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En su comentario a los Predicamenta, de Aristóteles, Simplicio habla de este

modo de alabanza de los antiguos: “Nosotros no somos siempre capaces de distinguir


lo verdadero de lo falso, pero deseamos en eso seguir a los mejores.” Por eso, como es
útil y loable imitar las buenas acciones de los antiguos, así es bello y loable aceptar y
no rechazar lo que ellos han dicho de bueno. Esto parece convenir sobre todo a los
jóvenes porque éstos son más inventivos, pero los viejos son considerados mejores
por su juicio; por lo cual los jóvenes y los modernos, a quienes agradan las cosas
nuevas, según el dicho del maestro en las Historias, porque la novedad les es familiar
y acaricia sus oídos, no deben ensalzar las cosas nuevas tanto como para sepultar las
antiguas. En efecto, en la mayoría de los casos las nuevas doctrinas, aunque a primera
vista brillen exteriormente, al ser luego examinadas interiormente carecen de sólidos
fundamentos, van siendo abandonadas y no duran mucho tiempo (...) Ahora bien,
habiendo tratado desde mucho tiempo atrás hombres venerables sobre la música no
mensurada, como Tubalcaín antes del diluvio, y luego habiendo tratado muchísimos
otros acerca de la música mesurada, entre los cuales sobresalen el alemán Franco y
otro llamado Aristóteles, en nuestros tiempos han llegado nuevos y recientes
tratadistas de la música mensurada. Estos tienen poco respeto a los antiguos maestros,
sus mayores, y así más bien rechazan con los hechos (pese a lo que puedan decir con
sus palabras) la buena doctrina de aquellos, cambiándola en algunas partes,
corrompiéndola, reprobándola, anulándola; mientras que sería cortés y de buen gusto
imitarlos en las cosas bien dichas, excusarlos en las cosas dudosas, comentarios y
explicarlos (...).

Yo pertenezco al número de los antiguos que algunos de aquéllos llaman


burdos; yo soy viejo, ellos son agudos y jóvenes; aquellos que yo difendo están
muertos, viven aquellos contra los cuales yo disputo (...).

¿No es acaso cierto que los modernos usan casi únicamente motetes y
canciones, salvo que sus motetes insertan algunos hoquetus? Pero han dejado de lado
muchas otras composiciones que ellos no usan en la forma justa como lo hacían los
antiguos. Así los organa mensurados o no mensurados en todas sus partes, como es el
organum purum a dos voces, del cual quizá pocos entre los modernos tengan
conocimiento. Así lo conductus, composiciones tan bellas y que dan tanto deleite, que
son tan elaboradas y agradables, a dos, a tres y a cuatro voces. Así lo hoquetus
igualmente a dos, a tres, a cuatro voces (...).

No digo que los modernos no hayan hecho muchas bellas y buenas


composiciones, pero por esto los antiguos no han de ser definidos como malos y
excluidos del grupo de los cantores: una cosa buena no es enemiga de otra cosa buena
(...).

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