Está en la página 1de 11

lOMoARcPSD|9649951

lOMoARcPSD|9649951

CONTRATO DE ASOCIACION EN PARTICIPACION

I.- ANTECEDENTES:
En cuanto al nacimiento de este contrato podemos decir que éste tendría su antecedente
en la llamada Commenda Medieval (antigua forma de colaboración mercantil a través
del negocio de participación o empresa secreta) en cuyo término el commendator
confía el dinero o mercancía al commendatario para su utilización comercial en un
viaje, concluido el cual se repartían las ganancias o pérdidas en la proporción
convenida. Parece ser que el auge de este contrato en la Alta Edad Media habría sido
propiciado involuntariamente por la prohibición del préstamo con intereses.
Esta es la razón por la cual, a decir de Elías La Rosa, “… el contrato de asociación en
participación, tal como lo señala la doctrina, apunta a objetivos similares a los de los
socios de las sociedades en comandita”.
Esto también es tomado en cuenta por Brunetti quien sobre el tema señala que “las
afinidades entre la sociedad en comandita simple y la asociación en participación son
realmente externas; las diferencias de estructura son notables.
II.- CONTRATOS ASOCIATIVOS:
Antes de referirnos al tratamiento que el Contrato de Asociación en Participación tiene
en nuestra legislación societaria. Conviene primero analizar la figura de los llamados
contratos asociativos, dentro de los cuales esta institución constituye una de sus clases.
Muchos autores se han pronunciado sobre la naturaleza de estos contratos, algunos
como:
Farina, afirman que “los contratos asociativos serían contratos plurilaterales en sentido
funcional y de colaboración”1,
Messineo, señala que “… todo contrato asociativo será de colaboración, mientras que
no todo contrato de colaboración habrá de ser asociativo”2,
Y en la doctrina peruana el Maestro Manuel de la Puente y Lavalle es de la opinión
que los contratos asociativos serían un tipo especial de contrato de colaboración donde
el interés de los contratantes de alcanzar la finalidad común es principal para todos
ellos.3
Antes de pasar a definir qué se entiende por contrato asociativo, debemos primero
analizar qué se entiende por contrato de colaboración, contrato de organización,
contrato plurilateral, y a partir de allí, poder establecer las semejanzas y diferencias
entre estos institutos.
Se ha entendido por contrato de colaboración aquel en el cual media una función de
cooperación de una parte hacia la otra o recíproca, colaboran para alcanzar el fin que
determina finalmente la concreción del contrato.
Por su lado el contrato de organización, es concebido por la doctrina como aquel que
presupone una relación de negocios sujeta a un desenvolvimiento continuado, por lo
cual indefectiblemente estaremos ante un contrato de duración determinada. También
caracteriza a estos contratos la existencia en ellos de todo un plexo normativo, integrado
por cláusulas que regulen cómo habrá de estructurarse la administración, la
fiscalización del negocio, los

1 FARINA, Juan M: Contratos comerciales modernos. Editorial Astrea, Buenos Aires, 1993. Pág 744.
2 MESSINEO, Francesco: Derecho Civil y Comercial.
3 MANUEL DE LA PUENTE Y LAVALLE. El contrato en general.
lOMoARcPSD|9649951

mecanismos deliberativos y demás resoluciones encaminadas a decidir cuestiones


comunes a los co – contratantes.
Debemos entender por contratos plurilaterales, aquellos que se celebran por más de
dos partes.
Teniendo en cuenta lo antes expuesto, podemos ahora sí, pasar a definir lo que se
entiende por contrato asociativo. La doctrina considera a éstos como Contratos
plurilaterales en sentido funcional y de colaboración. Esto equivale a decir que estarían
comprendidos en este caso aquellas figuras en las cuales las partes sin renunciar a
sus intereses individuales se obligan a efectuar prestaciones y a colaborar para el
logro de un fin común. Se le reconoce incluso un sentido lato, reservando la categoría
para aquellas figuras en las que existe un asociante y uno o más asociados y a los
llamados contratos asociativos en sentido propio donde todos los intervinientes son
asociados entre sí (con participación directa y a título igualitario), sin que exista un
asociante.
Nuestra Ley General de Sociedades teniendo en cuenta estas posiciones es que ha
optado por denominar contratos asociativos a la Asociación en Participación y al
Consorcio, dejando la puerta abierta para que puedan celebrarse otros tipos de contratos
que si bien no sean nominativos cumplan con las características establecidas en la ley4.
Se ha optado por definir al contrato asociativo como aquel contrato cuyo objetivo
principal es crear y regular relaciones de participación, integración o negocios. Se
precisa que este tipo de contrato no genera personalidad jurídica, que éste debe
formalizarse por escrito y que no está sujeto a la obligación de inscribirlo en Registros
Públicos. Asimismo que las partes están obligadas, por regla general, a efectuar las
contribuciones en dinero, bienes o servicios establecidas en el contrato, estableciéndose
el tratamiento que se debe dar en caso las partes no hubieren indicado el monto de las
contribuciones a aportar con ocasión de su celebración.
De lo expresado se puede observar que el legislador ha optado por reconocerle a esta
institución su verdadera esencia contractual, poniendo fin a un tema que ha sido objeto
de intensa discusión en la doctrina comparada. La regulación de este instituto es variada
en los diferentes países, se le ha legislado algunas veces como un tipo especial de
sociedad y en otras como un contrato sui generis.
Sin embargo sobre este punto conviene señalar que en el caso peruano, la ley derogada
no reguló esta institución como tal sino que sólo consideró a una de las formas de estos
contratos – como veremos más adelante – como un contrato nominado y típico sin
reconocerle su carácter asociativo.
La nueva ley ha optado por recoger la figura de los contratos asociativos, sin embargo,
ésta ha sido regulada en forma amplia, a fin de que las partes, en virtud de la autonomía
de la voluntad, puedan añadir el contenido deseado de acuerdo a sus necesidades;
evitando así la limitación del desarrollo de esta institución como herramienta valiosa de
la actividad comercial.
III.- EL CONTRATO DE ASOCIACIÓN EN PARTICIPACIÓN:
El contrato de Asociación en Participación tenía una regulación propia en la derogada
Ley General de Sociedades, al igual que en la legislación actual.

4 Ley Nº 26887 (en adelante la Ley).


lOMoARcPSD|9649951

La nueva ley ha optado por tipificarlo junto con el contrato de consorcio como un
contrato asociativo, participando de las características que poseen estos tipos
contractuales.
El artículo 440º de la Ley contiene una definición de estos contratos. El artículo en
mención señala:
Artículo 440º.- Contrato de Asociación en
participación: Es el contrato por el cual una persona,
denominada asociante concede a otra u otras personas
denominadas asociados, una participación en el resultado
o en las utilidades de uno o de varios negocios o empresas
del asociante, a cambio de determinada contribución.

Siguiendo lo descrito por la norma, los contratos de asociación en participación son


aquellos en los que intervienen, por lo menos, dos sujetos. En donde uno de ellos quién
es el dueño del negocio, denominado asociante, permite que otros sujeto, denominado
asociado, a cambio de una determinada contribución, participe en los resultados del
negocio para que en conjunto obtengan finalidades que le sean beneficiosas.
Se señala que en la presente figura contractual, se pueden vislumbrar dos tipos de
intereses, uno común y otro individual. Así pues, ambos individuos, asociante y
asociado, tendrán como interés común (como resulta lógico) la realización de
determinado negocio que les proporcione beneficios. Por otro lado, el interés inmediato
particular del asociante, será el de obtener capital sin la necesidad de recurrir a un
préstamo, mientras que el estímulo del asociado, será el de invertir sus bienes sin tener
que realizar actos de gestión alguno.5
❖ Así pues las principales características de este contrato son:
1. Es un contrato más no una sociedad:
La Ley General de sociedades señala en su artículo 438º que el contrato asociativo no
genera una persona jurídica distinta de las personas que se encuentran vinculadas al
negocio ya que carece de razón social y no se encuentra sujeta a su inscripción en el
Registro Público, por lo que se trata de un fenómeno contractual en donde los sujetos
intervinientes manifiestan su voluntad de celebrar un contrato de modo de que se creen,
modifique, extinguen situaciones jurídicas determinadas.
2. La Gestión del Negocio es del Asociante:
Como señala el artículo 441º de la Ley, el asociante actúa en nombre propio, lo que
implica que es él quien asume la gestión del negocio y por tanto es en cabeza de él que
nace la responsabilidad ante cualquier daño o perjuicio generado sobre terceros.
Asimismo, se debe de recalcar que si bien el asociante dirige el negocio, no puede
atribuir la participación de otras personas, ajenas al negocio, sin consentimiento expreso
de los asociados.
3. No se establece relación alguna entre los terceros y el asociado.
Esta característica se desprende de la característica anterior, ya que quién tiene la
responsabilidad del negocio es el asociante quién es al que le corresponde única y
exclusivamente la responsabilidad en caso de que se generen hecho anómalos que
afecten los intereses de terceros. En ese sentido,

5 Navarro Palacios, Indira. “Análisis tributario de los Contratos de Asociación en Participación y


de Consorcio”. Publicado en Revista Peruana de Derecho de la Empresa “Temas Societarios”
lOMoARcPSD|9649951

no hay por tanto, deudas propias de la cuenta en participación, sino deudas propias del
gestor.
4. Sobre la participación de los socios.
Como bien se señaló al detallar el concepto de los contratos de Asociación en
Participación; los asociados se vinculan al negocio con el propósito de ser parte de los
resultados del mismo en cuanto a sus utilidades. Sin embargo, ello no obsta a que
también y, en cierta medida, participen de las pérdidas generadas en él. Así, señala el
artículo 444º de la Ley, el cual señala:

Artículo 444º.- Participaciones y casos especiales:


Salvo pacto en contrario, los asociados participan en las
pérdidas en la misma medida en que participan en las
utilidades y las pérdidas que los afecten no exceden el
importe de su contribución. Se puede convenir en el
contrato que una persona participe en las utilidades sin
participación en las perdidas así como que se le atribuya
participación en las utilidades o en las perdidas sin que
exista una determinada contribución.

La autonomía de las partes genera que dentro de sus libertades se puedan plasmar en el
programa contractual el porcentaje de participación de los socios tanto de las pérdidas
como de las utilidades sin ningún límite establecido suplementariamente por la Ley. La
presunción de la norma es una iuris tantum y por tanto, admite la prueba en contrario.
Lo que significa, en palabras de Walker Villanueva6, que la participación de los
asociados se limita en esta modalidad de contratación a la eventual atribución de los
resultados positivos (utilidades) o negativos (pérdidas) provenientes del desarrollo de la
actividad empresarial por parte del asociante. Y eventualmente, una fiscalización o
rendición de cuentas esporádicas.
Dentro de este aspecto, es importante rescatar el deber del asociante de rendir cuentas
del resultado de su gestión y de liquidar a las empresas asociadas, según los resultados
del negocio. Asimismo; el derecho del asociado de solicitar información respecto de
los balances y contabilidad del negocio.
5. Presunción de Propiedad de bienes contribuidos:
La ley señala de manera expresa que respecto de terceros, los bienes contribuidos por
los asociados se presumen de propiedad del asociante, salvo aquellos que se encuentren
inscritos en el Registro a nombre del asociado.

Artículo 443º.- Presunción de propiedad de los


bienes contribuidos: Respecto de terceros, los bienes
contribuidos por los asociados se presumen de propiedad
del asociante, salvo aquellos que se encuentren inscritos en
el Registro a nombre del asociado.

6 Villanueva Gutiérrez, Walker. Tratado del IGV Regímenes General y Especiales. Pacífico
Editores. Edición – Enero 2014. Lima. Pág. 594.
lOMoARcPSD|9649951

❖ Como puede apreciarse, se trata de una forma asociativa que persigue una finalidad
semejante a la de una sociedad, pero que no puede confundirse con ésta.
La existencia del elemento efectivo y el carácter personal del contrato originan que el
asociante no puede, sin el consentimiento del asociado, atribuir participación para la
misma empresa o para el mismo negocio a otras personas.
Para la celebración del contrato se exige la forma escrita, pudiendo ser escritura
pública o documento privado, pero no obliga la inscripción en el Registro Mercantil.
La exigencia de la forma escrita evita las dificultades de la prueba.
IV.- ELEMENTOS:
Como elementos de este contrato podríamos mencionar los siguientes:
a. En relación a los sujetos, como hemos mencionado, se involucra a dos partes. Por un
lado, al asociante que actúa como gestor y es aquel que tiene a su cargo la
administración del negocio y actúa a nombre propio frente a terceros, y por otro lado el
asociado que permanece oculto y no tiene parte en la conducción de la empresa pero sí
en las pérdidas o utilidades del negocio conjunto. Nada obsta para que ambas partes
puedan se r personas naturales o personas jurídicas.
b. El objeto de esta institución tal como lo señala el artículo 440 de la Ley General de
Sociedades, es la participación conjunta en el resultado o en las utilidades de uno o
varios negocios o empresas del asocian te, a cambio de una determinada retribución.
Por tanto su objeto es la realización de una o más operaciones determinadas y
transitorias que pueden ser de diferente tipo, tales como obras de construcción,
operaciones de producción o inversiones conjuntas, etc.
c. La formalidad, para el caso del contrato de asociación en participación, dada su
calidad de contrato asociativo, le es también aplicable según lo establecido en el artículo
438 de la Ley General de Sociedades, donde se establece que la única formalidad
exigible a este tipo de contratos es que debe celebrarse por escrito, sin necesidad de que
se sujete el mismo a inscripción alguna en el Registro Público. En este orden de ideas,
este tipo de contrato podría celebrarse por Escritura Pública o documento privado.
d. Ahora, si bien la ley no prescribe sanción por la inobservancia de esta
formalidad, al ser el medio escrito sólo prueba del contrato (formalidad ad
probationem), se entiende que la existencia del mismo podrá demostrarse por
cualquier medio de prueba que ponga de manifiesto la intención de las partes. V.-
PARTICIPACION DE LAS PARTES:
Si en el pacto no se hubiese señalado la proporción que corresponde a las partes, la
participación en las pérdidas será en la misma medida en que se participa en las
utilidades, pero en ningún caso las pérdidas que afectan al asociado podrán superar el
valor de su aporte. La libertad para determinar en el pacto la participación que puede
corresponder a las partes, no puede llegar al extremo de librar a alguna de el las de todo
riesgo, porque se estaría en presencia de un pacto leonino, que la ley repudia.
Además, de lo que resulta expresado en relación con la administración en cuanto afecta
a los socios desde el pacto interno, cabe señalar otras obligaciones que se generan entre
ellos. La primera sería la de entregar por parte del asociado el capital convenido.
lOMoARcPSD|9649951

Como la asociación en participación carece de personalidad jurídica, es necesario


determinar las consecuencias respecto a los bienes aportados y establecer si quedan de
propiedad del que los aportó o si, respecto a terceros, se reputan del asociante.
Si se trata de aporte de cosas fungibles o de dinero, el participante no conserva sino un
simple derecho de crédito contra el asociante en caso de quiebras de éste en la misma
medida que cualquier acreedor quirografario.
Los bienes se reputan como de propiedad del asociante, en relación con terceros, a no
ser que por la naturaleza de la aportación sea necesaria alguna formalidad o se estipule
lo contrario en el contrato de asociación y se efectúe la inscripción en el Registro
correspondiente.
Si la estipulación no se hubiese registrado, pero se probara que el tercero la conocía o
debía conocerla, surtirá efecto contra él. Esta solución guarda relación con el carácter
oculto de la asociación en participación. Los terceros conocen únicamente al gestor, sin
que tengan ninguna relación con el participante. Para ellos el asociante es el único
titular del negocio o empresa con quien contratan; él actúa únicamente en nombre
propio, por lo que no hay acreedores ni deudores de la asociación. Se protege, pues, la
apariencia externa, la buena fe de los terceros que concedieron créditos o celebraron
contratos sobre la base de una situación revelada al exterior como única.
Pero, si el tercero conoció o debió conocer la verdadera relación entre los co -
asociados, no hay nada que proteger.
VI.- VENTAJAS ENTRE LOS PARTICIPANTES:
1. Ventajas para el asociante:
A menudo el asociante está interesado en obtener capital de trabajo, nueva tecnología,
bienes de capital, etc. Pero no desea hacerlo a costas de abrir su negocio a nuevos socios
ni de perder el control de su empresa o compartir la administración de su negocio con
terceros. Las empresas suelen afrontar problemas de crecimiento o de competitividad
cuando encuentran que para poder continuar creciendo o para ser más competitivas
requieren inyecciones de capital, modernizar sus procesos o nuevos socios que les abran
nuevos mercados. El contrato de asociación en participación resulta un mecanismo ideal
para obtener aportes de terceros, no sólo en dinero sino también en bienes, tangibles (un
terreno, maquinaria, materias primas, insumos…)o intangibles ( know–how, marcas de
fábrica, tecnología…) y servicios (servicios de ingeniería, de consultoría, contactos…),
compensando a dichos terceros con las ganancias del negocio del asociante pero sin
permitirles que tengan participación activa en dicho negocio, el cual sigue siendo del
asociante.
2. Ventajas para el asociado:
A su vez al asociado a menudo cuenta con capitales excedentes, tecnología o recursos y
está interesado en ingresar en nuevos negocios o mercados pero a un costo limitado y
sin asumir todos los riesgos. El contrato de asociación en participación le permite
participar en un negocio ya existente y, por lo tanto, ya probado. Su participación será
temporal, sin asumir la condición de accionista o socio de dicha empresa, y sin tener
que correr los riesgos propios del socio que debe responder por las pérdidas y la
administración de la empresa.
El asociado sólo responde hasta un límite de su aporte. A cambio, recibe una
participación en el resultado del negocio/ proyecto. Y cuando termina el negocio o
vence el plazo del contrato, la relación de ambas partes termina y no necesitan disolver
o liquidar una empresa. Para el asociado se trata pues de
lOMoARcPSD|9649951

una posibilidad de inversión a un costo muy razonable y con un riesgo controlado.


Como ya hemos dicho, la responsabilidad por la gestión de negocio, las compras, las
decisiones, la representación frente a terceros, la administración general, etc., es en
todo momento únicamente de cargo del asociante. El asociado es solo un
inversionista, estrictamente un tercero en relación al negocio del asociante, que arriesga,
en el peor de los casos, su aporte y que sólo tiene derecho a que se le dé cuenta de los
resultados.
VII.- ADMINISTRACION:
La asociación en participación es administrada por el asociante, es decir, por aquél que
realiza la explotación y que es el único conocido por los terceros. Es ésta la única
condición esencial del convenio.
En cuanto a la extensión de los poderes, ellos pueden ser fijados libremente en el
contrato. El administrador está obligado a respetar lo convenido y actuar con el cuidado
del comerciante leal, debiendo abstenerse de todo acto de concurrencia desleal respecto
a su co -asociado.
La representación que ejerce no sólo puede hacerla valer frente a terceros sino también
frente al co-asociado, en representación de la asociación.
El co-asociado a quien no corresponde la administración no puede inmiscuirse en los
negocios comunes; si lo hiciera, quedaría obligado personalmente frente a terceros.
Pero, tiene el derecho de ejercer una acción de control sobre los hechos administrativos
internos de acuerdo con lo estipulado en el contrato y, además, el de exigir la rendición
de cuentas en el negocio realizado si la asociación se hubiese celebrado para un solo
negocio, o la rendición anual de cuentas si la gestión se prolongara más de un año.
Asimismo, el administrador está obligado a liquidar la parte del asociado, según los
resultados prósperos o adversos, en la proporción que se haya convenido. VIII.-
TERMINACIÓN DEL CONTRATO:
El contrato de asociación en participación termina en la fecha establecida en el contrato
o al terminarse la operación, obra o negocio que le dio origen; las partes pueden ponerle
término de mutuo acuerdo o cuando exista algún incumplimiento de las prestaciones
que correspondan a cualquiera de las partes; este puede extinguirse también por razón
de muerte, insolvencia, interdicción, y ausencia o inhabilitación del asociante.
Es un tema importante el relacionado con la disolución, liquidación del negocio y la
participación en éste. En el caso de la liquidación, ésta se deberá llevar mediante una
rendición de cuentas, la que deberá realizarse en la forma estipulada en el contrato.
También se puede dar el caso que se nombre un liquidador, el cual actuará como
mandatario de los asociados. Por otro lado en el tema de la participación, ésta deberá
obedecer a lo estipulado en el contrato, pero a falta de pacto se aplicarán las reglas del
derecho común, debiendo los asociados reclamar del asociante la justificación detallada
del negocio realizado.
Respecto al tratamiento de las pérdidas, estas deben repartirse en la misma proporción
que los beneficios, de igual manera se deberá devolver al asociado las aportaciones
efectuadas por éste o éstos, procediéndose a la venta según los casos. En cuanto a la
entrega de los bienes que corresponden a los partícipes, se hará de acuerdo a s u
naturaleza, procediéndose a la venta o a la participación in natura, según los casos.
IX.- LA LIBERTAD CONTRACTUAL:
lOMoARcPSD|9649951

Al tener la naturaleza jurídica de contratos, los de colaboración empresarial se rigen por


un principio fundamental, la libertad contractual.
La libertad contractual, regulada por el artículo 1354 del Código Civil, determina que
las personas o partes en un contrato, tienen derecho a establecer libremente su
contenido, es decir, a fijar las condiciones y obligaciones que derivan del contrato.
Sin embargo, como todo derecho, la libertad contractual no es irrestricta, por lo que el
propio artículo 1354 prevé que al configurar su contrato, las partes están sujetas a los
límites que fijen las normas legales de carácter imperativo, es decir, aquellas que son de
ineludible cumplimiento.
Veamos qué dice el artículo 1354º del Código Civil:

Artículo 1354º.- Contenido de los contratos.- Las


partes pueden determinar libremente el contenido del
contrato, siempre que no sea contrario a norma legal de
carácter imperativo”.

De la mano con el artículo 1354º, tenemos al artículo 1356º:

Artículo 1356º.- Primacía de la voluntad de


contratantes.- Las disposiciones de la ley sobre contratos
son supletorias de la voluntad de las partes, salvo que sean
imperativas”.

La libertad contractual implica que en todo contrato, las partes tienen derecho a
establecer los pactos o estipulaciones que consideren convenientes a sus intereses,
dentro de los límites que impone la propia ley7.
Como veremos más adelante, la libertad contractual es fundamental para establecer que
las condiciones de un contrato asociativo, como el de asociación en participación,
dependan, fundamentalmente, de lo que decidan las partes, siempre que no
contravengan disposiciones legales de obligatorio cumplimiento.
X.- CONTRATO DE ASOCIACION EN PARTICIPACION Y EL CONTRATO
DE CONSORCIO:
Si rescatamos la interesante explicación histórica que VILLANUEVA GUTIERREZ
describe con respecto a este tipo de contrato de consorcio. El menciona que “El
consorcio como modalidad contractual ha surgido en la doctrina italiana a propósito del
fenómeno económico de la coalición de empresas, que versa sobre las limitaciones
contractuales de la libertad de concurrencia. Esto es, la tendencia de las empresas de
coordinar sus recíprocas relaciones de competencia en el mercado, en los ámbitos de sus
propias acciones y con la finalidad de afrontar conjuntamente el mercado. En este
fenómeno económico de la coalición de empresas, se describe a los carteles, grupos
industriales y los consorcios”8.
La Ley General de Sociedades indica en su artículo 445º con respecto al contrato de
consorcio lo siguiente:

7 NORTHCOTE SANDOVAL, Cristhian. ¿Y qué pasa con el derecho a la libertad de los independientes al
aportar a una AFP?. Actualidad Empresarial Nº 286 – Primera quincena de setiembre 2013. Página X-
3. 8 VILLANUEVA GUTIERREZ, Walker. Ob. Cit. Página 584.
lOMoARcPSD|9649951

“Es el contrato por el cual dos o más personas se asocian


para participar en forma activa y directa en un
determinado negocio o empresa con el propósito de
obtener un beneficio económico, manteniendo cada una su
propia autonomía.
Corresponde a cada miembro del consorcio realizar las
actividades propias del consorcio que se le encargan y
aquellas a que se ha comprometido. Al hacerlo, debe
coordinar con los otros miembros del consorcio conforme
a los procedimientos y mecanismos previstos en el
contrato”.

Con respecto a la afectación de los bienes al consorcio, el texto del artículo 446º de la
Ley General de Sociedades indica que:

“Los bienes que los miembros del consorcio afecten al


cumplimiento de la actividad a que se han comprometido,
continúan siendo de propiedad exclusiva de estos. La
adquisición conjunta de determinados bienes se regula por
las reglas de la copropiedad”.

Un punto que conviene resaltar es que el consorcio al no crear una persona jurídica no
puede registrar bienes en los registros públicos, motivo por el cual si las partes del
consorcio adquieren un vehículo o un inmueble, en ambos casos se determina la
copropiedad y el registro correspondiente será a favor de cada uno de los copropietarios
en los porcentajes acordados a su participación.
En lo que respecta a la relación con los terceros y las responsabilidades, el artículo 447º
nos precisa que
“Cada miembro del consorcio se vincula individualmente
con terceros en el desempeño de la actividad que le
corresponde en el consorcio, adquiriendo derechos y
asumiendo obligaciones y responsabilidades a título
particular. Cuando el consorcio contrate con terceros, la
responsabilidad será solidaria entre los miembros del
consorcio solo si así se pacta en el contrato o lo dispone la
ley”.

Sobre los sistemas de participación, el artículo 448º de la Ley General de Sociedades


precisa que
“El contrato deberá establecer el régimen y los sistemas de
participación en los resultados del consorcio; de no
hacerlo, se entenderá que es en partes iguales”.

En efecto tanto el contrato de consorcio como el contrato de asociación en participación


son subespecies de los llamados contratos asociativos, pero entre los cuales existen
diferencias sustanciales que los distinguen.
lOMoARcPSD|9649951

En primer lugar, en cuanto al tipo, mientras que el contrato de asociación en


participación es un contrato de prestaciones recíprocas, el contrato de consorcio
constituye un contrato con prestaciones plurilaterales autónomas.
En segundo lugar, respecto a la conducción del negocio conjunto, mientras que en el
primer caso quien dirige el negocio es el asociante, en el caso del contrato de consorcio
la administración puede ser, y en efecto es, conjunta.
En tercer lugar, no existe en el caso de asociación en participación una relación entre los
terceros y los asociados ya que es el asociante quien representa al negocio conjunto; en
el caso del consorcio los terceros pueden vincularse con los consorciados sin obstáculo
alguno.
En cuarto lugar, vemos que los bienes contribuidos al negocio conjunto se presumen de
propiedad del asociante salvo que figuren inscritos en el registro respectivo a favor del
asociado; cosa que no se da en el contrato de consorcio donde los bienes asignados al
negocio son de consorciado.
En quinto lugar, se puede apreciar que las obligaciones que nacen para el asociado son
principalmente obligación es de dar, siendo las obligaciones del asociante de dar y
hacer; cosa que no se da en el caso del contrato de consorcio donde las partes tienen
obligaciones de dar pero particularmente de hacer.
Finalmente, en sexto lugar, es importante destacar que en el contrato de asociación en
participación siempre se persigue un fin lucrativo (la repartición de utilidades),
propósito que puede no darse en el caso del consorcio, donde muchas veces éstos se
celebran con fines de investigación y los resultados del negocio o de la empresa se
explotan individualmente por cada parte.
XI.- EFECTOS DEL CONTRATO:
Del carácter oculto de la asociación en participación derivan varias
consecuencias, a las que se ha hecho mención, siendo la principal que el
asociante que contrata con los terceros lo hace siempre en su propio nombre, En forma
personal, como si el negocio o la empresa fueran sólo de él, sin que los terceros
tengan porque conocer a los participantes. Por esto, los terceros no adquieren
derechos ni asumen obligaciones frente al asociado, ni éste respecto a aquéllos.
Como la asociación en participación no es una persona jurídica distinta de la persona de
los participantes, no tiene patrimonio propio, ni capital social, ni razón o denominación
social, ni sede social atributiva de jurisdicción, ni puede ser declarada en quiebra, ni
puede emitir títulos cesibles o negociables representativos de la participación de sus
miembros.
Finalmente, como carece de personalidad jurídica, no podría transformarse ni fusionarse
con otras sociedades.

También podría gustarte