Está en la página 1de 6

LAS 11 GRANDES CRISIS ECONÓMICAS EN LOS

ESTADOS UNIDOS

Las inmobiliarias han estado presentes en cinco de esas


crisis; las más graves, la de 1764 y la del crack del 29,
con caídas del PIB per cápita del 50% y del 29%

Nadie sabe a ciencia cierta cuando se pondrá fin a la actual crisis económica
mundial, que tuvo su origen en las hipotecas
subprime generadas en los Estados Unidos
(EE.UU.) y repartidas por todo el mundo, y tampoco
se conoce el alcance real de esa crisis sobre el
bolsillo de los ciudadanos.

Sin embargo, sí se sabe que en los últimos 245 años


se han producido 11 grandes crisis en territorio
estadounidense y que las inmobiliarias han
estado presentes en cinco de ellas.

Así lo confirman los datos procedentes a lo largo de


ese tiempo de las siguientes fuentes: a partir de 1760, las cartas personales
de Benjamín Franklin a otros colonizadores; los datos estadísticos del PIB
per cápita real hasta 1790 del Measuring Worth; y desde 1857 los datos del
National Bureau of Economic Research.

La más grave, la de 1764

Como se puede observar en la siguiente tabla, elaborada a partir de la


información procedente de las citadas fuentes, la crisis económica más
grave para los Estados Unidos en los últimos 245 años se produjo en 1764,
con una caída del PIB per cápita del 50% (medida en libras esterlinas).

La gestión de los bienes inmuebles fue la principal causa de grave situación


económica, que se alargó entre 1764 y 1768 y que tuvo como efectos la
crisis imperial que llevó a la Revolución Americana.

LAS GRANDES CRISIS EN ESTADOS UNIDOS


(Valoradas en PIB per cápita real en dólares del año 2000)
Año PIB Caída Nuevo Duración Causas
per PIB PIB
cápita (%)
1764 * 100 - * 50 1764-68 Inmobiliarias
50,00%
1818-19 1.330 -1,00% 1.315 1819-20 Inmobiliarias,
materias primas,
importaciones y
peajes
1837-39 1.681 -4,00% 1.618 1837-43 Inmobiliarias,
agricultura y canales
1857 2.252 -2,00% 2.202 1857-58 Cereales y oro
1873 2.834 -3,00% 2.737 1873-79 Construcción
ferrocarril
1893-95 4.559 - 3.913 1893-97 Construcción
14,00% ferrocarril y mercado
de valores
1907 5.621 - 4.917 1907-08 Mercado de valores
12,50%
1929-33 7.099 - 5.056 1929-33 Mercado de valores y
29,00% bancos
23.007 -3,00% 22.346 1980-82
1980 Ahorros y préstamos,
28.429 -1,50% 28.007 1990-91 e inmobiliarias
2000-01 34.759 -0,03% 34.659 2001 Mercado de valores y
contabilidad
corporativa
2007-? 38.148 ? ? 2008-? Inmobiliarias,
hipotecas subprime y
derivativas

El crack del 29

La segunda crisis económica


estadounidense más grave se produjo
como consecuencia del llamado crack
del 29, donde el PIB per cápita se redujo
en un 29%.

En esta ocasión fueron los mercados de


valores y los bancos los principales
causantes de una crisis que se mantuvo
entre 1929 y 1933, y que obligó a una
reestructuración del Partido Jacksoniano y
a la destrucción del segundo banco de los Estados Unidos.

Por detrás de esta crisis se sitúa la de 1893-95, con una caída del PIB per
cápita del 14%, una duración de casi cinco años y con la construcción del
ferrocarril y el mercado de valores como principales causantes. Los efectos
fueron populismo, progresismo y un movimiento de grandes fusiones.

En 1907 se produjo la siguiente crisis en orden de importancia, al reducirse


el PIB un 12,5% entre 1907 y 1908, a causa de problemas en el mercado
de valores.

Y, en magnitud de crisis, entramos de lleno en las de los ochenta, con una


primera parte entre 1980 y 1982, con una bajada del PIB per cápita del 3%,
cuyas causas tienen que ver con los ahorros, los préstamos y las
inmobiliarias; y una segunda entre 1990 y 1991 con una bajada del PIB per
cápita del 1,5% y las mismas causas.

El resto de crisis en orden decreciente, las de 1837-39; 1873; 1857; 1818-


19; y 2000-01, ya se sitúan en caídas del PIB per cápita del 4%, 3%,2%,
1%, y 0,03%, respectivamente, como se puede ver en el cuadro anterior.
Crisis financiera de los Estados Unidos y sus impactos en el
mundo

La crisis actual tiene dos aspectos. Por un lado, está la crisis financiera de
los EE.UU., y por otro lado, hay desequilibrios internacionales muy grandes
entre países con un déficit importante en la cuenta corriente como los
EE.UU. y naciones con un superávit muy grande como China, Alemania y
Japón. Los dos aspectos están estrechamente vinculados.

Esta doble crisis tiene sus raíces en los modelos económicos dominantes. En
los Estados Unidos, la política económica ha favorecido la acumulación
financiera. Ya en el año 2000, estalló una burbuja en la bolsa, el telecom
bubble. Sus consecuencias fueron sorprendentemente limitadas. No
obstante, la burbuja se desplazó hacia el sector inmobiliario. Los precios
inmobiliarios crecieron más de 7% por año desde 2002 (e inclusive más de
10% desde 2004). Se ofrecieron créditos con criterios cada vez menos
rigurosos. Surgió el segmento de créditos para gente con bajos ingresos y
sin activos. Se llamaron los créditos NINA (no income, no assets en inglés).
Cuando los precios dejaron de crecer, quedó cada vez más claro que
muchos deudores no eran capaces de pagar los intereses y el principal de
sus créditos.

La crisis inmobiliaria es un síntoma de un mal más amplio. El crecimiento de


los EE.UU. estaba basado en consumo a crédito. El ahorro de los hogares
estadounidenses es cero. Hubo años en que los gastos de consumo
superaron los ingresos. Un modelo con estas características no es sostenible
a largo plazo. Además, estaba basado en importaciones de mercancías y de
capital. En 2006, el déficit de la cuenta corriente llegó al 6,6 por ciento del
PBI. Los EE.UU. son el importador más importante de capital en el mundo.
En el año 2002, ese país fue responsable del 76% de las importaciones de
capital a nivel global.

Los impactos de la crisis financiera

La crisis se expandió por dos canales: el contagio y las exportaciones; no


quedó limitada a los créditos inmobiliarios. Los créditos fueron
transformados en títulos y vendidos a otros bancos. Los problemas pasaron
entonces a muchos otros bancos, especialmente en Europa, donde varios
sufrieron pérdidas enormes (por ejemplo, UBS, Deutsche Bank, Saechsische
Landesbank-Girozentrale). Por lo tanto, también el mercado inter-bancario
se ha visto muy afectado por la crisis.

En algunos países el modelo económico se basaba igualmente en el sector


financiero y/o inmobiliario. Por lo tanto, países como Gran Bretaña, España
o Irlanda sufren una crisis la cual es más bien estructural que coyuntural.

Un segundo grupo, se ve afectado principalmente por vía de las


exportaciones. Por un lado, países como Alemania, Japón y China que se
destacan por un fuerte mercantilismo, es decir una política económica que
privilegia al superávit de la balanza comercial, pertenecen a este grupo. Por
otro lado, exportadores de materias primas como muchos países
latinoamericanos también sufren de la desaceleración de consumo en los
países del centro a través de una desaceleración de sus exportaciones de
materias primas. Para muchas materias primas, el boom de los precios
puede fácilmente revelarse como efímero. Pueden considerarse como una
excepción parcial el petróleo y el gas, donde se perfila un lento agotamiento
al horizonte. Por lo tanto, una tendencia fundamental hacia el alza de los
precios energéticos puede estar en marcha, lo cual no excluye que puedan
existir altibajos coyunturales.

Existe un tercer grupo todavía más vulnerable. Son países con un


crecimiento financiado a crédito externo y con un déficit muy grande en la
cuenta corriente. Su fragilidad financiera se agudiza por la desaceleración
de las exportaciones. Además, es muy probable que los inversores
financieros vayan a prestar más atención a la fragilidad de sus cuentas
externas. Varios países de Europa del Este muestran índices de un
crecimiento muy rápido de su deuda externa y de su déficit en cuenta
corriente. Se trata especialmente de países con un “currency board” al
estilo argentino o una política cambiaria muy rígida, y una posición
relativamente periférica en la división de trabajo europea. En 2007, Letonia
y Bulgaria padecieron de un déficit de la cuenta corriente que superó el 20
por ciento del PBI, lo cual es más de cuatro veces la cifra de 5% que
normalmente ya se percibe como riesgosa. En dos países bálticos, el
crecimiento económico ya se redujo de una manera brutal. El rating de
crédito ya fue bajado, las tasas de interés crecen. La situación de Turquía y
–en menor grado– África del Sur parece frágil. En estos países, una crisis al
estilo de los noventa no se puede excluir.

La política económica frente a la crisis

La respuesta a la crisis financiera en el centro ha sido bastante diferente a


las recetas adoptadas durante las crisis en la periferia. Mientras que se
impusieron un alza de las tasas de interés y una política fiscal muy
restrictiva en la periferia desde Brasil a Corea del Sur, los Bancos Centrales
de los EE.UU. y de la Unión Europea inyectaron mucha liquidez en el
sistema financiero. Los Estados Unidos redujeron la tasa de interés
fuertemente y adoptaron políticas fiscales expansivas. Hubo salvataje de
bancos, algunos fueron inclusive estatizados. Es decir, la respuesta a la
crisis ha sido básicamente keynesiana. Sin embargo, la Unión Europea ha
sido más restrictiva que los Estados Unidos. Entonces, hay matices
diferentes en la reacción a la crisis. Mientras que hay un debate incipiente
sobre una regulación más rigurosa del sistema financiero, las medidas de la
política económica no han tocado los problemas de fondo.

Tampoco se enfrentaron los desequilibrios en las cuentas corrientes de una


manera sistemática y, exceptuando unos países, no se han tomado medidas
contra la inestabilidad de las tasas de cambio. La depreciación del dólar
incentivó las exportaciones a varias regiones del mundo, pero no toca al
comercio con China. El gobierno chino solamente permitió una ligera
apreciación del yuan respecto al dólar (19% desde 2005) lo cual ha sido
insuficiente para reducir el enorme superávit de China frente a EE.UU. Las
importaciones baratas desde China han sido uno de los sustentos del
modelo de sobre-consumo de los EE.UU. Por lo tanto, la posición
estadounidense respecto al comercio con China ha sido ambigua. Un
acuerdo sobre el realineamiento de las tasas de interés y una reducción de
los desequilibrios comerciales globales no parece posible sin China. No
obstante, los flujos comerciales son meramente una parte de la ecuación.
La otra parte son fondos colocados en los Estados Unidos. China ha
invertido muchos fondos en los EE.UU. Por la lenta depreciación del dólar
frente al yuan, los activos chinos en los Estados Unidos ya han sufrido una
depreciación en términos del yuan. Con una revaluación del yuan eso
fondos serían devaluados aún más. El gobierno chino ha comenzado
reorientar la estrategia hacia el mercado interno.

Una reducción de los desequilibrios comerciales cuestionaría tanto los


modelos neo-mercantilistas como los modelos de sobre-consumo. En los
dos casos, una revisión del modelo implicaría una revisión de la política
salarial. En el caso de los países neo-mercantilistas, salarios más altos y
una distribución del ingreso más igualitaria seria necesaria para colocar más
productos en el mercado interno. En el caso del sobre-consumo, solamente
salarios más altos pudieran sustentar el consumo de las capas de ingreso
bajo.

La crisis financiera es un síntoma de la erosión de la posición dominante de


los Estados Unidos. Washington ya no puede reaccionar frente a la erosión
de su posición en la manera en que lo hiciera a fines de los años setenta
cuando subió bruscamente las tasas de interés. Por el momento, la
morosidad del sistema financiero estadounidense es tan grande que una
medida como esa no es aconsejable. Además, el euro es un competidor más
fuerte para el dólar de lo que era el marco alemán (deutsche mark). No
obstante, el euro enfrenta sus propios problemas. Las reglas monetarias del
Banco Central Europeo son demasiados rígidas. El desarrollo dentro de la
Unión Europea es muy desigual. Hay enormes desequilibrios comerciales
dentro de la Unión Europea. Mientras que Alemania tuvo un superávit de
5,1% en la cuenta corriente en el año 2006, varios países de la zona euro
mostraron un déficit de alrededor del 10%. Para varios países miembros de
la UE fuera de la zona euro, los déficit son todavía peores.

La reciente crisis, iniciada en los Estados Unidos, y que se viene


expandiendo a lo largo y ancho del mundo, toma a la economía peruana en
una situación muy precaria. Por más que nos quieran vender lo contrario, lo
cierto es que dependemos de exportaciones tradicionales, sean minerales o
harina de pescado, manufactura sin valor agregado como nuestros textiles,
productos agrícolas que colapsarían ante un evento climático. Es decir
somos muy endebles.

Nuestra economía no está a la altura de las exigencias de la Sociedad del


Conocimiento. No innovamos. No hay programas de fondo para ciencia o
tecnología. El CEPLAN ha sido condenado con su presidente Agustín Haya a
la congeladora. Para que la pase bien le han dado un millón de soles para
todo el año 2009. No hay pensamiento de largo plazo y nos ahogamos en el
mundo de la improvisación. Una economía precaria, sin ninguna duda.

El drama de nuestro país se agudiza porque no hay instituciones que llamen


la atención sobre este y otros temas de fondo. La academia peruana, no
produce investigación y mucho menos opinión. El temor a la política la ha
automarginado del debate público. No tenemos intelectuales sino eruditos.
Y estos se someten al orden del consenso complaciente.

En diversas formas se pidió que se aprovecharan las épocas de bonanza


para hacer las reformas fundamentales que el país exigía. La Reforma del
Estado, de Justicia, de orden fiscal, de Educación, de la política, tributaria,
todo se pudo haber hecho, pero se optó por el facilismo y la demagogia. Al
gobierno de Alejandro Toledo le correspondió iniciar el camino del
crecimiento económico. Al gobierno del presidente García le correspondía
darle sostenibilidad con las reformas necesarias. No se hizo. Y llegó la época
de la crisis. Las remesas de nuestros migrantes que vienen del exterior son
cada vez menos. Las casas y departamentos ya no se venden. Los créditos
de consumos están cayendo en moratoria. Los pedidos de nuestra
mercadería textil están disminuyendo. Los precios de los minerales están
bajando. Todo esto afecta el presupuesto y lo sabe bien el ministro Luís
Valdivieso.

Esperemos que la crisis no se ahonde en nuestro país. En todo caso hay un


responsable por todo lo que está aconteciendo y puede acontecer: el
gobierno actual.

También podría gustarte