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DEFINICIONES:
La infección se define por la identificación de microorganismos en el tejido o el torrente sanguíneo del
hospedador. En el sitio de la infección son comunes los síntomas típicos de rubor, calor y dolor en áreas como
la piel o el tejido subcutáneo. Casi todas las infecciones en personas sanas con defensas intactas se
acompañan de estas manifestaciones locales, aunadas a las sistémicas, como temperatura elevada, aumento
del recuento leucocitico (WBC, white blood cell), taquicardia o taquipnea. Las manifestaciones sistémicas
comentadas conforman el SIRS.
La septicemia se define por una infección documentada o sospechada con algunos de los síntomas del SIRS.
El SIRS puede ser resultado de diversos procesos patológicos, como pancreatitis, traumatismo múltiple,
neoplasias y reacción a la transfusión, además de la infección La infección tiene diversas manifestaciones
sistémicas, los síntomas típicos de fiebre, taquicardia y taquipnea se amplían para incluir varios elementos
más (CUADRO)
La septicemia (SIRS originado por una infección) esta mediada por la producción de una cascada de
mediadores proinflamatorios elaborados en respuesta a la exposición a productos microbianos, que incluyen
lipopolisacáridos (endotoxinas, LPS) derivados de microorganismos gramnegativos; peptidoglucanos y ácidos
teicoicos provenientes de microorganismos grampositivos; y múltiples componentes de la pared celular como
el manano proveniente de levaduras y hongos; y muchos otros.
La septicemia grave se describe como la septicemia (definida antes) a la que se agrega la presencia de falla
orgánica nueva, La septicemia grave es la causa mas frecuente de muerte en las unidades de cuidados
intensivos no coronarias y la onceava causa más frecuente de muerte en general en Estados Unidos,
Respecto a los criterios clínicos, debe considerarse que un paciente con septicemia, necesidad de apoyo
ventilatorio, oliguria que no responde a la reanimación intensiva con líquidos o hipotensión que requiere
vasopresores ha desarrollado septicemia grave.
El estado de choque septicémico es un estado de insuficiencia circulatoria aguda que se identifica por la
presencia de hipotensión arterial persistente (presión arterial sistólica < 90 mmHg) a pesar de la reanimación
adecuada con líquidos sin otras causas reconocibles. El choque septicémico es la manifestación mas grave
de infección y ocurre en alrededor de 40% de los individuos con septicemia grave; se acompaña de una tasa
de mortalidad de 30 a 66%.
lista parcial de los patógenos comunes que causan infecciones en pacientes quirúrgicos.
Las maniobras para reducir la presencia de microbios exógenos (cirujano y ambiente del quirófano) y
endógenos (paciente) conforman la profilaxis y consisten en utilizar modalidades mecánicas, químicas y
antimicrobianas, o una combinación de ellas. El personal del quirófano tiene experiencia en la eliminación
mecánica de la piel de las manos y los antebrazos con el uso de preparados antibacterianos y una técnica
estéril durante la operación. De igual forma, antes de practicar una incisión se aplica un antibacteriano a la piel
del paciente en el sitio quirúrgico propuesto. Asimismo, si es necesario, debe recortarse el pelo con una tijera
y no con una hoja de afeitar, ya que esta ultima promueve el crecimiento excesivo de microbios de la piel en
muescas y cortes pequeños.
La profilaxis consiste en administrar un antimicrobiano o varios antes de iniciar ciertos tipos específicos de
procedimientos quirúrgicos para reducir el numero de microbios que penetran en el tejido o la cavidad
corporal. Los fármacos se seleccionan de acuerdo con su actividad contra los microorganismos que quizá se
encuentren en el sitio quirúrgico, con base en el conocimiento de la microflora del hospedador. Por ejemplo,
los pacientes que se someten a cirugía colorrectal deben recibir profilaxis antibiótica dirigida contra la flora
cutánea, aerobios gramnegativos y bacterias anaerobias. la profilaxis se instituye entre el tiempo inmediato
anterior al procedimiento quirúrgico y durante este; en la inmensa mayoría de los casos solo se requiere una
dosis de un antibiótico y únicamente para ciertos tipos de intervenciones
ISO Infecciones del sitio quirúrgico: Se trata de infecciones de tejidos, órganos o espacios expuestos
por los cirujanos durante la ejecución de un procedimiento de invasión corporal. Las infecciones del sitio
quirúrgico (SSI, surgical site infections) se clasifican en infecciones incisionales y de órgano/espacio, y las
primeras se subclasifican además en las categorías superficial (limitada a piel y tejido subcutáneo) y profunda.
El desarrollo de una SSI se relaciona con tres factores:
a) el grado de contaminación microbiana de la herida durante la operación;
b) la duración del procedimiento, y
c) factores del hospedador como diabetes, desnutrición, obesidad, supresión inmunitaria y varios otros
estados patológicos subyacentes.
lista de los factores de riesgo de desarrollar SSI.
Por definición, ocurre una SSI incisional si una herida quirúrgica drena material purulento o el cirujano juzga
que está infectada y la abre.
Las heridas quirúrgicas se clasifican con base en la supuesta magnitud de la carga bacteriana durante la
intervención:
Las heridas limpias (clase I) incluyen aquellas en las cuales no existe infección; la herida solo puede
contaminarse con microflora de la piel y no se penetra ninguna víscera hueca que contiene microbios. Las
heridas clase ID son similares excepto porque se inserta un dispositivo protésico (p. ej., malla o valvula).
Las heridas limpias/contaminadas (clase II) comprenden aquellas en las cuales se abre una víscera hueca,
como las vías respiratorias, digestivas o genitourinarias, con flora bacteriana endógena bajo circunstancias
controladas sin fuga notable de contenido.
Las heridas contaminadas (clase III) incluyen las accidentales abiertas que se encuentran después de una
lesión, las heridas en las que se introduce una extensa cantidad de bacterias en un área del cuerpo que en
condiciones normales es estéril, por faltas importantes en la técnica estéril (p. ej., masaje cardiaco abierto) o
fuga evidente del contenido de una víscera, como el intestino, o la incision a través de un tejido inflamado,
aunque no purulento.
Las heridas sucias (clase IV) comprenden heridas traumáticas en las que hubo un retraso notable del
tratamiento y en las que existe tejido necrótico, las que se crean cuando hay una infección franca manifestada
por la presencia de material purulento y las infligidas para alcanzar una víscera perforada acompañadas de
una gran contaminación.
Infecciones intraabdominales:
La contaminación bacteriana de la cavidad peritoneal se denomina peritonitis o infección intraabdominal, y se
clasifica de acuerdo con su causa. La peritonitis bacteriana primaria ocurre cuando microbios invaden los
confines habitualmente estériles de la cavidad peritoneal por diseminación hematógena de una fuente distante
de infección o inoculación directa. Este proceso es mas común en sujetos que retienen grandes cantidades de
liquido peritoneal por ascitis y en enfermos que reciben tratamiento por insuficiencia renal mediante diálisis
peritoneal. De manera invariable, dichas infecciones son monobacterianas y pocas veces requieren una
intervención quirúrgica.
El tratamiento consiste en administrar un antibiótico al que es sensible el microorganismo; con frecuencia se
requieren 14 a 21 días de tratamiento. Para el manejo eficaz de infecciones recurrentes tal vez sea necesario
extraer dispositivos permanentes (p. ej., catéter para diálisis peritoneal o derivación peritoneovenosa).
La peritonitis bacteriana secundaria es consecutiva a una contaminación de la cavidad peritoneal por
perforación o inflamación e infección graves de un órgano intraabdominal. Los ejemplos incluyen apendicitis,
perforación de cualquier porción del tubo digestivo, o diverticulitis. Como se comentó con anterioridad, el
tratamiento efectivo requiere controlar el origen para resecar o reparar el órgano afectado, desbridamiento de
tejido necrótico, infectado y con restos, y administración de antibióticos dirigidos contra aerobios y anaerobios.
Este tipo de régimen de antibióticos debe elegirse porque en la mayoría de los pacientes no es posible
establecer el diagnóstico preciso hasta que se practica una laparotomía exploradora, y la causa de mayor
morbilidad de este proceso patológico es la perforación del colon por la presencia de un gran número de
microbios.
El control eficaz del origen y la antibioticoterapia se acompañan de índices de fracaso bajos y una tasa de
mortalidad de 5 a 6%; la incapacidad para controlar el origen de la infección causa una mortalidad mayor de
40%.
La tasa de respuesta cuando se controla con eficacia el origen y se utilizan los antibióticos apropiados ha
permanecido en 70 a 90% en las últimas décadas. Los sujetos en quienes fracasa el tratamiento corriente
desarrollan un absceso intraabdominal, fuga de una anastomosis gastrointestinal que conduce a peritonitis
posoperatoria, o peritonitis terciaria (persistente).
Esta última es una entidad que no se comprende bien y que es mas frecuente en personas con
inmunodepresión en quienes las defensas del hospedador peritoneales no eliminan o aíslan con efectividad la
infección peritoneal microbiana secundaria inicial.
Es posible identificar microorganismos como Enterococcus faecalis y faecium, Staphylococcus epidermidis,
Candida albicans y Pseudomonas aeruginosa, casi siempre combinados, y pueden seleccionarse con base en
su falta de respuesta al régimen inicial de antibióticos y una disminución de la actividad de las defensas del
hospedador. Por desgracia, incluso con el tratamiento antimicrobiano eficaz, este proceso patológico se
acompaña de tasas de mortalidad mayores de 50%.
SEPTICEMIA: El tratamiento de la septicemia ha mejorado de manera drástica en los últimos 10 años, las
tasas de mortalidad han caído a menos del 30%. Los pacientes con septicemia grave deben recibir líquidos
para reanimación hasta alcanzar una meta de presión venosa central de 8 a 12 mmHg, con el objetivo de
mantener la presión arterial media en ≥ 65 mmHg y el gasto urinario en ≥ 0.5 ml/kg por hora.
Esta demostrado que el retraso de esta medida de reanimación tan solo por tres horas hasta la llegada a la
ICU agrava el pronóstico.
Por lo general, para lograr esta meta es necesario instalar pronto un catéter venoso central Varios estudios
demostraron la importancia del tratamiento antibiótico empírico inmediato en pacientes con septicemia o
infección intrahospitalaria. Este tratamiento debe iniciarse lo antes posible con antibióticos de amplio espectro
dirigidos contra los organismos más probables, ya que la antibioticoterapia inmediata apropiada produce
reducciones significativas en la mortalidad, y los retrasos en la administración del antimicrobiano apropiado se
acompañan de incremento en la mortalidad. El uso de patrones de sensibilidad específicos de la institución y
la unidad hospitalaria es crucial para elegir el fármaco apropiado para los pacientes con infección
intrahospitalaria. Sin embargo, es indispensable obtener material para cultivos de las áreas apropiadas sin
retrasar el inicio de los antibióticos para poder hacer luego el ajuste correcto del tratamiento antimicrobiano
cuando se tengan los resultados de los cultivos.
Además, la identificación y tratamiento inmediato de las fuentes sépticas son clave para mejorar el pronóstico
de los enfermos sépticos. En la actualidad, el fármaco de primera línea para el tratamiento de la hipotensión
es la norepinefrina. Es importante ajustar la dosis del tratamiento con base en otros parámetros, como la
saturación venosa mixta de oxígeno y las concentraciones plasmáticas de lactato, así como la
presión arterial media, a fin de reducir el riesgo de defectos en la perfusión inducidos por el vasopresor,
Pueden usarse dosis bajas de corticoesteroides (hidrocortisona, ≤ 300 mg/dia) en pacientes con choque
septicémico que no responden a los líquidos
y vasopresores. Por último, la transfusión de eritrocitos debe reservarse para pacientes con hemoglobina < 7
g/100 ml, aunque hay que reservar una estrategia de transfusión más liberal para pacientes con cardiopatía
coronaria grave, perdida sanguínea activa o hipoxemia grave.
Patógenos sanguíneos
Aunque resulta alarmante, el riesgo de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) de un
paciente al cirujano es bajo. El riesgo de transmisión calculado por un pinchazo de aguja de una fuente con
sangre infectada por VIH es de 0.3%.
La transmisión de VIH (y otras infecciones que se diseminan por la sangre y líquidos corporales) del paciente
al personal de cuidados de la salud puede reducirse al mínimo si se acatan las precauciones universales, que
incluyen las siguientes:
a) uso sistemático de barreras (como guantes y anteojos) cuando se anticipa el contacto con sangre o líquidos
corporales
b) lavarse las manos y otras superficies de la piel inmediatamente después del contacto con sangre o líquidos
corporales
c) manipular y desechar con cuidado instrumentos cortantes durante y después de su uso.
El virus de la hepatitis B (HBV) es un virus DNA que solo afecta a los seres humanos. La infección primaria
con HBV remite casi siempre de manera espontánea, pero puede causar hepatitis fulminante o progresar a un
estado de portador crónico. En cerca de 30% de las personas con infección crónica sobreviene la muerte por
una enfermedad hepática crónica o cáncer hepatocelular. Los cirujanos y otro personal de cuidados de la
salud tienen un riesgo alto de esta infección de origen sanguíneo y deben recibir vacuna para HBV.