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Filosofía de La Historia E Historia de La Filosofía en La Obra de Ramón Xirau
Filosofía de La Historia E Historia de La Filosofía en La Obra de Ramón Xirau
En las últimas tres décadas han aparecido muchas publicaciones –artículos, ho-
menajes y trabajos monográficos– que nos permiten afirmar, sin lugar a dudas, que
Ramón Xirau ha sido y es uno de los autores más influyentes en la historia del pen-
samiento en lengua española de la segunda mitad del siglo XX2. En España, Xirau es
conocido casi exclusivamente por su obra poética –enteramente escrita en catalán–,
gracias a la cual se ha convertido en una fígura de referencia dentro de la literatura
catalana contemporánea3. También se le conoce por ser hijo y discípulo de uno de
los pensadores más brillantes de la Edad de Plata española, Joaquín Xirau, y por per-
tenecer a la llamada “segunda generación de exiliados españoles”.
Sin embargo, el escaso reconocimiento que hasta ahora ha tenido Ramón
Xirau en España es inversamente proporcional a la fortuna que ha conocido su
obra en la América de habla hispana y, particularmente, en México, el país don-
de se exilió con su familia en 1939, teniendo a la sazón quince años de edad. En
efecto, libros como El péndulo y la espiral4, Palabra y silencio5, Poesía y conoci-
miento6, Cinco filósofos y lo sagrado7 han marcado profundamente la historia de
2. Cfr. González, J. (ed.), Presencia de Ramón Xirau. México, UNAM, 1986; Espinasa, J.-
M. (ed.), Poesía, ensayo y crítica. En la vida de Ramón Xirau; Espinasa, J.-M., Ramón Xirau en
los jardines del tiempo. México, Editorial Jus, 2006; Velasco, A. (ed.), Xirau: 80 años. En home-
naje a Ramón Xirau. México, UNAM, 2009; Valdés, M. (ed.), Celebración. 85 años de Ramón
Xirau. México, UNAM, 2010; Bernardéz, M., Ramón Xirau: Hacia el sentido de la presencia.
México, Dirección General de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,
(2010); Dalla Mora, R., “Invitación al pensamiento y a la obra de Ramón Xirau”, AA.VV., Más-
teres de la UAM. Año Académico 2010-2011. Madrid, UAM Ediciones, 2013.
3. Sobre la obra poética de Ramón Xirau, cfr. Espinasa, J.-M. (ed), Poesía, ensayo; Cabrera,
I., “Ramón Xirau: la verdad en la poesía y la pertenencia filosófica de las imágenes”, Valdés, M.
(ed), Celebración, pp. 35-44; y Dalla Mora, R., “Aproximación a la obra poética de Ramón Xirau:
entre filosofía y mística”. Philobiblion. Revista de literaturas hispánicas nº 1, 2015, pp. 165-176.
4. Xirau, R., El péndulo y la espiral. México, Universidad Veracruzana, 1959.
5. Xirau, R., Palabra y silencio. México, Siglo XXI, 1968.
6. Xirau, R., Poesía y conocimiento. Borges, Lezama Lima, Octavio Paz. México, Joaquín
Mortiz, 1978.
7. Xirau, R., Cinco filósofos y lo sagrado. Y un ensayo sobre la presencia. México, El Co-
legio Nacional, 1999.
8. Paz, O., “El hombre puente”. Espinasa, J.-M. (ed.), Poesía, ensayo, pp. 294-310.
9. Xirau, R., Introducción a la historia de la filosofía. México, UNAM, 1964.
Todo lo dicho hasta ahora parece sugerir que a raíz de libros tan importantes
como Introducción a la historia de la filosofía se encuentra una reflexión filosó-
fica original sobre el sentido de la historia, lo cual, de ser cierto, nos permitiría
hablar de una filosofía de la historia dentro de la obra de Ramón Xirau. Sin em-
bargo, todo esto suena paradójico cuando es el mismo Xirau quien, en El péndulo
y la espiral, afirma lo siguiente:
Quiero aclarar en este punto que no creo que exista ninguna filosofía
de la historia.11
Para resolver esta aparente contradicción entre lo que Xirau manifiesta lite-
ralmente –la negación de la existencia y de la posibilidad de una filosofía de la
historia– y lo que pone en práctica –una teoría filosófica sobre el sentido del
desarrollo histórico–, tenemos que considerar aquellos elementos que perfilan su
particular concepción de la historia, que de alguna manera podríamos llamar su
filosofía de la historia.
La obra donde estos elementos se manifiestan más claramente es El péndulo
y la espiral, publicada en 1959. Este libro puede entenderse como un recorrido
crítico a través de las filosofías de la historia más destacadas de los siglos XIX y
XX. El autor empieza por establecer una primera y fundamental distinción entre
las filosofías que llama pendulares y las espirales. Xirau retoma los términos de la
tradición histórico-filosófica y los redefine de la siguiente manera:
Al desarrollar su teoría “Marx quiere establecer una ley que sea, para el mun-
do del hombre, lo que es para el universo físico la ley de Newton”15 y en este
intento mueve hacia un nivel de abstracción que entra en contradicción con
una finalidad absolutamente pragmática como es la revolución. De acuerdo con
Cole, Xirau ve en la teoría económica marxista una “construcción metafísica”16,
lo cual convierte la filosofía de la historia de Marx en una teoría sin ninguna re-
lación con la realidad mundana: precisamente lo contrario de lo que se proponía
No queda duda alguna de las razones por las que Xirau relega la filosofía de
la historia marxista entre las filosofías pendulares. Sin embargo, el catalán se em-
peña en defender la importacia pragmática y el valor ético y moral de esta teoría:
Ello no quiere decir que las ideas que impulsan a Marx sean esencial-
mente falsas ni mucho menos que desechables [...] Marx no vale tanto por su
construcción pseudocientífica como por la protesta que la inspira. La ciencia
que Marx pretende desarrollar, mecanicista, limitada al reino de los movi-
mientos pendulares, sirvió sobre todo como arma de combate y permitió
que los obreros y los revolucionarios actuaran confiados en que no sólo la
protesta, sino desde ahora la ciencia y la razón, estaban de su lado.19
20. Sobre este punto habría que investigar cuánto y cómo ha influido la relación que Xirau
mantuvo con Adolfo Sánchez Vázquez, destacado teórico del llamado marxismo europeo.
Sánchez Vázquez, además de ser amigo íntimo de Xirau, compartió con él la pasión por la
poesía.
21. Xirau, R., El péndulo, p. 39.
Por otro lado, que Saint-Simon se encargó de descubrir –o inventar–, unas le-
yes del desarrollo histórico que justificaran su acción. El fanatismo religioso saint-
simoniano, y luego comtiano, tendría su origen precisamente en estos supuestos
teóricos que los franceses presentaron como su filosofía de la historia:
22. De Lubac, H. El drama del humanismo ateo. Madrid, Encuentro, 2011, p. 138.
23. Xirau, R., El péndulo, p. 41.
–así Bacon, por ejemplo, imaginaba la Nueva Atlántida donde el hombre domi-
naba la Naturaleza con la técnica–, Comte cree que ese tiempo ya ha llegado:
Comte reduce de esta manera el futuro al presente. Por otro lado, la filosofía
del positivismo no respeta tampoco la autonomía del tiempo pasado. En efecto,
el hombre del estadio positivo, que se acerca a los hechos y a los fenómenos
naturales mediante los instrumentos de la ciencia, es el mismo hombre que, en el
estadio primitivo, investigaba la naturaleza mediante la magia y la superstición. El
fin último de la búsqueda es la esencia del fenómeno, de los hechos en sí mismos
que, por una vía y por otra, siguen conservando su misterio esencial:
Lejos de proponer una ley dinámica y acorde al desarrollo del espíritu hu-
mano, el positivismo comtiano resume en tres etapas lo que Bréhier definió una
“estática social”. La realidad sigue siendo la misma en la era primitiva, en la teo-
lógica y en el estadio positivo. La pretensión positivista de “renunciar a conocer
las causas íntimas de los fenómenos” y de conformarse con encontrar “sus leyes
efectivas, es decir, sus relaciones invariables”26, confunde al hombre comtiano,
destinado a repetir, etapa tras etapa, su tiempo pasado:
Nos parece que este largo y lapidario párrafo reúne sintéticamente todo lo
expuesto hasta ahora. Según Ramón Xirau no existe una filosofía de la historia, y
tampoco puede existir, en la medida en que busca construir una teoría mecánica
del desarrollo histórico. Sin embargo, sí que existe la posibilidad de acercarse a
la comprensión del curso histórico, persiguiendo su íntimo movimiento mediante
el estudio de las expresiones vitales que lo constituyen. Por ello, el método his-
tórico debe abrirse a las influencias artísticas, buscar los síntomas del cambio y
de las variaciones históricas no solamente en los grandes acontecimientos sino
también en las obras de filósofos, poetas, artistas y novelistas, testimonios de sus
propios tiempos y circunstancias.
A modo de ejemplo, la última parte de El péndulo y la espiral está dedicada
precisamente a emplear este nuevo método, que admite el recurso a géneros
literarios normalmente ajenos a la consideración de los cánones histórico-filosó-
ficos. Centrándose en la época contemporánea, Xirau detecta tres elementos que
contribuirían a caracterizarla, a saber: la exasperada y exclusiva proyección hacia
el futuro; la absolutización del presente y del instante; y el tradicionalismo. Está
claro que los tres elementos mencionados se contradicen entre ellos, aunque el
intento de Xirau es de caracterizar la época contemporánea precisamente seña-
lando su copresencia, como resulta del análisis de los autores fundamentales del
período estudiado.
Por lo que concierne el primer punto, nadie puede negar objetivamente que
“el siglo XIX se caracterizaba por un especial entusiasmo hacia el progreso”41,
tal como se pone de manifiesto, por ejemplo, en el ámbito artístico. En el arte
contemporáneo de los primeros treinta años de 1900 dominó el vanguardismo,
“termino militar y militante” que, si desde el punto de vista estético tuvo una
importancia indudable e irrenunciable, en el ámbito moral condujo a consecuen-
cias nefastas:
Por un lado, las reflexiones sartreanas tienen notas positivas, pues implican
un compromiso práctico y efectivo con el tiempo presente y, por ende, respon-
sabilizan al ser humano en todo momento de sus actos. Por otra parte, está claro
que las pretensiones del francés son en sí mismas irrealizables, puesto que re-
quieren que el hombre esté constantemente consciente y arbitro de sus decisio-
nes y, escribe Xirau, “es radicalmente imposible que el hombre pueda ser quien
decida de su destino, quien lo haga, lo cree y lo viva”47. A pesar de las contradic-
ciones que Xirau señala dentro del pensamiento sartreano, cree que los peores
resultados de las absolutización del presente se deducen del análisis de la “forma
social de las grandes comunidades civilizadas”48. El autor propone como ejemplo
el “hombre-organización” descrito por el filósofo y sociólogo William H. White:
Frente a ella [la crisis] han aparecido, llevadas al extremo, dos actitu-
des dominantes que si bien hemos heredado de los siglos anteriores no
dejan de presentarse ahora como formas preponderantes de la actividad
vital de buen número de nuestros contemporáneos. La primera de estas
actitudes es el fariseísmo; la segunda es la protesta.53
56. Xirau, R., El desarrollo y las crisis de la filosofía occidental. Madrid, Alianza, 1975. Aquí
utilizamos la edición de 2003 publicada en México por El Colegio Nacional, pp. 2-3.
57. Cfr. Dalla Mora, R., “Invitación al pensamiento”, particularmente pp. 16-27.
58. Xirau, R., El desarrollo y las crisis, p. 2.
59. Xirau, R., El desarrollo y las crisis, p. 1.
Hemos visto que todos los grandes momentos de la filosofía y del pen-
samiento de Occidente parecen seguir un ritmo que conduce de un pri-
mer período de épocas creadoras, aportadoras de novedades, que estas
épocas conducen a grandes síntesis, sistemas o summas para proseguir
en épocas de decadencia y crisis, donde se toma la parte por el todo y se
idoliza y totaliza la parte.60
Parte I. Grecia
1. De ascensos. Heráclito.
2. La síntesis platónica.
3. De crisis. Estoicos, epicuréos, escépticos.
Los elementos que hemos ido describiendo hasta ahora constituyen la que
definimos la “filosofía de la historia” de Ramón Xirau, teniendo siempre en cuen-
ta los matices que hay que introducir necesariamente a la hora de referirnos a un
autor que niega, por todas las razones que hemos ido mencionado, la posibilidad
misma de la existencia de una filosofía de la historia entendida en los términos
clásicos del mecanicismo. Ahora bien: inevitablemente, la filosofía de la historia
trazada por Xirau que, resumiendo, se caracteriza por una descripción que se
basa en la alternancia de épocas creadoras, sintéticas y críticas y por la referencia
a todo tipo de actividad humana, sin limitarse a las posibilidades ofrecidas por
el canon histórico-filosófico tradicional, tendrá una influencia fundamental en su
labor como historiador de la filosofía.
Como hemos dicho en un principio, la Introducción a la historia de la filosofía
sigue siendo, hoy en día, el libro más conocido y leído de Xirau. Más allá de la
obvia difusión que la obra ha tenido, y tiene, al ser empleado como manual de
texto en la mayoría de las universidades de México, creemos que el éxito de la
Introducción reside, también, en sus características, tanto estructurales como de
contenido, que se relacionan indudablemente con las tesis propuestas en los
textos que hemos analizado.
Cuando en El péndulo y la espiral Xirau escribía que las filosofías de la historia
de Marx, Comte y Spengler eran los productos de la disolución del sistema hege-
liano, estaba señalando que estas corrientes sólo son comprensibles si tenemos
en cuenta sus antecedentes. Hacía lo mismo, de forma estructurada, en El desa-
rrollo y la crisis de la filosofía occidental, donde pasaba a analizar la historia del
pensamiento occidental en su globalidad. Consciente de que todo lo historiable
necesita estar encuadrado dentro de esquemas y definiciones, la preocupación
constante de Xirau es la de subrayar el carácter funcional de esta metodología,
considerándola una herramienta para hacer inteligible el curso histórico que, en
realidad, no presenta rupturas sino pura continuidad. El esquema épocas crea-
doras - épocas sintéticas - épocas críticas responde a esta necesidad pedagó-
gica y, sin embargo, no pone barreras al dinámico fluir histórico. El intento de
la obra historiográfica de Xirau es “señalar algunos ‘extremos’ del pensamiento
occidental”63 sin querer definir por ello de un modo definitivo una determinada
época histórica. Por todo esto, Xirau no escribe una historia de la filosofía, sino
una Introducción: nos encontramos, entonces, con autores clásicos como Sócra-
tes, Platón, Aristóteles, Agustín, Tomás de Aquino, Descartes, Espinoza, Leibniz,
Hobbes, Rousseau, Kant, Hegel, Schopenhauer, Marx, Nietzsche, Bergson, Hus-
serl. Pero, por otra parte, hay nombres por entonces menos comunes dentro del
canon clásico de la historiografía filosófica, como: Ortega y Gasset, Unamuno,
Machado, Pierre Teilhard de Chardin, nombres que responden a la necesidad
de explicar el curso histórico desde un punto de vista particularísimo –que es la
perspectiva del autor y de la tradición de pensamiento a la que pertenece–, en
tanto que es imposible y artificial, por todo lo dicho, realizar esta tarea presu-
miendo un punto de vista absoluto y totalmente objetivo.
Queda bastante claro por qué la obra histórica de Ramón Xirau ha sido capaz
de “iniciar a tantos alumnos en su navegar por las vías fluviales del pensamiento
filosófico”64. En su crítica a las teorías históricas más importantes de los siglos
XIX y XX, Xirau se ha hecho consciente de las limitaciones propias de todas
las explicaciones mecanicisticas del curso histórico y ha reflexionado sobre la
posibilidad de una filosofía de la historia capaz de acercarse al desarrollo del es-
píritu humano. En su búsqueda ha comprendido las problemáticas que presenta
un enfoque que se escapa a la interdisciplinariedad y ha creído encontrar en el
concepto de crisis la clave para poner en relación épocas históricas diferentes.
Situándose en la contradicción y asumiéndola en lugar de escapar de ella –es
decir, poniendo de manifiesto el carácter contradictorio y dogmático propio del
período crítico, en lugar de buscar una solución racional y totalizadora–, Xirau
ha convertido en filósofos a autores no canónicos de la historiografía filosófica,
como novelistas, poetas y artistas. Estos elementos han ido a conformar así un
edificio intelectual singular, capaz de oír las múltiples voces de las diferentes cul-
turas y civilizaciones e invitar, sin un ánimo dogmático, a iniciarse en el estudio
del curso histórico de la disciplina filosófica. En otras palabras, Introducción a la
historia de la filosofía permite a cualquiera sentirse en su propia casa, y no obliga
a tomar partido, apriorísticamente, por ningún punto de vista, sino que invita a
explorar la propia dinámica de la historia, haciendo patente constantemente la
imposibilidad de reducirla a un esquema mecánico.
Podría parecer que todo esto es solamente el resultado de un enorme esfuer-
zo teorético realizado por Xirau en sus reflexiones anteriores a la publicación de
la Introducción. Por un lado es cierto que existe, y esta investigación pretende
precisamente sacar a relucir esta relación; sin embargo, parece que en Xirau esta
particular comprensión de la dinámica histórica es fruto más bien de una original
sensibilidad que, a su vez, se relaciona íntimamente con su propia experiencia
personal. La Introducción a la historia de la filosofía podía haber sido escrita
solamente por alguien que hubiera vivido con las entrañas, y no tan sólo con la
64. Hierro, G., “Ramón Xirau y la historia de la filosofía”. González, J. (ed.), Presencia,
p. 98.