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I.- ANTECEDENTES:
En cuanto al nacimiento de este contrato podemos decir que éste tendría su antecedente
en la llamada Commenda Medieval (antigua forma de colaboración mercantil a través
del negocio de participación o empresa secreta) en cuyo término el commendator
confía el dinero o mercancía al commendatario para su utilización comercial en un
viaje, concluido el cual se repartían las ganancias o pérdidas en la proporción
convenida. Parece ser que el auge de este contrato en la Alta Edad Media habría sido
propiciado involuntariamente por la prohibición del préstamo con intereses.
Esta es la razón por la cual, a decir de Elías La Rosa, “… el contrato de asociación en
participación, tal como lo señala la doctrina, apunta a objetivos similares a los de los
socios de las sociedades en comandita”.
Esto también es tomado en cuenta por Brunetti quien sobre el tema señala que “las
afinidades entre la sociedad en comandita simple y la asociación en participación son
realmente externas; las diferencias de estructura son notables.
II.- CONTRATOS ASOCIATIVOS:
Antes de referirnos al tratamiento que el Contrato de Asociación en Participación tiene
en nuestra legislación societaria. Conviene primero analizar la figura de los llamados
contratos asociativos, dentro de los cuales esta institución constituye una de sus clases.
Muchos autores se han pronunciado sobre la naturaleza de estos contratos, algunos
como:
Farina, afirman que “los contratos asociativos serían contratos plurilaterales en sentido
funcional y de colaboración”1,
Messineo, señala que “… todo contrato asociativo será de colaboración, mientras que
no todo contrato de colaboración habrá de ser asociativo”2,
Y en la doctrina peruana el Maestro Manuel de la Puente y Lavalle es de la opinión
que los contratos asociativos serían un tipo especial de contrato de colaboración donde
el interés de los contratantes de alcanzar la finalidad común es principal para todos
ellos.3
Antes de pasar a definir qué se entiende por contrato asociativo, debemos primero
analizar qué se entiende por contrato de colaboración, contrato de organización,
contrato plurilateral, y a partir de allí, poder establecer las semejanzas y diferencias
entre estos institutos.
Se ha entendido por contrato de colaboración aquel en el cual media una función de
cooperación de una parte hacia la otra o recíproca, colaboran para alcanzar el fin que
determina finalmente la concreción del contrato.
Por su lado el contrato de organización, es concebido por la doctrina como aquel que
presupone una relación de negocios sujeta a un desenvolvimiento continuado, por lo
cual indefectiblemente estaremos ante un contrato de duración determinada. También
caracteriza a estos contratos la existencia en ellos de todo un plexo normativo, integrado
por cláusulas que regulen cómo habrá de estructurarse la administración, la
fiscalización del negocio, los
1 FARINA, Juan M: Contratos comerciales modernos. Editorial Astrea, Buenos Aires, 1993. Pág 744.
2 MESSINEO, Francesco: Derecho Civil y Comercial.
3 MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE. El contrato en general.
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La nueva ley ha optado por tipificarlo junto con el contrato de consorcio como un
contrato asociativo, participando de las características que poseen estos tipos
contractuales.
El artículo 440º de la Ley contiene una definición de estos contratos. El artículo en
mención señala:
Artículo 440º.- Contrato de Asociación en
participación: Es el contrato por el cual una persona,
denominada asociante concede a otra u otras personas
denominadas asociados, una participación en el resultado
o en las utilidades de uno o de varios negocios o empresas
del asociante, a cambio de determinada contribución.
no hay por tanto, deudas propias de la cuenta en participación, sino deudas propias del
gestor.
4. Sobre la participación de los socios.
Como bien se señaló al detallar el concepto de los contratos de Asociación en
Participación; los asociados se vinculan al negocio con el propósito de ser parte de los
resultados del mismo en cuanto a sus utilidades. Sin embargo, ello no obsta a que
también y, en cierta medida, participen de las pérdidas generadas en él. Así, señala el
artículo 444º de la Ley, el cual señala:
La autonomía de las partes genera que dentro de sus libertades se puedan plasmar en el
programa contractual el porcentaje de participación de los socios tanto de las pérdidas
como de las utilidades sin ningún límite establecido suplementariamente por la Ley. La
presunción de la norma es una iuris tantum y por tanto, admite la prueba en contrario.
Lo que significa, en palabras de Walker Villanueva6, que la participación de los
asociados se limita en esta modalidad de contratación a la eventual atribución de los
resultados positivos (utilidades) o negativos (pérdidas) provenientes del desarrollo de la
actividad empresarial por parte del asociante. Y eventualmente, una fiscalización o
rendición de cuentas esporádicas.
Dentro de este aspecto, es importante rescatar el deber del asociante de rendir cuentas
del resultado de su gestión y de liquidar a las empresas asociadas, según los resultados
del negocio. Asimismo; el derecho del asociado de solicitar información respecto de
los balances y contabilidad del negocio.
5. Presunción de Propiedad de bienes contribuidos:
La ley señala de manera expresa que respecto de terceros, los bienes contribuidos por
los asociados se presumen de propiedad del asociante, salvo aquellos que se encuentren
inscritos en el Registro a nombre del asociado.
6 Villanueva Gutiérrez, Walker. Tratado del IGV Regímenes General y Especiales. Pacífico
Editores. Edición – Enero 2014. Lima. Pág. 594.
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❖ Como puede apreciarse, se trata de una forma asociativa que persigue una finalidad
semejante a la de una sociedad, pero que no puede confundirse con ésta.
La existencia del elemento efectivo y el carácter personal del contrato originan que el
asociante no puede, sin el consentimiento del asociado, atribuir participación para la
misma empresa o para el mismo negocio a otras personas.
Para la celebración del contrato se exige la forma escrita, pudiendo ser escritura
pública o documento privado, pero no obliga la inscripción en el Registro Mercantil.
La exigencia de la forma escrita evita las dificultades de la prueba.
IV.- ELEMENTOS:
Como elementos de este contrato podríamos mencionar los siguientes:
a. En relación a los sujetos, como hemos mencionado, se involucra a dos partes. Por un
lado, al asociante que actúa como gestor y es aquel que tiene a su cargo la
administración del negocio y actúa a nombre propio frente a terceros, y por otro lado el
asociado que permanece oculto y no tiene parte en la conducción de la empresa pero sí
en las pérdidas o utilidades del negocio conjunto. Nada obsta para que ambas partes
puedan se r personas naturales o personas jurídicas.
b. El objeto de esta institución tal como lo señala el artículo 440 de la Ley General de
Sociedades, es la participación conjunta en el resultado o en las utilidades de uno o
varios negocios o empresas del asocian te, a cambio de una determinada retribución.
Por tanto su objeto es la realización de una o más operaciones determinadas y
transitorias que pueden ser de diferente tipo, tales como obras de construcción,
operaciones de producción o inversiones conjuntas, etc.
c. La formalidad, para el caso del contrato de asociación en participación, dada su
calidad de contrato asociativo, le es también aplicable según lo establecido en el artículo
438 de la Ley General de Sociedades, donde se establece que la única formalidad
exigible a este tipo de contratos es que debe celebrarse por escrito, sin necesidad de que
se sujete el mismo a inscripción alguna en el Registro Público. En este orden de ideas,
este tipo de contrato podría celebrarse por Escritura Pública o documento privado.
d. Ahora, si bien la ley no prescribe sanción por la inobservancia de esta
formalidad, al ser el medio escrito sólo prueba del contrato (formalidad ad
probationem), se entiende que la existencia del mismo podrá demostrarse por
cualquier medio de prueba que ponga de manifiesto la intención de las partes. V.-
PARTICIPACION DE LAS PARTES:
Si en el pacto no se hubiese señalado la proporción que corresponde a las partes, la
participación en las pérdidas será en la misma medida en que se participa en las
utilidades, pero en ningún caso las pérdidas que afectan al asociado podrán superar el
valor de su aporte. La libertad para determinar en el pacto la participación que puede
corresponder a las partes, no puede llegar al extremo de librar a alguna de el las de todo
riesgo, porque se estaría en presencia de un pacto leonino, que la ley repudia.
Además, de lo que resulta expresado en relación con la administración en cuanto afecta
a los socios desde el pacto interno, cabe señalar otras obligaciones que se generan entre
ellos. La primera sería la de entregar por parte del asociado el capital convenido.
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La libertad contractual implica que en todo contrato, las partes tienen derecho a
establecer los pactos o estipulaciones que consideren convenientes a sus intereses,
dentro de los límites que impone la propia ley7.
Como veremos más adelante, la libertad contractual es fundamental para establecer que
las condiciones de un contrato asociativo, como el de asociación en participación,
dependan, fundamentalmente, de lo que decidan las partes, siempre que no
contravengan disposiciones legales de obligatorio cumplimiento.
X.- CONTRATO DE ASOCIACION EN PARTICIPACION Y EL CONTRATO
DE CONSORCIO:
Si rescatamos la interesante explicación histórica que VILLANUEVA GUTIERREZ
describe con respecto a este tipo de contrato de consorcio. El menciona que “El
consorcio como modalidad contractual ha surgido en la doctrina italiana a propósito del
fenómeno económico de la coalición de empresas, que versa sobre las limitaciones
contractuales de la libertad de concurrencia. Esto es, la tendencia de las empresas de
coordinar sus recíprocas relaciones de competencia en el mercado, en los ámbitos de sus
propias acciones y con la finalidad de afrontar conjuntamente el mercado. En este
fenómeno económico de la coalición de empresas, se describe a los carteles, grupos
industriales y los consorcios”8.
La Ley General de Sociedades indica en su artículo 445º con respecto al contrato de
consorcio lo siguiente:
7 NORTHCOTE SANDOVAL, Cristhian. ¿Y qué pasa con el derecho a la libertad de los independientes al
aportar a una AFP?. Actualidad Empresarial Nº 286 – Primera quincena de setiembre 2013. Página X-
3. 8 VILLANUEVA GUTIERREZ, Walker. Ob. Cit. Página 584.
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Con respecto a la afectación de los bienes al consorcio, el texto del artículo 446º de la
Ley General de Sociedades indica que:
Un punto que conviene resaltar es que el consorcio al no crear una persona jurídica no
puede registrar bienes en los registros públicos, motivo por el cual si las partes del
consorcio adquieren un vehículo o un inmueble, en ambos casos se determina la
copropiedad y el registro correspondiente será a favor de cada uno de los copropietarios
en los porcentajes acordados a su participación.
En lo que respecta a la relación con los terceros y las responsabilidades, el artículo 447º
nos precisa que
“Cada miembro del consorcio se vincula individualmente
con terceros en el desempeño de la actividad que le
corresponde en el consorcio, adquiriendo derechos y
asumiendo obligaciones y responsabilidades a título
particular. Cuando el consorcio contrate con terceros, la
responsabilidad será solidaria entre los miembros del
consorcio solo si así se pacta en el contrato o lo dispone la
ley”.