Contaduría.
Un importante documento, fechado en el mismo año que Amat entre-
gaba el bastón de mando a su sucesor, 1776, describe con un marcado
pesimismo la situación del Tribunal: <<La mayor parte de los contado-
res ordenadores no entienden ni comprenden el modo de ordenarlas,
a causa de que éstos jamás se han empleado ni manejado asuntos de
cuenta y razón y que sólo por intelig~cias particulares han logrado
ser provistos en estas plazas, por lo que hay gran necesidad de sujetos
hábiles y de trabajo para su arreglo; concurriendo casi igual circuns-
tancia en los contadores mayores, quienes guardan tan poca armonía
entre sí que lo más del tiempo lo gastan en disputas inútiles que de nin~
guna manera aprovechan al servicio de V.M. [ ... ].Por lo que se hace
necesario el que se tenga alguna providencia sobre esta materia para
obviar los perjuicios que en el día se pulsan, que serían mayores en
19
lo sucesivo, si con el tiempo no se cortan>> • La solución al lamenta-

• •

17
Instancia del contador de la Mesa de la Razón Juan Andrés Carpfanger quien
entró a servir la plaza en 1714 acompañado de dos infor1nes fechados el 22 de diciem-
bre de 1722 del virrey marqués de Castelfuerte y Tribunal de Cuentas, respectivamente;
AGI, Lima, 425.
18
Amat: Memoria, p. 363.
18
ª Decreto de Refo1·111a de Areche y extracto del plan, 28 y 29 de agosto de 1780,
respectivamente; AGI, Lima, 1.124.
19
• Rodríguez Ovalle, Estado General de la Real .Hacienda del Reino del Perú, Li-
ma, 20 de junio de 1776, publicado por José Jesús Hemández Palomo, en Historiografía



188 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

ble estado del Erario peruano debía pasar, necesariarr1ente, para el autor
de la denuncia, Rodríguez Ovalle, por la Visita General 20 •

2. LAS VISITAS GENERALES



<<La Visita decía en mi citada comunicación al seminario sobre
la Hacienda pública, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo- ,
era una antiquísima institución indiana 21 , de la que la Monarquía es-

pañola había hecho uso intensivo. Pero las que ahora nos interesan se
diferencian funda111entalmente de las precedentes, no tanto por la for-
ma o la autoridad de los visitadores, de los que no sería difícil encon-
trar paralelismos, sino por su contenido y por la idea que las inspira
y las metas que se esperan alcanzar: su íntima conexión con el espíritu
refor1nista que culmina con la implantación del régimen intendencia!.
Ya en 1743, Carnpillo, en su Nuevo Sistema, de Gobierno que aunque
no se editó hasta 1789, en la autorizada opinión de Miguel Artola 22 ,
influyó decisivarnente en la política de Carlos III , planteaba la Visita
General como elemento funda1nental y previo a la refor1na en Améri-
ca, que debía concretarse principalmen te en la implantación de las in-
tendencias y el régimen de libre comercio. La Visita en Carnpillo era
una consecuencia inmediata del pensa11ti.ento de las luces: la necesidad
del conocit11iento de América a través de los hombres ilustrados>> 23 •
Pocas líneas antes anoté cómo Rodríguez Ovalle, después de denun-
ciar las gravísimas anomalías en la administració n hacendaría perua-
na, solicitaba ta1nbién como una necesidad impostergabl e la Visita
General. Pero cuando él la plantea, la Visita ya no era una entelequia, .
sino un hecho cierto que había dado abundantes frutos en el Virreinato ·
de la Nueva España bajo la dirección de don José de Gálvez como
lo pudo comprobar personalmen te Ovalle en su experiencia
novohispana , y a quien precisa111ente, ahora como ministro de In-
dias, dirige sus comentarios y petición: «Así el l>erú como el Reino de

y Bibliografía Americanistas XXII (Sevilla, 1978), pp. 3-58, p. 52, núm. 117. Cita: AGI,
Indiferente General, 1.565, y BPRM, ms. 2.860, fols. 122-170.
20
Ibídem, núm. 114.
21
Céspedes del Castillo, Guille1·1110, La Visita como institución indiana, en AEA,
ID (Sevilla, 1946), p. 924.
Artola, Miguel, ~campillo y las refonnas de Carlos ID», en Revista de Indias (Ma-
22

drid, 1952), núm. 50, pp. 685-714, pp. 691, 697 y ss.
23
Escobedo, Las refonnas. . . pp. 65 y ss.

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII •


· 189

Chile y provincias del Río de la Plata, necesitan otro Ilmo. Señor don
José de Gálvez para el mejor a1·reglo y dirección, porque en todo y por
todo pide el más pronto remedio» 24 • ·.

Gracias, principal1nente, a los méritos acumulados como visitador


general de la Nueva España, Gálvez fue ascendido al más alto cargo
del gobierno político de América, a la Secretaría de Indias, y desde
ella no escatimó esfuerzos para alcanzar su gran objetivo: introducir ·
el régimen de intendencias en todas las posesiones ultra1narinas, como
el único y eficaz instrumento para reconstruir política y económica-
mente aquellos territorios. Y el ca1nino pasaba necesaria1nente por la .
Visita General de la América Meridional, tal como él la había ejecuta-
do unos años antes en el Virreinato mexicano.
Los tres visitadores, Gálvez, Areche y Escobedo, gozaron de una
incuestionable autoridad para remover cuantos obstáculos estorbaran
a sus designios; pero en el caso de los visitadores peruanos esta autori-
dad se consolida cuando se les otorga además el título de superinten-
dentes generales de la Real Hacienda, desgajado de las tradicionales
atribuciones virreinalicias. La unión entre arnbos cargos, visitador y
superintendente, se hace tan sustancial que Escobedo comenta en una
carta al secretario de Indias: «. . . en materias de Real Hacienda apenas
podría señalárseles diversos lín1ites ni discernirse lo que es propio de
cada uno de estos encargos ... >>; a la vez que pondera las facilidades
que le otorgó esta medida para cumplir eficazmente la misión en-
25
comendada •
Era ésta la autoridad extraordinaria que se requería para poner
orden en la administración de la Hacienda, y concreta1nente
-porque es la institución que ahora nos interesa en el Tribunal de
Cuentas. Comentábamos antes como pese a la enérgica acción del vi-
rrey Amat muy poco pudo hacer para solucionar los problemas estruc-
turales de la Contaduría, porque estaban más allá de las facultades
ordinarias que le otorgaba la legislación. Los visitadores, por el con-
trario, gozaron de a1nplísi1nas atribuciones para hacer y deshacer, para
nombrar y destituir funcionarios ... , atribuciones que, en el caso que
nos ocupa, fueron usadas con inteligencia, prudencia y energía, teniendo
· como resultado, y por este juzgo, una eficacia inusitada en los servido-

- •

24Carta de Alfonso Rodríguez Ovalle al ministro Gálvez, 20 de junio de 1776, cita-


do en la introducción del Estado General ... (vid. supra, nota 19), p. 3.
• 25 Informe General sobre la Visita de Escobedo a Gálvez, Lima, 20 de octubre de
1785. Colección Mata Linares, t. VII fols. 320-387, BRAH, ms. 9-1.662.

190 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

res de la Contad uría, que llegaron a vencer todos los atrasos y llevar
al día la contabilidad a su cargo.
Dos artículo s de las Instruc ciones de Hacien da de la Visita Genera l
hablan específicarnente del Tribunal de Cuentas. El tercero, sobre el
régime n, emplea dos y labores de la institución, y el cuarto, sobre la
Sala de Ordena nza. Al comen tar el primer o de ellos, el visitad or Esco-
bedo dice: <<Yo lo recono cí tan irnportante que puedo asegur ar a V.E.
que no había pasado un día solo que no esté señalad o con alguna provi-
26
dencia de mi cuidad o sobre el arregla do ejercic io de este Tribunal>> • •

2.1. El visitador Areche

Don José Antonio de Areche , magist rado de la Real Audien cia de


México, fue un fiel colabo rador en la Visita de don José de Gálvez al
Virreinato de la Nueva España. A instancias del propio Gálvez, encum -
brado ya en el Minist erio de Indias, fue nombr ado visitad or genera l
del Perú por cédula de 11 de marzo de 1776. Es uno de los person ajes
más controvertidos de la historio grafía peruan a. La impopu laridad de
su 1nisión entre los diversos grupos sociales, su enérgic a actuaci ón en
la rebelió n de Túpac Amaro y el enfrentarniento person al con el virrey
Guirior, hombr e dotado de singulares dotes de simpat ía, lo convirt ie-
ron para la posteri dad en un ser execrable. La mayorí a de nuestro s his-
toriadores, dice Vargas Ugarte, se complacieron en repetir el paralelismo
mal escogido de Sebast ián Lorente: «Areche unía al rigor del inquisi-
dor la dureza del publica no»v. Pero esta visión maniqu ea ha entrado
en revisión desde hace algunos años, gracias sobre todo a las obras de _
Palacio Atard y Céspedes del Castillo, publicadas conjunta1nente en 1946

anos 28 •
en el tercer Anuario de Estudios Americ
Palacio Atard describ e en estas pocas líneas la person alidad del per-
sonaje: <<Gálvez se dejó influir, al hacer la elecció n, por la probid ad
de Areche. En el mundo de venalidades en que habría de moverse quien

acomet iera la reforma administrativa del Perú, se requer ía una perso-

26
Ibídem.
n Vargas Ugarte, op. cit., V, p. 30.
28
Palacio Atard, Vicente; Areche y Guirior, Observaciones sobre el fracaso de una
Visita al Perú en ABA III (Sevilla, 1946), pp. 269-376, y Guillerm o Céspede s del Casti-
llo, Lima y Buenos Aires: Repercusiones económi cas y políticas de la creación del Vi-
"einato del Plata, en AEA, m, pp. 667-'ifl4. Editados también ambos como separatas-libros
independ ientes.


LA CONTA DURÍA EN EL SIGLO XVIII 191

nalidad fuerte, un hombr e que al talento, a la energía, a la perspic acia


y don de gentes uniera una honradez acrisolada. Y esto sí que estaba
seguro Gálvez de encont rar en Areche : él era un hombr e íntegro a car-
ta cabal. Esta virtud tan acredit ada suya se antepuso a otros defectos,
y Gálvez no reparó ya en las circunstancias tempera111entales e intelec-
tuales que nada recome ndaban su elección para la Visita al Perú. No
era sólo un hombr e honesto el que hubier a convenido en el Virreiriato
andino, sino sobre todo un hombr e listo. De no aprecia r así esta
todo lo demás>> 29 •
escala de valores se originó
Las dos obras mencio nadas me relevan de intentar por mi parte una
síntesis apresu rada en la que enmarc ar la labor de los visitadores en
relació n al Tribun al de Cuentas. Palacio Atard estudia el arnbiente ten-
so en que se desarro lla la Visita de Areche y las causas que determina-
ron su fracaso. Céspedef , con su reconocida penetración crítica, analiza
la situación económ ica del país y los resultados de la acción de los
30
visitadores •

2.1.1. REDUC CIÓN DEL TERRTI DRIO JURISD ICCION AL

La creació n del Virreinato de Buenos Aires y la segregación de las


provincias del Alto Perú supuso para el Virreinato de Lima un rudo
golpe político y económico. El reajuste administrativo consiguiente afec-
tó, como es natural , muy directa1nente al Tribunal de Cuentas de los
Reyes. El fenómeno se presenta,, simultánearnente con los primeros com-
pases de la Visita de Areche. Este, después de meditarlo durante algún
tiempo, lo unió con el resto de los problem as de la Contad uría y les
dio una solució n de conjunto.
No era la primer a vez que la jurisdi cción del Tribunal de Cuentas
sufría un recorte de esta naturaleza. La creació n en 1739 del Virreinato
de Santa Fe despué s del interre gno. 1717-1724 segregó de su juris-
dicción las cajas de las audiencias de Quito y Panarná. Las dos cajas
asentadas en las respectivas ~ydes audienciales habían gozado de una
relativa autono mía, sus cuenta s eran tomada s por los oidores de su dis-
trito e, incluso, las de Pana111á, ni siquier a se enviaban a la Contad uría

29
Palacio Atard, op. cit., pp. 7:18 y ss.

3
°
Céspedes, lima y Buenos Aires, vid. especialplente el capítulo IV, y en él los epí-
grafes: «La situación económica en 1778-1785» y «Labor de la Visita General», pp. í99-840.


192 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

de Los Reyes, sino directa111ente a la del Consej o de Indias 31 • Con es-


tas premisas es fácil entend er que este primer recorte jurisdi cciona l no
representara un grave golpe para la Hacien da peruan a, salvo el caso
de Guayaquil, unido por estrech os lazos sociales, económ icos e insti-
tucionales al territorio virrein al. En 1803, como veremos más tarde,
se reintegró a la Audiencia de Lima y por consiguiente a la jurisdi c-
ción del Tribunal. •
La creació n del nuevo Virreinato de Buenos Aires tuvo un alcance •

y consecuencias para el matriz mucho más irnportantes y sustanciales



que, en su tiempo, el santafesino. Analizado sólo desde la perspectiva
que ahora nos interesa, la jurisdi cción del Tribunal de Cuentas, hay que
establecer una clara distinción entre los territor ios rioplatenses y el Al-
to Perú. Este últirno y rico territor io central irnba su contab ilidad en
la Caja de Potosí y ésta a su vez, como se estudia en los epígrafes dedi-
cados a la Visita a la Villa Imperi al, manten ía unas relaciones especia -
les con la Contad uría de Los Reyes.
Las cajas de las provincias del Río de la Plata, de escasa significa-
ción econótnica, mantenidas algunas de ellas por los situados que se
enviaban desde Lirna o Potosí, estuvie ron general111ente inserta s en el
régimen ordina rio del Tribunal de Cuentas. La lejanía de aquellas ca-
jas, sus escasos rendirnientos económ icos y la fulta de colabo ración de
los funcionarios fiscales y políticos tomaro n las relaciones con el Tri-
bunal en esporádicas y accidentales; no era así infrecu ente que trans-
currier an años sin que los contadores de Los Reyes tuviera n noticias
• de los oficiales reales de los territor ios atlánticos .
En la década de los sesenta, el Tribunal de Lima hizo un esfuerz o
extraordinario para lograr liquida r las cuentas de Buenos Aires corres- •

pondientes al período 1749-1760, aunque quedar on sin revisar todas las


anteriores desde 1714. En 1767 los contadores mayores ademá s de in-
for1nar sobre estos hechos trasladan a la Corte su temor de que la con-
tabilidad de esa Caja vuelva a retrasarse, porque despué s sólo habían
recibido las cuentas de 1761-1762. lnforn1aban del mismo modo como
en octubre de 1764 habían cursado las providencias necesarias a las auto-
ridades bonaer enses para la cobranza de 26.000 pesos de deudas en las

31
El territorio panameñ o con la primera creación del Virreina to de Nueva Granada
no perdió su depende ncia del peruano, pero se suprimió su Audienc ia. Los contador es
del Tribunal de Cuentas de Lima solicitar on que por las nuevas circunsta ncias los oficia-
les reales de esa Caja enviaran sus cuentas a Lima para ser revisada s normalm ente

(5 de febrero de 1722; AGI, Lima, 425). Petición que no tuvo curso porque ese mismo
año, 1722, se restituyó la Audiencia a Panamá, con los mismos privilegios que había g01.ado.




LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 193

'
cuentas liquidadas, pero que ni el gobernador ni los oficiales reales de
aquella provincia se habían dado por enterados y que ya habían perdi-
32
do toda esperanza de que sus órdenes tuvieran efecto •
En este marco de desorganizac ión e impotencia, los contadores li-
meños proponen al Consejo una sorprendente solución: que las cuen-
tas de los oficiales reales de Buenos Aires se re1nitan directa111ente para
su revisión a la Contaduría del Consejo, en consideración sobre todo
a que las medidas de presión de los contadores metropolitano s «serían
más atendidas que las de ese Tribunal que carecía de las fuerzas y fa-
cultades para el desempeño de su obligación». La respuesta del Conse-
jo, oídos los infor1nes del fiscal y la Contaduría General, fue la creación
de un contador mayor para la atención de las cuentas de Buenos Aires,
33
Tucu111án y Paraguay , y otro de la misma calidad y título para el Rei-
34
no de Chile • Respuesta que iba acompañada de 11na severísirna re-
primenda a los rninistros limeños. En primer lugar, por no haber
utilizado con los oficiales reales las facultades que les otorgan sus esta-
tutos, y después, por haber postergado las cuentas antiguas para tomar
las modernas, sin tener en cuenta, se dice, la conexión de las deudas
que se ar·rastran de unas a otras« ... de esto se reconoce la falta de ins-
trucción metódica con que procedéis, contraviniend o a lo que previe-
35
nen las leyes, ordenanzas y reales disposiciones» •
Don Manuel de Guirior, en su relación de gobierno informa, desde
su perspectiva de gobernante peruano, de la creación del Virreinato del
Río de la Plata : Por real cédula de 8 de agosto de 1776 se le comu-
36

nicó las facultades virreinalicias de Cevallos, y, por otra, de 21 de mar-

32
Las finanzas de Buenos Aires, explica el virrey Amat «estuvieron primeramente
pendientes de varios visitadores que nombraba S.M. remitiendo sus cuentas al Real y
Supremo Consejo de las Indias, lo que en realidad no ejecutaban, y dio lugar a t1n rezago
considerable. Posterior1nente se mandó 0011 iesen a cargo de este Tribuna] Mayor de Cuen-
tas», sin que tampoco se consiguiese los resul~dos apetecidos. Memoria, p. 641.
33
«Cédula de 24 de enero de 1768,., Revista de la Biblioteca Nacional, IX, núm.
294 (Buenos Aires, 1943). Cfr. Zorraquín Becú, Ricardo, La organiw.ción judicial ar-
gentina en el periodo hispánico (Buenos Aires, 1981), p. 96 (nota 61). La Contaduría
se instaló en Buenos Aires en 1769. Ibídem.
Amat dice en su Memoria que el primer contador mayor de Buenos Aires fue don
Cándido Ramos <<con total independencia y única subordinación al Real y Supremo Con-
sejo de las Indias y sólo la obligación de remitir al virrey una entrada y estado de los
caudales y ajustamientos intervenidos», p. 641.
34
Silva Vargas, op. cit.
35
Cédula, El Pardo, 28 de febrero de 1768; AGI, lima, 1.122.
36
• El título del primer virrey, don Pedro de Cevallos, está fechado el 1 de agosto de
1776; AGI, Buenos Aires, 30, publicado por Mauriua, op. cit. IV, pp. 16-18.

19 4 CO NT RO L FI SC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

zo de 1778 «Se m e di o no tic ia de se r pe r1 na ne nt e aq ue l es ta bl ec im ie nt o,


ha bi én do se no m br ad o pa ra co nt in ua r en el m an do de vi rr ey al Ex m o.
Sr. D. Ju an Jo sé de V ér tiz y qu e ta rnbién se ha bí a er ig id o al lí un a in te n-
de nc ia de Ej ér ci to y Real Hacienda» e, i en te , el Tr ib un al de C ue n-
ta s co n se de en Bu en os A ire s. En co ns ec ue nc ia , se or de nó al vi rr ey
co m o im pe ra tiv os in m ed ia to s: .
l. La se pa ra ci ón efectiva de la s pr ov in ci as re sp ec tiv as .
2. La re m is ió n a Bu en os A ire s de lo s pa pe le s co rr es po nd ie.nt es .
3. D es ig na r en tre lo s co nt ad or es de l Tr ib un al de Li m a lo s qu e de - •

bí an tra sl ad ar se a la nueva se de 36ª.

La co nr no ci ón en el Pe rú al co no ce rs e es ta s no tic ia s no pr ov en ía n
de la cr ea ci ón de l V irr ei na to en sí , qu e a na di e m ed ia na 1n en te in te li-
ge nt e se le es ca pa ba su im pe rio sa ne ce si da d, si no de la se gr eg ac ió n
de un os te rr ito rio s, lo s al to pe ru an os , íntin1a y sólida1nente un id os po r
la ge og ra fía y la hi st or ia , lo qu e en té rm in os m ás ac ad ém ic os C és pe -
de s de l Ca st ill o lla1na <<la co he re nc ia de l si st em a Pe rú -C ha rc as » TI. La
re la tiv a tra nq ui lid ad co n qu e se ha bí a ej ec ut ad o en un pa sa do ce rc an o
m ed id as si m ila re s, qu e ce rc en ab an el te rr ito rio vi rr ei na l o lim ita ba n
su ju ris di cc ió n, co nt ra st an , ah or a, co n el se nt im ie nt o co nt en id o y la s
pr ot es ta s de di fe re nt es esta1nentos qu e pr od uj o la in te m pe st iv a de ci si ón
re al .
G ui rio r, po r de cr et o de 24 de oc tu br e, or de nó el cu m pl im ie nt o de
la re al cé du la . El Tr ib un al de C ue nt as en su re sp ue st a al vi rr ey ex pr es a
su so lid ar id ad co n la s pr ot es ta s de l Tr ib un al de l Co ns ul ad o, C on ta du -
rí a de Re ta sa s, ad m in is tra do r ge ne ra l de A du an as , etc. , <<cada un o po r
su s m ot iv os », pe ro qu e ap un ta n to do s a lo s pe rju ic io s qu e re su lta rá n -
de la se gr eg ac ió n. Lo s co nt ad or es qu ie re n añ ad ir po r su pa rt e el qu e
se de riv ar á de qu e no se ce nt ra lic en lo s fo nd os en la ca pi ta l pe ru an a,
de sd e do nd e si em pr e se ha bí a so co rr id o a la s pr ov in ci as qu e lo ne ce si -
ta ba n, co m o ha si do te st ig o el pr op io Bu en os A ire s, di ce n, co m o es e
1.500.000 pe so s co n qu e el vi rr ey «p or su pe ri or ar bi tr io ha lló pr on to
lo s co ra zo ne s de es to s fie le s va sa llo s, pa ra qu e la s ar111as de S. M . se
so co rr ie se n y co nt uv ie se n la s in va si on es en em ig as ». Pe ro an te la ir re -
ve rs ib ili da d de la de ci si ón de l Rey, re fle xi on an resignada111ente, no ha y

3
6aRelación de Gobierno, de do n M an ue l de Guirior, Lin1a, 23 de agosto de 17
80,
BNM, ms. 3.144, fols. 'ir7 y ss. núm. 105.
J7 Cé sp ed es , lim a y Buenos Ai re s, pp. 92-95.


-



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 195

ya argumento que valga, por lo que acatan la separación de las provin-


cias del Alto Perú. Eso no es óbice para plantear observaciones al de-
creto del virrey.
• En cuanto a la remisión de papeles, proponen una doble clasifica-
ción. Un primer grupo de documentos que pueden enviarse inmediata-
mente sin ningún problema, salvo la encuadernación previa para
precaverlos de la dureza del traslado, como, por ejemplo, todas las cuen-
tas liquidadas, antiguas y modernas. Y otros en los que antes era nece-
sario su duplicación, en primer lugar los instrumentales que serán útiles
a «las provincias desunidas» como a las que quedan a este superior go-
bierno y todos aquellos otros cuya pérdida sería irreparable y a los que,
por lo tanto, hay que precaverlos de los peligros que se someterán en
un carnino tan largo: pérdidas, incendios, caída de las mulas a un río, etc.
En el traspaso de personal a la Contaduría del Plata es donde los
ministros limeños encuentran mayores reparos. En principio, dicen,
aceptarán la decisión <<que con maduro exarnen y prudente reflexión
acuerde V.E. con el señor visitador», pero no pueden dejar de rechazar
los tér111inos en que esto se plantea: no sobra como dice la real
cédula ni deja de ser necesario como dice el decreto ni uno solo
de los servidores de la Contaduría, antes al contrario, como se ha soli-
citado en incontables ocasiones, necesitan de más manos; la insuficiencia
de personal, hasta ahora, dicen, se ha subsanado con horas extraordi-
narias, incluso en días festivos, y en ocasiones recurriendo al personal
auxiliar que ha proporcionado el Gobierno. Después de la desmembra-
ción todavía queda bajo la jurisdicción del Tribunal un ingente
38
trabajo :
Once cajas reales.
Cuarenta y ocho corregimientos.

La Casa de la Moneda de Lima. ·
Los rarnos de la Santa Crunida, papel sellado, penas de cá1nara.
Las cuentas de los reales almacenes del Callao.

Las del Estanco del Tabaco.


Las de la Real Aduana.
Las cuentas atrasadas de Potosí, 19 concretamente.
Las cuentas de la mesa de diezmos.
El problema humano era en realidad el más delicado e inmediato
para la Contaduría y las autoridades virreinales. En un informe del con-


38 Infor1ne del Tribunal al virrey, 15 de ener0 de 1779; AGI, Lima, 1.124.


19 6 C O N TR O L FI SC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

ta do r general de l C on se jo d e Indias, se de sc ri be el estado d e


án im o d e
sus se rv id or es , el recelo y sentimiento d e de ja r el país, sus
ca sa s.. . «Y
transferirse a m il leguas de distancia», y qu e m an tu vo a to do
s en un a
m uy natural situación d e desasosiego 39 • G ui ri or de bi ó es cr
ib ir en al-
gú n m om en to su op in ió n co nt ra ri a a qu e se hi ci er a efectiva
la transfe-
re nc ia , ad uc ie nd o la falta qu e ha cí an todos el lo s en L im a 40
• M as n~
ha bí a na da qu e hacer, la s re al es ór de ne s er an im pe ri os as . E l
virrey, d e
ac ue rd o co n el visitador, de si gn ó lo s fu nc io na ri os de las di
versas cl a- ,
ses qu e de bí an pa sa r a su nuevo destino. Todos lo hi ci er on
excepto el
co nt ad or d e resultas Ju li án d e E lc or ob ar ru ti a, qu ie n hi zo «c
onstar la •

grave enfern1edad qu e p o r entonces se lo irnpedía». D es pu és
d e u n exa-
m en pr ol ij o se en vi ar on do ce ca jo ne s d e pa pe le s p o r co rr eo
or di na ri o
y ot ro nú m er o mayor se tr as la dó m ás ta rd e ba jo la cu st od ia
de l co nt a-
d o r Jo sé Antonio H ur ta do y Sandoval, un o d e lo s m in is tr os
tr an sf er i-
do s a B ue no s A ir es 41 •
L a pl an ti ll a d e la C on ta du rí a li m eñ a, aj us tá nd om e al in fo rm
• e an te s
ci ta do de l co nt ad or ge ne ra l, qu ed ó sumarnente de sc al ab ra da
, co n só lo
tr es m in is tr os pr in ci pa le s y un o de el lo s ac ha co so ; el ún ic o
d e re su lt as
m ed io ciego; p o r lo tanto, de cí a «no qu ed ab an m ás qu e do s
m in is tr os
p ar a re vi sa r y fenecer, pu es la s de m ás cl as es er an or de na do
re s, no to-
do s robustos ni aptos, y- d e en tr et en id os y escribientes». E n
es ta s ci r-
cunstancias G ui ri or pi di ó al T ri bu na l in fo rm es so br e lo s su
ba lt er no s·,
qu e lo s ministros mayores se ap re su ra ro n a re da ct ar el 2 0
d e m ar zo
d e 1779, pi di en do so br e todo el auxilio d e m an os expertas.
· E l vi rr ey
só lo les co nc ed ió la re di st ri bu ci ón pr ov is io na l d e la bo re s, de
ja nd o en
m an os de l vi si ta do r A re ch e la reforn1a en pr of un di da d de l T
ri bu na l 42 ,
tal co m o lo te ní a en co m en da do p o r sus in st ru cc io ne s.
S ól o m e re st a de sc ri bi r sumaria1nente el ca so de l Reino d e
C hi le
pa ra co m pl et ar es ta vi si ón d e la pa ul at in a re du cc ió n de l te rr
it or io ju -
risdiccional de l T ri bu na l d e C ue nt as d e L im a. E n el se gu nd
o ca pí tu lo
se explicó co n relativa arnplitud el ré gi m en es pe ci al qu e la
s m is m as
or de na nz as fundacionales co nc ed ie ro n a aq ue l , te rr it or io
au st ra l 43 •
A ut on om ía qu e lo s oficiales re al es ch il en os , especial111ente lo
s d e S an -
tiago, co n la pr ác ti ca co ns ue tu di na ri a co nv ir ti er on en un a qu
asi in de -

39
Informe de l fiscal de la Nueva España y co nt ad or general de
l Consejo, 21 de agos-
to de 1786; AGI, li m a, 1.124.
40
Relación, de G ui rio r, BNM, ms. 3.114, fol. 88, núms. 106 y
41 107.
Ib íd em .
42
Ib íd em . ·
43 •
Vid. su pr a, cap. Il , 1.2. O rd en an za s de 1605 ca pí tu lo s 24
y 25.

• •

'


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 197

pendencia administrativa. En 1718, por ejemplo, los contadores de Los


Reyes se quejaban de no haber recibido en años cuenta, libro, relación
jurada o una simple carta de aquellos oficiales, por lo que solicitaban
se les recordara sus obligaciones. Vista la petición en el Consejo de
Indias se ordenó que, no habiendo ninguna disposición en contrario,
se instara a los oficiales chilenos a enviar sus cuentas al Tribunal de
44
Lima para su revisión • En 1722 los auditores mayores inforn1aban
45
que sólo los de Concepción habían obedecido las órdenes del Rey •
Cuando esporádica1nente las cuentas de Santiago se enviaban a Lima
<<eran unas relaciones carentes de orden y método y de las indispensa-
46
bles comprobaciones» , un mero cumplimiento forn1al de la legis- .
lación.
En 1768, conjunta1nente con la de Buenos Aires, como ya se ha di-
41
cho, se crea en Chile una Contaduría Mayor , que otorga plena in-
dependencia jurídica a la contabilidad del Reino. La única obligación
que une desde entonces a la administración de las fmanzas chilenas con
la capital del Virreinato, es dirigir al Gobierno Superior unos informes
por mayor de los 9audales atesorados, después de ejecutados «los cor-
48
tes, tanteos y balances de aquellas reales cajas>> • La obra de Feman-
do Silva Vargas sobre la Contaduría de Chile me exonera de entrar en
mayores consideraciones.

2.1.2. LA REFORMA DE ARECHE

Dos hechos confluyen en la drástica reforma que el visitador José


Antonio de Areche ejecutó en el Tribunal de Cuentas de Lima. En pri-

44
Carta de los contadores, Lima, 26 de octubre de 1718. Resolución del Consejo,
19 de· octubre de 1719; AGI, Lima, 425.
45 Carta de los contadores, Lima, 5 de febrero de 1722; AGI, U.ma, 425.
46 Silva Vargas, op. cit., p. 110. ·Cita: Informe del contador del Consejo Tomás Or-

tiz de Landázuri, 29 de julio de 1765; AGI, Chile, 331.


47 Por real despacho de 19 de abril de 1768 se nombró como primer contado.r ma-

yor a Silvestre García (Amat, Memoria, p. 491) con un ·salario de 4.000 pesos superior
al que ganaban los de Lima y la asistencia de ~~s oficiales con 6~ y 400 d~ sueldo
(ibídem, p. 494). La fecha de la cédula de creac1on de la Contadur1a es la nusma, 19
de abril de 1768, que la del título de García, sin embargo, en la cédula de 28 de febrero
de 1768 antes citada (nota 35), ya se anunciaba al virrey Guirior esta creación como un
hecho. Probablemente esta divergencia cronológica se explique por las circunstancias que
. na1·ra Silva Vargas en el nombramiento del primer contador chileno (op. cit., pp. 124 y ss.)
48
Amat, Memoria, p. 490.

• •

19 8 CO NT RO L FI SC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

m er lugar, el qu e éste fuera un o de los principales cometidos qu e


se
le había encargado en sus instrucciones y pa ra el cual se le habían ot
or-
gado facultades prácticarnente ilimitadas. El segundo, circunstanci
al,
pe ro no menos importante, es el estado en qu e quedó la plantilla
de
la C on ta du rí a descrito en el epígrafe an te ri or después de qu e
un
bu en número de sus servidores fueran transferidos al nuevo de Bueno
• s
Aires. L a reforma del visitador fue el fruto de un a larga reflexión •
y,
al menos aparentemente, de un a cuidadosa selección de los subalte
r-
nos. M ás de tres años habían tr an sc ur ri do de sd e qu e inició la Vis '
ita
y casi año y medio desde que, efectuada la repartición de personal
, Gui- •

ri or dejara en sus manos el arreglo de la Contaduría. E l 28 de agos


to
de 1780 firmó el decreto de reestructuración 49 :

Salarios
C O N TA D O R ES

l. M ar qu és de Sa n Fe lip e el Real (decano)


4. 00 0
2. Jo sé Le on ar do H ur ta do
4. 00 0
3. Ju an de Si er ra
4. 00 0

C O N TA D O R ES D E RESULTAS

l. Ju an D om in go de Ordozgoyti, oficial te rc er o de la Visita


y superintendente de Real Hacienda e intendente general de Ejér-
cito; vi si ta do r habilitado pa ra la C aj a de Huancavelica, en la qu e
continúa, además de ha be r prestado servicios anteriores en la Nue-
va Es pa ña . Sustituye a Jo sé Bravo de La gu na s, qu e se ju bi la .
2.400
2. M ig ue l Salvi; as ci en de de co nt ad or or de na do r <<po r sus
reconocidos m ér ito s y ci rc un st an ci as particulares».
2.400
3. José Sánchez Meléndez; <<atendiendo a su distinguida apli-
ca ci ón e inteligencia acreditada>>.
2.400

C O N TA D O R ES D E RESULTAS
SU PE R N U M ER A R IO S

l. Santiago Le ur o; as ci en de de co nt ad or or de na do r
1.800
2. Diego de la Vega; er a co nt ad or entretenido, en es te rno-
-

49
Decreto, 29 de agosto de 1780. Extracto del plan fechado al día sigui
ente; AGI,
lim a, 1.124. '

•'



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 199

Salarios
mento en comisión de servicio en las cajas reales, por eso no
se consigna su salario 50
.3. Juan de Oyarzábal; era contador entretenido 1.800
4. José Ignacio Lequanda 1.800
5. Ignacio Bonet; era meritorio del Tribunal en una plaza
auxiliar de la oficina del Callao 1.800

CONTADORES ORDENADOR ES
,
l. José Antonio Barrón; asciende de entretenido 1.000 •

2. Fernando Garrón; era contador entretenido, ordenó las


cuentas de alcabalas de la Aduana 1.000

CONTADORES ORDENADOR ES •


SUPERNUME RARIOS

l. Alejo Alberena; funcionario de la Renta de Tabacos 800


2. Estanilao Peña; se desempeñaba como contador de diez-
mos agregado al Tribunal 800
3. Miguel Pizarro; oficial en la Secretaría del Virreinato 800

OFICIALES DE LIBROS

l. Francisco Bravo de Rueda; era amanuense del Tribunal


en el ramo de alcabalas 500
2. Dotningo Moreno; asciende de entretenido sin sueldo 500

OFICIALES ENTRETENID OS •

l. Manuel Salvador Paz; asciende de escribiente sin sueldo 500


2. Manuel Cubillas; igual que el anterior 500

ARCHIVERO

l. Andrés Castellanos; continúa 400

50
Al parecer debió ser un funcionario eficaz, cuyos servicios eran necesarios en
otras oficinas, por lo que su situación en el Tribunal, en años sucesivos, siguió siendo
irregular. (Vid. supra, por ejemplo, notas 56 y 83.) •

20 0 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

Salarios
ESCRIBANO
.

l. José Antonio Ximeno Amerita; continúa; además del suel-


do derechos según arancel 48 6

PORTERO

l. Eustaquio Ortiz; co nti nú a 300 •

,,
CO NT AD OR DE LA M ES A DE LA RA ZO N

l. Matías de la Cu es ta 51 l.OU,4

GASTOS DE ESCRITORIO 400

La re fo rm a del vi sit ad or relevó de sus cargos a m uc ho s d~ los an ti-


guos empleados, sustituyéndolos po r otros de m uy diferente extracción;

unos po r ascensos de nt ro de la m ism a Co nt ad ur ía , ot ro s po r m ér ito s
contraídos en ot ra s oficinas de la Administración. Pe ro a todos los ju -
bilados se les dotó de la co rre sp on di en te pe ns ió n, co n la pa rti cu la rid ad

de qu e no cargó los ha be re s pasivos so br e los fondos públicos, sino


so br e los salarios de algunos de los nuevos ministros. D e todas for111as,
pa ra ninguno de ell os significó un de sc ala br o económico, ya qu e ad e- .
más de l ascenso todos los salarios fueron in cr em en tad os po r Ar ec he . ·
Lo s de los contadores mayores qu e de sd e la fundación se ha bí an fijado
en 3.645 pe so s se in cr em en tar on po r pr im er a vez a los 4. 00 0 qu e m u-
ch o tiempo antes ha bí an solicitado; los de los co nt ad or es de resultas,
de 2.025 a 2. 40 0, etc. Esta es la re lac ió n de ju bi la do s qu e pr es en ta el
pr op io Ar ec he 52 : •


51

Este cargo se mantuvo en el plan de Areche con carácter provisional. Do n Ma-
tías de la Cuesta debía seguir en él con el salario consignado más los derechos de aran-
cel, sólo mientras ~se reduce a efecto el que po r los respectivos contadores de resultas
se tome la razón, cada uno de lo que toque a su mesa, estableciéndose desde luego los
oficiales de libros». (Vid. supra, nota 49.)
52
Ibídem.



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 201

Ministro sobre el que se Pensión


Jubilado •

carga la pensión
1. C. de resultas José Bra-
vo de Lagunas José Sánchez 600
2. C. ordenador Juan Ma-
nuel Ureta Santiago Leuro 53 500
3. C. ordenador Juan de
Santibáñez Juan de Oyarzábal 500
4. C. ordenador Jt1an Lu-
que Mármol José Ignacio Lequanda 500
5. C. ordenador Manuel •

Ortega Pimentel Joaquín Bonet 500


TatAL 2.600

La clase de los contadores de cuentas fue la que menos se vio afec-


tada por la refor1na. El único ca1nbio reseñable es la dis111inución de
cinco a tres auditores mayores; pero esto más como consecuencia de
la partición con la nueva institución homóloga de Buenos Aires. No
hay tarnpoco ningún ca1nbio en las personas que constituyen la Mesa
Mayor. No creo que Areche los mantuviera por sus dotes humanas y
profesionales. Todo parece indicar que le movió el respeto a tan altos
cargos de nombramiento real y el deseo de no cargar a la Hacienda
con i111portantes haberes pasivos. Prueba de ello es que no se atreviera
a ejecutarlo por su cuenta pero sí a solicitar del Rey la jubilación de
54
dos 1ninistros: Sierra y Hurtado • ¿Por qué no pidió lo mismo para
el decano, el marqués de San Felipe? Escobedo nos ofrece su personal
apreciación: mi antecesor, dice, le <<confió todo el gobierno y econo-
mía interior del Tribunal, y creo lo haría porque, sin ocultár~ele su inep-
titud: era el .que tenía más a mano>> 55 • Se siembra así una peligrosa
sen1illa, una capacitación profesional inferior en el esta1nento dirigen-
te, que pronto dio sus frutos en la pérdida de respeto por los subalter-
nos y que más tarde, a partir de la últi111a década del siglo, devino en
discordias y enfrenta111ientos entre las diversas clases del Tribunal.
Los ca1nbios verdadera1nente sustanciales se ejecutan entre los con-

53
De los 500 pesos, 400 se cargan sobre el salario de Leuro y 100 sobre la Real
Hacienda.
54 Carta de Escobedo a Gálvez, núm. 396, Lima, 20 de enero de 1785; AGI,

Lima, 1.103.
55
Ibídem.



202 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERU ANO


tadores de resultas y ordenadores. En prim er lugar, porq ue se subdivi-


den cada uno de ellos en las categorías que han qued ado ya expresadas
en el cuad ro del plan de Areche, pero sobr e todo porq ue se modifican
cuantitativa1nente sus componentes: de los diez orde nado res de la épo-
ca de Ama t se pasa ahor a a tan sólo cinco, mientras que los de resultas
se incrementan de dos a siete 56 • Cam bio cuantitativo que respo nde en

la mente del visitador a una modificación cualitativa de las funciones
de la Contaduría: Las cuentas ante la insistencia de las autoridades,

la vigilancia del Tribunal y, últimamente, com o cons ecue ncia de la
Visita eran entregadas por los oficiales reales con much o más orde n,
ajustándose al estilo de la Contaduría; de esta mane ra ya no eran nece -
sarios tantos oficiales orde nado res que se dedi caran a su labo r especí-
fica orde nar , por lo que con perm iso del virrey podí an ayud ar en
la liquidación de las cuentas atrasadas: misi ón específica de los conta-
dores de resultas. Planteado en estos tér1ninos se entiende pef{ectarnente
la resolución del visitador de nom brar más funcionarios para este me-
nester, con títulos y cualificación pertinentes. Ya veremos com o Esco -
bedo llevó este razonamiento hasta el extremo.
El personal auxiliar infer ior no sufre tan drásticas transfor1nacio-
nes. Las denominaciones de algunos de estos cargos cont inúa n sin alte-·
raciones: archivero, escri bano y portero. Otro s como los entretenidos
y amanuenses son subsumidos en dos nuevas categorías: oficiales de
libros y oficiales entretenidos con sueldo. Los salarios, en general, tarn-
bién se incrementan para estos funcionarios meno res 57 •

El coste del plan de Arec he es sensiblemente infer ior a la nóm ina


del Tribunal en los tiempos del virrey Ama t. Este hech o no pued e ex-
plica rse sólo por la disminución de personal de 29 a 23 porq ue
en todo caso se comp ensa ría por el aumento gene ral de salarios, sino •

por la desa paric ión de tres funcionarios con sueldos altos: la dism inu-
ción de dos contadores mayores y la extinción del empl eo de alguacil
58
mayor , que representan en conjunto un ahor ro para el Erar io de
10. 935 pesos. ,

56
Aunque en el plan se enumeren cinco contadores de resultas supernumerarios, se
prevé que sólo cuatro sean efectivos. Areche dispone que cuando vaque una de estas pla-
zas <<por muerte, ascenso o promoción>> no se cubra, para que entre cuando convenga
don Diego de la Vega, quien por entonces servía en las Cajas Reales.
57
El único que aparentemente no recibe un salario mayor es el escribano, para quien
sólo se consigna sus haberes en la Real Hacienda, pero no los derechos que devengue
por sus actuaciones. .
58
Vid. supra (en este capítulo, 5.1). 1


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 203

José Antonio de Areche escribía a Madrid satisfecho de su obra y


con la esperanza de que su reforma diera los frutos en el mayor rendi-
miento para la Hacienda peruana: <<yo espero que los efectos sean tan
felices como debemos prometernos de la cuidadosa elección que sé ha
59
procurado hacer de todos los empleados>> • Si se analiza exclusiva-
mente por un dato externo, el adelanta1niento y puntualidad en la ren-
dición de cuentas, sus esperanzas no fueron defraudadas, pese a que ·
poco después, absorbidas sus energías por la rebelión de José Gabriel
Condorcanqui, Túpac Amaru, no pudiera seguir de cerca el funciona-
miento de la maquinaria que había recreado.
La disputa entre Areche y Guirior concluyó con un gran triunfo po-
lítico para el visitador, al ser fulrninantemente destituido el virrey. Triun-
fo que, sin embargo, sería efímero. Su carácter enfern1izo se había
envenenado hasta tal punto que pronto se enemistó con el nuevo virrey,
don Agustín de Jáuregui. Sus quejas contra el gobernante se volvieron
ahora contra él: las autoridades de Madrid tomaron conciencia de que
el principal escollo para el éxito de la Visita era la persona del visita-
dor. A ello se unió_su actuación en la rebelión de Túpac Amaro, victo-
riqsa cierta1nente, pero como dice Palacio Atard: <<A Areche no se le
envió para que sometiera rebeldes, sino para reorganizar la Hacienda.
Toda otra cosa era carnbiar sus funciones>>()(). La destitución del visi-
tador, dice el mismo autor, fue tan repentina y fulminante como la de
su ene111igo Guirior. A mediados de 1782, don Jorge de Escobedo
-<<que como subdelegado de Areche en Potosí había manifestado s·u
61
excelente capacidad en diversas funciones>> asumió los cargos de
visitador y superintendente general de la Real Hacienda.

2.2. El visitador Escobedo •

Con Palacio Atard hemos de convenll en la unidad de la Visita


General 62 • A Escobedo le ani111an los mismos propósitos y fines que
a su antecesor y se le otorgan los 1nismos instrumentos legales. Pero
ta1nbién habrá que convenir en que las circunstancias de alguna forma
han ca111biado, no sólo por el talante de los nuevos protagonistas, Esco-

59 Carta de Areche, Lima, 1 de septiembre de 1780; AGI, Lima, 1.124.'


60
Palacio Atard, op. cit., p. 320.
61
• Ibídem, pp. 324 y ss .
62
Ibídem, p. 55 (nota 53).

20 4 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO


bedo, Jáuregui y después Cr oi x, sino po rq ue es ca rm en tad os en cabe-


zas ajenas evitarán las fricciones qu e co nd uj er on a tan funestas
consecuencias a sus predecesores. La co rre sp on de nc ia co n el ministro

de Indias es reveladora del ca rá ct er del nuevo visitador y de su de se o
de no tro pe za r co n la m ism a piedra; en un a oc as ió n sobre todo mani-
fiesta su disposición, co nc re tad a co n varios ejemplos, de no enfren~r­
se al virrey, cediendo en todas las posibles disputas 63 • Jáuregui
y Cr oi x, en sus relaciones de go bi er no de cla ra n idénticos propósitos, .
au nq ue no po r ello de je n de ex po ne r su de sa gr ad o po r la m en gu a
de la autoridad virreinalicia 64 • Todo esto cr ea el cli m a m ín im o nece-
sario pa ra qu e Es co be do cu m pl a co n eficacia su labor, qu e cu lm in a
co n la implantación del ré gi m en de intendencias en todo el te rri to rio
virreinal.
Es co be do cornienza po r el og ia r la la bo r de su antecesor: El Tribu-
na l de Cu en tas , dice, só lo co m en zó a fu nc io na r bi en de sd e qu e Ar ec he
«lo do tó de m an os hábiles, se ar re gl ar on sus lab or es y se es tre ch ó el
desempeño de sus obligacioneS» 65 • Pero in1nediatarnente dentincia gra-
ves er ro re s en la ge sti ón de l antiguo vi sit ad or y de sc rib e el es tad o en
qu e encontró a la Co nt ad ur ía ct1ando se hizo cargo de la Visita y Su pe r-
intendencia Ge ne ra l. Fue1za es ac la ra r qu e Es co be do no se ha lla en
el nu1neroso grupo de de tra cto re s de Ar ec he ; bu en a pr ue ba de ello es
el voto consultivo co n el qu e 1nás ta rd e en fre nt ó su pa re ce r co n el co n-
denatorio de sus compañeros de l Consejo de Indias 66 • La cr íti ca de Es -
co be do manifiesta tan só lo su ex pe rie nc ia de la re al id ad y el de se o ta n
hu m an o de de sc ol la r su pr op ia labor.
En pr im er lu ga r cr iti ca la co nt in ui da d de los m in ist ro s de la M es a
Mayor: «... at1nque no pu ed o co n ve rd ad as eg ur ar co sa qu e m an ch e .
la co nd uc ta de lo s co nt ad or es mayores, sí di ré sin te m or a engañar111e,
qu e si és to s fueran ot ro s rnás activos y m en os ha bi tu ad os al an te rio r
descuido se ha ría un se rv ici o m ás útil y fructífero». Do s so n lo s defec-
tos pr in cip ale s qu e el vi sit ad or de sta ca en lo s co nt ad or es de cuentas:

63
Es co be do a Gálvez, 5 de mayo de 1785, nú m. 474: AG I, lim a, 1.104.
64
Relación de Gobierno de do n Agustín de Jáu reg ui, ed ici ón y est ud io de Re me -
dio s Co ntr era s (M ad rid , 1982), p. 202. Vargas Ug art e nos tra sla da est a de cla rac ión
de
Cro ix. : ~comprometida mi au tor ida d y div idi da la jur isd icc ión , se mo dif ica ba n
. . , . . . . mi s arb i-
tno s, s1 no se entorpec1a en su eJerc1c10 y era n ne ce san os los acu erd os de mi pru de nc
ia
pa ra cau tel ar la div ers ida d de sentimientos co n el sag rad o interés de la justicia~, op. cit
.,
V, p. 80.
65
Es co be do a Gá lve z, n\í m. 396, Lim a, 20 de en ero de 1785; AGI, lim a, 1.103.
66
Palacio Atard, op. cit ., pp . 34 4 y ss .



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 205

su enraiga11liento con la realidad social del país con los consecuentes


problemas de favoritismo y nepotismo y la ineptitud heredada de la
situación anterior, en manifiesto contraste con los ministros subalter-
nos, elegidos po~ su capacidad y en quienes los superiores descargan
el peso del trabajo, ~de modo que apenas hay expediente o informe que
el contador de resultas a quien toca aquel departa1nento no se le mande
infor111ar, y el Tribunal o Mesa Mayor satisface con tres renglones, re-
produciendo lo que el otro ha expuesto, y de aquí se sigue que dichos
subalternos 1niran con desprecio la menor instrucción de sus jefes, con
quienes se fa111iliari:zan, especial1nente los del país, que son sus ahija-
dos y procuran siempre colocar en estas plazas... ». •

Analiza ahora individualrnente a cada uno de los tres contadores


que componen la Mesa Mayor: el decano, el marqués de San Felipe,
es de una ineptitud innegable, aunque de probada honradez y buena
índole; pero precisa1nente esta últirna nota lo hace menos respetable,
porque le hace llegar, incluso con los más bajos dependientes, a tales
manifestaciones de llaneza que no serían bien vistas con sus iguales.
En el Tribunal, todos, pero muy especialrnente los de la tierra, 1niran
con muy poco temor y respeto a su cabeza, ~que segura1nente es la me-
nos instruida y hábil de la Mesa Mayor~. En cuanto al contador Juan
de. Sierra, coincide con Areche en recomendar la jubilación, conside-
rando principal111ente su edad y las enfermedades que por ella padece.
· Al único que conservaría es a José Leonardo Hurtado, quien <<Si no fuera
ra por las conexiones del país lo haría más completo con la habilidad
67
que tiene y en que segura1nente excede a sus compañeros» •
Uno de los más grandes peligros que corre la Contaduría, dice el
visitador Escobedo, es que el mal ejemplo de los superiores estropee
la habilidad de los subalternos. Temor que encierra el mejor elogio a
la reforma de Areche. Pero es aquí donde tarnbién Escobedo centra su
crítica contra la labor del antiguo visitador: su excelente elección del
personal fue desvirtuada casi de inmediato al designar en comisión de

• •

67
Escobedo a Gálvez, núm. 396, Lima, 20 de enero de 1785; AGI, Lima, 1.101 y
1.103. En esta misma carta, a instancias de Madrid, da su opinión sobre los ascensos
propuestos por Areche. De Ordozgoyti dice no ver méritos suficientes, lo mejor sería
trasladarlo a México para que viva ~al lado de su honrada madre y familia» porque así
viviría con más sujeción. Por lo contrario, avala la recomendación a Oyarzábal: «Si estu-
viera en mis manos for111ar este Tribunal de Cuentas pondría en las tres plazas al conta-
. dor general de Alcabalas don Nicolás Sánchez Sirgado, al administrador de la Aduana
don Joaquín Arrese y a Oyarzábal y muy en breve se verían los frutos de esta elección>>.

-- .


20 6 CO NT RO L FI SC AL EN EL VIRREINATO PE RU AN O

se rv ic io a cu at ro co nt ad or es de re su lt as 68 y su pr im ir al co nt ad or
de la
M es a de la R az ón . D is tr ac ci ón de l pe rs on al de la C on ta du rí a en un
m o-
m en to in op or tu no , po rq ue a la in ge nt e la bo r or di na ri a se ha bí a ve
ni do
a su m ar la s cu en ta s or ig in ad as en la pa ci fi ca ci ón de la re be li ón de
Tú-
pa c A m ar u. Si no se po ní a, en co ns ec ue nc ia , re m ed io in rn ed ia
to , la
co nt ab il id ad ar ne na za ba co la ps ar se y vo lv er al es ta do an te ri or . Su
s p¡ i-
m er as actuaciones, po r lo tanto, es tu vi er on encarninadas a su bs an ar
estos
er ro re s: re st itu yó a lo s co nt ad or es de re su lt as y re st ab le ci ó al co nt
ad or
de la M es a de la R az ón 69 •
N o ob st an te , la do ta ci ón de la re fo rm a de l oc he nt a, in cl us o co n
el ·
pe rs on al re st itu id o, le pa re cí a in su fi ci en te pa ra at en de r co n ef ic ac
ia la
co nt ab il id ad vi rr ei na l. So lic itó en to nc es al T ri bu na l qu e ef ec tu ar
a un
es tu di o co m pl et o de l ci ta do regla1nento y qu e infor111ara so br e <<
el nú -
m er o y cl as e de em pl ea do s qu e ju zg ar a pr ec is o pa ra el m ás pr on
to y
ca ba l cu m pl im ie nt o y de sp ac ho de su s fu nc io ne s, ex pr es an do el
de st i-
no y trab~jo de ca da un o» . L a M es a M ay or sa tis fi zo el de se o de l
vi si ta -
do r, pi di ó a su s su ba lt er no s infor1nes in di vi du al iz ad os so br e el es
ta do
de su s la bo re s y so br e es te <<sólido pr in ci pi o» el ab or ó un la rg o in
for1ne
fe ch ad o el 8 de en er o de 1785, en el qu e se ll eg ab a a la si gu ie nt
e co n-
clusión: se necesitaban tr es oficiales y seis arnanuenses. Escobeclo
ac ep tó
la pr op ue st a y la hi zo efectiva po r de cr et o. E n la ca rt a en la qu e el
vi si -
ta do r in fo rm a a G ál ve z de l su st an ci al au m en to de pe rs on al , se ad
el an ta
a de sb ar at ar el pr in ci pa l ar gu m en to qu e pu di er a de sa ut or iz ar su
ac tu a-
ci ón : el co st e pa ra la R ea l H ac ie nd a.
N o es gr av os o pa ra el Rey, ar gu m en ta , en pr im er lugar, po rq ue co
n
el lo se ev ita n lo s re tr as os y se co br an pu nt ua lm en te lo s al ca nc es
, qu e
cu an do se de ja n co rr er se ha ce n in co br ab le s y, en se gu nd o, po rq
ue no
su po ne m ay or es em ol um en to s pa ra el E ra ri o po rq ue lo s sa la ri os •

de lo s
nuevos se sa tis fa rá n co n el di ne ro ah or ra do co n el ce se de la pe
ns ió n·
de l di fu nt o co nt ad or mayor, m ar qu és de L ar a, y el de l co nt ad or
de re -

68
La crítica de Escobedo, aunque no exenta de razón, es necesario m
atizarla: la es -
casez de personal suficientemente pr ep ar ad o en estas materias ha cí
., a inevitables en oc a-
siones estas transferencias o préstamos de personal. El mismo tuvo qu
e recurrir nuevamente
a los servicios de Diego de la Vega pa ra so lu ci on ar lo s pr ob le m as
de las ca ja s re al es
de la capital. Cfr. Es co be do a Gálvez, núm. 565, 20 de oc tu br e de
1785; AGI, Li.ma,
1.102, y el Infor1ne Ge ne ra l de la m ism a fecha, BR A H , 9 - I, 662.
69
Escobedo a Gálvez, núm. 396, 20 de en er o de 1785; AGI, lim a, 39
6. Es co be do
a Gálvez, núm. 416, 20 de febrero de 1785; AGI, lim a, 1.103, e In fo
rm e Ge ne ra l de Es -
cobedo, 20 de oc tu br e de 1785; BR A H , ms. 9-1.662.
·




LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 207

sultas Lequanda, nombrado ministro principal de la nueva Caja de


Huamanga~. M

2.2.1. UNA REFORMA FUGAZ: LOS ORDENADORES

Comenté al tratar de la reforma de Areche cómo Escobedo lleva


hasta el límite el pensarniento de que los contadores ordenadores, con
el perfeccionarniento del mecanismo contable, habían perdido gran parte
de su sentido y utilidad. Las cuentas revisadas en el Tribunal se entre-
gaban por lo general perfectamente ordenadas, según el estilo de la Con-
taduría. En 1785, en efecto, el visitador decretó la extinción de los
ordenadores integrándolos en la categoría superior de los contadores
de resultas. Escobedo escribe al ministro Gálvez comunicándole que
había llegado a la conclusión de que los orde~adores <<eran unas manos
· inútiles para el servicio del Rey, porque sólo se ocupaban de las partes
interesadas o 1ninistros de Real Hacienda, cuyas cuentas no habían ve-
nido con este requ_isito, pagándoles los culpados el trabajo a más del
sueldo que de la Real Hacienda tenían señalado>>. Las cuentas que no
reunían esta for1nalidad, según el inforn1e que le entregó la Mesa Ma-
yor, eran sólo cuatro, para las que cierta1nente era excesivo el número
71
de cinco ordenadores •
· El pensamiento y la conclusión del visitador presentado de esta ma-
nera parece perfectamente razonable. Pero Escobedo debía desconocer
los precedentes del asunto o no quiso darse por enterado de ellos, que
venían ya desde hacía varias décadas y sobre el que el Consejo se había
pronunciado tajantemente en contra de cualquier innovación, por con-
siderar que aunque fuera verdad que los ordenadores no tenían trabajo
específico, tarn.bién lo era que las leyes prevenían los mecanismos para
subsanar estos supuestos. Era un choque entre dos mentalidades, una
estricta1nente legalista y otra que quería adecuar la estructura del Tri-
bunal a la realidad, y en el fondo a ninguna les desasistía la razón. Creo
conveniente resumir estos antecedentes antes de .c ontinuar con la expo-
sición de la fugaz reforma del visitador Escobedo:

70
Escobedo a Gálvez, 20 de febrero de 1785, núm. 416; AGI, Lima, 1.103.
71
Escobedo a Gálvez y expediente adjunto, núm. 564, 20 de octubre de 1785; AGI,
Limo., 1.102 y 1.124. No parece admisible que los contadores ordenadores no se ocupa-
ran

de otras tareas cuando no tenían que ordenar. Pienso que las expresiones de Escobe-
do deben entenderse más como un recurso retórico una exageración para dar fuerza

a su solicitud.
l





208 CO NTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

En 1745 el Tribunal de Cuentas de Lim a pre sen tó for111almente su


solicitud ante el Consejo de Indias par a que se sup rim ier a la ord ena -
ción de las cuentas «q11e es una pur a cop ia de los libros en que infruc-
tuosarnente se pie rde el tiempo>>, y que se gua rda se el mé tod o que se
seguía en el de México des de 1703, es decir, que los contadores ord e-
nadores ejercitaran el oficio de los de resulta, con ple na aut ori dad pf:tra
glosar las cuentas que se presentaren, o formar los sum ari os, firm ar
los pliegos de fenecimiento o de reparos, y todo ello con las facultades .
de los contadores de cuentas. Est as cuentas así fenecidas sólo pod ían
ser revisadas po r un visitador y a la Me sa Mayor le com pet ía rec ono - ·
cer y hac er cob rar las deudas, seg ún se des pre ndi era n de las cue nta s
liquidadas. Tan revolucionario proyecto pue s no sólo se red ucí a a su-
pri mi r la ordenación y asunción po r los ord ena dor es de las funciones
de los de resultas, sino las de los propios auditores mayores con tab a
con el respaldo de tod a la Co nta dur ía, incluido su regente 72 • El expe-
diente pas ó a 111anos del fiscal del Consejo, qui en en su dictarnen ech a
en falta una jus tifi cac ión jur ídi ca de cua nto exp one n los con tad ore s li-
meños. Pero sor pre ndi do po r el presunto pre ced ent e mexicano, se in-
hib e y dic e que deb e ser la Co nta dur ía Ge ner al qui en infor1ne y con
esto dec idi r si es conveniente que se obs erv e en el Per ú el mi sm o méto-
do que en la Nueva Esp aña 73 • En su ses ión del 21 de agosto de 1745,
el Consejo, siguiendo las indicaciones del fiscal, pas ó el ex ·ente a
la Co nta dur ía. Ma s aqu í se pie rde la huella y no sé el contenido de
este informe y si se tomó po r los con sej ero s una res olu ció n defmitiva;
aunque me inclino a cre er que no se hizo, por que en la céd ula de 1765,
que se com ent a en el siguiente párrafo, se alude a la car ta de los conta-
dor es de 1745, per o no se hac e referencia a respuesta alguna.
El 18 de sep tiem bre de 1765, los con tad ore s de Lo s Reyes insisten
en su petición de supri111ir la ord ena ció n de cuentas y que los contado-
res ord ena dor es ejerciten el mi nis ter io de los de resultas 74 · Ah ora sí
la respuesta es inrnediata y tern1inante. El Co nse jo ate nié ndo se ·a los
informes de la Co nta dur ía cen tra l y del fiscal,, que po r estos año s se
muestran en extremo severos y exigentes con el Tribunal de Li ma -
obs erv a com o un hec ho rep ara ble que los con tad ore s pro pon gan com o
nuevo lo que con cla rid ad está ya previsto po r sus ord ena nza s y la Re-

72

Carta de los contadores Borda, Hervoso, Manrique y Espinosa y del regente Cal-
derón, Lima, 2 de enero de 1745; AGI, lim a, 426.
73
Informe del fiscal, Madrid, 18 de agosto de 1745; AGI, Lima, 426.
74
Carta de los contadores, 18 de septiembre de 1765; AGI, Lima, 1.122 .



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 209

copilación, que conceden esta facultad a los ordenadores por falta o


75
enfermedad de los contadores de cuentas y, por estas 1nismas razo-
nes, la suplencia de los de resultas, con tal que no tomen las cuentas
que ellos 1nismos hubieran ordenado, ni hagan falta en sus oficios 7sa.
Ta111bién estaba previsto que si los oficiales reales presentaban sus cuen-
tas ordenadas no había necesidad de pasarlas por las mesas de los
76
ordenadores · En conclusión, afirma la cédula, no hay ni ha habido
ningún i1npedi111ento para que los ordenadores hagan el oficio de con-
tadores de resultas con las li1nitaciones contenidas en las mismas leyes,
que es lo que, por otra parte, se practica en la Contaduría de México
y en la Mayor de Castilla. Se ordena se haga saber a los oficiales reales
que tienen el derecho el Tribunal pedía se les exigiera como un
77
l deber a presentar sus cuentas ordenadas • Aunque la cédula habla •

de las limitaciones legales, no niega expresa111ente la pretensión de los


subalternos de liquidar las cuentas con la misma autoridad que los con-
tadores mayores, lo que más tarde, como se analizará en su oportuni-
dad, se constituirá en fuente de discordias y tensiones entre los
esta1nentos de la Contaduría.
Volva111os al proyecto del visitador Escobedo. Convencido, pues, de
la inutilidad de los ordenadores, decretó su extinción. De los cinco del
plan de Areche, tres fueron integrados en la clase de los contadores
de resultas y los dos restantes acomodados en el Estanco del Tabaco 78 •
Para esto tuvo que modificar ligera111ente la estructura del plan de Are-
che: las plazas de contadores de resultas nurnerarios se incrementaron
a seis a la vez que se les rebajaba el sueldo de 2.400 a 2.000 pesos
-aunque con cláusula de respetar los derechos de los antiguos hasta
su jubilación , y a los cuatro supetnurnerarios, probablemente con
la rnisma condición, a 1.500 pesos. Con estas medidas, dice Escobedo,
se ahorra el Erario en un primer momento 400 pesos, y cuando lleguen
las jubilaciones, 1.800 pesos.

75
Recopilación, VIII, 1, 19.
75
ª Ibídem, VIII, II, 4.
76
Ibídem, VIII, I, 55.
77
Cédula, Madrid, 14 de marzo de 1766; AGI, lima, 1.122. La misma cédul·a re-
cordaba al Tribunal la obligación de enviar a Madrid los duplicados de las cuentas, glo-
sas y fenecimientos, como lo ordenaban las leyes desde el principio y como últimamente
se reafi1·1naba en la cédula de 15 de junio de 1765.
78
Uno con su sueldo, de 800 pesos, en una plai,a de esa renta ~más acomodada a
su edad avanzada~ y el otro en la primera vacante de.contador del mismo rubro. Escobe-
do a Gálvez, 20 de octubre de 1785, núm. 564; AGI, Lima, 1.102 y 1.124 .


210 CONT ROL FISC AL EN EL V.IRREINATO PERUANO

De pron to el visit ador cae en la cuen ta de que quizá esté inter firien -
do en los plan es del Gobi erno de Mad rid, <<no se me ocult a, dice, que
S.M. en el artíc ulo 214 de las reales Orde nanz as de Inten dente s indic a
pens aba dar nueva plant a ... >>, por lo que pasa a defenderse de las posi-
bles objeciones: la refor ma no es-sustancial y ahor ra dine ro al Erar io,
por eso, dice, juzg ó nece sario no difer irla, más aún cuan do ésta satjs -
facía las aspir acion es del Tribu nal 79 •
La reest ructu ració n del visit ador apre suró la refor ma de la plan ta
del Tribunal prometida por las Ordenanzas de Intendentes 80 • La cédu la
por la que ésta se decre ta inclu ye la desa prob ación expr esa de lo obra - ·
do por Esco bedo , repit iéndo se las mism as cons idera cione s que en la
de 1766, aunq ue en ésta se expr esa con un poco más de clari dad el prin-
cipio sustancial de la legis lació n vigente que se conc ulcab a con la pre-
tensi ón de los subalternos: el de las atrib ucion es en la rend ición de
cuentas, en las que el exam en y el juici o de éstas <<toca princ ipalm ente
a los conta dore s mayores con el auxil io de los de resultas, y no a éstos
sola1nente, sino en el caso de falta de ellos>>. Pero se quie re dejar a sal-
vo las respo nsab ilida des del visit ador recar gand o las culpa s sobr e los
mini stros de la Cont adur ía, de esta for111a se reco mien da a Esco bedo
<<no se deje sorp rend er cont ra las leyes y cont ra la anter ior y justa prác -
tica del Tribunal>> 81 •

,
3. EL REGIMEN DE INTENDENCIAS
Y LA REF O DE 1786

La Refor1na anun ciada por las Orde nanz as de Inten dente s defra udó .
las expectativas que se tenía sobr e ella. No es otra cosa que la reafrr-
maci ón de .la ejecu tada seis años antes por el visit ador Arec he; salvo
algunos mati ces se mant ienen las mism as clase s y núm ero de servi do-
res, con idénticos salar ios 82 : ·

79
Ibídem.
80
Ordenanzas de Buenos Aires. En los considerandos de la refor1r1a se dice : <<Por
la importancia de este asunto, por las diversas y contrarias providencias qt1e en él se han
dado en el corto tiempo que se advierte en ellas, quiso el Rey le inform aran ministros
de su satisfacción e inteligencia acerca de todos los particulares que comprenden ... >>; real
orden , San Lorenzo, 6 de noviembre de 1786. Colección Mata Linares, t. ll3 BRAH,
ms. 9-1768, y AGI, Lima, 1.124.
81 Ib 1'd em.

82 1

Ibídem.

LA CONlADURÍA EN EL SIGLO XVIII 211

Pesos
Tres contadores mayores 4.000 12.000
Tres contadores de resultas numerarios 2.400 7.200
Cuatro contadores de resultas supernumerarios 1.800 7.200
Dos ordenadores numerarios 1.200 2.400
Tres ordenadores supernumerarios 1.000 2.400
Dos oficiales de libros 82 ª 600 1.200
Cuatro amanuenses 500 2.000
Un archivero 800 800
Un archivero ayudante 500 500 •

Un escribano 486 486


Un portero 300 300
Para gastos de escritorio 400
TarAL 37.486

Las únicas diferencias significativas son las siguientes:


l. El cambio de nombre de los oficiales entretenidos por el de ama-
nuenses y el aumento de su número de dos a cuatro. Pero si lo compa-
ra111os con las modificaciones introducidas por Escobedo en enero de
1785 tres oficiales más y seis arnanuenses nos encontramos, en rea-
lidad, ante una drástica disminución 83 •
2. El nombrarniento de un a nte de archivero. Al comentar la
misma cédula este nombramiento, pide al Tribunal cuidar del Archivo
como lo dispuso Areche; para ello, se dice se nombra dos individuos
con sueldos decentes: un aumento del 100 por 100 al principal y dota-
ción de 500 pesos al ayudante, con el propósito de lograr <<el buen des-
pacho de los negocios, a que influye notablemente el buen orden de
los papeles. y la práctica de los que los han de suministrar>>.
3. Se agrega a la Contaduría, pero sin integrarlos plenamente en
la plantilla, dos ordenanzas, <<aunque sean inválidos, que deberá desti-
nar el virrey para llevar pliegos y hacer otras diligencias semejantes

82
ª Se les sube el salario asignado por Areche de 500 a 600 pesos.
83
La misma crítica que hacía Escobedo a su antecesor, de haber distraído el per-
sonal de la Contaduría en otros menesteres ajenos, se vuelve ahora contra él; en la real
orden se lee en efecto: «Ha sido reparable a S.M. que V. S. al mismo tiempo que ponde-
raba los atrasos>> sacase los brazos tan necesarios, y justamente los más aptos, para lle-
. varios a otro destino. Se le pide, por lo,,.tanto, res~ituya inmediatamente a Diego de la
Vega, destinado a la Caja de Lima y a Angel Rueda en la Renta de Tabacos (ibídem) .


21 2 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PE RU AN O --

del Tribunal fuera de él y pa ra su pli r al po rte ro cu an do ést e tuv ier e


que sal ir a las funciones de alguacil ejecutor». Es interesante ob ser va r
có mo se vuelve a insistir en estas atribuciones ejecutivas de l po rte ro,
concedidas ya po r las ordenanzas fundacionales, la ~vara de justicia»
de la qu e habla el capítulo pri me ro de las de 1605. At rib uc ion es qu e
de alguna for1na de bie ron se r op ac ad as po r la pre sen cia de l alguacil
ma yo r y que ah ora , po r la extinción de este oficio, co nv ien e recordar.
4. Y, po r último, la decisión ex pre sa de su pri mi r definitiva111ente .
el cargo de contador de la Mesa de la Razón; ca rgo qu e po r su im po r-
tancia y larga trayectoria en la Co nta du ría lim eñ a me rec e un co me nta - ·
rio aparte.
• •

3.1. El co nta do r de la Mesa de la Razón


-
Pe se a la importancia de est e cargo pa ra el co ntr ol de la en tra da
y salida de los papeles del Tribunal, co mo ya se ha expuesto
an ter ior me nte 84 , Ar ec he co ns ide ró inútil el oficio po r co ns ide rar qu e
la toma de razón po día n ha ce rla sin dificultad los co nta do res de resul-
tas, ca da un o en lo qu e hic ier a referencia a su pro pia me sa y, en gene-
ral, los oficiales de libros qu e se cre ab an en su plan. No obstante, lo
mantuvo provisional111ente hasta qu e tra s un a breve tra ns ici ón los fun-
cionarios mencionados absorbieran estas obligaciones 85 • Pronto debió
de cre tar su extinción definitiva. Pero un a de ias pri me ras me did as de
Escobedo, en 1782, fue de cla rar sin efecto la supresión y res tit uir en
su pla za a Matías de la Cu est a, qu ien la ha bía oc up ad o du ran te siete
años po r nombramiento del virrey Amat, asignándole un salario de 2 .025 _
86
pe so s • La ine sp era da decisión de l vis ita do r ca us ó ve rda de ro males-
tar entre los subalternos, especial111ente entre los supernumerarios, qu e

84
Vid. supra en este capítulo, l. ~
85
Decreto de Areche y extracto del plan, 29 y 30 de agosto de 1780, respectivamen-
te; AGI, Lima, 1.124.
86
El salario del contador de la Mesa de la Raz.ón había sufrido variaciones a lo largo
de su existencia: 400 pesos en el siglo XV lI; 1. 248 pesos en las pri me ras déc ada s del
nuevo siglo 648 en Real Ha cie nda y el resto en comisos, residuos y alcances ; des de
1733, al ser resuelta favorablemente la solicitud del con tad or Carpfanger, se sube a 1.620
pesos; en tiempos del virrey Am at se incrementa hasta los 2 .025; que al ser nom bra do
De la Cuesta com o interino sólo per cib e la mitad, 1.012 pesos y cua tro reales, que es
la cantidad que asigna Are che a su provisional con tad or de la Raz.ón. Escobedo, cua ndo
restituye a De la Cuesta en su cargo y dar le nombramiento definitivo, le otorga la paga
completa de 2.025 pesos.




LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 213

Escobedo atribuye a la <<emulación>> y a que no era una persona grata


en la Contaduría; precisa111ente la supresión la había decretado Areche
atendiendo a sus peticiones. Pero gracias a sus <<providencias>>, conclu-
ye, todo parece haberse tranquilizado~.
La Refor1na de' 1786 que, como decía, revalida la del visitador Are-
che, sigue tatnbién en este extremo la decisión de extinguir el cargo
de contador de la Mesa de la Razón, pero difiere ligeran1ente de los
funcionarios que debían asumir las obligaciones de éste:

deben correr a cargo de ·uno de los ministros de la Mesa Mayor,


« ..•
que deberá ser el más moderno y, a falta de éste, el que le siguiere en
orden; así porque ésta es una función más propia de su clase, como
porque consistiendo lo material de ella en las tomas de razón de los
títulos, despachos y órdenes de que se deba tomar y en copiar íntegra-
mente estos documentos y su toma de razón en el libro o libros corres-
pondientes, uno y otro debe hacerlo un escribiente de buena letra, con
cuya consideración se nombrará dos más que los que Areche propuso
en su plan; y consiguientemente, las firn1as y rúbricas, que es lo que
resta y toca al contador mayor no puede ocuparle considerablemente
ni estorbarle lo demás de su ministerio>> 88 •

Enmarcado en el deseo de controlar los gastos de las cajas reales,


a partir, sobre todo, de la época de penuria que atraviesa el Erario en
la década de los cuarenta, los virreyes hicieron partícipes a los conta-
dores de cuentas de su poder para autorizar los egresos extraordina-
rios, que, por las circu.nstancias que acabatnos de mencionar, se
extendieron a las ordinarias. Mecanismo que con el tiempo debió ha-
cerse verdadera111ente molesto para el nortnal funcionamiento de las ca-
jas, especialment e para la de Li1na, donde se ejercía directa1nente este
control. En este sentido se entiende la disposición de la real orden so-
bre que el Tribunal de Cuentas deje de actuar como una Contaduría
de Intervención; se debe dejar, se dice~ <<a los oficiales reales el ejerci-
cio de sus privativas funciones y al Tribunal de Cuentas las suyas, cuando
haya de tomar y juzgar las cuentas de aquéllos». En adelante, los libra-
mientos extraordinari os se deberían hacer según las disposiciones de

Escobedo a Gálvez, 21 de septiembre de 1784; AGI, lima, 1.124. y 20 de enero


ff7
de 1785, núm. 401; AGI, lima, 1.103.
• 88 Real orden, San Lorenzo, 6 de noviembre de 1786; BRAH, ms. 9-1768, y AGI,

lima., 1.124.


214 CO NTR OL FIS CA L EN EL VIRREINATO PER UA NO


las Ordenanzas de Intendentes 89 , es decir, po r autorización regia o, en


casos específicos, po r resolución de la Junta Su per ior de Real Hacien-
da, y en todos los casos deberá tomarse razón en la Co nta dur ía Mayor.

3.2. El régimen de intendencias



y el Tri bu nal de Cu ent as

Las prirneras intendencias con jur isd icc ión sob re las cuatro causas:
Hacienda, Gu err a, Justicia y Policía, com o es bie n conocido, se ins- ·
tauran po r pri me ra vez en el recién cre ado Virreinato de Río de la Pla-
ta; y de allí, bajo la acción del visitador Escobedo, a par tir de 1784,
se extiende a todo el territorio virreinal peruano, aplicando las Or de-
nanzas de Buenos Aires de 1782. Co mo lo describo en mi comunica-
ción al ya citado Seminario de Hacienda, este hecho com por ta una
profunda reorganización de la maquinaria administrativa, completando
así el proceso que se hab ía iniciado con la Visita General. El Tribunal
de Cuentas de Lirna se engarza perfectarnente con la nueva est ruc tur a,
constituyéndose además en una de las piezas básicas de la mis1na. Pero
el régimen intendencia! en sí mi sm o no supone un carnbio interno sus-
tantivo de la institución, salvo en el aspecto jud ici al, habida cuenta que
por pocos años pierde su autonomía en el enjuiciarniento de los casos
fiscales que se desprenden de su pro pia lab or específica; ma ter ia en
la que ahora no me detengo por que la trataremos con má s profundidad
en el próximo epígrafe. La s reformas profundas en el Tribunal no son ,
insisto, producto de las Ordenanzas de Intendentes, sino, com o se ha
estudiado, de la acción de los visitadores generales. Má s aún, com o
también se ha dicho, la prometida refor1na, del capítulo 214, defrauda
las expectativas, por que no es sino la coq.fir111ación de la de Ar ech e
de 1780.
De todas formas, el nuevo régimen introduce algunas novedades

89
Ordenanzas Intendentes de Buenos Aires, artículos 96 a 102.
Los artículos 104 y 105 recuerdan a las contadurías americanas el deb er que tienen
de formar el Libro de la Razón General de la Rea l Hacienda, que propuso el virrey Tole-
do y se ord enó por la cédula de 12 de febrero de 1591, y después por la Recopilación
(VIII, VII, 1), sin que tuviera efecto alguno. En estos artículos se des crib e el contenido,
estructura y propósito del libro. Sólo dos contadurías, que se sepa, cum plie ron el man-
damiento real, las de México y Caracas: Historia General de La Rea l Hac iend a de Nueva
España, de Fabián de Fonseca y Car los Urr utia (México, 1845-1855), y Lib ro de la Ra-
zón General de la Rea l Hacienda del Departamento de Caracas, de 1806 (Caracas, 1962)
del contador José de Limonta .






LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 215

más o menos accidentales, en la actuación del Tribunal, derivadas prin-


cipalmente de la nueva estructura de la administración hacendaría:
jerarquización de las cajas generales, principales y foráneas 90 , re-
gla1nentación de las administraciones de las rentas separadas, reestruc-
turación de la recaudación del tributo indígena, en la que interesa
destacar la desaparición de uno de los funcionarios que más problemas
había planteado a la Contaduría, los corregidores 91 , etc.
Por el artículo tercero de las Ordenanzas de Buenos Aires se crea
la poderosa y omnipresente Junta Superior de Real Hacienda, en la que,
siguiendo la tradición secular de las juntas o acuerdos de Hacienda, .
participa el decano de la Contaduría, e integrada, además, bajo la pre-
sidencia del superintendente general subdelegado, por el regente de la
Audiencia, el fiscal de Hacienda <<con voto en todos los asuntos y
expedientes que no actuare como parte>> 92 y el ministro más antiguo
-contador o tesorero general de Ejército y Real Hacienda de la caja
de la capital .93

Una medida de gran trascendencia es la que se contiene en el ar-


tículo 217 de las reales Ordenanzas, que dispone un nuevo horario para
las oficinas de Hacienda, con mención especial a los tribunales de cuen-
tas: cuatro horas por la mañana y tres por la tarde <<en todos los días
del año, exceptuando sólo los de riguroso precepto y fijando el super-
intendente subdelegado y cada intendente la hora a que hayan de empe-
zar las asistencias a las oficinas de su provincia, atendiendo a la estación
del año y a las circunstancias del clima>>. ¡Qué contraste con el horario
previsto por las primitivas ordenanzas de la Contaduría! 94 Práctica-
mente se duplica el tiempo de trabajo. En teoría esto debía a1npliar la
capacidad operativa del Tribunal, equivalente a un sustancioso aumen-
to de personal; desgraciadamente para la contabilidad virreinal este he-
cho no se trasluce en resultados prácticos: muy pocos años después las
cuentas comenzarán nuevamente a rezagarse .

90
Ordenanzas de Buenos Aires, artículo 91.
91
La nueva administración tributaria está considerada en las Ordenanzas de Buenos
Aires, de for1na especial en los artículos 116 al 128.
92
U na deter1ninación en este sentido se tomó más tarde también con el ministro del
Tribunal de Cuentas: que no tuviera voto decisivo en los negocios en que hubiera infor-
mado; real orden de 28 de abril de 1797 dirigida al Reino de Chile, en <<Notas Anónimas
a la Real Ordenanza de Intendentes del Virreinato de Buenos Aires>>, de José María Ma-
riluz Urquijo, en Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo Levene, núm. 20
(Buenos Aires, 1969), pp. 182-235, p. 193.
93
• Ordenanza de Buenos Aires, artículo 3; en la de Nueva España, 4.
94
Vid. supra, cap. IV, 3.3. .


216 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUA NO

4. EL RÉGIM EN DE INTENDENCIAS
Y LA SALA DE ORDENANZA

Ya se ha adelant ado que el único cambio sustantivo que introdu ce


el régimen intendencial en la estruct ura y régimen del Tribunal de Cuen-
tas es la incorpo ración de las atribuc iones de la Sala de Ordenanza. a
las de la Junta Superi or de Real Hacien da. El artículo quinto de las
Ordena nzas concre ta sus funciones: <<En todas ellas se ha de tratar con
arreglo a esta instruc ción y a las órdene s que diere yo en lo sucesivo,
de reducir en la,s provincias de aquel Virrein ato a un método igual, en ·
cuanto fuere posible , el gobier no y admini stració n de justicia en mate-
ria de mi Real hacien da y en lo económ ico de Guerra ... con absolu ta
inhibic ión de todos mis tribuna les y la sola depend encia de mi real per-
95 . Pero
sona, por la vía reserva da del Despac ho Universal de Indias>>
si estas palabra s no hubiera n sido suficientes, por el 214 se concre ta
aún más la asunció n de tales atribuc iones: <<Y en las ocurre ncias en que
por duda u otra cualqu iera razón necesit e el mencio nado Tribun al de
Cuenta s decisió n superio r, consul tará a aquella Junta Superi or de Real
Hacien da, a quien tambié n reservo esta facultad y la de conoce r priva-
tivamente en los casos de que tratan las leyes 36, 37, 63, 65, 84 y 88
del título 1, libro 8, guarda ndo en el modo y la sustanc ia lo que ellas
96
disponen>> • Es decir, inequívoca1nente, las facultades judicia les del
Tribunal ejercid as princip alment e a través de la Sala de Ordena nza.
Escobe do en su inform e genera l de octubr e de 1785, a poco más
de un año de la instauración del régime n intendencia!, comen ta con op-
timism o las ventajas de que los asuntos judicia les de Hacien da corran
unidos a la Junta Superi or, a la que mandó llevar, dice, <<todos los asun-
tos atrasad os de la Sala de Ordena nza, y se han despac hado y evacúan ·
en un mes· más que antes en un año>> 'l7. No sé si es una hipérb ole o
respon de en algo a la realidad. En todo caso es necesa rio consid erar
dos factores que influyen en la afirma ción de Escobe do: en primer lu-
gar, que por fin llegan a sus manos como superin tenden te es el presi-
dente de la Junta Superi or los conten ciosos fiscales, de los que
práctic amente se le había inhibido por la real orden de 29 de octubr e
de 1782, en la que se reservó al virrey las facultades de nombr ar los

95
Ordenanzas de Buenos Aires, art. 5.
96
Ibídem, art. 214 que en la de Nueva España corresponde al 242, pero en el que
no ~arece el párrafo citado.
Informe general de Escobedo, 20 de febrero de 1785; BRAH, ms. 9-1662 .
• •


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 217

oidores de la Sala de Ordenanza: <<dejé en sus manos, comenta el visi-


tador, este punto, sin que jarnás se me volviese hablar de él; pero a
costas de mis fatigas tuvieron en mi Tribunal de la Visita curso y
pronto fenecimiento muchas de las causas, que por lo mismo retuve
y en dicha Sala se hubieran hecho inter1ninables>> 98 . El segundo aspec-
to, coyuntural, pero importante para entender la presunta eficacia de
la Junta en resolver los contenciosos fiscales, es que el nuevo régi.1nen
no se había implementado totalrnente, lo que le dejaba todavía cierta
libertad de acción, cosa que no ocurriría poco después cuando desde
las provincias comenzaran a llegar los contenciosos y consultas de los
intendentes, como lo deja vislumbrar el propio visitador en otra carta
al ministro Gálvez 99 .
Me he pertnitido dudar de la sinceridad del optimismo del visitador
porque en un informe anterior, enero de 1785, sus palabras son más
cautas y realistas, obligado a ello quizá por su intención final que es
en ésta muy distinta: La Junta Superior, dice, tiene suficiente trabajo
con las materias de Real Hacienda y <<aún sin los asuntos de la Sala
de Ordenanza, no puede evacuar todos los de su cargo>>, aunque se reu-
niera todos los días de la semana. No obstante se resiste a pensar si-
quiera en la posibilidad de restituirla al Tribunal. En todo caso se podría
pensar en otra Junta distinta para estas materias ¿estará aquí el ori-
gen de las dos juntas de las Ordenanzas de 1803? ; pero en ello solo
ve inconvenientes: <<embarazaría demasiado a los ministros que la com-
ponen y dividiría las noticias que por su naturaleza están conexas y son
necesarias a la Junta Superior>>. La solución que propone, de marcado
carácter personalista, es la de suprimir la colegialidad en las resolucio-
nes judiciales facultando exclusivarnente al superintendente, porque, di-
ce, <<nunca es tan activa y celosa la atención>> que halla disculpa en los
compañeros, ni como la que, sin este efugio, tendría por· sí solo el su-
perintendente. Esta intención del visitador a la que me refería antes,
aunque guiado, pienso, más por un deseo de eficacia que por un afán
de acaparami~nto tiene antecedentes en otras actuaciones suyas de
corte personalista, por ejemplo: las causas que reservó para sí cuando
aún existía la Sala de Ordenanza, según vimos en el párrafo anterior,
o las que ahora, con el nuevo régimen, ta1nbién despachó ejecutiva-
mente por la oficina de la Superintendencia, con el único inconvenien-
100
te, según dice, de haber recargado su trabajo y la de su Secretaría •

98 Ibídem. ·
99
• Escobedo a Gálvez, núm. 389, 5 de enero de 1785; AGI, Lima, 1.102.
100
Ibídem.

218 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


Los términos de la Ordenanza de Intendentes que reprodujimos al


principio, aunque generales, no parecen dejar muchas dudas sobre su
sentido. Pero la impertinencia de la medida y su fracaso en la práctica
hicieron carnbiar de opinión a los legisladores. Pero en ningún momento
se reconoce el error y sorprendentemente se habla de una ma.la inter-
pretación o inteligencia. Esto en todo caso podría aceptarse en las Or-
denanzas de 1786 para la Nueva España, en las que ya no aparece el
conflictivo último párrafo del 214 de las de Buenos Aires. ,

El primer territorio donde se deshace el presunto equívoco es el Río


de la Plata, por real orden de 7 de agosto de 1786. En el Perú, una vez ·
que Escobedo abandona el país y se devuelve la superintendencia a las
facultades del virrey, el Tribunal de Cuentas promovió un expediente
para formar la Sala de Ordenanza y subsanar así la mala inteligencia
del capítulo de las Ordenanzas de Intendentes, basándose precisa111ente
en el precedente de Buenos Aires. El virrey Caballero de Croix, previo
infortne del fiscal, decretó el 21 de abril de 1788 que, mientras el Rey
no dispusiese lo contrario, se procediese a la for111ación de la indicada
Sala de Ordenanza en los mismos términos en que se ejecutaba antes
del establecimiento de la Junta Superior. Acto seguido, el virrey infor-
mó por la vía reservada. La resolución se pasó, sin embargo, al Conse-
jo de Indias. El dicta111en de la Contaduría General reconoció que la
medida tomada por el virrey Croix <<fue tan justa y necesaria como arre-
glada totalmente a lo dispuesto por las leyes ... >> y que, por otra parte,
no se opone <<a lo que se prescribe en el artículo 214 de la real Orde-
nanza de Intendentes, como se entendió allí con equivocación por ser
diverso el sentido de que trata, a lo que se halla establecido tan cuerda-
mente por las leyes que establecen las salas de ordenanza en los tribu- .
nales de cuentas>> 101 • .

Por último, en la real orden de 3 de junio de 1791 se mandó resta-


blecer las salas de ordenanza en todos los tribunales de cuentas ameri-
canos, conforme se hacía antes de la promulgación de las Ordenanzas
de Intendentes. En las fallidas Ordenanzas Generales de 1803, la Junta
Superior de Real Hacienda se dividió en dos: la de Gobierno y la
102
Contenciosa • La Junta Contenciosa volvía a asumir las atribuciones
de la Sala de Ordenanza, ahora de una forn1a expresa: <<Esta Junta Su-
perior Contenciosa se fortnará también en la Sala del Tribunal de Cuen-

,
101
Informe de la Contaduría General, Madrid, 22 de diciembre de 1790, firma por
ausencia del contador general, don Lorenzo de Usiz; AGI, Lima, 1.102~
102
Ordenanza General de 1803, art. 12. 1


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 219

tas en que sea costumbre celebrar las de Ordenanza concurriendo a ella


entonces los dos contadores que previene la ley 36, título 1, libro 8 y
reasumirá las funciones y facultades de la que antes se conocía con este
ID3 .
nomb re ... >> •
En las reales Ordenanzas de Intendentes, lo mismo que en otros do-
cumentos de la época, se hacen constantes referencias al.fiscal de Ha-
cienda. Era éste un magistrado, u otros similares, que había solicitado
desde antiguo la Mesa Mayor del Tribunal, buscando, como se dijo en
su oportunidad, una mayor autonomía frente a la Audiencia y una ma-
yor eficacia en los procesos fiscales de la Sala de Ordenanza. Los nu- .
merosísimos negocios de Hacienda eran atendidos habitualmente por
el fiscal de lo Civil, aunque en ocasiones, por sus muchas ocupacio-
nes, compartía estas responsabilidades con el del Crimen, sobre todo
104
a partir de la enérgica actuación del conde de Superunda • El virrey
Amat, ante el incremento constante de las materias fiscales, planteó a
la Corona la conveniencia de crear un fiscal o procurador general de
la Real Hacienda, pero sus sugerencias por entonces no fueron escu-
chadas; todo lo más que se le ofreció fue el consejo de que se compar-
tiera el trabajo con el fiscal del Crimen º •
15

No tengo la referencia exacta de cuándo se crea la Fiscalía de Ha-


106
cienda. Para México, Beleña la fija alrededor de 1776 • Pero contra-
ria1nente a lo que sucede en el Virreinato novohispano, en el Perú no

103
Ibídem, art. 17. Escobedo, que fue uno de los principales mentores de las Orde-
nanzas Generales, comenta: «Para cortar las dudas que ocasionaban los artículos 214 y
243 de las Ordenanzas de Buenos Aires y Nueva España se mandó en reales órdenes
de 7 de agosto de 1786 y 3 de junio de 1791 que la Sala de Ordenanza en los tribunales
de cuentas debían continuar y for1narse con arreglo a las leyes y práctica anterior al esta-
blecimiento de intendencias y Junta Superior, pero, sin embargo, se ha promovido des-
pués nuevas dudas, cuyo expediente se halla en el legajo 17, reservado para su final
resolución con el general de Intendentes, y considerando que si en la única Junta Supe-
rior creada al principio pudo haber justos motivos 'que la excluyeran de los negocios de
la Sala de Ordenanza, en la Contenciosa concurren ahora todas las calidades necesarias
para serlo, se declara así, y da en este artículo regla general, como la más adecuada para
cortar las disputas del citado expediente y que no se remuevan otras, siendo fijos los vo-
cales que la han de componer y muy indiferente para su acierto que se llame junta o
sala». Manifiesto de las razones en que está fandado cada uno de los artículos de la
nueva Orderuinzti de Intendentes de Indias, Madrid, 2 de agosto de 1802; BNM, ms. 3.U73.
104
Vid. supra, cap. V, 5.
105 Amat, Memoria, pp. 348 y ss. En los salarios y pensiones de los funcionarios

de Hacienda, Amat consigna «Un protector fiscal en la Real Hacienda>> con 1.718 pesos
y cinco reales de sueldo; ibídem, p. 361. .
106
Beleña, op. cit., 3 ?, núm. 106.

220 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


parece que se llegara a crear un tercer fiscal con esta titularidad; sólo
la función, cuya responsabilidad recae sobre el de lo Civil, como, por
107
otra parte y bien lo sabemos, era práctica inveterada • En 1788 se re-
cordó al virrey de Lima que debía vigilar se cumpliera <<la real resolu-
ción de que en lo sucesivo correspondan a la Fiscalía civil de aquella
Audiencia, los negocios tocantes a los ramos de Real Hacienda, Taba-
cos, Cruzadas y Temporalidades>> ios.
La creación de la Fiscalía de Hacienda, con las notas que se han •

señalado, debió significar más un estorbo que una ayuda para la reso- •

lución de los problemas de la Hacienda peruana, porque suponía un


paso atrás en la tendencia a compartir las responsabilidades hacenda-
rías entre an1bos fiscales, para descargar de trabajo al siempre más ata-
reado fiscal de lo Civil.

5. LA <<REBELIÓN>> DE WS CONTADORES
DE RESULTAS

Uno de los problemas de fondo de la Contaduría radica en la inade-


cuación de sus estructuras para responder con eficacia a la enorme con-
tabilidad que debe pasar por sus manos. El visitador Escobedo vio con
relativa claridad la situación: los contadores ordenadores eran cada día
más inútiles porque las cuentas se presentaban con el orden requerido
por la Contaduría; por lo tanto, para cuat1·0 cuentas desordenadas, no
era necesario mantener un cuerpo especializado. En consecuencia
aumentó el estamento de los de resultas y les reconoció en la práctica
las facultades de glosar y fenecer las cuentas como los contadores ma- •

yores. Pero .e n estas sus soluciones coyunturales, olvidó que estaba vul-
nerando leyes centenarias y apoyar sus acciones con una reflexión seria
y profunda para recibir el beneplácito de las autoridades de Madrid,
quienes con mentalidad excesiva1nente legalista y desconocedoras de
'

los verdaderos problemas de la institución decretaron como suficientes


las cautelas de las leyes vigentes para solucionar los problemas circuns-

107
En Buenos Aires se llegó a proponer que en consideración a las frecuentes en-
fermedades del fiscal de lo Civil y Real Hacienda, José Márquez de la Plata, se quedara
sólo con la fiscalía de Hacienda y unir las obligaciones de la Civil aJ fiscal del Crimen.
Proposicjón que no tuvo acogida positiva en Madrid. Cfr. Levaggi, Abelardo, Los escri-
tos del fiscal de La Audiencia de Buenos Aires Manuel Genaro de Vi/lota (Buenos Aires,
1981)' p. 19.
108
Cédula de 22 de septiembre de 1788. Cfr. Matraya, núm. 1.510.
• •

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 221


tanciales en la rendición de cuentas y, en consecuencia, desaprobaron


todo lo actuado en este sentido por el visitador 109 • Por otra parte, la •

probidad y seriedad de los dos visitadores generales, comúnmente re-


conocida, eligieron con esmero el mejor personal subalterno que tu-
vieron a su disposición, pero no se atrevieron a remover a los mayores,
110
pese a su ineptitud • Todo esto, unido a otros factores que también
he explicado, confluye en e~te momento para causar una verdadera con- .
moción en el seno del Tribunal de Cuentas, lo que en el subtítulo he
lla1nado la <<rebelión>> de los contadores de resultas.
La real orden de 1786 indicó con toda claridad que la revisión y
liquidación de las cuentas correspondía en exclusiva a los contadores
111
mayores con el auxilio de los de resultas , intentando romper así una
práctica inveterada. Dicho en palabras de un crítico contador general
del Consejo de Indias, se había adoptado un sistema que aparentemen-
te se ajustaba al ordena11úento legal, en cuanto se distribuía a los con-
tadores mayores las cuentas y se les señalaba los subalternos que les
debían ayudar, pero <<abusivo en la realidad>>, porque los mayores las
redistribuían, quedándose con el solo trabajo de resolver verbalmente
las dudas. Areche, al poco tiempo de iniciada la Visita, en 1778, dio
un primer paso para romper con esta ficción, distribuyendo directa-
mente las cuentas a los contadores de resultas, para q.,1e, exan1inadas
y glosadas, fueran liquidadas por los contadores mayores en la Mesa
Mayor. Decisión ante la cual no puede contener su indignación el con-
tador general: <<esta novedad alteró enteratnente el sistema de las Le-
yes de Indias>>, dice; sin darse cuenta que las soluciones viables tenían •

que dirigirse por este camino; y no cae en la cuenta de ello, pese a


los datos que él mismo proporciona: la inutilidad de los mayores
-como lo puso de manifiesto Escobedo en los casos de los marqueses
San Felipe y Lara y que suscribieran <<ciega1nente>> las glosas de los
subalternos ll2. El visitador Escobedo, como ya ha quedado dicho, con-
tinuó la labor de su antecesor y dio algunos e importantes pasos en el
mismo sentido. ·
Así llegarnos otra vez a la real orden de 1786. La primera intención
de Escobedo fue obedecerla sin reparos y así la pasó al Tribunal, que
acomodándose a su contemdo redistribuyó las cuentas pendientes en

109
Vid. supra, 2.2.1.
110
Vid. supra, 2.1.2 y 2.2.
111
Vid. supra, 3.
• 112 Informe del contador general Francisco MacP.ado, Madrid, 8 de octubre de 1791;
AGI, Lima, 1.122 .


222 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


junio de 1787. El superintendente, sin embargo, pensando muy proba-


blemente en la eficacia de su labor y vencido por la desconfianza que
le inspiraban los auditores mayores, decidió por el momento suspender
la orden del Rey. Efectuó así una nueva distribución en la que la mayor
parte de las cuentas las consideró como atrasadas y las distribuyó entre
los contadores de resultas para que las liquidaran con el auxilio de las
ordenadores.
Sin embargo, los días de Escobedo al frente del Erario peruano es- •

taban contados. Por orden de 24 de enero de 1785 se había dado por •

terminada la comisión de la Visita, que se hizo efectiva medio año


112
después ª, aunque sus atribuciones como superintendente quedaron
intactas. La muerte de Gálvez y la entrada de fray Antonio Valdez y
Bazán, en junio de 1787, al Ministerio de Indias, marcan el comienzo
del fin de la superintendencia separada de las atribuciones del viceso-
113
berano. Pronto se ordenaría el retorno de Escobedo a Madrid •
Una de las primeras actuaciones del virrey don Teodoro de Croix,
revestido ya de sus facultades fiscales, fue exigir el exacto cumpli1nien-
to de la orden de 1786, disponiendo que el Tribunal hiciera una nueva
distribución. Al no recibir respuesta pronta a su requerimiento decidió
hacerla él personalrnente, repartiendo las cuentas entre los contadores
mayores y designándoles un equipo auxiliar de contadores de resultas
y ordenadores; aunque no hizo novedad con las cuentas ya iniciadas
por los subalternos. Los auditores mayores hicieron una interpretación
particular de las órdenes del virrey: los menores se encargarían de glo-
sar e incluso liquidar las cuentas, pero para su fenecimiento definitivo
necesitarían del visto bueno y fir1na de los mayores responsables. Es
decir, se regresaba a la práctica de antes de 1778; pero tantos años de •

usos diferentes hizo reaccionar violentarnente a los subalternos ante la

pretensión de considerarlos meros auxiliares. Presentaron conjunta111ente


un escrito a la Mesa Mayor protestando por haberles privado de la fir-
ma en las operaciones de la que sólo ellos eran responsables, porque
la revisión de los contadores de cuentas, si se hacía seriamente, decían,
duplicaría el trabajo. Pero curiosan1ente y aquí está su gravísimo

error plantearon su defensa ante las autoridades virreinales y centra-
les en un derecho consuetudinario, como si estuviera plenamente res-
paldado por la legislación, sin pensar que el más mínirno cotejo jurídico
echaría por tierra sus pretensiones.

112
ª Escobedo a Gálvez, núm. 561, Lima, 20 de octubre de 1785; AGI, Lima, 1.103.
113
Navarro, Luis, Intendencia en Indias, pp. 145 y ss.

• LA CONTADLJRÍA EN EL SIGLO XVIII 223

Los contadores mayores pese al informe del fiscal de Hacienda


que les declaraba incompetentes para modificar una orden del virrey-
el 17 de marzo de 1779 dieron respuesta a la petición de los subordina-
dos: que se cumpliera el decreto del virrey, según la interpretación que
ellos mismos le habían dado, pero concediéndoles ahora, a los conta-
dores de res~ltas, la facultad de fir1nar sus propias operaciones, pero
no el fenecimiento definitivo. Enterado extraoficialmente, el caballero
de Croix expidió otro decreto 21 de marzo por el que reafirmó que
sólo a los contadores mayores correspondía la glosa y fenecimiento de
las cuentas, tanto corrientes como atrasadas. Sólo en el caso de que
las circunstancias lo exigieran y siempre que él lo considerara oportu-
no, habilitaría expresarnente a los de resultas. Como toda concesión
a las pretensiones de la Contaduría permitía que los subalternos pudie-
ran fir1nar con los contadores mayores en cada uno de los epígrafes
de las cuentas en que hubieran colaborado.
- La Mesa Mayor acató la fir1ne decisión de su presidente y no llega-
ron a presentar su providencia del día 17. No así los contadores de re-
sultas, que elevaron recurso al Rey, a1nparándose en los mismos
argu1nentos que ya conocemos y en su convencimiento de ser <<conjue-
ces>> con los contadores de cuentas.
El expediente pasó a manos del contador general Francisco Macha-
4
do. Su extenso dicta1nen " es suma1nente severo, corrosivo, contra los
· contadores de resultas. En primer lugar lla1na la atención a todo el Tri-
bunal y manifiesta su extrañeza de que se hubieran atrevido a resolver
en una materia que tenía su origen en disposiciones del virrey, pese
a la advertencia del fiscal, y de haber actuado en todo momento contra
la superior1dad, contra su presidente, a quien deben respeto y acata-
miento.
Su dicta111en contra los subalternos sigue la línea expositiva de la
real orden ·d e 1786, aunque aquí los argumentos se lleván hasta el extre-
mo. Lo que en realidad se columbra de todo este asunto, dice el conta-
dor general, es que quieren aumentar sus atribuciones y la autoridad
que no tienen por sus empleos, <<a la sombra de las variaciones que en
las Indias han querido introducir y aún no han conseguido autorizar
el abuso». Su misión no es, como equivocada1nente deducen de la
Recopilación 115 , ocuparse de las cuentas atrasadas, sino la de ayudar
en las numerosas y tediosas operaciones aritméticas, hacer las com-

• 114 Informe del contador general (vid. supra, nota l12) .


115 Recopilación, VIII, 1, 105.


224 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


'

probaciones de documentos, justificacione s, citas, etc., cuando un con-


tador mayor exa111ina las cuentas. Más aún, insiste, no hay distinción
sustancial entre contadores de resultas y ordenadores: la tergiversación
nace de la falta de mención de aquéllos en las primeras ordenanzas;
pero la Recopilación es clara: les atribuye a unos y otros las mismas
116 • ¿Que las funciones de los ordenadores es ordenar y la
obligaciones
de los contadores de resultas liquidar las cuentas atrasadas? ¿Qué pasa-
rá entonces, se pregunta irónica1nente, cuando no haya cuentas atrasa- '

das ni desordenadas? ¿Se extinguirán estos oficios? Pero incluso cuando •

con autorización del virrey suplen a los contadores mayores, su papel


es secundario: la ley VID, 1, 47 de la Recopilación dice ayudar, no
calificar las cuentas; la 49, efectivarnente, dice que pueden glosar y fe-
necer, pero aclara <<confor1ne a la orden que le diese el contador de cuen-
tas>>. Y cuando en caso de vacante sirven interina111ente la plaza de un
117
mayor, las leyes matizan que deben ayudar a los otros a glosar, pe-
ro sin que por ello tenga voto ni asiento en el Tribunal.
El ejemplo de lo que ocurre en la Contaduría de Castilla otro de
los argumentos de los contadores de resultas limeños no le sirve ta1n-
poco al contador general. En primer lugar porque la última planta se
le dio en 1602, tres años antes de la creación de las indianas, por lo
tanto, si se hubiera querido, se les hubiera dado la misma forma y atri-
buciones: por ejemplo, en el de Castilla se suprimió los ordenadores
y se dotaron en Indias. En la Contaduría Mayor de Castilla se exami-
nan las cuentas de la Península, Nápoles, Sicilia y Milán, y las de
otros estados europeos, para las que no serían suficientes los cuatro
contadores mayores. Todas esas cuentas se centralizan, por otra parte,
en un solo organismo, mientras que en Indias desde el principio se des- •

centralizó cc:>n los tres originarios, a las que luego se añadió La Habana
y Caracas y, más recientemente , Buenos Aires, Chile, Quito, Guate-
mala y Filipinas. Esta descentralizac ión hace posible, concluye, que sus
contadores mayores puedan revisar personalment e las cuentas. Su com-
paración se dirige ahora a la calidad del persorial, con apreciaciones
ofensivas para los americanos: los subalternos castellanos son funcio-
narios capaces, forn1ados en el seno de la Contaduría o· en otros desti-
nos análogos; son personas, dice, «de muy probada inte\igencia y
fidelidad para poderse fiar a tres de ellos el examen y juicio primero
de las cuentas... En Indias no hay esta clase de contadores>>.

116
Ibídem, 49 y 60.
117
Ibídem, 47, 49, 60 y 66.


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 225

En consecuencia solicita:
l. Desestimar todas las pretensiones de los contadores de resultas.
2. Ratificar los decretos del virrey de 22 de noviembre de 1788
y 21 de marzo de 1789 y la real orden de 6 de septiembre de 1786.
3. Amonestar, por inter1nedio del virrey, a los subalternos, para
que se instruyan mejor de las leyes y no hacerse así sospechosos de
<<intentos nada puros».
4. Sólo en casos de atrasos y que no basten los mayores, se distri-
buirán las cuentas de menor importancia a los subalternos, siempre ba-
jo la dirección de los contadores de cuentas. Si se ajusta a estas normas,
concede, puede aprobarse la disposición del Tribunal de Cuentas de
17 de marzo de 1780.
5. Advertir a los contadores mayores el respeto que deben a su pre-
sidente, el virrey.

La cédula de 21#de marzo de 1792 sigue al pie de la letra las conclu-


siones del contador general 118 •
Es sorprendente que después de tan áspera reconvención las con-
clusiones del contador general, recogidas por la cédula, se atemperen
tanto, pero sobre todo que se apruebe la últi1na y ecléctica resolución
de la Mesa Mayor. Las órdenes reales debieron contribuir a que dismi-
nuyeran las tensiones en el Tribunal de Cuentas, pero de hecho no apa-
gó total1nente el resentimiento de los subalternos, como podremos
comprobarlo en el próximo capítulo.

6. LA, CONTAD , EN LA ÚLTIMA


DECADA DEL XVIII •

La plantilla fijada por la real orden de 1786 continuó sin novedad


·hasta 179i, c11ando por ascenso a contador mayor de Guatemala del sub-
alterno Nicolás Sánchez Sirgado se suscitaron algunas dudas a la hora
de cubrir su vacante. Enterado el Gobierno de Madrid, por orden del
Rey, pidió al de Lima una instrucción circunstanciada sobre la plantilla
del Tribunal, número, clases, sueldos y pensiones. Inexplicablemente,
la Contaduría, a quien se trasladó la solicitud en marzo de 1791, guardó
silencio hasta agosto de 1796. La tardía reacción de los contadores no


118
Cédula, Aranjuez, 21 de marzo de 1792; AGI, Lima, 1.122.

226 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


se debió a un movimiento espontáneo, sino a la enérgica acción del nuevo


virrey, don Ambrosio O'Higgins, marqués de Osorno, de quien dice
Vargas Ugarte: <<SU temperamento no se avenía con las cavilaciones, for-
mulismos y rodeos, tan frecuentes en la administració n colonial y,
en cuanto de él dependía, procuraba llegar al fin por la vía más
directa>> 119 • Esta apreciación general tiene, al menos en sus prime-
ras intervenciones en la Contaduría, una brillante concreción. A1
terminar ese año de 1796, según infor111an los propios contadores, se

habían vencido todas las cuentas atrasadas y puesto al día en sus
operaciones 120 • •

Esta sería, sin embargo, su última victoria. La eficacia de la Conta-


duría entra desde entonces en un proceso de franco deterioro. Y son
los mismos contadores, en el infor1ne citado, quienes se encargan de
anunciar el mal augurio: si no se les proporciona urgentemente los auxi-
lios necesarios, más personal de modo preferente, no se podrá atender
la multitud de cuentas, a las que constantemente se van agregando otras
nuevas. En un extenso docu1nento de 1800, los auditores mayores expo-
nían al ministro de Hacienda cuáles eran estas nuevas cuentas que pe-
saban sobre su Oficina 121 : •

l. El ramo de alcabalas, para el que Areche en 1780 había creado


su propia Contaduría General, que revisara y juzgara dichas cuentas.
En 1785 Escobedo la suprimió ante el escaso éxito y estado de las cuentas
del ramo y las devolvió a la jurisdicción del Tribunal. El aumento de
personal decretado por el visitador tiene su principal justificación en
este hecho. Incremento que, aunque los contadores consideraron insu-
ficiente, fue anulado en buena medida por la refor1na de 1786. En estas
circunstancias, las cuentas de este rubro sólo se pudieron poner al día •

por una providencia extraordinaria del superintenden te, quien decretó


se <<procediese al juicio de dichas cuentas de alcabalas por Tesorería,
esto es, por sólo lo cobrado, omitiendo lo debido cobrar>>. Así se hizo
hasta regularizarse y volver sobre el régimen ordinario.
2. Las cuentas de diezmos, según lo dispuesto en el artículo 173

119
Vargas Ugarte, op. cit., V, p. 133. O'Higgins había efectuado su entrada oficial
en junio de ese mismo año.
120
lnfor111e de la Contaduría de 29 de noviembre de 1796, en carta del regente pre-
sidente de la Audiencia de Lima, Manuel de Arredondo, al ministro de Real Hacienda,
Lima, 23 de julio de 1801; AGI, Lima, 1.124.
121
Carta de los contadores marqués de San Felipe, Gálvez y Chacón al ministro de
• Real Hacie~da, Lima, 26 de abril de 1800; AGI, Lima, 1.124 .



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XVIII 227

de las Ordenanzas de Intendentes y la providencia del Superior Gobierno


de 22 de noviembre de 1796 122 • -
3. Las del Consulado de Lima por cédula de 20 de julio de 1795.
4. Las de la Intendencia de Puno, reintegrada al Perú por realcé-
dula de 1 de enero de 1796, en cuya virtud correspondía atender ade-
más las cuentas de las cajas de Chucuito y Carabaya y la de alcabalas
de Puno.

En resun1en, dicen los contadores, sobre las 107 cuentas, principa-


les y subordinadas que tenían que revisar en 1785, se les ha añadido
17 más, con las que «hoy componen el cúmulo de 124 cuentas de expe- ·
dición anual y perpetua; a las que ta1nbién hay que sumar las labores
incidentes: tanteos, infor1nes, consultas, reparos, reconvenciones, liqui-
daciones ... >> que exceden en trabajo a los propios del vencimiento de
cuentas.
Y todo ello sin contar con el agravante de la continua distracción
de sus empleados en comisiones fuera del Tribunal: Diego de la Vega,
en la dirección de la Renta de Tabacos; Juan Domingo de Ordozgoyti,
en la Aduana de Lima; Pablo Portura, en la Caja del Cuzco, etc., ade-
más de las comisiones esporádicas y extraordinarias con que se carga
a otros ministros. Desde agosto de 1796 hasta abril de 1800, fecha del
último requerimiento, dicen por últirno, han presentado al gobierno nue-
vas consultas, representaciones e infor1nes, buscando el remedio <<a ne-
cesidad tan urgente como necesaria>>, más aún cuando muchas de sus
plazas regla111entarias han ido vacando sin que se haya nombrado a los
sustitutos titulares, como es el caso de una de contador ordenador su-
pernumerario y otra de ayudante de archivero.
La primera solicitud concreta del Tribunal, en 17fJ7, pedía tres nue-
123
vos contadores de resultas supernumerarios • La Junta Superior de
Real Haci~nda desestimó la petición porque, respetando la legislación
vigente, dichas solicitudes debían cursarse directamente al Monarca;
aunque prometía interceder recomendando se cubrieran las vacantes .

122
Extraña que se consigne como nuevas cuentas las de diezmos, cuando muchos
años atrás fueron atendidas por un contador del ramo, agregado a la Contaduría Mayor,
quien, con la refor1na de Areche, se i11corporó a la plantilla del Tribunal como un subal-
terno más y, con él, las cuentas respectivas. Esta misma extrañeza la expresa la Junta
Superior de Hacienda que, después de estudiar el tema, declara que las nuevas cuentas
no son tales. Informe del regente Arredondo (vid. supra, nota 120).
123 Intorme del Tribunal de 2 de junio de 17íJ7, en el Informe del regente Arredon-

. do (vid . supra, nota 120). ·



228 CONT ROL FISC AL EN EL VIRR EINA TO PERU ANO

En compensación les autorizaba a elegir tres sujetos inteligentes que


les ayudasen provisionalmente y dos a1nanuenses. O'Higgins invitó a
los contadores a exponer con sencillez y clari dad sus necesidades, pero
a la vez que procuraran omit ir gastos, con la mayor dedicación de sus
ministros y asistiendo puntualmente a sus oficinas. La respuesta se re-
dujo a reiterar sus problemas y la necesidad de incrementar el perso -
nal. El virrey promulgó el 17 de agosto de 1799 un decreto en el qúe
nueva1nente se tranquilizaba a los contadores con la prom esa de cubr ir

muy pronto las vacantes y reintegrar a los ministros en comisiones ex-
traordinarias. Pero en cuanto a aume ntar la plantilla oficial se declara- •

ba, lo mismo que la Junta Superior, incompetente. Los problemas, por


lo tanto, debían resolverse según lo previsto por la Recopilación 124 , es
decir, sustituyendo interinamente las vacantes y ausencias y buscando
los cinco ayudantes autorizados por la Junta Superior, pero, prec isa,
todos ellos sin grado ni clase, con la denominación de auxiliares. Con
ellos debía formarse un nuevo plan de distribución de labores, que ser-
viría además para hacerse una idea de cuánto dura ría este gasto extraor-
dinario. Los contadores no aceptaron la propuesta del virrey y
propusieron otro plan que <<estimaban menos malo>>. O'Hi ggin s deci-
dió entonces actua r por la vía expeditiva. Orde nó el cumplimiento de
su propuesta anterior y les dio un plazo de dos años para regu lariz ar
125
las cuentas • El Tribunal no tuvo más remedio que aceptar, aunq ue

124
Recopilación, VIlI, 1, 100.
125
Los contadores mayores presentaron a los gobiernos de Lima y Madr id un nue-
vo plan para la Contaduría, cuyas principales novedades son el aumento de tres contado-
res de resultas supernumerarios y cuatro amanuenses (Lima, 20 de septiembre de 1799;
-
AGI, lima, 1.124). No sé exactamente si se trata del plan «menos malo~ al que se refiere
el regente Arredondo, pero las fechas son las mismas en las que el marqués de Osorno
dictaba sus providencias:

CONT ADOR ES MAYORES Joaquí n Bonet •

Miguel Pizarro _
Marqu és de San Felipe
Juan Estani lao Peña
Pedro Dionis io Gálvez Migue l Cebriá n
Antoni o Chacó n P-ablo Terón
C. DE RESULTAS NUME RARIO S C. ORDE NADO RES NUME RARIO S
Juan Domin go Ordozgoyti Miguel García de la Vega
Manue l Salvi Pedro Grillo
Santia go Leuro
C. ORDE NADO RES SUPE RNUM ERAR IOS
C. DE RESULTAS SUPE RNUM ERAR IOS
Lino de la Barrer a .
Juan Ignaci o Vidaur re •
Domin go Moren o
Diego de la Vega (una vacante ya propue sta en consul ta, 23-V-1798) .



LA CO NT AD UR ÍA EN EL SIGLO XV III 22 9

de mal grado" la de cis ión de l vir rey 126


• Pe ro los co nta do res no se da n
po r vencidos e ins ist en co n nu ev as ide as pa ra au me nta r los bra zos au xi-
lia res: El 4 de oc tub re de 179 9 pro po ne n y el 4 el Go bie rno co nc ed e-
qu e cin co fun cio na rio s cu ya asi ste nc ia a sus res pe cti va s ofi cin as no era
tan ne ce sar ia y qu e, sin em ba rgo , gra va ba n co n sus sal ari os al Er ari o
se agregaran al Tr ibu na l mi en tra s se les da ba un de sti no de fin itiv o, qui e~
nes, seg ún su s ha bil ida de s, ay ud arí an a ve nc er las cu en tas atr asa da s.
~~í, a un o se le de sig nó pa ra la M es a de la Ra zó n, otr o pa ra la ord en a-
c1on y tre s co mo a1 na nu en ses , pe ro la1 ne nta ble me nte el ún ico qu e de -
mostró su utilid ad , seg ún la ve rsi ón de los co nta do res , fue Ju an An ton io
Gordillo.
Po r fin la M es a Ma yo r pro pu so un pla n de dis tri bu ció n de labores.
En él se oc up ab a a tod o el pe rso na l dis po nib le en la liq uid ac ión de las
46 7 cu en tas atr asa da s sin alu dir pa ra na da a las ve nid era s, de tal ma ne -
ra, dicen los co nta do res , tra tan do de sal va r su res po nsa bil ida d, qu e cu an -
do se ter mi ne n ést as, en los do s añ os de pla zo da do po r el vir rey , se
ha brá n ac um ula do otr as '37 2 nu ev as: 12 4 po r añ o se inc luy en las qu e
de bía n ing res ar inm ed iat a1 ne nte a fin ale s de es e añ o de 17 99 . Cu rio -
sa rne nte , el vir rey no rea cc ion a an te est a an óm ala sit ua ció n y co nv ali -
da las ac tua cio ne s de l Tr ibu na l co n un de cre to fec ha do el 17 de en ero
de 1800.

OF ICI AL ES DE LIBROS · Joa quí n Sernino


Fra nci sco Cal der ón
Jos é Bar rón Julián Sar mie nto
J ulián Oro dea Nicolás de Bustamante

AM AN UE NS ES AR CH IVE RO •

Jos é de Eslava Jua n Cap rist ano Flo res


Jus to Día z ·
Jus to Rojas

AYUDANTE
Me lch or Rod rígu ez Jos é de Arr iz

126 El 20 de septiembre el Tribunal propuso un reajuste, que se le aceptó, en que ha-


cían considerar que los sub alte rno s era n los má s ade cua d~s par a ven cer las cue nta s atra -
sadas, sin exp one rlas a ma nos ine xpe rtas que era , ins inú an, las úni cas dis pon ible s en
las con dic ion es del dec reto ; de est a ma ner a se cor rie ron tod os los car gos par a que los
inferiores ocupar an las pla zas vac ant es o de aus ent es. Al final que dar on libr es tres pla zas
de amanu ens es, en las que se col ocó a me rito rio s de la Co nta dur ía, lo que en rea lida d
con stit uyó el úni co aux ilio que rec ibió la Ofi cin a, por que la con trat aci ón de los otr os

. cua tro que con tem pla el dec reto fue de esc asa ayu da, ya que <<a pen as pod ían exp edi r las
copias que se les daban, sin poderles confiar otra labor alguna>>. (Ibídem.)

.

VII. LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX •

l. Continuidad de los problemas. 2. La reforma de 1812. 3. Lu ch as


partidarias en la Contaduría Mayor. 4. El proyecto de l contador úni-
co. 5. La reforma de 1820.

l. co DAD D E W S PR O BL EM A S

En los capítulos anteriores hemos asistido a las profundas transfor-


maciones que experimenta el Tribunal de Cuentas de Li m a en el trans-
curso del siglo xvm, especial1nente a pa rti r de las reformas carolinas.
Transfor1naciones que, po r ot ra parte, se op er an paralelamente a las
que se producen en la sociedad colonial. Sin pe rd er su ca rá ct er funda-
mental, un organismo de control fiscal y encorsetada po r la antigua le-
gislación, la Contaduría en los albores del siglo XIX es muy distinta,
en el fondo y en la forma, a la qu e había presenciado el inicio del lla-
mado siglo de las luces. Si n embargo, se siguen ar ra str an do los mis- -

mos lastres: . el atraso de las cuentas y la incuria de su personal.


Lo mismo que decíamos en el inicio de la centuria anterior, en la
de ésta no puede hablarse tan1poco de un a ruptura en su evolución his-
tórica, ni siquiera de cambios accidentales significativos qu e distingan
los últimos años de un siglo de los pr im er os de l otro. En ambos casos
existe una unidad temporal que constituyen sendas etapas de transición:
larga y lenta en la pr im er a que termina co n las refor1nas carolinas, más
co rta y agitada en la segunda co m o producto de la aceleración histó-
ric a de es e momento qu e desemboca pr im er o en un a ép oc a de co n-
vulsiones sociales y políticas que en la Contaduría Mayor se manifiesta
en antagonismos partidistas y, poco después, en la lu ch a militar y
fratricida que ter1nina con la dominación española en el Continente y,
co n ella, la muerte po r concusión de sus instituciones; au nq ue de éstas

23 0 -



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 231

nacerán casi inmediatamente, a su imagen y semejanza, las de las re-


públicas de Hispanoamérica.
La continuidad no se caracteriza ahora por la pasividad y tranquili-
dad.que vivía la Contaduría en los primeros momentos del xvm. To-
do lo contrario. Se vive, como ya se ha señalado repetidarnente, un
antagonismo entre los diferentes esta1nentos, una lucha sorda para trans-
for1nar los estatutos del Tribunal que per1nita el reconocimiento legal
y con él los honores debidos a la labor de los contadores de resultas
y ordenadores. Probablemente aquí esté la principal causa del fortni-
dable atraso de las cuentas, que se inicia con fuerza imparable desde
1796. Aunque, claro está, no pueden olvidarse otros factores de similar
importancia: la pérdida de esa energía que anirnaba a los gobernantes
peruanos Amat, Areche, Escobedo en la época de Carlos ID, im-
buidos de los aires reformistas de su Monarca; con cuya desaparación
los servidores de la Contaduría vuelven por sus fueros, por la incuria
que dotnina a la administración colonial. Por otra parte, el ejemplo de
la Corte de Carlos IV no es demasiado alentador.
El recurso siempre a mano de los contadores es atribuir la culpa
de los atrasos de las cuentas a la falta de personal en el que es difícil
discernir la parte de verdad y la disculpa fácil . El expediente inicia-
do en el gobierno de O'Higgins no se había dado por ter11tlnado cuando
la muerte le sorprendió en los primeros meses de 1801. El regente de
la Audiencia, Manuel de Arredondo que gobierna interina1nente en
espera del sucesor, el marqués de Avilés , hereda el problema. En
julio de 1801 escribe al ministro de Hacienda manifestando su perpleji-
dad de que con la ayuda proporcionada al Tribunal no se hayan vencido
los atrasos; si en el año 96, reflexiona, las cuentas estaban al día y des-
pués se retrasaron por la falta de ministros, al dárseles las manos auxi-
liares necesarias debieron, lógicarnente, adelantarlas de nuevo. Pero la
realidad es muy otra y así lo reconoce el regente. Propone que mien-
tras subsistan los atrasos se mantengan los auxiliares, pero sugiere que
cuatro se conviertan en plazas definitivas: dos de a1nanuenses y otras
1
dos con el nombre de contado.r es de rezagos, como en México • La
sugerencia no fue atendida y los contadores siguieron insistiendo en
2
sus demandas •

1 Carta del regente al ministro de Hacienda, Lima, 23 de julio de 1801; AGI, Li-
ma, 1.124. ·
• 2 Recurso de los contadores marqués de San Felipe, Gálvez y Chacón, Lima, 7 de
septiembre de 1802; AGI, lima, 1.124. ·


232 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Por real orden de 10 de mayo de 1805 se urgió al Tribunal Mayor


de Cuentas a activar el despacho de las cuentas atrasadas. Como siem-
pre, se respondió con la consabida disculpa: no se puede obedecer por
la falta de personal suficiente, menos ahora, dicen, cuando el marqués
de Avilés les ha quitado las manos auxiliares que le habían proporcio-
nado los gobiernos anteriores. La gravedad de su situación, insist~n,
puede reflejarse en el siguiente hecho: El virrey destinó al Tribunal al
ministro principal de Hacienda, jubilado, Manuel del Villar, en cali- ,
dad de contador mayor auxiliar y le confió personalmente el exa1nen
de 323 cuentas. Nueve meses después, las devolvió prácticamente co- ·
mo las había recibido. Aprovechan la oportunidad para pedir, como
siempre, el aumento de personal: seis oficiales de plantilla, cuyo coste,
dicen, no ascendería a más de 3.800 pesos anuales 3 .

2. LA .REFO DE 1812
Por fin en 1812 en una época sumatnente azarosa, tanto para las
provincias peninsulares como americanas se decreta la ansiada re-
for1na del Tribunal Mayor de Cuentas de Lima, ateniéndose, expresa
el decreto de la Regencia, al infor111e que en 1805 presentó el conde
de Casa Valencia, como contador general del Departament e Meridio-
4
nal de Indias •
La reforma consiste básicamente en el aumento de personal: Prácti-
camente se mantiene el número de contadores mayores, de resultas y
ordenadores, con la sola excepción del incremento de un ordenador nu-
merario. Lo mismo sucede en las categorías inferiores, en las que sólo
se elimina al ayudante de archivero. Se mantienen ta1nbién los sueldos ~
5
del plan de 1786 , con dos nuevas excepciones, la reducción del sala-
rio de los oficiales de libros de 1.000 a 600 pesos y el aumento sustan-

3
Carta del Tribunal Mayor de Cuentas, Lima, 23 de enero de 1808: AGI, Lima,
1.124.
4
AGI, Lima, 1.124.
5
La situación beligerante que desde entonces vive el Continente hace sumamente
precaria la de la Hacienda pública y, con ella, la de los sueldos de los fi•ncionarios. El
19 de junio de 1816, el virrey don Joaquín de la Pezuela decreta «que para evitar que
las tropas repitiese su insubordinación ... que en lo sucesivo se pagase con preferencia
el haber de la tropa de la Guarnición». Memoria, ed. y prólogo de Vicente Rodríguez
Casado y Guillern10 Lohmann Villena (Sevilla, 1947), pp. 80 y ss.
Los sueldos de todos los empleados de la administración fueron gravados con im-
puestos personales para la guerra, primero con uno con el nombre de <<soldados~ y des-


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 233

ci~,, al escri~a~o que pasa de 486 a 1.600 pesos, probablemente porque


dejo de perc1b1r los derechos de arancel. La gran novedad e incremen-
to de personal se da en la extinción de los cuatro amanuenses y su reem-
plazo por oficiales divididos en tres categor·ías:

cuatro oficiales primeros de glosa a 500 pesos cada uno;
cuatro oficiales segundos de glosa a 400 pesos cada uno;
seis oficiales meritorios a 300 pesos cada uno.
El nuevo plan totaliza 35 empleados sin contar dos ordenanzas
5
inválidos ª y supone un aumento de 10 nuevos empleados compara-
dos con la Refo1·n1a de 1786. El coste de la plantilla también se incre-
menta hasta los 42.300 pesos, que suponen un aumento de 5.214 pesos
sobre el antiguo.
Aunque en el decreto se habla todavía de la clasificación en nume-
rarios y supernumerarios, en los documentos inmediata111ente posteriores

se sustituye por primera y segunda clase.


El decreto de la Regencia justifica el notable incremento de perso-
nal con dos razones:-

a)
La solicitud del Tribunal Mayor, reiterada en distintas épocas,
por considerar que la Refor1na del 86 no lo dotó suficientemente para
llevar con la puntualidad requerida la contabilidad a su cargo.
b) La arnpliación de su territorio jurisdiccional, primero la inten-
dencia de Puno 6 y después, entre 1802 y 1803, los gobiernos de las
provincias de Quijos, Maynas y Guayaquil 7 •

pués otro porcentual según la cuantía de los salarios del que se descuenta el de
~soldados~ (ibídem, pp. 31 y 37-39).


5 por 100 hasta 500 pesos
6 por 100 de 500 a 1,.000 pesos

8 por 100 de. 1.000 a 2 .000 pesos
12 por 100 de 2 .000 a ·5.000 pesos
15 por 100 más de 5.000 pesos
5
• ª Generalmente estos servidores no integran la plantilla propiamente dicha y, por
lo tanto, no se consigna la «cantidad proporcionada~ que debían ganar. En la Memoria
del virrey Pezuela al trasladar la nómina de la Contaduría se recoge a los dos ordenanzas
con un salario de 96 pesos cada uno, p. 22.
6
Vid. supra, cap. VI, 6 (nota 121).
7
Por cédula de 15 de julio de 1802 se creó la Gobernación de Maynas y se agregó
a la jurisdicción del Virreinato peruano (Vargas Ugarte, op. cit., V, p. 157). La anexión
d~ Guayaquil se dispuso por real orden de 8 de julio de 1803 (ibídem, p. 161) .



234 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


En acatamiento de un decreto del virrey don Femando de Abascal,


el Tribunal propuso el 4 de junio de 1813 el siguiente equipo para cu-
brir la nueva plantilla de la Contaduría, que fue aprobada por el virrey
8 y elevada a la Regencia para su ratificación 9
dos semanas después •
Los contadores de la Mesa Mayor explican que se habían orientado por
el criterio de ocupar en primer lugar a los que ya servían en la Oficina
<<guardando como es debido el orden de antigüedad, su aptitud y apli-
cación>> y después a los nuevos, siguiendo parecidas consideraciones.
El decreto de la Regencia exigía que en estos últimos nombratnientos ·
se diera preferencia a los jefes y oficiales de la renta de tributos, nai- ·
pes, pólvora y otras, cuya extinción había sido decretada por las Cor-
tes, tanto para ahorrarle gravámenes a la Hacienda pública como por
suponérseles los conocimientos y experiencia requeridos. Pero como
podrá deducirse de las notas a pie de página correspondientes a la nó-
mina que reproducimos a continuación, sólo uno, Bernardino de Al-
bornoz, .parece reunir esta condición. La supresión de estas oficinas,
sin embargo, es un hecho, y la recomendación de la Regencia queda
en pie para que las sucesivas vacantes se cubran con estos gravantes
10
al Erario público • Esta política en un futuro inmediato se tornó en
fuente de conflictos, porque los empleados de la Contaduría se sintie-
ron preteridos, cuando en algunas ocasiones se hizo efectiva.

Salarios
CONTADORES MAYORES

1. Antonio Chacón (decano) ...................... . 4.000


2. Marqués de V al delirios ....................... . 4.000
3. Juan José Leuro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4.000 •

CONTADORES DE RESULTAS DE PRIMERA CLASE • •

1. Miguel Pizarro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.400


2. Juan Estanilao Peña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . · 2.400
3. Miguel Cebrián . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2.400

8
Carta del marqués de la Concordia al secretario de estado y del Despacho de Ha-
cienda, Lima, 31 de agosto de 1813; AGI, Lima, 1.124.
9
AGI, Lima, 1.124.
10
En julio de 1816, según la Memoria del virrey Pezuela servían en el Tribunal cuatro
agregados, con sus respectivos salarios, que iba11¡ de los 500 a los 1.147 pesos, p. 39.


• •



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 235

CONTADORE S DE RESULTAS DE SEGUNDA CLASE

1. Pablo Terón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 . 800


2. Miguel García de la Vega . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 800
3. Pedro Ruiz . ·. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 800
4. Pedro Grillo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 800

CONTADORE S ORDENADOR ES DE PRIMERA CLASE

1. Manuel Duffoo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.200


2. Ignacio Martín Abad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 200
3. Manuel del Burgo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 200

CONTADORE S ORDENADOR ES DE SEGUNDA CLASE


1. José de la Riva Agüero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 000


2. Lino de la Barrera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.000
3. Juan Capistrano Flores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1. 000

OFICIALES DE LIBROS

1. Domingo Moreno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 600


2. Justo Díaz de Ga rralde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 600

OFICIALES PRIMEROS DE GLOSA

1. Mariano Arriz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500


2. Julián Sarmiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500
3. Juan Zapatín . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . · 500
4. Tomás U garte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 500

OFICIALES SEGUNDOS DE GLOSA

1. Manuel Eslava . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400


11
2. Bernardino Albornoz • • • . . . . . • • • • . . • • • • • • . • . . . 400
3. Eusebio Lozano 12 • • • . • • • . . . . . . • . . • • • • . . . . • • . . • 400
4. Mariano Rojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 400

11
• Procede de la Contaduría General de Tributos.
12 ·
Ex meritorio de la «Secretaría de España».

236 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

OFI CIA LES ME RIT ORI OS



...

1. Vicente Falc ón 13 •• .' • • . . • • . • . . • • . . . . . . • . . . . . • . . 300
. ta e·1garron
2 . Juan Baut is / 14 .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
3. José Cam porr edo ndo ... ... ... ... ... ... ... ... .. . 300
4. Mar iano Tor res ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... . 300
5. Angel Cald erón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300
6. Agustín Hur tado 15 • ., • . . . . . • • . • • . • . . • . . • • . . . • . . . 300

OTR OS •

1. José Mar ía V arel a (Archivero) ... ... ... ... ... .. . 800
2. And rés Cale ro (Escribano de Cám ara) .. .... .... .. . 1.60 0
3. Ped ro N oel (Portero) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 300

El sust anc ioso aum ento de per son al deja a los min istr os de la Con -
taduría Ma yor sin su tradicional argu men to de falta de man os par a aten-
der la mul titu d de cue ntas . Con opti mis mo pro met en pon er al día los
con side rabl es atra sos 16 • Opt imi smo que la exp erie ncia inm edia ta se
enc arg ará de des men tir. La sosp ech a de que éste no era ni el úni co
ni fundamental mot ivo del retr aso con tabl e se confir1na amplia1nente.
El recr ude cim ient o de las disc ord ias inte rnas se pre sen ta aho ra com o
el prin cipa l esco llo par a cum plir los bue nos pro pós itos , per o a la vez
nos serv irá par a des cub rir las des idia s, omi sion es e irre gula rida des va-
rias de los min istr os en el cum plim ient o de sus labo res, al ech arse en
car a uno s a otro s sus pro pias deb ilid ade s.

3. LUCHAS PARTID SE N LA
CO NT AD , MA YO R

Cas i sim ultá nea men te con la apro bac ión de la Reforn1a de 1812 y
la imp lem enta ción de la nueva plan tilla , surg e en la Con tadu ría Ma yor
de Lim a el más gra ve con flic to inte rno de su ya larg a hist oria , al es-

13
Era meritorio del propio Tribunal de Cuentas.
14
Procede de la Secretaría del virrey.
15
Meritorio del propio Tribunal.
16
Consulta de la Contaduría Mayor de Lima, 4 de junio de 1813, en carta del vi-
rrey al secretario de Hacienda, 31 de agosto de 1813; AGI, Lima, 1.124 .




LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 237

cindirse en pa1·tidos que se atacan mutua y apasionada111ente. En un


bando nos encontrarnos al contador mayor marqués de Valdelirios, a
los contadores de resultas Miguel Cebrián y Manuel del Burgo y los
ordenadores Pedro Ruiz y José de la Riva Agüero, y, en el otro, a los
. dos restantes contadores mayores, el decano Chacón y Juan José Leu-
ro, con quienes no consta se alinee abiertamente ningún subalterno,
salvo, de alguna manera, el yerno del primero, el ordenador Lino de
la Barrera. El conflicto llega a asumir tales dimensiones que el mismo
virrey Abascal se ve envuelto, no como árbitro superior y desapasio-
nado, sino tomando partido decididarnente por uno de los bandos en
litigio.
Las causas de esta violenta crisis por la que atraviesa la Contaduría
limeña son complejas: Se unen en este momento todos aquellos con-
tenciosos más o menos tradicionales que hemos visto aflorar en la his-
toria del Tribunal el problema de la repartición de cuentas, la
inadecuación de su estructura laboral para la rendición de cuentas, las
tensiones entre las diversas categorías profesionales, la inadecuación
de los criterios selec~tivos de personal, etc. con otros propios de esta
etapa revolucionaria, de efervescencia política e ideológica, rica en
acontecirnientos en todo el mundo hispánico a uno y otro lado del Atlán-
tico. Y es precisa1nente en este a1nbiente, sumado al transitorio triunfo
del liberalismo y reconocimiento de ciertas libertades formales por las
Cortes de Cádiz, el que permite que resurjan con fuerza las antiguas
recla111aciones de los subordinados y las críticas acerbas de éstos a sus

superiores.
En efecto, los cuatro subalternos citados, Cebrián, Del Burgo, Ruiz
17
y Riva Agüero, escribieron a la Regencia en marzo de 1813 , para ex-
poner una situación que califican de injusta: <<el pernicioso abuso con
_ que se juzgan las cuentas de la Hacienda Pública de 26 años a esta par-
te>>; es decir; desde que se reservó la liquidación de las cuentas a los
contadores mayores; pero lo único que ~e consiguió fue que en la prác-
tica las abandonaran en manos de los auxiliares para después firmar
exclusivamente el fenecimiento. La injusticia es flagrante porque son
ellos mismos los que se han arrogado la facultad de distribución de la-
bores y, así, se las reparten todas entre ellos para que los auxiliares
las revisen de la forma descrita, de tal manera que no hay ocasión para
que el virrey comisione a los subalternos algunas cuentas bajo su per-
sonal responsabilidad. El repartimiento de cuentas en sus manos cons-

17
Lima, 17 de marzo de 1813; AGI, Lima, 1.124.

238 CO NTR OL FIS CA L EN EL VIR REI NAT O PER UA NO

tituye una infracción habitual de la legislación vigente 18 y ocasión para


la comisión de graves irregularidades en perjuicio del Erario. Esta ta-
rea corresponde al virrey, pero el decano, dicen, se ha apropiado inde-
....
bidamente de tal facultad, así, él confecciona la distribución y la pasa
después a la firma del virrey, quien siempre <<las ha aprobado creyendo
ser esto lo mandado>> . La prosecusión de esta ano malía es muy perju-
dicial, porque los contadores o tienen parientes en oficinas de la admi-
nistración fiscal o intereses económicos en provincias dependientes de .
su autoridad 19 • Por ejemplo, Chacón tiene un hijo en el resguardo de
la Aduana, otro en la Caja Matriz y un último en la Tesorería General •

de Tabacos y Rentas Unidas, con el agravante de que en los dos últimos


casos él personalmente, durante algunos años, se encargó de la liquida-
ción de esas cuentas. Valdelirios, por su parte, posee valiosas propie-
dades en Huamanga, donde existe una oficina recaudadora de alcabalas.
Los cuatro firmantes plantean unas sencillas soluciones a todos es-
tos problemas: que el virrey distribuya las cuentas a los contadores ma-
yores, las que ellos puedan calificar personalmente, juzgándolas según
sus oficios; y a los subalternos las restantes obsérvese que no dicen
las atrasadas otorgándoles la comisión legal oportuna, auxiliados,
todos, por los nuevos empleados dotados en el reglamento del año 12.
Recomiendan dejar algunos funcionarios libres para encargarse de las
abundantes tareas burocráticas y evitar así se distraigan los fen ece do-
res. De esta manera dicen que así se los dicta la experie~cia la con-
tabilidad se llevará con eficacia y puntualidad. ·
Son, como vemos, las mismas aspiraciones que desde muchos años
atrás venían planteando los contadores de resultas y ordenadores; qui-
zá se pueda encontrar algún matiz nuevo, pero es, sobre todo, en la .
forma de plantearlas donde se registra un cambio radical. Se vierten
ahora graves acusaciones de ilegalidad contra los superiores. La pala-
bra prevaricato se repite constantemente en este documento y en otros
muchos que los mismos dirigen al Gobierno Central o al Superior del
Virreinato. ·
La enconada diatriba trasciende los muros de la Contaduría y de
los órganos superiores de gobierno. Las acusaciones se hacen incluso
públicamente a través de un impreso editado en Cádiz: Ligera idea del
aba ndo no en que se hal la el Tribunal de Cuentas del Perú, <<que no
es otra cosa se defienden sus autores ante los directores generales

18
Vid . supra .
19
Citan Recopilación III. 11. V a 40, especialmente la ley 38.
• •



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 239

de la Hacienda Nacional que lo que anuncia el título>> y que no tenía


la intención de atacar a las personas, sino denunciar las irregularidad es
de esa Oficina ~ pero no hubo más remedio que referise a los contado-
res n1ayores << porq~e son los autores y mantenedores de los prevarica-
20
tos que se pur1tualizan en el impreso>> . La reacción de los acusados

se produjo inmediatamen te y con la misma violencia <<imputándoles las
personalidade s más injuriosas, obligándoles siguen hablando los
subalternos a una vindicación jurídica que estamos siguiendo en este
gobierno>> . Esta persecución, dicen . proviene principalmente de los con-
tadores Chacón y Leuro, quienes <<han logrado sorprender al virrey>>
21
atrayéndolo a su partido .
Abascal, en efecto, hizo suyo el partido de los contadores Chacón
y Leuro. Podría quizá reprochársele el no haber actuado con más equi-
dad y distancia de las banderías. Pero tanto su carácter como las cir-
cunstancias propias del tiempo hacen comprensible su proceder. Un
temperament o enérgico como el de Abascal no podía sufrir impasible
la insubordinac ión de los funcionarios; para él, el mismo principio de
autoridad estaba en juego. Pero con ser esto importante, hay otro factor
aún más decisivo: los contadores rebeldes representan las ideas contra
las que él lucha, las del liberalismo gaditano aunque por algún tiem-
po tenga que transigir con el nuevo sistema y, más aún, la sospecha
de concomitancias con los insurgentes independentistas. En el caso con-
creto del contador ordenador José de la Riva Agüero futuro primer
presidente del Perú republicano la sospecha se hace casi convicción.
En un determinado momento lo supuso autor del prospecto o introduc-
ción de un nuevo periódico subversivo, El Satélite; extremo que no pu-
do probarse, y aunque después se supo el nombre del verdadero autor,
Fernando López, la enemistad entre ambos personajes se había esta-
blecido ya fi1·1nemente. Un resumen del juicio que le merece Riva Agüe-
ro al virrey es la descalificació n total que hace de él ante el Gobierno
Central, al pedir se acepte su renuncia como útil al servicio <<por ser
22
de una complexión enfer1na, ignorante y orgulloso>> • Y el que tiene
Riva Agüero del virrey no anda a la zaga. No se atreve a atacarlo direc-
tamente, pero sí lo hace indirecta y despiadadam ente a través de la des-
calificación de sus amistades y consejeros. Abascal, dice, se halla
rodeado <<de los sujetos más aborrecibles del pueblo, en quienes con-

° Carta de Cebrián, Ruiz de Ortega y Manuel del Burgo a los directores generales
2

de la Hacienda Nacional: Lima. 26 de abril de 1814: AGI, li1na. 1.125.


.,_, Ib 1'd en1.
• -
22
Carta del virrey, Lima. 2 de junio de 1814~ AGI, Li111a, 1.125.

240 CONT ROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

curre n las notas más feas de inmo ralid ad, mala versación de sus em-
pleos, juga dore s abandonados, tramposos y... con otros horre ndos vi-
cios que son impropios de decirlos a V. A. >>23 •
En abril de 1814 los acontecimientos se precipitan. A las nueve de
la maña na del día 16 el virre y se prese ntó inesperadarnente en la sala
de trabajo de los contadores de resultas y orde nado res, acom paña do
de la Guardia de alabaderos y de los contadores mayores Chac ón y Leu-
ro. En versión de Cebr ián, Ruiz y Del Burgo, Abas cal se dirig ió a to- .
dos los empleados tratándolos de insubordinados ~con las expresiones
más hu1nillantes», para volverse después en parti cular hacia Riva Agüe- ·
ro, a quien incre pó su <<conducta, nacimiento y servicios~, sin admi tir-
le répli ca y amenazándole con quita rle el empleo, lo mism o que a los
demá s servidores indisciplinados. Don José de la Riva Agüe ro, dicen
los contadores citados, «renunció por este insulto [ ... ], la renu ncia se
admitió con un decreto injurioso e improbado» 24 • En efecto, dos días
después el cont ador Riva Agüe ro prese ntab a su renu ncia y con gran
dignidad exponía que él habí a aceptado el carg o <<para serv ir al Esta do
y no para ser vejado ni insultado» 25 • El día 22 el virrey acep tó la re-
nuncia, en cons idera ción , decía, de su dese o de corta r con las disen-
ciones, disputas y espír itu de parti do que se habí a apro piad o ·de la
Cont adur ía lime ña, y de los cuales Riva Agüe ro es uno de los princ i-
pales animadores 25 ª. ·
La renu ncia del cont ador orde nado r no apac iguó los áni1nos, antes
al contrario, ambos bandos, con renovado ardor, cont inua ron con sus
acaloradas disputas. Abascal decid ió exacta1nente un año desp ués de

23
Recurso de Riva Agüero, Lima, 12 de marzo de 1812; AGI, lima., 1.125.
24
Carta ·de los contadores subalternos (vid. supra , nota 20). •
25
Renuncia de Riva Agüero; AGI, lima, 1.125.
25
ª «Es copia de la toma de razón que se halla en este Tribunal, Lima, mayo 1814.
Miguel Cebri án/Pe dro Ruiz/Manuel del Burgo»; AGI, lima, 1.125.
Las protestas por la actitud del virrey se hicieron llegar inmediatamente al Gobie rno
de Cádiz , como la ya citada comu nicaci ón a los directores generales (nota 20), que ter-
mina pregonando la inocencia de Riva Agüe ro y la de ellos mism os, a quienes, dicen ,
se les quiere hacer culpables de todos los males del Tribu nal, cuand o lo cierto es que
«las contradicciones recaen entre los contadores mayores, no siendo nosotros otra cosa
que sus víctimas indefensas de las intrigas y de la falta de audie ncia a nuestr as reclama-
ciones~. Riva Agüer o escrib e también perso nalme nte en parec idos térnrinos para terrni-
nar solicitando que por las circunstancias especiales que rcxle.aron su renuncia, ser agraciado
con otro destino «en consideración a sus servicios, a los de su padre , y al partic ular de
estar sosteniendo a su anciana madre y viuda , sin otros arbitr ios que su propio trabajo».
(Cartas de Riva Agüero, s/f. en el expediente fo11nado por el conta dor gener al de ·Ha-
ciend a José Manu el Apari ci, Madr id, 10 de mayo de 1816; AGI, lima, 1.125).


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 241

los sucesos narrados cortar de raíz, desde su personal punto de vista,


los problemas de la Contaduría Mayor, solicitando la jubilación de los
principales culpables. El marqués de Valdelirios, origen de la discor-
dia, en su afán de atraerse a su partido el mayor número de empleados, ·
principal1nente a los que con su <<Carácter díscolo e impetuoso fuesen
capaces de sostenerlo en su cotidiana lucha con los otros dos contado-
res sus compañeros>>, no tiene aptitud para el empleo, salvo los méritos
de sus antepasados. Y entre los subalternos que atrajo a su partido aho-
ra son dos los principales agitadores, los contadores de resultas Ce-
brián y Ruiz, quienes guiados por sus miras particulares <<han formado
el complot de insubordinac ión entre los demás subalternos>>. Son ellos
los que realr11ente dirigen a Valdelirios valiéndose de sus conocimien-
tos y experiencia en el oficio, de tal manera que el marqués, escaso
de luces y lisonjeado, suscribe sus deseos y no se desvía un ápice de
sus dictámenes. Pide la jubilación y no simplemente el traslado a otra
oficina, porque Cebrián es ya de edad avanzada y casi ciego y Ruiz
porque en cuanto despacho ha trabajado <<no ha hecho otra cosa que
26
embrollar, insultar a sus jefes y dar sospechas de venalidad>> . Los
acontecimientos, sin embargo, no se desarrollaron exactarnente a la me-
dida de los deseos del virrey, tal como lo veremos poco más adelante.
Las mutuas acusaciones, desbrozándolas del apasionamiento, exa-
geraciones y áni1no difa1natorio, son enormemente útiles para hacer-
nos cargo de muchos problemas de la Contaduría, de los que quizá de
otra manera hubiera sido muy difícil que se dejara un testirnonio directo.
La acusación más seria contra el decano Chacón es la de nepotis-
mo, la que con frecuencia e indignación se repite en la mayoría de los
documentos de los contadores subalternos. Por su influjo, dicen, había
sido nombrado su yerno Lino de la Barrera como contador, ordenador
de segunda clase y que por él, buscando su promoción en el escalafón,
se había enfrentado a los subalternos, especialmente con Riva Agüero·,
inmediato superior de su pariente v. Pero este caso es sólo la punta del
iceberg, muestra del descontento del personal por los mecanismos de
nombra1niento y promoción, en los que con frecuencia se dio preferen-

26Abascal al secretario del Despacho Universal de Indias, Lima, 17 de abril de 1815;


AGI, Lima, 1.124.
TI El propio Riva Agüero consigna este hecho como una de las principales causas
de su renuncia; desde el primer momento dice tuvo que sufrir las hostilidades del decano
Chacón, que apetecía el pronto ascenso de su yerno Lino de la Barrera. Esta persecución
ha- quebrantado su salud «que para no perecer me ha ~ido preciso salir, con licencia de
V. E. , a tomar aires de campo en el mes de marzo del año pasado».

242 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

cia a los agregados o gravantes y a los reco men dad os de las


autoridades 28 , en lug ar de la antigüedad estr icta en el serv icio a la
Contaduría. Las luchas entr e el pers ona l por log rar su pro moc ión , elo-
giando sus propios méritos y descalificando al pos ible com peti dor es
una constante en esta década, sob re todo a par tir de 1815, cua ndo se
pro duc e una seri e de vacantes que las autoridades de Ma drid no se ani-
man a cub rir hasta dar una solución de conjunto a los pro blem as de
la Contaduría. •
Unida a la acusación de nepotismo se añade la sosp ech a de con co-
mitancias fa1niliares en el des emp eño de sus funciones, con par ient es ·
empleados en oficinas de Hac iend a, com o vimos poc o antes.
La acusación con tra Jua n José Leu ro es muc ho más grave: la de
ento rpec er voluntaria1nente la tom a de cuentas de tributos, de la que
hab ía sido a · ·strador, valiéndose de su condición de con tado r ma-
yor y de la amistad que le dispensa su com pañ ero el dec ano Cha cón .
Los contadores subalternos llegan a hablar de un descubierto de 700.000
29
duros • Leu ro fue nombrado contador mayor en 1812, después de ha-
ber se desempeñado durante varios años com o con tado r gen eral de Tri-
butos, teniendo pendientes en la Con tadu ría Mayor las cuentas de ese
rarno de 1807 a 1811. Al ministro interino, Fem and o Za1nbrano, se le
encargó la liquidación de las correspondientes al ejercicio de 1807, lo
que efectivamente hizo, per o casi de inmediato pidi ó que se dec lara se
sin valor su aprobación e írrita su firma, porque, seg ún expresó, se le
había sorprendido su bue na fe, ya que los contadores mayores amigos
de Leu ro no le habían pro por cion ado todos los pap eles nec esar ios, es-
pecialmente las instrucciones del ram o 30 • Las cuentas de los año s pos-
teriores, 1808-1811, fueron enc ome nda das al mar qué s de Valdelirios, _
quien decidió susp end er su revisión has ta que se reso lvie ra el con ten-

28
José de la Riva Agüero, de alguna manera, fue beneficiario de esta política; se-
gún propia confesión su ascenso se debió a una carta de recomendación de la Regencia
al virrey. Lima, 12 de marzo de 1812; AGI, lima , 1.124.
29
Cart a de los contadores Ceb rián, Ruiz, Riva Agüero y del Burgo, s/f., en el In-
for1ne del contador general José Manuel Aparici, 16 de mayo de 1816; AGI, lima , 1.125.
30
Según los nuevos contadores del Tribunal, León de Altolaguirre y Joaquín Bo-
net, el contador mayor interino Zambrano fue uno de los prim eros en ser captado por
el partido de los subalternos ~rebeldes~, incluso antes que Valdelirios. Inforn1e al virrey,
22 de juni o de 1816; AGI, lima , 1.125.
31
El marqués de Valdelirios en carta de 4 de agosto de 1814 infor111a sobre el asun-
to y expone su opinión que la intransigencia de sus compañeros de la Mes a Mayor está
motivada por su actitud con las cuentas de tributos de Leuro. En el citado Inforn1e del
contador general (nota 29). ·


LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 243

31
cioso abierto sobre las de 1807 • Dieciocho meses han transcurrido
escribe Abascal en octubre de 1814, sin que se haya adelantado nada, '
a no ser e~ la for111ación de un voluminoso expediente repleto de <<recu-
saciones y arbitrios para entorpecer el real servicio, fundada en la ene-
mistad de aquellos empleados, los que postergando el cumplimiento de
sus deberes a los particulares resentimientos, han incurrido en las no-
tas más degradantes, llenando el papel de sátiras y de expresiones in-
decentes y nada análogas al punto que se ventilaba>>. Por decreto de
29 de agosto de 1814, el virrey separó a Valdelirios del entendimiento
de las mencionadas cuentas y comisionó a Chacón y a los contadores
de resultas Miguel Pizarro y Juan Estanilao Peña. Valdelirios apeló la
decisión de Abascal; pero éste se mantuvo fir1ne y confir111ó su deci-
sión , previa consulta al asesor y al fiscal de Hacienda, por entender
que era una orden gubernativa encaminada a contener los desórdenes
32
en el Tribunal •
Las acusaciones contra los <<rebeldes>> no se quedan simplemente
en las descalificacio nes genéricas, que antes apuntaba, sino que des-
cienden al terreno concreto. Abascal, basándose en el informe de los
dos últimos ministros nombrados para la Contaduría, aparentemente
inconta11linados de sus discordias, León de Altolaguirre y Joaquín Bo-
net, escribe al secretario de Hacienda una severa crítica de las últimas
actuaciones del Tribunal, en el momento en que por muerte de Chacón
33
ha ascendido al decanato el marqués de Valdelirios • Aunque aparen-
temente la crítica del virrey se sitúa encima de los partidismos que de-
voran al Tribunal, en realidad los dardos apuntan al marqués y a sus
seguidores. La situación de la Contaduría Mayor, resume Abascal, es
desastrosa; hecho que se presenta con más gravedad por la situación
militar del Virreinato, cuando las necesidades de la guerra y el mante-
nimiento de los ejércitos su principal preocupación requiere de una
Hacienda saneada y, por lo tanto, de una atenta vigilancia de la ad11li-
nistración fiscal, de la que el Tribunal de Cuentas es una pieza maes-
tra. Y la realidad es muy otra: de 38 cuentas principales cada año hay
138 acumuladas sin liquidar; sin que el aumento de personal haya ser-
vido para nada. Y lo que es peor, no hay esperanzas de pronta solución

mientras que el gobierno interior de la Contaduría esté en manos de

32
Carta de Abascal, 4 de octubre de 1814, en el Info1·111e del contador general
(ibídem).
33
Info1111e de los contadores Altolaguirre y Bonet al virrey, Lima, 22 de junio de
1816, y carta de Abascal al secretario del Despacho .Universal de Hacienda, Lima, 28
de junio de 1816; AGI, Lima, 1.125.

'

244 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

hombres como el marqués de Valdelirios o los que le precedieron. Las


irregularidades más importantes detectadas por los nuevos funciona-
rios son las siguientes: '
a) La inasistencia e impuntualidad de los empleados es la norma
habitual, sin que nadie cuide y cele por ello; antes son los propios jt:fes
quienes dan motivo con su ejemplo, distraídos por sus enfrenta1nientos
personales y dedicados a objetos extraños al servicio. •
b) El orden económico interior de la Contaduría adolece de gra-
ves defectos; es urgente proceder a la distribución de labores. •

e) Lo mismo se puede decir del exa1nen y liquidación de las cuen-


tas que se hallan suma1nente atrasadas, y otras, aunque liquidadas, tie-
nen notables defectos.
d) Así, en muchas cuentas solventadas en la Sala de Ordenanza
fue necesario volver a examinarlas, porque se había procedido a liqui-
darlas sin cotejarlas con los documentos comprobantes: las cuentas de
la Aduana de Guayaquil de 1804 a 1810; las de la Caja de Puno de 18ITT
a 1808; la de la Caja de Arequipa de 1810. Las Cuentas de Trujillo de
1812 a 1814 se liquidaron sin haberlo hecho con las precedentes de 1810
y 1811 y sin saberse, por lo tanto, los cargos que se arrastraban de un
año a otro. Algo por el estilo ocurrió con la primera cuenta del Ejército
del Alto Perú, en la que para descubrir el origen de un déficit de 40.000
pesos hubo de revisarse de nuevo, detectándose muchos errores y de-
fectos. Estas últimas estuvieron directarnente bajo la responsabilidad
del nuevo decal}o.

En consideración a tan graves irregularidades Abascal pide al mi-


nistro de Hacienda la separación del decano, quien sigue, dice, enfren- -
tándose a sus compañeros, lo que comprueba <<la inquietud de su genio
la poca delicadeza con que pospone los asuntos del servicio para satis-
facer resentimientos personales>>. Hiperbólicamente afirma que aunque
el Rey se gastara todo su tesoro en proporcionarle auxiliares, todos es-
tarían muy ocupados en defenderse de las invectivas del decano y éste
en suscitarlas. Ter11lina el virrey con una sorprendente petición que con-
viene destacar la iniciativa había partido de los contadores Altola-
guirre y Bonet : nombrar una persona experta en administración
hacendaria para la dirección del Tribunal, con el fm de refor111ar la Con-
taduría y a sus servidores.
En la dotación de la plantilla reformada en 1812 pronto se produje-
ron algunas vacantes: la de Riva Agüero, en abril de 1814, fue la pri-
mera; las de los oficiales de libros Díaz Cerralde por su mu erte -

• •

LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 245


y Eusebio Lozano por ca1nbio de destino , ambos en septiembre


de ese mismo año, y la del contador de resultas Miguel Pizarra por
34
fallecimiento , en enero de 1815 • En el a111biente de tensión cons-
tante en el que vive la Contaduría Mayor estos hechos se tornan en oca-
sión para avivar el fuego de las pasiones e intereses particulares. La
Mesa Mayor del Tribunal con la oposición de Valdelirios presentó
su propuesta de nornbra1nientos y ascensos para cubrir las vacantes,
que Abascal aprobó inmediatamente y elevó al Gobierno Central para
su confir111ación el 12 de marzo de 1815. Todos los cargos superiores
hasta la categoría de contadores ordenadores de primera clase se cu-
brieron por riguroso orden de antigüedad, corriendo simplemente los
nombres del escalafón; pero no así en las clases inferiores donde se
introdujeron modificaciones para dar cabida a los agregados o
35
gravantes , como lo recomendaba, recordemos, el decreto de la Re-

• Reforma de Propuesta Mesa Propuesta


1812 Mayor Valdeli ríos
Riva Agüero Moreno Flores
Ordenadores de Lino de la Barrera Aizcorbe Moreno
segunda clase Juan C. Flores Flores Arriz
Domingo Moreno Arriz Sarmiento
Oficiales de libros
Justo Díaz Bravo Zapatín
Mariano Arriz Sarmiento Ugarte
Oficiales primeros Julián Sar1niento Zapatín Albornoz
de glosa Juan Zapatín Ugarte Rojas
Tomás Ugarte · Valdivieso Falcón
Manuel Eslava Albornoz Cigarrán
Oficiales segundos B. Albornoz Rojas c ·a mporredondo
de glosa Eusebio Lozano Falcón La Torre
Mariano Rojas Cigarrán Calderón

Vicente Falcón Camporredondo Hurtado
Juan Cigarrán Torres Cañete
Meritorios de J. Camporredondo Calderón Mascaró

dotación Mariano La Torre Hurtado Eslava


/ /

Angel Calderon Mascaró Lema


Agustín Hurtado Herrero
Archivero José M .ª Varela Varela Varela

34Carta del virrey. En ·infor1ne del contador general (vid. supra, nota 25).
• 35 El contador general Aparici dice que de los tres sustitutos en condición de gra-
vantes, sólo Bravo podría ser considerado como tal. Aizco.r be, por lo contrario, no, por-


246 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

genc ia en 1812 36 . Vald elirio s prese ntó una prop uesta parti cular que se
ajust aba exac tame nte al crite rio de antig üeda d en todo s los estam entos
laborales; la prop osici ón de nuevos nomb res se intro duce exclusivamente
al final para cubr ir las vaca ntes de meri torio s de dotac ión.
Las prote stas de los empl eado s suba ltern os, que se sient en desp laza-
dos y herid os en sus derec hos, menu dean a parti r de este mom ento ..El
más insistente y ambicioso es el oficial de libros Dom ingo More no, quien
en carta s de 22 de marz o, 1 y 29 de novi embr e de 1814 y 20 de julio .
del siguiente año, se queja de habe r sido prete rido en los ascen sos, y
no sólo en este últirno, sino desd e 1785, fecha desd e la cual han pasa do ·
sobre él más de 28 comp añero s, much os de los cuale s, dice, han sido
colocados <<Sin obse rvar el orde n de escala, mayor1nente cuan do los agra-
ciado s eran extra ños al Tribu nal y algun os impo sibili tados de obte ner
desti no en el mism o, como suce de a don Lino de la Ba1·rera ... en perju i-
cio de todos los oficiales que les excedían en antig üeda d, intel igenc ia
y desempeño>>. De habe rse segu ido en los sucesivos ascen sos el orde n
estric to del escalafón, conc luye, él estar ía en el lugar gue ocup a el con-

tador de resul tas de prim era clase don Migu el Cebr ián, y éste es, preci -
samente, el grad o y antig üeda d que solicita, adem ás de los sueld os que
por este motivo ha dejad o de percibir'57.
El archi vero Varela pide el ascen so a orde nado r de segu nda clase ,
ampa ránd ose en el prece dente de su antec esor en el cargo, Pedr o Grill o,
que fue prom ovid o por real orde n en 1802 y en que ya lo había servi do,
en ocasiones, interinamente 38 • El mini stro hono rario de la Audi encia de
la Plata y agen te fiscal de la de Lima , José de Arriz , mani fiesta su indig-
nació n porq ue su hijo, José Mari ano, haya sido prete rido en los ascen -
sos. Pide se apru ebe el plan de Valdelirios 39 • Y así otros 40 , aunq ue

todavía se está lejos del cúmu lo de solic itude s que se regis trará , como ·
verem os, en el lustr o siguiente.

que ocupa la oficialía séptima de la Renta de Tabacos; ni Valdivieso, que tiene un destino
como oficial primero en las cajas reales de Paseo. Informe del contador general (vid.
supra, nota 25).
36
Vid. supra, epígrafe 2.
n Carta de Domingo Moreno en info1·1ne del contador general (vid. supra, nota 25).
38
Carta s/f. Ibídem.
39
Carta s/f. Ibídem.
40
Pablo Terón solicita la plaza vacante de contador de resultas por la muerte de Mi-
guel Pizarro, con el mismo sueldo y antigüedad que Cebri án, porque, dice, en 1801 fue
preferido en el ascenso por un error del marqués de Osorno. La misma plaza es pedid a
por Alejandro Morales Duárez. Este ú!timo es un agregado gravante en el Tribunal y
procede de la extinta Caja de Jauja. Ibídem.


• LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 247

4. EL PROYECTO DEL CONTADOR ÚNICO

Las numerosas cartas del virrey y contadores, informes, peticiones,


etc. , fueron integrados en un expediente que pasó al infor1ne del conta-
dor general de Hacienda José Manuel Aparicio, quien el 10 de mayo de
1816 extendió un abultado parecer dirigido al secretario de Estado del
Despacho de Hacienda. lnfor1ne que en líneas generales se aproxima a
las tesis sostenidas por el marqués de Valdelirios y en contra, lógica-
mente, de las actuaciones del virrey Abascal y de los contadores mayo-
41
res Chacón y Leuro : .

a) Le parecen de justicia las reclamaciones de los subalternos so-


bre que no se altere el escalafón y, por lo tanto, la propuesta de Valdeli-
rios. Lo mismo en el tema de los agregados o gravantes, que deben
colocarse, recomienda, donde no interfieran con los pues·tos de rigurosa
escala. .
b) También les da la razón en el tema de parientes en una misma
oficina, es decir, el caso concreto de Lino de la Barrera.
e) Reconoce la irregularidad de que Leuro haya sido nombrado con-
tador mayor teniendo cuentas pendientes en el ramo de tributos. Reco-
mienda su separación.
d) Se declara partidario de que el virrey sea el único responsable
de la distribución de cuentas. Los de resultas podrán ser fenecedores si
se aprueba el proyecto que propone más adelante.
e) Por lo que expone el virrey s.e ría conveniente variar de destinos
a los contadores de resultas Cebrián y Ruiz, en oficinas distintas.
f) Recomienda también la jubilación del decano Chacón.
g) Reconoce que el contador Moreno tiene razón en sus reclarna-
ciones <<por lo que en el día deberá ser ascendido al grado cual de justi-
cia le corresponde y V.E. le considere acreedor>>. .
h) En el caso de Riva Agüero sería conveniente reparar la injusti-
cia, bien reincorporándolo al Tribunal o, como es su deseo, a otra plaza
equivalente. Y advertir al virrey modere su trato con los subalternos y
que utilice siempre los procediinientos legales, dándoles lugar a la de-
fensa; sólo en el caso de culpabilidad manifiesta puede suspenderlos de
sus empleos, dando cuenta a S.M.
i) Es justa la protesta del agente fiscal a favor de su hijo José Ma-
riano Arriz. ·

41
• Ibídem.

248 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

J) Y, por último, la solicitud del archivero Varela debe ser atendida


siempre que tenga las aptitudes correspondientes.
Pero la propuesta de mayor alcance es la de crear un cargo rector
. . en la Contaduría Mayor de Lima extensible al resto de los tribunales
de cuentas americanos que reempl ace al colegio de los contad ores
mayores, con el nombr e de único contad or mayor, quien ademá s de
asumir todas las atribuciones que las leyes conceden a los auditores ma-
yores tendría las del gobiern o y dirección económ ica de la institución, ,

con dependencia y subordinación al presidente nato, el virrey. Otras



obligaciones serían:

l. Asistir a las juntas de Hacien da y a otras en las que sea necesa-



r10 su concurso.
2. <<Autorizar con su firma y bajo su responsabilidad todo lo in-
for1nativo que se ofrezca con la Contad uría Mayor y lo que fuese deci-
sivo en materia de Hacienda: sus juicios finales, reintegros de alcances
y cualquiera otra cosa relativa a la materia que sea decreto ria (sic) o
judicia l, como que en él han de quedar refundidas las funciones, auto-
ridad y facultades del Tribunal>>.
3. Por último se le encom endaría la reparti ción de cuentas entre
los contadores de resultas y ordena dores, cada dos años, y la vigilancia
para que las cuentas se liquiden con la puntua lidad requeri da.
El contad or de resultas más antiguo de primer a clase reempl azaría
automática1nente, en caso de ausencia, muerte y enfer1nedad, al conta-
dor mayor único.
Las atribuciones específicas de los contadores de resultas y ordena -
dores cuando estos últimos no tengan que ordenar, que es, dice Apa- -
rici, lo normal porque las partes entrega n sus cuentas ordena das será

la de examinar, glosar y fenecer las cuentas, con plena responsabilidad


sobre las mismas y sobre los pliegos de reparos que ·p udieran ofrecer-
se. Si en el desarro llo de la rendición de cuentas _se presen taran algunas
dudas los fenecedores deberá n consul tar verbalmente con el contad or
mayor. Las cuentas corrientes, cuando no haya reparos despué s del fe-
necimiento, las aproba rá el contad or mayor <<por un auto o providencia
formal», pudién dose dar entonces el certificado de finiquito. En el ca-
so de encont rarse reparos en la cuenta examinada, el contad or mayor
abrirá el juicio y escuchadas las partes interesadas y el infor1ne del fis-
cal de Hacien da se proced erá a la calificación definitiva: Cumpl idos
los plazos legales, si no hubiera apelaci ón de las partes a la Sala de
Ordena nza, se proced ería ejecutiva1nente. Lo que no explic~ el conta-



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 249

dor Aparici es cómo debería integrarse la Sala de Ordenanza, desapa-


recidos los otros dos contadores mayores. Las demás operaciones y
labores de la Contaduría, dice, las arreglarían y determinarían el con-
tador mayor con los dos contadores de resultas de primera clase más
antiguos.
El revolucionario proyecto, al parecer, surge simultánea1nente en Li-
ma y en Madrid. Las sugerencias de los contadores Altolaguirre y Bo-
net, recogidas después por el virrey Abascal, están fechadas en junio
42
de 1816 y la del contador general de Hacienda el 10 de mayo de 1816.
Desconozco la existencia de un documento o propuesta previa en la que
pudieran haberse basado a111bas peticiones.
La solución del contador único permitía recoger la antigua aspira-
ción de los subalternos y estaba en la misma línea de lo que en la prác-
tica había introducido Areche y tratado de legalizar Escobedo, es decir,
elfenecimien to de las cuentas por un personal_teóricarnente cualificado
para hacerlo y mucho más numeroso que los contadores mayores, pero
que el legalismo de las autoridades de Madrid, pegados a la letra e in-
capaces de modificarla de acuerdo a las circunstancias, había impedi-
do durante décadas. El proyecto de Aparici, en consecuencia, comporta
un cambio mucho más profundo en la estructura del Tribunal que lo
que aparentement e se puede observar en la desaparición de dos conta-
dores mayores y la asunción de la dirección por un solo ministro. El
ca1nbio sustancial, insisto, está en el trasvase de muchas de las atribu-
ciones fiscales de los contadores mayores a un a111plio número de fun-
cionarios: los contadores de resultas y ordenadores.

5. LA REFO DE 1820

La ejecución del proyecto del contador único tuvo que esperar cua-
tro largos años. El efecto inmediato del dictamen y sorprendente pro-
puesta de Aparici parece ser la de aletargar toda acción de las autoridades
en relación con la Contaduría de Lima. Desde esa fecha ni un solo car-
go de los que vacan en la Contaduría se cubre oficialmente desde la
Corte. Las luchas internas en el Tribunal parecen también sosegarse.
Las únicas voces que llegan a Madrid desde la Contaduría Mayor, o
relacionadas con ella, son las que piden ascensos o cargos ante la pers-
pectiva de una nueva reforma. De 1816 a 1820, el Tribunal de Cuentas


42 •
Vid. supra (nota 33).

250 CONT ROL FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

de Lima vive en un comp ás de espe ra. Y de incer tidum bre: Desd e la


llegada del virrey Pezuela a la Casa de Piza rro, en julio de 1816, la re-
volución independentista, más allá de las fronteras del Virreinato, no
deja de gana r día tras día nuevas ventajas. Y las mism as fronteras se
ven ahor a amenazadas en un nuevo frente, el marítimo, con la ocup a-
ción de Chil e por los ejércitos de San Mart ín. Y dentro de ellas la ebu-
llición revolucionaria, aunque sord a, se hace cada vez más evidente.
De las peticiones de cese, jubil acion es y traslados de los princ ipa-
les protagonistas de las disputas inter nas Abas cal pedí a las de Valde- ·
lirios, Ruiz y Cebr ián, y Apar ici, las de Leur o y Chac ón y cons entía ·
en el traslado de Ruiz y Cebr ián sólo se ejecutó la de Pedro Ruiz 43 ,
porq ue casi todos los demás desa pare cen de la esce na del Tribunal por
mue rte natu ral en el transcurso de este lustro. El prim ero fue el deca no
Chac ón, en junio de 1816 44 , poco antes habí a solicitado que en virtu d
de sus cincuentas años de servicios y setenta de edad y la inuti lidad
por los <<insultos apoplécticos>> que le habían sobrevenido, se le conc e-
diera la jubil ación , con goce completo de su salar io o al meno s las tres
cuartas partes. Apar ici reco mend ó se aceptara la jubil ación , pero con
45
la pensión de sólo dos tercios • El mism o contador general reco men-
daba para Leuro, como ya se ha dicho, la sepa ració n inmediata, con
la mitad de sueldo mientras el virrey le busc aba otra ocupación. El con-
tado r mayor continuó en su puesto hasta su muerte, en junio de 1819.
Por la muer te de Chac ón el marq ués de Valdelirios asum ió el decanato
del Tribunal de Cuentas. En el proyecto de Apar ici él era la perso na

43
Estado expresivo de los arreglos que se ha hecho en el Tribunal de Cuentas de ·
Lima en los q,ños 1780, 1786 y 1812, y de los empleados que los ocuparon. Noticia de
los que existen actualmente y propuesta de la Contaduría General de Ultramar por or-
den de escala en las vacantes ocurridas desde abril de 1814; Madr id, 1 de julio de 1820;
firmado por Vicente Romero; AGI, Lima, 1.125.
Al parecer, al final de la décad~, Pedro Ruiz fue de alguna manera rehabilitado, así
al menos parece desprenderse del Indice de los documentos y expedientes que integran
el que se pasó a infor1ne del Consejo de Estado sobre el arreglo del Tribunal de Cuentas
de lima: «Expediente sobre el reintegro de sueldos devengados a don Pedro Ruiz Ortega
para que con la multa impuesta a los contadores mayores del Tribunal se entregue a los
comisionados de la Comp añía de Filipinas en aquella capital y su reposición en el em-
pleo que obtenía, al que también va unido una nota sobre la comisión en que está enten-
diendo en Puerto Rico, con retención de destino en el Tribunal de Cuentas de Lima».
Madr id, TI de julio de 1820; AGI, Lima, 1.125.
44
Estado expresivo ... , vid. nota anterior.
45
Solicitud de jubila ción del decano Chacó n en Inform e del conta dor general Apa-
rici (vid. supra, nota 25). ,



LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 251

recomendada para ser esa única cabeza <<diestra, laboriosa y celosa>>,


pero fue promovido a otro cargo en 1817. Miguel Cebrián, el último
subalterno (<rebelde>>, murió tarnbién muy pronto, poco después de Cha-
cón, en noviembre de 1816. El único implicado directarnente en las dis-
putas del Tribunal que se mantiene incólume es Manuel de Burgo, a
quien inesperada111ente el virrey Abascal no incluyó en sus peticiones
de cese y que, por lo tanto, también lo dejó al margen el contador
general.
Aparte de éstas, ta1nbién se produjeron en este período otras vacan-
tes por fallecimiento Pedro Grillo, en diciembre de 1818, y Juari Ca-
pistrano Flores, en septiembre de 1819 y por la promoción de Pablo
Terón a la Superintendencia de la Casa de la Moneda en julio de 1819.
Todas las vacantes en conjunto, desde 1814 en que fue confirn1ada por
el Rey la dotación de personal de la reforma de 1812, hasta 1820, suman
un total de por lo menos doce, de las que haya constancia. En este lar-
go período sólo se cubren dos de ellas por nombramiento oficial de.l
Rey: Joaquín Bonet, antiguo ministro del Tribunal en la Reforma de
Areche y oficial real de la Caja de Lima, como contador de resultas
45
de primera clase y reconocimiento de mayor antigüedad ª, y León de
Altolaguirre como contador mayor supernumerario con opción a la pri-
46
mera vacante, que, como se ha visto, se produjo muy pronto •
Ante este hecho no es extraño el cúmulo de solicitudes que llegan
a Madrid pidiendo ascensos, confrrmaciones en las plazas interinas, re-
conocimiento de la antigüedad y servicios, etc. Para el cargo de conta-
dor mayor se registran multitud de solicitudes, como la de Pablo
Terón 47 , en razón, expresa, de sus méritos y por los agravios sufridos
en su carrera; la de Lino de la Barrera, para <<que se le tenga presente
en el arreglo>> 48 ; la de Miguel García de la Vega, quien dice confor-
marse en caso contrario con los honores y la opción a la primera va-
cante; la del contador mayor de Quito, Andrés Cardenal, quien pide
un cargo similar al suyo en la Contaduría de Lima o, en su defecto,
49
la Superintendencia de la Casa de la Moneda ; la de Manuel del Bur-

45 ª Joaquín Bonet consiguió título real de contador mayor supernumerario el 12 de


junio de 1816 (AGI; Lima, 1.123); Abascal informa en su carta núm. 176 de este hecho;
~

en Indice... (vid. supra, nota 43).


46 El 18 de marzo de 1815 se le expidió el título real de contador mayor supernume-

rario (AGI, Lima, 1.123). El virrey en 1616, ca~ núm. 165, informa que por muerte de
Chacón le ha otorgado la plaza efectiva. En Indice... (vid. supra, nota 43), núm. 19.
47 Ibídem, núm. 20; carta de TI de septiembre de 1817.
48
• Ibídem núm. 22; cartas de 2 de marzo de 1818.
49 Ibídem: núm. 23; cartas de 5 de agosto de ·1817 y 12 de diciembre de 1818.

'

252 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUA NO

go, que solicita la admini stració n de la Aduan a o el cargo de contad or


50
mayor , y, por último, la de Bruno López 51 • En julio de 1819 todos
los ministros del Tribunal se dirigen al Gobier no Centra l para manifes-
tar su preocu pación y grave necesid ad de provee r cuanto antes todas
52
las plazas vacantes •
Por fin la larga espera ter111ina en 1820. Con los infor1nes de la Co1.1-
taduría Genera l de la Améric a Meridi onal y del Consej o de Estado se
elabora la real orden de 14 de noviembre, en la que, en líneas genera - •
les, se acepta o al menos así puede interpr etarse, la refor1na propue sta
por Aparic i cuatro años antes, aunque guarda ndo todavía alguna reti- ·
cencia: <<Haya por ahora>>, dice el documento, un solo contad or mayor
<<Y que lo sea el actual don León de Altolaguirre>> 53 •
El infor111e de la Contaduría General de la Améric a Meridional, acep-
tado íntegrarnente por el Consej o de Estado, exponí a como el escollo
más grave para la eficacia de las sucesivas refor111as que se habían dic-
tado desde Madrid , las excesivas distancias de las provincias de Ultra-
mar, porque cuando se trataban de aplicar las circuns tancias ya habían
cambiado. En este nuevo plan, se dice, hay un punto invariable e inex-
cusable: en los ascensos se guarda rá el estricto orden de antigüedad 54 •
Con sentido de reparac ión de los agravios sufrido s por los antiguos mi-
nistros con la introdu cción de person as ajenas al escalaf ón, se aplica
el mismo criterio con carácte r retroactivo. Para cubrir las vacantes se
da preferencia en primer lugar a los sobrevivientes de las refor1nas de
1780 y 1786: Joaquí n Bonet, Juan Estanil ao Peña, Domin go Moren o
y Miguel García de la Vega y, en segund o lugar, a los de la refor1na
55
de 1812 • De tal manera que la plantill a del Tribun al queda estableci-
da de la siguiente for1na:

CONT ADOR MAYOR


León de Altolag uirre

50
Ibídem, núm. 25; cartas de 5 de julio de 1818 y 15 de febrero de 1819.
51
Ibídem, núm. 30; carta de 9 de septiemb re de 1819.
52
Ibídem, núm. 28; carta de 10 de noviembre de 1819.
53
Ibídem, núm. 32.
54
Real orden, Madrid, 14 de noviembre de 1820, al virrey del Perú; AGI, Lima,
1.125.
55
Ibídem, inforrnes de la Contadu ría General y del Consejo de Estado, Palacio, 21
de octubre de 1820; AGI, Lima, 1.125.

• •
LA CONTADURÍA EN EL SIGLO XIX 253

CONTADORES DE RESULTAS
Joaquín Bonet
Juan Estanilao Peña
56 •
Domingo Moreno

CONTADORES DE RESULTAS SUPERNUM ERARIOS


Miguel García de la Vega
Manuel Duffoo
Ignacio Martínez Abad
Manuel del Burgo

CONTADORES ORDENADO RES


Lino de la Barrera
José Mariano Arriz
Julián Sar1niento •

CONTADOR ES ORDENADO RES SUPERNUM ERARIOS

Juan Zapatín
Tomás Ugarte
Bernardino Albornoz •

OFICIALES DE LIBROS

Manuel de Rojas
Vicente Falcón

OFICIALES PRIMEROS DE GLOSA

Juan Cigarrán
José Camporredon do

La aplicación estricta del criterio de antigüedad hace dar este salto impresionan-
56

te en el escalafón a Moreno, de oficial de libros a contador de resultas. Vid. supra sus


reclamaciones y la recomendación del contador general.


25 4 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

An ge l Ca lde rón
Ag us tín Hu rta do •

AR CH IV ER O

Jo sé M arí a Varela •

' •

PO RT ER O •

Fr an cis co Ca1nina

Po r no ha be r má s su ba lte rno s en est as co nd ici on es la rea l or de n


no me nc ion a a los int eri no s no mb rad os en est os añ os po r el vi rre y-
pa ra lle na r las pla za s vacantes, cu atr o oficiales seg un do s de glo sa y seis
me rit ori os , se au tor iza al vir rey a do tar los a pro pu est a de l Tr ibu na l,
<<en pe rso na s be ne mé rit as, ins tru ida s y arn an tes de l ac tua l sis tem a el
de l tri en io co ns tit uc ion al da nd o cu en ta pa ra la rea l aprobación>>.
Pe ro tod o res ult ó de ma sia do tardío, la gu err a de va sta ba ya el ter ri-
tor io pe rua no . En sep tie mb re de 1820 el ejé rci to de Sa n M art ín de sem -
ba rca ba en Pis co ; ca si un añ o de sp ué s, en jul io de 1821, La Se rn a el
nuevo go be rna nte esp añ ol qu e ha bía de pu est o al vir rey Pe zu ela ab an -
do na la ca pit al, qu e es oc up ad a inmediata1nente po r las fue rza s pa tri o-
tas. El 28 de ese mi sm o me s Sa n M art ín de cla ra la ind ep en de nc ia de l
pa ís y un a sem an a má s tar de se pr oc lam a su pre mo jef e po lít ico y mi li-
tar co n el títu lo de pr ote cto r de l Perú. Tres añ os má s du rar ía la pre sen - •

cia esp añ ola en el pa ís, pe ro la no rm al vid a ins tit uc ion al, tar nb ién la

de l Tr ibu na l, en tra en un pa rén tes is en qu e la gu err a lo do mi na todo,


ha sta qu e res urj a co mo un org an ism o rep ub lic an o en la Contaduría Ge-
neral de Cuentas .


• •



,,
vm. RENDICION DE CUENTAS

l. Continuidad de los problemas. 2. I.a acción del primer regente. -


3. litelta a la ineficacia. 4. I.a Visita a Potosí. 5. Las cuentas pe-
ruanas en el reinado de Carlos ///. 6. El método de partida doble. -
7. Decadencia de la contabilidad virreinal.
-

l. CONT !AD DE WS PROBLEMAS

En esta monografía se ha insistido en una idea clave: los tribunales


de cuentas fueron creados con el fm específico de controlar la admi-
nistración fiscal de sus respectivos territorios, para tomar las cuentas
a todos aquellos que de una u otra forma manejaban fondos públicos.
Por eso no puede extrañar que a lo largo de la obra, en diversos pasa-
jes, haya aflorado este problema. El capítulo IV se dedicó íntegramen-
te a estudiar dicha faceta durante el siglo xvn; capítulo en el que, sin
ocultar los atrasos contables, se intentó comprender las limitaciones de
la Contaduría li1neña para enfrentarse con eficacia ante su principal de-
ber, a la véz que se ponderaba la importancia de la Contaduría, desde
otras perspectivas, en la organización adIÍlinistrativa del Virreinato. Mu-
chas de estas circunstancias ca111bian en el transcurso del siglo xvm
y dos primeras décadas del siglo XIX, tal como lo hemos estudiado en
los capítulos precedentes, lo que me exonera de repetirlo en éste, que
sólo intenta reflejar el desarrollo del control fiscal en este nuevo período.
Al iniciar el estudio del Tribunal de Cuentas de Lima en el siglo
xvrn, decía que sus primeros momentos se caracterizaban por la más
absoluta continuidad; y es aquí precisa·111ente, en la rendición de cuen-
tas, donde la inercia· se hace agobiante. El cambio de siglo no actúa
como un revulsivo, un despertador, para las autoridades centrales y vi-
rreinales, ni para los ministros del Tribunal. Año tras año se arrastran


255

256 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

nuevas cuentas sin liquidar, que se acumulan sobre las antiguas que
se arrastran desde el siglo anterior. Un solo dato, suficientemente
expresivo, sirve para hacerse cargo de la situación: en la Armada
de 1707 se enviaron a la Contaduría del Consejo de Indias las cuentas
de la Caja de Lima correspondientes a los ejercicios de 1690 a 1700 1 •
Si tal era la puntualidad en la Caja Matriz sujeta por más cer-
cana y por su importancia económica a un control más directo de la

Contaduría y el virrey ya nos podemos imaginar el estado de las
demás. •

2. LA ACCIÓN DEL P •

El primer regente del Tribunal de Cuentas de Lima, don Agustín


Carrillo de Córdoba, nombrado por la Corona en 1711, tomó posesión
de su cargo imbuido de un entusiasmo que no se conocía en la Conta-
duría desde muchos años atrás y, así, tomó como responsabilidad per-
sonal solucionar el atraso contable que se había constituido en un mal
endémico de la institución. Hizo suya la recomendación de una cédula
de 1681 que se expidió con ocasión de los infor111es del arzobispo
Liñán sobre el descuido de las cuentas y consecuentes dificultades para
cobrar las deudas acumuladas de que se nombrara un ministro de la
Audiencia que fuese celador de dicha misión, corrigiendo y castigando
cualquier omisión. El regente dice sentirse heredero de esta comisión,
tanto porque así se desprende de las atribuciones de su título como por
no haberse ejecutado el deseo real 2 •
El 11 de marzo de 1713 proveyó auto para que los contadores orde- -•
nadores le diesen razón puntual de cuantas relaciones juradas, libros
y demás papeles hubieren remitido los oficiales reales al Tribunal de
la Contaduría, lo mismo que una lista de las cuentas ordenadas y por
ordenar y las que todavía no se hubiesen entregado en la oficina. Aun-
que éstos cumplieron las órdenes del auto, dichos infor1nes y relacio-
nes no satisficieron los deseos de transparencia del regente, por lo que
en nuevo auto, de 2 de octubre del mismo año, mandó se hiciera <<Un
inventario general de todos los libros, recados y papeles pertenecientes
a las cuentas de los oficiales reales que paraban en el Archivo del Tri-

1
Carta de los contadores, Lima, 15 de agosto de 1732; AGI, Lima, 425.
2
Carta del regente Carrillo Córdoba, Z7 de marzo de 1718; AGI, Lima, 425.
-


RENDICIÓN DE CUENTAS 257

bunal>>. Todos los ministros de la Contaduría se pusieron en acción y


por fin se pudo tener una idea clara y ordenada de la verdadera situa-
ción de la contabilidad virreinal.
La primera consecuencia fue reconocer que la mayor parte de las
cuentas <<Se hallaban muy postergadas y sin los instrumentos que son
necesarios para su ordenación y fenecimiento>> y, lo que es peor, que
la mayoría de los oficiales reales responsables y sus fiadores habían
fallecido. En estas circunstancias seguir un orden cronológico hubiera
sido contraproducente e improductivo. Lo más importante era tomar
las últimas, en las que había la relativa seguridad de cobrar las deudas
más recientes. Las antiguas se liquidarían por <<tanteos sumarios>> y las
formalidades de rigor se reservarían para las más recientes, de las que
era esperable obtener frutos para el Erario. El criterio de división de
una y otras clases de cuentas sería el que vivieran o no los oficiales
reales y sus fiadores, a quienes se podía exigir en sus personas y bie-
nes. El plan se consultó al Superior Gobierno el 14 de agosto, apoyán-
3
dolo legalrnente en la cédula de 1630 • Con el visto bueno del fiscal,
el virrey lo aprobó por decreto tle 4 de diciembre de 1714.
Con la seguridad que daba el inventario formado por el Tribunal
se procedió a la distribución de cuentas. Actuando conjuntamente con
el escribano de Cán1ara se instó a los oficiales reales a renovar sus fian-
zas, tarea que se encargó a los corregidores de los respectivos distritos.
Igual esmero se puso en las cuentas de los corregidores. El conta-
dor de la Mesa de la Razón elaboró una relación completa de todos
los que habían ocupado los corregimientos desde el 22 de noviembre
de 1705; en poder de los contadores obraba ya otra similar desde el
15 de agosto de 1689 a esa fecha. El regente escribió a todos los oficia-
les reales para que le informaran de los corregidores <<que habiendo
acabado sus oficios no habían presentado sus cuentas, a fin de que con
su aviso pudiese el Tribunal apremiarlos a que las diesen>>.
Carrillo reservó para sí el seguimiento directo de las operaciones
encaminadas a poner al día la contabilidad, con este fin encargó la con-
fección de tres libros que llevaría personalmente: uno en el que se to-
mase razón de las cuentas de los oficiales reales, con todos los detalles
necesarios; otro igual para los corregidores, y, por último, un catálogo
o memoria específica en que se asentaran los autos y pleitos pendien-
tes, relativos a los <<créditos de la Real Hacienda, en orden a que
se promuevan y haya razón pronta de ellos en cualquier accidente>> .



3 Vid. supra, cap. IV, 1.2. (nota 31).


258 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

El descuid o del control fiscal había llegado a tal extrem o que no


sólo afectaba a la liquida ción de las cuentas finales, sino incluso a un
instrum ento básico de control inmediato: los tanteos, balanc es provi-
sionales a los que estaban obligad os anualm ente todos los oficiales rea-
les. Al parecer , desde 1685, último año del gobiern o del duque de la
Palata, se había interru mpido esta import ante y saludab le obligac ión..
El 15 de enero de 1714 el regente ordenó el tanteo e inventario anual
de la Caja Matriz . Tanto tiempo había transcu rrido desde el último que •
los oficiales, escandalizados, elevaron su protest a al Gobier no, que des-
concer tado pidió repetid amente inform es al fiscal, al Tribun al y a los •

mismo s oficiales reales.


Dos años duraro n estas diligencias dilator ias, hasta que por fin el
virrey príncip e de Santo Buono , el 9 de diciem bre de 1716, ordenó se
cumpli era sin más discusi ones el auto del regente. Lo que efectiva1nen-
te se hizo para los dos años que habían transcu rrido, 1715 y 1716, y se
prosigu ió en los sucesivos. Algo por el estilo ocurría en la Caja de Po-
tosí. El último tanteo se remont aba al que había remitid o el oidor de
La Plata Gonzal o Trelles en 1697. El Tribun al estable ció un regla1nento
para unifica r los criterio s con que se debían ejecuta r estas operac iones,
que recibió el visto bueno del Gobier no por decreto de 26 de febrero
de 1718.
La acción del regente Carrill o de Córdob a en la liquida ción de las
cuentas, según el proyecto descrito, se materia liza en los resulta dos del
siguiente cuadro , en el que podrá observ arse los enorme s atrasos en
la totalidad de las cajas y los alcanc es o déficits acumu lados durant e

tantos ejercicios atrasados. Alcances que se dividen en líquidos deudas
efectivas de los oficiales reales y suspen didos debido s cobrar, pero
no ingresa dos en las cajas . Unos y otros totalizan 736.680 pesos co-
rriente s y 854 castella nos de oro 3ª. Y sólo corresp onde a la mitad de
las cajas peruan as 4 .

3
ª Estas cifras proporci onadas por los contador es no coincide n sin embargo con los
totales del cuadro, confecci onado con los datos que ellos mismos ofrecen. Al hacer las
comprob aciones matemát icas nos encontra mos muchas veces con este tipo de sorpresa s.
No son evidentemente sumas fiables. Quizá a estos errores se refiere la Contadu ría del
Consejo , cuando años más tarde, en 1786, alabando la inusual puntuali dad de los conta-
dores observe algunas <<pequeña s imperfecciones>>.
4
Por cédula de 16 de septiemb re de 1719 se felicitó al Tribunal , a la vez que se le
solicitaba aplicar todo su celo en la cobranza de los alcances. En informe del fiscal del
Consejo de Indias, Madrid, 11 de julio de 1722; AGI, Lima, 425.



RENDICIÓN DE CUENTAS 259


Año A1io Alcance Alcance


Caja Total
inicial final líquido suspendido
Lima 1703 1717 25.089,5 34.933,7 60.023,4
Guayaquil 1681 1712 35.294 37.113,5 72.407 ,6

5
Arica 1683 1710 1.219,4 14.980,6 16.200,2
Huancavelica 1682 1714 64.680,2 64.680,2
Loja 6
1683 1706 6.596 106. 731 113.327
Chucuito 1692 1714 129 .636,6 9.928 139.564,6
7
Saña 1691 1714 79.417,5 79.417,5
Caylloma 1658 1704 25.120 8 30.833 9
55.953
Paseo 1710 1715 49,2 3.018,2 3.067 ,4
10
Carabaya 1684 1714 6.873,3 400 7 .237 ,3
11
Quito 1684 1714 54.294,3 49.807 ,2 104.101,5
12
Cuzco 1669 1694 36.176,4
••

El cuadro precedente, como se ha dicho, sólo abarca la mitad de


las cajas bajo la jurisdicción del Tribunal, de las restantes dice el re-
gente <<Se queda atendiendo en el ajuste de las cuentas de ellas, con el
mismo orden y fervor que se ha puesto en las antecedetnes y de lo que

5
Por auto del Tribunal de 1 de enero de 1717 se dio autorización al corregidor de
Arica para que cobrara otros 20.641 pesos y tres reales de alcances suspendidos en las
rentas de alcabalas y otras que allí se administran, según consta de la relación jurada
de los oficiales reales, desde 1681 hasta 1714.
6
En la Caja de Loja existe además un alcance de siete castellanos de oro, dos to-
mines y siete granos.
7
Esta Caja estaba atendida por un factor a quien se le hizo responsable de las deu-
das sólo desde que entró a servir en la plaza de 1691. Faltaban libros desde hacía mucho
tiempo.
8
Corresponde principalmente a deudas contraídas en los ajustes y liquidaciones de
azogues. El 6 de febrero de 1718 se dieron las órdenes oportunas al corregidor para que
procediera contra los oficiales reales propietarios, que ya se encontraban suspendidos
de sus funciones.
9
Alcance suspendido que afecta a los oficiales en ejercicio y a sus antecesores, y
al que hay que sumar 1.673 libras de pólvora. Por auto de 6 de febrero de 1718 se dio
comisión al corregidor para su cobranza.
10
No incluye otros 847 castellanos de oro, un to.m ín y cuatro granos.
11
Cuentas ajustadas por la visita del conde de Vista Florida. Los alcances no in-
cluyen 221 castellanos de oro; 19.778 toneladas de pólvora, más 26 quintales; 19 toneladas
de azogue; 86 mantas; además de otros 61.270 pesos que habían ingresado en esa Caja
por orden del visitador. Por auto de 22 de febrero se autorizó al oidor José Japequilla
de la Audiencia de Quito para que continuase las diligencias en la cobranza de las creci-
das deudas.
12
• La deuda corresponde sólo a los <<oficiales pretéritos».

Con las cuentas recientes
no se pudo completar la liquidación porque el oficial propietario murió antes de te1·111inarla.

260 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PER UAN O

resu ltar e de ellas dar é noticia a V.M. en pro secu ción de lo que se con -
. ,, ""
tiene en esta>>.
Efectivamente, la Con tadu ría siguió trab ajan do con el mis mo entu -
siasmo has ta 1721. Aun que no tengo una rela ción circ uns tanc iada , por
una cart a de los con tado res y el regente se sab e que de las cue ntas aj11s-
tadas entr e 1718 y 1721 hab ía resultado una nueva deu da al Era rio de
1.811.198 pesos y 4 reales, más 139 castellanos de oro y a las que hab ría
que sum ar los 280.793 pesos que se deb en en la Caj a de Potosí, seg ún .
el tanteo que hizo Gon zalo Trelles 13 •
La tran quil idad que dio a los con tado res la céd ula de 1722, con fir- ·
man do a todos los sub alte rno s en sus puestos, par ece sum ir al Trib u-
nal, com o se dijo en su opo rtun idad 14 , en un nuevo letargo. El
entu sias mo del regente se apa ga, los con tado res vuelven a su iner cia
improductiva. La pro mes a de pon er al día la con tabi lida d se trun ca.
Salvo Lim a y Cay llom a, que en la campaña de 1714 a 1717 hab ían que-
dad o al día, los restantes, pes e al pro gres o con side rabl e, que dan con
notables retrasos, com o en el Cuzco, don de no se pas a de 1694, aun-
que cier tam ente este es el caso más llamativo. Lo más lam enta ble del
caso es que sob re estos atra sos se volverán a acu mul ar paulatina1nente
nuevas cue ntas sin liquidar.

3. VUELTA A LA INEFICACIA
En los año s pos teri ores a la inte nsa acti vida d del rege nte Car rillo
de Cór dob a la aten ción de los con tado res se redu ce práctica1nente a
la Caj a de Lim a, con lo que al men os se recu per a la trad ició n del siglo
anterior, de llevar ésta con relativa pun tual idad . Así cua ndo la Cor ona •

llam a la aten ción a los con tado res, en céd ula de T7 de agosto de 1730,
se escu dará n con este hec ho: la Caj a de Lin1a es la más imp orta nte del
Reino, a la que vienen a par ar los cau dale s de todas las dem ás; y sus
cuentas, dicen, está n glosadas y fenecidas has ta 1627. Arg ume nto al que
une n el sub terf ugio de esta r muy ocu pad os en la cob ran za de los alca n-
ces des cub iert os, com o el mej or serv icio a S.M . 15 • La situ ació n no

13
Carta del regente 4 de julio de 1721; en real cédula, Balsain, 31 de julio de 1722;
AGI, Lima, 1.122. En la misma fecha otra de los contadores.
Aparte de los oficiales suspendidos que se expresa en las notas precedentes, también
se hizo lo propio con los de Huancavelica y otro de Quito.
4
l Vid. supr a, cap. V, 4, y notas 73 y 74 de ese capítulo.
15
Carta de los contadores, Lima, 15 de agosto de 1732; AGI, Lima, 425.

RENDICIÓN DE CUENTAS 261

ca1nbia en los años siguientes. En 1744 el nuevo regente, marqués ·d e


Casa Calderón, y los contadores de cuentas informan al Consejo la re-
misión de las cuentas de la Caja de Lima a la Contaduría metropolita-
na: en 1734, 34 cuentas liquidadas desde 1700 a 1733 16 ; .en 1739, las
tres siguientes hasta 1736. De la primera remesa dicen no tener noticia
de que se haya recibido en el Consejo, pero que confían que esté allí,
porque su salida de Pana1ná se verificó antes del inicio de la Guerra
y de la segunda saben fehacientemente que todavía se encuentra en Pa-
narná. Reabierto el libre tráfico de los mares prometen enviar las liqui-
daciones siguientes hasta 1739, vía Santiago de Chile y Buenos Aires,
en el navío de guerra <<Asia>>, anclado en ese puerto. Junto con estas
cuentas, añaden, irá el tanteo de la Caja Matriz de 1743 hecho por el
nuevo regente • 17

De las restantes cajas de su distrito jurisdiccional no,,hablan absolu-


ta 1nente de cuentas finales, sino de sus cartas· cuentas. Indice de la de-
cadencia de la Contaduría, pero ta111bién de uno de los frutos de la acción
de Carrillo de Córdoba, quien devolvió a la contabilidad virreinal la
práctica habitual de llevar con relativa puntualidad los balances provi-
sionales de las cajas, que pern1itían tener a grosso modo una idea de
sus entradas y salidas, de las deudas y deudores, etc. Instrumentos que
teóricamente debían frenar las posibles irregularidades de los adminis-
tradores, facilitar la acción ejecutiva de las autoridades y servir, por
último, de documento de confrontación en las cuentas finales. Desde
luego no pueden compararse con la eficacia y seguridad Je la rendi-
ción de cuentas con todas las forn1alidades de rigor, pero al menos ser-
vían para evitar que las deudas al Fisco se exorbitaran, como sucedió
en esa época a caballo entre las dos centurias que acabamos de estu-
diar. En la práctica debió extenderse tanto la idea de que el principal
control de los oficiales se realizase a través de este procedimiento, que
el marqués ·de Catelfuerte escribe en el informe confidencial a su suce-

16
Llama la atención que las cuentas liquidadas en la <<campaña>> del regente no se
hubieran enviado todavía a la Contaduría del Consejo. Son los propios contadores quie-
nes ofrecen la explicación: << ... porque se interrumpió el curso de las armadas poi· mu-
chos años y la primera que se despachó después de aquel largo intervalo, que fue el de
1732, con grande celeridad y concurrencia de otros graves expedientes, no pudo enton-
ces continuarse la remesa de las cuentas atrasadas ... todas las demás cuentas de esta Ca-
ja de Lima ... están glosadas y fenecidas y copiados los duplicados de la mayor parte
de ellas, desde el referido año de 1700 hasta el de 17n... >> que irán en la primera oportu-
pidad, Lima, 15 de agosto de 1732; AGI, Lima, 425.
17 Carta del regente y de los contadores, Lima, 21 de octubre de 1'"'/44; AGI,

Lima, l.122.

262 CO NT RO L FIS CA L EN EL VIRREINATO PERUANO

sor el ma rqu és de Vil lag arc ía, que la lab or de gob ier no se pod ía red u-
cir a la vig ilan cia sob re la Real Ha cie nda , mi nas de Hu anc ave lica y
Potosí, com erc io ilícito y adm ini stra ció n de jus tic ia. La vig ilan cia so-
bre el Era rio se con cre tab a pri me ro en el con tro l sob re los ofi cia les
rea les y en escar1nentar a los que no cum pli era n con sus obl iga cio nes
y des pué s en <<que las car tas -cu ent as se rem ita n a su tie mp o sin neg li-
gen cia , que en ella s ven gan con tod a dis tin ció n los ram os de la Real
Ha cie nda , sin me zcl ar ni con fun dir par tid as, par a que se les pue da re- •

con ven ir de la om isió n en rec aud ar los hab ere s rea les , cot eja das una s .
con otr as car tas -cu ent as, y que seg ún su aum ent o o dis mi nuc ión y la
raí z de que se ori gin a sea n ate ndi dos o cor reg ido s, y que cad a me s den
raz ón de todo>> is •
Per o cua ndo tod o par ecí a ind ica r que po r lo me nos en la Ca ja de
Li1na se llevaba con relativa pun tua lid ad las liquidaciones seg ún las nor -
ma s est atu tar ias de la Co nta dur ía y con sus tan teo s anu ale s llevados
con tod a ser ied ad, nos encontra1nos con la sor pre sa de que ta111poco
es ver dad tanta maravilla. Las cuentas de la Ca ja Ma triz , exp one el con de
de Su per und a a su suc eso r, est aba n sin aju sta r des de 1725, po r lo que ,
dice, <<no satisfecho con hab er exp edi do las má s efi cac es órd ene s al Tri -
bun al par a que cqí npl ies en en est a par te su obl iga ció n, pas é per son al-
me nte a pro mo ver las y asi stí a su sal a mu cho s día s, has ta que ven cid as
alg una s dif icu ltad es, se em pre ndi ó con vig or tom arl as de 18 año s que
com pre ndí a 725 a 743>> y de los que res ult ó un alc anc e de 422.550 pe-
sos , cuy a deu da pri nci pal cor res pon día a las liq uid aci one s de la ren ta
de alc aba las ; par a lo que se lib rar on los apr em ios con tra el úni co ofi -.
cia l rea l que viv ía y los fia dor es de los que hab ían ser vid o en ese tiem -
po. Se pro ced ió con tra los bie nes de est as per son as, lo que ori gin ó -
<<repetidos cla111ores, por que el tra nsc urs o de tan tos año s hab ía hec ho
olv ida r a mu cho s la obl iga ció n y, mu ert os otr os, sus alb ace as y her ede -
ros ten ían po r inj ust a la recla1nación y tod os pro cur aba n def end ers e y
cub rir los car gos con apa ren tes raz one s; y si lo eje cut ivo de los alc an-
ces no hub ier a cer rad o las pue rta s a los jui cio s ord ina rio s que se int en-
tab an ... >>; todavía est arí an po r cob rar se 18ª. Lo s alc anc es líq uid os, dic e

18
Relación de Gobierno del marqués de Castelfuerte, 14 de enero de 1736; BN M,
ms. 3.107.
18
ª En una real cédula circular para todos los tribunales de cuentas indianos, 2 de
julio de 1753, probablemente recogiendo la versi6n del virrey y las quejas de los deudos,
se culpaba a los contadores por el retraso contable que origina que en ocasiones se tomen
cuentas cuyas responsabilidades recaen sobre una tercera o cuarta generación, por lo que

RENDICIÓN DE CUENTAS 263

satisfecho, ya están cobrados, <<a excepción de algunas cortas cantida-


des que restan varios fiadores subalternos de la misma Caja, a quienes
se ha embargado parte del sueldo para que cubran su deuda>>. En cuan-
to a los alcances suspendidos se han reducido a 34.422 pesos. <<sobre
los que se sigue autos en la Sala de Ordenanza, donde se dará resolu-
ción que sea de justicia>> •19

¿Qué ha sucedido? Mi desconcierto a estas alturas es mayúsculo.


No creo que las revelaciones del conde de Superunda autoricen a negar
total1nente veracidad a las afirmaciones de los contadores que se han
r~eseñado poco antes sobre sus avisos de cuentas liquidadas y enviadas
a la Metrópoli. Ni estos avisos, por supuesto, a dudar de la versión del
virrey. Al no tener a la vista otros papeles que ayuden a dilucidar en
todos sus extremos este dilema, me veo obligado a moverme en el te-
rreno de la hipótesis aunque basado, eso sí, en el análisis de los que
tengo a mano , a adoptar una postura ecléctica, a afirtnar que arnbos
tienen razón. Las cuentas de ese período, efectivan1ente, debieron ser
fenecidas, pero no con todas las ga(alltías, salvaguardas y procedimientos
que las ordenanzas -exigían; de esta manera algunos rubros, la alcabala
principal111ente, no debieron quedar plena1nente dilucidados; otras e im-
portantes deudas, no perfecta1nente establecidas, garantizadas y cobra-
das; lo que, claro está, en puridad de derecho equivalía a no haberlas
liquidado. Por eso Superunda exige su ajustamiento. De nada servía
la revisión de las cuentas si de ellas no se desprendía el interés más
inmediato para el Fisco: que los oficiales reales entregaran maravedí
tras maravedí las cantidades que hubieran recibido alcance líquido-
º las que los deudores a la Hacienda no hubieran satisfecho alcance
suspendido.
El desconcierto se hacía todavía mayor cuando el regente conde de
Las Lagunas informa al Rey en 1751 que <<en todas las cajas del Reino
se hallan fenecidas las más hasta el año de 1750>> y las restantes hasta
el año de 1748 y 1749, a excepción de las de Santiago de Chile, feneci-
das hasta 1742, según parece de las certificacione s dadas por los orde-
nadores y, en cuanto a las cuentas de corregidores, por las del escribano

se les urgía <<para que evitando este pernicioso abuso de que dimanaba la ruina y destruc-
ción de muchas familias y otros inmensos perjuicios, cumpliesen y observasen inviola-
blemente la ley». En Infor111e del contador general Tomás Ortiz de Landázuri, Madrid,
21 de noviembre de 1765; AGI, Lima, 1.122.
19 Relación de Gobierno del conde
de Superunda, BNM, ms. 2.133, fols. 215 v. a
iI6 v. Estas revelaciones del virrey ayudan a entender su preocupación, que analizamos
en un capítulo anterior (vid. supra, V, 5) por aligerar el trabajo de la Sala de Ordenanza.

264 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

del Tribunal. Son, dice, 250 las cuentas que se han fenecido 20 • Y des-
de la Corte se da respues ta un año despué s «que se han recibid o las
certificaciones del fenecimiento de las cuentas atrasadas>> 21 •
Si se acepta el testimo nio del regente nos encont raríam os ante la
enorm e sorpres a de que en muy poco tiempo, sin ningún tipo de apara-
to externo reflejado en la docum entació n, la contab ilidad virrein al se
ha puesto práctica1nente al día por primer a vez en la historia de la Con-
taduría. La experie ncia del conde de Superu nda con la Caja de Lima, •
pero, sobre todo, la certeza de que sin una acción extraor dinaria no po- .
día romper se la inercia de los contadores, me hace ser suma1nente crí-
tico con esta afir1nación. Matemática1nente tarnpoco encajan bien los
datos del regente: 250 cuentas, ciertam ente un esfuerz o consid erable,
represe nta un promed io de once años de atrasos de sólo las cajas rea-
les, sin contar las admini stracio nes autóno mas ni la multitu d de cuen-
tas de corregi dores. La actitud hostil de las autorid ades de Madrid no
parece avalar ta1npoco las afi1·1naciones del regente. Así, por ejempl o,
el 2 de julio de 1753 se expedí a una orden circula r para todos los tribu-
nales americ anos reconviniéndoles por su desidia en la rendici ón de
cuentas que había origina do los enor1nes atrasos 22 • Por cédula s de 2
de febrero y Z7 de mayo de 1758 se recuerd a nuevan1ente sus obligacio-
nes a los contad ores limeño s 23 •
¿Debe conclu irse, por lo tanto, que la infor1nación del regente es
deliberadarnente falsa? No me atrevería a afirma r tanto, pero sí que es
insince ra e incompleta. No mucho tiempo despué s, las autorid ades re-
prende rían a los contad ores por este tipo de actitud que debió conver-
tirse en nor1na de actuación: en 1768 se les echa en cara haber engañado
al virrey <<en algunos casos concre tos, como las cuenta s de Jauja, que •

se suponí an como las más adelantadas, no sólo no se habían cumpli do


sus órdene s, sino que de alguna forma había sido engaña do por el Tri-
bunal>>, y poco más adelante, en el mismo docum ento, <<la falta de fide-
lidad en los infor1nes>> 24 • •

Las cuentas debiero n fenecerse hasta los años que dice el regente,
¿pero qué entiend e él por fenecer? ¿Liqui dar las cuentas según las nor- ·
mas de la Contaduría? Esto parece imposi ble de un año para otro; re-

20
Informe del regente conde de Las Lagunas , Lima, 2 de diciemb re de 1751~ AGI,
Lima, 1.127.
21
1 de noviembre de 1752; AGI, Lima, 1.127.
22
Vid. supra (nota 18a).
23
AGI, Lima, 1.122.
~14 Ib'd
1 em.

• •


RENDICIÓN DE CUENTAS 265

cardemos que escribe en diciembre de 1551 que las 1nás de las cajas
e~tánfenecidas hasta 1750. Esto hace sospechar que en algunos casos,
si no todos, se refiere a los tanteos o balances anuales, que es a lo úni-
co que estaban o~ligados en el ejercicio inmediatamen te posterior 2 s.

4. LA VISITA A P<YfOSÍ

Desde la Visita del contador Alonso Martínez de Pastrana entre los



26
años 1617 a 1623 , todo parece indicar que el capítulo 28 de las Or-
denanzas fundacionales de 1605 fue habitualment e incumplido. Hasta
1721, un siglo después, no volvió a repetirse la experiencia. Lo que en
un principio se estipuló como un régimen especial destinado a contro-
lar más de cerca y eficazmente la Caja de Potosí la más importante,
sin lugar a dudas, por su rendimiento económico, cuyos caudales, con-
fiesan los propios contadores, <<equivalen anualmente en su monto al
fruto regular de las demás cajas de este Reino>> v en la práctica se
constituyó en una tra1npa mortal para la fiscalización de sus fondos.
Excluida del régimen general, el control habitual de su administra-
ción quedó fiado a los tanteos, que otro capítulo de las mismas Orde-
nanzas, el 25, ordenaba se realizara anualmente por la Audiencia de
Charcas. Todo lo más que hicieron los contadores de Lima fue enviar
una persona para que compeliera al envío puntual de éste. Fácilmente
se puede comprender que este balance no ofrecía las necesarias garan-
tías, ni por los procedimient os insuficientes que se empleaban ni por
las personas que lo ejecutaban, los oidores, carentes en general de una
for1nación financiera. Los contadores de cuentas son conscientes de estas
limitaciones, y, aunque son los principales responsables por su resis-
tencia a subir a la Visita, piden que se solucione cuanto antes el proble-
ma. En 1718 solicitan directa111ente el cambio del sistema, para que las
cuentas de Potosí se tomen como las demás del Reino; porque de la

25
Por otra parte no parece que se liquidaran los años anteriores. Así al menos pa-
rece desprenderse de una cédula de 1768: «para no retardar el recurso de las cuentas co-
rrientes y poder enviar sus duplicados ... determinasteis suspenderlo por lo tocante a
los años intermedios desde el de 1732 (en que estabais entendiendo) hasta el de 1766».
El Pardo, 24 de enero de 1768; AGI, Lima, 1.122.
26
Vid. supra, cap. IV, 2.
· v Carta de los contadores y del regente Carrillo, .Lima, V de octubre de 1718; AGI,
Lima, 425.


266 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


excepc ión, dicen, devien en todos los perjuic ios que se experim entan,
sobre todo el descon ocer el verdad ero alcance de las deudas al
Erario 28 • Si el Rey aproba ra su solicitu d, dicen, se pondrí an inmedi a-
tament e a trabaja r en ellas, aunque conoce n muy bien la dificul tad que
compo rtará revisar las cuentas de tantos años y que será <<muy dilatad a
y laborio sa la obra de su ordena ción y afinarn iento, hacién dose m(js
imposi ble por la falta de recado s que para su compro bación son nece-
sarios>>. En este supues to piden una declara ción real del año en que de- •
28
berían comen zar a revisar las ª. La Contad uría del Consej o y el fiscal
desestirnaron la solicitud del Tribunal; sus dictám enes recibie ron el visto •

bueno del Consej o el 7 de diciem bre de 1719.


Sin embarg o, dos meses despué s, el 31 de enero de 1720, se alteró
sustancial111ente la Visita a Potosí, aunque no precisa rnente confo11ne
a los deseos de los contad ores de Lima. Se ordenó suspen der el capítu-
lo 25 de las Ordena nzas, relativo a los tanteos por los oidore s de Char-
cas, y continu ar con la Visita, pero con import antes modifi cacion es 29 :
l. Un contad or de cuentas , a elección del virrey, subiría a Potosí
para liquida r bajo su exclusi va respon sabilid ad las cuenta s de los ofi-
ciales reales y hacerse cargo del gobiern o de las minas, durante tres
años 30 •
2. Se inhibía al Tribun al de Los Reyes de todas las operac iones
relacio nadas con la liquida ción de las cuentas ; las así fenecid as se re-
mitiría n directa1nente al Consej o de Indias 31 • Medid a de gran trascen -
dencia. De aquí a que se dispen sara a la Contad uría de enviar a un con-
tador salido de su Mesa Mayor sólo había un paso, y éste se dio en.
la década de los cincue nta, como lo veremo s más adelant e.
3. Se fija una remune ración para los visitad ores, salvand o así uno •

de los princip ales escollo s que había ocasion ado la prolon gada rebel-


28
Según los tanteos que hizo Gonzalo Trelles, más o menos por estas mismas fe-
chas, las deudas de Potosí sumaban 280.793 pesos. Informe del fiscal del Consejo, Ma-
drid, 11 de julio de 1722; AGI, Lima , 425.
28
ª Carta de los contadores y del regente (vid. supra , nota Zl).
29
Contenida en otra de 19 de enero de 1769; AGI, Lima, 1.122.
30
En su Relación confidencial, Castelfuerte dice a su sucesor: <<para el mejor go-
bierno de ésta (la mina de Potosí) me pareció conveniente, y de hecho he tenido señalada
y asiste a este fin , un ministro de S.M. que unas veces ha sido un contador mayor de
este Tribunal y otras un oidor de Chuquisaca y lo es actualmente el señor don Simón
de Rivera>>. Lima, 14 de enero de 1736; BNM, ms. 3.107.
31
Esta resolución se hace aún más explícita en el contenido de la cédula de 19 de
enero de 1769; AGI, Lima, 1.122, Memoria , de Amat, p. 467.
'


• •

RENDICIÓN DE CUENTAS 267


día de los contadores. La ayuda de costa, además de su sueldo ordina-


rio, se establece en 1.400 pesos y se le proporciona dos ayudantes,
dotados con 1.755 pesos anuales cada uno 32 .
• •

Pero la importancia inmediata que tiene la real cédula es la firmeza


con que se ordena la prosecución de la Visita. Fir1neza ante la cual los
contadores no tienen más remedio que obedecer.
El primer contador designado por el virrey para reiniciar la Visita
fue Diego Quint Tello de Guzmán. Murió antes de llegar a su destino.
Así lo cuenta el cronista de la Villa Imperial, Arzans de Orsua: <<Ha-
biendo llegado el correo ordinario el día 24 de este mes noviembre
de 1721 se supo en esta Villa cómo el señor don Diego Quint Tello, ·
contador mayor del Tribunal de Cuentas en Los Reyes, falleció en Pu-
no, cuando aquí le esperaban por momentos. Venía por orden de S.M.
a visitar su Caja por tres años y que después de pasado este térm,ino
se siguiesen los otros dos que componen este Tribunal, por el mismo
tiempo como estaba mandado por los católicos reyes antecesores>> 33 •
Frustrado este intento, no se volvió a nombrar visitador hasta 1725.
El turno recayó ahora en José de Borda y Echeverría; contador de cuentas
relativa111ente reciente, quien, según parece desprenderse del relato de
.Arzans, llevó a Lirna, junto con su título, una cédula para darle prefe-
rencia en el tumo de la Visita. Apetencia inusitada que contrasta con
la actitud de sus compañeros, como poco después veremos. El n1iérco-
les 16 de mayo de 1725 hizo su entrada en la Villa. Fue bien recibido,
nos dice Arzans, <<y con muchas esperanzas de pedirle justicia varias
personas que eran atropelladas por la terrible terquedad del contador
juez oficial real don Matías de Astoraica, que gastaba mucho poder y
34
faltaba a la caridad>> •
Muy pronto se produjo el primer enfrentamiento entre estos dos hom-
bres de temperamentos encendidos. El 4 de junio, Astorayca pidió al
visitador declarase los nombres de los autores de unas notas que le ha-
bían entregado con acusaciones c~ntra los' oficiales reales. Borda se negó.
La discusión fue subiendo de tono y se hizo más violenta cuando se
trajo a colación el trato impersonal que el visitador daba a los oficiales

32
García Gallo, C.oncepción, Las notas a la Recopilación de Leyes de Indias de Sa-
las, Martínez de Rows y Boix (Madrid, 1979), p. 168.
33
Arzans, Historia de la Villa, m, p. 135.
34
• Ibídem, m, p. 189. El enor111e influjo y poder de este nombre en la Villa Impe-
rial se puso de manifiesto en una nota anterior, vid. supra (cap. V, nota TI) .


268 CONT ROL .FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

cuan do la legislación y la costu mbre pedí an el de señores. <<Fue tal la


reyerta que estuv ieron a punt o de llega r a las mano s, y el seño r visita-
dor le dijo al cont ador que bien le dijer on era muy altivo, y que no
era bastante el tener la here ncia y riqueza, que luego le pond ría en la
cárce l y luego se parti ría a Lima>>. Astorayca le respo ndió en el mism o
tono airad o <<que ni era su juez ni habí a come tido jarná s crim en de lesa
majestad, sino que se prec iaba de ser muy leal vasallo>>. El visit ador
quiso pone r por obra sus a111enazas pero no enco ntró colab orac ión en .
las autor idade s judic iales de la Villa. Info1·1nado el presi dente apac iguó
los ánim os 35 • •

Tran scurr ió más de un año sin que el visit ador abrie ra ofici alme nte
la Visita y se aplic ara a su princ ipal come tido: la revisión y liqui dació n
de las cuentas de la Caja Real. Las otras oblig acion es que se le habí an
añadido, la gobe rnac ión de la mina y el juzg ado de extravíos, ocup aron
casi exclusiva1nente su atención. Sus cuid ados de la admi nistr ación fis-
cal poto sina se redu jeron a lo ordin ario y a ejecu tar las carta s-cue ntas
y tanteos de la Caja ; la prim era, el 4 de junio de 1725, de la que salie-
ron 648.216 peso s ensayados de saldo líquido, y la siguiente en abril
de 1726, con un saldo de 678.216 peso s ensayados 36 • •

Un nuevo incidente vino a turba r más las poco cord iales relac iones
del visit ador con los mini stros de la Caja , en junio de 1726. Uno de
los secre tario s de la Visita, Migu el Garc ía de Oría s y Men doza , no de-
bía ser muy grato a Bord a, así que aprovechó el prim er desa cato para
despedirlo. Aquél se fue a consolar con el tesor ero Fern ando de Alce-
do parie nte del virre y marq ués de Cast elfue rte, quien prec isam ente
le habí a conc edid o la plaza por mue rte del prop ietar io y éste le dio
el cons ejo de acud ir a Los Reyes a prese ntar perso nalm ente sus quejas. _
Info1·mado el visitador le echó en cara su intro misi ón al oficial real,
<<las palabras de suave que comenzaron se prosiguieron asperísimas, pues
el tesor ero le dijo que él estab a en su casa com o juez oficial real y que
él fuese a los cantos a ejerc itar su carg o de juez de extravíos, pues no
tenía todavía !lbierta la visita>>. Enco leriz ado Bord a orde nó la prisi ón
del tesorero. Este se hizo fuert e en su casa . El alcalde, Juan de Sant eli-
ces, lo convenció por fin para que se redu jera pacífica1nente en la cár-
cel. La única culp a, segú n Arza ns, que pudo enco ntrar el visit ador en
el poco tiem po que Alce do habí a ocup ado la Teso rería fue el de habe r-
se hech o un présta1no <<para su decencia>> sobr e unos marc os de plata

35
Ibídem , Arzans, Historia de la Villa, p. 191.
36
Ibídem , pp. 191 y 222.



• RENDICIÓN DE CUENTAS 269

depositados en la Caja por un particular. Sin embargo, el empecina-


miento del visitador no se avino a un arreglo' pacífico, antes ordenó
que se endureciera la prisión y escribió con negras tintas a la Audien-
cia de Chuquisaca y al virrey, mientras en la Villa se encendían las pa-
siones par·tidistas, y el visitador enviaba más personas a la cárcel. Todos
infor1naban desde sus propios puntos de vista: el visitador informaba
sobre un hipotético peligro de rebelión y demandaba auxilio. El virrey,
en consideración de su parentesco con Alcedo, se inhibió y pasó el ex-
pediente al Real Acuerdo y a las salas de Crimen y de Ordenanza, que
convinieron en la inocencia del tesorero y en la culpabilidad del visita-
dor. Inmediatamente se le relevó del cargo y se le ordenó retirarse a
no menos de 20 leguas de Potosí y a otras tantas de La Plata 37 •
En marzo de 1728 llegó a la Villa la noticia de la sentencia definiti-
va: 500 pesos de multa para el visitador José de Borda, aunque se le
autorizaba a cobrar su salario por el tiempo en qµe había servido en
Potosí más las costas devengadas, según la tasación q:µe hiciese el oidor
Pedro Vázquez, y r~stituirse a su plaza de contador en el Tribunal de
Los Reyes, debiendo ir otro ministro para proseguir la Visita 38 •
Casi de inrnediato se cumplió el consejo de la sentencia. Se nom-
bró como nuevo visitador a don Pedro .
de la Fuente, conde de Fuente
Roja; contador del Tribu.na! tarnbién relativamente reciente, era un criollo
nacido en Pisco con alguna experiencia en los problemas de Potosí por
haber residido en la Villa dieciocho años antes. Entró en la Villa Impe-
rial el viernes 22 de abril de 1729. Igual que a su antecesor se le nom-
bró juez de extravíos, cargo, dice Arzans, <<siempre peligroso para
malquistarse>> con la mayor parte de los principales de la ciudad, como
lo demuestra la experiencia. Pero curiosamente el cronista echa la cul-
pa a los que han ocupado ese cargo ¡por no disimular las flaquezas de
los hombres! •

Poco después de hacerse cargo de sus funciones tuvo que enfrentar


algunos problemas en los que, contrariamente a su antecesor, no fue


un agente activo, probablemente por su temperamento y conocimiento
de la tierra: en junio llegó en el correo un pliego secreto del virrey or-
denando fuera puesto en el cepo el factor de la Caja de Potosí José de
Iturribálzaga, por las fianzas otorgadas al contador de La Plata Ignacio
de Guzmán. Sin embargo, avisado del contenido de la carta del virr,ey,

n Ibídem, pp. 230 y ss .


• 38 Ibídem, p. Zl3. En Oruro, infor1na Arzans, camino de regreso a la capital, el ex
visitador se casó con una rica huérfana <<con que se dotó muy a su gusto del doctor don
José, y se pasaron a Lima>> (loe. cit.).

270 CON TRO L FISC AL EN EL VIRR EINA TO PER UAN O

se refugió en el cole gio de la Com pañ ía de Jesús. Mu cho s pod eros os,
dice Arz ans , escr ibie ron a su favor.
Con esto y la aus enc ia temporal de Astorayca que dó solo en la Caj a
el tesorero Alcedo. En consecuencia, según disp onía la legislación, una
de las llaves deb ía pas ar al corr egid or, que entonces lo era el gen eral
José Fer nán dez de Valdivieso. El fogoso teso rero se enfr entó repe tida -
men te al corr egid or, per o el nuevo visi tado r no quis o inte rven ir dan do
la razón a uno u otro en sus aca lora das disputas.
El 23 de juli o llegó de Lim a un sold ado con órd ene s del virr ey par a .
el visi tado r y el cor reg ido r de pon er en la cárc el <<al nob ilísi mo don
Antonio de Lizaraza (que de los reyes de Navarra tien e su prosapia) 39 ,
teso rero de la Cas a de la Moneda>>, y a otra s muc has pers ona s. Una s
pud iero n se enc arce lada s y otra s huy eron o se refu giar on en sagrado.
La cau sa de este albo roto fue la pro test a de varias nac ione s eur ope as
sob re la mon eda feble que no dab a el pes o exacto y la de plat a que se
enc ont rab a adu lter ada , <<por esto man do S.M . que se exa min ase esta
fábrica y si se hall ase cua lqu ier falta fues en castigados los min istr os
cooperantes>>. No viene al caso profundizar en este suceso 40 , sólo acla-
rar que todo term inó felizmente par a los emp lead os de la Cas a de la
Mo ned a 41 •
Liq uida dos estos pro blem as, el con de se dec idió abr ir ofic ialm ente
la Visita de la Caj a en dici emb re de ese mis mo año de 1729. En la ciu-

dad de La Plat a con sigu ió previa1nente de la Aud ienc ia cer rar las pue r-
tas a cua lqui er refugio que pret end iera n los pres unto s culp able s y sus
fiadores <<que en lo más de la Villa esta ba ligada>> 42 • Per o el visi tado r
regr esó de La Plat a a Pot osí indispuesto, <<motivado de un emp ach o y
otro s des órd ene s, y así se dio un bañ o antes de llegar. Agravóse su ac- ·
cide nte y s.o brev inié ndo le un taba rdil lo en och o días le quit ó la vida ,
des pué s de prev enir se par a tal tránsito con todos los sacr ame ntos , de-
jand o por sus albaceas personas de conciencia y por herederos a su muj er
e hijos, que esta ban en Lim a, ado nde pen sab a volver aña de mal icio -
sam ente pod ero so de riquezas, quiz á con grav ísim o dañ o de las de
esta Villa y sus entrantes y salientes, com o ya lo hab ía mostrado>>. Con -

39
Sobre Lizarazu y su linaje vid. Hacendistas navarros en Indias, de Alfonso de
Otazu y Llana (Bilbao, 1970), pp. 103 y ss.
40
Haring en nota a pie de página infortna que existe abundante material documen-
tal en AGI, Escribanía de Cámara, 871. (Arzans, Historia de la Villa, III, p. 2'J7).
41
Ibídem, pp. 295 y ss.
42
Ibídem, p. 299.

• RENDICIÓN DE CUENTAS 271


cluye el cronista diciendo que aunque enterraron al conde con gran pom-
pa, los potosinos suspiraron aliviados 43 •
Merece reproducirse la conclusión de Arzans sobre las tres visitas
frustradas: <<hízose muy notable ver que tres visitadores que por man-
dato del Rey nuestro señor (que Dios guarde) vinieron a las visitas de
sus reales cajas, ninguno la hizo, porque don Diego Quin Tello, conta-
dor mayor del Tribunal de Cuentas de Lima, murió en Puno, viniendo
a esta Villa y fue el primero nombrado; el segundo, el doctor don José
de la Boi:da y Echeverría, que de aquel mismo Tribunal vino y sucedió
todo Jo· que de él hemos dicho en los capítulos pasados ... , y su vuelta
a Lima sin abrir la visita; y don Pedro de la Fuente, conde la Fuente •

Roja, caballero del orden de Calatrava, que es el tercero y vimos como


murió sin abrirla, habiéndola sólo señalado el día 30 de diciembre, des-
pués de haber estado ocho meses en esta Villa. Todo lo mueve la divina
voluntad y así no tenemos que inquirir sus justos juicios>> 44 •
Este aparente providencialismo responde más bien a lo que Gunnar
Mendoza llatna <<la manifiesta tendencia popularista de la Historia>> 45 ;
a un sentido de defensa a ultranza de la Villa, de sus pobladores y tra-
diciones. Se defiende apasionada1nente en primer lugar a los estamen-
tos menos favorecidos contra los poderosos altos funcionarios,
mineros, aviadores, azogueros, ricos comerciantes, etc. , pero si los
intereses muchas veces ilícitos de éstos son atacados por las autorida-
des de Lima o de La Plata, es decir, por los de fuera, el autor se enco-
ragina contra el <<intruso>> con un sorprendente espíritu de cuerpo.
Sentimiento que creo debían compartir la mayoría de los potosinos y
que ayudan a comprender las dificultades en la fiscalización hacendaría.
La muerte súbita de dos de sus compañeros y el mal suceso del otro
alimentaron las aprehensiones de los contadores mayores contra la Vi-
sita a Potosí y así, comprensiblemente, tratan de desembarazarse de ella.
En 1630 el contador Manuel Feijóo de Sosa solicita y lo consigue se
le exonere de esta obligación, en consideración a los rigores climáticos
de aquel asiento minero, opuesto, dice, .a su complexión y males que
le afectan desde hace mucho tiempo: <<Una indisposición habitual cata-
rral, de la que le suele sobrevenir calentura, tos y una fluxión reumáti-
ca, especial1nente siempre que se constipa y goza de aires fríos, pues
le hace mayor la causa de todos estos agravantes; para cuyo remedio
le está prevenido por los médicos se guarde de aires fríos y constipa-

43
Loe. cit.
44
Ibídem, pp. 299 y ss.
45
• Ibídem, p. 234 (nota 1) .


272 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

mientos y que procure el abrigo, especialment e en la cabeza, porque


de lo contrario se expone a una grave fluxión de pecho y producirle
indisposición asmática, como consta de la certificación adjunta de don
46
Juan Perfecto Carvallo, médico de Cá111ara de V.M.>> •
El ejemplo de Feijóo es seguido por el contador Gabriel de Echeve-
rría Zuloaga, quien solicita la exoneración de la Visita, para cuando
le toque, por padecer de una <<hernia carnosa>> que le impide montar
a caballo, como consta de los certificados que acompaña. El dictamen
del fiscal del Consejo fue que se le concediera a condición de que ct1ando ·
47
le tocare el tumo, el virrey comprobara la veracidad del <<accidente>> . .
El fracaso de los tres visitadores y la resistencia de los contadores
impidieron la prosecusión inmediata de la Visita. Pero todavía hubo un
cuarto visitador de la Villa Imperial enviado desde la Contaduría lime-
ña, José de Hervoso, en la segunda mitad de la década de los
48
cuarenta • El fruto de la estancia del contador fue la liquidación de
las cuentas de esa Caja desde 1741. La muerte, en 1737, de Arzans de
Orsua nuestro valioso infor1nante deter1nina el fmal de la Historia
de la Villa Imperial de Potosí, privándonos de algunas precisiones cro-
nológicas, pero sobre todo de los avatares y anécdotas que enmarcaron
las acciones de sus compañeros; sí hubo, por ejemplo, algún aconteci-
miento especial que aconsejara la trascendente innovación que se hizo
• inmediatamen te después .
En efecto, la siguiente década es testigo de esta modificación . Las
causas inmediatas las desconozco, pero lo cierto es que se exonera a los
contadores del Tribunal de Cuentas de Lima de la realización de la Vi-
sita para ser reemplazados por visitadores directarnente nombrados por
49
la Corona • Esta medida, como se dijo en los comentarios a la cédu- .
la de 1720, no era sino el desarrollo de una de sus disposiciones , la -
que inhibía al Tribunal de toda intervención en la revisión de las cuen-
tas, reservando la responsabilid ad a los visitadores, quienes debían en-
viar directamente las cuentas líquidas a l'! Contaduría del Con~ejo.
La gestión de los nuevos visitadores, que fueron los gobernadores
de la Villa Ventura de Santelices y Jaime de San Just, fue un verdadero

46
Instancia de Feijóo, s/f. El certificado médico en Puerto de Santa María, 26 de
marzo de 1730. Se le concedió la demanda el 19 de abril de 1730; AGI, Lima, 425.
47
Dictamen del fiscal, Madrid, 20 de febrero de 1734. El Consejo lo aprobó el día
22; AGI, Lima, 425.
48
Amat en su Memoria centra la Visita de Hervoso alrededor del año 1747; p. 672.
49
Cédula, El Pardo, 19 de enero de 1769; AGI, Lima, 1.122, y Amat, Memoria,
pp. 469 y SS.. ·

. -




RENDICION DE CUENTAS 273

desastre, pese a que se les dotó de una Oficina estable para la Visita
con el personal subalterno necesario. Todo lo que se había recibido en
la Contaduría del Consejo eran testimonios y resúmenes de cuentas en-
viadas por Santelices hasta el año de 1758.
En consecuencia, se decidió volver al Tribunal parte de su perdida
jurisdicción sobre la Caja de Potosí. Por cédula de 13 de octubre de
1766 se le ordenó enviar los duplicados de las cuentas, infor1nación so-
bre el estado de la Visita, el estado de las cobranzas de los alcances
suspendidos, etc. Pero como era de suponer, el entendimiento entre la
Contaduría de Lima y la Oficina autónoma de la Visita en Potosí no •

fue nada fácil, sobre todo, como lo exponían los contadores, mientras
no se aboliera el contenido de la cédula de 1720. Lo único que consi-
guieron sus requerimientos fue que el visitador San Just les remitiera
las cuentas liquidadas por el contador mayor Hervoso. La respuesta
de la Corona fue una durísima e injusta admonición contra el Tribunal
de Lima, contenida en la cédula de 19 de enero de 1769: <<Ha sido muy
de mi desagrado vuestra morosidad y absoluto abandono con que ha-
béis procedido en la toma de las cuentas de la referida Caja de Potosí>>.
Pero los contadores la debieron dar por bien empleada, porque a conti-
nuación se declaraba la devolución de plena jurisdicción sobre la Caja
~<sin suscitar nuevas dudas y recursos acerca si os corresponde o a los
visitadores la toma de ellas, por ser constante que las obligaciones de
éstos en la Visita de Caja no os exime de que gloséis y fenezcáis como
de vuestra privativa obligación las cuentas que ellos examinen con el
único fin de saber el estado de caudales y el interino modo de su inver-
sión y manejo>>. Es deci-r, una verdadera inversión de funciones, aun-
que la cédula no lo exprese con suficiente claridad, el tanteo corresponde
al visitador y la liquidación al Tribunal. Y digo que no queda suficien-
temente claro porque no se dice expresamente cómo se ha de proceder
a la glosa y fenecimiento 50 •
Las noticias sobre malversaciones y ~recidas deudas al Fisco en la
Caja de Potosí eran alar1nantes. Por lo que el virrey Amat, con la cédu-
la comentada en la mano, decidió intervenir. Previa consulta al Tribu-
nal de Cuentas y al fiscal nombró como visitador al protector de
Naturales de la Audiencia de La Plata Miguel Martínez .de Escobar.
<<En el intermedio los oficiales reales hicieron su corte, tanteo y balan-
ce y resultaron cerca de 40.000 p·esos en que se hallaba descubierta la
Real Hacienda del caudal atesorado, atribuyendo esto a malversación

° Cédula,
5 El Pardo, 19 de enero de 1769; AGI, Lima, 1.122 .



274 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

de uno de sus compañeros>>. Martín ez de Escoba r a su llegada a la Vi-


lla repitió el tanteo <<con escruti nio de deudas desde el siglo pasado ,
según la relació n que le presen taron los oficiales reales, y en vista de
las diligencias practic adas los suspen dió de su ejercicio, condená11do-
los a la crecida suma de más de un millón de pesos>>. Los oficiales rea-
les presentaron recurso que se vio en la Sala de Ordenanza. La senteQ.cia
les fue favorable: se mandó restitui rles en sus plazas a la vez que se
reconvino al visitad or por habers e extralimitado en sus atribuc iones y
se le advirti ó que en adelan te debía ateners e a las indicac iones que le
daría un contador de cuentas, especialrnente designado para seguir, desde
el Tribun al, las accion es de la Visita. Con este nuevo proced imiento
se presentó, en julio de 1774, un inform e al virrey, del que resulta ba
que la deuda descub ierta por Martín ez de Escoba r, 1.053. CJ76 pesos, se
reducía en realida d a otra muy inferio r 51 , que en su mayor parte co-
rrespon día a partida s antiguas, pero con los deudor es, fiadore s y ofi-
ciales responsables, plena1nente determ inados , con lo que la cobran za
de la mayor parte estaba asegur ada salvo unos diez o doce mil pesos.
El virrey ta1nbién conclu ye satisfecho en esta materia : la contab ilidad
de Potosí <<Se halla hoy en día en el mayor esclare cimien to, cuando an-
tes era un caos de confusiones que impedí an su debido regla1nento>> 52 •
En 1773 se dio el paso consec uente y defmitivo. Devuel ta la juris-
dicción al Tribunal de Cuenta s en la forma y condic iones descrit as, el
visitad or y la Oficina de la Visita en Potosí resulta ban superfl uos e,
incluso, como dice Amat, inútiles y perjudi ciales para los reales habe-
res. El Real Acuerd o de 21 de mayo deter1ninó la extinci ón de la Visita
y la remisió n de todas las cuenta s y papele s a la sede de l<T Contad uría
53
para ser revisadas como las demás • Para aliviar el nuevo trabajo que _
se cargab a sobre los contad ores, por auto del Acuerd o de 11 de mayo
de 1775 se agregó a la nómina del Tribun al de Cuenta s dos contad ores
ordena dores proced entes de la Oficina de la Visita de Potosí, con 1.350
pesos de salario cada uno 54 • ·

51
La relación de Amat o su edición, por la que cito consigna en sólo
29.142 pesos y dos reales la deuda por cobrar, cantidad que me parece muy reducida
si se compara con cifras anteriores y se piensa en la situación de relativa excepcionali-
dad. De no ser un error habría que alabar la inusitada eficacia de sus administradores.
52
Amat, Memoria, p. 469. Carta de los contadores, Lima, 18 de marzo de 1772;
AGI, Lima, 1.122.
53
Amat, Memoria, p. 470. José Perfecto de Salas en sus Notas a la Recopilación
induce a error cuando fecha la orden del virrey Amat el 20 de marzo de 1765 y la real
cédula confirma toria el 11 de abril de 1766; García Gallo, op. cit., p. 168.
54
Amat, Memoria, pp. 362 y 692. .

-



RENDICIÓN DE CUENTAS 275

Sin embargo, la nueva situación se mantuvo por muy pocos años.


La creación del Virreinato de Buenos Aires y su definitiva confirma-
ción en 1778, incluyendo las provincias altoperuanas, vino a modificar
sustancialmente la jurisdicción del Tribunal de Los Reyes, más aún cuan-
do ~a Contaduría unipersonal de Buenos Aires se erige casi paralela-
mente en Tribunal Mayor de Cuentas. Temas todos ellos que han sido
tratados con más a111plitud en un capítulo anterior55 •

5. LAS CUENTAS PERUANAS EN EL REINADO •

DE C. S ID

El aparato legal instante para poner al día la contabilidad virreinal


que se inicia en la década de los cincuenta, en los últimos años del go-
bierno del conde de Superunda, se redobla con el ascenso al trono de
Carlos III. Casi de inmediato, pero lenta y paulatina1nente, comenzó
a dar sus frutos. No fue tarea fácil. Para ello hubo que romper la ya
conocida resistencia, activa y pasiva, de los servidores de la Contadu-
ría. En 1765, por ejemplo, los contadores se quejan de que el virrey
no respeta las for1nas en su trato con el Tribunal utilizando autos y de-
cretos en lugar de los billetes que estipulan sus estatutos 56 • La respues-
ta de la Corona, siguiendo la línea de firmeza que se ha trazado, es
una durísima admonición: se aprueba la actuación del virrey, porque
a ello lo ha movido sólo el bien del Erario y la insinceridad de los con-
tadores. De vuestras quejas, se les recriminó, sólo puede inferirse <<la
repugnancia que manifestáis a su cumplimiento y con vuestro inconsi-
derado recurso quedáis nuevamente convencidos de la negligencia con
que ejercéis vuestros empleos, así en lo peculiar y distintivo de vuestro
instituto y superioridad de los oficiales reales, como en tolerarles el
atraso y desorden con que remiten sus cuentas, complicándoos y ha-
ciéndoos con tan desidioso disimulo, responsables de los cargos que
resultan a los inferiores>>. El origen de ·1os males de la Real Hacienda
está en el detestable atraso de las cuentas, por lo tanto, se les ordena
que en el plazo de tres meses deben liquidar todas las de las cajas rea-
57
les y corregimientos del Reino •
I

55
Vid. supra, cap. VI, 2.1.l.
56
Recopilación, VIII, 1, 44 y 67.
57
Cédula, Aranjuez, 20 de mayo de 1768; AGI, Lima, 1.122. La cédula, cuya pri-
mera intención es impeler a los contadores al cumplill)iento de sus obligaciones y refor-
zar la acción del virrey, no quiere, sin embargo, sentar un precedente. Aprueba en


276 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Otras muestras de la actitud obstruccionista de los contadores son


tres cartas de 9, 11 y 23 de marzo de 1765 en las que echan la culpa
del atraso de las cuentas a muy diversas causas, menos a su propio des-
cuido: En la primera, a la desidia dei fiscal don Diego Holgado para
con los negocios de la Hacienda. En la segunda, a la resistencia del
contador de la Cruzada, del contador de Media Anata y al del ofi~ial
mayor de la Escribanía del Gobierno a proporcionar la infor1nación que
se les solicita, sin la previa autorización del virrey. Y en la tercera,
al tiempo que se pierde en los negocios antiguos, cuyas deudas son in-
cobrables. La respuesta del Rey es del mismo tenor que la anterior: ·
<<Visto en mi Consejo de las Indias con lo que infor1nó la Contaduría
y dijo mi fiscal he conocido que el desorden y atrasada expedición que
representáis no proviene de las causas que insinuáis, sino de la inob-
58
servancia de las leyes ... >> Por lo tanto, se les advierte que si en ade-
lante no cumplen con esas sus obligaciones darán lugar a <<más ruidosas
59
providencias>> • El informe, al que alude la cédula, del contador ge-
neral Tomás Ortiz de Landázuri, es aún más duro para con el Tribunal.
Del estudio de las cartas mencionadas y de otros muchos documentos,
dice, <<Se demuestra la suma omisión de éste, su poca for111alidad, falta
de inteligencia y ningún celo con que opera, así en lo que directa111ente
obra en su ministerio como en vigilar sobre que desempeñen el suyo
los oficiales reales y demás que deben acreditar en él sus operaciones>>.
Por lo tanto, concluye, no puede admitírsele sus descargos disculpán-
dose en las irregularidades de los demás, mientras ellos no demuestren
con su conducta el deseo de servicio a la Corona 60 •
La preocupación del Gobierno de Madrid no se reduce ahora, co-
mo en otras ocasiones, a lla111adas de atención y a una genérica solici- .
tud de eficacia, sino que se acompaña de nor111as prácticas para proceder ·
a los tanteos y cuentas finales. Por despachos de 15 de diciembre de
1765 y 8 de marzo de 1766 se advirtió a los contadores la forma en

consecuencia los procedimientos de Amat en este caso concreto, pero <<para lo general>>
se reguarda el derecho de los contadores expresados en la Recopilación (vid. supra,
nota 56).
58
Cita Recopilación, VIII, XXIX, 4, 5, 13, 18 y TI; VIII, VIII, 26 y 64; VIII, IX,
14, 15 y 17; y la real cédula de 2 de julio de 1753 <<para cortar el envejecido abuso de
la dilación que había en la torna y fenecimiento de las cuentas>>.
59
Cédula, Aranjuez, 20 de mayo de 1768; AGI, Lima, 1.122. Infor1ne del contador
general del consejo Tomás Ortiz de Landázuri, Madrid\ 21 de noviembre de 1765; AGI,
Lima, 1.122.
60
Ibídem.




-



RENDICIÓN DE CUENTAS 277

que debían ordenar las cuentas y enviar los duplicados al Consejo de


Indias. El Tribunal acató las nuevas disposiciones, pero pidió que sólo
comenzaran a correr con las cuentas nuevas desde 1766, pero no con
las antiguas que datan desde 1732. Pedían ta.Inbién, en aras a la breve-
dad y comodidad, · no duplicar las cuentas de corregidores, capitanes
de salas de ar1nas, guarda almacén del Callao y otras que se incluyen
y reflejan en las que presentan los oficiales reales. Se les aceptó; pero
en lo que no tuvieron éxito fue en la pretensión de alterar los plazos
de los tanteos y cuentas finales, que se reiteraron en la Instrucción de
la Contaduría General del Consejo de 3 de septiembre de 1767 y des-
pués en la cédula de 24 de enero de 1768. Al finalizar un año natural
-en el ejemplo de la cédula, 1768 , los oficiales reales de las cajas
provinciales debían cerrar el ejercicio fiscal y en los primeros meses
del siguiente 1769 remitir las cuentas y existencias a los de la Caja
Matriz, quienes la incluirían en las suyas propias de ese año. Al año
siguiente 1770 , los oficiales de Lima las debían presentar a la Con-
taduría para su examen y liquidación. Un año después 1771 todas
las cuentas, las de la Caja principal y las provinciales, debían remitirse
61
ya liquidadas al Consejo de Indias •
La ejecución de los nuevos reglamentos tropezó con algunas difi-
cultades que sirven a los contadores de nuevas disculpas para retrasar
el envío de las cuentas a la Corte. Así, en 1769 declaran tener 1as cuen-
tas de Lima y cajas provinciales ordenadas, glosadas y fenecidas, pero
que no las envían porque <<estando regladas al método que de inmemo-
rial tiempo a esta parte tenían en costumbre y no al que las instruccio-
nes que ahora se mandan observar, no le parece conveniente dirigirlas
hasta que se finalice las que el auto del Acuerdo de esta Audiencia pre-
viene se vuelvan a ordenar>>. La principal dificultad consisitía en que
las nuevas for1nas estipulaban que en cada ramo debía especificarse en
las cuentas no sólo lo cobrado sino también lo debido cobrar, que por
costumbre inveterada se había subsanado hasta entonces con las adjun-
tas declaraciones juradas de deudas, que se remitían anualmente con
las cartas-cuentas. Como prueba de que este modo de proceder no ha
sido perjudicial para el Erario, resaltan el dato que por él y por su <<in-
fatigable atención>> han recaudado, desde el año 1751, 544.179 pesos por
62
este concepto •

61
Cédula, El Pardo, 24 de enero de 1768; AGI, Lima, 1.122.
62
Carta de los contadores Juan José Rovira, Hervoso, marqués de Lara y Feijóo;
AGI, Lima, 1.122 .


278 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Los tanteos anuale s tambié n fueron objeto de la atenció n reglam en-


tadora del Gobier no. El 18 de julio de 1766, la Contad uría del Consej o
expidió una Instruc ción Práctic a, sobre el modelo de la cual el Tribu-
nal de Lima elaboró unas Advertencias dirigid as a todos los oficiale s
cción 63 •
reales de su jurisdi
Todas estas disposi ciones gubern amenta les no compo rtan un cam-
bio radical del sistema contab le, sino, en la mayorí a de los casos, el
recuerd o de la legisla ción vigente o, en todo caso, una nueva reglam en-
tación más minuci osa, con la pretens ión de alcanza r un mayor grado ·
de raciona lidad, orden y unidad del mismo . •

Supera das las dificul tades iniciale s, la presión de las autorid ades
central es y virrein ales comien za a dar resulta dos positiv os. En abril de
1775 los contad ores inform an del sorpren dente adelan to de las cuenta s:
En el navío de registro El Buen Consejo, dicen, se envió a princip ios
del año las cuenta s de las cajas del Reino hasta 1773 y que en el Hércu-
les por demora de sus oficiale s se remiten ahora las del Cuzco y Piura,
de tal manera que todas quedan corrien tes a excepc ión de las de Potosí
64 • La satisfac ción ta1nbién se trasluc e en la Relació n
y sus subalte rnas
del virrey Amat: <<Yo he estrech ado cuanto ha sido imagin able a dicho
Tribun al, auxiliá ndole al mismo tiempo en cuanto ha sido conduc ente
al mejor éxito de los adelant amient os del Real Erario. Hallán dose las
cuentas de las cajas reales ajustad as y corrien tes, a excepc ión de algu-
nas, como las de la Casa de la Moned a de esta capital y de la de Potosí,
65
y otras en que están entendiendo>> • La falta de una relació n genera l
me impide precisa r más esta expres ión <<Otras que se están atendie n-
do>>, pero qué duda cabe que en los último s años de su gobier no se dio
un salto gigante sco en tan import ante materia .
La labor de los visitad ores José Antoni o de Areche y Jorge de Es- -
cobedo en ~l Tribun al de Cuenta s de Lima, ponder ada ya en otro lugar,

63 .
Advertencias, Lima, 24 de febrero de 1768; AGI, Lima, 1.122.
64
Carta de los contadores, Feijóo, Echeverría y Navarro, Lima, 1 de abril de 1775;
AGI, Lima, 1.122.
65
Amat, Memoria, pp. 691 y ss. En otros pasajes resalta también su propia labor:
<<El virrey ha de ser la cabeza que dirija la economía de los tribunales de Real Hacienda,
como también las manos mismas para su cobranza, y aún para el ajustamiento y liquida-
ción de todas las cuentas>> (p. 344) <<Los tribunales de Hacienda eran omisos y negligen-
tes, no tan solamente en la recaudación, sino en el ajuste y liquidación de las cuentas.
Con estas advertencias he procurado fomentar el Real Erario>> (p. 345). También infortna
de haber dado cumplimiento a las reales órden~s para que sea el virrey quien reparta
las cuentas y que no sean siempre los mismos quienes se ocupen de las mismas cuentas
(pág. 693).

• •


RENDICIÓN DE CUENTAS 279

per1nite mantener y aumentar este ritmo de eficacia, desconocido hasta


entonces en la Contaduría limeña. Desde esta época nos encontraanos
'c on cuadros bien elaborados que nos per111iten hacemos perfecto cargo
del estado de la contabilidad. Como este de 1786 en que se da razón
de las cuentas liquidadas hasta esa fecha y que se remiten al Consejo
en la fragata La Rosa 66 •

Núm. de Núm. de
Años cuentas pliegos
JUAN DE OYARZABAL •

Caja de Lima 1781, 1782 y 1783 3 1.265


Casa de Moneda 1782 y 1783 3 96
Estanco naipes 1782 y 1783 • 2 47
Estanco pólvora 1782 y 1783 2 'Z7
J>wapel sellado 1782 y 1783 2 53
Breas 1782 y 1783 2 13
Tesorería de tabacos 1780 a 1783 4 219
Contaduría Gral. Tributos 1781, 1782 y 1783 3 149
Cruzada (por bienios) 1772 a 1782 3 112

MIGUEL SALVI
Caja del Cuzco (Guerra) 1780 a 1833 7 368
Caja del Cuzco (Hacienda) 1781 a 1783 5 463
Caja de Huancavelica 1781 a 1783 3 153
Caja de Huamanga •
1781 a 1783 4 126
Caja de Chiloé 1780 a 1783 2 78

JOAQUÍN BONET
Caja de Arequipa 1781 a 1783 3 . 526
Caja de Arica 1781 a 1783 3 152

Caja de ?asco 1781 a 1783 3 176

GARRÓN Y PEÑA •

Caja de Trujillo 1781 a 1783 3 240


• Caja de Jauja 1781 a 1783 3 125
Rescates de Chota 1780 y 1781 • 2 57
TarAL 62 4.455


66 Lima, 31 de mayo de 1786; AGI, Lima, 1.122'.

280 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO .

Núm. de Núm. de
Años cuentas pliegos
'

SÁNCHEZ, LEURO Y SUÁREZ

ADUANA DE LIMA e

Almojarifazgo de Castilla 1775 a 1777 3 144


Almojarifazgo Mar del Sur 1775 a 1778 4 247
Alcabala efectos de Castilla 1775 a 1778 4 75
Alcabala efect. Mar del Sur 1775 a 1778 4 224 •


Alcabala del viento 1775 a 1778 4 559
Data general de Tesorería 1775 a 1778 4 34
Nuevo impuesto 1777 y 1778 2 14
Pliegos sueltos 1775 a 1778 95
TarAL 25 1.392

.Cuentas de las administraciones y alcabalatorios de las cuentas ge-


nerales de la Aduana de Lima:

Núm. de Núm. de
Años
cuentas pliegos
VIRREINATO DE
BUENOS AIRES
Carabaya 1775 y 1776 2 8
Chucuito 1775 y 1776 2 28
La Paz 1775 y 1776 2 210 -
Oruro 1775 y 1776 2 62
- Carangas 66ª
Cochabambas 1775 y 1776 2 165
Chuquisaca 1775 y 1776 2 278
Potosí 1775 y 1776 ' 2 60

VIRREINATO DE LIMA
Arequipa y Moquegua 1775 a 1778 4 464
Arica 1775 a 1778 4 74

668
Los contadores dicen que no consignan las cuentas de Carangas por haberse re-
mitido con los demás libros y papeles al nuevo tribunal erigido en Buenos Aires .


'

RENDICIÓN DE CUENTAS 281


Restos
Años Alcances Cobrado
pendientes

Caylloma ·1775 a 1778 4 12


Cuzco · 1775 a 1778 4 346
Huamanga y Huancavelica 1775 a 1778 4 213
Jauja 1775 a 1778 4 88
J>wasco 1775 a 1778 4 22
Trujillo 1775 a 1778 4 284
Lambayeque 1775 a 1778 4 129
Piura y J>waita 1775 a 1778 4 108 •

TarAL 54 2.551

Como podrá observarse, la contabilidad de las cajas reales se lleva


con admirable puntualidad lo mismo que la de las ad1ninistraciones de
la mayoría de las rentas separadas. La excepción la constituye la Adua-
na de Lima, que centralizaba en su importante oficina las cuentas de
las rentas procedentes de los impuestos comerciales, al111ojarifazgos y
alcabalas principalrnente, tanto de la capital como de las oficinas re-
caudadoras de las provincias.
Sin embargo, la Contaduría del Consejo observó alguñas pequeñas
imperfecciones en las cuentas remitidas. El 19 de noviembre de 1786
se expedió una real orden para que el Tribunal de Cuentas confeccio-
nase una relación del estado que en ese momento tenían los alcances
líquidos en las cuentas a su cargo; informase sobre lo cobrado y las
razones por las que no se había cobrado el resto. Las cuentas hasta 1774
habían recibido ya la aprobación real, pero no las restantes a partir de
66
1775, en espera precisa1nente de la relación de alcances h.
La Mesa Mayor encargó entonces esta tarea al contador de resultas
don Diego de ·la Vega, quien cumplió eficazmente su cometido con la
confección de la siguiente demostración de los alcances lfquidos resul-
61
tados de las cuentas del Tribunal •


En carta de los contadores marqués de Lara y Gálvez, 30 de agosto de 1778; AGI,


66b

tima 1.122. .
67 Lima,
11 de julio de 1788; AGI, lima, 1.122.


282 CO NTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Año s Restos
Alc anc es Cobrado

pen die nte s
- LIMA
Caja de Lima 1775 a 1785 111 .80 3,7 111 .80 3,7

C. extinta averías 1776 61. 918 41. 472 20. 446 .
Aduanas y receptorías 1775 a 1781 3.2 45, 7 598,1 2.6 47 ,6
TARMA
Caja de Paseo 1775 a 1785 105.791,1 105 .78 9,3 15 .
Caja extinta de Jauja 1775 a 1785 17. 057 ,4 16. 359 '
697 ,5
Alcabalas Paseo 1775 a 1781 396 ,2 396 ,2
Alcabalas Jauja 1775 a 1781 5.4 34, 2 1.5 10, 2 3.9 24, 2
TRUnLLO
Caja de Trujillo 1775 a 1785 67 .481 67 .34 3,6 137 ,2
Alcabalas Trujillo 1775 a 1781 897 ,4 204 ,7 692 ,5
Alcabalas Lambayeque 1775 a 178.1 479 479
Alcabalas Piura 1775 a 1781 .. 184,5 184,5
Alcabalas Paita 1775 a 1781 4.4 70, 5 4.4 70, 5
Caja de Saña extinta •
1775 a 1777 1.0 59, 1 1.0 59, 1 •

Caja de Piura extinta 1775 a 1779 1.3 40, 5 1.3 40, 5


Caja rescate Cajamarca 1778 a 1781 5.0 16 851 ,5 4.1 64, 3

HUAMANGA
Caja de Huamanga 1781 16, 2 16, 2
Alcabala Huamanga
• 1785 171,5 171,5
HUANCAVELICA •

Caja Huancavelica 1785 a 1784 41. 712 ,6 38. 963 ,6 2.7 49


Administración azogue 1779 a 1784 24. 702 ,6 4,6 24. 698
Alcabala Huancavelica 1775 a 1781 12. 861 , 1 2.0 04, 2 10. 856 ,6
cuzco
Caja Cuzco 1775 a 1785 10. 417 10. 182 ,6 234 ,l
Comisaría de Guerra 1780 a 1785 388 ,2 212 ,6 175 ,4
Alcabala Cuzco 1775 a 1781 3.3 02, 3 2.2 17 ,5 584 ,6

AREQUIPA •

Caja de Arequipa 1775 a 1785 17. 587 ,6 17 .587 ,6


Alcabalas Arequipa 1775 a 1778
1

126,1 126,1
Caja Caylloma extinta 1775 a 1780 145 .31 2 12. 847 ,5 132 .46 4,3



RENDICIÓN DE CUENTAS 283

Restos
Años Alcances Cobrado
pendientes

Alcabalas Caylloma 1775 a 1779 1. 856, 7 54,4 1. 802,3


Caja de Arica 1775 a 1785 3.803,4 3 .803,4
Alcabalas Arica 1775 a 1781 4, 1 4, 1
,
CHILOE
Caja de Chiloé 1782 a 1785 417,6 417,6
67
TOTALES ª 649 .257 ,2 437 .261,6 211. 995 ,5 •

Con relación al último envío de 1786, en este de 1788 que se efec-


tuó en el navío El Dragón, pueden anotarse las siguientes novedades:
el envío de las cuentas de 1784 y 1785 de las cajas reales y fiscos parti-
culares, con lo que se mantiene la puntualidad iniciada unos años an-
tes, y las de alcabalas de 1779 a 1781, todavía con un retraso
considerable, pero con un pequeño repunte, al ganar un nuevo ejercicio.
De los 211. 995 pesos de alcances líquidos que aún están por co-
brar, la mayor parte corresponde a la extinta Caja de Caylloma, como
se desprende del cuadro precedente y así lo hacen notar los contadores
en su carta al Monarca, en la que, evidentemente satisfechos, conclu-
yen: <<Parece señor, que el Tribunal ha llenado por esta vez los dife-
rentes objetos que sabia1nente advierte extendido en la expresada real
68
orden>> •
La remesa de cuentas en 1789 no ofrece ninguna novedad resalta-
ble. En el navío El Aquilés se remiten al Consejo de Indias las cuentas
revisadas de un ejercicio más de todas las administraciones; de talma-
nera que las cuentas de las cajas reales y rentas separadas se colocan
en 1786 y las de alcabalas en 1782, aunque los contadores hablan de
algunos adelantos de las cuentas de alcabalas, 28 concretamente perte-

necientes a algunas administraciones de provincias, pero que no se en-


vían porque la de la Aduana de Lima, a la que todas deben de unirse,
69
está en este año •

67
ª Las pequeñas diferencias en las sumas de los totales se debe a que no se han con-
signado las fracciones de los reales.
68 Carta de los contadores marqués de Lara y Pedro Dionisio Gálvez, Lima, 11 de

julio de 1788; AGI, Lima, 1.122.


• 69 Carta y relación de los marqueses de San Felipe, Lara y Pedro Dionisio Gálvez,
Lima, 30 de marzo de 1789; AGI, Lima, 1.122.

284 CONT ROL FISC AL EN EL VIRR EINA TO PERU ANO

6. EL MÉTODO DE PARTIDA DOBLE

Los deseos de racionalización y' mejora del sistema contable se con-


cretan en los diversos reglamentos a los que se ha hecho referencia
anterior1nente y en los que se trasluce los deseos de may or clari dad
70
y orde n • Esta tendencia culmina con la adopción, fugaz, del siste-
ma de parti da doble para reem plaza r al secular de cargo y data. El
nuevo método, propuesto por don Fran cisco Machado en 1780 y apro -
bado por real orde n de 25 de octu bre de 1787, que se ratifica dos años
después por otra de 18 de septi embr e de 1789 71 • La aplicación del
nuevo sistema y su poste rior derogación en el Virre inato peru ano se
hizo con algunos años de retraso: come nzó a utilizarse en el ejercicio
de 1787 y se suspendió en abril de 1790.
El sistema de partida doble consistía fundamentalmente en dos prin-
cipios, que pueden resumirse en el reemplazo del cargo y la data por
los de debe y haber, pero, sobre todo, en la utilización de tres libros
básicos: diario o manu al como preferentemente se le deno mina en
el Perú , mayo r y caja, en los que se centralizaba toda la contabilidad
a cargo de los oficiales y demás administradores fiscales, reemplazan-
do al antiguo en que la contabilidad central se llevaba en pliegos suel-
tos que después, al cerra r el ejercicio, se orde naba n por rubros y se
junta ban en legajos, unidos por una cuer da que pasaba por un agujero
practicado en el cuarto supe rior izquierdo de! papel. El antiguo siste-
ma requería de muchos libros auxiliares que según el principal men-
tor del nuevo, el ya mencionado Mac hado eran necesarios <<por falta
de perfección>> de las cuentas generales, en cambio en el suyo se redu-
cían al mínimo: <<no diré que aún el perfecto método de cuenta en par- .
tida doble no sean necesarios algunos libros auxiliares, pero no tantos
que, en lugar de dar y servi r de auxilio, sea gravamen>> 72 •
El nuevo método, mucho más sencillo que el anterior, no fue bien
comprendido por muchos de los oficiales reales americanos. Se les es-
capaba el concepto de debe y haber; el porqué~ por ejemplo, en el li-
bro de caja debían asentarse de for1na cont raria que en los otros dos.
No comprendían, por otra parte, la necesidad de los asientos unitarios

70
Vid. supra (nota 61).
71
Santo s Martí nez, Pedro : <<Reforma a la Conta bilida d colon ial en el siglo xv111 (el
métod o de partid a doble)», en AEA (Sevil la, 1960), XVII, pp. 525-3 6; pp. 529-5 34.
72
Papeles de consideración en que se trata del método de cuenta _V razón que con-
viene establecer en aquellos dominios, por don Franc isco Mach ado, Madr id, 22 de junio
de 1780~ AGI, Indiferente General, 1.712, citado en Santo s Martí nez. op. cit .. p. 530.

-


• •
RENDICION DE CUENTAS 285

que rompía con sus hábitos tradicionales. Pero me parece exagerada


la afirmación de uno de sus detractores: <<la mitad de los oficiales rea-
les no alcanzará a comprenderle y la otra mitad lo logrará con dificul-
73
tad>> • En el caso de Quito y Guayaquil, estas previsiones parecen
confirmarse.. según lo describe detalladamente María Luisa Laviana
74
Cuetos ; pero en otros se acepta y no con resignación, sino, incluso,
con entusiasmo. Así el contador Limonta, autor del Libro de la &izón
General de la Real Hacienda del Departamento de Caracas, explica
en 1806 cómo ante la solicitud de los propios ministros se continuó en
Venezuela con el sistema de partida doble, pese a la orden de 1787, por
decreto de la Junta Superior, confirmado después por el Gobierno Cen-
tral , <<Sin haber experimentado dificultad en su práctica, antes bien mu-
75
chas utilidades en el servicio de la Real Hacienda>> •
En el Perú ocurre algo similar, aunque aquí no puede hablarse de
la continuidad total del método. La real orden de 1787, a la vez que da-
ba por terminado el experimento, recomendaba que al volverse al anti-
guo cargo y data se aprovecharan las partes esenciales del abolido,
especialmente en orden a la unidad contable en los libros generales
-manual y mayor . El de caja, que era el que daba nombre al siste-
ma y sentido al deber y haber, quedaba definitivamente eliminado. El
Tribunal de Cuentas de Lima estudió detenidamente la for1na en que
podía compatibilizarse arnbos procedimientos: la elaboración de un mé-
todo <<con combinación de todos los ramos y partes en que debe distin-
guirse la mejor exactitud y claridad de una cuenta, llevándola diariarnente
a sólo dos libros, manual y mayor, lo cual puede verificarse mayor-
mente con los conocimientos y bellas ideas que en lo preciso y necesa-
rio para este efecto había dejado el método extinguido de partida
76
doble>> •
Para este propósito los contadores mayores confeccionaron un for-
mulario con las respectivas advertencias, para remitirlo a todas las ca-
jas reales y. administraciones de alcab~las. Pero las dificultades de la
distancia y de sacar tantas copias como eran necesarias impidieron que
se aplicara sin interrupción desde el 1 de mayo. Por eso, suspendido

73 Info1·1ne del ministro Valdés de Gutiérrez de Ribalcava, Isla de León, 31 de agosto


de 1787; AGI, Indiferente General, 1.712, citado por Santos Martínez, op. cit., p. 533.
74 Laviana Cuetos, María Luisa, <<Organización y funcionamiento de las cajas rea-

les de Guayaquil en la segunda mitad del siglo XVTII», en AEA (Sevilla, 1980) XXVII,
pp. 313-349; pp. 324 y SS. .
75
Limonta, José de, op. cit., p. 24, núm. 28.



286 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUAN O

el de partida doble, los admini strador es continu aron sus cuentas con
el antiguo, sin modificaciones. A medida que fueron llegando las ins-
truccio nes de la Contad uría adapta ron el método mixto. La única ex-
cepción fue la Caja Matriz , a cuyos oficiales reales se les pudo dar
instrucciones verbales y demost racione s prácticas, con lo que se pudo
iniciar en la fecha prevista. En 1791 todas las cuenta s del Reino se h.i-
cieron confor me al formulario de la Contad uría: aunque hubo que sub-
sanar algunos errores y defectos, en la actuali dad, asegur an los •

contad ores al Rey, las cuentas <<se llevan ya en su última perfección>>


y con gran puntualidad, <<a lo que desde luego contribuye mucho el mé- ·
todo de llevar las cuentas en libros, por sujetarse esta idea a que las
gire cada oficina en el día>>.
La primer a relación de cuentas liquidadas por la Contad uría en la
que hace acto de presen cia el método de partida doble se enviaro n a
Madrid en La Princesa en 1790 77 , concre tament e las corresp ondien -
tes al ejercic io de 1788, con excepción de la Caja de Lima, que envía
las de 1787 liquidadas por el nuevo método 78

Años Cuentas
EL MARQUÉ S DE S. FELIPE Y LOS CONTAD ORES DE •

RESULTAS BONET, VIDAUR RE Y PIZARRO

Caja de Lima 1787 y 1788 2


Contadu ría de Tributo s 1787 y 1788 2
Tesorer ía de Tabaco 1787 y 1788 2 •

Breas 1787 y 1788 2


Pólvora 1787 1 •

Naipes •
1787 1
Papel seJlado (bienio) 1787 1
Caja de Chiloé 1787 y 1788 2

EL MARQUÉ S DE LARA Y LOS CONTAD ORES DE RE- •

SULTAS SALVI, LEURO, DE LA VEGA Y MÁRMO L Y


EL ORDENA DOR PEÑA

76
Carta de los contadores, Lima, Z7 de marzo de 1793 · AGI Lt·ma 1 122
77 ' ' ' . •
. , La ex~licació~ es similar a la que se ha dado en el párrafo anterior para la apli-
cac1on del met?do mlxto de la Contaduría: la cercanía de la Caja Matriz hizo que seco-
menzara a aplicar antes en ésta que en las cajas provinciales .
78
. Carta y relación de los contadores marqueses de San Felipe y Lara, Lima, 14 de
abril de 1790; AGI, Lima, 1.122.

• •



RENDICIÓN DE CUENTAS 287

Años Cuentas
Caja del Cuzco 1787 y 1788 2
Alcabalas Cuzco y sus 10 receptorías principale~ 1783 a 1786 4
Admón. de alcabalas de Chiloé 1783 a 1786 4
Caja de Huamanga 1787 y 1788 2
Alcabalas Huamanga y 4 receptorías principales 1783 a 1786 4
Caja de Arica 1787 y 1788 2
Alcabalas de Arica 1783 a 1786 4
Alcabalas Ht1ancavelica y 3 receptorías principales 1783 a 1786 4
Caja de Arequipa 1787 1
Alcabalas Arequipa y 22 receptorías principales 1779 y 1786 8
Alcabalas Moquegua y 2 receptorías principales 1779 y 1786 8

ÜÁLVEZ Y LOS CONTADORES DE RESULTAS ÜRDOZ-


GOYTI. DE LA VEGA, LOS ORDENADORES GARRÓN Y
CEBRIÁN Y EL OFICIAL TERÓN

Caja de Trujillo 1787 y 1788 2


Alcabalas Trujillo y 5 receptorías principales 1783 a 1786 4
Alcabalas Lambayeque y 3 receptorías principales 1783 a 1786 4
Alcabalas Piura y 3 receptorías principales 1783 a 1786 4
Alcabalas Paita 1783 a 1786 4
Caja de Paseo 1787 y 1788 . 2
Alcabalas Paseo y 5 receptorías principales 1783 a 1786 · 4
Alcabalas Jauja 1783 a 1786 4
Aduana de Lima y U receptorías principales 1783 a 1786 4
TITTAL DE CUENTAS • 88

Este fue el último repartimiento de cuentas en el que los subalter-


nos se responsabilizaron de la liquidación de las cuentas; en adelante,
por el decreto del gobierno de 21 de marzo de 1789, como se vio en
su oportunidad 79 , sólo podrían liquidarlas los contadores mayores con
el auxilio de los demás. ·
En las cuentas de alcabalas se ha hecho un gran esfuerzo y un gran
adelanto que las coloca a sólo dos años de diferencia de las generales
de los oficiales reales. Esfuerzo que es más notable en las administra-
ciones de Arequipa de la que dependen 22 receptorías principales
y la de Moquegua que arrastraban sus cuentas atrasadas desde 1779.

• 79
Vid. supra, cap. V, 5. •


288 CON TRO L FISC AL EN EL VIRREINATO PERUANO

En el cua dro pue den obs erva rse tres datos excepcionales: las cuen-
tas de las rentas de Pólvora y Naipes y la general de la Caj a de Are qui-
pa que se quedan en el año 1787. El retraso de las dos primeras, explican
los contadores, se deb e a la resistencia de La Dir ecc ión y Contadu-
ría General de Tabacos, a las que están agregadas, a enviarlas al Tri-
bunal, pes e a las instancias ante el Gob iern o Sup erio r; y la de A~e­
quipa, por que sus ministros todavía no han resp ond ido al pliego de
reparos sob re las cuentas de 1788 que se les anticipó en noviembre
de 1789, por lo que se está promoviendo par a juzg arla y fenecerla en
rebeldía. · •

La reláción del año 1791 es de sum a imp orta ncia , por que por fin
y por prim era vez en su ya larga historia el Tribunal de Cue ntas de Li-
ma log ra pon erse al día con toda la contabilidad virreinal. En efecto,
las cuentas de todas las cajas reales y administraciones separadas, in-
cluso las de alcabalas, se liquidan hasta el año 1789. Dos excepciones
emp aña n de alguna man era esta bril lant e gestión, una cue nta de alca-
balas de Paseo y otra de la aduanilla de Callao. En total, las cuentas
principales liquidadas por la Con tadu ría sum an 47, 21 de las cua les,
dicen, <<van completas en tres libros, man ual, mayor y caja , bajo el mé-
todo de part ida doble; seis en ord ena ción poi· pliego agu jere ado s y 20
testimonios de los fenecimientos de las cuentas de las adm inis trac ione s
de alcabalas ... >> correspondientes a los ejercicios de 1787 y 1788, <<Cu-
yos libros se .diri gier on a la Con tadu ría Gen eral del Sup rem o Con sejo
de las Indias en el de 1789>> 80.
En la de 1793 se con tinú a en la mis ma líne a de pun tual idad en la
liquidación de las cuentas y rem isió n de los duplicados a la Con tadu ría
81
del Con sejo • La rela ción de cuentas de este año mer ece rep rod ucir -
se por que expresa gráfica1nente, entr e otro s datos interesantes, el cum -
plimiento de las disposiciones de la Con tadu ría par a reem plaz ar al
extinguido método de par tida doble, por eso en unas se consignan li-
bro s y en otras las ord ena cion es de los pliegos del antiguo sistema sin
mod ific ar 82 •• .


80
Lim a, 31 de mayo de 1791; AGI, Lima , 1.122. Certificación del escríbano de cá-
mara qel Tribunal Antonio Gimeno y Amarita.
81
Indice y razón de cuentas enviadas en el navío de registro, Aurora, Lima, TI de
marzo de 1793; AGI, Lima , 1.122.
82
Ibídem. En general, estas cuentas, explican los contadores mayores, están divi-
didas en dos partes, una que corresponde a los cuatro primeros meses de 1790 y otra
en la que sucesivamente se fue aplicando el método ideado por la Contaduría, hasta que
definitivamente se generalizó su uso en 1791.




RENDICIÓN DE CUENTAS 289

Las cuentas se han repartido entre los tres contadores mayores obe-
deciendo el decreto del gobierno de 1789 ya comentado, pero ,haciendo
una interpretación sui generis, redistribuidas entre los subalternos:

Primer Departamento: Marqués de San Felipe


Segt1ndo Departamento: Marqués de Lara
Tercer Departarnento: Pedro Dionisio Gálvez

Núm. de Ordena- Núm. de


Oficina Años .
libros czones cuentas

J. er Departamento

1790 4 2
C. de Lima 1791 - 2
C. de resultas C. Gral. de 1790 1
Joaquín Bonet 2
Tributos 1791 2

Tesorería 1790 1
2
C. de resultas de Tar1na 1791 1
l. Vidaurre
Breas
1790 1 ,
2
1791 1

2. 0 Departamento

1790 3 1
Caja de Cuzco 2
1791 2 •

C. de resultas Caja Arequipa


1790 3 1
2
Miguel Salvi . 1791 2
Alcab. de Cuzco 1790 4

2
Agregado Juan N. Alcab. de Cuzco 1791 2
Rodríguez

1790 3 1
2
Alcab. de Areq. 1791 2
C. ordenador Alcab. de 1790 3 1
Pedro Ruiz 2
Moquegua 1791 2

290 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

.. Núm. de Ordena- Núm. de


Oficina Años •
• libros e iones cuentas
Agregado Juan 1790 5
C. de Arica 2
Luque Mármol 1791 2

C. de Huamanga
1790 3 1 •
2
1791 2

C. ordenador Leuro Alcab. de 1790 3 l


y ordenador Peña Huamanga 1791 2 1 2 •

Azogues 1790 4
Huancavelica 1791 2
l

3. er Departamento

1790 3 1
C. de Trujillo 2
1791 2
C. ordenador
Miguel Cebrián 1789
C. de Paseo 1790 4 3
1791 1
1789
Alcab. de 4
1790 3
Paseo
C. ordenador
1791 1
Pedro Terón •

Alcab. de 1790 3
Pisco 1791 2 2

C. resultas · Aduana de 1790 3 24


Ordozgoyti Lima 1791 2 2

Alcab. de 1790 3 1 •

Trujillo 1791 2 2

Alcab. de 1790 5
Lambayeque 1791 2 2
C. de resultas
Miguel Pizarro Alcab. de 1790 3

Paita 1791 2 2

Alcab. de 1790 3 1
Piura 1791 2 2
1

TOTAL DE LOS TRES DEPARTAMENTOS 113 39 47


RENDICIÓN DE CUENTAS 291

7. DECADENCIA DE LA CONTABILIDAD
INAL

El año de 1796 marca, como ya se ha comentado, el punto de fle-


xión en el bienhacer de los contadores del Tribunal Mayor de Cuentas
de Lima. Este es el último año, en efecto, en que la contabilidad se
lleva con aquella puntualidad que se había iniciado dos décadas antes.
El espíritu de trabajo y de responsabilidad que parecía haber prendido
en los ministros de la Contaduría bajo el reinado de Carlos III se agos-
ta lenta pero inexorablemente. Más aún, son los propios auditores quie- .
nes se encargan de lanzar la advertencia: si no se les da más manos
auxiliares, las cuentas serán las primeras en sufrir las consecuencias 83.
Al finalizar el siglo son ya 467, entre centrales y particulares, las cuen-
tas atrasadas. Las a1nenazas se habían cumplido.
La situación en las dos primeras décadas del siglo XIX no cambia,
antes al contrario tiende a agravarse. Las circunstancias que propician
este desorden en la Contaduría limeña ya se ha estudiado con deteni-
84
miento en el capítulo correspondiente • Los dos siguientes cuadros
nos ayudarán para apoyar gráficamente las afir1naciones que acabo de
hacer. El primero corresponde al estado de las cuentas en octubre
de 1807 85 :
Cuadro este último muy significativo del estado de las cuentas que
han sido entregadas en el Tribunal, pero incompleto para nuestro pro-
pósito de saber el verdadero atraso de la contabilidad, ya que no s·e com-
putan las cuentas no entregadas por los administradores. Ateniéndonos
a los datos y suponiendo que las denominadas glosadas estén ya termi-
nadas o en el proceso último y previo a la frrn1a de liquidación aunque
lo más probable es que algunas estén en pliegos de reparos , de las
415 cuentas centrales o particulares restan todavía por exa1ninar 173
y 22 están·en ese estadio. Por otra parte hay que observar que la rela-
ción es del mes de octubre, es decir, a sólo dos de terminarse el ejerci-
cio fiscal y, por lo tanto, de recibir una nueva remesa de cuentas que
se sumaran a las no examinadas y en examen.

83
Vid. supra, cap. VI (nota 120).
84
Vid. supra, cap. VII.
85 Informe de Pedro Dionisio Gálvez, Lima, . 17 de octubre de 1807; AGI, Li-

ma, 1.124.
N
• 1 <D
N

Cuentas Glosadas En examen Sin presentar


Cent. Part. Cent. Part. Cent. Part. Cent. Part. º 18z


Caja de Lim a 3 3 -i
:JJ
Alm acen es de Mar ina 2 1 1 , o
Plaz a del Call ao .r
2 1 1 11
Com . de Gue rra y Mar 3 1 2 -
(/)
()
Cas a de Moneda (bienio) 2 1 1 )>
Caja de Hua man ga 2 2 r
Aduana de Hua man ga 4 24 3 18 1 6 I~
Caj a de Paseo 2 •
1 2 I~
Alc abal a de Paseo 6 42 1 7 5 35 <
-
Alcabalas de Jauj a 6 12 5 10 1 2 :XJ
:JJ
May nas 1 m

Caj a de Trujillo 2
-z
1 1
Aduana de Trujillo • 10 40 9 36 1 4 ~
Alca bala s de Piur a
o
2 1 1 1 -o
Alca bala s de Paita 6 30 6 30 I~ •
Caja de Guayaquil 3 e
3 )>
Adu ana de Guayaquil 3 3 z
Tesorería de Tabacos 2 '
2
o


,
' •

• •
-

• •

· Cuentas Glosadas En exa.men Sin presentar


Cent. Part. Cent. Part. Cent. Part. Cent. Part.
Papel Sellado (bienio) 2 1 1 .
'
Pólvora 6 3 3 1 :o
m
Naipes 4 1 3 z
Breas 2 1 1 o
-
Aduana de Lima 6 42 1 14 1 7 4 21 IQ
• ·1 3
o
C. Gral. de Tributos 4 z
Caja y alcab. Chiloé 6 5 1 • o
m
Alcabalas Pisco 4 16 3 12 1 4 1 ()

' e
Caja de Arequipa • 4 3 1
m
Alcabalas de Arequipa 3 24 3 24 z
Af·c abalas de Moquegua 4 8 3 6 ~
1 CfJ
Caja del Cuzco 3 1 • 2
Aduana del Cuzco 4 44 3 33 4 11
1 •
C. G. Azogues
Huancaveliva 3 3
Aduana de Huancavelica 4 u 4 12
TarALEs 121 . 294 58 162 7 15 56 117

<.o
""'úJ
I

N
e.o
.p.

Caj as y otr os fisc os Fenecidas Sin pri n- Por pre -


Año s En reparos En glo sa • • Total
sin fin nar -
ctp iar sen tar
Lim a 1811-15 . 1 1 1 2 5
Pas eo 1810-15 1 2 2 1 6 1 ()
Hu am ang a 1811-15 5 o
5
Cu zco 1813-15 2 1
z
3 -f
• :e
Are qui pa 1811-15 5 ,5
Pun o
o
r
181 0-1 5 1 1 1 3 6 1 '"T1
Ari ca 1813-15 1 2 3 1 Ü)
Tru jill o 1815 1 ()
1 l>
Ma yna s 1810-15 2 3 5 r
Guayaquil 1811-15 2 2 1 5 I~
Ch iloé •
181 2-1 5 l 2 1 4
c. Mo ned a (bienio) 1812-15 I~
1 1 2
Alt o Per ú - 1809-15 1
<
-
1 4 6 :e
Alm acé n de Ma rin a 1815 1 :e
l m
Tem por alid ade s 1804-15 2 8 2 12
-z
Tabacos 181 2-1 5 3 l 4 ~
_O
Bre as 1815 l 1

'1J
Pól vor a 1808-15 2 1 5 m
8 :e •
Na ipe s 1809-15 1 1 5 7 e
Papel sell ado (bie nio ) l>
1806-15 1 4 5 z

C. de Azo gue s 181 1-1 5 5 5 o
TOTAL ' 10 11 10 32 36 99


' • a

¡ •
• •

Cajas y otros fiscos Fenecidas Sin prin- Por pre-


Años En reparos En glosa • • Total
sin ji.muir czpzar sentar
Lima 1808-15 1 4 1 1 1 8
Tenencia Callao 1807-9 3 3

Almirantazgo 1807-9 3 •
3
Paseo 1811-15 4 1 5 1 :D
Huamanga 1813-15 1 1 1 3 m
Cuzco z
1811-15 1 1 2 1 5 o
1804-5
-()
Puno • 6
• 3 2 11 -o-
. 1807-15 z
• ~
Arequipa 1813-15 •
1 2 3
Trujillo 1807-15 4 2 1 1 8 I~
()
Jauja 1811-15 4 1 5 e ·
Pisco 1808-15 m
. 3 3 1 1 8 z
Moquegua ,1812-15 1 1 1 1 4 ~
(/)
Pa.ita 1813-15 2 ·1 3
Guayaquil 1811-15 1 3 1 5 1 •
Piura 1813-15 2 1 3
Huancavelica 1810-15 6 6
Lambayeque 1813-15 1 1 1 3
TOTAL 14 25 6 28 13 86
TOTALES 24 36 16 60 49 185

N
e.o
(Jl

296 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

En su descargo del considerable atraso de la contabilidad de la Caja


Matriz, los contadores anotan que la correspondiente a 1704 fue revi-
sada por el marqués de San Félipe, pero antes de fir111ar las glosas y
fenecerlas tuvo que jubilarse por pérdida de la visión. Aunque dejó un
informe, Gálvez tuvo que examinarla nuevamente para estampar su fir-
ma. La cuenta está pendiente de reparos hechos a sus ministros. Algo
similar, dicen, ocurrió con las cuentas de la Comisaría de Guerra y
Marina de los años 1801, 1802 y 1803. Revisadas por el mismo conta- •

dor mayor, están a la fir111a •86


En 1816 la situación no ha mejorado. Al contrario, la crítica situa-


- •

ción interna de la Contaduría repercute negativan1ente en el control fis-


cal, como se puede observar en el cuadro de las páginas 294 y 295 'if7: .
Son nada menos que 161 cuentas atrasadas, descontadas de las 185
totales las 24 fenecidas sin firmar. Y todas ellas principales o centra-
les, es decir, no se toman en consideración las particulares de las ofi-
cinas menores o receptorías de alcabalas. Triste balance en las
postrimerías del Tribunal de Cuentas de Lima .


• .

86
Ibídem.
ff7 Lima, 14 de julio de 1816; Juan Estanilao Peña. Es copia. Altolaguirre. Bonet;
AGI, Lima, 1.125.
f



BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

Artola, Miguel, <<Campillo y las refo1·1nas de Carlos fil>>, en Revista de Indias,


núm. 50 (Madrid, 1952).
Arzans de Orsúa y Vela, Bartolomé, Historia de la Villa Imperial de Potosí
(Providence, Rhode Island, 1965), ed. y comentada por L. Hanlce y G.
Mendoza.
Ballesteros, Tomás de, Las OrdenanZPS del Perú (Lima, 1685; reed. Lima, 1972).
Beleña, Eusebio Ventura, Recopilación de todos los autos acordados de la Real
Audiencia y Sala del Crimen de esta Nueva España (primera ed. México,
1787; ed. facs. México, 1981). Prólogo de María del Refugio González.
Beltrán y Rozpide, Ricardo, Colección de memorias o relaciones que escribie-
ron los virreyes del Perú (Madrid, 1921).
Calvete de Estrella, Juan Cristóbal, Rebelión de Piz.arro en el Perú y vida de
don Pedro de la Gasea (Madrid, 1964), BAE, núm. 167.
Carande, Ramón, Carlos V y sus banqueros (Madrid, 1949).
Céspedes del Castillo, Guillermo, <<Repercusiones económicas y políticas de
la Creación del Virreinato del Río de La Plata>> en AEA, III (Sevilla, 1946),
pp. 667-874.
- <<Reorganizació n de la Hacienda peruana en el siglo XVID>> en AHDE, 23
(Madrid, 1953), pp. 229-269.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y or-
ganización de las antiguas posesiones de América y Oceanía (Madrid,
1864-1884), cit. CODOIN l.
Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y or-
ganización de las antigua,s posesiones españolas de Ultramar (Ma-
drid, 1885-1932), cit. CODOIN 11.
Contreras, Remedios (ed), Relación y documentos de gobierno del virrey del
Perú, Agustín de Jáuregui y Aldecoa (1780-1784) (Madrid, 1982).
Crespo Rodas, Alberto, La guerra entre vicuñas y vascongados. Potosí 1622-1625
(Lima, 1956).
Chaunu, Huguette et Pierre, Seville et 1:4/lantique (1504-1650) (París, 1955-1959).
Chevalier, Fran9ois, <<Notes d'Histoire economique. Les manuscrits inedits de
. López de Caravantes>>, en Revista de India~, 7 (Madrid, 1942).
Díez Trechuelo Spinola, María Lourdes: <<Juan Vicente de Güemes Pacheco,

297

298 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

segundo conde de Revillagigedo (1789-1794)>>, en Virreyes de la Nueva Es-


paña, 1 (Sevilla, tm), dirigida por J. A. Calderón Quijano.
Domínguez Ortiz, Antonio, <<Un virreinato a la venta>>, en Mercurio Peruano,
453 (Lima, 1965), pp. 43-51.
Encinas, Diego, Cedulario Indiano (Madrid, 1597).
Escalona y Agüero, Gaspar, Gazophilacium Regium Perubicum (Madrid, 164~);
ed. boliviana, Gazofilacio Real del Perú (La Paz, 1941).
Escobedo Mansilla, Ronald, <<La alcabala en el Perú bajo los Austrias>>, en AEA,
xxxm (Sevilla, 1976), pp. 257-Z71.
- <<El tributo de los zambaigos, negros y mulatos libres en el Virreinato pe- ·
ruano>>, en Revista de Indias, núms. 163-164 (Madrid, 1981), pp. 43-54.
- El Tributo indígena en el Perú (Pamplona, 1979).
- <<El Tribunal de Cuentas de Lima: análisis de su eficacia>>, en Memoria del
IV Congreso Venezolano de Historia, 1 (Caracas, 1983), pp. 455-500.
- <<Las refor1nas de Carlos ID y la reestructuración de la Hacienda America-
na>>, en Estudios de Hacienda: de Ensenada a Mon (Madrid, 1984),
pp. 141-156 (resumen) y versión comleta en Quinto Centenario, 8 (Madrid,
1985), pp. 61-81.
- <<Francisco López de Caravantes, tratadista de la Hacienda virreinal perua-
na>> en Jahrbuch für Geschichte von Staat Wirtschaft und Gesellschaft La-
teinamerikas, 21 (Kóln, 1984), pp. 109-125.
Espejo de Hinojosa, Cristóbal, <<Antecedentes de la Contaduría Mayor de Cuentas
hasta las ordenanzas de 1478>>, en Boletín de la Sociedad Castellana de Ex-
cursiones, núms. 3, 4 y 5 (Valladolid, 1907-1908, 1910 y 1911-1912).
Fernández Diego, Historia del Perú, BAE, núm. 164 (Madrid, 1963).
Fonseca, Damián de, y Urrutia, Carlos de, Historia General de la Real Ha-
cienda de Nueva España (México, 1845-1853).
Ford Pillado, César, <<El Tribunal Mayor de Cuentas de Buenos Aires>>, en Ar-
chivo General de la Nación. Papeles del Archivo (Buenos Aires, 1942). •

García Carraffa, Alberto y Antonio, Diccionarios Heráldico y Genealógico (Ma-
drid, 1916) .

García Gallo, Concepción, Las notas a la Recopilación de Leyes de Indias de
Salas, Martínez de Rosas y Boix (Madrid, 1979). ·
Gayangos, Pascual, Catalogue of the manuscripts in· the Spanish language in
the British Library (Londres, 1976).
Gutiérrez de Santa Clara, Pedro, Quinquenarios o Historia de las guerras civi-
les del Perú (1544-1548), BAE, núm. 165 (Madrid, 1963).
Hanke, Lewis: <<An impublished document on the Juntas de Hacienda de In-
dias>>, en Revista de Indias, 80, pp. 137-141 (Madrid, 1960).
Hanke, Lewis y Rodríguez, Celso, Los virreyes españoles en América durante
el gobierno de la Casa de Austria (Madrid, 1978-80), BAE, núms. 280-286.
Haring, Clarence, H., El Imperio Hispánico en América (Buenos Aires, 1966).
1

Helmer, Marie, <<Lucha entre vascongados y ''vicuñas'' en Potosí>>, en Revista


de Indias, 81-82 (Madrid, 1960), pp. 185-195.
.



BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES 299

<<Le Callao (1615-1618)>>, enlahrbuchfur Geschihte... Lateinamerikas, 2 (Koln,


1965)' pp. 145-95.
Hemández Palomo, José Jesús, <<El ''Estado General de la Real Hacienda'' de
Perú, Chile y Río de la Plata de Alfonso Rodríguez Ovalle>>, en Historio-
grafía y Bibliografía Americanistas, XXII (Sevilla, 1978).
Heredia Herrera, Antonia, Catálogo de las Consultas del Consejo de Indias
(Madrid, 1972).
Laviana Cuetos, María Luisa, <<Organización y funcionamiento de las cajas reales
de Guayaquil en la segunda mitad del siglo XVIlI>> en AEA, XXXVII (Se-
villa, 1980), pp. 313-349.
Levaggi, Abelardo, Los escritos del Fiscal de la Audiencia de Buenos Aires
Manuel Genaro de Villota (Buenos Aires, 1981).
Levillier, Roberto, Gobernantes del Perú. Cartas y papeles, siglo XVI (Madrid,
1921-1926).
Limonta, José, Libro de la Razón General de la Real Hacienda del Departa-
mento de Caracas (Caracas, 1962).
Lohmann Villena, Guiller1no, Las minas de Huancavelica en los siglos XVI
y XVIII (Sevilla, 1949).
- <<Un Virrey desconocido del Perú>>, en Revista Histórica, 14 (Lima, 1941).
- <<Las compañías de gentiles hombres lanzas y arcabuces de la Guarda del
Virreinato del Perú>>, en AEA, XIII (Sevilla, 1956), pp. 141-215.
- El corregidor de Indios en el Perú bajo los Austrias (Madrid, 1957).
<<Las relaciones de los virreyes del Perú>>, en AEA, XVI (Sevilla, 1959),
pp. 315-532.
- Los americanos en las órdenes nobiliarias (Madrid, 1947).
- Historia Marítima del Perú, siglos XVII y XVIII, tomo IV, vol. 1 de la colec-
ción del mismo nombre (Lima, 1973).
- <<El contador Francisco López de Caravantes y sus obras>>, en Memoria del

IV Congreso Venezolano de Historia, II (Caracas, 1983), pp. 157-172 .
Lucena Salmoral, Manuel, <<Creación del Tribunal de Con,tadores de Cuentas
en Santafé de Bogotá>>, en Boletín Cultural y Bib.liográfico, 8 (Bogotá, 1962).
- Historia &tensa de Colombia. Nuevo Reino de Granada. Real Audiencia
y presidentes, 1 (Bogotá, 1965).
Mariluz Urquijo, José María, <<El Tribunal Mayor y Audiencia Real de Cuen-
tas de Buenos Aires>>, en Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias So-
ciales, 23 (Buenos Aires, 1951).
- <<Notas anónimas a la Real Ordenanza de Intendentes del Virreinato de Bue-
nos Aires>>, en Revista del Instituto de Historia del Derecho Ricardo levene
(Buenos Aires, 1969), pp. 182-235.
Matraya y Ricci, El moralista filatélico americano o el confesor imparcial ins-
truido en las obligaciones de su ministerio según los preceptos de la más
sólida Theología Moral, conforme a las limitaciones indispensables en la
América española (Lima, 1819).
Maurtua, Víctor, Juicio de límites entre el Perú y Bolivia. Prueba peruana (Ma-
drid, 1906). ·


300 CONTR OL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO

Mendiburu, Manuel de, Diccionario Histórico-Biográfico del Perú (Lima, 1885).


Mendoz a, Gunnar , Guerra civil entre vascong ados y otras nacione s de Potosí.
Docume ntos del Archivo Nacion al de Bolivia (1622-164-1) (Potosí, 1954).
Morazz ani de Pérez Enciso, Gisela, Las ordenan zas de Intende ntes de Indias
(Caraca s, 1972).
Moreno Cebrián , Alfredo , El corregi dor de indios y la econom ía peruan a en
el siglo XVIII (Madrid , 1977). ·
(ed.) Conde de Superun da. Relació n de Gobierno. Perú (1745-1761) (Ma-
drid, 1983). •

Moreyra Paz Soldán, Manuel , <<Cartas y un infor1ne sobre el Tribunal de Cuentas


del virrey marqué s de Montesclaros>>, en Revista Histórica, Z7 (Lima, 1949). ·
Muro Orejón, Antonio, <<El doctor Juan Luis López, marqué s del Risco y sus
coment arios a la Recopil ación de Indias>>, en AHDE, 17 (Madrid , 1946).
Cedular io Americ ano del siglo XVIII (Sevilla, 1956-1977).
Navarro García, Luis, <<El Real Tribuna l de Cuentas de México a principi os
del siglo XVlli>>, en AEA, XXXIV (Sevilla, 1977), pp. 517-535.
- Intende ncia en Indias (Sevilla, 1959).
Palacio Atard, Vicente, <<Areche y Guirior . Observa ciones sobre el fracaso de
una Visita al Perú>>, en AEA, ID (Sevilla, 1946), pp. 269-376.
Ramírez Díaz, Luis, <<El Tribuna l y Audien cia Real de Cuentas>>, en Revista
Históric a, TI (Lima, 1964).
Real Díaz, José Joaquín , <<El Consejo de Cámara de Indias: génesis de su fun-
dación>>, en AEA, XIX (Sevilla, 1962).
Recopil ación de Leyes de los Reynos de Indias, última ed. (Madrid , 1973).
Rodríguez Casado , Vicente, y Pérez-E mbid, Florent ino (ed.) Me1noria de Go-
bierno del virrey Amat (Sevilla, 1947).
Rodrígu ez Casado , Vicente, y Lohman n Villena , Guiller mo (ed.) Memori a del
virrey Pezuela (Sevilla, 1947).
Rodríguez Crespo, Pedro, <<Aspectos del comerc io Perú-M éxico en la adminis -
tración del virrey marqué s de Montes claros: 1607-1615>>, en Cuader nos del -
Semina rio de Historia , 8 (Lima, 1965), pp. 11-33.
Rodrígu ez Vicente, María Encarna ción, El Tribunal del Consula do de Lima
en la primera mitad del siglo XVII (Madrid , 1960).
Sánchez Bella, Ismael, <<El Gobiern o del Perú, 1556-1569>>, en AEA, XVII (Se-
villa, 1960), pp. 407-524. ,
- La organiz ación financie ra de las Indias, siglo XVI (Sevilla, 1968).
- <<El Tribuna l de Cuentas de México (siglo XVII)» en Memori a del IV Con-
greso Venezolano de Historia , 111 (Caraca s, 1983), pp. 63-121.
Santos Martíne z, Pedro, <<Refor1na a la Contabi lidad colonia l en el siglo xvrn
(el método de partida doble)>>, en AEA, XVII (Sevilla, 1960), pp. 525-536.
Otazu y Llana, Alfonso de, Hacend istas navarro s en Indias (Bilbao, 1970).
Schafer, Ernesto , El Consejo Real y Suprem o de las Indias. Su historia , orga-
nizació n y labor adminis trativa hasta la tennina ción de la Casa de Austria
,(Sevilla , 1935-1947).
- Indice de la Colección de documentos inéditos de Indias (Madrid , 1946-1947) .
..



BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES 301

Silva Vargas, Femando, <<La Contaduría Mayor de Cuentas del Reino de Chile>>
en Estudios de Historia de las instituciones políticas y sociales (Santiago
de Chile, 1968), pp. 103-179.
Sluiter, Engel, <<Francisco López de Caravantes historical sketch of fiscal ad-
ministratios in colonial Perú. 1553-1518>>, en The Historical American His-
panic Review, 25 (Baltimore, 1945), pp. 226-256.
Solórzano y Pereira, Juan de, Política Indiana (Buenos Aires, Madrid, 1930).
Tomás y Valiente, Francisco, La venta de oficios en Indias (1492-1609) (Ma-
drid, 1m).
Vargas Ugarte, Rubén, Manuscritos peruanos en las bibliútecas del extranjero
(Lima, 1935-1957).
- Historia General del Perú (Barcelona-Lima, 1971).
Zárate, Agustín de, Descubrimiento y Conquista de la provincia del Perú, BAE,
núm. 26 (Madrid, 1947).
Zorraquín Becú, Ricardo, La organización judicial argentina en el período his-
pánico (Buenos Aires, 1981).

FUENTES INEDITAS

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS

Audiencia de Lima: legajos 25, 48, 100, 105, 106, 141, T/6, 425, 426, 1101, 1102,
1103, 1104' 1122' 1123, 1124' 1125 y 1127.
Indiferente General: legajos 428, 486, 734, 748 y 1692.
Contaduría: legajo 1468.

ARCHIVO NACIONAL DEL PERÚ


Cartas y cédulas del Tribunal de Cuentas de Lima

BIBLIITTECA DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA


Colección de documentos de Mata Linares •

a) Infor111e general de la Visita de Escobedo a Gálvez, 20 de octubre de


1785. t. 7, fojas 320-387. ms. 9-1662 .
b) Arreglo del Tribunal de Cuentas del visitador Escobedo, 6 de noviembre
de 1796, t. 113, ms. 9-1768. ·
-- • •

302 CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO


BIBLIITTECA DEL PALACIO REAL DE MADRID

a) Relación de la.'> provincias que tiene el Gobierno del Perú, de Francisco


López de Caravantes (1612) ms. 1278.
b) Noticia General del Perú, de López de Caravantes (c. 1630) mss. 1631,
1632, 1633 y 1634.

BIBLIITTECA NACIONAL DE MADRID

a) Provisiones reales, ms. 2989. •

b) Papeles de justificaciones de mayorazgos, filiaciones, grados servicios


y otros, pertenecientes a los apellidos Marique de Lara, Dávalos y otros
naturales de la Ciudad de Los Reyes, en el Reino del Perú. (1739) ms. 7750.
c) Memoria y gobierno de las minas de azogue del Perú, su descubrimiento
y beneficio en diversos tiempos, ms. 3107.
d) Relación de Gobierno del marqués de Villa García, ms. 3107.
e) Relación de Gobierno del conde de Superunda, ms. 3133.
f) Relación de Gobierno de don Manuel de Guirior, ms. 3144.
g) Manifiesto de las razones en que está fundado cada uno de los artícu-
los de la nueva Ordenanza de Intendentes en Indias, de Jorge de Esco-
bedo, 2 de agosto de 1802, ms. 3073.
h) Relación de Gobierno del marqués de Castelfuerte, ms. 3107.



'


CONTROL FISCAL EN EL VIRREINATO PERUANO.
EL TRIBUNAL DE CUENTAS

Dentro de la historio grafía indiana , esta obra represe nta un


intento , logrado, de describ ir el funcion amient o de una •

instituc ión desde sus comien zos hasta su natura l


desapa rición en los días de la Indepe ndenci a. En el
transcu rso de casi tres siglos se estudia el contro l financi ero .
de cuanto s, de una u otra forma, admini straron las
cuantio sas rentas de la Corona en el Virrein ato peruano. Con
el trasfon do del Tribunal de Cuenta s desfila n por sus página s
import antes aspect os de la política , la econom ía y la
socied ad americanas.

RONALD ESCOBEDO es profeso r titular de Histori a de


Améric a de la Univer sidad del País Vasco. Ha dedica do gran
parte de su tarea investi gadora a la Real Hacien da en Indias
· y es aator, entre otros trabajo s, de La alcaba la en el Perú
bajo los Austria s (Sevilla, 1976); El Tributo indígen a en el
Perú (Pamplona, 1979); Bienes y cajas de Comun idad en el

Virreinato peruan o (Madrid , 1979); Francis co López de


Caravantes, tratadi sta de la Hacien da virreina l peruan a
(Colonia, 1984), y Las reform as de Carlos 111 y la •

reestru cturaci ón de la Hacien da americ ana (Madri d, 1985). •


• • •

También podría gustarte