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Taller No 1

1. Leer la CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA PASTOR BONUS DE S.S. JUAN


PABLO II SOBRE LA CURIA ROMANA,
Realizar el organigrama de la curia romana.
https://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_constitutions/documents/hf_jp-
ii_apc_19880628_pastor-bonus.html

2. leer los cánones 469- 501 y realizar el organigrama de la curia Diocesana.


3. Realizar la lectura de la CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA SACRAE DISCIPLINAE
LEGES DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II PARA LA PROMULGACIÓN DEL
NUEVO CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO
http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_constitutions/documents/hf_jp-
ii_apc_25011983_sacrae-disciplinae-leges.html,
A partir de este documento construya la definición de derecho canónico y cuál es el aporte
del Derecho canónico a la profesión de Abogado.
El Derecho canónico expone que la dimensión de justicia es inseparable de la dimensión de
la caridad. Podemos concebirlo como una apertura a los valores transcendentes, porque ayuda
a elevar la mirada a metas que no se quedan en lo inmediato, ni en el consumismo, ni en el
individualismo.
El Derecho canónico tiene vida, porque contribuye a la vida de la Iglesia. La Iglesia
evangeliza con la doctrina de Jesucristo que pide paz en el mundo, paz que debe empezar en
el interior de la iglesia.Con el derecho canónico, ayuda a las personas que la justicia esté más
cerca de ellas.

4. En que consiste la Potestad y las funciones del Papa, Según el derecho canónico
https://www.iuscanonicum.org/index.php/organizacion-eclesiastica/organizacion-de-la-
iglesia-universal/205-potestad-y-funciones-del-papa-en-el-derecho-canonico.html

El Papa es la más alta autoridad de la Iglesia, como vicario de Cristo. Tiene esta potestad por
ser sucesor de san Pedro, a quien Jesucristo confirió la primacía entre los apóstoles, la fe
católica sostiene que el primado pontificio no es una institución humana (o de derecho
eclesiástico), como sí lo son bastantes formas de organización eclesiástica creadas en
distintas épocas patriarcados, conferencias episcopales, etc…
En el Código de Derecho Canónico se define así su función
Canon 331: El Obispo de la Iglesia Romana, en quien permanece la función que el Señor
encomendó singularmente a Pedro, primero entre los Apóstoles, y que había de transmitirse
a sus sucesores, es cabeza del Colegio de los Obispos, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia
universal en la tierra; el cual, por tanto, tiene, en virtud de su función, potestad ordinaria, que
es suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia, y que puede siempre ejercer
libremente.
El Papa adquiere su potestad en el momento de su elección; además, como recuerda el can.
332, puede renunciar a su oficio:
Canon 332: 1. El Romano Pontífice obtiene la potestad plena y suprema en la Iglesia
mediante la elección legítima por él aceptada juntamente con la consagración episcopal. Por
lo tanto, el elegido para el pontificado supremo que ya ostenta el carácter episcopal, obtiene
esa potestad desde el momento mismo de su aceptación. Pero si el elegido carece del carácter
episcopal, ha de ser ordenado Obispo inmediatamente.
2. Si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia
sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie.
Ha habido varias renuncias de Romanos Pontífices en la historia de la Iglesia. La más reciente
fue la de Benedicto XVI en febrero de 2013.
Naturaleza de la potestad del Papa
El Papa tiene una verdadera potestad, no una simple autoridad moral. “El Romano Pontífice
posee, como supremo pastor y doctor de la Iglesia, la potestad de jurisdicción suprema, plena
y universal, ordinaria e inmediata, sobre todos y cada uno de los pastores y fieles”. Así lo
declaró el Concilio Vaticano I en 1870, repitiendo el magisterio anterior, en particular el
Concilio de Florencia (s. XV). Esta doctrina fue reiterada por el Concilio Vaticano II en la
constitución Lumen gentium (n. 22). El Papa no es “el primero entre iguales”, como ocurre
con el Arzobispo de Canterbury entre los anglicanos, que no tiene jurisdicción fuera de su
diócesis; ni tampoco se limita a un primado de honor, reducible a un simple orden de
precedencia en actos protocolarios, como ostenta el Patriarca de Constantinopla entre las
iglesias autocéfalas ortodoxas.
Potestad propia
Por tanto, la suprema autoridad del Papa es propia: esto significa que no deriva de ninguna
otra fuera de la de Cristo, ni la recibe por delegación de nadie.
Potestad suprema
La potestad del Papa también se define como suprema. No se quiere decir que sea un poder
absoluto: El Romano Pontífice está subordinado a la palabra de Dios, a la fe católica, y es
garante de la obediencia de la Iglesia y es, en este sentido, servus servorum Dei, siervo de
los siervos de Dios. El ejercicio de su autoridad debe responder a la fidelidad a la doctrina
recibida por la Iglesia, que es el depósito de la fe.
Potestad inmediata y universal
El primado es una autoridad de naturaleza episcopal, pero inmediata y universal. Ya el
Concilio Vaticano I, en la constitución dogmática Pastor aeternus, recordó que la potestad
papal no limita ni menoscaba la de los obispos, también ordinaria e inmediata. Los obispos
no son como “jefes de sucursal” en las diócesis. La idea de que el Vaticano I en la
Constitución Pastor aeternus subrayó unilateralmente la autoridad del Papa, dejando en la
sombra a los obispos, olvida que el mismo Concilio tenía previsto también desarrollar la
doctrina sobre el colegio episcopal, pero no pudo llegar a hacerlo porque la invasión italiana
obligó a evacuar Roma con urgencia. Por otro lado, la misma constitución Pastor aeternus es
una declaración solemne de los obispos reunidos en concilio junto con el Papa.
En fin, la potestad del Papa refuerza y sostiene la de los obispos. El primado es un gran don
de Cristo a su Iglesia en cuanto servicio necesario a la unidad. Una prueba, a la inversa, de
su importancia para garantizar la legítima autonomía de los Obispos es el caso de la China
actual, donde el régimen comunista, para someter a la Iglesia, decretó la ruptura de los
obispos con Roma. Intentos similares hubo en los países de Europa oriental bajo los
gobiernos comunistas.
Funciones del Papa
La misión del Papa es la confiada a Pedro, según los Evangelios: Jesucristo le dio las “llaves
del Reino de los Cielos”, con el poder de “atar y desatar” (cfr. Mt 16, 19), para “confirmar a
los hermanos en la fe” (cfr. Lc 22, 32) y “apacentar su rebaño” (cfr. Jn 21, 15-17). O sea, es
un servicio a la unidad de la Iglesia en la fe y en la comunión. Se resume en dos aspectos:
enseñanza y gobierno.
Al obispo de Roma, corresponde la tarea de enseñar la verdad revelada y mostrarla a los
hombres. Es una misión eminentemente positiva, no se limita a condenar los errores
doctrinales. El Papa realiza esta misión de enseñanza de tres modos principales, explicaba
Juan Pablo II: “Ante todo, con la palabra”; en segundo lugar, mediante escritos, propios o
publicados con su autorización por la Curia Romana; tercero, mediante iniciativas
institucionales para impulsar el estudio y la difusión de la fe, como se suele hacer a través de
distintos consejos pontificios (Catequesis de Juan Pablo II).
Esta autoridad doctrinal suprema reside a la vez en el colegio episcopal junto con su cabeza,
el Papa. Así se manifiesta, de modo singular, en los concilios ecuménicos.
Infalibilidad pontificia
Según el dogma expuesto por el Concilio Vaticano I, el Papa goza de infalibilidad “cuando,
cumpliendo su oficio de pastor y doctor de todos los cristianos, define en virtud de su suprema
autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser sostenida por la
Iglesia universal”. Cuando el Papa pronuncia una definición infalible, se dice que habla ex
cathedra. La misma infalibilidad tienen las doctrinas expuestas con igual tenor por el colegio
episcopal junto con el Papa (cfr. Código de Derecho Canónico, canon 749). Esta autoridad
magisterial es la de declarar lo contenido en la Revelación, como precisa el mismo Concilio:
“El Espíritu Santo no fue prometido a los sucesores de Pedro para que por revelación suya
manifestaran una nueva doctrina, sino para que, con su asistencia, santamente custodiaran y
expusieran fielmente la revelación transmitida por los apóstoles”.
La infalibilidad propia de unas pocas definiciones -las dogmáticas- no significa que las
enseñanzas del Papa y del colegio episcopal sean “falibles” en los demás casos. Junto a la
infalibilidad, existe el carisma de asistencia del Espíritu Santo, concedido a Pedro y a sus
sucesores para que iluminen bien al pueblo cristiano. Este carisma no se limita a los casos
excepcionales, sino que abarca en medida diferente todo el ejercicio del magisterio. Es lo que
se conoce como magisterio ordinario del Papa. Por lo tanto, el Papa es maestro de la verdad
también con su magisterio ordinario.
Facultades de gobierno del Papa
El gobierno que ejerce el Papa está al servicio de su ministerio de unidad y de supremo pastor
en la Iglesia. Así, el Papa tiene la facultad de realizar los actos de gobierno eclesiástico
necesarios o convenientes para el bien de la Iglesia. Entre estas funciones están, por ejemplo,
dar el mandato para ordenar obispos, establecer diócesis u otras estructuras pastorales para
la atención de los fieles, promulgar leyes para toda la Iglesia, aprobar institutos religiosos
supradiocesanos, etc.
El Papa ejerce su gobierno supremo de distintas maneras, según las circunstancias y los
tiempos. Por ejemplo, en la Iglesia latina nombra directamente a los obispos, mientras que
en las Iglesias orientales, por lo general, confirma la elección del obispo realizada por el
sínodo local. La designación directa por el Papa se implantó en Occidente para evitar las
frecuentes injerencias del poder civil. En todo caso, son el bien, la utilidad o la necesidad de
la Iglesia universal las que determinan en cada momento histórico la oportunidad de los
modos de ejercer la autoridad, según la prudencia pastoral.
El primado del Papa tiene, por lo tanto, un contenido inmutable, que corresponde a su misión,
y unos aspectos variables. De hecho, la naturaleza inmutable del primado del sucesor de
Pedro se ha expresado históricamente a través de modalidades de ejercicio adecuadas a las
circunstancias de la Iglesia en cada época.
El primado del Papa y la unidad de los cristianos
El primado del Papa no fue obstáculo para la unidad de los cristianos durante el primer
milenio. La primacía del obispo de Roma fue reconocida por todos desde el principio; los
primeros testimonios documentales se remontan al siglo I, cuando la Iglesia de Corinto
recurrió al Papa san Clemente para que dirimiera sus disputas internas. Las aclamaciones a
la carta dogmática enviada por el Papa León I Magno al Concilio de Calcedonia (451) –
‘¡Pedro ha hablado por boca de León!’– atestiguan hasta qué punto el primado pontificio era
garantía para todos los cristianos, occidentales y orientales, de la unidad en la fe.
El Papa puede siempre intervenir para mantener la unidad de la fe y la comunión eclesial.
Pero las formas concretas de ejercer su autoridad pueden variar en cada momento histórico
según lo exija el bien de la Iglesia. Para disipar las reservas de los no católicos hacia el
primado papal, Juan Pablo II se refirió, en la encíclica Ut unum sint (1995), sobre el
ecumenismo, a la necesidad de “encontrar una forma de ejercicio del primado que, sin
renunciar de ningún modo a lo esencial de su misión, se abra a una situación nueva.

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