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Introducción
El Paleolítico
Arte: ¿origen de la Geometría?
El Neolítico
Geometría en acción.
Si de contar se trata…
Ordinales y cardinales, ¿cuál primero?
Los trabajos sobre este tema apuntan a que el uso de la historia de la matemática en
la clase no debería ser realizado desde una perspectiva ingenua, esto es, que usar la
historia no significa enseñar matemática tratando de que el alumno reproduzca las
distintas etapas del desarrollo de la disciplina. Tampoco significa que el uso del
conocimiento histórico consista en contar con un conjunto de anécdotas e historias
que sirvan de entretenimiento a nuestros estudiantes. Enseñar matemática
integrándola con su historia significa enfrentar a los estudiantes a los problemas que
se plantearon matemáticos de otras épocas, buscarles solución con las herramientas
que tenemos hoy, conocer las soluciones que se les fueron dando, la creación y
evolución de conceptos e ideas que conforman las respuestas de las distintas épocas.
¿Por qué razones considera que la Historia de la Matemática puede ser útil en la
enseñanza de la Matemática?
En sus clases, ¿ha utilizado la Historia de la Matemática?
Luego de ver esta presentación podemos tener una idea más cabal de nuestro lugar
en el cosmos. Ese “puntito” que es la Tierra tiene al menos cinco mil millones de
años. En ese “puntito” que es la Tierra se dio un proceso más que peculiar que es la
vida que tuvo su inicio hace dos mil millones de años. La vida, en su evolución, dio
origen hace alrededor de cincuenta mil años al Homo Sapiens.
Ahora puede explorar a gusto ese “puntito” del espacio en este preciso instante.
Introducción
“Hace aproximadamente medio millón de años, Europa y Asia fueron azotadas por
períodos de intenso frío –las llamadas Edades de Hielo- que duraron millares de
años.1 En ese tiempo existían varias especies de elefantes, antecesores de los
modernos elefantes africanos e hindúes. Al sufrir los rigores de la Edad de Hielo, en
algunos elefantes se desarrolló un abrigo de pelos lanudos, convirtiéndose por
último en lo que llamamos mamuts. (…) Durante las Edades de Hielo, ya existían
varias especies de hombres, contemporáneos del mamut: ellos cazaron estas bestias y
dibujaron sus imágenes en las cavernas. Pero no heredaron abrigos de pieles, ni
desarrollaron cosa semejante para hacer frente a la crisis… En lugar de someterse a
los lentos cambios físicos que acabaron por hacer capaces a los mamuts de resistir el
frío, nuestros ancestros descubrieron la manera de controlar el fuego y el modo de
hacerse abrigos de pieles. Así fueron capaces de enfrentarse al frío con tan buenos
resultados como los mamuts. (…) Los mamuts trasmitían sus abrigos a su progenie,
por herencia. Cada generación de hombres, en cambio, tenía que aprender por entero
el arte de mantener el fuego, lo mismo que el de hacer abrigos, desde sus rudimentos
mismos. (…) Tanto el hombre como el mamut, se adaptaron con éxito al medio
ambiente de las Edades de Hielo… No obstante, su historia diverge al final. La
última Edad de Hielo pasó y, con ella, se extinguió el mamut. El hombre ha
sobrevivido (El examen de los hábitos de los esquimales, es el mejor camino para
entender cómo vivían los hombres bajo las condiciones reinantes en Europa durante
las Edades de Hielo). El mamut se había adaptado demasiado bien a un conjunto de
condiciones en particular; estaba especializado en exceso. Con la aparición de
condiciones más benignas… la bestia se encontró desvalida… El hombre, por su
parte, se encontraba en libertad de abandonar su abrigo, si sentía demasiado calor, de
inventar otras herramientas y de optar por la carne de vaca, en lugar de la de mamut.
(págs. 28-32)
“Al controlar el fuego, el hombre dominó una fuerza física poderosa y un destacado
agente químico. Por primera vez en la historia, una criatura de la naturaleza pudo
dirigir una de las grandes fuerzas naturales. Y el ejercicio del poder reaccionó sobre
quién lo ejercía. El espectáculo de la brillante flama desintegrando a su vista una
rama seca, cuando era introducida en las ascuas ardientes, y de su transformación en
finas cenizas y en humo, debe haber estimulado al rudimentario cerebro del hombre.
1La primera parte de este Módulo está basada en Los orígenes de la civilización de V. Gordon Childe.
Las citas del mismo aparecerán entre comillas y se indicará la página, obviándose mencionar el texto
para facilitar así la lectura.
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Profesores: Mario Dalcín – Mónica Olave
No podemos saber qué cosas le hayan sugerido esos fenómenos. Pero, alimentando y
apagando el fuego, transportándolo y utilizándolo, el hombre se desvió
revolucionariamente de la conducta de los otros animales. De este modo afirmó su
humanidad y se hizo a si mismo.” (pág. 66)
No estamos lejos de creer que el fuego es, justamente, el primer objeto, el fenómeno
primero sobre el cual el espíritu humano ha reflexionado. Entre todos los fenómenos, sólo
el fuego merece, para el hombre prehistórico, el deseo de conocer, por lo mismo que
acompaña el deseo de amar. Sin duda, se ha repetido a menudo, que la conquista del
fuego aparta al hombre del animal, pero, acaso, no se ha visto que el espíritu, en su
destino primitivo, con su poesía y su ciencia, estaba formado en la meditación del fuego.
El homo faber es el hombre superficial, su espíritu se fija en algunos objetos familiares, en
algunas groseras formas geométricas. Para él, la esfera carece de centro. Significa,
simplemente, el gesto circulante que solidariza con el hueco de las manos. El hombre que
sueña frente a su hogar, es, al contrario, el hombre de las profundidades y el hombre del
futuro. O todavía, por mejor decir, el fuego otorga al hombre que sueña la lección de una
hondura que tiene un futuro: la llama surge del corazón de las ramas.
Era un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas
les llegó, marcado por el destino, el tiempo de la génesis, los dioses las modelaron en las
entrañas de la tierra, mezclando tierra, fuego y cuantas materias se combinan con fuego
y tierra. Cuando se disponían sacarlas a la luz, mandaron a Prometeo y a Epimeteo que
las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas. Epimeteo
pidió a Prometeo que le permitiese a él hacer la distribución. «Una vez yo haya hecho la
distribución, dijo, tú la supervisas». Con este permiso comienza a distribuir. Al
distribuir, a unos les proporcionaba fuerza, pero no rapidez, en tanto que revestía de
rapidez a otras más débiles. Dotaba de armas a unas en tanto que para aquéllas, a las
que daba una naturaleza inerme, ideaba otra facultad para su salvación. A las que daba
un cuerpo pequeño, les dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarnecerse, en
tanto que a las que daba un cuerpo grande, precisamente mediante él, las salvaba.
De este modo equitativo iba distribuyendo las restantes facultades. Y las ideaba
tomando la precaución de que ninguna especie fuese aniquilada.
Cuando les suministró los medios para evitar las destrucciones mutuas, ideó defensas
contra el rigor de las estaciones enviadas por Zeus: las cubrió con pelo espeso y piel
gruesa, aptos para protegerse del frío invernal y del calor ardiente, y, además, para que
cuando fueran a acostarse, les sirvieran de abrigo natural y adecuado a cada cual. A unas
les puso en los pies cascos y a otras piel gruesa sin sangre. Después de esto, suministró
alimentos distintos a cada una: A unas hierbas de la tierra; a otras, frutos de los árboles; y
a otras, raíces.
Integrando la Matemática con su Historia en los procesos de enseñanza 7
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Y hubo especies a las que permitió alimentarse con la carne de otros animales. Concedió
a aquéllas escasa descendencia, y a éstos, devorados por aquéllas, gran fecundidad;
procurando, así, salvar la especie.
Pero como Epimeteo no era del todo sabio, gastó, sin darse cuenta, todas las facultades
en los brutos. Pero quedaba aún sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer.
Hallándose en este trance, llega Prometeo para supervisar la distribución. Ve a todos los
animales armoniosamente equipados y al hombre, en cambio, desnudo, sin calzado, sin
abrigo e inerme. Y ya era inminente el día señalado por el destino en el que el hombre
debía salir de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio de salvación
para el hombre, Prometeo roba a Hefesto y a Atenea la sabiduría de las artes junto con el
fuego (ya que sin el fuego era imposible que aquélla fuese adquirida por nadie o
resultase útil) y se la ofrece, así, como regalo al hombre. Con ella recibió el hombre la
sabiduría para conservar su vida, pero no recibió la sabiduría política, porque estaba en
poder de Zeus y a Prometeo no le estaba permitido acceder a la mansión de Zeus, en la
acrópolis, a cuya entrada había dos guardianes terribles. Pero entró furtivamente al
taller común de Atenea y Hefesto en el que practican juntos sus artes y, robando el arte
del fuego de Hefesto y las demás de Atenea, se las dio al hombre. Y, debido a esto, el
hombre adquiere los recursos necesarios para la vida, pero sobre Prometeo, por culpa de
Epimeteo, recayó luego, según se cuenta, el castigo de robo.
El hombre, una vez que participó de una porción divina, fue el único de los animales
que, a causa de este parentesco divino, primeramente reconoció a los dioses y comenzó a
erigir altares e imágenes de dioses. Luego, adquirió rápidamente el arte de articular
sonidos vocales y nombres, e inventó viviendas, vestidos, calzado, abrigos, alimentos de
la tierra. Equipados de este modo, los hombres vivían al principio dispersos y no había
ciudades, siendo, así, aniquilados por las fieras, al ser en todo más débiles que ellas. El
arte que profesaban constituía un medio, adecuado para alimentarse, pero insuficiente
para la guerra contra las fieras, porque no poseían aún el arte de la política, del que el de
la guerra es una parte. Buscaron la forma de reunirse y salvarse construyendo ciudades,
pero, una vez reunidos, se ultrajaban entre sí por no poseer el arte de la política, de
modo que, al dispersarse de nuevo, perecían. Entonces Zeus, temiendo que nuestra
especie quedase exterminada por completo, envió a Hermes para que llevase a los
hombres el pudor y la justicia, a fin de que rigiesen las ciudades la armonía y los lazos
comunes de amistad. Preguntó, entonces, Hermes a Zeus la forma de repartir la justicia
y el pudor entre los hombres: «¿Las distribuyo como fueron distribuidas las demás
artes? Pues éstas fueron distribuidas así: Con un solo hombre que posea el arte de la
medicina, basta para tratar a muchos, legos en la materia; y lo mismo ocurre con los
demás profesionales. ¿Reparto así la justicia y el pudor entre los hombres, o bien las
distribuyo entre todos?». «Entre todos, respondió Zeus; y que todos participen de ellas;
porque si participan de ellas sólo unos pocos, como ocurre con las demás artes, jamás
habrá ciudades. Además, establecerás en mi nombre esta ley: Que todo aquél que sea
incapaz de participar del pudor y de la justicia sea eliminado, como una peste, de la
ciudad».
Platón, Protágoras (320a)
http://www.filosofia.org/cla/pla/protbil.htm
“Desde la época en la cual aparecen por primera vez los esqueletos de Homo sapiens
en los testimonios geológicos, tal vez hace 25.000 años, la evolución corpórea del
hombre se ha detenido, al parecer, aun cuando es justamente entonces cuando se ha
iniciado su progreso cultural… En la familia humana, el progreso en la cultura ha
ocupado, en realidad, el lugar que tenía anteriormente la evolución orgánica.” (pág.
47)
El Paleolítico
“Se supone que los hombres más primitivos cazaban animales salvajes y aves;
atrapaban peces y lagartos, recolectaban frutas silvestres, moluscos y huevos, y
extraían raíces y larvas… Algunos se refugiaban, con seguridad, en las cavernas y,
otros, deben haber levantado refugios rudimentarios de ramas. El éxito en la caza
sólo se pudo lograr por una observación prolongada y cuidadosa de los hábitos de
las presas; los resultados deben haber formado una tradición colectiva de
conocimientos sobre cacería. Asimismo, la distinción entre plantas nutritivas y
venenosas, es de creer que también fue aprendida por experiencia y, luego,
incorporada a la tradición comunal… el hombre descubrió por medio de
experimentos, cuáles eran las mejores piedras para fabricar utensilios y en donde los
podía hallar.” (pág. 68)
http://sahara-news.webcindario.com/prehistoriaafricaysahara2.htm
De acuerdo con los testimonios disponibles, durante la Edad Paleolítica, los únicos
métodos practicados por el hombre para asegurar su subsistencia, fueron la
recolección y la caza.
www.sofiaoriginals.com/julio21paleolitico.htm es.wikipedia.org/wiki/Arte_prehist%C3%B3rico
“El arco se trata, tal vez, de la primera máquina inventada por el hombre… El lanzador de
venablos multiplica ingeniosamente la energía que el brazo humano puede impartir al
proyectil.” (págs. 77-78)
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Arte: ¿origen de la Geometría?
“El aspecto más sorprendente y notable de las culturas del paleolítico superior, es la
actividad artística de los cazadores. Tallaron figuras redondeadas en piedra o en
marfil, modelaron animales en arcilla, decoraron sus armas con dibujos
representativos y formales, ejecutaron bajorrelieves en las paredes de roca de las
cavernas en que se guarnecían, y grabaron o pintaron escenas en los techos de las
cuevas.” (pág. 79)
“El arte paleolítico tuvo un propósito práctico, habiendo sido concebido para
asegurar la provisión de aquellos animales de los cuales dependía la tribu para
alimentarse. Así, los arunta australianos y otros modernos recolectores de alimentos,
ejecutan danzas y otras ceremonias, tratando de promover la multiplicación de los
dromeos, de las larvas de la acacia y de otros animales y plantas comestibles. Si ellos
pudieran comprender las implicaciones que tiene, repudiarían indignados el
calificativo de ‘recolectores de alimentos’, utilizado para contrastarlos con los papúes
‘productores de alimentos’, los cuales cultivan ñame. ‘Nuestros ritos mágicos’, diría
un arunta, ‘son tan necesarios y eficaces para mantener el abastecimiento de dromeos
y larvas, como la excavación y el desyerbe ejecutados por los despreciables
labradores’.” (pág. 81)
Busca diseños nativos y bosqueja una posible versión actual de los mismos.
El etnólogo Lévi-Strauss vive un breve período, antes de 1940, entre los nambikwara,
una población primitiva asentada en el altiplano entre el Mato Grosso y Bolivia.
“Los indígenas, que viven completamente desnudos, duermen sobre la tierra desnuda e
ignoran el uso de las mantas, sean de piel o de tejido”. Durante la estación de las lluvias,
que dura de octubre a marzo, la temperatura puede subir a más de 40 grados durante el
día para bajar notablemente por la noche. Pero en la estación seca, la temperatura
nocturna desciende a 8-10 grados. Durante las lluvias brotan flores y crecen hierbas
altas; luego todo se seca: la tierra requemada y la arena recuperan el terreno.
Durante la estación de las lluvias, los nambikwara se establecen en las alturas, en los
alrededores de un río, y allí construyen toscas cabañas; luego roturan pequeños claros
más abajo, en la floresta, y los utilizan como huertos para cultivar mandioca, tabaco,
judías, algodón, cacahuetes y calabazas; los productos son en parte conservados.
Durante la estación seca el grupo se desintegra y emigra en grupitos, formados por un
número reducido y variable de individuos (de 4 a 40). “Vagan a través de la sabana, en
busca de caza, de animalitos como larvas, arañas, langostas, roedores, serpientes,
lagartijas… frutos, semillas, raíces”. Los refugios provisionales “están construidos por
palmeras o por ramas fijadas en semicírculo en la arena y atadas en la cima. Es la época
en que la búsqueda de alimentos absorbe todas las actividades”.
La descripción de la vida de esta población puede hacer comprender mejor al menos una
parte de las dificultades encontradas por nuestros antepasados. Y se debe tener también
presente que éste no es el ‘nivel cero’ de la humanidad. Está fuera de duda, sin embargo,
que una población perennemente afligida por el hambre, perseguida por el clima,
diezmada periódicamente por las epidemias y por las incursiones enemigas, no tiene
amplios espacios para elaboraciones culturales; es más, a causa de esas catástrofes, corre
el riesgo de ver destruidos en pocas horas los progresos realizados en el curso de varias
generaciones.
“La primera revolución que transformó la economía humana dio al hombre el control
sobre su propio abastecimiento de alimentos. El hombre comenzó a sembrar, a
cultivar y a mejorar por selección algunas yerbas, raíces y arbustos comestibles. Y,
también, logró domesticar y unir firmemente a su persona a ciertas especies de
animales… Existe una enorme variedad de plantas susceptibles de suministrar una
dieta importante cuando se les cultiva. El arroz, el trigo, la cebada, el mijo, el maíz, el
ñame y la batata, respectivamente, sostienen todavía en la actualidad a poblaciones
considerables. (págs. 85-86)
…los niños se hacen económicamente útiles. Para los cazadores, los niños
representan una carga. Tienen que ser alimentados durante muchos años, antes de
que puedan empezar a contribuir efectivamente al sustento de la familia. En cambio,
Integrando la Matemática con su Historia en los procesos de enseñanza 15
Profesores: Mario Dalcín – Mónica Olave
desde su infancia, los hijos de los agricultores pueden ayudar a desyerbar los
campos, y a espantar los pájaros y otros animales destructores. Si hay ovejas y vacas,
los muchachos pueden atenderlas. Entonces, a priori, la probabilidad de que la nueva
economía trajera aparejado un incremento de la población, es muy elevada… No
debe confundirse la adopción de la agricultura con la adopción de una vida
sedentaria… (pág. 89) Para muchos campesinos de Asia, África y América del Sur,
todavía en la actualidad, la agricultura significa simplemente despejar un lugar de
monte bajo o de matorrales, escarbarlo con una azada o estaca, sembrarlo y, luego,
recoger la cosecha. La parcela no es barbechada, ni menos abonada, pero se vuelve a
sembrar al año siguiente. Por supuesto, en tales condiciones, el rendimiento declina
notablemente después de un par de temporadas. Luego, se despeja otra parcela y se
repite el proceso hasta que también se agota. Bien pronto, toda la tierra disponible
cercana al poblado ha sido cultivada hasta su agotamiento… (págs. 92-93) La
naturaleza planteó pronto un problema a los agricultores: el problema del
agotamiento del suelo. El modo más sencillo de entendérselas con el problema fue el
de eludirlo, trasladándose a otro sitio… (pág. 93) Una alternativa: las mejores tierras
para la agricultura se encuentran, con frecuencia, en los suelos de aluvión
depositados cuando los torrentes intermitentes fluyen de las colinas hacia las
llanuras, y en los valles de los ríos que se desbordan periódicamente… las crecidas
de los ríos, no sólo riegan los cultivos, sino que crean un suelo nuevo. El sedimento
dejado por las aguas de las avenidas contiene los elementos químicos que los cultivos
del año anterior tomaron del suelo, de tal manera que este es renovado y vuelto a
fertilizar. Bajo estas condiciones de irrigación natural el agricultor no necesita ser
nómada. Puede cultivar año con año, la misma parcela que es inundada por la
avenida entre cosecha y cosecha. (pág. 95)
Prácticamente en todos los antiguos poblados productores de alimentos se criaban
animales. Los animales domesticados para alimentación no eran muy variados:
ganado vacuno, ovejas, cabras y cerdos… (pág. 96) Posteriormente también se
descubrió el proceso de ordeñar convirtiéndose la leche en otro producto principal,
que podía obtenerse sin sacrificar a la bestia, sin mermar el capital. Los animales se
ponían a pastar en el rastrojo, después de la cosecha, y en las otras temporadas en
pastos naturales, cerca del poblado. Si se añade que algunos jóvenes eran dedicados a
vigilar el rebaño, se puede considerar ya descrita la economía comunal.” (pág. 100)
Carnac, Francia.
El hombre neolítico también hizo grandes diseños sobre las laderas de algunos cerros
que pueden apreciarse en su totalidad desde el aire.
Nazca, Peru.
Los pobladores de las islas del Pacífico, desde Nueva Zelanda a Hawai, tienen un
origen común y se remonta a una migración que partió del Sudeste asiático.
Alrededor del año 3000 a.C. habían desarrollado la agricultura, herramientas de
pesca y un método eficiente para transportar agua en sus canoas que permitiría su
posterior expansión.
El tatuaje para estas sociedades fue una práctica cotidiana.
Significó para todos ellos un signo de pertenencia que
representaba la existencia del hombre como tal. El tatuaje
tenía diferentes fines: religioso, como signo de honor;
guerrero, como armadura y rasgo intimidatorio; y de
atractivo sexual. A través de sus tatuajes un hombre daba
cuenta de su valor y de su virilidad, siendo usualmente los
jefes los más profusamente tatuados.
Los hombres de la Polinesia se tatuaban hasta tal punto que
no quedaba un trozo de piel desnuda en su cuerpo. Es la
Polinesia el lugar que tiene la reputación del tatuaje más
artístico en el mundo antiguo, caracterizado por figuras
geométricas.
Para el hombre de Samoa, el tatuarse es un evento crucial en su vida, a partir del cual
se fechan los otros sucesos relevantes de su existencia. Hasta que es tatuado, sin
importar cual sea su edad, el hombre de Samoa es considerado y tratado como un
niño.
http://www.ngatitoa.maori.nz/runanga/index.php?option=com_rsgallery2&Itemid=97&page=inlin
e&catid=8&id=7&limit=1&limitstart=0
http://www.tki.org.nz/r/maori/te_rauparaha/images/pages/pehi_moko.html
Los europeos escriben con una pluma su nombre, el de Te Pehi Kupe está aquí,
dijo señalando su frente. Y delineó sobre el papel las correspondientes marcas o
nombres de su hermano y su hijo. Cada línea, tanto de la cara como de otras
partes del cuerpo estaba firmemente registrada en su memoria. Dibujó el
retrato de su moko sin el auxilio de un espejo. (H. Robley, Conversaciones con Te
Pehi Kupo)
Lévi-Strauss afirma que esta población [los nambikwara], en sus distintos dialectos,
posee con seguridad nombres para los números 1 y 2, y un término para indicar
‘muchos’. Componiendo dichos términos, o de otros modos, consiguen formar nombres
de números hasta llegar a ocho.
Los nambikwara, sirviéndose de las manos, representan el número 1 manteniendo el
pulgar derecho levantado, mientras con la izquierda mantienen bajados todos los otros
dedos. Para el 2 levantan sólo el índice y el medio; el 3 es representado por el anular solo
extendido. Poseen también un término para expresar el par (ba). Obviamente no poseen
la escritura y tampoco una forma gráfica para expresar los números.
En la vida práctica, para las indicaciones numéricas recurren también a la repetición de
la palabra que indica la cosa o el evento. A un individuo que tiene la desdichada idea de
quitarle la mujer a otro, se le aconseja que desaparezca de la circulación por algún
tiempo en estos términos: “Cuando termine esta luna, y aquella, y aquella, y aquella, y
aquella, y aquella, y aquella, y aquella, y aquella, entonces podrás volver”.
¿Es instintivo el acto de contar? ¿Es un aspecto del pensamiento humano tan familiar
y generalizado que nos lleva a considerarlo como una capacidad tan simple y obvia
que debe haber sido inventada por cualquier civilización que haya existido? Si tales
civilizaciones querían hacer algo –cultivar, comerciar, comprobar que nadie había
robado una res de su ganado– seguramente necesitaban contar. Esta línea de
razonamiento conduce hacia el punto de vista de que contar era una actividad que
fue inventada una y otra vez en todas y cada una de las sociedades primitivas. La
opinión alternativa que podríamos asumir es que el recuento es un concepto bastante
difícil de encontrar, que sólo fue inventado en un pequeño número de grandes
centros culturales y luego se difundió desde estos a otras culturas menos avanzadas
que interaccionaron con ellos. Si la idea de numeración se difundió de esta manera a
partir de una o dos fuentes, más que surgir en todas las partes del mundo, ello altera
nuestro juicio acerca de la ubicuidad de la intuición matemática humana sobre los
números, una idea que algunos matemáticos han tomado como una base para la
filosofía general de las matemáticas.
A pesar de nuestra intuición de que contar es la más elemental de las intuiciones que
asimilamos sin esfuerzo sólo por el hecho de estar en el mundo, existen muchos
grupos humanos primitivos que no pueden contar más allá de dos y no han
desarrollado ningún sentido de los números en absoluto.
Si damos una mirada rápida a colecciones de tres, cuatro o incluso cinco objetos,
podemos captar instantáneamente el número presente. Pero cuando hay más
objetos presentes perdemos esta facilidad y tenemos que recurrir a «contar»
conscientemente las cosas presentes si queremos saber cuántas hay.
Hay culturas en las que se ha ido más allá de los dedos recurriendo a la anatomía
humana. Por ejemplo, en el siglo XIX en las islas del estrecho de Torres, sus
habitantes empezaban a contar por el lado derecho de su cuerpo, tocaban primero
sus cinco dedos para los números 1 al 5, luego la muñeca (6), el codo (7), el hombro
(8), el pecho (9), hombro izquierdo (10), codo izquierdo (11), y así sucesivamente,
hasta llegar a los dedos de la mano izquierda que les llevaban hasta 17. Luego
continuaban con el dedo pequeño del pie izquierdo (18), hasta el dedo gordo del pie
izquierdo que les llevaba a 22, el tobillo izquierdo (23), la rodilla izquierda (24), la
cadera izquierda (25), la cadera derecha (26), y luego bajaban por el lado derecho de
la misma forma, acabando en el dedo pequeño del pie derecho (33).
Una característica significativa de este método de contar, que lo distingue del uso de
otras colecciones fijas de marcas, es el hecho de que las partes del cuerpo permanecen
en posiciones fijas respecto a las demás (a diferencia de las piedras que se agitan en
una bolsa), y así es posible registrar la última parte del cuerpo que se utilizó en una
enumeración. Siempre será la misma cuando se enumere la misma cantidad. Esto le
capacita a uno para recordar el tamaño de la colección que está siendo contada
simplemente recordando la última parte del cuerpo a que se hizo referencia. Así, si
estuviéramos contando media docena de ovejas con nuestros dedos y siguiésemos
siempre el mismo orden, asociaríamos el primer dedo de la segunda mano con el
Aunque se puede contar indefinidamente utilizando una palabra diferente para cada
nuevo número, este es un sistema incómodo y poco práctico que pronto sobrecarga
la capacidad de memoria. Resulta más eficaz adoptar alguna cantidad como unidad
colectiva. La cantidad que define el tamaño de la cantidad colectiva se denomina
base del sistema de numeración.
En los sistemas de numeración de las civilizaciones antiguas, salvo alguna
excepción, se han utilizado solamente las bases 2, 5, 10, 20 y 60.