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La historia de Urano

Un valiente unicornio. Una misión extraordinaria.

Pedro Manay Sáenz


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A mis pequeños y muy queridos


sobrinos de Chiclayo,
Trujillo y Cajamarca.

A mi hermana Tere.

A todos los niños


por edad, corazón o espíritu.
A l despertar, Urano, el unicornio, tuvo miedo. No era
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este el bosque donde habitaba. No veía su amada cascada


azulina. No encontraba las grandes flores con destellos
polícromos ni el cielo radiante y claro ni a sus queridos amigos.
¿Qué había pasado? ¿Por qué extraña circunstancia había
aparecido en este sombrío espacio de árboles oscuros y
feamente retorcidos, acaso, por sus muchos siglos de
existencia? ¿Qué lugar era este donde el cauce del río apenas si
transportaba algo de agua y de un color grisáceo? ¿Por qué había
sido traído a este bosque
donde la poca yerba que
se veía tenía un color
negruzco y un aspecto
marchito? Urano corrió
nerviosamente hacia
cualquier lado, tratando
de escapar de este lugar
deprimente…; pero seguía
viendo lo mismo. Trotó y
trotó y su cuerpo albo
parecía una perla en
medio del cieno. La poca
luz que brillaba en este
umbrío bosque era el que
irradiaba de su cuerpo.
No estaba quieto. Corría y corría hasta lograr ver algún espacio
de monte natural y saludable. Por nada del mundo, pensaba
resignarse a permanecer en este oscuro lugar. Un brillo tenue
brotaba de su cuerno de cristal. Y ya empezaba a sentir la fatiga
del ansioso esfuerzo. Estando a punto de caer tendido en el
oscuro suelo, recordó el poder de su mágico cuerno. Hizo un 4
rápido movimiento; pero nada. Esto le asustó un poco más.
Entonces, respiró profundo. Invocó mentalmente a sus
ancestros y pidió ayuda. Volvió a mover su radiante cuerno y
apareció un hermoso espíritu de su bosque:

 No tengas miedo, Urano. Has aparecido en este bosque


agonizante para que cumplas una bella misión.
 ¿Qué misión? ¿Puedes decírmela, por favor?

 ¡Tienes que lograr revivir a este bosque!


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 Pero, ¿cómo?

 Ya debo irme. En estos lugares, mi poder de


materializarme se debilita mucho. No temas por ti. Estás
protegido. ¡Te ruego, con
todo mi amor, que devuelvas
la vida a este lugar
moribundo!

 ¡Adiós!

Poco a poco, el miedo


desapareció. Urano sintió
mucha tristeza por este lugar
y, en su interior, nació un
deseo muy grande de hacer
que la vida vuelva a este
bosque. Todavía no sabía
cómo; pero recordó que ya
había tenido misiones
anteriores que cumplir. Y sin
saber también, al principio,
cómo realizarlas, al final,
logró cumplirlas. Tuvo fe. Un
unicornio es una criatura de
gran fe.
¿Qué había ocasionado que este bosque se encontrara en
tan lamentable estado? Pues, que sus habitantes, descendientes
de unas criaturas muy antiguas, de gran inteligencia y de corazón
muy puro, habían entrado en una etapa de decadencia. Quizá, era 6
Kali Yuga, la era de la oscuridad y la violencia, que anunciaba la
llegada de su tiempo y, lastimosamente, su primera evidencia
aparecía en este lugar, al que los espíritus del bosque llamaban
Arboria. Aquellos seres, antes tan amorosos y pacíficos,
empezaron a odiarse entre sí. La antigua lengua que hablaban
–similar al idioma gaélico de los antiguos irlandeses–, tan dulce y
tan sagrado, comenzó a corromperse. Aparecieron las palabras
ofensivas. En sus miradas, se notaba la ira. Y en sus corazones,
brotó la yerba mala del rencor y la violencia. Comenzaron a
dividirse y a pelearse sin motivo alguno. El amor sobrevivía, en
mínima proporción, solo en pocos, los que todavía recordaban
cómo había sido Arboria. La mayoría, disfrutaba de hacer el mal
e incluso crearon ídolos de aspecto grotesco a los cuales
adoraban en medio de sórdidos rituales para los cuales bebían
líquidos alucinógenos. Fue entonces, que Aquél de los
Innumerables Nombres, El que Todo lo Ve y Todo lo Sabe,
castigó a los habitantes de Arboria a los cuales desapareció una
noche de invierno. E hizo que todo el bosque se fuera
marchitando de a pocos, hasta que muriera todo árbol y yerba
que había nacido allí. Pero Él, El Infinitamente Misericordioso,
El que Siempre Ofrece una Oportunidad para Redimirse,
estableció que Arboria volvería a renacer al cabo de cien años,
cuando un ser de corazón muy puro y de gran fe llegara a este
reino muerto e hiciera lo que era necesario hacer. Los cien años
ya se habían cumplido. Y el ser indicado era Urano. Pero había
algo más: Urano solo disponía de dos días para cumplir su misión.
Y, de no lograrlo, Arboria pasaría por otros cien años de
oscuridad y desolación. Así que el problema era saber qué es lo
que tenía que hacer y hacerlo pronto. Entonces, Urano rogó y
rogó a Zhaá, la diosa de todo lo oculto. Y ella, que también
deseaba ver renacer a Arboria, apareció como una dulce brisa y 7
le habló al oído a Urano:

 Alabo el sacrificio que vas a realizar por Arboria. Ten


Fe y Amor.

 Por favor, dime, sapientísima Zhaá, ¿qué debo hacer?

 Cinco pruebas. Pero debo ir diciéndotelas una por una. La


primera: deberás luchar contra las fuerzas oscuras que
destruyeron a la otrora bellísima Arboria. ¡Adiós!

No bien hubo anunciado la


primera prueba, apareció un
viento huracanado acompañado
de un polvo oscuro como el
hollín. Era el odio que venía
decidido a acabar con Urano. El
terrible viento logró tumbar al
unicornio; pero él, con gran
valor se puso de pie y, con
fuerte voz, decía:

 ¡Márchate de aquí, fuerza oscura del odio! ¡Y no vuelvas


nunca más!
 ¿Cómo piensas ahuyentarme tú, un pequeño unicornio
solitario!
 Con la fuerza del Amor.

Apenas escuchó hablar del Amor, el odio se enfureció aún


más y arremetió con mayor fuerza contra el unicornio. Algunos 8
troncos secos comenzaron a volar por los aires. Un sonido
lúgubre nacía del intimidante odio.

 ¡El amor es de los débiles! En cambio, el odio es de los


poderosos. Los que gobiernan, los que vencen, son los que se
arman de odio. ¡Olvídate del amor! ¡Mira cómo te han enviado a
ti: solito para enfrentarme!

 Mis dos armas son la Fe y el Amor.

 ¿Así? Pues, ¡conoce, ahora, las mías!

Y diciendo eso, con palabras extrañas


y horrísonas, convocó a otras fuerzas
igualmente oscuras. Y, entonces,
aparecieron -cual fantasmas informes- el
rencor, la hipocresía, la envidia y la mentira,
gritando a una sola voz:

 ¡Te derrotaremos, unicornio


atrevido! ¿No entiendes que Arboria, esta
vez, nos pertenece?

Y gritando eso, el viento y los


fantasmas se convirtieron en un solo huracán que arrancaba
raíces y piedras. Urano resistía y enviaba, a través de su cuerno
de cristal, dos nítidos rayos: el dorado, del Amor; y el azul, de la
Fe. Cada vez que sus rayos tocaban el centro del huracán,
aquellos seres oscuros emitían espantosos gritos de dolor y
desesperación. La batalla duró largas horas. Urano casi caía
derrotado; pero la fuerza de su Amor era tan grande y su Fe 9
estaba tan fortalecida, que logró derrotarlos. Las fuerzas
oscuras se desvanecieron y Urano se
tumbó en el suelo, casi sin vida. Fue
entonces que apareció el espíritu de
Zhaá, esta vez, en forma de
mariposa:

 No hay tiempo para


descansar, valiente Urano.

 ¿Cuál es la segunda prueba?

 Tienes que entregar tu cuerno de cristal.

 ¿Mi cuerno de cristal? ¿Cómo podría seguir siendo


unicornio sin mi cuerno de cristal?

 Volveré a aparecer si es que cumples con esta prueba.


¡Te amo!

Urano supo, por su cronometría intuitiva, que quedaba muy


poco tiempo. En realidad, la lucha contra las fuerzas oscuras
había durado casi veinte horas. Caminó lentamente hacia el río
semiseco. Tocó su cuerno de cristal que ahora emitía hermoso y
brillantísimos destellos. “Perderé mi cuerno de cristal y con él,
toda mi magia; pero, vivirá en mi corazón el recuerdo de haberlo
hecho por ti, Arboria. Por tu renacimiento, acepto perder aquello
que es más querido por un unicornio, aquello que lo distingue y lo
embellece. Aquí está mi cuerno de cristal para que vuelvas a
vivir, querida Arboria”. Con lágrimas en el rostro, el unicornio
puso su hermoso cuerno de cristal en la ribera del río e, 10
inmediatamente, se obró un prodigio: el río se llenó de abundante
agua limpia, muy limpia. Brotaba como una melodía, un poco triste
y un poco alegre, del interior del río. Pero el resto, la yerba y los
árboles, el suelo y el firmamento, seguían siendo
oscuros.

En la forma de una golondrina, por tercera


vez, apareció Zhaá.

 ¡Te amo mucho más,


Urano! Pero el renacimiento de
Arboria te exige un nuevo
sacrificio!

 ¿Acaso, debo luchar


nuevamente contra las fuerzas
de la oscuridad?

 No, Urano, no. Ahora,


deberás ofrecer el color de tu
cuerpo.

Y, sin decir adiós, la


golondrina desapareció.
 He perdido casi todas mis
energías luchando contra las
fuerzas oscuras. He perdido mi muy
querido cuerno de cristal.
¿Perderé, ahora, el color de mi 11
cuerpo?

Y un resplandor extraordinario
brotaba, en ese instante,
precisamente, de su cuerpo, más
blanco que la nieve, más blanco que
los nimbos de plata del cielo
primaveral. Era la pureza de su alma.
Era la ternura de su corazón. Aquel
color albo de su cuerpo no era un simple color material. Era el
símbolo de la bondad esencial de todo unicornio. Era un símbolo
similar al brillo del Sol, a la luz de la Luna, al perfume de las
flores, al azul del firmamento.

Urano sabía que, al perder su cuerno de cristal y el color


albo de su cuerpo, perdería su identidad de unicornio. Por un
momento, pensó desistir; pero su Amor pudo más: “Tal vez, sea
un unicornio menos; pero Arboria, como el Fénix, revivirá y en
sus hermosos campos correrán, también, felices unicornios
celebrando la nueva vida y la esplendorosa belleza de este gran
bosque que, por tanto tiempo, había estado yerto”. Habiendo
dicho tales palabras, ocurrió un nuevo suceso extraordinario: el
cuerpo de Urano tomó el triste y oscuro color del bosque muerto
y, a cambio de su sacrificio, todos los seres bosquesinos
reaparecieron, con sus colores bellos y espléndidos: las flores,
las aves, los árboles, la yerba, las piedras,... Pero el cielo, y solo
el cielo, seguía teniendo un color triste y ceniciento, lo cual
quería decir que faltaba la cuarta prueba. Zhaá, en la forma de
una rosa, le habló nuevamente a Urano:

 Pensarás que ya has dado 12


demasiado. Temo que la cuarta prueba no
llegue a realizarse. Y, ¡solo quedan unos
pocos instantes!

 ¡No demores en decírmela!

 Tienes que ofrecer, por Arboria,


tu... corazón.

Había dolor en la voz de Zhaá. Y en la mirada vidriosa de


Urano, podía leerse también una gran tristeza. Había perdido
sus fuerzas, había perdido su bello y mágico cuerno de cristal,
había perdido el albo y brillante color de su cuerpo. Ya no era
unicornio. Al volver a su reino, iría a vivir en un lugar distante de
los demás unicornios que, aún cuando lo aceptaran, lo verían
diferente. Pero le quedaba el consuelo de guardar en la memoria
de su corazón que había perdido aquellas tres hermosas
cualidades por el renacimiento de Arboria. ¡Y ahora le pedían que
pierda también su corazón! ¿Qué le quedaría? Por un momento,
sintió profundo pesar y una grande e hiriente duda... Pero, una
vez más, ganó su Amor. Y el Amor le decía que el sacrificio
personal valía la pena a cambio del renacimiento de todo un reino
y de la felicidad de sus habitantes. “Tal vez, muera –pensó- al
cumplir la cuarta prueba. Y no veré Arboria con sus bosques y
sus felices habitantes, reconstruyendo el hermoso reino. Pero,
habré cumplido la misión para la cual fui elegido como la habría
cumplido cualquier otro unicornio: con desprendimiento y con
Amor. ¡Arboria volverá a ser el maravilloso reino que antes fue!”.

 Puedes estar tranquila, Zhaá; he decidido entregar mi


corazón. 13

No hubo respuesta. El
unicornio se acostó sobre la
yerba y miró con alegría y con
tristeza el campo, ahora,
maravillosamente vivo y
multicolor. Observó, luego, el
cielo que, conforme él iba
durmiendo y suavizando su
respiración, se iba aclarando,
aclarando, hasta recuperar su hermosísimo tono original.
Incluso, empezaron a brillar algunas estrellas. Al instante, por
el Este, brotó un impactante Arco Iris que hizo que las aves
trinaran con mayor inspiración. Todos los seres de Arboria veían
cómo se desprendía lentamente el corazón del cuerpo fatigado
del unicornio y cómo el corazón irradiaba una luz muy dorada –la
Luz del Amor– e iba ascendiendo, ascendiendo, hasta ingresar a
las excelsas alturas del cielo, ¡que ya era el cielo espléndido y
brillante de la amada Arboria! El bosque había renacido. La
misión parecía estar cumplida. Pero,... faltaba la última parte.
Urano no había
muerto. Había perdido el
corazón; pero se le había
concedido seguir con vida.
Con vida, para la última 14
prueba.

 ¿Te das cuenta de


lo único que falta en esta
hermosa Arboria renacida
gracias a tu sacrificio?
preguntó Zhaá que, sin
perder un segundo, había
reaparecido en su
destellante forma original,
con su túnica celeste y su
delicada corona de oro.

 ¡Faltan sus habitantes, Zhaá! ¡No entiendo por qué no


aparecen!

 En solo una exhalación aparecerán, querido Urano,


siempre que estés dispuesto a pasar la quinta y última prueba.

 Ya nada tengo que dar, hermosa Zhaá.

 Todavía tienes algo, lo último que dar.

 ¿Qué?
 Lo debo decir directa e inmediatamente; el tiempo se
acaba. La quinta prueba es que debes dar, ¡oh, querido y valiente
Urano... !, ¡debes dar tu vida! pese a ser diosa, Zhaá no pudo
contener las lágrimas. Y para que el unicornio no lo notara,
desapareció inmediatamente. 15

Urano sintió un estremecimiento. ¿Tendría valor para


entregar lo último que le quedaba?: ¡su vida, su propia vida! Le
quedaba el consuelo de vivir aunque sea apartado de los albos
unicornios de su reino, en el amado recuerdo de haber salvado a
Arboria de cien años más de muerte y desolación. Pero, incluso
eso, ya no sería posible. ¿Tendría que volver solo en espíritu,
como un soplo de primavera, a mirar -con la visión inmaterial del
espíritu- la belleza renacida de este reino? Repentinamente, una
luz interrumpió su pensamiento. Y oyó una suave voz:

 Me llamo Oriana; soy una ninfa del aire. Me envía la diosa


Zhaá. Hay algo que debes saber: puedes decidir..., ¡quedar con
vida!

 Pero, ¡Arboria volvería a morir!

 ¡No! Arboria ya renació gracias a tus sacrificios. Tú


puedes vivir. Lo único que pasará es que Arboria vivirá con todos
los hermosos seres que ahora tú estás viendo. Con aves, flores,
ríos, árboles,... Pero, no revivirán sus antiguos habitantes. Quizá,
sea el castigo que se merecen por haberse entregado tan
fácilmente a las fuerzas oscuras.
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 Te agradezco, ninfa del aire. Tu información es muy


valiosa. Pero, dile a Zhaá que deseo culminar mi misión. ¡Y dile
que no me olvide! Me hará falta su compañía para que mi alma
pueda encontrar el camino que deberé transitar en la otra
dimensión. ¡Toma, Oriana, mi vida y entrégala por los habitantes
de Arboria!

La bella criatura del aire tomó delicada y amorosamente el


cuerpo del unicornio y lo llevó hacia el hermoso río renacido. Las
aguas lo recibieron con profundo respeto y con amor y lo
deslizaron suavemente hacia el centro del bosque donde el
cuerpo de Urano se desvaneció. En ese instante, reaparecieron
los habitantes de Arboria, emocionados, arrepentidos; y se
abrazaban y se prometían restablecer, para siempre, el reino del
Amor, la Paz y la Armonía.

En la otra dimensión, Zhaá guiaba amorosamente al alma de 17


Urano que, por la gran misión realizada, ascendía dichosamente
hacia el Reino del Amor, la Felicidad y la Belleza Eternos.
Los habitantes de Arboria construyeron una hermosa
estatua de oro que representaba a Urano. Y, de tiempo en
tiempo, le cantaban hermosas canciones que los poetas más
profundos e inspirados le componían. Colocaban guirnaldas de 18
rosas en el cuello de la estatua. Y le contaban a los arborienses
más pequeñitos el gran sacrificio que hizo el unicornio Urano
para resucitar a Arboria.
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Especial agradecimiento
a los autores de las imágenes
utilizadas en esta edición.

Septiembre, 2021 (versión digital)


Chiclayo – Perú

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