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ENCUENTROS

EN LA ORILLA

William Charry Correal


ENCUENTROS
EN LA ORILLA

William Charry Correal


ENCUENTROS
EN LA ORILLA
Primera Edición, 2016.
Se permite la reproducción parcial de esta publicación con fines educativos
no comerciales, previa autorización por escrito del departamento del programa de
Compassion Internacional en Colombia.

Gerente de Implementación del Programa


María Stella Parada D.

Gerente de Entrenamiento y Apoyo al Socio


Martha Elisa Matallana R.

Coordinación y Supervisión
Martha Lucia Polo Q.
Especialista en Curriculum

Autor
William Charry Correal
Pastor - Sicoterapeuta

Corrección de Estilo
Leonardo Ariel Escobar Barrios

Ilustraciones
Sthepania Ramirez Alegría - CO 432
Fabián Chocó Nazarith - CO 424

Diagramación y Diseño
Diana M. Ortegón Hernández
Oscar Santamaría Grisales

Diseño de Carátula
Sthepania Ramirez Alegría - CO 432

©Compassion Internacional
Avenida 28 No. 36-32. Bogotá
CONTENIDO

SOBRE EL MATERIAL 12
JUSTIFICACIÓN 13
CÓMO FUNCIONA 15
POR QUÉ LEER A VÍKTOR FRANKL 18
PREPARACIÓN 21
PRESENTACIÓN DEL AUTOR 24
PRESENTACIÓN DEL LIBRO 25
CONTEXTO DE LA OBRA 27

1. LA EXISTENCIA DESNUDA 29
2. EL DESPOJO 35
3. HACIA ADENTRO 41
4. LA OMNIPRESENCIA DEL SUFRIMIENTO 47
5. ¿MARIONETAS DEL DESTINO? 55
6. VOLVER A SER HUMANO 61
7. EL SER, ¿NACE O SE HACE? 69
8. HACER, TENER, SABER 78
9. EL SENTIDO DE LA VIDA 85
10. CELEBRACIÓN 92

BIBLIOGRAFÍA 95
RECURSOS SUGERIDOS 97
“Pedro les dijo: -Voy a pescar.
-Nosotros vamos contigo - dijeron ellos.
-Todos subieron a una barca y se fueron a pescar.
Pero esa noche no pudieron pescar nada.
En la madrugada, Jesús estaba de pie
a la orilla del lago, pero los discípulos
no sabían que era él.
Jesús les pregunto:
-Amigos, ¿pescaron algo?
-No – respondieron ellos.”
Juan 21:3-5
Traducción lenguaje actual
En respuesta a la gran comisión,
Compassion existe como un
defensor de la niñez para
liberarla de su pobreza espiritual,
económica, social y física, y
permitirle llegar a ser cristianos
adultos, responsables y plenos.
10

ENCUENTROS
EN LA ORILLA...

E l sufrimiento es una experiencia familiar para cada ser hu-


mano. Puede variar el lugar, la razón, las reacciones, la inten-
sidad, pero sale a nuestro encuentro en diversos momentos de
la existencia. A continuación, se presenta una historia que está
inspirada en Juan 21.

Hace muchos años, un grupo de hombres creyó haber ha-


llado su razón de ser, la solución a su aflicción, la respuesta a
sus preguntas más profundas. Sin embargo, todo salió de la
peor manera. De hecho, fueron testigos de la destrucción de
su esperanza, y así fue como quedaron desolados, desubicados,
decepcionados.

A pesar de algunas muestras de consuelo, no lograron le-


vantar el ánimo. Por lo tanto, decidieron volver a lo suyo, a eso
que hacían antes de pensar que todo podía ser diferente. Si hay
algo duro en la vida es tratar de “avanzar” cuando el corazón
duele, cuando la pérdida nubla el pensamiento y no se sien-
te nada, cuando todo da igual...Lo cierto es que los esfuerzos
en su viejo oficio tampoco dieron ningún resultado. Tanto para
nada… Sólo estaban mojados, cansados, con hambre. El frío
de la madrugada congelaba sus manos y la quietud del lago se
hacía insoportable. Y en medio de su desolación, de sus ganas
de llorar por tanta rabia contenida, un hombre los observaba
desde la orilla.

“Muchachos, ¿han pescado algo?”, les dijo. Ante su negativa,


les dio un par de indicaciones y ellos, que no tenían ánimo de
discutir con un aparecido, le hicieron caso. Y de la nada, las
redes ya no daban abasto de tantos pescados. La barca em-
pezó a ladearse y, en medio de la emoción, uno de ellos sólo
11
atinó a decir: “¡Es Él!”. Fue como volver a vivir una escena que
había sucedido unos años atrás: el sentimiento de impotencia,
la aparición del mismo hombre, su voz, los peces…

Era Él. Incluso los peces perdieron importancia porque era Él


(su razón de ser, su esperanza) quien los esperaba en la orilla.
A nado o en barca, dio igual, todos llegaron. No había palabras
que describieran la emoción, el alivio y, al mismo tiempo, la
vergüenza que los inundaba.

Sin embargo, no hubo reproche de su parte. Su mirada lim-


pia los invitó a reunirse alrededor del fuego y a comer pan y
pescado del que acababan de traer. De repente, el incómodo
silencio se rompió: “¿Me amas?”. “Te quiero”. “¿Me amas?”. “Te
quiero”. “¿Me quieres?”. “Tú sabes que te quiero. No sé qué más
puedo decir...”. “Entonces, apacienta mis ovejas… sígueme”.
En la orilla… todo se encuentra en la orilla: el sinsentido y una
razón para vivir, la vergüenza y el perdón, el agotamiento y el
alivio. Todo alrededor de Aquel que pacientemente nos espera
para darnos un futuro y una esperanza... aun cuando el mundo
se cae a pedazos.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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SOBRE
EL MATERIAL

L a guía “Encuentros en la orilla” está dirigida a los(as)


tutores(as) que trabajan con jóvenes.

Tiene como objetivo ofrecer pautas para crear espacios seguros


a fin de dialogar acerca de las inquietudes que surgen sobre: a)
el sentido de la existencia, b) las bases para construir un proyecto
personal y c) las implicaciones de tener “la vida de Jesús en la
propia vida”.

Es una invitación para ser parte de una experiencia en el que


un texto se convierte en un “pretexto” para fortalecer relaciones
entre los participantes mediante un diálogo honesto y respetuoso
que valida la diversidad de opiniones.

También invita a la reflexión con base en principios del Reino


de Dios que pueden convertirse en los fundamentos de un disci-
pulado saludable que genere transformación genuina. Y lo más
relevante, es un material que animará a quienes se unan a recor-
dar que, en medio de la búsqueda y la incertidumbre, el Pastor
de nuestras almas siempre nos espera en la orilla para compartir
Amor, Pan y Palabras que dan vida.

“Una tragedia, de la
índole que sea, no
puede sino provocar
en quienes la viven
o la han vivido un
cuestionamiento
existencial sobre la
vida, la muerte, el
sentido de la existencia.
En suma, el objeto
mismo de la existencia.”
Michel Delage
13

JUSTIFICACIÓN

L a espiritualidad en muchos de nuestros contextos carece de


compromiso. Se reduce a una experiencia emocional, activista,
orientada a resultados, sin un anclaje bíblico teológico adecuado.
No hay una vinculación con la fe en la vida diaria que sea visible
en la familia, el colegio, la universidad o el trabajo. Es una espi-
ritualidad que le cuesta traducir el discurso del evangelio a una
sociedad necesitada de redención.

Samuel Escobar dijo que una espiritualidad sin discipulado


en los cotidianos aspectos sociales, económicos y políticos de la
vida es religiosidad, no cristianismo. Una cultura religiosa quiere
una espiritualidad sin discipulado y una iglesia sin discípulos. En
cambio, una espiritualidad desde la perspectiva de Reino trae
vida, justicia, paz y gozo en el Espíritu (Romanos 11:17). Lo anterior
puede ser útil al evaluar si nuestro discurso y propuesta en cuanto
al “seguimiento” y el “Reino de Vida” son saludables y realmente
promueven la vida (FTL, 2012). También, permite elaborar un pro-
yecto de vida pleno que celebre la esperanza futura.

Entonces, el discípulo encarna la justicia del Reino en su vida y


la expresa mediante la paz. Por tanto, se convierte en un pacificador
que vive en el gozo del Espíritu. Hablamos de una espiritualidad
integral, con sentido de Cristo y de Reino. Es desde esta perspectiva
que se desarrolla el discipulado: ser como Jesús.

Por lo tanto, precisamos de una espiritualidad que “se concrete


en una manera de pensar, sentir y actuar coherente con Jesucristo
como modelo de la nueva humanidad y que dependa del poder
del Espíritu Santo” (Padilla, 2000). Una “espiritualidad enraizada
en la Palabra e inspirada en el modelo de Jesús y en la pasión por
su reino.” (Segura, 2002).

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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Esta clase de espiritualidad genera un impacto altamente signi-


ficativo en las creencias, las cuales construyen nuestras realida-
des y relaciones. La palabra ‘creencia’ viene de ‘creer en’. Esta
corresponde a un compromiso interior, una implicación total en
aquello o aquel en quien uno cree. Mientras las creencias remiten
a lo cognitivo y la racionalidad, la Creencia se refiere al registro
de lo afectivo, lo emocional, lo imaginario y lo subjetivo. Corres-
ponde al registro de la convicción y procede de la interpretación
(Delage, 2010).

Una espiritualidad saludable, como la que hemos descrito an-


teriormente, es la que permite trascender en medio de cualquier
situación adversa, donde surgen tantas preguntas acerca de la
vida, la muerte y la existencia misma. Y cada una de ellas exige
respuestas con sentido de evangelio. Entonces, ¿qué tenemos
por decir?, ¿cómo reaccionamos ante cuestionamientos de este
estilo? Evadir o responder con un tajante “crea por fe” no basta.

Como creyentes necesitamos aprender a dialogar sobre te-


mas difíciles o, en ocasiones, tan solo callar y reconocer que no
tenemos respuestas inmediatas para quienes sufren; nada más
podemos acompañar con delicadeza y compasión. En medio de
situaciones tan diversas y complejas, únicamente nos queda con-
fiar en que Jesús sabe aparecerse en la orilla para hacer lo que
mejor sabe hacer, mientras nosotros observamos, aprendemos y
al tiempo, recibimos consuelo y sentido de vida.
15

CÓMO FUNCIONA

S e trata de un grupo de personas que se reúnen a compartir y


estrechar relaciones al conversar acerca de los pensamientos
y las preguntas que se generan a partir de la lectura del texto El
hombre en busca de sentido, escrito por Viktor Frankl.

La (el) tutor(a) acompaña un proceso que se desarrolla a lo lar-


go de diez sesiones, diez “Encuentros en la orilla”, junto con un
grupo de veinte jóvenes, máximo. Al iniciar, cada asistente ten-
drá acceso a la versión digital del libro, de modo que pueda leer
desde su propio dispositivo.

Antes de cada sesión, se les indica a los participantes la porción


que deben leer para que cuenten con unos referentes comunes
previos. El (la) tutor(a) es el anfitrión(a) que facilita las sesiones
al formular preguntas abiertas que den lugar a conversaciones
significativas a partir de principios del Reino de Dios, la trama
del libro y experiencias personales.

Los “Encuentros en la orilla” son, más que todo, espacios para


construir relaciones. Por lo tanto, un aspecto fundamental es la
conexión entre el (la) tutor(a) y los participantes. Puesto que se
espera hablar de temas muy personales, es muy importante que el
(la) mediador(a) del espacio tenga una actitud abierta al diálogo,
que sepa escuchar, que muestre respeto por las opiniones de los
asistentes, aunque en ocasiones no las comparta.

Quienes trabajan con jóvenes saben que no es fácil ganar su con-


fianza. Es una construcción frágil que depende, en gran parte, de
la actitud de quien modera: no se trata de “tener el control” de
la situación, sino de tener la disposición de sentarse con ellos a
escuchar y hablar desde el corazón y al corazón.

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A continuación, presentamos algunas claves para mantener un


diálogo nutritivo:

• Organice las sillas en forma circular y cercanas unas de otras,


así crea un ambiente de igualdad. Si se hace al aire libre, pue-
den sentarse en el pasto, en círculo, y asegurarse de que las
rodillas de todos los participantes se toquen.
• Usted hace parte del círculo: no se pare frente al tablero ni ca-
mine alrededor. Recuerde que su función no es tomar la lección.
Tan solo siéntese y relájese. La idea es que su comunicación no
verbal sea consecuente con su discurso oral.
• Si formula una pregunta y no hay respuesta inmediata, no se
afane. Deles tiempo para pensar, las mejores cosas suceden
en el silencio. Espere con respeto hasta que alguien se anime
a compartir.
• No haga varias preguntas al tiempo. Recuerde que están ha-
blando de temas sensibles y es probable que los jóvenes quie-
ran probar su paciencia y disposición para saber si usted es
confiable.
• Cuando un participante hable, puede decir: “Gracias por com-
partir tu opinión,” “Es importante lo que acabas de decir,” “Me
parece valioso tu aporte,” etc., a fin de hacerle sentir que es
escuchado y validado.
• En caso de no estar de acuerdo, mantenga una expresión no
verbal y una actitud tranquilas. No eleve la voz ni diga: “No, eso
no cierto,” “Lo que pasa es que no sabes,” “Es que estás muy
joven.” En cambio, puede decir: “Me parece interesante lo que
acabas de decir. También hay otras miradas, como…” o podría
tratar de saber por qué dijo eso. Lo importante es no cortar de
forma abrupta la comunicación ni imponer su punto de vista.
• Si siente que la conversación se está desviando del tema, pue-
de decir: “¿Cómo relacionas lo que estás diciendo con (recuerde
el tema)?
17

• El único objetivo es ofrecer un espacio de calidad para tutores


y jóvenes a fin de meditar sobre el sentido de la existencia, el
proyecto de vida de los asistentes y los principios del Reino
como bases sólidas para disfrutar de una relación con Dios y
un sentido de vida.
IMPORTANTE: para generar relaciones saludables es fundamental
evitar la tendencia a juzgar las opiniones en términos de “bueno”
o “malo”. Este es un espacio para escuchar y observar, y también
para mediar a partir de los aportes de cada persona. No es sencillo,
pero es una práctica necesaria.

“No hay nada


en el mundo
que capacite
tanto a una persona
para sobreponerse
a las dificultades
externas y a las
limitaciones internas,
como la consciencia
de tener una tarea
en la vida.”
Víctor Frankl

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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POR QUÉ LEER


A VIKTOR FRANKL

E l Hombre en busca de sentido es un texto que está muy conec-


tado con ciertas realidades que confrontan a los (las) jóvenes
y los desafían a asumir posiciones y expresarlas mediante un
diálogo sobre su fe en Cristo con quienes los rodean. Ofrece po-
sibles respuestas a preguntas relacionadas con la falta de sentido,
e invita a pensar en la condición caída del ser humano y en la
necesidad de redención frente a este estado y sus consecuencias
en la vida diaria.

Lamentablemente, en algunos contextos, el tema del sufri-


miento y sus efectos a corto, mediano y largo se tratan de forma
simplista, se evaden e incluso, se niegan, se sancionan o se sata-
nizan. No se perciben como factores sensibilizadores frente a la
distorsión de la dignidad e imagen de Dios en el ser humano. Por
consiguiente, se ignora el dolor que produce la humillación y el
desprecio, producto de la injusticia en los contextos de interacción
más locales y más generales.

Debido a lo anterior, resulta muy valioso que Viktor Frankl afir-


me y explique a lo largo de su relato cómo es que la espirituali-
dad resulta clave para sobrevivir en medio de cualquier tipo de
situación dolorosa, así no les parezca compleja a las personas del
entorno o, incluso, a quien lo experimenta.
Una característica principal era la carencia fundamental de
vida sentimental porque todo lo que no sirviera para conversar
la propia existencia carecía de interés. Sufríamos en el loger
de una “hibernación cultural” con dos excepciones: la religión
y la política. Especialmente, conmovían y enternecían las ora-
19

ciones o los ritos improvisados en un rincón del barrancón o


en la penumbra del camión de ganado en que regresábamos
al campo desde el lejano lugar de trabajo. (Frank, 1991).
El libro resulta bastante apropiado para nuestro contexto na-
cional, a pesar de la distancia en tiempo y espacio con la realidad
del autor, porque invita a descubrir al Dios que está presente en
el silencio, en medio de la desolación y la incertidumbre. Frankl
nos cuenta que sí es posible ver al Dios que sufre y cómo se revela
en la realidad del dolor, al Encarnado “que susurra en el silencio,
pero que grita en el dolor a una humanidad que se ha dormido,”
como bien lo dijo C. S. Lewis.

Es un libro altamente significativo para los (las) jóvenes por-


que pone de relieve el tema de la identidad y el valor propio. Las
observaciones hechas sobre la vida diaria en el campo de con-
centración demuestran los riesgos y las consecuencias que sufre
cualquier persona cuando piensa que su valor personal depende
de sus pertenencias, nacionalidad, logros alcanzados, estatus,
relaciones afectivas o por el trato que recibe de parte de otros
individuos o comunidades.

¿Qué sucede cuando todo aquello se nos arrebata? ¿Qué posi-


bilidades quedan de (re)construir un proyecto de vida cuando lo
único que hay ante la vista es adversidad y caos? ¿Existen perso-
nas ‘desahuciables’? Si gran parte de lo que tenemos, sabemos o
hacemos es temporal, ¿sobre qué fundamento podemos hallar el
sentido de la existencia de modo que sea sólido y nos sostenga
cuando surja la crisis?

De una u otra forma, muchos jóvenes se han enfrentado a


múltiples pérdidas a lo largo de su vida, así que pueden identi-
ficarse con el doloroso proceso del despojo y la exposición de la
frágil ‘desnudez humana’. Por tales motivos, también podrían ha-
cer un hermoso descubrimiento: “cuando se acepta a la persona

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como un ser irrepetible, insustituible, entonces surge en toda su


trascendencia la responsabilidad que el hombre asume ante el
sentido de su existencia”.

En su libro, Viktor Frankl no escribió a partir de la teoría, sino


desde su propia vivencia, que le permitió descubrir las capacida-
des y los alcances del ser humano en condiciones extremas. Todo
esto le da la autoridad para invitar al lector a asumir un proyecto
de vida con responsabilidad. Los “Encuentros en la orilla” conec-
tan las valiosas reflexiones del libro con la propuesta de vida que
nos presenta Jesús, de modo que podamos abrazarla con gozo,
dejando de lado las disculpas, como la creencia de que la vida
que se tiene es producto de las presiones y las heridas que causan
las personas y el contexto local, nacional y global.

“ Los que conocen


la estrecha relación
que existe entre
el estado de ánimo
de una persona
—su valor y sus
esperanzas, o la
falta de ambos—
y la capacidad de su
cuerpo para conservarse
inmune, saben también
que si repentinamente
pierde la esperanza y el
valor, ello puede
ocasionarle la muerte.”
Victor Frankl
21

PREPARACIÓN

P uede que esta metodología de trabajo sea nueva para


algunos(as) tutores(as). Por lo tanto, se recomienda leer el
presente material de trabajo y el libro El hombre en busca de
sentido. La primera mirada que se puede dar es una de tipo 80/20,
es decir, ochenta hacia sí mismo y veinte hacia el grupo. Solo en-
tonces podemos leer a otros con una visión 20/20. Leer y mediar,
escuchar y validar la realidad de los participantes y reconocer al
Dios que se revela a través de nuestras realidades son acciones
que permiten desarrollar una actitud dialogante. Ésta fortalece
la relación, espacio natural en que florece el discipulado, el cual
es un proceso que lleva a un compromiso genuino de todo el ser
(Lucas 6:46) y a un sentido de pertenencia hacia la comunidad
que acoge y nutre a los individuos.

Como es de esperarse, el diálogo, la acción de Dios en la vida y


los principios de la Palabra pueden crear controversia interna o
en las relaciones. Cuando suceda, debe promoverse un diálogo,
así sucedió en las primeras comunidades de fe: hubo discusión
(Hechos 11: 4, 18: 4), contienda (Hechos 15: 27), conflictos (Hechos
15:39) y se refutaba (Hechos 18:28). Sin embargo, también llegaban
a acuerdos (Hechos 15:25) y se persuadían (Hechos 19:8). Como se
puede ver, era una iglesia dialógica que formaba discípulos y vivía
el evangelio en comunidad.

La conversación respetuosa nos permite prepararnos para afrontar


la realidad y los desafíos contemporáneos desde la propuesta y el
modelo de Jesús. Vivimos en un mundo en el que el sinsentido, el
dolor, la deshumanización, la pérdida de identidad, la esperanza
y ser hallados y aceptados plenamente por Dios están presentes

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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todo el tiempo. Por estos motivos, necesitamos construir una fe en


Él que nos lleve a escoger nuestras reacciones y actitudes, aunque
no siempre podamos escoger las condiciones de las circunstancias.

Stefan Vanistendael (2006) comenta lo siguiente:

Quien dialoga, necesita saber escuchar, la calidad y la sinceridad


del que escucha son particularmente importantes para alguien
que ha estado sometido a una situación traumática. Esta perso-
na siente a menudo dos deseos contradictorios: desea confiarse,
contar el drama que ha vivido, pero, al mismo tiempo, no se
anima a hacerlo, ya sea por vergüenza, por timidez, por miedo
de importunar a su interlocutor, u otras causas. Así, la mayoría
de los sobrevivientes de campos de concentración han preferido
callar sus sufrimientos durante décadas, lo que ha tenido un
impacto sobre su equilibrio psicológico y el de sus niños (p. 33).

Y esa disposición a generar el encuentro y dialogar de mane-


ra atenta y compasiva la podemos observar primeramente en el
Dios con nosotros, el Emmanuel. Somos testigos y beneficiarios
de Su obra en la Cruz, la cual nos permite hallarlo y ser halla-
dos como discípulos en medio de la cotidianidad, en situaciones
muy diversas: al lado del pozo, como la mujer samaritana; en la
oficina de recaudación de impuestos, como Mateo; al lado de las
redes, como Pedro; cargando fruta, como Amós; en la oficina de
un funcionario público, como Nehemías; haciendo carpas, como
Pablo; en el consuelo que se le ofrece al hermano, como en el caso
de Bernabé; y, en el peor de los casos, al pie de la cruz, donde se
encuentra la madre que sufre por su gran pérdida y su nuevo hijo
Juan, justo en el mismo lugar en el que se encontraron la justicia
y la verdad, y hoy nos permiten encontrarnos con Jesús.
Por todo lo anterior, el (la) tutor(a) tiene un rol fundamen-
tal a la hora de encontrarse con los(as) jóvenes. También es un
aprendiz que puede dialogar con el grupo y nutrirse de múltiples
23

maneras. Por lo tanto, se recomienda de manera especial evitar el


uso de un lenguaje religioso, el cual es mecánico y pone una ba-
rrera comunicativa. Puede darles participación a todos sin obligar,
es muy importante evitar la monopolización de la conversación,
es decir, hay que escuchar el doble de lo que habla y celebrar el
proceso más que el resultado.

Es recomendable tomarse tiempo para revisar el material de


antemano y meditar en las preguntas sugeridas para cada sesión
a fin de evaluarlas. Por supuesto, el (la) tutor(a) tiene la libertad
de ampliarlas, modificarlas y proponer nuevos materiales. La prio-
ridad es la creación de un espacio seguro para conversar y validar
las voces de los asistentes, así que la calidad del diálogo es más
importante que un número de actividades por desarrollar.
El grupo debe ser máximo de quince participantes. Si es más
numeroso, se recomienda dividirlo en dos subgrupos. Esta distri-
bución puede resultar bastante interesante para el (la) tutor(a), ya
que tendrá la oportunidad de mediar en dos espacios acerca del
mismo tema. Antes de iniciar, se recomienda organizar una reu-
nión previa en la que se explique en qué va a consistir el espacio,
se hable brevemente sobre la temática del libro y se presenten
detalles logísticos (número y frecuencia de encuentros, también
lugar de reunión). El (la) tutor(a) debe explicar que es preciso que
cada persona lea la porción asignada del libro antes de la sesión
a fin de comentarla (es el único requisito para participar).
Para el primer encuentro, es necesario haber leído las páginas
5 a 12 del libro.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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PRESENTACIÓN
DEL AUTOR

V iktor Emil Frankl nació en Viena (Austria) el 26 de marzo de


1905. Pertenecía a una familia judía. Estudió medicina y se de-
dicó a tratar jóvenes y mujeres con tendencias suicidas en Viena.

Se casó con Tilly Grosser en 1942. Nueve meses después, los


llevaron a un campo de concentración junto con sus padres, su
hermano y su hermana. Esta última y Viktor fueron los únicos
sobrevivientes de la familia.

Durante los últimos días de su cautiverio, fue médico volun-


tario de los enfermos de tifus. Frankl sobrevivió a cuatro campos
de concentración.

Después de su liberación, regresó a Viena y se dedicó a en-


señar psiquiatría y neurología hasta los 85 años; escribió más de
treinta libros, fue conferencista y jefe de neurología del Hospital
Policlínico de Viena. Fue el fundador de la logoterapia. Se casó
de nuevo y tuvo una hija.

“Resistirán aquellos
que tienen un
por qué para vivir,
pese a la adversidad.”
Friedrich Nietzsche
25

PRESENTACIÓN
DEL LIBRO

V iktor Frankl escribió El hombre en busca de sentido en 1946.


Por sugerencia de su colega Gordon Allport, reeditó su obra
en 1962 para incluir un relato autobiográfico y detallar el concep-
to de la logoterapia. Desde entonces, el libro se convirtió en un
éxito de ventas: ha sido traducido a más de veinte idiomas y es
considerado uno de los trece libros de mayor influencia, según la
Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.
El texto pretende responder a una pregunta que se plantea el
autor: ¿cómo inicia la vida diaria en un campo de concentración
en la mente del prisionero promedio? Frankl describe las expe-
riencias de las víctimas a partir de sus observaciones y experien-
cias personales en cuatro campos de concentración. Por esta razón,
el libro está dividido en dos partes. La primera se presenta en tres
secciones, que son:
• Internamiento en el campo: Narra desde el momento en que
las personas judías son transportadas en trenes y sometidas
al proceso de selección para determinar si serán enviadas a
un campo de concentración para realizar trabajos forzosos o
experimentación médica; o a un campo de destrucción, donde
morirán en las cámaras de gas. Frankl describe el proceso que
experimentan los sobrevivientes durante el despojo, la desin-
fección y sus primeras reacciones ante la nueva realidad que
tienen que vivir.
• La vida en el campo: Describe diversas experiencias diarias de
los prisioneros y sus mecanismos de defensa a fin de sobrevivir,
sus estados de ánimo y sentimientos, y la ambigüedad a la que
se enfrentan al actuar de forma, en ocasiones, opuesta a los
valores que antes tenían. Se enfoca en la búsqueda constante

ENCUENTROS EN LA ORILLA
26

de sentido como la única forma de descubrir y conservar la


libertad interior y describe brevemente la conducta de los pri-
sioneros jefes o capos, y los soldados de la Schutzstaffel (SS) o
escuadras de defensa alemanas.
• Después de la liberación: Expresa algunas reacciones de los
prisioneros al ser liberados, su dificultad para conectarse con
el mundo exterior y su decepción al encontrar una realidad
completamente distinta.

La segunda parte del libro presenta los principios de la logoterapia.

IMPORTANTE: Aunque la segunda sección del libro es una porción


interesante, no se va a abordar en los Encuentros en la orilla, ya
que es bastante teórica y maneja unos tecnicismos que se trataron
en la primera parte de una forma más sencilla y narrativa.

“ Lo que de verdad
necesitamos es un
cambio radical en
nuestra actitud hacia
la vida.”
Victor Frankl
27

CONTEXTO
DE LA OBRA

“El único medio


de relatar una
A l finalizar la Primera Guerra Mundial (1914-1919), los países
aliados sancionaron económicamente a Alemania mediante
el Tratado de Versalles y le exigieron reducir su ejército y arsenal
verdad tan
poco creíble de armas, lo cual generó un profundo deseo de venganza en un
era novelarla.”
sector de la nación. Dos años después, Adolfo Hitler empezó a
Jorge Semprún
dirigir el Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán, el cual era
nacionalista, antisemita y se oponía al Tratado de Versalles.
En 1929 estalló la Gran Depresión, una crisis económica que
se inició en Estados Unidos y afectó la economía mundial, por
lo que cada país tuvo que tomar medidas para sobreponerse. En
particular, el estado alemán hizo ajustes en su sistema económico
y mejoró considerablemente la situación financiera del país, lo
cual fortaleció la moral del pueblo.
Hitler intentó una insurrección, conocida como el Putsch de
Múnich, tras cuyo fracaso fue condenado a cinco años de prisión.
Durante su estancia en la cárcel, redactó la primera parte de su
libro Mi lucha, en el que expuso su ideología junto con elementos
autobiográficos. Fue liberado ocho meses después, en 1924. Nue-
ve años después, fue elegido canciller. Entonces, acabó con la
democracia y promovió la persecución de sus opositores. Gracias
a la bonanza económica, fomentó el rearme del ejército y el ex-
pansionismo, basado en la supremacía racial y cultural alemana.
Los judíos fueron uno de los principales blancos del nazismo,
ya que los acusaban de controlar la economía capitalista y dividir
a los pueblos germanos. La opresión se incrementó gradualmente
durante la década de 1930: empezó con el boicot laboral, la propa-
ganda antijudía, la pérdida de derechos (como la ciudadanía, el
derecho al voto, la educación) y la destrucción de negocios, sina-
gogas y cementerios, durante la Noche de los cristales rotos (1938).

ENCUENTROS EN LA ORILLA
28

La confiscación de bienes y los desplazamientos de judíos ha-


cia los campos de concentración en territorio alemán y en áreas
ocupadas por el ejército nazi fueron políticas legítimas desde 1941
hasta 1945. Las personas eran transportadas en trenes de carga,
y quienes no iban directamente a las cámaras de gas, eran víc-
timas de violencia sistemática, incluyendo prácticas como dis-
paros, ahorcamiento, trabajos forzados, hambre, experimentos
pseudocientíficos, tortura médica, entre otras formas de abuso
físico, emocional, intelectual, sexual y espiritual.

En los campos de concentración también había víctimas no


judías: polacos, gitanos, homosexuales, comunistas y otros sec-
tores de izquierda política, discapacitados físicos y mentales, y
prisioneros de guerra soviéticos. Se estima que unos once millones
de personas fueron asesinadas. Desde 1944, los prisioneros de
los campos de concentración empezaron a ser liberados por los
aliados, países que se opusieron a las Potencias del Eje (Alemania,
Japón, Italia y otros países) durante la Segunda Guerra Mundial.

C uando los judíos intentaron regresar desde los campos o es-


condites, en muchos casos, encontraron con que sus casas
habían sido saqueadas o tomadas por otros. Los nuevos ocupantes
temieron ser expulsados y se generó un rechazo generalizado
hacia los judíos, basados en mitos urbanos. Muchos sobrevivien-
tes terminaron en campos de refugiados instalados en Europa
occidental, bajo la ocupación militar de los aliados, en lugares
donde antes hubo campos de concentración. Allí esperaron a ser
admitidos en lugares como Estados Unidos, Sudáfrica o Palestina.
Aunque muchos sobrevivientes judíos pudieron construir nuevas
vidas en países adoptivos, muchas víctimas no judías de las políti-
cas nazis continuaron siendo perseguidas en Alemania, como los
romaníes o, como se llaman comúnmente, los gitanos.
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EN

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ORIL

LA EXISTENCIA
DESNUDA

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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E l libro El hombre en busca de sentido no es un texto


técnico de psicología, sino una colección de pen-
samientos sobre la vida en los campos de concentra-
ción durante la Segunda Guerra Mundial. Frankl intenta
contarle al lector: “qué hace un ser humano cuando, de
pronto, se da cuenta de que no tiene nada, excepto su ri-
dícula vida desnuda” (1991: 6). Esta experiencia confirma
que el hombre y la mujer son los únicos seres vivientes
que tienen conciencia anticipada de la muerte. Por eso
nos angustia la finitud (García, 2001).
En esta sección, el autor narra que los presos tenían
algunos momentos de alivio que los motivaban a vi-
vir, como cuando él y sus compañeros pensaban en las
personas que amaban, la espiritualidad, la belleza de
la naturaleza, el buen humor. Sin embargo, aclara que
también podían convertirse en recordatorios de la falta
de propósito del sufrimiento. En su exploración, llega a
conclusiones importantes, como cuando afirma que la
única forma de sobrevivir es hallarle sentido al sufri-
miento, incluso cuando el entorno somete a los indivi-
duos a condiciones de suprema injusticia y humillación.
Esta idea la desarrollará en detalle más adelante.
Frankl afirma que todos los seres humanos contamos
con la capacidad de elegir la actitud personal ante un
conjunto de circunstancias, lo cual implica que no somos
marionetas del destino, sino que tenemos la posibilidad
de transcender las dificultades y descubrir la verdad en
medio de los “pequeños tormentos, de la violencia que
se hace evidente en nuestro contexto. Afirma que “se
tiene la responsabilidad de vivir, por adversas que sean
las circunstancias” (no consideraba el suicidio como una
opción, incluso antes del cautiverio, cuando trabajaba
con mujeres y estudiantes con tendencias suicidas).
31

Sin embargo, no asume esta postura desde un enfoque


moralista; por el contrario, evita entrar en una discusión
sobre lo bueno y lo malo para hacer toda una defensa
del sentido de la vida a partir de la historia íntima. Es
importante aclarar que tal actitud no implica negar la
realidad de la transgresión del ser humano. El autor deja
claro que la decisión es un ejercicio constante y siempre
tiene una serie de implicaciones y consecuencias. Lo que
sucede es que su propia experiencia lo llevó a “saber
escuchar el sufrimiento,” como diría Vanistendael.
El texto de Frankl resulta hermoso porque no tiene la
intención de presentar una teoría enredada ni juzga las
acciones propias o de sus compañeros ni sus motivacio-
nes. Es una reflexión incluyente que intenta comprender
la realidad que describe: el sufrimiento personal y del
otro, y resalta la importancia de tener una razón para
vivir, a pesar de que lo valioso sea arrebatado. Bien dijo
Nietzsche que “quien tiene un por qué para vivir, encon-
trará casi siempre el cómo”.
En medio de situaciones tan desgarradoras, ¿cómo
se percibe a Dios?, ¿qué hacemos con su silencio? Esos
momentos en los que el dolor y la desesperanza son tan
profundos y clamamos a Él, pero pareciera que no hay
respuesta. Como cuando la mujer cananea clamó por la
liberación de su hija, “pero Jesús no le contestó ni una
palabra” (Mateo 15:23, NTV).
¿La rechazó? Veamos que nos dice la Biblia: “En-
tonces ella vino y se postró ante él, diciendo: ‘¡Señor,
socórreme!’” (Mateo 15:25, VRV95). El silencio de Dios
puede llegar a ser desesperante. Sin embargo, la actitud
de esta mujer nos enseña que a Jesús le conmueve el
diálogo que surge de una fe genuina, la insistencia y

ENCUENTROS EN LA ORILLA
32

la adoración de quien reconoce la necesidad de que Él


intervenga y le dé sentido y vida a lo que parece irre-
parable.
Esa “fe de migajas” fue admirada por el mismo “Dios
con nosotros,” el Señor de las pérdidas: “Apreciada mujer,
tu fe es grande. Se te concede lo que pides” (Mateo 15:22-
28, NTV). Jesús reconoce a esta mujer que se sobrepone
a la adversidad, producto del dolor y la descalificación
religiosa, cultural, social y teológica. Ella muestra una fe
resiliente, que se sobrepone al sufrimiento. Es la clase de
fe que espera Jesús de sus discípulos, Él sabe cómo darse
a conocer y consolarnos en medio de la desesperanza y
la adversidad y el dolor.
Como conclusión, diríamos que la existencia desnuda
que pone en riesgo la existencia es la que no tiene o no
encuentra el sentido de su desnudez.
En el primer encuentro de hora y media de dura-
ción, se presentan todos los participantes. Después, el
(la) tutor(a) introduce al autor y el contexto social en el
que se desarrolla la obra. Para tener una aproximación
visual, se recomienda ver junto con los asistentes el cor-
tometraje 1943-1997, dirigido por Ettore Scola del año 1997,
el cual se adjunta a esta guía. Se abre un breve espacio
para comentar el video y las impresiones que les causó
a los espectadores.
Se da inicio a la conversación a partir de las siguien-
tes preguntas de la guía. Al terminar, se indica que la
segunda sesión se basará en las páginas 12-18 del libro.
GUÍA DE PREGUNTAS
33
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la primera sesión. Puede escoger las seis que
más le parezcan relevantes para la conversación:

• ¿Alguna vez han experimentado o han escuchado


acerca de alguien que ha perdido todo lo que valora-
ba? ¿Cómo se podría describir esa experiencia y qué
sentimientos la acompañan?
• ¿Qué imágenes o palabras vienen a la mente al es-
cuchar el término “existencia desnuda”? ¿Por qué la
desnudez, en su sentido más literal y como metáfora,
puede llegar a ser tan aterradora para el ser humano?
• En el libro, Viktor Frankl afirma lo siguiente:
“El privilegio de fumar cigarrillos le estaba reservado a los
‘capos’, que tenían asegurada su cuota semanal de cupones;
o quizás al prisionero que trabajaba como capataz en un
almacén o en un taller y recibía cigarrillos a cambio de rea-
lizar tareas peligrosas. Las únicas excepciones eran las de
aquellos que habían perdido la voluntad de vivir y querían
‘disfrutar’ de sus últimos días. De modo que cuando veíamos
a un camarada fumar sus propios cigarrillos, en vez de cam-
biarlos por alimentos, ya sabíamos que había renunciado
a confiar en su fuerza para seguir adelante y que, una vez
perdida la voluntad de vivir, rara vez se recobraba”.
• ¿Hay alguna forma de reconocer a quienes han per-
dido la voluntad de vivir en nuestro propio contexto?
• ¿Qué posibles salidas tiene alguien que se enfrenta
a la pérdida gradual o súbita de las personas y los
aspectos de la vida que tanto aprecia?
• ¿De qué forma pueden afectar tus pérdidas el ima-
ginario que tienes de Dios o la forma en que te rela-
cionas con Él?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
34

• Sabemos que Dios ha mostrado distintas característi-


cas de Sí mismo a lo largo de la historia. ¿Sería posi-
ble pensarlo también como el Señor de tus pérdidas?
¿Cómo podrías describir esa situación?
• ¿Cómo entiendes la siguiente afirmación: ‘Jesús vino
a buscar y a salvar lo que se había perdido’?
Al final de la sesión, el o la tutora le entregará a cada par-
ticipante una tarjeta en la que se encuentra un versículo
bíblico a fin de que se la lleven y puedan meditar en el
contenido. Es importante que les aclare que deben con-
servarlas, ya que serán importantes para el desarrollo del
último Encuentro en la orilla, es decir, la sesión núme-
ro diez (el juego de tarjetas para imprimir se encuentra
adjunto a esta guía). El versículo para esta semana es el
siguiente:

“¡Oh, si pudiera pesarse mi sufrimiento,


y ponerse en la balanza junto con mi calamidad!
¿Cuál es mi fuerza, para que yo espere,
y cuál es mi fin, para que yo resista?”
Job 6:2, 11 (NTV)
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EL
DESPOJO

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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El niñito con sus manos en alto


Yala Korwin

T us palmas abiertas elevadas en el aire como dos palomas


blancas rodean tu triste rostro, tu cara se retuerce de mie-
do, se envejece con un conocimiento más allá de tu edad.
Aún no tienes diez años. ¿Ocho? ¿Siete?
Todavía no te obligan a marcar con una estrella azul
sobre una placa blanca tu condición de judío. No es nece-
sario etiquetar a los pequeños. Mansamente, seguirán a sus
madres.
Permaneces aparte contra la multitud de mujeres y sus
críos que tienen la mirada en blanco, resignada. Todos los
tormentos de esta muchedumbre acosada están escritos en
tu cara.
En tus ojos oscuros, una visión de horror. Ya has visto a la
Muerte en las calles de los guetos, ¿verdad? ¿La reconoces
en los emblemas del hombre de las SS que te enfrenta con
su cámara?
Como un cordero perdido, soportas y contemplas con deso-
lación tu propio destino. ¿Dónde está tu madre, pequeño? ¿Es
la mujer que le echa un rápido vistazo al hombre armado que
está a la entrada del búnker?
¿Es quien amorosamente, aunque con prisa, abotonó tu
abrigo, te acomodó la gorra y te subió las medias? ¿Son esos
los sueños que tiene acerca de ti, sus sueños de un futuro
Einstein, un Spinoza, otro Heine o Halévy, los que pronto
serán asesinados? O, ¿ya eres un huérfano?
Pero, incluso, si aún tienes una madre, no le permitirán
consolarte en sus brazos. Sus brazos cansados, cargados con
paquetes inútiles, deben permanecer en alto como muestra
de sumisión. Marcharás solo, entre otros desdichados solitarios
hacia tu martirio.
Tu imagen permanecerá con nosotros y crecerá y crecerá
en inmensas proporciones para perseguir al desalmado mundo,
para acosarlo con una voz cada vez más fuerte, en nombre de
millones de chicos que caen, míseros muñecos de trapo, sus
ojos cerrados para siempre.
37

El poema que se ha citado íntegro anteriormente es muy


famoso entre los sobrevivientes del Holocausto y la co-
munidad judía contemporánea. Plasma muy bien esa
primera sensación de las personas que apenas llegaban
a los campos de concentración, después de días de viaje
en tren, hacinados y sin comida.
Frankl describe el proceso inicial de despojo y selec-
ción de los recién llegados, según sus condiciones físicas
y de salud: los más fuertes serían reclutados para tra-
bajos forzosos; los enfermos o débiles serían engañados
para ser llevados a los campos de destrucción y resultar
en las cámaras de gas. Al no morir en la “primera ronda,”
el autor empieza a desarrollar la idea de “dejar que las
cosas siguieran su curso,” la cual fue importante a lo
largo de su deambular por varios campos.
Debido a su formación como psiquiatra, tiene una
gran habilidad para narrar episodios concretos que dan
cuenta de las sensaciones y emociones de sus compañe-
ros de penurias, y de las suyas también: shock, negación,
pérdida de la ilusión, curiosidad ante el porvenir y pér-
dida del temor a la muerte. Todo lo anterior sumado a la
sorprendente resistencia del cuerpo ante las condiciones
adversas y el uso de diversos recursos para sobrevivir,
como el humor macabro, el consumo de alcohol y la
habilidad para jugar conforme a las reglas del campo
de concentración: “Debéis afeitaros, andar derechos,
caminar con gracia y no tendréis por qué temer al gas”
(Frankl, 1991: 17).
De igual manera, toca un aspecto fundamental cuan-
do se refiere al suicidio como práctica para algunos pri-
sioneros al tocar la cerca electrificada que delimitaba el
campo de concentración. Sin embargo, deja claro que,
desde el comienzo, se prometió a sí mismo que no lo

ENCUENTROS EN LA ORILLA
38

haría. Es decir, desde el inicio de este proceso terrible


y macabro, hizo una apuesta por la vida, “fruto de las
convicciones personales”.
Es así como esta sesión se centra en el tema del des-
pojo, con base en la lectura y discusión de las ideas que
presenta Frankl y de un “Encuentro en la orilla” con un
hombre experimentado en dolores, despojado; alguien
que vivió de primera mano un proceso deshumanizante
y, aun así, también decidió por la vida.
Finalmente, diríamos que podemos ser despojados
de todos menos de la libertad. Ésta es intrínseca al ser
imagen del creador. Incluso no se perdió por la transgre-
sión del ser humano, sólo se distorsionó, pero en Cristo
retomamos el sentido de la verdadera libertad.
Para comenzar la sesión de hora y media, el (la)
tutor(a) hará una breve síntesis de los puntos más re-
levantes que se mencionaron en el primer encuentro,
como las pérdidas y la posibilidad de aceptar la presen-
cia consoladora de Dios en medio del dolor como una
forma de hallarle sentido.
Después, compartirá con el grupo el poema El niñi-
to con sus manos en alto (se encuentra adjunto a este
material), escrito por Yala Korwin y lo leerán en voz alta.
Se da inicio a la conversación a partir de las preguntas
de la guía.
Al terminar, se indica que la tercera sesión se basará
en las páginas 19-28 del libro.
39
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la segunda sesión. Puede escoger las seis que
más le parezcan relevantes para la conversación.
Dice Frankl: “Ante una situación anormal, la reacción
anormal constituye una conducta normal. Aún nosotros,
los psiquiatras esperamos que los recursos de un hom-
bre ante una situación anormal […] sean anormales en
proporción a su grado de normalidad […] una reacción
típica, dadas las circunstancias” (págs. 17-18).
• En su propia experiencia o de alguien cercano, ¿qué
reacciones inesperadas tuvieron al enfrentarse a una
situación de despojo (por ejemplo, muerte de un ser
querido, atraco, accidente, episodio de violencia física,
emocional o verbal, desplazamiento forzoso, etc.)?
• Pensando en la situación previamente mencionada,
¿considera que las personas que lo acompañaron
comprendieron sus reacciones dadas las circunstan-
cias? En caso de que no haya sido así, ¿cómo le hu-
biera gustado que lo acompañaran?
• ¿Por qué creen que algunas personas optan por el
suicidio como una práctica ante una situación difícil?
• En el relato, Frank declara que desde los primeros días
en el campo de concentración, se prometió a sí mismo
que no se suicidaría al lanzarse a la cerca electrifica-
da que delimitaba el lugar, debido a “convicciones
personales”. ¿Qué clase de convicciones podrían ser?
Lean juntos el texto que se presenta a continuación:
• ¿Cuál es el perfil del hombre que se describe? ¿Qué
características les llaman más la atención? ¿A quién
se refiere?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
40

• ¿Qué perspectiva puede tener Jesús acerca del dolor


y el despojo? ¿De qué manera se acerca a los que
sufren?
• Para finalizar, se sugiere escuchar la canción Dios
también de Santiago Benavides. El versículo para
meditar esta semana es el siguiente:

“No tenía belleza ni esplendor, su aspecto no tenía


nada atrayente; los hombres lo despreciaban y lo
rechazaban. Era un hombre lleno de dolor,
acostumbrado al sufrimiento. Como a alguien que
no merece ser visto, lo despreciamos, no lo tuvimos
en cuenta. Y sin embargo él estaba cargado con
nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros
propios dolores. Nosotros pensamos que Dios lo había
herido, que lo había castigado y humillado.
Pero fue traspasado a causa de nuestra rebeldía,
fue atormentado a causa de nuestras maldades;
el castigo que sufrió nos trajo la paz, por sus
heridas alcanzamos la salud. Fue maltratado,
pero se sometió humildemente, ni siquiera abrió la
boca; lo llevaron como cordero al matadero,
y él se quedó callado, sin abrir la boca, como una
oveja cuando la trasquilan. Se lo llevaron
injustamente, y no hubo quien lo defendiera;
nadie se preocupó de su destino”.
Isaías 53:2-5, 6-8 (DHH)
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HACIA
ADENTRO

ENCUENTROS EN LA ORILLA
42

E n esta sesión se va a explorar el estado posterior a la


negación: el adormecimiento de las emociones como
un mecanismo de defensa para sobrevivir a las atroci-
dades que se viven y a la irracionalidad de los capos y
soldados. Sin embargo, Frank nota que algunas personas
poseen algunos recursos personales que les ayudan a
asumir mejor la situación que enfrentan todos los días.
Después del impacto inicial que genera la preca-
riedad de los campos de concentración y una vez los
prisioneros han perdido la ilusión de la liberación, em-
piezan a experimentar adormecimiento de las emocio-
nes, repugnancia ante la fealdad, nostalgia, inanición,
agotamiento físico, agonía mental, indignación ante el
maltrato continuo, sensación de impotencia, entre otros.
Por lo tanto, cada individuo invierte la poca energía
que le queda en lo que considera importante: anhelar
comida, discutir sobre el panorama político mundial,
mantener creencias religiosas, descansar. Sin embargo,
el autor dice:
A pesar del primitivismo físico y mental imperantes
a la fuerza, en la vida del campo de concentración aún
era posible desarrollar una profunda vida espiritual. No
cabe duda que las personas sensibles acostumbradas a
una vida intelectual rica sufrieron muchísimo (su cons-
titución era a menudo endeble), pero el daño causado
a su ser íntimo fue menor: eran capaces de aislarse del
terrible entorno retrotrayéndose a una vida de riqueza
interior y libertad espiritual. Sólo de esta forma puede
uno explicarse la paradoja aparente de que algunos pri-
sioneros, a menudo los menos fornidos, parecían sopor-
tar mejor la vida del campo que los de naturaleza más
robusta” (Frankl, 1991: 26-27).
43

Esta conclusión, comprobada en condiciones extremas,


presenta una perspectiva diferente a lo que en ocasiones
se refuerza desde temprana edad: sobreviven quienes
tienen fuerza física. Entonces, el autor ofrece semillas
de sabiduría que nos permiten refutar ese concepto y
empezar a responder la pregunta que nos planteó desde
el principio con base en otro enfoque: ¿qué le queda a
una persona cuando le ha sido arrebatado todo lo que
amaba? Y concluye que hay algo infinitamente valioso
de lo que no nos pueden despojar, sin importar el tipo
de circunstancia a la que nos enfrentemos: la vida es-
piritual, que es la fuente de “riqueza interior y libertad”.
En efecto, nutrir la vida interior no hacía que las per-
sonas dejaran de experimentar las penurias del campo.
Sin embargo, los hacía más sensibles a lo importante,
a lo que sí permanecía, muy a pesar de la desolación:
el amor, la apreciación de la belleza del arte y la natu-
raleza, el valor de las relaciones. Este principio resulta
esperanzador para nuestro contexto colombiano y los
múltiples retos que enfrentamos a diario.
La espiritualidad bien entendida y vivida es un ancla
fundamental para tener vidas resilientes: revela la ver-
dadera identidad del ser humano y un entendimiento
y compromiso con los valores del Reino de Dios, que
expresa una "fe no fingida" (2 Timoteo 1:5), en vez de
vivir religiosamente. Influye en todos los ámbitos de la
vida, surge de una comunión con Jesucristo y está enrai-
zada en la Palabra (Segura, 2002). La espiritualidad de
los primeros discípulos de Jesús involucraba todo su ser.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
44

Para comprenderla a la luz de los principios bíblicos, es


necesario superar falsas dicotomías que nos dividen en
dos segmentos: parte espiritual/parte material, inte-
rior/exterior, vida ultramundana/vida mundana (Driver,
2007).
Concluimos que todos los días tenemos el reto de
nutrir esa espiritualidad de una forma saludable, de
modo que nos permita enfrentar los distintos desafíos
mediante una profunda conexión con Dios, una fe y una
resiliencia que nos ayude a mantener una actitud que
nos lleve a celebrar la vida y sus múltiples manifestacio-
nes, muy a pesar de las circunstancias y las decisiones
de otras personas que nos rodean.
Para comenzar la sesión de hora y media, los asis-
tentes harán un recuento de las etapas que Frankl ha
venido describiendo en el libro y sus aprendizajes hasta
el momento.
Hoy se hará especial énfasis en la importancia de
alimentar la vida espiritual, a pesar del tipo de situación
que alguien pueda estar enfrentando, y los beneficios
que esta determinación puede traer a cualquier persona
en cualquier contexto.
Al terminar, se indica que la cuarta sesión se basará
en las páginas 29-40 del libro.

“El amor es la meta última


y más alta a que puede
aspirar el hombre.”
Viktor Frankl
45
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la tercera sesión. Puede escoger las seis que
más le parezcan relevantes para la conversación:

• ¿Cómo se explica que en una persona haya un profun-


do deseo de conservar la vida y, al tiempo, manifieste
constante apatía? ¿Conocen a alguien así, que experi-
mente dos emociones opuestas al tiempo?
• En una situación de alto riesgo, ¿qué tipo de personas
tendrían más posibilidades de sobrevivir y, además,
hallarle sentido a la experiencia?
• Escuchar la canción El pianista del gueto de Varso-
via, de Jorge Drexler. El hombre que se describe es el
abuelo del cantante, ¿qué mecanismos o recursos usó
el protagonista de la historia para sobrevivir?
• ¿Qué es la vida espiritual? ¿Qué opinan de la siguien-
te afirmación?
A pesar del primitivismo físico y mental imperantes a
la fuerza, en la vida del campo de concentración aún
era posible desarrollar una profunda vida espiritual.
No cabe duda que las personas sensibles acostum-
bradas a una vida intelectual rica sufrieron muchísi-
mo (su constitución era a menudo endeble), pero el
daño causado a su ser íntimo fue menor: eran capa-
ces de aislarse del terrible entorno retrotrayéndose
a una vida de riqueza interior y libertad espiritual.
Solo de esta forma puede uno explicarse la paradoja
aparente de que algunos prisioneros, a menudo los
menos fornidos, parecían soportar mejor la vida del
campo que los de naturaleza más robusta”
(Frankl, 1991: 26-27).

ENCUENTROS EN LA ORILLA
46

• Leer juntos(as) el texto que se presenta como apoyo.


¿Cómo se pueden relacionar las palabras de Pablo con
cultivar la vida espiritual?
• ¿Qué relación hay entre la vida espiritual enriquecida
y el arte, la belleza, el amor y las relaciones saluda-
bles?
• ¿Cómo se conecta tu espiritualidad con tu cotidia-
nidad?
A continuación, se presenta el versículo para meditar
durante la semana:

“Cuando Dios nos dio la buena noticia, puso,


por así decirlo, un tesoro en una frágil vasija
de barro. Así, cuando anunciamos la buena noticia,
la gente sabe que el poder de ese mensaje viene
de Dios y no de nosotros, que somos tan frágiles
como el barro. Por eso, aunque pasamos por muchas
dificultades, no nos desanimamos. Tenemos
preocupaciones, pero no perdemos la calma.
La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona.
Nos hacen caer, pero no nos destruyen. A donde
quiera que vamos, todos pueden ver que sufrimos lo
mismo que Cristo, y que por obedecerlo estamos
siempre en peligro de muerte. Pero también pueden
ver, por medio de nosotros, que Jesús tiene poder
para dar vida a los muertos. Por eso no nos
desanimamos. Aunque nuestro cuerpo se va
gastando, nuestro espíritu va cobrando más fuerza.
Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no
van a durar siempre”.
2 Corintios 4:7-11, 16-17 (TLA)
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ORIL

LA OMNIPRESENCIA
DEL SUFRIMIENTO

ENCUENTROS EN LA ORILLA
48

L a narración de Viktor Frankl va presentando la cotidia-


nidad de los prisioneros judíos, sus estados de ánimo
y la posibilidad de hallarle sentido a la vida en medio de
la devastación que amenaza con robarse la esperanza y
las ganas de continuar. Para empezar, se recapitulan las
etapas que se han discutido: la llegada a los campos de
concentración, la negación de la realidad y la aceptación
mediante ciertos mecanismos de supervivencia.
En esta sesión, se abordarán los efectos del sufri-
miento físico, psicológico y emocional, producto de vivir
en un contexto violento. Un aspecto que el autor des-
taca es el proceso de deshumanización al que se vieron
sometidos. El estrés emocional se convirtió en la fuente
habitual en el campo de concentración a razón de la
discriminación, el racismo, las enfermedades, afrontar
tareas difíciles, etc. (Preston, 1998) Utiliza una metáfora
para describir su realidad: la omnipresencia del sufri-
miento. Era un maltrato constante que les hacía sentir
que sus vidas carecían de valor y que no había escapa-
toria, lo cual producía una sensación de degradación,
impulsos violentos ante la injusticia y el deseo de invertir
sus pocas energías en evitar a los sabuesos y obtener
comida. Éstas también eran pérdidas existenciales.
No era un suceso doloroso, era una experiencia per-
manente de dolor. Sin embargo, lo más importante era
cómo lo vivían, qué significaba para cada uno. El impacto
y su magnitud dependían de la percepción individual. En
algunos, produjo alteraciones en el desarrollo de la per-
sonalidad, cambios en la autoestima y una percepción
negativa del mundo (Preston, 1998). Llama la atención
la relación que establece el autor entre la deshumani-
zación y la pérdida de valores: cómo la supervivencia
hacía que ya no respetaran los principios fundamentales
49

que alguna vez rigieron sus vidas. Sin embargo, no lo


dice con el ánimo de juzgar las reacciones y elecciones;
todo lo contrario, le hace ver al lector que el contexto
endurecía a las personas, por lo que sólo estaban dis-
puestas a esforzarse por preservar la vida propia y la de
sus amigos.
No obstante, Frankl aclara que no todos sufrían por
igual. Dentro de los campos, había una estructura social
determinada: unos pocos privilegiados (prisioneros “más
prominentes”, “capos”, cocineros, intendentes, policías) y
la mayoría de prisioneros, mano de obra que debía tra-
bajar hasta la muerte. El contexto en que vivían les pro-
ducía un severo daño. La pregunta que surge es si Frankl
sigue firme en su búsqueda de sentido. La respuesta es
afirmativa, para sorpresa de muchos. Relata cómo, en
ocasiones, cuando la existencia se hacía insoportable,
sentía que sus preguntas sobre el propósito de vivir se
respondían de formas sencillas (y extrañas), pero total-
mente alentadoras. Vuelve a hacer énfasis en la impor-
tancia del buen humor y el entretenimiento. Dice: “Aún
se sentiría más sorprendido al saber que también había
cierto sentido del humor; claro está, en su expresión más
leve y aun así, solo durante unos breves segundos o unos
minutos escasos. El humor es otra de las armas con las
que el alma lucha por su supervivencia” (Frankl, 1991: 51).
Sobrevivir. Tratar de sobreponerse al horror del lugar
y de las horribles prácticas que allí se ejercían mediante
varias estrategias. Frankl afirma que, en su caso, fue una
determinación consciente, una resolución que incluso
les enseñaba a sus compañeros. De igual manera, el arte
venía a ser como aire fresco: la poesía que declamaban
entre ellos, las canciones, la contemplación de la natu-
raleza que rodeaba el lugar.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
50

La obsesión por buscar el arte dentro del campo adquiría,


en general, matices grotescos. Yo diría que la impresión
real que producía todo lo que se relacionaba con lo ar-
tístico surgía del contraste casi fantasmagórico entre la
representación y la desolación de la vida en el campo
que servía de telón de fondo (1991: 50).
Frankl cierra esta sesión con un pensamiento que es
bastante fuerte porque confronta y sacude la idea de
libertad: “La conciencia del amor propio está tan pro-
fundamente arraigada en las cosas más elevadas y más
espirituales que no puede arrancarse ni viviendo en un
campo de concentración, ¿pero cuántos hombres libres,
por no hablar de los prisioneros, lo poseen?” (1991: 30).
Y es ésta una pregunta válida para nosotros hoy:
¿cuánto amor, cuánta compasión y celebración mos-
tramos hacia nosotros mismos, como personas amadas
por Dios en gran manera? Llama la atención la dureza
que muestran algunos creyentes hacia sí mismos, la cual
también se manifiesta hacia su familia, hermanos en
la fe y entorno, en general. Pareciera que necesitamos
aceptar y disfrutar el amor de Dios hacia nosotros prime-
ramente (no sólo como un ejercicio intelectual o como
una declaración), de modo que permee nuestro ser y así,
afecte nuestra visión de mundo y forma de relacionarnos
unos con otros.
Podemos cerrar pensando en la frase de C. S. Lewis:
"El dolor de hoy forma parte de la felicidad de antes".
Esto hacía referencia al dolor producido por la pérdida de
su esposa. El dolor halla su contexto de sentido propio.
Las sesiones previas han permitido que los partici-
pantes del conversatorio se hagan una idea de la vida en
el campo de concentración y el proceso que han llevado
los prisioneros hasta el momento.
51

En esta sesión, el tema central va a ser el sufrimiento


físico y psicológico, y sus efectos en la irritabilidad, los
complejos de inferioridad y el desinterés por el bienestar
de otros, a no ser que fueran muy cercanos. Al terminar,
se indica que la quinta sesión se basará en las páginas
41-51 del libro.

“El hombre que


no ha pasado
por circunstancias
adversas, realmente
no se conoce bien.”
Victor Frankl

ENCUENTROS EN LA ORILLA
52
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la cuarta sesión. Puede escoger las seis que más
le parezcan relevantes para la conversación:

• ¿Pueden recordar alguna situación tan dolorosa o di-


fícil en la que el sentido del humor fue una forma de
aliviar los sentimientos encontrados que fluían? ¿Qué
sucedió? ¿Cómo se sintieron al reírse?
• En su contexto, ¿cuáles son las manifestaciones ar-
tísticas que les ayudan a las personas a vivir cuando
las circunstancias personales, familiares o sociales se
tornan complicadas?
• Leer el texto que se presenta a continuación y generar
la discusión:
Ya he mencionado antes que todo lo que no se
relacionaba con la preocupación inmediata de la
supervivencia de uno mismo y sus amigos, carecía
de valor. Todo se supeditaba a tal fin. El carácter
del hombre quedaba absorbido hasta el extremo
de verse envuelto en un torbellino mental que po-
nía en duda y amenazaba toda la escala de valo-
res que hasta entonces había mantenido. Influido
por un entorno que no reconocía el valor de la vida
y la dignidad humanas, que había desposeído al
hombre de su voluntad y le había convertido en
objeto de exterminio (no sin utilizarle antes al
máximo y extraerle hasta el último grano de sus
recursos físicos) el yo personal acababa perdiendo
sus principios morales. Sí, en un último esfuerzo
por mantener la propia estima, el prisionero de
un campo de concentración no luchaba contra
ello, terminaba por perder el sentimiento de su
propia individualidad, de ser pensante, con una
53

libertad interior y un valor personal. Acababa por


considerarse solo una parte de la masa de gente:
su existencia se rebajaba al nivel de la vida animal.
Transportaban a los hombres en manadas, unas ve-
ces a un sitio y otras, a otro; unas veces juntos y
otras por separado, como un rebaño de ovejas sin
voluntad ni pensamientos propios (…) de modo que
el querer sumergirse literalmente en la multitud era
en realidad una manera de salvar el pellejo (Frankl,
1991: 33).
• ¿Qué se podría hacer en un contexto que no promueve
la vida para que el proceso de desensibilización de las
personas se transforme en uno que reconozca a las
personas como dignas y valiosas?
• ¿Cómo podemos luchar para evitar perder el senti-
miento de individualidad en medio de la multitud de
personas que nos rodean a diario (en tiempo real y en
las redes sociales)?
• ¿Qué palabras o imágenes vienen a la mente cuando
escuchan la palabra “amor propio”?
• Qué opinan de la siguiente afirmación que hace Viktor
Frankl:
“La conciencia del amor propio está tan profundamente
arraigada en las cosas más elevadas y más espirituales
que no puede arrancarse ni viviendo en un campo de
concentración, ¿pero cuántos hombres libres, por no
hablar de los prisioneros, lo poseen?”.
• ¿Qué relación existe entre el amor propio y la espiri-
tualidad?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
54

Lucas 10:27 dice: “Ama a tu semejante como te


amas a ti mismo”. Con base en lo que se ha discu-
tido en la sesión, se sugiere cerrar meditando en
la importancia del amor propio para entenderse
a sí mismo como un ser relacional.
A continuación, se presenta el versículo para meditar
durante la semana:

“Por ti he sido sustentado


desde el vientre; de las entrañas de mi madre
tú fuiste el que me sacó”.
Salmo 71:6 (JBS)
55

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LA

LA
ORIL

¿MARIONETAS
DEL DESTINO?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
56

E n la sesión anterior, se desarrolló una interesante


conversación acerca de la realidad terriblemente
abrumadora que se vivía en el campo de concentración
y el efecto que tenía en la salud física, mental, emocio-
nal y espiritual de los prisioneros. Entonces, Frankl se
pregunta si la libertad humana queda completamen-
te anulada en una situación tan extrema; si es posible
conservar el amor propio, la libertad espiritual y la in-
dependencia mental, o si solo queda sucumbir ante la
destrucción que causa el maltrato diario.
Y una vez más, vuelve a retar nuestra visión de mun-
do al afirmar que sí es posible elegir qué actitud se va a
adoptar ante una circunstancia para decidir el camino
propio (pág. 41). Esta determinación es lo que él llama
la libertad íntima. Prácticamente, podría decirse que
es el concepto central de su texto, ya que afirma que
es la que hace que la vida tenga sentido y propósito y
por tanto, nada nos la puede arrebatar. Sin embargo,
pareciera que pocas personas son conscientes de esa
libertad:
Lo que de verdad necesitamos es un cambio ra-
dical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que
aprender por nosotros mismos y después, enseñar a
los desesperados que en realidad no importa que no
esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo
de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos pregun-
tas sobre el significado de la vida y, en vez de ello,
pensar en nosotros como seres a quienes la vida les
inquieta continua e incesantemente. Nuestra contes-
tación tiene que estar hecha no de palabras ni tampo-
co de meditación, sino de una conducta y actuación
correctas. En última instancia, vivir significa asumir
la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta
57

a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas


que la vida asigna continuamente a cada individuo
(Frankl, 1991: 46).
Respecto al cuestionamiento “¿Lo importante es
lo que espero de la vida? O, ¿qué espera la vida de
mí?”, la primera pregunta puede llevar a una profunda
frustración o, incluso, al suicidio porque ofrece poca
esperanza en medio de la adversidad; en cambio, una
disposición a escuchar lo que Jesús, quien es la Vida,
tiene por decir, puede darle un sentido pleno a la vida
en cualquier circunstancia.
En ocasiones, no se trata de un ejercicio racional,
pues aunque quisiéramos explicar las causas, no ten-
dríamos respuestas satisfactorias. Hallar sentido a una
experiencia involucra a todo el ser y es posible me-
diante el consuelo. Entonces, ¿es necesario salir de la
aflicción para ser consolados? El apóstol Pablo comen-
ta: “Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente
de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras
dificultades para que nosotros podamos consolar a
otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos
ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a
nosotros” (2 Corintios 1:3-6, NTV).
Es hermoso pensar que es posible hallarle sentido
a las vivencias mediante el consuelo de Dios y el for-
talecimiento de lo que Frankl llama el “sostén moral
interno” o la forma en que se enfrenta el sufrimiento.
De hacerlo de la manera más saludable posible, pue-
de permitirnos entender que las aflicciones son parte
de la vida, así como otras situaciones más deseables
y soportables, y cada una de ellas es necesaria. A fin
de trabajar en la fuerza interior que se requiere para
trascender en medio de la crisis, el autor habla de lo

ENCUENTROS EN LA ORILLA
58

relevante que es tener metas a futuro y enfrentar el


sufrimiento con valentía, es decir, hacerse una idea
clara del mismo y expresarlo con libertad mediante el
llanto o un diálogo sincero.
Resalta que perder la fe en el futuro es una situa-
ción que lleva al debilitamiento del sostén espiritual y a
“vegetar,” sentir que la vida no tiene sentido y en casos
más extremos, intentar suicidarse. Es interesante que el
autor siempre tuvo presente la prevención del suicidio
en el campo de concentración y de alguna manera, hacía
pequeñas, pero significativas, intervenciones para recor-
darles a sus compañeros que aún había razones para vi-
vir. Tal vez la más importante era el sentido de unicidad
de cada persona, saber que cada uno es irremplazable y
que mediante la vida creativa y el amor es posible po-
tencial el sentido de nuestra existencia que tiene la Vida.
Finalmente, diríamos que podemos ser despojados de
todos menos de la libertad. En una oportunidad le pre-
guntaron a Frankl que si acaso el ser humano no era de-
terminado por los estímulos del entorno y él respondió:
“entre el estímulo y la respuesta hay un espacio llamado
libertad"; no somos ratas de laboratorio. No somos deter-
minados, nosotros determinamos el entorno aunque nos
despojen de todo.
En esta sesión, se van a abordar conceptos claves re-
lacionados con el sentido de la existencia. Podría decirse
que esta sesión es una de las más importantes. Previa-
mente, el autor ha puesto la base para los principios que
va a expresar en esta porción del libro, así que vale la
pena hacer un breve recuento de los temas que han sido
significativos para los asistentes antes de iniciar.
Al terminar, se indica que la sexta sesión se basará en las
páginas 52-54 del libro.
59
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la quinta sesión. Puede escoger las cinco que
más le parezcan relevantes para la conversación.
• Después de haber leído las ideas de Viktor Frankl, ¿qué
piensan del siguiente dicho popular: “El hombre nace
bueno, pero la sociedad lo corrompe”?
• ¿Cuáles podrían ser las fuerzas degenerantes de su
contexto local, esas influencias que podrían llevarlos
a olvidar la dignidad que ya tienen?
• ¿Alguna vez han sentido la tentación de simplemente
vegetar, en vez de aceptar el desafío de iniciar esa
búsqueda del sentido de la vida? En caso de que lo
hayan experimentado, ¿qué estaba sucediendo en sus
vidas en ese momento? ¿Cómo pudieron superar ese
estado de apatía?
• ¿Recuerdan a algún amigo o familiar que contara con
esa determinación de no dejarse vencer por las cir-
cunstancias y sobreponerse al dolor? ¿Qué actitudes
y hábitos tenía (o tiene) esa persona? ¿Qué podrían
aprender de su experiencia?
• ¿Qué acciones concretas pueden ayudar a fortalecer
el ser interior y la fe en futuro?
Mateo 9:35-36 dice lo siguiente: “Jesús recorrió todas
las ciudades y aldeas de esa región, enseñando en las si-
nagogas y anunciando la Buena Noticia acerca del reino; y
sanaba toda clase de enfermedades y dolencias. Cuando
vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban
confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor”.
• ¿Qué se necesita para sentir compasión por alguien?
• ¿Qué relación existe entre la compasión y el consuelo?
• ¿Alguna vez han experimentado el cuidado de Jesús,
como el buen pastor? ¿Cómo fue?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
60

El versículo para esta semana se presenta a continuación:

“Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco,


y ellas me siguen. Les doy vida eterna, y nunca
perecerán. Nadie puede quitármelas, porque
mi Padre me las ha dado, y él es más
poderoso que todos. Nadie puede
quitarlas de la mano del Padre”.
Juan 10:27-29 (NTV)
61

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LA

LA
ORIL

VOLVER
A SER HUMANO

ENCUENTROS EN LA ORILLA
62

L as primeras cinco sesiones han girado alrededor de


la vida de los prisioneros en el campo, de los pro-
cesos adaptativos que experimentaron desde el primer
día a fin de sobrevivir a la brutalidad y el sinsentido.
Con el paso del tiempo, algunos fueron sucumbiendo
a la tristeza y la nostalgia al practicar el suicidio o de-
jar de luchar. Entonces, su sistema inmunológico, que
estaba muy débil, colapsaba y terminaban por enfer-
marse y morir en cuestión de días. En este punto, ya
no valía la pena considerar una posible liberación de
parte de los Aliados. Todo era incierto.
El prisionero que perdía la fe en el futuro, en su
futuro, estaba condenado. Con la pérdida de la fe en
el futuro perdía, asimismo, su sostén espiritual; se
abandonaba y decaía y se convertía en sujeto del ani-
quilamiento físico y mental. Por regla general, éste se
producía de pronto, en forma de crisis, cuyos síntomas
eran similares al recluso con experiencia en el campo.
Todos temíamos ese momento no ya por nosotros, lo
que no hubiera tenido importancia, sino por nuestros
amigos. Solía comenzar cuando una mañana el prisio-
nero se negaba a vestirse y a lavarse, o a salir fuera del
barracón. Ni las súplicas ni los golpes, ni las amenazas
surtían ningún efecto. Se limitaba a quedarse allí, sin
apenas moverse. Si la crisis desembocaba en enfer-
medad, se oponía a que lo llevaran a la enfermería o
hacer cualquier cosa por ayudarse. Sencillamente, se
entregaba. Y allí se quedaba tendido sobre sus propios
excrementos, sin importarle nada (Frankl, 1991: 45).
Siendo éste el riesgo, la prevención resultaba fun-
damental, como se vio en la sesión anterior. Entonces,
habían llegado a un punto de ajustarse a las exigencias
diarias en el campo. Sin embargo, llegó un momento
63

en el que los Aliados lograron sitiar a los soldados nazis


y, en cuestión de días, tuvieron acceso a los campos de
concentración, donde se encontraron con sus fantas-
magóricos habitantes y las precarias condiciones de
las instalaciones. Su llegada produjo una mezcla de
sentimientos encontrados en los prisioneros, quienes
no podían creer lo que estaba sucediendo. Les costaba
celebrar la libertad cuando se ha visto privados de ella
durante tanto tiempo y al verse oprimidos y humillados
a cada instante. Parecía que el adormecimiento de las
emociones que les permitió sobrevivir bajo la brutali-
dad nazi se había impregnado en su ser: “literalmente
hablando, habíamos perdido la capacidad de alegrar-
nos y teníamos que volverla a aprender, lentamente”
(pág. 52).
Las páginas que se discutirán en esta sesión, des-
criben las reacciones diversas que experimentaron los
hombres recién liberados: aturdimiento, desconexión
emocional, vergüenza por no sentir emociones po-
sitivas, apetito voraz, necesidad de hablar de forma
detallada sobre lo sucedido, la decepción y la amar-
gura al enfrentarse a un mundo que, al igual que ellos,
había cambiado y en ocasiones, no los esperaba con
los brazos abiertos. Aunque hubo conductas generali-
zadas, el autor aclara que la forma de interactuar con
la “realidad exterior” dependía del ser interior de los
presos. A algunos los describe como de “naturaleza más
primitiva,” se refería a quienes poco cultivaron su ser
antes y durante el cautiverio, por lo que “en vez de
ser oprimidos, eran opresores. Se convirtieron en ins-
tigadores, no objetores, de la fuerza y de la injusticia.
Justificaban sus conductas en sus propias y terribles
experiencias” (pág. 54).

ENCUENTROS EN LA ORILLA
64

Hubo otros que, debido a la preservación intencional de


su ser interior mediante una espiritualidad saludable,
pudieron iniciar ese proceso de “re-humanización,” de
maravillarse ante el cuidado de Dios, quien les permitió
sobrevivir y ver el día de su liberación
De nuevo, es importante aclarar que estas obser-
vaciones no tenían la intención de juzgar a sus com-
pañeros de penurias, sino que describen la relación
directamente proporcional entre la espiritualidad y
el sentido de dignidad y de propósito, lo que suce-
de cuando la Vida o la desolación son el motor de la
existencia. De hecho, Frankl va más lejos y habla de
la necesidad del acompañamiento y la intervención
temprana para evitar futuros problemas debido a la
“deformación moral resultante” y al cambio abrupto
que vivieron los prisioneros.
Estos, aunque aparentemente estaban libres de
sus opresores, se convirtieron en sus propios verdugos.
Hubo otros que, debido a la preservación intencional de
su ser interior mediante una espiritualidad saludable,
pudieron iniciar ese proceso de “re-humanización,” de
maravillarse ante el cuidado de Dios, quien les permitió
sobrevivir y ver el día de su liberación.
Una espiritualidad saludable se basa en el Evan-
gelio del Reino sin reducciones ni mutilaciones, sin
eliminar la exigencia de los frutos de arrepentimiento
(Escobar, 1997).
No maneja una división entre lo Santo y lo profano,
pues lo único profano es el pecado. Es saludable cuan-
do transforma al encarnarse en la realidad familiar,
eclesial, laboral, social y cultural, y es consecuente con
el sentido de dignidad y propósito.
65

Esta espiritualidad redime, pues está llena de buenas


noticias de redención. Habla del restablecimiento de la
imagen de Dios (Génesis 1:26,28), que fue distorsionada
por la transgresión del ser humano y restaurada por el
Camino, quien es Jesús (Colosenses 1:15).
El autor cierra esta sección del libro con una con-
clusión similar a la del escritor de Eclesiastés: “La ex-
periencia final para el hombre que vuelve a su hogar
es la sensación maravillosa de que, después de todo
lo que ha sufrido, ya no hay nada nada a lo que tenga
que temer, excepto a su Dios” (pág. 54).
“El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el
corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza”.
Salmo 34:18 (DHH)
En esta sesión, se va a discutir la última sesión de la
primera parte del libro El hombre en busca de sentido,
que se centra en las reacciones de los prisioneros una
vez fueron liberados de la opresión nazi y el duro proceso
que tuvieron que enfrentar al reintegrarse a una socie-
dad que no sabía cómo acompañarlos o que simplemen-
te no podía devolverles a sus seres queridos asesinados
o a la vida que alguna vez tuvieron.
Al terminar, se indica que la séptima sesión se basará
en las páginas 56-61 del libro.

“El amor constituye


la única manera
de aprehender a otro
ser humano en lo
más profundo de
su personalidad.”
Victor Frankl

ENCUENTROS EN LA ORILLA
66
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la sexta sesión. Puede escoger las seis que más
le parezcan relevantes para la conversación.
• Leer en voz alta la extensa cita que se presenta a con-
tinuación. ¿Qué impresiones les suscita el relato del
soldado Vincenko? ¿Qué puntos comunes tiene con
la descripción que ha venido presentando Frankl en
su libro?
En la sombra advertí una presencia. Se arras-
traba en el barro, ante mí. Se dio la vuelta y apa-
reció el blanco de unos ojos enormes, dilatados.
Callamos: desde lejos nos llegaba el eco amorti-
guado de las explosiones. De los dos, sólo yo sabía
que eran los disparos de la artillería alemana que
se retiraba. Pensé en un espectro, dudé si yo esta-
ba herido, incluso muerto. No estaba soñando, es-
taba ante un muerto viviente. Detrás de él, detrás
de la niebla oscura, intuí decenas de otros fan-
tasmas. Huesos móviles, unidos por una piel seca
y envejecida. El aire era irrespirable, una mezcla
de carne quemada y excrementos. Nos cogió de
sorpresa el miedo a contagiarnos, la tentación
de escapar. No sabía dónde me encontraba. Un
compañero me dijo que estábamos en Auschwitz.
Avanzamos sin decir una palabra.
En el uniforme de rayas exhibían el letrero Ost,
o la estrella de David. Uno me enseñó un número
tatuado en el hueso del brazo. Las literas estaban
llenas de andrajos y excrementos, dentro era so-
focante. No puedo asegurar que percibí felicidad
cuando les dije que eran libres. Les veía revivir,
con los ojos que se les iluminaban, pero no tenían
la fuerza para soportar la alegría.
67

El día que estuve en Auschwitz se convirtió en


un día crucial de mi vida, solo cuando el mundo
elaboró una conciencia de la verdad y de la ver-
güenza. Ni siquiera nosotros, que habíamos visto,
queríamos creerlo. He esperado años para lograr
olvidar, después comprendí que sería comportarse
como un culpable, convertirse en cómplice. Y, por
tanto, recuerdo. No he logrado comprender cómo
haya podido suceder, pero a quien niega el Holo-
causto le digo: ‘Créame, cuando estaba allí trataba
de convencerme de que no era verdad’”
(Vincenko, 2005).
• Anhelar profundamente una situación, aguardar la
esperanza de que suceda, ver pasar el tiempo, seguir
esperando, sentirse frustrado(a), apagar la ilusión,
llorar, acostumbrarse a vivir sin eso que se anhela.
De repente, un día, sucede eso que se ha convertido
en un sueño enterrado. ¿Alguna vez les ha sucedido
a ustedes, o a alguien conocido, algo como lo que se
acaba de describir? ¿Qué reacciones tuvieron ante lo
inesperado?
• Tal vez uno de los retos más grandes para cualquier
ser humano es aprender a manejar la libertad, espe-
cialmente cuando se vive en un espacio con muchas
restricciones y control. ¿Qué riesgos y ventajas tiene
el hecho de tomar decisiones de forma autónoma?
• Dice Frankl en el texto: “Sólo muy lentamente se podía
devolver a aquellos hombres a la verdad lisa y llana de
que nadie tenía derecho a obrar mal, ni aun cuando
a él le hubieran hecho daño. Tendríamos que luchar
para hacerles volver a esa verdad, o las consecuen-
cias serían aún peores que la pérdida de unos cuantos

ENCUENTROS EN LA ORILLA
68

cientos de granos de trigo.” ¿Qué principios y valores


necesitamos recordar cuando maltratamos a otros con
nuestras palabras y acciones?
• En sus propias palabras, ¿cómo definirían la libertad?
En caso de que sea difícil definirla, ¿con qué la po-
drían comparar?
• ¿La libertad es un suceso o un proceso? ¿Qué relación
existe entre la espiritualidad y la libertad?
Leer Juan 8:31-32. ¿Qué dice Jesús acerca de la libertad?
El versículo de esta semana es el que se presenta a con-
tinuación:

“Jesús le dijo a la gente que creyó en él:


“Ustedes son verdaderamente mis discípulos
si se mantienen fieles a mis enseñanzas;
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
Les digo la verdad, todo el que comete pecado es
esclavo del pecado. Un esclavo no es un miembro
permanente de la familia, pero un hijo sí forma
parte de la familia para siempre. Así que,
si el Hijo los hace libres, ustedes son
verdaderamente libres.”
Juan 8:31-32, 34-36 (NTV)
69

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LA

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ORIL

EL SER,
¿NACE O SE HACE?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
70

E n esta sesión, la discusión da un giro importante


porque se deja de lado el relato autobiográfico
para abordar el tema del ser y la importancia de
superar la tendencia a invisibilizarlo al resaltar los
saberes, teneres y haceres, elementos altamente
valorados por la sociedad en la que hemos crecido.
Suele suceder que hacemos un uso del lenguaje
casi mecánico, sin pensar muy bien lo que deci-
mos y las razones por las que escogemos una u
otra palabra. Sin embargo, ese uso desprevenido
de ciertos términos dice mucho de nuestra manera
de pensar. Las chicas cumplen quince años y deci-
mos: “Ahora, ¡ya eres una mujer!” Con frecuencia,
les preguntamos a los niños: “Y tú, ¿qué quieres ser
cuando grande?” O, en medio de un arranque de
rabia, los padres y los maestros exclaman: “¡Si no
estudia, no será nadie en la vida!”. Como si el ser
fuera algo que nadie sabe muy bien qué es, pero
que se concretará en un futuro indefinido… como
si ahora mismo no fuéramos alguien… como si el
ser necesitara de otros accesorios para validar su
propia existencia.
Nuestra cultura nos ha enseñado que somos
seres valiosos por el barrio donde vivimos, la edu-
cación que recibimos, las personas de influencia
que conocemos, los ritos religiosos que seguimos,
la ropa de marca que compramos, el salario que
ganamos nosotros, nuestros padres o nuestra pare-
ja; la música que escuchamos, el equipo de fútbol
del que somos hinchas, los viajes que hacemos, las
notas académicas que sacamos y tantas cosas más.
Y repetimos todas estas creencias pasivamente, las
71

creemos y las reforzamos mediante las bromas que


hacemos y las publicaciones que compartimos en
las redes sociales.
Y sin darnos cuenta, vamos participando más en
ese juego peligroso y agotador de “tengo, hago y
sé para ser alguien valioso” que nos hace vivir con
una profunda insatisfacción y ese anhelo de suplir
las necesidades y deseos que otros han creado para
nosotros, sin tomarnos el tiempo de evaluar esas
creencias fundacionales de nuestra cultura para
saber si se articulan con la propuesta de Jesús y
las necesidades y deseos reales que tenemos como
seres humanos, como criaturas e hijos de un Dios
pleno y completo en sí mismo que ha prometido
darnos plenitud a Su manera, mediante la muerte y
la resurrección del precioso Jesús, lejos del modelo
consumista en el que estamos inmersos.
No tomarse el tiempo y el esfuerzo de evaluar
lleva a la mecanización de las acciones, a aceptar
la ansiedad que genera la competencia constante
con otros, la amargura de saber que siempre habrá
alguien más que sepa, haga y tenga más que no-
sotros; el agotamiento que produce trabajar para
cumplir con cierto estándar de vida, por encima
de su propia esencia y propósito(s). No es extra-
ño encontrar personas que se dedican a alguna
profesión, oficio u proyecto que no querían, pero
decidieron sacrificar lo importante por un poco de
reconocimiento, de dinero, o alguna otra razón.
Entonces, ¿qué es el ser? ¿Por qué importa tan-
to? Como no es posible apreciar aquello que des-
conocemos, es importante decir que el ser, como

ENCUENTROS EN LA ORILLA
72

todo lo bueno que hay en este mundo, tiene su


origen en el ser de Dios, quien decidió crearnos a
su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Estas dos
palabras tan comunes después de tanto uso, y en
ocasiones, abuso, quiere decir que poseemos unos
rasgos idénticos y otros parecidos a los del Creador,
lo cual le da una dignidad especial. Atiencia (1999)
lo expresa de una forma muy hermosa: “De aquí
en adelante, el ser humano no podrá ser definido
y comprendido aparte de su Creador. Esto hizo del
ser humano un “sujeto” y en consecuencia, un ser
en relación”.
Dice, además, que esa relación entre el Creador
y la criatura es una de tipo padre-hijo, caracteriza-
da por “la confianza (Génesis 1:28-30) y la acep-
tación (Génesis 1:31). El objetivo que Dios busca al
entrar en este tipo de relación es que el ser humano
se realice y tenga vida (Génesis 2:15-16). Pero es
propio también de esta relación el establecimien-
to de límites, que no sólo regulan la vida (Génesis
1:15-16), sino que también protejan las relaciones
y la vida misma (Génesis 2:17). Otro rasgo que el
ser humano refleja de Dios es su ser comunitario,
el cual se refleja en la relación entre el hombre y
la mujer, quienes son iguales y al mismo tiempo,
diferentes. “Esta igualdad, y a la vez diferencia, es
la que les permite al hombre y a la mujer una rela-
ción sin fusión, intimidad sin pérdida de identidad,
acercamiento – pero a su vez derecho al espacio
psicosocial y espiritual necesarios para crecer”
(Atiencia, 1999).
73

Lamentablemente, esa imagen y semejanza que


fue creada de manera perfecta en el principio, se
distorsionó debido al pecado (más no desapareció).
Sin embargo, significó la entrada de la muerte. “De
aquí en adelante vemos una historia de acusacio-
nes, explotación, racionalización y proyección de
problemas” (Atiencia, 1999). Por lo tanto, hoy conta-
mos con la estructura, si se permitiera la expresión,
pero necesitamos “rastrear el camino de vuelta a
casa,” necesitamos que Jesús y Su Palabra nos
muestren cómo podemos alinearnos con su pensa-
miento y estilo de vida para descubrir la riqueza del
ser, que no depende de factores externos, sino del
Creador y su inagotable provisión de amor, acep-
tación y sentido de trascendencia para nosotros.
Jorge Atiencia (1999) diría que, frente a esta
realidad, la vida necesita ocupar su lugar. Por lo
tanto, hay que darle el tiempo a la vida. Afortuna-
damente, la gracia del Creador no ha dejado al ser
humano en dicha condición. Dios concibió un plan
de redención anunciado en el mismo contexto de
la Caída (Génesis 3:1-20). La presencia de Jesucris-
to como Señor y Salvador significa la posibilidad
de conversión para la humanidad: de un estado
de no-relación (Génesis 3:7-20) a uno de relación
(Juan 1:11-12) y, en consecuencia, conversión a la
posibilidad de volver a ser “persona” en plenitud
de todo lo que ello implica.
Entonces, el proyecto del ser se centra en la
restauración de la persona humana, así que el pro-
pósito del Servir de la iglesia de Cristo a través de
estos ministerios es la de facilitar la construcción
del ser mejores personas,” a fin de perfeccionar a

ENCUENTROS EN LA ORILLA
74

los santos...” Se requieren personas maduras (per-


fectas) que reflejen el “Jesús que en ellas habita”,
además de salvos, conformados a la medida de la
plenitud de Cristo, “para la obra del ministerio, para
la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:12-13,
RVR95).
La primera mirada para restaurar al ser es verlo,
visibilizarlo, “Entonces, mirando a la mujer, Jesús
dijo a Simón: ‘¿Ves esta mujer? Entré en tu casa,
y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta
mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y
los ha secado con sus cabellos’” (Lucas 7:44, DHH).
Cuando ignoramos este principio, nos defi-
nimos desde lo que sabemos: “soy médico”, “soy
abogado”, “soy electricista”, “soy profesora”, “soy
psicóloga,” o desde lo que hacemos: “construí un
edificio,” “estudié una carrera,” “fundé una empre-
sa,” “diseñé una joya,” o desde lo que tenemos:
tengo una casa, tengo riqueza y poder, tengo carro,
tengo relaciones influyentes. Aunque todo lo an-
terior suena muy impresionante, lo paradójico es
que terminamos invisibilizándonos como personas.
Quien pierde el sentido de la vida, existe sin
sentido. Quien inicia su búsqueda de sentido, se
pregunta: ¿por qué sufro? ¿Dónde estaba Dios
cuando todo sucedía? Tal persona podría sostener-
se frente a los “cómos”, pero no podemos olvidar
que el sentido de la vida es más que respuestas
que satisfacen el intelecto; se trata de preguntar
sin excusar el sufrimiento, pero desarrollando una
comprensión más amplia del mismo. Boris Cyrulnik
(1999) dice que la persona resiliente se pregunta
75

y pregunta: “Casi todos los niños resilientes han


debido responder a dos preguntas: ‘¿Por qué tengo
que sufrir tanto?’ y ‘¿Cómo voy a hacer para ser
feliz a pesar de ello?’ El primer cuestionamiento
los ha llevado a intelectualizar; el segundo, a soñar.
Tanto el primero como el segundo son expresiones
de resiliencia.
Por tanto, se hace necesario responder a la si-
guiente pregunta: ¿quién soy? En términos genera-
les, diría que soy una persona autónoma, diferen-
ciada, femenina o masculina, en quien se evidencia
el fruto del espíritu: amo, me gozo, tengo paz, etc.
A raíz de la Caída y de mis propias decisiones, estoy
en el proceso de estar abierto a que la vida de Cristo
fluya en mí y me ayude a transformar los pensa-
mientos, conductas y expresiones nada saludables
que aprendí cuando estaba separado(a) de Él. No
podemos olvidar que el ser es la roca sobre la cual
se construye la casa. Tiene que ver con el carácter,
eso que sostuvo a Viktor Frankl, y a tantos otros,
durante la adversidad. Es desde allí que se vive y
se elige la libertad última: la vida que yo escojo y
la forma en que la tejo.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
76
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la séptima sesión.
Juntos van a observar el cortometraje Identidad, dirigido
por K. J. Adames (2012). Al terminar, pueden responder
las siguientes preguntas:
• ¿Quién es cada uno de ustedes? En caso de no tener
muy clara la respuesta, ¿qué pasos podrían dar para
tener mayor claridad?
• Desde que somos muy pequeños, la sociedad fomenta
constantemente una profunda insatisfacción con no-
sotros mismos (cuerpos, casas, etc.) y nuestro entorno
(familias, comunidades, etc.). Todo esto nos lleva a
consumir constantemente diferentes productos para
“llenar el vacío interior”. ¿Cuáles son los más comunes
en su contexto local?
• Frankl dice que “no inventamos el sentido de la exis-
tencia, sino que lo descubrimos”. ¿De qué maneras se
puede hacer ese tipo de hallazgo? ¿Con qué recursos
cuentan ustedes para lograrlo?
• Piensen en una situación en la que tuvieron que
ocultar su ser real para agradarle a una persona o un
grupo. ¿Qué sucedió? ¿Qué tuvieron que ocultar para
ser aceptados? ¿Qué tuvieron que destacar?
• ¿Cómo se sintieron durante y después de hacer expe-
rimentado esa actuación?
• Algunas personas ven la importancia de descubrir su
ser interior después de haber vivido una situación
traumática, que les cambió la vida. ¿Cómo podría-
mos recorrer ese camino en la cotidianidad, cuando
en apariencia todo sigue igual?
• En el versículo que se encuentra en la parte posterior,
Jesús habla con sus discípulos de una manera franca.
77

• ¿Qué les dice acerca de las pruebas y las tristezas?


¿Qué les gusta y qué no les gusta de la declaración
de Jesús?
A continuación, se presenta el versículo de la semana:

“Esa noche, el Señor se le apareció a Salomón


en un sueño y Dios le dijo: “¿Qué es lo que quieres?
“¡Pídeme, y yo te lo daré!” Salomón contestó:
“Ahora pues, Señor mi Dios, tú me has hecho
rey en lugar de mi padre, David, pero soy como
un niño pequeño que no sabe por dónde ir.
Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo
escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no
se puede contar! Dame un corazón comprensivo para
que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa
la diferencia entre el bien y el mal.
Pues, ¿quién puede gobernar por su propia
cuenta a este gran pueblo tuyo?”
1 Reyes 3:7-9 (NTV)

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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C UENTR
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EN

LA
LA
ORIL

HACER,
TENER, SABER
79

E n el “Encuentro” anterior, se habló sobre la importan-


cia del ser. Uno de los puntos clave fue reconocer que
el florecimiento del mismo siempre ha dependido de la
relación que hay con Dios como Creador y que, debido
a la muerte que entró desde el principio, ha habido una
distorsión de Su imagen. Para alegría nuestra, la historia
no quedó ahí. La obra de Cristo ha permitido que esa
relación rota sea restaurada y, en consecuencia, hay una
conversión a la posibilidad de volver a ser “persona” en
plenitud de todo lo que ello implica (Atiencia, 1999).
Plenitud. El Diccionario define esta palabra como “to-
talidad, integridad o cualidad de pleno” (RAE, s.f.). Si la
obra de Cristo tiene una estrecha relación con el hecho
de que el ser humano vuelva a ser íntegro, quiere decir
que Su vida debe correr y afectar cada dimensión de la
vida, incluyendo las acciones que se realizan, las pose-
siones que se tienen y los conocimientos y habilidades
que se adquieren. Debido a la distorsión de la imagen
de Dios y al condicionamiento social, en la sociedad oc-
cidental urbana se nos ha enseñado que hacer, tener y
saber es lo que debe sustentar la identidad personal,
fomentando la idea de que pensar en el ser es un asunto
menor.
Eric Fromm, destacado académico alemán, desarrolló
un interés especial por la diferencia entre ser y tener. Sus
reflexiones son bastante interesantes:
La diferencia entre ser y tener no es esencial-
mente la misma que hay entre Oriente y Oc-
cidente. La diferencia está, antes bien, entre
una sociedad interesada principalmente en
las personas, y otra interesada en las cosas.
La orientación de tener es característica de la
sociedad industrial occidental, en que el afán

ENCUENTROS EN LA ORILLA
80

de lucro, fama y poder se han convertido en el


problema dominante de la vida. No es que el
hombre occidental no pueda comprender ple-
namente los sistemas orientales […] sino que
el Hombre moderno no puede comprender el
espíritu de una sociedad que no está centrada
en la propiedad y en la codicia (2007).
Dice, además, que la sociedad industrial de los últimos
siglos se basa en dos principios fundamentales:
1. La meta de la vida es la felicidad; esto es, el máximo
de placer, que se define como la satisfacción de todo
deseo o necesidad subjetiva que una persona pueda
tener (hedonismo radical).
2. El egotismo, el egoísmo y la avaricia, que el sistema
necesita fomentar para funcionar, producen armonía
y paz.
Si hacemos una revisión de las ideas que recibimos y
comunicamos, podemos concluir que, sin duda, estos
principios se han impregnado en nuestra forma de pen-
sar desde el nacimiento. Por tanto, es común escuchar
expresiones como: “Merezco ser feliz,” “Voy a hacer lo
que sea necesario con tal de lograr lo que quiero,” “Na-
die tiene derecho a decirme cómo vivir,” “Es que nadie
me entiende,” entre otras. Nuestro lenguaje moldea el
mundo que habitamos y a la vez, moldea nuestros valo-
res y creencias. Entonces, la pregunta que valdría la pena
hacerse es si el hedonismo, el egoísmo y la avaricia son
valores del Reino de Dios.
¿Qué lugar ocupan los saberes, las posesiones y las
acciones en nuestra relación con Dios y la construcción
de identidad? ¿Deberíamos desecharlos por completo?
¿Deberíamos aferrarnos a ellos?
81

Jeremías 9:23-24 (NBLH) afirma lo siguiente:


“No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el
poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza;
pero si alguien se gloría, gloríese de esto: de que Me
entiende y Me conoce, pues Yo soy el Señor que hago
misericordia, derecho y justicia en la tierra, Porque en
estas cosas Me complazco”, declara el Señor.
No se trata de pendular entre extremos, sino de com-
prender la necesidad de priorizar, de tomar decisiones
con base en lo que importa para la construcción del ser.
Jesús dejó una pauta muy clara para evaluar las bases
del proyecto de vida de cada persona: “Porque donde
esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo
6:21). Entonces, podemos pensar que el esfuerzo, el
tiempo, los valores, el dinero, la vida creativa… todos
los recursos que tenga una persona los va a dedicar a
aquello que le parezca fundamental. Por tanto, cabe pre-
guntarse: ¿Qué es lo que más me importa en la vida?
¿Qué es lo que más debería importarle a un discípulo
de Jesús?
Suele pasar en ocasiones que las respuestas prácticas
no coinciden mucho con lo que se espera de un seguidor
de Jesús y probablemente, nuestras elecciones hagan
que, de vez en cuando, se agarre la cabeza, respire hon-
do y nos diga como solía decirles a Sus primeros discí-
pulos: “¡Hombres y mujeres de poca fe!” la vida es un
proceso de aprendizaje en el que necesitamos aprender
a cuestionar los valores con los que crecimos para ver si
corresponden a la propuesta de nuestra Salvador. Está
claro que este proceso de evaluación va más allá de ser
un ejercicio mental; es una dinámica constante dirigida
por el Espíritu de Dios y los principios que encontramos

ENCUENTROS EN LA ORILLA
82

en la Palabra a fin de aprender una nueva forma de vida,


de reconocer que nuestro valor no se determina por lo
que tenemos, hacemos y sabemos, sino que hay algo
más profundo y más duradero que la ropa, la figura, la
casa, el carro, los estudios…

Es verdad lo que se dice: que todos tenemos el


conocimiento de la verdad; pero el conocimiento
hincha de orgullo, en tanto que el amor edifica
la comunidad. Si alguien cree que conoce algo,
todavía no lo conoce como lo debe conocer. Pero
si alguien ama a Dios, Dios lo conoce a él.
1 Corintios 8:1-3 (DHH)

Resumiendo; ser amado y conocido por Dios. Amar y


conocer a Dios. Cada decisión, cada aspecto de la vida va
tomando sentido y va ocupando su lugar en la medida
que apreciamos y disfrutamos de ese amor que dista
de ser lo que los medios nos presentan todo el tiem-
po. En ocasiones, no es fácil alinearse con los principios
del Reino que nos invitan a priorizar con sabiduría. Sin
embargo, es lo único que nos puede salvar de nosotros
mismos y del sistema consumista que nos envuelve y nos
engaña con sus cantos de sirena.

“ La felicidad es como una


mariposa. Cuanto más la
persigues, más huye.
Pero si vuelves la atención
hacia otras cosas, ella
viene y suavemente se posa
en tu hombro. La felicidad
no es una posada en el
camino, sino una forma
de caminar por la vida.”
Viktor Frankl
83
GUÍA DE PREGUNTAS
P ara tener puntos comunes en la discusión, se reco-
mienda entregarles a los jóvenes la introducción a
este Encuentro a los jóvenes previamente, de modo que
la lean con tiempo, así como hacían con el libro. A con-
tinuación, se presentará una guía de preguntas para la
octava sesión.
• Cuando hablan con sus amigos sobre el futuro, ¿en
cuál de los siguientes cuatro aspectos centran más su
atención: ser, tener, hacer, saber? ¿Por qué?
• ¿Quiénes son las dos personas que más admiras?
¿Cuáles son las características que más te llaman la
atención? ¿Por qué?
• ¿Cómo se podría abordar con otros jóvenes el tema de
establecer prioridades a fin de tener un proyecto de
vida más claro de formas divertidas?
• ¿Conocen a alguien que haya entendido que es fun-
damental trabajar en la construcción del ser para te-
ner claro qué se tiene, qué se debe saber y qué se
debe hacer? ¿De quién se trata? ¿Por qué les ha lla-
mado la atención?
• Observar juntos el cortometraje In The Fall (En la caí-
da). Que se adjunta a esta guía. Al terminar, discutir a
partir de las siguientes preguntas: ¿Cómo les gustaría
ser recordados al final de sus días? ¿Qué pasos están
dando para conseguirlo? ¿Cómo pueden conseguir en
el presente tener una vida llena de sentido, una vida
que dé gusto vivir?
• ¿Los haceres, teneres y saberes le sirven al Ser o se
sirven de éste?

ENCUENTROS EN LA ORILLA
84

Después de la discusión, se presenta el versículo de la


semana:

Es verdad lo que se dice: que todos tenemos


el conocimiento de la verdad; pero el conocimiento
hincha de orgullo, en tanto que el amor edifica la
comunidad. Si alguien cree que conoce algo,
todavía no lo conoce como lo debe conocer.
Pero si alguien ama a Dios, Dios lo conoce a él.
1 Corintios 8:1-3 (DHH)
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LA

LA
ORIL

EL SENTIDO
DE LA VIDA

ENCUENTROS EN LA ORILLA
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E n la sesión de hoy, el diálogo va a girar en torno al


sentido de la vida, concepto que Frankl desarrolla a
profundidad. Lo primero que aclara es que no es una
noción general que abarca toda la existencia de una
persona, sino que “difiere de un hombre a otro, de un
día para otro, de una hora a otra” (Frankl, 1991: 62). Es
un planteamiento interesante porque nos recuerda que
la vida está en constante cambio, debido a las decisio-
“El hombre no debería
nes que se toman o por motivos ajenos a la voluntad, y inquirir cuál es el sentido
por lo tanto, cada quien tendrá distintas misiones por de la vida, sino comprender
cumplir a lo largo de su vida. “El sentido de la vida está que es a él a quien se le
inquiere (…) a cada hombre
cambiando, pero nunca cesa” (pág. 63). se le pregunta por la vida y
Como no es posible hablar de un único propósito para únicamente puede responder
a la vida respondiendo por
vivir, el autor señala que lo más relevante será entonces
su propia vida; solo siendo
la responsabilidad personal: “Vive como si ya estuvie- responsable puede contestar
ras viviendo por segunda vez y como si la primera vez a la vida”.
ya hubieras obrado tan desacertadamente como aho- Viktor Frankl

ra estás a punto de obrar.” Este lema de la logoterapia


ofrece una idea muy clara de la necesidad de pensar
seriamente qué decisiones se toman y ante qué o quién
se está dispuesto a rendir cuentas, lo cual depende de
los principios que se tengan. Algunas personas se harán
responsables ante su conciencia o la sociedad; otros ante
Dios y su comunidad de fe; otros comprenderán que, al
ser parte de un entramado de relaciones diversas, es
preciso hacerse responsable ante diversos individuos e
instituciones.
Lo importante, dice Frankl, es comprender que el
sentido de la vida se halla estando en relación con el
mundo, no puede ser un ejercicio individual, ya que esto
solo lleva a la frustración y al desprecio del mismo. Esto
último es evidente en la sociedad en que vivimos: entre
más se orientan los individuos a satisfacer únicamente
87

sus necesidades, más insatisfacción encuentran y más


dificultades tienen para relacionarse de una manera sa-
ludable con su entorno.
El autor señala que hay tres formas de descubrir el
sentido de la vida: a) al realizar una acción, b) al guiarse
por algún principio y, c) mediante el sufrimiento. Ejem-
plifica el segundo caso con el amor. Afirma que es un
principio que aprehende a otra persona en lo profundo,
por lo que es posible ver sus rasgos esenciales y poten-
cialidades, de manera que se tiene la libertad de ma-
nifestarlas. En cuanto al sufrimiento, aclara que solo es
válido cuando se trata de una situación inevitable, que
no se pueda cambiar y que sea absolutamente necesaria,
pues de lo contrario sería masoquismo. Es una aclaración
importante porque evita la tergiversación del principio
y la posibilidad de que alguien justifique el hecho de
participar (como víctima o victimario) en entornos vio-
lentos que, sin duda, pueden ser transformados a fin de
promover la vida y la dignidad.
Frankl dice que es clave transformar la actitud hacia
el sufrimiento a fin de poder hallarle sentido, hacerlo
con valentía. Y la logoterapia va más lejos: “Hace que
el paciente recupere su capacidad de sufrir, si fuera ne-
cesario”.
Es decir, esta escuela no percibe el sufrimiento como
una experiencia negativa, lo cual reta la tendencia oc-
cidental a evitar cualquier clase de sentimiento que
“incomode” y que vaya en contra de la búsqueda de la
felicidad. De modo que cuando las personas se enfren-
tan a la inevitable realidad del sufrimiento, no saben
cómo hacerlo, sumado a la censura social y religiosa.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
88

El autor nos recuerda que no existe un único sentido de


la vida, sino que cambia, según el momento en el que
cada persona esté y la ruta que vaya mostrando Dios, el
Señor de los tiempos. Pero, ¿qué relación tiene el sentido
de la vida con el discípulo? Recordemos que la resilien-
cia no designa solamente la capacidad de resistir en la
adversidad, sino también la actitud para transformar una
experiencia personal dolorosa en una experiencia diná-
mica que permita abrir horizontes (Vanistendael, 2006).
Por su parte, Jesús nos hace una promesa que nos
recuerda que la vida no termina con la muerte, sino que
continúa y, para quienes creen en la suficiencia de Su
obra, trae esperanza y gozo: “Dichosos ustedes, cuando
la gente los insulte y los maltrate, y cuando por causa
mía los ataquen con toda clase de mentiras. Alégrense,
estén contentos, porque van a recibir un gran premio en
el cielo; pues así también persiguieron a los profetas que
vivieron antes que ustedes” (Mateo 5:11-12, DHH).
El Pastor no promete que va a hacer un desvío del
“valle de sombra de muerte”, más podemos tener la mis-
ma confianza del salmista, quien confía plenamente en
Su acompañamiento: “Aunque pase por el más oscuro de
los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor,
estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confian-
za” (Salmo 23:4, DHH). La promesa de Su presencia y
cuidado es un factor fundamental para perseverar en
medio del sufrimiento y hallarle sentido.
Por último, el discípulo debe saber que, en algún mo-
mento, podría enfrentarse a un tipo de aflicción, tam-
bién padecer debido a su determinación de seguir al
Señor. Es posible que sufra persecución y pague un alto
costo por su fe (2 Timoteo 3:12).
89

Es decir, esta escuela no percibe el sufrimiento como una


experiencia negativa, lo cual reta la tendencia occidental
a evitar cualquier clase de sentimiento que “incomode”
y que vaya en contra de la búsqueda de la felicidad. De
modo que cuando las personas se enfrentan a la inevi-
table realidad del sufrimiento, no saben cómo hacerlo,
sumado a la censura social.
Hablar del plan de Dios para la vida, pareciera que
no incluyera el sufrimiento, más recordemos la familia
de Jesús que después que María recibe la visitación del
Ángel y es bendecida, vive situaciones muy difíciles para
una joven, como era el riesgo del apedreamiento por
embarazo fuera del matrimonio, o en el mejor de los
casos el “ repudio” en secreto por parte de José; luego
el parto en situaciones de riesgo, el regreso a su ciudad
natal o el desplazamiento forzado a raíz de la violencia
de un rey el cual perpetuaría un genocidio por inten-
tar matar al Mesías. Pareciera que el sufrimiento iba a
acompañar a esta familia hasta la muerte de Cruz de su
hijo. Pero era un sufrimiento inevitable y con sentido. El
“El compromiso nacido de plan de Dios es su plan no el nuestro y todo en Él tiene
un sufrimiento superado y tendrá sentido de Vida.
constituye precisamente
una forma muy particular
El tema central de la novena sesión es el sentido de
de sentido”. la vida. No es accidental que se haya propuesto este
Stefan Vanistendael tema después de leer y comentar las reflexiones de
Viktor Frankl y de hablar del ser y de los saberes, te-
neres y haceres. Al tener claras las prioridades, la bús-
queda de sentido inicia con unos puntos de referencia
fundamentales.
Es clave recordar que el autor nos recuerda que no
existe un único sentido de la vida, sino que cambia, se-
gún el momento en el que cada persona esté y la ruta
que vaya mostrando Dios, el Señor de los tiempos.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
90
GUÍA DE PREGUNTAS
A continuación, se presentará una guía de preguntas
para la novena sesión. Puede escoger las seis que
más le parezcan relevantes para la conversación:
Mirar juntos el cortometraje Historia de un oso (2014),
dirigido por Gabriel Osorio, que está adjunto a esta guía.
Al terminar, será muy importante aclararles a los parti-
cipantes que esta producción es basada en la vida de
Leopoldo Osorio, el abuelo del director, quien fue dete-
nido y torturado en la Cárcel Pública de Santiago bajo
la dictadura militar de Augusto Pinochet, en Chile (el
penal se representa en el corto como el circo.) Por esta
razón, Osorio tuvo que buscar asilo en Inglaterra y Méxi-
co. También, cabe comunicarles a los asistentes que esta
producción fue ganadora del Oscar a mejor cortometraje
animado en 2016.
Después de hacer la contextualización, puede em-
pezar la ronda de preguntas.

• ¿Qué relación se puede establecer entre la trama de


la historia y el sentido de la vida?
• Pensando en las tres vías que propone Frankl para
descubrir el sentido de la vida, ¿de qué manera el
protagonista decide enfrentar su realidad?
• ¿Cómo se evidencian los principios de finitud e infi-
nidad en esta historia?
• Pensando en su propia historia de vida, ¿ante
quién(es) son responsables por las decisiones que
toman a diario? ¿Por qué esas personas/instituciones
resultan relevantes para ustedes a la hora de rendir
cuentas? En caso de que no se hagan responsables
ante nadie, ¿por qué elegido esa opción?
91

• Piensen en un momento de sus vidas en el que hayan


padecido un sufrimiento muy grande, de cualquier
clase (físico, emocional, espiritual, familiar, comuni-
tario, nacional, global, etc.). ¿Qué opinan acerca de
la invitación que hace Frankl de hallarle sentido al
sufrimiento? ¿Es algo que pueden hacer cuando pien-
san en ese dolor que acaban de recordar? Si es así,
¿qué sentido le hallan a esa experiencia dolorosa? Si
creen que no es posible hallarle sentido, ¿cuáles son
sus motivos?
• ¿Qué diferencia hay entre el masoquismo y el heroísmo?
Frankl afirmó: “Porque nada del pasado está irrecupe-
rablemente perdido, sino que todo se conserva irrevo-
cablemente”. ¿Qué relación se puede establecer entre
esta declaración y nuestro versículo de la semana, que
se encuentra a continuación?

“Entonces vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque


el primer cielo y la primera tierra habían desaparecido
y también el mar. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusa-
lén, que descendía del cielo desde la presencia de
Dios, como una novia hermosamente vestida para su
esposo. Oí una fuerte voz que salía del trono y decía:
«¡Miren, el hogar de Dios ahora está entre su pueblo!
Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo
estará con ellos. Él les secará toda lágrima de los ojos,
y no habrá más muerte ni tristeza ni llanto ni dolor.
Todas esas cosas ya no existirán más». Y el que estaba
sentado en el trono dijo: “¡Miren, hago nuevas todas
las cosas!». Entonces me dijo: “Escribe esto, porque lo
que te digo es verdadero y digno de confianza”.
Apocalipsis 21: 1-5 (NTV)

ENCUENTROS EN LA ORILLA
92

C UENTR
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CELEBRACIÓN
93

H emos llegado al último “Encuentro en la orilla”,


después de haber hecho el ejercicio conjunto de
leer un libro, comentarlo, compartir la opinión personal
y enriquecerla con los aportes e inquietudes de otros
participantes. Ha sido un ejercicio donde se han explo-
rado distintos textos (un libro narrativo en versión digital,
canciones, cortometrajes, poemas, crónicas) para abor-
dar temas que a todos nos inquietan, como la identidad,
la construcción de un proyecto de vida, el discipulado
como una invitación a seguir los pasos de Jesús, el
cuestionamiento de los valores imperantes de nuestra
sociedad, la vida que Dios nos da gracias al sacrificio de
Su Hijo y los principios que encontramos en Su Palabra.
En el Encuentro de hoy queremos celebrar el esfuer-
zo colectivo que hicimos desde el primer día y la pe-
queña, pero significativa comunidad que se ha venido
formando, gracias a la honestidad, la vulnerabilidad y
la apertura de corazón de quienes han aceptado este
bonito proceso. También, será un momento para ela-
borar un producto final que nos permita plasmar de
forma concreta los aprendizajes que hemos construido
y socializarlos con los demás. Por tanto, es importante
recordarles a los participantes que ésta es una actividad
que no tiene nota, sino que simplemente es una forma
de cerrar este ciclo que forma simbólica y de hacer una
retroalimentación.
Para desarrollar la actividad se le entregarán a cada
asistente los siguientes materiales: cuatro círculos de
80 cm (cada uno) de diámetro, lápices de colores, dos
medios pliegos de papel o cartulina (por separado), mar-
cadores, lápiz, borrador.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
94

Primero, cada persona marcará los círculos con los si-


guientes rótulos: Ser, Tener, Hacer, Saber (uno por cír-
culo). Después, dividirá cada círculo en dos y escribirá en
una sección “Presente” y en la otra, “2021”.
De esta manera, hará un inventario de lo que tiene
y tendrá en cinco años en cada círculo. Una vez haya
terminado este paso, tomará el medio pliego de papel o
cartulina, y dibujará cómo se imagina su futuro en cinco
años, con base en lo que acaba de escribir en los círcu-
los. Con base en los materiales que acaba de diseñar,
se le pide a cada persona que en el otro medio pliego
de cartulina escriba una declaración en la que exprese
cuál será su proyecto de vida, teniendo en cuenta los
cuatro componentes que se han trabajado: ser, tener,
hacer y saber.
Cuando cada participante tenga sus círculos, su dibu-
jo y su declaración listos, se preparará para presentárse-
los a sus compañeros. Antes de iniciar la socialización, se
les aclarará a los asistentes que es un espacio para ob-
servar y apreciar la construcción de cada persona, por lo
que se recomienda asumir una actitud respetuosa ante
la opinión de los demás.
Una vez hayan terminado la socialización, se abrirá
una franja en la que cada persona podrá compartir dos
aprendizajes que hayan sido muy significativos para sus
vidas a partir de los Encuentros en la orilla.
La sesión finaliza con la canción Aprendimos, de
Santiago Benavides (que se adjunta a los recursos de la
guía) y si se puede, un refrigerio creativo y rico.
95

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Boom, C. (1999). El refugio secreto. Miami: Vida.

ENCUENTROS EN LA ORILLA
L a guía “Encuentros en la orilla” está dirigida a los(as) tutores(as)
que trabajan con jóvenes.

Tiene como objetivo ofrecer pautas para crear espacios seguros a


fin de dialogar acerca de las inquietudes que surgen sobre: a) el sen-
tido de la existencia, b) las bases para construir un proyecto personal
y c) las implicaciones de tener “la vida de Jesús en la propia vida”.

Es una invitación para ser parte de una experiencia en el que un


texto se convierte en un “pretexto” para fortalecer relaciones entre los
participantes mediante un diálogo honesto y respetuoso que valida
la diversidad de opiniones.

También invita a la reflexión con base en principios del Reino de


Dios que pueden convertirse en los fundamentos de un discipulado
saludable que genere transformación genuina. Y lo más relevante,
es un material que animará a quienes se unan a recordar que, en
medio de la búsqueda y la incertidumbre, el Pastor de nuestras almas
siempre nos espera en la orilla para compartir Amor, Pan y Palabras
que dan vida.

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