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Buenas tardes mis amadas hermanas, un abrazo fraternal a cada una de ustedes, espero en el

Señor que se encuentren bien, reconfortadas en la palabra de nuestro amado Dios y Rey, ruego a
Dios que este tiempo sea de bendición para nuestras vidas, y que sea para la gloria y honra de
nuestro Padre Celestial.

Continuando con nuestros devocionales de Proverbios que venimos desarrollando cada Domingo, el
día de hoy vamos a estudiar Proverbios 6:20-24, le ruego hermana querida que disponga un
tiempo, para que meditemos en la palabra de Dios así que tome su biblia y leamos todas así:
20 
Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre,
    Y no dejes la enseñanza de tu madre;
21 
Atalos siempre en tu corazón,
Enlázalos a tu cuello.
22 
Te guiarán cuando andes; cuando duermas te guardarán;
Hablarán contigo cuando despiertes.
23 
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,
Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,
24 
Para que te guarden de la mala mujer,
De la blandura de la lengua de la mujer extraña.

Bueno comencemos observando el versículo 20:

El proverbio estudiado habla inicialmente de guardar (recordemos que es atesorar en nuestro


corazón, oyendo y poniendo por obra), qué debe guardar este hijo? Pues el mandamiento de su
padre y la enseñanza de su madre.

Se entiende muy claramente en las Escrituras que la madre se entendía con la mayor parte del
entrenamiento y enseñanza de sus hijos en sus primeros años. El libro de los Proverbios habla
de "Palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre"  (Prov. 31:1). Y en lo que
concierne a Timoteo; Pablo dice: "Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras"  (2 Tim. 3:15).
Antes, en esta epístola, Pablo se refiere a la fe de la madre de Timoteo y de su abuela Loida(2 Tim.
1:5). Entonces los jóvenes eran enseñados por sus madres. Las hijas, sin duda quedaban bajo el
cuidado y guía de sus madres hasta que se casaban. Como los jóvenes iban creciendo, entonces
eran enseñados por sus padres, aun cuando nunca salieran del entrenamiento de sus madres. En el
libro de los Proverbios frecuentemente encontramos referencias a la instrucción de un padre a Su
hij0 "Guarda, Hijo mío, el mandamiento de tu padre"  (Prov. 6:20).

En la palabra de Dios encontramos ejemplos de este sistema de crianza, en el libro de Jueces 13:8

Entonces oró Manoa a Jehová, y dijo: Ah, Señor mío, yo te ruego que aquel varón de
Dios que enviaste, vuelva ahora a venir a nosotros, y nos enseñe lo que hayamos de
hacer con el niño que ha de nacer.

Otro ejemplo: José y María Lucas 2:41-49  Iban sus padres todos los años a
Jerusalén en la fiesta de la pascua;

y cuando tuvo doce años, subieron a Jerusalén conforme a la costumbre de la


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fiesta.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de
 

la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los


mandamientos y ordenanzas del Señor.

Vemos como la responsabilidad de enseñar e instruir al niño en la palabra de Dios es de ambos


padres

Ahora bien, siguiendo con los versículos 21 y 22 y para reafirmar lo que dicen estos versículos
quiero por favor que busquemos en nuestras biblias Deuteronomio 6:4-9 y me voy a permitir leerlo,
la palabra de Dios dice así:

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.



Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;

y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al
acostarte, y cuando te levantes.

Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;

y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.

 Podemos observar que lo enunciado el proverbios es la repetición de los escrito en


Deuteronomio 6
 En Deuteronomio 6 Jehová Dios habla al pueblo de Israel y dice “Oye” Israel
 En Proverbios es el consejo que le brindan los padres un hijo,
 En Deuteronomio Jehová nos demanda que le amemos con todo nuestro ser, no porque
Dios esté necesitado de que le prestemos toda nuestra atención, sino por el contrario es
porque nosotros sus hijos necesitamos en todo tiempo y momento de su presencia, de su
guianza y dirección, la cual es revelada en su palabra.

El aprendizaje por repetición es uno de los mecanismos básicos por el que los seres humanos
son capaces de adquirir nuevos conocimientos y habilidades. Se basa en el fenómeno por el cual,
cuando nos exponemos una y otra vez a un mismo estímulo, lo vamos interiorizando hasta que
pasa a formar parte de nosotros


Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Es necesario que primero estemos dispuestos como padres a obedecer, y a amar a Dios de todo
“corazón”, no podemos pretender que nuestros hijos amen al Señor, y obedezcan su palabra, si no
ven en nosotros ese ejemplo y sobretodo esa vivencia diaria.
Y antes de seguir, creo que vale la pena preguntarnos:

De qué hablo con mis hijo cuando estamos en casa?

Que ven mis hijos que hago con mis manos , o en otras palabras en que me ocupo todo el día?

Que ven mis hijos con respecto a lo que veo durante el día?

Mis hijos saben lo que pienso?

Está mi casa llena de la palabra de Dios?

Estas preguntas nos dan paso al siguiente versículo, que es el versículo 23 parte (a):
23 
Porque el mandamiento es lámpara, y la enseñanza es luz,

La lámpara es un instrumento, un instrumento que se usa para dar luz

Dice en Salmos 119:105 : “Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero” 

¿Alguna vez has bajado las escaleras a obscuras? Ya sabes, en ese momento cuando no estás muy
seguro de donde pisar, así que lentamente avanzas al tanteo intentando no caer o pisar mal… pero
en cuanto prendes la luz puedes ver todos los escalones y firmemente te agarras del barandal.
La lectura de la Biblia representa de una manera esta “luz”:

Si la Palabra de Dios es una lámpara, entonces necesitamos que la misma nos alumbre. Si es luz en
nuestra senda, entonces la necesitamos para poder seguir avanzando por el buen camino. No
podemos permanecer en la obscuridad total. No podemos caminar tropezando a cada paso.
Necesitamos de una lumbrera a nuestros pies. Necesitamos de la Palabra.

En Juan 8:12 dice: Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Quizá la razón por la que en este momento hizo tal afirmación debamos buscarla en lo que en los
días anteriores había ocurrido en el templo durante la fiesta de los tabernáculos. Allí se habían
encendido unos enormes candeleros con los que intentaban recordar la columna de fuego que
guió a los hijos de Israel durante las noches a través de su peregrinaje por el desierto (Ex
13:21).

La relación con esto no sería de extrañar, puesto que el Señor ya se había referido a otros
hechos de esa etapa del pueblo de Dios, como el maná con que el pueblo había sido sustentado
en el desierto (Jn 6:31-35) o el agua de la roca herida que sirvió para satisfacer su sed (Jn 7:37-
39).

Así pues, de la misma forma en la que Dios había iluminado a sus antepasados en el desierto,
ahora era el mismo Hijo encarnado quien les podía iluminar y dispersar las tinieblas de sus
corazones. Y no sólo a ellos, porque lo que Jesús afirmó es que él es la luz "del mundo",
indicando con esto la misión universal de su ministerio. Cristo es la luz para todos los hombres,
en todo momento y lugar. Él es la luz en el sentido absoluto.

Por supuesto, estas palabras implican que el mundo necesita de su luz porque está sumido en las
tinieblas morales y espirituales.
Al llevar la luz del evangelio al mundo, necesariamente debemos revelar cosas sobre las personas
que ellos preferirían dejar en lo oculto. La luz es incómoda para quienes están acostumbrados a la
oscuridad (Juan 3:20).

Versículo 23 parte B: Y camino de vida las reprensiones que te instruyen,

Muchas veces la palabra de Dios nos va a reprender, o a amonestar, y es muy bueno que así sea;
¿ya que de que otra manera, nos puede corregir?; y esas reprensiones son con el propósito de
instruirnos, es decir, enseñarnos el camino de vida, que es Cristo.

Hebreos 12:11 : 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de
tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Y por último:
¡Que contraste existe entre la palabra de Dios y la palabra de la mujer extraña!

Dios nos reprende y la mujer extraña nos halaga, para sacar provecho.

A manera de conclusión:

Y así esta sección concluye recapitulando verdades ya establecidas anteriormente. La instrucción


paternal proporciona guía, protección (2:11) y consejo (6:22). Esa enseñanza deberá provenir de la
Ley de Dios, porque los mandamientos de los padres, como la Palabra de Dios, deberán ser como
una lámpara y como una luz, proveyendo guía y dirección para la conducta) Salmo 119:105). Y la
disciplina, aunque dolorosa, (Hebreos 12:11ª) ayuda a mantener a una persona en el sendero
correcto, conduciéndola por el camino de la vida

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